CAPÍTULO 46 CIRUGÍA DE APORTACIÓN DE FLUIDOS Juan Murube La aportación de fluidos al ojo seco tiene diversos sistemas, que pueden agruparse en 2 variantes: 1. Trasplantes secretorios — Trasplantes de glándulas salivales sin anastomosis vascular — Trasplantes de glándulas salivales con anastomosis vascular — Transposición de conducto parotídeo — Decantación interocular — Trasplantes de lacrimocitos — Trasplantes mucosos y epiteliales — Trasplantes de glándulas lípidas 2. Dacriorreservorios — Dacriorreservorios abdominales — Cisternoplastias principalmente urea, ácido úrico, creatinina, algunos aminoácidos (triptófano), seroalbúmina, glicoproteínas y enzimas (ptialina o amilasa salival, lisozima). Los componentes inorgánicos son principalmente cloruro sódico, cloruro potásico, bicarbonato sódico, fosfato monosódico y disódico, fosfato cálcico y sulfocianato potásico. Las características físico-químicas de la lágrima no son muy distintas de las de la saliva, según se ve en la tabla siguiente: 1. TRASPLANTES SECRETORIOS La experiencia ha mostrado que la saliva es bien tolerada por la superficie ocular, y ello se conoce desde milenios atrás (1). Substitución de la lágrima por saliva Peso específico Tensión superficial Presión osmótica pH Viscosidad a 37ºC Lágrima Saliva total 1.004-1.008 40 dinas/cm 300-310 mOsm/l 7,47 1 centipoise 1.002-1.012 15-26 dinas/cm 200-310 mOsm/l 6,75-7,25 2-3 centipoises Saliva Las glándulas salivales se dividen convencional y clásicamente en mayores (parótidas, submandibulares y sublinguales) y menores (labiales, genianas, linguales y palatales). En condiciones basales se produce aproximadamente 1 litro de saliva diario. Las parótidas producen el 15% del volumen lacrimal total, las submandibulares el 30%; las sublinguales, el 5%; y las menores, el 50%. Esta secreción no es de composición uniforme: la saliva parotídea es casi 100% acuoserosa; la submandibular es 90% acuoserosa y 10% mucosa; la sublingual es 10% acuoserosa y 90% mucosa; la labial, la lingual anterior y la geniana es acuoserosa y mucosa; la lingual posterior de von Ebner es acuoserosa y la de Weber es mucosa; y la palatal es mucosa. Estas variaciones composicionales resultan en diferencias bioquímicas y biofísicas. Así, la viscosidad de la saliva parotídea es 1,5 centipoises (cps); la de la saliva submandibular, 3,5 cps; y la de la saliva sublingual, 13 cps. La saliva total es una secreción multiglandular compleja, con variaciones cualitativas y cuantitativas superiores a las de la lágrima. Los componentes orgánicos de la saliva son 1.1. Trasplante de glándula salival sin anastomosis vascular En este tipo de trasplante se transfieren uno o varios fragmentos de glándulas salivares mayores o menores al espacio subconjuntival situado entre el tarso y el fórnix conjuntival. La nutrición del tejido transplantado se hace por la espontánea conexión de los vasos del lecho receptor con el tejido transplantado. Por ello, necesitan una extensa superficie de contacto. Los primeros autotrasplantes de glándulas salivales se hicieron experimentalmente en el Hospital Ramón y Cajal en conejos en 1983 (2), y después en humanos en 1984 y 1985 (2,3). Técnica Quirúrgica Bloque glándulo-mucoso salival. La mayor ventaja de los trasplantes glándulo-mucosos es que los lobulillos secretores mantienen la conexión al exterior de sus conductos excretores a través de su propia mucosa. Para este tipo de 442 Superficie ocular Figura 1: Esquema de autotrasplantes de glándulas salivales, sin anastomosis vascular, a la región glandular lacrimal o a la superficie posterior del párpado. Figura 2: Toma de un complejo glándulo-mucoso salival del labio inferior. trasplante de tejido glandular con su mucosa cobertora obviamente sólo se pueden usar glándulas situadas superficialmente, como las labiales, sublinguales o palatales (fig. 1). Figura 3: Extracción de una glándula salival sublingual. Cuando se toma glándula labial (3,4) (fig. 2) se evierte el labio con un forceps o una sutura translabial. Los lobulillos glandulares forman una capa casi continua que va desde el borde del labio hasta el sulcus gingivo-labial, y desde la comisura labial derecha a la izquierda. Frecuentemente los lobulillos son perceptibles en la superficie porque la evertir el labio hacen relieve o una gota de saliva aflora por su sialodoco. Sobre la mucosa labial posterior se delimita un área ovoide o rectangular de aproximadamente 2-2,5 cm horizontales y 1 cm vertical, y se incinde a partir de un punto. Se profundiza la incisión y van apareciendo los lobulillos glandulares. A partir de esto se profundiza hasta la superficie anterior* de los lobulillos procurando respetar su integridad, y se va separando el bloque glándulo-mucoso a extraer. Cuando se toma glándula sublingual (2,5) (fig. 3) se abre la boca con un separador bucal, se desplaza la lengua hacia arriba, y aparece el relieve de las dos glándulas sublinguales, una a cada lado del frenulum linguae. Como el conducto de Wharton de la glándula submandibular desemboca en sus * Siguiendo las normas anatómicas internacionales, las referencias de posición se hacen en todo este capítulo considerando al paciente en posición erecta de bipedestación, y no en posición quirúrgica de decúbito supino. Capítulo 46. Figura 4: Apertura de la mucosa del fórnix conjuntival súperolateral para implantación de un complejo glándulo-mucoso salival. inmediaciones, debe tratarse de identificarlo comprimiendo la glándula submandibular y observando donde aflora saliva por su sialodoco, y procurar respetar este conducto. Caso de que se hiera, lo más probable es que se regenere, pero cabe la posibilidad de que cicatrice obstruyéndose y produciendo una retención de secreción submandibular. Una vez extraído el bloque glándulo-mucoso de la boca, se transfiere al ojo. Los primeros trasplantes glándulo-mucosos los habíamos hecho con glándula sublingual, la cual fue llevada a través de una incisión en el fórnix conjuntival súpero-lateral (fig. 4) al lugar que ocupa la glándula lacrimal principal, dejando su superficie mucosa hacia el saco conjuntival (fig. 5) (2,3,5). Como hubo algunos casos de necrosis del tejido, pensamos que podría deberse a la falta de revascularización, y pasamos a hacer el trasplante en la cara posterior de los párpados superior e inferior. Para ello, se prepara un lecho cruento en el párpado (5). Se hace una doble eversión del párpado superior con un separador de Desmarres (fig. 6). Se secciona la conjuntiva a lo largo del borde septal del párpado en unos 2 cm de longitud, y se diseca del septum orbitale subyacente y músculo de Müller a lo largo y ancho de 1 cm de altura (fig. 7). A continuación, si se quiere un segundo lecho receptor, se hace una eversión simple del párpado inferior, y también se secciona la conjuntiva a lo largo de 2 cm siguiendo el borde orbital del tarso, y se diseca de su párpado igual que se hizo en el párpado superior. Así quedan preparados dos lechos receptores. El bloque glándulo-mucoso se coloca con las glándulas en contacto con el lecho músculo-septal y con la mucosa hacia la cuenca lacrimal conjuntival. La mucosa bucal del trasplante se sutura a la conjuntiva circundante (fig. 8). En éste o en un acto quirúrgico previo o posterior es conveniente ocluir los puntos lacrimales con parcheo conjuntival autólogo o con otro método (6), a fin de retener en la cuenca lacrimal la secreción salival que se produzca. Bloque salival exclusivamente glandular. Cuando se va a transplantar sólo tejido glandular, cualquier glándula salival puede ser donante [sublingual (5,7,8), submandibular (9), Cirugía de aportación de fluidos 443 Figura 5: Introducción del complejo glándulo-mucoso salival en la herida previamente hecha. Para ello se ha traspasado su porción profunda con una sutura, cuyos dos extremos se introducen por la herida fornicial y salen por la ceja, desde donde traccionan. Figura 6: Colocación del trasplante salival en la cara posterior de los párpados. Doble eversión del párpado superior con separador de Desmarres. Figura 7: Separación de la conjuntiva a partir del borde orbital del tarso. 444 Superficie ocular Figura 8: Colocación de complejos glándulo-mucosos salivales labiales en el lecho palpebral cruento. Figura 10: Trasplantes mucoglandulares de glándula salival labial, 2 meses tras la operación. Figura 9: Colocación de fragmentos glandulares sublinguales en el lecho palpebral cruento. Figura 11: Trasplante exclusivamente glandular de glándula salival sublingual, 2 meses tras la operación. etc.]