Poder Judicial de la Nación

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Poder Judicial
Nación
de
la
En San Martín, a los
días del mes de diciembre de 1997,
reunidos en acuerdo los señores Jueces de la Sala II de la Cámara Federal de San
Martín, a fin de pronunciarse en la causa nº 733/97 caratulada "MEZA, José Luis y
CORREA DE MEZA, Ramona c/ C.E.A.M.S.E. s/Daños y perjuicios" de la Secretaría
Civil. Conforme el orden del sorteo,
El Dr. Alberto MANSUR dijo:
I.- La sentencia de fs. 937/948 vta. admitió parcialmente la acción
resarcitoria entablada por los esposos Meza-Correa de Meza y en consecuencia,
condenó al ente "Cinturón Ecológico Área Metropolitana Sociedad del Estado"
(C.E.A.M.S.E.) a pagarles en concepto de indemnización por el accidente en el que
perdió la vida el hijo de ambos, la suma de $ 427.500 que representa el 90% del monto
distribución porcentual entre actora y demandada, en atención a sus respectivos
vencimientos.
Para así resolver, el "a quo" tuvo por probada la muerte del menor
Ariel Waldemar Meza el día 21 de octubre de 1990, debido a una asfixia por
inmersión en el espejo de agua situado dentro de los terrenos que son propiedad del
CEAMSE y se encuentran ubicados en las cercanías del Barrio Libertador de este
Municipio de San Martín. Asignándole la mayor responsabilidad a dicha sociedad por
el luctuoso suceso, en razón de lo dispuesto en el art. 1113, segundo párrafo, del
Código Civil respecto de los daños causados por el riesgo de la cosa cuyo dueño no
haya acreditado la culpa exclusiva de la víctima o de un tercero por quien no debe
responder. Sin perjuicio de la imprudencia en que habrían incurrido los padres del
menor -culpa "in vigilando"-, por haberle permitido ir a pescar a ese lugar; por ello
les asigna una concurrencia del 10% en la producción del infortunado resultado.
En otro orden, consideró que Difusora BAIRES S.A. fue citada como
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empresa no detentaba la guarda de la laguna donde ocurrió el accidente, cuyo control
en cuanto a su vigilancia y seguridad era una obligación del propietario.
II.- Contra tal pronunciamiento se elevan las quejas de los
accionantes glosadas a fs. 992/999, por considerar que su expreso pedido de condena
formulado tras solicitar que se tenga por ampliada la demanda contra Difusora
BAIRES S.A. y la obligación contractual que esta asumiera en su carácter de locadora
padres del menor, porque en modo alguno ha sido acreditada en autos una culpa
concreta verificable en la actuación de la víctima. Además de quejarse por la
imposición de costas a la actora, ya que comparte el criterio de la doctrina y
jurisprudencia que deriva del carácter resarcitorio de la indemnización por daños,
que aquellos se apliquen a la accionada aunque la demanda no se admita en su
totalidad.
Todo lo cual fue replicado por la demandada a fs. 1002/1007, por el
tercero a fs. 1030/1039 y por la citada en garantía a fs. 1009/1016.
III.- La sociedad emplazada recurre a su vez por considerar que la
laguna donde falleció el hijo de los actores no es una "cosa riesgosa", opinando que
para tornarse peligrosa requiere de la voluntad humana de sumergirse en ella o de
fallas físicas de quien se ponga en contacto con su superficie haciendo caso omiso de
las alambradas y vigilancia existente en el predio.
Debiéndose tener presente el pleno discernimiento de acuerdo a su
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predio y a la laguna de marras. Además de postular que el permiso otorgado por sus
padres a tal efecto, indica que no cumplieron con su deber de custodia y convoca la
aplicación de la referida eximente de responsabilidad prevista en el art. 1113 del
Código Civil; o al menos, un mayor grado de culpa del menor y sus progenitores que
el determinado por el sentenciante.
De otro lado, el CEAMSE difiere hacia Difusora BAIRES su
omitido establecer la responsabilidad que pesa sobre la sociedad locataria, a fin de
iniciar la acción de regreso en su contra.
Asimismo, cuestiona por excesivas las sumas fijadas para retribuir los
distintos rubros que integran el monto indemnizatorio. Así como que no se haya
sujetado su pago a la normativa atingente a la consolidación de la deuda pública,
dado que en razón de ella sólo se podrían fijar los intereses hasta la fecha de corte
establecida al 31/3/91. Por último extendió su reclamo a la imposición de costas, para
que se modifique en función de cambiar la decisión adoptada con un sentido
favorable a su parte.
Estos agravios fueron formulados a fs. 972/982, recibiendo
únicamente la oportuna respuesta de la actora a fs. 1020/1029 y de la compañía de
seguros citada en garantía a fs. 1017/1019.
IV.- Pasando a analizar los cuestionamientos que apuntan a la
atribución de responsabilidad a la demandada, adelanto mi opinión concordante con
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Por lo pronto, nadie discute la circunstancias de modo, tiempo y lugar
en las que se produjo el accidente en el que perdió la vida el menor Ariel W. Meza. Ni
que por ellas, deviene ineludible comenzar por encuadrar legalmente el caso a tenor
de la disposición contenida por el art. 1113 del Código Civil. Óptica bajo la cual
corresponde examinar el material probatorio existente, a fin de establecer si se ha
logrado desvirtuar la presunción legal que pesa en contra de los emplazados; en
que el agua estancada carece de autonomía para dañar y por tanto, no puede
considerarse a una laguna como "cosa riesgosa" en sí misma. Nada parecido dijo al
contestar la demanda ni al alegar sobre la prueba producida; lo cual sólo resulta
entendible, en razón de su permanente alusión al diligente actuar de su parte cuando
encargó a BAIRES cercar los terrenos con un alambrado de seguridad y vigilar sus
adyacencias para prevenir el acceso de personas al lugar, además de tener que instalar
en su perímetro carteles de advertencia sobre el peligro representado por la inmersión
en sus aguas.
A contrario de su actual postura elusiva, la sociedad propietaria del
predio tuvo razón en preocuparse por la amenaza que acechaba a los desapercibidos
paseantes que se acercaran a la laguna. Porque la potencia dañosa que encierra una
cosa no depende necesariamente de su movimiento: aún inerte puede ser una causa
activa del daño por su circunstancial ubicación con relación al movimiento de las
demás cosas o personas, especialmente si su dueño o guardián no adopta las mínimas
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Como bien acota Bustamante Alsina, "un esfuerzo de sistematización
nos permite ubicar en un sector las cosas que normalmente no son peligrosas, y en
otro sector, aquéllas que son normalmente peligrosas". Estas últimas son las que
tienen autonomía para dañar y a su vez, "pueden ser clasificadas en cosas que tienen
un peligro estático y otras cuyo peligro es dinámico. El peligro estático es el de
aquéllas que conllevan en sí el riesgo (latente) pero requieren un factor extraño para
la correspondiente tapa-rejilla. Porque, al igual que la laguna en que derivara el
enorme socavón abierto a raíz de la extracción de tierra destinada a la construcción
del "Camino del Buen Ayre" (v. el testimonio de los técnicos del CEAMSE vertido a
fs. 505 y 506), se trata de cosas inertes que funcionan como trampas colocadas en si-
tuación de poder ocasionar daño no obstante hallarse en reposo. "En este caso el daño
no es causado por el vicio o riesgo de la cosa, sino por el hecho del hombre con la cosa
que colocó de un modo imprudente; su responsabilidad está regida por la primera
parte del agregado al art. 1113, y se presume la culpa del dueño o guardián de la
cosa" (v. ídem, Nº 1047 - pág. 405).
Es decir, cuando se permitió enclavar ese peligroso espejo de agua sin
mantener luego el debido resguardo, se creó el riesgo que operó como la causa inme-
diata del daño. Por cuanto aquél configura por sí mismo la necesaria relación de
causalidad adecuada que produjo el deplorable resultado, si se lo entiende en función
de la posibilidad abstracta y objetiva con la que se hubiera evitado la muerte del
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sabilidad Civil al Finalizar el Siglo XX", rev. La Ley del 5/5/97, pág. 3).
VI.- Llegados a este punto, no es ocioso acotar la plena conciencia que
desde larga data tuvieron los directivos del CEAMSE sobre la situación de extremo
peligro que subsistía para la gente, a consecuencia de no existir un sólido alambrado
de seguridad que rodeara la laguna ni una vigilancia adecuada que impidiera el ac-
ceso a ella de eventuales intrusos. Mientras esto ocurría, se contentaron con mantener
haberse implementado con materiales endebles.
Ilustran sobre estos aspectos, la secuencia de notas que
intercambiaron las dos entidades entre sí en el curso de la negociación que entablaron
a partir del primer semestre de 1986. Fue a iniciativa de la empresa locataria que
pretendía el cese de aquella obligación contractual, argumentando la total ineficacia
de la vigilancia pactada debido a que no podía evitar los continuos robos del
alambrado con sus postes y ello tornaba absurda la reposición del cercamiento inicial
que fuera sustraído. Esta negociación adquirió caracteres de confrontación a partir
del día 25 de enero de 1989, cuando acontece el primer accidente donde pierde la vida
el menor José Luis Díaz en las mismas circunstancias que el ocurrido al joven Meza.
