La Reunión a la Que No Puedes Faltar Venciendo a los gigantes Edición Digital elías betanzos • noviembre 2016 ÍNDICE Día • Pág. • Mensaje 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 • Editorial • La inseguridad • Nada de ídolos • La importancia de velar • El gigante de la envidia • Recompensas en el cielo • Aparta tiempo especial para Dios • El miedo • Negarse a sí mismo • La desconfianza • Las deudas • La tentación sexual • Tiempos finales • Conociendo a nuestro enemigo • La tristeza • Sed llenos del Espíritu Santo • La angustia • Falta de perdón • Graba la Palabra de Dios en tu corazón • Las malas amistades • Serás recompensado • Exceso en la comida • Permanece enfocado • La apatía • No te desanimes • Deja la ira • La incredulidad • Los celos • Nueva creatura • Sean santos • Orando por imposibles Cita con Dios • la reunión a la que no puedes faltar VENCIENDO A LOS GIGANTES P uedo decir con seguridad que alguna vez hemos escuchado la historia del joven David derrotando al gigante Goliat. A simple vista, la misión parece poco menos que imposible, pero si la podemos ver detenidamente, encontraremos algunas enseñanzas formidables. Goliat era un guerrero experimentado, de gran tamaño y con un fuerte liderazgo; sin embargo, dentro de toda aquella corpulencia, podemos observar puntos débiles. En primer lugar, encontramos que un hombre tan gigante, por lo general, es torpe de movimientos y, aunado a esto, su armadura es en exceso pesada y le resta movilidad. También está el hecho de que tenía que llegar a la línea de batalla junto con su escudero, debido a que era incapaz de abastecerse por sí mismo de su propio armamento. Aquellas personas que padecen gigantismo por lo general tienen una vista deficiente, de ahí que es hasta que se acerca a David que se percata que es un muchacho. Por último, Goliat confiaba en sus dioses, por lo que tenía una debilidad espiritual. Por otro lado nos encontramos con un ligero y valiente pastor, quien pasaba largos días entrenando con su honda, logrando defender de gigantescos osos y ágiles leones a su rebaño. La escritura menciona que un hondero era capaz de pegarle a un cabello a gran distancia, ¿cuánto más sencillo resultaría para David golpear la amplia frente del filisteo Goliat? Y por sobre todas estas cosas, David contaba con una confianza plena en su Dios, el único y verdadero Dios, algo que le llenaba de un valor sobrenatural.Es el propósito de esta edición que podamos entender que a lo largo de nuestra vida no podremos evitar enfrentarnos con gigantes diversos que vienen contra nosotros con toda su fuerza. Un diagnóstico adverso, una enfermedad o accidente repentinos, una adición que nos tiene contra el suelo, relaciones rotas o deudas en apariencia imposibles de pagar. ¿Cómo se llama tu gigante y qué tan feroz e invencible aparenta ser? Recuerda en primer lugar que tú eres un hijo o hija de Dios y cuentas con el poder del Espíritu Santo sobre de ti; además Dios te ha provisto de dones,talentos naturales y recursos para poder hacer frente a cualquier enemigo. Renueva tu fe en Dios y enfrenta confiadamente a cualquiera de tus gigantes. Tú estás destinado para la victoria, porque en Cristo eres más que vencedor. Pastor Elías Betanzos Director General Martes 1º de noviembre | Lectura del día: Salmos 23:1-6 La inseguridad Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Salmos 23:4 E l pueblo de Israel cuando entró a Canaán para poseer la Tierra prometida se encontró con los hijos de Anác, que se caracterizaban por ser de gran estatura, gigantes. De hecho, se compararon con ellos y dijeron que eran los israelitas como langostas frente a estos anaceos. La buena noticia es que lucharon contra estos enemigos hasta derrotarlos. Nosotros, en la vida cristiana nos encontramos con gigantes con los que batallamos cada día y a los que, con la ayuda de Dios, tenemos que vencer. Uno de ellos es la inseguridad. Esa terrible sensación o percepción de no sentirse seguro que percibe una persona o un conjunto social respecto a su integridad física o en relación con su entorno. Ante este ambiente de inseguridad que nos rodea, debemos ver a Dios como nuestro Padre celestial. Un Padre que nos ama y se interesa en la totalidad de nuestra vida, que ha prometido su presencia permanente. Un padre en quien podemos confiar siempre. Que nos ayuda, dirige, cuida y, como nos dice el apóstol Pablo en Hechos 17:27, “…ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.” Debemos apoyarnos en aquellas personas que aman a Dios, que le siguen y que le sirven, que nos brindan cariño, apoyo y consuelo cuando más lo necesitamos. Aquellos hermanos en la fe que son como ungüento que sana nuestras heridas emocionales, que nos hacen sentir amados y aceptados; tenemos que aferrarnos a las muchas promesas que nos ha dejado Dios en Su Palabra, así venceremos al gigante de la inseguridad.Oremos: “Padre celestial: En un mundo en el que reina la desconfianza, ponemos nuestra confianza en Ti, por lo que eres, por lo que significas para nosotros y por lo que haces en nuestro favor. Ayúdanos a ser prudentes en nuestra relación con los demás y a confiar en ellos, aunque nos fallen, aunque nos defrauden. Ayúdanos a vivir confiando plenamente en Ti y en tus promesas. En el nombre de Jesús. Amén”. No dejes de vivir tus sueños por estar viviendo tus miedos. Miércoles 2 de noviembre | Lectura del día: Éxodo 20:1-4 Nada de ídolos No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. Éxodo 20:4 C uando Dios entregó los Díez mandamientos a Moisés, comenzó por decir que no deberíamos tener otros dioses delante de Él, ni hacernos ningún tipo de imágenes. Eso significa que no debemos permitir que nada ni nadie ocupe el lugar de Dios en nuestra vida. La Biblia nos dice en 1 Juan 5:21 “Queridos hijos, aléjense de todo lo que pueda ocupar el lugar de Dios en el corazón”. La Biblia nos habla acerca de los ídolos y nos advierte que no debemos tenerlos, pues nuestro Dios es celoso. Hay muchas cosas que pueden ser ídolos en nuestra vida: tu carrera puede convertirse en un rival de Dios, tal vez tus posesiones o probablemente una relación. Un ídolo puede ser una persona, un objeto, una idea, un hábito, una ocupación, un deporte, el dinero, tu trabajo, etc., o cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios en tu vida y que haga disminuir tu confianza y lealtad a Dios. Es aterrador pensar en que una persona puede ser asiduo asistente a una Iglesia y al mismo tiempo ser un idólatra. La pregunta esta mañana sería: ¿tienes hoy un ídolo en tu corazón? ¿Hay alguien o algo más precioso para ti que Dios? Si reconoces que tienes algún ídolo, arrepiéntete y deja que Dios ocupe el lugar de Señor y Dueño de tu vida ahora mismo. Oremos: “Señor: Te pedimos perdón por haber puesto algún ídolo en el lugar que te corresponde a Ti. Hoy decidimos quitarlo del primer lugar y darte ese lugar a Ti. Queremos que Tú llenes todas nuestras expectativas y que podamos estar completamente satisfechos y completos en Ti, porque Tú eres todo lo que necesitams. En el nombre de Jesús. Amén.” No dejes de vivir tus sueños por estar viviendo tus miedos. Jueves 3 de noviembre | Lectura del día: Lucas 9:28-34 La importancia de velar Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él. Lucas 9:32 L a transfiguración fue un evento significativo en la vida de Jesús y también lo debió de haber sido para Pedro, Jacobo y Juan, pero ellos se perdieron una buena parte de este suceso y la plática de los grandes profetas del Antiguo Testamento como Moisés y Elías, por estar durmiendo cuando deberían estar orando. Me llama la atención que este evento sucede en un tiempo de oración. Estoy seguro que las más grandes experiencias en nuestra vida cristiana van a suceder en tiempos de oración. También me llama la atención que estos discípulos en especial fueron llamados a orar con Jesús, pero siempre se quedaban dormidos; recordamos que también se durmieron en el huerto de Getsemaní cuando Jesús les pidió que le acompañaran en oración en un momento de angustia. Qué momentos más inoportunos para dormir. Con razón la Biblia nos dice que Pedro no sabía qué decir cuando se despertaron y vieron la gloria de Jesús y a Moisés y Elías ahí presentes, y medio dormido, solo se le ocurrió decir que construyeran