ll2 PROGBBSO Y MISKBIA ENJUQUS: GEORGE s~no despues _d~ haber demostrado que otros motivr)s n? Ia ortgman: cosa que en el presente estado ?e go~1erno, leyes y costumbres es completamente tmpo tble. Esto se revela con claridad en el Ensayo sobre la Pohlaci?n . Es te libro famoso, del cual se habla mucho mas q~e .se le~, merece leerse, siquiera com~ ~na cu~ws tdad hteraria. El contrasts entre el mento del hbro y e.l efecto que ha produrido, 6 qu'3 al menos se le a tnbuye (pues si bien Sir James Stc 'rart, ~Jr. 1_'mvnsend y otros, comparten con ~I Ith u Ia glona de haber de cubierto el c fundamen to de la po~)laci6n>, al publicarsEl el , Ensayo sobre Ia Poblacr6n:. fue cuando se di6 principalmente a cono_cer), depende, segun creo, de uno de los hechos mas no tables en la historifl de Ia literatara, .Y.es fac_il_ comprender por que Godwin, cuya cJu .ttcta Pohtica pro voc6 el Ensayo ~ obre la Po blact~n , desdeii6 repJicarle basta su vejez. Empieza a_flrmando que Ia pobl aci6n tiende :1 aumentar se,~!l una. progre i6n geomet\ica, mientrus que la s_tb,:,J t~nc~'l_Pnede_ a1 en~s sub1r segun nna progre· st6n .a:Itmdtca; afmnact6n exac tamente tan poco al'lmlstble, como, si se ded ujera del hecho de doblur un cachorro Ia lonaitud de su cola mientrns au~enta tantas Iibras enbpeso, una prog~esi6n por coctente e? cola y una progresi6n por diferencia en _peso. 1 la con.secuencia rle semejante suposici6n SerJa ta J, qu~ S\vtft, en Satira, podia haber imaCYina o los sr,bws de alguna isla donde no conocier~n los perros previamente que comparando estas dos proCYre iones , pu d'teran ' haber ' o sacado esta muy cso:prendente conclusi6n>: que cuando el perro tuvtese · . , tt. d el peso d e cmcuenta hbras su cola tendna IDa' e una ·11 d · ' m1 a e longrtud y le seria tan dificil menearla • que recomen d aran 'el prudente freno de 113 una atadura, como la unica alternativa entre esto yEll freno positivo de constantes amputaciones. Empezando con tal absurdo, el ensayo tiene u_n extenso ar;umen to sobre la imposici6n de un derecho a la importaci6n y el pago de una prima para la e.· J!otaci6n do grano, idea que habia sido enviada !wee ya mucho tiempo allimbo de los sofisma, dElspreciables. Distinguese en muchos pa · rrafos la :1r~umenta ci6n de tan venerable caballe1'0, por }a mas ridicula incapPcidad para reflexiones 16.-;icas. Diro, por ejemplo, , que silos salarios aumflntaran desde siete 6 nuevo roales al dia a veintic•mtro reales, lacarne anmentaria necesariamente de cuatro a cliez 6 quince realos la libra en su pre· cio, y Ia condici6n do hs clases trabajadoras no mejoraria por lo tanto>, a ~uyo razonamiento no hallo otro que le ~ea tan comparable come el que una vez oi flxpresar gra vemento a un impresor, que, pues un aut.or que conoci6 teHia cuarenta afws do eclad, cuando el tenia veinte, el autor debfa tener aho ra ochenta aflos, puesto que el (el impresor) tenia cuarenta. Esta confusi6n de ideas no se observa s6lo una vez, sino que caracteriza toda la obra (1). La mayor parte del libro se reduce, en (1) L~~~ otras obras de ~Ialthus, si bien escritas despues que se him famol'o, no l>icieron impresi6n, y son miradas con desprecio hae ta por lo !'l que. encuentran un gran descubrimientn en el En!!ayo. La Bncidopedia Britanica, par ejemplo, aunqua aceptando co mpletawente Ia teoria de ::Vfalthns, dice de Ia EcoDOinfa Pol!lica del mismo: cEsta muy desordenada y tlista mucbo rle ser nna expo~ici6n pdctica y cienlffica del asunto. e o.cupa en ~ran parte del analisis de alguna de las doctrinas particulares de Ricardo con una inveatigaci6n de Ia naturaleza y ca~sas del Yalor. Nadt~, ein embargo, pnede aer meno satiefaetono qne estas discusiones. La cierto es que Malthus no tuvo nunca irlea clara 6 exacta compren~ion de las teorias de Ricard? 6 de los principios qne determinan el valor en cambia de d1Eerentes artfculos.• 1'0HO I 8 114 RNBIQUB GRORGB realidad a la refutaci6n de la teoria que el mismo libra e.:pone, porqu~ al revisar lo ~ue 1Ialthus llama los frenos positlvos de la poblam6n, !Uuestra sencillamente que los resultados q?e atrtbuye al exce o de poblaci6n, nacen, en reahdad,. de otras cau as. En ninguno de. los caso~ que mta, y eso qua pa a revista a c~s1 toda la tierra, en los ?U~­ le· el vicio y la miseria enfrena_n el aumento. hmitando los matrimonios 6 abr~vtanrlo el ter!ll~no de la vida humana, en ninguno de ellos el VIClO y la miseria pueden ser debidos a un real aumento en el nl'1mero de bocas sabre el poder de las manos re pectivas para alimentarlas; sino que ~n todos lo. caso~ el vicio y la miseria nacen de la tgnoran· cia y rapacidad antisocial, del _mal gobierno , de leye inju tas 6 de guerras destructoras . . Lo que ~lalthus dej6 de mostrar, nad1e lo ha mo~trado despues. Se inspeccionara el mundo y ~e revi.::ara la historia en vano, para encontrar algun ejemplo de un pa_is importante (~). ~n el cua~ Ia pol:>reza y la necestdad pueda_n atnb~trse con JUS· ticia al exce·o de una poblam6n crec1ente. Ouales· quiera que sean los peligros posiblet:, envueltos en la fdcultad del hombre para multiplicarse, no han a par cido. nunca toda via. Sean cuales fueren con el tiempo, no ha ocurrido nunca hasta ahora que sea este el azote de la humanidad. j La poblam6n tendiendo siempre a traspasar ellimite de la subsistencia! ?,Entonces, por que nuestro globo , des(1 , Digo pai considerable, porr~ue puede haber pequefias iola , tale~ como las de P1tcairu, sin corounicaci6o con el :e~ to del mundo, y, por tRnto, in los ramhios que eon neceear!OB a Jo mo :los perfeccionados de producci6n a que se recnrr~ cuando Ill ?Oblaci6n e hace dene-a, que podrlan parecer t-Jemvlos ll!Jropia•lOM. win ~mbargo, Ul1 WOWCnlO C6 r e{1.,xi6ll lllOSlrllrfS c;n · ~ to t' a cQ excepcionale~ no eon opo rtnnoe. PROGRESO Y MISEBIA 115 pues de tantos miles, y, segun ahora se cree tantos millones de anos de existencia del hom br~ sabre la tierra, se halla tod~via tan poco poblado? ~06mo es, pues, que tantas ciUdades en otro tiempo habitadas, qneda~ desiertas ahara, y campos antiguamen te en rult1 vo, se hallan cubiertos de maleza v las fieras hmen sus cachorros en sitios antes m~y frecuentados por hombres activos? Existe Ul_la verdad que tent•mos propen. i6n a perde_r de v1sta cuan_do contamos nuestros crecientes millones de _hab1tantes-y sin. embargo es un hecho-que segun nos ensena la l'ustoria Ia decadencia de la poblabi6n es tan general co~o su in .. cremento. (~ue la poblaci6n total de la tierra sea ahora. mayor que en cualquier CJ ora pasada es una Simple sospecha, una apreciaci6n s6lo co~je­ turable. Des?e que l\1ontesquieu, en la primera par_te del ult~mo _siglo, afirm6 que ]a poblaci6n de la .tt~rra hab1a d1sminuido mucho durante esta Era c:tstlana (y p:oba~l~mente seria entonces Ia creencJa gener~l), Ja _op1~16n ha cambiado enteramento. ~ero las m vestlgacwnes y exploraciones recientes t~enden ~ dar. mayor credito a los informes de antlguos h1stonadores y viajeros. que se consideraban exagerados, y a descuhrir sefiales de poblaciones ~as dens~s y civilizaciones mas avanzadas de lo que se hab1a sospechado, asi como una antigii.edad _mayor de la raza humana. Y al calcular Ia oblacr6n fundandonos en el desarrollo del come~io el adelanto. de _las artes y la magnitud de las ciudades, no~ mclmamos a creer menor la densidad d_e -poblam6n qu~ los culti vos intensivos caracte~IstiCos de las prtmeras civilizaciones son capaces ~ manten_er, especialmente cuando se aplica el ~Iego. Segun. se puede ver en los distritos compleatnente cultivados de China y Europa, una pobla- 116 X:t-"BIQuE GEORGE PRO GRESO Y MISEBIA 117 nuevo mundo que es el viejo • , unicamente podemos conjeturarlo. Pero fragmentos de rui nas rnacizas atestigttan, sin embargo, una civilizaci6n anterior a Ia Inca. En medio de los bosques tropi · cales del Yucatan y de Ia America Central seen cuentran r sto de gran c' es ciudades ol vidadas an tes de la cont']uista espanola. !llejico, tal com o lo encontr6 Corte::;, muestra la opresi6n de Ia barba rie sohre un de arr·ollo social superior; mientras en una gran parte de lo que forma ahora los Esta dos Uni dos e.·i ten espareidos montwulos artificia les que prue an una poblaci6n relativamonte densa en otro tiempo, y de vez en cuando, en las minas de cohre del Lago Superior , se hallan vestigios de artes mt'i adelantadas que las conocidas d e los indios, con los cuales los hlancos estu vieron en contacto. En cuanto al Africa, no hay duda. El Norte de Africa contiene s6lo una parte de la poblaci6n al canzada en tiempos antiguos. El valle dEll ... Tilo t u YO antiguam ente una pob1aci6n muchisimo mayor que Ia actual, mientras en el sur del Sahara, nada revpla aumento en los tiempos hist6ricos, y una gran despoblaci6n fue ciertamente producida por el comercio de esclavos. En cuanto al Asia, que aun hoy contiene m as rle Ia mitad del genero humano, ~ pesar de no ser la dens1dad de su poblaci6n sino la mitad de Ia de Eur.opa, nos ofrec(\ indicaciones de que tan to la I~d1a como China. contenian antes mayor pobla c16n que ahora; m1entras aquel rrran rriadero de hombres, de donde salieron la~ muc,hedumbres que ocuparon enteramente ambos pafses y envia r?n grand oleada de ge11te a Europa en otro !Jemp.o debi6 ser mucho mas poblado. 'r ero el amb10 m~ no table se ha realizado en Asia Menor , 118 K.NRIQUE G&OBGE ma, B bilonia, P ersia, esto es, en la vasta regi6n sometida por las conquistadoras armas de .·\\eJandro. D nde exi tian antes grandes ciudades y pobladones crecientes, s6lo hay ahora escualidas aldeas y e8teriles desierto . E algo raro que entre todas las teorfas inven· tadas. nose haya formulado lade una cantidad fija dd vida humana en la tierra. Esta al menos cone rdarfa mejor con los datos hist6ricos qu~ la de tender ~onst~ntomentu la poblaci6n a sobrepujar la. u?stst nc1a. Es claro que la poblaci6n ha dismmmdo en una parte y rebosado en otra; sus contrc han cambiado; regiones poco pobladas so han hecho populo.sa , y regiones populosas han perdido su pob.ac16n; pero por mucho que nos aleje~o~,. m abanclonarnos enteramente a los simples I~di~IOs, n~da no::. lJrueba un a umento continuo, ni dquwra muestra con claridad que haya existido un aumento total alguna vez. El avance de la vang?ardia de lo~ pueblos, basta don de podemos apreCiarlo, no ha Ido nunca bacia tierras inhabitadas. u marcha siempre fue una lucha con alaun otro pue?lo pr~viamente en posesi6n; detras d~ confuos I!flperws, mas vagas "Ombras de imperios se perc1ban. Quo la ' oblaci6n del mundo ha debido tener _sus parruei'los principios , confiadamente lo de~ucimo s , porque abemos que bubo una era geo· 16gtCa en la cualla vida del hombre no era poeible Y no concebimos que los homb res brotaran todo~ de una vez, como de los dientes del draa6n sembra· dos por ~admo. din embargo, por en~re extensas per~p_:ctivas en_ que la historia, ta tradici6n y las ar:trgueda~es v1erten una luz que se pierde en deb_1 es reflyeJos, pueden distinguirse grandes poblac~ones. l'! durante estos largos periodos, la ley de 1 poblac16n no ha sido bastante poderosa para lle- PROGRESO Y MISEBIA 119 nar el mundo completamente, ni siquiera, en cuanto lo podemos ver claramente, para aumentar materialmente su poblaci6n total. La tierra entera se halla todavfa muy escasamente poblada, si se consideran sus capacidades para el sustento de la vida del hombre. K'iste otro hecho claro y general que no puede dejar de impresionar a quienes, pensando en este asunto, dirijan sus miradas mas alla de la sociedad moderna. El malthusianismo predica como ley universal, que la tendencia natural de la poblaci6n es adelantarse a la subsistencia. Si tal ley existe, dondequiera que la poblaci6n haya alcanzado cierta densidad , debe hacerse tan patente como cualquiera de las grandes leyes que han sido reconocidas en todas partee. e,C6mo es, pues, que ni en las creencias y c6digos clasicos, ni de los judi:os, egipcios, indios, chinos, ni de ninguno de los pueblos que han vivido en estrecha asociaci6n y han formado credos y c6digos, encontramos ningun ~re?ep~o adecuado a la practica de las prudentes hmita?IOnes de Malthus; sino que, por el contrario, la sa~nduria de los siglos, las religiones del mundo han mculcado siempre deberes cfvicos y reliaiosos en_ comp_l~ta opos~ci6n a los preceptos de la e~ono­ mia poht1ca cornente, y que Ana Besant intenta popularizar en Inglaterra? Y debe recordarse que hnbo sociedades en las et~ales el estado garantizaba Ll cada uno de sus ~Iemb_ros ompleo y subsistencia. Juan Stuart Mill dt ce (_hb. II, capitulo XII, secci6n 2. a) que hacer est? sm regul:'lnzar lo~ matrimonios y nacimientos, sena prodt~c1r una s1tuaci6n de general miseria Y. degradac16n . cEstas consecuencias-dice-han ::.1do sei'i.aladas con tanta frecuencia y claridad por autores de reputaci6n, que no se puede excusar su. 120 121 BNBJQUB GEORGE PROGRE80 Y MIBBBIA ignoranci entre personas educadas., En Esparta, en el Peru, en el Paraguay, asi como en los paises industriales que en casi todas partes probablemente han constituido la primitiva organizaci6n agrfcot, al parecer, han estado en la uib eompleta iJnoraucia de las consecuencias e pantosas de uu.1 tendencia natural. .\..dem:1s de los notables hechos generales ya cita o , hay otros generalmente conocidos, que parecen del tod incompatibles con la dominante propensi6n a mnltiplicarso. Si 6sta fuese tan intens CO hU ~ t•1 lthu:.i ui.:>!llv ~ .... _pone, ~C6tnO OS que se extingnen tan frecuentemente familias que no sufren necesidades? (,C6mo se explica tambUin, cuand tanto beneficio se ofrece en po e iones y tftulos hereditarios, no s6lo en cuanto al aumento, si:1o ~ la conservaci6n de datO!:> gen~::a o~icos probaudo la descendencia, que en ar1stocracias, tales como la de Inglaterra, haya tantos cambios de dominio entre los nobles'? /""'6:no es q 1e si la Camara de los L res no decae de siglo en siglo, se debe s6lo a los nombramientos de nuevas dignidades'? Por hallar el unico ejemplo de una familia que ha obrevi vi do un largo periodo de tiempo con Ja snb i tencia y el honor asel')'urados nos vemos obligados air hasta lainmutable Oh.n~. Los descendiente~ .de .Confucio existen todavia, y disfrutan de P:J vilegtOs y consideraci6n singulares, pues con tituyen, en realidad, la unica aristocracia hereditaria. En el supuesto de que la poblaci6n tiendo a duplicarse cada veinticinco aiios en los 2.150 transcurrido des de la m uerte de Oo~fucio debe- ascender a 8:50.539 .103J106. 700,670.198 1 710.528 ' nan almas. En ':ez de un numero tan poco imaginable, los descend1entes de Confucio, 2.130 aflos despues de su muerte, en el reinado de Kang-hi, cuentan 11.000 varones, es decir, 22.000 almas. Esto constituye una discrepancia completa, y es tanto ml1s admirable, si se recuerda que la estimaci6n, en la cual es tenida esta familia 6 causa de su antecesor, 4El ma Santo de los Antiguos Maestros , ha evi · tado la operaci6n del freno positivo, mientras las mhimas de Oonfucio lo inculcan todo, menos el freno prudencial. Se dir3., a pesar de esto, que hasta esta progenie es muy grande. Yeintid6s mil personas descendientes de llll par unico, en 2.150 aflo , dejan muy atn1s la progl'l'si6n de Malthus. Sin embargo, l'Ueden sn !erir un des borde de multitudes. Pero rcflexionemos. Multiplicaci6n de descendientes no significa aumento de poblaci6n Esto s6lo sucederia cuando la procreaci6n se hiciera entre ellos. Smithy su mujer tuvieron un hijo y una hija, que se casaron respectivamente con la hija y el hijo de a!guien, y cada uno tuvo dos hijos. Smithy su mujer tendrl1n asi cuatro nietos; pero en una generaci6n no habra mayor numero qne en la. otra, cada nino tendra cuatro abuelos. Y, supo. mendo que este procedimiento se siguiera, la linea de descendientes se extenderia constantemente a c~ntenares, miles y millones; pero en cada generaci6n los ~escendientes no serian en mayor m1mero que en ~mguna de las antecesoras. El tejido de las generac10nes es como los enrejados de alambre 6 los hilos diagonales de una tela. Empezando en un pun to. cualquiera de arriba, la vista sigue lineas q.u~ d1 vergen grandemente hacia abajo; pero prinCipian~o en un pun to cualquiera de abajo, las li neas d1 vergen de la misma manera hacia arriba. Cuantos h~jos tendrA un hombre es problematico; pero que ti~ne dos padres es ciei to, y que estos, a su vez, tu v1eron dos padres cada uno, es tam bien 1.!2 ENBJQl' li: GE:ur:G" cierto. erruid esta progre i6n geometrica a traveg de una p~cas ganeracione.,, y ved sino conduce a ccon ecuenci3s tan aclmirables , como el proceclimiento de ~laltl1t1s, para poblar el sistema solar. Pero de.-pues de estas considoraciones, hagamos un amilisis mas detenido. Yo sostengo que los caso con11mrnente citados cemo ejemplos de exceso de pohlaci6n, no re isten a un examen. 1?-dia, hina e Irlanda, presentan los casos mas termman· tes . En cada uno de estos paises, mucha gente ha perecido de hambre, y clases n u:nerosas estan r~­ ducidan a una miseria abyecta 6 forzadas a ernlgrar. ;,Poro es esto debido realmente a un exceso de poblaci6n? Comparando la poblaci6n total con el area total, la India y hina estan lejos de ser los paises mas den am nte poblados del mundo. Segun los datos de .Dl D hm y Wagner, la poblaci6n de la In~ia e s6lo de 1'32 por milla cuadrada, y la de Chma 1Hl ; mientras que Sajonia tiene una poblaci6n de 442 por rnil la cuadrada. Belgica 441, lnglaterra 422 Holanda 29 1, Italia 234 y el Jap6n 233 (1). Existen, pues, en ambos paises, grandes comarcas sin ocupar 6 no completamente ocupadas; pero hasta en los distritos mas densamente poblados, no hay duda que las dos pueden mantener u~a poblaci6n mucho mayor en un grado de comodldad mncho mas elevado. Porque en ambos paises, (I) Toruo e~las cifras 'de la • 'rnithsonian Repor> de 18_73, dejando •locimale:>. ~1:\.1. Behrn y WA~~:ner snponen Ia poblaC16D de 'bina de ~ ~6.600 000 habitanteEO, sunque alguno!'l a_ost1enen que no d ·Le ex ceder de !50 000 000 Evaluan Ia poblac16o de Ia Alta India ~n :106 22.i f 80, danJo 132, 2\l por milia cut\1\rada; ~a <le Ceihin, en ~ . IUI).1b7 6 \17.36 por ruilla cuadrada; de Ia India "Giterior, en 2l 18 061,6 2i.94 por milia cuarlra•la. Calcnlan que Ia poblaci6n total del ruundo ea de 1.3i 7 000.000 arrojando un termino wedio de 26,64 por milia cuaurada. PROGRESO Y 11118hBlA 123 el trabajo se aplica a la producci6n del modo maff rud e ineficaz, y grandes recursos naturales se ha llan completamente abandonados. Esto no procede do innata deficiencia del pueblo, porque el indio, como lo ha mostrado la filologia _com par~­ da es de nuestra misma sangre, y C!una pose1a un' alto grado de civilizaci6n y los rudimentos de los mas importantes in ventos modernos cuandonuestros antecesores eran salvajes errantes. Esto nace de la forma adoptada por la organizaci6n social en ambos paises, que ha encadenado el po· der productivo y no recompensa ala acti vitlad. En la India, desde tiempo inmemorial, las clases trabajadoras han estado sometidas por medio de exacciones y opresiones a una condici6n de impo· tente y desesperada degradaci6n. Hace ya muchos siglos quo el cultivador del suelo se considera feliz si la violencia de una mano fuerte le deja lo suficiente de su producto para sostener la vida y le proporciona la semilla; el capital no podia acumularse en ninguna parte, ni emplearse en cantid_ad de alguna importancia en auxiliar la producct6n; los principes semejantes a capitanes de salteadores &cuartelados en el pais, toman en su poder toda la riqueza que se podia estrujar del pueblo 6 en poder de sus arrendatarios 6 fa vorit?s, di~ipa11:dose en inutil 6 peor que inutil in contmenc1~; _m1en tras ~a religi6n, sumergida en una ~upe:stlci?n complwada y terrible, tiranizaba la mtehgenc1a, como lo hacia la fuerza fisica sobre. los cuerpos de los hombres. En estas condiciones s6lo ??dian adelantar las artes que proveian la os: tentac16n Y la.lujuria de los gran des. En los elefantes del raJa resplandecia el oro de exq uisita ~a~or, Y el p~rasol que simbolizaba el poder real rtllaba con ]Oya~; pero el arado del labrador in- 126 ENRIQUE GEORGE \'ROGB.I!.BO Y .MISERIA <lio era unicamente un palo con punta. Las mujere del harem del raja, iban envueltas en muselina~ tan finas, que hasta tenian el nombre de vie11to tejido; pero las herramientas del artesano eran d la clase m1s pobre y g-rosera, y el comercio .olo podia ha.cerse clandestinamente. ?.· 'o e cosa clara que esta tiranfa 6 inseguridad han engendrado la escasez y el hambre de la India, y no, segun dice Buckle, Ia presi6n de la pol Jaci6n contra la subsistencia, la que ha produ· cido Ia mi eria, y eolta la tirania? (1). La revista de Guillermo Tenn'lnt, un capellan al servicio de la C 11pani de la India Oriental, decfa escrihiendo en 1I Hi, dos anos antes de publicarse el "Ensayo soure la poblaci6n : peas no tUVIefOll tll merito de derriba.r al gobieroo mahom.etane7 n pe 11 ar de er ta_n miserable .. C~y6 b~JO el pe~o de au _propta corrnpci6n, y ha RHio ya t!llBllLUido por l_a tlranta d1fer?~te de jd~:z.ueloB cuyo dereC'ho a gobern11r COOSli:!Ua eu SU trRICI~D ~~ !~~tario y cny111:1 e.·acdon ~-<sabre los labrador~~~. eran tan lumtadaa como t!U avaricia. !.aR rentas del goh1eruo com? aul~a <on ~xigidat! !I los naturales doe veces al Rfio por banchdos BID pi tla•l hnjo Ia apariencia rle nn ejercHo que clP~truye al:~~re­ mente 6 ~e lleva cnalqtuer parte de los prorluctos que Bah.~<taga ,11 LRpriciO 6 aacie SU t•oJicia, dt:Bpllet! de llltber perl:legutJO B l18 •le~diebauo8 labradorett de!'lde Ia ald~a hasta lot! buaques. T., lo el'fnerzo de io~ pai11anoa para rlefender I'U per@ona 6 u prnpio.>rtild dcntro IRA t11piaH de su~ ~l,Jea~, atrae \~nicamente Ia venganza mas terrthle sohre tan uttles como d~sd1chaclos morlales. Entc-nres so lea rndea y ataca con mo!lqueteda y cafiones de campafia, hauta que ce e Ia resistencia, y IU*'I!O ,-enden a :o qne t'Ohrel·il'en, y queman y arra1:1an eus casa~. Pnr e~to encc>ntrarei~ freenent()mente Joe aldeanos recogienJo Joq lOt'itOfl ~~parcidos rle lo que era ayer eu habitari6n· si el n•iedo lea permite volver; pero la~ mas de las veces las rnin11s se ven hume· r, despnes de una segnnd11 villita rle esta cla e, sin Ia presen ·i11 c!e un >Pr hnmauu qne interrnmpa tan tremenJa y 1J1len cinsa desolari6n. E•ta de-.cripci6n no ee refiere a l0s j&f~s maho'l1et:mos 1:10i-<mente, e~ ta111bien aplicable a )OS rajfiB OU Jo~ distritoe gobE'1nauos por indios (1). 124 nando reflexionamos sabre Ia gun fertilidad del Indostan, a u~ta tou~iderar Ia frecuencia dE'I harubre. Es evidente que no t'le debE' a Ia esterilidad rlel !lnelo ni at rlima; el mal se de he n~car r o alguaa cauqa polltica, y no se requiere much a penetra i6o para de8cubrirla en Ia avaricia y e ·torsi6n de Joe di~tiutos gobiE'rno . El gran e~tfmulo de Ia industria, Ia Bl!guridad, no exi~te .• ·are de et~t<l que nadia recc>ge mas grana que el e!'trictamente preci"o paras! mismo, y Ia primers estaci6n de graciada produce E'l hambre. >£1 gobieruo :\l",gol no ha ofrecido en niogun perfodo seguridaJ eompleta a! prfncipe y todavia meno::> 9. au vasallos; y a Ia. labriE>go nu\~ e~easa protecci6n que n torloa ellos. Era un tejido C'Ontinuo cle vioJencia e inl'un·eeci6n, traiciones y ca tigoP, bojo lo!' cuslel', ni el C)mercio ni las artes podfan proeperar, Ill Ia a~rkn 1 tura tamar Ia apariencia de uu flistema. Su ~a!da OrJI(iu6 1111 il!ltaclo mas aflictivo aun, puesto que Ia anarqn!a e J•eor que Ia mala administraci6n. Las naciones euro- (1, •Hi~tory of Civilizalione•, vol. I, capitulo II. En elilte capitulo, Bukle ha reuoido rouchiRi,nas prnebas de Ia opresi6n y degra laci6n d 1 pueblo indio deqde lo~ tiempos mas remotos, circuu~taocia 4 ue, cegado por I.\ teoria de ~Ialthus, aceptada y ~OD'"ertida por el en Ia pie Ira ium!amental de I'U teoda del de~arrollo de Ia ci ·ilizaci6n , atribuye a Ia facilidad con que se produce el alimento all!. a .\. esta cruel rapifla, que hubiera producido la escasez y ol hambre donde la poblaci6n furse s6lo de uno por milla cuadrada y el pais el Parafso Te rrenal, sigui6, en la primera era del gobierno ingles en la India, una rapacidad igualmente cruel, sostenida por un poder mucho mas irresistible. Dice ~lacaulay en su ensayo sobre Lord Clive: <·Fortunas enorme~ ee acumulah11n rapidamente en Calruta, mtentras que millones de seres humanos eran reducidos a Ia. ruiseria mas elilpantosa. t.e habfan acostumbrado A vi vir bajo 13. tihnfa, pero nunea bajo tiranfa tan grande. Un dE'do de Ia Compafl!a era mas duro para ellos que los leonE' rle 'urajah Dowlab ... :Mejor parecfa un gobierno del genio. del mal que el (ll •Indian Recreations•, por \Ym. Tennani. Londres, 1804, val. I, secci6n 39. 