Id. Cendoj: 08019370152012200001 Organo: Audiencia Provincial Sede: Barcelona Sección: 15 Tipo de Resolución: Auto Fecha de resolución: 01/03/2012 Nº Recurso: 455/2010 Ponente: JUAN FRANCISCO GARNICA MARTIN Procedimiento: CIVIL Idioma: Español AUDIENCIA PROVINCIAL DE BARCELONA SECCIÓN DECIMOQUINTA Rollo núm. 455/2010 - 3ª Procedimiento de ejecución de títulos judiciales núm. 126/2006 Juzgado Mercantil núm. 3 Barcelona AUTO En la ciudad de Barcelona, a uno de marzo de dos mil doce. * Componen el tribunal los magistrados, D. LUÍS GARRIDO ESPA D. JORDI LLUÍS FORGAS FOLCH D. JUAN F. GARNICA MARTÍN Actúa como ponente el Sr. JUAN F. GARNICA MARTÍN. * Han intervenido como partes: En calidad de recurrentes , los Sres. Carlos José, Elisa, Ángel Jesús y Josefa, todos ellos: representados por el procurador de los tribunales Sr. Alvaro defendidos por el letrado Sr. Veciana En calidad de recurrida : Corporación Uniland, S.A. representada por el procurador Sr. López Chocarro defendida por el letrado Sr. Badía ANTECEDENTES DE HECHO A) Objeto del litigio 1. Corporación Uniland, S.A. interpuso una demanda impugnando la transmisión de unas acciones por una cuantía global de 300.000.000 euros y frente a una pluralidad de codemandados, entre los que se encontraban Carlos José, Elisa, Ángel Jesús y Josefa, afectados personalmente por un paquete de acciones valorado en 23.136.614,20 euros. El proceso finalizó, sin que se señalara siquiera juicio, al considerar el Sr. juez mercantil que la controversia que enfrentaba a las partes era de carácter estrictamente jurídico, y desestimó la demanda imponiendo a la actora las costas del juicio. 2. Los codemandados referidos solicitaron con posterioridad la tasación de las costas y presentaron una minuta emitida por su procurador, Sr. Alvaro, por importe de 716.464,42 euros, IVA incluido, derechos que correspondían en exclusiva al procurador y que los había calculado según el Arancel de Derechos de los Procuradores de los Tribunales (RD 1373/2003, de 7 de noviembre), tomando como cuantía del proceso la de 300.000.000 de euros. 3. Tasados por el Secretario judicial los derechos del procurador en la cantidad total de la minuta, Corporación Uniland la impugnó por excesiva, considerando que debía ser calculada con una base distinta, esto es, debía ser tomada en consideración la cuantía de la pretensión ejercitada contra los clientes del procurador exclusivamente, no la total cuantía del proceso. 4. El juzgado, por medio de su sentencia de 15 de marzo de 2010, estimó la impugnación y redujo el importe de la minuta a una cantidad no expresamente determinada en la propia resolución, si bien la recurrente afirma que es la de 38.792,12 euros IVA incluido, según el posterior cálculo realizado por la propia parte apelante. 5. Frente a la resolución judicial recurren en apelación los Sres. JosefaCarlos José alegando que se han producido los siguientes vicios: a) Infracción del art. 245 LEC, que no permite la impugnación por excesivos de los derechos del procurador, así como potencial vulneración del art. 24 CE. b) Infracción, por indebida aplicación, de los arts. 2 (b) y 2 (c) del Arancel. c) Infracción el art. 218 LEC por incongruencia ultra petita. 6. La recurrida Uniland adujo al contestar al recurso que la resolución recurrida había interpretado correctamente el Arancel y tomado en consideración la cuantía correspondiente al interés de cada una de las partes en liza, no la global correspondiente a la cuantía total del proceso, muy superior. Subsidiariamente, para el caso de que no se considerara así, estima que la aplicación del Arancel conduce a resultados tan desproporcionados que debería plantearse cuestión prejudicial al Tribunal Europeo a fin de que el mismo se pronunciara sobre su compatibilidad con las normas comunitarias sobre la libre competencia. B) Trámites previos ante este tribunal 7. Por providencia de fecha 20 de abril de 2011 se acordó conceder a las partes y al Ministerio Fiscal traslado por el término de diez días con objeto de que tuvieran ocasión de informar sobre la procedencia de plantear cuestión prejudicial al Tribunal de Justicia de la Unión Europea respecto al hecho de que una aplicación automática del arancel previsto en el Real Decreto 1373/2003, que regula los derechos económicos de los Procuradores, podría contravenir el derecho comunitario en el sentido de que la aplicación de esa normativa elimina la competencia en precios entre los procuradores españoles, pudiendo contravenir los arts. 4.3 y 101 TUE y restringir injustificadamente el principio de libre prestación de servicios que establece el art. 56 del citado Tratado. 