1 Análisis de la situación jurídica del no nacido en la jurisprudencia de la Corte Constitucional Colombiana Diana Isabel Güiza Gómez1 Resumen El presente proyecto de investigación, titulado “Análisis de la situación jurídica del no nacido en la jurisprudencia de la Corte Constitucional Colombiana”, se encuentra a cargo de una investigadora que hace parte del Grupo de Investigación “Ius Iuris” de la Facultad de Derecho de la Universidad Cooperativa de Colombia- Seccional Ibagué, con el cual optó por el título de abogada en dicha universidad. El Grupo de Investigación “Ius Iuris”, en su ámbito de estudio, cual es la Filosofía del Derecho y la Biojurídica, ha centrado su actividad investigativa en el desarrollo del proyecto titulado “Fundamentos del Derecho a la Vida del No Nacido” (el cual a continuación se denominará como Proyecto Madre), cuyo objetivo principal es analizar la certeza y la veracidad de los fundamentos jurídicos de la Corte Constitucional en el tema del aborto y su correspondencia con el principio de seguridad jurídica en el Ordenamiento Jurídico Colombiano, para lo cual se han planteado como objetivos específicos los siguientes: (i) analizar la concepción de cuándo se es persona desde el punto de vista filosófico y científico; (ii) determinar el contexto jurídico del derecho a la vida en Colombia; (iii) analizar la jurisprudencia de la Corte Constitucional frente al tema del aborto; (iv) determinar si la carga argumentativa en las excepciones al derecho a la vida del no nacido planteadas en la sentencia C-355 de 2006 de la Corte Constitucional responde válidamente a la parte dogmática de la Constitución Política; y (v) estudiar el instrumento jurídico viable para salvaguardar la parte dogmática de la Constitución Política frente al tema excepcional del aborto. Con el propósito de realizar el Proyecto Madre, cada uno de los integrantes del Grupo de Investigación “Ius Iuris” se ha comprometido con la realización de uno(s) de los 1 Investigadora Grupo de Investigación Ius Iuris. Universidad Cooperativa de Colombia, Seccional Ibagué- Facultad de Derecho. diagui0390@hotmail.com; diana.guiza@campusucc.edu.co. 2 objetivos específicos. En tal sentido, el proyecto de investigación “Análisis de la situación jurídica del no nacido en la jurisprudencia de la Corte Constitucional Colombiana” es planteado con el fin de desarrollar los objetivos específicos numerados como tercero y cuarto del Proyecto Madre. Por tanto, el escrito que se presenta a continuación constituye un informe parcial de los resultados obtenidos por parte del Grupo de Investigación “Ius Iuris” en la realización del Proyecto Madre. La permisión del aborto en determinadas circunstancias, a partir de la sentencia C-355 de 2006 proferida por la Corte Constitucional, presenta el conflicto existente entre los derechos fundamentales de la mujer y los intereses constitucionales del no nacido, con la consecuente problemática de la determinación del peso constitucional de los derechos de la mujer frente a la protección del nonato. Para solucionar tal problema jurídico, la jurisprudencia constitucional se ha ocupado, en forma preferencial, por la conceptualización y delimitación de los derechos fundamentales de la mujer en el escenario constitucional del aborto, analizando con menor atención y precisión la protección de que es objeto el no nacido en razón de su determinación jurídica. En tal sentido, la situación jurídica del nonato actualmente no es lo suficientemente clara para garantizar su protección efectiva, dado que, ni por vía legal ni jurisprudencial, se ha definido en forma precisa su situación jurídica, como persona o como ser en potencia, ni su condición de protección, sea en calidad de titular del derecho a la vida o en consideración de la efectiva realización del valor a la vida. Abstract Abortion permission in specific circumstances, since the judgment C-355/2006 of the Constitutional Court, has presented the conflict among fundamental women’s rights and the unborn’s constitutional interests, creating problematic circumstance facing the constitutional women’s rights and the unborn protection. To sort this legal problem out, The Constitutional Jurisprudence has worked mainly on conceptualization and delimitation concerning women’s rights taking into account constitutional scenary that abortion has and paying fewer attention and less accuracy unborn’s protection based on legal determination. In that sense, unborn’s legal situation is not clear enough to be 3 effectively protected. Neither in legal o jurisprudential ways, it hasn’t been defined unborn’s legal situation as person or as being in potence. In the same way, unborn’s protection has not beet determined either as rights owner or considering the effective fact of life value. Palabras Clave. Aborto. Argumentación Jurídica. Derecho Constitucional. Derechos Humanos. Hermenéutica Jurídica. No Nacido. Penalización. Persona. Key Words. Abortion. Legal Argument. Constitutional Law. Human Rights. Legal Hermeneutics. Unborn. Penalization. Person. Objetivos Objetivo General. Analizar la jurisprudencia de la Corte Constitucional en materia del aborto, para dilucidar la situación jurídica del no nacido en el ordenamiento jurídico colombiano. Objetivos Específicos. 1. Estudiar la jurisprudencia proferida por la Corte Constitucional al determinar la admisibilidad, total o parcial, del aborto en Colombia. 2. Precisar la interpretación desarrollada en la jurisprudencia de la Corte Constitucional en materia del aborto, respecto a la determinación del nonato como persona o como ser con potencialidad de vida. 3. Determinar si la condición de protección del no nacido responde a su calidad de titular del derecho a la vida o se presenta en consideración de la efectiva realización del valor a la vida, de acuerdo con la jurisprudencia de la Corte Constitucional en materia del aborto. 4. Definir el grado de protección del no nacido frente a los derechos fundamentales de la mujer, en el escenario de restricción de los derechos de ésta a causa de un embarazo riesgoso tanto para la madre como para el nonato o que es fruto de una concepción no consentida, de conformidad con la jurisprudencia de la Corte Constitucional en materia del aborto. 