Tres elementos básicos de la intervención del patrimonio en tierra

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Construcción con Tierra
Tecnología y arquitectura
Congresos de Arquitectura de Tierra en Cuenca de Campos
2010/2011.
Coordinadores: Félix Jové Sandoval, José Luis Sáinz Guerra.
ISBN: 978-84-694-8107-3
D.L.: VA673-2011
Impreso en España
Septiembre de 2011
Publicación online.
Para citar este artículo:
HIDOBRO, Mario. “Tres elementos básicos de la intervención del patrimonio en tierra”. En: Construcción
con tierra. Tecnología y Arquitectura. Congresos de arquitectura de tierra en Cuenca de Campos
2010/2011. [online]. Valladolid: Cátedra Juan de Villanueva. Universidad de Valladolid. 2011. P. 69-76.
Disponible en internet:
http://www5.uva.es/grupotierra/publicaciones/digital/libro2011/2011_9788469481073_p069076_hidobro.pdf
URL de la publicación: http://www5.uva.es/grupotierra/publicaciones.html
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TRES ELEMENTOS BÁSICOS DE LA INTERVENCIÓN
DEL PATRIMONIO EN TIERRA
VII Congreso de Tierra en Cuenca de Campos, Valladolid, 2010
Mario Hidrobo*, Arquitecto
PALABRAS CLAVE: rehabilitación, tierra, patrimonio
Durante más de diez años experimenté la
oportunidad de intervenir patrimonios edificados en el Centro histórico de Quito-Ecuador,
uno de los Centros Históricos más grandes, mejor conservados y patrimonio de la
UNESCO. Inicialmente, creí que el mayor
legado que esta experiencia me transmitiría
sería técnico y constructivo, pero ahora, algún tiempo después, habiendo permitido que
la reflexión junto con procesos propios del
ejercicio de la arquitectura, me permitan comprender que la cercanía a una arquitectura tan
artesanal, orgánica y perceptiva genera en su
dinámica el desarrollo de particularidades en
la percepción de la arquitectura. Estas experiencias a las que hago referencia han estado
enriquecidas de dos componentes fundamentales que creo ameritan ser mencionados en
este escrito.
El primer componente consiste en que durante este tiempo ocupé roles que iban desde el
levantamiento de inmuebles inventariados, la
preparación de estudios para la intervención
de patrimonios, la redacción misma de proyectos y fundamentalmente la dirección facultativa y de construcción de los mismos.
Por otro lado, el segundo componente consiste en que la totalidad de estos ejercicios,
se desarrollaron tanto de manera autónoma
como siendo miembro de equipos de des-
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pachos de arquitectura y construcción que
mantenían como disciplina intrínseca al despacho el ejercicio de la discusión, el análisis
y la síntesis teórica de todos los encargos.
Este ejercicio determinaba que cada decisión
adoptada contenía argumentos teóricos de
contundencia dentro de la elaboración de la
memoria de los proyectos, de tal suerte que
aquí solamente me remito a transmitir la proyección que dichas discusiones me han generado de manera personal.
Si tuviera que definir los ámbitos más ricos
dentro de los mencionados ejercicios, todos
relacionados con arquitectura en tierra, escogería los siguientes:
La artesanalidad
El inmueble más antiguo en el que tuve oportunidad de participar databa de 15651 y el más
joven de 19542, esto solicita un acercamiento
y comprensión de unos momentos tecnológicos diferentes y propios de cada edificación.
Figura 1. obrero en operación de perforadora manual en uso horizontal.
Si a esto incrementamos el hecho de estar en
una ciudad que entre los mencionados cuatro siglos ha sufrido al menos dos terremotos
por siglo y sus respectivas reconstrucciones,
debemos imaginar que la gestión edificatoria es muy grande y que se corresponden a
épocas constructivas en las cuales la mano
de obra constituía la partida más importante
dentro de la empresa del ejercicio constructivo. Importante mencionar también que la
coyuntura social hasta antes de la República
(1822) era de una condición casi esclavista,
lo que permitía una separación de oficios
muy marcada en la que la mano de obra era
abundante y de bajo coste. De tal suerte que
a día de hoy podríamos calificar de medios
precarios, pero esa precariedad (tecnológica) implicaba una compensación intelectual
importante, tanto en cuanto no solamente se
tenía que resolver problemas constructivos
sino inventar formas de ejecución que siempre estaban saldadas por la intensa mano de
obra y la capacidad creativa artesanal, esto
sin duda, daría un valor agregado al objeto
arquitectónico.
