España y los fundamentos de la cultura occidental

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[Conferencia impartida en Madrid el año 2003. Versión digital por cortesía del autor, como
parte de su Obra Completa y bajo su supervisión].
© José María Blázquez Martínez
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
España y los fundamentos de la cultura occidental
José María Blázquez Martínez
Los fundamentos de la cultura occidental son el racionalismo griego, el derecho
romano y el monoteísmo judeo-cristiano. Estos tres aspectos se propagaron durante el
Imperio Romano por Europa, el norte de África y el Oriente hasta el río Eufrates. Otros
elementos de muy distinto carácter traídos por Roma son fundamentales dentro de la
cultura y han llegado hasta la actualidad.
España se incorpora a la cultura clásica con la conquista romana entre los años 218
a.C., fecha del desembarco de los hermanos Escipión en la colonia griega de Ampurias
(Gerona), con el fin de luchar en la Península Ibérica contra los cartagineses y el año 19
a.C., en que terminan las Guerras Cántabras. Con estas guerras, el emperador Augusto
(27 a.C.-14), terminó de someter al dominio de Roma todos los pueblos hispanos.
Los nombres de Iberia e Hispania
Los autores griegos dieron a la Península Ibérica el nombre de Iberia. Hoy día se
cree que los griegos primeros descubrieron la Iberia del Cáucaso, rica en minas, donde
situaron la leyenda de los argonautas y el vellocino de oro, y a partir del 635-625 a.C.,
conocieron el Occidente, tierra, también, muy rica en metales, y por esta razón trasladaron el nombre de la Iberia del Cáucaso (Georgia) a las tierras del Occidente hispano.
El primer griego que visitó la Península Ibérica fue Colaios de Samos. Los autores
griegos siempre llamaron a la península Iberia, incluso los escritores griegos que vinieron a ella en época de la República Romana, en los siglos anteriores a Cristo, o en tiempos del Imperio Romano, mientras que los autores latinos emplearon siempre el término
de Hispania.
El Pseudo Aristóteles, Timeo (356-260 a.C.), Polibio (210/200-127 a.C.), Diodoro
de Sicilia (s. I a.C.), Estrabón (64 a.C.-19), Dionisio de Halicarnaso (57-7 a.C.), Flavio
Josefo (37/8-100) y Plutarco (42-120), todos ellos siempre usaron el término Iberia.
El nombre geográfico de Hispania aparece en Ennius hacia el año 200 a.C. y, en
torno al s. II a.C., en un autor poco conocido L. Caius Hernius; en Veleius Paterculus
(19 a.C.-30), en Q. Curcius Rufus (s. I), en Plinius (23/24-79) y en otros autores latinos
como Virgilius (70-19 a.C.) y Horatius (43 a.C.-17).
El geógrafo griego Strabo escribe que los romanos han designado a toda la Península Ibérica indistintamente Iberia e Hispania. Este autor ya afirma categóricamente que
desde los Pirineos para abajo Iberia forma una unidad geográfica. Polibio es el primer
autor que dio el nombre de Iberia a toda la Península. El concepto de nación es un concepto de Roma. En cinco inscripciones y en la Crónica de Hydatius, que comprende
sucesos acaecidos del 379 al 427, se llama a diferentes personas de nación hispana.
La conquista romana de España
La conquista romana de España duró unos 200 años y se hizo por etapas: la costa
mediterránea y el valle del Betis los conquistó Roma entre los años 218-206 a.C., con
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motivo de la Segunda Guerra Púnica. En el siglo II a.C. se apoderaron los romanos de la
Meseta Castellana y de Lusitania, que era en gran parte del actual Portugal, como resultado de las Guerras Celtibéricas (153-133 a.C.) y Lusitana (155-136 a.C.). Durante
los años 82-72 a.C. estalló la Guerra Sertoriana, que fue un episodio de la lucha civil en
Roma. En esta guerra participaron activamente los lusitanos y los celtíberos. La última
gran guerra de conquista de Roma en España fueron las Guerras Cántabras (29-19 a.C.),
contra los astures y los cántabros.