4 Metodología La presente investigación es de carácter teórico-jurídico, por cuanto es una aproximación a la fundamentación de la Teoría del Derecho, expresada en la jurisprudencia constitucional sobre el aborto, respecto de la situación jurídica del no nacido en el ordenamiento jurídico colombiano. Así mismo, es inductiva, por cuanto parte del análisis individualizado y particular de cada uno de los pronunciamientos judiciales en materia del aborto proferidos por la Corte Constitucional. Es una investigación exploratoria, ya que al reseñarse el estado del arte, se encuentra un número restringido de estudios antecedentes cuyo tema central de indagación sea la determinación de la situación jurídica del no nacido en el escenario constitucional del aborto. La investigación en comento se propuso como objetivo principal analizar la jurisprudencia de la Corte Constitucional en materia del aborto, para dilucidar la situación jurídica del no nacido en el ordenamiento jurídico colombiano, el cual se interrelaciona con el problema de investigación: ¿Cuál es la situación jurídica del no nacido en el ordenamiento jurídico colombiano, partiendo del análisis de la jurisprudencia constitucional en materia del aborto? Para dar respuesta a los objetivos planteados, la investigación tuvo por actividad principal el análisis de la jurisprudencia que versa sobre el conflicto existente entre los derechos fundamentales de la mujer gestante y la protección constitucional que merece el no nacido, con base en el constructo conceptual de las Teorías de la Argumentación y la Interpretación Judicial, especialmente, a partir de los postulados de Ronald Dworkin y Robert Alexy, como referentes teóricos y metodológicos expositivos del proceso lingüístico de justificación de las decisiones judiciales. Los postulados de Dworkin y Alexy giran en torno de una cuestión interpretativa y argumentativa común: ¿Existe para todo caso jurídico una única respuesta correcta? Sin embargo, el camino discursivo seguido responder tal interrogante diverge en cada uno de dichos iusfilósofos, lo que se expone a continuación sucintamente. Dworkin (1993) expone que los sistemas jurídicos no se componen solamente de reglas, sino que, además, están integrados por principios. Estos últimos, es decir, los principios, conforman la directriz política, término con el cual Dworkin hace alusión “al 5 tipo de estándar que propone un objetivo que ha de ser alcanzado” (1993, p.72). Así pues, un principio es “un estándar que ha de ser observado, no porque favorezca o asegure una situación económica, política o social que se considera deseable, sino porque es una exigencia de la justicia, la equidad o alguna otra dimensión de la moralidad” (Dworkin, 1993, p. 72). En relación con las reglas, los principios son cualitativamente más generales y, por ende, revisten dos importantes diferencias respecto de aquéllas: la distinción lógica y la dimensión del peso o importancia. En cuanto a la primera, si bien es cierto tanto reglas como principios se orientan a decisiones individuales acerca de una obligación jurídica en determinado supuesto fáctico, difieren en cuanto al enfoque adoptado, puesto que las reglas se aplican como disyuntivas (Dworkin, 1993, p. 75), mientras que los principios, por su misma esencia, orientan la actuación a la consecución de un determinado fin, por lo que no es dable adoptar una decisión del todo o nada: “Un principio (…) no pretende siquiera establecer las condiciones que hacen necesaria su aplicación. Más bien enuncia una razón que discurre en una sola dirección, pero no exige una decisión en particular” (Dworkin, 1993, p. 76). Respecto a la dimensión del peso o importancia, las reglas y los principios divergen, en concepto de Dworkin, en cuanto a que las primeras se aplican en forma de disyuntivas a través de un proceso de subsunción, mediante el cual se verifica si determinados supuestos fácticos se hallan inmersos en una estructura condicional hipotética, de manera que su aplicación resulta excluyente, pues para un supuesto determinado se aplicará una regla determinada sin que se de paso a la aplicación de otra. Por su parte, los principios sí pueden coexistir y en caso de presentarse un conflicto entre los mismos, éste debe resolverse a favor del principio que revista mayor importancia o peso en el caso concreto. Por tanto, “cuando los principios se interfieren (…) quien debe resolver el conflicto tiene que tener en cuenta el peso relativo de cada uno” (Dworkin, 1993, p. 77). Este método se denomina ponderación, el cual tiene especial relevancia en la solución de los casos difíciles, por cuanto permite al juez ahondar en la moralidad política de la sociedad que es, en últimas, el principal problema a abordar y, en tal forma, adoptar la única respuesta correcta. 6 Así pues, en concepto de Dworkin, la integración del sistema jurídico por reglas y principios conlleva a concluir que el derecho se caracteriza por su integridad: La integridad en la adjudicación (…) requiere que nuestros jueces, en tanto esto sea posible, traten nuestro actual sistema de normas públicas como si respetara y expresara un grupo coherente de principios y, con ese fin, que interpreten estas normas para hallar normas implícitas entre y debajo de las explícitas. (1992, p. 159) A su vez, la integridad del Derecho implica que: (i) “las decisiones judiciales son una cuestión de principios, y no de compromiso, de estrategia o de acuerdo político”(Dworkin, 1993, p. 192); (ii) las decisiones judiciales deben argumentarse adecuadamente, por cuanto “un juez que opina que un determinado derecho es fundamental debe mostrar que esa opinión es consecuente con los principios arraigados en los precedentes de la Corte Suprema y con las principales estructuras de nuestro orden constitucional” (Dworkin, 1993, p. 192); y (iii) los argumentos jurisprudenciales al interior del ordenamiento jurídico deben guardar coherencia, por cuanto “un juez que adopta un principio en un caso debe concederle un peso completo en otros casos que decida o apoye, incluso en ámbitos del derecho aparentemente inconexos” (Dworkin, 1993, p. 193) En tal forma, al Dworkin introducir los principios como criterios de decisión, bajo la perspectiva del derecho como un todo sistémico, esto es, como integridad, postula nuevos parámetros en la interpretación como vía de selección de respuestas correctas en el derecho, con base, principalmente, en la concepción de eslabones argumentativos, los cuales son representados metafóricamente con la figura de la “novela en cadena”, tópico al que Dworkin se refiere en los siguientes términos: Podemos hallar una comparación aún más