LA CUESTION CHILENO- PERU AN A I.-EXPOSICION DE HECHOS ACERCA DEL PROBLEMA CHILENO -PERUANO. 2.- TACNA y ARICA VERSUS ALSACIA V LORENA. Por ERNESTO MONTENEGRO "'.:-~';CQDE L-\ REr;- ,f" - .. " ::::ucr:::c¡\ LUiS -I\NGEL !,,<'¡\'/ (~ATALOGACIOl\ ••e- ..~ SANTIAGO DE effi'LE 1 ~ 1 ~l LA CUESTION CHILENO- PERlTAN A I.-EXPOSICION DE HECHOS ACERCA DEL PROBLEMA CHILENO - PERU ANO. 2.- TACNA Y ARICA VERSUS ALSACIA y LORENA. Por ERNESTO MONTENEGRO - '-o"\;';\..-\0-,,1 ,~....•Dt:- L'i~ Rt:P~_ _. ~·t..·t:¡2 ~~'OT!?C¡\ LU;S - ANGEL I\i~i\i -, ~ CAl'.\LOGA CION SANTIAGO DE CffiLE 1 !~1 !l I EXPOSICION DE HECHOS ACEnCA DEL PROBLEMA CHILENO-PERU ANO Exposición de Hechos acerca dt~l Problema Chileno-Peruano Un puebla débil, un puebla m·)ralmente débil, es el peor vecino que p'Jede tocarle en suerte a una nación pacífica y próspera. Y si ese pueblo habita un vasto territorio, un suelo rico y productivo, mientras que el otro posee apenas una lonj a de tierra de riquezas naturales sólo explotables a fuerza de tra:bajo y energía, es fácil suponer que la incomprensión, los recelos, la envidia, de una pa.rte, y el espíritu de empresa del lado op :.lesta, lleguen tarde o temprano al conflicto y tropiecen por muchos años en el camino de la reconciliación. Como es bien sabido, Chile es el :nás pequeño de los países sud-americanos que se formó del antiguo dominio efpañol, con la excepción de Uruguay, Paraguay y Ecuador, que le superan, por otra parte en 10 que pudiéramos llamar riqueza natural espontánea. Era además absolutamente la nación más alejada de los grandes centros de cultura y de las rutas -1;- que a ellos conducen. Su suelo y su clima son propicios a la producción agrícola más variada, pero no producen las maderas preciosas, la goma o los frutos que hacen la vida fácil para el nativo del Trópico. Sus riquezas minerales, hierro y cobre, son de aquellas que requieren el vigor de una raza activa y sobria para rendir su balance de prosperidad. El otro país, su vecino, fué dotado de un territorio más vasto, cuya riqueza primitiva ha sido proverbial en la historia, desde los tiempos de Atahualpa y Pizarra, y cuya población fué originariamente muy superior a la de Chile. Pero 10 cálido del clirila de su litoral, la exuberancia de sus valles y florestas, favorecieron la indolencia del nativo, atrajeron al negro y al oriental, perpetrando ese producto híbrido de tantas razas inferiores que son realmente la mayor calamidad de ciertos países latino-americanos, una calamidad directamente responsable de esa debilidad moral a que aludo. Un vecino políticamente débil es no sólo un enemigo de sí mismo; es también el más molesto de los vecinos. Todos los países bien organizados lo saben por directa experiencia. Desde luego, 110 puede ser realidad el gobierno democrático en -9- un pueblo del cual la inmensa ma)'oría está constituida por una casta inferior, analfabeta y refractaria a los hábitcs de cultura y progreso. Sobre ella, los descendientes de los conquistadores q lIe se ban sustraído a la mezcla, forman un núcleo tan superior, tan ajeno a la naturaleza del resto de la población, que constituyen virtualmente una aristocracia del colar, un conglomerado de bandos o familias que se disputan entre sí el poder y las granjerías del gobierno. De a:.lí la perpetua fermentación política superficial, con un pueblo pasivo por com¡;arsa. los amagos de revol ución local, la desconfianza bóxer para el extranjero y las veleidades en la política internacional, especialmente con los vecinos. Es molesto para un hispano-americano señalar ciertos hechos con relación al carácter de una repÚblica hermana; pero tánta concepción errónea como se propaga en países alejados del nuestro por el espacio, la raza y el idioma, proviene en primer término de la confusié n de todas estas nacionalidades ea una sola idea, en esta definición superficial común: Latino-Americano. Por de contado, esta no es más exacto que el calificativo de yanquis aplicado a todos los habitantes de Estados Unidos, con desconocimiento - 10- de las diversidades de origen, de ambiente y de vida que diferencian al