Silvia Caporale Bizzini y Asunción Aragón Varo, eds. 2003: Historia crítica de la novela inglesa escrita por mujeres. Salamanca: Almar. 276 pp. Teresa Gómez Reus Universidad de Alicante mt.gomez@ua.es Este volumen, editado por las profesoras Silvia Caporale y Asunción Aragón, representa el primer esfuerzo realizado en España de recopilación de una historia de la narrativa inglesa escrita por mujeres en los tres últimos siglos. Hasta muy recientemente los manuales de historia literaria publicados en nuestro país han tenido una vertiente general, y el carácter genéricamente indistinto de estos intentos no ha ayudado a resaltar la altísima contribución de las mujeres al mundo literario. Aunque no son pocas ya las aportaciones españolas al estudio de aspectos concretos de la narrativa británica femenina, se echaba en falta un manual que, sin pretensiones de totalidad, elaborara una crónica amplia y bien documentada de esta vigorosa (y hasta hace poco parcialmente desconocida) producción. En buena medida, trabajos como el que aquí se reseña son el resultado del desarrollo de las teorías críticas que han afectado a la reescritura de la historia literaria, en especial la crítica literaria feminista, su redescubrimiento y reinterpretación de las mujeres escritoras y su eficaz interrogación de los cánones historiográficos. En sintonía con esta línea de estudios, las editoras han destacado en su presentación que uno de sus objetivos ha sido “presentar al público el trabajo de escritoras cuya obra ha sido silenciada hasta hace pocos años” (9), a pesar de haber sido ampliamente leídas y debatidas en su momento. Si bien hay algunas autoras que, siguiendo estos criterios, podrían haberse incluido, como Elizabeth Inchbald o Mary Hays, considero que este ambicioso propósito se cumple de forma adecuada. Por otro lado, esta historia literaria no tiene sólo el efecto de cuestionar el canon mediante la inclusión de escritoras tradicionalmente relegadas. Aquí, la tarea de sumar nombres de autoras a los cánones ya existentes ha supuesto también llevar el debate a terrenos epistemológicos de alcance más profundo. En este sentido uno de los aspectos quizá más irrefutables que se desprenden de la lectura de esta edición es la convicción, ya formulada por algunos sectores de la crítica de los años ochenta y noventa, de que no es posible elaborar teorías sobre la historia de la novela y sus subgéneros, como la Bildungsroman, la Künstlerroman, el relato gótico o el autobiográfico, sin tener en cuenta todo un enorme caudal de experiencias de orden estético, psicológico y social vividas y expresadas por mujeres. Formalmente, la Historia crítica de la novela inglesa escrita por mujeres consta de diez capítulos, escritos por especialistas de la universidad española, que recorren el desarrollo de la novelística de autoría femenina, desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Inicia este estudio Asunción Aragón, explorando las temáticas y estrategias narrativas de algunas de las exponentes más brillantes del periodo entre 1770 y 1800, como Charlotte Lennox y Fanny Burney. María José Chivite, por su parte, analiza la apasionante trayectoria de Mary Wollstonecraft, sus pronunciamientos sociales y feministas, y las claves discursivas de su obra de madurez The Wrongs of Woman: or, Maria. En el siguiente capítulo Antonio Ballesteros traza algunas de las líneas maestras de la novela gótica escrita por mujeres a finales del siglo XVIII, abordando la íntima conexión entre lo real y lo sobrenatural, entre el universo gótico, con sus tropos de encierro y aislamiento, y la condición femenina. A 150 Teresa Gómez Reus continuación Silvia Caporale explora la pluralidad de perspectivas y la deliberada ambigüedad que recorre la obra de las escritoras del período romántico, seguida de Sara Martín, que escribe sobre la consolidación de la escritura femenina en la era victoriana y sus grandes autoras en el capítulo quinto. La literatura finisecular de la New Woman y sus contextos socioculturales ocupa el capítulo sexto, elaborado por María del Mar Pérez Gil; y en el capítulo séptimo Esther Sánchez-Pardo analiza las genealogías del modernismo femenino, empezando con las pioneras del experimentalismo y terminando con Sylvia Townsend Warner y Antonia White. Los capítulos octavo, noveno y décimo de Socorro Suárez, Leonor Acosta y María del Carmen Rodríguez Fernández, respectivamente, cartografían la novelística a partir de los años cuarenta, desde las re-escrituras de Jean Rhys, Antonia Byatt, Angela Carter y Emma