fructífera entre literatura y derecho al construir un género artificial de literatura que podría llamar la novela en cadena. En este proyecto, un grupo de novelistas escribe una novela en serie; cada novelista de la cadena interpreta los capítulos que ha recibido para poder escribir uno nuevo, que luego se agrega a lo que recibe el siguiente novelita y así sucesivamente. Cada uno tiene la tarea de escribir su capítulo para construir la novela de la mejor manera posible. (1992, p. 167) 7 Por otra parte, el trabajo teórico de Alexy respecto de la posibilidad de una única respuesta correcta para todo caso jurídico, se centra en el estudio de la argumentación jurídica como caso especial de la argumentación práctica en general (1989) y como componente esencial de todo ordenamiento jurídico. En tal forma, para Alexy, el sistema jurídico no se compone solamente por reglas y principios (2002), sino que existe un tercer componente, la argumentación jurídica. La inclusión de la argumentación jurídica como elemento integrante del sistema jurídico obedece a que, en concepto de Alexy, no es posible abordar una única respuesta correcta a partir solamente de reglas y principios. Es necesaria la introducción de un tercer elemento que correlacione las reglas y los principios, puesto que “los principios, como las reglas, no regulan por sí mismos su aplicación” (Alexy, 2002, p. 20). En tal sentido, concebir el ordenamiento jurídico compuesto exclusivamente por reglas y principios es una visión fragmentaria del mismo que lo convierte en inaplicable. Por tanto, expresa Alexy, Los niveles de la regla y de los principios deben ciertamente complementarse con un tercero, a saber, con una teoría de la argumentación jurídica, que dice cómo, sobre la base de ambos niveles, es posible una decisión racionalmente fundamentada. Una respuesta concluyente a la cuestión de la única respuesta correcta sólo es posible refiriéndose a estos tres niveles. (2002, p. 21) Alexy expone la argumentación jurídica como una teoría procedimental, en la cual, como sucede con el discurso práctico general, se fundamentan racionalmente los juicios prácticos o morales con miras a formular reglas o condiciones del discurso jurídico. Adicionalmente, dicha teoría del razonamiento jurídico es un presupuesto sine qua non para la materialización de las garantías y prerrogativas consagradas en el ordenamiento jurídico, puesto que a partir de la argumentación jurídica se concretan los derechos individuales y los bienes colectivos: Mi tesis es que hay una relación interna entre la teoría de los derechos y la teoría del razonamiento jurídico. No puede haber una teoría de los derechos sin tener una teoría del razonamiento jurídico, y una teoría del razonamiento jurídico adecuada, presupone una teoría de los derechos (Alexy, 2002, p. 25). 8 La interrelación de la teoría de los derechos, contenida en los principios, y la teoría del razonamiento jurídico puede comprenderse en mayor medida a partir del procedimiento de ponderación racional. En concepto de Alexy, “los derechos fundamentales basados en principios implican una estructura racional de la argumentación orientada a través del concepto de ponderación, y (…) una estructura racional de argumentación jurídica implica que los derechos fundamentales tiene que basarse en principios” (2002, p. 39). Por su parte, la ponderación puede comprenderse como la actividad consistente en balancear dos principios que entran en colisión en un caso concreto, para determinar, cuál de ellos tiene un peso mayor en las circunstancias específicas, por tanto, cuál de ellos determina la solución para el caso. A su vez, la ponderación se estructura en tres elementos, a saber: (i) la ley de ponderación, (ii) la fórmula del peso; y (iii) la carga de argumentación (fase de carácter subsidiario por acudirse a ella en caso de igualdad de peso de los principio). Estas fases tienen su fundamento en la ley de la ponderación, según la cual “Cuanto mayor es el grado de incumplimiento o de afectación de un principio, tanto mayor tiene que ser la importancia del cumplimiento del otro” (Alexy, 1994, p. 206). Teniendo en cuenta el objeto de este escrito, sólo basta mencionar que la ponderación se divide en tres etapas en las cuales ha de determinarse (a) el grado de no satisfacción o afectación de uno de los principios, (b) la importancia de satisfacción del principio que juega en sentido contrario y (c) si la importancia de satisfacción del principio contrario justifica la afectación o la no satisfacción del otro (Bernal, 2008). Finalmente, Alexy sostiene que la ponderación racional es el medio procedimental de interrelación entre derechos individuales y bienes colectivos. De allí se deriva que la ponderación es la fundamentación racional que permite un ordenamiento jurídico que tome al individuo “en serio”, lo cual sólo es realizable la precedencia prima facie que “se expresa en una carga de la argumentación a favor de los derechos individuales y en contra de los bienes colectivos” (Alexy, 1994, p. 207), con fundamento en la premisa de que No existe ninguna justificación suficiente para una eliminación o restricción si en un caso de colisión es dudoso que existan mejores razones para el 9 derecho individual o para el bien colectivo o en un caso tal se constata que para ambos pueden hacerse valer razones igualmente buenas” (Alexy, 1994, p. 207). Continuando con la alusión a la metodología de la investigación que se reseña, es de anotar que el proceso metodológico se centró en la construcción de la línea argumentativa de la jurisprudencia de la Corte Constitucional respecto del escenario constitucional del aborto, a partir del estudio individualizado y pormenorizado de cada sentencia objeto de revisión, siguiendo la metodología propuesta por el profesor López (2007), quien presenta la construcción de la línea jurisprudencial que se traduce en tres fases: (i) El punto arquimédico de apoyo: En este paso se busca la sentencia por medio de la cual el investigador jurídico pueda dar solución a las relaciones estructurales de varias sentencias, la cual debe cumplir con los requisitos de que sea lo más reciente posible y tenga el mismo patrón fáctico con relación al problema jurídico a analizar, es decir, esta sentencia debe encontrarse en el mismo escenario jurídico del caso a examinar. (ii) Ingeniería reversa: Luego de haber delimitado la sentencia que servirá de base para la respuesta al problema