Roma acabó con la conquista de España con las endémicas y feroces luchas de
unas tribus contra otras. Por vez primera, todos los pueblos, de Pirineos para ¿-abajo
tuvieron un sentido de unidad. Empezó la explotación del territorio conquistado a gran
escala. Gran parte de España era riquísima en minas. El Mediterráneo era muy pobre en
minerales. Las minas de plata de Laurion, cerca de Atenas, estaban ya prácticamente
agotadas, al igual que las de Macedonia. El norte de África carecía de minas, al igual
que Italia. Sólo España era abundantísima en minerales de todo género. Estas minas
habían sido explotadas, salvo las del noroeste, por los cartagineses (237-206 a.C.), que
introdujeron técnicas muy avanzadas de explotación tomadas del Oriente., y lo fueron,
inmediatamente después, por los romanos. Las explotaciones mineras originaron una
llegada de colonos itálicos, que venían a España a explotar las minas. Las riberas del
Betis y del Ebro eran aptas para la agricultura, que en gran parte era de regadío. Las
costas hispanas, del Tajo para abajo y toda la costa mediterránea hasta Alicante estaba
llena de fábricas de salazones. Roma, desde el primer momento de la conquista explotó
las riqueza de todo tipo que España ofrecía. Se originó pronto un gigantesco comercio
de productos de todo género a Italia y, más concretamente, a Roma, comercio bien señalado por el geógrafo griego Strabo en tiempos de Augusto.
Las naves de transporte de mayor tamaño llegaban de la Bética a Roma a través del
puerto de Ostia y su número era igual al que venía de África.
Cádiz contaba, por esos años, con el número más elevado de caballeros dedicados al
comercio y sólo había una ciudad en Italia, fuera de Roma, que alcanzaría ese número.
La profunda y extendida explotación de España, dio como resultado que todo el
sur, la costa levantina y el valle del Ebro, y del Tajo para abajo, con profundas penetraciones en el interior en época de Augusto, estuvieron ya plenamente romanizadas, es
decir, habían aceptado la cultura romana, abandonando totalmente la indígena. Strabo
señala bien este fenómeno, cuando escribió de los pueblos que habitaban la ribera del
Betis, que habían adquirido la manera de vivir de los romanos enteramente, hasta olvidar su idioma propio; además, la mayoría de ellos se han hecho latinos, es decir, han
obtenido el ius Latii. Han tomado colonos romanos, o sea, que había en el sur colonias
romanas, donde se vivía bajo la administración romana y exactamente como en Roma.
Esta colonias eran Carteya en el estrecho de Gibraltar, fundada en el año 171 a.C., que
fue la primera colonia latina fundada fuera de Italia y uno de los primeros casos conocido de asentamientos de veteranos del ejército; Corduba, capital de la Bética, que recibió el título de colonia de Marcelo, el pariente de Augusto; Asta Regia (Jerez de la
Frontera, Cádiz); Hispalis (Sevilla); Ucubi (Espejo, Córdoba); Urso (Osuna, Sevilla),
todas fundadas por César o por Augusto: Acci (Guadix); Asido (Medina Sidonia, Sevilla); Astigi (Écija, Sevilla); Ituci (Martos, Jaén), por citar sólo colonias del sur, creadas
hasta la muerte de Augusto.
Strabo continua su relato afirmando que poco falta para que todos los habitantes del
valle del Betis se hagan romanos, o sea, para que todos adquieran la plena ciudadanía romana. Roma siempre fue muy generosa en conceder el derecho de ciudadanía, como los
hicieron Cn. Pompeius, Q. Caecilius Metellus, durante la Guerra Sertoriana y César, du© José María Blázquez Martínez
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rante la Guerra Civil, en la que participaron, como antes en las guerras de conquista, gran
número de tropas hispanas, a las que los generales romanos concedieron la ciudadanía
romana. La falta en España de diplomas de concesión de la ciudadanía, al revés de lo que
sucede en Germania, se ha interpretado como que la ciudadanía romana estuvo desde el
principio tan extendida, que no hacía falta constar que se tenía. Strabo sigue hablando de
la aceptación de la cultura romana. Las ciudades colonizadas como Pax Augusta (Beja,
Portugal), Augusta Emérita (Mérida, Badajoz) y Caesaraugusta (Zaragoza), muestran bien
claramente el cambio que se ha operado en su constitución política. Roma terminó por
cambiar toda la constitución política de España, e implantó la suya propia. Vespasiano
(69-79) extendió el derecho de ciudadanía menor a todos los hispanos en el año 73, con lo
que quedaron incorporados a la civilización romana todos los hispanos. Strabo continúa
describiendo el proceso de aculturación entre las poblaciones hispanas que habían adoptado la constitución romana, entre los que se constaban los celtíberos. Los hispanos se
incorporaron enseguida a la civilización romana al ver las grandes ventajas de todo género
que les reportaba.
