ALGUNAS PREGUNTAS DE MICHEL FOUCAULT SOBRE EL MODO DE SER DEL SUJETO GRIEGO Marta Palacio Nos dice Foucault que la genealogía fue el método empleado por Nietzsche para retornar a la historia efectiva: la de la vida y las relaciones de poder establecidas entre los sujetos históricos de determinado período. Su genialidad fue variar el punto de incursión sobre los datos históricos, asumiendo que desde el inicio ya se ha tomado partido a favor de una óptica. Ya no se trataba más de fundar metafísicamente la historia ni de otorgar razones teleológicas o metahistóricas a los acontecimientos. La historia debía reposar nuevamente en el cauce del devenir, del cambio incesante, de la contingencia azarosa de los acontecimientos singulares. La historia debía recuperar su singularidad y abandonar el deseo metafísico de constantes universales meta-histórico que expliquen el todo1. La genealogía nietzcheana abrió el cauce a posteriores estudios históricos y epistemológicos franceses: Koyré, Bachelard, Foucault y otros. Quizás entre todos ellos descolla M. Foucault como uno de los más originales y renovadores pensadores de la última mitad del siglo XX. Su pensamiento atraviesa campos epistémicos hasta entonces clausos y autónomos entre sí, psiquiatría, medicina, historia, jurisprudencia, filosofía, biología, lingüística, sociología, articulándolos en una búsqueda común: la constitución ontológica de la subjetividad. El análisis histórico que emprende articula los saberes de un modo nuevo al tener como hilo conductor una pregunta distinta: ¿cuáles son los juegos de verdad, los verdaderos o falsos, que han posibilitado el surgimiento de los discursos y las prácticas del sujeto en un determinado momento histórico? En su búsqueda minuciosa de la diferencia, de la racionalidad específica, de la veridicción de una época, de la particularidad cotidiana, su mirada penetra –atravesándolos transversalmente- en los saberes y en las relaciones de poder que se establecen entre los sujetos. Foucault aspira a construir la historia crítica del pensamiento o la historia de los diferentes modos del ser del hombre en sus respectivos juegos de verdad y de prácticas sobre un dominio de cosas. Las visiones plurales son las herramientas con las que demuele los universales antropológicos. Su posición es de ataque a toda racionalidad general y única. No es irracionalismo. Es admitir que en la historia los sujetos han ido construyendo diversas racionalidades específicas, desde las que han emergido las veridicciones o discursos sobre sí mismo y las reglas de procederes cotidianos que rigen las relaciones de poder entre ellos. En una entrevista realizada en 1982, Foucault dice: “Mi campo es la historia del pensamiento. El hombre es un ser pensante. La forma en que piensa está relacionada con la sociedad, la política, la economía y la historia, y también está relacionada con categorías muy generales y universales y con estructuras lógicas”2. Foucault tiene el mérito de encontrar una nueva senda para ingresar en la historia: la de la historia del 1 Cf. M. Foucault, “Nietzsche, la genealogía, la historia” en Microfísica del poder, Ed. PlanetaAgostini, Bs.As. 1994, 7 - 29. 2 M. Foucault, “Verdad, individuo y poder” en Tecnologías del yo y otros textos afines, Ed. Paidós/ I.C.E.- U.A.B., Barcelona 1990, 143. 1 pensamiento, la que se abre entre la historia social y los análisis formales del pensamiento. Su metodología es nietzcheana. Su búsqueda histórica no aspira a encontrar esencias, verdades subyacentes o universales. Se pregunta por las particulares condiciones históricas que permiten reconocer al sujeto según las reglas de los discursos y de las prácticas imperantes objetivadoras del sujeto. Foucault rescata y continua el esfuerzo nietzscheano por romper el modo de hacer historia de los historiadores; los que desde el siglo XIX a Sócrates, cimientan la historia de los hechos singulares en universales metafísicos enmascarados como constantes tras los acontecimientos. Para Foucault la tarea de la genealogía es “percibir la singularidad de los sucesos, fuera de toda finalidad monótona; encontrarlos allí donde menos se espera y en aquello que pasa desapercibido por no tener nada de historia –los sentimientos, el amor, la conciencia, los instintos...”3. Foucault, como Nietzsche, rechaza la búsqueda de los orígenes o causas últimas que explicarían las identidades, lo mismo, lo fijo e invariable. Interroga a la historia desde un particular punto