RAMON LOPEZ VELARDE, UN PESIMISTA LUJURIOSO POR BEATRIZ ESPEJO on Encuadernado Idla, la periodista Guadalupe Appendini sac6 un cstudio, A la memoria de Ramn Lopcz Velarde, publicado por cl Gobicrno del Estado de Zacatecas, en Jercz, cl 15 do junio de 1988, para conmemorar cl ccntcnario del nacimiento y como parne dcl homenaje nacional quc se rindio al pocta mexicano. A mancra do prologo se incluycron dos textos aparentemente indditos hasta entoncces, quc me resultaron muy turbadores, una misiva y un pocma quc habia guardado Leopoldo L6pcz Velarde, hcrmano menor y inico sobreviviente de la familia Lopcz Berumen. La primera, escrita en San Luis Potosi, Mexico, el 13 do mayo de 1908, nos revela a un joven de veinte aflos, culto, inteligcntc, sensible, taciturno, educado conforme a los canoncs tradicionales de la clase media a la cual pertenecia, que descaba contribuir a la manutenci6n do sus seres queridos y tenfa con su padre la suficicnte confianza como para hacerle determinadas confidencias. Dice a la letra: Muy amado papa: Rcfiricndome a su grata del 11 del actual, manifestando mi contento por la bucna salud de quc me avisa disfrutan. Amplia y muy suficicnte en sabios consejos es su carta, por la cual, fucra de mi contcnto de verlo, no veo objeto para un viaje. Comprendo hasta donde trascienden sus enseiianzas sobre un irracional cultivo de la literatura; y penetrando en clla, be promcto scguirlas al pie de la letra, que con ello lograre ajustarme a los mis indiscutibles principios morales y economicos. Mi decaimiento no tienepor causa, como usted supone, afecto alguno amoroso: mi juventud ha sido estcril bajo ese concepto. Usted bien sabe que no he tenido una sola novia, y aquicn San Luis no he recibido una sola impresi6n de cse gdnero. No, pap.i, mi tristeza, no reconoce esas causas que con todo y scr pueriles, son sicmpre poderosas. Estoy triste porque mi juventud es tan solo consumidora: nada produce, y por cllo sufro, no por egoismo, sino porque de esa manera estoy priv ado de satisfaccr mis ingentes descos de que usted no trabaje ya, sino que sea 1072 BEATRIZ ESPEJO yo quien atienda las solicitudes del amor y los recursos del dincro a la vejcz de mis padres y a la formacion de mis hermanos. \ Esa serfa la ventura mayor de mi vida! Sufro tambien al mirar lo poco que la totalidad de mis queridos hermanos ha camninado en la senda de la vida; y de aqui resulta que los cuidados de educaci6n molestan a usted y consumen, afligi6ndola, a mi mama. A estas razones bien fundadas, segin creo, juntanse lasde mi cardcterrarisimo que, por ejemplo, me hace prever una mayor pr6xima desaparici6n de alguien de mi familia; temor que ya en otra ocasi6n le he manifestado. iDios quicra que no sc realice! Ya usted ve, papa, que a las imprescindibles contrariedades de la existencia, agrego las de mi caracter pesimista, olvidindome de la maxima antigua: suficil cuique dici sua malitia. Y es por todo esto que casi no he disfrutado de los goces de mi edad. El bien parccr, los amigos, la inclinaci6n a vestir con el lujillo modesto; el optimismo, en una palabra, no es para mi. Secr, acaso, que en mf, se realiza lo asentado por un escritor frances: Que los jovenes del siglo actual Ilegamos a viejos sin haber sido nunca jovenes. Vea, papa, que no soy reservado con V. Mi papa y mi mama reciban el afecto profundo de su hijo que lamenta la ausencia, B.S.S.M. y desde lejos recibe la bendici6n. El tono de carinfoso rcspcto concicrta con las formulas dc amor filial vigentcs en la 6poca y coincide con la primcra