ahí tres enramadas. Ahora podemos imaginar lo que los discípulos hubieran visto si hubieran estado despiertos. Me pregunto cuántas veces nos perdemos de momentos significativos con Dios debido a nuestra apatía espiritual. Dormimos cuando debemos estar orando. Tal vez nos perdemos de una palabra que Dios quiere darnos porque nos quedamos viendo la televisión en lugar de ir a la Iglesia. Quizá Dios quiera decirnos algo a través de Su Palabra, pero no la leemos porque estamos ocupados en el Facebook o en otros asuntos (es como si estuviéramos dormidos). ¿Cuántas veces estamos dormidos espiritualmente y nos hemos perdido de verdaderos encuentros con Dios? Necesitamos estar alertas; la Biblia nos invita a velar y orar, a estar despiertos con los ojos espirituales abiertos para ver las grandes cosas que Dios quiere hacer en nosotros y con los oídos espirituales atentos a la voz de Dios a través del Espíritu Santo. Oremos: “Señor: Reconocemos que nuestra carne es débil, pero hoy decidimos con tu ayuda practicar las disciplinas espirituales para disfrutar de la gloria de Tu presencia que se manifestará en nuestra vida cuando nos mantengamos en íntima comunión contigo, velando y orando. Te alabamos y te bendecimos en el nombre de Jesús. Amén.” Viernes 4 de noviembre | Lectura del día: Romanos 12:1-15 El gigante de la envidia Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Romanos 12:15 L a Biblia nos invita a gozarnos con los que se gozan y a llorar con los que lloran; sin embargo, parece ser que es más fácil llorar con los que lloran que gozarnos con los que se gozan. Es más fácil lamentarnos cuando alguien ha tenido una pérdida, llorar con ellos, sufrir con ellos y participar de su dolor, pero qué difícil es alegrarnos cuando alguien ha recibido una promoción, cuando alguien nos invita para orar por su nueva casa o por su nuevo coche; a veces sentimos un poquito de envidia y pensamos que deberíamos ser nosotros los que recibiéramos la bendición. ¿Recuerdas la historia del hijo pródigo? Salió de su casa con su herencia, se desvió del camino correcto, manchó el nombre de la familia, se juntó con prostitutas y malgastó toda su fortuna. Un día entró en razón y volvió a su casa, arrepentido. Su padre corrió a recibirlo, lo cubrió de besos y celebró una gran fiesta. Mientras esto sucedía, su hermano mayor estaba en el campo. Al oír el ruido de la fiesta, quiso saber qué estaba pasando y le dijeron que su hermano menor había vuelto, pero en lugar de regocijarse se molestó y se puso celoso. Esto nos pasa muchas veces cuando vemos cómo Dios bendice a otros cristianos y nuestra reacción es de celos porque pensamos que nosotros merecíamos esa bendición, o tal vez Dios usa de una manera sobrenatural a alguien y pensamos que no es justo, que nosotros también merecemos ser usados porque somos más piadosos que la otra persona. Por eso la invitación de Dios a todos nosotros es a alegrarnos cuando otros tengan éxito y que demos gloria a Dios por ello. Oremos: “Señor: Te pedimos que nos guardes de sentir envidia por cualquier persona. Que podamos tener siempre el deseo de gozarnos con aquellos que lograr obtener una bendición especial en su vida. Te doy gracias porque Tú eres bueno y porque has derramado bendiciones también sobre mi vida. En el nombre de Jesús. Amén.” No dejes de vivir tus sueños por estar viviendo tus miedos. Sábado 5 de noviembre | Lectura del día: 1 Samuel 30:1-24 Recompensas en el cielo ¿Y quién os escuchará en este caso? Porque conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha de ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual. 1 Samuel 30:24 E n esta historia, David y sus soldados habían ido a una batalla y ahora regresaban triunfantes. No todos fueron con él, ya que había un grupo que se había quedado para cuidar del campamento, a las mujeres e hijos de los soldados y las provisiones del ejército. Al regreso, algunos soldados que pelearon con David esa batalla, anunciaron que no compartirían el botín con los que se habían quedado cuidando el campamento. La respuesta de David la encontramos en el versículo 24 de 1 Samuel 30: “conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha de ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual”. Muchas veces te puedes sentir como los soldados que se quedaron cuidando el campamento; sientes que Dios te ha llamado a servir a los que están al frente, tú solo eres un escudero, alguien que está apoyando cuidando las espaldas de otros y crees que tu trabajo no se ve y que solo se premiará a los que más se notan. Déjame decirte que no es así, que Dios te recompensará igual, Dios te premiará en aquel día final. Es posible que sientas como que tu vida en realidad no marca una gran diferencia, o quizás pienses que lo que tú tienes que ofrecerle a Dios no significa mucho, pero te vas a sorprender en el cielo, porque lo que quizá no luzca muy valioso en la Tierra será de gran valor en el cielo. Oremos: “Padre celestial: Te agradecemos primeramente porque nos has considerado para servir en Tu obra. Sabemos que nuestro servicio a Ti no es en vano y que eres Tú quien nos va a recompensar. Permítenos seguir sirviéndote con un corazón puro, sea cual sea nuestra labor en el reino, y que siempre lo realice con pasión y entusiasmo porque es para Ti. En el nombre de Jesús. Amén.” No dejes de vivir tus sueños por estar viviendo tus miedos. Domingo 6 de noviembre | Lectura del día: Éxodo 20:8-11 Aparta tiempo especial para Dios Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Éxodo 20:8 L os Díez mandamientos se pueden dividir en dos secciones. Los tres primeros tratan de nuestra relación con Dios, mientras que los otros siete tratan acerca de nuestras relaciones con las demás personas. En uno de los mandamientos el Señor nos pide apartar un día para santificarlo, que significa apartarlo para adorar a Dios. Era el día en que debían descansar de sus labores y dedicar ese tiempo para adorar al Creador. Dios en esencia les estaba diciendo que apartaran ese día como un día santo para Él, pero también creemos que el día de reposo apuntaba hacia algo más que un periodo de 24 horas, porque en el Nuevo Testamento, en la carta a los Hebreos 4:9-10 leemos: “queda un reposo para el pueblo de Dios, porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.” El reposo hacia el cual nos dirige el sabbat es un descanso en nuestra relación con Dios, en el que reconocemos que no tenemos que hacer cosas para ganar su aprobación, sino que hemos hallado su aprobación en lo que Cristo hizo por nosotros. En nuestra sociedad moderna en la que tanto trabajamos para el éxito, parece que pocas personas separan un tiempo para recordar a Dios y darle gracias por todo lo que Él ha hecho por nosotros. Estamos demasiado ocupados para Dios hasta que nos golpea una crisis. Oremos: “Amado Dios: No queremos esperar a que se presente una crisis para buscarte; es nuestro deseo separar un tiempo todos los domingos para descansar y honrarte, reconociendo que Tú eres quien haces posibles todas las cosas. De esta manera queremos mostrarte gratitud por una semana que ha pasado y confianza en Ti para la semana que vamos a enfrentar. En el nombre de Jesús. Amén.” No dejes de vivir tus sueños por estar viviendo tus miedos. Lunes 7 de noviembre | Lectura del día: Mateo 14:22-31 El miedo Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Mateo 14:30 C omencemos nuestra reflexión de hoy con una pregunta: ¿Quién de nosotros no ha experimentado miedo alguna vez en la vida? Cuando éramos niños teníamos miedo a la obscuridad, miedo a los animales, miedo a los rayos, miedo a “la chancla veloz de mamá”. Cuando crecemos nuestros miedos pueden volverse fobias. Se expresan en forma racional o irracional, es una alteración emocional ante el peligro o dolor, ya sea verdadera o imaginaria. Es un recelo o aprensión que uno tiene de que le suceda una cosa contraria a lo que desea. Así, le tenemos miedo al mañana, a perder la salud, a la muerte, a fracasar, a compartir con otros nuestra fe, a comenzar algo nuevo, inclusive a ser feliz. Ahora, es cierto que el miedo funciona en nosotros, especialmente en momentos de angustia, de peligro o de amenaza, en forma tal que sacamos fuerzas de la debilidad, agilidad en medio de la tranquilidad, puntería para dar