VISIÓN PROFÉTICA DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS Por Ricardo Vivas Arroyo En la visión profética del mensaje de Cristo registrado en Mateo 24, el Señor dio a la Iglesia veintiún cuadros proféticos sobrepuestos, que corresponden al tiempo de juicios que estudiaremos como la Gran Tribulación (Mt. 24:21-22). También el Apocalipsis, que cierra el canon de los escritos sagrados que conforman la Biblia, está compuesto por doce mil palabras en el griego, así como son doce mil estadios las dimensiones cúbicas de la Santa Ciudad (Ap. 21:16). Este libro, profético por excelencia, revela en primer lugar al Señor que volverá para reinar, el primogénito de los muertos y príncipe de los reyes de la tierra, que nos salvó con su Sangre y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios; que retornará con las nubes y todos lo verán (Ap. 1:1-8). En este “volverá con las nubes” y no en las nubes, como se pudiera entender, en el griego se utiliza la palabra meta traducida correctamente como “con”, que literalmente significa “en compañía de” mostrando a los santos como una nube de testigos que le rodearán en su venida (Jd. 1:14). Después da un mensaje a cada una de las siete iglesias de Asia menor, que además de dar su mensaje a las iglesias de aquel tiempo, nos muestran siete etapas del desarrollo de la iglesia a través de la dispensación de la gracia, hasta la segunda venida de Cristo. A partir del capítulo cuatro, describe con detalles espeluznantes, los acontecimientos de los últimos siete años de la semana setenta de la visión de Daniel, en los que el Señor Jesucristo fungirá como juez, tal y como en Israel los sacerdotes lo hacían para limpiar al pueblo de sus inmundicias y quitar el mal de en medio de ellos (Nm. 5:21-27, 25:6-8, Dt. 17:12-13). Lo que nos habla de la purificación que el Señor realizará mediante juicios en dos partes, primero refinará a la iglesia que no es la Esposa, y refinará a su pueblo Israel para obtener sus reliquias que recibirán en esta tierra el cumplimiento de las promesas dadas a los patriarcas (Ro. 9:27). VISIÓN PROFÉTICA DE LAS SEMANAS DE DANIEL El profeta Daniel recibió una visión profética en relación al pueblo de Israel (Dn 9:21-27). Es una visión en la que los tiempos de Dios para su Pueblo están divididos en cuatro períodos de semanas de años, que corresponden al patrón de las cuatro “V” de la Victoria: Visión, Visitación, Veredicto y Victoria. De hecho, las setenta semanas de la visión de Daniel son literalmente setenta sietes de años, divididos en cuatro partes: A). El primer siete de sietes, es decir, 49 años, fue un período de visión, que se inició en el tiempo de Daniel cuando Nabucodonosor tuvo su período de locura y en su lugar reinó Artajerjes, su cuñado, en el año 454 antes de Cristo. Este período culmina con la restauración del muro de la ciudad y dedicación del templo, en el año 405 aC. (-454+49=-405) (Dn. 9:6-10 con 15-19), que se identifica como el cumplimiento de la visión del profeta Jeremías (Dn. 9:25a). Las siguientes 62 semanas, 62 x 7 = 434 años del segundo corte de tiempo, concluyeron con la muerte del Mesías. La primera venida de Cristo corresponde entonces al tiempo de la visitación de Dios. Al hacer cuentas, podemos detectar un error de 4 años entre el calendario gregoriano que ahora nos rige y el tiempo judío (-405+434=29), ya que Cristo murió de 33 años y no de 29. Nuestro calendario es impreciso en determinar cuando nació el Cristo y por lo tanto lo es, en cuanto a los tiempos del cierre de nuestra dispensación (Dan. 9:25b – 26a). Después, un príncipe destruye Jerusalén y el pueblo es dispersado, tal y como el mismo Señor también lo predijo, por causa de que su pueblo desconoció el tiempo de su visitación (Mt. 23:34-39, 24:1-2), y se cumplió cuando en el año 70, el emperador Tito Vespasiano destruyó Jerusalén y el templo de Herodes, quien mandó meter arado hasta remover totalmente sus cimientos, para impedir que en el futuro pudieran reconstruirlo. Por cierto, el Muro de las Lamentaciones nada tiene que ver con el templo de Herodes o la ciudad antigua, excepto en su ubicación, ya que los judíos pretenden que las grandes piedras de la base son parte de los cimientos del templo, por lo que lo consideran sagrado y el lugar más cercano a lo que fue el Lugar Santísimo. Lo cierto es que, hasta donde se sabe, ese muro es parte de una construcción Morisca del siglo XIII. En el momento de su dispersión, el reloj profético de Israel se detiene, dando lugar a la era de la iglesia y cuando ésta alcance su plenitud y esplendor, la semana setenta de años iniciará. También es necesario que antes de esto, Israel se encuentre nuevamente reunida como nación, tipificado por la higuera, que cuando reverdece es señal de que el verano está cerca, así cuando Israel volvió a tener tierra en Palestina, el tiempo de su retorno, junto con los juicios determinados, está muy próximo (Dn. 9:21-27, Mt. 24:32-33). Este evento ha comenzado desde 1948, cuando la ONU, por recomendación de E. U., le asignó al pueblo Israelí un territorio en Palestina (Is. 43:4-6, Jr. 23:3-8, Ez. 11:16-21, Miq. 4:6-7). Será una semana de años, dividida en dos períodos iguales, que Daniel sella y es Juan el que abre la revelación nuevamente y la deja sin sellar en el Apocalipsis, es decir, revela sus detalles (Dn. 12:4-13, Ap. 22:8-12). Entre los eventos importantes que se darán como señales de la segunda venida de Cristo, como el hecho de que Israel tuviera tierra nuevamente en Palestina para reunirse como nación, para ser recogida de los cuatro cabos de la tierra, también será necesario que la nación se prepare para reconstruir su templo, con miras a reestablecer los sacrificios levíticos, que fueron interrumpidos cuando sucedió la diáspora o dispersión del pueblo judío y la destrucción de la ciudad y su templo. En los postreros días se multiplicará la ciencia (Dn 12:4), el siglo XX es llamado el siglo de las luces, porque la humanidad ha avanzado en cien años más que en toda su historia en todos los campos: la medicina, la electrónica, la mecánica, la cibernética, la química, el espacio, etc. Habrá guerras especiales y rumores de guerras. El siglo de las guerras mundiales fue el siglo XX. Terremotos y cataclismos en diferentes lugares, que serán llamados principios de dolores (Mt. 24:4-13, 2426). También se han suscitado terremotos catastróficos en muchas partes del mundo, el más reciente fue en el mar, generando un Tsunami que acaba de matar a más de 155,000 personas y dejando cerca de 5,000,000 de damnificados en los países afectados. La segunda