Punto de Encuentro. Domingo 16 Septiembre 2012. XXIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. Canto exposición: Te adoraré 1. Introducción: Gracias Señor por invitarme a estar Contigo. Gracias por hacerte tan cercano a mí que te hiciste hombre, uno como nosotros. Estás tan cerca de mí que me oyes y me escuchas, aunque tal vez no como yo me lo imagino. Eres tan cercano que me tocas desde dentro, hasta el punto de entrar en mi interior en la Eucaristía, y me quieres hacer más semejante a Ti. Quiero aprovechar este momento que me regalas. Aprender a estar yo también cerca de Ti, exterior e interiormente. Prepara mi corazón para que esté abierto a tu Palabra. Leemos todos juntos la oración inicial: Oración: Envíame tu Espíritu, Señor, que me enseñe a acoger la Palabra que leo y también la Palabra que escucho, la que resuena en quienes hoy comparten este rato de oración conmigo, ellos me hacen el regalo de compartir lo que Tú quieres decirles. Por medio de ellos también me hablas. Que tu Espíritu me enseñe a compartir con ellos la Palabra que Tú siembras en mi interior. Invocación al Espíritu Santo: Si Tú no vienes Lectura del Evangelio: Mc 8, 27 – 35 “Después Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le contestaron: «Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas». Tomando la Palabra, Pedro le dijo: «Tú eres el Mesías». Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días». Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Apártate de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!». Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: «El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”. Resonancias: A continuación podemos hacer resonancia de la Palabra Mantras: * Quien pierda su vida por mí, la encontrará, la encontrará, la encontrará. sólo Dios basta. *Cristo Jesús, disipa mis sombras, y que en mí sólo hable tu Amor. *Nada te turbe, nada te espante. Quien a Dios tiene, nada le falta. Nada te turbe, nada te espante. *Aquí estoy para vivir tu Palabra. Relectura del Evangelio: A continuación volveremos a leer el Evangelio. Cada una irá leyendo, voluntariamente una frase. Silencio: Acojamos en silencio la Palabra durante unos minutos. Compartimos: Espontáneamente quien quera puede hacer al Señor una pequeña oración. Comentario (si da tiempo) Seguir a Jesús es una decisión libre de cada una. Pero hemos de tomarlo en serio. Seguirlo en su tarea apasionante de hacer un mundo más humano y digno, es estar dispuestas a renunciar a nuestros proyectos si no coinciden con los de Dios, y a aceptar las dificultades que puedan aparecer por acoger esta opción de vida. “Cargar con la cruz”, consiste en renunciar a todo aquello que no sepa a amor. Fue lo que hizo Jesús en la cruz. Y tenemos experiencia de que, cuando la razón de la renuncia es el amor, es cuando encontramos alegría en nuestras vidas. Oración Intercalamos el siguiente canto: Se de quién me he fiado, confío en Ti, confío en Ti, mi Señor, mi Señor. Señor: un día preguntaste a los discípulos: “¿Quién decís que soy yo?” Desde ese día muchos hombres han querido responder: Tú eres Padre nuestro, Cristo Hijo de Dios vivo, Salvador del mundo, Maestro de toda verdad, Dios con nosotros, presente en la Eucaristía. Sé de quién me he fiado… Hoy quiero creerme de verdad de verdad lo que decimos de Ti. Porque si te decimos Padre, ¿por qué no quererte como hijos? Si te decimos Hijo de Dios vivo, ¿por qué no adorarte sobre todo? Si te proclamamos Salvador y Maestro del mundo, ¿por qué buscar nuestro bien y nuestra verdad fuera de Ti? Si decimos que eres Dios con nosotros y Eucaristía, ¿por qué no vivir con la alegría de tenerte a nuestro lado, por qué no fiarnos de Ti? Señor, te necesito, para cambiar. Sé de quién me he fiado… Sé de quién me he fiado… Quiero fiarme de Ti, Señor, Que te revelaste a los sencillos y humildes de corazón. Dame un corazón sensato y sencillo bueno y sabio como a Salomón. Señor, Tú me dices, “Ven y sígueme”. No quiero que otras cosas en mi vida ocupen tu puesto. Quiero que tu amistad sea mi tesoro y tu Palabra, mi alimento. Terminamos cantando la canción entera: Sé de quién me he fiado, confío Señor, en Ti. Y aunque a veces parezca de piedra, confío, Señor, en Ti. Y aunque el corazón se pegue a la tierra, confío en Ti, confío en Ti, mi Señor, mi Señor.