SALVADOS Y DOS VECES POR UN SOLO DIA

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SALVADOS Y DOS VECES POR UN SOLO DIA
ALBERTO P. MICHEL NEUBURGER - UNA HISTORIA DE VIDA
MI NACIMIENTO EN PARIS EL 30/12/1936
“Un hombre deberá honrar a su padre y a su madre por la instrucción moral que le
brindaron, mucho más que por haberlo concebido. Porque haberlo concebido fue
para complacer su propio placer.”
José Federico Neuburger (mi padre) y Catalina Raizmann (mi madre) se conocen
en París en 1935 ; en marzo de 1936 se casan.
Mi madre queda embarazada en poco tiempo y el 30 de Diciembre de 1936 veo
por primera vez la luz de este mundo. Ellos vivían en la calle Boulevard Murat Nº
122 (París) pero llegaron a tiempo a la clínica Lauriston ubicada en la calle
homónima Nº 91 (cuyo edificio aún existe) a cinco cuadras del Arco de Triunfo.
Eran tiempos muy inciertos, pues el mundo venía de una crisis y la desocupación
era bastante elevada para la época.
En Francia, el Primer Ministro León Blum (Primer socialista y judío que alcanza
dicho cargo) estaba al mando de un país que observaba el comienzo del rearme
alemán con temores. Estos no fueron infundados porque ya durante 1938 los
nazis habían anexado a Austria y los Sudetes en Checoeslovaquia y estabamos a
un paso de la terrible Segunda Guerra Mundial. A pesar que Hitler aseguró en el
pacto de Munich que no tenía más pretensiones territoriales, el 1º de Septiembre
de 1939 invade Polonia y a los dos días Francia e Inglaterra declaran la guerra al
tercer Reich. Al poco tiempo los nazis invaden Holanda y Bélgica y cruzan la
frontera francesa con rumbo a París, la que ocupan en Junio de 1940.
LA HUÍDA DE PARIS Y REFUGIO EN EL SUR DE FRANCIA (1940-1942)
Afortunadamente pudimos escapar de París un día antes de ser ocupada y junto
a una larga caravana de autos nos dirigimos al sur de Francia. Estuvimos
radicados en el pequeño pueblo de Houielles y meses más tarde en Agen (la
ciudad más importante del departamento Lot-et-Garonne). Mi padre, como alemán
fue encerrado en un campo de concentración francés. Al disolverese dicho campo
fue liberado y pudo reunirse con su esposa, hijo y suegros en Agen. Mis abuelos
paternos estaban desde Enero de 1940 en Bs.As. donde gestionaban la llamada
para nosotros.
A pesar de estar en territorio de Francia aun no ocupada por los nazis (República
de Vichy) a cargo del Mariscal Petain (gran colaboracionista de los nazis) nuestra
estada en el sur era muy peligrosa y estábamos a merced de cualquier delación.
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Al principio de la caída de Francia, no hubo demasiada reticencia ni control del
nuevo régimen de Vichy para conceder permisos; pero después las autoridades de
este gobierno pusieron muchos obstáculos a los que deseaban abandonar el país,
sea por la hostilidad del gobierno francés o a causa de la presión alemana. Por su
parte, las autoridades españolas fueron muy celosas en impedir el ingreso de
cualquier persona que no tuviera un visado de salida del país vecino. Las
dilaciones e indecisiones de las autoridades de Vichy al respecto, afectaron de
manera especial a los ciudadanos de países ocupados e hizo la situación de los
judíos refugiados mucho más difícil de lo que era necesario, conforme al párrafo
19 del Armisticio Franco-Alemán que ordenaba a Francia enviar a territorio alemán
a cualquier ciudadano de los países ocupados cuya extradición fuese requerida
por los alemanes.
Sin embargo, mientras duró el breve lapso de tiempo en el cual pudo funcionar
ese régimen de permiso, los cónsules españoles en Francia expidieron visados a
miles de refugiados que así lograron pasar a España y salvarse de las tropas
nazis.
Mi madre viajaba de Agen a Marsella (aprox. 500 Km.) para consultar en el
consulado argentino de esta ciudad si ya estaba otorgada la visa. El tren estaba
permanentemente custodiado por la temible Gestapo.
El rol de la Francia de Vichy en la evacuación y las posibilidades de emigración
era crucial. Francia no ocupada (Vichy) proveía el principal centro de salida de los
refugiados durante 1941 y los primero meses de 1942.