en la frente de este gigante que amenaza continuamente todas las áreas de nuestra vida, especialmente en lo espiritual. Como el niño que respondió a la reportera que le entrevistaba por haber sido salvado por su mamá de las fauces de un cocodrilo. Le preguntó sobre las heridas que le causó este reptil en las piernas y el jovencito le dijo: “Debería ver los moretones que tengo en mis brazos producidos porque mi madre no me soltó”. Cuando experimentamos miedo por algo, tomémonos de las manos de nuestro Dios, Él no nos soltará nunca. Oremos: “Bendito Padre celestial: Muchas gracias por estar cerca de nosotros y salvarnos cuando el miedo nos invade. Así como estuviste con Pedro, que al ver el fuerte viento tuvo miedo y comenzó a hundirse, no dejes que el miedo nos hunda. Que tu fuerte brazo nos sostenga y podamos seguir caminando sobre las turbulentas aguas de la vida. Danos valor en el momento en que lo necesitemos y que Tu gracia nos sostenga. Danos Tu amor que echa fuera el temor. Te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús. Amén.” No todos tenemos los mismos problemas... pero sí tenemos la misma solución... Buscar a Dios. Martes 8 de noviembre | Lectura del día: Mateo 16:21-28 Negarse a sí mismo Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Mateo 16:24 S iempre que una persona va a inscribirse a la escuela o si está buscando trabajo, pregunta por los requisitos, y es de todos sabido que si no se cumple con dichos requisitos no se puede entrar a la escuela o en su caso al trabajo. Para ser discípulo de Jesús también hay requisitos que cumplir; cuando menos Jesús menciona tres de ellos en el versículo que leímos al principio: Primero negarse a sí mismo, segundo tomar su cruz y tercero seguir a Jesús. Quiero referirme al primer requisito: ¿Qué significa negarme a sí mismo? Antes quiero mencionar lo que no significa: No significa que te cambies de nombre, aunque algunos no les vendría nada mal un cambio, tampoco significa cambiar de personalidad. Dios te ha dado una forma de ser y si cambias ya no serías original. Puedes cambiar hábitos, conductas pero no tu personalidad. Entonces, ¿qué significa negarse a sí mismo?: Es decir NO a las pretensiones de autosuficiencia, sabiduría propia y mérito propio. Si quiero ser discípulo de Jesús ya no puedo vivir como una persona autosuficiente porque ahora mi vida depende completamente de Él, debo estar conectado a Él, ya no dependo de mi sabiduría humana, de mis métodos o habilidad, porque eso me ha llevado a cometer muchos errores; ahora debo depender de la sabiduría de Dios y creer que lo que soy y he obtenido no es gracias a mi capacidad y esfuerzo, sino que ahora como discípulo de Cristo todo el mérito es de Él y yo solo soy instrumento en Sus manos. Oremos: “Amado Padre celestial: Queremos ser discípulos de Jesús, cumpliendo con los requisitos que Tú pides en Tu Palabra. Decidimos negarnos a nosotros mismos, pero para esto necesitamos el poder de Tu Espíritu en nosotros. Renunciamos a la autosuficiencia, sabiduría propia y mérito propio, reconociendo que separados de Ti nada podemos hacer. Esto te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesús. Amén.” No todos tenemos los mismos problemas... pero sí tenemos la misma solución... Buscar a Dios. Miércoles 9 de noviembre | Lectura del día: Jeremías 17:1-10 La desconfianza Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. Jeremías 17:7-8 H ablemos hoy de un enemigo gigante al que tenemos que vencer en nuestra vida llamado la desconfianza. Ese sentimiento que nos hace tener prejuicio acerca de Dios o de los demás. Es una sospecha íntima, sin fundamento, de la mala intención de otros para con nosotros. Es una lucha interior por el temor a ser estafado, engañado o desilusionado. Es cierto que como dice Mateo 24:12, “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.” La desconfianza nos separa de Dios y nos separa de las demás personas. Envenena nuestro corazón y hace miserable nuestra vida. Adán y Eva, en el huerto de Edén, desconfiaron de Dios. Pensaron que Él les estaba ocultando algo bueno que no quería darles y eso los llevó a desobedecer y pecar. Para vencer este gigante de la desconfianza en nuestra vida, tenemos que recordar lo que Dios es. Él es digno de confianza. Él es la verdad, que no nos engaña, que no nos miente nunca. Él es nuestro proveedor, clemente, misericordioso, paciente, amable para con nosotros. Él es quien se preocupa por sus creaturas, aun cuando nosotros le seamos infieles, Él permanece fiel. El Dios que tiene, por medio de Jesucristo, un plan maravilloso para nosotros. Esto nos llevará a confiar plenamente en nuestro Redentor, en nosotros mismos y en los demás. Esto nos llevará a ser victoriosos sobre el gigante de la desconfianza. Oremos: “Padre celestial: En un mundo en el que reina la desconfianza, ponemos nuestra confianza en Ti, por lo que eres, por lo que significas para nosotros y por lo que haces en nuestro favor. Ayúdanos a ser prudentes en nuestra relación con los demás y a confiar en ellos, aunque nos fallen, aunque nos defrauden. Ayúdanos a vivir confiando plenamente en Ti y en Tus promesas. En el nombre de Jesús. Amén” No todos tenemos los mismos problemas... pero sí tenemos la misma solución... Buscar a Dios. Jueves 10 de noviembre | Lectura del día: Romanos 13:1-8 Las deudas Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. Romanos 13:7 R eflexionemos hoy sobre el gigante de las deudas. Si combinamos una situación financiera inestable en el país, un ingreso limitado y una mala administración, aparece el gigante de las deudas. Es un enemigo que destruye la salud de las personas, daña las relaciones entre esposos y afecta a las familias; provoca entre los cónyuges peleas, discusiones, reproches, sentimiento de culpa, vergüenza, infelicidad; causa en las personas tensiones, dolores de cabeza, musculares y de estómago, depresión y hasta ataques cardiacos. Socialmente es motivo de muchos divorcios en el mundo. Si a esto agregamos que vivimos en un mundo en el que se favorece y estimula el consumismo, el enemigo se agiganta aún más. Mis amados, si ya nos encontramos en el campo de batalla frente al gigante de las deudas, podemos hacer un plan de como derrotarlo. Comencemos por hacer un frente común, un equipo en el que todos los miembros de la familia colaboraremos. Prioricemos los gastos para disminuirlos. No nos dejemos llevar por las ofertas o las compras innecesarias. Hagamos un presupuesto. Analicemos las deudas y establezcamos un plan de cómo pagarlas. Decidamos qué deudas saldar primero. Quizá podemos comenzar con las más pequeñas o la de menor pago de intereses. Y busquemos, negociar un nuevo plan de pagos con los acreedores de deudas mayores o con los bancos. Daremos siempre un buen testimonio al pagar a todos los que les debemos, aunque signifique un sacrificio para nosotros o tener que hacer ajustes en nuestros gastos familiares. Oremos: “Padre Celestial: Te pedimos que nos ayudes a estar contentos con lo que tenemos y a no ambicionar más. A vivir se manera sencilla y sin lujos innecesarios. Que no busquemos compararnos con los que tienen más que nosotros y querer ser como ellos aunque nos endeudemos. Ayúdanos a mantener bien nuestra relación contigo y con nuestra familia. A valorar las cosas espirituales más que lo material. A glorificar Tu nombre pagando a nuestros deudores. Te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.” No todos tenemos los mismos problemas... pero sí tenemos la misma solución... Buscar a Dios. Viernes 11 de noviembre | Lectura del día: Marcos 7:17-23 La tentación sexual Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Marcos 7:21-22 U no de los gigantes más poderosos con los que el cristiano tiene que luchar cada día es el de la tentación sexual. Nuestro mundo está lleno de sensualidad. Los anuncios comerciales, los programas de televisión, los de radio, el internet, las publicaciones, de una o de otra manera se manifiestan por medio de la sensualidad. En algunos países hasta los libros de texto de instrucción preescolar o primaria están llenos de información que hace que los niños tengan demasiada información sobre relaciones sexuales que no necesitan. Hacia donde dirijamos la mirada hay algo relacionado con el sexo y aparece el