Tennant; el humor negro de Muriel Spark e Iris Murdoch; los universos densamente simbólicos de Anita Brookner, hasta llegar a la explosión multicultural en la obra de jóvenes autoras como Zadie Smith. El volumen se completa con una amplia bibliografía, muy al día de cuanto se ha escrito sobre el campo, y una inspirada introducción a cargo de Ángeles de la Concha. En poco más de 270 páginas las editoras han logrado reunir una síntesis bien estructurada y sugestiva de esta dilatada y dificultosa empresa literaria, presentada con claridad y altas cotas de exigencia. Aunque el volumen no sigue un orden estrictamente cronológico en la disposición de los capítulos, transmite con habilidad el devenir de la narrativa británica escrita por mujeres, las luchas por el territorio literario, el duro proceso recorrido para consolidar su presencia en ámbitos como el ensayo y sobre todo la novela, un género donde autoras, heroínas y lectoras han tenido un papel preponderante. Quizá haya sido esta idea de proceso en el tiempo, de dificultades lentamente vencidas y logros arduamente ganados, lo que transmita la impresión, como dice Ángeles de la Concha, de estar leyendo una gran épica: la de “un grupo social empeñado en una ingente empresa de liberación, en la creación de una identidad propia y en asegurarse una acreditación y una presencia que le abra y garantice un futuro diferente” (11). Paralelamente al deseo de superar las dolorosas restricciones del entorno, de indagar en la naturaleza de su ser y de su mundo, reconocemos algunas de las estrategias que, según Gilbert y Gubar o Annette Kolodny, acabaron desarrollando las mujeres literatas del pasado para superar las barreras sociales y psicológicas impuestas, y lograr una autoridad literaria. Pocas escritoras hubo que no vivieran una relación conflictiva entre su identidad pública y sus anhelos privados; de ahí que, como defienden Gilbert y Gubar en The Mad Woman in the Attic, éstas se hayan visto abocadas al cultivo de un “lenguaje ambiguo” y de doble dirección, y a la utilización de “una amplia gama de tácticas para oscurecer pero no borrar sus impulsos más subversivos” (88). También Patricia Meyer Spacks ha comentado los modos en que las novelas de las mujeres están marcados por “desafíos subterráneos” (33) a las convenciones que las escritoras de dichas obras parecen aceptar en superficie. Muchas de estas observaciones encuentran amplio eco en esta Historia crítica de la novela inglesa, protagonizada por un alto número de autoras y heroínas de ficción en apariencia adaptadas a la feminidad oficial, pero en privado interrogadoras, cuando no transgresoras, del estatus quo. Una de ellas fue Fanny Burney, escritora que, como explica Asunción Aragón, parecía encarnar en sí misma todos los atributos de la domesticidad más convencional, y sin embargo fue creadora de obras repletas de violencia, sátira y crítica social, un poco a la manera de Louisa May Alcott en su vertiente secreta de autora de historias góticas. Reviews 151 Además de estas tendencias a la duplicidad y la paradoja, resulta curiosa la reiteración de ciertas imágenes (como las de encierro y fuga ya tan descritas por la crítica feminista anglosajona) o la coincidencia en la línea argumental de rebeldía y fracaso en el Künstlerroman escrito por mujeres a ambos lados del Atlántico. Emergen así líneas de continuidad y convergencia que sugieren la idea de una historia entretejida con tonos y tramas que se entrecruzan, una “tradición literaria” que se deriva de las similitudes en el estatus social de las mujeres en una variedad de contextos culturales, bajo la que laten deseos, aspiraciones y temores colectivos. Pero la historia (history) es literalmente story, la historia de cada una de las individualidades creadoras de un género proteico y multiforme, que no siempre se pliega a la sistematización teórica ya establecida. Por eso, si algunos de los análisis expuestos en estos ensayos confirman las tesis clásicas de la crítica literaria feminista, otros, a la luz de los nuevos descubrimientos, las ponen en tela de juicio. Así por ejemplo, las reflexiones de Antonio Ballesteros sobre Charlotte Dacre hacen explícito que la incorporación de nuevas autoras al canon de la novela gótica conlleva una reformulación radical de los postulados adscritos al “gótico femenino,” tal como aparecían descritos en los influyentes estudios de Ellen Moers y William Patrick Day. Antes he comentado que la Historia crítica de la novela inglesa escrita por mujeres supone el primer esfuerzo por presentar