falsa pareja - Creative People

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Falsa pareja.
FALSA PAREJA
Santiago Salcedo
30 04 2013 Sitges
Atrezzo:
Tres tumbonas de playa o similar.
Una radio normal y otro más grande. Vestidos apropiados. Un
salón comedor…
Intérpretes:
Sandro hombre maduro.
Frank como el anterior.
Una mujer.
Un hombre. (Este personaje lo puede hacer el mismo actor que
interpreta a Frank.)
Comedia en 4 escenas.
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Santiago Salcedo.
Escena 1ª
(Entra Sandro, cabizbajo y pensativo. Se mueve hasta el centro del
escenario. Se detiene levanta la cabeza y muy melodramático recita
unos versos con la mirada perdida. El resto del escenario permanece en
penumbra.)
SANDRO ():
Ser o no ser.
Ser gay o no ser gay.
Ser “hetero” o no serlo.
¡Ésta es la cuestión!
¡Qué perra vida!
Ser como soy
y no haber sido como fui.
¡Ésta es la cuestión!
Aquí más solo que el uno.
Frente al universo inmenso.
Alrededor mío…, la nada.
¡Ésta es la cuestión!
¿Mi inclinación sexual?
¿Salir de un armario?
¿Entrar, tal vez?
¡Ésta es la cuestión!
Ser mujer…
Ser hombre…
¡Qué más da!
¡Ésta es la cuestión!
(Deja de recitar. Comienza a moverse por el escenario, reflexionando en
voz alta.)
Hace un año yo era un hombre feliz. Me había casado con una
mujer guapa e inteligente. Y, además, tenía un buen trabajo. Junto
con esta idílica situación, estábamos en la fase de intentar traer a
este mundo un nuevo descendiente o, sea, un hijo…
Y ahora de todo eso… ¿Qué es lo que tengo? Nada de nada. ¡Sólo
esta nada que soy yo, en estos momentos! (Pausa y se detiene unos
segundos y continúa.) El hijo no vino, el trabajo me dejó y la mujer…
también. ¡Ah, las mujeres! ¡No hay cerebro humano que las
entienda!
(Se detiene en el centro del escenario como al comienzo.)
Primero, porque era demasiado cariñoso…
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Falsa pareja.
(Imitando su voz.)
-¡Hay, pesado! ¡Déjate ya de tanto besuqueo!
-Prefiero que friegues más platos o que hagas la comida.
-¡No me agobies! ¡Siempre estás pensando en lo mismo!
(Vuelve a su tono de voz.)
A fuerza de su insistente queja, cambié y por no pecar de cariñoso,
no le daba ni los buenos días…
(Imitando su voz.)
-Así no se puede vivir. Es como estar junto a un témpano de hielo.
-Ni un beso, ni una caricia. Es imposible vivir así…
(Vuelve a su tono de voz.)
Tan imposible que un buen día, bueno, quiero decir un mal día, me
pidió el divorcio. Exactamente hoy hace un año, dos semanas y
tres días…
Ante tal situación y a cambio de todo esto, una duda existencial me
invade; algo así como una densa niebla que ofusca mi mente y que
me impide tomar una decisión o saber elegir un mejor destino…
(Otro hombre se acerca por detrás de Sandro con sigilo interrumpiendo
sus elucubraciones.)
HOMBRE (con marcado acento gay): ¡Déjate de recitales poéticos y
sal de una vez del armario, cariño!
(Desaparece antes de que Sandro se gire.)
SANDRO (se vuelve mira y remira sorprendido y no ve a nadie): ¿Salir
del armario? ¿Habrá sido una revelación divina? Pero ¿cómo sale
uno de un lugar al que nunca ha entrado?
HOMBRE (el mismo personaje de antes, sale de nuevo de la penumbra
y se le aproxima por la espalda): ¡Entrando, cariño! ¡Entrando!
(Desaparece antes de que Sandro se gire. Por unos segundos queda
como paralizado.)
