TEMA : Descripción anatómica y bases fisiologícas del aparato locomotor. Tejido óseo; tejido muscular; articulaciones y sus tipos. Fisiología osteoarticular y muscular. Esquema: 1. Introducción 2. Tejido óseo 2.1 Definición. Estructura macroscópica y microscópica. A. Estructura macroscópica de un hueso largo. B. Estructura microscópica de los huesos 2.2 Funciones óseas 2.3 Tipos de huesos. El esqueleto axial y el esqueleto apendicular. 2.4 Desarrollo óseo: crecimiento y resorción. 3. Articulaciones 3.1 Definición y clasificación de las articulaciones A. Articulaciones fibrosas (sinartrosis) B. Articulaciones cartilaginosas (anfiartrosis) C. Articulaciones sinoviales (diartrosis) 3.2 Tipos de articulaciones sinoviales A. Articulaciones uniaxiales B. Articulaciones biaxiales C. Articulaciones multiaxiales 3.3 Amplitud de movimiento de las articulaciones sinoviales A. Movimientos angulares B. Movimientos circulares C. Movimientos de deslizamiento D. Movimientos especiales 4. Tejido muscular 4.1 Estructura del músculo esquelético A. Estructura macroscópica del músculo esquelético B. Estructura microscópica del músculo esquelético: características de sus fibras musculares 4.2 Funciones del músculo esquelético 4.3 Nomenclatura muscular 4.4 Postura 5. Estudio anatómico corporal. División por planos. 1 6. Cambios osteomusculares a lo largo de la vida 6.1 Desde el nacimiento hasta la infancia avanzada 6.2 Desde la adultez hasta la vejez 7. La actividad física y el sistema osteomuscular. 8. Conclusiones 9. Bibliografía 1. INTRODUCCIÓN El sistema músculo-esquelético (también llamado aparato locomotor) está formado por el tejido óseo, las articulaciones y por los músculos esqueléticos. La interacción y coordinación entre estos componentes es lo que produce el movimiento (aunque, como desglosaremos más adelante, esta no es su única función). El sistema cardiovascular (aparato circulatorio) es el que abastece a los huesos, articulaciones y músculos para que puedan desarrollar su función (les lleva oxígeno y nutrientes, y recoge sus desechos metabólicos). El sistema nervioso inerva los tejidos del sistema musculo-esquelético para que los estímulos percibidos y las órdenes de trabajo sean interpretadas, integradas y ejecutadas coordinada y eficientemente. Un conocimiento adecuado del aparato locomotor nos permitirá: • Adoptar posturas adecuadas, tanto en reposo como durante una actividad, ya que nos permitirá ser conscientes de qué es lo más adecuado en cada momento para prevenir lesiones osteomusculares y aumentar nuestra capacidad motora. • Comprender los beneficios del ejercicio físico y las consecuencias del sedentarismo. 2. TEJIDO ÓSEO 2.1 Definición. Estructura macroscópica y microscópica. Los huesos son los órganos del sistema esquelético. Nuestro esqueleto está constituído por unos 206 huesos. El tejido óseo es un tipo de tejido conjuntivo (también llamado tejido conectivo). Este tejido se caracteriza 2 por estar compuesto por células, fibras, y gran cantidad de material intercelular. A diferencia de otros tejidos conjuntivos del organismo, en el hueso este material intercelular es duro y está calcificado. A. Estructura macroscópica de un hueso largo. En ella podemos distinguir las siguientes partes: a. Diáfisis. Situada entre dos epífisis, es la parte longitudinal del hueso, la “barra” que une los dos extremos óseos. Está formada por tejido conjuntivo compacto, muy denso. Dentro alberga la cavidad medular. El hecho de ser fuerte por fuera y hueca por dentro explica su eficiencia a la hora de proporcionar apoyo resistente sin suponer un peso excesivo para el organismo. b. Epífisis. Situadas a ambos lados de la diáfisis. Son dos, son cada una de las estructuras redondeadas que hay en la parte proximal y distal de la diáfisis. Son más voluminosas porque así ofrecen un amplio espacio cerca de las articulaciones para el anclaje de los músculos, y al mismo tiempo ofrecen estabilidad a la articulación. A simple vista su estructura tiene un aspecto poroso, semejante a una esponja, de ahí que el tejido conjuntivo que la constituye se denomine tejido conjuntivo esponjoso o trabecular. En su interior, estos espacios esponjosos están rellenos de médula ósea roja. En los niños en desarrollo, las epífisis están separadas de la diáfisis por una banda transversal de cartílago denominada placa epifisiaria o metáfisis, lugar de crecimiento del hueso hasta que en la juventud queda totalmente calcificado. c. Cartílago articular. Es la fina capa de cartílago hialino que cubre la superficie articular de las dos epífisis. La elasticidad de este material amortigua las sacudidas y golpes a los que se ve sometida la articulación durante el movimiento. d. Periostio. Salvo en la superficie de las epífisis (donde se encuentra el cartílago anteriormente comentado), el resto del hueso está protegido por esta membrana externa densa y blanca, que penetra y queda soldada al tejido óseo. e. Cavidad medular (médula). Es el hueco que se encuentra dentro de la diáfisis. En el adulto está rellena de tejido conjuntivo rico en grasas, por lo que se la conoce con el nombre de médula ósea amarilla (familiarmente llamada “tuétano”) f. Endostio. Delgada membrana epitelial que tapiza internamente la cavidad medular. 