COMUNICACIONES BREVES lesiones del NIA [3]: traumatismo directo, ‘pseudoneuropatía’, que en realidad es una lesión parcial proximal del tronco principal del nervio mediano, y neuropatía subaguda o insidiosa sin causa aparente, que puede atribuirse a una compresión directa o a una neuritis del plexo braquial (forma restringida de plexopatía braquial aguda o síndrome de Parsonage Turner). En el diagnóstico diferencial también se incluye la rotura tendinosa del flexor, que puede ser espontánea e indolora en pacientes con artritis reumatoide [4]. La etiología traumática directa es la más rara. Se ha descrito la lesión del NIA como una complicación de fracturas en el antebrazo [5], laceraciones profundas [6] y, raramente, artroscopia de codo [7]. La luxación escapulohumeral posterior aguda sólo supone el 4% de todas las luxaciones de hombro; puede ser difícil de diagnosticar, ya que suele reducirse espontáneamente si no hay fractura asociada [8], y es característica de las contracciones musculares violentas, como las que suceden durante una crisis convulsiva [9], aunque se trata de una complicación muy rara, con una frecuencia estimada del 0,6% [10]. Las fracturas secundarias a crisis convulsivas son aún más infrecuentes. Casi todos los casos que se describen sin traumatismo directo se refieren a fracturas de hombro durante crisis relacionadas con la terapia electroconvulsiva [11]. El mecanismo por el cual se produce la luxación posterior del hombro durante una crisis es conocido [12]. Cuando el hombro se encuentra en adducción, rotación interna y flexión, los músculos infraspinatus, teres minor, deltoides, latissimus dorsi y teres major pueden ejercer fuerza suficiente como para luxarlo posteriormente. En el caso que se presenta, un hombre joven y con buena musculatura ha sido capaz de luxar y llegar a fracturar la cabeza humeral dos veces en el curso de una crisis convulsiva. El NIA, tronco nervioso de pequeño calibre que pasa entre los dos vientres del flexor digitorum profundis, ha sido especialmente vulnerable en este contexto. M. de Entrambasaguas-Barretto a, S. Carratalá-Monfort a, A. Belenguer-Benavides b Recibido: 25.05.04. Aceptado: 21.06.04. a Servicio de Neurofisiología Clínica. b Sección de Neurología. Hospital General de Castellón. Castellón, España. Correspondencia: Dr. Manuel de Entrambasaguas. Servicio de Neurofisiología Clínica. Hospital General de Castellón. Avda. Benicàssim, s/n, E-12004 Castellón. Fax: +34 964 726 645. E-mail: entrambasaguas_man@gva.es cular function and disease. Basic, clinical and electrodiagnostic aspects. Philadelphia: WB Saunders; 2002. p. 865-900. 4. Nalebuff EA, Potter TA. Rheumatoid involvement of tendon and tendon sheaths in the hand. 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Bilateral posterior fracture-dislocation of the shoulder and other trauma caused by convulsive seizures. J Bone Joint Surg 1971; 53-A: 1437-40. Síndrome de la neurona motora asociado a retrovirus HTLV-1 La forma de presentación neurológica más frecuente provocada por la infección por retrovirus linfotrópico humano HTLV-1 es la paraparesia espástica tropical, que se caracteriza por una paraparesia espástica progresiva asociada a trastornos esfinterianos [1-4]. Nuestro objetivo es dar a conocer la existencia, dentro del Convenio de Salud Cuba-Venezuela, en el CIS La Pradera, de un paciente portador de un síndrome de la neurona motora, como expresión neurológica poco común, en el curso de la infección por retrovirus HTLV-1. sido transfundido hace unos 30 años, durante una intervención quirúrgica por fractura del miembro inferior izquierdo. El paciente ingresó en nuestro centro en dos ocasiones (julio de 2002 y junio de 2003). Su enfermedad comenzó por una afectación gradual para la marcha desde hace dos años y nueve meses. En su primer ingreso se comprobó la existencia de una paraparesia espástica progresiva asociada a urgencias miccionales y estreñimiento, así como la existencia de muy escasas fasciculaciones en los músculos de la cintura escapular. Entonces se hizo el diagnóstico de una paraparesia espástica tropical –ELISA con confirmación de Western blot en el suero y el líquido cefalorraquídeo (LCR)–. Al reingresar en junio de 2003, ya era imposible la marcha, con notable espasticidad y demás signos de disfunción piramidal (hiperreflexia profunda y Babinski) en ambos miembros inferiores. Se detectó también la presencia