gigante de la tentación. Entendamos, por supuesto, que la tentación no es pecado. Ceder a ella si lo es y ese es el propósito de ser tentados. Es una invitación a satisfacer algo legítimo de manera ilegítima. Amados, nuestro Señor Jesucristo nos advierte a poner atención a la situación de nuestro corazón, de nuestro ser interior, de nuestro espíritu, porque de allí emana todo. Si nuestro corazón no ha sido purificado, de allí saldrán los malos pensamientos motivados por la tentación exterior sobre sexualidad. Es cierto, también, que la tentación es un proceso que en cualquiera de los escalones en descenso podemos detenernos, por medio del arrepentimiento y la búsqueda de perdón. Reconozcamos que todos hemos sido tentados, hombres y mujeres, a cometer pecado sexual. Pero gracias a Dios que podemos ser victoriosos sobre este gigante que quiere destruirnos a nosotros y a nuestra familia. Oremos: “Bendito Dios: Te pido que tu Espíritu Santo purifique nuestro corazón para resistir los ataques del enemigo de nuestra alma en el área de la sexualidad. Ayúdanos a ser sabios y descubrir la circunstancia en que somos tentados, la hora del día, el lugar, la actividad y la situación en que nos encontramos, para evitarlo. Fortalece nuestra voluntad para no ceder a la tentación. Cuida por favor nuestros ojos frente a toda tentación sexual. En Cristo Jesús. Amén.” No todos tenemos los mismos problemas... pero sí tenemos la misma solución... Buscar a Dios. Sábado 12 de noviembre | Lectura del día: Romanos 13:8-14 Tiempos finales La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Romanos 13:12 C iertamente estamos viviendo tiempos finales, solo basta leer el periódico del día o escuchar las noticias en la televisión para saber que las señales de los últimos tiempos se están manifestando: tsunamis, terremotos, hambre, pestes, guerras, son el pan de cada día; las profecías se están cumpliendo y la Biblia dice que en los tiempos finales muchos apostataran de la fe, escucharán a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Timoteo 4:1). Nunca como hoy el enemigo de nuestra alma está haciendo sus últimos trabajos sucios, pues él no quiere que nos salvemos, así que va a tratar de engañar al mayor número de personas posible. La Biblia nos dice que en los últimos días esto ira de mal en peor, por lo tanto no nos debe sorprender; “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” Mateo 24:12. ¿Cómo podemos salvarnos de no ser víctimas de la apostasía? En primer lugar debemos poner mucha atención a las advertencias de la Biblia, debemos conocer bien las trampas de Satanás, nuestro enemigo; hoy más que nunca debemos velar en oración para no caer en la trampa de la tentación. Nuestra relación con Jesucristo necesita constante intimidad en oración, lectura de la Biblia y asistencia a la congregación, además de nuestra práctica de las disciplinas espirituales. El día que dejemos de crecer espiritualmente, nos volveremos blanco fácil para ser uno más en la lista de los apóstatas. Oremos: “Señor nuestro: No queremos vivir espantados por lo que puede venir en el futuro, sólo ayúdanos a buscarte cada día para ponernos a cuentas contigo; tener momentos de oración y lectura de la Palabra diariamente a fin de estar preparados para los tiempos finales. Guárdanos de caer en cualquier engaño que quiera separarnos de Ti Te lo pedimos en el nombre de Tu Hijo Jesús. Amén.” No todos tenemos los mismos problemas... pero sí tenemos la misma solución... Buscar a Dios. Domingo 13 de noviembre | Lectura del día: Efesios 6:10-20 Conociendo a nuestro enemigo Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Efesios 6:12 E n este mes Dios puso en mi corazón escribir sobre la importancia de estar atentos velando siempre para no caer en tentación, sabiendo que nuestro enemigo anda como león rugiente buscando a quién devorar. Considero que Dios está viendo la situación del mundo y lo vulnerable que somos y por eso nos invita una y otra vez a cuidar esta salvación tan grande que hemos obtenido por medio de Jesús a quienes lo hemos aceptado como nuestro Salvador. Uno de mis personajes favoritos de la Biblia, por su corazón, es David. Casi todo el mundo conoce a David y si preguntáramos dos cosas que se relacionen con él, creo que saldrían a relucir los nombres de Goliat y Betsabé. Goliat y Betsabé representan la victoria y la derrota. David, un matagigantes que pudo vencer a Goliat, no pudo derrotar la tentación de la lujuria ante Betsabé, Satanás no pudo derrotar a David en el campo de batalla, pero sí lo hizo en su alcoba. En ese tiempo David se descuidó, pues él debía estar en la guerra, peleando junto con su ejército, pero prefirió descansar en su palacio. Muy probablemente David se alejó de su intimidad con Dios, bajó la guardia y se convirtió en un blanco fácil para el diablo. Es cierto que confesó su pecado y recibió perdón, pero cosechó lo que sembró, ya que los pecados que cometió trajeron consecuencias dolorosas a su vida. Oremos: “Padre santo: Danos discernimiento para conocer la estrategia de nuestro enemigo, y que no seamos un blanco fácil para él. No queremos alejarnos de la comunión contigo, estamos aferrados a Ti en todo momento. Te pedimos que nos libres de caer en tentación y de esa manera entristecer tu corazón y dar lugar al enemigo. Si alguno está batallando con alguna debilidad, fortalécelo en este día y dale la victoria sobre cualquier tentación. Que podamos agradarte en todo cada día. Te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesús. Amén.” No todos tenemos los mismos problemas... pero sí tenemos la misma solución... Buscar a Dios. Lunes 14 de noviembre | Lectura del día: Proverbios 10:22 La tristeza La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella. Proverbios 10:22 H ay muchas situaciones en la vida que nos llevan a enfrentarnos al gigante de la tristeza. Esa emoción en la que los seres humanos nos sentimos abatidos, con deseos de llorar continuamente, con negatividad y una baja autoestima. Hay en el corazón mucha pena, aflicción, pérdida de energía y angustia, motivado por un hecho desafortunado o doloroso. Nuestro rostro está con una expresión más caída, con falta de energía y es difícil que los demás no lo noten. Recordamos a Nehemías, copero del rey Artajerjes, que cuando le sirvió el vino notó la tristeza en su rostro y se dio cuenta del quebranto de su corazón. Si este estado de ánimo es constante o dura mucho tiempo puede volverse depresión, que requiere la atención de un profesional. La Biblia nos habla también de una tristeza que es según Dios. Es motivada por haber hecho lo malo, por haber pecado, por haberle fallado a Dios. No es la tristeza que sentimos cuando una persona cercana a nosotros ha muerto o por un plan de trabajo que no salió como lo planeamos. Es la tristeza que nos motiva al arrepentimiento de corazón y a pedirle perdón a Dios. La Biblia le llama también “quebrantados de corazón” o “contritos de espíritu”. David, escribió el Salmo 51 después de haber cometido pecado y mostrando tristeza y un profundo arrepentimiento, pide ser perdonado y purificado. En el Salmo 34:18 escribió: “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu”. Oremos: “Bendito Padre celestial: Gracias por estar cercano a los quebrantados de corazón y por salvar a los contritos de espíritu. Gracias por que cuando nos acercamos a Ti con nuestro corazón humillado, tienes misericordia de nosotros y nos perdonas. Gracias, también por tomar nuestra tristeza humana y cambiarla en el gozo que solamente Tú puedes darnos. Te rogamos que, si alguno de nuestros hermanos tiene tristeza en este momento, la cambies en alegría. Transforma su lamento en baile. Vuelve su angustia en gozo. Que estemos contentos con tu presencia en nuestras vidas. En el nombre de Cristo Jesús. Amén” No eres lo que logras... eres lo que superas. Martes 15 de noviembre | Lectura del día: Lucas 11:1-13 Sed llenos del Espíritu Santo Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? Lucas 11:13 C uando pensamos en ser llenos del Espíritu Santo, con frecuencia lo relacionamos con una experiencia o una sensación de euforia, pero en realidad cuando Dios nos dice que seamos llenos del Espíritu Santo, la palabra traducida como llenos también se puede traducir como “controlados