. Se expone el tejido glandular elegido, y se extrae de él un bloque de aproximadamente 1 ó 2 ml. El bloque glandular se divide en varios fragmentos respetando en lo posible la integridad de los lobulillos. Cada lobulillo tiene aproximadamente 2 × 2,5 × 3 mm, o sea, 15 μl. Para colocar estos fragmentos glandulares salivales se prepara un lecho palpebral como en los trasplantes glándulo-mucosos, y a este lecho cruento se transfieren los fragmentos glandulares, con sus ductuli orientados hacia el borde tarsal (fig. 9). Una vez así dispuestos, se cosen con 1 ó 3 suturas absorbibles al borde tarsal, y se repone la conjuntiva sobre ellos. Finalmente, se inyecta un antiinflamatorio corticoideo en los tejidos adyacentes, y se coloca una lentilla corneal terapéutica para evitar que las suturas dadas puedan dañar la córnea. A los 2 meses, la supervivencia del trasplante puede considerarse definitiva (figs. 10 y 11). El proceso de regeneración del tejido glandular fue estudiado por Moriche et al (10-12) en glándulas sublinguales de conejos, mostrando una primera fase de necrosis parcial, seguida de una fase regenerativa durante las semanas siguientes. La regeneración más efectiva se hace en los acini en contacto con tejido muscular. Postoperatorio El ojo operado debe ser ocluido durante varios días para facilitar su reposo, disminuir la inflamación y facilitar la revascularización a partir del lecho palpebral (figs. 10 y 11). Resultado La secreción producida por estos trasplantes es escasa, y la prueba de Schirmer-Jones (es decir, la prueba de Schirmer con anestesia tópica) aumenta en aproximadamente 1 mm en casos de glándula sublingual (que es mayoritariamente mucosa), un poco más con glándula submandibular (que tiene más componente acuoseroso), y alrededor de 3 mm con glándula parótida (que es casi totalmente acuoserosa). La secreción no aumenta con la estimulación refleja o la emocional porque el tejido trasplantado queda denervado, pero mejora con instilación tópica de gotas de pilocarpina o ingestión oral de tabletas de pilocarpina. Hay varias pruebas para determinar la supervivencia del tejido glandular trasplantado y la cualidad de la lágrima: 1) La Capítulo 46. Cirugía de aportación de fluidos 445 mejoría de los síntomas y signos de sequedad de la superficie ocular. Esto es impreciso, pero sugerente. 2) Biopsia de la glándula transplantada (5,7). Esta es una prueba clara de supervivencia del trasplante, pero no debe ser repetida, debido al escaso tejido transplantado. 3) El aumento de los niveles de amilasa en el líquido tomado del mar (9,13). En casos de trasplante de glándula submandibular se han encontrado valores de 5.147 U/l en el ojo transplantado, mientras que en el ojo no transplantado de los mismos pacientes daban una media de 943 U/l. Indicaciones No merece la pena hacer un trasplante glandular salival en los pacientes de ojo seco que tienen una gravedad clínica de grado 1 (subclínico) ó 2 (con síntomas habituales), pero sí en los de grado 3 (síntoma y signos reversibles), porque la moderada mejoría secretoria puede ser suficiente para el paciente, y porque el trasplante es fácil de ejecutar. Respecto a la etiopatogenia, los mejores casos son aquellos que tienen unas glándulas salivares normales o al menos están escasamente afectadas. Por ello, los mejores pacientes son los que sólo tiene xerosis lacrimal [la mayoría de ellos, de etiopatogenia inflamatoria, traumática o congénita (2)]. En los casos moderados de multiexocrinopathia sicca (etaria, homonal, farmacológica), las glándulas salivales pueden usarse si no están muy afectadas y la sequedad lacrimal no es muy severa. En los casos de afectación multiexocrina autoinmune, como los síndromes de Sjögren, esta técnica no debe practicarse (4,8,14,15), pero sí puede hacerse en las formas autoinmunes que afectan al tejido mucocutáneo y no al glandular, como en algunos penfigoides, síndrome de Lyell, o síndrome de Stevens-Johnson (2). Así como el autotrasplante de glándulas lacrimales o salivares sin anastomosis vascular es de fácil prendimiento y supervivencia, no ocurre lo mismo con los alotrasplantes, que se han efectuado muy raramente (13), pues necesitan un tratamiento inmunosupresor permanente. 1.2. Trasplantes de glándula salival con anastomosis vascular Estos trasplantes permiten transferir una masa glandular salival relativamente grande y compacta. Hasta el presente sólo se han publicado los de glándula salival submandibular (fig. 12). Los primeros autotrasplantes de glándulas salivales con anastomosis vascular se hicieron al mismo tiempo que los sin anastomosis (2,3). La supervivencia de las glándulas transplantadas se ha confirmado en modelos animales y en humanos (8,15-23). Técnica quirúrgica Primero se prepara el lecho receptor. El pelo de la región temporal y parietal se afeita, y la superficie cutánea se limpia con povidona yodada al 10% (Betadine. Lab. Viatris. Burdeos, Fr.). Figura 12: Esquema de autotrasplante de glándulas salivales con anastomosis vascular a la fosa temporal. Se hace una incisión horizontal de 6 cm de longitud en la piel que cubre la fosa muscular temporal, aproximadamente 2 cm más alta que el nivel de la ceja . Los vasos temporales superficiales —arteria y vena— son identificados, aislados, lañados y seccionados. Después se extraen 6-10 ml de la masa muscular temporal que ocupa la parte anterior de la fosa temporal en contacto con la pared orbital ósea lateral. La pared orbital se taladra con una fresa de broca justamente por detrás del reborde orbital y sobre el nivel de la comisura palpebral lateral (fig. 13). Se penetra en el saco conjuntival a nivel del fórnix súpero-lateral. Esta maniobra debe hacerse protegiendo el globo ocular con una espátula para evitar que un imprevisto avance de la fresa pueda alcanzar el ojo. Para más seguridad, puede hacerse una incisión en la comisura palpebral lateral y hacer la comunicación en dos trayectos: el primero atravesando el hueso, y el segundo atravesando las partes blandas hasta el fórnix conjuntival. Una vez que se ha creado una comunicación entre la fosa temporal y el saco conjuntival de la cuenca lacrimal se coloca momentáneamente una gasa húmeda en la fosa temporal. Así queda preparado el lecho quirúrgico que en la última parte de la cirugía va a recibir la glándula salival. Después, se transfiere el campo quirúrgico a la región submandibular (fig. 14). Se hace una incisión cutánea de 446 Superficie ocular Figura 13: Apertura de la fosa temporal. Extirpación de la parte anterior del músculo temporal. Perforación de la pared ósea orbital anterior para comunicar la fosa temporal con el fórnix conjuntival súpero-lateral. Figura 14: Apertura de la región submandibular. Aislamiento de la glándula submandibular y su conducto. 3 cm siguiendo la parte interna de la rama horizontal del hueso mandibular justo por delante del ángulo mandibular. Se penetra a través del músculo platysma myoides. Se localiza la rama maxilo-bucal del nervio facial, se desplaza sin tensarla y se expone el polo posterior de la glándula submandibular. La manipulación del nervio debe hacerse cuidadosamente porque su distensión puede provocar una paresia homolateral de la boca durante varias semanas, y su sección, una parálisis permanente. Se diseca la superficie de la glándula submandibular. En esta disección de identifica el ganglio submandibular, que está pegado a la glándula. Aparece como un grano de arroz blanco. Se cortan sus raíces proximales con el nervio lingual, dejando el ganglio pegado a la glándula, de forma que la glándula quedará con una denervación pregangliónica. Una vez que se ha completado el aislamiento de la glándula, se continúa la disección a lo largo del conducto submandibular (o de Wharton), que tiene unos 4-5 cm de longitud, hasta alcanzar la cavidad bucal en la región sublingual al lado del frenulum linguae. Puede dejarse incorporado un disco de mucosa bucal que rodea y se continúa con la desembocadura del conducto submandibular con el fin de aumentar su longitud y facilitar más tarde su sutura a la conjuntiva. (fig. 14). La arteria y vena principales de la glándula, ramas de las arteria y vena faciales se aíslan y cortan un poco separado del cuerpo glandular. Entonces se extrae la glándula con su conducto submandibular (fig. 14). La glándula tiene el tamaño de un almendra y pesa unos 8 g. Inmediatamente se perfunde la arteria glandular principal con una solución fría a 5°C de Perfadex (Dextran. Lab Kabi. Suecia) con heparina, para eliminar de su interior posibles coágulos, y la pieza se transfiere al lecho previamente preparado en la fosa temporal (fig. 15). La arteria y vena glandulares se inosculan respectivamente con la arteria y vena temporal superficial (fig. 16). Los vasos temporales son de calibre bastante mayor que los submandibulares. Cada