Lamentablemente, fue un enfrentamiento que no derivó en una mayor protección
para los habitantes de la zona, sino que por el contrario, terminó otorgándole a la
locataria la puntual eliminación de las anotadas obligaciones de seguridad y vigilancia
puestas a su cargo en el contrato en disputa (el 19/11/90, fs. 266/268) y a partir de allí
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416/421), referida a "un lote de terreno sito en el Partido de Gral. San Martín de
aprox. 4 has." (artículo Primero). Diferencia suscitada porque acordaron integrar el
precio fijado en un canon determinado (artículo Cuarto), con una obligación de hacer
puesta a cargo de la locataria, consistente en colocar y mantener un alambrado
perimetral, pero no solamente en el lote objeto de la locación (individualizado con la
letra "B"), sino también en la superficie mayor que lo comprende (individualizada
sea nadando o en bote, tal como se señaló oportunamente en la Carta Documento del
22 de noviembre de 1985 y últimamente, además se ha constituido por su contrafrente
en un arrojo indiscriminado de basuras" (Carta Documento glosada a fs. 149 de la
causa "Díaz, J. E. c/Cinturón Ecológico Área Metropolitana Sociedad del Estado
s/Sumario" que corre por cuerda; expediente al cual también pertenecen las siguientes
fojas que se mencionan con relación a este tópico).
De ahí que la respuesta de BAIRES no se hizo esperar y tras alegar la
reiterada desaparición furtiva del alambrado por la ineficaz vigilancia pactada para
la totalidad del predio, propuso rever las cláusulas contractuales a fin de restringir su
ámbito de responsabilidad al terreno de 4 has. donde tiene instalada su Planta
Transmisora (v. nota de fs. 150/151). Las conversaciones al respecto comenzaron el
16/5/86 (v. cartas de fs. 152 y 153), pero dos años después aún no se habían puesto de
acuerdo y luego de reiterar que "ha quedado en evidencia la total imposibilidad de
evitar el reiterado robo del alambrado perimetral", es la misma locataria quien plan-
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permanente" (v. la nota de fs. 154/155 y las cartas de fs. 158 y 162). En buen romance,
sostiene que aun estableciendo una relación causal conjetural a partir de intentar un
comportamiento alternativo adecuado a lo pactado, igualmente no se hubiera
impedido la producción del daño (la primera muerte).
VIII.- Así las cosas, deviene obvio señalar que más allá del rechazo
por el CEAMSE al aludido incumplimiento de tales medidas, lo cierto es que al cabo
Si tal como informa la División Catastro del Gobierno local, "la Villa
denominada Ciudad Jardín El Libertador se encuentra catastrada en su totalidad
como zona urbana" (fs. 593 vta.) y el sector perteneciente al CEAMSE -perfectamente
delimitado en el plano glosado a fs. 596-, es un área de "Equipamiento Deportivo"
destinada a la recreación activa de la población (fs. 597 vta.), la solución surge
directamente del Anexo Reglamentario de aquel plexo normativo -"Sección Segunda,
de los Cercos"-, cuya parte pertinente estipula lo siguiente: "13) Cercos: En todos los
predios del Partido sin edificación total o parcial sobre la línea municipal, es obli-
gatoria la construcción de cercos...". "14) Cercos en predios baldíos: Deberá ser de
albañilería 0,15 mts.; pilares de o,30 x 0,30 mts. cada 3 mts. de separación, o
estructura de resistencia equivalente." "En las zonas 12, R3, Re1, Rc1, Rc2, el cerco
se podrá realizar de alambre tejido sostenido por marcos y/o pilares metálicos, de
hormigón...". "El interior del predio se deberá mantener en perfecto estado de higiene
y salubridad, caso contrario, la Municipalidad podrá intimar al propietario a
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Su consecuencia fue que, en lugar de adoptar estas medidas
definitivas para aventar la posibilidad de que la situación existente vuelva a cobrar
otra vida, el ente estatal se remitió a insistir pasivamente en la ejecución de las
previsiones pactadas (v. Carta Documento de fs. 185/186). Es más, con posterioridad
al primer deceso, la locataria pasó a cumplimentar únicamente la precaria ronda de
una persona por turno convenida para desplazarse alrededor de las 40 has. que
responsabilidad civil con miras a cubrir la incidencia económica de los accidentes que,
lógicamente, se seguirían produciendo. Y manifiesta no sin cierta lógica, "que ha
llegado el momento que el CEAMSE rellene esas lagunas y haga desaparecer el peligro
que representan" (fs. 189/193 del citado expte. civil tramitado en sede capitalina).
IX.- Lo anotado en el párrafo precedente explica la ausencia de
carteles de aviso o alambrados de defensa desde la época de aquel accidente ocurrido
el 21/1/89; así como el desconocimiento de los vecinos -por no haberlos visto nunca-,
de la presencia de algún guardia privado o policial (v. ídem, testimonios de fs.
512/515); el propio empleado de vigilancia que dijo realizar una recorrida dos o tres
veces por día, respondió "que en la parte de la laguna a la época del accidente no
había alambrado ya que lo habían sustraído" (fs. 640 de los presentes actuados).
Por otra parte, es el mismo cuadro de situación al que asiste el
Comisario Víctor O. Fogelman inmediatamente después de ocurrida la muerte del
menor Meza (v. su informe sobre la inspección ocular, a fs. 5 del expte. penal que
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alambrado -o tejidos y postes remanentes de su colocación-, ni de carteles que alerten
sobre la prohibición de ingreso y el peligro existente (ídem, fs. 6).
Situación que subsiste al evacuarse -el 4/2/92- la pericia técnica
anticipada (fs. 53), que se repite en estos autos el 28/9/93, cuando el mismo Ing.
Sverdlik insiste: "La ex-tosquera ahora totalmente colmada de agua, no se encuentra
señalada como peligrosa ni existe restricción alguna para el baño en la laguna arti-
y acceder caminando sin inconveniente alguno por la Avda. Libertador hasta el borde
mismo del agua; salvo cuando tuvo que sortear un sector utilizado como depósito de
automotores abandonados y basuras de todo tipo; que junto con otros montículos
diseminados en derredor, seguramente se han convertido en agresivos focos de
polución ambiental para quienes habitan la urbanización aledaña, cuyas casas
modestas pero de material, están construidas sobre la calle lindante ubicada a escasos
50 mts. de ese lugar.
X.- Lo dicho hasta aquí pone de manifiesto la poca seriedad,
consecuente ineficiencia y final abandono de los medios puestos en práctica para
evitar el uso de la citada cosa riesgosa. Panorama que, en mi parecer, convoca
también la plena aplicación de la normativa prevista para regir la culpa de quien
ocasionó un daño a otro (arts. 512 y 1109 del Cód. Civil), ya que según se ha de ver,
la forma en que realmente aconteció el luctuoso suceso excluye la exoneración, así sea
parcial, establecida en el último párrafo del art. 1113 del mismo cuerpo legal.
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"Responsabilidad por Riesgo", Ed. Hammurabi - Año 1987, pág. 41/42). Como en este
caso está fuera de duda que no se dan las condiciones que hubieran habilitado el
planteo del caso fortuito o la culpa de un tercero por el cual no se deba responder, la
defensa del CEAMSE consistió en sostener que hubo culpa de la víctima porque ésta
se habría internado desaprensivamente en un predio privado y, contra toda evidencia
del peligro que corría, asumió un riesgo de vida al sumergirse en las aguas que
pretendido discernimiento que tendría Ariel Meza en orden a la comprensión de los
actos ilícitos y para eludir el peligro que lo amenazaba -en los términos del art. 921 del
Cód. Civil-, cede ante la inexistencia de un cartel que se lo advirtiera, o al menos, que
le indicara la argumentada ajenidad del sitio al ámbito público, ya que tampoco había
-ni hay aún hoy- ningún obstáculo que siquiera propiciara el ingreso subrepticio
contra la voluntad de su guardián. Es decir, en tales condiciones sería un dislate
jurídico responsabilizar a la víctima; por la sencilla razón de que no basta para ello
que la cosa haya sido usada sin autorización o en ausencia del responsable, sino que
debe haber oposición expresa o tácita de su dueño o guardián (cfr. Belluscio-Zannoni,
"Código Civil y Leyes Complementarias", Capítulo a cargo de la Dra. Aída
Kemelmajer de Carlucci, Ed. Astrea, 1984, TºV-pág. 571).
XI.- Lo que sí se podría predicar, es que sus padres pudieron haberlo
disuadido de ir a pescar y no lo hicieron teniendo el deber de hacerlo -así lo entendió
el "a quo" al endilgarles el 10% de la culpabilidad por el que viene en queja la parte
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razonamiento. Me refiero al testimonio del vecino Claudio Raúl López -única persona
presencial del hecho que depone en autos (fs. 502)-, cuya transcripción resume con
elocuencia lo sucedido: "Contestó que presenció el accidente. Que el declarante
concurría por primera vez al lugar ya que iba a ver a su hermana María de Jesús
López, que vive en el Barrio Libertador a media cuadra de la laguna. Que el de-
clarante llegó a la laguna acompañado de una sobrinita, en esas circunstancias había
jugaban que se ahogaban e invitaban a Meza para que se metiera y éste no quería.
