La noche que nadie puede olvidar

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LATERCERA Miércoles 2 de abril de 2014
“Nunca me he
arrepentido de la
forma en que tiré ese
penal. Lo haría igual”.
Deportes
Mayer Candelo
Superclásico
Ex volante de la “U”
RR Miguel Aceval corre
para celebrar el penal que
le dio el título 24º al
“Cacique”.
RR Claudio Bravo detiene el remate de Mayer Candelo en la definición del título del Apertura 2006. FOTO: ANDRES PEREZ/ARCHIVO
RR Marcelo Salas era la
figura de la “U” ese año.
No pudo evitar los
festejos del archirrival.
Colo Colo podría repetir este domingo una de las jornadas más felices de su historia. Aquel 2 de julio de
2006 los albos se consagraron campeón frente a su archirrival en una infartante definición por penales.
Protagonistas de aquel capítulo reviven lo que pasó en Ñuñoa Por Cristián Caamaño y Fernando Contreras
La noche que nadie puede olvidar
N
i el mejor libretista del mundo
pudo imaginar
en su cabeza un
desenlace tan
dramático como
el vivido en el
Apertura 2006. Colo Colo y Universidad de Chile frente a frente.
Un triunfo para cada uno en la definición. El campeón se dirime
por penales. Sesenta mil personas
en el Nacional. Millones paralizados en sus casas ante cada lanzamiento desde los doce pasos.
“Había mucho nervio. Fue todo
muy tenso. La espera entre el pitazo final del tiempo reglamentario y el primer penal, fue eterno.
Sólo pensaba en que la Copa se
quedara con nosotros. No quería
quedar en la historia como un integrante del plantel que perdía
una final ante el archirrival ”, recuerda Alvaro Ormeño, ex defensor de Colo Colo, uno de los protagonistas de aquella noche en
Ñuñoa que nadie puede olvidar.
Ni ganadores ni perdedores.
Colo Colo había vencido el pri-
mer partido por 2-1, con anotaciones de Matías Fernández, y todo
hacía presagiar una cómoda faena de los entonces dirigidos por
Claudio Borghi en la revancha.
Los nombres albos que entrarían
a jugar ese domingo asustaban:
Jorge Valdivia, Humberto Suazo
y el propio “Matigol”. Pero, todo
cambió de pronto.
“Ellos llegaban como amplios favoritos, tanto por regularidad, por
nivel individual y, sobre todo, por
el envión anímico que les había
significado ganar la primera final
en el último minuto”, cuenta Luis
Pedro Figueroa, que aquella noche
le daría una luz de esperanza a los
azules cuando promediando el segundo tiempo marcó el tanto que
obligaba a definir por penales.
La salida de Rodrigo Meléndez
en el entretiempo provocó un
click en el partido. Los albos se
quedaban sin su barómetro del
mediocampo. La “U”, en cambio,
sentía que era el momento de dar
el zarpazo. Y el propio Marcelo Salas se lo hacía ver al técnico Gustavo Huerta, prácticamente or-
denando el ingreso de Mayer Candelo, para darle más profundidad
al equipo.
Colo Colo se apagó. Se tornó un
equipo irreconocible. Y la “U” de
pronto veía, tras el gol de Figueroa, que el título estaba muy cerca. Claudio Bravo a esa altura ya
era figura.
“Imagínate, estaba el título de
por medio. Esos mismos nervios
y presión que todos sentíamos
hizo que el partido no fuera bueno”, desliza José Luis Jerez, dueño de la franja izquierda de Colo
Colo en ese campeonato.
Rubén Selman, árbitro de ese
partido, lo dio por terminado a los
90 minutos. No quiso dar descuentos. Instantes antes, Marcelo Salas falló un cabezazo en plena área chica, que le habría dado
a la “U” el título.
“Era de esas jugadas que Marcelo no fallaba. Cuando tiré el centro y lo vi en el aire, pensé que era
gol. Ellos estaban nerviosos y sólo
querían que acabara pronto. Años
después en Colo Colo compartí
con algunos protagonistas de esa
final y me lo reconocieron”, confiesa Figueroa.
La definición por penales arrancó con Matías Fernández, quien
anotó. Luego convirtieron Marcelo Salas y Humberto Suazo. Hugo
Droguett fallaría ante Claudio
Bravo el primero de los azules,
pero inmediatamente Miguel Pinto le detuvo el remate a Luis Mena.
Parecía que el destino nuevamente le abría una puerta a los azules.
Mayer Candelo se paraba frente al
balón, quizás sin saber que quedaría marcado para siempre en
la historia de los clásicos.
“Nunca me he arrepentido de la
forma en que tiré ese penal. Siempre defendí un estilo y si volviera
a estar en esa situación, lo haría
igual. ¿Si me echaron por eso del
club? No creo. Me fui porque el
técnico no me quería”, relata el
colombiano, que intentó picar el
balón por sobre Bravo, pero éste
en una reacción brillante se recuperó sobre sus pasos para desviar
el balón.
“Candelo se agrandó y Claudio
Bravo estuvo extraordinario para
despedirse del club, ya que estaba vendido a España”, resume Jerez. “Muchas veces me dio vueltas en la cabeza ese penal. Me habría encantado tirar uno en la
definición, pero había muchos
hombres experimentados delante mío. Recién empezaba en el
fútbol. Pero vivir esa final fue algo
que me marcó para siempre”, revela Marcelo Díaz.
Ahí, tras la atajada de Bravo, la
noche se empezaba, ahora sí, a
teñir de blanco. Gonzalo Fierro
convirtió su turno. Figueroa hizo
lo propio para la “U”. Todas las
miradas apuntaban, entonces, a
Miguel Aceval, que tenía la responsabilidad de vengar lo ocurrido en 1959 (ver secundaria).
“Cuando Miguel convirtió, me
vino un alivio inmenso. Me quedó
muy marcado lo que pasó esa noche. Es algo que realmente marca
mucho tu carrera e imposible de
olvidar. Me encantaría que eso se
repitiera”, revela Gonzalo Fierro,
quien este domingo espera que
esa historia de julio de 2006 tenga el mismo desenlace.b
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