SANDRO (se vuelve mira y remira sorprendido y no ve a nadie. Duda y
no sabe que hacer. Se ilumina su rostro como si ya hubiera tomado una
decisión firme): ¡Ya está! ¡Lo veo clarísimo!
(Sale corriendo del escenario.)
Fin de la 1ª escena.
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Santiago Salcedo.
Escena 2ª
(Una tumbona de playa en medio del escenario iluminado al completo.
Entra Frank en escena, con gafas de sol, revista, pantalón y camiseta de
playa, chancletas y toalla. Extiende la toalla sobre la tumbona, echa una
mirada en derredor, saluda a alguien con marcado amaneramiento, se
tumba y abre la revista. Justo a lado hay otra tumbona vacía. Al cabo de
unos segundos, aparece por el otro extremo del escenario Sandro, con
igual aspecto. En lugar de revista lleva una radio. Camina con paso
inseguro mirando a todos los lados. Se fija en la tumbona ocupada, se
acerca, se detiene, se retoca el pelo, se ajusta la camiseta. Vuelve a su
paso inseguro, pasa por delante de Frank. Sandro lo mira sin dejar de
caminar muy lentamente. Frank sigue leyendo sin molestarse en mirar.
Sandro sin dejar su lenta marcha, vuelve a desaparecer por el otro
extremo del escenario. Antes de desaparecer, Frank, ha levantado los
ojos de la revista y lo ha seguido unos segundos con la mirada. Vuelve
de nuevo a la lectura. Otros segundos más y se repite la misma escena
por parte de Sandro. Se detiene unos segundos delante de Frank. Este
sigue con la revista sin mirar. Sandro titubea y, vuelve a alejarse como
antes. Esta vez, Frank deja de leer, se medio incorpora y lo sigue con la
mirada hasta que desaparece. Hace un gesto muy significativo como de
extrañeza por aquella conducta.)
FRANK (con acento y gesto amanerado): ¡Mira, el pirao de playa de
hoy!
(Unos segundos después, Sandro vuelve a entrar. Esta vez va a un
paso rápido y decidido en dirección a la tumbona; pero un segundo
antes se le adelanta una mujer que la ocupa rápidamente. Sandro se
detiene ante la mujer y hace un gesto de rabia. Reacciona con una
celeridad inesperada. Despliega la toalla al lado de la tumbona de la
mujer. Se sienta sobre ella. Toma la radio, sintoniza una emisora y la
pone a toda potencia. La mujer se incorpora y protesta. Sandro no hace
caso y hace como si no la oyera.)
MUJER (levantando mucho la voz): ¡Ya está bien! Me está
molestando…
(La música sigue en el mismo tono.)
SANDRO (también levantando la voz, la interrumpe sin miramientos
pero forzando el acento gay): Señora, la playa es de todos…
MUJER (muy enfadada): ¡Mal educado!
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SANDRO (con igual acento y gesto amanerado): Huy… sí; muy, muy
mal educado…
MUJER (más indignada todavía, se levanta y recoge sus cosas):
¡Váyase a la porra, so marica!
(La mujer se marcha sin dejar de decir más improperios, que no acaban
de entenderse. Sandro se levanta rápidamente y ocupa la tumbona
vacía. Acto seguido apaga la radio.)
SANDRO (con igual acento y mirando a Frank, al mismo tiempo que
señala la radio): Buen remedio esto de las ondas hercianas para
espantar mosquitas…
FRANK (con acento y gesto amanerado): Bueno, más que mosquitas,
mosconas.
(Los dos ríen lanzándose miradas de cierta sintonía y segundos
después, éste deja la revista y se levanta. Sandro hace lo mismo. Frank
le da dos besos en ambas mejillas.)
-Frank y Franky para los amigos...
SANDRO (se presenta también): Pues yo Sandro; Sandry para los
amigos…
(Se acuestan de nuevo en sus respectivas tumbonas.)