1~6 ENRIQUE GRORClR •ohie>rno de tiranos bumanoe. Al~tma veces ee sometfan con paciente it.Cortnnio. tra vece>il h1 {an dt>l hombre blanco como u• p1 lrl'' ten!an por ccstuml re rle hnir d()l mahrata, y f'l palanqllln d 1 'iaje>ro ing!es erll frecueotemt"nte llevaJo !\ trave Oe 1111h II• )' l'indade , que, 0 la DOticia de SU 8ptoxiroaci6u, ~8 hab1an dt>~pol>lado.• obre lo horro:L'es que de este modo Macaulay apenas indica, la viva elocuencia de Buckle arroja mas luz. Di~tritos enteros entregados a los mas de enfl' nados apetitos de la especie humana, labriego. afligidos por la pobreza eran torturados dinu61icamente para obligarles a entregar sus misero ahnrros escondidos, y comarcas enteras fueron cou vertidas en desiertos. P~ro la desordenada licencia de la autoridad ingle a del principia, ha sido refrenada hace tiempo. A toda aquella vasta poblaci6n la mano fuerte de Ing\<:lterrn ha dado una paz mas que romana, los justos principios de la ley inglasa se han aplicado por meclio de un sistema estudiado de c6digo r oficiales de ju ticia, con el fin de extender los clerecho de los anglosajones libres a los mas humildes d~ estos pueblos abyectos; toda la penin sula ha sido cruZlda de ferrocarriles, y se han construfdo grandes obras de riego. A pesar de todo, con creciente frecuencia una carestia sigue a otra, cebandose con mayor intensidad sobre superfici~s cada vez mayores. 1 ; •• 0 es esto una demostraci6n de la teo ria de ~Ialtl1U 9 ~· 'o prueba esto que a pesar de haber aumen~ado las. facilidacles para la subsistencia, ]a poblact6n contmua hacienda presion sobre ella? i 4 ~o muestra, segun lo pretende Malthus, que al cerrar las compuertas de salida al exceso de poblacion, la naturaleza abre otras nnevas, y que no ref.'renando las fuentes del crecimiento humano PROGRESO Y MISBRIA 127 por algun metodo prudente, no hay otra al!-ernativa .q ue la guerra 6 el hambre? Esta ha stdo la explicaci6n ortodoxa. Pero la verdad, como J;>Uede apreciarse por los hechos aleg.ad~s en las remen~es discusiones sobre los asuntos mdws en los pert6dicos inD"leses es que tales hambres, que han estado y ~stan 'ahora arrebatando sus millones de habitantPs, lo mismo pueden atribuir~e .al exceso de poblaci6n comprim_ida contra los lmute~ naturales de la subsistencta, que a la desola016n del Carnatico cuando la caballeria de Hyder Ali se ech6 sobr~ el haciendo un vasto remolino de destrucci6n. Millones de indios han doblado la cerviz bajo el yugo de sus conquistadores; pero la firma y opresora dominaci6n inglesa es Ia peor de todas; jpeso enorme que aplasta materialmente la existencia de innumerable gente, y tiende inevitablemente a producir una terrible y extem;i~ima catastrofe, segun lo prueban los escritores ingleses! Otros conquistadores vivieron en el pa!s; pero, aunque malos y tiranicos en su mando, han comprendido al pueblo y han sido comprendidos por el: la India so halla ahora como una hacienda en posesi6n de un propietario ausente y oxtranjero. Sostiene las mas costosas organizaciones militares y civiles, dirigidas y mandadas por ingleses que consideran la India como un destierro temporal; y una suma enorme, estimada por lo menos en 20.000.000 de libras esterlinas anuales (sacada de una poblaci6n donde los jornaleros estan en muchos puntos satisfechos trabajando en los buenos tiempos par 15 a 40 centimos de peseta diarios), se transporta a Inglaterra en remesas, pensiones y gastos de residencia del gobierno, etc., tribut s que no tienen restituri6n. Las sumas inmensas P&OGRKSO Y )II &!H.\ 12 12!\ ENRIQUE GJI:O.BGE crastada con profusi6n en ferrocarriles, han sido ~ o 16rnica 1ente im prodncti ·as, como lo prueban rendimient ; grand s obras do riego resultaron, en .:u mavor p rte, costosLi nos y r uinosos negocios. En ·~r nd s E.\. ten io es de la Ir.dia, de eando ct·ear un cl e de propietnriu3 territoriales, los inale' tr n i ren el s telo en po .. esion absoluta a lo rec ud d re hereditarius de contr"bncioM , que lo arrhndan a Io~ cultivadores b11 jo l, d 1 • ..Is dm as condir"one-. En ot a p .rtes, don<le la ronta 'e c br oda ·ia por el E,tad l en la forma de una c ntribucion territorial, los d rcci1os so1. t n eleY o.:: y la contribuciones se cobran de un modo tan infl xihle, arrastranrlo ft los labrac ores, que en las buena"! estaciones ganan a penas lo pura ·_ mente necc .. rio para vivir, hacia l::ls gr1rra s de los 1 2rero , q u s n toda via, si es po::;ible, mas ra pace ·que los propietarios. Sohro la sal, articulo ~e prime.ra n ce idad en todas par tes, y necesar10 sobre todo dl nde el al imento es casi exclusivamente \eg tal, se ha impuesto una contribnci6n de cerca d 1 mil doscien tos p01 rien to; de mane! a que su~ d'fer nte usos indu triales les estan prohibido~, y Ia rna ·oria de la gen te no gana lo snficiente para conservar su salud ni la de su ganado. A las 6rdene de los oficiales ingleses se halJa una borda de "11llhrulo8 naturales del pafs que opl'imen y esquilman. El efecto rle la ley inglesa, con sus reglas au tr.ras y procedimientos misteriosos para los indfgenas, consigne s6lo poner un potente instrumento para el robo en manos de los prestamistas del paf , de quiones los aldeanos seven obligados a tomar rlinero prestado bajo las condiciones mas exageradas para hacer frente l1las contribucio1es, halll1ndose facilmente illdncidos l1 dar obligaciones de credito cuyo significado ignoran. 'No nos inquietamos del pueblo de Ia India>, esc~ibe Fiorenc ia . _ 1 ightingale, como exhalando un susp1ro. c: T~l mas tri te e~pectacnlo que se puede ve~ en Oriente y hasta en el mundo, tal vez, es el. lahnego oe nue. tro Jmpflrio Orientah. Y sigue a tnb~yefl_do las causas de hambres terribles l1las contribUCI~­ nes que quitan al labrador los elementos de cultt vo, y a Ia esclavitud efectiv~ a Ia cual ~e hall~n reducidos como ccon ecuencta de nuestra proptas leyes> q ue producen en c:l a naci6n . mas fertil d?l mundo, una fa lta de alimento agobtadora y rr6mca en muchos sitios donde lo que se llama hambre no debiera existir> (1). cLas carcstfas que han deVilSt'ldo la [ndia, dice H. :\1. Hyndman (2), so~, en sn mayor parte, rentf~ticas. Los hom re~ y muJeres no encuentran alimento porque no pueden economizar p:1ra comprarlo. Sm embargo, se nos impul sa ala 1mento do contribuciones de aquella gente Y expi'ca c6mo, rle los mismos distritos que pade cen ha•nlrre, e exporta el alimento en pago de los impuestos , y de que maoera la tvtalidad de la In(1) ..\li s _-ighti ngale '«The Pe_ople of India.' in l·{inetmilh Cwl1oy for Augu t, 1 ; 1 pone eJemploe, q_ne d1ce r~pre~entan millones de caso ~ sobre el esta•lo de ser•·1dumbre al cn11l ~>e hallan rerlucido8 ios culti\·adores de Ia India l\Ieridioual a coneecuen~ia de Ia facilidades concedidas por los tribunale. ch·ile~ Q lOt! fraUd !"£. Y 0pT8Gi0D8!! de lOB logrerOB Y Ofi_ciaJeS inferiOf8B rlel pal~ , • · u!"stroe tribunale civiles son cons1~lerados ~oruo in~titucione~ que tienen par objeto poner 8 los n_cos en sltuaciun de agobiar a los pobret', y muchos ae ven obhgados _a bu~­ car rPfngio contra su jurisdicci6n en eu pals natal>, d1ce :-lr Dadd Wedderburn en un articulo de 110 numero antenor (Julio) del mismo p~ri6dico, titulado <Los Pdncipes protegidos de Ia India>, y tambien trata de un Estado de aquella com~rca, don.le los impue~tos son relativamente ligeroe, como nn e]emplo de Ia mae pr6spera poblaci6n de Ia -India. (2' Yeanee articuloe del Sineteenth Century de Octubre lSi a ~larzo 1870. TOMO I 9 131) K.· BHH'It UlWBOJt PR 0 II.KAfl Y MI'IERI.A. dia e tii ·u j ta a una con tante y aniquiladora extracci~n. que, u nida a los enormes oastos de aobi rno, empobrecen continuamente Ja poblaci6n. La .·portaciones de la India consisten casi en su totalidad en producta agrfcolas. Sdgun lo prueba ~lr. Hyndman, nada se recibe en carnbio de una tet·cera parte, al meuos, de estos prouuctos, pues representan tributos-remt~sas hech s por inglese de de la India, 6 gastas de la parte inglesa del Go biern Indio (1),-y lo que en cambio del resto e rocibe, s::on principnlmento pro visianes para el go bierna 6 articulas de omadidad y lujo usadas por la amo · ingle. e de Ia India . Prueba q ue los gastas del gobieriJO han aumentada enor memente bajo el mando Imperial; que la abstinrda imposici6n de contribucianes wbre una pablaci 6n tan miserablemente pabre, que las masas s6la £stan median mente alimentadas, equivale a usurpatles St~~ ya oscasas medios de culti var Pl euelo; q ue el numera de no villas castrados (ei anima l de tiro indio) di minuye, y co 10 la~ e3casJ:l herramientas arTrfcola van a parilr a manoa d€\ los prestamista., ala cuales cno~otro ' gento de negacios, forzamos a lo _cultivadores a totlar prestado al 12, 24, 60 par c1ento (2), para canstruir y pagar el in'. u~s del co te de va tas obras publicas q ue n unca ha n (1) El vrofeeor Faucett, en un articulo reciente eobre cLae propoeiciones cle empre titot! para Ia Inuia •, llama Ia a tenci6n b~c_1a gastoe t~les como 1.200 Iibras esterlinae para pagar el ~1aJe de uu ~membro tiel Consejo del (,obernador general; 2 !iO hbra eattrhnae para equipo y pa aje de los Obispos de Ct~lcuta y Bombay. (~) Floren cia. ·ightingale di$ que el 100 por ciento es freC';Iente, y aun ent?ncea t!S abusa ademas del cultivador por medlO que ella exphca ApenM es necellario decir que eatos tipos, como Joe del prestamieta, no E>on interee en el sentido econ6mico del t~rmino . 131 producido mas del cinco por ciento,, Mr. Hyndman dice: cLo cierto es que la sociedad india, en sJ totalidad ha ido empobrecida enormemento bajo nuestro man da, y el procedimiento siguo ahora rapidamonte,, c uya circun:-tancia no puode ponerse en duda e n viata de loa hechos manifestados no solamente por los escritoros a quienes me he referido, sino par los mismas oficiaiPs indios. L0s ':arias esfuerzos hechas por el g obierno para rnitigar el hamhre, por el a umento de la contribuci6n impuestll, s6lo cons i~Uf'n acrecentar y extender sus ver?aderas catt<UlS. S ca leula que e n e l ham bra reCiente de la In(Ua Moridional murif.lron seis mill0nes d ind i vi duos da verdader'a ham bro. y 11 gran masa de los q ue so brevi vieron quedaroa comp!etat~lentf' de~nt1dos, u p ar de lo c ual, las c?n_tr:Ihucwnes nose rodujeron, y lade la sa l, pro lu~It.Iva ya para h gran mayoria de f'Stos pu"h'os afllg1dos por la pohreza, rue aurnentada en un cuarenta pot~ cienta, cte.l mi:-~mo mo Jo q uH en e.l ham_b:e terr1ble de B~ngala on 1770, los ingr sos se lne~eron _el.evar recargand o los im puestos de los que sobre~1 vwron y real:zando s u cobra con rilJ'urosa energ1a. o . En _la Indi.1 ahara, come) en tiempos pasado.'l, s6lo m1ra!1do do un modo m uy s uperficial se pu ~ de atnbmr la necesidad y t•l h~ mbre ~ un exceso de la I?ob1a_ci6n sobre la fac ultad de la tierra eh prod uc1r a hmenta. Si pudieran los cultivador~s ~~ns~.rbvar s u pequeno capital; si les fuese posie I rarse de la aniquiladora extracci6n que :un en ~fi os sin hambre, r~duce a grandes masa~ un~ VIda, no s61o inferior ~ la que se considera h~ectsa_ ~ ~n c~payo, sino ala que los sentimientos . mamtari?S mgleses dan a los presos de la C~rcel· Sl sa protegiese la industria y se adaptasen rna~ 13:! PROGRESO Y MISKBlA prod ,Ictiva formas, no hay duda que bastarfa para mantflner una poblaci6n mucho mayor. Hay todavia en Ia India grandes areas sin cultivo, vasto recursos minerales intactos, y lo cierto es que la pohlari6n de la India no ha nlcanzado ahot a, como dentrL'~ los tiempos hist6ricos no ha aloanza do nunca, ellfmite real del suelo en producir sub sistencia, ni siquiera el punta en que esta racultad empi 'Z•l a de lmar por· el aumento de los trabajos hechos en el. La causa positiva del hambre en la India ha l:'i lo y s toda ·ia la rapncidad del hom e hre. no a pobreza de I· producci6n. L q 113 su ·ede en la India sucede rn China. Den~amente pob!n.das como est.ln muchas regiones de Chinn. la extremn pobreza d e Ja clnse haja, debe atrib irse a camas semPjantes a las de laIndia, no a una pohlaci6n domnsiado comp:>cta, ...,e~un lo descuhren muchos hecho8. La in~E'guri ­ da1 pro\·alrce, Ia producci6n mnrcha bajo las rna · y res de,ventajns, y el cambia e ttl. estrechamente encadenado. Doncle el gobierno ES una sucesion de opre<>iones, y la seguridad del cnpital de cualquier e pecie ue e ser co prada a un mandarin; donde e\ me 'io de transporte mas general en el intetior es l1 hombro; donde Al j·mco dehe construirse de t11l manera qne Fen impropio para bote de mar; donde Ia pir·atPria es un comercio ndmitido, y los s::llteadores marchan a menurlo en rE'gimientos, Ia pobreza dominara y la perdida de una cosecha P.roducira el ha~hre,,por pe quef1a que sea ladenSldad de poblaCI6n (1). Clue China es capaz de sos tPnAr una poblaci6n mucho mayor, no s6lo sere vola porIa gran extensi6n de tierra sin cultivar, T (l) El hambre reciente en China no tuvo Ingar en los distriwas poblarlo~. t..~s J: !l se r(m atestig uan todos los viajeros, sino por los in~rnsoR dE:p6sitos min erale~ inexplotados quo Ee sabe e. ·i ten. Se dice, por ejemplo, que 'hina contiene el mayor dep6sito dol mejor carb6n mineral quL sc• hasa descubierto en parte alguna. CnAl1to aumont 1ria los medias de sostrner una poblaci6n mayor Ia explotaci6n de estos estrn.tos de uu·b6n, se comprende facilmente. El carb6n no es a!imento, pero 1a producci6n de aq uel equi vale a la produccion rlo 6ste. Porqu"', no s6lo el carh6n puecle cambiarse por alimento, como se hace on todos los distritos min eros, sino quo la fuerza desplegada por su eombnsti6n puedo u--: rse en producir alimen to, 6 dPjar trabajo libre p, ra ella. Pero en la In dia ni en China, por consiguiente, cabe atribuir la pobreza y el hambre al exceso de la poblaci6n ~obre Ia subsbtencia. No es Ia pobl tci6n donsa, sino las cau~as quo impiden tamar su natural dcsarro'lo a la organizaci6n social y a~e gurar~ al t~ah~jo su recon1pensa completa, lo quo manttene a rmllones de per. un3s en el pi eciso limit~ de morirse de hambre, limite quo con frecucn c1a traspasan otros millones . Si el labrador indio se con:s~dera dicboso obtf'niendo un pufiado de arroz, s1 come ratns y c-achorros el chino, no fs a causa del exceso de poblaci6n, como no lo es qne los ~epultureros indios vivan de cigarrones 6 ks habttantes aborfgenes de Australia so alime'1ten rle carcoma. !r~taye de hacerme comprender. Yo no intonto deCir umcamente que Ia India 6 China podrfan mantener una poblaci6n mayor en una civilizaci6n mas. mejor desarro' lada, porque esto cualquier partidano de Malthus lo admitiria. La teOiia de 1\lalthus! no niega que un adelanto en las artes product! vas, permita obtener subsistencias a una 1 134 136 El\ RIQU B: UE OliG !£ P ROGRHSO Y lll!SERTA p )hlaci6'1 mas numerosa. Pe ro la teorfa de ~blthus esta es su sencia- que s~a cual fuere la prorluctiva, ]a ten dencia na tnral de la poh aci<Sn f'S akanzarla, y c:n el esfuerzo I·ara hacer '>-l superior a efta, tiende a produci r-sirviendo lH de la fraRe de ~1ultnus-el grado de vicio y mi · :·ia IH·<'e.ario para impe :ir mayo r de arrollo; d ' moclo q ne cuandtl el podt~r prod ncti vo au mente, ltt P~>IJ!ar.i<'lll cr~~·~ r:1 on proporci6n, y pronto se !Ia 1:1rfi en las misrn. ~ C'onoiidonts ante riores. Pues h, n. lo que yo oigo €:"< Cllle ning;un caso confirma u-ta t.•nrfa; qntl en ninguna parte puf'do a tribnirse proni 'tnf> nt~> Ja e~ca::;;Pz u Ja rlemasi;.da poblaci6n, adtl el pod~r de procurar. e Ja sub i ton cia en el :-.r~c]\) :t<'lllal de J :,; conocimientos humano ; q ue fll tof :.>s partes e viewy ia miseria atribufdos al e.·c o d<· poolnd6n, c puede observar qne son drbitlo~ al servicio militar, ala tiranfa y (j la opre· si6n, qntj impiden nt.i izar los conocimientos U.tiles y niP~~n la .egurid~ <l esencial a la prod ucci6n. .I tarde veremos 1 <,r que raz6n el a umeuto na tt.ral de Ia pohlaci6n no produce la miseria. Ahora r:6lo importa lwcer constar, que esto en ninguna parte ha ocurrido toriavia. El.o es evidente respec to a Ia India y ala China. Sera tambien claro d onde qniera que enlacemos las cuusas con los resulta dos, Fi l>ion un examf-n superficial nos cond ucirfa con frf'cuencia a considerarlos debidos a un excew de poh aci6n. Lntre todos los paises de Europa, Irlanda preLenta .el m:1s importante ejemp!o d"' una poblaci6n flx;e~ I_va. La extrem~ pobreza de Jos-a ldeanos y el baJo tlpo de los salarw& que prevalece a lli, el hamhre y Ia emigraci6n irlandesas son mencio nadas . ' ,te:m_pre como la demostraci6n mas patente de la teoua de ~lalthus a la vista del mundo d vilizado. Dlldo q ue pueda citarse un ejemplo mas sorprendente del poder de una teoria previa mente aceptada, para cflgar a los hombres en cuanto a la verd ·ldera rehwi6n mutua de los hechos. La verdad, flotando Pn a s uperficie, es que Irlanda no ha tenido nunca to davfa una poblaci6n que no hayan podido ma ntener con a~plia comodidad ~as condiciones na turales del pa1s, en el estado ex1stente de las artos producti vas. En el periodo do su mayor poblr~ei6n (1840 18J5), Irlanda contenfa algo mas de ocho millonos de habitantes. Pero la mayor parte de ellos se preocupaban (micameute de vivir, :doj::tdos En miserables chozas, vestidos con sucios nndrajos y con t:6lo patat1s como principal alimento. cu~ncto se present6 la enfermedad de la patata, morian a mi ¥are:.::. e, Pero, era la ineptitud del suelo, para :-~os t-lmer a tanta gente, la que les obligaba a vivir de este modo miserable, y les exponia al hambre por la pe rdida de una sola cosecha de tuuerculos? No , era la misma rapacidad feroz que usurpaba a llahrador indio los frutos de s u trabajo, y le dejaba modr de hambre donde la natura· leza le ofrecfa la a bundancia. No recorria el pais una cnac!rilla cr uel de cobradores de contribuciones saqueando y torturando, pero ellabrador era despojado de un modo igualmente efectivo, por una horda de propiAtarios d espiadados, entre los cuales se hahia n repartido Al suelo, sin consideraci6n a derech o a lguno de los que vivian en ~1. Examinemos las condiciones de producci6n, bajo las cua\es vivian ocho millones de habitantes hasta qne se present6 la cit2da enfermcdacJ. Eran unas condicionee a las cuales pueden aplicarse exactamente las palabras de Mr. Tennant r eferentes a la India. eEl g ran aguij6n de la industria, el de la seguridad, faltaba.l> El cultivo, en su mayor ar,~·.u a -y c ~H,,i dnd E RIQPE OEOROE p· t , ·o ha ia por arrendatarios sin contrato on fn·me, quiene , uunque lo· arrendamientos exorbit nte~ quo e taban obligado.:! a pagar se lo hubie n p rmili o, no e habrfan atravido a hacer m j01a , que no hubieran sido sino las flal de un aumento de renta. El tr·a bajo se aplicaba asi del modo m 'infoc ndo y destructivo, y se dh.ipaba en trivia lid de· in objeto, cuando con alauna seguridad on u fruto , hubiera estado bie~ a plica. do constantemente, Pero, ann bajo ebtas coudicio. ne , Irlanda h cia realmente mas que mantener ocho millones de personas. Porque basta cuando up blaci6n era ma~ densa, Irlanda era un pais exp rtador de come tibles. Y durante el hambre mi:smo, granos, carne , manteca y queso, eran acarreado para la exportaci6n a lo largo de caminos pla~ado~ de mendigos hambrientos, y cruzaban zanJa donde los muertos estaban apilados. Fero e ta .·portaeione de viveres, al menos una gran parte de elias, no eran restituidas. En cuanto ~e re iere al pueblo de Idanda, el alimento asi expor · tado, podia igualmente haberse quemaJo, echado al mar 6 no haberse producido nunca. No iba como un cam.bio, ~ino como un tributo en pago de renta _al prop1etano ausente; un impue&to arrancado a lo· productores par los que de ninO'una manera contribuian a la producci6n. o ·. i se huoi~se d~jado es~e ali men to a los que lo hab1an o temdo; SI se hubiera permitido retener y emplear a los cnlt~vad.ores del suelo el capital producto de su trabajo; s1 Ia seO'uridad hubiese esti m~lado la indu t~ia y perntitido la adopci6n de n:etodos econGmtcos, hubiera n obtenido lo suficten!e para so tener con liberal auxilio mayor po· blaCJ6n que nunca ha ~enido Irlanda, y la enfer· medad de la patata hubtera podido presentarse y PllOORK&O Y M!SKlllA 1!"17 desaparecer, sin limitar el alimento de ningun s~r humano. Porque no era Ia imprudoncia cde los la· briegos irlandeses -como decian friamente los econom istas ingleses-lo que les indujo hacer de Ia patata su alimento principal. Los emigrantea irlandeses, cuando pued<:ln obtener otras cosas, no se alimentan do patatas, y ciertamente en los E 'tados Unidos, Ia prudencia del caracter irlandes es notable par su esfuerzo en reservar algo para un dia llu via o. Vivian de patatas, porque las rentas exorbitan tes les dospojaban de todo lo demas. La verdad ea que la pobreza y miseria de Irlanda no han podido nunca atribuirse lealmente a un exceso de poblaci6n. ~lc. Oulloch, escribiendo en 1838, dice en la Nota IV de la cUiq ueza de las Naciones»: La extraoruioaria densidau tie Ia poblae~on de Irlanda es Ia cau-a inmelhata de Ia pobreza abye!'ta y condici6n Jepresh•a de Ia gran rnatla d~l pueblo. Noes mur~hu t!ecir que ahara t>n ·Jrlauua bay mas del t!oule de Ia 5ente 4ne, con los presente modios de producci6o, es rapa:r. cle emplear 6 ruantener en un estado de comodidad moJerlid>l. · Co mo en 18·!1 la poblaci6n de Irlanda se calculaba en 8.175 124, podemos SUt)oner que en 1838 era de ocho millones, po~o mas 6 menos. Por lo tanto, para cambiar la negaci6n de .1\lc. Oulloeh en una afirmaci6n, Irlanda, de acuerdo con la teoria del exceso de poblaci6n 1 hauria sido capaz de dar trabajo y mantener en un grado de bienestar roodorado a poco menos de cuatro millones de habitantes. Ahora bien, a pt'incipios del siglo anterior, cuando el Dean Swift escribi6 la ( Proposici6n .Modesta', la poblaci6n de lrlanda era de unos millones. Como durante este intervalo ni los rnedios ni las artes productivas habfan adelantado perceptiblemente en Irlanda, si la abyecta pobreza y Ia 13 ENIUQITE OE<.~liGE condici6n abatida del pueblo irlandes en 18:JR se i~put::tban ~1 exce o de ~oblaci6n - segun la pro· p1a nflrmactt'\n d~ Jlc. C u loch, - debfa haber en IrlandH, en 1727, algo m.~ que una completa ocupaci6n y mucho m3s qnA un estado moderado de bienestar para los dos millonPs de habitantes. Sin mharg~1, en v z de ocurrir est0, la pobreza abyel'ta ~· la condici6n aLntida del p ueblo irlandes en 17~7 eran talPs, que con vehemente ironia cual can t:h ida, el D8P.n SwEt, propuso, para ali vfar el exce ··o de poblaci6n, el desarrollo y culti vo del gu to de nii'los asados, y enviar anualmente al matadero, como hncado ex4.uisito para los ricos 10~l.OOO nii'lo ir andc~Ps. ' Para qui n h 1ya lefdo lo que se ha escrito sobr Ia misPria irlandE:>E=a, como Jo he hecho mientr~ <'Scribia ef'te capitulo, es dificil hablar en ter mmcs ~om~didos ~e !a imputaci6n complaciente de Ia InJ.:'!.'ria y sufnm1ento en Irlanda al exceso de pohlaci6n, .~gt'm lo aseguran en sus obras hornbras d,e tan elo' ada inteligencia como l.lill y Buckle. .l, ada conozco rnejo: ideado para hacer hervir la sangre, qu~ los frios informes de la tiranfa pertinaz ~· agol~1adora a que ha estado sometido el pueblo Irlat~deil, y a la cual, y no a impotencia alguna de .tierra para .mantener su poblaci6n, se debe a.tn u1r el pauponsmo y ei hambre de Irlanda; iY Bl no fuera .i-orque Ia hi!'!toria del mundo prueba que en ~odas partes Ia pobreza abyecta produce la enervam6n, seda diffcil reaistir a un sl3n timiento de d~sprec~o. por una raza que, atormentada por tale lDJUSttctas, s6lo accidentalmente se ha vengado. de un propietario! St el exc~~o de poblaci6n ha producido alguna vez ~1 panpertsmo y el hambre, es cuesti6n problemat!Ca; pero el pauperismo y el hambre de Irlanda .La P.R~ O.KESO Y .MI~l:tRIA 13!