De la lectura tradicional a la lectura digital (16340)

Anuncio
De la lectura tradicional a la lectura digital
Nelson Corredor Trejo
Son las 12 del mediodía. El calor es agobiante y tratar de embarcarse en el transporte público de la
ciudad es una proeza. Sin embargo, una señora algo mayor, que por su aspecto ronda los 50 años,
y una joven, con un morral al hombro, logran abordar la unidad del Sistema de Transporte Masivo
en la estación de Pie del Llano, ambas se dirigen al sur de la metrópolis merideña. La señora paga
su boleto, una acción a la que no estaba acostumbrada pues era un sistema gratuito, hasta que el
gobierno nacional decidió cobrar 4 bolívares de tarifa. Luego se sienta en uno de los pocos asientos
que estaba libres, elige la ventanilla del lado izquierdo. De su bolso negro, saca un libro. Desde lejos
se puede leer en la tapa de un color azul suave en letras rojas su título: “Pensar el Siglo XX”. La joven
se sienta a su lado, de su morral extrae unos auriculares que se coloca alrededor de su cabeza. Mira
su reproductor de audio y aumenta el volumen al máximo, cierra sus ojos y se queda anestesiada
con la música de su preferencia, su rostro trata de reflejar que está ausente del lugar. Tanto la
señora como la joven hacen lo suyo, tratan de concentrarse en lo que están haciendo y simulan que
todo a su alrededor no existe. Dos puestos más atrás, otra pareja de jóvenes también tienen
colocados sus auriculares y como zombis, pretenden ignorar la realidad que los rodea.
Los jóvenes nacieron en la era digital. En lugar de leer prefieren colocarse frente a la pantalla de sus
PC, tablas o teléfonos móviles. Están más atentos de los mensajes que les llegan a través de las
modernas tecnologías y las redes sociales.
Numerosas encuestas se han realizado para indagar sobre los hábitos de lectura de los jóvenes en
la era digital. La lectura de novelas, cuentos y poemas, por interés propio, presenta índices muy
bajos, que escasamente se aproximan al diez por ciento; la lectura de libros relacionados con las
materias que cursan en sus estudios también presenta registros que no superan el 50 por ciento;
pero el cien por ciento de los encuestados siempre manifiesta que dedica al menos dos o más horas
diarias a Internet, bien sea a través de sus celulares, tablas, computadoras personales o
computadoras de escritorio.
Ante esta situación, en la que los jóvenes dedican su tiempo a la lectura digital, con mayor frecuencia
a la lectura de la mensajería de textos generados en las redes sociales generalistas: Facebook,
Twitter, Google +, Tuenti, MySpace, Hi5, Instagram, Sonico, Orkut, Badoo, Habbo, Friendster,
Wasap, entre otras; surge una interrogante: ¿Cómo hacer para que jóvenes educados por este
desarrollo tecnológico se acerque al diario, o al libro tradicional? ¿Cómo atraerlos a la lectura
silente, personal, libre?
Para los investigadores en el área de la lectura y la escritura en la era digital, la solución está en la
escuela y en los principales actores que son los maestros y profesores y mucho tiene que ver en
cuánto sientan la vocación las personas que están a cargo de la enseñanza de nuestro país. El
Gobierno hace programas para el fomento de la lectura, pero muchas veces no se respeta. No
sienten la vocación ni la importancia que tienen el aprendizaje a temprana edad y en adolescentes.
Sólo si al que da la clase le gusta leer, se incentiva al curso a hacerlo, señalan los especialistas en la
materia.
¿Qué significado tiene leer en la era digital?
Leer en la era digital significa para algunos estudiosos del tema una amenaza a una cultura común
valiosa que sólo existe a través de la lectura de libros; empero, otros señalan que Internet creó un
nuevo tipo de lectores así como de lectura que las centros de educación y la sociedad en general,
no deben descartar. La Web constituye un estímulo para la lectura y la escritura en el caso de
adolescentes que de lo contrario pasarían más tiempo mirando televisión.
Los que se inclinan por Internet consideran que los grandes lectores de textos digitales pueden llegar
a superar a los que leen libros tradicionales. Leer cinco sitios web, un artículo de opinión y uno o
dos blogs -dicen esos especialistas- puede resultar más enriquecedor que leer un libro.