FRANK (): ¿Eres nuevo aquí?
SANDRO (sorprendido y con preocupación mirando
direcciones): ¿Te has dado cuenta? ¿Tanto se me nota?
en
todas
FRANK (no entiende la reacción de Sandro): Hombre, normal. He
visto tu entrada anterior… (Risa). Por cierto muy original. En aquel
momento pensé… Ahí va un pirao de playa…
SANDRO (sigue con los titubeos): No resulta fácil ser nuevo en este
mundo…
FRANK (): Tampoco exageres. Al fin y al cabo no tiene que darte
tanto corte. ¡Nada, hombre, en cuatro días estarás como nosotros!
El Sol aquí en Sitges hace milagros...
(Toma un bote de crema solar y comienza a untarse los brazos.)
Aunque no hay que pasarse, porque el Sol no perdona…
SANDRO (ríe más relajado, al comprender que Frank se refiere al
moreno de playa. Por lo que se ve, no se ha dado cuenta de su
verdadera situación): Ja, ja, ja… (Al público.) Vaya, veo que soy un
buen actor. Seguiré en mi papel…
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Santiago Salcedo.
FRANK (): ¿Qué pasa? ¿Te ha hecho gracia algo que he dicho?
SANDRO (): Bueno, más bien por algo que no has dicho y que
esperaba que dijeras; pero que a mí me ha hecho mucha gracia…
FRANK (deja el bote de crema solar y se medio incorpora): Hijo, qué
galimatías; no hay Dios que lo entienda. (Reflexivo.) A ver, analizo
tus propias palabras. Has dicho que te ha hecho gracia algo que no
he dicho; pero que esperabas que yo lo dijera y que esto que no he
dicho pero que tenía que haber dicho, ha motivado una risa tuya.
¡Pues no lo entiendo! A ver tradúcelo a lenguaje normal para que
yo me entere...
SANDRO (ante aquella perorata de Frank aún ríe más): Ja, ja, ja, ja…
FRANK (se pone repentinamente serio): No sabía que fuera tan
gracioso…
SANDRO (): Perdona, que no pretendo molestarte. (insinuante). Más
bien todo lo contrario. La risa viene por unas historias mías que
estoy viviendo y que… Pero de todos modos, gracias por hacerme
que me encuentre también a tu lado. La verdad es que hacía tiempo
que no reía tanto y tan a gusto.
FRANK (exige): Bueno, pues ahora, cuéntame el resto para que yo
me ría también; que la risa es sana y saludable…
SANDRO (vuelve al lenguaje dubitativo): Bueno es que la cosa…
(Interrumpe la escena, la entrada de la mujer a la que echó Sandro de la
tumbona. Viene con una silla plegable de playa, una radio grande,
sombrero, gafas de sol y camiseta y pantalón de playa, lo mismo que en
su anterior actuación. Se planta entre las dos tumbonas con todo el
equipo y se sienta. Luego coloca la radio grande sobre sus rodillas.)
MUJER (decidida e irónica se dirige a Sandro): ¡Vaya! Qué poco le han
durado las pilas de su radio. Veo que ya no suena como antes.
Pero no se preocupe; porque he vuelto con otra radio más potente
para que no eche de menos sus escuchas preferidas…
(Deja de hablar, poniendo la radio a todo volumen.)
SANDRO (tiene que levantar mucho la voz): Pero, señoraaaa… ¿Qué
hace? ¿Se ha vuelto loca…?
MUJER (a voz en grito e irónica): Si no le gusta esta música, le
pongo otra. (Mueve el dial y se van oyendo otras emisoras.) ¿Qué le
parece esta…? ¿O esta otra…?
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FRANK (levanta mucho la voz): ¡Hay querido! Qué pena…, ahora que
me ibas a contar tu drama… Porque tú tienes un verdadero drama,
¿verdad?