semana de enero del 2005, el gobierno de los E. U. envió un barco a la antártica para investigar el posible desplazamiento del eje de la tierra por causa del maremoto que provocó el Tsunami, y sus efectos sobre el clima de toda la tierra, detectando un desplazamiento de dos centímetros, que presumen afectará a los polos y al clima mundial. Recientemente ha habido tormentas inesperadas, e inundaciones inusitadas en Europa, en California y en Venezuela. Todos sabemos del fenómeno denominado “El Niño”, que tantos trastornos meteorológicos ha causado en los últimos años. Los ciclones se han salido de control, ya no se restringen a su estación y suceden en forma impredecible. La generación de ozono en las zonas industrializadas y a su porcentaje constante en el volumen de la atmósfera, ha ocasionado un alarmante adelgazamiento de la capa de ozono, que es escudo a los rayos ultravioleta, y en especial el hueco que se ha abierto en la zona antártica, está contribuyendo al calentamiento de la atmósfera y a la proliferación del cáncer de la piel. Estamos en el umbral de la segunda venida de Cristo y el rapto de los vencedores puede suceder en cualquier momento y la iglesia apercibida está en preparación intensiva ante la inminente venida de Cristo. Como lo veremos más adelante con mayor detalle, en este período se darán simultáneamente eventos celestiales gloriosos y juicios terribles sobre la tierra, por lo que en ella se vivirán siete años de gran tribulación, cual nunca antes, más terrible que la segunda guerra mundial y que los cataclismos que han azotado al mundo (Mt. 24:32-33). Se inicia justo cuando la iglesia alcanza su esplendor y el remanente de vencedores es arrebatado en manera repentina. Es un período en el que el veredicto de Dios se ejecutará primeramente sobre la iglesia que no fue arrebatada, en los primeros 3 ½ años; y en los segundos 3 ½ años se ejecutará sobre Israel (Dn. 9:27), y también se ejecutarán los veredictos de la ira de Dios sobre el mundo, de lo cual no participaran los creyentes ¡Gracias a Dios! (Lc. 1:28-36). Finalmente, al cierre de la semana setenta, la victoria que Cristo tomará sobre el diablo y su imitación de Dios y su plan divino, cuando venga a salvar a las reliquias de Israel y pise la tierra en su segunda venida, concluirá la era de la gracia (2 Ts. 2:1-8). -405 -454 DEDICACIÓN MUERTE FALSO 2ª VENIDA DEL TEMPLO DEL MESÍAS PACTO DE CRISTO (RELOJ DETENIDO) 7 SEMANAS 62 SEMANAS DIÁSPORA RECOLECCIÓN SEMANA70 ISRAEL RESTAURADO (49 AÑOS) LOCURA DE NABUCODONOSOR, REINADO DE ARTAJERJES VISIÓN (434 AÑOS) (DEST. TEMPLO) (NUEVO TEMPLO) (GRAN TRIBUL.) 400 AÑOS DE (DISPENSACIÓN DE LA GRACIA) PURIFICACIÓN MILENIO SILENCIO RAMAS NATURALES DESGAJADAS IGLESIA ISRAEL CRISTO PROFÉTICO LOS ASEBUCHES INGERIDOS EL REY EL MESÍAS LA IGLESIA, LA ESPOSA UN PACTO PRÍNCIPE ROTO VISITACIÓN VEREDICTO VICTORIA EL PATRÓN DE LA VICTORIA EN LAS 70 SEMANAS DE DANIEL (VISIÓN PROFÉTICA DE LOS TIEMPOS DE DIOS PARA ISRAEL) LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO Por Ricardo Vivas Arroyo El apóstol Pablo enseña que para los cristianos, el día del Señor se verificará mediante la resurrección de los cristianos que han muerto, seguida por la transformación de los cristianos que estén vivos en ese momento, y que les corresponda, para unirse al Señor en el aire (1 Ts. 4:13-18), para luego aclarar que, aunque esa será la experiencia de todos los creyentes, hay diferentes tiempos y momentos en que esto tendrá verificativo (1 Ts. 5:1), lo cual la iglesia de Tesalónica ya sabía bien, por lo que les exhorta a no dormir para no ser sorprendidos por ese evento, sino velar, cimentados en la fe, la esperanza y el amor, pero aclarando bien que, si son de los que duermen o de los que velan, de todos modos estarán juntamente con él (1 Ts. 5:2-10). Es claro que todos los creyentes estaremos finalmente con Él, pero también es claro que no todos al mismo tiempo, sino que hay diferentes momentos, según si son de los que velan o de los que duermen cuando Él venga a las nubes. Para entender los tiempos de la segunda venida de Cristo, veremos en la Biblia algunos patrones que nos ilustran cómo será: A). SERÁ COMO LA PRIMERA Una clave para comprender la segunda venida de Cristo, es identificar la manera en que vino la primera vez, Salomón nos declara que para saber las cosas que han de venir, es necesario comprender las cosas que ya fueron (Ec. 1:9-10, 3:15). Así que mirar cómo fue su manifestación al mundo en su primera venida, tal y como fue profetizada, nos permitirá tener una visión más clara de la manera en que se manifestará y regresará la segunda vez. Las profecías de su primera venida marcan tres eventos que la marcaron; así será su segunda vennida: • Cuando el nació (Is. 9:6-7), su venida relacionada con su nacimiento, sólo aquellos que tenían la esperanza de su venida y velaban la percibieron y se gozaron de ello, tales como los pastores, Simeón, Ana y los magos venidos del oriente (Lc. 2:8-17, 25-38, Mt. 2:1), fue algo secreto, que pasó desapercibido a todos los demás. La primera manifestación de la segunda venida de Cristo, de la misma manera, tiene que ver sólo con aquellos que velan y aman su venida y ese día no los tomará desprevenidos (Mt. 24:27-28, 42-44, 1 Ts. 5:2-6). • La segunda fase de su primera venida se dio al inició de su ministerio terrenal (Mal. 3:1-3). Malaquías profetizó que Él vendría a su templo y lo limpiaría con juicio, después de que Elías preparara su camino. Juan el Bautista le preparó el camino con su predicación de arrepentimiento y la gente pudo reconocerle y creer en Él (Mt. 3:11-17); lo cual se cumplió después de su primera señal en las bodas de Caná, al inicio de su ministerio, cuando subió por primera vez a Jerusalén (Jn. 2:11-17). De la misma manera, la segunda manifestación de la segunda venida de Cristo será pública, para consolar a todos los creyentes y para dar inicio a la limpieza de la casa de Israel con sus juicios (Mt. 24:28-33). • La tercera fase de su primera venida del Mesías, se dio al final de su ministerio, cuando subió por última vez a Jerusalén para realizar su entrada triunfal y ser reconocido por todo el pueblo como su Rey que había de venir, confirmando por segunda vez que su casa debía ser casa de oración para todas las naciones (Zac. 9:9, Mt. 21:4-17, Is. 56:7). De la misma manera, la tercera manifestación de Cristo en su segunda venida, será como el Rey que pisará la tierra, al cierre de la Gran Tribulación y la purificación de Israel, para reestablecer su casa de oración en la que le adorarán todas las naciones (Ap. 