Transgénesis y terapia génica Nicolas Jouve Catedrático de Genetica, Universidad de Alcalá Email: nicolas.jouve@uah.es El genoma que hoy conocemos de diversas especies es una suerte de libro de instrucciones en manos de los científicos, que les permite, no solo conocer la organización y comprender el funcionamiento de sus genes a lo largo de su vida, sino además modificarlos, que es a lo que se refiere la terminología manipulación genética. La Real Academia de la Lengua señala que “manipular es operar con la manos o con cualquier tipo de instrumento”. Evitando cualquier sentido peyorativo, la manipulación genética la podríamos definir como el “conjunto de operaciones encaminadas a modificar el material genético de un ser vivo, mediante tecnologías in vitro e in vivo para diversos fines”. La obtención de organismos transgénicos, incluida la posibilidad de su aplicación con fines terapéuticos en el hombre, constituyen un capítulo especial de la biotecnología que es en síntesis a lo que se refiere la manipulación genética. De hecho, el avance general de la Biología durante el siglo XX y en especial en sus últimas décadas, en un tiempo realmente corto, nos ha revelado la plasticidad del material genético y nos ha dotado de técnicas capaces de moldearlo, lo que nos ha conferido el poder manipulador sobre las características genéticas de los seres vivos. Pensemos que hace más de 60 años que se tiene conocimiento de que la molécula de la vida es el ADN, que hace poco más de 50 que se desveló la estructura de la doble hélice, algo menos de 40 que se descifró el lenguaje de los genes, el código genético, y aproximadamente 30 que se desarrollaron las técnicas de secuenciación del ADN. A estos decisivos pasos hay que unir el conocimiento de los mecanismos de regulación de la actividad de los genes como respuesta a señales estímulos externos o internos, lo que desde hace poco más de 30 años nos permite explicar el desarrollo en términos genéticos. Sin embargo, la manipulación genética es algo que se ha venido practicando desde los comienzos de la humanidad, al igual que muchas de las prácticas biotecnológicas. Hay que señalar que la modificación genética de las especies es algo que se viene practicando desde los comienzos de la Agricultura y de la Ganadería. Entre los 10.000 y 6.000 años antes de Cristo, tuvo lugar lo que se ha dado en llamar la primera revolución, la revolución agrícola, consistente en la domesticación de las especies vegetales y animales por el hombre. La biodiversidad y la adaptación, ha sido modelada por la selección natural. En el caso de las especies domesticadas el agente modelador ha sido el hombre, que ha practicado una selección artificial dirigida hacia los fines utilitarios que le interesaban en cada caso, una planta que produjese más y mejores semillas, un animal que produjese más carne o leche o que le ayudase en tareas tales como la caza o la carga, etc. La domesticación supuso una autentica modificación genética de muchas especies de plantas silvestres y animales salvajes. Transgénesis: Los Organismos Modificados Genéticamente Con el trascendental descubrimiento del ADN se pasó de una intuición abstracta de la herencia a tener conocimiento de que los genes son algo tangible y por tanto manipulable, que poseen una naturaleza fisico-química consistente en moléculas largas de ADN que se podrían cortar, aislar, clonar, caracterizar mediante la lectura de su mensaje, modificar y transferir al mismo o a otro organismo convirtiendo los viejos sistemas naturales en sistemas nuevos, como consecuencia de una modificación de sus características genéticas mediante un conjunto de tecnologías que genéricamente reciben el nombre de ingeniería genética. 1 Esta consiste en la inserción de genes, o secuencias de genes en el genoma de células o individuos, mediante tecnologías moleculares y celulares, in vitro e in vivo, para su explotación potencial con diversas finalidades. En esta dirección, han surgido en las últimas décadas ideas tentadoras para los investigadores y tecnólogos, que están ávidos por encontrar soluciones a problemas alimentarios o clínicos, con implicaciones sociales y económicas muy importantes. En el momento presente sabemos cómo aislar genes de cualquier especie, clonarlos en el interior de microorganismos como bacterias o levaduras, modificarlos y volverlos a implantar en el genoma de la misma u otra especie, convirtiendo los viejos sistemas naturales en sistemas nuevos, como