cpistola que se conserva de L6pcz Velarde, escrita a los ocho aflos y enviada a sus padres el 22 de febrero de 1896 durante un viaje quc hizo a la Ciudad de Mexico'; pcro una lectura meditada nos llevaria a considcrar puntos interesantes. Sin duda, como otros padres de cscritores famosos (pienso, por ejcmplo, en cl de Julio Torri que llego a tener con su hijo serios conflictos); cl de Lopez Velarde pensaba que dedicarse profesionalmentc a la literatura era una extravagancia poco productiva y un ricsgo futuro. Ramo6n prometia cscuchar sus conscjos al pie de la letra, aunque a las claras se vc que tomo mcjor en cucnta cl refrain que reza: a palabras necias ofdos sordos. De vez en cuando se ocupaba de asuntos legales ficiles de resolver, cosa comprobable en unas cltras posteriores dirigidas a Jose Villalobos Franco (13 de febrcro de 1909) dando razon de que no lograba cobrar una deuda; pero su verdadera vocaci6n producia ya los primeros frutos. De esa 6poca se conocen varios poemas: "A un imposible", "Ilucrfano quedara mi corazon", "Color de cuento", "Elogio a Fucnsanta", "El piano de Genoveva", que dejo dispersos y a sus biografos y cstudiosos ' Luis Noyola Vazquez, "El epistolario de Ram6n Lopez Velarde", Mexico en el Arte, num. 7, primavera de 1949. RAMON LOPEZ VELARDE ... 1073 toc6 cn sucrte antologarlos, y "Domingos de provincia", sin duda mis dc su gusto pues lo public6 en La sangre devota (1916). "Elogio a Fuensanta" habia aparecido en la revistaKalendasde Lagos y seguramente L6pez Velarde ya preparaba parte (de la copiosa producci6n que dio a conocer un aflo despu6s, cuando tambidn empez6 a colaborar en los pcri6dicos con obra en prosa. Por otra parse, habia colaborado en la fundaci6n de la revista Bohemio de Aguas Calientcs e iniciado sus relaciones con Eduardo J. Correa, amigo y editor. Aseguraba que no habia tenido una sola novia y consideraba a su juventud "esteril bajo ese concepto". Tal confidencia nos enmendaria la plana a quiencs escribimos ensayos donde hablibamos de posibles noviazgos sin mucha trascendencia con sus condiscipulas y paisanas, entre las cuales citibamos los nombres de Susana Jimn6nez y Eloisa Villalobos. En otro pirrafo se juzgaba improductivo cuando habia sido un estudiante excelentc. Salvo un macstro de literatura que no lo entendi6, todos lo consideraron dligno de notas altisimas. En cl Seminario Conciliar de Zacatecas sali6 con calificaciones extraordinarias y premio de primer orden, perfectamente bien, y fue distinguido entre los demis alumnos. Los mismos honores se repiticron en el siguiente curso, y en el Seminariode Santa Maria de Guadalupe de Aguascalientes, donde obtuvo calificaciones extraordinarias incluso en matemiticas. Como si fucra poco, estaba a punto de recibirse de abogado en la Universidad Aut6noma de San Luis Potosi y sac6 su titulo sin presentar examen profesional, en virtud de su excelente promedio, segun el articulo 82 de la Ley de Instruccidn Secundaria de 1908. Confesaba su desprcocupacidn por vestir con "lujillo modesto". Algunos testimonios confirman que era desalifiado. Y si por un lado recompens6 la falta de amigos momentinea, con los muchos que encontr6 luego, es probable que conservara cicrta inscguridad personal. En realidad tenia frente amplia y despcjada, grandes ojos de mirar un poco triste, bigote poblado y unas manos que, seg6n se ha dicho, eran su mejor adorno. Rasgos nobles como los de casi todos sus parientes, segin confirma la iconografia recogida. Los retratos ovalados de sus abulos, de su guapo tido