Posteriormente, al ver que el menor Heleno parecía que verdaderamente se ahogaba
es que se tira Meza al agua, que la distancia era aproximadamente de un metro y
medio. A esta altura el dicente aclara que Marito tenía entre 8 y 9 años, que Heleno
tenía unos 14 años al igual que Meza. Que este Meza pudo sacar a Heleno, pero aquél
no pudo salir del lugar, pese a los esfuerzos que hacía manoteando. Que
posteriormente vinieron los bomberos y rescataron el cuerpo de Meza, ya muerto, de
mismo lugar donde había desaparecido. Que quiere aclarar que Meza al arrojarse al
agua se tiró vestido, además con zapatillas, que desea dejar constancia que se había
sacado la remera y al arrojarse tenía puesto un pantalón largo".
La extensa cita se justifica porque resulta perfectamente creíble en el
contexto en que sucedió el hecho y pone claramente de resalto que el único motivo por
el que Meza asumió voluntariamente el peligro de ingresar a la laguna y consintió
arriesgar su integridad física, no fue otro que la imperiosa necesidad de auxiliar a su
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circunstancias, y conforme a ellas, una reflexiva decisión para que al par que logre
éxito en su abnegado propósito, no se encuentre en situación de no poder pedir
reparación por el daño que eventualmente sufra" (cfr. Bustamante Alsina, op. cit., Nº
311 - pág. 164; v. referencia al pie, en igual sentido, el pensamiento de Alberto Trigo
Represas en "El acto de abnegación y la reparación de los daños sufridos por su
autor", public. por la revista del Colegio de Abogados de La Plata, Año 1, Nº 2, Tº 1,
la medida que su único acto cuestionable -haber saltado al agua sin saber nadar-
recién se produjo una vez consumado el "hecho de la cosa" -no es otro que el peligro
concreto corrido por su amigo Heleno- y que su intervención en la ocasión, tuvo el
claro designio de auxiliarlo al verlo en trance de perder la vida.
Desde luego, no estoy postulando una tesis original. Ya hace más de
cuatro decenios lo sentenció con absoluta precisión el Dr. César A. Bustos en su con-
dición de Ministro de la Corte Suprema Provincial, al preguntarse: " ¿Es posible,
entonces, dictar sentencias en que el derecho aparece contrariando a la equidad? ¿Es
admisible que el sentido humano de los jueces, acorde con la sensibilidad
contemporánea, encuentre encomiable y plausible el mismo acto que descalifican en
la decisión que pretende reparar la injusticia creada por la comisión de un acto
antijurídico en el que fue el héroe?. Me resisto a considerar tales hipótesis. Los
juristas -lo ha dicho Josserand (II - 1, pág. 441)- 'deben vivir con su época si no
quieren que ésta viva sin ellos'. El argumento valedero para mí, pues, es el de que
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15/10/57, L.L. Tº 92-477).
La disquisición del "a quo" no contradice esta posición, sino que
simplemente omite tratarla. Su razonamiento sigue otro rumbo, sin advertir que más
allá del grado de ilicitud que se pueda derivar de la presencia del menor en la orilla
misma de la laguna y de que haya decidido pescar con o sin la autorización de sus pa-
dres, lo decisivo es que el haber estado allí no fue la causa idónea de su muerte por
defectuosidad es posible atribuir la consecuencia perjudicial, no es otra que el auxilio
altruista que le prestó a su amigo Heleno para salvarle la vida a costa de la suya
propia. Y aunque más no sea por eso merece la máxima protección del Derecho,
correspondiendo relevar a su conducta de cualquier incidencia tributaria de la noción
de culpa.
XII.- Continuemos mirando el caso desde el punto de vista de la
responsabilidad objetiva. Habiendo quedado fuera de duda que el CEAMSE es la
sociedad propietaria del terreno donde se formara la laguna y que como tal, es quien
debe responder por el daño producido al no haber acreditado la intervención de una
causa ajena al riesgo de la cosa, nos queda por dilucidar si había trasladado su guarda
a Difusora BAIRES por virtud del contrato de locación que celebrara con ella; dado
que sólo "en principio, el dueño es guardián de sus cosas" (cfr. Dra. Kemelmajer, ob.
cit., TºV-pág. 473).
No se me escapa que ha habido una evolución constante de la doctrina
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derivados de las cosas inanimadas, aún hoy no es sencillo determinar pautas claras
que proporcionen una propuesta tan abarcativa que no sea la resultante de un
examen concreto en cada caso particular (v. la extensa clasificación ejemplificativa del
régimen de responsabilidad que fue adoptando la jurisprudencia, según fuera
seleccionada por Salas - Trigo Represas en "Código Civil Anotado", Ed. Depalma,
1984, TºI-págs. 606/613).
Paralelamente, también se dispuso que "En la zona arrendada, el Locatario tendrá
todos los derechos que la ley le acuerda, no así en la restante fracción que no integra
la locación por ante la cual el CEAMSE garantizará el derecho de libre acceso, como
contrapartida de la obligación de mantener la seguridad y vigilancia en la zona
alambrada mencionada con la letra "A", designando a tales efectos una persona en
forma permanente. El incumplimiento de esta obligación, previa intimación de 10
días, será causal de la rescisión del contrato" (artículo Noveno).
Siendo así, hay que computar por un lado que el locador se reservó la
tenencia material de la cosa riesgosa y por otro, que mantuvo su gobierno y el control
del efectivo cumplimiento de las medidas de seguridad acordadas; por cuanto el
locatario nunca tuvo el ejercicio autónomo e independiente del poder fáctico de
ejecutarlas, sujeto como estaba a la supervisión y rescisión contractual al arbitrio del
dueño. O sea que no hubo una transferencia de la guarda jurídica, que es lo que
interesa, dado que el poder de dar órdenes relativas a la superficie "A", su eventual
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XIII.- Es más, según hemos visto a tenor del enfrentamiento
mantenido entre ambas partes del contrato por la desaparición del cerco perimetral,
ya el 12 de abril de 1989 la empresa BAIRES había alegado su imposibilidad de
reponerlo -junto a que era inútil la vigilancia que le fuera encomendada-; y de hecho
desistió de repararlo, justificando la suspensión de su prestación al respecto mediante
la teoría de la imprevisión (v. fs. 189/193 del expte. civil acollarado). Frente a lo cual
hecho el locatario ya había desistido de reponer el cercamiento; de modo que su
expresa comunicación de ello al locador sólo le podía irrogar la réplica de éste en los
términos convenidos. Sin que la omisión de su oportuna sanción por el CEAMSE
pueda modificar la significación "res inter alios acta" que tiene para los terceros la
situación creada, ni que el alcance de su discusión pueda interesar a otros que no sean
los dos contratantes ("Los contratos no pueden oponerse a terceros, ni invocarse por
ellos" art. 1199 C.C.).
La relación contractual en trato no otorga sustento, entonces, al
supuesto de concurrencia de responsabilidad, porque en los términos de la supervisión
que se reservara ejercer el locador, la actitud remisa del locatario en el cumplimiento
de su obligación accesoria viene a configurar la culpa de quien actúa bajo la
dependencia de su comitente. Y por lo tanto es el principal quien debe responder, sea
porque se entiende que la ley presume que la culpa es suya -"in eligendo" e "in vi-
gilando"- sin admitir prueba en contrario (cf. Henoch Aguiar, "Hechos y Actos
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caso del contratista de una obra en la que el dueño se reserva algún contralor en su
ejecución, Nº 947). En consecuencia no cabe extender la condena que ha de recaer en
el presente juicio a Difusora BAIRES S.A., más allá que haya sido citada e intervenido
en el proceso con un carácter distinto al del tercero adherente simple y como tal,
igualmente encuadre en los términos del art. 94 y sgtes. del código ritual.
XIV.- Entrando al análisis de los daños, la demandada se queja por
$ 220.000 previstos en concepto de "valor vida" y estima que es absurdo en función
de la gran diferencia que se observa con la generalidad de esos precedentes, así como
si se coteja la significativa renta que obtendría su inversión bancaria; reconoce que
en concepto de daño psíquico pueda fijar el juzgador un monto prudencial, pero no
los $ 25.000 ya discernidos con la inclusión del tratamiento de patologías cuyo origen
es ajeno a las consecuencias del hecho de autos; y por último, descalifica el valor del
daño moral fijado en $ 180.000, apelando nuevamente al método comparativo para
mostrar la clara desproporción que esa cifra exhibe con la de otros antecedentes que
atendieron situaciones semejantes.