jurídico formulado en la línea jurisprudencial se sigue al estudio de la estructura de citas de dicha sentencia, se organiza un “nicho citacional” (iii) Telaraña y puntos nodales de jurisprudencia: Aquí se estudia el nicho citacional formado por el análisis del punto arquimédico y de las sentencias acompañantes a éste, con lo que se alcanza a visualizar los puntos nodales que, por regla general, coinciden con las sentencias hito de la línea, de manera que se va destilando aún más la telaraña citacional con el fin de lograr una graficación sintética de la línea jurisprudencial. Paso seguido, se determinan los extremos polares que han dado respuesta al interrogante inicial y con ello se logra situar las sentencia hito o puntos nodales en un espacio medio dependiendo de su acercamiento o alejamiento a los extremos que se define por la interpretación hecha en las sentencia hito de la ratio decidendi contenida en el punto arquimédico o sentencia específica del problema. Ya con la localización de las sentencias dentro del margen de las respuestas contradictorias entre sí, se especifica si la línea jurisprudencial posee balance o sombra 10 constitucional, la trayectoria de la misma y su comportamiento cambiante o estable en una sola posición y la existencia de un precedente judicial. De esta forma, el punto de partida fue la Sentencia C-355 de 2006, proferida por la Corte Constitucional, mediante la cual se despenaliza el aborto en tres casos excepcionales, la cual es el punto arquimédico de apoyo, según la denominación del profesor López para referirse a la sentencia de vital importancia en toda línea jurisprudencial, puesto que es el fundamento a partir del cual se discute el escenario constitucional del aborto en Colombia, toda vez que con fundamento en ella se despenaliza parcialmente dicha conducta típica. Por su parte, el nicho citacional, objeto de investigación, se integró por las siguientes sentencias proferidas por la Corte Constitucional: C-133 de 1994, C-013 de 1997, C-213 de 1997, C-647 de 2001, C-198 de 2002, C-1299 de 2005, C-1300 de 2005 y C-355 de 2006. Seguidamente, a partir del análisis de la sentencia arquimédica y del nicho citacional, se determinaron los puntos nodales de la investigación, de manera que se fue destilando aún más la telaraña citacional con el fin de lograr una graficación sintética de la línea jurisprudencial, la cual se presentará más adelante. Paso seguido, se determinaron los extremos polares que han dado respuesta a un interrogante inicial propuesto y con ello se logró situar las sentencia hito o puntos nodales en un espacio medio dependiendo de su acercamiento o alejamiento a los extremos según el estudio analítico de la jurisprudencia objeto de estudio. Avance de la investigación Con base en los lineamientos trazados en la metodología propuesta al inicio de la investigación, se construye la secuencia argumentativa sobre la situación jurídica y se colige el grado de protección que aquél merece, a partir de la lectura inferencial realizada a la jurisprudencia constitucional en materia del aborto, la cual se imbrica dentro del siguiente contexto. De conformidad con el artículo 1° superior, el fundamento del Estado Colombiano, dentro del marco de un Estado Social y Democrático de Derecho, es netamente humanista al constituir la dignidad humana uno de los pilares fundamentales 11 de la actuación estatal, por cuanto la actividad del Estado gira en torno a la prestación de servicios públicos que permitan la satisfacción de las necesidades de la persona y la optimización de sus condiciones de vida. En este sentido, los derechos y deberes tradicionalmente consagrados en el ordenamiento jurídico colombiano, son reinterpretados dentro del ámbito de la persona humana, por lo que el margen de acción de la persona se extiende a límites antes no concebidos con la consiguiente aceptación de mayores libertades, lo cual se logra, en un principio, por vía jurisprudencial mediante la interpretación de las normas jurídicas teniendo como objetivo la realización de los principios y valores constitucionales, actuación desarrollada por los funcionarios judiciales, en especial por la Corte Constitucional, con fundamento en la doctrina del “Derecho Viviente”, la cual es fundamentada por la Corte Constitucional en la siguiente forma: El carácter dinámico de la Constitución, que resulta de su permanente tensión con la realidad, puede conducir a que en determinados casos resulte imperativo que el juez constitucional deba modificar su interpretación de los principios jurídicos para ajustarlos a las necesidades concretas de la vida colectiva - aún cuando no haya habido cambios formales en el texto fundamental -, lo que incide necesariamente en el juicio de constitucionalidad de las normas jurídicas. El concepto de “Constitución viviente” puede significar que en un momento dado, a la luz de los cambios económicos, sociales, políticos, e incluso ideológicos y culturales de una comunidad, no resulte sostenible, a la luz de la Constitución, - que es expresión, precisamente, en sus contenidos normativos y valorativos, de esas realidades -, un pronunciamiento que la Corte haya hecho en el pasado, con fundamento en significaciones constitucionales materialmente diferentes a aquellas que ahora deben regir el juicio de Constitucionalidad de una determinada norma” (Sentencia C-774/2001) El reconocimiento de mayores libertades ha conllevado a la reinterpretación de los derechos de la persona, en cuanto a su esencia y a su alcance. Es así como el derecho a la vida ha sido comprendido desde la perspectiva de valor superior y derecho fundamental. Un valor superior que, según el preámbulo, debe ser asegurado por la organización política, siendo uno de los fines esenciales del Estado en el artículo 2° 12 Superior. Así mismo, es un derecho fundamental (art. 11 C. N.), “el de mayor connotación por constituirse en el presupuesto ontológico para el goce y el ejercicio de los demás derechos” (Corte Constitucional, Sentencia T-271/1995). Por ende, las actuaciones del Estado no son solamente de carácter omisivo, sino que abarcan las actuaciones positivas. La nueva interpretación del derecho fundamental a la vida ha versado en relación con otros derechos fundamentales, con singular significación en lo que respecta a la interrelación entre el derecho a la vida y el derecho al libre desarrollo de la personalidad, en cuanto a la facultad de las personas, con fundamento