Wolfgang Amadeus Mozart “Obertura” de La clemenza di Tito

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Wolfgang Amadeus Mozart
Salzburgo, 27-i-1756-Viena, 5-xii-1791
“Obertura” de La clemenza di Tito, drama en música
en dos actos, kv 621
Estreno: 6-ix-1791, Teatro Nacional de Praga.
A
la historia ha pasado que Die Zauberflöte [La flauta mágica] fue la última
ópera de Mozart, pero fue la última en ser estrenada; la última en ser
compuesta fue La clemenza di Tito, una ópera seria que llegó por un
encargo de los Estados Bohemios realizado a través del empresario Domenico
Guardasoni –tras la negativa de Salieri, el compositor más famoso y admirado por
la Corte– para festejar la coronación como Rey de Bohemia del Sacro Emperador
…dos meses antes de su muerte, Mozart se encuentra ante el desafío
de batir su propio récord, y lo bate. Es inútil decir que La clemenza di Tito
está marcada por el hándicap de la falta de tiempo. La brevedad del plazo,
las condiciones del trabajo –efectuado en parte en las etapas del viaje de
Viena a Praga, y después con el desorden y las prisas de una breve estancia
y la fiebre de los preparativos materiales de la representación– han impedido a Mozart madurar profundamente una arquitectura de conjunto. Sólo
tiene tiempo de escribir una serie de fragmentos que son más una recopilación de piezas de concierto que una ópera orgánicamente hilvanada.
Además, el compositor salzburgués no estaba a gusto con el encargo, que iba
en contra de sus intereses musicales en ese momento, más volcado en la búsqueda de un drama lírico moderno, como atestigua su trabajo con Die Zauberflöte. Y
encima no pudo contar con Lorenzo Da Ponte, quien había caído en desgracia en
la Corte.
El estreno tuvo lugar el 6 de septiembre de 1791, la noche de la coronación
del Emperador, y tuvo una fría acogida. La obra no gustó al monarca. Se comenta
incluso que su esposa, la Emperatriz, María Luisa de España, se refirió a ella como
“porcheria tudesca” [“porquería alemana”], a pesar de que, al final, resultó ser un
canto a la bondad de la monarquía, tema sensible en Europa con la consolidación
de la Revolución Francesa, que había estallado dos años antes. Sin embargo, las
funciones posteriores lograron enganchar al público praguense, y durante las
cuatro décadas posteriores siguió contando con el favor de los teatros europeos,
que la programaron con asiduidad. Con la llegada del Romanticismo, la obra fue
cayendo en el olvido hasta bien entrado el siglo xx.
contraposición al racionalismo de la Ilustración. La Sinfonía fue escrita en
1768, en plena efervescencia de este período que supuso un avance estilístico
importante en la obra del compositor, pero que dio muy pocas pistas sobre
lo que vendría después. A este respecto, el musicólogo Charles Rosen afirma
que:
La evolución de Haydn como compositor sinfónico plantea uno de
los mayores pseudo-problemas de la historia: la cuestión del progreso
de las artes. Los logros que consiguió de 1768 a 1772 fueron muy
importantes para un estilo que Haydn abandonó casi de improviso. En
dichos años y en las diversas tonalidades menores, Haydn compuso
una serie de sinfonías impresionantes, dramáticas, muy personales y
La obra, considerada la más radical de las escritas en este período, está
compuesta en la pesimista tonalidad de Fa menor, hecho muy infrecuente
en el siglo xviii. Igual de infrecuente es la decisión de comenzar la obra con
un “Adagio”, recurso éste que le imprime cierto carácter íntimo y recogido. El
segundo movimiento, un “Allegro di molto” en forma de sonata, es posiblemente el más “apasionado” de toda la Sinfonía. Su intensidad emocional contrasta con la calma anteriormente expuesta. Empezando con el mismo motivo
que el “Allegro”, “Minueto y Trío” ofrecen un descanso de la atmósfera sombría
de los dos primeros movimientos. El trío ofrece un contraste al cambiar al
modo mayor. El cierre, “Presto”, es un movimiento monotemático en forma
sonata relacionado temáticamente con los movimientos anteriores.
El título con que se conoce a esta sinfonía no es original de Haydn.
Comenzó a aparecer en copias de la obra sólo hacia las primeras décadas
del siglo xix. Se dice que este título le fue puesto a la obra en referencia a
su carácter profundo, casi meditativo, que es reforzado por el hecho –poco
común– de que sus cuatro movimientos estén en la oscura tonalidad de Fa
menor. Otra línea de pensamiento indica la posibilidad –nunca demostrada–
de que esta sinfonía de Haydn haya estado asociada de alguna manera a las
actividades musicales de Pascua en la Corte de Esterházy, en la que Haydn fue
director musical durante largos y productivos años.