A fines de Julio y principio de Agosto de 1942 terminó el rescate legal a través de
España vía Francia. El 20 de Julio y el 5 de Agosto el gobierno de Vichy dio
órdenes por las que se anulaban los visados de salida a judíos franceses y
extranjeros y se comprometía a la extradición de judíos extranjeros hacia
Alemania, donde serían irremediablemente exterminados. A los judíos franceses,
como también a otros ciudadanos, se les obligó a
integrarse en unidades de
trabajo que fueron enviadas a Alemania. Estas órdenes impidieron que los
cónsules españoles visaran la entrada de centenares de refugiados que
solicitaban escapar a España. A partir de ese momento, comenzó un tráfico
clandestino de refugiados los que pugnaban por franquear ciertos pasos de los
Pirineos y obtenían documentos falsificados con tal de escapar de los nazis (este
fue nuestro caso) Estos métodos ilegales de salida lo procuraron aquellos
refugiados que sabían de la imposibilidad de obtener visados de salida franceses y
temían que solicitarlos bastaria para poner de sobreaviso a los nazis.
A medida que crecía el tráfico de refugiados clandestinos a España –
mayoritariamente a través de la organización de los “Passeurs” que cobraban altos
precios -, las autoridades peninsulares adoptaron drásticas medidas de control
que condujeron a la deportación nuevamente a Francia. Esto fue exactamente lo
que nos sucedió a nosotros (ver descripción detallada más adelante); cabe
destacar además que estas medidas afectaron tanto a los antiguos como a los
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nuevos contingentes de refugiados que se encontraban en tránsito en suelo
español
LA EMIGRACION DESDE EL SUR DE FRANCIA Y HUIDA A ESPAÑA
.
El famoso escritor Stefan Zweig (1881-1942) supo describir la grave situación de
los refugiados en un discurso pronunciado ante la comunidad judía de Río de
Janeiro (Septiembre de 1940). Pronunció las siguientes palabras “Ahora solo
debemos hacer una cosa: Ayudar. Y nadie como no sea nosotros mismos puede
hacerlo. Porque estos judíos fugitivos y dispersos se hallan doblemente
desamparados. No tienen como las otras naciones una Embajada, donde
pudieran acudir. No tienen ningún derecho, ninguna protección, y nadie puede
ayudarles sino nosotros... Tienen tal vez en algún rincón de la tierra, un amigo,
algún pariente, pero no siempre pueden escribirle a causa de la censura y no
disponen de dinero para enviarle un telegrama; uno u otro de ellos quizá podría
aún salvarse en algún otro país; pero cuando, después de semanas y semanas de
horrible espera diaria y de insistencia ante los consulados, consiguen por fin el
mendigado permiso, entonces les falta el dinero para pagar la tarifa”
El escritor mencionado no pudo sobreponerse al tremendo desarraigo y terminó
suicidándose con su esposa en Petropolis (cerca de Río de Janeiro) en Febrero de
1942.
Ante la gravedad de la situación, por fin el Lunes 19 de Octubre de 1942, al
anochecer mis padres dejan el café del L’Ermitage (ciudad de Agen) y me fueron a
buscar al pueblo donde yo estaba escondido con mis abuelos maternos. Mi abuela
y un amigo de mi padre nos acompañaron a la estación de tren. Las calles sin
ninguna iluminación; la estación y su anden estaban sumergidas en una especie
de oscuridad azulada. Munidos de falsos papeles, con el nombre Alsaciano de
Joseph Ruhlman (mi padre) pudimos viajar sin dificultades hasta Perpignan
(Departamento Pirineos Orientales). Gracias a la falsa carta de identidad, es que
pudimos escapar de un control muy severo.
Desde el 20 al 29 de Octubre de 1942 esperamos la ocasión para cruzar los
Pirineos (a pié) escondidos en la casa de amigos: Jules Neuburger, su mujer y su
hijo Roberto (no son parientes nuestros). La policia ya había apresado dos veces a
nuestros guías (passeurs). El 29/10/42 hicimos el primer intento de atravesar las
montañas pero los guías se rehusaron a causa de una horrible tormenta que duró
toda la noche. Por tal motivo, durante dos noches dormimos en un establo en
compañía de un viejo asno en Port Vendre (última localidad antes de cruzar la
frontera franco-española).