presbitero, Inocencio, o los de sus tias maternas, Maria Dolorcs, Elena, Margarita y Josefa, que con sus sobrios vestidos de tafeta Ilenos de encarrujados y posan desganadas en el gabinete del fot6grafo, parecen completar la galeria pintada por Hermenegildo Bustos. Por supuesto, la inseguridad que demostraba en su carta puede entenderse como parte de un proceso dificil, aparejado con una adolescencia sensible; sin embargo, la luz mis inquietante que este texto reporta surge al enfocar la frase subrayada en cl original: "A cstas razones bien fundadas, seg6n crco,jintanselas (frapeados 1074 BEATRIZ ESPEJO de mi cardcter rarisimo que, por ejemplo, me hace prcver una mayor pr6xima dcsaparicion de alguien de mi familia". Se desprende, pucs, quc habia tenido prcmonicioncs y que la experiencia se habia repetido varias vcces. Su insistencia lo inquictaba, al punto dc obligarlo a buscar apoyo con su padre. Paraddjicamentc cl padre, que gozaba dc cabal salud, fue quien muri6 meses despu6s. Senfales de la pesadumbre causada por esa muerte quedaron en la clegia quc Guadalupe Appendini aprovech6 en su prologo. No se trata de un bucn poema. La biograffa se hallaba demasiado ccrcana para trasmutarse en materia valedera. Apenas se salvan algunos versos descriptivos y dolientes: Todo lo evoco, padre, tus qucjidos, tus palabras postreras, la voz triste en que habl6 tu hermano sacerdote, los cirios, companieros de velada, la madre, y los hermanos todos juntos, cl ataud que sale de la casa, cl sollozantce oficio de difuntos ... Todavia puede darse la sorpresa de encontrar esta clegia publicada en algun pcriodico; pero cl propio L6pez Velarde la considero una mera reconstruccion del drama. Conviene conoccrla para entender mcjor al pocta y para detenerse a pcnsar quc quiza conserv6 esta facultad suya quc lo hacia adelantarse alas desgracias. Sc ha comcntado su tcmpcramcnto supersticioso que incluso trasciende a sus pocmas y cs muy divulgada la anccdota de la gitana que lo oblig6 a palidcccr al vaticinarlec una mucrte por asfixia. La profccia se cumplio, bien lo sabcmos; pero poco sc ha reparado en las constantes alusiones que L6pcz Velarde dej6 en su obra sobre cl convcncimiento de quc moriria pronto. No resulta dificil descubrir varios ejemplos. El mas contundente se halla en el poema "Gavota", fechado en 1920: Mas con cl pic en el estribo imploro ripida agonia en mi final hosterfa. Las estrofas precedentes son una suplica al Dios de sus devociones para quc no dcsfigure su pobre cucrpo pasajcro. A los treinta y dos afios y sin padccer otro mal quc no fucra cl talento, comenzaba a despedirse del mundo en varias composicioncs que conformaron su libro p6stumo, El son del corazon. Reflcxionaba sobre los aciertos y crrores do su existencia en la cual no conocio a la mujcr ideal, complcmcnto de sus anhelos fisicos y espirituales, a quien soslayo siemprc. RAMON LOPEZ VELARDE ... 1075 Sc consolaba asegurando que habia vivido en el cogoyo de cada minuto. Hombre complejo, busc6 en la balanza, falso equilibrio de dos fucrzas antag6nicas incapaces de fundirse, un simbolo de sus turbaciones. Se autodefini6 diciendo: "Soy un harem y un hospital colgados juntos de un cnsucio". Los cuaros dcl hospital los ocupaba Fuensanta, la novia enferma dcl coraz6n quc significaba un refugio despu6s de fatigar los violentos goces amorosos. En inmenso mausolco que naufragaba, L6pez Velarde levant6 una capilla dedicada a la jcrezana quc negaba su abrazo y an asi olia a lino recidn lavado y portaba de mancra finica la golilla de encaje. Sc