SANDRO (mueve afirmativamente la cabeza): Sí, sí, un verdadero
drama…
(La mujer al oír la última frase, apaga repentinamente la radio y se
inclina hacia los dos.)
MUJER (mostrando una gran curiosidad): ¿Ha dicho que tiene un
verdadero drama? Explique, explique. Soy todo oído. Y no se
preocupe que de mí, no saldrá una sola palabra. Soy una tumba…
SANDRO (queda desarmado ante aquella reacción de la mujer): Pero
señora, ¿a usted quien le ha dado vela en este entierro…?
MUJER (sin cortarse ni un pelo): Pues usted mismo. Si ya me di
cuenta desde el principio. Vi todo aquello que hizo para acercarse a
este señor…; bueno, o lo que sea. ¡Ojo, que me es igual! Lo que
dije antes de so marica, fue porque me hizo enfadar; pero nada de
nada. Tengo muchos amigos mari… (rectifica), bueno quiero decir
gays como se dice ahora. Por esto vengo siempre a esta playa…
SANDRO (estupefacto, mira a Frank y no sabe que decir): Pero
señora…
MUJER (completamente desinhibida): Puede llamarme Remedios.
Usted es Sandro y su acompañante, Frank. (Con desparpajo ante las
caras de sorpresa de ambos.) Bueno, ahora que ya nos conocemos,
comience de una vez a contarnos su drama, ¿verdad, Frank?
FRANK (influido por sus palabras): Es verdad, Sandro, no te hagas
tanto de rogar… (Dirigiéndose a la mujer) ¿Pero usted como sabe
tanto de nosotros?
MUJER (): Pues mira, que como me aburro mucho y la tele ya no
me divierte, me vengo a esta playa de gays y me lo paso muy bien;
porque son mas simpáticos que los otros…
FRANK (): ¿Quiere decir los “heteros”?
MUJER (maternal): Bueno, los otros, los que no son gays. Es que
inventan unas palabras… (Se dirige a Sandro). Vayamos al grano.
Estamos esperando que nos cuente su drama. No le dé corte.
Piense Sandro que yo soy su madre. Seguro que está así porque
nunca hizo caso de los consejos de ella…
SANDRO (sin darse cuenta entra al trapo): Sí, sí. ¡Que razón tiene! Mi
madre me lo advirtió un montón de veces. Que no me casara con
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aquella mujer y yo, ¡hala! basta que me lo repetía tanto, para que
aún tuviera más ganas de llevarle la contraria…
MUJER (comprensiva): Vale, pues ahora que todos estamos de
acuerdo, ¿por qué no empieza por el principio?
FRANK (insiste): ¡Venga, Sandro, déjate de rodeos y al grano…!
SANDRO (deja el acento gay): Hoy hace exactamente un año, dos
semanas y tres días…
MUJER (le interrumpe mientras se inclina sobre su bolsa y saca todo lo
necesario para hacer media): Espere, espere… (Se pone a hacer
punto, mientras se relaja en el asiento.) Soy todo oídos...
SANDRO (mira a Frank con un gesto de resignación): Repito, hoy hace
exactamente un año, dos semanas y tres días que yo era un
hombre feliz. Me había casado con una mujer guapa e inteligente.
Y, además, tenía un buen trabajo. Junto con esta idílica situación,
estábamos en la fase de intentar traer a este mundo un nuevo
descendiente o, sea, un hijo… bueno, esto son las reflexiones que
me hacía esta mañana mientras paseaba por una calle medio
oscura desorientado y sin rumbo por el casco antiguo de
Barcelona. Y ¿por qué hoy precisamente, se estarán preguntando?
FRANK Y LA MUJER (los dos a la vez): Eso, eso, ¿por qué
precisamente hoy?
SANDRO (): Pues porque esta mañana, nada menos que a las seis
de la mañana, me ha llamado mi abogado despertándome con la
mala noticia de que mi mujer había conseguido dejarme con el culo
al aire, como se dice. O sea, que había ganado definitivamente el
juicio que mantenía contra mí, por el divorcio.