en la libertad, de tomar decisiones acerca de los límites de la vida (el nacimiento o la muerte), específicamente, la posibilidad constitucional de obtener en determinadas circunstancias la eutanasia y el aborto. Respecto al aborto, la Corte Constitucional ha proferido diversas sentencias desde 1994, en las cuales ha analizado el alcance de derechos fundamentales de la mujer como el derecho a la vida, al libre desarrollo de la personalidad y los derechos sexuales y reproductivos, con el objeto de determinar la admisibilidad constitucional de la práctica del aborto en determinados supuestos fácticos. Empero, a partir de la Sentencia C-355 de 2006, se pone de presente una colisión entre los derechos fundamentales de la mujer y la protección constitucional al no nacido. Para resolver tal conflicto de intereses constitucionales, por vía de tutela, así como en sentencias de constitucionalidad, la Corte Constitucional ha fijado los lineamientos básicos del ejercicio de los derechos fundamentales de la mujer en las circunstancias en las cuales es admisible el aborto. No obstante, en relación con la situación jurídica del no nacido, el panorama es sombrío, puesto que la reinterpretación, a la luz del Texto Superior, del Bloque de Constitucionalidad y del Derecho Legislado y Jurisprudencial, de la protección constitucional al nonato ha discurrido en el ámbito de interrelación del no nacido con los derechos fundamentales de la mujer, sin que previamente (i) se estipule la situación jurídica del nonato, sea que se reconozca como persona o como un ser con potencialidad de vida, acudiendo a los principios y desarrollos científicos y bioéticos actuales, (ii) ni se especifique si el no nacido es titular 13 del derecho a la vida, como sujeto de derecho, o es objeto de protección en razón del valor constitucional a la vida. Ahora bien, la investigación realizada permite visualizar la dinámica de las decisiones judiciales adoptadas por la Corte Constitucional en relación con la justificación de la adopción e imposición de medidas penales sancionatorias, en forma absoluta, con el fin de proteger la vida del nonato. A continuación se presenta gráficamente el desarrollo dinámico del discurso judicial acerca de la exigibilidad del deber de protección del nonato, por parte del Estado colombiano, a través de la adopción e imposición absoluta, sin consideración a excepción alguna, de medidas penales sancionatorias. En la parte superior de la figura 1 se formula problema jurídico en el cual se desarrolla el discurso judicial, el cual es, a saber: ¿Es constitucionalmente exigible el deber de protección del nonato, por parte del Estado, mediante la adopción e imposición absoluta (sin excepciones) de medidas penales sancionatorias? A partir de dicho problema jurídico, se abren dos respuestas, ubicadas en forma opuesta. La respuesta ubicada en el margen izquierdo es: Se debe penalizar en forma absoluta el aborto, puesto que la vida del nonato prevalece en relación con los derechos de la mujer. Por su parte, la respuesta contraria es: El Estado puede satisfacer el deber de protección del nonato, por medio de medidas, diferentes a las penales, que no sean gravosas para los derechos de la mujer. Teniendo en cuenta las consideraciones de la Corte Constitucional en cada una de las sentencias, las mismas se grafican según su aproximación conceptual con las respuestas indicadas. Cada punto representa una de las sentencias analizadas, siguiendo estas convenciones: 1. Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-133 de 1994 (M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994) 2. Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-013 de 1997 (M.P. José Gregorio Hernández Galindo: Enero 23 de 1997) 3. Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-213 de 1997 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz: Abril 24 de 1997) 14 4. Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-647 de 2001 (M.P. Alfredo Beltrán Sierra: Junio 20 de 2001) 5. Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-198 de 2002 (M.P. Clara Inés Vargas Hernández: Marzo 19 de 2002) 6. Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-1299 de 2005 (M.P. Álvaro Tafur Galvis: Diciembre 7 de 2005) 7. Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-1300 de 2005 (M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra: Diciembre 7 de 2005) 8. Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-355 de 2006 (M.P. Jaime Araújo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández: Mayo 10 de 2006) De tal forma, la Sentencia C-133 de 1994 con ponencia del Magistrado Antonio Barrera Carbonell, se encuentra más próxima a la respuesta que justifica la penalización absoluta del aborto, puesto que el deber de protección del nonato prevalece en relación con otros derechos. Dentro de la misma sombra decisional, se encuentra la Sentencia C-013 de 1997 (M.P. José Gregorio Hernández Galindo: Enero 23 de 1997) Sin embargo, esta sentencia no se ubica en el mismo punto que la sentencia C-133 de 1994, pues pone de presente que algunas circunstancias, como la concepción no consentida, deben tenerse en cuenta para dosificar la pena. En el mismo punto de ubicación de la Sentencia C-013 de 1997, se grafica la Sentencia C-213 de 1997 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz: Abril 24 de 1997). Seguidamente, con una orientación hacia la mitad de la zona de tensión, se encuentra la Sentencia C-647 de 2001, con ponencia del Magistrado Alfredo Beltrán Sierra. La graficación de esta sentencia obedece a que la misma considera constitucionalmente admisible la consagración de circunstancias de atenuación punitiva y, si es el caso, de exclusión de la pena. En la misma ubicación se encuentra la Sentencia C-198 de 2002, (M.P. Clara Inés Vargas Hernández: Marzo 19 de 2002) Posteriormente, se grafica una zona gris, en la cual se ubican las Sentencias C1299 de 2005(M.P. Álvaro Tafur Galvis: Diciembre 7 de 2005) y C-1300 de 2005 (M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra: Diciembre 7 de 2005), por cuanto la Corte Constitucional en dichas oportunidad se inhibió de emitir pronunciamiento de fondo, de manera que no 15 existen argumentos sustanciales en relación con el objeto de estudio. No obstante, se sitúan estos pronunciamientos judiciales para respetar el desarrollo cronológico de la argumentación de la Corte Constitucional en materia del aborto. Finalmente, la Sentencia C-355 de 