de partida: el sujeto actual. Su mirada inquisitiva se desplaza por la historia con el propósito de responder a la pregunta: ¿cómo hemos llegado a ser lo que somos?4. Explora la historia pacientemente para capturar los modos singulares de experiencias históricas en las que el sujeto es objetivado para sí mismo y para los otros a través de procedimientos de “gobierno”, de prácticas discursivas, de configuraciones del saber, de múltiples relaciones de poder 5. Realiza la historia de las diferentes formas de racionalidad, quebrando las certidumbres y dogmatismos con mayor efectividad que la crítica abstracta6. Los ámbitos a los que aplica la genealogía son, en palabras de Foucault, “una ontología histórica de nosotros mismos en relación con la verdad a través de la cual nos constituimos en sujetos de conocimiento; en segundo lugar, una ontología histórica de nosotros mismos en relación con el campo del poder a través del cual nos constituimos en sujetos que actúan sobre los otros; en tercer lugar, una ontología histórica en relación con la ética a través de la cual nos constituimos como agentes morales”7. En el último período de su pensamiento, su estudio se dirige hacia la Grecia clásica a fin de escrudriñar las primeras teorizaciones sobre las tecnologías del yo. Foucault se acerca a los textos de la antigüedad, no como un historiador, sino como un filósofo: como quien realiza un trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo, como quien interroga para saber cómo y hasta dónde es posible pensar distinto. “Se trata de un ejercicio filosófico: en él se ventila saber en qué medida el trabajo de pensar su propia historia puede liberar al pensamiento de lo que piensa en silencio y permitirle pensar de otro modo”8. 3 M. Foucault, “Nietzsche, la genealogía, la historia” en Microfísica del poder, 7. Cf. P. Lanceros, Avatares del hombre. El pensamiento de Michel Foucault, Universidad de Deusto, Bilbao 1996, 91-93. 5 Cf. prólogo de Miguel Morey en M. Foucault, Tecnologías del yo y otros textos afines. 6 Cf. M. Foucault, “Omnes et singulatim” en Tecnologías del yo y otros textos afines, Ibid, 137. 7 M. Foucault, “Sobre la genealogía de la ética”, entrevista con H. Dreyfus y P. Rabinow, en Discurso, poder y subjetividad, ediciones el cielo por asalto, Bs. As. 1995, 142 8 M. Foucault, El uso de los placeres, Historia de la sexualidad, Vol. 2, Siglo veintiuno editores, México 1986, 12. 4 2 En el fondo su búsqueda histórica sobre los modos de ser del sujeto se orienta a ensanchar los márgenes de libertad del sujeto moderno9. Foucault está mirando al sujeto occidental, blanco y europeo, del que realiza una hermenéutica de sí, persiguiendo algunas técnicas de sí mismo, “tecnologías del yo”, algunos saberes o ciencias en que el sujeto se ha objetivado, algunos discursos sobre sí mismo. Pretende poner en escena la historia de las “técnicas de subjetividad”, las formas y los procederes, en que el hombre se constituyó en sujeto y objeto a sí mismo en algunos momentos del decurso histórico de occidente. Este estudio histórico lo hace desde algunos textos de la Antigüedad greco-latina, del cristianismo medieval europeo y de la modernidad europea. El estudio foucaultiano es una historia de los modos según los cuales los individuos se constituyen en sujetos de conducta moral: historia de la ética o de la “estética de la existencia”. Foucault entrevé un ethos, un modo de ser o espacio ético entre el código y el comportamiento de los individuos, en el que se configura el individuo como sujeto moral. Es hacia ése ethos o subjetividad la que se dirige su mirada crítica. ¿Es intencional o pasiva esta autoconfiguración de sí mismo en sujeto moral? ¿qué elementos complejos y específicos la determinan? El sujeto moral se constituye a sí mismo según el entorno en el que se halla, en un dispositivo o red de discursos, prácticas, reglamentaciones, enunciados, tradiciones y decisiones. Así, Foucault emprenderá la tarea de construir el entramado de la subjetividad griega. En sus últimas obras: Historia de la sexualidad 2 y 3 – El uso de los placeres y la Inquietud de sí –reconstruye una historia de la sexualidad a partir de la “experiencia” de la sexualidad del hombre moderno, remontando la experiencia histórica de la sexualidad en algunas culturas: la griega clásica (del siglo IV y V a.C.), la helenística romana (sigo I y II de nuestra era), y la cristiana medieval. No va hacia los textos atendiendo sólo a las prescripciones