lX^2 Semanario independiente, de Ciencias Sociales y Militares, Literatura y Artes. AÑU Jl. ÍNÜM. Madrid. 77- sK i>um,icA T.os DOMINGOS I 1 7 D E Í U N I O D E IQOO > j ~} ADMINISTEACIISS: SIADESA, 6 GUERRA ANGLO-BOER EL GENERAL ROBERTS EN SU TIENDA DE CAMPAÑA NÚMERO SUELTO IScénttmcs. 620 LA -M S U M A R I O NACIÓN ^ - TEXTO.—Las maniobras. — Las últimas operaciones de la guerra anglo-boer, por M. Gómei VidaL—Pasatiempo geométrico.— Las torres blindadas de Saint-Chamond. — El cuartel de l i Reina, en Ceuta.—Desde Canarias, por José Vi. Halón.—La Justicia, por Juan José López-Serrano. —De Verbena, por Luis Gabaldón. —Telegramas anagrámicos.— Lista de subscriptores al Tiro Nacional.—El Tiro Nacional, por M. S.—La vuelta al munJo en una semana, por Juan García.—Publicaciones. GRABADO».—El general Roberts en su tienda de campaña. — Cuartel le la Reina, en Ceuta. LAS MANIOBRAS P MU-IIAK Af)o U.—NúM. 77. En estas comisiones, justo es advertir que llegaron muchos jefes y oficiales á dar pruebas de notables economistas, pero lo que no pudieron remediar, porque era de suyo irremediable, es que los estrujados y retorcidos planes no resultaran ridículos. Y aquí es donde el discreto general Azcárraga puede hacer mucho bien, puesto que tiene toda la autoridad necesaria para encauzar de nuevo la práctica del reglamento vigente. Si no se pueden hacer grandes maniobras, por el estado de nuestro Tesoro, que no se hagan, por sensible que sea esta deficencia, puesto que perjudica á la instrucción de las tropas esos amafiados supuestos tácticos que no son admisibles ni como supuestos, ni como tácticos, y que no se practican en ninguna parte. En cambio, el reglamento acepta muchos ejercicios que llama preparatorios, los cuales tienen para nosotros la ventaja de no exigir grandes gastos, y tales ejercicios, con la poca fuerza que hay enfilasy la carencia de ganado y material que padecemos, son más instructivos, mát provechosos, más cómodos y se ajustan más á la realidad, que esos esqueletos de grandes maniobras, fecundos en inverosimilitudes y en grandes errores, que molestan y comprometen á los generales y jefes prácticos en operaciones verdaderas de campaña, y perjudican mucho al joven oficial y á la clase de tropa que no h^n tenido ocasión de adquirir experiencia en la guerra. ¿No es mejor disponer qne en pequeñas fracciones se realicen separadamente reconocimientos técnicos, viajes de Caballería y de Estado Mayor, construcciones de campaña, escuelas prácticas de tiro, marchas y campamentos, que suponer que un ejército invasor es recházalo por dos ó tres batallones de Infantería, algún regimiento de Caballería, otro de Artillería y otro de Ingenieros, lo cual no puede ser verdad nunca, y, además, se opone á los principios más elementales de proporción entre las armas, y de constitución de las columnas y de las unidades superiores de combate? De este modo podrán decir que somos pobres, en lo que no hay desdoro, pero no censurarán nada, y antes bien pondremos de manifiesto la buena base de insimcdón de nuestros oficiales, el buen criterio de los fefes superiores y las excelentes condiciones de nuestro soldado. ERMÍTANOS el sefior ministro de la Guerra que elevemos nuestra humilde voz parafijarsu solicitada atención sobre un punto que tiene mucha importancia. Ei Sr. Azcárraga, entre las varias disposiciones acertadas que ha dictado, estando al frente del departamento de Guerra, tuvo la gloria y la fortuna de inaugurar en España el reglamento de grandes maniobras, con las verificadas bajo la dirección del Capitán general Martínez Campos, el año 1892. Faltó bastante en aquellas operaciones para que se las pudiera llamar perfectas, mas no cabe duda que íueron las más serias y amplias de cuantas luego se han practicado. Parecía que aquel esfuerzo, á pesar de cuantos defectos y errores quieran señalar los críticos de oficio, que aquí brotan como plaga dañina en todos los campos, anunciaba siquiera una labor anual donde hubiéramos podido ir perfeccionando nuestra modestísima instrucción militar, lenta pero continuamente, y con esperanzas de que llegase un día en el cual realizásemos tan útiles prácticas con la relativa perfección que alcanzan en Bélgica y Suiza, en Alemania y Francia, en Austria, Rusia é Italia. Pero tenemos los españoles dos enemigos eternos que anulan por completo la poca actividad característica de nuestra raza, y esos dos enemigos son: una pobreza constante, casi eterna, y una obsesión por lo perfecto, que raya en manía ó locura. Un antiguo y vulgar aforismo dice que "lo mejor es ene—««xSsSSSsSíOmigo de lo bueno,, y