en castellano una síntesis de este campo, lo que resulta sorprendente dada la consolidación de los estudios de género en las carreras de Filología Inglesa en España. Claro está que cabría preguntarse ya sobre la pertinencia de una metodología que toma el género como punto de partida de organización literaria. En “A Critique of Pure Pluralism” y más tarde en el libro Cultural Difference and the Literary Text, Werner Sollors ha subrayado las limitaciones de unos criterios de organización (la división de autores en virtud del sexo, la raza o la etnia) que, en su opinión, pueden conllevar el peligro de forzar unas conexiones literarias a expensas de otras quizás más obvias desde el punto de vista estético. Sin embargo, otro de los aspectos sumamente atractivos de esta edición es que aquí las “políticas de la visibilidad” fortalecen modos de lectura iluminadores de las múltiples y complejas interacciones entre escritoras, entre escritoras y lo que Myra Jehlen ha llamado “the parent tradition” (84), entre tradiciones periféricas y el mainstream. Además, aunque la edición se ocupa en muchos momentos de obras especialmente consideradas desde perspectivas sociales o políticas, en otros la atención que se presta a la literatura como forma evita cualquier tentación de hacer del género la única fuente de legitimación. En otras palabras, el libro acentúa los modos en que los contextos histórico-culturales, y sus restricciones para las mujeres, están íntimamente trabados en la conformación de la escritura, al tiempo que deja amplio margen al análisis de muchas convenciones de significación que no pueden explicarse en términos del género de un autor. En ningún momento se descuida la idea de que la literatura, como afirma Rita Felski, también implica una organización del significado “cuya trascendencia cultural y estética está necesariamente modelada por su relación con las tradiciones y convenciones literarias existentes” (74). Todos los desafíos intrínsecos a una historia literaria (seleccionar, explicar y vertebrar textos, proporcionar interpretaciones y transmitir el aprecio por las cualidades de las obras de arte en relación con la historia) están aquí bien resueltos. El libro, además, tiene un tamaño fácil de manejar y una atractiva cubierta. Sólo le ha faltado una letra más cómoda de leer y una encuadernación más duradera. Por lo que a los contenidos se refiere, y dada 152 Teresa Gómez Reus la gran dimensión del tema, hubiera sido conveniente que en su “Presentación” las editoras hubiesen explicado de forma algo más detallada los criterios de selección. Por ejemplo, llama la atención que se dediquen apartados enteros a autoras que escribieron básicamente ensayos, como Harriet Martineau, Sarah Stickney Ellis y Caroline Norton, y que en cambio no aparezcan referencias a escritoras que destacaron en otros géneros, como los relatos de viajes y los cuentos de fantasmas (éste último, por cierto, profuso en narradoras brillantes). En cualquier caso, éstas son observaciones de matiz que no oscurecen la cuidada labor de conjunto acometida en este libro. No cabe duda de que esta edición de Silvia Caporale y Asunción Aragón será a partir de ahora una referencia a tenerse en cuenta para comprender las formas valiosas con que las mujeres han enriquecido la historia de la novela, uno de los géneros más abiertos al núcleo de la experiencia y la experimentación femeninas. Obras citadas Day, William P. 1985: In the Circles of Fear and Desire: A Study of Gothic Fantasy. Chicago: U of Chicago P. Felski, Rita 1992: “Mas allá de la estética feminista.” Revista de Occidente 139: 67–98. Gilbert, Sandra, y Susan Gubar 1979: The Madwoman in the Attic: The Woman Writer and the Nineteenth-Century Literary Imagination. New Haven: Yale UP. Jehlen, Myra 1983: “Archimedes and the Paradox of Feminist Criticism.” The Signs Reader. Ed. Elizabeth Abel and Emily Abel. Chicago: U of Chicago P. 80–97. Kolodny, Annette 1985: “A Map for Rereading: Gender and the Interpretation of Literary Texts.” The New Feminist Criticism: Essays on Women, Literature and Theory. Ed. Elaine Showalter. New York: Pantheon. 46–62. Moers, Ellen 1978: Literary Women. London: Women’s P. Sollors, Werner 1986: “A Critique of Pure Pluralism.” Reconstructing American Literary History. Ed. Sacvan Bercovitch. Cambridge: Harvard UP. 250–57. ——— 1996: “Comments.” Cultural Difference and the Literary Text. Ed. Winfried Siemerling and Katrin Schwenk. Iowa: U of Iowa P. 150–53. Spacks, Patricia Meyer 1975: The Female Imagination. New York: Knopf.