consecuencia de una transformación de sus características genéticas. A ello contribuyeron especialmente dos descubrimientos importantes de la década de los setenta. En primer lugar las llamadas enzimas de restricción, unas moléculas que a modo de tijeras permiten cortar el ADN por lugares específicos, lo que abrió las puertas al aislamiento de los genes, y en segundo lugar las técnicas de secuenciación que permiten traducir la información de las moléculas de ADN. A partir de estos descubrimientos germinaron dos ideas en la mente de los biólogos moleculares, que han marcado el devenir de la Biología en los últimos años: el abordaje en extenso de la caracterización de genomas completos, mediante el desarrollo de los llamados Proyectos Genoma y la obtención de los Organismos Modificados Genéticamente (=OMG), más comúnmente denominados transgénicos, con el fin de resolver problemas agroalimentarios, clínicos, industriales, etc. con importantes implicaciones sociales y económicas. Entre las beneficiosas aplicaciones de las manipulaciones genéticas se cuenta también la terapia génica, que por medio de la introducción de genes en el genoma del propio hombre, tratan de otorgar nuevas capacidades a sus receptores, corregir enfermedades ó conferir propiedades inexistentes previamente con el fin de mejorar su salud. La manipulación genética puede ser causa de trastornos imprevistos en sus beneficiarios y siempre está presente el riesgo de daños colectivos de proporciones epidémicas. Hoy constatamos que en lo que a los organismos transgénicos se refiere se ha fomentado un temor injustificado a la ciencia, que ha encontrado un terreno fértil a la imaginación catastrofista. Sin duda, en este campo de la investigación aplicada se extreman las precauciones y se han establecido unas normas éticas que tratan de minimizar su peligrosidad. El procedimiento básico que se ideó fue el de transformar un organismo deficiente en algún carácter genético, mediante la introducción de un gen adecuado procedente de otro organismo en su genoma. Para ello, primero hay que extraer el ADN de un organismo donante, cortarlo en fragmentos que contengan el gen o genes de interés e insertarlo en una molécula que se replique autónomamente (por ejemplo un plásmido bacteriano). Una vez clonado el gen de interés en un microorganismo (bacterias o levaduras), se elige un vector adecuado para introducirlo en el genoma receptor. El vector con el gen de interés insertado se utiliza a modo de vehículo para su traslado al genoma donde será finalmente integrado. De este modo se obtienen organismos de diseño = transgénicos. Realmente los primeros ensayos de modificación genética, mediante la incorporación de un ADN extraño a un organismo vivo, son los que se desarrollaron en 1928 por Frederick Griffith, en la especie bacteriana Diplococcus pneumoniae. Este autor demostró la existencia de un principio transformante, un tipo de moléculas, con capacidad de transformar genéticamente unas cepas bacterianas, de modo que pasaban de ser inocuas, incapaces de producir una enfermedad en los ratones, a ser patógenas y generar una grave septicemia en los animales de experimentación. Unos años más tarde, en 1944 merced a un elegante experimento desarrollado por los investigadores americanos Oswald Avery, Colin MacLeod y Maclyn McCartthy, se descubrió que el principio transformante era el ADN, y de este modo se descubrió la molécula de la vida. 2 Bacterias transgénicas Las bacterias transgénicas pueden utilizarse como auténticas factorías para la síntesis de proteínas eucarióticas de gran valor, cuya obtención por otros medios resulta difícil. Los OMG o transgénicos, adquieren alguna capacidad nueva de la que carecían por completo antes de la incorporación a su genoma del gen responsable. Los fines que se persiguen con la modificación genética en bacterias pueden ser tan diversos como: la producción de agentes terapéuticos (hormona del crecimiento humana, insulina humana, un factor de coagulación, eritropoyetina, etc.), vacunas, síntesis de productos de interés comercial (vitamina-C, aminoácidos, antibióticos, etc.), bioremediación de suelos contaminados, etc. Animales transgénicos La ingeniería genética para la obtención de animales transgénicos tiene un gran potencial en la cría de animales de granja, con fines de mejorar la calidad de la carne o la leche, la resistencia a enfermedades, etc., Otra vertiente es la destinada a la industria farmacéutica. En