como nosotros no perseguimos más que lo mejor, y no aceptamos nunca lo mediano, ni aun lo m ULTIMAS OPERACIONES DE LA GUERRA ANGLO-BOER bneno, quedamos, por eonsigniente, siempre en lo malo. Se va á hacer cualquier cosa, tenemos poco dinero, y por lo tanto, es imposible llegar en aquello á la perfección, y A guerra en el África del Sur ha tomado el carácter de entonces surge, como funesto Mefistófeles, la desidia, que una fk-anca campaña de guerrillas; tos boers, como ya se alarma ante la perspectiva de un trabajo, y que nos dice indicábamos en nuestro artículo anterior, repartidos secreta é insidiosamente: dejad eso para cuando se dispon- en todo el extenso teatro de las operaciones, no intentan ga de dinero suficiente, á fin de hacerlo bien...; y en efec- ninguna de éstas en gran escala, y las tuerzas inglesas, to, como nunca tenemos dinero, no lo hacemos ni bien ni después de la ocupadta de Pretoria, se mueven para permal, que era cnanto deseaba nuestra pereza. seguir al enemigo marchando hacia donde éste se presenCuando se aprobó el reglamento de maniobras se con- ta y originándose así diversos combates con suerte raria, signó en presupuesto para las mismas ¡38.000 pesetasl, can- pira los dos beligerantes, pero ninguno de Influencia capitidad tan exigua, que haría reir á cualquier general extran- tal y decisiva en la campaña; en Roodeval, en Rbenoster jero. Pero no es esto lo peor. Como las 38.000 pesetas no River, en StefallEreken, en Machado-Dorp y sobre el camino de Mlddelburg, se han librado combates de este gébastaban para comenzar siquiera anas grandes maniobras, nero, y la guerra de guerrillas, con sus sorpresas y copos se resolvió el conflicto con otro criterio que también es en pequeño, con sus marchas y contraourcbas fatigosas, enemigo de nuestro progreso, ó sea el de la equidad, y se la interceptación de las comonicadones, captura de condistribuyó aquella suma entre todas las regiones, corres- voyes, destrucción de las vías férreas y amago de ataque á pondiendo á algunas, dos ó tres mil pesetas, con lo cual las principales poblaciones ocnpadas por los ingleses como verdaderamente el Capitán general no sabia qué hacer, y Johatmesburg y Bloenfontein, se encuentra hoy en plena y para que no se dijera qne se las guardaba, ponía en prensa completa actividad; las grandes operaciones ceden sn lala inventiva de sus oficiales de Estado Mayor obligándoles gar á las pequeñas, y el interés que despierta toda campaá trazar nn plan de campaña con la inelncUble condición de ña regular desaparece al cambiar éstt de carácter; las operaciones qne se dirigen i abogar y concloir con la postrera que fuese barato, ó, mejor dicho, casi de balde. L Aüo II.-NOM. LA NACIÓN MiLrrAt 77. resistencia del pueblo heroico á quien se arrebata la independencia y la libertad, no pueden ya tener la cohesión ni la unidad de plan que las de la campaña reglada y metódica contra un beligerante organizado, que presenta sus elementos de fuerza unidos y compactos; han de afectar la irregularidad que caracteriza á las últimas convulsiones del pueblo que agoniza y se bate contra la muerte, y no pueden proporcionar otra ensefianza que la de que en el mundo, y no obstante los decantados adelantos de la civilización, impera en absoluto la fuerza, y sucumben á ella el derecho y la razón sin que nadie les ampare ni proteja. Los boers han evacuado por completo el Natal y sin defender con gran energía los pasos de Drakenberg, marchan en retirada hacia Lydenburg; en las cuencas del Olifant y del Komati, habrán de continuar su guerra de 'uerrillas, atacados y perseguidos por las fuerzas inglesas de Baller y lord Roberts, mientras los recursos les permitan defenderse: los comandos que combaten en el Oriente del Estado de Orange y los que se hallan al Occidente del Transvaal, emplearán el mismo medio de resistencia, y la nación inglesa se verá obligada á mantener un ejército numeroso en el África del Sur mientras la resistencia no concluya por consunción y agotamiento. No es fácil calcular el tiempo que este estado de cosas puede prolongarse, ni las consecuencias que podrá traer para Inglaterra, que empeñada en esta lucha y en vencer la rebelión de los ashantis, mira hoy con inquietud hacia el Extremo Oriente, donde los boxers, provocando la intervención de las potencias, mantienen en su mano la mecha encendida que puede hacer saltar la mina, estallar el conflicto tan amenazador y tan temido, y empeñarla acaso en otra guerra de la que no le es dado esperar justificada mente los resultados obtenidos en la sostenida con los boers. Rusia, lulia, Francia, Austria, Alemania, Inglaterra, el