Problemas metodológicos planteados por el fenómeno del subdesarrollo en Cardoso-Faletto Federico Gosman Resumen En la obra “Dependencia y desarrollo en América Latina”, Cardoso y Faletto reconocen el problema del desarrollo económico como uno complejo, multifacético y de naturaleza dinámica. Se trata de explicar no solo la transformación de las estructuras, sino también del cambio de los procesos mismos de transformación de las estructuras. En otras palabras, el problema presenta una dinámica cambiante. A su vez, la mera clasificación en tipos estructurales, como sociedad tradicional y sociedad moderna, no permite comprender el pasaje de una estructura a otra. En ese tipo de análisis, criticado por Cardoso y Faletto, la diferencia entre estructuras obstruye la comprensión del proceso de diferenciación, ya que pasa por alto la unidad. A su vez, el análisis meramente económico se presenta insuficiente, al no poder dar acabada cuenta de los aspectos sociales y políticos, que parecen tener autonomía en la determinación del fenómeno del subdesarrollo. La solución presentada por los autores es el análisis integrado. Los problemas expuestos en la obra citada tienen un alcance metodológico que sobrepasa el tema tratado específicamente. Por un lado, muestra la insuficiencia de la búsqueda de regularidades fijas para explicar realidades de naturaleza cambiante, como en el caso de modelos desarrollistas previos. Un aspecto más claramente asociado a la problemática específica de las ciencias sociales es el de la necesidad de interdisciplinariedad. El recorte disciplinario del objeto de estudio lleva necesariamente a que aspectos del objeto se presenten como externamente determinados, mientras que los esfuerzos de integración permiten reconstruir al objeto como totalidad. Esto no niega la necesidad del recorte disciplinario, sino que lo presenta como uno de los momentos de la producción del conocimiento científico. Desarrollo y mercado mundial De forma excesivamente esquemática, impuesta por el alcance del presente trabajo, podemos considerar 4 momentos de la concepción del desarrollo capitalista en el pensamiento científico. Con esto no pretendemos agotar el movimiento total del concepto de desarrollo económico y sus sucesivas transiciones internas, sino meramente señalar algunos aspectos que ayudarán a la exposición. El primero es la idea de Adam Smith de la división del trabajo como explicación de la riqueza de las naciones. La división del trabajo se profundiza con la expansión de los mercados. Siguiendo esta lógica, el desarrollo del mercado mundial implica la maximización de la división del trabajo posible para el nivel técnico y poblacional alcanzado en cada momento. Considerando al mundo como una totalidad económica, el mercado mundial implica un mundo rico. El argumento que inicialmente permitía a Smith explicar la causa de las diferencias entre las naciones ricas y las salvajes, no puede dar cuenta de las diferencias entre naciones en un mercado global, que es justamente la expresión del desarrollo capitalista como sistema mundial. El segundo momento lo representa el pensamiento de David Ricardo. Con la perspectiva del comercio mundial mucho más clara, es posible desarrollar ahora la implicancia de la división internacional del trabajo. En ese sentido, para Ricardo cada país puede salir beneficiado si orienta su producción hacia aquellas ramas en las cuales presenta ventajas comparativas relativas. No hay razones para que los países agrarios se industrialicen ni, por el contrario, para que los países en plena industrialización protejan sus sectores primarios. Si se incorpora este pensamiento en la definición de las políticas económicas de todos los países, el resultado es la reproducción y profundización de la división internacional del trabajo. Cada país se especializa y es esta la mejor estrategia que puede adoptar. Es importante destacar que 1 esto no implica que todos los países alcanzarán niveles comparables de bienestar: para esto son determinantes las capacidades productivas en términos absolutos. La especialización constituye la mejor opción para cada país, pero no hay ninguna necesidad de que todos los países pasen a ser países ricos. Es decir que si bien tampoco se explica estrictamente la causa de la disparidad en el nivel de desarrollo de los países en un mercado mundial, la disparidad no queda descartada. El argumento ricardiano puede servir de fundamento siempre que la intención sea el mantenimiento de la división internacional del trabajo y la inconveniencia de promover desarrollos productivos diferentes. La economía neoclásica no ha realizado mayores avances en este sentido, y por lo general incorpora esta lógica dentro de su cuerpo teórico. En Prebisch puede encontrarse una tercera concepción respecto al desarrollo. El desarrollo capitalista muestra a las claras que existen dos grupos de países con situaciones diferentes: los del centro y los de la periferia. Ya no se trata de las obvias diferencias que Smith reconoce entre la nación salvaje, premercantil, y la naciente sociedad mercantil moderna. En un mundo plenamente capitalista, en el cual impera la lógica de mercado, persisten las diferencias entre los países poderosos industrialmente desarrollados