Brunswick. Esta visita acabaría abruptamente cuando el Príncipe le pidió
que tocase para unos soldados franceses. Allí pronunció la famosa frase de
“príncipes hay muchos, Beethoven hay sólo uno”, mientras abandonaba el
palacio a pie.
A su llegada a Viena, el famoso violinista y director Franz Clement, quien
había dirigido el estreno de la Sinfonía nº 3 “Heroica”, y al que le unía una
estrecha amistad, le encargó un concierto para violín.
El estreno del Concierto para violín, que tuvo lugar en diciembre de 1806,
no resultó excesivamente afortunado. Beethoven entregó la partitura con el
tiempo justo de que el solista lo leyera a primera vista. Obviamente, dada
su dificultad, el intérprete debió tener muchos problemas y la interpretación
no resultó lo precisa que debiera. Además, el solista interrumpió el concierto
© Carlos Vílchez Negrín
Ludwig van Beethoven
Bonn, 16-xii-1770; Viena, 26-iii-1827
Concierto para violín y orquesta en Re mayor, op 61
Estreno: 23-xii-1806, Theater an der Wien, Viena.
Leopoldo ii, hermano y sucesor del fallecido José ii. Mozart hubo de interrumpir
todos sus trabajos durante el mes de agosto de 1791 para atender dicho cometido
en tan solo tres semanas, dejando pendiente tan solo algunos detalles de Die
Zauberflöte.
Ante tal premura, Mozart le encarga a su alumno Süssmayer –encargado
posteriormente de la finalización del Requiem, inconcluso a la muerte del
compositor– la escritura de todo el recitativo de la pieza, reservándose él todos
los números de la partitura. Componer una obra de estas dimensiones en ese
corto espacio de tiempo fue todo un reto. Tal y como afirman los Massin en su
imprescindible biografía:
[Franz] Joseph Haydn
Rohrau an der Leitha, Baja Austria, 31-iii-1732; Viena, 31-v-1809
Sinfonía nº 49 en Fa menor “La Passione”, hob i:49.
U
na aseveración clásica y no rebatida es la que dice que Haydn es el inventor de la sinfonía moderna como género. Escribió un total de cientocuatro que destacan por la perfección de la forma, su vitalidad y frescura.
La nº 49, subtitulada “La Pasión”, es un perfecto ejemplo de su período Sturm
und Drang –literalmente Tempestad e Ímpetu–, un movimiento eminentemente
literario, aunque tuvo también sus manifestaciones en la música. Dicho movimiento se basaba en la libertad individual y la subjetividad de la emoción en
Sibelius. El Concierto se instaló para siempre en el repertorio en 1844, cuando
el propio Mendelssohn lo rescató del olvido para interpretarlo en Londres
junto a un jovencísimo Joseph Joachim de tan solo catorce años de edad.
Beethoven no dejó escrita ninguna cadencia para el Concierto para violín,
aunque sí lo hizo para la versión pianística. Por tradición se interpreta la
cadencia escrita por Joachim, aunque solistas de la talla de Kreisler, entre otros
muchos, dejaron la suya propia.
Esta acogida tan negativa estuvo condicionada por las prácticas de bravura
tan de moda a principios del siglo xix. Los conciertos eran escritos con el fin de
mostrar la capacidad casi pirotécnica del intérprete. Louis Spohr, por ejemplo,
escribió sus cinco primeros conciertos para violín antes de que Beethoven
completara el suyo, y ni Spohr ni sus contemporáneos prestó la más mínima
atención a los méritos del Concierto de Beethoven. El propio Spohr dijo en
1855, tras una interpretación de Joachim, “que el concierto estuvo bien,
aunque hubiese preferido escuchar tocar a Joachim una pieza para violín de
verdad”.
Este concierto no era, obviamente, una pieza de exhibición, y por ello se
topó con una muy lenta aceptación por parte de los virtuosos. Sus elevados
conceptos musicales, además del tratamiento idiomático del violín, tuvieron
que esperar a una nueva era para ser apreciado en toda su dimensión.
manieristas. En orden cronológico las más importantes son: la Sinfonía
nº 39 en Sol menor; la Sinfonía nº 49 “La Pasión”; la Sinfonía nº 44
“Fúnebre”; la Sinfonía nº 52 en Do menor; y la Sinfonía nº 45, “Los
adioses”. Ninguna de estas composiciones nos aclara debidamente
la dirección que Haydn iba a tomar, y cabe pensar que la historia de
la música habría sido muy distinta si Haydn se hubiera adentrado en
los caminos que algunas de ellas sugerían. En cierto sentido, parecen
presagiar no el ingenio de carácter social y lírico de su obra posterior
–y de la de Mozart–, sino un estilo ásperamente dramático, intensamente emotivo, sin ningún vestigio de sentimentalismo.
