Democracia y derecho a sufragio desde la política del reconocimiento

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Reconocimiento, democracia y el derecho a sufragio
[Resumen para VII Congreso de Derecho y Cambio Social 2016]
Pablo Marshall
Universidad Austral de Chile
Este artículo busca explorar en qué medida la adopción de la idea de reconocimiento como paradigma
para la comprensión de las relaciones sociales y políticas podría repercutir en las funciones que
asignamos a las instituciones que forman parte de la democracia representativa y a la institución del
sufragio, que asumo como centro de gravedad de un modelo representativo de democracia. La
hipótesis que busco discutir, que es la conclusión de un trabajo anterior, es que el derecho a sufragio
tiene un estatus privilegiado frente a las demandas de reconocimiento, en la medida que expresa de
manera especial el igual respeto y consideración que nos debemos los unos a los otros, y su ausencia
o privación expresa de manera particularmente aguda un mensaje degradante y excluyente. Estoy
consciente que la tematización del sufragio está lejos de las preocupaciones centrales de la discusión
contemporánea sobre la filosofía del reconocimiento como una empresa que pretende indagar sobre
las relaciones sociales desde perspectivas tan variadas como la psicología, la teoría crítica o la
antropología social. Por esta razón, este trabajo se centra, más bien, en lo que se ha denominado, de
una manera más restringida, la política (o políticas) del reconocimiento. La premisa que dirige este
trabajo es que una discusión sobre cuál es el rol del derecho a sufragio, quiénes deben tener acceso a
él y en qué modo deben hacerlo podría beneficiarse del marco conceptual ocupado en la reflexión
sobre las políticas del reconocimiento.
Para efectos de cumplir con su propósito, busco interconectar dos preguntas que abordan temas de
alguna manera diferentes. La primera parte del artículo busca determinar de una forma general cuál es
el lugar que tiene la idea de democracia para la política del reconocimiento. Esta línea teórica es
también compleja, presenta ramificaciones, conflictos entre autores, y aborda muchas cuestiones
diferentes. No obstante su complejidad, muchas de las preocupaciones de la política del
reconocimiento resuenan en la idea de democracia de manera más intensa. En la medida que la
política del reconocimiento es una aproximación a las relaciones políticas y sociales de la modernidad
y la democracia representativa es la forma de gobierno colectiva paradigmática de la modernidad, y
este artículo busca identificar las conexiones entre dichas ideas, al menos de forma general. El énfasis
que algunos autores que trabajan en la línea del reconocimiento han puesto en la idea de la diferencia
de identidades culturales o sociales, podría indicar que una política del reconocimiento podría abogar
por formas especiales de representación democrática e incluso por medidas como las cuotas
especiales de representación para equilibrar o eliminar desventajas estructurales que ha
experimentado ciertos grupos en las relaciones de poder existentes dentro de una sociedad política.
Sin embargo, esa propuesta no resulta tan fácil de aceptar para quienes ponen énfasis en ideas
típicamente universalistas como la igual dignidad o la autonomía como formas básicas de
reconocimiento que deben disfrutar de una prioridad sobre las demandas basadas en las identidades
diferentes. Amabas ideas, diferencia e igual dignidad, cabe recordar, apuntan a la igual consideración
de los seres humanos y se dirige a erradicar formas tradicionales de segregación y degradación que
justamente se han articulado históricamente sobre la base de la defensa de privilegios asociados
muchas veces a ciertas diferencias.
Con el objeto de revisar la discusión de la democracia en el contexto de las teorías del reconocimiento,
centro mi análisis en los trabajos que parecen haber producido más discusión y literatura secundaria.
Estos son La Política del Reconocimiento de Charles Taylor (1992), La Lucha por el Reconocimiento de Axel
Honneth (1992) y el posterior intercambio de este último autor con Nancy Fraser que fue compilado
en un libro conjunto denominado Redistribución o Reconocimiento (2001). La tensión que parece existir
entre estos trabajos y sus diferentes concepciones del reconocimiento se ofrece como particularmente
útil para organizar la discusión sobre reconocimiento y democracia.
A la luz de estas ideas, la segunda parte del artículo busca perfilar la utilidad de la teoría del
reconocimiento para la discusión contemporánea sobre la importancia del derecho a sufragio. Si bien
la lucha de los movimientos sociales y políticos por la expansión del sufragio suele ser ofrecida como
uno de los ejemplos por excelencia de las luchas por el reconocimiento, sólo quiero usar ese aspecto
como un punto de partida, uno que debo agregar es particularmente ambiguo, para indagar en algo
diferente. Busco responder la pregunta de si habrá algo en las características del derecho a sufragio
que permita entenderlo como un derecho especialmente valioso para la teoría política del
reconocimiento y en qué medida dichas características y valor pueden estar ligados a una particular
concepción de la política del reconocimiento o a diferentes versiones de esta. Partiendo de la base de
que diferentes interpretaciones sobre el rol político del sufragio y las elecciones en el contexto de una
democracia representativa le asignan diferentes funciones, por ejemplo, el valor intrínseco de
expresar la igualdad ciudadana o el valor instrumental de empoderar a su titular o la comunidad de la
que éste forma parte para perseguir intereses individuales o comunes, pretendo articular dicha
discusión en el lenguaje y en la perspectiva del reconocimiento.
Reflejando la tensión entre las ideas de diferencia e igual dignidad, esta segunda parte pretende
explorar la conexión entre reconocimiento y sufragio mediante el análisis de dos tipos de situaciones.
En primer lugar, intento revisar las formas de exclusión electoral más comunes en democracias
representativas contemporáneas, aquellas que afectan a sujetos privados de libertad y a menores de
edad considerados como incapaces por el sistema jurídico. Parto de la premisa de que su exclusión
del sufragio universal constituye, prima facie, una falta de reconocimiento de autonomía o una falta de
respeto asociadas a la igual dignidad del ciudadano, pero me interesa explorar si existen otros
elementos de la política del reconocimiento que atribuyan otros significados a dicha exclusión. Por
otro lado, y en segundo lugar, intento revisar aquellas formas institucionales o propuestas que,
basadas en la necesidad de un reconocimiento a las diferencias culturales o sociales de grupos de
sujetos específicos, significan, nuevamente prima facie, un alejamiento de los principios igualitarios
asociados a una democracia representativa organizada en torno al sufragio universal. Me ocupo, aquí
del caso de formas de representación especial de mujeres y minorías indígenas, que son los casos,
probablemente junto con el de las minorías sexuales, que son más problematizados por medio de la
política del reconocimiento.
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