Aportaciones a España de la cultura romana
Roma aportó a España una serie de elementos culturales de todo género, muchos de
los cuales han llegado hasta el siglo XXI y están en la base de la cultura moderna. Así,
Roma cambió la economía de intercambio por la economía monetal, que es uno de los
pilares económicos de la cultura a lo largo de los siglos hasta hoy desde los años del
Imperio Romano. Antes de la llegada de Roma, algunas ciudades como Rosas, Ampurias y Ullastret, todas en la actual provincia de Gerona y, sobre todo los cartagineses,
acuñaron moneda. Pero el paso de la economía de intercambio a la monetal generalizado, responde a la política de Roma, que necesitaba grandes cantidades de monedas
para pagar a los soldados y recaudar contribuciones. La acuñación de la moneda era un
monopolio de Roma, como hoy día lo es del Estado. Se necesitaba el permiso expreso
de Roma para hacerlo. Roma introdujo en España técnicas de cultivo que han llegado
hasta el siglo XXI, como el arado romano, representado en las monedas, e introducido
en la Meseta después de la Guerra Celtibérica.
Gran parte del Valle del Betis estaba en regadío. El regadío en gran escala, probablemente, lo introdujeron los Bárquidas (237-206 a.C.), tomándolo del Egipto de los
Ptolomeos. Lo generalizaron los romanos. Son los célebres canales citados por Strabo.
Las cantidades elevadísimas de exportación de aceite bélico a Roma, demuestran
que los olivares béticos se encontraban en regadío. Sin regadío, esa cantidad elevada es
imposible de alcanzar. El Monte Testaccio, en la capital del Imperio, se hizo con cerca
de 26 millones de ánforas, en su casi totalidad procedentes del valle del Betis y pequeñas cantidades, un 12 o 15 % de aceite africano, entre los años del gobierno de Augusto
y é 260 con un total de un millón setecientas mil toneladas de aceite.
En el Bronce de Contrebia (Zaragoza), fechado en el 87 a.C., se mencionan canales, sin duda de regadío. En la ley de fundación de la colonia de Urso, se citan varias
veces canales y acequias. En la Ley Flavia Municipal, dada por Domiciano (81-96) a los
municipios fundados por Vespasiano, se mencionan canales.
Las presas para regadío y para la captación del agua a las ciudades es una aportación fundamental de Roma a España, que ha llegado al siglo XXI, como las de Cornalvo
y el pantano de Proserpina en Augusta Emérita, ciudad fundada en el 25 a.C.
El número de presas romanas conocidas es alto. En total más de 29 sin sumar las de
Portugal. Algunas están en funcionamiento en la actualidad, como las dos de Augusta
Emérita.
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Los romanos introdujeron en España los acueductos, para proporcionar agua a las
necesidades de las ciudades, como los de Tarragona, Toledo, Segovia, los Milagros y
San Lázaro en Augusta Emérita. El acueducto de Segovia ha estado en uso hasta hace
pocos años.
Roma introdujo en España el uso de los baños públicos y privados, como los públicos de Augusta Emérita y de Itálica, y los privados de Centcelles (Tarragona) y los medicinales de Alange (Badajoz) y Cueva Negra de Fortuna (Murcia), estos últimos frecuentados aún hoy.