ha lamado "musa capitalina" a quien daba peso al segundo platillo. dcl sexo imaginado como ej6rcito de hormigas voraces, los poemas dcdicados a loarla tuvicron un lenguaje entre cientifico y c6smico, que suplant6 cl olor a sacristia por los conflictos de un var6n atrapado los imperativos sexuales. Y ambas mujcres fucron resumen de otras muchas quc ayudaron a conformar sus respectivos arquctipos. Sc han esclarecido datos y seguido pistas empeflo de concretar los origenes exactos do algunos textos. "Del pucblo natal", que nos serviria de cjcmplo, naci6 de los recucrdos quc grabaron en la conciencia infantil las provincianas parlcras, acostumbradas a enredarse chales negros al busto y a comentar sucesos cotidianos dcsde sus balcones. Angeles conciliadores, representaban un posible asidero que L6pcz Velarde se ofrecia a si mismo, alternativa para una vejez deshauciada y solitaria la que tambi6n pens6. Muri6 a los treina y tres aflos, cuando sc hubiera crcido quc la vida le abria caminos. Esta previsi6n result6 tan initil como prematura; sin embargo, las primeras vivencias le produjeron una emoci6n inefable y cooperaron a conformar la figura de una enlutada quc gcrmin6 los frutos apasionados que maduraron tcnaz y definitivamentc. Poco realidad que esa mujer hubiera sido Josefa de los Rios, cuyo nombre importaria sc rcvcl6 en la segunda edicidn de La sangre devota, o que la socorrieran una scric de muchachas coincidentes on su simpleza pueblerina y quc, encabezadas por clla, contribuycran al discio de una amada literaria. Todas so resumicron en la hermana quc hacia llorar como las mutaciones y variantes de una sola especic femenina. Dicen quc Josefa no descollaba. Lo mejor de su persona era su piel blanca y su mirada bondadosa. Largas trcnzas cafan sobre su espalda y nunca tuvo idea de ponerse galas quc no fucran las enaguas largas y las blusas de cuello alto. Entre sus retratos mis difundidos, uno la mucstra vestida doe sciorita junto a su amiga Susana Jim6ncz; cl otro con cl pecho envuclto on un rebozo blanco. Los dos nos representan la fisonomia de una muchacha comdn. L6pz Velarde la llam6 Fuensanta -santa fucnte de aguas milagrosas-, y tal vez tom6 cl apelativo de una el on Ernmpratriz on on el on on BEATRIZ ESPEJO 1076 picza de Echcgaray, quien en esa epoca gozaba un prestigio que Ic regatearian las nuevas generaciones de escritores. La voz de Fupnsanta era antifona, campanilla de las litdrgicas clevaciones, verso que se entonaba a la Virgen, un armonio, un conjuro. Sus manos guiaban hacia Sion y restafiaban cicatrices, sus ojos taumaturgos cmulaban dos limparas prendidas en la penumbra de un altar desicrto, brasas el incensario; su boca invitaba al beso, sus dientes insinuaban la travesura y el reclmpago de espejos pueriles; en trascendencias de extasis se adelgazaba su perfil y sus brazos beatificos acunaban para dormir sobre los senos de una santa. Impartia paz la vecindad de sus hombros y, sobre todo, poseia la virtud de sublimar su entorno. iSostuvieron el poeta y la idealizada relaciones de amor reciproco? Dificil saberlo. L6pez Velarde no se entregaba a las confidencias amistosas y el tono de sus cantos hace sentir que mas bien se trataba de un cortejo distante ajcno a los desencuentros quo la convivencia impone. Aunque algunos afirman que hubo un noviazgo roto por causas desconocidas, de tomarse cuenta la carta de 1908 que Lopez Velarde envi6 a su padre condoli6ndose de su juventud esteril, y una fechada el 31 de octubre de 1909 dirigida a Eduardo J. Correa agradeci6ndole