> no pne ien atribuirse a esta causa, como no cabe irnputar al ex0eso de pohlaci6n de Africa e\ comercia do E:'Srla vos, ni la destrucci6n de Jerusalen a Ia irnposil>ilidad de que armonicen la sub~it,ton.cia con Ia reprod ncri6n . Aunque Irlanda hubteEe s1do por na turaleza un bosqne de platanos 6 arboles del pm y wu-J r o ::~ t as huoiesen e?tado ct~biertas por los d' l6siw,; do gu~no c4llas Islas Olunchas, y el sol de m~'ts bajas latitudes hubiera vivificado su sue o humedo, las <'ondiciones sociales que en eUa han rrovalocido hnhieran engendrado todavfa la pobrrza y ul hamb re. ?,06mo podia evitarse el pauperismo y el hambra en un pais dondo ' as rentas exorbitantea arrohatnb:m at agricultor todo el pro · dttcto cle su trabajo, con excepci6n de lo estrictament•1 necesa!'io para mantenerle en las estacionos huenas; donde ln falta de seguridad en los arriendos impodfa las mejoras y alf jaba todo estfmulo a los rultivos menos onerosos y miserables; donde no so atrevia el terrateniente a reunir capital, aunquo pudiera ganarlo, temeroso de que el pro · pietario se lu exigim~e como renta; donde en reali•lad era un e~cla vo abyecto, y por el simple movimiento de cabeza dG ·m hombre como el podfa ser arrojado en cur Jquier momento de su miserable choza cen.agosa, y quedar sin casa ni hogar, hambriento, va gabu ndo, con prohibici6n basta de c0ger los frutos espontaneos de Ia tierra 6 de pillar con trampa una liebre para satisfacer su hambre? No importa lo escaso de la poblaci6n, no importa cm1les sean los recursos naturales; ?,no son resultados forzosos el pauperisrno y el hambre en una tierra en la cuallos productores de la riqueza estan obligados a trabajar bajo condiciones que les quit~n la esperanza, el respeto de sf mismos, la enrr gia y las economfas; donde propietarios ausentes E n bn t n llllll'K ll E <lRG ~ P ROGBEt!O Y MISEBIA 11\ in compe n ·aci6n una cuarta parte al m no· del producto limpio del uelo, y cuando por tra parte, una acti virta d hambrienta debia sosten r a propietarios presente', con sus caballos y jau!'it s, ugentes aO'iotista , arrendatarios intermedi , mayordomo , una e.·tranj era religi6n del E tado para insultur u creencias religiosas, y un f\jercito de agentes de policfa y soldados para eufr nar y perseguir cua uier oposiei6n al inicuo i t ma~ ;,. 'o e3 una impiedad m ucho peor que el atei~mo, imputar a leyes nat urales una mi eria produr.ida de este modo? L que hay do cierto en es tos tres casos seencontrarA, e.·aminandolo~ que lo es en todos. Ha ta donde alcanza nuestro conocimiento de los hechos, podemo con ..,ecruridad negar q ue el aumento de poblacion haya nunca produci do basta ahora pre i6n c ntra la ·ubsistencia sien do oriaen del vicio Y. Ia _mi eria, y que el aumen to del n%.mero haya dJ rn1nufdo nunca Ia prod ucci6n relativa de ali mento. El hambre en la India, China e Irlanda, DO se pucden achacar mejor al exceso de pol>laci6n qne ~l h~~bre det Brasil , tan escasamente pobla d~. l'._l viclo y las calamida des procedentes de la nu~erm nose pueden atribui r a la mezquindad de la naturaleza, como no pudieran achacarse a esta la mnerte de los seis milones de hombreet a quie n~ la _espada de Genghis Kha n quit6 Ia vida, 6las pmim1des de craneo.:! de Ta merlan ni el exterminio de los antiguos bretones 6 de' los habitantes aborfgenes de las Indias Occidentales. CAPiTULO III Deducciones por semejanza Si del examen de los hechos presentados explicando la teoria de 1\la.lthus, pasamos a consi~erar las analogias que la sostienen, encontraremos 1gual debilidad en los arg urnentos. Las fnerzas del poder reproducti vo en los reinos animal y vegetal - hech~s parecidos al de que un par unico do salrnon es hb_:andolo ~e sus e~e migos naturales , a los pocos anos ll ~n a na e~ Ocea no; que un par de conejos en la s m1smas circunstancias pronto cubririan un continente entero; que muchas plantas espar cen ~u semilla a centenares, y algunos insectos depositan miles de huevos, y que por todas par tes, en ambos reinos, cada ~-spe ­ cie tiende a excedar, y cuando no esta hmttad a por el numero de sus enernigos, excede realm ente a los limites de la subsistencia-se citan siempre desde ~lalthus en los libros ·d e texto nuestros dias, para probar que la poblaci6n ha de tender igualmcnte a excede r ala subsistencia, y que su natural incremento debe necesariarn ente F"er ransa de los salaries ba jos y la escas ez, cuando noes enrrenada por otros medios, 6 un hambre efectiva tal, que la mantendria dentro los Hmites de la subsistencia, s1 esto no bastara y el aurnento continuase aun. e,Pero es valida esta analogia? De los reinos animal y vegetal se obtieno el alimento del hombre, y por tanto el mayor vigor de Ia facultad repro ductiva en ambos reinos respecto a la del hom bre, prueba s6lo el poder de aumentar la subsistencia mas aprisa que la poblaci6n. El hccho de 142 E 'RIQUE GI!OBOB multiplicar muchas veces todas las cosas q11~ propor ionan alimento al homhre-algunas de ell s mucho· miles y otras mucllos millones y hattta bllone de vece -mientras el duplica BU nurnel'O unicamente, ~no prueba acaso que dejando aumental' los eres humano con toda la fuerza de 11 poder reproductivo, el aumento de la poblaci6n r o e.·ceder:1 nunca li Ia ubsistt-ncia? E!'!to seve C•aro cuando e recuerda que, si bi n en los reinos vo .,.etal y animal cads e p d~, en virtud de AU ruerm ~eproductora, hace pre i6n Illtural y nocesarin ment contra la condiciones que limitan su maynr incremento, con todo, estn condiciones en part·~ alguna ~on fija y terminant s. Ningm1a especi~ alcant~a el ultimo limite de !lUelo, ague, aire y Sf 1; ino que ellimite efectivo dt~ cada una est<i en Ia e.·i tencia de otras esperies, BU!:! rivales. fUS enen11 go 6 ·u alimento. AEf, pues, las condiciones quo limitan Ia exi tencia de a4uell::ls especies que I~ proporcionan alimento, el hombre Ins puede e.·tend r ( n algunos ra os s11 mf:lra pr(lsencia las e.·tiencle), y de e te modo, las fuerzas reproductiva~ de la e peci s que suplen a sus neccsidades, en vez de destruirse contra su primer limite, se eleven en favor uyo a un paso con que sus facultades de crecimiento no pueden rivalizar. Con s6lo matar halcones, las aves alimenticias aumentan; basta hacer caer zorras en Ia trampa, y los conejos del bo que se multiplican; la sumisa abeja sigue al hombre en el desierto y de la materia orgAnica con que la presencia del hombre llena los rios, se sustentan los peces. Ha ta exduyendo toda consideraci6n sobre IRs cau,as finales, y prescindiendo de la alta y cons tante fuerza reproducti va de los vegetales y ani males que ha sido dispuesta para ponerlos en esta- PROORE 0 Y MISEBIA 143 do de ser vir ;1lo::~ usos del hombre_. y q.ue, por consiauiento, la pre. i6~ da lo~ 8 res mfenores contra 0 }a subStStt.IJlCi I 110 f.l nfle a prohar qUO d~be • OCU · tam! lo mi mo cull ol hombre , ccu~ptde Y rrtr , 11"-<n v , , coronar.i6n do to a ias co uJ,, I..{Ue arta aun una disLinci6n entre el hombro y la.8 dem1s forma!i de la vida qne destruiria I\ sc n~(·J.mza. Dd todo~ los seres vi ros, el homuro o~ cl. UJHCO que puede f~ ~o­ recer las fuerzas roproductl vas qua le proporctonan alimento, ma~ <fit•nz n nte,:tuo laH euyas pro pias. L'l hdstia, el in!lecto, el p.,Jnro y lpe~ comen unicamente lo que Pncuentr·a.n. Su c~ectm1ento se realiz:l a expensas dn sn ahmentac16n y cuando alcanzan e limited: este, no pu~de au_m~ntat• su numero si nose extiende ante dwho llmtt . Pero el hombre se dtf~nmci 1 de todoli los dem~s l:leres vivientes e1. qne su inc~•emouto lleva cous1g~ mayor alimonto. 8i en v0z de ho 1L:·es b~ hubteran embarcado osos t!e Europa pur·a c~ cvnlm nto nor te amerienno no habrfa 11hora m~s csos qtie en· tiemp0 de Col6r1; ta1 ''ez huhiera :non)·, porque el alimento del OFO no habria aumonta~lo, m se ha brian extendido lfls condiciones de la vida del ow por su inmigraci6n, sino que probablemente sa hnbiL•ran reducido. Mientras en s6lo los Rstados Unidos, hay ahora cuareuta y cinco mi_llones de hombre::~ donde habia entonces poeos 01entos de mile . Silo homhl'es se han mu:tivlicado, no ts 6 causa de un aumento en los modios l!e suLsiston · cia, sino que Ia mayot· poblaci6n h~ producido l.a abundancia de alimanto. Hay mas ahmento, senctllamente porque hay m:ls hombres. . En e"to con~i te la diforencia entre el amrnal y el hombre. El halc6n y el hombre comen po llos, pero cuantos mAs halcones haya, habr~ menos pollos; mientras que, aumentando el numero 14 1 F., UIQ U H: UEORU R de hombr es, t ambi6n aumentarA el de los pollos La foca y el hom hr A comen salm6n; pero cuando una foca come un sa lm6n h:1 y nn salm6n monos, y ~nando las focas al a u tn~nt~r p_a an. de cierto li mite el salm6n ha de d1smmmr; sm embargo, colo~ando hue vas de snlm6n en condiciones fa vo rable el hombre p uede au montar el numero de ~ahno~es hasta teMr mas de los que necesite, y de e~te modo, no importa cu anto aumente el hombre su aumento no "·tingnira los salmones. En Jna palabra, mientras ~n los _reino~ vegetal y animal ellfmite de Ia subsistenCia es mdepen dionte de la cosa alimentadn, en el hombre, le suhsistoncia, dentro de los fina les Hmites d~ tie rra; aire, agua y sol, lepende del .hombre mismo. 'ea(m eato la anuloafe nne. e busca entre las for . ,..., ' >:' '1 .d mas inferiores de la vidh y el hombre, cae evi e~ t mente por su base. :\lientras los v~gc~ales yam males hacen prrsi6n contra los hrnit e~ de su ~limen to, el hombre no purde hacer pres16n con tr::> los de la stna ha~ta tanto que ocupe todo el globo. '6tese qt1e e:-;:.to es cierto, no s6lo en con junto, sino en todas sus partes. Asi com? no puede bajar el nivel de Ia mas peq•Jefia bahia 6 pu ~r to sin que haje el del O~eano con el cual comumca, y el de todos los mares y oceanos de l mundo, del misrno modo el lfmite de la SLlhsistencia en un s·tio determinado, no es el conffn ffsico de este hwar, sino el del globo. Cincuen ta millas cuadra das de tierra en el presen te esta do de las art~s productivas, s6lo daran su ten_to para alg~nos mi les de personas; pero en las cmcuenta millas cua · dradas ocupadas por la ciudad de Londres s_e mantienen unos tres y medio millon es de hab1tantes , y la subsistencia aumenta a medida que la poblaci6n crecfl. En cuanto se refiere al alimento, Lon - PROGRESO Y MISRRIA 145 dres puede aumentar. su pobla~i6n. hasta cien millones , quinientos rnillones 6 rn1l rni}lo_nes, parque a trae el de todo el gl<:~b~, y el limite qu~ la subsistencia pone a su crecimiento en poblam6n es ellimite del globo en proporcionar alimento a sus h abitantes. A 1ur se aparece otra idea que proporci_ona grande a poyo ala teoria de Malthus: la decreCien te aptitud productiva de la ~jerra. Como pr~eba terminan te de la ley decremente en la capa c rda~ producto r a se dice en los tratados usuales q u~ SI no fuese v~rdad que en pasando cierto limite la t ier ra produce cada v_ez men?s con las n ue vas aplicaciones del trabaJO 6 capital, el aumento de poblaci6n no cansaria ningun aumento en la ex tensi6n del cultivo, sino que todos los abastos necesarios se podrfan conseg uir , y se obten d rfan , sin poner ba jo cultivo nin g u~a tierra nue_v~ . Ad mi tir esto parece llevar cons1go que la difiCultad de obtener subsisten cia crece con el aumento de poblaci6n . Pero yo creo q ue esta necesidad es s61o en apa riencia. Si la proposici6n se analiza, se encontrara de una indole c11ya validez depende de una circunstancia deducida 6 sugerida: una verdad relativa, que tomada en absoluto no lo es. Pues el hombre no p uede agotar 6 disminuir el poder de la naturaleza, segun se deduce de la indestructibi lida d de la materia y de la persistencia de la fuerza. Producci6n y consumo son tan s6lo terminos relatives. Hablando en absoluto, el hombre no produce ni consume. Toda la especie humana, aunque trabajase eternamente, no podria hacer que esta esfera en rotaci6n fuera un atomo mas pesada 6 mas ligera, no puede agregar nada a la s uma de las fuerzas cuyo circulo perpetuo causa 70MO I 10 Utl ENRIQUE GEORGE el movimiento y ostiene la vida en todas sus manifestaciones. Asf como el agua que sacamos del Oce :mo vuel ye al Oceano, tambien el a limen to que tomamo:-- de lo dep6sito. de la naturaleza, en cuanto lo tomamos, esta en camino de vol era ell . Lo que sacamos de un espacio limitado de terreno, puede reducir temporalmente la capacidad productiva de esa tierra, porque la restituci6n puetle hacerse en otra tierra 6 puede haber e repartido entre esta y otra, 6 quiza en toda la tierra: pero e ta posibilidad disminuye con el a umento de Ia superficie, y cesa cuando se considera toda la tierra. Que esta pueda mantener mil billo nes de per"onas tan facilrnente como mil millones, es una deducci6n necesaria, al menos en cuanto concierne nuestra intervenci6n, de la verdad evidente que la materia es eterna y la fuerza debe se(Tuir obrando. La vida no ga ta los fuerzas que 0 su tentan la vida. Yenimo al mundo material sin traer nada: no nos llevamos nada cuando nos vamos. El ser humano, flsicamEmto considerado, es tan s6lo una forma transitoria de la materia, una especie mudable de movimiento. La materia queda, v la [uerza continua . Xada ha disminufdo, nada se ha debilitado. y de esto se sigue que ellfmite de la poblaci6n del globo , puedo ser unicamente el limite del espacio. Ahora bien; esta limitaci6n del espacio para la raza humana, basta el pun to de no hallar sitio donde extender los brazos , ebta tan lejos, que no tiene para nosotros mas interes po itivo que la reaparici6n del perfodo glacial, 6 la final extinci6n del sol. in embargo, remota y obscura como es, no deja de ser esta posibilidad lo que da ala teoria do ?\Ialthus su caracter de aparente verdad. P ~ro si proseguimos, hasta esta sombra de duda PROGRESO Y MISEBI.A desaparecer~ 147 porque tambien nace de otra falsa analogfa. La tendencia de la vida vegetal y animal l1 hacer presi6n contra los Hmites del espacio, no prueba la misma tendencia en la vida humana. Admitiendo que el hombre es solamente un ani mal altamente desarrollado, que el mono es un pariente lejano, cuyas tendencias acrobAticas se han desplegado gradualmente, y tiene un parentesco apartadisimo con la ballena jorobada que en temprana vida se fue al mar; concediendo que tras de estos tiene relaci6n con los vegetales y esta sujeto a las mismas leyes que las plantas, peces, pajaros y bestias, hay, sin embargo, una diferencia entre el hombre y todos los demas animales: es el animal unico cu)ros deseos se multiplican a medida que Ee satisfacen; el (mico animal que no esta nnnca satisfecho. Las necesidades de cualq uier otro ser viviente son uniformes y fijas. El buey de hoy no tiene mAs aspiraciones que el uncido al yugo por primera vez en remotos tiempos. La gaviota del Canal de la I\1ancha, regu!ando su vuelo a la velocidad delligero vapor, no necesita mejor alimento 6 habitaci6n que las gaviotas cuando trazaban circulos alrededor de las galeras de Cesar q!J.e primero surcaron las aguas britanicas. De todo lo que la naturaleza les ofrece, por abundante que sea todos los seres vi vientes, excepto el hombre, to~ man J: desean tan s6lo lo que les basta para llenar necesrdades definidas y fijas. El s6lo uso que pueden hacer de mayor asistencia y mayores comodidades, es multiplicarse. Con el hombre no sucede asi. En cuanto sus necesidades ani males estan satisfechas nacen otras nue!as. ~ecesita, primero, el alime~to colflo la bestJa, ~srlo despues como la bestia; esto admiti<lo, sost1enen su imperio los instintos reproducti- 14.9 KNRIQ L' E O KOROE PROGBl!SO Y MISERIA vo como los de la bestia. P vro aqui el hombre y la bestia se sepa ran . Esta nunca va m~s lejos; el h ombre, apenas ha sont do u planta en el primer termino de una progresi6n inde~inida, una progre·i6n en la cual la bestiu no ntra nunca; una progresi6n dtstinta y su perior a la de esta. Lq demanda en cunti dad, una vez satisfecha, bu ca Ia cualidad. Los mism s deseos que tiene comunes con los demas-animaie , se extienden, re iin an y exaltan ~o es s61 ') el hambre, sino el gust el <1 ue busc a sa satisfacci6n F n el alimento; en la roprl no bu:--ca s6lo la como ell da d, sino el ador no; la ruda guarida se tornn en casa , la grosera atracci6n sexual se transformn en sutiles influencia , y el caudal de vida animal , n a tural y rudo, florere Y brilla en formas de belleza delicada. A. medida-que el poder de satisf'r r e:stas n ecesidades aumenta, crecen tambicn sus aspiraciones. Ooncret~ndonos a los ni veles inferiorf<s del deseo, Luculo cenara con Ll'1 ~ulo; dore Yt'H' 'fl:''I)S dan vueltas en asador~s. para que alguna vez Antonio tome un bocado de carne; todos los rE•in 1::. de la Dbturaleza sP e cur:lriiian para aum8 t'l" lv. encantos de Oleo patra, y. e lavantan columna de murmo!, jardinc:s co!gante y piramide!> que rivabz:m con las colinas. Pa~ando a fo rmas m~s elevadas del doseo, lo que no ~a petcibe en la planta y oe aaita drbilmen teen 'a bestia, vive en el homh . Tiene abiertos los ojo de Ia inteligenc·a, y de ·a aprender. Desa fia el ardient calor· del def:!1 rto y los helados viento. del mar polar, pero no f'll b 1sca d e alimento; vela por Ia noche, p ro e:; par traza r los cfrculos de las etornas estrella . 1 cumula tra bajo a tra· bajo, para satisfacer un hambre que ni n gun animal h a sentido, para m iti~ar una sed que ninguna bestia puec!e experimen tar. Sirvi6ndose de la naturaleza, replegandose en sf mismo, rotrocediendo a tra ves de la niebla que enrubre el pasado, a vanzando en la obscuridad que ofrece el porvenir, el impaciente deseo se le · vanta cuando las necesidades del animal duermen satisfechas. Despues d a l11 s cosas busca la ley: desearia saber c6mo se forj6 el globo y fueron sus pendidas las estrellas, e investigar, hasta su origen, las fuentes de Ia vida. Y, a medida que el hombre desarrolla su naturaleza mas noble, nace un deseo mas elevado todavia: jla pasi6n de las pasiones, la esperanza de las esperanzas! el deseo de poder contribuir de algun modo para hacer la vida mas c6moda y mas esplendida, destruyendo la escasez y el pecado , la tristeza y la ignominia. El domina y sujeta al animal; el vuel ve la espalda al festin y renuncia a las dulzuras del poder; deja a los dem~s que acumulen riquezas para satisfacer gustos agradables, para calentarse en los brillantes rayos del sol de un b reve dfa. El trabaja por los que nun ca ha visto ni puede ver; por la gloria, 6 quiza por una estrecha justicia, que s6lo puede alcan~arse mucho tiempo despues que Ia tierra haya cubterto la tapa de su ataud. Trabaja de antemano cuando hace frio y hay poco consuelo para el hombre, don de las piedras son agudas y espesa la rna leza .. Expuest<? al escarnio del presente y al des . pre~10 que h1ere como puflal, edifica para el por vemr, ensancha la senda para que la humanidad progresi va pueda daspues explayarse en un camino real. A mas elevadas y sublimes esferas, el deseo .se remonta y llama, y una estrella que sale en. Ortente le gufa. jMirad! el pulso del hombre se agtta con el anhelo del dios; jel coadyu var~ al pro· greso del mundo! &Noes el abismo demasiado grande para que 160 ENRIQUE Gli:ORGH: lo mida a palmos la analogia? Dad mas alimento abrid condiciones de vida mas completas, y el vegetal y el animal no pueden hacer rna que multi· plicar e. El hombre se eleva. En el uno Ia fuerza expansiva s6lo puede ensanchar la existencia en nuevo numero ; en el otro tendera inevitablemente a ensanchar la existencia en formas superiore y facultades mas extensas. El hombre es un animal, pero un animal y algo mas. i Es el arbol fabuloso de la tierra, cuyas raice3 estan en el suelo, pero cuyas mas altas ramas florecen en los cielo ! . De cualquier lado que se contemple, el razonamtento en que se funda Ia teoria relativa a Ia ten~en_cia constante de 1a poblaci6n a traspasar los ~~~Ites. de_ Ia subsistencia, se ve que es una propo· SICI6n_ lll?I~rta aceptada sin prueba, una petici6n de prmcipJO, ~omo se dir_fa en l6gica. 1\i la apoyan los hecho , m Ia patrocma la analoo-ia. Es una pura quimera de la imaginaci6n, com~las que por mucho tiempo impidieron al hombre reconocer Ia redondez y el movimiento de Ia tierra Es como afirmar que, silo que esta bajo no otros nose sujeta a la tierra, ha de caer· que una bala despren · dida de .a punta del palo de un buque en marcha, debe caer ~~tras iel palo, 6 que un pez vivo puesto Es tan inen una >aSIJa !lena no d~saloja ao-ua. 0 fundado, si no tan ridiculo, como una afirmaci6n que podemos imaginar hubiese hecho Adan a te~er afici6n a Ia aritmetica, deducienuo el cr~ci­ mi~nto de su primer hijo en proporci6n al de sus primeros meses. Dado que al nacer pesara diez libras Y ocho meses despu6.3 veinte libras con los conocimientos aritmeticos que seaun ala~nos sabiOs po eia, hubiera podido alcanbzar urtresultado tan notablemente admirable como el de .:\lalthus PROGRESO Y MISERIA lfil es decir que, cuando llegase ii tener diez aii.?s, seria tan pesado como un buey; a los doce pesana como un elefante, y a los treinta no pesaria menos de 175. 71G.33U.548 toneladas. . . . Realmente no tenemos mas mottvopara mqmetarnos del exdeso de la poblaci6n sobre la sub~is­ tencia, que Adan para disgutarse por el_ rap1do crecimieFJ.to de su bijo. Como toda deducm6n que se apoya realmente en hechos y es sugerida por analogfa, la ley de la pobla~i6n e~cie~ra tan bellas armonfas como las que la mvestigam6n ha mostrade antes de ahora en otras !eyes naturales, y no estamos mas autorizados para asegurar que el instinto de reproducci6n, en el desarrollo natural de la sociedad, tiende a producir la miseria y el vicio, que podriamos estarlo para asegurar que la f~erza de la gra vitaci6n ha de arrojar Ia luna a Ia tierra y la tierra al sol, 6 para afirmar, partiendo de la contracci6n del agua con las reducciones de ternperaturas hasta -! grados, que los lagos y los rios han de helarse hasta el fondo en cualquier helada, y que las zonas templadas de la tierra no son, por lo tanto, habitables basta en inviernos moderados. Se deduce de hechos bien conocidos que ademas de los frenos positi vos y prudenciales de Malthus, hay un tercer freno que entra en juego con Ia elevaci6n de Ia comodidad general y el desenvolvimiento de la inteligencia. En las nuevas colonias, donde la lucha con la naturaleza deja poco tiempo para Ia vida intelectual, y entre las clases agobiadas por la pobreza en los pai'ses antiguos, donde en medio de la rir1ueza estan privadas de todas sus ventajas y reducidas enteramente ala sola existen· cia ammal, la proporci6n de los nacimientos es notoriamente mayor que en las clases ~ las cuales el aumento de riqueza brinda independencia, ocio- - •) 1.,_ ENRIQ UE GEORGE s!dad, co modi dad y _una vida mlis completa y va rtada. E'te h echo, tlempo hace recono cido en el adaL io fa mili<> r al rico suerte, al pobre hijos f u ~ e tudiado por Adam Smith, quien dice no se; r aro encontrar una lugarefla medio ruuerta de h ambre iendo madre de veintid6s 6 veinticuatru h ijo .' y e por todas partes tan claramente perceptible que nos basta aludir a ello. "'i e~to indica la verdadera ley de la poblaci6n, co no} o creo q ue debe su ceder, la tendencia al aumento, en vez de ser siempre uniforme, es inten· sa d uue uua poblacio11 mayor procurarfa mas comodidades y donde la perpetuidad de Ia raza e tli ~~enazad a por la mortalidad que causan las condtcwnes adversas; pero se debilita cuando el de env~lvi miento individual se hace po ible y la P ·rpeturda d de la raza esta aseg uracta. En otra fo rm ~, la ley de Ia poblaci6n conc uerda y esta su . bordrnada a la ley del desenvolvimiento intelec tual; y el peligro de poder venir los seres humanos a un mu ndo donde no hallen medios de ser aten · d idos, no nace de los mandatos de Ja naturaleza ~ino del d~sa rreglo social que condena al hombr~ a Ia neces1da d, en medio de la riqueza. Lo ciPrto de esto, creo sera terminantemente demostrado ?uand?, despues de haber preparado el terreno: In v~ t1guemos las verdaderas !eyes del adelanto socral; pero perturbariamos el orden natural de la a ~g u men ta ci6n anticipandola ahora. Si he salido a1roso sosteniendo la negativa mostrando que Ia te?rfa de :\lalthus no esta prob~da por el razonamrento co_n que ~ue~e apoyarsela, basta por ahora. En e~ capitulo srgurente, me propongo examinar la afrrma ti va y pro bar que es refutada por los hecho . PROGRESO Y MfSERIA 153 CAPfTULO IV Refutaci6n ala teorfa de Malthus Se encuentra tan profundamente arraigada y entrelazada con los razonamientos de la economia politica ac tual Ia doctrina que atribuye al crecimiento de poblaci6n la tendencia a reducir los sa larios y a producir la pobreza, se ajusta de tal modo con m uchas nocion9s populares, y es tan expuesto volver a ella en diferentes formas, que he creido conveniente mostrar con algun detenimiento la insuficiencia de los argumentos que la apoyan an tes de confrontarla con los hechos; porq ue el acep tar generalmente esta teoria es uno de los mas sorprendentes ejemplos, entre los muchos que Ia historia del pensamiento presenta, de la facilidad con que los hombres de jan pasar in ad ver tidos los hec hos, cuando tienen los ojos vendados por una teoria previamente admitida. Podemos facilmente someter esta teoria a Ia suprema y terminante prueba de los hechos. Si el aumento de poblaci6n tiende por necesidad a disminuir los salarios y a producir la miseria, esto equivale de un modo evidente a preguntar si tien · de a reducir la cuantia de la riqueza que se puede producir con una cantidad determinada de trabajo. Esto es lo que sostiene 1~ doctrina corriente. Esta teorfa es, que cuanto masse exige a la naturaleza, tanto menos generosamente corresponde; de manera, que doblando la aplicaci6n del trabajo, no se duplicaria el producto; y asi, el aumento de poblaci6n ha de tender a reducir los salarios y ex- lli4 ENRIQI'E GEORGE te~ de~ la po ?reza, 6 debe con vertirse en vicio y m1 er1a, egun la frase de J\1 lthus. Tran~cribire· mos ellenguaje de Juan Stuart Mil!: cl'n gran numero de per<!OnllS en un estado de rivilizaci6n darlo, no puetle estar tan bien provi to colectivamente como nn" wenor. La pobreza de Ia naturaleza, no Ia injn ti..:ta de Ia t'ol'ie,l tl, es Ia <·ausa de Ia pens que va uniua al axceso de poblacwn. na dit<tribuci6n iojusla de Ia riqueza no agrava e mal, ino que a lo sumo hace que e sienta antes. Ell 10 til decir que touai' Ia boca que el auweuto de Ia humani·iad llama a Ia exi tencia, traen m!