A partir de la Guerra de Numancia también se generalizaron teatros y circos. En los
primeros se representaban obras teatrales de autores griegos y romanos y se convirtieron
en los principales vehículos de extensión de la cultura clásica. En los circos se celebraban carreras de caballos, por las que fueron tan apasionados los romanos y los bizantinos. Teatros y circos son aspectos fundamentales de la cultura moderna.
Los sistemas de explotación de las minas, traídos por los Bárquidas y continuados
por los romanos, descritos por Polibio, por Posidonio de Apamea y por Diodoro Sículo,
hasta la introducción de la moderna maquinaria, han continuado en uso hasta nuestros
días. En ellos se utilizaba el tornillo de Arquímedes, las norias y la bomba de Ectesibios, maquinaria utilizada hasta el día de hoy para extraer agua.
Red viaria
Una de las grandes creaciones de Roma, que llevó a todas las tierras que conquistó,
fueron las calzadas, construidas, en principio, con fines multares y, después, dedicadas
al trasporte de mercancías. La red viaria favoreció mucho las relaciones de unos pueblos
con otros dentro de España. La red viaria romana es la misma que la moderna en su casi
totalidad. Las fuentes literarias para el conocimiento de la red viaria hispana, son varias.
Los Vasos Apolinares describen el itinerario desde Cádiz, pasando por Valencia, el Pirineo y el sur de las Galias, hasta terminar en Aquae Apellinares, hoy Baños de Vicarello, en Toscana, Italia. El Itinerarium Antonini de tiempo de Caracalla (211-217), enumera 34 vías militares en España en el s. III, señalando el lugar de partida y de llegada,
los puntos de descanso, donde se podía comer, pernoctar y cambiar las caballerías de los
carros. Las calzadas estaban señalizadas por los miliarios, que recogen las distancias y
las reparaciones efectuadas por los diferentes emperadores.
La calzada más antigua es la llamada Hercúlea, que recorría el levante ibérico, desde
los Pirineos a Cartagena. Polibio la describe como terminada a mediados del s. II a.C.
Esta calzada, llamada después Augusta, desde el levante ibérico llegaba hasta Cádiz a través de Córdoba y de Hispalis.
Una calzada importante unía Cádiz, Hispalis, Helmantica (Salamanca) y terminaba
en Asturica Augusta, capital del distrito minero del noroeste. Data de época de Augusto
y se construyó con fines militares con ocasión de las Guerras Cántabras. De las calzadas
más importantes partían otras secundarias. Una salía de Tarragona y terminaba en Ilerda
(Lérida) y en Osca (Huesca), donde se cruzaba con una que de Barcino (Barcelona)
conducía a Caesaraugusta. De esta ciudad partían otras cuatro vías. De Pompaelo salían
tres calzadas. De León, asiento de la Legio VII Gemina, una calzada iba a Oviedo y
terminaba en Gijón. De Asturica Augusta partían otras tres vías. De Augusta Emérita
salían importantes calzadas; una llevaba a Toletum (Toledo), una segunda a Olisipo
(Lisboa) y la tercera a Hispalis y a Cádiz.
Por las calzadas penetraron las invasiones bárbaras del 409-412, y los árabes más
tarde. La Reconquista siguió la red de calzadas romanas y los reyes católicos viajaron
por estas calzadas.
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La red viaria de Hispania era radial. Del centro partían ramales en todas las direcciones. El sistema de construcción de las calzadas en España era el romano, de 45 cm a
1 m de espesor, y tenían cuatro capas, los bordes en piedra y la anchura oscilaba entre
cinco y seis metros. Las calzadas se echaban por los lugares más fáciles de transitar.
Cruzaban los ríos mediante puentes. En España se conservan excelentes puentes romanos, en uso hoy en día, como los de Salamanca, sobre el río Tormes, Alcántara (Cáceres) sobre el río Tajo, el de Augusta Emérita sobre el Guadiana, y el del Segura entre
España y Portugal.
De época de Augusto data el único faro, el de La Coruña, todavía en uso en la actualidad, construido, posiblemente, en función del abastecimiento de alimentos al ejército del norte de Europa.