3 B. Estructura microscópica de los huesos En ella podemos distinguir las siguientes estructuras: a. Matriz ósea. Como ya hemos comentado anteriormente, las células del hueso están inmersas en una extensa sustancia intercelular o matriz. Ésta es mucho más abundante que las células óseas, las cuales permanecen físicamente aisladas unas de otras. La matriz está formada por : • sales inorgánicas (depósito de cristales de calcio y fósforo, entre otros, responsables de la dureza del hueso) • compuestos orgánicos o matriz osteoide (principalmente fibras de colágeno, proteína muy resistente; también encontramos sustancia fundamental, que es un gel mezcla de proteínas y polisacáridos secretado por las propias células). Los componentes orgánicos de la matriz proporcionan cierto grado de elasticidad al hueso, de modo que el estrés, dentro de unos límites razonables, no produzca aplastamientos o fracturas. b. Células óseas. Los osteoblastos son las células jóvenes del hueso y son las responsables de su crecimiento y desarrollo; se encargan de sintetizar el colágeno y la sustancia fundamental que va a formar parte de la matriz extracelular, y sobre la cual se van depositando los cristales de calcio, endureciéndola. La matriz ósea va así aumentando y aislando progresivamente al osteoblasto en su laguna, hasta que éste se hace maduro y pasa a llamarse osteocito, menos activo, su única función es mantener el tejido óseo. Los osteoclastos son las células envejecidas del hueso, responsables de la erosión de los minerales óseos En el hueso compacto se pueden observar unidades estructurales cilíndricas denominadas osteonas. Cada osteona está integrada por osteocitos dispuestos en capas concéntricas llamadas laminillas (compuestas de matriz calcificada). Éstas láminas rodean un canal central que recorre longitudinalmente el hueso y al que se conoce con el nombre de conducto de Havers; capilares sanguíneos, linfáticos y nervios recorren estos conductos. Así, cada osteona consta de vasos sanguíneos, linfáticos y nervios, láminas circundantes de matriz extracelular y osteocitos. En el hueso esponjoso o trabeculado no hay osteonas; las células se encuentran dispuestas sobre estructuras filamentosas denominadas trabéculas. Las trabéculas se alinean y entrecruzan formando una red que da al hueso un aspecto esponjoso. Su situación a lo largo de líneas de estrés y su orientación difiere en los distintos huesos de acuerdo con la naturaleza y la magnitud de la carga que soporta. Las células de las trabéculas son abastecidas por los capilares que llegan a la médula ósea. 4 2.2. Funciones óseas. A. Soporte. Los huesos son el armazón rígido del cuerpo, el que nos mantiene erguidos y nos da forma. B. Protección. Los huesos del cráneo protegen al delicado encéfalo, las vértebras a la delicada médula espinal, las costillas al corazón y los pulmones. C. Movimiento. Cuando los músculos se contraen, tiran de los huesos a los que están anclados, provocando así el movimiento de la articulación. D. Depósito y reserva mineral. El hueso almacena calcio, fósforo y otros minerales, y contribuye a mantener sus niveles en sangre. Ej. si el nivel de calcio sérico desciende (hipocalcemia), los osteoclastos son estimulados por la hormona paratiroidea y actúan liberando calcio óseo para que éste salga a la sangre. Por el contrario, cuando hay exceso de calcio en sangre (hipercalcemia), la hormona calcitonina se encarga de estimular a los osteoblastos para que éstos lo introduzcan en el hueso. E. Hematopoyesis. La médula ósea roja de la epífisis de los huesos largos y de otros huesos (cráneo, pelvis, esternón, costillas) es la encargada de fabricar las células sanguíneas (leucocitos, hematíes y trombocitos). 2.3. Tipos de huesos. El esqueleto axial y el esqueleto apendicular A. Tipos de huesos. a. Huesos largos, con un gran eje longitudinal (diáfisis). La longitud predomina sobre el ancho y el grosor. Su estructura ya ha sido explicada anteriormente. Ej. fémur, húmero. b. Huesos cortos, más bien cuadrados. Se encuentran en zonas que, teniendo que ser muy resistentes, producen variados pero limitados movimientos. Están formados por tejido óseo esponjoso rodeado de tejido compacto. Ej. huesos del carpo. c. Huesos planos y anchos. Huesos delgados, cuya longitud y anchura predominan sobre el grosor. Formados por tejido óseo esponjoso recubierto por dos capas de tejido óseo compacto. Contienen médula ósea roja, por lo que algunos de ellos (esternón, ílion) son objeto de punción con aguja para obtener una muestra y relizarla una biopsia (ej. diagnóstico de leucemia) o para ser donada. Ej. hueso frontal, escápulas, esternón, costillas. 5 d. Huesos irregulares. Con diferentes tamaños y formas. Como todos los huesos, están formados por tejido óseo esponjoso cubierto de tejido óseo compacto. Ej. vértebras, hueso cigomático, rótula, mandíbula. B. Esqueleto axial. Formado por los huesos situados en el eje medio del cuerpo (cabeza y tronco). a. Huesos del cráneo: frontal, parietal (2), temporal (2), occipital, etmoides y esfenoides. b. Huesos de la cara: nasal (2), maxilar superior (2), palatino (2), cigomático o malar (2), lacrimal o unguis (2), vómer, cornete inferior (2), maxilar inferior (mandíbula). c. Huesos del oído: martillo (2), yunque (2), estribo (2). d. Hueso hioides (articulado a los temporales mediante ligamentos). e. Columna vertebral: 33 vértebras (C1 a C7, D1 a D12, L1 a L5, S1 a S5 y 4 del coxis). Las costillas están unidas en su parte posterior con las vértebras dorsales y en su parte anterior con el esternón. Tenemos 12 pares de costillas (los 7 primeros unidos directamente al esternón; de los 5 restantes las 2 últimas son las flotantes). A las vértebras están unidos muchos músculos y ligamentos. Las vértebras tienen un agujero central por donde discurre la médula espinal (parte del sistema nervioso central) y agujeros laterales por donde salen y entran nervios desde y hacia la médula espinal. La columna vertebral no es recta, sino que, observada lateralmente, cuenta con dos curvaturas cóncavas o lordosis (zona cervical y zona lumbar) y dos curvaturas convexas o cifosis (zona dorsal y zona sacra). C. Esqueleto apendicular. Formado por los huesos de los miembros superiores e inferiores (extremidades), articulados con el esqueleto axial. a. Hombro: clavícula (2) y escápula (2). La clavícula y la escápula, unidas entre sí, se articulan con el húmero formando la denominada cintura escapular. b. Brazo: húmero (2) c. Antebrazo: cúbito (2) y radio (2) 6 d. Mano: carpo (escafoides, semilunar, piramidal, pisiforme, grande, ganchoso, trapecio y trapezoides) (2) y 5 metacarpianos (2) que se articulan a las falanges. e. Cintura: ilion (2), isquion (2) y pubis (2). Estos tres huesos forman el hueso de la pelvis, también llamado hueso coxal. El hueso coxal se articula con el fémur formando la denominada cintura pelviana. f. Pierna: fémur (2), tibia (2) y peroné (2). En la articulación de la rodilla tenemos la rótula (2). g. Pie: tarso (astrágalo, calcáneo, escafoides, cuboides y 3 cuñas) (2), 5 metatarsianos (2) unidos a las falanges. 