Las tareas propias de todos estos oficios que
nacieron con este proceso constructivo generaron que al momento de la intervención
contemporánea, para proceder con respeto
al patrimonio y lograr una verdadera puesta
en valor, se debía proceder de manera cauta,
estudiosa y con gran apoyo del equipo artesanal de obra.
Para constatación de lo enunciado, presento
tres ejemplos que ilustran la puesta en práctica:
Micropilotajes manuales
Las características propias de los muros de
adobe, su estado altamente deleznable y el
partido de reforzamiento estructural, ameritaba que los muros fueran perforados para
introducir en su interior varilla estructural e
inyectar morteros de amarre.
Demás está mencionar que existen métodos
mecánicos suficientemente solventes para
este oficio pero tuvieron que ser desechados
por el alto coste (frente a la factibilidad económica del proyecto) y la excesiva vibración
mecánica que podrían producir a toda la edificación. Para este oficio se procedió a elaborar
perforadoras manuales con la que se procedía con las características adecuadas a los
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muros. En muchos de los casos los elementos
constituían anclajes de paredes que permitían
verdaderos remates o cabezas de muros que
dotaban de mejores propiedades a la flexión a
los muros y su consolidación solidaria con sus
perpendiculares.
En otros casos estos trabajaban además
como jácenas de amarre perimetral y cimiento
de la cubierta.
Cosidos de carrizos para falsos techos
En la época colonial, los falsos techos eran escasos3. Cuando existían, estos consistían en
tejidos de carrizo4 al que de manera rudimentaria se le cargaba de un mortero de barro.
Este elemento era muy susceptible de desprendimientos al estar en contra de la gravedad y especialmente estando atacado por humedades de cubierta. En ciertos momentos
históricos se uso el tejido de carrizo visto, el
cual se elaboraba con un amarre de cuerda
de fibras vegetales. Luego de que dentro del
partido teórico se determinó que el cielo raso
se recuperaría de esta manera, se procedió a
elaborar pruebas del cosido basados en pocos originales que se pudo rescatar imitando
inclusive sus nudos de amarre.
que este enseñe a otros y así sucesivamente
hasta completar un equipo cuantitativamente suficiente para el objetivo. Paralelamente
al trabajo artesanal, se desempeñó toda una
estrategia técnica mediante la cual se le dotó
de características propias para combatir los
ataques de xilófagos y propiedades ignífugas,
para que el trabajo quede adecuado a las circunstancias contemporáneas.
Importante insistir en que este trabajo está
totalmente solventado de manera industrializada, en condiciones muy similares. Sin embargo, el propósito mismo de este artículo es
cimentar la teoría que el desarrollo y rescate
de estos oficios genera un valor agregado a la
recuperación del patrimonio.
Carpintería manual
El análisis de la carpintería encontrada, tanto
de cubierta como de galería tenía un elemento
común y es que su factura, su acabado, era
totalmente rudimentario, manual, en el que sin
mayor conocimiento se podía concluir su prolongada edad en vista de la rusticidad de sus
superficies.
El resultado, como en la mayoría de proceso
de investigación y rescate tradicional, fue lograr que un artesano domine la técnica para
Dentro de los valores a recuperar, se consideraba la irregularidad de las superficies y sus
características como elemento importantísimo
dentro de la definición de la tipología y la época
para la cual estábamos recuperando, por este
argumento, era de vital importancia el recuperar el oficio de carpintero con la precaria tecnificación con la que se debió haber trabajado en
aquella época.
Figura 2. Falso techo de carrizo terminado.