7:1-4, Is. 1:24-28). En esa ocasión vendrá con la iglesia vencedora, para vencer las huestes del Anticristo y establecer su reino en la tierra (Ap. 14:1-4, 19:11-16). B). COMO SE FUE ASÍ VENDRÁ Otra manera de comprender la segunda venida de Cristo y sus manifestaciones, es considerar la manera en que se fue, tal y como lo dijeron los ángeles a los discípulos que lo vieron partir (Hch 1:11). Si ponemos atención, la partida del Señor de esta tierra, después de su resurrección, se dio en tres fases: • La primera de ellas fue conocida sólo por aquellas mujeres que madrugaron para ir a su sepulcro, el día de la resurrección (Jn. 20:11-18), es claro que no se dejó tocar porque la resurrección acababa de suceder y era necesario que Él, como Sumo Sacerdote, primero penetrara en los cielos, el verdadero lugar santísimo, antes de poder bendecir al pueblo (He. 9:24, Lv. 16:32-34). Después que subió a su Padre y nuestro Padre, a su Dios y a nuestro Dios, ya se dejó tocar por las mismas mujeres que habían ido al sepulcro, como primicias de la bendición (Mt. 28:7-10). • Ellas reciben instrucciones para los demás discípulos de ir a Galilea para verle, como les había pedido desde antes de su muerte (Mt. 26:31-32, Mr. 16:7, 19), Mateo nos refiere con toda claridad que los discípulos obedecieron y fueron al monte de Galilea como el Señor les mandó, y fue allí que les dio la gran comisión, antes de partir (Mt. 28:16-20). Galilea está al norte del país, Nazaret pertenece a Galilea, y el mar donde muchas veces Cristo predicó, de donde eran varios de los apóstoles. • Lucas también nos refiere que hubo otro momento en el que más de quinientos hermanos presenciaron su partida, desde Bethania, del monte de Los Olivos, que es muy cerca de Jerusalén, en Judea, donde recibieron la clave de cómo sería su segunda venida (Mr. 16:14-19, Lc. 24:50-53, Hch. 1:6-12, 1 Co. 15:6). Como su partida, la segunda venida de Cristo involucra tres momentos diferentes (1 Ts. 5:1-2), el primero tiene que ver con los cristianos vencedores, los que están listos esperando su retorno; el segundo, con los demás creyentes no apercibidos en el primer evento, y el tercero, corresponde al momento en que el Señor finalmente pisará la tierra, para vencer a sus enemigos, salvar a las reliquias de Israel y establecer su reino universal del milenio. C). PALABRAS RELACIONADAS CON SU VENIDA Cuando se abordan los textos referentes a la segunda venida de Cristo, se utilizan tres diferentes palabras en griego que conviene comprender su significado, de modo que nos ubiquen acerca de la fase de su segunda venida que está siendo tratado: • Epiphaneia.- Significa aparición aunque es también traducida como resplandor o manifestación, refiriéndose a su segunda venida como algo que se está esperando y se sabe que sucederá en cualquier momento, tal y como lo vemos en: 1 Ti. 6:14, 2 Ti. 4:8, Tit. 2:13, 2 Ts. 2:8. • Apokalupsis.- Significa revelación, y hace referencia al momento mismo en que algo oculto es revelado, también se traduce como manifestación, pero es bueno notar que hay una diferencia en el griego que en español no es clara. En cuanto a la segunda venida de Cristo la encontramos en: 2 Ts. 1:7, 1 P. 1:7, 4:13. • Parousia.- Significa presencia personal o física, es decir, cuando la fase de su segunda venida implica que Él está físicamente presente en el lugar, por lo que se tradujo como su venida, tal y como se utiliza en: 1 Co. 15:23, 1 Ts. 4:15, 17. La segunda venida de Cristo abarca tres eventos, algo que para algunos es esperado y están velando, listos para recibirle en las nubes, una epiphaneia gloriosa y repentina que conocerán sólo los prevenidos. También será algo mostrado o revelado para todos los creyentes, como una señal manifiesta en las nubes que todo ojo verá, el apokalupsis que recogerá a todos los redimidos por la Sangre de Cristo, vivos y muertos, que no hayan participado de la primera manifestación. Y al final, cuando la presencia física y personal de Cristo se cumpla, en el momento mismo en que pise la tierra para ser reconocido por su pueblo Israel en su segunda venida, la parousia tan esperada de su Mesías Rey, cuando le podrán identificar como el que vino y fue crucificado en su primera parousia. D). EL TRIPLE MINISTERIO DE CRISTO Otra manera de comprender las dispensaciones que Dios le ha dado al hombre, es la doctrina básica de la resurrección de los muertos (He. 6:2), ya que ciertamente la totalidad de los hombres resucitarán (Dn. 12:1213, Jn. 5:28-29), pero no todos en el mismo tiempo ni para el mismo destino (1 Ts. 5:1, 1 Co. 15:20-26). Pablo declara que la resurrección es para todos los hombres, pero que hay un orden militar estricto en los tiempos diferentes en que se va a dar, al utilizar la palabra griega tagma, que significa precisamente un orden de grados sucesivos: Primero Cristo, como primicias, luego los vencedores, como parte de las primicias o Pentecostés; después los que son de Cristo en su venida, como la cosecha de todos los frutos, y luego, el fin, después del milenio, en que se dará la resurrección de todos los demás y los del milenio, para ser juzgados en el juicio final del Gran Trono Blanco. El triple ministerio de Cristo, el ungido de Dios, que corresponde a las figuras del Antiguo Testamento de quienes eran ungidos con aceite para ejercer su llamamiento: Los profetas (1 Ry. 19:16), los sacerdotes (Ex. 29:4-7, 40:15) y los reyes (1 Ry 17:15). Como veremos, las resurrecciones están ligadas al cumplimiento de cada uno de los ministerios de Cristo: de Profeta, de Sacerdote y de Rey. Siendo la resurrección el sello y la prueba de que cada uno de los tres ministerios de Cristo se ha cumplido plenamente, cada uno de ellos culmina con una doble resurrección: • Durante su ministerio terrenal, el Mesías recibió la unción del profeta, para hablar las palabras de Dios o buenas nuevas de Salvación (Dt. 18:15-18, Hch. 3:22-23, 7:37, Mt. 13:57, 14:5, 21:11, Lc. 4:17-19, 7:16, 13:33, Jn. 6:14, 7:40, 9:17, He. 1:1-2). Al concluir su ministerio profético, vino su propia resurrección (Col. 1:18), y también se dio la resurrección de los vencedores del Antiguo Testamento, listados en Hebreos 11, como los héroes de la fe, que saludaron las promesas sin ver su cumplimiento en sus días, pero participaron de su cumplimiento, siendo Cristo el precursor que abrió el camino y penetró los cielos y se llevó consigo a quienes lo esperaron, los vencedores del A. T. (Is. 26:19, He. 11:35,39-40, Mt. 27:53). • Durante su sacrificio, su resurrección y exaltación, y por todo el tiempo de la Iglesia, Él está ejerciendo su Sumo