8. Corporación Uniland, S.A. adujo que la aplicación automática del Arancel de Procuradores conduce a un resultado absurdo que solo puede ser demostrativo de una práctica colusoria institucionalizada y estima que únicamente es compatible con el derecho comunitario en la medida en que se atienda al verdadero interés de la parte y al trabajo efectivamente realizado por el procurador, como ha considerado el juzgador de instancia. En su opinión, la aplicación del Arancel referido plantea dudas sobre su compatibilidad con el derecho de la competencia (es decir, los arts. 81 y 82 del Tratado CE, actuales 101 y 102 TFUE, en conjunción con el art. 4.3) y con el principio de libre prestación de servicios del art. 56 TFUE. 9. La representación de los Sres. JosefaCarlos José, después de recordar la distinción entre los conceptos de acte eclairé y acte clair alega que el juez nacional únicamente debe abstenerse de formular cuestión prejudicial si existe una previa decisión del TJUE sobre la cuestión o bien si rebasa el test de obviedad sobre la aplicación del derecho comunitario. El Tribunal Europeo ya se pronunció sobre esta cuestión en el asunto Cipolla ( asuntos acumulados C-94-04 y C- 202/04) en el que descartó que atentara contra el derecho comunitario que un Estado miembro adopte una medida normativa que aprueba un baremo que fija un límite mínimo para los honorarios de los miembros de la abogacía, baremos que no admiten excepciones. También considera que no es de aplicación el art. 56 TFUE por tratarse de una cuestión doméstica, en la que no resulta implicado el ejercicio de una libertad comunitaria. 10. La representación de los Sres. JosefaElisaCarlos José también aportó un informe emitido por el Consejo General de Procuradores de España, a requerimiento del Ilustre Colegio de Procuradores de los Tribunales de Barcelona, expresamente para el supuesto enjuiciado. Los argumentos que el mismo expone para justificar la compatibilidad del sistema remuneratorio que establece el Real Decreto 1373/2003 con el derecho comunitario son los siguientes: a) Se trata de una normativa estatal, no una normativa o práctica corporativa. Concretamente, un reglamento que, a su vez, trae causa de una norma legal, el art. 242.4 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. b) El art. 101 TFUE (antes arts. 81-82 del tratado fundacional) no es de aplicación en el caso porque no concurren los presupuestos que tal norma exige, al no existir un acuerdo entre empresas o decisión de una asociación de empresas restrictiva de la competencia sino una medida estatal. Así lo ha venido considerando la jurisprudencia europea recaída en casos con los que el presente guarda cierta analogía, particularmente el Asunto Arduino (Sentencia de 19- 2-2002 en asunto C-35/99) y el Asunto Cipolla (STJUE, Gran Sala, de 5 de diciembre de 2006, asunto C 94/2004). c) El art. 56 TFUE (antiguo art. 49) tampoco resulta violado porque la jurisprudencia comunitaria ha venido sosteniendo la legitimidad de que los Estados miembros puedan establecer restricciones a la libre prestación de los servicios, siempre que las mismas estén justificadas por razones imperiosas de interés general y resulten proporcionadas, como ocurre en el caso objeto de consideración. 11. El Ministerio Fiscal informó en el sentido de que no consideraba necesario el planteamiento de la cuestión prejudicial. RAZONAMIENTOS JURÍDICOS C) Justificación del planteamiento de la cuestión prejudicial 12. Es cierto que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea se ha pronunciado con anterioridad en otros supuestos con los que el presente presenta gran similitud, particularmente en el caso denominado caso Cipolla ( asuntos acumulados C-94/04 y C-2002/04). No obstante, creemos que el presente supuesto presenta algunos aspectos novedosos o diferenciales que nos llevan a considerar dudosa la compatibilidad entre el derecho interno español y el derecho comunitario y que esa armonización pueda llevarse a cabo a través de la doctrina que resulta de los precedentes anteriores. Tenemos serias dudas de que la forma en la que se regulan los honorarios de los procuradores de los tribunales, un colectivo profesional distinto al de los abogados y que, como éstos, tienen funciones de postulación procesal, sean compatibles con el art. 101 TFUE (antesarts. 81-82 del Tratado fundacional de la CE), así como con el art. 56 del propio TJUE (antiguoart. 49 TCE) y con la Directiva 2006/123/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 12 de diciembre de 2006, relativa a los servicios en el mercado interior (cuyo plazo de transposición finalizó el pasado 28 de diciembre de 2009). 