de abundantes fasciculaciones en la lengua y los miembros superiores e inferiores, y refería ya cierta dificultad para la deglución; el resto de su examen neurológico fue negativo. Su tensión arterial era de 130/80 mmHg, y los parámetros básicos de laboratorio clínico, normales. La resonancia magnética (RM) de cráneo no reveló alteraciones. La de médula cervicodorsal mostró signos de mielopatía espondilótica, ligero prolapso discal C4-C5. Los potenciales evocados somatosensitivos revelaron una afectación de la conducción por la vía cordonal posterior. Los potenciales evocados auditivos de tronco cerebral y los potenciales evocados visuales no mostraron alteraciones. La electromiografía en reposo mostró abundante actividad espontánea (fibrilaciones, Caso clínico. Se trata de un paciente varón, de 58 años de edad, nacido y residente en Venezuela. Dentro de sus antecedentes patológicos personales sólo recogemos el hecho de haber Figura 2. Electromiografía. Breves observaciones: presencia de signos de denervación (fibrilaciones, fasciculaciones) en la hemilengua izquierda durante el reposo. Figura 1. Electromiografía. Breves observaciones: presencia de signos de denervación (fibrilaciones, fasciculaciones) en el bíceps izquierdo durante el reposo. Figura 3. Electromiografía. Breves observaciones: patrón de contracción voluntario aislado en los gemelos y tibiales, casi como oscilaciones simples. Potenciales de la unidad motora polifásicos. BIBLIOGRAFÍA 1. Kiloh LG, Nevin S. Isolated neuritis of the anterior interosseus nerve. Br Med J 1952; 1: 250-2. 2. Stem PJ, Fassler PR. Anterior interosseous nerve compression syndrome. In Gelberman RH, ed. Operative nerve repair and reconstruction. Philadelphia: JB Lippincott; 1991. p. 983-94. 3. Stewart JD, Jablecki C. Median nerve. In Brown WF, Bolton CF, Aminoff MJ, eds. Neuromus- REV NEUROL 2004; 39 (10) 997 COMUNICACIONES BREVES fasciculaciones) en la lengua, el bíceps, los rectos y los tibiales (Figs. 1 y 2). Durante la actividad voluntaria, se obtuvo un patrón de contracción muscular muy aislado en los músculos explorados, casi como oscilaciones simples (Fig. 3). El estudio para HTLV-1 mediante ELISA fue reactivo, con confirmación de Western blot en el suero y el LCR. Discusión. El virus linfotrópico humano de células T, HTLV-1, que se describió por primera vez en la década de los ochenta en áreas del Caribe y América del Sur (especialmente Colombia) [1,5-7] ha sido responsable de un grupo de enfermedades, las más frecuentes, la leucemia/linfoma de células T y la paraparesia espástica tropical. Conjuntamente, se han descrito pacientes portadores de neuropatía periférica predominantemente sensitiva, parálisis facial periférica, polimiosistis, síndrome de Sjögren, uveítis y artritis, todas relacionadas con la presencia del citado virus [1,6,8-10]. Sus formas de trasmisión conocidas son la lactancia materna, la vía parenteral a través de transfusiones sanguíneas y la relación sexual, y se considera que entre el 2 y el 3% de las personas infestadas desarrollarán la paraparesia espástica tropical [2,5, 6,8,11]. Ésta se expresa clínicamente por un defecto motor progresivo y simétrico de ambos miembros inferiores, con los demás signos de disfunción piramidal (espasticidad, hiperreflexia profunda, Babinski), asociado a trastornos de esfínteres. Los trastornos sensitivos, escasos y variables cuando se presentan, muestran un predominio propioceptivo [4,11,12]. La relación entre la paraparesia espástica tropical y la infección por el retrovirus HTLV-1 está totalmente aceptada. Aunque aún queda mucho por aclarar sobre su fisiopatología, es innegable la participación de una respuesta autoinmune en este tipo de pacientes, y se plantea que la infiltración perivascular por las células T (CD4, CD8) causan degeneración axomielínica en los cordones anterolaterales de la médula dorsal, condicionado además por la presencia de citocinas, entre las que destacan la interleucina 1b, el interferón γ y el factor α de necrosis tumoral (TNF-α) [12-19]. Según nuestro criterio, la forma de presentación de nuestro paciente, que se expresa además por la participación clínica y electrofisiológica de la segunda motoneurona en el asta anterior de la médula y el tallo cerebral (núcleos de los nervios craneales XII, XI y X), difiere de la presentación medular clásica de la paraparesia espástica tropical. Se plantea que, ante todo paciente portador de una paraparesia espástica de etiología no definida, aun con otras manifestaciones neurológicas superpuestas, se deben realizar las pruebas serológicas para el virus HTLV-1 mediante el método ELISA, con confirmación por Western blot en el suero y el LCR. L. Ramón a, R. Martínez b, J.C. Vidaud c Recibido: 01.03.04. Aceptado: 14.05.04. a Laboratorio de Neurofisiología. b Servicio de Cirugía General. c Servicio de Medicina Interna. Centro Internacional de Salud La Pradera. Ciudad de la Habana, Cuba. 998 Correspondencia: Dr. Ricardo Martínez. Calle 36, n.