este caso se utilizan los animales transgénicos como bioreactores para la producción de proteínas en su sangre, o en la leche, que pueden ser utilizados como fármacos. Una nueva vertiente que encierra cierto interés es la de la modificación genética de animales, como cerdos u otros, con genes humanos, proceso denominado “humanización”, para su utilización en xenotransplantes. También se utiliza esta tecnología para la obtención de los llamados ratones “knockout”, que tienen anulado (noqueado) algún gen determinado, con el fin de estudiar sus efectos en el fenotipo. Esto es muy interesante como método de experimentación en biomedicina. Plantas transgénicas La ingeniería genética en plantas, obtención de plantas transgénicas, trata de transformar plantas o variedades cultivadas genéticamente mediante la incorporación del gen o genes correctores de las carencias que tuvieran, con el fin de que la modificación constitucional las haga más dependientes de sí misma que de los agentes externos: Desde el punto de vista de la modificación genética, es evidente que esta mejora vegetal por ingeniería genética es más directa y más restringida que la que se produce por los tradicionales métodos de cruzamiento y selección. La transformación de plantas por ingeniería genética puede conducir a la modificación de los caracteres de interés para su explotación como plantas cultivadas, pero también para la ampliación de su utilidad hacia nuevos beneficios no ensayados o imposibles de abordar mediante la mejora genética tradicional. Para la obtención de las plantas transgénicas el primer método que se ensayó con éxito fue el de la agro-infección, consistente en la utilización de un sistema natural. Se trata de la transferencia de ADN de un plásmido bacteriano al genoma de una planta huésped aprovechando la relación de simbiosis entre una bacteria del suelo, llamada Agrobacterium tumefaciens y numerosas especies de plantas. Esta bacteria es en realidad un patógeno vegetal que causa la enfermedad que se conoce como agallas en corona. La infección puede realizarse in vitro, sobre trocitos de tejidos de la planta a tratar, que después se depositan en un medio nutritivo, como los que se utilizan para cultivar cepas de bacterias y hongos en laboratorio, para la regeneración de plántulas. Las bacterias infectan las células de la raíz de las plantas y canaliza unos trocitos de ADN (segmento T) de un plásmido (anillo de ADN extragenómico de la bacteria) llamado pTi, al genoma de la planta huésped. La idea fue canalizar el gen a introducir en la planta insertándolo previamente en el segmento T, que finalmente se transferirá al genoma vegetal. El último paso, consiste en regenerar plantas adultas que hayan incorporado el segmento T con los genes que las han de transformar. Normalmente, la estabilidad de la expresión de la mayoría de los genes que se han introducido por medio del plásmido pTi de A. tumefaciens es excelente El método de agro-infección ha servido para transformar bastantes especies vegetales dicotiledóneas con una gran diversidad de genes de interés. Sin embargo, plantea ciertas dificultades de aplicación en especies de grupos tan importantes como las monocotiledóneas, 3 entre las que se encuentran las especies cultivadas de mayor interés, como los cereales: el maíz, el trigo y el arroz. Este es uno de los motivos por el que los científicos intentaron desarrollar otras técnicas para la obtención de formas transgénicas en estas especies. La necesidad de ampliar la gama de especies vegetales susceptibles de mejora por métodos biotecnológicos, impulsó el desarrollo de otro procedimiento que con el tiempo ha adquirido una gran importancia. Se trata del bombardeo de las células a transformar con microproyectiles cubiertos de ADN, o como más genéricamente se le denomina biolística ó biobalística. Las plantas transgénicas ofrecen sistemas constitutivos de defensa, resistencia o adaptación propios, es decir desde el interior de la planta, mucho más eficaces y limpios para el aprovechamiento de las cosechas contra las malas hierbas, insectos, hongos, bacterias o nemátodos, que los tradicionales agentes fitosanitarios. En contraste con los riesgos que se le atribuyen, estas plantas permitirían rebajar o eliminar la aplicación de herbicidas o pesticidas tan peligrosos como los derivados organo-fosforados, que dejan residuos contaminantes, y aunque la semilla comercial es más cara se produce un ahorro considerable en la factura