hombre de Maine del de Texas, al leñador de .:\1Ïnessotta del criollo de Luisiana, al nativo de California del virginiano, y a todos entre sí. Y se olvida con frecuencia que los pueblos latino-americanos habitan un territorio harto mayor que el de Estados Unidos -puesto que uno solo de aquellos países, el Brasil, le supera en extensión territorial. ¿Cómo no reconocer entonces que en climas tan diversos, Call naturaleza diferente y una base racial tan variada, las nacionalidades salidas <lei antiguo tronco español y los pueblos avasallados por él, no se hayan diferenciado y sigan siéndolo cada día más? Así, con la raza chilena formada por la mezcla de la bravía raza autoctona y los aventureros vascos y castellanos, se ha formado en el aislamiento de sus montañas un pueblo sufrido y orgulloso, de constitución homogénea, de grandes condiciones asimilativa~3 y notablemente emprendedor. Existe en el Perú, como en otros países tropicales, una pequeña minoría de la más refinada cultura, y una élite intelectual que están realmente entre 10 mejor que tenemos en la lengua castellana. Pero con esto mismo, no hace sino mostrarse más -Il - en evidencia el bajo nivel de la :nasa. J unto a este pueblo, hacia el su' vive en su angosto y prolongado territorio una raza diligente que ya pasó del período de los motines que acusa el estado embrionario de un país; que propaga por medio de la escuela primaria y del servicio militar una educación media eficiente en la vida democrática y constituciollal; que crea j unto con la conciencia nacional la de las responsabilidades ante los demás pueblos, e imprime a su conducta "ln sello característico de respeto a los t ~atados y a los compromisos financieros. LA EXPANSION INDUSTRIOS~ Este pueblo de hábitos laboriosos y espíritu emprendedor salvó pronto ~;us estrechas fronteras y fué como expl )fadar a la Patagonia, donde fundó con los europeos 12. industria ganadera; hizo conocida nuestra bandera en el Pacífco de California a Australia, y recorrió los desiertos de Tarapacá y Antofagasta en busca de riq uezas minerales, descubriendo incidentalmente los fabulosos mantos de salitre. Cateando esas agrías soled~,des a lama de mula, cortando la lama ele los puqltios para engañar la sed y sazonando sn galleta con agua de mar, ellos huellan -12- todo el desierto, fundan los primeros pueblos, instalan al aire libre los primeros fondos elaboradores de caliche y organizan con recuas de mulas el transporte hasta las caletas de la costa, pobres aldeas beduinas nacidas y dispersas a los vit'ntos de la fortuna. Ellos habían hecho de pioneers en esas zonas nominalmente gobernadas por Perú y Bolivia, pero que nunca habían recibido de esos gobiernos o de sus ciudadanos una iniciativa de progreso, aparte de la acción de sus receptores de contribuciones. Entonces vino el conflicto. Hasta 1879, Chile apenas si había dado al Perú el motivo de resentimiento que el débil vê en la protección del más fuerte de la familia. Desde los tiempos de la lucha por la independencia, Chile aparejó la Expedición Libertadora de San Martín, y una escuadra chilena, con oficiales y soldados chilenos aliados con argentinos vino a cooperar en la empresa libertadora de Bolívar, tomándose el último reducto de la dominación española en América. En 1838, Chile fué llamado de nuevo en socorro de la libertad del Perú por el presidente Garoarra a quien desposeía el fundador de la Confederación Perú- Boliviana, el tirano Santa Cruz. Y años después, poco antes del conflicto, todavía - 13- Chile demostraba su quijotesco amor a la independencia, haciéndose solidario con el Perú en su protesta a las impe,siciones de España, atrayendo sobre sí de este modo los ataques de la escuadra española a sus puertos indefensos (1866). Por este tiempo millares de ehilenos explotaban las riquezas minerale:; de los desiertos de Tarapacá y Antofaga sta, llevando allí sus capitales o stl fsfller7.0 personal para cooperar con otros extranjeros en 10 que ahora es una de las más grandes industrias del mundo. Son bien conocidas en todas partes estas resistencias sordas o desem boza