º 115. Apto. 7, e/ 1.ª y 3.ª. Miramar, Playa. Ciudad de la Habana, Cuba. E-mail: docencia@pradera. cha.cyt.cu BIBLIOGRAFÍA 1. Zaninovic V, Moreno-D, Payán C, Rodríguez A. A propósito de 5 casos de paraparesia espástica tropical, en Puerto Tejada (Cauca). Colombia Médica 1997; 28: 67-70. 2. Courbot G, Georges AJ. HTLV-1 infection in time and space. Med Trop 1999; 59: 469-74. 3. Bangham CR. Human T- lymphotropic virus type 1 (HTLV-1): persistence and immune control. Int J Hematol 2003; 78: 297-303. 4. Orland JR, Engstrom J, Fridey J, Sacher RA, Smith JW, Nass C, et al. Prevalence and clinical feature of HTLV neurologic disease in the HTLV Outcome Study. Neurology 2003; 61: 1588-94. 5. Aintervalo C, Concha M, Zaninovic V, Corral R, Biojo R, Borrero I, et al. Epidemiology of tropical spastic paraparesis in Columbia and associated HTLV-1 infection. Ann Neurol 1988; 23 (Suppl): 5161-5. 6. Soriano V, Gutiérrez M, Vallejo A, Aguilera A, Calderón E, Franco E. HTLV-1 infection in Spain. Analysis of 24 cases identified until November, 1994. Spanish Group for the Study of HTLV I/II. Med Clin 1995; 105: 246-50. 7. Vallejo A, Capote FJ, Guisado F, Leal M, Calderón E. Cosmopolitan HTLV Ia subtype among Spanish native patients. AIDS Res Hum Retroviruses 2003; 19: 609-11. 8. Castro CM, Zaninovic V, Carvalho AM, Santos TJT, Pharm D, Shimokawa H, et al. Epidemiología y manifestaciones clínicas asociadas con el HTLV-I en Brasil. Colombia Médica 1997; 28: 113-5. 9. Silva MT, Mattos P, Alfano A, Araujo AQ. Neuropsychological assessment in HTLV-I infection: a comparative study among TSP/ HAM, asymptomatic carriers, and healthy controls. J Neurol Neurosurg Psychiatr 2003; 74: 1085-9. 10. Leite AC, Mendonca GA, Serpa MJ, Nascimento OJ, Araujo AQ. Neurological manifestations in HTLV-I infected blood donors. J Neurol Sci 2003; 214: 49-56. 11. Sabouri AH, Saito M, Maxumoto W, Kodama D, Farid R, Izumo S, et al. 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En la electromiografía (EMG) se registran brotes cortos de actividades sincronizadas que involucran la activación simultánea de músculos agonistas y antagonistas y las contracciones musculares son más rápidas que las que se observan en las crisis clónicas. En el electroencefalograma (EEG) se observan complejos punta-onda y polipunta-onda, excepto en la encefalopatía mioclónica, en la que se pueden observar patrones de paroxismos-supresión. Se observa disociación entre el EEG y el EMG. Surgen en reposo, como respuesta a estímulos sensoriales o a movimientos voluntarios. Pueden ser sutiles o causar incluso caídas al suelo, suceden a cualquier edad y, en función de su etiología, pueden ser por lesiones en el tronco cerebral (postanoxia), metabólicas (insuficiencias renales, respiratorias, hepáticas o trastornos electrolíticos), por depósito de lípidos, genéticos –epilepsia mioclónica con fibras rojas-rasgadas (MERRF)– o por cualquier agente capaz de producir daño cerebral. Hemos encontrado más de 600 referencias sobre mioclonías inducidas químicamente, pero sólo tres de ellas se referían específicamente al diclofenaco. Caso clínico. Se trata de una paciente de 43 años de edad, entre cuyos antecedentes se encuentran dos hermanas hipertiroideas, la madre y una prima muertas por hemorragia cerebral, dermatitits perioral postesteroidea en 1988 y lumbalgia desde los 25 años. En octubre de 1993 ingresó en el Hospital Universitario Río Hortega con cefalea intensa en el hemicráneo derecho, hemiplejía izquierda y vómitos incoercibles. En la tomografía axial computarizada (TAC) se observó un voluminoso hematoma parietooccipital derecho que se intervino y se evacuó, al tiempo que se extirpó una malformación vascular, cuyo estudio histológico demostró que se trataba de un hemangioma arteriovenoso. En el momento de la intervención la paciente estaba embara- REV NEUROL 2004; 39 (10)