Japón y los Estados Unidos, ponen hoy sus manos armadas sobre la China; allí van con sus aspiraciones, incompatibles las de unas con las de otras, con sus intereses encontrados y antagonistas, con sus recelos mutuos, con sus anhelos de expansión colonial, con sus ambiciones de prepon derancia, y con el convencimiento obtenido observando la campafli anglo boer, de que Inglaterra necesita ser diez veces más fuerte que su enemigo para quedar vencedora, el más nimio incidente, la menor diferencia, la circunstancia menos prevista é importante, puede originar la desave nencia y el rompimiento de la harmonía y de la paz: por esto la atención que hoy no solicita ya por su actual carácter la campana anglo- boer, con tanta energía como en su comlenio, se fija en la cuestión de China, especie de caja de Pandora de la que pueden salir todo género de guerras y conflictos. Cerremos también nosotros la serie de nuestras disquisiciones sobre las operaciones de la guerra anglo-boer, ya en sus postrimerías; y como lo que puede surgir de los asuntos de China puede también interesar á nuestra patriat repitamos una vez más la voz de alerta y la conveniencia y hasta la necesidad indiscutible é incuestionable de que volvamos los ojos hacia el Extremo Oriente sin apartar de allí nuestra mirada, y estando apercibidos á los acontecimientos del porvenir, procuremos que nunca nos sor^""^ *°* M. GÓMEZ VIDAL. PASATIEMPO GEOMÉTRICO Divi4ir coa rectas el plano de eitc cuadro, formando lai letras que componen el nombre de un animal. 621 US TtlIlS IIHNSII S l i r a i i ü- NA de las instalaciones más interesantes del Palacio de los Ejércitos de Mar y Tierra, recién inaugurado en la Exposición de París, es, sin duda, la que presenta la Compagnie des Forges et Agieres de la Marine, existente en Saint Chamond. La mayor parte de la instalación está dedicada á la ar • tillería de gran calibre, blindajes, casamatas y torres acorazadas sistema Darmancier y Dilzon, constructores éstos de dicha importante Sociedad metalúrgica. Dos clases de torres llaman principalmente la atención del público en general y de los técnicos en particular. Son éstas la gran torre fija y la torre de eclipse, destinada á la defersa de costas. Encierra la primera dos caflones de 305 milímetros; pesa cada uno de ellos 46.700 kilogramos, siendo su longitud *otal de 14 metros, equivalentes á 40 calibres. El diámetro de la recámara es de 1,10 metros, podiendo recibir proyectiles de 240 kilogramos. La torre es fija solamente en cuanto á movimiento vertical, puesto que gira en torno de un eje de movimiento, con objeto de que sus fuegos puedan batir un área muy extensa. Constituyen el conjunto de la torre dos partes esenciales: la cámara de combate y la de aprovisionamiento. Entre la torre blindada de costa y la de acorazados sólo existe una diferencia que consiste en tener la primera su cámara de aprovisionamiento dispuesta en torno del pivote giratorio, mientras que en la segunda se verifica el suministro de proyectiles á través del interior del pivote, ensanchado convenientemente al objeto. Hállase protegida la cámara de combate por un casquete esférico y por una coraza vertical, en plano ligeramente inclinado, cuyo espesor excede de 40 centímetros, cerca de la base. Con objeto de mantener el equilibrio y de asegugurar la estabilidad general de la torre, así como para dar protección eficaz á la parte inferior de la construcción, va rodeada la coraza vertical, en el punto de unión de las dos cámaras, por otta antecoraza que parte de la cimentación armada, base de todo el sistema. El espesor del revestimiento es considerable y forma con el suelo el mismo ángulo qué proyecta el descenso de los cañones. Caben en la cámara de combate ocho artilleros, un cabo de cañón y tres auxiliares para la carga. El proyectil es elevado hasta la culata por medio de un montacargas especial de invención novísima. Pudiérase creer que la vibración producida por el disparo había de dejar sentir considerablemente sus efectos dentro de la torre. No es así, sin embargo, porque en realidad, efectuándose la dislocación de las capas atmosféricas en el exterior de la torre, no alcanza la sacudida á los artilleros, protegidos por la gruesa barrera de los blindajes. El retroceso de las piezas sería, próximamente, de unos 20 metros, á no estar provistas de frenos hidroneumáticos que disminuyen aquél á 80 ó á 50 centímetros, según se quiera reducir el diámetro de las torres. Los cañones vuelven á ponerse en batería merced á dos juegos de recuperadores de tope; éstos no sólo amortiguan el retroceso, sino que empujan inmediatamente la pieza, situándola en su primitiva posición. Cada cañón puede hacer de tres á cinco disparos por minuto; el tiro es indirecto, ó sea por puntos de relación, evaluándose las distancias por los cálculos trigonométricos ordinarios. De modo que, en cierto modo, estos cañones son más eficaces de noche que de día; los proyectores eléctricos que desde las costas dirigen sus haces de las •obre el mar, ó aquellos otros situados en las cofas de los (l) De nnettro aprcciable colef« El Mttnio !