2.4. Desarrollo óseo: crecimiento y resorción Cuando el esqueleto comienza su formación antes del nacimiento no existen huesos, sino cartílagos y formaciones fibrosas. Estos cartílagos van creciendo y calcificándose de manera progresiva, constituyendo al final del desarrollo el hueso tal y como lo conocemos. Un déficit nutricional de vitamina D impide la absorción intestinal del calcio y la captación de este mineral por los osteoblastos, por lo que el cartílago no se calcifica (no se osifica) y el hueso se queda blando y frágil (es el llamado raquitismo). Llamamos osteogénesis a la formación de hueso. La osteogénesis es una acción combinada de la función de los osteoblastos (formación u osificación) y de los osteoclastos (destrucción o resorción). Durante la infancia y la adolescencia la tasa de osificación es mayor que la tasa de resorción ósea, el crecimiento aventaja a la pérdida y los huesos crecen más. La osteogénesis no sólo tiene lugar en la infancia, sino que el hueso adulto ya calcificado está en contínua remodelación. Los osteoclastos producen resorción o reabsorción de determinardas zonas óseas que son sustituídas simultáneamente por osteoblastos, es decir, estamos en un contínuo proceso de “remodelación” o “esculpido” (de hecho, el hueso es renovado unas 10 veces durante toda la vida sin que seamos conscientes de ello). Es una manera de mantener al hueso en perfectas condiciones, así siempre está preparado para responder al estrés (movimiento, ejercicio) y a las lesiones (contusiones, traumatismos, fracturas). Los huesos de una persona deportista contienen un gran depósito de calcio, ya que son huesos que han respondido al estrés del ejercicio 7 fabricando más colágeno y fijando al máximo este mineral para aumentar su resistencia. En otras palabras, el ejercicio aumenta la densidad ósea; por el contrario, el sedentarismo debilita los huesos, debido a la menor formación de colágeno y a la mayor eliminación de calcio. Sin embargo, a partir de los 35-40 años la pérdida ósea (la acción de los osteoclastos) excede ligeramente a la ganancia ósea (acción de los osteoblastos). Si este desequilibrio es demasiado evidente nos encontramos ante un hueso cada vez más poroso (osteoporosis) y frágil. Las dos hormonas implicadas en la reabsorción y formación del hueso son, respectivamente: la parathormona (liberada por las glándulas paratiroides en caso de hipocalcemia), encargada de estimular a los osteoclastos (es hipercalcemiante), y la calcitonina (liberada por la glándula tiroides en caso de hipercalcemia), encargada de estimular a los osteoblastos (es hipocalcemiante). 3. ARTICULACIONES 3.1 Definición y clasificación de las articulaciones Llamamos articulación a la unión entre los componentes rígidos del esqueleto, ya sean huesos o cartílagos. Su función es mantener unidas determinadas partes del organismo, y, en numerosos casos, permitir la máxima estabilidad y movilidad a nuestro cuerpo. Se pueden clasificar según el tipo de tejido que une los componentes entre sí (clasificación estructural) o según el grado de movimiento que permiten (clasificación funcional). A. Articulaciones fibrosas (sinartrosis) Las superficies óseas que forman la articulación están encajadas sólidamente entre sí, como si fueran un puzzle, y apenas permiten movimiento. Dentro de este tipo de articulaciones nos encontramos: a. Sindesmosis: así denominamos a la unión de las diáfisis de dos huesos largos por medio de ligamentos (ej. radio y cúbito, tibia y peroné). b. Suturas: son exclusivas del cráneo. Los bordes de los huesos son dentados, y encajan perfectamente entre sí. En los adultos es una unión osificada, rígida, que no permite nada de movimiento. En los lactantes estas suturas son fibrosas, no osificadas, para permitir el crecimiento y el desarrollo encefálico (son las denominadas fontanelas, fácilmente identificables al tacto). 8 c. Gonfosis: las encontramos exclusivamente en la unión entre la raíz del diente y la rama alveolar del maxilar superior o inferior. El tejido fibroso situado entre la raíz dental y la rama alveolar se conoce con el nombre de ligamento periodontal. B. Articulaciones cartilaginosas (anfiartrosis) Entre las superficies óseas que forman la articulación encontramos cartílago (tejido conjuntivo firme, pero elástico). Al no ser una unión excesivamente rígida, permiten movimientos muy limitados. Las hay de dos tipos: a. Sincondrosis: el cartílago de unión entre los huesos es cartílago hialino (formado por fibras elásticas y de colágeno). Ej. cartílago esternocostal. La placa epifisiaria presente durante los años de crecimiento entre la diáfisis y las epífisis también es una sincondrosis; es transitoria, su misión es permitir el crecimiento, y va siendo sustituida progresivamente por hueso calcificado hasta la madurez, donde ya queda totalmente extinguida. b. Sínfisis: el cartílago de unión entre los huesos es fibrocartílago (mucho más rico en fibras colágenas y, por tanto, más denso y resistente). Tiene forma de disco. Tiene una importante misión como amortiguador y permite un ligero movimiento. Ej. sínfisis del pubis (sólo se mueve en la mujer cuando da a luz, ensanchando aún más la zona púbica para la salida del niño), discos intervertebrales de la columna vertebral. C. Articulaciones sinoviales (diartrosis) Son las articulaciones más móviles del organismo. Casi todas las articulaciones entre los huesos del esqueleto apendicular son sinoviales (ej. hombro, cadera, muñeca, codo,...). El hecho de ser tan móviles explica porqué tienen una estructura tan compleja, ya que tienen que estar provistas de elementos amortiguadores y fijadores. Características estructurales de las articulaciones sinoviales: a. Cápsula articular: el periostio de cada unos de los huesos articulares se prolonga hasta unirse con el extremo del otro hueso, formando así una envoltura o bolsa entre ambos. b. Membrana sinovial: es el revestimiento interno que tapiza toda la cápsula articular. Segrega un líquido que lubrica y nutre a la articulación, el líquido sinovial. 