Para esto, de manera similar al caso anterior
se desarrolló la técnica y se reprodujo prácticamente a manera de “escuela taller”, para poder hacer frente a la magnitud del trabajo. Sin
embargo de lo argumentado anteriormente, es
importante mencionar que la madera escogida
para tales elementos fue el Moral5, madera
que en los análisis físicos superó pruebas a
más de 800 kg/cm² a la compresión, razón por
la cual fue imposible usar equipos mecánicos
de características industriales.
Morfología arquitectónica
La construcción en tierra me enseñó una nueva comprensión de la arquitectura en cuanto a
sus partes. Haciendo una metáfora humana,
aprendía a encontrar en cada edificio una piel,
un musculo y un hueso.
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CONSTRUCCIÓN CON TIERRA.
Estas eran revisadas en cuanto a su verticalidad (aplomo) y su paralelismo longitudinal
cada determinado número de hiladas (entre
3 y 5), de tal modo que era permisible un
margen de error que permitía una irregularidad adecuada. Para revestirlas, como piel de
acabado se empleó una solución compuesta
por la misma tierra (en una criba de 1mm),
cemento, cal, resina sintética y agua. Con
esta fórmula se lograba un grano similar al del
encalado tradicional, en color tierra. La aplicación era repetida variando la dosificación en
aumento a la impermeabilización conforme se
aumentaban las capas. Logrando de esta manera que las primeras capas eran de mayor
adherencia al adobe y las últimas eran más
impermeables.
b) Recuperación de pintura mural.
Figura 3. Texturas en exteriores.
Aparentemente eso tiene una figuración sencilla pero al momento en que aceptamos una
posibilidad de intervención patrimonial con la
tecnología contemporánea, podremos comprender que la multiplicidad de posibilidad se
eleva tanto que es preciso organizarla.
Los lienzos de paredes que contenían pintura mural6, constituían una piel adicional, casi
una vestimenta, dentro de esta metáfora
anatómica. Para su conservación fue necesario protegerles de manera física mientras
duraba el proceso de recuperación. Esto se
realizó mediante consolidación de la encaladura que las soportaba y velado de papel
de arroz para protegerlas del deterioro ambiental, en los casos en los que la encaladura de soporte no permitía estabilizarlos,
estos fueron retirados mediante el método
de staccos7. El proceso mismo de su recuperación, consistía en dejarlos libres totalmente de capas superiores de encaladuras.
Limpieza mecánica, química, estabilización
con sus soportes (generalmente la recuperación de las encaladuras implicaba inyec-
Pieles
a) Texturas exteriores o visibles y acabados
de tierra.
Figura 4. Pintura mural terminada.
Las tabiquerías de adobe tienen una singularidad fundamental: la imperfección de sus caras;
ésta, evidentemente es producto de la falta de
definición de cada elemento (adobe). Si lo pensamos desde la perspectiva actual, sería una
complicación para levantar una mampostería
aplomada y paralela, sin embargo, si consideramos como una característica digna de ser conservada, concluiremos que la piel que le recubrirá deberá conservar sus imperfecciones.
Para esto fue necesario desarrollar una metodología de levantamiento de paredes.
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MARIO HIDROBO
TECNOLOGÍA Y ARQUITECTURA
Figura 5. Muro celular.
Figura 6. Tabique de adobe armado.
ciones de consolidante) y restauración de la
propia pintura. Finalmente el proceso más
delicado en cuanto a su concepto de recuperación estaba determinado por la manera
como estos lienzos se integraban al resto
del acabado del muro, el criterio utilizado
fue permitir que los lienzos recuperados se
integrasen de manera orgánica y sin marcas
que los limitasen, de tal modo que se intentaba que no hubiera bordes que separen lo
uno de lo otro. De esta manera se lograba
que la pintura en sí misma constituyera un
piel adicional sobre el muro.
b) Tabiques Armados
Músculos
a) Muros celulares.