Sacerdocio a la diestra del Padre, habiendo recibido la unción sacerdotal, viviendo siempre para interceder por los creyentes (He. 2:17, 3:1, 4:14-15, 5:5-10, 6:20, 7:11, 17, 24-28, 8:1, 9:11-12, 10:21, Ro. 8:31-34). Al concluir el ministerio sacerdotal de Cristo y cerrarse la era de la Iglesia, también habrá dos resurrecciones de los integrantes de la Iglesia: los vencedores, que serán arrebatados para el trono, y a la mitad de la Gran Tribulación, todos los que son de Cristo, después de un período de lavado y planchado de sus vestidos, que estarán frente al trono (Mt. 24:27-31, Ap. 3:21 y 7:9-15, Fil. 3:10-11). • Y en el futuro, cuando regrese a las nubes por su iglesia y después retorne para pisar la tierra, el Señor Jesucristo fungirá como el Rey ungido que su pueblo Israel espera, para reinar mil años en su reinado universal de plenitud y perfecta paz (Dn. 9:24, 1 Ti. 6:14-15, Ap. 17:14, 19:11-21, 20:4-6). Al concluir el reinado milenial de Cristo, también resucitarán los justos que no han participado aún de la resurrección, tanto los santos del Antiguo Testamento que no fueron vencedores, como Adán, Eva, Lot, Esaú, Saúl y muchísimos más, como todos los que fueron salvos durante el milenio, una resurrección de justos para vida eterna (Is. 25:8-9, Ap. 20:5-6). Pero además, y para presentarse ante el Gran Trono Blanco del juicio final y participar de la muerte segunda o eterna, resucitarán todos los perdidos de todas las edades, será la resurrección de condenación (Ap. 20:11-15, 2 Ts. 1:9-10). LAS PRIMICIAS El primer evento en la segunda venida de Cristo, conocido como el rapto de vencedores, es prefigurado en varias maneras: • En primer lugar el Señor lo declara como la reunión de las águilas alrededor de un cuerpo muerto, cuando Él venga a las nubes como un relámpago (Mt. 24:27-28, Lc. 21:34-36). Las águilas son aquellos que esperan al Señor, que no se fatigan, ni se cansan y suben en alas de águilas a su encuentro (Is. 40:30-31); el cuerpo muerto representa el alimento de las águilas, que es un Cordero como inmolado, figura del vencedor, digno de abrir el libro y desatar sus siete sellos, que el apóstol Juan vio en la visión celestial (Ap. 5:1-10). • Otra figura del remanente que será arrebatado, es la fiesta de Las Primicias, cuando Israel debía congregarse en Jerusalén para celebrar los primeros frutos de la tierra, dándoselos a Dios y cincuenta días después cerrar la fiesta con ofrendas y sacrificios de primicias, conocido como el día de Pentecostés (Lv. 23:9-21). Estas dos etapas en la fiesta son clara figura de la resurrección de Cristo, pero también de la resurrección de los creyentes vencedores, como primeros frutos para Dios y para su Trono (1 Co. 15:20-26, Ap. 14:1-5, Is. 26:19). Entre los hombres las primicias eran los primogénitos, que también pertenecían a Dios y tenían tres privilegios sobre sus hermanos: Autoridad, Sacerdocio y doble porción de herencia; que bien podrían perder, si no los conservaban con dignidad, como sucedió a Esaú, a Rubén y a muchos otros; por lo que también hay una congregación de primogénitos o iglesia de vencedores listados en los cielos (Ro. 8:29, He. 12:23, Ap. 1:5). Todos nacemos como primogénitos en Cristo, pero podemos conservar o perder nuestros privilegios si no caminamos en la dignidad de nuestro llamamiento (He. 12:14-17, 1 Ts. 2:12, 2 Ts. 1:5, Ap. 3:4). • Este primer remanente es también comparado por el Señor con Noé, que significa Consuelo, y cuando él y su familia fueron salvados del diluvio en el arca, ya que ese momento repentino tomará a los apercibidos y dejará a los descuidados a la gran tribulación (Mt. 24:36-51). Tal y como Pablo exhorta a la iglesia a no dormir sino velar, para que aquel día no la sorprenda como ladrón (1 Ts. 5:1-11). • Es también ilustrado con la parábola de las diez vírgenes, de las cuales cinco eran prudentes y cinco eran fatuas (Mt. 25:1-13). Las vírgenes son figura de la iglesia, las prudentes, que tenían sus lámparas encendidas y reservas de aceite, tipos de la Palabra y el Espíritu Santo, representan a la iglesia vencedora, apercibida, con una vida en el Espíritu, ellas serán la Esposa y se irán las bodas, y la puerta se cerrará tras ellas. De las otras vírgenes hablaremos más adelante. • Siendo Adán figura de Cristo (Ro. 5:14), y siendo la iglesia su cuerpo (Ro. 12:5), cuando Dios quiso dar a Adán la ayuda idónea mediante la mujer, hizo caer en él sueño profundo, le abrió el pecho y tomó una de sus costillas, cerrando la carne en su lugar, y de la costilla formó a su mujer, para que fuera carne de su carne y hueso de sus huesos (Gn. 2:21-23), del mismo modo, del cuerpo dormido de la iglesia, Dios tomará un remanente cercano a su corazón para formar su Esposa, con la que compartirá su trono y gloria. • Estos vencedores, son prefigurados además por los veinticuatro ancianos, destinados al Trono para reinar junto con el Cordero, que entonarán un cántico nuevo para exaltarlo, también mostrado como el cántico nuevo de las primicias, exclusivo, que sólo ellos podrán entonar (Ap. 5:8-10, 14:3). • Apocalipsis tiene una figura doble, una mujer preñada que da a luz un hijo varón que es tomado para reinar, y luego tiene más hijos, que serán guardados en el desierto de la ira del dragón por 1,260 días, 3 ½ años(Ap. 12:1-6). Esta mujer es tanto figura de Israel, como de la Iglesia, así que en ambos casos ilustra las dos partes de la Gran Tribulación, la primera para la iglesia y la segunda para Israel y los juicios de Dios sobre ellas. En cuanto a Israel, el hijo varón prefigura a Cristo y los demás hijos a las reliquias, 12,000 marcados de cada una de las 12 tribus de Israel, literalmente 144,000 sellados. En cuanto a la iglesia, el hijo varón prefigura a los vencedores que reinarán junto con Cristo como primicias, los 144,000 (número espiritual), que siguen al Cordero fielmente donde quiera que va, y serán tomados para el Trono de Dios y para el Cordero (Ap. 14:1-5), y el resto de los hijos, todos los redimidos que pasarán por la primera parte de la Gran tribulación, de quienes trataremos a continuación. Cuando el rapto suceda en forma tan repentina como el abrir de ojos, que es la décima parte de un segundo, el mundo se alarmará por la gran cantidad de desaparecidos en todo el mundo, tanto vivos, como muertos que dejarán los sepulcros y se unirán al rapto de vencedores. Será turbador el hecho que pilotos de aviones, cristianos vencedores, dejarán sus puestos y los aviones, carros, trenes, autobuses se estrellarán. De todas partes, en forma más rápida que la vista, se esfumarán, dejando sus labores