9 c. Cartílago articular: cartílago que recubre y almohadilla las superficies articulares de los huesos (ya comentado anteriormente, dentro de la estructura macroscópica del hueso largo). La "artrosis" (osteoartritis degenerativa) es una enfermedad que consiste en la degeneración de este cartílago, lo que vuelve rígida y anquilosada la articulación. d. Meniscos: son discos de fibrocartílago situados entre los extremos articulares de los huesos de algunas articulaciones sinoviales (ej. rodilla). Son potentes amortiguadores. e. Ligamentos: fuertes cordones de tejido fibroso denso y blanco. Crecen de hueso a hueso, uniéndolos más firmemente de lo que sería posible sólo con la cápsula articular. f. Bolsas: algunas articulaciones sinoviales contienen, dentro de la cápsula articular, pequeñas bolsas cerradas llenas de líquido sinovial. Su función es amortiguar las zonas de prominencias óseas. Ej. la articulación de la rodilla contiene unas doce bolsas (la más grande está situada delante de la rótula). 3.2 Tipos de articulaciones sinoviales A. Articulaciones uniaxiales: sólo permiten el movimiento alrededor de un eje y en un único plano. a. En bisagra o trocleares. Sólo permiten flexión y extensión. Ej. codo (articulación del húmero con el radio), rodilla (articulación del fémur con la tibia), articulaciones interfalángicas. b. En pivote. Son aquellas en las cuales una prolongación de un hueso se articula con un anillo o escotadura de otro hueso, semejante a una rueda que gira sobre su eje. Permiten el movimiento de rotación. Ej. articulación de la apófisis odontoides del axis (segunda vértebra cervical) con el atlas (primera vértebra cervical). B. Articulaciones biaxiales: permiten el movimiento en dos planos perpendiculares. a. En silla de montar. La única del organismo de este tipo es la del primer metacarpiano en su articulación con el carpo. Entre otros movimientos, su característica más peculiar y única es que puede oponerse a los otros dedos (gracias a lo cual podemos coger objetos pequeños). b. Condíleas (elipsoideas). Un cóndilo (superficie redondeada) de un hueso encaja en un receptáculo elíptico de otro hueso. Ej. articulación del hueso occipital con el atlas, articulación del radio con los huesos del carpo. 10 C. Articulaciones multiaxiales a. Esféricas o enartrosis. Una cabeza en forma de bola de un hueso encaja en una depresión cóncava de otro, permitiendo así al primero moverse en todas direcciones. Es la diartrosis más móvil. Ej. articulación del hombro (húmero con escápula), articulación de la cadera (fémur con hueso coxal). b. Planas o artrodias. Las superficies articulares en contacto son planas, permitiendo sólo el movimiento por deslizamiento. Son las diartrosis menos móviles. Ej. apófisis articulares intervertebrales, articulaciones entre los huesos del carpo o del tarso. 3.3. Amplitud de movimiento de las articulaciones sinoviales A. Movimientos angulares a. Flexión. Es un movimiento que reduce el ángulo entre dos huesos, es doblar la articulación, acercar un hueso al otro (“encoger”). Ej. flexión del cuello (acercar la barbilla al pecho), flexión del codo. La flexión de la planta del pie sería encogerlo hacia abajo, aumentando el ángulo entre la tibia y la punta de los pies, como si nos fuéramos a poner de puntillas. La flexión del dorso del pie (dorsiflexión) sería lo contrario, doblar el tobillo acercando la punta de los pies a la tibia, como si sólo quisiéramos caminar con los talones. b. Extensión. Partiendo de una articulación en flexión, la extensión es un movimiento que aumenta el ángulo entre los huesos articulares hasta regresar a la posición anatómica (“estirar”). Ir más allá de la posición anatómica se denominaría hiperextensión. c. Abducción. Separa una parte del organismo del plano medio del cuerpo (ej. desplazar la pierna lateralmente, separar los dedos entre sí). d. Aducción. Partiendo de una postura en abducción (ej. pierna desplazada lateralmente), regresamos a la postura anatómica (acercamos la pierna de nuevo al plano medio del cuerpo). B. Movimientos circulares a. Rotación. Consiste en hacer girar un hueso sobre su propio eje. Ej. mover la cabeza para decir “no”. b. Circunducción. Mover un miembro, de manera que si extremo distal describa un círculo. Ej. si dibujamos en el aire un círculo con el brazo estamos describiendo un movimiento de circunducción gracias a la articulación del hombro. 11 c. Supinación. Partiendo de una mano con la palma hacia abajo, la supinación es el movimiento que la pone hacia arriba. d. Pronación. Partiendo de una mano en supino (con la palma hacia arriba), la pronación es el movimiento que la pone hacia abajo. C. Movimientos de deslizamiento La superficie articular de un hueso se mueve sobre la de otro sin ángulo ni movimiento circular. Son los que tienen lugar entre los huesos del carpo o del tarso, y entre las apófisis articulares de las vértebras. D. Movimientos especiales a. Eversión e inversión. La eversión es poner la planta del pie hacia fuera, mientras que la inversión es ponerla hacia dentro. b. Protracción y retracción. La protracción es sacar la mandíbula hacia fuera, mientras que la retracción es meterla hacia dentro. c. Elevación y depresión. La elevación mueve una parte hacia arriba (ej. partiendo de la boca abierta, sería llevar la mandíbula hacia arriba para cerrarla); la depresión mueve una parte hacia abajo (ej. partiendo de una boca cerrada, sería llevar la mandíbula hacia abajo para abrirla). 4. TEJIDO MUSCULAR Los huesos y las articulaciones no pueden moverse por sí mismos, si no que deben ser movidos por algo: los músculos esqueléticos. En nuestro organismo tenemos más de 600 músculos esqueléticos (unidos a los huesos e inervados por el sistema nervioso somático o voluntario). En conjunto, suponen el 40-50% del peso corporal. El miocardio y el músculo liso de las vísceras (ambos de inervación autónoma o involuntaria) no serán tratados en este tema, ya que no forman parte del sistema osteomuscular. 