La arquitectura tradicional Andina es una tipología en la cual sus muros trabajan como
elementos a compresión, de tal suerte que
para soportar mayores cargas, estos tenían
que aumentar su espesor. En los procesos de
rehabilitación muchas de las veces se incorporaba sistemas de reforzamiento estructural
que permitían disminuir la demanda de espesor de los muros, sin embargo, de hacerlo
habría cambiado la percepción misma de la
arquitectura. Para este caso se dispuso de
muros celulares, es decir muros que aparentaban el espesor original pero que en su
interior solamente están constituidos por las
caras vistas, y amarres (trabas) perpendiculares que las estructuran. El resultado es fundamentalmente más ligero sin perder la apariencia original.
Con adobes de una resistencia de 32 kg/cm² a
la compresión8 solo quedaba sacar el máximo
partido creando mampostería armada, mediante la utilización de acero de refuerzo en
varilla corrugada tanto horizontal como vertical para lograr muros antisísmicos. Esta tipología, por razones estructurales y proyectuales fue aplicada en un segmento del proyecto
en el que se hizo reconstrucción.
Huesos
Dentro de esta metáfora, correspondería
hablar de la estructura; pero como se ha
mencionado, tratamos de casas en las que
el partido estructural consistía en los muros
portantes. Mencionar que adicionalmente a
ellos, las cubiertas (como elemento estructural solidario al sistema de la casa) en la mayoría de los casos tenían un estado de deterioro
que implicaba su reemplazo total. Y por otro
lado las cimentaciones, muchas de las cuales
eran incipientes e inclusive inexistentes.
a) Estructuras de cubierta
La estructura de cubierta conformaba un elemento de primordial importancia. Luego de
recuperar los muros, estos remataban en un
anillo perimetral que servía de arriostramiento
horizontal (banda de nivelación) y a la vez de
cimiento de la cubierta. Una banda completa
que recorría el perímetro de la casa en hormigón micropilotado hacia los muros de adobe
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CONSTRUCCIÓN CON TIERRA.
para transmitir su carga y atar el sistema de
paredes entre sí, bajo estas características se
prefirió un elemento de cubierta con buenas
características a la flexión (generalmente madera o metal).
de otro momento, sino que además plasma
una forma contemporánea de intervenir en el
patrimonio edificado.
Una suerte de entramado que generalmente
estaba empotrado y articulado en sus apoyos, para permitir óptimas respuestas tanto al
sismo como a las deformaciones propias del
material y solventar así, parcialmente la diferencia de rigidez de los demás elementos.
Este tipo de cubierta generalmente se daba
con dos características fundamentales, la
primera en cubierta de un solo agua (caída
unilateral) y con adosamiento a la parcela
vecina.
Cumbrero Medianera
Evidentemente el elemento era terminado con
características adecuadas a los requerimientos
de la tipología, ningún elemento metálico quedaba visto (solo cuando era madera) y hacia el
exterior la teja artesanal propia de este centro
histórico era imprescindible.
En este caso logramos desarrollar dos tipologías: una primera con una sola inserción de
luz, que a la vez permitía una visual directa
con el exterior y una segunda opción: mediante paredes falsas logramos bajar más de dos
niveles con la luz natural, aunque solo con
una posibilidad de mirar el cielo.
Sensibilidad y percepción
Claraboyas
La arquitectura como luz. La tipología tradicional de la arquitectura colonial americana es
muy conocida: el patio central rodeado de habitaciones intercomunicadas entre sí. Pequeños vanos que van conformando las puertas
y ventanas a una galería cubierta que mira al
patio. ¿Y si por un momento pensaríamos en
romper este formato respetado cuatro siglos?
La claraboya no es un elemento propio de
esta arquitectura, aunque se haya encontrado
presencia de ellas en algún caso, éstos son
de construcción reciente.
Invitar al cielo a entrar directamente a las habitaciones, cortar los techos, cribar la luz a través de los vanos, las galerías y los patios. La
arquitectura podría definirse en función de la
época por los niveles de iluminación natural.
Por tanto uno de los principales referentes de
la puesta en valor de la intervención en patrimonios edificados podría ser la destreza en
introducir la luz al interior de los edificios.