\mvl Ilutlrado, núm. 16. M o II.-NtíM. 77. L A N A O Ó N MILITAR 622 buques de guerra, dan, t n efecto, á los artilleros preciosas indicaciones para hacer la puntería. En cuanto al precio de las torres acorazadas de la primera categoría, es bastante elevado; en la actualidad excede de 5 millones de francos. Como esta cifra no está al alcance de todas las naciones, ba encontrado la Compagnie des Forges de Saint-Chamond el medio de subvenir á las necesidades defensivas de los países que tienen escaso presupuesto de guerra,mediante la torre de eclipse, que es mocho más económica y de tan buenos resaltados como la torre fija. Esta última clase de torre tiene dos posiciones; la posición abierta y la eclipsada. En la primera posición solamente sobresale el casquete esférico de la torre unos 45 centímetros. Puede entonces hacerse fuego, utilizando el cañón de 12 centímetros, oculto en el interior de la torre, y que dispara siete proyectiles por minuto. Si los cañones de la escuadra enemiga contestan, el sonido llega á los sirvientes de la torre dos segundos antes que el proyectil, y ese tiempo basta para hacer descender á flor de tierra la cámara de combate, quedando fuera el casquete esférico. Aun en el caso difícil de que la granada hiera el casquete, los servidores de la torre nada tienen que temer, puesto que el blindaje es en dicha parte de 20 centínfietros. La Sociedad Forges et Aciéres acaba de construir 18 torres del sistema últimamente mencionado, con destino á las costas y fuertes de Dinamarca. EL CUARTEL DE LA REINA EN CEUTA CapHIf. Ya cn'otros varios'números hemos"tratado de este edificio militar/Yerdadero modelo de cuarteles, sobre todo para cuando Dios y !os gobiernos quieran establecer el servicio militar obligatorio; y hoy presentamos á nuestros lectores n-uevas vistas que hemos recibido de Ceuta, y que completan la información gráfica comenzada anteriormente. Construido este soberbia' edificio entre jardines que purifican su atmósfera, ofrece perspectivas tan amenas y pintorescas como indica el 1° grabado. Interiormente son muchas las magníficas dependencias, y de ellas, hemos dado á conocerlas principales, pero aún merecen ser conociias: la artística capiha. la academia de cabos y alumnos, la sala de oficiales, el comedor de sargentos y el de tropa, en todas las cuales se observa la mayor limpieza, el orden, la previsión y una sencilla elegancia que demuestra el celo Sel Coronel D. Justo de Mendoza, y de la laboriosa oficialidad del Regimiento Infantería de Ceuta, niím. i. Jardines del cuartel. DESDE CANARIAS Sr. Director de L A NACIÓN MILITAR: L AS fuerzas del nuevo batallón cazadores de Canarias, destinado á guarnecer esta isla, desembarcaron el día 27 del presente, obteniendo un entusiasta recibimiento. La oficialidad del mismo fué obsequ'ada espléndidamente por el teniente coronel gobernador militar de esta plaza, pronunciándose entusiastas brindis y haciendo fervientes votos porque se conservara incólume la fraternidad que siempre debe reinar entre todos. El recibimiento del pueblo no fué muy entusiasta, debido, sin duda, á su carácter retraído, pero no por eso dejó de ser correcto, ostentando las casas vistosas colgaduras. Durante el desembarco se echaron las campanas á vuelo y se dispararon infinidad de cohetes. Toda la oficialidad y clases de tropa del batallón están muy contentos, y'con los'mejores deseos y propósitos para el porvenir. La única nota triste es la falta de noticias de nuestra querida península, pues queremos saber con más frecuencia la marcha de las cosas, y mucho más cuando hemos marchado de ella impresionados desagradablemente por los últimos sucesos allí ocurridos. L A NACIÓN MILITAR, que siempre se ha distinguido en todo lo que representa consuelo y bien para el ejército, será extenso campo donde podamos comunicar á nuestros compañeros y amigos de la península nuestras impresiones, buenas ó malas, adquiridas en esta bonita isla. Si las comunicaciones con 'a península fueran más frecuentes, esto ganaría mocho, y sobre todo las relaciones constantes que importa no amortiguar entre poblaciones hermanas. Suyo afectísimo, JOSÉ V I L L A L O N Santa Cruz de la P.