1 Fronteras de tinta / Narración, imagen e intermedialidad en Las Poquianchis de Cazals y Las muertas de Ibargüengoitia “Narración, imagen e intermedialidad en Las Poquianchis de Cazals y Las muertas de Ibargüengoitia” Denise R. Roldán Alcalá y Mario Alberto Ramírez León, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM Número 2, diciembre 2012- marzo 2013 Un fenómeno intrínseco producto de la disociación comunicativa entre un referente real u objetivo, y un referente placebo, es sin duda la pérdida del sentido original del referente; sucede pues, una entropía comunicativa. La nota roja es uno de los casos paradigmáticos de disuasión del hecho que describe; de esta manera el periodista de nota roja ficcionaliza un suceso valiéndose de herramientas que incitan al consumo de la noticia. Susana Vargas menciona que “La nota roja, más que informar, transforma la tragedia en la burla del acontecer cotidiano”,1 al mismo tiempo que construye las bases de la “opinión pública”.2 El periódico Alarma! formó parte activa de la prensa sensacionalista durante gran parte del siglo XX; a esta publicación se deben numerosas historias que rayan en lo inverosímil. Una de las mayores coberturas que dicho periódico hizo es el caso de “Las Poquianchis”, hermanas que prostituían a mujeres en burdeles de su propiedad, donde se encontraron una gran cantidad de cadáveres femeninos. Como es de esperarse, este suceso dio paso a un proceso de mímesis que hiperbolizó dicho acontecimiento, provocando un desapego objetivo de los hechos y que finalmente devino en la sustitución de la noticia verdadera. De esta manera, el relato formado a través de la nota roja (el placebo), se volvió un referente inmediato para la sociedad, volviendo opaca la versión objetiva del caso. Al instaurarse el referente placebo como discurso oficial de los hechos, éste fue tomado como base para la creación de dos obras fundamentales que rodean el crimen de las hermanas González Valenzuela: en primer lugar la adaptación cinematográfica de Felipe Cazals Las Poquianchis (1976) y la novela Las muertas del escritor Jorge Ibargüengoitia (1977), tomando en cuenta que ambas obras se llevan tan sólo un año de diferencia, y doce y trece años, respectivamente, después de la aprehensión de las hermanas (las averiguaciones comenzaron en 1964). Así, tenemos la creación de dos discursos ficcionales que están al 1 Susana Vargas, “El que ríe al último, ríe mejor: Mujercitos en la nota roja mexicana de los años setenta en México” en Graciela Martínez-Zalce et al., eds., Aprehendiendo al delincuente. Crimen y medios en América del Norte, México: CISAN-UNAM, 2011, p. 4 (edición digital). 2 Ibídem. 2 Fronteras de tinta / Denise R. Roldán Alcalá y Mario Alberto Ramírez León mismo tiempo basados en un discurso metaficcional. Por supuesto, cada obra es independiente en su propósito y su recepción al texto base fundado por la nota roja. La intermedialidad que el filme y la novela tienen es un diálogo constante de visiones que parecen muy lejanas. La narración de Ibargüengoitia presenta el suceso con un lenguaje plano, es decir, un lenguaje accesible, diáfano, que no busca ser complejo, incluso parece prescindir de descripciones ambientales y de profundidad psicológica en sus personajes; de esta forma los expone como entes sin una ética o moralidad. El autor apuesta más por el tono de la narración, apuesta por el morbo, al igual que su referente inmediato (la nota roja). Así pues, Ibargüengoitia pareciera estar contando un chisme, una especulación. Este elemento es una característica que define a la nota roja por excelencia. Es un juego y un guiño al texto base que desemboca finalmente en una experiencia de lectura contemplativa a la estética de Jorge Ibargüengoitia. En realidad, la novela no aporta un contenido que trascienda la experiencia de lectura, que invite a la reflexión o al cuestionamiento del referente de origen; es más, lo reafirma. Número 2, diciembre 2012- marzo 2013 Caso contrario con el filme de Cazals, que retoma otro de los elementos de la nota roja, el impacto visual, y lo aprovecha para realizar una denuncia y un replanteamiento del suceso en cuestión. En este sentido, la película es un abrevadero ideológico que tiene como móvil el testimonio, la política, la situación del campo, la justificación de la prostitución en provincia, etc. Busca ser un documento que ponga en entredicho el discurso de la nota roja; se asemeja a un documental policiaco: “De esta forma, de lo académico a lo biográfico, de lo escandaloso a lo impune; [sic] el documental policiaco en México es una fuerte herramienta que viaja sin parar desde la denuncia hasta la memoria histórica, con la firmeza y seguridad del compromiso con la sociedad que todo documentalista posee.” 