inosculación necesita aproximadamente unos 20 puntos de sutura independientes de nylon 100, que deben darse bajo microscopio quirúrgico y preferiblemente con la ayuda de un cirujano vascular. Una vez terminadas la suturas se quitan los clamps de los vasos temporales, y si se escapa sangre por la anastomosis vascular, se corrige con nuevas suturas. El conducto submandibular y su disco terminal de mucosa bucal sublingual se pasa a través de la osteotomía previamente hecha en la pared lateral de la órbita hasta alcanzar el fórnix conjuntival súpero-lateral. La periferia del anillo de mucosa bucal se cose a los bordes de la herida hecha en la conjuntiva. Finalmente, se cierran las heridas cutáneas hechas en las regiones temporal y submandibular (fig. 17). Postoperatorio y evolución Figura 15: Trasplante de la glándula submandibular a la fosa temporal. Durante el postoperatorio el paciente debe ser tratado con antibióticos, antiinflamatorios, y con perfusión endovenosa de un expansor de plasma (Rheomacrodex. Lab. Capítulo 46. Figura 16: Anastomosis de los vasos temporales superficiales con los de la glándula submandibular. Conexión del conducto submandibular a fórnix conjuntival. Cirugía de aportación de fluidos 447 Figura 17: Cierre de la herida. Fresenius Kabi. España) que se mantendrá durante varios días. Se añadirán anticoagulantes durante un mes para mantener el tiempo de protrombina en valores entre 10 y 20 segundos para prevenir oclusiones vasculares en el trasplante. En el caso de alotransplantes (3) se añadirán inmunosupresores. La glándula transplantada mantiene su vitalidad (fig. 18), pero queda funcionalmente con una denervación parasimpática pregangliónica por la sección de las ramas procedentes del nervio lingual, y una denervación ortosimpática postgangliónica por la sección de las arterias nutricias. Esto hace que la produción salival de la glándula transplantada sea escasa, y que no siga el ritmo prandial. Indicaciones El trasplante de glándula salival requiere que la glándula donante esté sana o al menos no muy afectada. Cuando la sequedad lacrimal es parte de una panexocrinopathia sicca, las glándulas salivales suelen estar afectadas al mismo tiempo que las lacrimales, y en tal caso el trasplante, aunque posible, debe ser cuidadosamente sopesado. En casos de afectación ligera, como suelen ser las panexocrinopatías etarias, las hormonales y las farmacológicas, la afectación de las glándulas salivales no suele ser severa. Pero en los casos autoinmunológicos, especialmente en el síndrome de Sjögren, la afectación salival suele ser mayor. Los trasplantes salivales con anastomosis vascular son complejos, y por ello sólo están considerados en casos de severidad grado 4 (síntomas + signos irreversibles) o 5 (lo mismo, más minusvalidación visual). Como la secreción de las glándulas salivales es distinta de unas a otras, es conveniente considerar el tipo de deficiencia lacrimal, según la clasificación ALMEN. Así, para una Acuodeficiencia el trasplante de una glándula submandibular o de una parótida es más apropiado (14) que el de una sublingual. Figura 18: Escintilografía con Tc99m de la cabeza, localizando la glándula en posición temporal. 1.3. Transposición del conducto parotídeo Filatov et al (24), cuando el primero de estos autores tenía 75 años, publicaron en 1951 el tratamiento de la sequedad lacrimal mediante la transposición del conducto parotídeo (o de Stenon) al saco conjuntival (fig. 19). Su técnica original tuvo cierta extensión en la década de los 60, pero hoy apenas es practicada pese a su relativa aceptabilidad. La técnica original ha sido modificada por diversos autores, siendo las dos variaciones más útiles, primero, el cambio del 448 Superficie ocular Figura 19: Esquema de la transposición del conducto parotídeo derecho al fórnix conjuntival ínfero-lateral. Figura 21: Disección del círculo mucoso y del conducto parotídeo. Figura 20: Identificación por vía endobucal de la desembocadura del conducto parotídeo. Delimitación de un círculo de conjuntiva bucal alrededor de la desembocadura. abordaje original por vía cutánea preauricular por el abordaje por vía intrabucal, y segundo, el alargamiento del conducto parotídeo con el anillo de mucosa bucal que circunda la desembocadura del conducto. Técnica Quirúrgica Anestesia general. Apertura de la boca con separador abrebocas. Se identifica la desembocadura del conducto parotídeo en la cara lateral de la pared bucal a nivel del segundo molar superior. Cuando la desembocadura no es visible, la compresión externa de la glándula parotídea sobre la piel hace aparecer una gota de saliva en la desembocadura del conducto. Se puede dar un punto de sutura ante la desembocadura para identificar su posición, pues es posible que tras varias compresiones parotídeas no se expulse más saliva. Alrededor de la desembocadura se marca con lápiz de violeta de genciana un círculo de 1-1,5 cm de radio (fig. 20). La circunferencia del círculo se incinde con bisturí o tijeras, y la mucosa bucal se diseca desde la periferia del círculo hacia la desembocadura del conducto parotídeo hasta alcanzarla sin dañarla. Se introduce una sonda en la desembocadura del conducto hasta donde suavemente pueda llegar, teniendo cuidado de no hacer una via falsa. Entonces, se continúa la disección con tijeras del conducto parotídeo a lo largo de 3-3,5 cm, entre los músculos buccinator, masetero y cigomático. La anchura del conducto es de unos 3 mm (fig. 21). Desde la parte más profunda del túnel de disección del conducto parotídeo se inicia una nueva disección en dirección ascendente, que corre dejando el músculo masetero por dentro y el tejido subcutáneo facial por fuera, hasta alcanzar el fórnix conjuntival ínfero-lateral, en el que previamente se ha hecho una incisión de 1 cm para recibir el túnel de disección iniciado desde la cavidad bucal (fig. 22). En la cavidad bucal se vuelve a retomar el conducto parotídeo disecado. Se pasan 4 suturas independientes, simétricamente distribuidas por los bordes del anillo mucoso bucal que rodea y se continúa con la desemboca del conducto parotídeo. Así quedan 8 terminales de hilo, cada una de Capítulo 46. Cirugía de aportación de fluidos 449 las cuales debe tener al menos 5 cm de largo. Los 8 terminales, unidos, son aprisionados por la punta de una pinza mosquito e introducidos a lo largo del túnel de la pared bucal hasta emerger en la abertura del fórnix conjuntival. Allí se tracciona de los hilos hacia el ojo, de forma que el infundíbulo de mucosa bucal y el conducto parotídeo son arrastrados hacia el túnel y emergen en la cuenca lacrimal. La circunferencia del anillo de mucosa bucal es suturada con 4-8 puntos a la apertura de la conjuntiva fornicial. Posibles complicaciones intraoperatorias son la sección accidental del conducto parotídeo o de lóbulos secretorios de la glándula parótida, lo que puede producir un escape de saliva y un consecuente seroma. El seroma puede evolucionar desde la reabsorción y cierre espontáneo a la infección. Si en unos días no cura es conveniente hacer una cirugía derivativa hacia la cavidad bucal. Postoperatorio, evolución y resultados Los puntos de sutura se retiran 7-10 días después. Al mes, la mucosa bucal de la desembocadura del conducto parotídeo apenas es distinguible de la conjuntiva del fórnix (fig. 23). Una complicación postquirúrgica es el entropión de la mitad lateral del párpado inferior, producida por la tracción del conducto parotídeo, cuando su disección o la prolongación con mucosa bucal han sido cortas, o cuando el desagüe en el fórnix inferior se ha hecho demasiado anterior. Otra complicación postquirúrgica es la restricción de los movimientos de sursumducción del ojo por tracción del conducto cuando se ha insertado demasiado posterior en el fórnix conjuntival. Tras la derivación del conducto parotídeo, la humectación de la cuenca lacrimal no sólo es suficiente, sino excesiva. Esto conlleva la detención de las lesiones de superficie ocular provocadas por insuficiencia acuosa, y el retroceso de algunas de estas lesiones; pero también, algunas molestias de epífora. La cantidad de secreción salival aumenta cuando el paciente estimula su secreción por apetito, comer o hablar. La epífora asociada a la actividad prandial se conoce como «lágrimas de cocodrilo». El nombre de lágrimas de cocodrilo se basa en la observación circa 1369 de Jean de Mandeville (25) de que los cocodrilos lloran cuando devoran el animal que ellos mismo han matado. Por ello, se denominaron lágrimas de cocodrilo a las derramadas por el mal que el propio derramante ha o está haciendo. Hoy se sabe que tales lágrimas se producen normalmente en algunos reptiles porque las derivan hacia la boca y garganta y sirven para deglutir el bolo alimenticio. Las lágrimas de cocodrilo de los pacientes con transposición del conducto parotídeo suelen persistir con pocos cambios durante toda la vida. La secreción puede mejorar tras seccionar el nervio aurículo-temporal, pero a menudo hay variantes topológicas de las vías inervatorias de la parótida que limitan el efecto beneficioso de la denervación. En tales casos, debe decidirse si se reopera y devuelve el con- Figura 22: Disección de un túnel subcutáneo entre la boca y el fórnix conjuntival, por donde se arrastra el círculo mucoso y el conducto parotídeo hasta la cuenca lacrimal, donde se suturará. ducto parotídeo a la cavidad bucal, considerando si el paciente prefiere mantener la molestia del lagrimeo (que suele hipervalorar) o retornar a los problemas preoperatorios (que suele haber olvidado). Figura 23: Desembocadura del conducto parotídeo en el fórnix conjuntival ínfero-lateral, unos meses después de la cirugía. 