la dedicatoria del libro En la paz del otonio, en que coment6 su ruptura con Fuensanta como la ruina de una ilusion abrigada muchos aflos, se concluiria que de haber existido, el entendimiento dur6 poco. Luego de esa ruptura, Ram6n invoco a Fuensanta en alejandrinos eclesiasticos, la canonizo en endecasilabos y le compuso una letania de acs mfsticas: "jara mansa, ala diafana, alma blanda, fragancia casta y acida! ". Fuensanta se desdibuj6 en la niebla al ritmo de estas invocaciones; pero, fantasma obstinado, reapareci6 en ocasiones sucesivas. "Hoy como nunca", el poema que abre Zozobra, alude aun a su enfermedad, agonia y muerte, y varios un sonoro pasajes de El son del corazon comprueban que volvia transformada esqueleto peregrino con un sombrero de pastora atado bajo la calavera. El alucinamiento nos lieva a los dibujos de Posada y alas pastorelas navidenas, porque Fuensanta sumaba anhelos y frustraciones, cuanto para el poeta constituian los valores de este mundo, y era parte del terruno anorado. En 1919 se agruparon los cuarenta poemas de Zozobra, compuestos en un dato comprobable segun su fecha de aparici6n en Revista de periodo de tres Revistas, Vida Moderna, El Universal lustrado, Pegaso y El Universal. Hablaban de un ambito urbano donde moraba"la musa". Para honrarla no le reservaron s6lo una alcoba de nigromante, sino la Metr6poli entera, perversa y atractiva. Xavier Villaurrutia considero a Lopez Velarde el descubridor de la provincia, Octavio Paz lo definido como el descubridor de la ciudad y Ram6n Xirau sostuvo que una cosa completaba la otra. Me afilio a esta tercera postura porque la poesia de L6pez Velardec, lo mismo quc su fe, se apoyaba en los contrarios; infierno y paraiso, Gabriel y Satan, claridad y oscuridad, virtudes y vicios, el bien provin- on on on afios, RAMON LOPEZ VELARDE ... 1077 ciano y ci mal citadino. De ahi que a "Las desterradas" y a sus amigas dejuventud como Eloisa Villalobos les aconscjara, sin mayores preimbulos, regresar al pueblo antes de mancharse en arrabales impuros. Se dirfa que hall6 la f6rmula de salvacidn para insoluble conflicto de confrontar almas. Incapaz de ser voluble con la mujer original, aqulla que lo hizo nacer para el amor, sustituydndola por otra, prefiri6 la infidelidad multiple y superficial que ocurre todos los dias y nunca realmente, ya que a los encuentros transitorios se les niega de antcmano la condici6n de compaiifas. Sc pensarfa entonces que el segundo platillo lo ocupan las aventuras o las admiradas diosas del escenario como Antonia Merc6 y T6rtola Valencia, que Fuensanta cumplia su misi6n espiritual y las demas su cometido fisico: el A mi paso y al azar te dcsprendiste como el fruto mas profano qu pudicra concederme la bendvola actitud de este verano. Sin embargo, la tesis anterior se dcbilita ante el concurso depoemas inspirados en una personalidad definida. A Margarita Quijano se Ic atribuye ese honor. Allen W. Phillips incluso descubridoen "Dia 13" -fecha sentimental- una alusi6n: Y si estalla mi espejo en un gemido, fencccri diminutivamente como la desinencia de tu nombre La poesfa de L6pcz Velarde, antes un tanto objetiva, se prccipit6 hacia los abismos de lo subjetivo. Intervino lo diab6lico y, aunque "la musa" triunf6 "sobre un motin de satircsas", tuvo en comin con cllas agilcros y supersticiones, y la extralia cualidad de poder apretar entre los dedos 6xtasis y placcres como si fucran un haz de centcllas. En "Te honro en el espanto" se cleasigna un vocabulario orientalista que nos remonta a Las mil