\nos consigo. Las nuevas b01:as requieren tanto alirnento como Ia~ anti ua~, y las mano!! no produceD tanto. si Joq diver os instrumento de Ia producciou se conside· r11sen como propieJad colecth•a de todo el pueblo, y el producto t!e dtvtdte»e en perfects igualdad entre todos; si eu una sociedad atli formatla, Ia induatria fuese tan energies y el producto tan abuodante como ahora, sena bastante para hacer ex:tremadamente cornoda la e:xi tencia d" tod11 Ja poblaci6o; pero cuando eqta dupln:af'e, como ucederia indudablente con las l'Ostumbres actuales del pueblo, y con tal esumulo, en poco ruas de veinte afio , (.cull! tlria su condici6n? A no ser que las arte productiYa~ hubie en progre ado al mismo tiempo de un modo casi sin ejeropln, las tierras ioferiores a que se deberia recurrir y el cult,ivo mas laborioeo y de rerouneraci6n mas e ca 11 que se debena emplear en lo~ suelos snperioree, para procnrar alimento a_poblact_6u .ta.n grande, por una nel'eeiriad in uperaule, resultana cads tmltvtduo mas pobre que antes. i Ia poblaci6n siguie~ multipli ... and9 e en Ia ruisma proporci6u, llegaria pronto un t1empo en que naditl tendria mas de lo estrictamente necesario; de~rn~~ nadte tendria uastante, y el siguiente incremento de Ia poulaci6n •eria atajado por Ia ruuerte (1). .. 'iego todo esto. Sostengo que todo lo contrario de estas proposiciones es cierto. Sostengo que en un estad cualquiera de ci vilizaci6n, mayor m1me~ ro de personas puede estar mejor provisto colectiv~mente qu~ uno menor. ;:,ostengo que la injustiCia de la soc1edad, no la mez<Juindad de la natura'I) <Principle of Political Econorny., libro I, lApttnlo XIII. erc1on II. PROGRESO Y !lllB.&IliA 166 leza, es la cau a de la escasez y de la miseria 9u~ la teoria corriente achaca al exceso de poblam6n. SostenO"O que las nuevas bocas que el au~ento d& poblaci'6n llama a la existencia, no req meren m~s­ alimento que las antiguas, mientras las manos quetraen con elias en el orden natural de la' cosas, producen m~s: Afirmo que, en igualdad de las otras circunstancias, cuanto mayor sea la poblaci6n, mayores ser~n lascomodidades que u~a equitativa distribuci6n de la riqueza proporcwnara a cada indi vid uo en particular. Sostengo que, en un estado de iO"ualdad, el aumento natural de poblaci6n tende;'~ siempre a que cada uno sea mas rico y no m~s pobre. Asi lo expreso con claridad, y someto la cues• ti6n a los hechos probados. Pero ad viertase (pues aun cay en do en repeticiones, deseo prevenir allector contra una confusi6n de ideas que se observa hasta en autores de gran reputaci6n) que la cuesti6n de hecho, en la cual este enunciado se resuelve, no es: ~en que grado de poblaci6n se produce mas alimento?, sino: &en que grado de poblaci6n se encuentra mayor poder de producir riqueza? Porque la facultad d& producirla en cualquier forma, equivale ala facultad de producir alimento, y el con umo de riqueza de cualquier forma 6 del poder de producirla, es equivalente al consumo de alimento. Tengo, por ejemplo, dinero en el bolsillo. Con el puedo adqui · rir alimento, cigarros, joyas 6 entradas de un teatro, y, seJU.n como gaste el dinero, inclinare el trabajo ala producci6n de alimento, cigarros, joyeria 6 representaciones teatrales. Un aderezo de diamantes, en cuanto a valor, es igual a tantas barricas de harina; es decir, se necesita, como termino medio, tanto trabajo para comprar los diamantes lli6 PBOGR.S:SO Y MISEBIA. ENRIQUE OROBGK i sdorn o a mi mujer con diamantes, empleo igua l facultad productiva que si hubiese dEstinado cierta porci6n de alimento !\ prop6sitos de ostentaci6n. Si ten go un criado, aparto un arador pcsible del arado En ei'lar y mantener un caballo de can·eras, req uiere un cuidado y trabajo, que bastarfa para ensenar Y criar muchos caballos de labor. La des trucci6n ·de riqueza, que lleva consigo una iluminaci6n general 6 una salva, equivale ala combust i6n del mis mo importe de e~.limento; mantener un regimiento de soldados 6 un buque de guerra y su tripul aci6n , es entretener en usos improductivos el trabajo que podria producir riqueza para mucho miles de personas. Por consiguiente, el poder de una poblaci6n cualquiera, en producir lo necesario par a la vida, no se debe medir por la producci6n de lo necesario a la vida efecti va, sino por el poder ga stado en todas sus formas . ~o son necesarios raciocinios abstractos; la cuesti6n es de simples hechos. tDecrece el poder relativo de producir riqueza con el aumento de Ia poblaci6n ·? La realidad es tan evidente, que s6lo as necesario Ham ar la atenci6n sobre ella. Hemos visto en los tiempos modernos aumentar Ia poblaci6n en ~uchos paises. &No ha crecido al mismo tiempo su r1C!ueza h?. sta con mayor rapidez? Vemos muchos pliises r1ue aumentan todavfa en poblaci6n. t.No crece tambien su riqueza mas aprisa aun? &Hay al guna duda en que, mientras la poblaci6n de Inglaterra ha aumentado a raz6n de dos por ciento al ai"lo, su riqueza ha crecido en mayor proporci6n toda v~a ? ~ ~o es cierto que mientras la poblaci6n de los E tados Unidos ha doblado cada veintinue · como para producir cierta cantidad de harina. 167 ve anos (1) su riqueza, ha ~oblado a i~terval~s mucho mas cortos? &Noes. merto que ba]O c_ondlciones semejantes- es demr, en p~ises semepntes en un arado de civilizaci6n paremdo-el pais mae densa n~ente poblado es el mas rico? &Los Estados del Este mas densamente poblados, no son mas ricos q 'e los Estados no tan pobl.ados del Oeste Y del Sur? ~Inglaterra, cuya poblam6n es m:is d~nsa todavfa que en los Estados del Este .de la Um6n, 110 es tambien mas rica en propor~c16n? ~ D6nde encontrareis la riqueza destinada a usos no producti vos con mas prodigalidad, edificios cost?SOBr ajuares eleo-antes , lujosos trenes, estatuas, pmturas, vates hermosos jardines? &No. es donde la poblaci6n es mayor, con preferenma ad?nde es mas escasa? ~D6 n de hallareis en mayor numero a los que basta la producci6n general para manta nerles sin traba jo productivo por su par te, hombres de renta y de elegante ociosidad, agentes de policfa, ladrones, criados domesticos, a bogados, hombres de letras y otros semejantes? ~~ o es donde la poblaci6n es densa antes que don de es es · casa? GDe d6nde rebosa el capital en busca de colocaci6n remunerati va? &No es de los pafses mas poblados hacia los que lo son menos? Esto prueba de un modo terminante que la riqueza es mayor'" donde la poblaci6n es mas densa; la pl'Oducci6n de riqueza por una cantidad dada de traba jo crece a medida que la poblaci6n aumenta. Estas cosaa son patentes dondequiera que dir\jamos nuestra vista. En el mismo nivel de civilizaci6n, el mismo estado de las artes productivas, gobierno, etce · t~ ra, los p.afses mas poblados son siempre los mas n cos. y (I ) La pr 1porci6 n en 1860 era de S'li por ciento al afio. ENIUQ\JB GEORGE Tomemo un caso p~rtic~lar, un caso tal, qua de todo~ lo~ que se podnan mtar parece a primera vi ta apoyar mejor la teoria que estamos estudiando.: Gl ca 0 d~ un pais ~O?de, a medida que Ia poblam6n ha cremdo muclusimo, los salarios han d1sminuido notablemente, y no es asunto de dificil deducC'il'ln, sino un hecho evidente, que Ia gene rosida.cl de. la naturaleza ha disminufdo. Este pais es ahformn. Cuando con el descubrimiento del oro, la primera ola de la inmigraci6n se extendi6 en California. eneontr6 un pais don de la naturalez estaba en la mas liberal disposici6IJ. En las orillas yen lab rra del rio, los brillantes dep6si· tos de miles de anos se podian recoger por los me~ios mas primitivos en cantidades que hacian sub1r a una onza (~ 16) por dfa los salarios ordina· rios. La. llnnuras, cubiertas de hierba nutritiva, estaban llena~ por manadas sin cuento de cabal 1os y ganado, tan abundantes, que cualquier viajero podia con liLe>rtad cambiar su silla a un caballo de refresco, 6 matar un novillo si le precisaba una taj~da de carne, dejando el cuero, unica parte est1mada para el dueno. La tierra fertil que prirnero e puso en cultivo, s6lo arando y sembrando producfa cosechas que en paises antiauos si se b ' . de alg(m modo, es por el a bono o b tienen y cultivo mas acabarlos. En los primeros tiempos de Cali· fornia, en medio de la prodigalidad de la natura· leza, los alarios y el interes eran mas elevados que en ninguna otra parte del mundo. Esta virgen prodigalidad fue desapareciendo por grados ante las demandas cada vez mayores hechas por una poblaci6n creciente. Las excavaciones practicadas resultaron cada dfa mas pobres, h~sta que no han podido verificarse que fueran d1gnas de este nombre, y las minas de oro re· PBOGRE&O Y MISERIA. 159 uieren mucho capital, muchos conociO?-ientos y ~omplicada maquinaria, y son muy arnesga.das. Los caballos cues tan dinero,, ~1 ganado cnado en las llanuras cubiertas ~e, sal vias de Nevada se trans porta por ferrocarl'll a tra ves de las menta1ias y se desuellan en l~s mataderos ~e San Fran· cisco; mientrab los agrwultores emple~an a ~uar­ dar la paja y a buscar a bono, y se c~lt1 v~n tlerras que aoenas producirian cos?cha, _sm r1ego, tres veces cada cuatro anos. Al m1smo t1empo, los salaries y el interes han bajado continuamante. i\luchos hombre~ se contentan ahora trabajando una semana por menos de lo que antes pedian por un dia, y se presta dinero a un interes al aflo, que en otro tiempo diEfcilmente se hubiera considerado opresi vo al mes. ~Es la relaci6n entre la reducida capacidad productiva de la naturaleza y el tipo bajo de los salarios lo que causa este efecto? tEs verdad que los salarios son inferiores porque el trabajo produce menos riqueza~ jTodo lo contrario! En vez de ser inferior en 1879 que en 1849 el poder de producir riqueza en California, tengo la seguridad de que ef:l mayor. Y nadia qne considere cuan extraordinariamente ha crecido durante estos alios la eficacia del trabajo a causa de las carreteras, muelles, saltos de agua, caminos de hierro, buques de vapor, telegrafos y maq uinas de toda especie, por una uni6n mas intima con el resto del mundo, y el sinnumero de economias que resultan de una poblaci6n mayor, p~e~e, creo yo, dudar de que la recompe~~a r~c1b1da de la naturaleza por el trabajo en Cahforma sea en conjunto mucho mayor ahora que cuando los placeres no estaban exhaustos todavia Y el sublo era virgen: el aumento en el poder del f3ctor humano reJompensa sobradamento la 160 I'ROGRESO Y HISERIA BNRIQU.II: GEORGE dis minuci6n del fa ctor natural. Prueban lo correcto de e t conclusi6n muchos hechos por los cuales se ve culin superior al de entonces es ahora el oonumo d~ riq ueza r elativamente alm1mero. de trabajadores. En vez de una poblaci6n compuesta exclu ivamente de ho mbres en la flor de Ia edad un gran numero de mujeres y niflos existe ahora: y los que no son productores han aumentado en un grado mucho mayor q ue la poblaci6n ; el lujo ha crecido mucho m 1s que los salarios han decaido. donde las mejores casas eran chozas de lona 6 pa . pel embreado, se han levan tado ahora moradas cuya magnificencia ri valiza con los palacios euro peo ; se Yen cocheros con librea en las callas de San Francisco, buque de recreo en su bahfa; las clases que pueden vi vir suntuosa mente de s us ren tas, han a_umentado de un modo continuo; hay hombres flCOS a CUJO lado los mas ricos de los pri meros alios, casi parecerian pobres; en fin, en t~d.as partes resalta de nn modo sorprenclente y v1 1ble q?e la producci6n y consumo de riqueza han _creCido hab~a con mayor rapidez que Ia po . blac16n, y que s1 alguna clase obtiene menos, se en la di tribu debe s6lo ala mayor desi(]'ualda•i 0 ci6n. Lo que ~s induda ble en este caso par ticular, lo es _dond~qmera que se extienda el examen . Los pa1ses ricos_ ?O s?n aquellos en que la naturaleza es ~as_ prohflca, -~~no a9uellos en que el traba jo es rna ef1eaz: no :\IeJICO, smo l\lassach usetts· ni tampoco el D;asil, ino Inglater ra. Los pais~s en que la poblac16n es mas densa y se estrujan con mas ~uerza las facultades de la naturaleza on en lCJ'u_a~es condiciones, aquellos donde u~a m~yor POI c16n_ d~l producto puede dechcarse allujo y al mantemm1ento de los no productores , en los cua. 161 les el capital rebosa, y que en contingencias tales como la guerra, pu~den sost~ner los mayores gastos. Que la produc016n de nqueza, proporcionalmente al trabajo empleado, debe ser mayor en pafses densamente poblados, como Inglaterra, que en los nuevos, donde los salarios y el inter~s son mas altos, es evidente; porque, si bien una parte menor se destina al trabajo productive, hay un sobrante mucho mayor que nose aplica al abastecimiento de las necesidades fisicas. En un pais nuevo toda la fuerza util de la sociedad se destina ~ la producci6n; no hay hombre sano que no ha(]'a t;abajo productive de alguna clase, ni mujer sa;a hbre de los quehaceres domesticos. No hay pobres mend_igos, ni ric?s holgazane~; _no hay clases cuy~ trabaJo este destmado al serv1c1o de las conveniencias 6 caprichos de los ricos, como tampoco clases puramente literarias 6 cientificas; no hay clases criminates que vivan haciendo presa en la sociedad, ni las que se sostienen para guardar Ia socie. dad contra ellas. Sin embargo, con la energfa toda de un pueblo entregado de este modo~ la producci6n, no tiene lugar, ni puede obtenerse, un consumo de riqueza proporcionado ~ la poblaci6n total que alcanza el pais antigno; pues si bien Ia condici6n de la clase baja es mejor y no hay uno solo que no pueda ganarse la vida, nadia obtiene mucho mas; pocos 6 ninguno pueden vivir con Io que en el pais antiguo llamamos lujo, ni siquiera con comodidad. Es decir, que en el pais mlis antiguo el consumo de la riqueza con relaci6n lila poblaci6n es mayor, aun cuando la medida del trabajo empleado en la producci6n sea menor; esto es, menos trabajadores producen mlis riqueztl, porque esta se ha de prodncir aates de poderla consumir. TOHO I 11 ENBIQU& GKORGK PROGRESO Y MIBEBIA.. e puede decir, sin embargo, que la superior ri ueza de los paises mas antiguos, no es debida :1 la superioridad del poder producti vo, sino a las acurnu\aciones de riqueza que el pais nuevo no ha tenido tiempo de hacer todavfa. Es conveniente examinar por un momenta esta idea de la riqueza acumulada. Es cierto que la ri· queza puede acumularse, pero de un modo limita do; las naciones vi ven realmente, como vi ve la gran mayoria de los individuos, de la manoa la boca. La riq ueza no consiente much a acumulaci6n; ex.::eptuandose algunas pocas formas de escasa importancia, nose conserva. La materia del universo, que cuando es elevada por el trabajo a formas apetecibles constituye la riqueza, tiende constantemente a su estado originario. Algunas formas de riqueza duran breves horas, otras pocos dias, otras escasos mesas, otras contados afios, y hay muy pocas for mas de riq u~za que pasen de una generaci6n a otra. Tomemos la riqueza en algunas de las forma ~ mas utiles y parmanentes-buques, casas, ferro c1rriles, maquinas. A n o ser que se emplee el trabajo continuamente en conservarlas y renovarlas, ca i inmediatamente se harian im1tiles. Suspended el trabajo de cualquier pais, y la riqueza desar)arecera casi como se oculta el chorro de agua al cerrar la lla ve. Dejad obrar de nuevo el trabajo y Ia ri ueza reaparece casi inmediatamente. Esto se ha notado hace tiempo donde la guerra u otras calamidades han barrido la riqueza dejando la poblaci6n desamparada. No existe hoy menos riqueza en Londres a causa del gran incendio de 1666, ni hay menos riqueza en Cnica o-o a causa del gran incendio de 1870. En aquellos terrenos arrasados por el fuego se han levantado, por la mano del tr.:.bajo, edificios mas osp~endidos , llenos de mas abunda ntes dep6sitos de generos, y el extranjero -que ig nora la historia de la ciudad y recorre aquellas magnificas avenidas, no &e imagina que hace pocos afios todo yacia tan desnudo y negro. El mismo principia-que la riqueza se renueva -constantemente-es mamfiesto en toda ciudad nue v~. Dada~ do_s ci udades. con igual poblaci6n y la m1sma efiCaCia del trabaJo, la que fue funda<ia ayer poseera y disfrutara lo mismo que la fundada por los romanos. Nadie que haya visto Melbourne 6 San Francisco puede dudar que, si Ia poblaci6n de I nglaterra fuese transportada a Nueva Zalanda abandonando toda la riqueza acumulada Nuev~ Zelanda seria pronto tan rica como Ingl~terra · 6 inversamente, que, si Ia poblaci6n de Inglate;ra f uese reducida a la escasa poblaci6n de Nueva Zelanda _de ~ hora, a pesar de Ia riqueza actual, pronto ser1an 1gualmente pobres. La riqueza acumulad~ parece repre:sentar en el organismo social el m1smo papal que la nutrici6n acumulada representa en el organismo fisico. Alguna riqueza acu . mulad~ es precisa, y ~asta cierto punto se puede recurr1r a ella en ocaswnes; pero la riqueza produ.cida por las generaciones pasadas, no puede aprovechar mas al consumo actual, que las comidas del afio pasado pueden proporcionar al hombre fuerza presente. Sin estas consideraciones, a las cuales aludo mas po~ su relaci6n general que porIa particular, es ev1dente que el mayor consumo de riqueza nose p_uede atribuir a las acumulaciones superiores de r1queza sino en el caso de disminuir la riqueza acumulada, pues cuando la cantidad de riqueza acumulada se conserva, y de un modo mas claro todavia, cuando aumenta, un mayor consumo de riqueza implica necesariamente mayor producci6n Jtl2 1C3 164 KNBlQt'B GKOBG:& de la misma. Si comparamos ahora paises diferentes entre si 6 el mismo pais en epo as diversas, es claro que el estado progresivo caracterizado por el aumento de poblaci6n, se seiiala tambien por un aumento de riqueza acumulada, no solamente en totalidlld, sino por cabeza. Y asi, el aumento de poblaci6n, hasta donde ha ll~gado .en parte alguna no lleva consigo una reducm6n, smo un aumento en la producci6n media de riqueza. La raz6n de esto es clara. Pues aun cuando una poblaci6n creciente reduce el po?er del factor ?atural de Ia riqueza, por la necestdad de recurrtr a tierras mas pobres, etcetera, aumenta tanto el po · der del factor humano, que lo compensa con exceso. Yeinte hombres trabajando juntos donde lanaturaleza es inrrrata, producen mas de veinte veces la riqueza qu~ un hombre puede producir donde la naturaleza es mas liberal. Cuando m!is densa es la p0blaci6n, m!is minuciosa se hace la subdivisi6n del trabajo, son mayores las economias de producci6n y distribJci6n, por donde resulta probado todo lo contrario :1 la rloctrina de Malthus: dentro de los limites en los cuales tenemos algun motivo para suponer que el aumento seguir!i, en cualquier grado de civilizaci6n un mayor numero de perso· nas puede producir una cantidad de riqueza relativa mayor, y satisfacer mejor sus necesidades EIUe un numero menor. Fijemonos sencillamente en los hechos. &No es evidente que la debilidad de las fuerzas producti · vas no ocasiona la pobreza que roe los centros de la civilizaci6n'? En los paises donde la pobreza es m!is profunda, las fuerzas de la prodt1cci6n son a todas luces bastante poderosas, si se emplean por completo, para proporcionar :1 los pobres comodidadee, y basta lujo. La par~lisis industrial, la cri~ PROGRESO Y 1\HBEBIA 165 sis comercial que maldice el mundo civilizado en la actualidad, no nacen de falta alguna en el poder productivo. Cualquiera que sea el motivo de la perturbaci6n, no es de seguro la poca aptitud para producir riqueza. Este mismo hecho, cque la necesidad aparece donde el poder productivo es mayor y la produc· ci6n de riqueza est!i mas desarrollada,, es el pro· blema que tiene perplejo al mundo civilizado y que tratamos de esclarecer. Evtdentemente, la teoria dt:Jl\lalthus, que atribuye la escasez al menor poder prod ucti vo, no lo ex plica. La teo ria esta en completo desacuerdo con los hechos. Es en reali · dad una inculpaci6n gratuita hecha a las leyes de Dios sobre resultados que, hasta con este solo examen, podemos deducir que nacen realmente de un desconcierto entre los hombres. Esta consecuencia, a medida que prosigamos, se convertir!i en demos traci6n. Porque hemos de hallar todavfa lo que pl'oducc la pobreza, en medio de la riqueza en aumanto. PROGRESO Y MISBBIA LIBRO Ill LEYES DE LA DISTRIBUCION CAPITULO I lnvestigaci6n limitada a las leyes de la distribubuci6n.-Relaci6n necesaria de dichas leyes El examen .anterior creo que ha mostrado de un ~odo termmante que la explicaci6n dada ordinariamente, en nombre de la economfa politica del problema que intentamos resolver, no explic~ nada en absoluto. La te?rfa que considera el aumento del m1mer() de traba]adores como si di vidiese en partes menore~ el capi.al destinado al pago de salarios no explica por que raz6n no aumentan los sala;ios con el P:ogreso material, sino que tienden por el contrarw, ~ .disminuir, por cuanto, segun hemos visto, los salarws n~ p10ceden del capital, sino que son e~ prod~cto direct? del trabajo. Cada trabajador P. oducttvo, a medtda que trabaja crea sus salariOs, Y cada nuevo trabajador pr~cura un nuevo ~umento al v~rdadero fondo de los salarios; auento del acopw de comun riqueza que hablando ~·~ es c?nsiderablemente ~ay~r ~ Ia can· 1 agdeneral, que se obtlene en salarios. Tampoco se explica suponiendo que la natura1eza concede cada vez menos a las crecientes exi- 167 gencias de una poblaci6n en aumento; pues la rna· yor eficacia del trabajo pone al estado progresivo en condiciones de obtener por cabeza un continuo aumento en la producci6n, y los pafses de mds poblaci6n, siendo iguales las demas circunstancias, son siempre los pafses de mayor riqueza. Hasta aqui, hemos aumentado la confusi6n del problema . Hemos derribado una teorfa que, en cierta manera, explica hechos existentes; pero con esto, s61o hemos conseguido que aparezcan mas inexplicables. Es como si, mientras se creia aun en la teorfa de Ptolomeo, se hubiese probado unica · mente que el sol y las estrellas no giran alrededor de la tierra. Los fen6menos del dia y de la neche, y los movimientos aparentes de los cuerpos celes · tes, hubieran permanecido inexplicados, dando inevitablemente lugar a que se restableciera la teo· ria antigua, si otra mejor no la hubiese sustituido. Nuestro razonamiento nos ha conducido ~ deducir que cada trabajador productivo crea sus propios salarios, y que el aumento del numero de trabaja· dares deberfa au men tar los salarios individuates; en Iugar de esto, los hechos atestiguan realmente que existen muchos trabajadores que no pueden obte · ner empleo remunerative, y que el aumento en el numero de trabajadores, origina la reducci6n de los salarios. En una palabra, hemos demostrado que los salarios deben ser m~s altos cuando en rea· lidad son mas bajos. Sin embargo, basta al lograr esto hemos progresado algo, pues para hallar con prontitud lo que buscamos, conviene saber d6nde es util mirar, ~imitando asi el campo de la investigaci6n. Cuando menos, seve ahora con claridad, que la causa de quedar reducida la gran masa de produc.tores 11 l.a parte menor del producto con que cons1enten VI- 18 ENBIQUB GB:Ol:OH: vir-a pesar del enorme crecimiento del poder pro u.ctt.vo-:-no es la escasez del capital, ni tarnpo· co .la hm.1t~01~n de las energias naturales que obran baJo el mEluJo del trabajo. Por consiguiente, ya que no se halla en las !eyes que determinan la pro. duc?i6n de la riqueza, debe buscarse en las qu 13 gobternan su distribuci6n. Acudamos ~ elias. er~ necesario examinar en sus partes principales to do lo referente a la distribuci6n de la riqueza. Para descubrir la causa que hace m~s intensa la pobreza de la chtse inferior cuando la ~oblaci1n aumenta y progresan las artes product! vas, debemos hallar la ley que determina Ia parte de! producto que se reparte como salarios del trabaJo. Para hallar la ley de lo salario , 6 para ase. gurarno , al menos, de haberla encontrado debemo sei'talar tam bien las leyes que fijan la p~rte del pro~ucto corresp?ndi~nte al capital y la que se d.e tina a lOS_PrOpiet~riOs, puesto que, junt~ndose berra, trabaJo y capital en la producci6n de la riquen, entre estos tres elementos debe repartirse el producto. .Por producto 6 producci6n de un pueblo se ~ntiende la suma de riqueza obtenida por t'll el o~do general que (mientras la producci6n p~e­ ext tente no disminuya) debe dar abasto a todo con umo, y del cual proceden todas las ganancias. 