450 Superficie ocular inmunopática) porque una parótida normal segrega unos 75 ml/día, y la superficie ocular necesita sólo 1,5-3 ml/día, de forma que una moderada hiposecreción parotídea puede ser suficiente para una buena humectación de la superficie ocular. Además, la secreción de la parótida es acuoserosa, y sus característica biofísicas son algo parecidas a las de la lágrima. 1.4. Decantación interocular La decantación interocular es el trasvase de la lágrima desde la cuenca lacrimal de un ojo (ojo donante) a la del ojo contralateral (ojo receptor), cuando en el primero sobra humectación y en el segundo falta (fig. 24). Técnica Quirúrgica Figura 24: Esquema de decantación de la lágrima de un ojo a otro, en un paciente en el que se había hecho previamente una transposición de conducto parotídeo. Figura 25: Apertura de los tejidos blandos de la hemicara donante entre la región lacrimal y el surco del alanasi. Exposición del hueso maxilar y extirpación de la pared del ductus lacrimo-nasal. Aislamiento del ductus y de la pared mucosa intranasal que le continúa. Indicaciones La transposición del conducto parotídeo debe efectuarse sólo en casos de gravedad clínica 4 ó 5. La etiopatogenia de estos casos suele ser inmunológica (síndromes de StevensJohnson, penfigoide ocular cicatricial, pénfigo foliáceo con afectación ocular), traumática (extirpación o irradiación de la glándula lacrimal), o denervación eferente (parálisis facial pregeniculada, lesión de vía lacrimosecretora postgeniculada). La transposición del conducto parotídeo es eficaz incluso cuando la parótida está implicada en un síndrome de multiexocrinopathía sicca (etaria, hormonal, farmacológica, Anestesia general. La operación se inicia haciendo una intubación mono- o bicanalículo-nasal en las vías lacrimales del ojo donante con una sonda de O’Donoghue o similar. Después, se hace una incisión cutánea que va desde el tendón cantal medial hasta el principio de del surco naso-geniano, siguiendo un trayecto casi vertical. Se profundiza la incisión hasta exponer la fosa lacrimal y rama ascendente del hueso maxilar. Se desinserta el ligamento cantal medial del hueso, y se reseca la cresta lacrimal y fosa lacrimal adyacente en 5 × 5 mm por detrás del tendón. Se elimina la pared ósea maxilar por delante del ductus lacrimo-nasal (fig. 25). Después, se disecan las caras medial, anterior y posterior del saco lacrimal, y su cara lateral hasta las inmediaciones de los canalículos. Se continúa separando el ductus lacrimonasal mucoso de su conducto óseo por disección roma con una espátula, y la disección se prolonga hacia abajo tanto como sea posible por la mucosa nasal a fin de prolongar la longitud del ductus mucoso. Las vías lacrimales prolongadas hacia abajo con mucosa nasal mantienen en su interior la intubación canalículo-nasal. Esta mucosa nasal se sutura a sí misma formando un cilindro más o menos imperfecto alrededor del tubo canalículo-nasal. A continuación se cambia el campo quirúrgico a la hemicara receptora. La región lacrimal contralateral es abierta como para practicar una dacrio-cisto-rinostomía, y la cresta lacrimal quitada en 5 × 5 mm por debajo del tendo oculi. Esta última osteotomía se conecta lateralmente al fórnix conjuntival ínfero-medial del ojo receptor, sin dañar el saco lacrimal. Se completan las dos dacrio-rinostomías abriendo sus mucosas nasales, y a su través o por vía narinal se perfora el septum nasal en el camino recto entre ambas osteotomías lacrimales (fig. 26). Se vuelve a la hemicara donante. La terminal de la intubación canalículo-nasal se pasa por la osteotomía lacrimal del ojo donante, por la perforación del septum nasal, por la osteotomía lacrimal del ojo receptor y por el túnel entre esta última y el fórnix conjuntival ínfero-medial del ojo receptor. El ductus lacrimo-nasal y su mucosa nasal añadida que envuelven la intubación se pasan a lo largo del mismo cami- Capítulo 46. Cirugía de aportación de fluidos 451 no, manteniendo siempre en su interior la intubación bicanalículo-nasal. El extremo distal de la mucosa nasal se sutura a la abertura practicada en el fórnix conjuntival ínferomedial del ojo receptor (fig. 27). Postoperatorio y resultado La intubación se mantiene durante varias semanas, adhiriendo con esparadrapo sus dos terminales a la frente o a la mejilla de la hemicara receptora (fig. 28). Esta operación se ha ejecutado sólamente en 3 pacientes que tenían un ojo seco bilateral grave, en los que se había efectuado una transposición del conducto parotídeo en sólo uno de sus ojos. Una decantación menos traumática, colocando un tubo de silicona similar a los de la carúnculo-rinostomía vertical (26-28) entre la carúncula del ojo donante y el fórnix conjuntival ínfero-medial del ojo receptor se ha practicado en un mono con resultados no demostrativos. Figura 26: Apertura de la fosa lacrimal del ojo donante y del ojo receptor, del septum nasi y del tejido entre fosa lacrimal receptora y saco conjuntival. Indicaciones Hasta el presente, la decantación interocular sólo se ha practicado en casos graves de xeroftalmía bilateral, cuando en un ojo se había hecho una transposición de conducto parotídeo, y se ha intentado aprovechar la gran cantidad de saliva parotídea de este ojo para resolver el problema de sequedad del segundo ojo. 1.5. Trasplantes de lacrimocitos Herzog et al 1976 (29) cultivaron lacrimocitos de rata. Introdujeron algunos lóbulos de glándula lacrimal en un medio con colagenasa, hialuronidasa y tripsina y obtuvieron la desintegración de los lóbulos y la disociación de sus células. En el resultante, 80% eran lacrimocitos; 10%, células de los conductos ductulares; y 10%, células mioepiteliales. Por centrifugación aislaron los lacrimocitos y los conservaron en medio de Eagle. En el cultivo, los lacrimocitos conservan la orientación de su morfología, con un polo basal con el núcleo y un polo mundial con los microvilli, y al cabo de unas horas tienden a contactar por sus caras laterales. Posteriormente, diversos investigadores han cultivado lacrimocitos de múridos y félidos (30-33). Así, Hann et al 1989 (34) aislaron lacrimocitos de rata disociándolos con colagenasa, hialuronidasa y DNasa; por centrifugación obtuvieron un 90-95% de lacrimocitos, que a continuación cultivaron en medio de Dulbecco-Eagle, encontrando, como los anteriores autores, que su proliferación era difícil. Más tarde, otros autores han hecho cultivos de lacrimocitos, pero a nuestro saber nunca se han empleado hasta el presente para transplantarlos al humano y tratar de corregir las insuficiencias de la glándula lacrimal. No obstante, nada hace pensar que esto no vaya a ser posible en un futuro. Para Figura 27: Paso de las vías lacrimales mucosas donantes hasta el fórnix conjuntival receptor, donde se sutura. Figura 28: Situación final de la operación. La intubación binocular se fija temporalmente a la frente. ello, podrían usarse auto-lacrimocitos, alo-lacrimocitos o xeno-lacrimocitos cultivados y hechos inmunoadecuados en el laboratorio por modificación genética. 