y prohibiciones, sino –y aquí está el valor de su aporte- para capturar la correlación entre los saberes, los tipos de normatividad y las formas de subjetividad en relación a la sexualidad10. Monta una genealogía de la moral sexual, una historia de las moralidades, de los códigos y de los procesos de subjetivación del sujeto moral. Intenta recuperar lo particular de la experiencia histórica singular de la sexualidad, analizando los saberes sobre la misma, los sistemas de poder que regulan su práctica, y las formas en que los sujetos se constituyen y reconocen como sujetos de esa sexualidad o sujetos del deseo11. Problematiza el hecho histórico de que el comportamiento sexual (actividades y placeres) haya sido objeto de preocupación moral en las diversas culturas, aunque no del mismo modo. La pregunta que asume como hilo conductor de sus estudios es: “¿Cómo, por qué y en qué forma se constituyó la actividad sexual como dominio moral?” 12. Esta pregunta se la formulará a los griegos del período clásico: interrogará principalmente a algunos textos “prácticos” o prescriptivos de Platón, Jenofonte y Aristóteles para que le contesten sobre la “estética de la existencia”, sobre el arte de existir o “las técnicas de sí” del sujeto griego. 9 Cf. M. Foucault, “Verdad, individuo y poder” en: Tecnologías del yo y otros textos afines, 143. En la mencionado entrevista concedida en octubre de 1982, Foucault dice: “Mi papel –y ésta es una palabra demasiado enfática- consiste en enseñar a la gente que son mucho más libres de lo que se sienten, que la gente acepta como verdad, como evidencia, algunos temas que han sido construidos durante cierto momento de la historia, y que esa pretendida evidencia puede ser criticada y destruida”. 10 Cf. M. Foucault, El uso de los placeres, Historia de la sexualidad 2, Introducción, 7-33. 11 Ibid, 8. 12 Ibid, 13. 3 Encuentra que el modo de sujeción, mode d’assujettissement, del hombre griego responde a un ideal estético: dominar los deseos y placeres, obtener el perfecto gobierno de uno mismo, para configurar una “existencia bella”13. Foucault detecta que en la reflexión ética de los griegos ya se percibe una inquietud sobre la austeridad sexual, vinculada a cuatro temáticas que han conservado una cierta constancia a través de los tiempos: de la vida del cuerpo, de la institución del matrimonio, de las relaciones entre hombres y de la existencia de la sabiduría o acceso a la verdad14. La moral sexual griega es “machista”; es una elaboración de reglas de conductas masculinas para ser usadas, en derecho y en libertad, en aquellas prácticas de los placeres que no están condenadas o prohibidas15. La problemática de la austeridad sexual no es la expresión de una prohibición esencial, sino la elaboración estética de una actividad libre. La pregunta que Foucault le formula a los griegos es ética: tiene que ver con el modo de relación con uno mismo y con los demás. Si no había prohibiciones entre los griegos, es llamativo que la austeridad sexual se problematizara y fuera objeto de intensas reflexiones éticas. Y Foucault pregunta: “¿Por qué fue ahí, a propósito del cuerpo, de la esposa, de los muchachos y de la verdad, donde la práctica de los placeres se puso en duda?”16. Foucault quiere descubrir “una historia de la “ética” y de la “ascética”, entendida como historia de las formas de la subjetivación moral y de las prácticas de sí que están destinadas a asegurarla”17. No pretende esbozar una historia de los códigos morales. La sustancia ética de la reflexión griega clásica sobre la sexualidad se condensa en la aphrodisia, que concierne tanto a los actos, como a los deseos y los placeres sexuales. Su sospecha es que la reflexión moral antigua griega y grecorromana se orientó más hacia las prácticas de sí y la askesis que hacia las codificaciones de conductas prohibidas o permitidas en código o sistema ético-legal vigente. Observa cómo la experiencia sexual ha sido objeto de diversas problematizaciones a lo largo de la historia, y éstas no tienen ni la misma forma ni persiguen los mismos fines. Al interrogarse por la problematización de la experiencia sexual griega, por la aphrodisia, Foucault rompe con cierto simplismo histórico que ha estereotipado a esta etapa griega y helenística como liberal en oposición al cristianismo, caracterizado, a su vez, por la austeridad y la rigidez de los códigos y prohibiciones sobre los deseos de la “carne”18. En los griegos descubre que el acento sobre la austeridad está puesto en la relación consigo mismo (no con un código como en el cristianismo). Se trata de estilizar la existencia, dominar los apetitos, no dejarse llevar por las pasiones, alcanzar un modo de ser soberano y de pleno disfrute de sí mismo. 