Rodolfo Pregliasco dirige el Grupo de física forense del Centro

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para meterse con el conflicto humano,
entonces hay un juego entre lo emotivo,
lo humano y la física. Es muy distinta la
actitud a la física de partículas.
mico, que también es escenario de su
otra pasión, la música. Es trombonista
de la “Banda atómica”, conformada por
investigadores del centro, y desde hace
cinco años, con el trombón y la tuba, participa de Trombonanza en la ciudad de
Santa Fe.
“La música es un placer, una cosa colectiva muy fuerte. Esa vibración común
es algo muy físico”, contó Willy en una
entrevista que comenzó yendo a guardar
la tuba, después que los bronces se elevaran en la mano de los músicos dando
por terminado el show.
—¿Eso te obliga a ser “frío” ante los hechos?
—En muchos sentidos la actuación de
uno se ve un poco fría porque no es la
obvia; pero la ciencia es la única forma
de mirar a la muerte a la cara, de enfrentarse a lo intolerable. Y eso es un poco
la ecuación que aparece en el trabajo.
Ante el drama humano ya sea un asesinato, un choque o lo que sea, uno se ve
impactado por lo que sucedió y por sus
resultados. Pero si superás eso y empezás a ver los detalles y a hacer ciencia en
esa situación, podés enfrentarlo. Hay un
cuento de Edgar Allan Poe, “El descenso
al Maelstrón”, en el que uno de los personajes cuando estaba por ser tragado
por un remolino piensa que si ya está
muerto, cómo no va a apreciar eso que
no hay otra manera de verlo. Entonces
mira y describe todo con un lenguaje muy
técnico. Eso lo hace porque, según Poe,
desde la emoción no se puede mirar la
muerte cara a cara. Hace falta refugiarse
en la ciencia, en un discurso que te pare
en otro lado para mirar. Como resultado
de eso aparece algo positivo, reparador,
útil. A mí me parece que una característica del trabajo es usar la ciencia para
meterse donde uno no se podría meter ni
podría colaborar de otra manera.
—¿Esta es una forma de descargar la
tensión que surge del trabajo?
—Más que una descarga es un desarrollo, una conexión. No es que uno acumula
en lo otro y descarga. Acá crecés y esto
me viene bien porque mi trabajo dentro
de la física es bastante extraño. Una de
las componentes fuertes que tiene es
usar la física y el pensamiento científico
—¿Cómo llegaste a dedicarte a esto?
—Cuando empecé, hice mi trabajo de
licenciatura y el de doctorado sobre
colisiones atómicas. Después hice el
posdoctorado y me quedé en Bariloche
haciendo física de superficies y en algún
momento me enamoré de las trampas de
átomos, la condensación de Bose-Einstein. Me enamoré de esos experimentos
Ficha personal
Nombre
Rodolfo Guillermo Pregliasco
Estudios
Licenciado en Ciencias Físicas (UBA),
Doctor en Ciencias Físicas (UBA)
Ocupación actual
Investigador en el Centro Atómico Bariloche
Lugar de residencia
San Carlos de Bariloche, Río Negro
El investigador de escenas de crimen es
un personaje siempre enigmático, tanto
en series de televisión como en películas.
Serio, con un importante grado de frialdad, consumido por su trabajo y siempre
con una última idea que se dispara en
la cabeza que hace que rápidamente, al
final, todo se vuelva a su favor y resuelva
el caso. Una imagen conocida, pero no
necesariamente acorde a la realidad.
Willy Pregliasco es un físico forense argentino, de carne y hueso y sin ningún
libreto que se ocupa de analizar crímenes para aportar elementos de juicio en
las causas judiciales. Si bien su trabajo
de análisis en el caso de la muerte de
Teresa Rodríguez a partir del sonido inspiró un guión de la serie estadounidense
CSI, las coincidencias terminan ahí. “Lo
más chocante es que en menos de dos
minutos de la serie el caso estaba resuelto: a nosotros nos llevó casi un año
entero”, contó.
Pero no todo es trabajo en el centro ató-
revista ConCIENCIA 15
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y quería hacer espectroscopia óptica y
justo se estaba formando un grupo de
espectroscopia Raman. Entonces, un día
montamos el laboratorio y apareció por la
puerta Ernesto Martinez y me cambió la
vida y encontré lo que quería.
—Casi una revelación… ¿qué fue lo que
te propuso que te cambió la vida?
—Él tenía un contacto con gente de La
Plata que tenía una causa judicial. Me
dijo que había un cuaderno que alguien
escribió, lo borraron y le escribieron encima; esta gente quería leer lo que había
abajo. Yo me sospeché que los de La
Plata querían viajar a Bariloche nomás y
dije que vengan, aunque había muy poca
posibilidad de que salga algo, y vinieron.
Pusieron el libro y ahí me di cuenta que
no era que habían borrado un libro y escrito encima nomás. Empecé a hojear y
era un libro de actas con folios numerados, fechas, nombres y pregunté: qué
es este libro. Entonces me contaron que
era el cuaderno de entrada de una comisaría donde ellos no sabían que decía,
pero sospechaban que abajo decía Bru.
Y cuando me enteré que era ese caso,
de un desaparecido en democracia, me
tuve que ir al baño y lavar la cara porque
me di cuenta que lo que íbamos a hacer
tenía un contenido que no tenía nada de
lo que había hecho antes.
—¿Y qué encontraron?