1 omo ya lo expliqut'l, producir no significa s6lo Iacer las cosas, sino que compnmde adem!1s el aume~to de valor adquirido por el 'transport~ 6 car;tbto de elias. Hay producci6n de riqueza en un pat puramente comercial la hay tambien en uno puramente agrwo - 1a y manufacturero· ' yen ambos catso • una parte del producto se destfna al capital o ra parte al t ra b3JO, · y otra, si la tierra tiene al-' PROGRESO Y Ml81fBU. 169 (..,.lin valor, a los amos de la tierra. Es un hecho, que una porci6n de la riqueza producida va reemplazando constantemente al capital, que paula tinamente se consume y se sustituye de un modo continuo. Pero no es necesario tener esto en cuenta, porque se elimina considerando permanents el capital como lo hacemos habitualmente al hablar de el 6' cuando en t'll pensamos. Por consiguiente, cuando hablamos de producto, entendemos la parte de riqueza obtenida ademas de la necesaria para reponer el capital consumido en la producci6n; y y si hablamos de interes 6 ganancia del capital, entendemos lo que se destina al capital, despues de su reposici6n 6 conservaci6n. Ademas, en todo pueblo que haya salido del estado mas primitivo, una parte del producto Ia toma el gobierno en impuestos yes consumida por el. Pero no es necesario tener esto en cuen ta al buscar las leyes de la distribuci6n. Podemos considerar la contribuci6n como no existente, 6 reducir el producto de otro tanto. De igual modo consideraremos la parte del producto que se destina a ciertas formas de mono polio, de las cuales nos ocu · paremos en uno de los capitulos siguientes (capi· tulo IV), y que ejercen influencias amUogas a las de Ia contribuci6n. Desput'ls de haber descubierto las leyes de la distribuci6n, podremos examinar que relaci6n, si existiera, tienen con ella los impuestos. Debemos en con trar- estas leyes de !a distribuci6n por nosotros mismos, 6 al menos dos, de los tres elementos. Porque, independientemente de nuestro examen anterior sobre uno de ellos, en cualquiera de los principales tratados se puede no tar que la economfa politica actual no las entiende correctamente, al menos en su totalidad. liO ENRIQt"E G!tORGI!: Esto es evidente, en primer lugar, por Ia terminologia empleada. En todas las obras de economia politica se nos dice que los tres factores de la producci6n son tierra, trabajo y capital, y que todo el producto se divide principalmente en tres partes correspondientes. Son, pues, necesarios tres terminos, cada uno de los cuales expresarli con claridad una de estas partes con exclusi6n de las otras. Ranta, sagun definici6n, expresa claramente la primera de estas partes, la que corresponds a los propietarios de Ia tierra. Salario, segun definici6n, expresa con suficiente claridad la segunda, la que constituye la recompensa del trabajo. Pero en cuanto al tercer termino, el que deberia expresar la ganancia del capital, existe en las obras principales la mas enredada ambigiiedad y confusi6n. De todas las palabras generalmente usadas, la que se acerca mas a expresar la idea de la utilidad por el empleo del capital, es interes, que en su acepci6n general comprende la utilidad correspon· diente al capital, exclusiva de todo trabajo en su empleo 6 administraci6n, y tam bien de toda contingencia, exceptuando Ia que puede estar comprendida en Ia seguridad. La palabra beneficios, segun se usa generalmente, es casi sin6nima de util.id.ades; significa una ganancia, una cantidad reCibida en exceso sobre Ia cantidad gastada, y con frecuencia, incluye entradas que son propiamente rent.a; mientras casi siernpre las incluye que son en reah~ad sa!arios, asi como compensaciones por las contmg.enctas peculiares a las varias aplicaciones d?l. ca~1tal. A no ser que se violente mucho la sigmfiCact6n de dicha palabra, no puede, por lo tanto, usar e en econornia politica como significando aquolla parte del producto correspondiente al ca- PROGRESO Y MII!EIUA 171 pital, en opo ici6n a las cantida~es pertenecientes al trabajo 6 a los duenos de la tierra. Ah0ra bien, todo esto se reconoce en las obras principales de economia politica. Adam Smith explica claramente que los sa.larios y la cornpensaci6n por riesgos son una parte tmportante de los beneficios observando que los considerables beneficios . de los' farmaceuticos y pequefios comerCiantes por menor son en realidad salarios por su trabajo, y no interes de su capital, y que los grandes beneficios realizados a veces en negocios arriesgados, tales ~orno el contrabando y el cornercio de objetos usados son realmente compensaciones por riesgos, qu~ a la larga reducen l?s gananci.as ~el capital al tipo ordinario 6 inferior al ordmar~o. Semejantes ejemplos se dan en las obras posterwres en donde los beneficios se definen en su sentidb general, quiza con exclusi6n de renta. Efi: ~o­ tas estas obras se dice allector que los benefwws se componen de tres eleme!ltos, sala!ios. de direcci6n, compensaci6n por r1esgos, e mtcres, 6 sea la ganancia por el disfrute de! capital_. . . Por tanto ni en su sent1do ordmar10 m en _el que se le da 'expresamente en econornia politica, pueden los beneficios gcupar ~itio alguno ent.re los tres factores de Ia producci6n, cuando se d1sc~te Ia distribuci6n de la riqueza. Tanto en el sentldo ordinario, como en el que se le da expresam~nte, tratar de distribuir Ia riqueza en rent~, .s~lanos Y beneficios seria como hablar de la d1 vlS16n de Ia humanidad en hombres, mujeres y seres huma.no~, Esto, no obstante, es lo que se hace en las prmCIpales obras, desorientando por completo al lecto~: despues de descomponer formalmente los. benehcios en salarios de direcci6n compensaCJ6n por riesgos e in teres, la ganancia n 3ta por el uso del P.BOGBBSO Y MIBKBU. 172 17:3 BNBJ QUE O EORt<B c~p ital, pasan 11 ocuparse de la distribuci6n de Ia n q u e~a entre la r enta de la tierra, los salarios del t rabaJO y los BE~EFI CIO S del capital. Cr~o _q_ue mu ch a gente se habrli calentado los sesos mutilmente en esta confusi6n de terminos, y habra abandonado desesperada su prop6sito pen . sando que n~ pu die~~o culpar a esos grande~ pen sadore debta co ns1stir la falta en su propia tor peza. i cabe algu n consuelo para estas personas recurran ala cHistoria de la ci vilizaci6n .. de Buck~ le, Y_vean de q u ~ modo un hombre que adquiere una ~dea ma ra ~· tllosamente clara ae lo que lee, y h~ letdo con cmda do las principales obras econ6micas d~ de la de Smith, qued6 intrincadamente confundtdo en este embrollo de beneficios e interes. ~o~que !3nckle ( ~·ol._ I, c~ p . II y notas) habla con IDStiltencta de la dtstrtbum6n de la riqueza en renta sal a~ios, intere y lwnfljicitJs. ' ~ esto no ~s extrano. Porque, despues de descomponer fo rmal mente los beneficios en salarios de_ direcci6n, seguro e inter es, estos economistas, senaland? ~a ca usas que fijan el tipo general de los beneftctos, hablan de cosas que evidentemente afectan s6lo a la parte de loa beneficios que han ~enommado interes; y luego, hablando del tipo del mtere adopta n la f6 rmula sin sentido de oferta v demanda, 6 habl_an de cosas que afectan a la re co mpensa por n esgos, usando evidentemente Ia p~labra en su acepci6n comun y no en la econ6· ~mea que le h_a n dado, _d e la cual queda eliminada a cof!Ipen act6n por r1esgos. Si el lector fija su atenct6n en los Principios de Economfa Polftica , de J uan tua rt ~l ill , y compara el capitulo sobre los ?eneficios (lib ro II, cap. XV) con el que trata d_el mteres {libro III, cap. XXIII) vera la confu BI6n que se or igin a en el caso del ~as 16gico de los 1 1 economistas ingleses, de una manera mas sorpren ... dante de lo que quisiera calificar. Ahora bien, tales hombres no han sido llevados a esta confusi6n de ideas sin una causa. Si uno tras otro han seguido al doctor Adam Smith como nii'los en el juego, saltando cuando el salta, y bajandose cuando else baja, ha sido que habfa un obstaculo cuando el saltaba y una depresi6n cuando se bajaba. La dificultad de la cual ha brotado esta confusi6n es la teorfa del salario previamente aceptada. Por las ra zones antedichas, les pareci6 una verdad evidente en si misma que los salarios de ciuta clase de tra bajadores dependian de la relaci6n entre el capital y el numero de trabajadores ; pero hay ciertas clases de recompensa por el esfuerzo a las que esta teoria notoriamente no se puede aplicar, y asi el termino csalario, se ha limitado en el URO, incluyendo unicamente los salarios ensuestrecho sentido ordinaria. De este modo, si el termino cinteres > se hubiese empleado (como debiera hacerse de conformidad con las definiciones) para represen tar Ia parte tercera de la di visi6n del producto, entonces todas las recompensas por servicios personates que no fHesen los de aquellos que ge neralmente se llaman trabajadores a jornal, no se hnbieran tenido en cuenta; pero considerando Ia divisi6n de la rirtueza entre renta, salarios y bene~i cios, en Iugar de hacerla entre renta, salarios e mteres, esta dificultad-se disimula, habiendo vaga mente agrupado bajo los beneficios, como salarios de direcci6n, todos los salarios que no estaban incluidos en la ley previamente aceptada del salario. . Leyendo con cuidado lo que los economistas dtcen acerca de Ia distribuci6n de la riqueza, seve l!:NBIQUB G.EOBGII: PROGRESO Y l>llill!:BIA que, si bien definen correctamente el termino salario, tal como lo emplean en este caso es lo que 16gicamente se llamaria una definici6n incompleta -no significa todos los salarios, sino algunos sa larios- e decir, los salarios del trabajo manual pagado por un amo. De este modo los otros sala rios pasan allado de la ganancia del capital, y van incluidos bajo el termino beneficios, evitandose asi toda distinci6n clara entre la ganancia del capital y la recompensa del trabajo del hombre. El hecho es que la economia politi0a admitida no logra dar cuenta clara y consistente de la distribuci6n de la riqueza. La ley de la renta esta determinada con claridad, pero sin ninguna relaci6n. El resto es un enredo confuso e incoherente. El orden expositi vo de estas obras revela dicha confusi6n y debilidad del pensamiento. En ninguna economia politica, de las que yo conozco, se presentan juntas estas leyes de la distribuci6n de manera que el lector pueda abarcarlas con una mirada y reconocer la relaci6n que tienen entre sf; lo que se dice de cada una de ellas, se halla envuelto en una serie de reflexiones y disertaciones polfticas y morales. La raz6n de esto no ha de buscarse muy lejos; presentar reunidas las tres !eyes do Ia distribuci6n tal como ahara se ensenan, serfa hacer patente a Ia primera mirada que nose hallan debidamente relacionadas. Las leyes del reparto de la riqueza son eviden · temente !eyes de proporci6n, y deben estar mutuamente relacionadas de tal manera que dadas dos .cualesquiera de ellas, la tercera se pu'eda dedumr, porque al afirmar que una de las tres partes de un todo aumenta 6 disminuye, se afirma que una 6 l~s ~os _partes restanteR quedan inven~~­ 'mente d1smmmdas 6 aumentadas. Si 'Pomas, R1- cardo y Enrique son socios en un negocio, el convenia que fija Ia parte del uno en los beneficios, determina al mismo tiempo las partes de los otros dos separada 6 juntamente; dando A Tomas el 40 por ciento, se deja s6lo 60 por ciento para repartir entre Ricardo y Enrique; concediendo A Ricardo un 40 y A Enrique un 35 por ciento, se reduce la parte de Tomas a un 25 par ciento. Pero entre las leyes de la distribuci6n de Ia riqueza, segun se presentan en las principales obras, nc hay tal relaci6n. Si las buscamos y reunimos, hallaremos que son como sigue: Los salarios se det.erminan por la relaci6n entre la cuantia del capital destinado al pago y manteni · miento del trabajo y el numero de trabajadores que busca empleo. La renta es determinada por el limite del cultivo; cada tierra, dando como renta aquella parte de su producto que excede A la que produciria Ia misma aplicaci6n de trabajo y capital en la tierra culti vada mas pobre. El interesse determina por la relaci6n entre las demandas de capital y la cuantfa ofrecida par los prestamistas; 6 bieri (si admitimos lo que se tiene como ley de los beiieficios) es determinado por los salarios, bajando cuando e3tos suben y subien~o cuando estos bajan, 6 por lo que cuesta el trabaJO al capitalista, segun Mill. Uniendo las Ieyes de la distribuci6n de la ri · queza, tal como se admiten hoy, sa observa A primera vista que carecen de la relaci6n mutua que las verdaderas leyes de la distribuci6n deben tener. Ne tienen relaci6n ni estan coordinadas. Por esto, dos al menos de 'estas leyes estAn concebidas 6 presentadas err6neamente. Esto concuerda con lo que ya hemos vista, es decir, que la inteligencia 176 Bl''BJQUE OEOBO& PBOORESO Y MISEBU. general sobre la ley de los salarios, y por deducci6n, la ley d l interes, no resistirlin d un examen. B squemos, pues, las verdader~s leyes de la ?istribuci6n del producto del trabaJO entre salarws, renta e intere:. La prueba de haberlas hallado astara en su corr laci6n: en que se unan, relacionen .. y limiten mutuamente. , • 'ada tiene de comun con los beneficiOs esta in vestigaci6n. Necesi tamos hallar lo q u~ determina la di visi6n del producto total entre tierra, trabajo y capital, y en cuanto a los benefici~s, _no es un termino que se refiera exclusivamente a mnguna de e tas tre divisiones. De l~s tres partes en que los beneficios se dividen por los economistas, a saber, compensaciones por riesgos, salar.ios de direcci6n y recompensa por el uso del capital, Ia ultima cae bajo el termino in teres>, que compren · de toda recompensa por el empleo del capital, y excluye todo lo demas; los salarios de direcci6n caen bajo el termino salarios, que comprende toda remuneraci6n por el esfuerzo humano, y excluye todo lo demas; y la compensaci6n por riesgos. no va comprendida en ninguna parte, porque el riesgo se elimina cuando se consideran reunidas todas las transacciones de un pueblo. De manera que, de acuerdo con las definiciones de la economia politica, yo emplear6 el termino interes, como significando aquella parta del producto que corresponde al capital. Recapitulemos. Tierra, trabajo y capital son los tres factores de la producci6n. El termino ctierra, incluye todas las conveniencias 6 fuerzas naturales; el termino trabajo todo esfuerzo humano; y el termino ccapital toda riqueza empleada para producir m~s riqueza. Como recompensa li estos tres factores se distribuye todo el producto. La parte destinada en pago del uso de las conveniencias naturales, se llama renta; aquella parte que constituye la recompensa de los esfuer zos humanos, se llama salario, y aquella otra que corre ponde a la utilidad por el uso del capital, se llama interes. Estos terminos se excluyen mutuamente. Los ingresos de una persona pueden provenir de una cualquiera de estas tres fuentes, de dos 6 de las tres reunidas; per·o mientras tratemos de dPscubrir las leyes de la distribuci6n, debemos considerarlas separadas. 176 li7 a los propietarios de la tierra Decidido a emprend~r esta investigaci6n, hare observar previamente que el mal exito de la eco nomfa polftica, sobrado evidente ahora, puede, en mi sentir, atribuirse ala adopci6n de un falso punto de vista. Vi viendo y haciendo observaciones en un estado d~ Ia sociedad en que un capitalista generalmente arrienda tierras y contrata trabajo, y apareciendo ser de este modo el emprendedor 6 el principal motor de la producei6n, los grandes cultivadores de la ciencia han sido conducidos a considerar el capital como el primer factor de la producci6n, la tierra como su medio y el trabajo como su agente 6 maquina. Esto salta a lavista en todas las paginas, en la forma y metodo de sus razonamientos, -en el caracter de sus ejemplos y hasta en la elecci6n de los terminos. Por todas partes el ca · pital es el punto de partida, el capitalista la figura principal. De tal modo ocurre esto, que tanto Smith como Ricardo emplean el Mrmino salarios naturales, para expresar el minimo con que el trabajador puede vivir; siendo asi que, a menos de ser Ia injusticia natural, todo lo que el trabajador produce deberia con maE raz6n estimarse como sus l:OMO I 12 1~ KNBIQl'E GEORGE salarios naturales. Por esta costumbre de mirar el oopital como dueno del trabajo, los dos fueron llevado a que los salarios dependen de la abundancia relativa de capital, y el interes varia inversamente con los salarios; sepan1ndo e asi de verdade que de otro modo hubieran sido evidentes. En resumen, el paso en falso que, en cuanto se refiere a las grandes leyes de la distribuci6n, ha conducido la economia politica hacia la espesura y no a las cumbres de Ia montai'ia, se di6 cuando Adam Smith en su primer libro abandon6 el punto de vista indicado en la sentencia: eEl producto del trabajo con tituye su recompensa natural 6 salario>, para tomar oiro que considera el capital como duei'lo del trabajo y que paga los salarios. Empero cuando consideramos e1 origen y la serie natural y sucesiva de las cosas, este ord~n se invierte; y el capital, en lugar de ser el primer fact r, es Gl "Ltl-timo; en vez de ser el que em plea el trabajo, e empleado por este. Debe hab~r tierra ante que el trabajo se realice, y el trabaJO s~ ha de ejecutar antes que el capital pueda produCirse. El capital es producido por el trabajo, yes empleado por el para auxiliarle en la producci6n ulterior. El trabajo es la fuerza activa e inicial, y por tanto es el que emplea el capital. El trabajo se puede efec· tuar sobre la tierra unicamente, y de la tierra se obtienen los materiales que el cambiara en riqueza. La tierra e , pues, la primera condici6n, el campo y el material del trabajo. El orden naturales tierra, trabajo y capital, y en Iugar de partir del capital como fuente inicial, partiremos de la tierra. Otra cosa hay que observar. El capital noes un factor necesario en la producci6n. El trabajo efe?· tuado obre la tierra puede producir riqueza sm h ayuda del capital, y en el orden necesario de las PBOGBE!:O Y MJ!'IEBJA 179 oosas, debe producir riqueza antes que el capital pueda existir. P~r consiguiente, la ley de la renta y la ley del salarw deben ser correlativas y formar un todo perfecto sin referencia a Ia ley del capital p_orque de otro modo, estas leyes no se acomoda' rran a ca~os que pueden facilmente imaginarse, y que e~ c1erto grado hay en la actualidad, en que el capi.tal no toma parte en Ia producci6n. Y como el capital es, ~omo frecuentemente se dice, s6lo trabaJo acum~ .a~~· no es mas que una de sus formas, una subdi visl6n del termino general trabajo· su ley d?be estar. subordinada a la del salario, aunque md_ependientemente una de otra, deben ser correlatlvas de modo que puedan ajustarse a los caso~ en que todo el producto se reparta entre el trabaJo y el c~pital, sin ninguna deducci6n para Ia re~t~ .. Recurr1endo al ejemplo antes empleado: L~ divisi6n del producto entre tierra, trabajo y capital ~ebe te~er Iugar como entre Tomas, Hicardo Y ~n:19ue, s1 Tomas y Ricardo fueran los socios primitivos y Enrique s61o entrase como auxiliary .copartfcipe de Ricardo. y CAP1TULO II La renta y la ley de la renta ~1 termino renta, en su sentido econ6mico-es ~eCir,. cuando se usa como yo lo hago, para distmgmr aq~ella.parte del producto que correspon. de al propietarw de Ia tierra 6 de otros bienes nat~rales en virtud de su propiedad-varfa en signifiCado de ]a palabra crenta tal como se usa en ge- 1 0 It.'RJQt E OltORGit PROGRESO Y MIFitBJA neral. Bajo cierto aspecto esto significado econ6mico es m•1s limitado que el ordinaria; bajo otros conceptos es mas lato. E m<is limitado en que: en ellenguaje comun aplicamos la palabra n~nta a los pagos por el uso de edificio , maquinas, inmuebles, etc. etc., del mismo modo que al pago por el uso de la tierra u otros bienes naturales, y al hablar .:le la renta de ma ca.sa 6 la renta cle una heredaJ., no oparamos lo que se refiere al usa de las mejun.s, de lo que corresoonde al uso de la tierra propiamente dicha. Pero en el significado econ6mico de la renta, los pagos par el usa de cualquiera J.e los productos del esfuerzo hnmsno se exrlnyen, y del pago total por el usa de casas, heredades, etc., s6lo es ren ta aquella parte que constituye la remuneraci6n par el uc:o de la tierra: Ia parte pagada par el usa de construcciones u otras mejora.s siendo en realidad in teres, por cuanto es una romuneraci6n del capital. E~ mas lata en que: en ellenguaje vulgar hablamos de renta uo icamente cuando el duei1o de una propiedad y el que la usa son pF-rsonas distintas. Pero en el sentido econ6mico hay tambien renta cuando la misma persona posee y usa una propiedad. Cuando el propietario y el que se sirve de la propiedad es la mi!':ma persona, aquella parte de sus entradas que podria alcanzar arrendando Ia tierra a otro es renta, mientras la remuneraci6n de su trabajo y capital es la parte de las entradas que le produciria si fuese arrendatario de la tierra en vez de ser dueii.o de ella. Ranta expresa tam· ~ien un precio de venta. Cuando se compra la tierra, el valor que se paga por su propiedad, 6 derecho al usa perpetuo, es renta capitalizada. Si compro tierra b:.rata y la guardo hasta que la 181 pueda vender por un gran precio, me hare rico no por el sa lario de mi trabajo ni par el inter~s d~ mi capital, sino par el aumento de la renta. Henta, en resumen, es la parte de la riqueza producida que corresponde al propietario par el exclusivo derecho ?e usar· los biene:s naturales. Dondequiera que Ia t1erra tenga un v ~lor en carnbio al'i hay renta on el ~ignificado econ6mico de la' palabra. Dondequiera que la tierra, teniendo un valor se emplea por el propietano misrno 6 por el arrendatario, alll hay renta actual; donde a pesar de ten.er un valor nadia la emplea. alii hay renta poter:Cial. Este poder de producir renta es el que da valor a ~a tierra. La tierra no tiene valor hasta que su pr~p1edad abstenga alguna ventaja (1). As1, pues, la ren ta 6 el valor de la tierra no depend~ de, s u capacidarl productiva 6 de su utilidad. De n,mgun modo representa auxilio ni ventaja dados a Ia producci6n, sino simplemente el poder de r~tener una p~rte de los resultados de 1::~ producc;6n. O ua~e qmera que sean sus condiciones, la tierra es mcapaz de producir renta ni tiene va 1 or hasta que alguien quiera dar trabajo 6 los resultados del tr~bajo por el privilegio de usarla; y lo que cualqUiera dara por ella, no depende de la cahdad d~ la tierra, sino de su calidad comparada con la tierra que se consiga de balde. Puedo tener terra muy buena y no producirme renta 6 no tener valor, mientras exista otra tierra tambien buena que S!3 pueda obtener de balde; pero cuando esta otra tierra esta apropiada, y la mejor tierra que se pueda obtener libremente es inferior, en fertilidad, (_l). Hablanrlo del valor de Ia tierra, uso y usare las palabras ref.lru~adome al valor de Ia tierra propiawente dicba. Cuand-> 4l,lllera hablar del valor de Ia tierra y mejoras, lo expresare. 