452 Superficie ocular 1.6. Trasplantes mucosos y epiteliales 1.7. Trasplantes de glándulas lípidas El trasplante de mucosa bucal al saco conjuntival tiene una función tectónica pero muy poca función secretoria, porque la mayor parte del epitelio de la mucosa bucal carece de células caliciformes mucosecretoras. El trasplante de glándulas salivales unidas a su mucosa bucal, descrito en el apartado 1A de este capítulo, es en cierto modo un trasplante de mucosa bucal, aunque no sea esa la finalidad que se persigue, sino la de no seccionar los conductos secretorios. Sin embargo, este trasplante suministra mucina por otro camino, porque el contenido mucínico de la secreción salival es del 10% en la glándula submandibular y del 90% en la sublingual. El trasplante de mucosa nasal (28,35) puede tomarse del septum nasal, de la pared lateral del atrium nasal, o de la parte inferior de cornete nasal inferior. Esta mucosa contiene gran cantidad de células caliciformes, pero es grueso, rojizo y opaco. Por ello, aunque diversas técnicas tratan de hacerlo mas fino y transparente, sólo se usa para reconstruir los fórnices conjuntivales. El trasplante de mucosa conjuntival, tomando la conjuntiva del ojo contralateral, es el mejor trasplante (36), pero esto no es siempre posible porque el ojo donante puede estar también afectado por la misma etiopatogenia de ojo seco. Por otra parte, cabe considerar que cada área topográfica de la conjuntiva tiene una secreción mucínica diferente (al día de hoy, se conocen 18 variedades de mucina), un sistema MALT distinto, y una función específica, por lo que substituir un área conjuntival por una conjuntiva de un área distinta, aunque tiene una función tectónica útil, tiene una función fisiológica sólo aproximada. El trasplante de células madres o estaminales tomadas del ojo contralateral es posible, como han hecho Kenyon y Tseng (37) (1989) con células estaminales limbales del epitelio corneal. Las células estaminales del epitelio corneal se sabe que están en el limbo conjuntivo-corneal (38,39). Pero no está universalmente aceptado que las células estaminales de las células caliciformes estén en el fórnix conjuntival (38,40) o en el limbo conjuntivo-corneal y en la conjuntiva del borde palpebral (41,42). En un futuro próximo, el autoinjerto de células estaminales cultivadas podrá ser una buena solución a algunos ojos secos con histopatología mucodeficiente de la clasificación ALMEN. El trasplante de membrana amniótica a la cuenca lacrimal conjuntival no es propiamente un tratamiento quirúrgico del ojo seco, sino un tratamiento reconstructivo. Se usa en casos de simbléfaron, penfigoide ocular cicatricial, síndrome de Stevens-Johnson, cicatrices conjuntivales, etc. (43,44). El trasplante de membrana amniótica se cubre espontáneamente del epitelio corneal circundante del propio paciente, a veces incluso con una mayor densidad de células caliciformes que en el normal, según ha demostrado la citología de impresión (43). La membrana amniótica conservada cubierta en laboratorio con un cultivo de células estaminales autólogas puede ser un nuevo paso para el futuro, como se está haciendo para los trasplantes de células estaminales del epitelio corneal (45-47). La función de las glándula lípidas del borde palpebral es crear una capa lípida sobre la película lacrimal para disminuir la evaporación de la capa acuosa, y para producir por su tensión superficial una presión de membrana que ayude a extender la capa acuosa e impedir la epífora cuando la hendidura palpebral se cierra a cada parpadeo. La mayoría de la capa lípida se segrega en las glándulas de Meibomio, pero las glándulas de Zeis y de Moll también contribuyen en una pequeña cantidad. Las glándulas de Meibomio nunca han sido transplantadas para tratar el ojo seco lipodeficiente, pero algunos tipos de cirugía palpebral pueden mejorar la capa lípida de la película lacrimal. Por ejemplo, la cirugía del párpado fláccido contribuye a un mejor vaciamiento del contenido de las glándulas meibomianas, y consecuentemente a una mejor capa lípida. También la cirugía palpebral reconstructiva que devuelve la aposición del borde palpebral sobre la superficie ocular contribuye a una mejor capa lípida. La reconstrucción de los párpados con piel, con finalidad tectónica, puede contribuir ocasionalmente a la capa lípida de la película lacrimal, aunque en una cantidad inapreciable y bioquímicamente impropia. Se desconoce la razón de la existencia de la carúncula lacrimal. Una hipótesis que trata de explicarla (48) sugiere que la función de las glándulas lípidas carunculares es degradar la mucina acumulada en el lacus lacrimalis, y facilitar su eliminación. Con este concepto, cuando se reconstruye el canthus medial en casos de tumores, puede tomarse media carúncula del ojos contralateral y transplantarla al lacus lacrimal del ojo reconstruido a fin de recuperar una secreción similar a la fisiológica (15). 2. DACRIORRESERVORIOS 2.1. Dacriorreservorio abdominal El dacriorreservorio más extendido y antiguo para suministro de lágrimas artificiales no es quirúrgico. Es el frasquito de colirio de lágrima artificial. Es el único método universalmente extendido. Su instilación es manual y su vía de entrada a la cuenca lacrimal es externa, a través de la hendidura palpebral. Su utilidad relativa es clara en ojos secos de grado ligero y medio, pero es muy insuficiente en casos severos, especialmente durante el sueño, cuando el ritmo hipotalámico reduce la secreción lacrimal acuosa a mínimos. La composición de estos colirios busca tanto un aporte químico-biológico como unas características físicas que permitan aumentar la permanencia de la lágrima artificial sobre la superficie ocular. La principal limitación de los frasquitos manuales no es su composición, sino su intermitencia de aplicación. Como la provisión continua de lágrima es muy importante, nunca una lágrima artificial instilada por el propio paciente podrá ni ligeramente parecerse al suministro continuo producido por las glándulas lacrimales naturales. Por ello, algunos autores intentaron suministrar substitutivos lacrimales con métodos que fuesen casi continuos, tales Capítulo 46. como los reservorios de lágrimas artificiales incorporados al paciente. Y así aparecieron primero los dacriorreservorios totalmente externos de aplicación manual, después los dacriorreservorios mixtos externos y subcutáneos, de uso manual o mecánico, y finalmente los dacriorreservorios abdominales totalmente subcutáneos de funcionamiento mecánico. Los dacriorreservorios totalmente externos o extracorporales situados en gafas, que libraban la lágrima artificial desde la montura de las gafas a la hendidura interpalpebral se iniciaron en 1945 cuando MacLean 49 introdujo depósitos de lágrimas artificiales que colocados en el puente de unas gafas, libraban su contenido en las carúnculas lacrimales de ambos ojos merced a unos tubitos que iniciándose en la parte inferior del depósito terminaban ocluidos por un algodón en las carúnculas, donde vaciaban poco a poco por gravedad su contenido. Surgieron diversas modificaciones en las que los depósitos se acoplaban a las patillas laterales de las gafas y hacían llegar su contenido al ojo por vía anterior, a través de la hendidura palpebral (50-60). Estos métodos no se extendieron porque sus imperfecciones técnicas limitaban sus posibles beneficios, especialmente el hecho de tener que llevar la lágrima artificial al ojo a través de la hendidura palpebral. Así se dio el paso siguiente, que fue la aparición de dacriorreservorios extracorporales que llevan la lágrima al ojo por vía subconjuntival. Los dacriorreservorios mixtos extracorporales y subcutáneos tenían su depósito de lágrima artificial fuera del cuerpo, y liberaban su contenido por un tubo extracorporal que se hacía subcutáneo en la parte lateral de la cara, para alcanzar la cuenca lacrimal por el fórnix conjuntival lateral (58,61-64). Nuestra experiencia se hizo con reservorios tales como Infusa D-SLT (Medis, Rep. Lab-Center, Madrid, Spain) e Infusaid (Infusaid Corporation, Norwood, MA, EEUU). Estos dacriorreservorios mixtos no han perdurado por sus múltiples problemas, de los que entresacamos: 1. Lo molesto de transportar un dacriorreservorio en un bolsillo o colgando de una bolsa al cuello. 2. La manipulación de la bomba es difícil al ducharse, vestirse, dormir, etc., y aunque el paciente intente evitarlo, acaban arrancando de su cuerpo el tubo subcutáneo. 3. La infección a través de la entrada subcutánea del tubo en la región retroauricular o temporal era la regla tras unos días o semanas de portar el reservorio. 