El abordaje de esta temática me lleva necesariamente a efectuar un
breve repaso de su tratamiento en el escrito de demanda, dado que ningún cambio
advirtió ni propuso la actora tras producirse las medidas de prueba, al punto que
éstas no provocaron su interés por alegar sobre su resultado (v. fs. 908 y 935). Allí
reclamó por el primer rubro aludido la suma de $ 1.200, por el segundo y el último la
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sentencia". Además consignó la vigencia de la Ley de Convertibilidad, a fin de
requerir la actualización monetaria en el caso de que fuera derogada (fs. 7/8 vta.).
a) El precedente repaso vale para señalar que, aún cuando es
innecesario demostrar el gasto de sepelio por su obvio reconocimiento en caso de
muerte, y que su fijación mediante el prudente arbitrio judicial se deriva de la
ausencia de prueba documental a la cual se deba sujetar el importe a otorgar por ese
En consecuencia, he de proponer a mis distinguidos colegas conceder razón al quejoso
en lo que a este punto atañe y reducir el monto estimado por el sentenciante hasta al-
canzar el nivel que fuera solicitado por los interesados para indemnizar este rubro.
b) Un criterio más riguroso es el que he de sostener en cuanto al
llamado "valor vida". Nadie puede discutir que la vida humana, así como las
aptitudes de la inteligencia y del espíritu, la habilidad técnica y la misma belleza del
rostro o del cuerpo -tal como se afirma de manera concisa pero elocuente en un
reciente fallo de la CNCiv., Sala "F", public. en Rev. La Ley del 6/8/97, pág. 9-,
representan un valor económico en cuanto son instrumentos de adquisición de
ventajas económicas. La vida es potencialmente la fuente de ingresos económicos y de
ventajas patrimoniales susceptibles de formar un capital productivo, pero esa vida no
esta en el comercio, vale por los frutos que esa actividad produce. Esto no significa
que la desaparición de alguien no perjudique a otros. La privación de los beneficios
futuros que la vida del causante podría reportar a otros seres constituye un daño
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homicidio", ED Tº 124-647).
De manera que si ese fue el patrón de medida utilizado por quienes
tuvieron la óptica más cercana para evaluar la negativa incidencia patrimonial que
les irroga la muerte de Ariel W. Meza, en primer lugar, no parece serio incrementar
el pedido concreto de los interesados -me refiero a sus progenitores, ambos personas
de trabajo, de 37 y 41 años al momento del hecho-. Especialmente, porque en el legajo
mostraba aplicado en sus estudios primarios (fs. 700/701 vta.), sin perjuicio de ser
oriundo de un hogar humilde (v. inc. s/beneficio de litigar sin gastos)-, con la
específica repercusión que su imprevista y traumática desaparición tuvo en la
actividad productiva de su padre. En el decir de Bidart Campos, "...no creemos que
esa cuantificación del perjuicio deba atender únicamente a la fuente de recursos que
por la muerte desaparece en detrimento de otras" (v. "El deber estatal de cuidar la
vida", Rev. E.D. del 27/6/95-pág. 5). Prueba de lo cual, la encontramos en las
conclusiones de la pericia psicológica cuando expresa lo siguiente: "La muerte de
Ariel provocó en el Sr. Meza un estado de shock que le hizo desinteresarse por su
mundo exterior y limitó... su capacidad laboral y por lo tanto sus ingresos" (fs. 476).
En definitiva, atento que el monto por el rubro en estudio fue dejado
librado por los actores a lo que fije el juzgador al momento de dictar sentencia y que
la suma de $ 53.500 comporta una dimensión adecuada a los parámetros que juegan
en relación con las perdidas posibilidades de la víctima y la situación personal y social
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psíquico indemnizable por considerar que la neurosis previa atribuida pericialmente
a los actores es ajena a la reparación en trato, me mueve a reflexionar que no todas
las personas reaccionan igual ante los mismos acontecimientos. Y es precisamente por
ello, que se debe tener en cuenta lo que en términos psiquiátricos se denomina
"personalidad de base"; es a partir de las características "obsesivas" o "depresivas"
que la perito detectó en los padres del causante, que se puede evaluar la mayor
provocando un estado de desequilibrio; la posibilidad de aceptación y de respuesta
frente a la realidad va a estar determinada por las características particulares de cada
individuo" (fs. 478 vta.). "En el presente caso se puede afirmar, sin lugar a dudas, que
el hecho de autos fue el desencadenante de los cuadros descriptos" (fs. 486 "in fine").
De modo que encuentro plenamente justificado el apoyo terapéutico
indicado por la idónea a "ambos demandantes en forma individual, de una duración
no menor de dos años, con una frecuencia de dos veces por semana, estableciendo los
honorarios por sesión... en la suma de $ 60.-" (fs. 476). Y por ello estimo razonable los
$ 25.000 previstos en el pronunciamiento en crisis para solventar el tratamiento que
habrá de requerir la recuperación psíquica de José L. Meza y Ramona N. Correa de
Meza.
d) En cuanto al daño moral se vuelve a plantear la misma
incongruencia sin fundamento que apuntáramos en orden a lo decidido por el juez de
grado relacionado con el reclamo de los afectados. En consecuencia he de proponer
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es el dolor o sufrimiento que se padece por la intempestiva muerte de un hijo, estimo
que corresponde definir este rubro con el concreto importe de $ 75.000; teniendo en
cuenta la naturaleza resarcitoria del daño moral y que su reparación no tiene
necesariamente que guardar relación con el daño material.
XV.- Por lo hasta aquí expuesto, emito mi voto en el sentido de
revocar la sentencia recurrida en cuanto al porcentual de exención de responsabilidad
estatal -cuyo capital social se reparte por partes iguales entre la Municipalidad de la
Ciudad de Buenos Aires y el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires- como su
obligación de pago, se encuentran comprendidos en el régimen de consolidación de la
deuda pública aplicable de oficio (arts. 1º, 2º y 16º de la ley 23.982), razón tuvo el Juez
de grado al establecer la cuestionada aplicación de sus disposiciones respecto de los
intereses computables a partir del 1º de abril de 1991 -fecha de corte establecida en
ese mismo cuerpo legal-. Sin que le quepa a esta alzada pronunciarse sobre los
devengados desde el momento del hecho, habida cuenta que tal omisión fue
consentida por la parte actora. Las costas se deben imponer a la demandada vencida;
con salvedad de las ocasionadas por los recursos examinados, las que corresponde
distribuir entre ambas partes con un 50% a cada una por haber sido desestimados en
la misma proporción sus agravios en esta instancia (arts. 68 y 71, CPCCN).
XVI.- El pormenorizado repaso de las constancias del legajo puso
sobre el tapete que la demandada no sólo es responsable debido a que es titular de la
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se le arrojan y los basurales que proliferan a su alrededor-, sino también por haber
quebrantado las normas que rigen desde hace 19 años el cercamiento de los inmuebles
en las zonas urbanas del Municipio de General San Martín.
Difícil de entender si pensamos que, precisamente, el "Cinturón
Ecológico Área Metropolitana Sociedad del Estado" fue creado para prestar un
servicio público, de interés general, cual es la disposición final de los residuos
Semejante desatino ha provocado la muerte de dos niños en el lapso
que va de enero de 1989 a octubre de 1990 y sólo por casualidad el mayor deterioro
que se produjo en el lugar desde entonces no ha cobrado nuevas vidas. Lo cual
evidencia que existe una manifiesta falencia en el ejercicio del poder de policía local,
no pudiéndose menos que compartir la tesitura de quienes sostienen que "Las técnicas
indemnizatorias, de pura reintegración patrimonial, no son por sí solas suficientes pa-
ra suplir la ausencia de controles directos sobre la actividad dañosa, destinados a
detener en forma inmediata sus efectos nocivos" (cfr. Augusto M. Morello y Gabriel
A. Stiglitz en "Responsabilidad civil y prevención de daños. Los intereses difusos y el
compromiso social de la justicia", en La Ley 1987-D-366/7). Muestra elocuente de lo
cual, es el referido reemplazo de las medidas de seguridad acordadas respecto del
predio de autos por un seguro de responsabilidad civil que garantiza "los accidentes
a terceras personas que ocurrieran con motivo de la laguna existente" (fs. 362/363);
consagrándose de esta manera, la instalación de una amenaza permanente para la
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-llevadas a cabo en la ciudad de Mercedes, San Luis, hacia el mes de agosto de 1991-,
cuando se declaró lo siguiente: "La figura del juez ideal ha trazado un arco que va
desde el juez 'boca de la ley' al 'juez teleólogo' para concluir con el juez 'con
responsabilidad social'. Por ello es que, en la actualidad, al lado de las tradicionales
facultades oficiosas de los jueces en materia procedimental existen la facultades
oficiosas de los jueces en el campo de la responsabilidad y solidaridad sociales" (cit.
lo conducente a procurar que tales perjuicios no se reiteren" (ob. cit., pág. 1278); y
nos recuerda que, además de comentarios doctrinales, ya existen decisiones judiciales
que recogieron la sabia anticipación de Henoch Aguiar propiciando una postura muy
afín a la "función preventiva de daños" que hoy se le atribuye a los jueces, al plantear
que no advertía cuál principio de derecho se opondría a la supresión de la fuente del
daño, cuando su permanencia continuará indefinidamente provocando nuevos
perjuicios y dando lugar a nuevos resarcimientos; para concluir en que, "mantener
una situación semejante en desmedro del orden jurídico constantemente alterado por
la subsistencia del hecho capaz de dañar, importaría tanto como crear el derecho de
perjudicar si al lado se impone la obligación de resarcir" ("Hechos y Actos Jurídicos",
Ed. TEA, TºIV-172).