13. A ello creemos que debe añadirse la gran trascendencia práctica que la cuestión puede tener en el ámbito interno, pues la representación a través de procurador es un presupuesto, junto con la asistencia de abogado, para poder actuar en la mayor parte de procedimientos judiciales en España. De forma que el pronunciamiento que dictemos en esta cuestión no va a limitar sus efectos exclusivamente a este proceso, sino que va a dejar abierta una sombra de duda que se proyectará sobre nuestro ordenamiento jurídico sembrando una gran inseguridad jurídica. En suma, la prudencia nos impulsa a intentar evitar la creación de una situación de inseguridad jurídica en la interpretación del derecho interno, en su encaje con el comunitario, y es la que nos lleva a plantear esta cuestión. Somos conscientes de que, compartamos o no el criterio que ha seguido la resolución recurrida, la cuestión no puede considerarse cerrada, pues ha resultado cuestionado todo el sistema retributivo de los procuradores de los tribunales, establecido mediante normas reglamentarias. A ello debemos añadir la circunstancia de que frente a nuestra resolución no procederá recurso alguno, razón que nos lleva a entender que, manteniendo la duda sobre la compatibilidad de nuestro derecho interno con el comunitario, el art. 234 del Tratado Constitutivo nos obliga a plantear la cuestión. 14. Y, por otra parte, no solo la recurrente ha cuestionado la compatibilidad de esa normativa interna con el derecho comunitario sino que también lo han venido haciendo las autoridades nacionales de defensa de la competencia, concretamente el Consejo Nacional de la Competencia en el informe emitido el mes de junio de 2009 sobre la actividad de este colectivo, que estima que debe ser regulada de una forma distinta para adecuar nuestro derecho interno a la Directiva de Servicios antes mencionada. Concretamente, los aspectos que a la autoridad nacional sobre la defensa de la competencia le parecen censurables de nuestro derecho interno relativo a la profesión de procurador de los tribunales son los siguientes: a) La obligatoriedad de acudir a los tribunales representado por un procurador, lo que estima que supone una barrera de entrada y ejercicio en el mercado. b) La reserva de actividad que con carácter general la normativa nacional establece a favor de los procuradores y la incompatibilidad con la profesión de abogado y otros profesionales que también podrían desarrollarla (graduados sociales y gestores administrativos). c) El ejercicio territorial, esto es, la limitación del ejercicio de oficio a circunscripciones territoriales pequeñas (el partido judicial), que conduce a la compartimentación del mercado. d) Los precios cuasi fijos a los que se atiene la retribución. En opinión del CNC ese sistema de precios es completamente injustificado y los argumentos con los que se pretenden justificar no respetan el estándar establecido por la jurisprudencia comunitaria, que hace suyo la Directiva de Servicios, esto es, que estén justificados por una razón imperiosa de interés general y que sean proporcionados. Obviamente, si hacemos referencia a todos esos aspectos es exclusivamente para contextualizar el problema, si bien en las actuaciones judiciales de las que conocemos el mismo está limitado al último de los puntos, esto es, el sistema retributivo, único aspecto al que esta cuestión se referirá. 15. Constituye también un dato relevante a tomar en consideración para contextualizar el problema que nuestro legislador, tras un tímido intento de afrontar los problemas puestos de manifiesto por la autoridad interna de la competencia, realizado durante el propio año 2009 durante la tramitación parlamentaria de la llamada Ley Omnibus, finalmente desestimó introducir reformas legislativas, lo que origina la duda de si puede considerarse transpuesta en nuestro ordenamiento la referida Directiva de Servicios. D)La relevancia de la cuestión para la decisión del caso 16. Resulta clara la relevancia de la cuestión para la resolución del caso, atendido que lo que el recurso discute es precisamente que el juzgado mercantil, al resolver sobre la impugnación de la tasación de costas, no ha respetado las normas reglamentarias que regulan los Aranceles de los Procuradores. Aunque la resolución recurrida se ha limitado a interpretar el derecho interno, los términos en los que el recurso se plantea, que cuestionan que esa interpretación resulte correcta, han llevado a la parte recurrida a invocar en la sustanciación del recurso de apelación, como ya hizo durante la sustanciación del procedimiento de impugnación seguido en la primera instancia, que la interpretación del derecho interno que efectúa la recurrente sea compatible con el derecho comunitario. E) La competencia del Tribunal al que se dirige esta cuestión 17. También resulta clara la competencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, al estar relacionadas las cuestiones que se plantean con el Derecho Comunitario y su interpretación y aplicación. F) Sobre el presunto conflicto entre el Arancel de los Procuradores ( RD 1373/2003) con el art. 101 TFUE 18. La primera de las cuestiones que planteamos al Tribunal es si el Reglamento que regula el Arancel de los Procuradores de los Tribunales, esto es, el RD 1373/2003, de 7 de noviembre resulta compatible con el art. 101 TFUE (antes arts. 81del Tratado CE, en su relación con art. 10). El art. 101.1 TFUE establece que serán incompatibles con el mercado interior y quedarán prohibidos todos los acuerdos entre empresas, las decisiones de asociaciones de empresas y las prácticas concertadas que puedan afectar al comercio entre los Estados miembros y que tengan por objeto o efecto impedir, restringir o falsear el juego de la competencia dentro del mercado interior y, en particular, los que consistan en: a) fijar directa o indirectamente los precios de compra o de v enta u otras condiciones de transacción. 19. Aunque somos conscientes de que no se cumple el presupuesto de hecho al que está referido esa norma (acuerdos entre empresas y asociaciones de empresas), el mismo debe ser puesto en relación con el art. 4.3 TUE: <<Conforme al principio de cooperación leal, la Unión y los Estados miembros se respetarán y asistirán mutuamente en el cumplimiento de las misiones derivadas de los Tratados. Los Estados miembros adoptarán todas las medidas generales o particulares apropiadas para asegurar el cumplimiento de las obligaciones derivadas de los Tratados o resultantes de los actos de las instituciones de la Unión. Los Estados miembros ayudarán a la Unión en el cumplimiento de su misión y se abstendrán de toda medida que pueda poner en peligro la consecución de los objetivos de la Unión>> . Así lo ha entendido el propio Tribunal Europeo en resoluciones tales como la Sentencia del Tribunal de Justicia de 18 de junio de 1998 (Comisión contra Italia, Asunto c-35/96), el auto de 17 de febrero de 2005, Mauri, C-250/03, y en la Sentencia de 5 de diciembre de 2006, Asunto Cipolla, proc. C-94/2004. 20. Es cierto que, como afirman tanto la recurrente como el Consejo General de los Procuradores de España en su informe, el Tribunal ya se ha pronunciado sobre que no se puede reprochar a un Estado miembro que imponga o favorezca, en su legislación o reglamentación, prácticas colusorias contrarias al art. 81 CE (actual 101) o refuerce los efectos de tales abusos (Sentencia de 5 de diciembre de 2006, Asunto Cipolla, proc. C-94/2004, apartado 53), si bien lo condiciona a que se cumplan determinados presupuestos (los señalados en los apartados 50 y 51 de la propia resolución), esto es, (i) que el Estado no haya renunciado a ejercer su facultad de decidir o de controlar la aplicación de dicho baremo, y (ii) particularmente, que los órganos jurisdiccionales puedan, en circunstancias excepcionales, mediante decisión motivada, apartarse de los límites mínimos fijados. Por consiguiente, el Tribunal no se limitó a rechazar que no conculca el art. 81 CE (actual 101 TFUE) que un Estado miembro adopte una medida normativa que fije un baremo con un límite mínimo para los honorarios de los miembros de la abogacía, sino que condicionó su rechazo a que el sistema normativo en cuestión cumpliera determinadas condiciones. 21. Nuestra primera duda está relacionada precisamente con la aplicación de esa doctrina comunitaria que expresa la Sentencia dictada en el asunto Cipolla, a la particular regulación que de los honorarios de los Procuradores de los tribunales efectúa nuestra legislación interna. Nuestra legislación interna, particularmente el art. 245.2 LEC (entendido contrario sensu), no permite que los honorarios del procurador, fijados normativamente, como se ha adelantado, puedan ser impugnados por excesivos. Por consiguiente, de aplicarse la norma de derecho interno, el juez nacional español, está impedido para poder juzgar, en cualquier circunstancia, si la cantidad que fija el baremo normativo es razonable, en su aplicación en el caso concreto. Esto es lo que sucede en el supuesto enjuiciado, en el que la cuantía a la que pretende tener derecho el procurador (716.464,42 euros) es tan exorbitada que no guarda relación alguna con la efectiva dificultad del asunto o con la dedicación que el profesional haya podido aplicar a él. Nos preguntamos, y trasladamos nuestra pregunta al Tribunal Europeo, si, con la perspectiva de un sistema procesal como el español, en la que resulta muy dudoso que el Estado miembro <<no haya renunciado a ejercer su facultad de decidir o de controlar la aplicación de dicho baremo>>, se puede considerar que el sistema de remuneración fijado para los procuradores de los tribunales respeta la doctrina del propio Tribunal sobre el art. 101 TFCU (antiguo art. 81), puesto en relación con el art. 4.3 TUE (antiguo artículo 10). G) Sobre la presunta vulneración del art. 56 TFUE (antiguo art. 49) 22. El art. 56 TFUE (antiguo art. 49) establece que en el marco de las disposiciones siguientes, quedarán prohibidas las restricciones a la libre prestación de servicios dentro de la Unión para los nacionales de los Estados miembros establecidos en un Estado miembro que no sea el del destinatario de la prestación . 