4. Como un inconveniente añadido, no dependiente directamente del carácter mixto del sistema, está que no se había perfeccionado el método de fijación del terminal del catéter en el saco conjuntival. Para conseguir esta fijación, el método más eficaz, muy limitado, consistía en usar un terminal de vidrio en forma de Y cuyas dos ramas divergentes seguían los fórnices conjuntivales súpero-lateral e ínfero-lateral respectivamente. Esto impedía la retracción del catéter hacia el túnel subcutáneo, pero no su progresión y por tanto la posible abrasión de la conjuntiva o la córnea. En nuestra experiencia, ningún reservorio externo se pudo mantener más de 6 meses (63). El fracaso de los tipos anteriores dacriorreservorios nos llevó a utilizar un dacriorreservorio totalmente subcutáneo o implantado en la pared abdominal en un bolsillo subcutáneo, que por un catéter ascendente, también subcutáneo, lleva la lágrima artificial al fórnix conjuntival superior (65). Cirugía de aportación de fluidos 453 Figura 29: Esquema del trayecto de un dacriorreservorio entre el abdomen y el fórnix conjuntival superior. Este método no tiene partes extracorporales visibles (fig. 29). Por ser el único que se practica actualmente, nos referiremos a él con más extensión. Descripción del dacriorreservorio abdominal El reservorio utilizado (fig. 30) es una caja discoidal de titanio, de 7,7 cm de diámetro y 3 cm de altura. Su peso, Figura 30: Esquema de un dacriorreservorio colocado subcutáneamente, en el acto de ser rellenado. 454 Superficie ocular cerca de la cara posterior del reservorio 4 pequeñas asas, que servirán para fijar el reservorio con sendas suturas a la aponeurosis de los músculos abdominales. Cuando el reservorio está lleno de lágrima artificial, el gas está muy comprimido. La fuerza expansiva del gas, ejerce una presión aproximada de 2,1 bar, que hace que paulatinamente la lágrima artificial vaya siendo expulsada por el orificio capilar del tubo de salida. Este tubo se conectará durante el acto operatorio a un catéter. El catéter es un tubito radioopaco de silicona, de 1,4 mm de diámetro externo, que llevará la lágrima artificial por un trayecto subcutáneo hasta la cuenca lacrimal del ojo homolateral. El catéter tiene dos tramos: uno inferior, que conectará con el reservorio y llegará ascendiendo hasta la región subclavicular; y otro superior, que irá desde la región subclavicular hasta el fórnix conjuntival superior de la cuenca lacrimal, donde desaguará a través de 6 pequeños forámenes abiertos en su extremo terminal. Ambos tramos del catéter se conectarán entre sí en la región subclavicular. La razón de descomponer el catéter en dos tramos es que si se inicia una infección en alguna parte del túnel subcutáneo, será necesario extraer el tramo de catéter afectado, pudiendo dejarse el otro in situ. Técnica quirúrgica del dacriorreservorio abdominal Figura 31: Introducción del dacriorreservorio en un bolsillo subcutáneo de la pared abdominal. cuando vacío, es de 120 g. La cara anterior (hacemos referencia a la posición que ocupa el dacriorreservorio cuando el paciente está en bipedestación) de la caja discoidal tiene un botón central prominente de silicona autosellable, que permite introducir una aguja para rellenarlo, y que conduce a una cámara central y superficial de 60-70 ml de capacidad que será cargada y recargada con lágrima artificial. Detrás y alrededor de esta cámara hay una segunda cámara, separada herméticamente de la anterior por una placa móvil, y llena permanentemente de gas FRIGEN R-114. Este reservorio, modelo IsoMed 60 ml, es fabricado por Medtronic (Medtronic, Inc., Minneapolis, MN 55432, EEUU, Ref. 8472-60-15). Reservorios subcutáneos se han usado anteriormente con finalidades no oftalmológicas, como tratamiento heparínico, quimioterapia anticancerosa, insulinoterapia y dolor crónico intratable (66). La superficie anular intermedia entre las caras circulares anterior y posterior del reservorio tiene en su unión con la cara superficial un tubo de salida que conectará la cámara de lágrima artificial con el exterior, y que tiene un cristal capilar que sólo permite la salida de la lágrima artificial a un ritmo de 1,5 ml por día. Esta misma superficie anular tiene Paciente con anestesia general. Afeitado del pelo de la sien y de la región retro- y supraauricular. Limpieza con povidona yodada de la hemicara, y de las regiones temporal, retroauricular, del cuello, pectoral y abdominal del lado a operar. (1) Colocación del reservorio: Se hace una incisión cutánea rectilínea de unos 7 cm de longitud, en la pared ántero-lateral del abdomen, aproximadamente 3-4 cm por debajo de las costillas inferiores y más o menos paralela a estas costillas. Esta incisión debe ser perpendicular al plano cutáneo, y profundizar en el tejido subcutáneo hasta alcanzar la aponeurosis de los músculos abdominales (rectus abdominis y obliquus externus). Se hace una meticulosa hemostasia. Después se diseca romamente un bolsillo subcutáneo dejando la grasa subcutánea hacia delante y la aponeurosis muscular abdominal hacia atrás, y extendiéndose 3-4 cm hacia arriba y 6-7 cm hacia abajo. El cuerpo del reservorio se introduce en este bolsillo (fig. 31) con su cara anterior hacia la grasa subcutánea y el tubo de desagüe hacia arriba. Después se fija con 4 suturas no reabsorbibles a la aponeurosis abdominal por las 4 asas ad hoc. (2) Colocación del catéter: Se hacen 5 incisiones independientes, de aproximadamente 1 cm de longitud cada una, perpendiculares a la superficie cutánea, y profundizando tejido cutáneo y subcutáneo. La primera incisión se sitúa entre la mama y el esternón. La segunda se hace algo por debajo de la clavícula. La tercera, algo por encima de la clavícula. La cuarta, en la región retroauricular alta. Y la quinta, en la región temporal, junto al reborde orbitario lateral, 12 mm más bajo que la inserción del tendón palpebral lateral, y siguiendo una de las arrugas inferiores de las patas de gallo si las hubiere. Capítulo 46. Cirugía de aportación de fluidos 455 Figura 32: Tunelización subcutánea para el paso del catéter entre la incisión mamaria y la subclavicular. Figura 33: Afloramiento del catéter en la incisión temporal. Colocación de la palometa de fijación. Con un trócar compuesto de punzón y cánula, se perfora ascendentemente desde el bolsillo abdominal hasta la incisión mamaria, siguiendo el tejido subcutáneo profundo. Se retira el punzón del trócar y se deja la cánula. Por el interior de la cánula se pasa el catéter inferior, y se retira también la cánula, dejando el catéter colocado. El extremo terminal inferior del catéter se conecta al tubo de desagüe del reservorio. El siguiente paso es retomar el trócar y puncionar con él subcutáneamente desde la incisión mamaria a la subclavicular (fig. 32), y con una maniobra igual a la del primer túnel se pasa el tramo superior del catéter por el nuevo túnel subcutáneo. Se repite la perforación con el trócar entre las incisiones subclavicular y supraclavicular; después, entre la supraclavicular y la retroauricular; y a continuación entre la retroauricular y la temporal, y por los nuevos túneles subcutáneos se sigue pasando la porción terminal del catéter superior (fig. 33). Después, traccionando hacia arriba del párpado superior, se introduce el trocar por la hendidura palpebral dirigiéndolo oblicuamente de arriba abajo y de medial a lateral, puncionando el fórnix conjuntival lateral algo por encima del ligamento cantal lateral y, rozando el reborde orbital óseo lateral, se aflora a la incisión temporal (fig. 34) . Así, se pasa la porción terminal foraminada del catéter desde la incisión temporal al fórnix conjuntival supero-lateral (fig. 35). Figura 34: Última tunelización, introduciendo el trócar desde el fórnix súpero-lateral hasta la incisión temporal. 456 Superficie ocular Figura 35: Salida del terminal foraminado del catéter en la cuenca lacrimal. La porción terminal del catéter se ajusta para que quede ocupando el fórnix conjuntival superior, con un recorrido libre de 1,5 a 2,5 cm (fig. 36). La idea de usar esta posición de la terminal del catéter surgió al observar que las lentillas corneales blandas, si desplazadas inadvertidamente al fórnix conjuntival superior, pueden pasar meses sin ser descubiertas por el paciente por no producirle molestias. (3) Anclaje del extremo ocular del catéter: Si el catéter se dejase libremente en el ojo, los movimientos de rotación y de flexión del cuello harían que poco a poco se retrajese hacia la porción subcutánea tunelizada de la sien o del cuello. Para evitar esto, una vez colocado el terminal foraminado del catéter corriendo libremente a lo largo del fórnix conjuntival superior, se procede a fijarlo en esta posición, y para ello, se coloca a nivel de la incisión temporal una palometa de fijación alrededor del catéter y sus dos alas se suturan a la aponeurosis del músculo temporal. El trayecto del cuerpo de la palometa no debe ser horizontal, sino un poco oblicuo dirigido hacia arriba y adentro, a fin de forzar el trayecto del catéter en igual dirección, de forma que éste tienda siempre a seguir el fórnix conjuntival superior y no roce la córnea. Figura 36: Posición final del catéter, una vez fijada la palometa. Después, los dos tramos del catéter son conectados entre sí a nivel de la estación subclavicular. En esta estación