Urbanismo
La administración romana descansó sobre la ciudad, que reflejaba la vida política,
religiosa, económica y social de Roma, que no intervenía, en general, en la religión y en
las formas políticas de los pueblos sometidos. Tan sólo le interesaba la recogida de tributos y las levas de soldados.
La cultura romana fue una civilización urbana de ciudades, al igual que la moderna.
Roma concentró las poblaciones dispersas del noroeste en castros. Igualmente los mercados comarcales se convirtieron en ciudades, como el Forum Limicorum (Guinzo de
Limia, Orense), el Forum Gigurrorum (Valdeorras, Orense), el Forum Auniganum (Ongayo, Santander).
Las colonias necesitaban un acto fundacional romano sobre un territorio a cultivar.
Los municipios eran una agrupación de ciudades ya romanas, ya latinas, vinculados por
la participación de los cargos públicos. Los municipios mantenían la autonomía y las
tradiciones jurídicas y culturales propias. La unificación municipal en España data de
finales del s. I. Los municipios recordaban las ciudades itálicas, las colonias a Roma.
Los emperadores Flavios crearon en España una gran cantidad de municipios.
Roma construyó muchas ciudades en España que siguen en la actualidad, como las
colonias de Caesaraugusta, Augusta Emérita, Itálica o Asturica Augusta, con el sistema
de urbanismo que generalizó Hipódamo de Mileto a mediados del siglo V a.C., que consistía en el trazado de calles perpendiculares, cruzadas por calles paralelas. Con este sistema se trazan las ciudades en la actualidad. En estas ciudades eran importantes la red de
cloacas. Algunas, como las de Asturica Augusta y Emérita Augusta están todavía en uso.
El uso de la lengua latina
Todas las lenguas romances: español, francés, italiano, con sus diferentes dialectos
derivan de la lengua latina. En España, salvo en el ángulo noroeste de Navarra, donde se
mantuvo la lengua vasca, en el resto de España se implantó la lengua latina. La escritura
y la lengua ibera desaparecieron en el Levante en época Julio-Claudia (14-68). Los
bronces de Botorrita (Zaragoza) están escritos en lengua celtibera y en escritura ibéricas. Son los documentos más largos que se conservan. Se trata de una ley sagrada. Las
placas celtibéricas de hospitalidad se usaron hasta finales del s. I a.C. La escritura es
latina y otras veces ibérica. Se fechan a finales de la República Romana.
Enseguida las comunidades indígenas redactaron sus documentos, como los de hospitalidad, fidelidad y clientela, en lengua y en escritura latina, como la placa hallada en
Herrera del Pisuerga (Palencia) del año 14. Se fecha el documento por los años de los
cónsules. Al mismo tiempo que se generalizó la lengua latina se extendieron la escritura y
la numeración latinas. Todas las inscripciones de la España Romana usan, exclusivamente,
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la lengua, la escritura y los números latinos, aunque las inscripciones funerarias conservan una simbología funeraria indígena. La elevada cantidad de tropas auxiliares, que sirvieron en el ejército romano, extendió el uso de la lengua y de la escritura latina. Escipión, en el cerco de Numancia, 134-133 a.C., contaba con unos 40.000 auxiliares hispanos. El ejército de Sertorius estaba formado básicamente por tropas lusitanas y celtíberas. Una gran cantidad de tropas auxiliares de infantería y de caballería figuran en el ejército romano a partir de la conquista de España, que aprendieron enseguida la lengua y la
escritura romana y se convirtieron en vehículos de extender la civilización romana.
El ejército como vehículo de civilización los señaló Strabo al referirse a los pueblos
recién conquistados de España.
Educación
Roma implantó pronto la educación romana que hizo extensiva al mayor número
de personas. Esta es una de las mayores aportaciones al mundo moderno. Sertorius, en
los años 77-76 a.C. reunió en Osca a los hijos de los personajes más importantes. Les
puso maestros de todas las ciencias y profesiones griegas y romanas. El general romano
pagaba a los maestros y les examinaba personalmente.