o sus camas, según sea de día o de noche en su región cuando suceda (Mt. 24:39-42, Lc.17:32-36, 1 Ts. 4:16-17). Seguramente el Anticristo tendrá que explicar al mundo qué fue lo que pasó, por lo que el fenómeno OVNI y los alienígenas, que no son otra cosa que demonios que han sembrado sus mentiras en los corazones duros de los perdidos (2 Co. 4:4, Ef. 4:17, 2 Ts. 2:9-12), le dará el argumento que convenza al mundo de que fue un encuentro cercano de cuarto tipo, que sus alienígenas aliados, han eliminado del mundo a aquellos que se oponían a la paz y seguridad que ahora por fin será factible. “Por fin fue extirpado el cáncer de los anti ecuménicos que impedían la unidad mundial”, seguramente les dirá y el mundo lo aceptará, porque desde ahora y para entonces, los engaños del diablo al respecto, han y habrán convencido al mundo de la presencia de extraterrestres, que con sus extraordinarios avances tecnológicos, habrán tele transportado a los sectarios a un planeta remoto, desterrados para siempre del planeta. Libros pseudo científicos sobre ovnis, historietas como la de superman, videos; series de TV, como los expedientes secretos”X”; películas como la guerra de las galaxias, el día de la independencia, los hombres de negro y muchas más; farsas como la pretendida autopsia a un alienígena, realizado hace décadas en Roswell, Texas, Estados Unidos, rescatado de una supuesta nave que se estrelló cerca de dicho pueblo, y supuestamente infiltrado de los archivos secretos del gobierno norteamericano. Por cierto, la Kodak, como otros laboratorios, analizaron el filme y descubrieron que era fraudulento y reciente, pero del cual se vendieron millones de copias. La ciencia ficción bombardea la mente de ya varias generaciones, presentando tesis convincentes sobre lo factible que puede ser que estemos siendo vigilados por seres superiores con mucho más avances que la humanidad. El ambiente está preparado para aceptar lo que sea, el diablo ha maquinado desde hace muchos lustros la manera de engañar al mundo para el advenimiento de su breve reinado. -----o-0-o----- LA GRAN TRIBULACIÓN Como ya lo hemos podido identificar, esta semana de años está dividida en dos períodos de 3 ½ años menos 18 días, que por la misericordia de Dios, esos días serán abreviados para preservar los remanentes, tanto de la iglesia como de Israel (Mt. 24:21-22, Ap. 11:2-3, 12:6, 13:5) (3.5*365=1278 y cada período durará 1260 días, 18 días menos que serán recortados). La preeminencia de la voluntad de Dios es muy evidente, ya que siendo un tiempo en que el Anticristo tomará poder y a la mitad de la semana la Iglesia será quitada junto con el Espíritu Santo y no habrá nada ni nadie que le impida hacer de las suyas con toda suerte de impiedad, no obstante, la voluntad de Dios prevalecerá, preparando todo para que el Señor descienda del cielo y tome victoria de sus enemigos al cierre de este período de juicios (2 Ts. 2:3-12). EL JUICIO DE LA CASA DE DIOS Después del rapto de los vencedores, en la tierra se iniciará la semana setenta de Daniel, la Gran Tribulación, cuyo primer período de 3 ½ años, será el principio de dolores, donde no sólo habrá cataclismos singulares, sino juicios divinos, y en especial, la iglesia quedada, será refinada para alcanzar un mejor nivel y poder aspirar a galardones en el Tribunal de Cristo, e incluso, los que mueran decapitados por el testimonio de Cristo, puedan participar del Reino Milenial (1 P. 4:17-19, Mt. 24:8-13, Ap. 12:6-17, 20:4). La Iglesia despertará de su letargo y por causa de su testimonio muchos se convertirán a Cristo en todas partes, sumándose a la gran cosecha que será levantada (Mt. 24:12-14). Serán como en los días de Nerón, en los que muchos cristianos fueron quemados en leña verde o despedazados vivos por las fieras en el circo romano, pero el hecho de que murieran cantando y no renegasen de su fe a costa de su vida, en vez de reducir el número de redimidos, se incrementó tremendamente. El testimonio de la iglesia, así como el de los dos testigos que Dios enviará, como veremos con mayor detalle más adelante, justificará el que Dios ejecute los juicios y las sentencias ya determinadas contra los enemigos de la iglesia y de Israel, por cuanto habrán rechazado la Salvación que Cristo ofrece. Omitiendo en este resumen lo que implica el abrir los siete sellos y el sonido de las siete trompetas con dos ¡ayes!, y siguiendo la recapitulación que el mismo Juan hace (Ap. 11:1-14), para mostrar otros sucesos que se darán en paralelo de los ya narrados, en estos primeros 3 ½ años,dos testigos de Dios profetizarán a las naciones y ellos provocarán muchos de los juicios de Dios sobre la tierra. Durante el tiempo de su mensaje, su palabra de fe y autoridad les guardará de sufrir daño alguno, matando a sus enemigos. Al acabar el tiempo de su profecía, de mil doscientos y sesenta días, y después de las trompetas de juicio que ya vimos que vendrán sobre los impíos, el Anticristo responsabilizará a los cristianos y en especial a estos dos testigos de todas las calamidades acontecidas, por lo que los matará y serán expuestos por tres días y medio en la plaza de San Pedro, en Roma, llamada espiritualmente Sodoma y también Egipto; lo que será motivo de una fiesta mundial, similar a la actual Navidad, en la que todos se darán regalos y felicitaciones, pensando que todo acabó y que podrán seguir en sus maldades. Pero después de los tres días y medio, los dos testigos resucitarán y serán recogidos, junto con todos los redimidos, vivos y muertos, que formarán la gran nube de testigos, que subirán al encuentro de su Señor (He. 12:1, Ap. 1:7). Sin ser dogmáticos, pero considerando varios aspectos que así lo perfilan, estos dos testigos pueden ser Moisés y Elías, ya que tienen facultades que se manifestaron en sus respectivos ministerios, como tornar el agua en sangre o hacer descender fuego del cielo. De Moisés se nos declara que su cuerpo fue recogido de su sepultura y llevado al cielo (Jd. 9, Dt. 34:6). De Elías se nos dice que fue llevado al cielo por un torbellino (2 Ry. 2:11). Es claro que Elías vino a preparar el camino del Señor antes de su ministerio terrenal en la persona de Juan el Bautista (Mt. 11:13-14), pero también estará predicando antes de su segunda venida, como el día terrible, grande y manifiesto que refinará a su pueblo para su retorno (Mal. 4:1-5). Ambos, Moisés y Elías, estuvieron con el Señor en el monte de la transfiguración hablando con Él, acerca de su partida (Lc. 9:29-35). LA GRAN COSECHA Después de la recapitulación y visiones paralelas de los acontecimientos de la