das a la iniciativa de los hombres emprendedores que salen a países extranjeros. Las grandes expectativas puestas en evidencia por c'1Ïlenos y enropeos, despertaron la codicia de caudillos bolivianos y las hostilidades sardas de los peruanos, que lm'go se manifestaron en planes de confiscadón de la industria o en proyectos de ilegajes impuestos sobre sus nacientes explotaciones. El Perú fomentaba estas expoliaciones y activaba sus intrigas a fin de envolvernos en conflicto con Argentina. Nllcstra diplomacia denunció la coalición, y Chile fué a la guerra contra des países que 10 doblaban en hombres y en recurso~. Los sucesos de la guerra son más o - 11 ~ menos conocidos. Comienza la lucha en el mar, para imponerse a un enemigo lejano; y después de desbaratar la escuadra, Chile tiene que luchar todavía por meses con las incursiones piráticas de buques hábilmente manejados y de andar superior a los nuestros. Viene entonces la conquista de la pampa salitrera, la marcha mortífera a través del desierto, con servicios mal organizados y escasos de elementos,- y por último la coalición desbaratada en Tacna (1880). Chite ofrece la paz; pero el Perú con~ fiándose de nuevo a la intriga internacional, trata de escamotear la victoria. Sus planes fracasan con las grandes potencias y se produce la invasión del Perú, al que los chilenos ocupan por tres años en espera de que salga del caos un gobierno capaz de imponerse a las facciones y montoneras. Chile obtiene las naturales compensaciones a que puede aspirar un pueblo que ha empeñado su porvenir en una guerra a que se le provocó, reconociéndose la legiti mi dad de sus aspiraciones a que se le deje segqir explotando libremente una riqueza que representa el bienestar de muchos pueblos, y compartiéndola con los hombres animosos de todo el mundo; acabar con el espíritu de chantage de - Ji)- gobiernos personales y con el bóxer que recela del extranjero y envidia sm éxitos sin oponer ellos su propia iniciativa y esfuerzo en el trabajo. Estados Unidos tiene un papel activo en estas negociaciones, y sus propios agentes aconsejan el procedimiento de cesión disimulada de Tacna y Arica en forma de plebiscito, para no caner peligro de revuelta. En realidad, se ;mjiere el caso de las cesiones mejicana~ como precedente. Los BONOS DEL DESIERTO Por cerca de cuarenta años Clile ha permanecido en posesión de esos territorios, y a su esfuerzo o a la protecC'Íón de sus instituciones, se ha desarrollado una riqueza portentosa, que representa el pan de los países densamente poblados y trabajados de Europa y el lejano Oriente. Centenares de individuos de raza enropea han amasado millones en las sali~reras, o en las minas, incluyendo a ciertas familias peruanas que antes de la :~uerra habían heredado pertenencias que de nada les servían en su pobreza, pero que apenas el espiritu emprendedor de dilenos y extranjeros dió libre vuelo a la industria, les permitió vender sus parcElas de -)1; - desIerto a los capitalistas extranjeros. Y son precisamente algunos de estas peruanos los que fomentan la agitación contra Chile, enviando dinero al PerÚ para mantener la propaganda o presentándose ellos como campeones de la reivindicación. Desconociendo voluntariamente el hecho de que bajo la soberanía peruana esos territorios nunca ofrecieron prosperidad ni seguridad a propios o extraños, esos peruanos llevan uua propaganda insincera nada más que por el beneficio que pueda traer a sus ambiciones políticas o para hacerse fácilmente una carrera social en los altos círculos de Lima; penetrando a ellos bajo la relumbrante coraza del patriotismo. ~o es extraño que esta propaganda desleal exaspere a una parte del pueblo chileno, especialmente en el propio terreno donde sufre la competencia desigual de peruanos y bolivianos que tra baj an por un salario que basta para sus necesidades primitivas, y la intriga social de los que viven en los puertos salitreros. Los antiguos desiertos solitarios donde no vivía un solo blanco, se han convertido en los Últimos treinta y cinco años en un emporio de riqueza y actividad, con ciudades pr6speras. pnertos