y los países vulnerables orientados a la actividad primaria. Hay indicios que permiten sostener que los países periféricos pueden desarrollarse para alcanzar el nivel de los desarrollados reorientando su producción hacia la industria, sustituyendo importaciones. Es decir, se refuta el argumento ricardiano de las ventajas comparativas. Si bien es cierto que en una primera etapa esto implica un sacrificio de ventajas, al incorporar la dimensión transformadora de este proceso en el análisis ese sacrificio es más que compensado por el bienestar alcanzado en el largo plazo. Para Prebisch, la industrialización es un proceso necesario para alcanzar el bienestar de las mayorías. Una vez lograda, la economía nacional pasa a operar bajo la lógica clásica, es decir la que rige en los países centrales. La posibilidad de industrialización para por la sustitución progresiva de importaciones, para lo cual se requiere importar bienes de capital e intermedios debido a la brecha técnica. Para esto se necesita mantener la capacidad exportadora, recurrir al financiamiento externo y reducir las importaciones que no resulten indispensables para el proceso. Todo esto se puede lograr mediante un marco político adecuado. Si el capitalismo se considera como un sistema regido por un conjunto de leyes generales, entonces resulta difícil explicar el desarrollo diferenciado en distintos países. Una visión posible es la que considera que las diferencias entre los países se deben a un desfase temporal. En ese sentido, los países menos desarrollados pueden ver su propio futuro en la estructura de los países más avanzados. Sin embargo, si descubrimos rasgos que se presentan en los países menos desarrollados que no existieron en los primeros países que se industrializaron, estamos obligados a sospechar del desfase temporal como explicación de la diferencia. Una clave que nos permite avanzar es la consideración del capitalismo como una totalidad, cuyas partes están diferenciadas y jerarquizadas. La misma existencia de un mercado mundial implica necesariamente una división internacional del trabajo. En esta división, distintos países se dedican a distintas producciones. El capitalismo no es un conjunto de países autárquicos, sino un sistema interdependiente. Históricamente se desarrolló a partir de un conjunto de países que fueron incorporando al mercado mundial al resto de los territorios hasta abarcarlo todo. Mediante esta dinámica originaria, conviven en él naciones en distintos estadíos de desarrollo de sus capacidades productivas. Prebisch va a sostener que el funcionamiento de las economías periféricas es diferente al de las economías centrales. No se trata entonces de un desfase, sino de una lógica económica diferente. En el marco de un sistema interdependiente, la dinámica global repercute de formas diferentes en el centro y en la periferia. El síntoma de esta diferenciación es el deterioro de los términos del intercambio. La última concepción de desarrollo que vamos a considerar es la que presentan Cardoso y Faletto. Dificultades para explicar el subdesarrollo Los países industriales se caracterizan por presentar determinadas formas políticas, económicas y sociales. En las concepciones expuestas hasta el momento, el énfasis estaba puesto en el desarrollo económico. No se consideraba como necesario o relevante para el 2 problema la consideración de los aspectos sociales y políticos de los países en tanto elementos autónomos. En los modelos desarrollistas, dadas las condiciones económicas necesarias, un marco político apropiado lleva necesariamente a la industrialización. Cardoso y Faletto encuentran que el desarrollo es un fenómeno multifacético y complejo. Los procesos económicos, específicamente los grandes cambios ocurridos en el mercado mundial, operan sobre estructuras sociales ya organizadas en regímenes de dominación específicos. Para los autores, no hay una determinación unívoca que vaya de lo económico a lo político y a lo social. Y esto es justamente lo que se puso de manifiesto en el período de sustitución de importaciones en América Latina. El resultado fue la industrialización con dependencia. La sustitución de importaciones implico un avance de la producción industrial en diferentes grados en los distintos países. Algunos de ellos llegaron inclusive a avanzar en las industrias de base, más allá de la “industrialización fácil”, que para el pensamiento desarrollista resultaba clave. Este proceso se dio en parte en el contexto predicho por los modelos desarrollistas. Sin embargo, no se repitieron los patrones de desarrollo de los países de industrialización original. Esto principalmente en lo que respecta a la evolución de las clases sociales y de las formas políticas. Los modelos desarrollistas no podían explicar de esta senda diferenciada. Si bien hacen referencia a las políticas económicas necesarias para que se de la industrialización, estas referencias resultan estrechas. No se capta la dimensión conflictiva de la sociedad de clases. Una alternativa podía ser el análisis puramente sociológico. Algunos estudios en ese sentido planteaban una distinción entre la sociedad “tradicional” y la sociedad “moderna”. En este tipo de análisis se capturan los momentos, el antes y el