"Leer un libro de 400 páginas lleva mucho tiempo - dice Rand J. Spiro, profesor de psicología de la
Universidad de Michigan- En la décima parte de tiempo, Internet permite abarcar mucho más sobre
un tema desde diferentes puntos de vista."
De lo que sí es cierto, como lo señala Emilia Ferreiro, es el momento propicio para redefinir la
lectura. La interpretación de videos o fotos, señalan, puede ser una habilidad tan importante como
analizar una novela o un poema.
Umberto Eco, escritor y filósofo, sostiene que "en el futuro, la educación tendrá como objetivo
aprender el arte del filtro. Ya no hace falta enseñar dónde queda Katmandú o quien fue el primer
rey de Francia, porque eso se encuentra en todas partes. En cambio, habría que pedirles a los
estudiantes que analicen quince sitios para determinar cuál es para ellos el más confiable. Habría
que enseñarles la técnica de la comparación”. Esto significa que se debe reorientar la metodología
tradicional en el proceso de enseñanza y aprendizaje, orientándola hacia las tecnologías de la
información y la comunicación.
Asimismo, Eco en el 2010, publicó “Nadie acabará con los libros”, con Jean-Claude Carrière. En esa
obra, el autor sostiene que la conservación del conocimiento mediante la escritura impresa podrá
mantenerse y coexistir con la digital, del mismo modo que conviven el cine y la televisión. Incluso,
ambos sostienen que el libro, a pesar de la fragilidad del papel, tiene mayor perdurabilidad que los
actuales medios electrónicos. Por tres razones. En primer lugar, cree que el libro impreso es el más
práctico para leer, aunque ahora haya jóvenes que dicen: “No, yo leo mejor en mi celular o en mi
tabla”. Después, está el amor por el objeto. “Si voy a mi sótano y veo mi “Pinocho” de cuando tenía
8 años y en el que había escrito cosas, me vuelven emociones que no encuentro en un disco que
contiene el texto de Pinocho. Por último, teniendo en cuenta mi edad y si hubiera existido, no podría
recuperar el disco de Pinocho porque se habría desmagnetizado. Eso es un problema: las
computadoras cambian tanto que no sabemos cuál es la vida útil de un disco”.
Además Eco sostiene: "Es necesario restablecer una cultura de monasterios, que en algún momento
–yo ya me habré muerto, quizá– los que sigan leyendo tendrán que retirarse a grandes falansterios,
al campo quizá, como los Amish de Pensilvania. Allí, se conserva la cultura y el resto, que flote como
pueda flotar. Con 6 mil millones de habitantes en el planeta, no se puede pretender que haya 6 mil
millones de intelectuales. Debemos ser un poco aristócratas desde ese punto de vista."
Los adolescentes de hoy son una generación digital. Chatean, viven inmersos en la música, y en el
mundo de las imágenes estéticas no tradicionales en las que el relato no sigue un orden lógico sino
que opera por yuxtaposición de escenas, enfatizadas por sonidos, donde prevalece el impacto
sensorial antes que el tiempo intelectual. Proliferan los vídeos y los blogs, y los sitios personales en
la web.
La concepción comunicacional de los jóvenes es inmaterial, hipertextual y tribal. Constituyen tribus,
tribus urbanas articuladas vía chat, unidas por vibraciones comunes en el campo de la música,
portadores de ropajes no disciplinarios ni uniformes La Web, su canal comunicacional. La música y
videos “on line” su compañía no intrusiva, la escuchan sin sentirse obligados a concentrarse en ella.
Y el libro, para algunos pocos, su amigo fiel. Para otros, algo aburrido, tedioso y pasado de moda.
En definitiva, el vínculo entre un libro, el lector y el autor, hasta ahora, no ha podido ser roto con el
surgimiento y aplicación de las tecnologías de la información y comunicación, pues aunque sus
páginas dejen de ser de papel, para convertirse en hipertextos diagramados en formatos digitales,
el libro seguirá siendo lo que es: una “perfecta rueda del saber” que continúa girando, al ritmo en
que gira el maravilloso mundo de la lectura.
Descargar