subclavicular debe hacerse un pequeño bolsillo anular subcutáneo para que quepa mejor el sistema de conexión y para que permita dejar el catéter haciendo un asa que absorba las tensiones producidas por los cambios de posición de la cabeza. Estas asas del catéter pueden hacerse también en las incisiones retroauricular y supraclavicular. (4) Final de la operación: Las cinco incisiones cutáneas hechas se cierran con suturas o grapas. Se inyecta intravenosamente un antibiotico de amplio espectro, como cefazolina 2 g (Kefol. Laboratorios Lilly).Las suturas o grapas cutáneas se retiran a los 7-10 días. Bilateralidad del ojo seco. Nuestra experiencia previa con dacrio-reservorios mixtos externo y subcutáneo (63,64) era que se necesitaba un dacriorreservorio para cada ojo, porque si sólo se usaba uno con un catéter bifurcado en Y con un terminal para cada ojo, la lágrima artificial fluía por el camino más fácil y cualquier resistencia en una de las terminales del catéter desviaba el flujo hacia el otro ojo. Actualmente, buscamos un sistema bien con una bomba de dos salidas, bien repitiendo la experiencia de un solo dacriorreservorio con un catéter bifurcado. Relleno del reservorio Si el dacriorreservorio se llenó con 60 ml de lágrima artificial, y se vacía a un ritmo de 1,5 ml/día, debe ser rellenado cada 40 días. Si se presionó mucho la jeringa inyectora y se introdujeron 70 ml de lágrima artificial, el reservorio puede rellenarse cada 45 días. El relleno debe hacerse con el paciente en decúbito supino y con una asepsia extrema. Se localiza al tacto el relieve del botón de silicona autosellable, y con una aguja introducida perpendicularmente en la piel del abdomen se penetra transcutáneamente en la cámara lacrimal del reservorio (fig. 30). Cuando el paciente tiene abundante grasa subcutánea y la superficie anterior del reservorio queda a más de 2,5 cm de la superficie cutánea el reconocimiento al tacto del relieve del botón de silicona es difícil. La inyección percutánea es prácticamente indolora. En cuanto a la composición química de la lágrima artificial sólo hemos usado BSS, y nunca hemos utilizado lágrimas artificiales celulósicas, mucopolisacáridas, polivinílicas, poliacrílicas, dextranos, o de otro tipo, por lo que desconocemos si podrían interferir la permeabilidad capilar del cristal de salida o la del catéter. Ocasionalmente hemos añadido al BSS algunos aditivos, como dexametasona y tobramicina para prevenir o tratar la infección (Tobradex. Lab. Alcon-Cusí) en casos de conjuntivitis microbiana, levocabastina (Livocab. Lab. Jannsen-Cilag) en casos de conjunctivitis alérgica, bFGF (Lab. Scios, Inc.) en casos de insuficiencia epitelial, y ciclosporina A (Sandimmun. Lab. Novartis) para prevenir la reyección inmunológica de trasplante limbal o corneal. En una revisión de la literatura sobre dacriorreservorios mixtos externos/subcutáneos encontramos que el consumo Capítulo 46. diario apropiado ha sido calculado por diversos autores en 20 a 30 ml (56), 10-15 ml (62), 2 a 5 ml (57) y 1,5 a 6 ml (53). Parte de estas acusadas diferencias pueden deberse al tipo de sistema utilizado. La experiencia con nuestros dacriorreservorios abdominales muestra que la liberación continua —día y noche— de 1,5 ml cada 24 horas (es decir, aproximadamente 1 microlitro/minuto) es suficiente para que el paciente se sienta cómodo y el daño de la superficie ocular no sólo no progrese hacia la ceguera corneal, sino que mejore paulatinamente hasta donde las lesiones previas sean reversibles. La oclusión de los puntos lacrimales con parcheo de conjuntiva autóloga (67,68) es aconsejable en todos los casos de dacriorreservorios para retener en la cuenca lacrimal la lágrima artificial suministrada. Lugar de implantación. La inserción del dacriorreservorio en la pared antero-lateral del abdomen es la mejor porque hay allí suficiente tejido subcutáneo para incorporar y soportar el reservorio, y porque tras el reservorio hay un tejido blando (pared muscular, contenido intestinal del abdomen) capaz de absorber cualquier compresión. Inicialmente, el paciente puede sentirse incómodo por el volumen del reservorio, especialmente cuando se inclina hacia delante, y por el peso, especialmente cuando está recién llenado. Evitar la flexión por la cintura o un faja comprimiendo el abdomen puede ayudar a aliviar estas molestias hasta que el paciente se acostumbra a evitarlas o espontáneamente deja de tenerlas. Indicaciones La colocación de un dacriorreservorio abdominal está indicada en casos en que la sequedad de la superficie ocular evoluciona hacia un ojo seco de grados 4 ó 5 (lesiones corneales irreversibles, sin o con minusvalidación visual). También es necesario en pacientes que van a recibir un trasplante corneal, limbal o de membrana amniótica, en los que su insuficiencia lacrimal hace suponer que el trasplante no sobrevivirá. En estos pacientes, las dos alternativas al dacriorreservorio son presumiblemente peores, pues serían el colocar una queratoprótesis que conlleva otros muchos problemas, o el hacer una transposición del conducto de Stenon, que sólo es factible cuando no hay xerostomía y cuando el paciente acepta las previsibles lágrimas de cocodrilo. Existe experiencia en pacientes con graves cuadros de penfigoide ocular cicatricial, síndrome Stevens-Johnson y síndromes de Sjögren severos. Muchos blefarospasmos tónicos y clónicos de origen desconocido mejoran claramente con la colocación de dacriorreservorios abdominales. Esto nos permite hipotetizar que es la sequedad ocular la que desencadena muchos de los llamados blefarospasmos esenciales, y que la humectación continua, día y noche, con dacriorreservorios corrige esta sequedad. Un ojo seco severo resiste mal la sequedad durante la vigilia, aunque durante ella pueda defenderse parcialmente instilándose manualmente colirios de lágrimas artificiales; pero durante el sueño la sequedad acuosa es casi total y sólo el dacriorreservorio es una solución práctica. Cirugía de aportación de fluidos 457 Complicaciones Las molestias por roce del terminal foraminado del catéter son prácticamente inexistentes. La buena orientación de la palometa de fijación hace que el trayecto del tubo terminal no toque la córnea ni moleste durante el parpadeo. La suelta de una palometa de fijación a la aponeurosis temporal, lo que sólo ocurre si fue mal fijada, permite que cuando la cabeza gira o se inclina hacia el lado contrario al reservorio, el terminal foraminado del catéter pueda retrogradar desde el fórnix conjuntival superior hacia el túnel subcutáneo temporal, retroauricular o incluso al área lateral del cuello. El terminal del catéter no recuperará su posición inicial cuando la cabeza vuelve a su posición erecta. En tal caso, la lágrima artificial se liberaría en el tejido del túnel subcutáneo, donde es absorbida por los tejidos circundantes sin llegar a producir un acúmulo líquido que facilite su identificación. Una radiografía permite localizar donde está el terminal foraminado del catéter. Úlceras por decúbito pueden ocasionalmente producirse a lo largo de alguna porción del túnel subcutáneo por la presión de alguna parte del catéter desde el túnel hacia afuera, o en la palometa de fijación o en la conexión de los dos tramos del catéter. La infección de algún tramo del catéter no es rara si hay úlcera por decúbito. Es peligrosa, porque generalmente no cede con antibioterapia local y sistémica. En tales casos es conveniente desconectar la conexión a nivel de la estación subclavicular y retirar la porción de catéter afectada por la infección. La infección suele desaparecer en unos días, a veces incluso sin antibioterapia coadyuvante. Dos ó 3 semanas después puede recolocarse el catéter. No suele haber infecciones del túnel subcutáneo surgidas a partir del saco conjuntival, pero el mal estado de la superficie ocular de los ojos indicados para dacriorreservorios aconseja hacer ocasionalmente un frotis-cultivo-antibiograma, y mantener la instilación de algún antibiótico unum in die o bis in die. Como fin de este apartado, debemos indicar la importancia de una técnica depurada, para la que es de gran ayuda la experiencia de cirujanos que colocan habitualmente reservorios con finalidad no oftalmológica. Personalmente, hemos tenido la ayuda inapreciable del Dr. González Escalada, Jefe de la Clínica del Dolor del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid. 2.2. Cisternoplastia La cisterna lacrimal, neologismo creado en nuestra publicación (69), es el espacio piramidal situado en el canthus lateral de la hendidura palpebral, en el ángulo formado por los párpados superior e inferior y la parte más lateral de la conjuntiva trigonal. La mayoría de la secreción de la glándula lacrimal principal aflora a la cisterna lacrimal desde detrás del párpado superior, aunque una pequeña parte le llega también descendiendo del rivus o menisco palpebral superior lateral y del espacio subpalpebral de la porción más lateral del párpado inferior. La cisterna lacrimal puede considerarse un dacriorreservorio natural. 