noches y una noche, se le adjudican referencias astrol6gicas, ritos quc recuerdan las misas negras donde cl crotismo se mnczclaba al diabolismo, imugenes quc izan la bandera pirata con un campo finebre cn cl cual destaca una calavera sobre dos tibias cruzadas. jTuviron el pocta y "la musa" un amor correspondido? Algunas referencias asi lo afirman. Carlos Pellicer aseguraba que Margarita Quijano nunca cas6 porque habia hecho votos de monja laica. jC6mo precisarlo? Profundamente cat6lica, Margarita tenia un Cristo de marfil ante cl que rczaba. Al morir su padre, su hermano Alcjandro dispuso que clla fucra a vivir con otra hermana, viuda, y se encargara de cuidar a sus sobrinos. 1078 BEATRIZ ESPEJO Obedccio sin replicar; cllo no obstante, en otros aspectos hubiera sido una precursora del movimiento de liberaci6n femenina mexicano. Macstra bien amada por sus discfpulos, a quicnes imponia la lectura de simbolistas y parnasianos francescs, se entregaba apasionadamente a su profesi6n. Seguramente tuvo con su amador un entendimiento intelectual fincado, entre otras cosas, en la lectura de Mauricio Maeterlinck, Anatole France y demais autores que formaban las vanguardias vigentes. Carmen de la Fucntec describe a Margarita como una mujer virtuosa y exquisita, de nariz aguilefna y tez morena, cabellos castaios levemente chinos, apretados en un chongo sobre la nuca y escondidos bajo el sombrero. Sc dice que era bien formada de cucrpo, de bonito busto, acinturada, que levaba las manos metidas siemprc en unos guantes negros. Iba a misa con L6pez Velarde y a las conferencias que en 1915 impartio Antonio Caso en San Idclfonso. A veces tomaban juntos cl camino de alguna excursi6n. Como a Fuensanta, L6pez Velarde la convirtio en motivo literario. Le dedic6 una prosa titulada "La dama en cl campo" (1916), donde le preguntaba: "LSonrfe usted seiorita de nombre de flor?" (la pista es tan clara como la que recogio Phillips) y explico que le habia inspirado, adcmas, "Boca flexible, avida ...". Lo mismo podria decirse de la composici6n titulada "En las tinieblas humcdas" (1915) citada anteriormente y de otras posteriores quc se cxtienden incluso a la que dcj6 inconclusa: "El sucfio de los guantes negros", en cuyas estrofas la llam6 "prisioncra del Valle de Mexico", aunque la frecucntacion duro solo de 1915 a 1918. Si por un lado Margarita guardaba, asi sc dice, un celibato inc6lume, por otro despertaba ecerotismo del pocta que la describia con frases sintcticas c impresionistas: agudo perfil, cabellera tormentosa, nuca morena, ojos fijos, boca hecha para dar los besos prolijos y articular la sflaba lenta de un tormentoso idilio. La mclodia de los versos nos indica que habia cambiado cl tenor del sentimiento que inspiraba Fuensanta, lcerotismo sustitufa al sentimentalismo; pero las dos mujeres tenian algo en comuin: eran mis grandes que Lopcz Velardc. Fuensanta Ie Ilevaba ocho anfos, Margarita dicz. Y en ambos casos cllo implicaba graves obstaiculos. Cuando empezo su romance con Lopez Velarde, Margarita tenfa treinta y sicte. Podria considerarsele una solterona avergonzada de andar con un hombre de menos edad. LPor qu6 escogia Lopcz Vclarde a mujcres mayores? No debe caerse en obviedades, pero inevitablemente se tiende a pensar en un complcjo de Edipo. Guillermo Sheridan insinuo algo. En una reconstruccion biograifica, saco a cuento que la madre de L6pez Velarde, a partir de su casamicnto, no volvio a cortarse cl cabello. En prucba mostr6 un retrato, dado a conocer antes por Elena Molina RAMON LOPEZ VELARDE ... 