LOS 20 ARTÍCULOS DE FE DE LA IGLESIA APOSTÓLICA DE JESUCRISTO Art.1.- Creemos que la Biblia es la Palabra de Dios inspirada por el Espíritu Santo (2Ti.3:1617) y que nos ha sido entregada para nuestra mayor utilidad; ya que gracias a ella podemos ser enseñados, corregidos, redargüidos e instruidos en toda justicia. La Palabra de Dios es nuestra única fuente de autoridad; es decir, toda enseñanza, revelación y profecía debe ser examinada a la luz de las Sagradas Escrituras; y solamente aquello que cuente con el respaldo bíblico puede ser aceptado en materia de Fe y conducta para nuestra Iglesia. Creemos que Dios revela su Santa Verdad únicamente por medio de su fuente de autoridad inspirada por el Espíritu Santo que el la Palabra de Dios (1Pe.1:21). Fuera de las Escrituras, no reconocemos ninguna otra fuente de revelación e inspiración. Las Sagradas Escrituras deben interpretarse correctamente, respetando el sentido que el Espíritu Santo reveló e inspiró. Art.2.- Creemos que Dios es Uno (Deut.6:4) y que reveló su Nombre sublime a Moisés como YO SOY EL QUE SOY (Ex.6:3). Esta expresión es designada con el Tetragrama (cuatro letras) YHWH, nombre que hoy nosotros conocemos y respetamos como Jehová, Yavéh o Yahwe. Este nombre es eterno e identifica a Dios como la fuente de toda existencia. Art.3.- Creemos que este Dios eterno y sublime, se ha manifestado en carne (1Tim.3:16), y que por lo tanto Jesucristo es Dios, bendito por los siglos (Rom.9:5). Las Sagradas Escrituras NO se refieren a Jesús como “segunda persona de la trinidad”; ya que el concepto “trinidad” era totalmente ajeno a la mentalidad judía y a la doctrina de los apóstoles. Por esta razón, la Iglesia Apostólica de Jesucristo, solamente utilizará para Jesús los nombres que las Sagradas Escrituras y NO un concilio en particular le asignan como parte de la revelación e inspiración del Espíritu Santo. Art.4.- Creemos que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gen.1:26), pero que nuestros primeros padres Adán y Eva cayeron en transgresión ante el Todopoderoso y que dicho pecado afectó a toda la humanidad (Rom.5:12). Por esta razón, la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. En virtud de ello, el ser humano está espiritualmente muerto delante de Dios (Ef.2:1), y necesita “nacer otra vez” del Agua y del Espíritu para poder ver y entrar en el Reino de Dios (Jn.3:5). Art.5.- Creemos que la Palabra es el “Agua espiritual” capaz de dar vida al pecador; ya que solamente podemos ser renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1Pe.1:23). Este nacimiento solamente puede operar por la voluntad de Dios mediante la palabra de verdad (Stg.1:18). La Palabra es la semilla portadora de Vida espiritual. Art.6.- Creemos que toda persona que ha recibido la semilla del Evangelio, la Palabra de Verdad, debe bautizarse por inmersión en el Nombre del Señor Jesucristo (Hech.2:38; 8:16; 10:48; 19:5). Este bautismo es la confesión pública de una vida que muere al pecado y al viejo hombre (Adán), para resucitar en Cristo como nueva criatura (Rm.6:4). Para llevar a cabo la obra del bautismo, toda persona debe primeramente arrepentirse de sus pecados y convertirse a Dios de todo corazón (Hech.2:38). Art.7.- Creemos que el Espíritu de Dios ejerce una tarea multifuncional: Convence de pecado, justicia y juicio (Juan 16:8), ha venido para glorificar a Jesús (Juan 16:14-15); hace nacer al creyente espiritualmente (Juan 3.5); da testimonio al creyente de que es hijo de Dios (Romanos 8:16); bautiza al creyente en el Cuerpo de Cristo (1Corintios 12:12-13); Sella al creyente transformándolo en propiedad de Dios (Efesios 1:13-14; 4:30); Santifica al creyente (1Pedro 1:2); Nos transforma a la imagen de Cristo (2Corintios 3:18); Nos guía en nuestro caminar cristiano (Romanos 8:14); produce fruto en la vida del creyente (Gálatas 5:22); bautiza con poder al creyente (Lucas 29:49; Hechos 1:8); nos ayuda en nuestra debilidad intercediendo a nuestro favor con gemidos indecibles (Romanos 8:26-27); Reparte dones a la Iglesia conforme a su voluntad (1Corintios 12); etc. Art.8.