de población cosmopolita y 1111 capital en industria que - 17 -- no baj a de los quinientos millones y en -cuyos beneficios participan principalmente ingleses, americanos, alemanes, italianos, yugo-eslavos, franceses, chilenos, etc. En la zona minera de más al intt~rior, en las sierras cordilleranas, empresa, como la de Chuquicamata han fundado un establecimiento de valor de milloIH's de dollars, que representa la más vasta explotación minera de Sud America. Allí norteamericanos y chilenos trabajan en buena armonía, y cada día que pasl el chileno alcanza posiciones de mayor COIlfianza y responsabilidad. LA CONQUISTA PACÍFICA A la conquista militar de esos territorios, ardua y sangrienta como fué, sucedió aún más dura que la anterior, la conquista civilizadora, que es la justificación de la otra cuando reporta 1I11 bien al mundo en general. Un ferrocarril longitudinal construido por el estado comunica al norte con el centro del pa:'s, en una extensión de dos mil kilómetros; dos ferrocarriles internacionales, de los cuales el de Arica fué const:nido por =1 Est3do, 110S liga, a Bolivia, dallno a este país un doble acceso al mar. Escuela·;, - ll;- cortes de justicia, servicios de beneficencia, bigiénicos y hospitalarios, además de grandes obras de puerto. boy en vías de construcción, contribuyen a tlesarrollar el progreso en el norte de Chile. Estos hechos se presentan bien claros aÚn a la mirada fugaz del viajero que va por la via de Panamá a 10 largo de la costa del Pacifico. Tras una fatigosa marcha de cabotaje por los puertos de la desolada costa del Perú, Arica es la primera población que presenta un aspecto limpio, población bien edificada de blancas construcciones con verdes avenidas de vegetación subtropical, sobre la que resaltan los vivos colores del tricolor chileno. Arica y Tacna fueron las materias primitivas de litigio; pero ahora el PerÚ supone que los Aliados harán restituírle l'arapacá. Es verdad que existe un tratado solemne suscrito por el Perú en que reconoce que l'arapacá es una de esas compensaciones de que habla el Presidente Wilson como la pena necesaria aplicable a los provocadores de guerras. Pero el PerÚ 110 reconoce precedentes históricos y en su pasión cree que los Aliados están prontos a rehacer la historia. ¿Se imaginan ellos que la debilidad actual de - l~j- un pueblo justifica hasta su conducta del pasado? La verdad es que de acuerdo con esos preceùentes internaci :males, el territorio de Tacna y Arica fue dej ado como una zona de seguridad entre la región salitrera y los levantamientos internos o internacionales de más al norte, poniendo algunas decenas de kilómetros de espacio entre la abierta ruta (~e1desierto salitrero y los ataques de bandas revolucionarias que pudieran surgir cualquier día y destruir en algunas horas maquinarias y salitre por valor de muchos millones, retardando por 10 menes esa corriente de fertilizante que el mundo exige constantemente. ¿Cuál fué la razón para dejar es:: tropiezo en el camino de la reconciliación? No es posible ver ventaja para Chile cn la posesión temporal de una zona que formaba parte del desierto salitrero; y que en realidad era más bien una carg-a en el Tesoro. El abandono en que el Perú había dejado siempre esos territorios explica que algunos años antes se produjera un movimiento separatista, con tendencia a incorporarse a Bolivia. Pero hoy el valor de Tacna y Arica, ciudades prósperas, saiubres y ligadas por ft~rrocarril entre sí y con un ferrocarril IIue - 20- atraviesa la meseta andina a La Paz, con renta de aduana debida al tráfico internacional, hace de ellas prendas codiciables. Solo que entonces no se vé qué interés razonable pudo guiar a Chile para aceptar esa clase de presente griego, darle vida y retornarlo al vencido. Sea como fuere, los cambiantes gobiernos peruanos de después de la guerra vieron pronto un recurso en este fenómeno internacional, que les servía para encarrilar las pasiones del pueblo, clamar al lobo y conseguir sus fines en la política interna. Si ha habido un gobierno que ha pretendido negociar con franqueza para