1 2 183 ENRIQUE GEORGE PBOClBESO Y JIUSEBIA situaci6n u otra ci~cunstancia, mi tierra adquirira un valo: y producmi ~enta. Y aunque la capacidad prod~cttva de es~a tterra pueda disminuir, si Ia cap ctda~ pr_oductt va d~ la tierra que se alcance sin ga tos dt mmuye relatlvamente mas, la renta qu& ~,>dre obtt3ner, y por consecuencia el vain de mi tl rr~, crecera en proporci6n. Renta en fin es el prect_o del monopolio, nacido de Ja 'reducdi6n !i proptedad individual de los elementos naturales que el esfuerzo humano no puede producir ni aumentar. 'i un hombre poseyese toda la tierra accesible de ~na naci?n, po~rfa natu:~lmente exigir por su U;:;O ~ualqmer p~ec10 6 cond1c16n que le pareciese con vemente, .Y mtentras su derecho de propiedad fuesa _reconoc1do, los otros miembros del estado no t~n~nan mas alternativa q11e resignarse a sus condiCiones, la muerte 6la emigraci6n. Esto ha ocurrido en n:ruchos paises; pero en la forma moderna de Ia soCiedad,_la tierra, aunque reducida generalment.e a prop~edad individual, esta en manos de mult1tu~ de personas difdrentes para permitir que el precw que .se puede obtener por su uso se fije po~ mero capr1Cho 6 deseo. hlientras cada propieta~IO particular trata de obtener cuanto puede e.xt te un Jfmit_e en lo que puede obtener que cons~ tltu~e el pr~c1o 6 Ia renta en el mercado, variable seguu l~s tierra~ y los tiempos. La ley 6 relaci6n, que, baJo estas Circun tancias de libra competencia e~tre las partes (condici6n que al exponer los princtos de economia politica se debe tener siempre en ~renta)! det~rmina cual es la renta, 6 el prado que prop1etarw puede alcanzar se denomina la ley de la renta. Establecido esto c~n precisi6n tenemos algo m!is que un punto de partida desd~ el cual podremos a veriguar las leyes que 'regulan el sala- rio y el interes. Porque, como el reparto de la riqueza es un reparto, al determinar lo que fija la parte del producto correspondiente a la renta, determinamos tambien la parte que se deja para salarios, donde no existfa la cooperaci6n del capital, y la parte correspondiente a salarios e intereses reunidos, donde el capital coopera en la producci6n. Por fortuna, en cuanto a Ia ley de Ia renta no hay necesidad de discusi6n. Las autoridades coin· ciden aquf con el sentido comun (1), y el dictamen de la economfa politica corriente, tiene por sf solo el caracter evidente de un axioma geometrico. Esta admitida ley de la renta que Juan Stuart Mill denomina el pons asinon~m de la economfa politica, algunas veces se llama cLey de Ia renta de Ricardo ), porque, si bien no fue el primero en anunciarla, Eue el primero que la public6 de un modo prominente (2). Hela aqui: La 1·entct de la tien·a se determina por el e,rceso de su producto sobre el que la misma aplicacion puerle alcan.zar de la tierra en u o menos produ,cth·a. (1) No quiero decir que Ia ley aceptada de Ia rents no ha eido controverticta nunca, Entre todoe Joe dieparates que en Ia preeente condici6n desvencijada de Ia ciencia se han irupreeo como economia politics, aerfa diffcil encontrar nalia que no se baya discutido. Pero quiero decir que tiene Ia aanci6n de todoa loa ecouomietas que en realidad ee Jeben mirar como autoridades, egun dice Juan tuart Mill (libro II, cap. XVI), chay pocas per:~onas que le hay an negado su aaentimiento, a no aer por no haLerla comprendido bien, La manera vaga e inexacta con que es apreciada por loa que Ia rebaten, ee muy notable. • Obeervaci6n que ha recibirlo muchae comprobacionee posteriorea. (2) SeJZ1\n Me. Culloch, Ia ley de Ia rents fue primero propuesta en un folleto por el doctor James Anderson, de Edimburgo, en 1bi7, y siwultane11mente a principioa de e~:~te &i&'IO por 'ir ELiuardo West, Mr, l\falthue y )Ir, Hicardo. l I ENR!Ql.TE GEORGE E ta ley, que, por supuesto, se a plica tam bien ala tlet'l'a u::ada en prop6sitos distintos de Ia aaricultura r <1 todas las fuentes naturales, como ~i­ nas, pesquerias, etc., ha sido explicada e ilu trada hasta acrotar el asunto por los principal~s econo mi tas de::.de Hicardo; pero su solo enunciado tiet.u toda la fuerza de una proposici6n evidente por si misma, pues es evidente que el efecto de la com. petencia hace que la menor remuneraci6n por la cu1l el traLajo y el capital emprenden la producci6n sea la mayor que ellos pueden pretender, y pone de e.:..d me, do lil _pt upi Lario de la tierra mas productiva en situacion de apropiarse con la renta toda Ia utilidad menos Ia indispensable para recon~p e nsar el_ trabajo y capital segun la tasa ordinarta, ei; decrr, lo que podrfan oht ner de la ti<:>rra menos productiva en uso (6 t:~n el lJUlHO menos productivo), donde, por wpuesto, no se paga renta. Quiza conduzca a una mas comp:eta inteligencia d~ la ley de la renta ponerla en esta forma. La pro 11edad de un agente natural de producci6n dar~ el poder de apropiarse toda aquella parte de la rtqueza producida, al aplicarse el esfuerzo del tr~bajo y ~apital, que exceda de la utilidad que la mrsma aphcaci6n de trabajo y capital pueda obten?r en Ia ocupari6n menos productiva a que se dedrquen, en Ia cuallo haran con libertad. Pero e'to significa precisamente lo mismo, por· qu~ no hay ocupaci6n en que el capital y el trabaJ? puedan empenarse que no requiera el uso de 1~ tierra; y ademas, el culti vo u otros usos de la berra seran llevados siempre basta un punto en que la recompensa es tan baja, todo considerado, como Ia r1u? se acepte libremente en cualquiera otra ocupacr6n. Supongamos, por ejemplo, un pais PROGRESO Y MISElUA 185 en que una parte del trabajo y capital se apli~ue a la a(Yricultura y otra a las manufacturas. La twrra cultfvada mas pobre vroduce, termino medio, una cranancia que designaremos por 20, y 20, por con~ecuencia, sera la ganancia media para el trabajo y el capital, tanto en las manufacturas como en la agricultura. Supon~d que por alguna causa permnnente la ganan01a d"' las manufacturas quede ahorl reducida a 15. Es claro que el trabajo y el capital ocupados en las manufacturas se dirigir~n hacia Ia agricultura, y el movimiento no se detendra basta qur, ya sea por extendarbe el cultivo a tierras inferiores 6 a puntos inferiores de la misma tierra, Ya por un aumento en el valor relativo de los productos manufacturados, debido a una manor producci6n, 6 por las dos causae juntas, el producto del traoajo y capital en am bas ocupaciones, tenido todo en consideraci6n, haya sido llevado de nuevo al mismo nivel; de manera que, sea cual fuere el punto alcanzado por la capacidad producti va de las man ufacturas, sea 18, 17 6 H>, el cultivo se extendera tambien hasta este pun to. Por lo tanto, decir que la renta sera el exceso del poder productivo sobre el del limite 6 punto inferior de <:ulti vo, oqui vale a decir que sera el exceso del producto respecto al que la misma cantidad de trabajo y capital alcanzaria en Ia ocupaci6n menos rem unera ti va. La lAy de la renta, realmente, es s6lo una con· secuencia de la ley de Ia competencia, e importa sencillamente tanto como aseverar que, tendiendo los salarios y el interes a un nivel com(m, toda aquella parte de la producci6n general de riqueza que excede de lo que el trabajo y capital emplea dos pudieran obtener, aplic!indose a los mjs pobres agentes naturales en uso, iria a parar ~ los 1 6 BNBIQ t" & G F.OBGE propietario en forma de renta. Esto reposa, en 1tlti mo anlili is, sobre el principia fundamental, que es con relaci6n li Ia economfa politica lo que la gra vitaci6n re pecto li Ia ffsica: que el hombre busca satisfacer sus deseos con el menor esfuerzo posible. Esta es, pu1g , la ley de la renta . .Aunque mu ~ chos tratados importantes siguen demasiado las huellas de Ricardo , que parece considerarla s6lo en su relaci6n con la agricultura, yen varios sitios nos dice que las manu facturas no pagan renta (cuando, en realidad, las manufacturas y el cambio pagan las ren tas mlis elevadas, segun lo prueba el gran valor de la tierra en las ciudades manufactureras y comerciales), ocultando asi la grande importancia de la ley; sin embargo, desde el tiempo de Ricardo, esta ley ha sido comprendida con claridad y reconocida del todo ; pero no sus corolarios. , encillos como son, ha impedido hasta aho r a u reconocimiento la doctrina aceptada del salario ( ostenida y reforzada , no solamente como se ha explicado hasta aqui, sino por consideraciones cuyo peso enorme se apreciara cuando se llegue a la conclusi6n 16gica a la cual tendemos) (1). Sin embargo, ?,no es acaso tan claro como la m~s sencilia demostraci6n geometrica, que el corolario de la ley de la renta es la ley del salario, cuando la divisi6n del prod ucto se hace entre renta y salarios simplemente, 6 la ley del salario e interes en conjunto, cuando la divisi6n ha de hacerse entre renta, salario e interes? Presenta da al raves, la ley de la renta es necesariamen te la ley del salario e (1) Buckle (•Hi!ltory of Civilization• , cap. II), reronoce Ia r_,lacion entre Ia recta, el iotere~ y el t!ala rio, per() e 'H.Ientemente no coosigui6 eocont ra rla. ne~:esana P BO G RH&O Y MISKBIA 187 interes reunidos, pues es afirmar qu~, se.a cual fuere el producto resultants de una apltc~c.16n d,e ~ra­ bajo y capital, estos dos factores reClbm1n umcamente en sa\arios e interes, aquella yarte .del pr<;>duo to que hubieran obtenido en tterra hbre, sm pago de renta; esto es, en la. tierra 6 punto menos pro ductivo en uso. Porque s1 del pr?ducto, ~odo lo que exceda de la suma que el traba)O y capitallogren de una tierra que no pague renta, ha de pasar al propietario como tal, todo cuan~o pu~den reclamar el trabajo y capital como salarws e mteres, es la cantidad que sacarian de una tierra qu9 no pagase renta. 0 dandole una forma algebraica: Puesto que, Prodv:.cto= Renta + Salario + Interes, Res ulta , Producto-Renta= Salario + Interes. Por lo tanto, el salario e interes no dependen del producto del trabajo y capital, sino de lo qu9 res ta cuando la renta se ha pagado, 6 sea del producto que pueden obtener sin pagar ;en~a; es ~e ­ Clr, de la tierra m~s pobre en uso. Y as1, no .1mporta lo que pueda aumentar el poder prod~ctivo ~ si el incremento de la renta se pone li su mvel, m los salarios ni el interes pueden aumentar. Desde el instante que esta sencilla relaci6n B9 reconoce, una luz esplendorosa inunda lo que an· tes era inexplicable, y hechos al parecer en de~ ­ acuerdo, se colocan por sf solos bajo una ley evldente. El aumento de la renta en paises que progresan, nos explica en seguida la causa por la cuallos salarios y el in ter es dejan de crecer ~on el au mento del poder productivo. Porque la nqueza producida en cualquier pais, se divide en dos partes, pol"' lo que podria llamarse la linea de la renta, que sta fijada por el limite del cultivo, el producto que el trabajo y capital pueden obtener de aquellas P llOGRBSO Y IIIISERU. }S' 189 E NRIQUE GBORGE o portunidarles naturales, que estan libres del pago de renta. De la parte del prodnrto situada debajo dee tn linea, se deben pagar el salario y el inter~s. Totlo lo que qneda encima, pertenece a los propie tarios de la tierra. De este modo, donde el valor de la tierra es ba jo, puede haber una pequei'\a producci6n de riq ueza, y tener, sin embargo, tipos altos los ~ala rio y el in teres, como lo vemos en los pafses nueYos. Y don de el valor de la tierra es alto, puede haber una producci6n g rande de riqueza y, sin embargo, permanecer bajos los tipos de salario e inteu>s, co mo se ve en los paises antiguos. Y donde el poder productivo aumenta, como en todos los paises que progresan, el salario y el intare~ no e taran a fectados por este aumanto, sino por la rnanera como la renta resulta afectada. Si el valor de la tierra crece proporcionalmente, todo el aumento de prod ucci6n sera absorbido porI a ren · ta, y Io~ salarios y el interes quedaran como antes. i el incremento en el valor de la rEnta es mayor en proporci6n q ue el del poder productivo, la renta se apropia hasta mas que el indicado aumento; y aunque el producto del trabajo y capital sera mucho mayor, el salario e int~res bajaran. S6lo cuando el va lor de la tierra deja de crecer con tan ta rapidez como el poder productivo, sucede que el salario y el interes pueden aumentar con la mayor facu ltad pro ductora. Todo esto se observa en hechos posi ti vos . CAPITULO III El inter~s y su causa Seguros ya de la ley de la renta, he ~os obt~ni~ do la de los salarios como su corolano premso, cuando Ia di visi6n tiene lugar entre renta y salario, y la ley de los salarios e in teres juntos, cuando Ia divisi6n se hace entre los tres factores. La porci6n del producto que se tom~ como renta, ha de determinar la parte que se deJa para los salarios, si s6lo la tierra y los salarios esUn interesados, 6 la que ha de dividirse entre "alari.os e in teres, si el capital sales una en la pro.ducm6n. Pero sin referirnos a esta deducm6n busqnemos cada una de dichas Ieyes con separaci6n e in dependencia. Si, una vez obtenidas por este proce · dimien to, encontramos que son correlativas, nuestras conclusiones tendran el mayor grado de certeza. Y puesto que el descubrimiento de la ley de los salarios es el objeto final de nuestra investigaci6n, examinemos primero lo que atafie al interes. Ya me he referido antes ala diferencia de sig · nificado entre los terminos beneficio e interes. Vale la pena decir ademas, que el interes, como termino abstracto en la distribuci6n de la riq ueza, se diferencia del significado de la palabra en su comun sentido, en que incluye todas las utilidades obtenidas por el que usa el capital, y no sencillamente las que sa transfieren al prestamista por el q.ue recibe el prestamo, y excluye toda compensaCI6n por riesgos que constituyo una parte tan importante de lo que se llama interes por lo comun. P llOGRBSO Y IIIISERU. }S' 189 E NRIQUE GBORGE o portunidarles naturales, que estan libres del pago de renta. De la parte del prodnrto situada debajo dee tn linea, se deben pagar el salario y el inter~s. Totlo lo que qneda encima, pertenece a los propie tarios de la tierra. De este modo, donde el valor de la tierra es ba jo, puede haber una pequei'\a producci6n de riq ueza, y tener, sin embargo, tipos altos los ~ala rio y el in teres, como lo vemos en los pafses nueYos. Y don de el valor de la tierra es alto, puede haber una producci6n g rande de riqueza y, sin embargo, permanecer bajos los tipos de salario e inteu>s, co mo se ve en los paises antiguos. Y donde el poder productivo aumenta, como en todos los paises que progresan, el salario y el intare~ no e taran a fectados por este aumanto, sino por la rnanera como la renta resulta afectada. Si el valor de la tierra crece proporcionalmente, todo el aumento de prod ucci6n sera absorbido porI a ren · ta, y Io~ salarios y el interes quedaran como antes. i el incremento en el valor de la rEnta es mayor en proporci6n q ue el del poder productivo, la renta se apropia hasta mas que el indicado aumento; y aunque el producto del trabajo y capital sera mucho mayor, el salario e int~res bajaran. S6lo cuando el va lor de la tierra deja de crecer con tan ta rapidez como el poder productivo, sucede que el salario y el interes pueden aumentar con la mayor facu ltad pro ductora. Todo esto se observa en hechos posi ti vos . CAPITULO III El inter~s y su causa Seguros ya de la ley de la renta, he ~os obt~ni~ do la de los salarios como su corolano premso, cuando Ia di visi6n tiene lugar entre renta y salario, y la ley de los salarios e in teres juntos, cuando Ia divisi6n se hace entre los tres factores. La porci6n del producto que se tom~ como renta, ha de determinar la parte que se deJa para los salarios, si s6lo la tierra y los salarios esUn interesados, 6 la que ha de dividirse entre "alari.os e in teres, si el capital sales una en la pro.ducm6n. Pero sin referirnos a esta deducm6n busqnemos cada una de dichas Ieyes con separaci6n e in dependencia. Si, una vez obtenidas por este proce · dimien to, encontramos que son correlativas, nuestras conclusiones tendran el mayor grado de certeza. Y puesto que el descubrimiento de la ley de los salarios es el objeto final de nuestra investigaci6n, examinemos primero lo que atafie al interes. Ya me he referido antes ala diferencia de sig · nificado entre los terminos beneficio e interes. Vale la pena decir ademas, que el interes, como termino abstracto en la distribuci6n de la riq ueza, se diferencia del significado de la palabra en su comun sentido, en que incluye todas las utilidades obtenidas por el que usa el capital, y no sencillamente las que sa transfieren al prestamista por el q.ue recibe el prestamo, y excluye toda compensaCI6n por riesgos que constituyo una parte tan importante de lo que se llama interes por lo comun. HO .BNBJQmt GBOBGB La co mp~nsaci6n por riesgos s6lo es, evidentemen. te, una igualaci6n de las utilidades entre las diferentes aplicaciones del capital. Lo que necesitamos hallar es lo que fija la tasa general del in teres pro piamente dicho. Agreg~ndole las diferentes tarifas de Ia compensaci6n por riesgos, tendremos las tasas corrientes del interes comercial. Ahora bien, es indudable que las mayores di ferencia en lo que comunmente se llama interes, se deben :1 las diferencias en los riesgos; pero es a dem:1s eYi dente que entre loa diferentes paises y tiempo , hay tambien variaciones considerables en la tasa del interes propiamente dicho. Hubo una epoca en Cali fornia en la cual el dos por ciento al mes, no hubiera sido considerado un interes excesi vo en condiciones de seguridad, cuando ahora se efect(1an prestamos al siete u ocho por ciento al aflo, y au nque una parte de esta diferencia puede obedecer a un mayor sentimiento de estabilidad, Ia parte m:1s importante es debida evidentemente :1 alguna otra ca usa. Generalmente, en los Estados Unidos la tasa del interes ha sido mas alta que en Inglaterra; en los Estados nuevos de la Uni6n, m~s alta que en los Estados antiguos; y la tendencia del interes :1 bajar l1 medida que la sociedad progresa, es muy notable, habiendo sido hace tiempo observada. iC' u~l es la ley que relaciona entre si estas variacione y da a conocer su causa? No insistiremos mas de lo que incidentalmente lo hemos hecho, sobre el mal exito obtenido por la economfa polftica para determinar la verdadera }Qy del interes. Sus consideraciones sobre este asunto, no tienen la precisi6n y coherencia que han permitido a Ia doctrina aceptada del salario resistir ala evidencia de los hechos, y no requieren un examen tan prolijo. Es claro que no estlin PBOOB&SO Y JIUBEBIA 191 de acuerdo con los hechos. Que. el in teres no. depen de de la capacidad product1 va del traba]O y capital, lo prueba .de un modo general. que do~de el trabajo y el capital son mlis producti_vos,_ el Interes es mas bajo. Que no esta en rela?I6n m.versa de los salarios (6 del coste del trabaJo), baJando cuando el salario sube, y subiendo cuando el salario baja se prueba por ser un hecho general que el inter~s es alto cuando los salarios son altos, y bajo cuando los salarios son bajos. Empecemos P?r lo primero. La ~~turaleza y funciones del cap1tal se han dado suftmentemente a conocer; pero aun corriendo el ri~sgo de caer en una digresi6n, procuraremos cercwrarnos de la causa del in teres antes de estudiar su ley. Pues ademas de auxiliar nuestra investigaci6n formandonas un concepto mas claro y seguro de lo que examinamos, puede conducirnos a conclusiones cuya importancia practica se vera despues. i'En que se funda y justifica el interes? ?,Por que ha de devol verse al prestamista mas de lo que se recibe de el? Estas preguntas son dignas de ser contestadas, no solamente por su importancia cientifica, sino tambien por su importancia practica. Que el interes es un robo hecho a la industria, es una creencia que esta muy extendida y crece, y se manifiesta en ambos lados del Atlantico de un modo cada vez mas marcado en la literatura y movimientos populares. Los tratadistas de economia politica dicen que no hay conflicto entre el trabajo Y, el capital, y se oponen a todos los proyectos que tlenden a restringir la recompensa que el capital alc.anza, porque serian perjudiciales tanto al tra · baJo como al capital; sin embargo, en las mismas o?ras ~~ sienta en principio que el salario y el capital tienen entre si una relaci6n inversa y que el 102 PROGRESO Y MISRRIA E.' RlQUE G.EOROR in teres era hajo 6 alto segun los salarios :lt:an altos 6 b jos (1). Es claro, segun esto, que si esta doctrina es correcta, la unica objeci6n que desde el punto de vi ta del trabajador se puede hacer 16gicamente a cualquier prop6sito de reducir el in teres e que el capital no se dedicara a la producci6n' lo que es ciertamente una raz6n muy debil cuan ~ do se hallan tan extendidas las ideas de omnipo ten cia en loe cuerpos legislati vos; y si bien tal obj ~ci6n uede arrastrar a! abandono de cualquier proyecto especial, no impedira que se estu· dien otro . ~Por que existe el interes? Dicen las obras principales que el interes es la recompensa de la abstinencia. Pero eviden emente esto no lo justifica bastanto. La abstinencia noes una cualidad activa, ino pa iva; noes obrar, sino holgar simplemente. La abstinencia en sf nada puede producir. GPor que, pues, ha de reclamar una parte del producto? Si tengo una cantidad de dinero y la encierro du rante un aflo, ejerzo tanta abstinencia como si la hubiese pre tado. Sin embargo, aunque en el ultimo caso puedo esperar que se me devuel va con una cantidad adicional por via de interes, en el primero no tendre sino la cantidad primitiva sin ningun aumento. ~o obstante, la abstinencia es la ~isma. Si se dice que prestandolo hago un servicw al que me pide dinero, se puede replicar que el tambien me sirve poniendolo a salvo, ventaja que en ciertas condiciones puede ser de mucha impo:t~ncia, y por la cual pagaria gustoso, si no qms1eran ha~erlo de otro modo. Para ciertas formas de capital, este servicio puede verse mas claro ( J) E to se dice en realidad de los 'Qeneficios, pero en el er..ticlo de utilidades del c::pital. que con el dinero; porqu~ las hay que no pueden guardarse, siendo necesarw renovarlns constante _ mente; y otras que son onero~as de mantener, SI no so tiene aplicaci6n inme~llata pa;~ ellas. Por tanto, si el que acumula capital aux!lra al que lo em plea prestandoselo, ~no paga su deuda por complato el que lo usa, cuando lo d~v~elve? ~No es la seO'nra proservaci6n, el mantemm1ento, el entreteni~iento del capital, un equivalente complet_o del uso? L:l acumulaci6n es el verdadero des1gmo de la ab tinencia; pero no puede ir mas alla ni reali · zar nada mas, ni esto siquiera puede hacer por si sola. Si nos abstuvieramos simplemente de usarla, jCuanta riqueza desaparecerfa en nn ano! jCua_n poca quedaria al fin de dos aflos! A con ecuencm dq est0, ~nose perjudica el trabajo, si Ia abstinen · cia pine algo mas que la devoluci6n segura del ca · pital? Hazonamientos como este refuerzan la extendida opini6n de poder s6lo resultar el interes a expensas del trabajo, siendo en realidad un robo que se le hace, y se aboliria en una condici6n social basada en la justicia. Las tentativas para disipar estas dudas no han sido siempre felices, me parece. Ya que aclara el modo usual de razonar, tomemos de Bastiat el ejemplo del cepillo de carpintero, tan frecuentemente citado. Un carpintero, Santiago, a oxpensas de diez dias de trabajo, se ha hecho un cepillo, que usandolo podra servir 290 de los 300 dias laborarables del aflo. Guillermo, otro carpintero, le propone tomar prestado el cepillo por un afio, y de· ':olverle cuando este estropeado, al fin de este t1empo, un cepillo nuevo igual. Santiago se opone a_ prestarselo bajo estas condiciones, alegando que, SI le devuelve el cepillo simplemente, nada le recompensed la perdida de las ventajas que su uso TO:IlO I 13 lOt £1\ l!t\~U& IWROE le prorural'ia durante el ano. Guillermo, recono ciendo e to, con vi no en devol verle adem s del cepillo una tabla nueva. 