por” lo que significa que dejemos que nuestra vida sea controlada por Él. Otra cosa interesante es que el tiempo de esta palabra en el idioma original es un presente continúo, así que se puede traducir como “Sean llenos continuamente del Espíritu Santo”. No es algo que debemos orar una sola vez, más bien es algo que debemos pedir repetidamente “Señor lléname de tu Espíritu hoy” y mañana volver a pedirle Señor lléname una vez más de tu Espíritu Santo. Así como mi coche necesita gasolina continuamente, mi vida necesita todos los días del poder del Espíritu Santo. Tal vez hayas tenido experiencias emocionales, pero eso tiene muy poco que ver con la realidad de ser llenos del Espíritu Santo; la llenura del Espíritu nos da poder para testificar, produce fruto en nuestra vida y nos da dirección diaria para vivir como Jesús. En Efesios 5:18 encontramos un mandato, no una sugerencia: “Sean llenos del Espíritu Santo” no nos está pidiendo si podemos o nos apetece hacerlo, ni tan siquiera dice: “Serían tan amables de ser llenos del Espíritu Santo”, más bien es una orden, Dios nos manda hacerlo, ahora nos toca a nosotros obedecer. Oremos: “Amado Padre: En este día queremos pedir que nos llenes de Tu maravillosa presencia, de Tu Espíritu. Te anhelamos con todo el corazón y deseamos ser llenos del Espíritu santo. Que Él tome control de todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo, porque a Ti te pertenecemos Señor. Queremos andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne. Necesitamos de Ti. En el nombre de Jesús. Amén.” No eres lo que logras... eres lo que superas. Miércoles 16 de noviembre | Lectura del día: Romanos 8:35-39 La angustia ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Romanos 8:35 “ Espero conseguir trabajo esta semana, no puedo vivir con esta angustia” puede ser el testimonio de cualquiera de nosotros en un momento dado. Cuando el gigante de la angustia viene a nosotros, llega por medio de un estado de intranquilidad muy intensa causado por algo desagradable, por la amenaza de una desgracia o un peligro. En el idioma latín esta palabra significa “angostura”, “dificultad”. Cuando estamos frente a esta terrible amenaza sentimos temblores, taquicardia, sudoración excesiva o falta de aire. Sigmund Freud dijo que hay una angustia realista que surge cuando tenemos un peligro exterior y hay la angustia neurótica, que no tiene un fundamento exterior o resulta exagerada ante la objetividad del peligro. Los estudiosos de la conducta humana, mis amados, nos dicen que podemos vencer al gigante haciendo ejercicio físico periódicamente, tomando mucha agua, estableciendo prioridades, delegando, buscando una distracción y pasando tiempo con las personas que amamos. Sin embargo, el consejo de la Palabra de Dios es que en el momento de la angustia confiemos plenamente en nuestro Redentor y le busquemos en oración. Salmos 46:1 nos recuerda que, “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” y en 34:18 “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu”. Permitamos que nuestro ánimo sea positivo, que vivamos de acuerdo a nuestras posibilidades, sin buscar lo innecesario, para no dar lugar a la desesperación. Oremos. “Padre: Reconocemos que por nuestro estilo de vida agitado y por los afanes de la vida, nos enfrentamos con frecuencia al gigante de la angustia. Ayúdanos a poner todas las cosas en Tus manos y toda nuestra confianza en Ti. Que volvamos una y otra vez a las promesas de tu Palabra y las hagamos nuestras. Que en silencio aprendamos a esperar en ti. No permitas que seamos vencidos por la angustia, sino que seamos victoriosos sobre ella, sabiendo que, por medio de Jesucristo, nuestro Salvador, la venciste en la cruz del Calvario. Oramos en el nombre de Jesús. Amén” No eres lo que logras... eres lo que superas. Jueves 17 de noviembre Lectura del día: Mateo 6:1-15 Falta de perdón Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial. Mateo 6:14 U n gigante agresivo y terriblemente destructor es el de la falta de perdón. Los sentimientos de rencor y odio no solamente son dañinos para nuestra salud espiritual, sino también para nuestra salud física y emocional. Crea un estado de ansiedad que daña nuestra vida y puede llevar hasta la muerte. Negarse a perdonar a los que nos ofenden o lastiman, en la actualidad los médicos lo clasifican como una enfermedad y lo reconocen como una causa de desarrollar cáncer en las personas. Explican que la ansiedad crónica produce un exceso de adrenalina y cortisol, que agota la producción de células naturales que defienden a nuestro organismo de ciertas enfermedades, entre ellas el cáncer. Así que, amados, el no perdonar a los demás es veneno para nuestro organismo, para nuestra vida espiritual y para nuestras relaciones interpersonales. Como Dios nos ama tanto y no quiere que estemos bajo la esclavitud de este gigante llamado falta de perdón, no nos da opción, es un mandato. En Mateo 6:15 nos dice: “Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” Y en Efesios 4:30-32 el apóstol Pablo nos aconseja: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Por obediencia a nuestro Padre celestial y por salud integral debemos perdonar a los que nos ofenden. Así derrotaremos al gigante de la falta de perdón. Oremos: “Glorioso Dios y Padre celestial: Te rogamos, que tu Espíritu Santo llene nuestro corazón de Tu amor maravilloso, de tal manera que estemos dispuestos a perdonar a todos aquellos que nos lastimen, nos ofenden o hablan de nosotros mintiendo. Concédenos esa paz que sólo Cristo puede dar. Trabaja con nuestra voluntad para que con libertad escojamos perdonar, de la misma manera en que Tú, Papito, nos has perdonado. En el nombre de Jesús. Amén.” No eres lo que logras... eres lo que superas. Viernes 18 de noviembre | Lectura del día: Deuteronomio 11:1-25 Graba la Palabra de Dios en tu corazón Grábense estas palabras en el corazón y en la mente; átenlas en sus manos como un signo, y llévenlas en su frente como una marca. Deuteronomio 11:18 R ecuerdo cuando un grupo de personas dejaron a Jesús, Él se volvió a sus discípulos y les dijo ¿Quieren ustedes irse también? Le respondió Simón Pedro: “Señor ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:68). Todos sabemos que la Biblia es la Palabra de Dios y que esa Palabra es viva, eficaz y útil para enseñar, para redargüir, para instruir. La Biblia es vida y guía para nosotros los cristianos. Leí que un hombre de Dios escribió lo siguiente en su Biblia: “El pecado lo separa de este libro y este libro lo separa del pecado”. El diablo siempre quiere alejarnos de la Biblia, a él no le importa qué libros leas, mientras no sea la Biblia; a él no le importa si ves pornografía o lees revistas de espectáculos, mientras no tomes la Biblia no pasa nada. En el momento en que tomes la Biblia para leerla el tratará de distraerte por todos los medios, porque él no quiere que leas ni que obedezcas la Palabra, pues haciéndolo recibirás bendición. No solamente debes leer la Biblia, también hay que memorizarla, llevarla en el corazón y en la mente, como leímos al principio, así cuando el diablo te ataque, sacarás la espada de la Palabra de Dios y le podrás hacer frente y de esta manera saldrás victorioso. Nuestra mejor defensa ante las tentaciones del enemigo es la Palabra de Dios. Por eso Jesús dijo: si vosotros permanecéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad y la verdad los hará libres ( Juan 8:31-32). Oremos: “Amado Dios: Amamos Tu Palabra, porque a través de ella te hemos conocido y hemos descubierto Tus promesas y las bendiciones que tienes para nosotros. También en ella nos das instrucciones y nos adviertes de las consecuencias que tendremos si no la obedecemos. Permítenos leerla cada día y memorizar algunos versículos que serán nuestra ancla en las tempestades que enfrentemos en nuestra vida. Gracias en el nombre de Jesús. Amén.” No eres lo que logras... eres lo que superas. Sábado 19 de noviembre | Lectura del día: Job 19:10-21 Las malas amistades Todos mis íntimos amigos me aborrecieron, y los que yo amaba se volvieron contra mí. Job 19:19 R econocemos que Dios nos creó para que estuviéramos rodeados de otras personas, además de nuestra familia, que tuviéramos amigos. También reconocemos que los que nos rodean ejercen