-ílma, 30 Mar-; y-^ '. > 5» O s Academia de cabos y alumnos- Sala de Oficiales. I í Comedor de tropa. Comedor de sargentos. 624 L A NACIÓK MILITAR LA JUSTICIA (BOCETO) E N un rincón de la provincia de Santander, situado en el pintoresco'valle deToranzo, que atraviesa culebreando el famoso río Pas, existe un puebleclllo, cuyas blancas casitas parecen artísticos nidos ocultos en los extensos plantíos de maizales que las rodean. En el centro del pueblo y rodeada de copudos castaflos, se encuentra la iglesia con su elevada torre, como si quisiera servir de co • municación entre Dios y los hombres. Regentaba la iglesia de Bejoris, que es el pueblo á que me refiero, un buen anciano, apartado de las cuestiones políticas que por aquel entonces ensangrentaban el suelo de nuestra patria, dividida á la sazóa en liberal y carlis ta, sembrando el odio entre sus habitantes y la ruina entre sus ciudadanos. El párroco era muy querido por todos los vecinos á los cuales ayudaba con sus consejos y limosnas. Su mayor distracñdn era poderse dedicar al estudio y á meditar las Sagradas Escrituris. Realmente el cuadro se prestaba á ello. Montañas de altura considerable, bosques espesos, torrentes cristalinos, un cielo siempre nuboso, el constante sonido de las esquilas y el que producía el viento al chocar con las ramas secas de los árboles, á los cuales pelaba alfombrando de hojas secas las veredas. Una tarde, cuando nuestro buen párroco concluyó de rezar su rosario y se disponía á dar su cotidiano paseo hasta la bolera, se le acercó una de sus feligresas, y le dijo, con visibles muestras de emoción, mientras humedecían sus ojos algunas fugitivas lágrimas: —[Padre, Padre!...qué desgraciada soy. —¿Qué os sucede?—preguntó el cura sorprendido. —[Una gran desgracial —¿£>esgracia...? —Sí—respondió la mujer sin poder conservar por más tiempo su serenidad, y empezó á llorar empapándose las lágrimas con la punta de su falda.—¡Mi hijo, mi pobre hijo, ha sido fusilado por los liberalesl —Mal hecho—interrumpió el anciano ctira.—¿Y por qué? —Por haber robado unas galliaas, con objeto de venderlas á l^s carlisUs. —¿Ves?, no se debe quitar nada al prójimo. —[Fusilarle, fusilar á mi hijo!—decíala pobre madre compleUmente desesperada.—¿Y por qué? [Por robar unas gallinasi Y en cambio dicen que los poderosos quitan muchos millones, y nadie les castiga... ¡Luego hablan de la justicial —¡Hija míal—respondió el párroco después de una larga pausa—¿sabes cómo representan los artistas á la justicia; -No. —Pues la dan á conocer como una matrona que sostiene en una mano una espada y en la otra una balanza; ahora bien, esa balanza indica que sólo se pjeden medir los pequeños pesos, porque si no la pondrían una báscula... por eso no se castiga al que roba muchos millones, porque no hay peso que le mida. Calló el párroco. La vieja le miraba fijamente, como si la hubiese costado trabajo comprender el significado de las anteriores palabras, y se alejó por una vereda rodeada de maizales y sombreada por los nogales que crecían en estético desorden, mientras exclamaba: —[Cuándo tendremos una báscula grande, muy grande, para poder pesar á muchosl JüAH JOSÉ LÓPEZ-SERRANO. Mayo, I900. TELEGRAMAS ANAGRÁMICOS Alio n.—NOM. 77. DE VERBENA E N el afán de justificar santamente la fiesta y lograr un día de jolgorio en el verano, no pasa por el calendario un santo importante, sin que le adjudiquen su verbena correspondiente, que dura siempre tres días por lo menos, antes del santo, en el santo y después del santo. Muy lejos estamos de aquellos tiempos famosos en que lo más granado de la corte, los mismos reyes, hacían fiesta en la ribera del Manzanares, en la clásica verbena de San Antonio de la Florida; macho de su antiguo carácter se ha perdido pero sin embargo algo queda: la afición. Hay aficionado recalcitrante que no pierde una verbena, ni el menor asomo de juerguecita, y antes se hundirá el firmamento, que él no regrese á su domicilio con el santo de barro y la monumental sandia la cual, recogida bajo el brazo, lleva en triunfo como si fuese la cabeza de on renegado. Recuerdo que una noche de verbena cruzó por delante de nosotros un seflor excesivamente rechoncho. Llevaba una sandía casi de su mismo tamaño, hasta el punto que parecía un hermano suyo, y al verlo pasar tan ufano, una chula, puestos los brazos en jarras, le dijo con desgarrada frase. —[Vayan ustedes con Diosl Mi hombre se azaró tanto, y la faz se le puso tan roja, que haciendo ademán de volverse á la