1 Vivir en el primer mundo Araceli Damián* El nivel de vida es un

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Vivir en el primer mundo
Araceli Damián*
El nivel de vida es un concepto utilizado en ciencias sociales (aunque impreciso)
mediante el cual se busca medir el grado de bienestar que los hogares (o
individuos) y las sociedades han alcanzado. Se suele asumir que en los llamados
países del primer mundo el nivel de vida es más alto que en los del tercer mundo.
Podemos suponer que esta afirmación es verdadera hasta cierto punto. Sin
embargo, la clase trabajadora y los pobres en los países desarrollados enfrentan
serias dificultades que afectan su nivel de vida, lo que por lo general no es
abordado en los estudios sobre el tema.
En mi corta estancia en la ciudad de Bristol, Inglaterra, he observado algunos
problemas que afectan la calidad de vida de los habitantes del primer mundo. Uno
de éstos es el alto costo del transporte, sobre todo el de trenes interurbanos. A
pesar de su eficiencia y comodidad, los precios son inalcanzables para una buena
parte de la clase trabajadora que tiene que hacer uso del sistema de autobuses
que tienen un pésimo sistema de ventilación y cuyo W.C. suele tener problemas
de funcionamiento. Ambas cosas hacen insoportables los trayectos largos.
Por otra parte, aunque el transporte urbano es eficiente y relativamente cómodo,
los precios son también muy altos. Las ciudades están divididas en zonas.
Moverse al interior de éstas cuesta 1.20 libras esterlinas por viaje redondo por
persona (26 pesos mexicanos). Para los sectores de bajos ingresos el gasto en
transporte por hogar puede ser muy alto, por lo que han desarrollado estrategias
para usarlo lo menos posible.
Caminar frecuentemente entre trayectos relativamente cortos se vuelve la opción.
Por ello, los enfermos y madres con niños pequeños son los más afectados; se les
ve a pie cargando pesados bultos por la calle. Tener un auto no es opción para
estos grupos sociales por los altos precios de estacionamientos, gasolina y
reparaciones.
Moverse entre zonas es mucho más caro. Las zonas centrales de la ciudad tienen
precios de suelo muy altos, por lo que los hogares de clase media y trabajadora
viven fuera de éstas. La mayoría requiere ir a las zonas centrales por motivos de
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trabajo o a realizar diversas compras. El precio del boleto del autobús para ir a las
zonas centrales puede rebasar las tres libras (65 pesos por persona el viaje
redondo).
Como resultado, desde pequeños los individuos se acostumbran a caminar
distancias considerables. Las escuelas generalmente se encuentran cercanas a
casa (veinte minutos caminando); no obstante, si no existen lugares disponibles en
las escuelas cercanas, los niños tienen que ser inscritos en otras más distantes
que pueden estar entre 45 minutos o una hora caminando. Pagar transporte
público, aunque para los niños el precio es menor (una libra, 21 pesos con 55
centavos, viaje redondo), puede representar una importante merma a las finanzas
familiares.
Existen boletos para estudiantes, ancianos, pases por mes, etc., que ahorran un
poco de dinero. Algunas de las reglas para adquirir los pases de descuento son
absurdas. Por ejemplo, en Bristol existe un pase “familiar” (que cuesta 25 libras al
mes, alrededor de 540 pesos), que sólo puede ser utilizado cuando viaja toda la
familia junta. Además de lo ineficiente que significa el que todos deban viajar
juntos, su concepto de “familia” es fuertemente discriminatorio, ya que se
considera como tal a dos adultos y hasta tres niños. Esta medida discrimina a las
familias monoparentales (generalmente encabezadas por mujeres) y las formadas
por más de dos adultos.
Otro de los aspectos que afectan la calidad de vida en países como éste es la
escasez y los altos precios de la mano de obra para actividades domésticas: ocho
libras la hora por hacer la limpieza en una casa (un poco más de 172 pesos),
mientras el precio para cuidado de menores es más alto). Así, una persona
contratada por cuatro horas un día a la semana costará 690 pesos. El resultado:
estos hogares se tienen que organizar para llevar a cabo un mínimo de limpieza
en casa o de plano vivir en la inmundicia.
Por otra parte, dada la escasez de tiempo para cocinar y los altos costos de
limpieza, la alternativa para la clase trabajadora y los pobres en materia
alimentaria es el fast food. Un detalle más que quiero resaltar aquí es el sistema
de educación pública, el cual tiene grandes desventajas para quienes deciden
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tener hijos. Las escuelas públicas que, por cierto, tienen instalaciones que en
México sólo las escuelas privadas caras, aceptan a los menores a partir de los
cuatro años de edad. Por consiguiente, la mayoría de las parejas o las mujeres
que decidan tener hijos enfrentan la necesidad de tener que dejar de trabajar, o
hacerlo parcialmente (a menos que gocen de remuneraciones muy altas que les
permita contratar privadamente el cuidado de menores).
Los más afectados por estos “pequeños” detalles no resueltos por la modernidad
son los pobres, y un importante número de mujeres. Ni la revolución industrial, ni
la francesa, ni el movimiento feminista, ni el estado de bienestar amplio que
prevalece en estos países han solucionado esta desventajosa situación.
La pobreza es distinta en los países desarrollados, el nivel de vida es
probablemente más alto, pero carecen de satisfactores esenciales para la vida,
como el tiempo libre o el necesario para descansar, o bien para tener la posibilidad
de desarrollarse profesionalmente. ¿Es este el nivel de vida que queremos
alcanzar para nuestra sociedad? Seguramente existen mejores alternativas y
tenemos que empezar a construirlas.
*El Colegio de México, adamian@colmex.mx
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