3 Partimos de la idea de que el hecho noticioso tiene dos interpretaciones, las cuales se desarrollan y muestran con dos medios diferentes: el cine y la literatura. Las adaptaciones no serán distintas entre sí y al texto base, únicamente por tratarse de la exégesis de dos sujetos ajenos a la nota roja, ni porque éstos manejen técnicas diferentes, sino porque a pesar de que cada uno mantenga la finalidad principal de contar una historia4 (el caso de las Poquianchis), el énfasis que pongan a ciertos elementos del suceso que crean más pertinentes marcará las posturas e intenciones de los adaptadores. A lo anterior debemos agregar las herramientas o características de los medios discursivos que aprovechan o dejan a un lado a favor de su interpretación. 3 http://alarma.mx/nota/Criminarte/114-El_documental_policiaco 4 Por tal motivo el director optó por más construcciones visuales descriptivas y narrativas que simbólicas. 3 Fronteras de tinta / Narración, imagen e intermedialidad en Las Poquianchis de Cazals y Las muertas de Ibargüengoitia Número 2, diciembre 2012- marzo 2013 La distinción más notoria entre una narración cinematográfica y literaria es la extensión. El género de la novela, al no preocuparse por ésta, tiene la posibilidad de dar un desarrollo o una descripción más minuciosa, tanto de los lugares como de los personajes, utilizando los recuerdos del personaje, monólogos, conversaciones, dedicar capítulos enteros a cómo es el espacio. Sin embargo, en el cine habrá que valerse de la luz, la ambientación, el vestuario, los diálogos, para poner en una sola toma o secuencia quién y cómo es el personaje, en qué tiempo y en dónde se desarrolla la historia.5 Así es como el cine utiliza referentes visuales para aportar esa información periférica o nuclear de la historia sin ocupar tanto tiempo de la película. Cazals aprovechó las herramientas que le proporciona el cine para exponer el caso de las Poquianchis como él lo veía; juega con los opuestos a lo largo de su filme: luz-oscuridad, colores vívidosopacos, música alegre-ausencia de sonido o sonido simbólico, imágenes a color-imágenes en blanco y negro. Las dinámicas entre luz y oscuridad tienen una función importante en la trama. La poca luminosidad en gran parte de la película crea un espacio privado, intrigante, peligroso y una atmósfera de complicidad entre el espectador y los sucesos;6 La visión de un lugar cerrado, grisáceo y sucio da al espectador la idea de criminalidad y decadencia. No obstante, hay dos secuencias a plena luz del día que fungen como los momentos reveladores de grandes verdades. La primera es cuando se encuentran los 5 Ejemplo de la foto de Adolfo López Mateos, del burdel y el cuarto con imágenes religiosas o la escena de la peregrinación: se ubica la época en que se desarrolla la historia al ver al presidente; con mostrar el burdel nos informa sobre qué tipo de prostitutas son y el ámbito en el que viven, y la peregrinación y las imágenes religiosas nos indican que a las madrotas les interesa ser buenas católicas. 6 A este propósito también ayudan las locaciones cerradas y lo pequeño de esos lugares. 4 Fronteras de tinta / Denise R. Roldán Alcalá y Mario Alberto Ramírez León Número 2, diciembre 2012- marzo 2013 cuerpos y a las prisioneras. Es ahí cuando la luz expone a todos la problemática. Este acto es un develar hacia afuera: que los otros se enteren qué han hecho las hermanas González Valenzuela con todas esas mujeres. El segundo momento con luz de día y en exteriores es cuando asesinan a María Rosa. En esa ocasión es un develar al interior: cómo terminaron estas mujeres, destruidas y desencajadas de la realidad. Por lo tanto, Cazals hace un interesante paso de la luz a la oscuridad y viceversa, remitiéndonos a una transición de la exposición a lo oculto. Pero si se trata de algo que debe mantenerse oculto, a puertas cerradas, ¿cómo se logra que el espectador se sienta dentro de la historia? No es suficiente con el ojo voyeurista propuesto con la cámara. La película también debía lograr esa intromisión que ma 5 Fronteras de tinta / Narración, imagen e intermedialidad en Las Poquianchis de Cazals y Las muertas de Ibargüengoitia nejaba la prensa de nota roja. Dicho medio, con su afán de recreación sensacionalista, indaga lo más posible en los detalles; puede decirse que esto es un zoom in a la sangre y a la violencia. No obstante esa crudeza tan acrecentada debe mantener una barrera con su receptor, una barrera transparente que le permita introducirlo en la imagen pero salvaguardándolo.7 Cazals, para traspasar este punto equilibrado de intromisión, opta por dar preferencia a los planos medios, pues con ellos lograba describir la escena (acción, personaje, lugar) sin que lo principal, ya sea la violencia, lo escatológico, la degradación, se perdiera o diluyera en una toma amplia,8 y a la vez no caía en lo extremadamente violento que fuera imposible de ver. Número 2, diciembre 2012- marzo 2013 A pesar de que el sonido y el color pueden ser explotados en el discurso literario, Ibargüengoitia no los procura. Tal vez el estilo del autor o el tema que estaba tratando, o la manera de abordar el problema, no le