cierta influencia, positiva o negativa, sobre nuestro carácter. Y que tenemos la necesidad de que alguien esté cerca de nosotros en los momentos de crisis, problemas o situaciones difíciles. Sin embargo, cuando no somos cuidadosos en la selección de nuestras amistades, puede de pronto, aparecer el gigante de las malas amistades. Surgirán quienes nos usan como un medio para alcanzar algún fin, aunque nos afecten. Otros que tienen un carácter pesimista o un comportamiento negativo y su influencia se vuelve tóxica, dañina. Unos más, les restan valor a nuestros logros y hasta manifiestan envidia por ellos. Aparecen los malos amigos. Para vencer al gigante de los malos amigos, tenemos que pedirle a Dios que nos ayude a seleccionar a las personas que estarán cerca de nosotros, a los que escogeremos como amigos. En primer lugar, que declaren nuestra misma fe en Jesucristo, que estén cerca de nosotros cuando los necesitemos, que afirmen nuestra autoestima cuando aprobamos un examen, cuando obtenemos un ascenso en el trabajo, cuando un proyecto nos resultó bien. Aquellos que confían en nosotros y son dignos de nuestra confianza. Quienes, a pesar de conocer nuestro lado débil o nuestros defectos, nos ayudan. Los que tienen un espíritu optimista, positivo y que nos ayudan a fortalecer nuestras cualidades buenas. Oremos: “Padre nuestro celestial: Reconocemos delante de ti la necesidad de que nos ayudes a seleccionar a nuestros amigos. Te pedimos que nos concedas la fuerza y voluntad para dejar aquellas amistades que no son buenas, que pueden crearnos conflictos o llevarnos a situaciones difíciles. Guíanos para encontrar entre nuestros hermanos en la fe buenos amigos. Y ayúdanos a nosotros a ser buenos amigos para con los demás, leales, positivos, que animemos al desanimado, que fortalezcamos al débil, que ayudemos al necesitado y demos dirección al desorientado. En el nombre de Cristo Jesús. Amén” No eres lo que logras... eres lo que superas. Domingo 20 de noviembre | Lectura del día: Mateo 19:16-30 Serás recompensado Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” Mateo 19: 29 E sta es la historia del joven rico, quien se acercó a Jesús con una pregunta: ¿Qué de bueno tengo que hacer para obtener la vida eterna? Tal vez esperaba que Jesús le dijera que apoyara a una viuda, que construyera un templo o que repartiera despensas a los pobres. Jesús llevó a este joven al centro del problema: la avaricia. Él quería hacer ciertas cosas con tal de comprar la salvación, pero no quería dejar lo que verdaderamente lo ataba para ser un verdadero discípulo de Jesús. Cuando Jesús le dice que vendiera todo lo que tenía, aquello que se había convertido en su Dios y que se lo diera a los pobres, este joven se fue triste porque no solo tenía muchas riquezas, sino amor a las riquezas. Me llama la atención Pedro en el versículo 27 cuando le dijo a Jesús: “Nosotros lo hemos dejado todo por seguirte, y ¿qué ganamos con eso?” La verdad, podemos pensar que Pedro no había dejado mucho, pues era un fracasado, había trabajado toda la noche y no había pescado nada; si a la mañana siguiente tenía muchos peces, fue por un milagro hecho por Jesús. En realidad dejo unas redes rotas y una barca usada, pero pensándolo bien, era todo lo que tenía y aunque no era mucho, la respuesta de Jesús fue maravillosa “Todo el que por mi causa haya dejado casas, hermanos, padre, madre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna” (v. 29). Oremos: “Bendito Padre celestial: Te damos gracias por la recompensa que tienes preparada para aquéllos que hemos dejado cosas importantes por seguirte a Ti. Tu Palabra dice que seremos recompensados y nosotros lo creemos. Que no nos aferremos a nada que nos estorbe para tener una relación íntima y un compromiso verdadero contigo. Examina nuestro corazón y háblanos y todavía hay algo que debemos soltar para poder seguirte a Ti. En el nombre de Jesús. Amén.” No eres lo que logras... eres lo que superas. Lunes 21 de noviembre | Lectura del día: Proverbios 23:1-8 Exceso en la comida Cuando te sientes a comer con algún señor, considera bien lo que está delante de ti, y pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito. Proverbios 23:1-2 H ay una práctica que muy pocos cristianos tomamos en cuenta y es el comer en exceso. Esto puede ser causado por el estrés, ansiedad, la impulsividad, el hedonismo o el placer de comer, o el tratar de evadir los problemas de la vida. Algunas personas simplemente tienden a comer muy rápido y no dan tiempo a que su sistema digestivo envíe señales a su cerebro de que ya están satisfechos. Cuando estamos frente al gigante de la gula, estamos frente al peligro de la obesidad, que se ha vuelto un problema de salud nacional. Hay cristianos que ni considerarían tomar un vaso de vino o fumar un cigarro, pero no vacilan en llenar el estómago de comida, más allá de lo necesario. La Biblia en Proverbios 23:20-21 nos advierte, “No estés con los bebedores de vino, ni con los comedores de carne; Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el sueño hará vestir vestidos rotos.” En 28:7 declara, “El que guarda la ley es hijo prudente; Mas el que es compañero de glotones avergüenza a su padre.” En 23:2, “Y pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito.” Y en Romanos 13:13 “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia.” Vencer este gigante en nosotros, no solamente significa evitar tener obesidad, colesterol y triglicéridos altos, hígado graso, riñones dañados o infartos al miocardio, significa que somos capaces de controlar nuestros hábitos; tener autodominio sobre nuestros apetitos. Oremos: “Bendito Padre celestial: Te pedimos hoy que nos llenes del Espíritu Santo, que nos dotes de poder, para controlar los hábitos de la mente como la lascivia, la avaricia, la ira, pero también que nos ayudes a vencer el hábito de comer en abundancia. Danos poder para vencer al gigante de la gula. Ayúdanos a ser buenos mayordomos de nuestro cuerpo. Que podamos honrarte al alimentarnos sanamente y en cantidades adecuadas. Te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús. Amén.” El dolor de hoy mañana será tu fuerza Martes 22 de noviembre | Lectura del día: Hebreos 12:1-12 Permanece enfocado Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:2 Q ué importante es para un corredor profesional mantenerse enfocado, y no pasa esto solamente en el atletismo, sino en cualquier deporte profesional. En mi vida ministerial también me he dado cuenta que me es muy fácil desenfocarme y cuando lo he hecho, he afectado el ministerio que Dios me ha dado, porque la obra se detiene cuando me desenfoco. El autor del libro de Hebreos, después de nombrar a los grandes héroes de la fe, nos insta a correr la carrera cristiana enfocados. Nos menciona que tenemos que correr lo más ligeros que podamos, debemos despojarnos de todo peso y de todo pecado que puede detener nuestro avance en la carrera, pero en el versículo 2 nos dice que debemos correr para la audiencia de uno: Jesucristo. Nuestros ojos deben estar puestos en Él, no en las gradas; nuestra motivación debe ser Él, nuestro enfoque en Él, Jesucristo nos anima en la carrera, nos ve, Él ora por nosotros, nos motiva, intercede por nosotros ante el Padre, así que lo mejor que podemos hacer es no quitar los ojos de Él. El ver a Jesús en el cielo sentado a la diestra de Dios le dio la capacidad a Esteban, el primer mártir cristiano, de correr su carrera hasta el final. Ver a Jesús también le dio a Pedro la posibilidad de caminar sobre el agua, mientras mantuvo su mirada en el Señor. Oremos: Padre: Te pedimos que nos permitas mantener nuestra mirada en Jesús; que las circunstancias que enfrentamos no nos atemoricen; que las personas que nos fallan no nos desenfoquen de Jesús, quien nunca nos fallará, siempre estará ahí para animarnos, porque Él va delante de nosotros y es el máximo ganador, es el campeón y nos mostrará cómo correr. Gracias, en el nombre de Jesús. Amén.” El dolor de hoy mañana será tu fuerza Miércoles 23 de noviembre | Lectura del día: Ezequiel 2:1-7 La apatía Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor. Ezequiel 2:4 R eflexionar sobre la apatía es hablar de una falta de emoción, de motivación o de entusiasmo. Estamos considerando un estado de indiferencia, en