discurso pronunciado por el ministro juan n. silva meza, presidente

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DISCURSO PRONUNCIADO POR EL MINISTRO
JUAN N. SILVA MEZA, PRESIDENTE DE LA
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN Y
DEL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL
CON MOTIVO DEL XCIV ANIVERSARIO DE LA
PROMULGACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA
DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS EN LA
CIUDAD DE MÉXICO, EL 5 DE FEBRERO DE 2011
Señor Presidente Constitucional de los Estados Unidos
Mexicanos, Licenciado Felipe Calderón Hinojosa
Señor Presidente de la Mesa Directiva del Senado de
la República, Licenciado Manlio Fabio Beltrones
Señor Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara
de Diputados, Licenciado Jorge Carlos Ramírez Marín
Señores y señora gobernadora
Estimados todos
1
Hoy, los tres Poderes de la Unión concurrimos en la
ceremonia conmemorativa del nonagésimo cuarto
aniversario de la promulgación de nuestra Constitución
Política federal.
Lo hacemos a sólo unos meses de la celebración del
Bicentenario de la Independencia nacional y del
Centenario
de
la
Revolución
mexicana,
acontecimientos de la historia nacional a los que
debemos nuestro presente constitucional.
En efecto, la Constitución Política de 1917 es,
justamente, el resultado de un proceso de decantación
constitucional de más de un siglo, cuyo punto de
partida pudiera situarse en la enunciación de los
Sentimientos de la Nación en 1813.
Este proceso confirmó a la Nación como una
organización
política
republicana,
federal
democrática y reconoció una gama de libertades
y
y
derechos sociales inéditos en su época.
2
Los
diputados
al
Congreso
Constituyente
de
1916–1917 tuvieron la capacidad de entender su papel
histórico como constructores de un nuevo orden
político.
Es en este contexto, que hoy no podemos dejar de
advertir que nuestra Constitución fue la respuesta a la
violencia,
al
desacuerdo,
a
la
inquietud,
a
la
inseguridad, a la pérdida de vidas y sangre en la
guerra civil que enfrentó a los mexicanos.
La Constitución fue la apuesta de nuestros mayores
por evitar que eso que ellos padecieron, no nos
sucediera
a
nosotros.
Debemos
agradecer
esa
contribución, con la humildad de quien sabe que debe
proteger algo valioso que le ha sido legado.
3
La Revolución Mexicana
fue un acontecimiento
lamentable, violento; un episodio de confrontación y
muerte entre mexicanos.
Un capítulo doloroso y
traumático, en el que perdieron la vida miles de
mexicanos.
Sin embargo, de la Revolución también aprendimos:
aprendimos institucionalidad, aprendimos legalidad,
aprendimos democracia, aprendimos la necesidad de
construir
arreglos
políticos
en
paz
y,
fundamentalmente, aprendimos que la justicia es parte
esencial del arreglo político nacional.
Eso es nuestra Constitución, ese es nuestro legado.
Honrémoslo. Prefiramos la ley a la violencia, la
estabilidad y continuidad constitucional, al desamparo
de la inseguridad.
4
El gran legado cultural de la Revolución es sin duda la
Constitución de 1917. Debemos tener presente que,
en aras de la civilidad, la respuesta de los mexicanos a
una revolución armada y violenta, fue la ley. Los
mexicanos respondimos a la violencia con la ley.
México respondió al conflicto que enfrentó a sus
individuos con una Constitución, con leyes y con
instituciones.
Es ésta una gran lección de nuestra
historia que debemos tener en cuenta en los tiempos
que corren.
Hoy, como entonces, la mejor y la mayor respuesta a
la violencia y a los violentos, es y debe ser siempre la
respuesta constitucional condensada en leyes e
instituciones.
Pero
de
igual
manera
la
conducción
de
las
instituciones de la República debe responder a las
necesidades
de
una
nueva
ciudadanía,
más
participativa y consciente de sus derechos.
5
La fuerza y la acción de las instituciones del Estado
deben ser acompañadas por el respaldo ciudadano y,
eso
sólo
es
posible,
alcanzando
las
legítimas
aspiraciones y la prosperidad de los mexicanos.
En el caso del Poder Judicial de la Federación
tenemos claro que una mejor calidad de vida radica no
sólo en el acceso a la justicia imparcial, sino a una
justicia de calidad, transparente y expedita.
Por eso, todos estamos obligados a trabajar juntos.
Cada uno cumpliendo con su papel y sus atribuciones.
Cada uno en el ámbito de sus competencias. Cada
uno honrando al régimen constitucional y sus leyes.
Por eso, todos estamos obligados a cuidar en estos
tiempos
difíciles
institucionalidad.
a
las
instituciones
y
a
la
Debemos aprender de la historia.
Debemos trabajar juntos.
No debemos culparnos
entre nosotros.
6
La historia misma nos ha enseñado dolorosamente
que cuando nos dividimos, privilegiando las posiciones
irreductibles, perdemos como Nación en tanto que los
adversarios de la legalidad ganan. El consenso
inspirado en el bien de los mexicanos y cobijado por la
Constitución, debe ser la meta.
Las instituciones de la República comparten, al
trabajar juntas y en armonía constitucional, la fuerza y
la unidad del estado mexicano.
La fuerza del Estado depende de ese trabajo conjunto,
realizado con un entendimiento claro de la función
constitucional que cada uno tiene asignada.
Después de la Revolución, México es una Nación de
legalidad e institucionalidad. Hoy, somos legalidad e
institucionalidad en democracia.
7
Recordemos
siempre
que
la
principal
tarea
constitucional y democrática del estado mexicano,
después de la Revolución de 1910, es la justicia.
La Suprema Corte de Justicia de la
Nación, los
Magistrados y Jueces Federales apelan a ese valor, a
ese proyecto, a ese principio, en cada una de sus
resoluciones.
Señoras y señores, la misión del Poder Judicial de la
Federación es responder a los retos que nos plantea
nuestra democracia: acercar la justicia al ciudadano,
facilitar su acceso, proteger sus derechos humanos,
dar certeza, dar seguridad.
El contenido de nuestra Constitución, nos obliga a
comprometernos más con la paz.
A recordar que
queremos avanzar en el sendero de la paz. Paz que se
construye teniendo como meta los intereses de la
sociedad, y soportada en la justicia de las leyes, la
tranquilidad y estabilidad de las instituciones.
8
Hoy, el Poder Judicial refrenda su compromiso para, al
amparo de la Constitución,
lograr esa misión, ese
proyecto nacional.
Muchas gracias.
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