Dime que te cuento y te diré que aprendes Salmo 137 “Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos” Padre Marcelo Rivas Sánchez www.diosbendice.org Jesucristo nos pregunta: ¿Quién soy yo? Ante la novedad de una persona que aparece y es diferente todos comienzan a hacerse la misma pregunta. ¿Quién es? ¿De dónde viene? En el caso de Jesús la gente se pregunta sobre quién es y se dan muchas respuestas. Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado” (Mateo 16,13) Es una pregunta que necesita una respuesta pues Jesús inquieta y cuestiona. Aquella respuesta se puede quedar en algo simple, como decimos cuando todo se oscurece. ¡Se fue la luz! Pero nadie enciende una vela o un fósforo. O la respuesta que damos frente a una desgracia ¡Pobrecitos! Y seguimos con los brazos cruzados. En Jesús no se necesitaban esas clases de respuestas, sino una que diera y llevara a los presentes a una conversión delante del mensaje del reino de Dios. Recordemos que el mismo Herodes le quiso conocer y no pudo. Por eso, hoy y no mañana, se nos pregunta de forma muy directa: Ustedes, ¿quién dicen que soy yo? No podemos responderla de memoria o de una manera rápida y aprendida, se requiere una respuesta que venga desde el corazón y para que sea real se hace necesario que nos purifiquemos. Quitando todo prejuicio y dando pie a una vivencia comunitaria. De ahí que Pedro tomara la palabra para responder: “Tú eres el Mesías de Dios” para que de inmediato Jesús le ordenará terminantemente que no lo digan a nadie” (Mt 16,22-23) “A Dios nadie lo ha visto jamás: El Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer” (Juan 1. 18). “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (Jn 14. 6) En la actualidad nuestro mundo se encuentra bombardeado por muchas encuestas y nos salen al paso los medios de comunicación cuya información es casi al instante. La pregunta y la respuesta siempre han sido y continúan siendo realidades vivas e importantes. Hay preguntas profundas y vitales. Y respuestas que también pueden serlo. Por eso la pregunta de hoy es muy importante pues tiene la intención de preparar una pregunta personal y directa a los discípulos. Ellos tienen que definirse, pues de forma directa les dice Jesús: “¿Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Pero también, hoy, la misma pregunta nos la dirige Jesús muchas veces: ¿Quién soy yo? ¿Qué importancia tiene en nuestras vidas? Nuestra respuesta también tiene que ser rápida, sincera y osada: Tú eres la esperanza máxima, tú eres el Hijo de Dios encarnado para salvarnos. Hemos de dar nuestra respuesta comprometida a Cristo Salvador, el Buen Pastor que da la vida por las ovejas, al Amigo que da la vida por sus amigos. Observemos que la respuesta de Pedro va en sintonía con su fe, por eso Jesús le felicita y le hace saber que es producto del don de Dios “Eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo” Para que de inmediato Jesús reconozca a Pedro y lo haga servidor en primer orden. “Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” Sobre ese hombre pescador, creyente y humilde se construirá el edificio de la comunidad cristiana. Sobre su fe firme se podrá levantar la casa de Dios. Lo coloca al frente para que sirva sosteniendo las llaves con un poder sagrado. Es poder y sagrado porque tendrá que santificar a sus hermanos. Entonces, Pedro en una comunidad, dará fuerza a la comunión y dará firmeza a la Iglesia. Todo eso prosigue en la sucesión apostólica. Mirando a Pedro aprendemos a ser conscientes de que somos Iglesia apostólica. Venimos de Dios y hacia Dios vamos. De ahí que tengamos que recordar la importancia de nuestra fe y de nuestra vida en la Iglesia. Una oportunidad para agradecer los dones que el Señor nos otorga en abundancia. Reconozcamos que su misericordia es eterna. Oremos por el Papa Benedicto XVI para que cumpla el papel que el Señor le ha confiado. Aunque tengamos curiosidad por la opinión acerca de Jesús, tendremos que responder esta pregunta desde lo interno de nuestras vidas. Ahí están bellísimas palabras que ha pronunciado Cristo a favor nuestro: Ve y no peques más. Ve, vende todo y sígueme. Tu fe te ha salvado. Hoy estarás conmigo en el paraíso. Tú eres Pedro… Palabras que no están dichas o sueltas por accidente. Nada de eso. Son palabras que sirven de unión en la búsqueda de Dios, enamorado de todos, para demostrarnos que su amor nunca falla. Entonces, de la respuesta que demos observaremos si la verdad está dentro o fuera de nosotros. Por lo tanto, vivir en la mentira es renunciar a la verdad del amor de Dios. Responderle a Dios en esencial. Saber de Dios lo es también, pero vivir en la verdad es maravilloso porque le veremos tal cual es y al hacerlo viviremos eternamente. mrivassnchez@gmail.com @padrerivas