el que una persona no responde a aspectos de la vida emocional, social o física. Algunos escritores del pasado usaron esta palabra para referirse al desprecio del cristiano de todas las preocupaciones mundanas, algo así como una mortificación, elevándola al punto de considerarla una virtud. En el último libro de la Biblia, Apocalipsis, Jesucristo le dice a Juan que le escriba al ángel de la iglesia en Laodicea que por ser tibio, en lugar de frio o caliente, sería vomitado. La consideración es ¡Ojalá fueses frio o caliente!, en lugar de apático, indiferente, falto de interés. Dios le dice a Ezequiel que los apáticos son “hijos de duro rostro y de empedernido corazón.” Amados, no solamente debemos combatir, sino vencer al gigante de la apatía, porque puede llevarnos a la amargura, a la pérdida de visión en la obra de Dios, a no responder positivamente a las Sagradas Escrituras. El escritor a los Hebreos, en el capítulo 5:11 nos dice: “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír.” Inclusive podríamos llegar a sentir que no necesitamos de nada ni de nadie, podríamos volvernos presumidos, sentirnos autosuficientes. Necesitamos poner en práctica lo que aprendemos de la Palabra de Dios; darle aliento a nuestro nuevo hombre a través de la fe; interesarnos en la obra de Dios y en los demás. Oremos. “Bendito Padre celestial: Ayúdanos a seguir el consejo que recibió la iglesia de Laodicea. A ungir nuestros ojos con colirio para ver las necesidades de otros, a interesarnos en los demás, a mirar todo lo bueno que tienes para nosotros en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestro negocio, en nuestros estudios. Ayúdanos a crecer en la fe y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Quita de nuestro corazón toda indiferencia y danos interés, entusiasmo y motivación para servirte. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén” El dolor de hoy mañana será tu fuerza Jueves 24 de noviembre | Lectura del día: Hechos 27:20-29 No te desanimes Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho. Hechos 27:25 T odos los hombres y mujeres de la Biblia se han enfrentado al gigante del desánimo. Por diferentes razones, en un momento dado, se sintieron sin fuerzas para seguir adelante, abatidos, sin las facultades físicas, emocionales, espirituales para continuar. Una sensación de que no podían cumplir con el propósito que Dios había establecido para su vida. Nosotros no estamos exentos de sentirnos alguna vez desanimados. Posiblemente hoy lo estamos. Recordamos a Job, que de la noche a la mañana perdió a sus hijos, sus posesiones, sus animales, su riqueza, su salud. A nosotros también nos desafía este gigante. Tenemos que enfrentarlo y vencerlo con la ayuda de Dios. De otra manera afectará nuestra vida personal, espiritual, familiar, eclesiástica y nuestra relación con Dios y con los demás. Antes de que el gigante del desánimo nos aleje de nuestro Redentor y de los que nos rodean, antes de que pongamos en nuestra mente pensamientos negativos y de derrota, antes de que nos volvamos críticos y murmuradores, y nos volvamos insensibles a las necesidades de los demás, tenemos que derrotarlo. Nehemías nos enseña en su propia experiencia cómo lograrlo. Reconoció su desaliento, su fatiga, su frustración, la sensación de fracaso y buscó a Dios en oración, no dejó de trabajar, se afianzó en las promesas de Dios, buscó el apoyo de otros, se ayudaron unos a otros, vencieron al gigante del desánimo y terminaron la construcción del muro en Jerusalén. Dios nos llama a orar siempre y no desmayar. Oremos: “Eterno Padre Celestial: Te bendecimos por no dejarnos solos en los días que, como Elías, nos sentamos bajo el enebro, totalmente desanimados, sintiéndonos derrotados, sin deseos de seguir adelante. Gracias por darnos nuevas fuerzas, por alentarnos, por recordarnos tus promesas de ayuda. Ayúdanos a ser humildes y que busquemos la ayuda de los demás. Nos encomendamos a tu gracia bendita y te rogamos que nos ayudes a ser victoriosos sobre el desánimo, a no dejarnos vencer bajo ninguna circunstancia. Te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén” El dolor de hoy mañana será tu fuerza Viernes 25 de noviembre | Lectura del día: Salmos 37:1-9 Deja la ira Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo. Salmos 37:8 L a ira es un estado emocional que puede ir desde una leve molestia o irritación hasta la violencia desatada. Su función básica e instintiva está encaminada a responder agresivamente ante posibles amenazas. Puede ser motivada por la inseguridad, una baja autoestima, inmadurez espiritual, escasa tolerancia a la frustración, soberbia, egocentrismo o impaciencia. Este gigante no solamente afecta las relaciones interpersonales, sino que físicamente provoca hipertensión, dolores de cabeza, depresión, aumento en los niveles de adrenalina y noradrenalina, problemas gastrointestinales y problemas respiratorios, entre otros. Y cuando se tiene un ataque de ira, la persona se llena de sentimiento de culpa, remordimiento, soledad y la creencia de que está en posesión de la verdad. Si el consejo de las Sagradas Escrituras es, “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26) significa que la ira puede conducirnos al pecado. Por el grado de excitación que provoca se está predispuesto a actuar de forma impulsiva llegando a tener conductas agresivas. Caín en su molestia porque Dios no había recibido su ofrenda y sí la de su hermano, se llenó de ira y mató a Abel. Pablo confrontó a Pedro por su conducta impropia, pero sólo le llamó la atención. Para vencer a este peligroso gigante, es necesario admitir que hemos actuado fuera de lugar y pedir perdón; dejar lugar a la ira de Dios cuando somos agredidos por alguien, regresando bien por mal y asumiendo nuestra responsabilidad en la situación. Oremos. “Padre Celestial: Sabiendo que en un momento dado nuestra humanidad puede descontrolarse y podemos caer en un arranque de ira, te rogamos que nos ayudes a tener control sobre nuestro carácter. Enséñanos a tener dominio propio, a mantener la calma en toda situación. Que el Espíritu Santo tome control de nuestra vida y nos guie en una conducta que te agrade y glorifique Tu nombre. Ayúdanos a controlar nuestras emociones y a tener una blanda respuesta, en lugar de la palabra áspera. Te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús. Amén” El dolor de hoy mañana será tu fuerza Sábado 26 de noviembre | Lectura del día: Hebreos 3:1-13 La incredulidad Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; Hebreos 3:12 L a incredulidad es la dificultad que tiene una persona para creer lo que ve o lo que otros le cuentan. Una ausencia de fe religiosa. Hay desde los incrédulos ateos, quienes no creen en la existencia de Dios, los paganos que no aceptan que la Biblia sea la Palabra de Dios, los agnósticos que mantienen una actitud neutral en cuanto al cristianismo verdadero, los filósofos que niegan la autoridad de las Sagradas Escrituras, los modernistas que tratan de explicar la doctrina cristiana a la luz de las creencias y conceptos modernos. Los evolucionistas tratan de sustituir el relato de la creación con la teoría de la evolución; creen que el mundo se formó a través de millones de años y que los seres vivos van transformándose, que los seres humanos descienden del mono que evolucionó con el paso del tiempo hasta convertirse en el hombre actual. Independientemente del nivel de incredulidad que el ser humano manifieste, este gigante entra aun entre los cristianos. Mateo 28:16-17 nos dice lo que pasó después de la resurrección de nuestro Salvador: “Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban.” Y en Juan 20:24 y 25, “Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.” El verdadero enemigo de la fe es la incredulidad y tenemos que vencerla. Oremos. “Bendito Dios y Padre Celestial: Te rogamos que fortalezcas nuestra fe, que si alguna vez tenemos duda, la transformemos en preguntas y nuestras preguntas en oración. Responde Papá nuestras dudas con tu bendita Palabra y afirma nuestra fe en ti. Ayúdanos en nuestras deficiencias. Te reconocemos como el Soberano del universo y que nos amas. Te damos gracias en el nombre de Cristo Jesús. Amén.” El dolor de hoy mañana será tu fuerza Domingo 27 de noviembre | Lectura del día: 1 Corintios 3:1-9 Los celos «Porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?» 