En las tablas de Vipasca (Portugal), que es la legislación de un distrito minero en
época de Hadrianus (117-138), pero que pueden remontar a una etapa anterior, se mencionan los maestros de las minas. Los hijos de los mineros o de los arrendatarios de los
pozos tenían escuela. Los maestros no estaban supeditados a las disposiciones del procurador que era el supremo cargo del distrito minero. Los maestros eran varios, pues la
ley los menciona en plural. De España salieron buenos literatos, que vivieron en Roma,
son los creadores de la edad de plata de la literatura romana, como Séneca el retórico
(54 a.C.-39), Columela (s. I), tratadista de agricultura, Séneca (4-65) el filósofo, que
influyó mucho en el cristianismo y en los siglos posteriores, Lucano (35-95), poeta
épico, Quintiliano (35-95), retórico, y Moderato de Cádiz (segunda mitad del s. 1), filósofo neopitagórico.
Deporte
Roma introdujo la afición por los deportes. Se conocen algunas palestras para
practicar ejercicios físicos, como la de Ampurias, aunque hay que tener en cuenta que
todas las termas públicas tenían una palestra contigua.
El deporte es uno de los grandes delgados del mundo clásico a la cultura moderna.
El derecho
El derecho romano, como se indicó ya, es uno de los fundamentos de la cultura occidental. España ha dado unas 22 leyes o fragmentos de época imperial. De España se
conservan cuatro grandes leyes: de Osuna, de Salpensa, de Málaga y de Irni. Son fuente
única para el conocimiento de la organización de las ciudades provinciales.
La Iglesia aceptó el derecho romano y lo hizo suyo, de este modo el derecho romano ha estado en vigor hasta el siglo XXI en gran parte.
Urso fue una colonia fundada por César con la plebe romana. En realidad lo fue
después de su asesinato, en el 44 a.C., por Antonius. La ley contiene algunas disposiciones interesantes como la convalidación de todos los matrimonios de los licenciados
de César con mujeres indígenas, efectuados antes de la promulgación de la ley por Antonius. La suprema magistratura de la colonia eran los duunviros, que tenían la obligación en los diez primeros días de informar de las fiestas públicas que se iban a celebrar
y de sus ceremonias. Se cuidaban del protocolo de los espectáculos. No podían recibir
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recompensas de los arrendamientos públicos. Les estaba prohibido el gestionar fondos
públicos. En la colonia había una serie de cargos subalternos a los que se les asignaba
un sueldo. Durante el desempeño de su cargo estaban exentos del servicio militar.
Los decuriones eran el senado municipal, y se ocupaban de la administración de los
fondos públicos. Decretaban expropiaciones de terrenos privados. Los ediles y duunviros controlaban las obras públicas, las calles, los depósitos de agua, los canales, las
cloacas, los caminos públicos y los servicios de las aguas. Los sacerdotes estaban libres
del servicio militar. Unos encargados se ocupaban de los sacrificios y de las ceremonias
de los templos y de las colectas.
Los terrenos públicos no podían ser vendidos por los magistrados de la ciudad. Se
legisló también sobre aspectos jurídicos del urbanismo, sobre el nombramiento de los
patronos y de los huéspedes. La ley electoral sobre los magistrados es la misma que se
sigue en la actualidad en España, así como otros muchos aspectos concretos en la administración de las ciudades.
La Ley de Salpensa se fecha entre los años 82 y 84. Regula las situaciones jurídicas
personales ocasionadas por la concesión del derecho latino. Se reconoce la ciudadanía a
los antiguos magistrados locales, a sus mujeres, a los hijos y a los nietos por línea masculina. Cualquier magistrado podía ejercer el derecho de veto contra las resoluciones de su
colega. Como en la Ley de Urso, se mencionan las normas de manumisión de esclavos.
La Ley de Málaga, de la misma fecha que la anterior, época Flavia, se dedica al
tema de la elecciones municipales y a problemas económicos. Antes de las elecciones se
publicaban los nombres de los candidatos, cuyo número era al menos igual al de los
cargos vacantes. Los requisitos exigidos por la ley era ser mayor de 25 años y no estar
excluido por faltas graves de formar parte del Senado municipal. El cargo de duunviro,
y posiblemente los de edil y de cuestor no podían haberse ejercido antes de cinco años.