—El estudio oficialmente lo presentó el
cuerpo pericial de La Plata y nosotros hicimos la parte técnica. Lo que salió de
nuestro análisis fue un mapa de manchitas de tinta que no pertenecían ni a la
escritura sobreimpuesta ni a una transparencia de la escritura hecha del otro
lado del papel. Cuando terminamos de
hacer ese mapa, quedaron un montón
de puntitos que se parecen a esos juegos de unir los puntos con un lápiz. Pero
nuestra pericia terminaba ahí, y correspondió al perito calígrafo unir los puntos.
Allí se veía con claridad la “B” inicial y el
palito horizontal de una “r”. Luego había
un espacio y una línea de cierre, de las
que usaban para cerrar el renglón. Tres
letras, empieza con “B” y tal vez siga
con “r”. Es bastante verosímil que allí
dijera ‘Bru’.
—¿Después de eso pensaste “esto es lo
mío”?
—Sí, tiene que ver con características
personales. Yo siempre fui un tipo muy
disperso y trabajar en una especialidad
me cuesta. Entonces cuando pasa el
tiempo, en vez de disciplinarse, uno dice
“yo soy así, busquemos algo que funcione conmigo” y esto es bárbaro porque
cambiás de tema muy seguido. Te vienen
consultas y enseguida tenés que leer un
libro nuevo para poder dar una buena recomendación. Además yo ya lo conocía a
Martínez y quería trabajar con él. Así que
me fui a hacer eso. El primer trabajo que
hicimos juntos después fue el de Teresa
Rodríguez, así que no lo podía creer. Son
cosas que las leo ahora y son impresionantes, pero en ese momento fue un trabajo nomás.
—Sí, un trabajo; pero con un impacto social muy fuerte.
—Mandás una señal: que no hay impunidad completa. Al juez lo que más le interesa es el punto de vista externo, de no
compromiso. Trabajamos en causas muy
grosas de represión pero el laburo no se
parece mucho a lo que aparece a las películas donde uno agarra al malo y se va
con la chica. Cuando terminamos el trabajo de Teresa Rodríguez, escribimos un
trabajo para el Journal of Forensic Sciences en 2002. La publicación tuvo buena
repercusión, y un día recibimos un mail
pidiéndonos detalles sobre cómo estaba
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montado el experimento y otros asuntos
más o menos irrelevantes. Resultó que
era una de las personas que asesoraba
a los guionistas de la serie CSI.
—¿Cómo fue ver tu trabajo en una ficción
de tele?
—Fue bastante extraño ver algo que pensamos en Cutral-Có ambientado en Miami; pero es divertido ver las diferencias
tecnológicas entre lo que se imaginaron
en CSI y la manera de trabajar en la Argentina.
—Más allá de las pericias de los grandes
casos, ¿cómo es el trabajo de todos los
días?
—Yo soy investigador del CONICET solamente, ése es mi único cargo por lo que el
centro de mi actividad está en lo científico.
La idea es tener producción académica y
cada uno está desarrollando temas de
investigación. Por otro lado están las pericias, pero no queremos ser una consultora sino elegir las causas que al resolverlas generan nuevas técnicas porque son
muy inspiradoras. Aparece una creatividad
muy linda asociada a las causas. Cuando
se trabaja en física a pedido aparece una
física muy buena, no una física de segunda, como yo mismo pensaba.
—¿Qué es lo que surge de las causas?
—Cuando terminás de hacer una pericia
te quedan un montón de cosas para investigar buenísimas que para la pericia
no sirven pero está bueno hacerlas para
generar conocimiento y empezar cosas
nuevas. Los físicos tenemos una ventaja sobre los ingenieros para trabajar en
esto, que es que los físicos no vamos al
grano. A nosotros no nos interesa resolver el problema sino entender. Hacemos
mucha pelotudez y eso es lo que te da
herramientas nuevas. Y después aparece la tercera pata de esto, que es cómo
hacer para que esas ideas se difundan
al medio. Para eso tenemos varias actividades que tienen que ver con formación
de recursos uniformados, con la policía,
con gendarmería, con el personal judicial
y con los jueces que son todos discursos
distintos.
—O sea que va desde lo más básico hasta la aplicación y transferencia...
—Esto es una expresión de deseo más
que una realidad, pero está empezando
a funcionar. Yo empecé a trabajar con
Ernesto Martínez que era mi amigo, mi
jefe, el que empezó con todo y un ser excepcional, con unas ideas de física fabulosas. Cuando murió, hace dos años, yo
me quedé a cargo del grupo que era yo
solo. Y de a poco empecé a armarlo y a
plantear un montón de cosas que recién
ahora empiezan a andar un poquito.
—Al trabajar en esta rama tan particular,
¿cómo te ves a vos como científico?
—Yo muchas veces dije que soy una persona normal, así como alguno cava zanjas, yo me dedico a resolver devanajes.
Ése es un argumento que los científicos
usan mucho, para levantarse minas y
para demostrar que son seres humanos
normales. Eso mientras laburás en devanajes funciona porque se autosostiene,
pero yo trabajo en otro lado y me doy
cuenta que soy un bicho raro. Yo tengo
una formación básica, trabajé quince
años en eso antes de dedicarme a lo
forense y ya tengo un mate raro. El físico desarrolla, sin darse cuenta –porque
esas son las mejores herramientas– metodologías y formas de ver las cosas muy
extrañas para el pensamiento común. Y
en ese sentido soy un científico típico.
Soy un bicho raro y encuentro mucho placer en charlar con otros científicos y ése
es el valor que uno tiene.
PRISCILA FERNÁNDEZ
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