de los pesticidas. La obtención de los organismos transgénicos es consecuencia de dos hechos: la acumulación de conocimientos en Genética y Biología Molecular, impulsores de las aplicaciones biotecnológicas, y los problemas de índole social, como el hambre, la pérdida de las cosechas por plagas y enfermedades y todas las consecuencias derivadas de una agricultura agresiva para las pequeñas comunidades de agricultores y el medio ambiente. Esta era la situación a finales de los ochenta que no ha cesado hasta el momento y los argumentos a favor o en contra de los organismos transgénicos no deben ignorar esta realidad. Aunque la oposición al uso de los organismos transgénicos se centra en los riesgos de su impacto ambiental y en los riesgos alimenticios, se han esgrimido varias razones para el rechazo que se pueden sistematizar en cinco categorías: éticas, de seguridad, económicas, tecnológicas e ideológicas de carácter naturalista. La realidad es que las plantas transgénicas ofrecen una agricultura más rentable y menos agresiva frente al ambiente que la agricultura tradicional. Terapia Génica (=transgénesis en el hombre) De los genes hay que recordar lo siguiente: • Se puede definir un gen como una unidad elemental de la herencia (No sería correcto asimilar gen a carácter, dado que en un carácter pueden intervenir muchos genes) • Cada gen contiene regiones codificantes (piezas llamadas exones) intercaladas entre otras no codificantes (intrones). De este modo mediante el procesamiento alternativo de los exones se pueden obtener múltiples tipos de proteínas de cada gen (en el genoma humano • >200.000 proteínas de unos 25.000 genes) • De nuestro ADN solo el 2% está representado en los exones, y por tanto codifica proteínas • El gen es una unidad de transcripción (paso de ADN a ARN. Primer paso de expresión del gen para dar a final una proteína). • Los genes se distribuyen en los cromosomas como las cuentas de un rosario. Merced al progresivo avance en el conocimiento del genoma humano, las técnicas de aislamiento y caracterización de genes, la ingeniería genética para obtención de ADN recombinante, el cultivo de células in vitro, etc., se están abriendo paso novedosas investigaciones conducentes a la llamada terapia génica. Básicamente la terapia génica consiste en la restauración del gen defectuoso en un individuo afectado por una enfermedad hereditaria, bien sea por inserción del gen correcto en el genoma, o por la anulación o modificación del nivel de expresión del gen alterado. También se puede definir como la introducción de material alogénico (natural o recombinante) en sujetos humanos, con el fin de 4 corregir deficiencias celulares expresadas en el nivel fenotípico, o como una estrategia terapéutica basada en la modificación del sistema genético de células somáticas, mediante la administración de ADN o ARN destinada a curar tanto enfermedades de origen hereditario como adquirido. Por último también se define la terapia génica como la transferencia de material genético nuevo a células de un individuo dando lugar a un beneficio terapeútico para el mismo. En cualquier caso, y por razones de complejidad queda de momento descartado del ámbito de las operaciones de terapia génica la corrección de defectos en el número o estructura cromosómica. En una primera aproximación, la terapia génica se nutre de las mismas técnicas que han permitido obtener los organismos transgénicos. Precisando un poco más, al hablar de terapia génica debemos distinguir las siguientes modalidades: • somática ó germinal • ex vivo, in vivo ó in vitro • de estimulación • de muerte celular (directa o indirecta) • muerte directa de células enfermas por medio de células del sistema inmune • de corrección de la mutación (targeted mutation) • aumento de dosis génica • de inhibición de la expresión génica (terapia antisentido) La terapia génica somática, es la que actúa sobre las células no germinales. En este caso la modificación genética no se transmite a la descendencia y las células germinales del sujeto al que se interviene no se modifican genéticamente. En el caso de que exista un gen alterado en el individuo, lo podría transmitir a sus descendientes, dependiendo de las leyes de la segregación. La corrección genética solo se opera en el individuo tratado pero no se transmite. Este tipo de terapia génica es la única aceptada por consenso general entre los investigadores. En principio, la terapia génica somática no ha sido motivo