En este sentido cabe colacionar aquellos primeros fallos dictados
también en el marco de una acción de daños y perjuicios motivada por el fallecimiento
de niños ahogados en una acumulación artificial de agua propiedad del demandado
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Nacional-Ejército Argentino" rta. el 8/8/88, E.D. Tº131-137; C.Civ. y Com. de San
Isidro, Sala "E", en la causa "S., M. A. y otra c/Municipalidad de Tigre" rta. el
17/2/94, L.L. Buenos Aires Nº894-983), ya que requirieron de una actividad creativa
por parte de sus autores para poder superar la falta de legitimación activa denotada
en esos procesos por el nudo ejercicio del derecho subjetivo circunscripto al reclamo
resarcitorio y la aparente contradicción planteada entre la debida tutela ex-officio de
los dos primeros fallos, los lúcidos y atinados comentarios de los profesores Morello,
Stiglitz, Herrendorf y Bidart Campos).
XVIII.- Tal cotejo permite recoger el profuso y calificado bagaje
doctrinario acopiado para sustentar la aplicación analógica del Código de Minería,
en cuanto faculta al juez "en caso de sobrevenir algún accidente que ocasione muerte,
heridas o lesiones u otros daños" a "adoptar las medidas necesarias para hacer
desaparecer el peligro; valiéndose al efecto del ingeniero o perito que exista en el
asiento minero" (art. 289).
Entiendo que así resulta aplicable con un criterio equilibrado, a la vez
que prudente, la normativa vigente. Por un lado, no advierto que aparezca violentado
el principio de congruencia al punto de afectar la garantía de la defensa en juicio,
porque si bien el actor se limitó a esgrimir su pretensión resarcitoria, el ente estatal
propietario de la laguna y los terrenos circundantes repitió en todo momento su
preocupación por reponer las medidas de prevención que fuere menester para
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encargado de administrar justicia, ante la disyuntiva de eludir nuestra responsabili-
dad permaneciendo impasibles ante la inminente causación de un nuevo e irreparable
daño a terceros inocentes o de asumir la iniciativa conforme a derecho, de tutelar im-
portantes intereses colectivos en los que se halla implicado el orden público.
Todos sabemos que la sociedad no puede prescindir de un sinnúmero
de iniciativas de naturaleza riesgosa -entre las cuales se encuentra la extracción de tos-
adoptado en pos de la plena y armónica concreción de la vida en sociedad.
Desde esa perspectiva, cabe asignar a quienes afrontan tales
emprendimientos un deber objetivo de cuidado para lograr su imprescindible
adecuación social; deber que consiste, simplemente, en implementar las medidas de
seguridad impuestas por la peculiaridad del riesgo creado y por la forma en que
normalmente se comportan a su respecto los miembros de la comunidad. Y lejos de
fallar ultra petita, conminar su ejecución sólo implica revertir la inexplicable lenidad
que ha permitido la subsistencia durante tantos años de un poderoso factor de riesgo
comunitario en abierta infracción a la normativa vigente.
XIX.- También, para prevenir que se reiteren supuestos como el
presente, los jueces contamos con la generosa cobertura que introdujo la reciente
reforma constitucional, al disponer que "Todos los habitantes gozan del derecho a un
ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano..." (prioritariamente, se
refiere a aquél que no atente contra la vida ni la integridad física de las personas) "...y
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Al respecto me parece útil transcribir la opinión erudita de Bidart
Campos, porque la comparto a pleno y es conducente a la solución en ciernes:
"Después de enunciar como derecho de todos los habitantes el de gozar de un
ambiente sano, la norma les adjudica el deber de preservarlo. Se trata claramente de
un deber jurídico -y jurídicamente exigible- de todos y de cada uno que, por la
naturaleza de la cuestión involucrada en aquel derecho y en este deber, nos convierte
-y a todos los jueces, seguramente también a los que no son ni sean más que órganos
de tribunales administrativos, como los de faltas-; y, descendiendo, a todos los
organismos y reparticiones estatales, más los órganos extra-poderes, como el Defensor
del Pueblo y el Ministerio Público".
"Cuando la norma dice que estas 'autoridades' proveerán a la
protección de 'este derecho' al ambiente sano, apunta no sólo a la obligación de
omisión para no dañarlo, sino a prestaciones positivas para elaborar todo cuanto hace
falta en orden a preservarlo, a evitar que otros lo alteren o destruyan, a recomponerlo,
etc., y para exigir de los particulares cada deber concreto en cada circunstancia en la
que el ambiente quede comprometido o perturbado".
"El uso del verbo 'recomponer' puede suscitar dudas sobre su
alcance; en primer lugar, como estamos acostumbrados a hablar más bien de
reparación, hemos de decir que la alusión a la recomposición no sustituye ni elimina
la reparación; en segundo lugar, es evidente que si recomponer equivale a componer
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reparación del daño que se ha causado; en cuarto lugar, derivar a la ley la obligación
de recomponer no implica, necesariamente, que la ausencia de ley impida la aplicación
directa e inmediata de la norma constitucional, al menos en lo que se interprete como
su contenido esencial".
"A todo el art. 41 le asignamos como mínimo una presunción de
operatividad. Que es necesario conferirle desarrollo legislativo, no lo negamos; lo que
tantes al ambiente, hacer cumplir el deber de preservación que se les imputa, tanto
como el de las autoridades para proveer a la protección. Los jueces son 'autoridades',
y la tutela que han de prestar no puede quedarles impedida por insuficiencia o
ausencia de la ley. Cuentan con la constitución, y han de cumplirla" ("Tratado Ele-
mental de Derecho Constitucional Argentino", Ediar 1995, TºVI-págs. 298/300).
En tal cometido, entonces, me hago eco en lo sustancial de las
iniciativas propuestas por los Dres. Leopoldo Schiffrin y Juan Furst -acordadas por
sus distinguidos colegas de Cámara en las respectivas causas a las que hicimos
alusión-, a fin de que el CEAMSE proceda al inmediato saneamiento y eficiente
cercado del fundo en cuestión, amén de tomar todas las otras medidas que fueren
necesarias para evitar la repetición en el futuro de hechos como el de autos en la
laguna "Libertador", de conformidad con la prescripto al respecto por la Ordenanza
2209/78 de la Municipalidad de Gral. San Martín. Para que el plazo de 60 días desde
la notificación de la presente resolución, sean ejecutadas las obras fundamentales que
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Anexo Reglamentario, "Sección Tercera-Disposiciones comunes", de la referida
ordenanza: "19) Construcción o reparación de cercos y aceras: El Departamento
Ejecutivo podrá disponer el saneamiento y/o construcción de cercos y aceras, de lotes
o fracciones de terrenos baldíos o edificados que se hallen en estado de abandono o
deterioro y/o que por razones de seguridad e higiene afecten los intereses de la
comunidad. Los trabajos serán realizados a cargo del propietario, por administración
corresponde en función del rol tuitivo de los intereses de la minoridad y de la sociedad
en general que tienen asignados (arts. 629 y 630, C.C.; arts. 78 y 79, Ley provincial
Nº 5827).
El señor Juez Dr. DANIEL MARIO RUDI, dijo:
I. RESPONSABILIDAD
1. El sentenciante condena al CEAMSE como dueño de una cosa
peligrosa, excluyendo la responsabilidad del locatario (DIFUSORA BAIRES SA), con
fundamento en el art. 1113, 2do. párr. del Digesto Civil (sent., considerando II, f.
938v-941v). Aunque limita la responsabilidad al 90%, pues le imputa un 10% a los
demandadores, por interpretar que fue una causa concurrente la participación de la
víctima en el accidente, y la imprudencia de los padres (culpa in vigilando; sent.,
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(e.a. CEAMSE, II, f. 972-973v); (ii) el comportamiento del menor y de los padres, que
de ninguna manera puede establecerse en un 10% de la responsabilidad global (e.a.
CEAMSE, III, f. 973v-975); (iii) la omisión de control del locatario con la obligación
de alambrar el predio donde se hallaba la tosquera y mantener la seguridad y
vigilancia, que hace necesario que haya decisión sobre el grado de responsabilidad de
DIFUSORA BAIRES SA en el hecho (e.a. CEAMSE, III, f. 975-977v). Los actores
y por los fundamentos del anterior sufragante, ADHIERO a la solución de
CONFIRMAR la apelada sentencia de f. 937-948v en cuanto CONDENA al
CINTURÓN ECOLÓGICO ÁREA METROPOLITANA SOCIEDAD DEL ESTADO
por el accidente fatal del menor MEZA en la cava de la accionada (primer voto,
considerandos IV á X). Por su naturaleza de cosa "normalmente" peligrosa, y a la que
aún hoy (siete años después del siniestro), se accede sin ninguna dificultad desde la
avda. Libertador, según la personal experiencia en el lugar del Juez Dr. MANSUR,
que exime de cualquier otro comentario (primer voto, considerando IX; CC, art. 1113,
2do. párr., 1ra. regla). Luego, el agravio del demandado CEAMSE, es improcedente
(CPCC, arts. 163, 6; 265).