El duunviro convocaba los comicios electorales. Se votaba por curias. El voto era secreto, por escrito y se depositaba en una urna. Un guardián efectuaba el recuento de los
votos. Los candidatos podían nombrar representantes personales para controlar la votación. El presidente de los comicios proclamaba los candidatos que habían obtenido mayor número de votos. Los magistrados elegidos, antes de la proclamación, prestaban
juramento. Los duunviros y cuestores por ser administradores de los fondos públicos,
prestaban una garantía, que se exigía antes de la votación a todos los candidatos. Se podían hipotecar fincas también. Los duunviros efectuaban los contratos de arrendamiento
de bienes públicos y se les exigían garantías personales. Los contratos de obra públicos
se anunciaban por ley. Los duunviros podían imponer multas. Los miembros de la curia
rendían cuentas de los fondos públicos. La demolición de edificios públicos estaba legislada por ley. La mayoría de estos aspectos han pasado a la legislación de los ayuntamientos de España.
La Ley Irnitana apareció en Saucejo (Sevilla). Legisla sobre el derecho y potestad de
los ediles, sobre el procedimiento de establecer las tarifas para los suministros, sobre los
templos, las calles, los barrios, las cloacas, los baños, los mercados, las pesas y medidas.
Se parece mucho a las leyes coloniales y municipales flavias en estos puntos. Igualmente
legisla sobre el papel de los cuestores en la administración, sobre los pagos, sobre los cobros de los fondos comunes. Varía en todo lo referente a las colonias romanas. La ley municipal flavia trata, en concreto, el procedimiento de adquirir la ciudadanía romana mediante el desempeño de los cargos. La Ley Irnitana se fecha en época Flavia también y
arranca de las leyes de las colonias latinas itálicas, aplicada en Gallia por Cn. Pompeius o
por César. Esta legislación había caído en desuso al convertirse todos en ciudadanos romanos. Se ha pensado que el modelo proceda de tiempos de César o de Augusto.
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La Tabula Siarensis es otro documento digno de recordar. Apareció en Siarum
(Utrera, Sevilla). Se fecha en el año 19. Recoge los honores concedidos por el Senado a
Germánico difunto.. El segundo documento es el senado consulto de Pisón, recoge las
sesiones del Senado referentes a la acusaciones a Pisón y a sus seguidores por el asesinato de Germánico. Roma mandaba exponer este documento en público en las colonias.
Señala aspectos importantes de la política seguida por Roma con sus colonias.
Fundaciones y legados
Las fundaciones estuvieron muy especificadas en el derecho romano. Eran muy parecidas a las de los siglos posteriores y a las modernas. España puede aportar algunos
ejemplos muy significativos. Muy frecuentes son los legados de reparto de dinero, dejados por el difunto, para levantar la estatua que encargó. Otras veces el legado se refiere
a una obra pública, como la traída de aguas (Ibiza).
Derecho y gremios profesionales
Las corporaciones o colegios de personas dedicadas a un mismo trabajo de utilidad
pública, están documentados en España. Desempeñaron un papel económico y social
grande en la Edad Media y han llegado hasta hoy con transformaciones. Se conocen por
las inscripciones varios colegios de artesanos en Barcelona y Tarragona; de fabricantes
de lonas en Hispalis, de tiempos de Antoninus Pius (138-161); un gremio de pescadores
y de vendedores ambulantes había en Cartagena; un gremio de banqueros, en época de
Marcus Aurelius (161-180) y de Antoninus Pius, se mencionan en inscripciones de Hispalis, que dedican las inscripciones a sus patronos. El Senado autorizaba la creación de
estos gremios. Estas corporaciones, a veces, partían de la iniciativa privada. Es muy
significativa la inscripción de Sasamón (Burgos) del año 239. El colegio está formado
por quince hombres y seis mujeres. Los cinco primeros son libertos públicos. Se indican
a veces las profesiones, cardador, sastre, batanero y fabricante de clavos. Se mencionan
probablemente cuatro esclavos. Se trata, seguramente, de una industria familiar. Se citan
cinco patronos, parientes entre sí. El gremio se componía de libertos y esclavos de la familia, con las esposas de los primeros. Aquí no se trata de un gremio de utilidad pública.