4.1 Estructura del músculo esquelético. Un músculo esquelético es un órgano cuya principal característica es que puede contraerse. Como tal, está inervado por nervios aferentes y eferentes, y es abastecido por vasos sanguíneos. Sus células musculares son alargadas, por eso reciben el nombre de fibras musculares. Cada fibra muscular está cubierta por una delicada membrana de tejido conjuntivo llamada endomisio. Muchas fibras 12 musculares se agrupan formando fascículos. Cada fascículo está envuelto por una capa más gruesa de tejido conjunto denominada perimisio. Varios fascículos se unen para formar el músculo, cubierto por una gruesa capa de tejido conjuntivo llamada epimisio. En los extremos de los músculos estas tres capas (endo, peri y epimisio) se continúan en solitario hasta fundirse con el periostio óseo formando un denso y resistente cordón de anclaje con el hueso que se conoce con el nombre de tendón. A. Estructura macroscópica del músculo esquelético. La parte proximal y distal del músculo de color blanquecino son los mencionados tendones. La porción roja, blanda y contráctil que hay entre medias se conoce con el nombre de vientre muscular. Proximal a la zona media del cuerpo encontramos cómo el tendón une el músculo a un hueso (origen del músculo, unión fija), y en la zona distal encontramos cómo el tendón lo une a otro hueso (inserción del músculo, unión móvil). Analizaremos esto más adelante. Los hay de distintos tamaños y formas (unos más triangulares, otros más cuadrados,...). Según qué músculo, sus fibras musculares están dispuestas de una manera u otra (fibras paralelas longitudinales, fibras paralelas oblicuas, fibras que convergen en un punto,...). B. Estructura microscópica del músculo esquelético: características de sus fibras musculares. Miden entre 1-40 mm de largo y tienen un diámetro de sólo 10-100 µm. A su membrana plasmática se la denomina sarcolema, y a su citoplasma se le llama sarcoplasma. Contienen numerosas mitrocondrias y, a diferencia de la mayoría de las células de nuestro organismo, tienen varios núcleos. Llenando casi todo el sarcoplasma encontramos unos filamentos muy finos, exclusivos de las células musculares, denominados miofibrillas. Cada fibra muscular contiene mil o más de estas delgadas fibras paralelas o miofibrillas. Cada miofibrilla está formada a su vez por filamentos aún más delgados, denominados miofilamentos. La actina y la miosina son dos proteínas integrantes de los miofilamentos. Si analizamos una fibra muscular del músculo esquelético al microscopio comprobaremos que tiene un aspecto “rayado”, de ahí que se diga que estas fibras son estriadas. Las fibras del miocardio (músculo cardíaco) también son estriadas (pero de inervación autónoma). Esto tiene su explicación en las miofibrillas: cada miofibrilla está dividida en zonas idénticas, una a continuación de la otra, denominadas sarcómeros. Cada 13 sarcómero funciona como una unidad contráctil. Dentro del sarcómero hay bandas anchas y oscuras (llamadas bandas A, son estrías transversales) que se alternan con otras bandas más claras y estrechas (bandas I). La banda A son en realidad filamentos gruesos de miosina. En la zona media de la banda A nos encontramos la zona H (región que contiene exclusivamente miofilamentos gruesos de miosina, no superpuestos con ningún miofilamento fino). La banda I son en realidad filamentos finos de actina no superpuestos con ningún miofilamento grueso. Dentro de la banda I se encuentra la denominada línea Z (que en realidad consiste en un disco al que se anclan los miofilamentos finos de actina). Un sarcómero es la zona comprendida entre dos líneas Z. Unión neuromuscular: cuando un impulso nervioso alcanza el extremo de una neurona motora que inerva a un músculo concreto, el botón terminal de la neurona libera al neurotransmisor acetilcolina, responsable de estimular a la fibra muscular. La acetilcolina recorre el espacio sináptico y se une a los receptores musculares del sarcolema. Esto provoca en la célula un potencial de acción que se extiende hasta el retículo sarcoplásmico, el cual libera gran cantidad de iones calcio, encargados de que los miofilamentos de actina y miosina se superpongan (y, por tanto, acortando la longitud de la fibra muscular). Esta superposición de la actina y la miosina en presencia de calcio es la responsable, pues, de la contractilidad del músculo. Pasado un tiempo, el músculo vuelve a recuperar su longitud de reposo (es decir, posee la capacidad de distensibilidad tras haberse contraído). La toxina bacteriana del botulismo, una de las sustancias más venenosas que se conocen, inhibe la liberación de acetilcolina en las terminaciones nerviosas motoras y, por lo tanto, impide la estimulación muscular, produciendo parálisis. La parálisis del músculo diafragma, encargado de la respiración, hace entrar al sujeto afectado en parada respiratoria y muerte inminente. 4.2 Funciones del músculo esquelético. A. Movimiento La mayoría de los músculos de nuestro organismo se encuentran en torno a articulaciones y se encargan de accionar su movimiento. Llamamos origen del músculo a la zona muscular que está anclada al hueso que permanece fijo durante el movimiento, y llamamos inserción del músculo a la zona muscular que está anclada al hueso que se desplaza durante el movimiento. Es decir, la contracción de un músculo moviliza a un hueso que actúa como palanca, girando así éste en torno a un punto fijo que es la articulación. Este sistema de palanca es muy 14 eficiente, ya que permite coger más peso o carga de manera más fácil. Ej. el bíceps braquial tiene su origen en la escápula y se inserta en la parte proximal del radio; al contraerse, el radio se acerca al húmero produciendo el movimiento de flexión de la articulación del codo. Los músculos esqueléticos suelen trabajar en grupo y de manera totalmente coordinada. Mientras unos se contraen, otros se relajan, dando como resultado un movimiento específico. Dentro de este trabajo en equipo distinguimos, según su función, distintos músculos: a. músculos agonistas: son los que están