DISEÑO. Hechos en piedra volcánica, acá destacan las figuras de Budas decapitados, meditando junto a gárgolas y seres mitológicos. ascenso en pos de la iluminación tan aleccionadora y refinada como Borobudur”, dice Pániker. Un sultán en el camino Nuestro acompañante de hoy, Nur Moriyur, javanés de abuelos árabes, criado a los pies del templo, anuncia que trecho a trecho nos irá explicando el significado de los grupos de imágenes talladas en piedra. “Harían una línea de 5 kilómetros si las pusiéramos una detrás de otra”. En cada terraza nos irá explicando el avance hacia la iluminación. –¿Y podemos creer en algo que aparece como tan lejos de la lógica? –le pregunto, titubeando, porque vengo hace días pensando en lo que se nos dice: que Mara, la madre de Buda, soñó que un elefante blanco le entraba al cuerpo por el costado izquierdo. Luego nació su hijo. Nació de pie y hablando con voz de león. Antes de ser Gautama, habría tenido unas 500 encarnaciones: pájaro carpintero, conejo, ciervo, mono, elefante... Casi no hay forma en el universo animal que no haya sido la suya–. Creo ver en el budismo muchas incrustaciones de mitologías y creencias de magia –le 18 Domingo PASADO. Arriba, Borobudur visto desde el aire se despliega como un mandala tridimensional. Abajo, una peregrinación de hace un siglo vista por G.B.Hooijer. digo a Moriyur. Él sabe que habla con un occidental descreído, y me mira con media sonrisa: –Un francés dijo que en estas materias hay dos excesos. Uno es que no se use la razón sino sólo la fe; y eso es lo que a usted parece que le incomoda. Pero el otro exceso es sólo aceptar la razón. En Oriente sabemos que no podemos ver todo lo que existe. La razón explica mal la realidad espiritual del hombre. Con una sonrisa intento impedir el choque y entonces él me propone avanzar por este mandala de piedra. Hay que seguir el camino, rodear cada una de las nueve terrazas como lo hicieron los budistas de hace doce siglos, y como una multitud repite esta mañana. Aparece un grupo de monjes encabezado por ancianos que llevan en sus manos humeantes varas de incienso.Veo que siguen el sentido de los punteros del reloj. Borobudur está construido para alcanzar el Nirvana: al subir, cada piso cambia de forma. Las plantas rectángulares inferiores se transforman en un círculo perfecto al llegar a la cima. Subirán muy lentamente rodeando la pirámide hasta la cumbre, lugar que ven como una representación del Nirvana. Lo hacen con devoción insuperable. Tal vez se preparan para el 15 de mayo, día en que se celebrará aquí la gran ceremonia anual de los budistas. Es el día en que se conmemora el nacimiento, la muerte y el momento en que Gautama pudo alcanzar la máxima sabiduría y convertirse en Buda. Ese día es el Vesak, el de la luna llena, solemnizado con danzas, ofrendas y meditación. Se suspenden las clases en toda Indonesia, aunque a este país lo forman miles de islas donde Mahoma es la cumbre de todo.Aún más,Yogyakarta, el territorio donde se encuentra Borobudur, tiene como máxima autoridad a un sultán desde antes de la colonia (único caso en todo el país). Para algunos, el contenido religioso, el valor iniciático de Borobudur deja en segundo plano su mérito artístico.“Es mejor iluminar que simplemente brillar”, nos dice satisfecho un muchacho javanés que se ha acercado a escuchar a Moriyur y camina haciéndose el distraído junto a nosotros. Claramente, los budistas sienten que la arquitectura y la escultura están aquí en función de la cosmología y la simbología, antes que por su valor estético. Les parece secundario que sea “el más bello monumento de Asia”, como lo ha calificado Eliade. Borobudur obedece a la cosmología tradicional, y a medida que ascendamos –nos anuncia Moriyur– iremos atravesando los distintos planos del cosmos.Trecho a trecho veremos grupos de imágenes talladas en piedra, y en cada terraza él nos informará sobre el significado de algunas, no todas, pues son miles, y muchas resultan indescifrables hoy día. El invento más brillante Tres son los grandes niveles de Borobudur. El primero tiene que ver con el mundo de los deseos, y muy en especial con “el” deseo, la sexualidad. Representa el mundo