13 M.Foucault, “Sobre la genealogía de la ética”, cf. 147, entrevista donde Foucault dice: “Se ve que lo que traté de demostrar es que en la ética clásica nadie está obligado a comportarse de tal manera, como ser sincero con la esposa, no tocar a los muchachos, etc. Pero si se quería tener una existencia bella, si se quería tener una buena reputación, si se quería ser capaz de gobernar a otros, debían hacer todo esto”. 14 M. Foucault, El uso de los placeres, Historia de la sexualidad 2, 23. 15 Cf. Ibid, 24 “Se trata de una moral de hombres: una moral pensada, escrita y enseñada por hombres y dirigida a los hombres, evidentemente libres. Por consiguiente, moral viril en la que las mujeres sólo aparecen a título de objetos o cuando mucho de compañeras a las que hay que formar, educar y vigilar, mientras están bajo el poder propio, y de las que hay que abstenerse, al contrario, cuando están bajo el poder de otro (padre, marido, tutor)”. 16 Ibid, 25. 17 Ibid, 30. 18 Cf. Ibid, 16-20. 4 Para Foucault los griegos en realidad se interesan más por la salud, la dietética, que por el placer sexual19. Lo que le llama la atención es que el problema de interés de los griegos no está en la vida futura ni en la existencia de Dios. “Su problema era ¿qué techné debo utilizar para vivir tan bien como debo? Y creo –nos dice Foucault- que una de las principales evoluciones de la cultura griega se produjo cuando esta techné tou biou, este arte de la vida, se convirtió cada vez más en una techné del yo”20. Para los griegos del V o IV a.C. la preocupación esencial era por la ciudad, por la polis, y la estética de la existencia se concebía en función de aquella. Su genealogía de la moral sexual arranca del pensamiento médico y filosófico elaborado por los griegos sobre dos temas: el “uso de los placeres” - chrésis aprodisióny sobre la “austeridad sexual”, para detectar los modos de subjetivación o tecnologías del yo del sujeto que ya no es una sustancia, sino una forma de existir de lo humano. Encuentra cuatros principales tipos de estilización de la conducta sexual del sujeto griego, desarrollados en la dietética (tema del cuerpo), en la económica (tema del matrimonio), en la erótica (tema de los jóvenes), y en la filosofía (tema de la verdad). Foucault descubre que los griegos no tienen “sexualidad”, que ésta no es un tópico de los discursos científicos y filosóficos, sino que aquello que los preocupa son los temas vinculados con los placeres y el cuerpo, sobre los que problematizan ya que entran en el campo de la estilización de la conducta. Otro campo de interrogantes éticos, vinculado con el anterior, que Foucault le formula a los griegos es la relación entre sujeto y verdad. Sus preguntas ingresan al dominio práctico del “cuidado de sí”, épiméleia heautou / cura sui. Foucault descubre que en el pensamiento griego, helenístico y romano, la épilméleia es un principio filosófico dominante en la cultura, una actitud general o modo de relacionarse con los otros, es una vuelta del sujeto sobre sí mismo, y es también un modo de actuar ejercida sobre uno mismo a fin de transformarse. De algún modo la epiméléia como principio filosófico práctico indica que el individuo tiene la responsabilidad de configurarse como un sujeto libre y soberano. Esto explicaría por qué la cuestión de los placeres sexuales se torna problemática entre los griegos al verse afectada, por los mismos, la soberanía y dominio de sí de los sujetos. Aunque en la época clásica la cuestión de la epiméléia ha estado signada bajo la interpretación socrática del Oráculo de Delfos: conócete a ti mismo21, la preocupación por uno mismo, épiméleia, engloba al conocimiento de sí. Foucault sostiene en contra de una cierta tradición filosófica que este principio es algo más que una propedeútica teórica a la vida filosófica. Es un principio activo de la racionalidad moral de la antigüedad, el cual rige la vida activa de los sujetos aún en la época cristiana en que es re-interpretado22. De él surgieron numerosas prácticas morales y espirituales relevantes 19 M. Foucault en el “Sexo como moral”, entrevista con H. Dreyfus y P.Rabinow, publicada en la edición castellana Saber y Verdad, La piqueta, Madrid 1991, 190, aclara al respecto: “En el Uso de los placeres he intentado mostrar por ejemplo que hay una tensión creciente entre el placer y la salud”. 