implicados en la realización del movimiento concreto. Ej. el bíceps braquial es agonista durante la flexión del codo, ya que su contracción es la que acerca el radio hacia el húmero. b. músculos sinérgicos: son los que se contraen al mismo tiempo que los agonistas, pero su acción no participa directamente en el movimiento. Son imprescindibles para facilitar y complementar la acción del músculo agonista, haciéndole más eficaz. c. músculos antagonistas: permanecen relajados cuando el agonista se contrae. En realidad no se oponen a su acción, si no que aportan precisión y control al movimiento durante la contracción del músculo agonista d. músculos fijadores: estabilizan la articulación durante la acción de los agonistas, de manera que no se luxe y mantenga la postura y el equilibrio. Un mismo músculo puede ser agonista en un movimiento, antagonista en otro movimiento distinto, sinérgico en otro o fijador en otro, según precise. B. Producción de calor Las fibras musculares, al igual que el resto de las células de nuestro organismo, obtienen energía a partir de reacciones de catabolismo. Sin embargo, dado que las células del músculo esquelético son muy activas y numerosas, producen una parte importante del calor total del cuerpo. Por tanto, las contracciones del músculo esquelético son parte fundamental del mecanismo que mantiene la homeostasia de la temperatura. Incluso ocasionalmente el organismo se las ingenia para aumentar el trabajo muscular en reposo y así entrar en calor (ej. escalofríos, “castañeteo” de la dentadura). C. Postura La contracción parcial constante (tonicidad muscular) de muchos músculos esqueléticos nos permite mantener la postura erguida, 15 sentarnos, caminar, etc. contrarrestando y venciendo a la fuerza de la gravedad. 4.3 Nomenclatura muscular. A. Según su situación: ej. músculo braquial (brazo), músculo glúteo, músculo dorsal (espalda), músculos intercostales. B. Según su función: ej. músculos aductores del muslo, flexor común de los dedos, supinador largo. C. Según su forma: ej. deltoides (“delta” significa triangular), romboides. D. Según la dirección de sus fibras: ej. recto del abdomen, recto del muslo, oblicuo del abdomen. E. Según el número de cabezas o divisiones: ej. bíceps braquial (tiene dos puntos de origen en la escápula). F. Según los puntos de fijación: ej. esternocleidomastoideo (tiene su origen en el esternón y se inserta en la apófisis mastoides del hueso temporal). G. Según su tamaño: ej. glúteo mayor, glúteo mediano, glúteo menor, dorsal ancho, serrato mayor. Localización y nombres de músculos (en la tabla mostraremos algunos músculos de las capas superficiales; debajo de éstos nos encontramos más): CUELLO ESPALDA PECHO ABDOMEN HOMBRO BRAZO ANTEBRAZO NALGAS MUSLO PIERNA Esternocleidomastoideo Trapecio, dorsal ancho Pectoral mayor, serrato mayor Oblicuo mayor Deltoides Bíceps braquial, tríceps braquial, braquial anterior. Supinador largo, pronador redondo. Glúteo mayor, glúteo menor, glúteo medio, tensor de la fascia lata. Cuádriceps femoral (recto anterior, vasto externo, vasto interno, crural), recto interno, aductores (menor, mediano, mayor), bíceps crural, semitendinoso, semimembranoso. Tibial anterior, gemelos, sóleo. 16 4.4 Postura A. Mantenimiento de la postura La gravedad actúa las 24 horas del día sobre nuestro organismo. Por eso los músculos no pueden descansar, deben ejercer una tracción contínua sobre los huesos en dirección contraria a la de la gravedad, si no no podríamos mantener la postura erecta. Ej. la gravedad tiende a llevar la mandíbula hacia abajo, de modo que los músculos han de tirar de ella hacia arriba. Los músculos ejercen esta tracción frente a la gravedad gracias a la tonicidad. El tono muscular es la tensión, el nivel bajo y contínuo de contracción que mantienen todos los músculos esqueléticos de contínuo (que puede aumentarse voluntariamente). Mientras dormimos, los músculos pierden su tonicidad, por lo que desaparece la tracción muscular que contrarresta la gravedad. B. Definición de buena postura. Tener una “buena postura” significa: • tener bien alineadas las partes del cuerpo, de manera que las funciones del sistema musculoesquelético se realicen más fácil y eficientemente, obteniendo el máximo resultado con el mínimo esfuerzo. • mantener el centro de gravedad del cuerpo sobre su base (situada en la línea media de la pelvis). En posición erecta, la postura más anatómica (la “buena postura”) sería mantener altos la cabeza y el pecho, con el abdomen y las nalgas ligeramente contraídos, las rodillas ligeramente flexionadas y los pies firmemente sobre el suelo separados unos 15 cm. En sedestación, la postura correcta depende de la posición que se pretenda mantener (fowler, fowler alto, semifowler,...). Como norma general, los hombros siempre han de estar alineados, la espalda recta, deben mantenerse cómodamente las cifosis (dorsal, sacra) y lordosis (cervical, lumbar) naturales de la columna vertebral y no deben darse fuerzas de cizallamiento (pinzan los tejidos). Los vicios posturales (malas posturas) obligan a los músculos a trabajar más para contrarrestar la tracción de la gravedad, por lo que el músculo se fatiga antes que con una buena postura. Los vicios posturales también obligan a los ligamentos a trabajar más, lo que puede terminar deformando articulaciones. Este mayor esfuerzo osteomuscular se traduce en un mayor esfuerzo cardíaco y respiratorio, que se aceleran para abastecer de más oxígeno y alimento a las fibras musculares. 17 5. ESTUDIO ANATÓMICO CORPORAL: DIVISIÓN POR PLANOS Para el estudio de la anatomía del sistema osteomuscular, y de todos los tejidos del organismo, es muy útil seccionar en distintos planos la estructura a estudiar. Imaginemos, pues, que una placa transparente atraviesa nuestro cuerpo, colocado en posición anatómica, en distintas posiciones: 5.1 Plano frontal o coronal: la placa nos atravesaría longitudinalmente de lado a lado, dividiendo al cuerpo en parte anterior (ventral) y posterior (dorsal). 5.2 Plano sagital: la placa nos atravesaría de alante a atrás, dividiendo al cuerpo en parte derecha e izquierda. 