permitieronhacer un texto musical o colorido. No obstante, Cazals sí los aprovechó para incluir y reforzar información que resalta en sus personajes, por ejemplo: el sonido generalmente corresponde a la acción en pantalla, no hay una banda sonora más que los mambos y danzones que se escuchan en las escenas del burdel. Estas piezas musicales se relacionan con momentos festivos o alegres; sin embargo, también se escuchan opacos y transmiten todo lo contrario al presentarse paralelamente con los escenarios decadentes. La música, con el sentido de contradicción, reafirma la idea de un ambiente divertido y alegre que en realidad es corrupto, agresivo y destructor. Lo mismo podría puntualizarse sobre el color. Los colores llamativos del burdel y de los vestidos se vuelven cenizos para apoyar la idea de un ambiente degradado. Por otro lado, el sonido también se utilizó de manera simbólica.9 7 Es como ver al tigre detrás del vidrio. 8 No es lo mismo una escena de golpes en un amplio prado con un full shot, que en un cuarto pequeño con cámara subjetiva. 9 También el color se vuelve un elemento simbólico cuando el naranja expresa una transición de mujer inocente a prostituta instruida en el negocio. Santa, Adelina y Amparo usan vestidos naranjas para indicar que la transformación ha concluido (véanse las siguientes fotografías). 6 Fronteras de tinta / Denise R. Roldán Alcalá y Mario Alberto Ramírez León Número 2, diciembre 2012- marzo 2013 Durante la conversación entre el capitán y Rosario sobre el posible trabajo de sus hijas, el capitán pega con sus dedos en la mesa, produciendo un tamborileo ambiguo. Podría entenderse como el sonido de un reloj impaciente (en este caso de un hombre impaciente), o como un repique de tambor fúnebre ya que, teniendo este golpeteo como sonido principal, se ve arreglándose una joven contenta y esperanzada, completamente ignorante de lo que le espera. La secuencia ya está señalando una desgracia para el personaje porque no es un sonido incidental, sino un sonido que empezó siendo un ademán del personaje que se convirtió en un elemento referencial no del movimiento de dedos, sino de una advertencia o declaración de los hechos por venir. Como podemos ver, la triada nota roja-filme-novela está relacionada no sólo por el argumento, que es en este caso las hermanas que comenten crímenes y que viven al margen de la ley, sino que la intermedialidad radica en la compartición de elementos formales que el texto de origen proporciona a los dos productos miméticos: en la novela es el lenguaje narrativo, de especulación, de incompletud, de morbo, mientras en el filme es la imagen brutal que representa Cazals del archivo visual de la prensa amarillista. La triada anteriormente mencionada es al mismo tiempo una representación ficcionalizada del hecho de origen. Es pues, la creación de un simulacro que tomó dimensiones míticas dentro de la sociedad y que vino a sustituir incluso la versión oficial dictaminada por las autoridades; al mismo tiempo, este discurso placebo ha permitido que se continúe con las reproducciones miméticas en diferentes medios como lo son las puestas en escena u obras derivadas a raíz del hecho. Fronteras de tinta / Narración, imagen e intermedialidad en Las Poquianchis de Cazals y Las muertas de Ibargüengoitia 7 Bibliografía Baena Paz, Guillermina. Crónica. México, Pax, 1995. Barthes, Roland et al. Análisis estructural del relato. Traduc. Beatriz Dorrots. México: Ediciones Coyoacán, 2008. Donoso Pareja, Miguel. Picaresca de la nota roja. México: Samo, 1973. García Tsao, Leonardo. Felipe Cazals habla de su cine. Guadalajara: Centro de Investigación y Enseñanza Cinematográficas, Universidad de Guadalajara, 1994. Ibargüengoitia, Jorge. Las muertas. México: J. Mortiz, 1998. Martín Vivaldi, Gonzalo. Géneros periodísticos: reportaje, crónica, artículo (análisis diferencial) Madrid: Paraninfo, 1981. Martínez-Zalce, Graciela et al. (editores). Aprehendiendo al delincuente: crimen y medios en América del Norte. México: CISAN-UNAM/Medi@McGill, 2011. Posada Velázquez, Pablo Humberto. Apreciación de cine. México: Alhambra, 1997. Sánchez Noriega, José Luis. De la literatura al cine: teoría y análisis de la adaptación. Prólogo de Jorge Urrutia. Barcelona: Paidos, 2000. Filmografía: Número 2, diciembre 2012- marzo 2013 Las Poquianchis. México, 1976. Alpha Centauri. Dirección: Felipe Cazals. Producción: Víctor Moya. Guión y adaptación: Tomás Pérez Turrent. Música: José Elorza. Fotografía: Alex Phillips. Reparto: Diana Bracho, María Rojo, Manuel Ojeda, Malena Doria, Leonor Llausás, Jorge Martínez de Hoyos, Salvador Sánchez, Pilar Pellicer, Ana Ofelia Murguía, Enrique Lucero, Alejandro Parodi, Tina Romero, Gonzalo Vega. 110 min. Fuentes electrónicas: http://alarma.mx/nota/Criminarte/114-El_documental_policiaco http://tecnoculto.com/2008/05/26/asesinos-seriales-delfina-y-maria-de-jesus-gonzaleslas-poquianchis/ http://www.revistadeletras.net/las-muertas-de-jorge-ibarguengoitia/