de reservas éticas, salvo las relacionadas con su posible aplicación a la ingeniería genética de potenciación, es decir, toda manipulación genética cuyo objetivo sea favorecer algún carácter no relacionado con una enfermedad. Respecto a las enfermedades candidatas ideales, son las monogénicas recesivas, las que se deben a carencias de un enzima, o las que muestran diferencias en los niveles de expresión Históricamente, los primeros experimentos de terapia génica se llevaron a cabo con ratones, a finales de los años ochenta y los ensayos consistían en inyectar el ADN foráneo en los embriones, durante los primeros estadios de proliferación celular. Se trataba de que tras la proliferación de los embriocitos y superada la fase de blastocisto, la anidación y la diferenciación de las células tisulares somáticas adultas, los genes siguieran presentes y se replicasen al unísono con el resto del genoma, como una parte integrante de él. También se hicieron experimentos en los que el ADN ajeno podía integrarse en la línea germinal. Los genes a insertar eran previamente clonados en bacterias y a continuación se microinyectaban en ovocitos de ratón recién fertilizados, antes de la fusión de los pronúcleos masculino y femenino, para constituir al núcleo del embrión unicelular, el cigoto. Se inyectaban cientos de copias del ADN extraño disueltos en uno de los dos pronúcleos y después se transfería el embrión obtenido por fecundación in vitro al útero de la madre para su anidación y continuación del desarrollo embrionario. En los primeros experimentos, el porcentaje de zigotos supervivientes a la manipulación variaba entre el 10-30%. De los supervivientes el número de individuos que presentaban el ADN extraño en sus cromosomas fue del 2-40%. El ADN extraño incorporado en el genoma receptor, el transgén, aparecía integrado al azar, sin preferencia por un lugar concreto en los cromosomas. Un hecho que se pudo constatar es que un transgén integrado en una localización cromosómica distinta a la de su duplicado endógeno, normalmente se expresa de manera que mimetiza la expresión del gen endógeno. 5 Para el logro de la introducción de los genes correctores en las células en cuyo genoma se desean insertar se utilizan unos vectores. Los vectores son sistemas que ayudan en el proceso de transferencia de un gen exógeno a la célula, facilitando la entrada y biodisponibilidad intracelular del mismo, de tal modo que este pueda funcionar correctamente. Se han utilizado una gran variedad de vectores con fines experimentales, pero todos ellos pueden ser clasificados en: vectores virales (adenovirus, retrovirus) y vectores no virales (plásmidos-liposomas). En algunos protocolos de terapia de genes, o cuando se desea transferir genes humanos a células en cultivo, se utilizan virus como vectores, debido a su elevada eficacia en la transferencia. En el esquema adjunto vemos el protocolo de terapia génica de la enfermedad conocida como Síndrome de Inmunodeficiencia Combinada Severa (SCID), que padecen los llamados “niños burbuja”, por la necesidad de su aislamiento. Esta enfermedad se debe a la deficiencia en la enzima ADA (Adenosina Desaminasa). El gen correcto se inserta ex vivo en células de la médula ósea, utilizando virus atenuados como vectores. Una vez insertado el gen en el genoma, de las células humanas, estas son inyectadas en la médula orea del niño. Se han descrito casos de niños que siguieron este tratamiento y a posteriori han desarrollado cáncer. El primer éxito de una operación de terapia génica tuvo lugar en Septiembre de 1990. Los Dres. Blaese, Anderson y Rosenberg desarrollan una técnica para introducir el gen que codifica para la enzima adenosin desaminasa (ADA) en niños que padecen una inmunodeficiencia combinada severa (SCID). Ashanti de Silva fue la primera paciente que recibió la terapia génica ex vivo para combatir la inmunodeficiencia combinada severa (SCID-ADA) cuando tenía cuatro años de edad. Pasó de ser una "niña burbuja" a vivir con una calidad de vida normal. Para otro tipo de niños “burbuja” que padecían SCID por mutación en el gen ADA (Adenosine Deaminase Deficiency) se obtuvo buen resultado administrando el vector con el gen “sano” junto a un preparado proteico con actividad enzimática). El Dr. Donald Kohn y sus colaboradores en el Hospital Pediátrico de la Universidad de California, en Los Ángeles y San Francisco, llevaron a cabo en 1998, un tratamiento de terapia para introducir el gen que