1!.1 convenio se pone en pnictica con mutua ati [acci6n. El cepillo se estropea durante el afio; pero al fin ael mismo, Santiago recibe uno nuevo y ademas una tabla. Le pre ta de nuevo el cepillo una y otra vez, basta que por ultimo pasa a manos d su hijo, cque sigue prestandolo toda via», recibiendo todos los afios una tabla ademas. Esta tabla, que representa el in teres, so mira como una remunersci6n natural y equitativa, pues al darla en cambio del uso del cepillo, Guillermo obtiene la facultad que existe en Ia herramienta de aumentar 'a capacidad pro· ductiva del trabajo,, y noquedapeorqueen elca· so de haber tornado prestado el ccpillo; entretanto Santiago obtiene (micamente lo que hubiera tenido conservando y u ando el cepillc en lugar de prestarlo. ;.Es realmente asi? No se afirma, mirese bien, que Santiago pu da hacer un cepillo y Guillermo no, porque esto erfa considerar la tabla como Ia recompensa de una habi idad superior. E tan s6lo que Santiago se ab'tuvo de consumir el re ultado de su trabajo hasta haberlo acumulado en la forma de un cepillo, que es la idea esencial del capital. A.hora bien, si Santiago no hubiese prestado u cepillo, lo hubiera podido usar durante 290 dias, Y entonces estaria estropeado, viendose en la obligaci6n de emplear los diez dias de labor restantes del a:iio para hacer un cepillo nuevo. Si Guillermo no tomara prestado el cepillo, ocuparia diez dias en hacerse uno por si mismo, y lo podria usar durante los 290 dias restantes. Por lo tanto, si considero que una tabla representa el fruto de un dia de trabajo con el auxilio de un cepillo, al fin del aflo, PROGRESO Y llllS.U:RIA 196 sino se realizara el prestamo, cada uno hubiera quedado con respecto al cepillo como al principio: Santtago con un cepillo, Guillermo sin ninguno, y ambos hubieran tenido como requltado del trabajo respectivo del afio, 200 tablas. Si la condici6n del prestamo hubiese sido la que propuso primero Guillermo, la de devol ver tan s6lo un cepit o nuevo, la misma situaci6n se habrfR conservado. Guillermo habia trabaJado 290 dfas, empleando los diez ultimos p:1ra hacer el nuevo cepillo y dovolverlo a Santiago. E te hubiera gastado los diez pnmeros elias para hacer otro cepillo que hubiera durado 290. cuando recibiria un cepillo nuevo de Guillermo. De ste modo, con la simple devolcci6n del cepillo habrian qnedado ambos en la misma posici6n al fin dl'l aiio que si no hubiese tenido lugar el prestamo. Santiago nada habrfa pt'lrdido en beneficio de Guillermo, y e te no habria ganado nada que aquel hubie~e perdido. Cada uno hubie ra tenido la utilidad que su trab3jo habria obtenido de otro modo, esto es, 290 tablas, y SantiaJO hubiera conservado la ventaja con lo cual principi6: un cepillo nue7o. Pero cuando ademas do la devoluci6n de un ceptllo se entrega una tabla, Santiago al fin del aflo estara en mejor posici6n que si no hubie e existido el prestamo, y Guillermo en otra peor. Sa~tiago tendra 291 tablas y un cepillo nuevo, y Guillermo 289, sin cepillo. Si Guillermo toma ahora. prestada la tabla junto con el cepillo en las m1smas condicionps de antes, al fin del a:iio tendra qu~ devolver un cepillo, dos tablas y una fracci6n, Y st e ta diferencia se tomase sucesivamente prestada d nuevo, e,no es evidente que la utilidad del uno disminuirfa y la del otro aumentarfa de un modo prvgresivo, basta que llegarfa un tiempo en lUG E, Rlllll E GEO!llll£ el cual, como resultado dol primitivo prestamo de nn cepillo, S:mtiago obtendria toda la utilidad del tr_abajo de Guillermo, esto es, que Guillermo sa fa v1rtualmente su e.::cla vo·1 ;,Es, pues, el interru natural y equit1tivo? _'o hay nada en este ejemplo que lo muestre. Evidentemente, lo que. s~ila!a Bastiat (y muchos otro ), como base del w~eres, eel poder que existe en Ia herramienta de aumentar la capacidad productiva del tra bajo>, n es en justicia ni en realidad la base del interes_. El sofi ma que hace pasar como terminante ol eJemplo de Ba.stiat, sino so examina como no otro~ lo lle~os herho, es que con el prestamo del ?eptllo asoe1an la transferencia del poder productiv? aumentado ctne el cepillo da al trahajo. Pel'o ,,ta no va realmento comprendida. La coila e~encial que :-5antiago pre t6 a Guillermo noes ol aumento d~l poder <JUe el tl'al:>ajo adquiere por el us_o_ del cep1llo. Para suponer esto, deberiamos admitir que hacer y emplear cepillos es una cosa secret~ 6 una patente de in venci6n, y entonces serfa u.n eJemplo d~ monopolio y no de capital. Lo es>nm_al que Santi.ago pre ·t6 a Guillermo no fue el priv.IlegJO de apllcar su trabajo de un modo mils eficaz, smo el uso del resultado concreto de diez elias de trabajo. Si eel p der que existe en las herramientas de aumentar la facultad productiva del trabajo• fuese la ~au a del intercs, entonces el tipo de este aumentana con el progreso do las in venciones. ~o ~ay tal cosa; ni tampoco creeria deber pagar mas mter.e::l tomando prestada una ml1quina para coser ?e cmcuenta p~sos, que el mismo importe en aguJas,. una m.aquma do vapor 6 una cantidad de la d.nllos de 1gual valor. El capital, lo mismo que Ia r1queza, es permutable. No es una cosa sino cualq uier cosa de igual valor den tro del' circulo del cambio. El perfeccionamiento de las herramientas no aumenta tam poco ol poder productivo rlel ca. pita!; lo que au menta es el poder producti vo del tr' blljO. Y estoy inclinado a pensar que Bi toda la riqueza consistiera en cosas tales como cepillos, y toda la producci6n fuera como la de los carpinter·os, es decir, si la riq U• za consistiera s6lo en la materia inerte del universo, y Ia producci6n en dar !1 esta materia inerte formas distintas, el interes no seria mas quo el robo de la industria, y no poclria subsistir mucho tiempo. Esto no quiero decir que no hubiera acumulaci6n, porque si bien Ia e3peranza de aumento es un alicicnte para transformar la riqueza en capital, noes la causa, 6 al mt<nos la principal causa de Ia acumulaci6n. Los muchachos guardarian sus c6ntimos para celebrar el dfa de Navidad; los piratas aumentarian su te · soro enterrado; los prinCipes de Oriente acumula· rfan rnontones de moneda; y hombres como Stewart 6 Vanderbilt, habiendose apoderado de ellos Ia pasi6n de acumular, continuarian, tanto como purl.ieran, aumentando sus millone\ aun cuando la acumulaci6n no llevara consicro incremento. Esto ~o quiere decir que nose haria~ pre&tamos, porque e~tos ~ tarian en gran parte moti vados por con ve!liencJ~ mutua. Sl Guillermo tuviese que empezar mmed1atamente una obra lucrativa y S~tntiacro no b . t u VIera que emprender otra h · stu diez dias despue.s, podria haber ventaja reciproca en prestar el cep11lo aunque no debiera darse tabla alguna. Pero toda la riqueza noes de la naturaleza de los cepillos! tablas 6 dinero, ni tampoco se limita la producm6n 11 Ia simple alteraci6n de las formas d.e la materia inerte del universo. Es verdad que SI pongo a un lado moneda no aumentarl1. Pero l!lS E RIIHJE OEOllGE su~?ngamos que en "' u Iugar pongo vino aparte: al n_n del a_110 tendre _un aunento de valor, porque l vmo meJora de cahdad. Si en un eitio adecuado para t~ll o pongo abejas, a fines del ano tendre mas Pnjc ml>rl·S de abejas y la miel que habran labrado. <> :snpongamos que pongo ov jas, cordos 6 vacas en un campo; al aflo tendr6 tambien un aumento pC'r regla general. Ahora bien, lo que da el aumonto en estos casos es nlgo que, si bien exige trabajo para conseauirlo e~, sin emba_rgo, distinto y separable del ty:"abajo: el P?d?r 'Ct ivo de la naturaleza, el principio del crecmnento 6 reproducci6n que iempre caracteriza la for mas todas de esta cosa 6 condici6n misteriosa que _llamamos vida. Y me parece que esta es la causa del mter e 6 del aumento del capital, adem as de lo q e ~e ? heal trab:1jo. Hay, por decirlo asi, en los movmuentos que forman el flujo perpetuo de la natura reza, ciertas corrientes vitales , que , silas mamos, nos ayuda ran con una energfa independil~te de nuestros ropios e fuerzos, modificando segun nuestro dtseo las formas de la materia es de'cir, con virtiendola en riqueza. ' Aun;tue pued~n citarse otras muchas cosas que, como dmero, cepillos, maquinas 6 ropas, no tienen la facultad innata del incremento existen otras qne estan incluidas en los terminos ~iqueza y capi· tal, que, como el vino, aumentarl1n de suyo en calidarl hasta cierto punto; 6 como las abejas y el ga~ado, que aumentaran por sf solas en cantidad; Y c1e:t~s otras, como las semillas, que, si bien las condw10nes crue l~s habilitan pars. aumE'ntar, nose pueden soste~e~ sm el trabajo, sin embargo, cuando estas condiCIOnes se obtienen, producen un aume~lto_ 6 dan una utilidad, adem~s de la que debe atnbUirse al trabajo. PROGRESO Y MISEBIA Ahora bien; la circunstancia de p:>der permutar la riqueza, !leva consigo necesariamente 1111 promerlio entre todas las formas que toma, sea cual fuere la ventaja especial que la posesi6n de alguna especie de terminadu de ~lla pueda procurar, parque nadie quisie:a g uardar capital de_ una clase. si se purliera camb1ar en otra mas vonta]osa. Nad1e, pot· ejem plo, molera trigo con virtiendolo en harina y la guardara para tenerla a disposici6n de los que dR vez en cnando quieran cambiar trigo 6 su equiva lents en harina, a no ser que pueda portal carnbio pro pordonarse el mismo incremento que, todo considerado, podria procurarse sembrando el trigo . Nadie, pndiendo mantenerlo, daria ahora un rebailo de ovejas para recibir sn paso neto en carne el ano siguiente; porque guardando las ovejas, no St>lamente tendra entonces la misma cantidad do carne, sino los corderos y la lana ademas. Nadia construiria un canal de riego, si aquellos que puBden con este auxilio utilizar las fuerzas reproductivas de la naturaleza, no Jo dieran una porci6n tal del aumento que reciban, suficiente para que su capital produzca tanto como el de ellos. Y de este modo, dentro de los Hmites del cambio, se ha de promediar entro todas las especies de capital el poder de crecimiento que la fuerza reproductiva 6 vital de la naturaleza da a determinadas especies; y aq uel que presta 6 usa en el cambia moneda, cepillos, ladrillos 6 ropa, no esta privado del poder de obtener un incremonto, ni mas ni menos que si hubiese prestado 6 colocado un capital equivalen· teen una forma cap::-z de aumento. Pueden tambi~n ocurrir aprovechamientos de Ia diversidad de los poderes de la naturaleza y del hombre, que se verifican por medio del rambio, y que, en cierto modo, se parecen al aumento produ- :!00 cido po_r Ia deternu~ado E, ·nrQUE GEORGE f_n~rzas vitales de la naturaleza. En por ejemplo, una cantidad dada de trabaJ , procura 200 en alimento ve·retal v 100 en ali~en~o animal. En otra parte, esta~ condicione se m v1orten, y la misma cantidad de trabajo ~rocura .10 en alimento vegetal y 200 en animal. En el primer punto, el valor relativo entro el alimanto Te;etal y el animal sera de 2 : 1 y en el otro de 1.: 2; y, suponiendo que se necesiten iguales canhdade:s de ambos, la misma cantidad de trabajo prop~rcionara 130 de las dos. Pero empleando en el primer punto tt·abajo en procurarse alimento v~getal, y en el otro en procurarselo animal, cambiandose de3pues de un modo conveniente los productos, ~a gente de cada punto podra, por la mis· ma can tid d de trabajo, prorurarse 200 de ambos, menos las perdidas y gastos del cambio; de manera que en ca.da punto el producto separado del con umo Y ?ediCado al cambio, proporciona un aumento. Ast, el gato de Whittington enviado a un pais lejano, donde los gatos eran ~uy escasos y abundaban los ratones, se pagaba en balas de generos y talegos de oro. Desd.e luet::>o, el trabajo es indispensable para el cambw, como lo es para el aprovechamiento de Ia' fuerzas reproductivas de la naturaleza, y tanto el prod?cto del cambio, como el de ia agricultura, son evtdentemente el resultado del trabajo; sin embargo, en uno como en otro caso se observa la exietencia de o~ro elemento importa~te, cooperan· do, con el~ tr_abaJo, que hace impo ible medir el re· ~u.tad? umcamente por Ia cantidad del trahajo mverttdo, con virtiendo ol c<Ipital y el tiempo em· pl~ados en partes esenciales de la totalidad de las fuerzas E~ capital auxilia al trabajo on cada uno de los var10s metodo'!! de producci6n; pero exi::ten SltlO, PROGRESO Y MISERia 20 l diferencias esonciales en las relaciones de ambos, seg(m que Ia producci6n consista sencilla~ente en un cambio de forma y lugar do Ia materia, como cepillar tablas 6 oxtraer carb6n, 6 teng11 por objeto aprovechar las fuerzas reproductivas de Ia naturaleza, 6 las que nacen do las diferencias en la dbtribuci6n de los poderes naturales y del hombrP tales como la producci6n de grano y el cambio'de hielo por az(lCar .. En Ia producci6n de Ia primeru clase, s6lo el trabnjo es la causa eficaz; cuando el trabajo se suspende, la producci6n se de· tiene. Cuando el carpintero deja el cepillo al po· nerse el sol, el aumento de valor que produce con su cepillo cesa, hasta continuar su trabajo en I~ maf1ana siauiente. Cuando la campana de la fabn ca seflala ~'t paro, cuando Ia mina se cierrat la producci6n acaba, basta que el trabajo vuel ve a em· pezar. El tiempo intermedio, en cuanto se refiere ala producci6n podrfa suprimirse. El transcurso de los dfas, el ~"ambio ae las estaciones, no son elementos en Ia producci6n, pues esta s6lo depende de la cantidad de trabajo empleado. Pero en los otros metodos de producci6n aludidos, y en los cuales Ia parte del tiabajo puede compararse al de los hombres que echan maderos al rio, dejando. que la c01·riente los lleve ala fabrica de aserrar, situada muchas millas rio abajo, el tiempo es un elemento. La semilla germina en la tierra y crece, mientras el agricultor duerme 6 trabaja otros campos, y las corrientes continuas del aire y del oceano conducen el gato de ·whittington hacia el gobernador atormentado por los ratones en los do minios de la fabula. Recurramos de nuovo al ejernplo de Bastiat. Es evidente que si existe alguna raz6n para que Glli· llermo, al terminar el aiio, devuelva a Santiago 20:! aln·o mas que un cepillo igual, no debe creerse g(m H tiat lo afirma, quo es por mayor pode; p rurinctivo que la herramienta procura al trabajo }Jorque esto, t'gu n lo he demostrado, no es aquf un elemento; sino que rlehe atribuir~e al clemento ti mpo. el que ha media do entre ol p1 e,tamo y Ia d volnci6n del cepillo. Ahor bien, si la conside· r aci6n -e lim ita al r j9mplo, nuda nos induce a sos· p ·rhat• de que modo Pste el manto puede operar, p rqne un cerJillo, al terminar· el aflo, no tiene rna· yor valor que at principiarlo. Pero si sustituimos un cepillo p•)r una tern era, se puede ver con clari ad que para poner a Santiag en tan huena situ ci6n como si nada hubiese pre3tado, Guillermo, a\ fin del aflo , deber:i. devolver una vaca, y no una ternera. 0 si uponemos que los diez dfas de trabajo se hubiesen in vel'tid en sembrar tricro, es evidente que Santiago no hubiera ido reco~pen­ sado pur completo, sial fin dol aflo hubiese recibido unicamente tanto trigo como sembr6, porque duran~e el aflo, el trigo sembrado, germinando y crec endo, se hubiera multiplicado; y de igual modo, si el c pillo se huoiese destinado al cambio, durante el aflo hubiera podido cambiarse muchas veces, produciendo cada cambio una ganancia a S~ntiag~. Ahora bien , puesto que este hubiera podtdo aphcar su traba jo de cualquiera de estas maneras-6,.lo que viene a ser lo mismo, una parte d el trabaJo en hacer cepillos se hubiera podido empl ar asi,-el no haria un cepillo para que lo usase~ durante el aiio, a no ser que obtuviese en cambw algo mas que un cepillo. Y Guillermo puede consentir en devolver algo mas que un cepillo, . po~ cuanto el mismo promedio de ventajas del tra~aJo aplicado de distinta manera, le ha de permi· t1r obtener de su trabajo una ventaja del elemento St PROOili!BO Y !111SKRTA 203 tiempo. E:>to promedio gener~l 6, com? poddamos d.Jcir, esta puesta, de ventajas, que ttene necesariamenta lu.rar donde l1s exigencias de la so iedad exigen ol s~steni miento simult{lneo de diferen.tee medio' d,) producci6n, es ol que da a Ia po.es16n de ri'}UO~ 1 , incupaz por sf misma de aumentat•! una ventaja so nujan~e a Ia que es inherente a lu IH{Ueza o nph 1da de tal modo que gana con el elemento tiampo Y, en (tltimo ana isis, la ventnja proporcionada pur 1:1l tran -curso del tiempo na_ca de la fecundid 1 l do Ia naturaleza y de la variedad de lo3 1.odert·~ d11la ·misma y del hom bro. t>i la c;llidud y capacidad de lfl materia fu~se igual en lodas parte:::, y to do el poder product1 vo e~tu vif'se en el hombre, no habrfa in teres. La ventuja de las herramitll1tas suporiores podrfa ser transfcldda alO'una vez bajo condiciones semejano • tos al paJo de interes, pero e'tas transaccwnes :-;erian irt'"l•rn lare~ e intermitentes la excepci6n, no la regla. C'Porque el poder de obtaner estus utiliclades no seria como ahora, inherente a la po esi6n del capita l, y el beneficio del tiempo influiria s6lo en circunstancias especiales. Si teniendo yo mil pesos, puedo prestarlos con interes, no debe atribuirs a que, necesitando otras personas mil pe os que no tie11en, me lo pag uen pot· usar de ellos, no pudtendolos obtener de otro modo, sino a que el capital representado por los mil pesos tiene el poder de producir un aumento a quien los tenga, aunque sea un millonario. Pues el precio que cualquier co a alcanza, no depende tanto de lo que el comprador daria gustoso antes de quedarse sin ella, como de lo que el vendedor podria alcanzar de otro modo. Por ejemplo, un fabricante que desea retirarse del neO'ocio tiene maquinas por valor de 100.000 pesos. sial venderlas no pudiera em- ~01 JL RIQI E GEORGE p:ear e tos 100.000 pesos de manera que le prod 1jernn inter8s, seriu indiferente para el, si prescindimo d l riesgo, recibir todo el precio de una ola ·ez 6 a plazos, y si el comprador tuviese el capital n Cesario, lo cual debemos suponer, a fin de q e Ia trnn~acci6n quede reducida a sus propios limit"!'!, le ,erfa lo mismo pagarlo de una vez 6 de pn!> de pnsado cierto tiempo. Si el comprador n tiene el capital necesario, podra con venirle que lo pago3 ,e aplacen; pero s6lo en circunstancias e. ·cepcionales pretenderia el vendedor el cobro de prima a\guna por este concepto, 6 se a vendrfa a ello el comprador; ni en tales casos seria la prima inter' propiamente dichn. Porque el interes noes en rralidad un pago por el empleo del capital, sino una devoluci6n que procede de las utilidades 6 autn(•JHo del capital. Si el capit~l no produce rle este modo un aumento, los casos en que el dueno obtendrfa un prernio serian pocos y excopcionales. i el dar una tabla por el pri vilegio de diferir el pacro del cepillo a Santiago no fuese provechoso a Gmllermo, pronto lo advertiria este. D manera que, cuando analizamos la producci6n, Ia encontramos de tres clases, a sater: AcmiODA no, 6 cambiando los productos naturales, sea de forma 6 de sitio, para apropiarlos a la salisfacci6n de los deseos del hombre. 'RECIENDO, 6 utilizando las fuerzas de la naturaleza, fomentando el desarrollo de vegetales 6 ani males. CAMBLL'DO, 6 utilizando los altos poderes d_e aquellas fuerzas naturales variables con la locahdad, 6 de aquellas fuerzas humanas que varian con la ·ituaci6n, ocupaci6n 6 caracter, de manera que aumente la suma general de riqueza. Da cada una de estas tres maneras, el capital P&OOBEBO Y MISKRIA 20·'> uede auxiliar al trabajo, 6, hab~ando con m~s ~xactitud, en el primer caso el capital puede auxlliar al trnbajo, pero no es absolu amente I_l?cesa · rio; en los otros casos, el capital debe aux1har al trabajo: lo necesita. _ Ahora bien, dando al capital formas adecuada~, podemos aumentar el_ poder efectivo ~el tr~baJO p 1ra fijar en la materia el caracter de r1q ueza, por ejemplo: si adaptamos hierro y madera a la forma y empleo de un cepillo, 6 hierro, _carb6n, agua_ Y aceite a la forma de una maqmna de vapor, 6 piedra, cal, arena, agua, hierro y madera a la. de una casa, lo que caracteriza esta forma de capital es que el benoficio esta en su uso. Pero cnan~o empleamos capital de la segunda clase, es deetr, cuando sembramos grano, colocamos ganado en una dehesa 6 guardamos vino para mejorar~o con el tiempo, el beneficia no dimana del uso, smo del aumento. Del mismo modo, cuando empleamos capital de la tercera clase de producci6n, yen .ll~­ gar de usar una cosa la cambiamos, el benefw1o esta en el a umento 6 mayor valor de las cosas re · cibidas en cambio. Al principio, los beneficios procedentos del u o se destinan al trabajo, y los que proced?Il_ ~el aumanto al capital. Pero, puesto que la d1v1S16n del trabajo y la facultad de cambiar la riq ueza re9-~ie­ ren e imp\ican un Uirmino medio en los beneflcwP, por cuan to estas tres clases de prod ucci6n son mutuamente correlativas, los beneficios que proceden de una clase se hacen proporcionales a lc s de las otras, porque ni el trabajo ni el capi_tal s~ dedicarfan a clase determinarla de prodUCCl6D, Sl cualquiera otra, estando libra, produjese mayor ventaja. Es decir, el trabajo empleado en el primer modo de proC:ucci6n no tendra toda la utilidad: 206 B. RIQUE GKORGK -sino la uti!idad m~nos aquella parte necesaria para dar al capital el Incremento que hubiera podido obtener por los otros medios, y el capital dedicado al :::egundo y tercer modos, no obtend ·a todo el increme_nto, sino este menos lo suficiente para dar al traba]~ la reco~peosa que hubiora podido acanz:u, SI se hubiese empleado de la prirnera m;.~­ neta. Por lo tanto, el interes prococie del poder aumontativo que dan al capital las [ul:\rzas reproductoras de la naturaleza y la capacidad rG 1lmente analoga del c~rnbio. El interes no es, pue~. arhi trario, ino una cosa natural; noes el re!:iultado dt3 un organismo social particular, sino do 1<''1 mi'mas leyes del universo a las cuale.s e<lta somotida la sociedad. Es por consiguiente justo. Los que hablan de aholir el interes caen en un error semejante al que antes hemos indica do dando ap riencias de verdad ala doctrina que comidera el capital como fuente de jos salarios. Cullndo a f piensan sobre el intereB, f:e fiJan unicamente en lo que se paga por el uso del capital alamo du este. Pero es evidente que esto no es todo el in· teres, sino una parte del interes. Todos los que emplean capital y obtienen el incremento que es capaz de dar, reciben interes. Si planto y cuido un arb?l hasta que llegue a su completo dn;:-arro· llo, r_eCibo en sus frutos el interes del capital asf reumdo, esto es, del trabajo invertido. Si crfo una vaca, la leche que me proporciona mafl~na y tar de, noes sola mente b recomp c:;a del trabajo <j~­ cutad~ en aq~el momento, &ino tamhien d 1capital que m1 trabaJO empleado en criarla tienc a::!u.mnlad? en 1~ vaca. Del mismo modo, si empleo mi pro pto capital aux_iliando directamente Ia producci6n, como en m§.qumas, 6 ayudandola indirectamente PROGRESO Y MISRBIA 21)7 en el cambio, yo recibo una ventaja ~special y no table del caracter producti vo del capital, t~n v~r­ dadera, aunque quiza no tan clara_, como s1 hu~m~· se prestado mi capital a otro y cste me hubief:e pagado in~eres. CAPITULO IV Del falso capital y de los beneficios que generalmente se confunden con el interes Si se cree que el interes es un robo hecho a Ia industria, obedece en gran parte, a mi juicio, al poco cuidado en distinguir el verdadero capital de lo que no lo es, y los beneficios que propiamen te son interes, de los que proceden de otras fuentf s y no del uso del capital. En ei lenguaje y literatura del dfa se considera capitalista a quien poseo lo que, independientemente de su trabajo, le produce una ganancia, mientras todo lo que recibe de este modo se considera como ganancias 6 expoliaciones del capital, y por todas partes ofmos hablar del conflicto entre el capital y el trabajo. Si hay realmente conflicto entre el tJ aba jo y el capital, de;-eo que el lector no lo resuol va toda via; pero s ·r·a conveniente deshacer aqui algunos err01es que perturban el entendimiento. Ya hemos llamado la atenci6n sobra los valores en tierras que constituyen una parte tan enorme de 1~ que se llama vulgarmente capital y no lo son de ~mg~n modo, y sobre la renta que, inclufda de ordmar10 entre las entradas del capital formando una parte siempre creciente de los productos de un pueblo en progreso, no es ganancia del capital, 20 E."RIUUE OIWRO & PRO GJlKSO Y MISKRIA samente del intere . ~0 mas .. obre este punto. Tamh1 'D se ha llamado la atenci6n r especto de los fondos p(tblicos, obligaciones, etc. , que con tituyen otra parte importante d lo que se llama capital vulgarmente, y no lo son de uinguna manera; pero en alguna de .,us form~s, los testimonies de d_eudas se parecen tan tfsimo al capital, y a veces eJecutan realmente 6 p recen ejecutar de tal modo sus funciones, produciondo una utilidad a sus duenos, no s6lo denominada interes, sino teniendo todas_las semejanzas con el, que vale Ia pena de e.