Cumbrero central
Realizado en la crujía de tipo general, una
nave cubierta por un techado de dos aguas,
una estructura de cubierta generalmente de
par y rey o par, can y rey. Probablemente la
entrada de luz más delicada, ya que su percepción es nítida. La casa se abre en su techo
y mira al exterior. El cielo junto con la luz penetra exhibiendo (generalmente) la estructura
de cubierta. En los casos en los que practicamos esta solución, fue muy discutida puesto
que éramos conscientes de que es una de las
que de manera más radical cambia la percepción de la arquitectura y por tanto, trastoca no
solamente la morfología de una arquitectura
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MARIO HIDROBO
Figura 7. Iluminación cenital por cumbrero central.
TECNOLOGÍA Y ARQUITECTURA
Figura 8. Iluminación cenital de claraboya.
Como se ha desarrollado antes, la claraboya
constituye ya no un elemento de “cielo” longitudinal sino más bien puntual.
Y por sí mismo no es la mera posibilidad pragmática de iluminar el interior. Es permitir la posibilidad de mirar el exterior y mediante esto,
sugerir una ruptura, una apertura de la arquitectura hacia su entorno, permitiendo además
una posibilidad de cribar la luz de distintas intensidades, según pasa el día, a su interior.
En este efecto es más bien un pequeño patio,
antes que un elemento de iluminación.
Conclusión
El construir en adobe, es fundamentalmente un retomar las tradiciones más básicas del
hombre sobre la tierra. Ese hombre primigenio
que pescaba su alimento y cultivaba el campo y
asentaba sus poblados cerca de las vertientes
de agua, CONSTRUÍA SUS CASAS CON TIERRA. Últimamente siento que preocupa más
lograr desarrollos tecnológicos, que la posibilidad de desarrollar una verdadera percepción de
la arquitectura en tierra y entenderla. Cuando
vuelvo sobre las experiencias de la construcción
en tierra, revivo procesos perceptivos totalmente únicos. Que no los encuentro en ninguna de
las formas constructivas contemporáneas.
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NOTAS
* Mario Hidrobo, Arquitecto, 1992, Universidad Central del Ecuador. Especialista en Cooperación, 2002,
Universidad Politécnica de Madrid. Miembro del equipos de rehabilitaciones: Hospital san Juan de Dios,
1998; Casa Caldas 494, 1999, Casa el portón 2005,
Casa del Alabado, 2005, entre otros. Quito-Ecuador.
www.mariohidrobo.com <mariohidrobo@gmail.com>
1. Antiguo Hospital de la Misericordia, 1565, hoy
Museo de la Ciudad de Quito, rehabilitado por el
equipo del despacho de Luis López López entre
1996 y 1998.
que sirven como forraje y flores en panojas anchas. (Cañizo).
5. Chlorophora tinctoria o Maclura tinctorea, de
la familia de las Moraceae. Fuente: De la Torre,
L., Navarrete, H., Muriel, P., Macía, M.J., y Balslev, H. (eds.). 2008. Enciclopedia de las Plantas
Útiles del Ecuador. Herbario QCA de la Escuela
de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad
Católica del Ecuador, y Herbario AAU del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de
Aarhus, Dinamarca. página 452.
2. Casa Borja Cevallos, del arquitecto Alfonso Calderón Moreno, 1954, hoy casa Benalcazar 10-58
rehabilitado por el despacho de Luis López López
entre 2005 y 2008.
6. Generalmente pinturas de temple a la proteína.
3. Los Falsos techos aparecen como elemento
arquitectónico más bien con la llegada del Republicano (nombre que adopta de manera local la
influencia del Neoclásico).
8. La formula para la realización de estos adobes
incluía tierra, cemento, arena, cal y agua, en proporciones debidas para lograr un amasado estable,
adicionalmente se utilizó fibra de nylon para reemplazar las fibras vegetales que antiguamente se lograban con la paja o boñiga.
4. Carrizo: Planta gramínea que crece cerca del
agua, con la raíz larga y rastrera, hojas planas
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7. Staccos. Método de rescate de pintura mural mediante el retiro de la pintura con su base de soporte.
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