moza, se le cayó al suelo y comenzó á rodar por la cuesta la sandía con gran contentamiento de todos los espectadores. Todavía veo correr á aquel inmenso queso de Gmyer, detrás de un queso de bolaKara es la verbena donde no hay tres ó cuatro sociedades de baile que llevan aparatosos títulos como El Hado floreciente, Diana catadora, La Aliansa r,e los jóvenes; ó sencillos, de los que inspiran confianza, verbigracia. El Buen humor, La Carcajada, La Amistad. El elemento indispensable de estas reuniones es el señorito chulo. Con el sombrero inclinado sobre la cara, el pañuelo cruzando el cuello de la camisa, la americana ajustada al talle, con jacarandosos movimientos, como al que le tocan un pasacalle, pisando firme y hablando recio, porl que así debe hablar el hombre curtido en la vida, el señorito chulo entra en un salón de baile, hadéadose cargo demujerío con una mirada, porque para eso tiene un golpe de vista como nadie, y después se dirige á la qu»; le ha parecido más castiza, diciéndola: ¡Oiga usted, prenda! ó ¿Pui ser, maestra? La mujer se sugestiona y no tiene más remedio que, ante el hipnotismo de aquel hombre, bailar con él, que lo hace como las propias rosas, con una solemnidad y una circunspección digna de mejor cansa. Después del baile mi hombre sale á refrescar y toma tm vasito de la limond que han preparado sus compañeros de verbena, y allí, en el seno de la confianza, no puede menos de decirles que en cuanto la dio ana vuelu por el salón á aquella pobre mujer ya la tenía loca. Los amigos le felicitan y le envidian el ángel que tiene para el bello sexo. Ángel exterminador. Las verbenas son como los toros, qu« corren de prole en prole. Y la verdad, ya que estamos tan mal de otras cotas, por lo menos el humor que no t e pierda. L o » GABALDÓN. África. Llego i Avila. 5. V. Vno. Luii vi ayer i Lianguas él cede. ü- '^' W- Con esto» telegramas componer dos nombres y apellidos de dos jtfM d« Carabinero*. (Remitido por un carabinero.] ASO 11.—NúM. ;7. LA NAQÓN MiutAic TIRO NACIONAL Ralaelén da U t «alerea i|ua la baa Insoripto eoma SOCIOS FUNDADORES DEL TIRO NACIONAL (Continuación) {i). Sr. D. Modesto Moyrón.—Propietario. Carlos Muñoz.—Platero cincelador. Jos£ Martínez Castrílio.—Sargento de Carabineros y cirujano dentista. Francisco Martínez Fresneda.—Abogado. Luis Mata.—Comandante de Infantería. Joaquín Muro.—Teniente coronel da Artillería. José Monasterio.—Capitán de Artillería. Sandalio Milla. —Maestro de instrucción primaria superior. Manuel Milla.—Empleado. Fernando de la Sota.—Comandante de Artillería, Sr. Conde de Sclafasi.—Coronel de Artillería. Sr. D. Casimiro Sinchez.—Empleado. Nicolás Salmerón y García.-Escritor y farmacéutico. Ildefonso M. VeUzquez.—Empleado. Escmo. Sr. Marqués de Villalbos.—Propietario. Sr. D. Ricardo Vaquero.—Comerciante. Pedro Torrado. —Capitán de A.rtillería. César Torre.—Estudiante. Ignacio Díaz Arguelles y AzcSrraga.-Jefede Administración. Alejo García Moreno.—Catedrático. Rafael de Garay.—Profesor mercantil. Juan Gómez López.—Comandante de Infantería. Guillermo Gamarra Burguero.—Estudiante. Emilio Benzo y Quevedo. —Capitán de Carabineros. Excmo. Sr. Marqués de Heredia.—Propietario. Sr. D. Juan Baxeras.—Capitán de Infantería. Darío Bugallal.—Abogado. Aurelio del Río.—Médico. Adolfo Cañas.—Sastre. Antonio Jiménez Moya.—Comisionista. Jaime Caballero.—Comerciante. Alvaro Calzado.—Propietario. Pedro Carballo Losada. —Teniente coronel de Caballería. LeoTÍgiluo Abans.—Conisionista. Manuel J. de Amezúa.—Médico. José F. Amador de los Ríos.-Abogado. F. de Alvaro.—Estudiante. José R. Armada.^Tenedor de libros. Amable Abans.—Maqueador. Antonio Ibernón.—Tallista. Antonio López.—Abogado. Juan Lapouiide Rovira.—Floricultor. José Lapoulide Rovira.—Pintor de heráldica. Juan Lapoulide.—Periodista y escritor. Juan de la Fuente. Cipriano Folgueras. José Fernández y M. Valo.-Comandante de ingenieros. Fernando Frías.—Capitán de Artillería. Manuel Jiménez Moreno.—Periodista. Paulino Palevilie. Sr. Director de la Unión Española de Explosivos. Sr. D. Ramón Pajares.—Empleado. José M.* Soria.—Empleado en loa Ferrocarriles de Madrid, Zaragoza y Alicante. Excmo. Sr. D. Luis de Pando y Sánchez.—Teaicntc general. Sr. D. Ricardo Donoso Cortés y Romero.—Comandan te de In» fanterla. Excmo. Sr. D. Ricardo Ortega y Diez.-General de división. Sr. D. Federico Grases.—Abogado. José Fernández.—Empleado. Sr. D. Salvador Darío Flórez.—Estudiante de Filosofía y Letras. (I) VtesM lot aencros 7a, 74, TS.y Itl. fJb Fernando Gimeno Recio.—Coronel de Infantería. José Fernández Herreros.—Empleado en el Ferrocarril del Norte. Gabino Uranga.