Así que no pudiendo dormir, me he echado a la calle deambulando
sin rumbo y dándole vueltas a todo este lío de la separación.
Continuando con estas mismas reflexiones, me decía que de todo
ese prometedor futuro, hace el año, dos semanas y tres días, hoy
no me queda nada… (Con acento lastimero.) El hijo no vino, el
trabajo me dejó y la mujer… también. ¡Ah, las mujeres! ¡No hay
cerebro humano que las entienda! En fin y para no repetirme, al
final de estas reflexiones medio en voz alta por esas calles de Dios,
pasó algo que yo no sé si fue sobrenatural o qué…
MUJER (deja de hacer punto y se incorpora un poco): ¿Algo
sobrenatural? Esto se pone interesante, verdad Frank?
FRANK (): Para mí, no. Todo eso de lo sobrenatural, me da mucho
yuyo.
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SANDRO (continúa sin hacer caso de la interrupción): Estaba
hablando sólo por la calle como ya he dicho y llegado a un punto
máximo de desesperación, recuerdo que estaba diciendo en mi
solitario monólogo:
-Ante tal situación y a cambio de todo esto, una duda existencial
me invade; algo así como una densa niebla que ofusca mi mente y
que me impide tomar una decisión o saber elegir un mejor
destino…
FRANK (): ¡Madre mía, qué profundo! Tú lo que necesitas es otra
persona que te comprenda…
MUJER (sin rodeos): Los ligues para después, Frank. Ahora
estamos en lo que estamos…
SANDRO (): Pues, eso…, que estaba diciendo lo de tomar una
decisión o saber elegir un mejor destino y… (Hace una pausa, como
para tomar aire.)
FRANK Y LA MUJER (los dos a la vez, impacientes): ¿Y qué? ¿Qué
paso?
SANDRO (): Pues que de repente oí una voz de hombre con un
acento igual que el tuyo, Frank…
FRANK (sin rodeos): O sea, de gay o como dice doña Remedios, de
marica…
SANDRO (): Pues sí, de gay. De eso no tengo la menor duda. Y me
dijo con una voz muy profunda (con marcado acento gay):
-¡Déjate de recitales poéticos y sal de una vez del armario, cariño!
Yo me volví rápido y no vi a nadie. Hasta pensé que era una
imaginación mía.
FRANK (interesado): Pero ¿te fijaste bien? Nos ha dicho que ibas
por una calle oscura…
MUJER (): Seguro que era un espíritu. ¿Tiene algún pariente
cercano, muerto?
SANDRO (): Mi padre, que en paz descanse…, murió el año
pasado…
MUJER (sin rodeos): Pero ¿cómo va a descansar con el dramón que
tiene su hijo? No tengo la menor duda. Ha sido el espíritu de su
padre que intenta ayudarte…
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FRANK (): Remedios, calla y deja que termine Sandro. Que al
pobre, con tus comentarios no le ayudas nada y a mí, me está
dando un yuyo que no veas…
SANDRO (): Yo, ante aquel inesperado fenómeno un tanto extraño,
repetí lo que acababa de oír en forma de pregunta:
-¿Salir del armario? Pero ¿cómo sale uno de un lugar al que nunca
ha entrado?