458 Superficie ocular Figura 37: Cisternoplastia: Técnica rotacional. A. Incisión cutánea en 4 pasos. B. Separación del tejido cutáneo del subcutáneo en los dos triángulos delimitados entre la primera y segunda incisión y entre la tercera y cuarta incisión. El colgajo inferior es rotado hacia arriba y suturado su punto 1 a 1’. C. El colgajo superior es rotado hacia abajo y su punto 2 suturado a 2’. D. Esquema final. La cisterna lacrimal retiene en su menisco una cantidad variable de lágrima, entre 0,1 y 1,0 μl, y constituye el principal lugar de almacenaje y de distribución de la lágrima. A partir de la cisterna, la lágrima se distribuye mayoritariamente por el rivus lacrimal del párpado inferior, siendo este rivus inferior el principal suministrador de la película lacrimal que cubrirá la superficie de la córnea y de los dos trígonos conjuntivales expuestos. Si se aumenta quirúrgicamente la superficie y volumen de la cisterna lacrimal se incrementa la cantidad de lágrima retenida en su menisco, pudiendo almacenar hasta 2 ó 3 μl ó aún más, al mismo tiempo que aumenta el tiempo de retención y que reduce ligeramente la superficie ocular expuesta. Aunque, sensu stricto, la cisternoplastia podría considerarse una blefarorrafia —pues une entre sí los dos párpados contraaltitudinales, aunque sólo sea en su superficie anterior—, realmente lo que se pretende con ella no es disminuir la hendidura interpalpebral, sino crear un receso que aumente la cisterna natural. Técnica quirúrgica La técnica quirúrgica de la cisternoplastia se inicia inyectando anestesia local en la porción lateral de los dos párpados del ojo a operar. Se coloca un blefarostato que separe los párpados. Se depilan los 3 milímetros laterales de ambos párpados, para trabajar más cómodamente. Se inicia la operación bajo microscopio quirúrgico o sin él. Tras diversas técnica ensayadas (8,15,35), hemos seleccionado las que llamamos rotacional y romboidal. La técnica rotacional (fig. 37) (8,14,28,35) se inicia en la parte lateral de ambos párpados haciendo una incisión cutánea continua en 4 pasos o cortes (fig. 37A): El primer corte se hace en el párpado superior, formando un arco de concavidad lateral, de 5-10 mm de longitud, iniciado a 0,51 cm por encima del borde palpebral y terminado en el borde palpebral a 2 mm del canthus lateral. El segundo corte es rectilíneo, de 2,5-3 mm de longitud, corriendo por la línea de nacimiento de las pestañas de la porción lateral del párpado superior hasta alcanzar la comisura palpebral lateral. El tercer corte también es rectilíneo, de 2,5-3 mm de longitud, siguiendo en dirección nasal y hacia abajo por la porción lateral del párpado inferior hasta terminar 2 mm por debajo del borde libre del párpado inferior. El cuarto y último corte es rectilíneo, desplazándose verticalmente hacia arriba hasta alcanzar el borde libre del párpado en la línea de nacimiento de las pestañas, y a 2 mm del canthus lateral. Después, la capa más fina posible de piel se separa con la punta de una tijera de Vannas del tejido subyacente en las superficies delimitadas entre el primero y segundo cortes y entre el tercer y cuarto cortes, señaladas en punteado en la figura 37B, resultando dos colgajos cutáneos unidos cada uno de ellos al resto de la piel por sólo uno de sus lados. Se pueden cauterizar o eliminar los folículos pilosebáceos de las pestañas expuestos. El colgajo cutáneo triangular separado del párpado inferior se rota hacia arriba sobre el eje fijo que es su continuidad con la línea de las pestañas, y el borde hecho con el tercer corte se cose con sutura reabsorbible 8-9/0 al segundo corte que se había hecho en el párpado superior. De esta forma, la cara epitelial del colgajo queda hacia atrás para constituir la pared anterior de la neocisterna, y su cara cruenta queda hacia delante (fig. 37C). A continuación, el colgajo cutáneo en sector del párpado superior se desplaza hacia abajo, y su borde inferior se cose al tercer corte en el párpado inferior, de forma que su cara epitelial permanece hacia adelante y su cara cruenta queda hacia atrás en contacto con la cara cruenta del primer colgajo (fig. 37D). La técnica romboidal (fig. 38) (28,69) se inicia haciendo una incisión continua de 6 cortes rectilíneos, cada corte de 2,5-3 mm de longitud (fig. 38A): El primer corte tiene una localización igual a la del segundo corte de la técnica rotacional. El segundo corte se continúa por la piel de la región comisural en dirección lateral y hacia arriba, formando un ángulo obtuso con el primero. El tercer corte se dirige lateralmente y hacia abajo formando un ángulo recto o algo obtuso con el segundo, y termina en el nivel horizontal del canthus lateral. El cuarto corte se dirige medialmente y hacia abajo, formando un ángulo recto o algo agudo con el tercero. El quinto corte se dirige medialmente y hacia arriba formando un ángulo recto o algo obtuso con el cuarto. El final de este quinto corte no llega a tocar el ángulo formado por el primer y segundo cortes, respetando intacta una pequeña área de la comisura palpebral lateral, la cual servirá más tarde de bisagra. El sexto corte sigue por detrás de la línea de nacimiento de las pestañas de la porción lateral del párpado inferior. Capítulo 46. Cirugía de aportación de fluidos 459 Figura 39: Paciente operado con cisternoplastia. Figura 38: Cisternoplastia: Técnica romboidal. Incisión cutánea en 6 pasos. B. Separación del tejido cutáneo del subcutáneo en el romboide lateral delimitado. El ángulo lateral 3 se rota hacia atrás y adentro y se sutura a 3’. C. El triángulo cutáneo resultante se rota hacia adelante y adentro, y su ángulo superior 1 se sutura a 1’, y su ángulo inferior 2 se sutura a 2’. Finalmente, se cierra el lecho del romboide subcutáneo cruento suturando 4 a 4’. D. Esquema final. de lágrima natural o artifical se hace mucho mayor, permitiendo aumentar el tiempo entre instilación e instilación. El aspecto de la neocisterna es estéticamente inapreciable, pues en visión frontal queda en escorzo, y en visión lateral queda oculta por las pestañas laterales del párpado superior que llevan una dirección descendente. Si los folículos de las pestañas no se cauterizaron durante la intervención, algunas pestañas pueden crecer hacia adentro de la nueva cisterna, pero no suelen causar molestias. Si molestasen, pueden cauterizarse. Indicaciones La piel del romboide delimitada entre los cortes segundo, tercero, cuarto y quinto se separa del tejido subyacente a partir de su ángulo lateral. Se pasa una sutura por este ángulo lateral, y plegando el romboide hacia atrás, se cose el ángulo lateral al ángulo medial, adosando las caras cruentas, resultando un triángulo de piel tapizado de epitelio por sus dos caras expuestas (fig. 38B). Este triángulo de piel se gira hacia delante y medialmente por la bisagra comisural respetada, y el ángulo superior de este triángulo cutáneo se sutura al inicio del primer corte, y su ángulo inferior, al final del sexto corte (fig. 38C). Así se crea una neocisterna que es varias veces mayor que la natural. Se puede añadir alguna sutura de refuerzo entre el triángulo cutáneo y los párpados. Finalmente, se cierra la superficie cruenta resultante en la región comisural, suturando su borde superior al inferior (fig. 38D). Postoperatorio, evolución y resultados El ojo operado se ocluye durante unos días. Las suturas se quitan en una o dos semanas, o se dejan reabsorber. La nueva cisterna lacrimal creada en el canthus lateral (fig. 39) disminuye algo de volumen en las semanas siguientes. La cisterna final aumenta grandemente el volumen de retención de lágrima. Una cisterna lacrimal natural pueden contener de 0,1 a 1 μl de lágrima; la cisternoplastia puede aumentar varias veces esta capacidad, por lo que la retención La cisternoplastia es muy fácil de ejecutar, y no resulta incómoda para el paciente. Por ello, es aconsejable usarla en paciente acuodeficientes o no acuodeficientes a partir de los grados 2 ó 3 de severidad clínica. El mayor beneficio se obtiene no tanto por la retención de la lágrima natural, sino por la retención de las lágrimas artificiales instiladas, lo que permite dejar más tiempo entre instilación e instilación (70). BIBLIOGRAFÍA 1. Evangelios. San Juan, cap. 9, versíc 6. 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