Derecho visigodo
Los visigodos se asentaron en España como federados del reino de Tolosa, al sur de
la Gallia. En el código atribuido a Eurico (466-485) se recoge el derecho romano, principalmente de Teodosio II (408-450), con algunos preceptos de tradición jurídica gótica.
En el año 506 se aprobó el Breviario de Alarico II, de tradición del derecho romano. El
derecho romano continuó en la práctica de los juicios. Desaparecido el reino visigodo,
este derecho pasó al reino Astur-Leones. Alfonso X (1221-1284), en 1275-1278 publicó
el Código de las 7 partidas, código de tendencia unificadora, basado en el derecho romano y en el Código de Justiniano (527-565), con influencias marcadas de Agustín, de
Séneca y de Isidorus.
La Iglesia en España
La primera noticia de la existencia del cristianismo en España data de la persecución de Decio (249-251). Durante la persecución de Valeriano (253-258) murió mártir
el obispo de Tarragona, Fructuoso. La importación de sarcófagos paleocristianos a finales del s. III de Gerona y Tarragona indica que existían comunidades cristianas en
estas ciudades.
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Durante la persecución de Diocleciano (287-305), murió un grupo de mártires, pocos, los más numerosos fueron los 18 de Zaragoza. Valencia tuvo un mártir, Vicente,
Complutum (Alcalá de Henares, Madrid), dos, Augusta Emérita, Eulalia. En amplias
zonas de España no se conoce ningún mártir.
Las actas de Saturnino, del s. VII, redactadas en la Gallia, describen la España del
s. IV como pagana. En las villas han aparecido algunos testimonios de cristianismo,
pero pocos. A comienzos del s. IV se celebró un sínodo en Illiberri (Granada), presidido
por el obispo de Córdoba, Osius, que fue la mano derecha de Constantino (274-337) en
asuntos eclesiásticos. La mayoría de las comunidades representadas son del valle del
Betis. El rigorismo en este sínodo fue muy fuerte. Los cristianos mantenían buenas relaciones con la comunidad judía, que era importante.
Los cristianos parecen pertenecer a la clase rica. Son terratenientes. Por vez primera se fuerza a hacerse cristianos a los siervos. Se obliga al celibato a los obispos y a
los clérigos, disposición que no se cumplió. Se prohibieron las imágenes. Los magistrados cristianos, durante el año que ejercían su cargo no podían entrar en la iglesia. También se impedía a los cristianos hacer sacrificios a los dioses y ejercer las profesiones de
aurigas y cómicos, a los libertos recibir las ordenes, mientras vivían los patronos, y los
juegos de dados. Las casadas no podían recibir ni escribir cartas, sino en nombre de los
maridos. Al parecer, debía haber banderías dentro de la Iglesia, pues se legisla sobre
denuncias y panfletos. Este sínodo no tuvo impacto en los siglos posteriores.
En el siglo IV se dio en la Iglesia hispana un movimiento de carácter ascético, que
repercutió mucho en los siglos posteriores en el noroeste hispano, fundado por Prisciliano. Era un movimiento de clases altas y cultas, en el que participaban mujeres, que
chocó con el obispo de Augusta Emérita. Prisciliano acudió al poder civil, que lo condenó por magia, siendo la primera vez que una causa eclesiástica la condena y ejecutaba
el poder civil, el emperador Máximo, en Tréveris, en el año 385.
La Iglesia española tuvo algunas figuras importantes que dejaron influencia posterior: el obispo de Roma Dámaso (366-384), Prudencio (348-405), el mejor poeta cristiano de toda la cristiandad, de su tiempo y en época visigoda, Isidoro de Sevilla (560636), cuya obra recogió el saber de la Antigüedad e influyó en los siglos posteriores.
El emperador hispano Teodosio (379-395) dividió el Imperio en dos partes y proclamó al cristianismo religión única del Imperio.
© José María Blázquez Martínez
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
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