después, pero se escapa el pasaje de un tipo de sociedad al otro. La experiencia latinoamericana pone de manifiesto, por otra parte, la simplicidad de estos planteos. Con la industrialización se presentaban ciertos rasgos económicos “modernos” en contextos dominados por clases “tradicionales”. Los enfoques unilateralmente sociológicos también resultan insuficientes. Si bien las variables y sus relaciones de un modelo económico pueden dar pistas acerca de la estructura social, por ejemplo la renta y la distribución del ingreso, lo hacen de una forma esencialmente estática. Lo que se requiere explicar es justamente la dinámica, el cambio a través del conflicto y la dominación política. Tal como se observó en la experiencia latinoamericana, es posible que exista desarrollo del consumo, educación, infraestructura, sin que por ello se logre menos dependencia. Análisis integrado La comprensión de la política como un instrumento para alcanzar el bienestar de las mayorías es uno de los puntos débiles de los modelos como el de Prebisch. Pasa por alto las contradicciones de clase y los modos de dominación en las cuales se desenvuelven los fenómenos económicos. Precisamente las estructuras de clase y los modos de dominación constituyen el punto de partida para explicar la diferencia entre los procesos de desarrollo originarios y los ocurridos en América Latina. Es por esto que Cardoso y Faletto proponen un análisis integrado, que articule los aspectos estructurales sociales, los procesos económicos y la dinámica política. El análisis integrado implica una concepción acerca de la determinación de los fenómenos sociales. No se puede partir de ninguna de las esferas y agotar toda la explicación, sino que cada esfera presenta cierta autonomía y a la vez se muestra, en parte, como resultante de las demás. La integración exige justamente esa articulación, en la cual la explicación del fenómeno debe sustentarse en ese juego de determinaciones recíprocas entre las estructuras y los procesos. El fenómeno de la dependencia, que a primera vista es una relación entre el centro y la periferia del sistema mundial, se desarrollará mediante el análisis como algo al mismo tiempo externo e interno. La economía mundial, determinada exógenamente, impacta en el núcleo de la estructura social y no en sus límites externos. 3 Esquemáticamente, podemos hablar de distintas regimenes productivos en la historia Latinoamericana desde que la región se incorpora como periferia al sistema capitalista. Primero tenemos la etapa colonial, luego el desarrollo hacia fuera, el desarrollo hacia adentro y finalmente la internacionalización del mercado. Las transiciones entre las etapas son disparadas por cambios en el sistema mundial. Sin embargo los efectos en cada país dependen de las condiciones imperantes en la etapa anterior. Esto cobra particular relevancia cuando la intención es, al igual que en los modelos desarrollistas, vislumbrar el camino hacia el desarrollo. Con su desarrollo, los autores no pretenden dar una explicación determinista de la historia. Pero aquí surge un problema metodológico clave. En el discurso, distintos fenómenos son conectados de manera causal. Los cambios en el mercado mundial inciden en las estructuras productivas de cada país, lo cual llevará a cambios en los equilibrios de poder de las distintas clases. Como consecuencia, nuevas alianzas pueden formarse dando origen a un nuevo régimen de dominación. Las clases que logren posicionarse mejor, a partir de las condiciones más favorables, impondrán cambios en el modo de producción en beneficio propio. Esos cambios pueden estimular o perjudicar el proceso de desarrollo nacional. Una explicación de este tipo resulta determinista a menos que se considere que algún paso no es necesario. Para los autores, si bien el desenvolvimiento de los fenómenos observados es lógico, no es el único posible. Es por esto que, para ellos, su propuesta de análisis integrado no puede considerarse determinista. Las estructuras previas al fenómeno que dispara el cambio en el sistema mundial determinan un rango de posibles resultados. Existen varias soluciones posibles a una contradicción. La trayectoria exacta de la historia la determinará la lucha entre los distintos sectores, que a su vez están condicionados por su relación con el proceso productivo. De esta manera, no se cae ni en un determinismo ni en la pura contingencia de la historia. Al mismo tiempo, hay un margen para la acción política transformadora, ya sea en la perspectiva de reforma del capitalismo como para sentar las bases de una transición hacia una sociedad socialista. Solo es posible obtener mayor autonomía, superar la dependencia, mediante el proceso sociopolítico. 4 Bibliografía Cardoso, Fernando Enrique & Enzo Faletto (2007). Dependencia y Desarrollo en América Latina, Siglo XXI. Avellaneda. [Primera edición, 1969] Prebisch, Raúl (1949). El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas, Boletín Económico de América Latina, Vol. 7, Nro. 1, Mayo. Ricardo, David (1985). Principios de Economía Política y Tributación, Fondo de Cultura Económica. México. [Primera edición en inglés, 1817] Smith, Adam (1982). The Wealth of Nations, Penguin Books. London. [Primera edición en ingles, 1776] 5