encarar el problema, se le ba visto caer pronto bajo la impopularidad de una opinión formada por una añeja prédica de odios. Contra ella se han estrellado también todos los esfuerzos de Chile, sus misiones especiales a Lima y sus planes de concordia americana. Nó. Los peruanos de hoy quieren el plebiscito aplicado a su manera, con exclusión de los chilenos y extranjeros y el voto de analfabetos. Un americano de Estados Unidos, cuyo orgullo más noble consiste en reconocer como hermano de patria a todo hombre honrado que llega a vivir en su suelo y acepta el imperio de sus leyes, no reconocerá este criterio es- -:¿l - trecho; pueblos pero él es frecuente en ciertos provinciales de América. POLITICA DE OPORTUNIDAD Y de repente, al vislumbrarse la victoria de los Aliados, el Perú comienza una agitación internacional de prensa que tiene todo el carácter de un complot contra Chile, para demostrar que ha 1l1~gado la hora de las restituciones, no tan solo de Tacna v Arica, sino también de Ta'rapacá. ¿Y el tratado de Ancón? Chiffon de papier, sin duda. Y los diez mil muertos y los millones perdidos por Chile por causa de una confabulación tra:nada contra sus intereses y contra su ILisma vida como nación? Sería cosa de levantar un plebiscito entre los residentes extranjeros dto Tarapacá, a ver si toleraban siqt1ie:~a la suposición de que esas regiones pa:;aran a gobernarse por el régimen peruano, al arbitrio de sus caudillos y bajo sus métodos aduaneros y de administnción pública. Lo mismo daría levantar un plebiscito en California o en nuevo Mèjico, a ver si desea ban seguir baj o la protección de la bandera estrellada, o si rechazando el voto de todos los settlers de raza no hispánica. preferían ellos llamar ~. un - 22 -- caudillo de la calaña de Villa o Zapata. Chile, porsu parte, quiere como siempre arreglar sus diferéndas internacionales; y después de concluir tratados de arbitraje con Argentina y saldar sus cuestiones con Bolivia, aspira a modificar el criterio peruano por la persuasión, haciendole comprender que el plebiscito debe estar de acuerdo con las circunstancias que 10 informaron y no con los criterios adventicios que puedan irse presentando a fuerza de dilaciones, convencido aquel de (lue los criterios oportunistas no pueden ofrecer ningÚn arreglo estable. Sus aspiraciones tienden a cerrar el período de la paz armada y consagrar sus energías al incremento de la instrucción, a aumentar sus caminos y ferrocarriles, abrir canales de regadío y mejorar sus puertos; porque comprende que la intriga internacional. las confabulaciones con tratados secretos, esterilizan a las naciones, y sólo vale concentrar Jas fuerzas, y trabajar sin odios ni rencores. JI TACNA ARICA y versus ALSACIA y LOREN A Un paralelo que es un espejismo BANCO DE LA REPUBUCA BIBLIOTECA LUiS - t,NGCL ARftNGO CATALOGACION TACNA Y ARICA versus LOREN A ALSACIA Un paralelo que es un espejismo En la vida literaria de algunos países de Hispano-América se halla muy arraigado el hábito del paralelo breve y ntundo entre los maestros de Europa y sus imItadores criollos. Cuando alguien publica un libro, o siquiera una sarta de versos, siempre hay un amigo que saL~ por ahí diciendo: «Nuestro autor ha escrito páginas que recuerdan a Zola, o a Hugo, o a Daudet». Si su amistad está biEn correspondida, aún dirá: «Hugo, Zola o el otro habrían firmado sin vacilar el volumen de Fulano González». Y si se trata de un rimador, no faltará quien se '~xalte para exclamar: «El alma atorment2.da de Baudelaire, o de Verlaine, encarna en esas rimas vibrantes de dolor y de misterio» . El procedimiento es elemental, y cualquiera apariencia externa basta para aplicarlo. Así, por ejemplo, Zola tiene dertas - 28 - páginas mal olientes; alIi está para conjurar su memoria una fatigosa descripción de podredumbre bajo el sol fermentador del Trópico. Cualquier antítesis será digna de Hugo, y el primer balbuceo de un efebo portalira será digno de la frase afiligranada de D' Annunzio; cuando no se corta por 10 más derecho con toda desfachatez y se pronuncia: «esta estrofa es de un Byron menos desordenado, y