- Creemos en la vigencia del derramamiento del Espíritu Santo y el “hablar en lenguas” como una de las principales señales de esta investidura de poder; sin embargo, dicha actividad espiritual NO puede ser inducida por ningún tipo de metodología humana, ni menos fórmulas que no tienen respaldo alguno en las Sagradas Escrituras. Nuestra Iglesia prohibe que en la búsqueda de esta experiencia espiritual sometamos a las personas a “repetir palabras o hablarle en lenguas al oído”. Solamente orar por ellas. Art.9.- Creemos que Cristo fundó Su Iglesia (Mt.16:18) y que todo creyente fielmente convertido a Señor de Gloria, debe formar parte de una congregación donde se le enseñe la Palabra de Dios con fidelidad. La Biblia instruye a todos los fieles discípulos de Cristo que no dejen de congregarse (Heb.10:24-25). Por esta misma razón, los hermanos en la fe deben sujetarse y obedecer a sus pastores (Heb.13:17). Art.10.- Creemos en la vigencia de los dones espirituales (1Cor.12), los cuales deben ejercitarse para la edificación de la Iglesia y no para la gloria personal. El Espíritu reparte sus dones según su voluntad (1Cor.12:11). Ninguno de los dones espirituales ha perdido vigencia; antes bien, permanecerán hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo. Art.11.- Creemos que Dios no es Dios de confusión, sino de orden (1Cor.14:33) y en este sentido, el uso de los dones espirituales debe estar normado por la Palabra de Dios y no por el sentimiento y la emoción humana. Los hijos del Señor, somos llamados a discernir los espíritus si son de Dios (1Jn.4:1), por esta razón, una de las formas más seguras para discernir sin temor a equivocarnos es mediante la Palabra de Dios. Si alguno se cree espiritual o profeta, debe primero reconocer los mandamientos del Señor (1Cor.14:37). Art.12.- Creemos en el ministerio ordenado bajo la imposición de manos (Heb.6:2; Hch.13:1-3), cuyos oficios bíblicos en la actualidad son Pastor, Maestro, Evangelista, Diácono, Presbítero y Obispo. Según nuestro entendimiento, no entran en esta categoría el apóstol y el profeta, ya que ellos recibieron su llamado directamente por vocación divina y bajo la exigencia de ciertos requisitos obligatorios. Art.13.- Creemos que todo hermano debe apartar sus diezmos y ofrendas para el uso de la obra de Dios (Mal.3:8-10; Mt.23:23; Heb.7:8) dinero con el cual se permite sostener a los ministros del Evangelio; quienes dedicando su vida al servicio de Dios, tienen el derecho de vivir del altar (1Cor,9:1-11). El no reconocimiento de esta ordenanza, en muchos casos impide que los pastores puedan dedicarse a tiempo completo al servicio de la obra de Dios. Art.14.- Creemos que la Iglesia del Señor Jesucristo ha sido llamada a vivir en santidad en todas las áreas de su vida. De esta manera se prohiben claramente acciones como: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes a estas, respecto de las cuales, quienes las practican no heredarán el reino de Dios (Gál.5:19-21). Art.15.- Creemos que la Iglesia ha sido llamada por Dios a vestir de forma recatada y piadosa (1Tim.2:9). Esto implica no vestir de forma indecorosa, exhibiendo el cuerpo fomentando la sensualidad y la codicia entre creyentes. El cubrir el cuerpo en forma decorosa, usando prendas claramente definidas a ambos sexos, fue siempre el ideal divino (Deut.22:5). Art.16.- Creemos en el retorno visible en gloria y majestad de nuestro Señor Jesucristo (Apoc.1:7-8). Jesús arrebatará a su Iglesia (1Tes.4:16-17), resucitando a los muertos en Cristo y transformando a los creyentes que estén vivos al momento de su manifestación gloriosa (Tit.2:13). Este evento único, sucederá en dos etapas simultáneas: “arrebatamiento y manifestación gloriosa”. Art.17.- Creemos que todo creyente deberá comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir su galardón (Rom.14:10) y todo incrédulo lo hará ante el Trono Blanco (Apoc.20:11-14). Luego de lo cual quedará definido su estado eterno. Art.18.- Creemos en la existencia del lago de fuego que será el castigo eterno para aquellos que no se hallaron inscritos en el libro de la vida (Apoc.20:15). Art.19.- Creemos en la futura existencia de un reino milenial de cielos nuevos y tierra nueva (Apoc.21:1-8) donde nuestro Señor Jesucristo reinará con poder y autoridad. Art.20.- Creemos en la Nueva Jerusalén, ciudad de Dios, la cual descenderá del cielo como esposa ataviada para su marido (Apoc.21:9-27). Este será el destino eterno de los salvos por la gracia de Jesucristo, los cuales lavaron sus ropas en la sangre del Cordero.