5.3 Plano transversal u horizontal: la placa nos atravesaría horizontalmente, dividiendo al cuerpo en parte superior e inferior. La denominada posición anatómica es aquella en la que nos imaginamos a un sujeto de pie, con los brazos a los lados del tronco y en leve abducción, las manos en supinación y los pulgares en aducción. La cabeza permanece erguida y alineada con el tronco, las piernas en ligera abducción y los pies dirigidos hacia fuera. 6. CAMBIOS OSTEOMUSCULARES A LO LARGO DE LA VIDA. El sistema nervioso es el encargado de contraer y relajar los músculos, así como de mantener, reducir o aumentar su tonicidad. Esta íntima relación explica los cambios que afectan los músculos durante el ciclo vital. 6.1 Desde el nacimiento hasta la infancia avanzada Desde el nacimiento hasta la infancia avanzada tienen lugar una serie de fases de desarrollo consecutivas. Gracias a esta evolución vamos adquiriendo las habilidades necesarias para llevar a cabo las actividades normales de la vida diaria: al primer mes de vida el lactante ya es capaz de erguir totalmente la cabeza desde la posición de decúbito prono (sostén cefálico); a los seis meses de vida ya se mantiene erguido en sedestación; a los nueve meses ya prensa el índice y el pulgar (lo que le permite coger pequeños objetos); alrededor de los 12 meses ya se mantiene él sólo en pie y comienza a dar sus primeros pasos, alrededor de los 18-24 meses ya comienza a controlar los esfínteres voluntarios (uretral y anal), y así sucesivamente hasta que los cambios en el 18 desarrollo permiten un mejor control y coordinación de la contracción muscular, aprendiendo a caminar, correr, subir y bajar escaleras, montar en bicicleta,... 6.2 Desde la adultez hasta la vejez A partir de los 35-40 años, ya comienzan a sucederse (al principio de manera muy lenta y posteriormente a mayor velocidad) los cambios degenerativos, propios del envejecimiento progresivo: • tiene lugar la sustitución de células musculares por tejido conjuntivo no funcional, no útil. Esto resulta en una disminución de la contracción muscular. No obstante, gran parte de esta reducción de la fuerza muscular se debe a la atrofia por desuso y por tanto es evitable (evitando el sedentarismo e inmovilización osteomuscular). • también cabe destacar la pérdida gradual de densidad ósea (mayor proliferación de osteoclastos que de osteoblastos). Es decir, con la vejez todos padecemos cierto grado de osteoporosis, pero si hemos llegado a la adultez con un hueso denso y bien calcificado no tenemos porqué preocuparnos, pues la degeneración ósea será mucho más lenta e inapreciable. La osteoporosis patológica, salvo en los casos de herencia genética o menopausia precoz, se da en personas que no han fortalecido su hueso durante la vida (sedentarismo, dieta pobre en calcio y vitamina D,...). • degeneración progresiva del cartílago osteoarticular: El cartílago envejecido ya apenas tiene capacidad de regeneración, lo que se traduce en mayor rigidez articular y, por tanto, en incapacidad funcional (no podemos movernos tan bien como antes, somos menos flexibles). • pérdida de estatura: los apartados anteriores explican porqué con la vejez perdemos centímetros de altura. Unas vértebras con cierto grado de osteoporosis son más delgadas, a esto unimos unos discos de cartílago intervertebrales también más finos, y unos músculos más atrofiados que sujetan peor la columna vertebral y la permiten acentuar sus curvas (especialmente la cifosis dorsal). Con todo esto llegamos a la conclusión de que la columna “se encoge”, no así los miembros inferiores, que permanecen con la misma longitud que en la adultez, aunque sí se aprecia ligera flexión de las rodillas. 19 7. LA ACTIVIDAD FÍSICA Y EL SISTEMA OSTEOMUSCULAR Una adecuada actividad física aumenta la densidad ósea, incrementa la fuerza y tonicidad muscular (incluída la de las arterias, por lo que contribuye a disminuir la tensión arterial), aumenta el número de vasos sanguíneos y, por tanto, la irrigación de los tejidos, aumenta la capacidad de intercambio gaseoso en los pulmones, así como el número de hematíes y de hemoglobina (por lo que disminuye el riesgo de anemia), aumenta la cantidad de HDL-colesterol (lo que reduce la cantidad de colesterol depositado en las arterias), reduce el tejido subcutáneo, disminuye el estreñimiento, previene el insomnio, aumenta la autoestima y fomenta las relaciones sociales. El sedentarismo disminuye la densidad ósea, atrofia los músculos, favorece contracturas musculares, anquilosa e incapacita el movimiento articular, favorece el estreñimiento e induce a la obesidad. Si la persona presenta una inmovilidad importante (como pueden ser pacientes con lesiones o enfermedades que afecten a su capacidad motora, tales como daños del encéfalo o médula espinal), a las consecuencias anteriormente descritas habría que añadir: aumento del riesgo de padecer infecciones (del tracto urinario, respiratorias), mayor riesgo de trombosis (y, por tanto, de infarto), aparición de úlceras por presión. Un paciente que presenta importante discapacidad funcional necesita ayuda para realizar todas o algunas actividades básicas de la vida diaria. Así mismo, le estimularemos a que realice ejercicio físico en medida de lo posible (si es necesario, con la ayuda de familiares, auxiliares de enfermería, fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales). Si el paciente no puede tenerse en pie, también existe la posibilidad de ejercitarle mediante ejercicios pasivos (en los que el paciente no colabora, alguien le moviliza pasivamente la articulación), ejercicios activos isométricos y ejercicios activos isotónicos (en ambos el paciente sí colabora; en los primeros se hacen ejercicios que mantienen la longitud muscular pero varían el tono, como sería apretar con fuerza una pelota, y en los segundos se hacen ejercicios que mantienen el tono muscular pero varían su longitud, como sería arrojar lejos la pelota). 