Y, la misma voz de antes me respondió:
-Pues entrando, cariño…
Me volví rápido y tampoco vi a nadie… Ante aquella segunda
intervención me quede como alucinado…
FRANK (metido de lleno en la historia, interviene): Yo no creo que sea
el espíritu de tu padre. No te hubiera hablado con acento gay y
además no te hubiera dicho cariño…
MUJER (): Todo lo contrario. Yo creo que era un mensaje. Le estaba
indicando el camino, por si no había entendido sus palabras…
SANDRO (pensativo): Mi padre tenía la costumbre de decir mucho la
palabra cariño. Además, recuerdo que de muy joven, un día oí una
conversación de mis padres y lo que entendí es que él tenía sus
dudas. Lo que pasa que en su época, la cosa no estaba bien vista…
MUJER (interviene convencida): Yo, de cuando en cuando, hablo con
el espíritu de mi marido; por lo visto, tengo poderes. Podíamos
hacer una sesión de espiritismo en mi casa para que Sandro
hablara con su padre y le aclarara sus dudas…
FRANK (): Pero ¡qué dice, Remedios! Conmigo no cuente…
SANDRO (): Y conmigo, tampoco. Sólo me faltaba ahora contactar
con espíritus, ¡madre mía! Además, si lo fuera, ya he cumplido su
voluntad. O si no… ¿Por qué cree que estoy aquí?
FRANK (con una mirada muy directa a Sandro): Eso, eso; ¿por qué
estás aquí?
SANDRO (): Pues ya lo he dicho. Porque aquellas palabras del más
allá o del más aquí, me da lo mismo, fueron como una luz que me
iluminó un camino. ¿Y qué mejor que este lugar del que no hace
mucho había oído hablar, como forma fácil de entablar amistad…?
MUJER (mira la hora e interrumpe decidida): Se me hace tarde. Ha
sido muy divertido y en este momento, veo que mi persona sobra...
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(Se levanta, busca en su bolso y saca una tarjeta que lee y luego da a
Sandro.)
“Remedios Rodríguez, vidente. Contactos con el más allá.”
Guárdela por si necesitas de mis servicios algún día...
(Recoge todo el equipo y se va.)
FRANK (emocionado): Y de toda esta historia tan rara ya formo
parte. ¡Las vueltas que da el destino para hacer que dos personas
se encuentren…!
Fin de la 2ª escena.
Escena 3ª
Cuadro 1º
(Sandro en un sofá leyendo medio tumbado un diario. En el centro del
escenario una mesa y dos sillas. Frank va entrando y saliendo con un
delantal muy floreado y llevando platos y cubiertos para ir colocando la
mesa. Se mueve con garbo mientras va tarareando alguna canción
conocida.)
FRANK (acaba de montar la mesa): ¿Está bien así, querido?
(Sandro se levanta perezosamente, toma una cinta de medir, va a la
mesa y se dedica a medir la exacta ubicación de los platos y cubiertos.
Retoca la posición de un plato y dos cubiertos. Vuelve con parsimonia al
sofá y se sienta.)
SANDRO (con acento amable y comprensivo): Bueno, veo que vas
mejorando. Hoy sólo un plato estaba desplazado de su lugar tres
centímetros y a un tenedor y a un cuchillo les faltaba un centímetro
y medio para estar en la posición correcta… Pero por lo demás,
perfecto, cariño.
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FRANK (servil): Bueno la próxima vez, seguro que estará todo como
a ti te gusta.
SANDRO (): Seguro que sí. Ahora, vete a la cocina y trae la comida.
Falta (mira el reloj) un minuto y treinta segundos para las dos. Y ya
sabes que, si no como a las dos en punto, la comida no me sienta
bien…
FRANK (sale corriendo hacia la cocina): ¡Voy volando!
(Sandro continúa sin moverse en el sofá y en lugar de leer el diario está
mirando su reloj y moviendo los labios contando los segundos que van
pasando.)
Fin del cuadro 1º. (Escena 3ª)
Cuadro 2º
VOZ EN OFF: Seis meses más tarde…
(No se cambia nada del decorado. Sandro sigue en el sofá, leyendo esta
vez una revista que, por la tapa, se ve claramente que es de mujeres
sexy.)
SANDRO (deja de mirar la revista y consulta la hora): Frank se retrasa.
(Obsesivo.) A ver ¿a dónde habrá ido? Son las dos en punto. La
comida sin hacer y la mesa sin preparar. Hoy seguro que me caerá
mal.