2006, con ponencia de los Magistrados Dr. Jaime Araújo Rentería y Dra. Clara Inés Vargas Hernández, se grafica próxima a la mitad de la zona de tensión, por cuanto mediante dicho pronunciamiento judicial, la Corte declaró la despenalización del aborto en los siguientes casos: (i) Cuando la continuación del embarazo constituya peligro para la vida o la salud de la mujer, certificada por un médico; (ii) Cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su vida, certificada por un médico; y, (iii) Cuando el embarazo sea el resultado de una conducta, debidamente denunciada, constitutiva de acceso carnal o acto sexual sin consentimiento, abusivo o de inseminación artificial o transferencia de óvulo fecundado no consentidas, o de incesto. Así, a pesar de que no se despenaliza totalmente el aborto, se considera que el deber de protección del nonato no se satisface solamente con la adopción e imposición de medidas penales en forma absoluta, puesto que pueden resultar gravemente violatorias de derechos fundamentales. Discusiones y conclusiones Una vez analizada la jurisprudencia constitucional en materia del aborto, siguiendo la metodología descrita líneas arriba, lo cual es materia de la investigación en comento, se colige que (i) el escenario constitucional del aborto pone de presente una colisión entre los derechos y libertades fundamentales de la mujer gestante –como son la dignidad humana, el derecho a la vida, a la salud, a la igualdad, al libre desarrollo de la personalidad, a la autonomía y los derechos sexuales y reproductivos- , por una parte y, por la otra, la protección constitucional al no nacido; (ii) la adopción e imposición de sanciones penales cuando se vulnere o afecte la vida del nonato se configura como el cumplimiento de un deber constitucional de protección; y (iii) la situación jurídica del no nacido y el consecuente amparo que merece, es una cuestión polémica desarrollada ambiguamente por la jurisprudencia constitucional. 16 En relación con la primera conclusión, esto es, el escenario constitucional del aborto, se resalta que la delimitación de la zona de conflicto de bienes constitucionales en materia del aborto, está presente en la jurisprudencia constitucional, especialmente en la Sentencia C-355 de 2006, sin perder de vista que la aclaración de voto a la Sentencia C-647 de 2001 reconoce la colisión de diferentes bienes constitucionales que debe resolverse mediante la ponderación de los mismos, criterio que es acogido posteriormente en las demandas de inconstitucionalidad de las Sentencias C-1299 y C1300 de 2005. El primer pronunciamiento de la Corte Constitucional sobre la exequibilidad de la adopción e imposición de medidas penales sancionatorias sobre el aborto, esto es, la Sentencia C-133 de 1994 (M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994), establece una preeminencia de la protección del nonato en relación con las libertades de conciencia y culto y el derecho de la pareja a decidir libre y responsablemente el número de sus hijos, respecto de los cuales se circunscribió la demanda de inconstitucionalidad. En este sentencia, el ciudadano Alexandre Sochandamandou demandó el artículo 343 del Decreto 100 de 1980, el cual consagraba el tipo penal básico de aborto, por considerar que es inconstitucional al desconocer el inciso 2° del art. 2, art. 7, art. 18, inciso 1° del art. 19 e inciso 5° del art. 42 de la Constitución Política Tal preponderancia de la protección de la vida del no nacido en relación con los bienes constitucionales en juego en el ámbito del aborto, tuvo sustento en la consideración de que “la gestación genera un ser existencialmente distinto de la madre, cuya conservación y desarrollo, no puede quedar sometido a la libre decisión de la embarazada” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-133 de 1994 M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994), razón por la cual la pareja puede ejercer legítimamente el derecho a decidir el número e intervalos de sus hijos, “sólo hasta antes del momento de la concepción” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-133 de 1994 M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994), sin que ello implique la completa anulación del ejercicio de este derecho. De contera, el salvamento de voto de la Sentencia C-133 de 1994, suscrito por los magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y Alejandro Martínez Caballero, se expone que en el aborto se encuentran en conflicto diferentes intereses y 17 bienes constitucionales, no solamente “la vida potencial o la esperanza de vida [del nonato], sino, muchas veces, la propia vida de la madre, su salud, su libertad o su dignidad y valores que igualmente deben ser protegidos por el Estado” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-133 de 1994 M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994). Por ende, la decisión que ha de adoptarse en el escenario constitucional del aborto, debe tener en cuenta que los diferentes períodos biológicos de desarrollo del no nacido, asignando un determinado peso al deber de protección que éste merece, el cual debe compararse con los derechos de las personas involucradas, de manera que se supera la “decisión del tipo “todo o nada”, que desconoce los derechos fundamentales” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-133 de 1994 M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994). Sin embargo, continúa el salvamento de voto, este criterio de interpretación fundamentado en la ponderación de bienes constitucionales, no fue aplicado por la Sala Plena de la Corte Constitucional, por lo cual la decisión adoptada en la Sentencia C-133 de 1994, es regresiva. En igual sentido, la Corte Constitucional consideró en la Sentencia C-013 de 1997 (M.P. José Gregorio Hernández Galindo: Enero 23 de 1997) que no era posible despenalizar el aborto, ni modificar la forma en que estaba consagrado en el Decreto 100 de 1980, introduciendo como causal especial de despenalización la situación de fecundación generada en violencia carnal o inseminación artificial no consentida, ya que se establecería “la prevalencia de una mal entendida dignidad de la mujer sobre el derecho a la vida del nasciturus” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-013 de 1997 M.P. José Gregorio Hernández Galindo: Enero 23 de 1997). Por el contrario, en la aclaración de voto a la Sentencia C-647 de 2001, la cual no constituye precedente constitucional, expresamente