1079 Ortega2, donde so ve graciosa con su vestido floreado, su lazo oscuro al talle y un ramito de flores en la mano izquicrda, linda a pesar de un aberrante manto negro que le legaba a las corvas. Y no olvidemos que, seg6n se desprende de varios versos, el cabello era uno de los atractivos femeninos que a L6pez Velarde le resultaba muy estimulante. Por supuesto, hay mucho mis. Emmanuel Carballo me ha dicho que Artemio de Valle Arizpe, en conversaciones privadas, contaba algunas intimidades curiosas de L6pez Velarde, entre otras que sus urgencias sexuales duraban poco tiempo. Tal vez no pasa de scr uno de esos chistes malvolos que circulan entre escritores; pero es indudable, lo prueban tanto los poemas como las prosas, queL6pez Velarde frecuentaba los malos barrios en busca do galantos y que, senal6 Jose Emilio Pacheco, en "La flor punitiva", disfrazando la cosa bajo una rctorica elaborada, confirm6 que en una de esas aventuras pesc6 una enfermedad vendrca: "El furor de gozar gotea su plomo derretido sobre nuestra hombria: induil y cobarde salvarnos de la crapulosa angustia." Asombra su voluntad de expresar letras do molde preocupaciones intimas. Dcsde cl principio de su carrra mantuvo la misma postura. En la carta a Eduardo J. Correa (31 de octubre do 1909) Ic reproch6 no haber incluido en su libro, por scr do tendencia licenciosa, "unos alejandrinos a Carmen". Y aquf aclaremos. Si bien consta qu L6pez Velarde era poco inclinado a las confidencias, no sc ha reparado to suficiente en su firme prop6sito do acerearse a "un sincerismo litrario que todos debemos apctecer" 3. Quizi so dcbi6 a la influencia de Amid, que trascendi6 tanto entre los escritores interesados en mantenerse al dia. Incluso la Editorial Cultura public6 posteriormente, 1918, una sclccci6n del Diario intimo, con prologo de Manucl Toussaint, y tales publicaciones eran lectura obligada para quiencs los circulos intelectuales mcxicanos. figuraban Asi pucs, cl conjunto de la obra constituye una biografia entrailable de L6pcz Velarde. Y uno no evita remontarse a los hechos conocidos buscando el esclarecimiento do algunos puntos claves. Sc me prescnta la tentaci6n de recordar quc nativa de Jercz y hu6rfana, Maria Trinidad Berumcn, cuya partida do nacimiento se conserva en la parroquia del pueblo, cas6 a los diccisiete, cl 19 do agosto de 1887, con un hombre que le doblaba la edad, cl licenciado Guadalupe L6pcz Velarde, do treinta y cuatro. Su primog6nito naci6 a los diez meses y le pusieron un nombre doblo, Ram6n Modesto, honor de su abuelo paterno y del mcjorparecido do sus tdos maternos. Lucgo la parcja procre6 ocho hijos mis, hasta lo on on on 2 Elcna Molina Ortega: Poestas,cartas, docwnumentose iconografia. Imprenta Universitaria, M6xico, 1953. 1909. SJerez, 1080 BEATRIZ ESPEJO unas gemelas, Aurora y Espcranza, en el iltimo alumbramiento. LTuvieron problemas morales y econ6micos? Quiza. El padre murio cuando el mayor de los hijos contaba veinte afios y los restantes eran adolescentes o ninos pcquceios. El caso es que por esto o por serios problemas ontol6gicos, L6pez Velarde consideraba una irresponsabilidad traer al mundo corazoncitos a volar. En la prosa titulada "Jose de Arimatca" habl6 sin ambages de una relaci6n sexual interrumpida abruptamente. Dentro de la alcoba, un clima de perla de 6ter, un esfumarse de algo en cicrnes o do algo en fuga. Dc suibito, al definirse el aguij6n vital, brincamos cien leguas, para no vulnerar a la virgen privilegiada con semejante ejecutoria narc6tica ... En "Meditacion