361201. . Tercera Sala. Quinta Época. Semanario Judicial de la Federación. Tomo XL, Pág. 446. ARRENDAMIENTO. Por virtud de este contrato, el propietario transfiere al inquilino el uso de la finca arrendada, mediante la renta, que constituye el fruto civil; cuando el inquilino deja de cumplir alguna de las obligaciones que pueden motivar el desahucio, el propietario puede pedir y alcanzar el lanzamiento para recuperar el uso de la cosa arrendada; mas puede suceder que el arrendatario no ocupe ya el inmueble, porque lo haya subarrendado, haciendo uso de la facultad concedida en el contrato, y entonces el propietario está en la incapacidad de recuperar, materialmente, el uso del inmueble, porque este uso no lo conserva el inquilino, a menos de que pretendiera arrancárselo al subarrendatario, que lo tiene en virtud de un contrato cuya falta de cumplimiento no se ha declarado ni sido motivo de controversia judicial; pero en cambio si puede, sin atacar los derechos de este subarrendatario, recuperar el uso de la cosa arrendada en las mismas condiciones en que lo tenía el inquilino, o sea convertido en el fruto civil o renta que pague el subarrendatario, y entonces el desahucio contra el arrendatario, sólo podrá traducirse en la notificación al subinquilino, para que en lo sucesivo continúe pagando las rentas al arrendador y no al arrendatario, tal teoría está de acuerdo con las disposiciones de la ley civil que establece tres casos: 1o. Que si el subarrendamiento se hace sin consentimiento del arrendador, el arrendatario y el subarrendatario responden, solidariamente, al propietario de los daños y perjuicios, puesto que el subarrendatario no puede invocar ningunos derechos independientemente del arrendatario, y por tanto, es legítimo el desahucio en su contra, cuando se decreta contra el arrendatario; 2o. Que si el arrendador aprueba expresamente el subarrendamiento, se subroga en todos los derechos y obligaciones del arrendatario, salvo pacto en contrario, no pudiendo entonces ejercitar acción alguna contra el inquilino, sino sólo contra el subarrendatario, y el 3o. cuando el subarrendamiento tiene por origen la autorización general concedida en el contrato, al arrendatario para subarrendar, caso en el cual el arrendatario es siempre responsable para con el arrendador, aun cuando éste no pueda desconocer las consecuencias de la autorización de subarrendar que dio al arrendatario ni por tanto, las situaciones jurídicas nacidas por virtud de esa autorización, no pudiendo lanzar, por lo mismo, al subarrendatario, cuando el arrendatario no le haya pagado las rentas, en este último caso, el derecho del arrendador queda limitado por la autorización de subarrendar, concedida por él, y la falta de pago de rentas por parte del inquilino, le dará derecho para pedir la rescisión del contrato, y aun para proponer un lanzamiento, limitando los alcances de éste a aquellos efectos que sean congruentes con la situación jurídica creada por los contratos de subarrendamiento; en otras palabras, su pretensión y su derecho sólo podrán llegar hasta privar su inquilino del uso de la cosa arrendada, uso que se convierte, por causa del subarriendo, en el derecho de percibir las rentas del subarrendatario, pudiendo repetir contra su inquilino, si resiente daños y perjuicios, porque las rentas que se hayan pactado con el subarrendatario, sea menor o por la falta de cumplimiento del contrato por parte del subinquilino; pero lo que no puede hacer, es lanzar al subarrendatario por virtud de juicio de desocupación seguido contra el arrendatario. Amparo civil en revisión 10394/32. Wenzel Guillermo. 16 de enero de 1934. Mayoría de cuatro votos. Disidente: Ricardo Couto. La publicación no menciona el nombre del ponente. -1-