se deja de presente que en el aborto están en juego, además de la protección del nonato, el derecho a la dignidad humana, a la vida, a la salud, a la igualdad, a la autonomía personal, a la intimidad y al libre desarrollo de la personalidad de la mujer, los cuales, si bien es cierto, “no tienen por lo general la virtualidad de anular el deber de protección del ser en gestación, en ciertas circunstancias excepcionales (…) no es constitucionalmente exigible dicho 18 deber” (Corte Constitucional del Colombia. Sentencia C-647 de 2001 M.P. Alfredo Beltrán Sierra: Junio 20 de 2001). Por consiguiente, expresan los magistrados Clara Inés Vargas Hernández, Jaime Araújo Rentería, Alfredo Beltrán y Manuel José Cepeda Espinosa, quienes suscriben la aclaración de voto a la Sentencia C-647 de 2001, que la ponderación de bienes constitucionales en el aborto debe fundamentarse en el criterio de viabilidad del no nacido. De esta manera, la exigibilidad de la protección del nonato está directamente relacionada con su desarrollo físico, sensorial y psíquico: La protección de la vida adquiere mayor peso hasta volverse predominante con el paso del tiempo en la medida en que ha evolucionado la gestación y se ha desarrollado el embrión hasta convertirse en un ser humano con tal capacidad física, sensorial y psíquica propia que podría sobrevivir fuera del vientre de la madre, o sea, es viable. (Corte Constitucional del Colombia. Sentencia C-647 de 2001 M.P. Alfredo Beltrán Sierra: Junio 20 de 2001) Finalmente, la Sentencia C-355 de 2006 expresamente reconoce que el escenario constitucional del aborto comprende, por una parte, “diversos derechos, principios y valores constitucionales en cabeza de la mujer, (…), tales como la dignidad humana, el libre desarrollo de la personalidad y el derecho a la salud, e incluso su integridad y su propia vida, cada uno con sus contenidos específicos; [y] por el otro, la vida en gestación como un bien de relevancia constitucional que debe ser protegido por el legislador” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-355 de 2006 M.P. Jaime Araújo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández: Mayo 10 de 2006). En la Sentencia C-355 de 2006, adicionalmente, la Corte Constitucional resalta que debe reconocerse la colisión de valores, principios y derechos en materia del aborto, ya que la Constitución Política permite la “coexistencia de distintos valores, principios y derechos constitucionales, ninguno de los cuales con carácter absoluto ni preeminencia incondicional frente a los restantes” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C355 de 2006 M.P. Jaime Araújo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández: Mayo 10 de 2006), de manera que para resolver las colisiones entre normas con estructuras de principios, se debe proporcionalidad. sustentar la argumentación judicial en el principio de 19 En segundo término, en la jurisprudencia constitucional analizada se sostiene reiteradamente que la adopción de medidas penales sancionatorias para proteger al no nacido obedece al deber de protección del nonato por parte del Estado. Así, sentencias diametralmente opuestas en cuanto a la decisión adoptada, tienen su punto de encuentro en la sustentación de la potestad de configuración normativa del Legislador al imponer sanciones penales en el ámbito del aborto. En tal sentido, por ejemplo, la Sentencia C-013 de 1997 (M.P. José Gregorio Hernández Galindo: Enero 23 de 1997), califica como “legítima y constitucional la decisión del órgano competente en el sentido de penalizar el aborto provocado” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-013 de 1997 M.P. José Gregorio. Hernández Galindo: Enero 23 de 1997), posición que es reiterada en la Sentencia C-355 de 2006 (M.P. Jaime Araújo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández: Mayo 10 de 2006), al establecer que “no resulta desproporcionada la protección del nasciturus mediante medidas de carácter penal y en consecuencia la sanción del aborto resulta ajustada a la Constitución Política” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-355 de 2006 M.P. Jaime Araújo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández: Mayo 10 de 2006). Empero, disienten los pronunciamientos judiciales en comento, en cuanto a la forma de penalizar el aborto. En efecto, las sentencias fundadoras de la línea jurisprudencial sobre el conflicto de intereses entre el no nacido y la mujer gestante, avalan la penalización absoluta de dicha conducta típica, en consideración a que el aborto “es agresión, ataque, violencia contra un ser vivo, de tal magnitud que, al perpetrarse, corta definitivamente, de modo arbitrario, el proceso vital y representa, ni más ni menos, la muerte de la criatura” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C013 de 1997 M.P. José Gregorio. Hernández Galindo: Enero 23 de 1997). Igualmente, se argumenta la penalización absoluta del aborto, en virtud de que el Estado tiene el deber de “establecer, para la defensa de la vida que se inicia con la concepción, un sistema de protección legal y efectivo, y dado el carácter fundamental del derecho a la vida, su instrumentación necesariamente debe incluir la adopción de medidas penales” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-133 de 1994 M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994). 20 En contraposición, la sentencia hito, es decir, la Sentencia C-355 de 2006, modula la aplicación de sanciones penales en relación con el aborto, puesto que la penalización absoluta de esta conducta típica, “implica la completa preeminencia de uno de los bienes jurídicos en juego, la vida del nasciturus, y el consiguiente sacrificio absoluto de todos los derechos fundamentales de la mujer embarazada” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-355 de 2006 M.P. Jaime Araújo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández: Mayo 10 de 2006). Por último, la jurisprudencia constitucional es ambigua en cuanto a la situación jurídica del no nacido. En efecto, en las sentencias analizadas no se observa una secuencia discursiva unívoca, consistente ni coherente respecto de la determinación y categorización del nonato en el Ordenamiento Jurídico colombiano, como se pasa a verificar. En la Sentencia C-133 de 1994 (M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994), en primer lugar, se justifica la protección constitucional del no nacido, porque la