esta otra nos hace recordar el estilo marmóreo de Leconte de L'Isle, con sangre más caliente en las venas del marmoh. En la política sentimental y retórica de algunos países de América, la transpo-' sición del procedimiento literario ha venido por inspiración natural. Una coincidencia de épocas ha bastado en algunos casos para crear Napoleones de pega, o Machiavelos que se pierden de listos. Y por 10 que se refiere a casos de proyección internacional, ahí tenemos al PerÚ que clama para Tacna y Arica un puesto de paridad con la situación jurídica, política y social Única que tenían hasta hace poco Alsacia y Lorena. Tacna - Arica- Alsacia - Lorena! No sondamos todavía; prosigamos con toda la seriedad posible. Examinemos primero las semej anzas, y tomémolas por 10 que valen. En buena psicología, el parecido en la construcción de sus nombres apareados es un filón que indica de dónde provino la idea de asociar ambos casos. Pero no otra razón. La H enriada recuerda a La !liada, y los A mantes de Verona a los A mantes de Teruel ... En seguida, ocurre que ambos territorios pasaron a otrl) poder como resultas de una guerra. Eso es todo. Aquí comienzan las diferencias reales que hacen del paralelo Ulla sombra que se desvanece al hincharse de pretensión histórica. Mientras que AIsacia y Lorena fueron arrebatadas (-n cumplimiento de un plan deliberado al final de una guerra igualmente premeditao.a, y como gaje extraordinario después de pagada la más cuantiosa indemni!ación hasta entonces conocida, Tacna y Arica fueron entregadas con recurso a un plebiscito, y en realidad como el lote imp:oductivo que debía servir de zona de aislamiento para la parte del territorio solitrero perdida por culpa del ataque artero y alevoso del Perú. Eso es todo. Y sí empleando el recurso sentimental de llamar cautivas a Tacna y Arica, el escritor o el político peruano es interrogado sobre los horrores de ese cautiverio, qué ha de decir? A(lUi preci- -3()- samente comienza 10 grotesco de la comparación. De un lado tenemos a dos ricas regiones de Francia, donde hasta el polvo de los caminos es francés porque franceses son los huesos que se disuelven en él desde hace siglos; donde el idioma alado y flexible de la tierra gala era amordazado mientras se imponía hasta a los niños una lengua férrea y una disciplina social más rigida aún. Y por Último allí era donde dos razas, dos nacionalidades, y 10 que es más importante todavía, dos almas de cultura y hábito y sentimientos opuestos, entrechocaban día a día, hora a hora, sin un momento de tregua desde hácia cuarenta y ocho años. Ahora, en una región medio desierta de América, y ciertamente no muy bien demarcada tras la caprichosa subdivisión del dominio español, unas cuantas familias descendientes de los colonizadores en libre alianza con los nativos, formaban una comunidad aislada del Gobierno central y centralista del Perú. Entre la indiada indiferente u hostil, esas gentes llevaban una vida lánguida que no era más que una prolongación real del período de la colonia bajo la dependencia nominal de una República. El alejamiento que manifestaba su gobierno estaba bien co- - :31 - rrespondido por su propio desapege., y así vemos que en una ocasión tacneños yariqueños convienen en proclamar su desintegración del Perú y en pedir su incorporación a Bolivia, mientras que en otra ocasión es el gobierno peruano el que busca una fórmula para cambalacheaT esas provincias a Bolivia por algo más valioso por el momento. ¿ y esto, se preguntaría el lector extranjero que tuvlese ocasión de veri ficar tales antecedentes en la misma h sturia del Perú, esto es el precioso jirón de L;- ritorio cuya cautividad lloran los J e;~illias del Perú bajo los sauces hipotéticJS del Rimac? Esta, y nada más. Que nunca t'lVO el territorio de Tacna y Arica un valor material o racial, 10 prueban aún las negociaciones de la cesión temporaria. Si la fórmula del plebiscito hubiera sido aplicable en los términos que indica ahora el Perú, nos encontraríamos en la disyuntiva de admitir que el PerÚ daba de antemano por perdidas sus provincia~" porque de