20 Ibid, 191. 21 Cf. M. Foucault, Hermeneútica del sujeto, Altamira, La Plata 1996, 35. 22 Ibid, 36. “El concepto de épiméleia continúa estando vivo hasta el advenimiento del cristianismo, momento en el que lo encontramos de nuevo en la espiritualidad alejandrina, en Filón y Plotino, en tanto que concepto de cuidado de sí, así como en la ascesis cristiana de Gregorio de Nisa quien, en su tratado De la Virginidad, señala que la preocupación por uno mismo comienza con el celibato entendido éste como superación del matrimonio”. 5 para Occidente tales como: técnicas de meditación, de memorización del pasado, examen de conciencia, etc., en fin, técnicas de askésis (ejercitación sobre sí)23. ¿Cómo lo entendieron los griegos a éste modo de relacionarse con los otros, a este modo de actuar sobre sí (subjetivizarse) y de pensarse? En el sujeto griego el cuidado de sí está vinculado a la actividad política y se subordina al conocimiento de uno mismo. La epiméléia se inserta en lo político-social como el ideal del hombre griego, del varón adulto y libre. Es el principio que regulará indirectamente todas sus conductas, aún las sexuales en que se prueba la capacidad de dominio de sí o templanza, enkrateia, como condición de la capacidad de dominio sobre los otros. La ascética clásica se entrelaza en la paideia griega: la formación del hombre ciudadano, del hombre de la polis, que puede gobernar la ciudad, dominarse y dominar a los otros. Bajo el ideal de la estética de la existencia, la templanza (epiméléia) convierte al sujeto en sujeto moral y en sujeto de conocimiento. El dominio de sí y sus técnicas se orientan también a la sophrosyé, a la soberanía racional o prudencia. De allí que la búsqueda socrática de la verdad o la philo-sophia sea una actitud ascética, una tecnología de constitución de sí mismo, una ascesis. A Foucault no le interesa reeditar la experiencia estética de los griegos, lo cual sería por otra parte contradictorio con su pensamiento que recupera y valoriza las singularidades históricas en su unicidad irrepetible. Lo que lo cautiva - en el descubrimiento que hace de los griegos- es el hecho de que el “yo” no nos venga dado, sino que el sujeto se constituye a sí mismo, se produce como una obra de arte. Esta práctica o tecnología del yo se halla en el centro de la actividad ética24. Considera que este hallazgo de la subjetividad griega puede arrojar ciertos indicios históricos para comprender al hombre y la mujer contemporáneos25, que en última instancia es la preocupación unificante de su pensamiento y de toda su obra: comprender qué somos, cómo nos hicimos a nosotros mismos en términos foucaultianos, para comprender qué posibilidades tenemos de ampliar los márgenes de nuestra libertad26. Este es el trabajo de la filosofía, reflexionar sobre el sujeto, sobre sus variaciones y diversidades, sin inmutables presupuestos universales, sino sobre diversos modos de ser o configuraciones estéticas de su existencia.- Córdoba, marzo de 2002. 23 Ibid, 37. Ibid, 194. 25 En una entrevista con Dreyfus y Rabinow, Foucault expresa: “Me pregunto si nuestro problema hoy no es, de una cierta forma, el mismo (que el de los griegos, ya que la mayor parte de nosotros no cree que una moral pueda estar fundada sobre la religión y no queremos un sistema legal que intervenga en nuestra vida moral, personal e íntima. Los movimientos de liberación actuales sufren por encontrar una nueva moral. Necesitan una moral, pero no encuentran otras sino la que se funda sobre un presunto conocimiento científico de lo que es el yo, el deseo, el inconsciente, etc.” Cf. “Sobre la genealogía de la ética” en Discurso, poder y subjetividad, 148. 26 En El uso de los placeres, 12, Foucault se pregunta sobre la filosofía: “Pero ¿qué es la filosofía hoy –quiero decir la actividad filosófica- si no el trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo? ¿Y no consiste, en vez de legitimar lo que ya se sabe, en emprender el saber cómo y hasta dónde sería posible pensar distinto? Siempre hay algo de irrisorio en el discurso filosófico cuando, desde el exterior, quiere ordenar a los demás, decirles dónde está su verdad y cómo encontrarla..... pero siempre es su derecho explorar lo que, en su propio pensamiento, puede ser cambiado mediante el ejercicio que hace de un saber que le es extraño.” 24 6