(Se pone de pie, la revista queda a la vista en el sofá y comienza a dar
vueltas por el salón.)
-Esto no puede seguir así. Los dos primeros meses, todo era
perfecto.
(Imitando un poco los gestos de Frank.)
-Sí querido por aquí, sí querido por allá.
Después de esos dos primeros meses, sólo queda su dichosa
frase; Pero luego, ha resultado incapaz de hacer todo lo que le
mando con la perfección y precisión que a mi me gusta… No he
conseguido en estos seis meses de relación, que un día, un solo
día, los platos y los cubiertos estuvieran puestos exactamente en
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sus correspondientes posiciones. Y la comida de las dos, siempre
se retrasa o se adelante uno o dos minutos. Es un desastre…
FRANK (entra corriendo con un par de bolsas de mercado): Hay, lo
siento querido. El autobús atropelló a un pobre viejecito que
atravesaba la calle y estuvimos parados un montón… ya sabes…
SANDRO (Enfadado, sin atender a las palabras de Frank y mirando el
reloj): Son las dos y tres minutos y la comida sin hacer… Y yo, si no
como a las dos en punto…
FRANK (molesto): Sí, ya sé, querido; que no te sienta bien la
comida; pero a mí tampoco me sienta bien que tú estés aquí
tocándote las narices y, en cima, sin preocuparte por lo que me
habría podido pasar…
(Se interrumpe al dirigir la mirada a la revista que está sobre el sofá. La
toma y la mira. Muy enfadado.)
-Pero ¿qué es esto? ¿Ya veo que con esto, más que tocarte las
narices como he dicho antes, te tocabas otras cosas. (Alza la voz.)
¿Pero no habías salido del armario? Me parece a mí que nunca has
entrado en él. Lo que has sido un aprovechado y una falsa pareja…
SANDRO (cambiando el tono de voz y suave): Pero cariño que esto
no es lo que parece…
FRANK (muy enfadado): Sí claro, eso es lo que se dice siempre;
pero conmigo no cuela…
(Sale Frank del escenario. Sandro, permanece de pie, sin saber que
hacer. Vuelve Frank unos segundos después con una maleta.)
SANDRO (): Pero no te lo tomes así. No te vayas que la cosa no es
para tanto…
FRANK (con decisión y frialdad, le da la maleta a Sandro): No, no,
claro que no me voy. El que se va eres tú; porque te recuerdo que
este es mi piso y que, además, en estos seis meses, nunca has
pagado nada…
(Sandro toma la maleta y sin decir nada, abandona el escenario. Frank
se gira y se enjuga unas lágrimas con un pañuelo.)
Fin del cuadro 2º y de la escena 3ª
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Escena 4ª
(Esta escena es una réplica de la primera. Entra Sandro, cabizbajo y
pensativo. Se mueve hasta el centro del escenario. Se detiene levanta la
cabeza y muy melodramático recita unos versos con la mirada perdida.
El resto del escenario permanece en penumbra.)
SANDRO ():
Ser o no ser.
Ser gay o no ser gay.
Ser “hetero” o no serlo.
¡Ésta es la cuestión!
Ser un desastre.
Una ruina.
Un destino.
¡Ésta es la cuestión!
Ser mujer…
Ser hombre…
¡Qué más da!
¡Ésta es la cuestión!
(Deja de recitar. Comienza a moverse por el escenario, reflexionando en
voz alta.)
Está visto que el destino está en nosotros mismos. Aquí estoy más
solo que el uno, por haber cometido los mismos malos
comportamientos de “hetero” y de gay. Tendré que cambiar de
colectivo. Si alguien se entera de alguno nuevo que pueda aceptar
a un desastre como yo, que me avisen por favor...
(Aparece el mismo hombre de la primera escena; pero esta vez no
marcha.)
HOMBRE (): ¡Anda, otra vez el loco éste que habla solo por las
calles!
Fin de la escena 4ª y de la obra.
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