4. En segundo lugar, también ADHIERO a la solución de REVOCAR
PARCIALMENTE la apelada sentencia de f. 937-948v, que le impone a los actores
una culpa concurrente del 10%, ya que corresponde imputarle el 100% de la
responsabilidad a la accionada (sent., considerando III, f. 941v-943, y VI, f. 948;
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prosa sobria pero no exenta de emoción por el Juez Dr. MANSUR, el acto de
altruísmo de MEZA es eficaz para desplazar la causal exoneratoria de la culpa de la
víctima. Porque la conducta del menor de estar en la orilla de la excavación no fue la
causa eficiente de su muerte por inmersión, sino el acto de salvarle la vida al amigo
a costa de la propia (testigo CLAUDIO RAÚL LÓPEZ, f. 502-503; primer voto,
considerando XI). Este es un comportamiento inculpable, desde el momento que es-
una relación causal adecuada que hace responsable al accionado. No hay
contraprueba del CEAMSE (CC, arts. 906; 1113, 2do. párr., 1ra. regla; CPCC, arts.
377, 386). Luego, el agravio del recurso del demandado, es improcedente; mientras
que el agravio del recurso actoral, es procedente (CPCC, arts. 163, 6; 265).
5. En tercer lugar, ADHIERO a la consideración efectuada por el
preopinante, en el sentido que es una relación extraña a terceros, las reglas
contractuales vigentes entre el CEAMSE y DIFUSORA BAIRES SA. Porque no hubo
la transferencia de la guarda jurídica de la cosa, que siempre estuvo bajo la esfera de
control del CEAMSE. De manera que, no corresponde extenderle la presente condena
ni a DIFUSORA BAIRES SA, ni a su aseguradora, porque no es responsable en
medida alguna por el accidente de autos (primer voto, considerandos XII y XIII; CC,
arts. 1197; 1198, 1er. párr.; 1199; CPCC, arts. 163, 6; 271). Luego, los agravios en los
recursos del demandado CEAMSE, y de los demandadores, son improcedentes
(CPCC, arts. 163, 6; 265).
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6. DEMANDA Y SENTENCIA. Los actores pidieron una reparación
total de $ 312.000 por el 100% de responsabilidad de la contraria (dda., X, f. 8v). El
sentenciante les dá un total de $ 427.500 por el 90% de responsabilidad de la
demandada. Es decir que, representa un 137,01% de lo estimado por la parte para la
hipótesis del 100% (sent., fallo, punto dispositivo nº1, f. 948-948v; CPCC, arts. 165;
330,6). Veamos los rubros parciales para controlar la justicia de las cuentas parciales
7. Los actores pidieron por este rubro $ 1.200 por el 100% de
responsabilidad de la contraria (dda., VII, A, f. 7v). El sentenciante les dá $ 2.500 por
el 90% de responsabilidad de la demandada (sent., considerando V, apartado nº1, f.
944; considerando VI, f. 948; CPCC, arts. 165; 330,6). La accionada CEAMSE pre-
tende la revocación de la reparación del gasto, o al menos, la reducción del mismo (e.a.
CEAMSE, IV, A, f. 977v-978; CPCC, art. 265).
8. CARGA PROBATORIA. La existencia del gasto fúnebre por la
inhumación del menor, se ajusta al curso ordinario de las cosas, aunque no se halla
presentado la factura que documenta el desembolso. La demandada no produjo
elementos de convicción que lo desmientan (CC, art. 901; CPCC, art. 377). De manera
que, es procedente el reconocimiento de la indemnización por este rubro (CPCC, art.
163,6).
9. Pero acerca del monto, los demandadores no han producido prueba
que justifique mínimamente el extraordinario aumento dado por el iudex-a-quo, por
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consintieron la aplicación de la ley 23982 (c.t. actores, IV, f. 1026v; CPCC, arts. 34,4;
242, 244, 265; 330, al final; 377). Por tanto, la sentencia alcista es una demasía
decisoria por infracción al principio de congruencia y al deber de debida fundamenta-
ción, pilares del debido proceso legal. Porque dá, $ 2.500 por el 90% de
responsabilidad de la demandada. Es decir que, representa un 208,33% de lo
estimado por la parte para la hipótesis del 100% (sent., considerando V, apartado nº1,
EMERGENTE" de $ 2.500 (PESOS DOSMIL QUINIENTOS) á $ 1.200 (PESOS MIL
DOSCIENTOS) que significa el 100% de la autoestimación en la demanda para la
hipótesis del 100% de responsabilidad del adversario (voto anterior, considerando
XIV, apartado a; sent., considerando V, apartado nº1, f. 943-944). En consecuencia,
ADHIERO a esta solución, luego, el agravio defensivo del CEAMSE con este alcance
es procedente, y corresponde la REVOCACIÓN PARCIAL de la apelada sentencia
de f. 937-948v (CPCC, arts. 163, 6; 265, 271).
II.2. VALOR VIDA
11. Los actores pidieron por este rubro $ 130.000 por el 100% de
responsabilidad de la contraria (dda., VII, B, f. 8). El sentenciante les dá $ 220.000 por
el 90% de responsabilidad de la demandada (sent., considerando V, apartado nº2, f.
944-945v; considerando VI, f. 948; CPCC, arts. 165; 330,6). El accionado CEAMSE
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apartado be). Veamos la cuestión en detalle (CPCC, art. 163,4).
II.2.1. EXPECTATIVA DE VIDA DEL HIJO
12. ARIEL WALDEMAR MEZA era una persona de 14 años al
momento del siniestro fechado el 21 de octubre de 1990 (v. certificados de nacimiento
CC, art. 901; CPCC, arts. 163,5; 165). Sin embargo, debe ser ajustada a la esperanza
de vida de los padres que, según el curso ordinario de las cosas, es menor que la del
hijo. En este sentido al momento del accidente, JOSÉ LUIS MEZA tenía 41 años
(nacido el 11 de abril de 1949), y RAMONA NOEMÍ CORREA, 37 años de edad
(nacida el 9 de mayo de 1953). Lo cual significa una edad promedio de 39 años. Ahora
bien, el grupo de ambos sexos con una edad superior a 35 años e inferior a 40 años,
poseen una sobrevida estadística promedio de 38 años en números redondos (v. copia
poder judicial, f. 1; INDEC, ob. y edic. citadas, Tabla 3 [a], Provincia de Buenos
Aires, ambos sexos, pág. 44; CC, arts. 993, 1001). Por tanto, la esperanza de vida del
aportante ajustada por la edad de los beneficiarios, es de 38 años en números enteros
por delante, según el curso ordinario de los acontecimientos. No hay prueba en
oposición (CC, art. 901; CPCC, art. 163,5; 377, 386).
II.2.2. CAPACIDAD ECONÓMICA MALOGRADA
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ninguna oportunidad, el ingreso mensual que le reportaba al momento del accidente
o le reportaría en el futuro, la actividad del hijo para el sostenimiento del hogar
común (v. dda., VII, B, f. 8; CPCC, arts. 34,4; 330,4,6).
14. De otro lado. El resultado del proceso probatorio es el siguiente.
Los actores desistieron de la prueba pericial contable y actuarial ofrecida (f. 759 y
resol., f. 760; f. 795 y resol., f. 800; CPCC, arts. 34,4; 494). Los testigos de solvencia
especialmente en albañilería"; rta. 4ª: "no tiene" bienes y "se está levantando una
casita para vivir"); y JORGE DORATTO (f. 19, rta. 3ª: "[MEZA] a veces tiene
changas y otras no, siempre en el gremio de la construcción"; rta. 4ª: "lo único que
tiene [...] es la casa que se está construyendo [...] la familia tiene tres hijos vivos, [...],
y uno de ellos, hija mujer, vive en el interior del país"; CPCC, arts. 78; 79,2; 80, 377,
386, 456).
15. La pericia sicológica establece que los actores conviven con tres de
sus cinco hijos (GLADYS STELLA de 19 años y su hija de cuatro meses, NOEMÍ
LUJÁN de 9 años, y JOSÉ LUIS de 7 años). La otra (MIRYAN GRACIELA), está
casada y vive en la provincia de Córdoba. El sr. MEZA se ocupa de trabajos
temporarios de albañilería, en los cuales ayudaba el occiso por la mañana, con-
curriendo a la escuela nº84 de Villa Ballester, por la tarde. El causante aspiraba a ser
mecánico (dictamen, f. 474-474v). De manera que, el hijo al tiempo del accidente, era
un aprendiz de albañil de media jornada (CPCC, arts. 163,5; 377, 386).
