Respecto al tamaño de las cabezas existen grandes diferencias entre unos y otros, así por ejemplo los grandes carnívoros tenían una cabeza muy prominente armada con poderosas mandíbulas; otros como los saurópodos tenían un tamaño similar a la cabeza de un caballo. Los había con unas crestas enormes, otros armados con púas para defenderse y atacar al mismo tiempo a sus adversarios. Existieron también dinosaurios provistos de enormes cuernos, los cuernos de los dinosaurios eran de hueso y estaban cubiertos de una capa córnea protectora. Un buen ejemplo lo constituyen los impresionantes cuernos del Triceratops, gracias a ellos se convirtió en uno de los herbívoros más poderosos. Con respecto al cerebro, teniendo en cuenta la relación tamaño-inteligencia, también había diferencias sustanciales entre unos y otros, así había dinosaurios más inteligentes que otros. El famoso Tyrannosaurus rex, tenía la cabeza muy grande, pero la parte del cerebro que empleaba para pensar era minúsculo, comparada con la del cerebro de un niño de 10 años. La vista y el olfato también fueron características destacadas, así en algunos su vista se podía equiparar a la de algunas rapaces, sin embargo otros como el Tyrannosaurus rex se dejaban guiar más por su olfato. El oído de un dinosaurio quizá era muy parecido al de un ave. El sonido penetraba por el orificio lateral del cráneo del dinosaurio y descendía por un breve conducto hasta tropezar con el tímpano. Las ondas sonoras hacían vibrar el tímpano, y este movimiento se transmitía a un huesecillo del oído medio que transportaba las vibraciones hasta el oído interior, recubierto de terminaciones nerviosas. Estos nervios transmitían los mensajes sobre los sonidos al cerebro del dinosaurio. Los dientes podían ser afilados como cuchillas, dentados como sierras o en forma de hoja. Los dinosaurios vegetarianos poseían unos dientes muy parecidos a los de un caballo o una vaca actual, mientras que los carnívoros tenían verdaderas sierras con las que desgarraban la carne de sus víctimas. En los cuerpos y en el tamaño de los mismos sí que había diferencias considerables, desde tamaños enormes como el diplodocus, cuyo cuello podía llegar hasta los 4 pisos, a otros de tamaño poco mayor al de un gato actual. Los cuellos eran largos, cortos, gruesos o finos, y se adaptaban a las necesidades de cada animal, así los herbívoros necesitaban cuellos más largos para poder llegar a las ramas de los árboles, los carnívoros necesitaban cuellos más robustos para poder despedazar a sus víctimas. Los dinosaurios fueron probablemente los primeros animales que caminaron erguidos sobre sus 4 patas, las patas eran de todas las formas y tamaños, según sus diferentes estilos de vida. Los dinosaurios desarrollaron las patas delanteras de formas distintas, algunas con sólo dos dedos, y las usaban de distintas maneras. Algunos tenían las patas anteriores fuertes, largas y prensiles. Los extremos de las patas estaban provistos de garras, las cuales les servían para atacar a sus presas o para defenderse de otros dinosaurios. Muchos dinosaurios tenían garras de uno u otro tipo. Algunos herbívoros, como los iguanodontes o los saurópodos, las usaban para mantener a raya a sus enemigos. Sus temibles zarpas entraban en acción cuando percibían algún peligro para ellos o sus crías. Muchos carnívoros tenían garras afiladas como navajas y con ellas mataban a sus presas. Con el fin de protegerse, varias especies de dinosaurios desarrollaron también verdaderas corazas que protegían las partes vitales de su cuerpo. Esas corazas estaban formadas por cientos de placas óseas fijadas a su piel. Se cree que algunos tenían hasta un millar de ellas. Respecto a su piel era dura y escamosa. Era una piel seca, que les permitía protegerse del frío y de la humedad reinante. Donde más desconocimiento hay es en lo que respecta a sus órganos internos, así por ejemplo se supone que los saurópodos gigantes necesitaban un corazón muy potente para hacer circular la sangre por su enorme cuerpo, incluso se ha llegado a pensar que podrían haber dispuesto de dos corazones. Podemos imaginar la fuerza que debía de tener el corazón para bombear la sangre de un extremo a otro del Brachiosaurus. Su cuello era realmente largo. La cabeza se alzaba a más de siete metros por encima del corazón, que tenía que haber sido muy grande y musculoso para poder bombear la sangre a tanta altura. Respecto a su respiración los expertos creen que los dinosaurios respiraban de una manera muy parecida a la nuestra. Se puede precisar el tamaño de los pulmones de un dinosaurio observando las dimensiones de su caja torácica. Cuanta más convexidad presenten las costillas, mayores serán los pulmones. Se han encontrado esqueletos de algunos dinosaurios con agujeros en las vértebras. Los científicos creen que contenían sacos aéreos. Las costillas los comprimían, y se llenaban y se vaciaban como fuelles, impulsando el aire de los pulmones dentro y fuera.