1 Corintios 3:3 L os celos son la manifestación emocional del temor e inseguridad que siente una persona ante la posibilidad de perder a su pareja sentimental porque ésta pudiera, de manera cierta o imaginaria, fijarse en otra persona. Son una mezcla de diferentes elementos tóxicos como el miedo, la envidia, el enojo, la inseguridad y el dolor, entre muchos otros. Son sentimientos destructivos que dañan los lazos de amor y afectan el avance de cualquier relación. La raíz de la mayoría de lo que nos sucede se encuentra en experiencias dolorosas de nuestra infancia que no sanaron. Con los celos lastimamos a quienes amamos. A quien tiene esclavizado el gigante de los celos se siente víctima, vive en sospecha constante y está lleno de deseos de venganza. Se vence a este gigante mejorando la comunicación con la pareja y teniéndole confianza. La Biblia nos enseña que los celos pueden comenzar en la familia, entre hermanos como, Caín y Abel, Jacob y Esaú, José y sus hermanos, el hijo pródigo y su hermano mayor. Allí es donde mayor daño puede causar este gigante destructor. Pero también en el trabajo y en la iglesia puede haber celos. Se manifiesta en la búsqueda de poder o al ver los logros alcanzados por otros. El sentido literal de la palabra en griego es “hervir por dentro”. A veces, por fuera estamos sonriendo y por dentro los celos, la envidia y el enojo pueden encender una verdadera caldera dentro de nosotros. Los celos destruyen a otros y nos destruyen a nosotros mismos, pero los vencemos renunciando a ellos, reconociéndolos como pecado y pidiendo perdón; orando por quien nos lo provoca y manifestándoles amor cristiano. Oremos: “Bendito Padre Celestial: Te pedimos que nos hagas vencedores sobre los celos. Ayúdanos a no desear el ministerio de otros, el puesto de otros, los privilegios de los demás. Enséñanos a estar contentos en el lugar en donde nos has colocado para servirte. Danos humildad para reconocer el éxito de otros. Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús. Amén” El dolor de hoy mañana será tu fuerza Lunes 28 de noviembre | Lectura del día: 2 Corintios 5:11-21 Nueva creatura Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! 2 Corintios 5:17 NVI T engo ya 30 años de servir al Señor como Pastor. En todo este tiempo he podido ver que la cita que leímos al principio es una realidad práctica. Conocí a Felipe en mi primer pastorado, vivía la mayor parte de su vida alcoholizado, no trabajaba y su familia vivía al bordo de la desesperación. Ya había pasado por varios centros de rehabilitación y no había tenido resultado alguno, hasta que conoció a Jesús. Incluso el día en que lo llevaron a la reunión estaba alcoholizado, pero pudimos compartirle de Jesús y orar por él. Un mes más tarde lo estaba bautizando. Había dejado por completo el alcoholismo y hasta el día en que partió para la presencia de Dios nunca tuvo una recaída. Esta experiencia y miles más solo pueden ser obra del poder de Dios. El que está en Cristo ya no es más esclavo del pecado, el pecado no se enseñoreará de él y además tiene un poder sobrenatural para enfrentar cualquier tentación; el poder del Espíritu Santo. A través de la Escritura vemos que un verdadero encuentro con Dios trae como consecuencia un cambio de vida: Naamán quiso mostrar gratitud con un regalo especial. Zaqueo ofreció restituir lo que había robado a otros. Saulo de Tarso se convirtió de perseguidor a perseguido. Si realmente has tenido un encuentro con Jesús, tú eres una nueva creatura, eso significa que hay cambios notables en tu vida, en tu manera de hablar en tu carácter y en tus prioridades que dan testimonio de que eres hijo de Dios. Oremos: “Amado Señor: Te damos gracias porque en Ti somos nuevas creaturas. El pasado ha quedado atrás y Tú estás formando en nosotros a Tu Hijo Jesucristo. Gracias por todo lo maravilloso que quieres darnos y enseñarnos adelante. Que podamos reflejar a Jesús en nuestra nueva manera de vivir y que seamos ejemplo para todos aquellos que aún no le conocen como su Salvador. Te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús. Amén.” El dolor de hoy mañana será tu fuerza Martes 29 de noviembre | Lectura del día: 1 Pedro 1:13-25 Sean santos …pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo. 1 Pedro 1:16 D urante muchos años solo se escuchaba en el púlpito sermones de fuego y azufre. Se hablaba fuertemente del infierno más que del cielo, para ver si de esta manera se asustaba a la gente y lográbamos que se convirtieran a Jesús. En esta parte de la historia se representó mal a Dios, se le hizo ver como un anciano cascarrabias que estaba con un látigo esperando que nos equivocáramos para castigarnos. Hoy ya casi no existe este problema, pero tenemos otro, salimos de un extremo y nos fuimos al otro: al del Dios que solo nos quiere dar éxito, prosperidad, abundancia y ahora encontramos predicaciones que parecen ser más conferencias de autoayuda. Yo creo en la bendición de Dios, creo que Dios me quiere prosperar, pero no debemos olvidar otros aspectos que la Biblia nos pide como el hecho de que Él es Santo y que quiere que caminemos en santidad con Él; que Dios está más interesado en formar nuestro carácter que en nuestra comodidad; que Dios tiene el poder para sanarnos y bendecirnos, pero si no lo hace, Él sigue siendo Dios soberano. El Dios de la Biblia es un Dios de amor que te ama profundamente, pero también es un Dios justo y santo que ama la justicia y la integridad, como lo menciona en el versículo que leímos. Él nos pide ser santos, apartados del mal para honrarle a Él. En 1 Pedro nos invita a vivir con un temor reverente, no miedo, sino reverencia y respeto por quien Él es: el creador y sustentador de todas las cosas. Temer a Dios es vivir cada día agradándole en todo, obedeciendo su Palabra y amándole con todo nuestro corazón. Oremos: “Nuestro buen Dios: Es nuestro deseo ser santos, apartados para Ti, caminar en integridad todos los días de nuestra vida, pero para esto necesitamos el poder de Tu Espíritu que nos permite vivir en santidad. Hoy decidimos apartarnos del mal y vivir solo para Ti. En el nombre de Jesús. Amén.” El dolor de hoy mañana será tu fuerza Miércoles 30 de noviembre | Lectura del día: Daniel 2:1-19 Orando por imposibles Para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia. Daniel 2:18 D urante toda nuestra vida nos enfrentamos a muchas situaciones difíciles, incluso algunas de ellas imposibles. Nos damos cuenta que hay muchas cosas sobre las cuales no tenemos control alguno; puede ser un problema de salud, te han detectado una enfermedad incurable y la palabra “imposible” ha llegado a tus oídos; puede ser una deuda que se ha salido de control y piensas que es “imposible” de pagar; o tal vez estés luchando en una situación relacional, con tu esposo o esposa, con un hijo, un familiar o algún asunto de trabajo que te parece “imposible” llegar a una solución. En la historia que leímos, a Daniel se le pidió algo imposible de realizar: el rey Nabucodonosor había tenido un sueño y él no solo quería la interpretación, sino que le adivinaran cuál había sido el sueño, y si no lo hacían los consejeros, magos y brujos de la corte, iban a ser ejecutados. Daniel hizo lo que todos debemos hacer cuando nos enfrentamos a un imposible: recurrió a sus amigos Sadrac, Mesac y Abed Nego, quienes eran su grupo de oración, y les pidió que clamaran a Dios para que le revelara el sueño del rey. La historia termina bien, ya que Dios le reveló a Daniel el sueño y éste se lo dijo al rey, así como su interpretación y, gracias a esto, todos se salvaron y Daniel y sus amigos fueron recompensados. Oremos: “Bendito Señor: “Sabemos que la oración es la mejor arma que tenemos frente a los imposibles de la vida, por ello queremos unirnos a un grupo de oración en el que podamos apoyar y ser apoyados cuando estemos enfrentando una situación que pudiera parecer imposible. Ante cualquier imposible, recurrimos a Ti, pues la Biblia dice que para Ti no hay nada imposible. Si alguien está enfrentando algún imposible, escucha su oración esta mañana y respóndele conforme a tus grandezas. Gracias, en el nombre de Jesús. Amén”. El dolor de hoy mañana será tu fuerza