primera mitad de la semana, volvemos al toque de la final trompeta que refiere el apóstol Pablo en relación a la segunda venida de Cristo, corresponde entonces a la séptima trompeta, que será tocada a la mitad de la semana, y como detallaremos más adelante, los santos de la tribulación subirán al encuentro con su Señor, para participar entre otras cosas, del Behema o tribunal de Cristo, para ser examinados y galardonados junto con los vencedores. (Ap. 11:1519, 1 Co. 15:51-57). Pero indudablemente la consumación de los juicios sobre la iglesia para purificarla y darle una mejor posición eterna, y las plagas y castigos sobre las naciones que ejecutaron la persecución y muerte de los hijos de Dios, ha llegado a su fin, y está por iniciarse la segunda mitad de la semana de juicios de la Gran Tribulación. • La fiesta de las cosechas, al final del año agrícola, Israel subía a Jerusalén por tercera ocasión, para celebrar entre otras celebraciones, la Fiesta de las cosechas, con palmas y ramas frondosas y cargadas de frutos, agradeciendo a Dios sus bendiciones (Lv. 23:39-42). Dios en su fidelidad, por medio de la primera parte de la Gran Tribulación, refinará a la iglesia que se quedó y la recogerá para consolarla; en esta ocasión todos verán al Señor venir a las nubes, de donde enviará a sus ángeles a recoger a todos los redimidos, para que no se pierda ningún grano (Mt. 24:29-31, Ap. 14:13-16). Ellos cantarán el cántico de Moisés y no el cántico nuevo de las primicias, cuando sean arrebatados para estar con Él (Ap. 15:1-4). • La segunda venida de Cristo es comparada también a los días de Lot, que a diferencia de Noé, Lot no estaba apercibido de lo que pasaría a Sodoma, ciudad con la que comerciaba y en la que vivía, y Gomorra, su hermana pecadora (Lc. 17:28-32). Lot significa “Un Velo”, y fue tomado justo antes de los juicios más terribles, que como veremos, sucederán en la segunda mitad de la semana. Son los cristianos que se quedaron en el Rapto, por causa del velo de la carne que les impidió estar prevenidos, después de su juicio, también serán arrebatados para recibir al Señor en el aire (1 Ts. 4:13-18, 5:1, 6-10). • Esta fase corresponde a las vírgenes fatuas que no estuvieron listas para las bodas (Mt. 25:8-13), y la puerta fue cerrada y se quedaron fuera, al lloro y crujir de dientes de la Gran Tribulación. Una aclaración importante es que el Esposo les responde que no las conoce, con una clara referencia a la intimidad que sólo se puede dar con la Esposa (Gn. 24:16), y no al desconocimiento total que Cristo refiere a los obradores de maldad que usan su Nombre pero no son salvos, como los espiritistas y espiritualistas (Mt. 7:21-23). • La iglesia, formada por todos los redimidos, es el cuerpo de Cristo, del cual, cuando está dormido, Dios tomara una costilla de su pecho para hacerla su esposa (Ro. 5:14, Gn. 2:22-23). Los que no son la Esposa, quedarán como el cuerpo. • Cuando venga el rapto, los mayordomos fieles serán bienaventurados y recompensados, pero los otros se quedarán para pasar el tiempo de prueba de la Gran Tribulación (Lc. 12:41-49). Después el Señor regresará por ellos de las bodas, y espera encontrarlos ahora sí sirviéndole para recompensarlos, cosa que no sucedería si no hubieran sido refinados en la prueba, y llegarán a la Cena de las bodas donde el Señor les servirá (Lc. 12:35-40, Ap. 19:9). • Las multitudes de ropas blancas que vienen de gran tribulación y estarán frente al trono, como servidores de Dios (Ap. 7:9-17). • Los otros hijos de la mujer preñada, que estarán en el desierto por 1260 días, primera mitad de la gran tribulación, refinación de la iglesia que se quedó, los dormidos cuando vino el rapto (Ap. 12:17). LAS RELIQUIAS DE ISRAEL Como ya vimos, durante la primera mitad de la semana, Israel estará resguardada, mientras la iglesia es refinada (Is. 26:20-21), en esta primera parte el Anticristo hará un convenio con Israel, engañándolo haciéndose pasar por su esperado Mesías y hollará el atrio del templo por los primeros 42 meses (Mt. 24:15- 20, Ap. 11:1-2); pero en la segunda mitad de la semana, al inicio, romperá el pacto hecho con Israel y hará cesar el sacrificio (Dn. 9:27, 11:31-32). Y será hasta que la iglesia y el Espíritu Santo que ahora lo impiden, hayan sido quitados de la tierra, que será liberado plenamente el misterio de la iniquidad en el que se manifestara aquel inicuo hijo de perdición o Anticristo (2 Ts. 2:1-12). Entonces el pueblo de Israel será refinado en el horno de la aflicción, como se refina la plata, prefigurado por diferentes juicios en el pasado del pueblo de Dios (Ro. 9:27-29, 11:1-8, 2 Ry. 19:30-31, 2 Cr. 34:21), mediante los cuales será cernido el remanente escogido; como lo profetizaron también Isaías, Jeremías, Ezequiel y Malaquías (Is. 10:20-23, 37:31-32, Jr. 30:4-7, Ez. 20:34-38, Mal. 3:1-6). Este remanente será contado y sellado antes de la Gran Tribulación, doce mil de cada una de las tribus de Israel, contando a las dos medias tribus de José como enteras, pero dejando fuera a la tribu de Dan, que no participará de los privilegios del milenio (Ap. 7:1-8, Ez. 37:19-28, Gn. 49:16-18). Estos 144,000, pasarán en especial por su juicio en la segunda mitad de la semana, por los segundos 42 meses de la Gran Tribulación (Ap. 11:1-2). En especial Isaías abunda en palabras sobre este período terrible para el pueblo de Dios, así como en guardar para Dios un remanente que será salvo (Is.6:11-13, 10:20-23, 13:1-22, 17:4-14, 24:1-13, 17-22, 51:17-23). Al final de este segundo período serán derramadas las siete copas de la ira de Dios con las siete plagas que atormentarán a las naciones enemigas de Dios y de Israel, tal y como sucedió al sonar de las siete trompetas al final de la primera mitad de la semana, en las que vimos destruirse sólo a un tercio de la vegetación, de los animales marinos, del mar, de los ríos, de la intensidad de la luz del sol, la luna y las estrellas y a un tercio de la humanidad; pero en esta ocasión los juicios serán para la destrucción de todas las cosas y el exterminio de todos los malvados hijos del diablo, y hasta entonces se dará el tercer ¡Ay!, para todos los moradores de la tierra (Ap. 12:12, 15:5-8, 16:1-21 Is. 30:27-28, 34:1-14, 66:15-16, Jr. 9:25-26, 10:25). Omitiendo todos los detalles de este segundo período de la Gran Tribulación, así como las siete copas de la ira de Dios. Al final, es en el monte de las Olivas, justo junto al valle de Armagedón, donde descenderá el Señor y pisará la tierra y con Él los vencedores (Ap. 14:1, 17:14, 19:14). Cristo, el Rey de reyes, peleará en dicho