vida del nonato “encarna un valor fundamental” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-133 de 1994 M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994), debido a “la esperanza de su existencia como persona” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-133 de 1994 M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994) y al estado de indefensión en que se encuentra, el cual requiere de la especial protección del Estado. Es decir, el deber de amparo del nonato se fundamenta en la protección debida al “proceso mismo de la vida humana, que se inicia con la concepción, se desarrolla y perfecciona luego con el feto, y adquiere individualidad con el nacimiento” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-133 de 1994 M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994), mas no en el reconocimiento del no nacido como persona, pues la Corte se refiere al nonato como “el producto de la concepción que se plasma en el nacimiento, [momento que] determina la existencia de la persona jurídica natural” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-133 de 1994 M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994). No obstante, en criterio de la Corte Constitucional, resulta coherente el reconocimiento de la protección que merece el nonato, a pesar de que carezca de personalidad jurídica, pues “no se requiere ser persona humana, con la connotación 21 jurídica que ello implica, para tener derecho a la protección de la vida” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-133 de 1994 M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994). Así, el nonato “tiene el derecho a la vida desde el momento de la concepción, independientemente de que en virtud del nacimiento llegue a su configuración como persona” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-133 de 1994 M.P. Antonio Barrera Carbonell: Marzo 17 de 1994). En segundo lugar, la Sentencia C-013 de 1997 (M.P. José Gregorio Hernández Galindo: Enero 23 de 1997), reconoce que, en el ordenamiento constitucional, la vida tiene el carácter de valor y de derecho “primordial e insustituible, del cual es titular todo ser humano, desde el principio y hasta el fin de su existencia física” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-013 de 1997 (M.P. José Gregorio Hernández Galindo: Enero 23 de 1997). Así pues, no puede aceptarse ningún criterio que suponga que la protección constitucional de la vida humana tiene vigencia y opera “únicamente a partir del nacimiento de la persona” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-013 de 1997 M.P. José Gregorio Hernández Galindo: Enero 23 de 1997) o que sea exigible en menor grado “durante las etapas previas al alumbramiento” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-013 de 1997 (M.P. José Gregorio Hernández Galindo: Enero 23 de 1997). Por tanto, La vida que el Derecho reconoce y que la Constitución Protege tiene su principio en el momento mismo de la fecundación y se extiende a lo largo de las distintas etapas de formación del nuevo ser humano dentro del vientre materno, continúa a partir del nacimiento y cobija a ésta a lo largo de todo su ciclo vital. (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-013 de 1997 M.P. José Gregorio Hernández Galindo: Enero 23 de 1997) Por otra parte, en la aclaración de voto a la Sentencia C-647 de 2001, los magistrados Clara Inés Vargas Hernández, Jaime Araújo Rentería, Alfredo Beltrán y Manuel José Cepeda Espinosa, aseveran que, según la Constitución Política, el no nacido “no es un órgano de la mujer sino un ser en potencia” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-647 de 2001 M.P. Alfredo Beltrán Sierra: Junio 20 de 2001), es decir, no es persona en sentido jurídico, por cuanto no ha nacido, pero es 22 potencialmente persona, estadio que alcanzará una vez desarrolle, gradualmente, la capacidad de sentir y las demás facultades propias de la persona humana. Finalmente, la Corte Constitucional en la Sentencia C-355 de 2006 (M.P. Jaime Araújo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández: Mayo 10 de 2006), establece las diversas funciones que cumple la vida en el ordenamiento constitucional. Por una parte, es un valor constitucional que conlleva la obligación genérica, por parte del Estado, de respetar y promover toda forma de vida. Y, por otro lado, es un derecho subjetivo fundamental, de aplicación específica a la persona humana, puesto que es presupuesto para su titularidad y ejercicio la existencia de personalidad jurídica. En tal sentido, expresa la Corte Constitucional, la protección del nonato no se debe a su consideración como persona humana, por cuanto el nacimiento es requisito sine qua non para el reconocimiento de la personalidad jurídica, ni, como tal, titular del derecho a la vida. Por el contrario, el amparo del no nacido deriva de la constatación de que se trata de una vida humana en gestación y, por lo tanto, un bien constitucionalmente relevante que merece protección en un amplio alcance, incluyendo toda clase de medidas a cargo del Estado (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-355 de 2006 M.P. Jaime Araújo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández: Mayo 10 de 2006). De esta manera, la indeterminación jurisprudencial de la situación jurídica del nonato, lo que se corrobora con los resultados obtenidos en la investigación que se comenta, deviene en la incertidumbre del ordenamiento jurídico en cuanto (i) a la salvaguarda del mismo, así como (ii) en el reconocimiento de prerrogativas de carácter constitucional y de derecho común a favor del no nacido y (iii) en la penalización absoluta de conductas delictivas que atenten contra el nonato, en especial, el aborto y los delitos de manipulación genética. . Referencias Bibliográficas 23 Alexy, R. (1989). Teoría de la Argumentación jurídica: teoría del discurso como racional como teoría de la fundamentación jurídica. Madrid: Centros de Estudios Constitucionales. Alexy, R. (1994). El concepto y la validez del derecho. Barcelona: Gedisa. Alexy, R. (2002). Derecho y razón práctica. México D.F.: Distribuciones Fontamara S.A. Bernal, C. (2007). El derecho de los derechos. 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El Estado puede satisfacer el deber de protección del nonato, por medio de medidas, diferentes a las penales, que no sean gravosas para los derechos de la mujer. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.