—Empleado. Pedro López Nieto.—Jefe de talleres de la Compañía Ibérica Industrial. Manuel Raa.os Salas.—Empleado. Antonio Martínez.—Empleado. José Miralles y González.—Periodista. Emilio Gil Alvaro.—Comandante de Infantería. Antonio Gil Alvaro.—Capitán de Infantería. Mariano Bosch y Oppenheimer.—Empleado. Javier Cabezas y Montemayor.—Estudiante. José Suirez.—Peluquero. Santiago Carmona Ruiz. —ídem. Santiago Lujan.—ídem. Juan Sáez de Retana.—Capitán de Estado Mayor. Arturo González Gelpí.—Coronel de Estado Mayor. Prudencio Sánchez Infante.—Licenciado en Filosofía y Letras y profesor de francés. Pedro de Agüera y Azañón.—Empleado de la Compañía de Ferrocarriles de Madrid, Zaragoza y Alicante. Germán Garibald.-Propietario y empleado. Juan Montero.—Comandante de Ingenieros. Manuel de Iguals.—Abogado. Teótimo Heredia y Abad.—Comandante de Infantería. Carlos Crestar.—Empleado. Juan Alonso Pérez.—Armero militar. Manuel Rosell.—Abogado. Enrique Seseñas.—Empleado. Alfredo F. Feijóo.—Empleado del Gobierno Civil, Escritor y Redactor de El Globo. Reilmleata tafaaterfa da Sraveliaaa, aúai. 41 (Badajas). Sr. D. Darío de Diez Vicario.—Coronel. Juan Molina Martínez.—Teniente coronel. César Agnado Guerra.—ídem. Enrique Cerranua de la Concha.—Comandante. Lino Burgos Gómez.—ídem. Carlos María Segares.—ídem. Antonio Loarte Figueroa. —Capitán. Rafael Manrera Morenti.—ídem. Valeriano Lucenqui Garrote.—ídem. Julián Cuéllar González.- ídem. Miguel Quadrado Griñin.—ídem. Juan Losada Bartholomé.—ídem. Manuel Mateos Camáñez.—Ídem. Avelino Martín Gregori.—ídem. Antonio Díaz Acevedo.—ídem. Eduardo Ramos Pablos.- ídem. Juan Matías Cabezudo.—ídem. Francisco Delgado Criado.—ídem. Francisco Ruiz Ruiz—Primer teniente. José Ferrez Izquierdo.—ídem. Emilio de la Cierva.—Ide. Nicolás Pelujo Simó.—ídem. Enrique de la Mata Moyano.—ídem. Francisco Dávila García.-ídem. Antonio Martín Delgado.—ídem. Eduardo Calvo Mansera.—ídem. Ángel Sánchez Casas.—ídem. Virgilio Garran Rico.—ídem. Tomás Luque Pinillos.—ídem, Juan Sánchez I allasar.—Médico segundo. Manuel Cuadrado Benites.—Primer teniente de la eacala de reserva retribuida. Bartolomé de Alarcón Pérez.-Segundo teniente de la escala activa. Antonio Mediavilla Ellas.-ídem. Luis Castelló Rodríguez.-ídem. Manuel Lopo Gómez,—ídem. Feliciano Ropas Santaló.—ídem. Mariano Marqués Ooosálcs i* Fría,-id«n. 626 LA NACIÓN MILITAR Afío I I . - N ú M . 77 Sr. D. Manuel Sánchez Doncel.—Idenj, * Arturo Llarch de Castresana.—ídem. Ramón Nuñez de Vargas.—Segundo teniente de la escala de reserva retribuida. (Se continuará.) dendst, que se ha extendido «n los Estados Unidos, con gran aceptación de los caballos y de sus dueños. Se conoce que los yankis van á sacar las muelas á cuantos seres las tengan. NOTA. Por indicación del Sr. Socio que ios presentó quedan eHminados de la lista de fundadores, D. Enrique y D. Alfredo Ayuso. , En Inglaterra se ha acordado por las Cámaras de Comercio pedir al gobierno que establezca el sistema métrico y haga obligatoria su enseñanza en ¡as escuelas. Ya era hora de que los ingleses aceptasen este progreso, dejando preocupaciones de amor propio. ^_ ~^™;SxSsS>íSícs>íSKSSSr — — — - EL TIRO NACIONAL M UCHAS veces hemos intentado plantear esta importante, cuanto útil enseñanza; desde hace muchos años ha sido y es nuestra constante preocupacióa; por eso aplaudimos y ayudamos á los iniciadores, que no se les puede negar oportunidad. Ha podido más en nosotros el instinto de imitación que el de conservación; aprovechemos, pues, esa ley primordial, que, gracias á ella, la humanidad progresa y adelanta; hoy que tenemos buenos modelos, copiémoslos, y eso iremos ganando. En época no muy lejana, cuando nos habría prestado excelentes servicios la educación de la juventud en el tiro al blanco, no fué posible encaminarla hacia ese fin; de nada sirvió predicar y fueron inútiles los esfuerzos hechos á este objeto; por eso decía que el instinto de conservación permaneció dormido en as engañosas ilusiones de pasadas grandezas y confiados en el general «No importa». Fracasado éste y perdidos nuestros prestigios, todavía hubiéramos seguido en ios errores pasados, y al Duscar remedio á nuestros males, nos encontráramos un pueblo joven, heroico, vigoroso, que nos da alto ejemplo de virtudes cívicas; y he aquí que renace la idea de imitarlo, y con tal oportunidad y acierto, que en pocos días, con rapidez asombrosa, la idea se apodera de la opinión y se propaga por toda España. Que no sea éste un morimiento epiléptico 6 sacudida convulsiva de la opinión; no olviden los iniciadores de esas fuerzas que