valle contra sus enemigos, utilizando armas antiguas como espadas y lanzas, seguramente porque en la guerra tecnológica anterior que contaminó la tierra, se perdió toda esa tecnología. La Biblia dice que será tan grande la mortandad, que la sangre empapará la tierra y llegará hasta los frenos de los caballos y sus carnes serán festín para las aves de rapiña. El mismo Anticristo será lanzado vivo al lago de fuego en esa gran ocasión, por el puro resplandor de la majestad de Cristo en su venida (2 Ts. 2:8, Is. 27:1). El Rey de Reyes vendrá con su ejército de redimidos, los vencedores, que como los valientes de David se esforzarán en la batalla para aniquilar a todos los malditos hijos del diablo, perversos y corrompidos hasta la saciedad, arrojando vivo también al falso profeta al lago de fuego y azufre hirviendo, matando al resto de sus enemigos con la espada de su boca, y siendo reconocido por las reliquias de Israel como su Mesías Salvador y Rey, esta es la culminación de la segunda venida de Cristo el Señor (Ap. 19:11-21). EVENTOS CELESTIALES Mientras en la tierra están sucediendo los juicios de la Gran Tribulación, justo después del rapto de los vencedores, en el cielo se llevarán a cabo tres grandes eventos, gloriosos como no los ha habido ni los habrá, pues será la culminación de los deseos del corazón de Dios y el broche de oro de su perfecto plan, trazado desde antes de la fundación del mundo: El primero de ellos es: LAS BODAS DEL CORDERO Hay para la Iglesia un llamado excelente que la debe llenar de esperanza y motivar para buscar la excelencia y discernir entre lo bueno y lo mejor (Fil. 1:9-11), de modo que en aquel día, el día de Cristo, pueda ser coronada como la Esposa del Cordero, cuando Él se la presente a sí mismo, como una novia gloriosa, santa y sin mancha (Ef. 5:25-27). Eso es lo que dará la plena satisfacción al corazón de Cristo acerca del precio que tuvo que pagar por ella mediante sus sufrimientos expiatorios en la cruz y en el infierno (Is. 53:11). La única cosa más grande que ser hijo de Dios es ser la Esposa, la que será semejante a Él, es decir, la que alcanzó su estatura y puede mirarle cara a cara, por eso el que tiene esa esperanza camina en pureza, porque Él es puro (1 Jn. 3:1-3, Ef. 4:13). La motivación más excelente de los cristianos, la que los hace aspirar y alcanzar la madurez, es la visión del blanco, para ganar el premio de la soberana vocación de Dios en Cristo, es decir, alcanzar la meta para la cual fueron alcanzados y no conformarse con menos (Fil. 3:10-15), esto es participar de la mejor resurrección, de entre los que resucitarán, la de las primicias, la de los vencedores, los únicos que se sentarán en el Trono junto al Cordero para reinar con Él (He. 11:35-40, Ap. 3:20-21). La iglesia que será la Esposa, es aquella que se preparó y estuvo lista para cuando el marido llegó, que además tiene el vestido de bodas, de lino blanco y resplandeciente, que son las obras justas de los santos (Ap. 19:5-8). El Salmo 45 describe la boda, el vestido de la novia, las vírgenes o damas de compañía y la gloria que rodeará a la Esposa. En el Cantar de los Cantares de Salomón, Dios nos muestra muchos hermosos detalles de la relación de Cristo con la iglesia que será su Esposa, por ejemplo, Dios compara a la Iglesia con un huerto de Dios y a los creyentes como árboles de justicia (Is. 60:21, 61:3, Sal. 1:1-3), de modo que Dios espera que la Iglesia dé fruto; en Cantares Cristo desciende a su huerto para ver su ya florea y fructifica, buscando madurez en sus hijos (Cant. 6:11, 4:16). Nos describe la carroza en que la Iglesia, la elegida del Rey, será llevada a su encuentro (Cant. 3:9-11), construida de madera del Líbano, misma que usó en el templo, figura de los creyentes plantados en la casa de Jehová (Sal. 92:12-13); sus columnas de plata, figura de la obra de redención que Cristo ganó con su Sangre preciosa; su respaldo de oro, figura de la gracia que Dios ha dado a su iglesia para cumplir su voluntad; su techo de grana, figura de la Sangre que nos cubre, a salvo del pasado, del presente y del futuro; enlosado de amor, como fundamento o piedra angular de la nueva vida en Cristo, vínculo de la perfección. En esa carroza estamos escondidos con Cristo en Dios (Col. 3:3). En especial, la iglesia es retratada con toda su belleza, mostrando a Cristo en sus cuatro glorias (Cant. 6:910), porque la describe como: El alba, como la luz del amanecer que rompe las tinieblas de este mundo, como la aurora, que prefigura la primera de las cuatro cosas que Dios hizo a Cristo dentro del creyente (1 Co. 1:30), la Sabiduría de lo alto, la que se encuentra sólo si se madruga para buscarla (Pr. 8:12, 17), necesaria para poder edificar la casa de Dios (Pr. 14:1, Mt. 7:24-27). Hermosa como la luna, que es fiel reflejo del a luz del Sol, que prefigura a Cristo, que es capaz de mostrar cómo es Él, que es precisamente la obra de Justificación o manifestación de su justicia, segunda cosa que Cristo ha sido hecho por Dios en nosotros (Stg. 3:18). La tercera característica de la Iglesia gloriosa que se casará con Cristo es, esclarecida como el Sol, como la luz del medio día cuando el sol está en su cenit, una iglesia radiante, que no vive para sí sino que más bien Cristo vive en ella y es Él el que se ve, que corresponde a la tercera cosa que Cristo fue hecho en nosotros, la Santificación, que es la transformación de lo que nosotros somos a lo que Cristo es (Pr. 4:18, 1 Ts. 4:1-5, Ef. 5:25-27). Imponente como ejércitos en orden, lo que nos habla de alguien listo para la guerra, una Iglesia formada por guerreros determinados a la victoria, que se saben vencedores, porque Cristo los ha equipado para garantizar que todos sus enemigos quedarán por estrado de sus pies (Ef. 6:11-13, 1 Co. 15:24-25), que es precisamente el poseer el Reino de Dios, ejerciendo el dominio, hasta la redención total de su herencia (Ef. 1:14, Col. 3:24), que también es Cristo dentro del creyente. La Iglesia gloriosa que se casará con Cristo, está formada por creyentes totalmente rendidos a Él, dependientes por entero de lo que Cristo ya es dentro de ellos, pero que le permiten vivir y manifestarse a través de ellos. Una figura de las bodas del Cordero es la boda de Ester con Assuero, rey del imperio más poderoso de la tierra (Est. 2:15-18). El rey es figura de Cristo, Hegai, el eunuco del rey, es figura del Espíritu Santo, que preparó a Ester, figura de la Iglesia, quien se sometió en todo a sus sabias disposiciones y tuvo de su parte la gracia de Dios, de modo que fue la elegida del rey, se casó con él y fue