8. CONCLUSIONES El sistema músculo-esquelético está formado por el tejido óseo, las articulaciones y por los músculos esqueléticos. Un conocimiento adecuado de la anatomía y la fisiología de estas estructuras nos permitirá adoptar posturas adecuadas en todo momento (y, por tanto, prevenir lesiones osteomusculares y aumentar nuestra capacidad 20 motora), así como comprender los beneficios del ejercicio físico y las consecuencias del sedentarismo. En los huesos largos podemos distinguir las siguientes partes: diáfisis, epífisis, cartílago articular, periostio, médula ósea y endostio. Si observamos un hueso al microscopio, en él distinguiremos: matriz ósea (compuesta por sales inorgánicas como el calcio y el fósforo, y por sustancias orgánicas, especialmente fibras de colágeno y sustancia fundamental) y células óseas (osteoblastos, osteocitos y osteoclastos). También gracias al microscopio, en el hueso compacto podemos apreciar sus unidades estructurales características, las osteonas. Cada una de ellas contiene un conducto central de Havers con láminas circundantes de osteocitos y matriz extracelular. Las funciones óseas son: soporte, protección, movimiento, depósito y reserva mineral (regulada por la hormona paratiroidea y por la hormona calcitonina), y hematopoyesis (regulada por la hormona renal eritropoyetina). Los huesos pueden ser largos, cortos, planos y anchos, e irregulares. El esqueleto axial está formado por los huesos del cráneo, de la cara, del oído, el hueso hioides, las vértebras y las costillas. El esqueleto apendicular está formado por los huesos de las extremidades y los de la cintura escapular y cintura pélvica. La osteogénesis prevalece sobre la resorción o reabsorción ósea durante la infancia y adolescencia. En los adultos sanos ambas funciones se mantienen en equilibrio en un proceso de contínua remodelación y mantenimiento óseos. A partir de los 35-40 años, la tasa de resorción aventaja ligeramente a la osteogénesis. Las articulaciones se pueden clasificar en: sinartrosis (articulaciones fibrosas, como son las sindesmosis, suturas y gonfosis), anfiartrosis (articulaciones cartilaginosas como son las sincondrosis y las sínfisis) y diartrosis (articulaciones sinoviales, muy móviles). Las articulaciones sinoviales constan, en general, de cápsula articular, membrana sinovial, cartílago articular, meniscos, ligamentos y bolsas sinoviales. Las articulaciones sinoviales pueden ser, según los movimientos permitidos, uniaxiales (en bisagra o trocleares, en pivote), biaxiales (en silla de montar, condílea o elipsoidea) o multiaxiales (esféricas o enartrosis, planas o artrodias). 21 Las articulaciones sinoviales pueden permitir distintos tipos de movimientos: angulares (flexión/extensión, abducción/aducción), circulares (rotación, circunducción, supinación/pronación), de deslizamiento, movimientos especiales (eversión/inversión, protracción/retracción, elevación/depresión). Los músculos esqueléticos tienen la capacidad de moverse voluntariamente. Cada fibra muscular está cubierta de endomisio; un fascículo de varias fibras musculares agrupadas está cubierto de perimisio; varios fascículos agrupados forman un músculo, cubierto de epimisio. Macroscópicamente hablando, en el tejido muscular podemos apreciar el vientre muscular y los tendones que lo anclan al hueso (en su origen y en su inserción). Dentro del sarcoplasma de cada fibra muscular se encuentran las miofibrillas (formadas por miofilamentos de actina y miosina). La disposición de estas miofibrillas da al músculo esquelético un aspecto estriado. Un sarcómero es cada una de las unidades contráctiles básicas de cada miofibrilla. La acetilcolina es el neurotransmisor encargado de estimular al sarcoplasma de la fibra muscular, provocando su contracción. Las funciones del músculo esquelético son: producir movimiento (mediante la acción coordinada de músculos agonistas, músculos sinérgicos, músculos antagonistas y músculos fijadores), producir calor y mantenimiento de la postura corporal (gracias al tono muscular). Mantener una buena postura implica tener correctamente alineadas todas las partes del cuerpo sin desplazar el centro de gravedad del organismo. Los músculos se pueden llamar según su situación (ej. Músculo braquial), según su función (ej. Aductor del muslo), según su forma (ej. Deltoides), según la disposición de sus fibras (ej. Recto del abdomen), según su número de divisiones (ej. Bíceps braquial), según los puntos de fijación (ej. Esternocleidomastoideo), según su tamaño (ej. Glúteo mayor). Para un mejor estudio de la anatomía de los tejidos del organismo, podemos dividir las estructuras a observar en cortes frontales, sagitales o transversales. Desde el nacimiento hasta la infancia avanzada la progresiva maduración del sistema nervioso explica la evolución de la coordinación motora. En la adultez comienzan los cambios 22 degenerativos propios del envejecimiento progresivo del tejido osteomuscular (y de todo el organismo), como es la disminución de la fuerza muscular y de la densidad ósea, degeneración progresiva del cartílago osteoarticular y pérdida de estatura. Un adecuado ejercicio físico nos ayuda a mantener correctamente las capacidades osteomusculares y nos permite ser independientes en las actividades de la vida diaria (caminar, levantarse y acostarse, comer y beber, sentarse, controlar los esfínteres voluntarios,...), así como nos reporta numerosos beneficios para nuestra salud (menor riesgo de infarto de miocardio y trombosis, mejor tensión arterial, prevención de osteoporosis y de obesidad, mejor autoestima, entre otras). 9. BIBLIOGRAFÍA • “Anatomía y fisiología” Gary A. Thibodeau, Kevin T. Patton. Ediciones Harcourt, S.A. Año 2000. • “Enfermería medico-quirúrgica” Brunner y Suddarth. Suzanne C. Smeltzer, Brenda G. Bare. McGraw-Hill Interamericana Editores S.A. Año 2002. Novena edición. • “Biología” Eldra Peral Solomon, Linda R. Berg, Diana W. Martin. McGraw-Hill Interamericana Editores S. A. Año 2001. Quinta edición. • “Auxiliar de enfermería. Técnicas básicas de enfermería. Higiene del medio hospitalario y limpieza de material”. Evangelina Pérez, Ana María Fernández. McGraw-Hill/Interamericana de España S.A.U. Año 2000 23 24