aparecen conviene darles dirección; y la opinión tenga calma y reflexione, no sea que, como tantos otros pro yectos, por nuestras condiciones meridionales, se malogre el pensamiento. Estas cosas de la educación de la juventud son de resultados positivos, pero á su tiempo. Otra cosa tenemos que recordar no sólo á los iniciadores, sino t a m b i é n ! la opinión, y es que antes conviene educar físicamente á la juventud; que no se pretenda hacer los estudios de facultad sin tener antes una sólida instrucción en sus g r a dos inmediatos é inferiores. Téngase presente que los boers, y lo miámo los pueblos del Norte, que son previsores, se ocupan de la gimnasia muscular, y cuando están bien adiestrados y hay músculos capaces de obedecer á la voluntad, entonces pueden, con gran provecho, ejercitarse los jóvenes en el tiro, que constituirá el doctorado de la educación física. Con que ya lo saben: juventud sana, robusta é ilustrada por uiña gimnasia física é intelectual. M.S. ~v (De La Educación Fiiica Nacional. Núm. 7.) .™„.„„-—,@isS^íS>iSXS>®í<P'— •~—~-' La vuelta al mundo en una semana H A excitado la curiosidad de la prensa y de los viajeros el aspeóte que presenta al puerto de Beira, donde todos los edificios exceptuando dos, se han construido rápidamente con andamiajede madera cubierto con planchas de cinc, hoja de lata ó palastro ondulado. Aquello parece un inmenso almacén de latas de conserva humana, donde la especie se .'.ichicharra por un exagerado espíritu de explotación, que desprecíala higiene y hasta la vida en cambio de las ganancias. Otra novedad fin de siglo es el dentista veterinario, horse El cabo Nome es uno de los puntos extremos de la América del Norte, en el estrecho de Behring. El país aquel es arenoso é inhospitalario, pero corren rumores de que abunda el oro en tal cantidad, que no sólo cubre las arenas, sino que se halla en grandes é innumerables pepitas. Esta noticia sensacional ha movido á 80.000 aventureros que hoy esperan á que se deshiele aquel estrecho para llegar á la tierra prometida antes que otros JO,000 que se dirigen con igual afán por tierra. No sería, pues, nada extraño que surgiera en el Norte una 'nueva guerra por la sed del oro, como se ha empeñado cruel y sangrienta en el África meridional. Merecen mucha gratitud los trabajos que constantemente llevan á cabo los más sabios médicos y farmacéuticos, para atacar la temible enfermedad tuberculosa 6 al menos sus peores síntomas. Entre estas investigaciones se deben citar el c i trófeno ó apolicina, descubierto por el doctor Koos de F r a n c fort, y que el doctor Renano ha demostrado ser muy conveniente para rebajar la fiebre; el ácido cinámico que los doctores Hensser y Landere administran en inyecciones i n t r a m u s culares obteniendo mejoría en multitud de enfermos; y el cinamato de sosa que Landere considera como el verdadero p r o filáctico de la tisis; pues dice que éste ácido se combina con las toxinas y da lugar á un producto inofensivo que refuerza ei organismo. JüAM GARCÍA, PUBLICACIONES La miuraleja.—Núm. 16. - Un aparato para impedir el choque de los buques y otro para evitar ei de los t r e n e s . — A e rostación.—Artículos científicos, bibliografía y notas varias. El Mundo Naval Ilustrado.—Núm. 15.—Pruebas de artillería en la marina i n g l e s a — L a s torres blindadas de Saint-Chamond —La Liga Marítima Española.—Experiencias de telegrafía sin hilos —Artículos navale';. La Temporada en Monddrif.—Hemos recibido el primer número de este año, tan interesante como los anteriores, sobre todo para los bañistas que asisten ai renombrado establecimiento de los señores hijos de Peinador. Queda establecido el cambio. Veinte años de labor.—LUJOSO folleto que ha tenido la bondad de remitirnos el presidente de la Asociación de Dependientes d¿l Comercio de la Habana. En dicho folleto se traza el estado floreciente de aquella Asociación, y hay multitud de grabados que indican las lujosas instalaciones de su quinta de salud. Felicitamos al Sr. Romagosa por el próspero estado de la Sociedad que preside, y le agradecemos su atención y recuerdoLa A/íiící/ja Afí/íMr ¿.íj5a«o/¡í. • .Núm. rof.—Una campaña sanitaria, médica c higiénica en Fernando Poo,—La alimentacióndel soldado.—Movimiento del personal de Sanidad Militar. La Energía eléctrica. ^ Nini. 1.—Progresos recientes en la industria eléctrica — ' o de conductores eléctricos sin soldadura. —Crónica , • .—.^liscelánea. ~ Reglamento de las relaciones que deben exiaír entre el ramo de Guerra v el cuerpo de Telégrafos.— .Noticias. 41^.—Arrial, impresor, San Bernardo, 92. —Telíf, S022.