estar Chile de a~uerdo con la necesidad de aplicar la votación de cualquier modo, nada le hubiera sido más fácil que colonizar el territorio en los diez aiíos de plazo estipulado. O los peruanos de en- -- :¡:! -- tances tenían la memoria bastante fresca y sabían que mientras para ellos Tacna y Arica eran dos pequeños oasis perdidos entre la serranía y el desierto, serían para Chile como los baluartes de sus dominios inmediatos. La leyenda se ha creado más tarde, y de ella son por mitad autores los literatos y los políticos peruanos. Para aquellos el espectáculo de una nación como Francia, velando sus armas noche y día por sus hijas en rehenes; las procesiones enlutadas al monumento de Estrasburgo, el gesto vengador de Déroulede y las catilinarias de Barrés; el pensons y toujours; n' en parlons jamais, de Gambetta, todo eso sienta bien, es claro, como literatura, como política y más cuando se padece la manía de imitación o la de grandezas. Fué la oportunidad de los políticos peruanos, sobre todo, ansiosos de notoriedad, tentados de oportunismo, y escasos de doctrina para elevar los problemas internos sobre una plataforma bastante ancha y sólida. El Tacna y Arica les ha servido de juguete para el niÙo grande del populacho; y ha siclo en ocasiones la cometa que emboba la atención mientras el charlatán de feria escamotea el rcloj-o la libertad - del crédulo mirón. --:l~- En esta forma imitativa y artific:al se ha ido creando la leyenda de l'acna y Arica encadenada a la roca del dominiCi político de Chile, sangrando baj o la bota militar de un sátrapa delegado; anémica, estéril. Mientras tanto. los hechos ha.blan de poblaciones saneadas que se unen por el riel y se convierten en centros activos de sociabilidad y de tráfico; que til~nen escuelas para todos, chilenos, peruanos o extranjeros, y que aplican un mismo Códi~o para el amparo del hombre honrado y el castigo del delincuente, sea cual fue re su nacionalidad. ¿Acaso no es reveladora la declaración de todo el cuerpo consular de Tacna y Arica en reconocimiento de la perfecta equidad de la soberanía cbilena? Por qué, si nuestras leyes no prestan garantias al progreso, nunca fué más grande la afluencia de peruanos a l'arap;lcá que bajo la dominación de Chile y de 3US leyes? Pero hay más aún. Chile ha tolerado por treinta años la hostilidad de periodistas y politiqueras peruanos dentro del territorio bajo su dominio; ha soportado con cristiana resignación que los curas peruanos llevaran hasta el límite una propaganda en que aleccionaban a la indiada analfabeta, enseñándole que Tata-Dios consideraha - 34- unos réprobos a los chilenos, y que la salvación estaba sólo en jurar fidelidad d Perú ... y en pagar el diezmo a sus curas. ¿Es posible que haya allí conflicto de razas, de nacionalidad, de cultura? ; Es la preferencia del idioma castellano en"las escuelas, por ventura? Es la tiranía de la higiene y la imposición de la decencia en el vestir? Nó, aquí no hay un divorcio irrevocable de carácteres nacionales, como en el caso de Alsacia Lorena. El conflicto real de Tacna y A rica se halla entre el esfuerzo racífico de la civilización y la resistencia inerte de la barbarie. Aquí reside también el nudo de la dificultad, que ha retardado la celebración del plebiscito, pues mientras el Perú pretende que sólo tengan voto los nativos, en su mayoría analfabetos, Chile considera que cualquier hombre consciente y responsable que haya establecido allí su hogar y contribuido a la prosperidad actual del territorio, tiene más títulos que nadie a decidir qué leyes y qué bandera deben protegerIo. Pero el plebiscito mismo es para el Perú un nuevo pretexto. Supongamos que mañana el problema se resolviera en uno u otro sentido. ¿Es posible concebir a los políticos peruanos sin el argumento de - 3ñ --- las cautivas; se imagina un men!;aje sin alusión a la firmeza del gobierno en sus derechos; un mitin en que no se h'1ga un llamado al patriotismo contra las acechanzas del poderoso e implacable enemigo del sur? Otros pueblos emplean a sus vecinos como mira de estímulo para sus propios progresos, con un nobh~ interés de emulación en el ensanche de sn cultura o cuando más como un razünable alerta para el mantenimiento de sm propias fuerzas. Sólo el Perú ha discurrido emplear a Chile como un instrumento de odio y de rencor para sus fines de política lnterna. y para sus fines de política inh.'rnacional fué laboriosamente manufact urada la leyenda de una Alsacia Lorena Lmericana. Del interf!.acionalismo liberal de Gladstone al humanismo democrático de Wilson, las miras del Perú han estado siempre basadas sobre una compremión antojadiza de la ecuación Alsacia-Lorena-Tacna-Arica. En apariencia, la imagen es pasable. Pero si de la retórica volvemos a la realidad, la opinión liberal del mundo y especialmente los franceses, tendrían motivos para sentirse burlados de tal hermandad,que desfigura, no apoya la doctrina reivindicadora de Francia. ¿Qué hay de común, si no, entre las tierras densamente pobladas y ricamente cultivadas de los departamentos del Rhin, donde cada ciudad, cada granja y cada individuo representan· la herencia espiritual y material acumulada en un contacto secular con las ideas y la sociedad de Francia, y de este lado del mar, en un rincón de SudAmérica, un país con un territorio cinco veces mayor que el de Francia y con una población mixta total inferior a la de la capital francesa, de agricultura rudimentaria, de escasas industrias extranjeras, que tiene todavía inmensas regiones por poblar con gente civilizada y explotar con inteligencia; que podría emplear sus energías por un siglo por 10 menos en abolir la esclavitud en las zonas caucheras, los instintos antropófagos de los indios de las regiones del Marañón y las plagas pestilenciales de sus costas; un pueblo que carece de la fuerza expansiva de las naciones ya maduras y de esa personalidad que imprime un sello nacional relevante a cada partícula de suelo que alguna vez habitó su raza; qué hay de común, decimos entre franceses y peruanos, si no como historia, como idiosincrasia, como cultura, y, en consecuencia, cómo - 37·- es posible atreverse a hermanar AlsaciaLorena con Tacna y Arica? En Europa el caso era de sumisión de una raza a otro pueblo antagónico en su esencia; en América es s:.mple materia de colonización. Se trata aquÍ de reclamar tierras de la negligencia del indio, o pura y simplemente dE: ocupar el despoblado. Un territorio transformado en treinta años; con todas las d=mostraciones del progreso, en orden y en paz; eso es 10 que ha hecho Chile, y su falta ha 5ido la de no desplazar a los peruanos para estimular la ocupación chilena. La semE'janza o el preced=nte de este problema no debe buscarse en la compleja vida europea, en sus seculares conflictos de razas y de kultur, sino, en caso de hacerlo, en este mismo continente, donde el plano de acción de los distintos colonizadores y aborígenes es uno mismo. La consolidación de la conquista del Oeste americano por los Estados Unidos, ta'[ como la confirma el fruto de su labor civilizadora, es un precedente, el único precedente que podría invocarse con lógica y con verdad, si no fuera más propio todavía estudiar cada caso de la política internacional pura y exclusivamente dentro de este amplio cuadro: las razones y los intereses de ca- ~ 38 ~ da una de las partes tal como se cont,emplan en sus tratado, y las razones y los intereses del mundo civilizado en general. El asunto de Tacna y Arica, que artificialmente complicado y todo existe como conflicto politico ya enconado, lo cual sería absurdo negar, puede y debe solucionarse, y cuanto más pronto mejor; pero sería absurdo y más que todo imprudente, buscarle una solución de fuerza que dejara en uno u, otro país ese encono que degenera en intriga constante. Bastará para una solución pacífica y acertada que el Perú quiera allanarse a un procedimiento que permita cumplir fielmente el tratado de Ancon. No olvidemos que el respeto a los Tratados, su cumplimiento leal, la fe pactada responden a las necesidades y aspiraciones de todos los pueblos que tienen intereses morales o positivos en el acerbo común de la humanidad. Imprenta y Litografía de!a Penitenciaria