·ammarlas con mayor etenci6n antes de resolvernos a despejar la idea del interes de otras ambi~ii dades que la rodean. Nada puede ser cu ital, recuerdese bien, que no sea riqueza, es derir, nada puede ser capital que no consista en cosas ef cti vas y tangib:es; pero no los espontaneos dones de la natul'aleza que tienen por si mismos, y no por delegaci6n, 1~ facultad de servir de una manera directa 6 indirecta al deseo del hombre. . ~or_ ejemplo, el papel del Estado no es capital, m s~c1mera su representaci6n. Lo que r ecibi6 el gob1erno al emitirlo, ha sido consumido sin pro· dncir: disparado por las bocas de los canones, gastado en buques de guerra , en matener tropas, en marchas ¥' ejercicios militares, matando y dos t~uyendo. D1eho papel no representa tampoco capital. Es solamente una declaraci6n solemile del gobie~no, . comprometiendose a to mar algun dfa ~n contr1bucwnes, del capital existen te en el pais, una cantidad de riqueza equivalente, para devol varia a\ t~n e<;Ior de la obligaci6n, y a tomar entre tanto per16d1Camente y de la misma manera, lo necesario para proporcionar al tenedor el aumento ~ebe separar cuirlad nece.I_t~mos detenernos y se 209 que obtendria el capital que ha de serle devuelto, si estuviese actualmente en su poder. Las cantidades enormes q ue se sacan asi de los productos de todo pais moderno para pagar el interes de la deuda publica, no son ganancias 6 incrementos del capital, no son realmente interes en elsignificado estricto de la palabra, sino tribntos exigidos al producto del trabajo y capital, disminuyendo realmente los salarios, asi como el interes verdadero. . Pero supongamos que el papel haya sido emi tido para canalizar un rio, construir faros 6 establecer un mer cado publico; m;1s aun, supongamos, p~ ra da r m;1s cuerpo ala misma idea aunque cambiando el ejemplo, que ha sido emitido por Ja co mp~nia de un f~rrocarril. Aqui repr~senta capital exi~tente y aphcado a usos productivos, y siando accw nes de una campania que paga dividendos p_ueden con~iderarse como justificantes de la pose~ s16n de capital. Pero s6lo deben considerarse asi en c~a nto ~epresei?-t.an capital en la actualidad, y no ~~ han s1do em1t1das en demasfa, respecto al capital empleado en realidad. Casi todas nuestras compafiias de ferrocarriles y otras sociedades estan sobrecargadas de este modo. Cuando el valor de un pes~ <;Ie capital se ha empleado de hecho, se han emitido realmente· titulos por valor de dos tres! cuatro, cin?o. y hasta diez pe~o~, .Y se paga~ los mtereses 6 d1v1dendos de este flctiCIO importe con m;1s 6 menos regularidad. Ahora bien, lo que ganan , Y por tanto, pagan las companias en exceso 8 ?bre el total correspondiente como interes del ca Pital, verdaderamente invertido asf como las :~an.d~s cantidades absorbidas por los consejos mm1strativos de que nose da nunca cuenta que no sa toman evidentemente del total producto de l'OilO I 210 RNEIQUB GltORGit la sociedad ~ cargo de los servicios prestados por el capital, no es interes. Si nos limitamos ~ la terminologia de los economistas que descomponen los beneficios entre interes, seg•1ro y salarios de superintendencia, deben quedar enla categorfa de salarios de superintendencia. Pero mientras los salarios de superintendencia comprenden con bastante claridad los beneficios derivados de cualidades personates, como destreza, tacto, empresa, habilidad organizadora, podt'r de invenci6n, caracter, etc., para las ganancias de que ahora hablamos hay otro elemento auxiliar, que s6lo de modo arbitrario puede ser clasificado como tal: el elemento del monopolio. C'uando Jacobo I concedi6 a su favorito el exclusivo privilegio de hacer hilo de oro y plata, y prohibi6 fabricarlo a los demas, bajo severas penas, el beneficio que Buckingham disfrut6 en consecuencia, no era interes del capital invertido en la manufactura, ni procedia del conocimiento prlic· tico, etc., de los que realmente dirigian las opera· ciones, sino del favor del Rey; es decir, del privilegio exclusivo, siendo en realidad el poder de cobrar un impuesto para su propio beneficia de todos los que usaran tal hilo. Somejante origen tiene una gran parte de los beneficios generalmante confundidos con las ganancias del capital. Los ingresos alcanzados de patentes concedidas por un m1mero de anos limitado, con el prop6sito de fa vorecer las invencioneE", deben realmente atribuirse a esta procedencia, como tam bien las ganancias deri vadaj:l de monopolios creados por tarifas protectoras, con el pretexto de alentar la industria patria. Pero_ha_y toda via una forma de monopolio mucho m~s mstdiosa y mas general. En la agrupaci6n de gran~es masas dfl capital, bajo una administraci6n comun, PROGRESO Y MI~ ERIA 211 se desarrolla un poder nuevo y esencialmente diferente de aquel poder de incremento que caracteriza de ordinaria el capital, y que da Iugar al interes. Mientras este ultimo es reproductivo por naturaleza, a medida que Ia agregaci6n crece, el poder que do ella nace es destructivo. Es un poder de igual claE"e que el concedido por Jacobo a Bu ckingham, y frecuentemente se ejerce con tan negligente desden del derecho industrial como de los derechos indi viduales. La compaftia de un ferro carril se acerca a una ciudad pequefia como el salteador de caminos se aproxima a su vfctima. Esta amenaza: fSi no accedeis a nuestras condicionEs dejaremos Ja ciudad dos 6 tres millas a un lado; es tan eficaz como cla vida 6 el dinero, sostenida por una pistola amartillada. Porque la amenaza de la companfa no se limita s6lo a privar a la ciudad d_e los be_neficios que el ferrocarril puede propor. cwnar, sm? que la coloca en una condici6n mucho peor que SI no se hubiese construido la vfa ft?rrea. Igua_I_suce~e donde existe comunicaci6n fluvial 6 man.trma s_1 se pone un bote en competencia: los prec10s ?aJ~n hasta hacerle desaparecer, y entonces el pub_hco se ve obligado a pagar las costas de 1~ operact6n, exactamente como los Rohillas se Vle~on forzados a pagar los cuatro millones de ruptas ~on los cuales Sujah Dowlah asalari6 una fuerza mglesa de Warren Hastings para ayudarle a desolar su pais y diezmar su pueblo. Y asf como los bandoleros se reunen para robar de comun f.cuerdo ~ r~partirse el botin, se unen tambien las meas prmmpales de Jos caminos de hierro para rum_entar los pncios y repartirse las ganancias 6 ts6meas del Pacffico hacen una combinaci6n c~n a ~mpaftia de la Mala a -vapor del Pacifico, por medto de Ia cual se establecen virtualmente por- 212 J:NBIQUK GEORGE tazgos por mar y tierra. Y de igual modo que los agentes de Buckingham, bajo Ia autoridad del privilegio del hilo de oro, registraban los domicilios y cogfan papeles y per!onas con miras de concu~ piscencia y extorsi6n, tambien la gran compailia de telegrafos que, con el poder del capital asociado quita al pueblo de los Estados Unidos una gran parte de las ventajas de una invenci6n benefica, abusa de Ia correspondencia y aplasta los peri6dicos que la ofenden. Basta s6lo recordar estas cosas, sin detenerse en ellas. Todo el mundo conoce Ia tiranfa y rapacidad con que el capital concentrado en grandee cantidades es con frecuencia administrado para carromper, robar y destruir. Deseo llamar la atenci6n de los lectores sobre los beneficios asi obtenidos, que no deben confundirse con las utilidades legftimas del capital como agente de producci6n. En su mayor parte deben atribuirse a una mala disposici6n de las fuerzas en el poder legislativo del gobierno, a una ciega parcialidad hacia antiguos barbarismos y a una supersticiosa reverencia por una doctrina estrecha en la administraci6n de justicia. Pero la causa general de Ia tendencia ala concentraci6n del poder, con Ia concentraci6n de la riqueza, en pafses pr6speros, es Ia soluci6n que buscamos del gran poblema, que no hemos encon tr&do aun. Un sencillo examen mostrara que muchos de los beneficios confundidos generalmente con el interes, no son en realidad debidos al poder del capital, sino al poder del capital concentrado, 6 de este, obrando bajo malas disposiciones sociales. Y tambien probara con cuanta frecuencia se confunden las ganancias del capital con los salarios de superintendencia clara y p:-opiamente dichos. PROGRESO Y MISBBIA. 213 De igual modo, los beneficios debidos en realidad a elementos de riesgo se confunden frecuentemente con el interes. Hay gente que adquiere riqueza arriesgandose de un modo que para Ia gene· ralidad produciria necesariamente perdidas. Hay muchas maneras de especular, y con especialidad la conocida por jugar a la bolsa. Energia, discer nimiento, la posesi6n de capital, Ia habilidad conocida en mas bajas formas del juego por las mafias del petardista y del fullero, dan una ventaja personal ; pero, como ocurre en una mesa de juego pierde uno lo que gana otro. ' Ahora bien, si consideramos las grandes fortunas con t<mta frecuencia citadas como ejPmplos del poder de l capital acumulado-de los Duques de W~stminster y l\larquelil de Bute, de los Rothschllds, Aslors, Stewards, Vanderbilts, Goulds, Stan fords y Floods-despuea de un examen se observa que han sido creadas en mayor 6 menor parte no por el interes, sino por los elementos que he~os pasado en revista. En las discnsiones ordinarias, se ve cuan in dis. pen able es tomar nota de las distinciones sobre las cuales he llamado Ia atenci6n, pues en ellas el bro9uel parece alternativameTlte blanco 6 negro segun el punto de vista desde donde se mire. Por una parte, en Ia existencia de Ia mayor pobreza al lado de las grandes acumulaciones de riqueza se no~ sei'lalan las agresiones del capital contra el trab~]o, Y en contraposici6n se nos indica que el capital ayuda al trabajo, y se quiere que de esto deduzcamo~ que nada hay inhumano 6 injusto en el ancho ab~s~o que separa al rico del pobre; que la ri9uez~ es n_mcamente Ia recompensa de la industria, mtehgen~Ja y economfa, y la pobreza s6lo el castigo de la mdolencia, ignorancia e imprudencia. 214 li:NB!QUE GH:OBGII: CAP1TUL La ley del V inter~s Vol vamos a la ley del in teres, recordando dos cosas sobre las cuales hemos llamado antes la atenci6n, a saber: . P riiMro. Que el capital no emplea el trabajo smo que el trabajo emplea al capital. ' [JUndo . . Que el capital no es una cantidad fija, pud1endo s1empre au_me~tar 6 disminuir: 1. 0 por la m~yor 6 me~or aphcac16n del trabajo a la pro. du ~CI6n de oaprtal; y 2. o por la con versi6n de rique_za en _capital 6 de. capital en riqueza, pues el cap1tal,_ s1endo solo r1queza aplicada de cierta manera, nq_ueza es el termino mayor e inclusivo. Es ev1dente, que, bajo condiciones de libertad, lomas que puede darse por el uso del capital, as el aume~t_? que producira, y el minimo 6 cero es la r epos1c16n del capital; porque de otro modo el hecho de _to mar ca~it~l a prestamo He varia consigo una perd1da, 6 sena Imposible a quien lo prestase, conservar el capital. Observe~os de nuevo que noes, como descuidadamente d1cen a]O'unos es critores el crecimiento efectivo da~o al trabajo por Ia aplic~ci6n del capit~l en u?a u otra forma 6 uso lo que fija este maximo, SI~o el termino medio del aumento que corresponae al capital generalmente. El poder de dediC~rse a formas ventajo as es un poder del trab~JO,. que el capital en f mismo no puede compartir DI recla~?r. Un arco y flechas pondran a un In_dw en condiCIOnes de matar, por ejemplo, un bu falo todos los dias, mientras con palos y piedras PBOGBEBO Y Ml~EBIA. 216 diffcilmente podria matar uno por semana; pero el armero de la tribu no puede reclamar del cazador seis de los siete bUfalos que rna te como recompensa por el uso del arco y flechas; tampoco el capital invertido en una fabrica de pano producira al capitalista la diferenc!a entre el producto ~e la fabrica y lo que la misma cantidad de trabc]O obten· drfa con el torno de hilar y el telar a mano. Cuando Guillermo tom6 prestado un cepillo a Santiago, no obtu vo con ello la ventaja 6 mayor eficacia del trabajo que da el empleo del cepillo para alisar tablas, sobre Ia obtenida cuando se alisaban con una concha 6 pedernal. El progreso en los conocimientos ha hecho de la ventaja que proporciona el empleo de cepillos una propiedad comun vinculada en el poder del trabajo. Lo que obtiene de San· tiago es sencillamente la ventaja que el elemento de un ano de tiempo darfa a la posesi6n del capital que represents el cepillo. Ahora bien, si las fuerzas vitales de Ja naturaleza, que dan tal ventaja al elemento tiempo, fuesen Ia causa del in teres, se seguiria, al parecer, que esta proporci6n maxima estaria determinada por la eficacia de dichas fuerzas y la energia con que estan empei'iadas en la producci6n. Pero mientras las fuerzas reproductoras de Ja naturaleza pa · recen cambiar enormemente, como, por ejemplo, entre el salm6n, que pone miles de huevos, y la ballena, que pare un solo ballenato a intervalos de ':arios anos, entre el conejo y el elefante, el cardo s1l vestre y el gigantesco 1·ewood, parece, por la manera de conservarse el equilibrio natural, que existe una relaci6n entre las fuerzas reproductivas Y destructi vas de la naturaleza, que en realidad co_nvierte el principio de aumento en una uniformidad. Dentro de estrechos limites, el hombre 216 ENBJQU.B GEOI:GS tiene la fac.u~tad. de perturbar ?ste equilibrio, y por la moclifiCam6n de las condiciones naturales puede aprovecharse a voluntad de la eficacia va: riable de la fuerza reproductiva de la naturaleza. Pero cuando lo ejecuta, del ancho campo de sus ?eseos se eleva ot~o principia que transforma el mcremento de la nqueza en una relaci6n y equidbrio semejantes al efectuado por la naturaleza entre las diferentes formas de la vida. Esta relaci6n se manifiesta en los valores. Si en un pais adecuado para ambos prop6sitos establezco una cria de conejos, . .y otro se dedica a 1a cria caballar ' mis cone]OS, m1entras ellimite natural nose consio-a, pueden aUJ~enta: mas rapidamente que los ~aballos; pero m1 cap1tal no crecera mas aprisa, porque el efecto de la diferente proporci6n en el crPcimiento, sera el de hacer bajar el valor Je los couejos comparado con el de los caballos, y aumentar el va 1or de lo_s c!lballos relati vamente al de los conejos. 81 b1en la variable intensidad de las fuerzas vitales .de la naturaleza, llega de este modo a la unifor~udad, en los di versos grados de desarrollo social, puede haber una diferencia en cuanto a la energia relativa con que estas fuerzas contribuyen a Ia producci6n total de riqueza; pero sobre esto hay que hacer dos observaciones. Primero, aunque en un pafs tal como Inglaterra las manufacturas han aumentado mucho relativam<?nte a la agricultura, constituyendo una gran parte de la producci6n ~otal de la riqueza, se debe observar que, en reahdad, esto es cierto solamente en cuan· to a la di ~isi6.n politi?a 6 geografica y no respecto a la.poblaCI6n mdustnal. Porque loa pueblos indus tnales no estan limitados por las di visiones politicas ni .deslindados por las montaiias 6 los mares. S6lo tlenen por limite el campo de sus cambios, Y PBOGBESO Y MIBEBIA 217 ta relaci6n que guardan en la economia industrial de lnalaterra Ia agricultura y la ganaderia con las manufacturas, se equilibra con Yowa e Illinois, con Tejas y California, con el Canaday la India con Tierra de la Reina ·y el Baltico, en fin, cod todos los paises a los cuales se extienden los cam bios universales de Inglaterra. Hay que observar tam bien que, si en progreso de la ci vilizaci6n existe la tendencia a un mayor incremento de las manufacturas con respecto a la agricultura, y por consiguiente a una menor confianza relativa en las fuerzas reproductivas de la naturaleza, sin embargo, esto va acompafiado de una extensi6n cor respondiente en los cambios, y por lo tanto se utiliza mas el poder reproductive> que de ello procede. Asi, en gran parte (y tal vez completamente hasta ahora), tales tendencias se equilibran entre sf, fijando el incremento medio del capital y la tasa normal del interes. Ahora bien, este punto normal del interes, que esta entre el ma:ximo y el mfnimo necesarios de utilidad para el capital, sea el que fuere, debe ser tal que todo considerado (el concepto de seguridad, el deseo de acumular, etc.), la remuneraci6n del capital y la del trabajo sean lo mismo, es dedr, den un resultado igualmente atractivo al esfuerzo 6 sacrificio que implican. Es casi imposible fijar este punto, siendo los salarios apreciados en cantidad y el interes en una proporci6n; pero si suponemos una cantidad dada de riqueza que sea el producto de una determinada cantidad de tra?ajo, cooperando ·durante un tiempo con cierto 1mporte de capital, la proporci6n en la que el producto se dividira entre el trabajo y el capital, podra servir de comparaci6n. Debe haber un punto tal, 6 major dicho, alrededor del cual, la tasa del 21 ENBIQt"B OEOBG:S: inter~3 ha de tender ~ fijarse, pues, ~ no ser que este equilibrio se efectue, el trabajo no aceptarA el uso del capital 6 el capital no se pondd :1 disposici6n del trabajo. Porque trat-ajo y capital no son sino formas distintas de una misma cosa: esfuerzo humano. El capital es producido por el trabajo; es unicamente trabajo fijado en la materia, trabajo almacenado en ~sta, para cederlo cuando se nece · site, como el calor del sol, que existe en el carb6n, se desprende en el hogar. El uso del capital en la producci6n es, por comiguiente, s6lo una forma de trabajo. Como el capital no puede usarse mas que consumi~ndo l o, su uso es un gasto del trabajo, y a fin de conservar el capital, su producci6n por el trabajo y su consumo al ayudar a este, deben ser determinados por una medida comun. Por esto, el principia que, bajo las circunstancias impuestas por la libre competencia,~obra conduciendo los salarios a un patr6n comun y los beneficios :1 una igualdad efecti va-que los hombres procuran satisfacer sus deseos con el menor esfuerzo-tiende a establecer y mantener este equilibrio entre elsalario y el interes. Esta relacion natural entre el inter~s y el sala· rio, este equilibria en que ambos representan iguales utilidades para iguales esfuerzos, puede establecerse en una forma que recuerda una relaci6n de oposici6n; pero esta oposici6n es s6lo apa· rente. En una sociedad comercial entre Ricardo Y Enrique, el contrato que fija la proporci6n de l~s beneficios correspondientes a Ricardo, lleva cons1go que la parte de Enrique sea menor 6 mayo: segun que la de Ricardo aumente 6 disminuya; pero si, como sucede en este caso, cada uno obtiene tan s6lo la parte que aporta a! fondo comun, el au· PBOGBEBO Y MISBRIA 219 mento de la proporci6n del uno, de ningun modo disminuye lo que correspo?de al ?tro. y esta relaci6n establec1da, es mdudable que el interes y el salario deben subir y ~ajar juntos, Y que el interes no puede .eleyarse s~n .aum~ntar el salario, ni bajar el salano sm depr1m1~ el mter.es. Si el salario baja, el in teres ha de. ba]~r ta~nb1en en proporci6n, porque de no ocurr1r as1 s~na mas provechos~ con vertir el ~rab.ajo en c~p1tal que aplicarlo d1rectamente; y s1 el mteres ba]a, los salarios deben bajar proporcionalmente, 6 de lo contrario, el incremento del capital se detendr~. No hablamos, por supuesto, de salarios particulares ni de inter~s especial, sino de 1a tasa general de los salarios y de la tasa general del interes (entendiendo siempre por inter~s, la utilidad que el capital puede obtener, menos el seguro y los salarios de superintendencia). En algun caso particular 6 en algona aplicaci6n especial, la tendencia del salario e interes a un equilibrio puede ser turbada; pero entre la tasa general de los salarios y la tasa general del inter~s, esta tendencia debe obrar siempre. Porque, si bien en un ramo determinado de la producci6n, se puede sefialar con ?laridad la linea divisoria entre los que dan trabaJO y los que proporcionan capital, sin embargo, hasta en los paises donde hay la distinci6n mas severa entre la clase general de trabajadores y la de capitalistas, estas dos clases se funden una con otra por gradaciones insensibles, y en los puntos donde ambas se encuentran en las mismas personas. la d?ble acci6n que restaura el equilibrio, 6 ~e}or d10ho, que impide se altere, puede obrar sin difJcul~ad cua1esquiera que sean los obst~culos q~e extstan don de la separaci6n es completa. Y, auemas, debe recordarse, segun se ha dicho antes, 220 RNRJQUB GROBGB que el capital no es sino una porci6n de riqueza que e distingue de Ia riqueza general s6lo por ei objeto l1 que se aplica, y por esto la masa general de riqueza produce sobre las relaciones del capital y del trabajo un efecto regulador semejante al del volante obre el movimiento de una maquina, tomando capital cuando estl1 en exceso y devolviendolo si hay deficiencia, de igual modo que un plate· ro puede permitir usar diamantes a su mujer cuando tiene abundancia en Ia tienda, y vol verlos a colocar en el escaparate si disminuyen las existencias. De este modo, cualquier tendencia de parte del intere' a elevarse hasta traspasar el equilibrio con el salario, debe originar inmediatamente, no s6lo la de conducir trabajo a Ia producci6n de capital, sino tambien Ia de aplicar riqueza a los usos del capita I; m wn tras que toda tendencia del salario l1 elevarse hasta traspasar el equilibrio con el in teres, debe engendrar del mismo modo una propensi6n a distraer el trabajo de la producci6n de capital, y tambien a disminuir la totalidad de capital, des viando del empleo producti vo a otro no producti vo algunos de los artlculos de riqueza de que este se com pone. Resumiendo: hay cierta relaci6n 6 proporci6n entre el salario y el interes fijada por causas que, si no permanentes en absoluto, cambian lentamente, por as cuales bastante trabajo se con vertira en capital para sustituir el que necesita Ia producci6n, segun el grado de conocimientos, estado de las artes, densidad de poblaci6n, clase de ocupaciones, variedad, extensi6n y rapidez de los cambios, y esta relaci6n 6 proporci6n la mantiene constante· mente la acci6n mutua del trabajo y capital; por lo tanto, el interes debe subir 6 bajar en raz6n directa del salario. PBOGBRBO Y MIERBIA 221 Por ejemplo: El precio de Ia harina es~a fijado por el precio del trigo y el coste de la mohenda. El coste de la molienda varia poco y l~ntamente, siendo Ia diferencia, basta en grande~ mterval?s, apenas perceptible, mientras el prec10 del ~r1go varia mucho y frecuentemente. Por esto demmos correctamente que el precio de 1~ harina depen~e del precio del trigo. 0, estab!emendo lB; proposici6n en Ia misma forma anterwr: hay merta relaci6n 6 proporci6n entre el valor del t~igo y el d& la harina, fijada por el coste de. Ia mollenda, cuya relaci6n 6 proporci6n se mantlene consta?te por la acci6n mutua entre la demanda de harma y Ia oferta de trigo; por lo cual el precio de la harina debe subir y bajar al mh;mo tiempo que el del trigo. 0 bien, abandonando Ia relaci6n que los une, esto es, el precio del trigo, afirmamos que el precio de la harina depende de la bondad de las estaciones, de las guerras, etc., de manera que podemos poner Ia ley del interes en una forma que la enlace directamente con la ley de Ia renta, dicieudo que la tasa general del in teres sera fijada por la ganancia del capital en la tierra mas pobre donde el capital se aplica libremente, es decir, en la major tierra que le estl1 abierta sin el pago de renta. Asi damos a Ia ley del interes Ia forma de un corolario de la ley de la renta. Podemos probar esta conclusi6n de otro modo~ la disminuci6n del interes a medida que la renta aumenta, se puede ver facilmente si se elimina el salario. Para hacerlo, debemos imaginar un mundo organizado sobre principios totalmente diferentes. Sin embargo, podemos figurarnos lo que se llama la Tierra de Jauja, donde la producci6n de