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calles son de tierra en mal estado de transitabilidad, poseen energía eléctrica, pero
carecen de agua corriente, red cloacal, gas natural y alumbrado público; a pocas
cuadras se encuentra la autopista del Buen Ayre (causa criminal nº29742 del Juzgado
en lo Correccional nº2 de San Martín, inspección ocular, f. 4-5; CPCC, arts. 376, 377,
386). La Municipalidad de Gral. San Martín, informa que es una subárea
semiurbanizada, por carecer de la dotación completa de infraestructura básica (f. 595;
tasación dineraria más común y básica del trabajo humano en la República, cuyo
monto vigente desde del 1º de agosto de 1993 es de $ 200 mensuales, con más el lucro
cesante futuro estimado de $ 100, considerando un posible progreso económico. Esta
cantidad de $ 300 apreciamos que es el ingreso medio más probable de ARIEL
WALDEMAR MEZA a partir de los 18 años, por ser la edad en que el menor podría
haber celebrado contratos laborales en actividad honesta, sin autorización paterna
(CC, arts. 128, 901; CPCC, arts. 163,5; 377, 386).
II.2.3. FÓRMULA MATEMÁTICA-FINANCIERA
18. PRUDENCIA JUDICIAL. Soy del firme criterio que se debe fijar
el monto indemnizatorio integral, desde la directiva legal de la "prudencia de los jue-
ces" (arg. CC, art. 1084). Es decir, desde la recta ordenación de lo agible humano, con
el auxilio para la buena deliberación del instrumental de la matemática y las
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demostrativa, jurídicamente justo en su finalidad reintegrativa y prácticamente sim-
ple en su aplicación contable" (JORGE MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por
daños, Buenos Aires, año 1981, tomo II-B, págs. 175-176, nota nº109). Además, la
aplicación expresa del cálculo matemático por la jurisprudencia argentina reconoce
antecedentes de vieja data (cf. BALDOMERO LLERENA, Concordancias y
comentarios del Código Civil Argentino, Buenos Aires, año 1900, tomo cuarto, págs.
"roles" sociales. Este territorio de lo "acostumbrado" debe ser cercado a partir de la
fórmula matemática y las estadísticas. Sin perjuicio de las adecuaciones que pueden
y deben hacerse en función de la especialidad de las circunstancias de cada caso; y el
consejo del Doctor VÉLEZ SARSFIELD a los jueces con una validez universal, de no
tener demasiado rigor ni demasiada indulgencia (v. CC, nota al art. 512). Porque los
daños tienen una gravedad diferente según quiénes los soportan. Desde este mirador,
ninguna de las objeciones al sistema tarifado o de límites máximos se puede hacer a
nuestro método de reparación integral fijado libre y prudentemente (arg. CPCC, art.
165; CC, arts. 1083 y 1084, 1086 y cc).
20. Sobre el pilotaje de las variables particularizadas ([i] edad de la
víctima al soportar el accidente, [ii] esperanza de sobrevida reajustada, [iii] sexo, [iv]
situación familiar, [v] grupo social de bajos ingresos, [vi] empleo discontinuo del pa-
dre sin una remuneración mensual fija, [vii] inexistente calificación profesional del
occiso, y [viii] capacidad ganancia más probable), aplicamos la fórmula aritmética de
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(1-Vn [n = número de períodos de vida])
x
1 / i (i = tasa de interés al 6% anual)
21. La expresión numérica por el 100% ingresos más probables del
occiso según su sobrevida estadística ajustada a la esperanza de vida de los padres, es
Con estos numerales pasamos a resolver la pretensión reductora de la demandada
(CPCC, arts. 165, 265).
22. Los apelados según sus propios actos, en la demanda estimaron
sobre una responsabilidad del 100% del otro, un aporte filial malogrado de $ 65.000
por cabeza (CPCC, arts. 34, 4; 330, 6). Ahora bien, la sentencia debe fijar el monto
"que resulte de las pruebas producidas" (CPCC, art. 330, al final). Desde esta
perspectiva, los actores no han probado un aporte igual o superior á $ 65.000 para
cada uno de ellos, sino inferior, o sea, $ 53.000 sobre el 100% y para los dos. Porque
han sido negligentes en el cumplimiento de la carga probatoria, y no podrían quejarse
de las consecuencias de los actos propios (CPCC, art. 377; arg. CC, arts. 512, 1111).
23. Desde este vértice, es claro que el iudex-a-quo no fundamenta
debidamente la sentencia, pues no hace mérito. De un lado, que los demandadores no
han probado mínimamente que la capacidad económica malograda del hijo
premuerto, pudiera superar el nivel de las remuneraciones mínimas (v. arriba). De
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ayuda económica nunca sería igual al total de los ingresos del aportante, según el
curso ordinario de las cosas. Desde el momento que, una cuota importante del mismo
se habría destinado al sostenimiento propio y de su eventual grupo familiar. Porque
no puede presumirse una convivencia indefinida según el curso ordinario de las cosas.
En este caso en particular, no se hace ningún descuento, ya que ubicados en una
escala de ingresos mínimos, se debe garantizar un resarcimiento "justo" y no
24. En consecuencia de todo lo expuesto, el resarcimiento de la chance
malograda de ayuda económica, nunca puede alcanzar la suma de $ 220.000 por el
90% dada por el sentenciante, es decir que, representa un 169,23% de lo estimado por
la actora para el supuesto del 100%. La resistencia de los actores que este importe no
sería disponible pues cobrarían en bonos, cuyo valor "es muy inferior al del dinero en
efectivo" (c.t. actores, V, f. 1026v-1027), es inaudible por los propios actos de
consentir la aplicación de la ley de consolidación de la deuda pública (CPCC, arts. 34,
4; 242, 244). Por tanto, debe reducirse a $ 53.500 por el 10%, que representa un
41,15% de la pretensión actoral, según nuestra cuenta y demás circunstancias
probadas y explicadas (CPCC, arts. 34, 4º; 165, 330, 356, 377). Con lo cual, se guarda
el principio de igualdad de trato en los casos similares que es un temperamento válido,
aún para fijar el monto indemnizatorio del valor vida (rta. desestimatoria arg. c.t.
actores, V, f. 1027v), como por ejemplo, el de la reciente sentencia de esta Sala, causa
nº 291/997, GIMÉNEZ C/ESTADO NACIONAL (MINISTERIO DE DEFENSA)
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años de edad al tiempo de su deceso, es decir, casi idéntica a la de MEZA, se estableció
para la hipótesis del 100% en $ 46.061.
Segundo. El menor GIMÉNEZ también falleció en un accidente de
cava el 15 de octubre de 1990, o sea, unos pocos días antes que el infortunado MEZA
(21 de octubre de 1990).
Tercero. La posible capacidad económica de los malogrados
redondos), dos factores reduccionistas. Por un lado, la responsabilidad concurrente
por una culpa del 15% de los GIMÉNEZ. Y por otro lado, la menor esperanza
promedio de vida de los primeros (25 años) que la de los segundos (38 años). Luego,
el recurso de la demandada con este alcance es procedente (CPCC, arts. 163, 6; 265).
25. CONCLUSIÓN TERCERA. ADHESIÓN. En consecuencia, se
debe REVOCAR la apelada sentencia de fs. 937-948v que establece la indemnización
del rubro DAÑO MATERIAL POR "VALOR VIDA" a favor de ambos actores en $
220.000 (PESOS DOSCIENTOS VEINTE MIL), que se debe REDUCIR A $ 53.500
(PESOS CINCUENTA Y TRES MIL QUINIENTOS) por el mismo concepto y para
los dos accionantes (sent., considerando V, apartado nº 2, f. 944-945v; CPCC, arts.
163, 6; 164, 165, 265). Luego, ADHERIMOS al anterior votante en la reducción y el
monto de la reparación de $ 53.500 (PESOS CINCUENTA Y TRESMIL QUINIEN-
TOS) (CC, art. 1083; CPCC, arts. 165, 271).
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responsabilidad de la contraria (dda, VII, C, f. 8). El sentenciante les dá $ 25.000 por
el 90% de responsabilidad de la demandada. Es decir que, representa un 41,66% de
lo estimado por la parte por el 100% (sent., considerando V, apartado nº 3, f.
945v-947; considerando VI, f. 948; CPCC; arts. 165; 330, 6). El demandado CEAMSE
pide la reducción de la reparación (e.a. CEAMSE, IV, C, f. 980-980v; CPCC, art.
265).
indemnización de $ 25.000 (PESOS VEINTICINCOMIL) por el rubro "DAÑO
SÍQUICO". Luego, el recurso reduccionista del accionado CEAMSE, es improcedente
(CPCC, arts. 163, 6; 165; 265, 271).
IV.4. DAÑO MORAL
28. Los actores pidieron por este rubro $ 130.000 por el 100% de
responsabilidad de la contraria (dda, VIII, f. 8v). El sentenciante les dá $ 180.000 pro
el 90% de responsabilidad de la demanda. Es decir que, representa un 138,46% de lo
estimado por la parte por el 100% (sent., considerando V, apartado nº 4, f. 947-948;
considerando VI, f. 948; CPCC; arts. 165; 330, 6). El demando solicita la reducción
del mismo (e.a. CEAMSE, IV; D, f. 980v-981v; CPCC, art. 265). El preopinante
propone disminuir el cuantum del daño inmaterial en $ 75.000 (considerando XIV,
apartado letra de).