D
e todos los conciertos del repertorio violinístico, el de Beethoven es
el más famoso, el más admirado y el más querido por el público y
los intérpretes. Su combinación de lirismo y profundo dramatismo no
tiene parangón en el repertorio.
1806 fue un año extremadamente fecundo en la producción musical de
Beethoven. Había decidido volver al cuarteto de cuerda tras la temprana
incursión del op 18. Y lo hizo nada menos que con los tres Cuartetos op 59,
popularmente conocidos como los Cuartetos Rasumovsky –estaban dedicados al conde que llevaba el mismo nombre–. Además, mientras pasaba el
verano en la residencia del Príncipe Lichnowsky en Glatz –Silesia–, escribiría
su Sinfonía nº 4, inspirado por su enamoramiento de la Condesa Teresa von
entre el primer y segundo movimiento para tocar una sonata propia con el violín dado la vuelta y sobre una sola cuerda –algo impensable hoy en día, aunque moneda común en ese tiempo donde se valoraban más las piruetas que
la propia música–. La obra escasamente volvió a sonar en vida del compositor:
tan sólo tres interpretaciones más. En un intento de rentabilizar o relanzar la
pieza, el propio Beethoven escribió al año siguiente una versión para piano
y orquesta, que publicó con el número de opus 61a. Sin embargo, esto no
impidió que fuese considerada cronológicamente la primera obra maestra
del género, que sirvió de precedente a los compuestos posteriormente por
Mendelssohn, Brahms –es curiosa la paradoja de que los grandes conciertos
para violín del siglo xix fuesen escrito por pianistas–, Dvořák, Chaikovski o
Nemanja Radulovic
Programa
Orquesta Sinfónica de Tenerife
Víctor Pablo Pérez
I Parte
Violín
Director
Abono Ost 13
Viernes 15 de abril de 2011 • 20.30 hs
Auditorio de Tenerife “Adán Martín”
La OST y el solista:
Nemanja Radulovic
Primera vez que interviene con la OST
Últimas interpretaciones en la temporada de abono (§):
W. A. MOZART, Obertura de La clemenza di Tito
Julio de 1997; [Concierto Extraordinario Pretemporada]; Achim Fiedler, director.
L. VAN BEETHOVEN, Concierto para violín y orquesta en Re mayor
Noviembre de 2007; Marco Rizzi, violín / Lü Jia, director.
(§) Desde la temporada 1986-1987 • Audición nº 2291
(*) Primera vez por esta orquesta
Próximo programa:
Abono OST 14
Viernes 29 de abril de 2011 • 20.30 hs
D. Müller-Schott, violonchelo • Vasily Petrenko, director
Obras de D. Milhaud, R. Schumann y P. I. Chaikovski
La Asociación Tinerfeña de Amigos de la Música [ATADEM] organiza una charla sobre las obras que
se podrán escuchar en este concierto impartida por el Dr. Don Pompeyo Pérez Díaz el viernes 29 de
abril de 2011 de 19’30 a 20’15 en la Sala de Prensa del Auditorio de Tenerife “Adán Martín”.
Editado por:
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Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)
La clemenza di Tito, drama en música en dos actos, Kv 621
Obertura
Joseph Haydn (1732-1809)
Sinfonía nº 49 en Fa menor, “La Passione”, Hob I:49*
Adagio
Allegro di molto
Menuet
Finale: Presto
II Parte
Ludwig van Beethoven (1770-1827)
Concierto para violín y orquesta en Re mayor, Op 61
Allegro ma non troppo
Larghetto
Rondo
Nemanja Radulovic
Violín
C
on veintitrés años, Nemanja Radulovic
enardece al público de las salas de
concierto en cada una de sus actuaciones, gracias a sus interpretaciones y su gran
presencia en el escenario.
Fue nombrado revelación internacional del
año en las ‘Victoires de la Musique’ de 2005,
Premio Midem, y en 2006 estrella en ascenso,
actuando en las grandes salas de concierto
europeas como el Concertgebouw de Ámsterdam, Megaron de Atenas, Cité de la Musique en París, Palais des Beaux Arts en
Bruselas, Philharmonie de Colonia, así como en el Carnegie Hall.
En 2006 sustituyó con gran éxito a Maxim Vengerov interpretando el Concierto de L. van Beethoven en la Sala Pleyel de París con la Orchestre Philharmonique de Radio France y Myung-Whun Chung.