coronada para reinar con él. Luego se hizo un gran banquete, figura de la Cena o fiesta de bodas que Cristo también celebrará, segundo evento celestial muy esperado en el que el Esposo, como anfitrión, atenderá a todos los invitados a las bodas, mediante el gran banquete de bodas: LA CENA DE BODAS Festejar el acontecimiento y compartir la alegría de la pareja con los amigos y parientes era y es lo más propio, así que Cristo hará una gran cena en la que Él como anfitrión atenderá a sus invitados, como el banquete de la reina Ester, sus invitados serán bienaventurados (Ap. 19:9, Mt. 26:29, ). Israel era invitado a las bodas, pero no fue digno, sólo aquellos con vestido de bodas, es decir, todos los santos del Antiguo Testamento, hasta Juan el Bautista son amigos del Esposo, invitados a su banquete (Mt. 22:1-14, Mt. 9:15, Jn. 3:26-30, He. 11:39-40). También serán convidados todos los redimidos que vienen de la Gran Tribulación, justo a la mitad de la semana (Mt. 22:10, Lc. 12:35-38, 14:15-24, 22:17-18). EL TRIBUNAL DE CRISTO El tercer evento celestial que se realizará después de la cena, cuando toda la iglesia está reunida, tanto la Esposa, como aquella que fue refinada en la Gran Tribulación, es el bema o tribunal de Cristo, en el que todos los redimidos serán juzgados. En un juicio es importante identificar cuales son los siete elementos que lo determinan: A QUIÉN se juzga. QUÉ se juzga. QUIÉN ES EL JUEZ que preside el tribunal. CUÁL ES LA NORMA o base del juicio (su severidad). CUÁNDO es realizado el juicio. DÓNDE se lleva a cabo. SENTENCIA que se espera, resultados. Cuando estudiamos la séptima doctrina básica del juicio eterno, pudimos diferenciar los juicios que describe la Biblia. El Tribunal de Cristo para los creyentes es el evento más significativo de la iglesia que espera ser galardonada para entrar en la eternidad como un Reino de Justicia: En el se repartirán coronas, galardones, recompensas y se coronará a la Esposa para reinar con Cristo. También muchos creyentes serán avergonzados al ser quemadas sus obras y aunque serán salvos, no habrá para muchos nada adicional (1 Co. 3:11-15, 1 Jn. 2:28). No veremos con detalle el tribunal de Cristo en esta panorámica. LA ERA MILENIAL Mil años son como un día para Dios, lo que nos da una clave para visualizar los tiempos en el calendario bíblico (Sal. 90:4, 2 P. 3:8). De Adán a Cristo transcurrieron cuatro mil años, de Cristo a la fecha han transcurrido cerca de dos mil años más; ahora estamos en el atardecer del sexto día, en el que fue creado el hombre y la mujer, figuras de Cristo y su Iglesia (Gn. 1:26-31). El séptimo día fue instituido como día de reposo, porque en el reposó Dios de toda su obra (Gn. 2:1-3). Cuando este día concluya y la Iglesia esté en la plenitud, Cristo retornará por su iglesia, dando lugar a diferentes eventos relacionados con su venida en un período de siete años, que ya estudiamos, al final de los cuales Él descenderá a la tierra como Rey para dar inicio al milenio o dispensación de la paz, el día de reposo que Dios santificó desde el principio. • Esta última dispensación se caracterizará por ser pacífica. La paz reinará debido a que imperará la justicia (Stg. 3:18). Actualmente hay mucha injusticia, lo que es causa de pleitos y guerras. La iglesia tiene el privilegio de sufrir injustamente para traer la gloria de Dios a la tierra (1 P. 3:14-18, 4:12-16). La Biblia nos muestra con claridad que entonces cesarán las guerras y las armas serán cambiadas por herramientas de labranza (Is. 2:1-4, Os. 2:18, Ez. 34:25). También en ese tiempo, la Palabra de Dios será muy estimada y en especial en su pueblo restaurado todos conocerán a Dios (He. 8:10-12). La paz será en todos los ámbitos, de modo que podemos imaginar ciudades sin policía, sin cárceles, sin ejército, sin divorcios. No habrá tampoco animales feroces o ponzoñosos, aún los carnívoros dejarán de serlo para volver a alimentarse de hierva, como al principio (Is. 11:5-9, 65:25, Gn. 1:30). • En esa dispensación, a diferencia de la actual, no habrá diablo que engañe o tiente a las personas (Ap. 20:1-3). Imagina una tierra sin pornografía, sin drogas, sin antros de vicio. Ahora el diablo es el príncipe de este mundo y está valiéndose de la carne para ejercer su principado en la humanidad, pero la iglesia está siendo entrenada para vencerlo y alumbrar en las tinieblas del mundo. Sin diablo la tierra entera será lo más parecido al paraíso, que aún será difícil distinguir entre los salvos y los que no lo son. El diablo ahora ciega los entendimientos de los incrédulos para que no vengan a Cristo (2 Co. 4:4), pero entonces no habrá esos inconvenientes para ganar almas. No se echarán fuera demonios como ahora, no habrá hospitales psiquiátricos. Nunca como entonces se comprenderá que la diferencia entre ser salvo o no, no tiene que ver con obras sino con tener la nueva naturaleza dentro de nuestro ser. • En está era Cristo será el Rey de reyes (Ap. 17:14, 19:11-16). Los doce apóstoles del Cordero reinarán sobre las doce tribus de Israel (Lc. 22:28-30). Los vencedores que conforman la Esposa, reinarán, según su fidelidad y fruto respecto a lo que Dios les dio, sobre diferentes territorios o ciudades, según les fue designado en el Tribunal de Cristo (Lc. 19:16-19, 2 Ti. 2:12, Ap. 5:10). También reinarán con Cristo los vencedores de la Gran Tribulación (Ap. 20:4-6). • En esta dispensación Dios consolará a su pueblo Israel y le cumplirá todas las promesas dadas desde el principio, sus reliquias poseerán su territorio (Ro. 11:1-5, 15, 25-27, Ap. 7:3-8), que nunca han poseído y que será desde el río Eufrates hasta el río Nilo (Gn. 15:18). • Los israelitas evangelizarán al mundo, será su privilegio, porque al reconocer a su Mesías Rey, el velo caerá de sus ojos (Zac. 8:20-23, 13:6-9, Is. 2:1-3, Miq. 5:1-4). • Es claro que la iglesia que se levantará será muy especial y diferente a la de nuestra dispensación. Nuestra iglesia está prefigurada por el Tabernáculo de Moisés, pero la iglesia del milenio está prefigurada por el templo de Salomón, siendo éste un tipo del reinado de paz de Cristo (1 Ry. 2:45, 4:24-25, 34). • El templo descrito en Ezequiel corresponde al templo físico que será edificado por los judíos al inicio de la Gran Tribulación y será el centro de adoración en el milenio (Ez. 40-42). Es el único templo descrito en la Biblia que está pendiente de edificación. Hay muchas cosas no vistas en esta panorámica, pero es muy importante que se puedan estudiar al detalle, pues son de vital importancia para todo creyente que anhela ser un vencedor. -----o-0-o-----