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social de los padres, según el curso acostumbrado de los hechos. Por esta naturaleza
personalísima de las lesiones, el deber del perjudicante es la reparación de un
bien-no-mensurable: el agravio a las afecciones legítimas de los progenitores. Porque
derechamente la compensación pecuniaria procura a los lesionados consolarlos
adecuadamente del padecimiento espiritual causado por el ilícito (CC, arts. 901, 906,
1078). Desde este hontanar, la procedencia del rubro es indiscutible, otra dificultad
respecto de la cosa peligrosa de su propiedad (CC, arts. 906; 1113, 2do. párr.; CPCC,
arts. 377, 386). Esta especial circunstancia no se daba en el caso reciente del fallecido
menor GIMÉNEZ, que desarrolló una conducta contraria a la de MEZA, pues ingresó
a nadar en la cava a pesar de las advertencias que no debía hacerlo de VELIZ (v.
arriba). Por tanto, corresponde determinar que el cuantum del daño moral asciende
a la suma de $ 75.000 (PESOS SETENTA Y CINCOMIL) (CC, art. 1078; CPCC, art.
163,6).
31. CONCLUSIÓN QUINTA. ADHESIÓN. En consecuencia,
corresponde REVOCAR PARCIALMENTE la apelada sentencia, REDUCIENDO el
monto del rubro "DAÑO MORAL" de $ 180.000 (PESOS CIENTO OCHENTA MIL)
á $ 75.000 (PESOS SETENTA Y CINCOMIL). Luego, con este alcance el agravio del
demandado CEAMSE, es procedente (CPCC, arts. 163, 6; 165, 265). Por tanto,
dejamos planteada nuestra ADHESIÓN con el voto anterior, que postula su
reducción, y lleva el descenso de la condena a $ 75.000 (PESOS SETENTA Y
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SETECIENTOS), por el 100% de responsabilidad de la accionada. Por tanto,
corresponde REDUCIR la condena de $ 427.500 (CUATROCIENTOS VEINTI-
SIETEMIL QUINIENTOS) por el 90% de responsabilidad de la demandada, que
obra en la apelada sentencia de f. 937-948v (fallo, punto dispositivo nº 1; CPCC, arts.
163, 6; 164, 165). De manera que, como el sufragio antecedente postula una quita
hasta la misma suma de $ 154.700 (PESOS CIENTO CINCUENTA Y CUATROMIL
intereses desde el 1º de abril de 1991 siguiendo la norma citada, a un capital cuyos
valores se calculan a la fecha de la demanda del 8 de mayo de 1991 (dda, f. 10v; e.a.,
CEAMSE, V, f. 981v-982; primer voto, considerando XV; CPCC, arts. 124; 163, 6;
265). ADHIERO a la postulación del Juez MANSUR acerca del saneamiento y
cercado en el plazo de 60 días del predio, bajo apercibimiento legal (primer voto,
considerandos XVI-XIX; CPCC, art. 271).
IV. COSTAS
34. El demandado CEAMSE pretende que se revoque la imposición
de las costas de primera instancia a su cargo, siguiendo el principio de la derrota (e.a.
CEAMSE, VI, f. 982). Mientras que, los demandadores de quejan para una condena
exclusiva de la contraria (e.a. MEZA, XIII, f. 998-998v; CPCC, art. 265).
35. En este sentido, ADHIERO a la solución del preopinante en el
sentido que, precisamente, por la regla del vencedor, las costas de la instancia de
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Mientras que en alzada, por el objetivo vencimiento recíproco en cuestiones esenciales
del debate, corresponde imponerlas por orden causado (primer voto, considerando
XV; CPCC, arts. 68, 71; 163, 8; 271). Luego para la instancia original, el agravio del
recurso de la demandada es improcedente; mientras que la queja de los
demandadores es parcialmente procedente (CPCC, art. 163, 6; 265).
HACE LUGAR a la demanda de daños y perjuicios de JOSÉ LUIS MEZA y
RAMONA NOEMI CORREA contra el CINTURÓN ECOLÓGICO ÁREA
METROPOLITANA SOCIEDAD DEL ESTADO por el accidente fatal sufrido por
el menor ARIEL WALDEMAR MEZA. Pero REVOCANDO PARCIALMENTE la
apelada sentencia de f. 937-948v, en cuanto a la distribución de la responsabilidad que
se imputa en un 100% y no en un 90% al demandado (sent. 1ra. instancia, punto
dispositivo nº 1, y considerando VI, f. 948-948v).
SEGUNDO: REVOCAR PARCIALMENTE la apelada sentencia de
f. 937-948v, porque corresponde REDUCIR la condena del CINTURÓN
ECOLÓGICO ÁREA METROPOLITANA SOCIEDAD DEL ESTADO a favor de
JOSÉ LUIS MEZA y RAMONA NOEMI CORREA, de $ 2.500 (PESOS DOSMIL
QUINIENTOS) á $ 1.200 (PESOS MIL DOSCIENTOS), por el rubro "DAÑO
EMERGENTE POR GASTOS FÚNEBRES" (sent. 1ra. instancia, considerando V,
apartado nº 1, f. 943v-944).
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JOSÉ LUIS MEZA y RAMONA NOEMI CORREA; DE $ 220.000 (PESOS
DOSCIENTOS VEINTEMIL) á $ 53.500 (PESOS CINCUENTA Y TRESMIL
QUINIENTOS), por el rubro "VALOR VIDA" (sent. 1ra. instancia, considerando V,
apartado nº 2, f. 944-945v).
CUARTO: CONFIRMAR la apelada sentencia de f. 937-948v, cuando
CONDENA al CINTURÓN ECOLÓGICO ÁREA METROPOLITANA SOCIEDAD
937-948v, porque corresponde REDUCIR la condena del CINTURÓN ECOLÓGICO
ÁREA METROPOLITANA SOCIEDAD DEL ESTADO a favor de JOSÉ LUIS
MEZA y RAMONA NOEMI CORREA, de $ 180.000 (PESOS CIENTO
OCHENTAMIL) á $ 75.000 (PESOS SETENTA Y CINCOMIL), por el rubro "DA-
ÑO MORAL" (sent. 1ra. instancia, considerando V, apartado nº 4, f. 947-948).
SEXTO: REVOCAR PARCIALMENTE la apelada sentencia de f.
937-948v, porque corresponde REDUCIR el MONTO TOTAL de la condena del
CINTURÓN ECOLÓGICO ÁREA METROPOLITANA SOCIEDAD DEL ESTADO
a favor de JOSÉ LUIS MEZA y RAMONA NOEMI CORREA de $ 427.500 (PESOS
CUATROCIENTOS VEINTISIETEMIL QUINIENTOS) á $ 154.700 (PESOS
CIENTO CINCUENTA Y CUATROMIL SETECIENTOS), por el accidente fatal del
menor ARIEL WALDEMAR MEZA. A este importe se le sumará los intereses desde
el 1º de abril de 1991 y hasta el efectivo pago, según las disposiciones de la ley 23982
y decreto reglamentario, considerando la fecha de la demanda del 8 de mayo de 1991
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OCTAVO: COSTAS DE PRIMERA INSTANCIA al demandado
CINTURÓN ECOLÓGICO ÁREA METROPOLITANA SOCIEDAD DEL ESTADO
en un 100%, por ser responsable en la misma medida. COSTAS DE ALZADA, por
orden causado en razón del vencimiento mutuo (CPCC, arts. 68, 71; 163,6º; 164, 165,
265 y demás preceptos mencionados) ASÍ VOTO.
RESUELVE:
I.- CONFIRMAR la sentencia apelada en cuanto condena únicamente
al "Cinturón Ecológico Área Metropolitana S.E. (C.E.A.M.S.E.), a pagar a los actores
la indemnización que les corresponde por la muerte accidental de Ariel W. Meza.
MODIFICANDO el grado de responsabilidad atribuido a la demandada, el cual se
eleva al 100% y el monto total al que alcanza el resarcimiento, que se reduce a la suma
de CIENTO CINCUENTA Y CUATRO MIL SETECIENTOS PESOS ($ 154.700.-);
importe sujeto a la imposición de intereses a partir del 1/4/91 hasta su efectivo pago,
según lo estipula la Ley de Consolidación 23982 y su decreto reglamentario aplicables
a la presente deuda pública.
II.- DISPONER que el emplazado proceda a sanear el predio
individualizado como "Parque Náutico-Laguna Libertador" y a su aislamiento con
un cerco de albañilería de ladrillos comunes de conformidad con las prescripciones de
la Ordenanza 2209/78 y su Anexo Reglamentario, así como a tomar todas las medidas
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de General San Martín y de comunicar a los Ministerios de Gobierno y Obras
Públicas de la Provincia de Buenos Aires si fuere menester. Córrase vista al Asesor de
Menores y al Procurador Fiscal en turno, con el fin de que asuman el control de lo
aquí decidido.
III.- LAS COSTAS del juicio correrán íntegramente a cargo del
demandado. SALVO las de alzada, que se distribuirán entre aquél y la parte actora
Reg. nº 52/97
Firmantes: Dres. MANSUR-RUDI-PRACK
Sec.Actuante: Dr. Gilligan (Civil 2)
Fecha: 16/diciembre/1997
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