Desde entonces colabora con las más prestigiosas orquestas de Europa,
Asia y América: Orchestre Philharmonique de Radio France, Orquestas Sinfónicas de Tokio, de Montreal, de Rio de Janeiro, de Barcelona, Sinfonietta de
Hong Kong, Orchestra Sinfonica Rai di Roma, Orquesta Sinfónica Chaikovsky,
Nürnberger Symphoniker, Orquesta de Cámara de Praga, Orquesta Filarmónica
de Ucrania, Sinfonia Varsovia, Orchestre National de Belgique, Ndr Sinfonieorchester de Hamburgo, Wdr de Colonia y Tonhalleorchester Zürich.
Desde 2005 ha grabado varios discos para Transart Live, entre otros un cd
para violín solo –J. S. Bach, M. Miletic, N. Paganini, E. Ysaÿe–, muy alabado
por la crítica y que obtuvo el ‘Diapasón’; su grabación de los dos Conciertos
para violín de F. Mendelssohn con la Orquesta de Cámara de Praga encabezó
inmediatamente las listas de descargas en i-Tunes y Virgin Mega. Su último
disco, Les Trilles du Diable, se editó en septiembre 2009 para Decca/Universal
con obras de F. Kreisler, P. Sarasate, F. Schubert, H. Wieniawski y G. Tartini.
Desde su presentación en el Festival de la Chaise-Dieu en 2002, Nemanja
Radulovic ha participado en los más prestigiosos festivales y ofrece regularmente recitales con Marielle Nordmann, Susan Manoff, Dominique Plancade,
Laure Favre-Kahn, Anne Gastinel y su Conjunto Les Trilles du diable.
Nemanja Radulovic toca un violín de J. B. Vuillaume de 1843.
Víctor Pablo Pérez
Director
E
s considerado por crítica y público
como uno de los mejores directores de
orquesta del panorama musical español. En la temporada 1987-1988 fue principal
director invitado de la Orquesta Nacional de
España. Desde 1986 ha sido director titular y
artístico de la Orquesta Sinfónica de Tenerife,
cargo que ha desempeñado hasta la temporada 2005-2006, siendo en este momento
director honorario de la misma. En la actualidad es director musical de la Orquesta Sinfónica de Galicia [Osg].
En su intensa actividad discográfica ha grabado obras de W. A. Mozart,
G. Rossini, D. Shostakovich, S. Prokofief, A. Dvořák, M. de Falla, L. de Pablo, T.
Marco, F. A. Barbieri, E. Arrieta, P. Sorozábal, A. Gaos, J. Darias, F. Chueca, J. L.
Turina, E. Halffter, R. Sierra, A. Pärt, H. Villalobos, I. Albéniz y X. Montsalvatge,
al tiempo que recuperaba para las salas de conciertos y el mundo del disco la
obra del compositor catalán Roberto Gerhard: integral de sus cuatro sinfonías,
Don Quijote, Albada, interludi i dansa, Pedrelliana y el ballet Alegrías.
Víctor Pablo Pérez ha dirigido también como invitado orquestas como
la Philharmonia Orchestra de Londres, la Royal Philharmonic Orchestra,
Münchner Philharmoniker, Dresdner Philharmonie, Hr-Sinfonieorchester de
Fráncfort, Berliner Symphoniker, Orchestra Sinfonica Rai di Roma, Orchestra
dell’Accademia Nazionale di Santa Cecilia, Orchestra Sinfonica di Milano
Giuseppe Verdi, Orchestra del Maggio Musicale Fiorentino, Orchestre National
de Lyon, Orchestre National du Capitole de Toulouse, así como la práctica
totalidad de las orquestas españolas.
Con estas y otras agrupaciones se ha presentado en festivales internacionales como los de Canarias, Santander, Alicante, Peralada, Quincena
Donostiarra, Granada, Múnich, Festival de Schleswig-Holstein, Trienal de
Colonia, Festival Mozart de La Coruña, Ibermúsica, Festival Bruckner de
Madrid y Festival Rossini de Pésaro.
En la temporada 2005-2006 debutó en el Teatro Real de Madrid y recientemente en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, donde ha obtenido un
extraordinario éxito de crítica y público con Manon de J. Massenet.
OST •
rsario
75º Anive
10
1935 • 20
Mayor información:
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38003 Santa Cruz de Tenerife • España
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La Orquesta Sinfónica de Tenerife es
miembro de la Asociación Española de
Orquestas Sinfónicas. AEOS [ www.aeos.es ]
La Orquesta Sinfónica de Tenerife es un proyecto
cultural del Cabildo de Tenerife
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Colaboradores:
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