codifica la enzima adenosin desaminasa (ADA) en niños que padecen una inmunodeficiencia combinada severa (SCID), también llamados “niños burbuja”, debido a que han de ser aislados por la falta de defensas en su sistema inmunológico. Para ello se manipularon genéticamente células de SCU, a las que se insertó el gen ADA correcto. En esta operación, el gen correcto se insertó ex vivo en células de SCU, utilizando virus atenuados como vectores. Una vez insertado el gen en el genoma, de las células SCU, estas son inyectadas en la médula ósea del niño a tratar. Los tres niños, que también han venido recibiendo el tratamiento adicional de la enzima, están sanos hasta la fecha, aun cuando en la experimentación solo una pequeña proporción de las células SCU eran portadoras del inserto del gen correcto, para la síntesis de la enzima ADA, de que eran deficitarios. El primer fracaso tuvo lugar en 1999, cuando murió un paciente de 18 años en Fase I de ensayo clínico de terapia génica, para la corrección de una Deficiencia en Ornitina Decarboxilasa. El problema consistió en una reacción inflamatoria ocasionada por el vector adenoviral (inyección intrahepática de partículas de Adenovirus recombinante) Más del 80% de los protocolos que se desarrollan de terapia génica van dirigidos (por mediación de genes terapéuticos o modulaciones del sistema inmune) a la cura del cáncer o de procesos infecciosos. Excepto en raras ocasiones se realiza terapia de forma directa: sustituir el gen causante de la patología. Los principales problemas que se han de resolver tienen que ver con el hecho de que los ensayos con animales no permiten extrapolar fácilmente los resultados a los seres humanos. Por ello hay que recurrir a experimentación en individuos voluntarios que no se van a beneficiar de ella. Por otra parte, se ha de hacer una cuidadosa elección de los individuos que van a estar sometidos a terapia génica o es probable el fracaso de cualquier terapia de tipo experimental que se probase, no por su ineficacia, sino porque el paciente podría no responder a 6 la misma por deterioro de su sistema. Otro problema importante es el de la falta e control en la inserción de los genes correctores, que podría tener lugar en una zona del genoma que provocase el deterioro de algún sistema diferente al alterado. Con la terapia génica en las células germinales se trata de corregir la patología de modo que no pase a la descendencia, por lo que el riesgo de darse algún fallo afecta no solo al individuo tratado, sino que podría transmitirse a las futuras generaciones descendientes. Además, la tecnología de la transferencia de genes y sobre todo de su inserción en determinadas células es todavía poco eficaz y no se puede controlar la posición en la que el gen terapéutico se insertará en el cromosoma de la célula hospedadora.. Es preciso avanzar en la llamada “recombinación homóloga”, para lo que han de hacerse investigaciones que desvelen todos los factores que intervienen en el proceso. La terapia germinal se realiza desde el estado embrionario, cuando aun no se han diferenciado las células de los propios tejidos germinales y tras la detección de la patología de causa genética mediante un diagnóstico en el propio embrión. En las condiciones actuales y dados los problemas de control de los experimentos en lo que atañe a la inserción de los genes, no sólo se inutilizarían muchos embriones sometidos a terapia, sino que se pondría en peligro su propio desarrollo causando un mayor daño. Por motivos éticos y de seguridad, las diferentes legislaciones actuales, de los países en que se llevan a cabo las investigaciones biomédicas en este campo, no permiten este tipo de intervenciones en las células germinales. Bibliografía recomendada BORLAUG, N. Nobel Lecture: The Green Revolution, Peace, and Humanity.. Nobel Peace Prize (1970). CLIVE J. Situación global de los cultivos transgénicos/GM comercializados: 2005, ISAAA. No. 34 – 2005. COLLINS, F., GREEN E.,, GUTTMACHER, A., GUYER, M. A Vision for the Future of Genomics Research. A blueprint for the genomic era. Nature: 835 (2003). FAO report Agriculture: Towards 2015/30. (Julio 2000). HARTWELL, L.H. y otros. (1999): From Genes to Genomes CD-ROM. McGraw-Hill Science/Engineering/Math; ; Book and CD-ROM edition JORDE, L.B., CAREY, J.C.., BAMSHAD, M.J., WHITE, R.L.. 3ª Ed. Genética Médica. Harcourt. Madrid. (2005) JOUVE, N, GEREZ, G., Y SAZ, J. M. (coord.) 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