en la Alameda" describio a Prospero Garduflo, do incompatibilidad manifiesta entre su nombre y su filosofia, pesimista y soltero porque temia llevar a una blanca heroina vestida de blanco, a la torre de la fccundidad, convencido de quo "vale mas la vida estcril que prolongar la corrupcion mas alli do nosotros". En "Obra macstra" hizo una definici6n: "El soltero cs cl tigre quo escribe ochos en el piso de la soledad. No retrocedc ni avanza. Para avanzar neccsitaria scr padre. Y la paternidad asusta porquc sus responsabilidades son eternas. Con un hijo yo perderia la paz para siempre. No es quo yo quicra dirimir la cucstion con orgullos o necias prctcnciones. jQui6n enmendaria la plana de la focundidad? Al tomar cl lapiz me ha hecho temblar el ricsgo del sacrilegio, por quo mis conclusiones se deriven, precisamente, do lo quo en mi pueda haber do clcmencia, decjusticia, de vocaci6n al ideal y hasta de cobardia." Y adelante aniadid: "Dontro do mi tempcramento, echar a rodar nuevos corazones s6lo so concibe por una fe continua y sin sombras y por un amor extremo." En su corta existecncia no sc le presentaron ninguna do las dos opciones. Encontraba divino cl albedrfo do negar la vida y, a pesar de sus tomores, so un albigense her6tico que rehusaba cl derccho a procrear como la convertia pcrpetuaci6n do la obra de Dios sobre la ticrra. Y vayamos a otros, para no seguir con ejcmplos frecuentados. Lopcz Velarde transitd solo dos veces las estructuras complicadas del cuento: en "Luna do midl" y "El obsequio de Ponce". Reconstruyo asi una anccdota sencilla sobre la seniora Galindo, quo vivia en las nubcs porquc su marido, extrania espccic do trovador nocturno, le alababa cl busto con los esmerada morbosidad, hasta quo la infeliz descubrio los mismos halagos escritos do un pocta mucrto recientcmcnte. Dicho texto aparecio enLaIlustracion Semanal (13 do abril do 1914). Adcmas do recrear una anccdota picara, Lopcz mais on on RAMON LOPEZ VELARDE ... 1081 Vclarde establcci6 un jucgo interesante autoplagiandose. Las palabras con que se obsquiaba a la sciora Galindo son versos dcl "Elogio a Fuensanta" y do "El adi6s" (1912). Sc burlaba un poco de si mismo y de las mujeres que neccsitan scr cstimuladas con alabanzas y "romanticismo", recursos en los cuales era muy diestro; pero, lo importante para acarrear otra piedra a nuestro molino, consiste en su identificaci6n con cl pocta mucrto prematuramente. "El obsequio de Ponce" apareci6 antes en El Mundo Ilustrado (12 de octubre de 1913). L6pez Velarde retrat6 alli a un personaje con sus propias caracteristicas, un pesimista sonriente que nutria sus ideas en la contemplaci6n directa de los especticulos del mundo, que escogi6 a "una criatura bondadosa y contemplativa sobre cuya cabcza caian ya las hojas hucrfanas del otoflo" y a quien amaba "por cl sentimiento macizo del celibato que comienza a tener miedo a la chimenca sin lumbre y a los aposentos destartalados", s6lo el matrimonio obstaculizaba su dicha, pucs siendo pcsimista no podia fundar un taller de infortunio ni un vivero do sufrimiento. El cuento ticne final incsperado: a la muchacha se le present6 una oferta matrimonial y cl novio perenne dej6 cl campo libre en mucstra de carifio, no sin dcrramar abundantes lIigrimas, "como un estudiantillo de gramitica". Al analizar irdnico los trances do su personaje, L6pecz Velarde descubria su drama personal; sin embargo, hallaba modo de desahogarse encontrando en el sexo una fuente inagotable de placcres. Sus poemas cr6ticos lo prueban maravillosamente.