Por fin, el 30/10/42 a las cuatro de la mañana nos pusimos en marcha. Nuestro
grupo estaba formado por dos guías franceses, nosotros tres (papá, mamá y yo) y
la familia de un abogado berlinés, su mujer y dos hijos (12 y 10 años), gente muy
derrotista. El camino era empinado y serpenteaba entre viñedos. A las 7 de la
mañana hicimos la primera parada. Estabamos ya en las altas montañas. Yo tenía
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ganas de mover el vientre pero los guías nos apuraban; recuerdo que me decían:
si te quedás solo, te van a comer los lobos. Faltaba una hora para amanecer y
había que estar cerca de la frontera. Llovía, nevaba y un viento glacial soplaba
desde España. El 31/10/42 a las 10,30 atravesamos por fin la frontera española, el
sendero comenzaba a bajar muy bruscamente. Nos sentíamos más seguros y
comenzamos a escribir algunas cartas de despedida a nuestros queridos que
quedaron en Francia (mis abuelos maternos). El guía prometió despacharlas;
después de un alto continuamos nuestra marcha hasta que nos detuvieron unos
guardias franquistas quienes nos apuntaron a todos incluso a mí (¡a los 5 años de
edad!) Ante esa situación mi padre se puso a discutir violentamente con el
guardia,no solo por el hecho de apuntarle a un niño de esa edad.,sino porque se
trataba de su propio hijo, Mientras se generaba esa discusión yo observaba al
resto del grupo con las manos en alto y por imitación hice exactamente lo mismo.
Dichos guardias nos confiscaron algunas pertenencias y nos llevaron a prisión al
pueblo de Figueras. Habíamos cruzado clandestinamente, la cárcel era un
miserable cuarto de 4 x 3 mts. para siete personas(dos hombres, dos mujeres y
tres niños.) Teníamos que dormir en el piso, sin mantas y solo recibíamos una
sopa dos veces por día.
El 9/11/42 nos expulsaron de nuevo a Francia por el paso Pertus en Junquera.
El 10/11/42 (UN DIA ANTES QUE LOS NAZIS INVADIERAN TODO EL SUR DE
FRANCIA) (¡POR UN SOLO DIA!) intentamos el cruce nuevamente y esta vez nos
permitieron seguir hasta Barcelona.
Ante la perspectiva del viaje en barco mis padres tuvieron que vender sus alianzas
para cubrir parte del costo de los pasajes. Además recibimos ayuda de la Joint
(agencia judía) Quiero destacar aquí el papel que jugó la “Joint” durante todo el
período de la emigración de los judíos centro-europeos con apoyo material,
logístico y espiritual a miles de inmigrantes Fueron numerosos los casos en que
intervino esta agencia, ya sea en la compra de los pasajes, en la facilitación,
concreción de los trámites y papeles para emigrar o en los hospedajes transitorios
en las distintas paradas del itinerario migratorio.
Así permanecimos del 10 al 12 de Noviembre en Barcelona y del 13 al 30 de
Noviembre en Bilbao.
En aquellos tiempos de emigración no había otro camino que la vía marítima para
abandonar Europa en dirección a las tierras americanas.
Así es como el 30 de Noviembre a las 12 hs. partimos de Bilbao a bordo del buque
Cabo de Hornos de la Compañía Ibarra. Nuestro recorrido fue el siguiente:
Bilbao – Vigo – Lisboa – Cádiz – (cruce del Atlántico) Trinidad – Puerto Cabello –
Curaçao – Río de Janeiro - Santos – Montevideo – Buenos Aires (11/01/43).
Durante esa larga travesía la inmensa mayoría éramos emigrantes que al
despedirnos del suelo europeo que dejábamos para siempre nos preparábamos
mentalmente para afrontar la nueva vida que se iniciaría en el lugar de destino.
Para nosotros, los más jóvenes, no demasiado conscientes de la circunstancia, el
viaje tenía cierto sabor a aventura. Para los más adultos se imponían sentimientos
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de dolor por la partida obligada y las preocupaciones por lo que les esperaba en el
nuevo y desconocido país.
Considerando mi corta edad, solo dos recuerdos afloran a mi memoria: haber visto
peces voladores desde la popa del buque y sobre el final del viaje (en Montevideo)
el cocinero me preparó especialmente una torta para festejar mi cumpleaños
número 6.
LLEGADA A LA ARGENTINA
Por fin, llegando al puerto de Buenos Aires, el gran reencuentro familiar. Cuanto
más se aproximaba el Cabo de Hornos al muelle tanto más fuertemente palpitaba
el corazón de mi padre considerando que hacía diez años que no veía a sus
padres. Luego de los últimos años peregrinos, carentes de meta en que habíamos
tenido que soportar tanta pesadumbre y tantos sufrimientos, considerábamos una
gran suerte ver por fin una especie de refugio donde podríamos desembarcar sin
ser molestados.
A partir de entonces mis padres y yo, nos radicamos en Buenos Aires donde
comenzamos una nueva vida, llena de esperanzas, por primera vez en muchos
años.
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