23. El Tribunal europeo ha considerado (Sentencia de 5 de diciembre de 2006, Asunto Cipolla, proc. C-94/2004, apartado 56) que el art. 49 no solo exige eliminar toda discriminación por razón de la nacionalidad en perjuicio del prestador de servicios establecido en otro Estado miembro, sino suprimir también cualquier restricción, aunque se aplique indistintamente a los prestadores de servicios nacionales y a los de de otros Estados miembros, cuando pueda prohibir u obstaculizar en mayor medida las actividades del prestador establecido en otro Estado miembro. 24. Y también ha considerado que la prohibición de apartarse de unos honorarios mínimos fijados por un baremo normativo puede dificultar el acceso de los abogados establecidos en un Estado miembro y, por ende, restringir la actividad de prestación de servicios (apartado 58 asunto Cipolla). 25. No obstante, considera que esa restricción de la libre prestación de servicios podría estar justificada si <<responde a razones imperiosas de interés general y siempre que sea adecuada para garantizar la finalidad que persigue>> (consideración 61), admite que la protección de la buena administración de justicia es un objetivo que puede justificar esa restricción (considerando 64) y remite al juez interno la decisión sobre si la restricción establecida por la normativa nacional cumple esos requisitos (art. 65), si bien sugiere (considerandos 66 y 69) que es muy probable que la regulación italiana no cumpla esos presupuestos de necesidad y proporcionalidad. 26. La Directiva 2006/123/CE, de 12 de diciembre de 2006, relativa a los servicios del mercado interior, en su artículo 15, impone a los Estados miembros examinar si sus respectivos ordenamientos jurídicos supeditan el acceso a una actividad de servicios o su ejercicio al cumplimiento de determinados requisitos, entre los que se encuentran las <<tarifas obligatorias mínimas y/o máximas que el prestador debe respetar>>. Y el art. 15.3 les impone la obligación de comprobar que los requisitos de acceso exigidos cumplan las condiciones siguientes: .. b) necesidad (que los requisitos estén justificados por una razón imperiosa de interés general; y c) proporcionalidad (que los requisitos sean adecuados para garantizar la realización del objetivo que se pers igue y no vayan más allá de lo necesario para conseguir dicho objetivo y que no se puedan sustituir por otras medidas menos restrictivas que permitan obtener el mismo resultado. 27. Transcurrido el plazo de transposición de la Directiva en fecha 28 de diciembre de 2009, la obligatoriedad para los Estados de haberla transpuesto se ha hecho evidente. En nuestro caso albergamos la duda de que el estado español haya cumplido adecuadamente con las obligaciones asumidas y que nuestra regulación sobre los aranceles de los procuradores cumpla con la normativa europea. Es cierto que como tribunal nacional podríamos juzgar sobre ello, tal y como expresamente afirma la Sentencia recaída en el caso Cipolla, e inaplicar la normativa interna aplicando la legislación comunitaria. No obstante, creemos que, al menos tras la publicación de la Directiva de Servicios, los conceptos de necesidad y proporcionalidad han pasado a ser conceptos de carácter comunitario, lo que hace aconsejable que tengan interpretación y aplicación en el ámbito de la justicia comunitaria, pues de otra forma no se podría evitar que los diversos tribunales nacionales hagan interpretaciones diversas y enfrentadas. Esa es la razón que nos lleva a solicitar al Tribunal de Justicia Europeo que se pronuncie sobre si considera que nuestra normativa interna respeta los referidos principios de necesidad y proporcionalidad al establecer un sistema de baremo vinculante para la determinación de los honorarios de unos profesionales liberales como son los procuradores de los tribunales. Es obvio que el Estado español considera que sí cuando ha dejado transcurrir el plazo de transposición de la Directiva sin introducir cambios legales que modifiquen el estado de las cosas. 28. Adelantamos al Tribunal Europeo que tenemos serias dudas de que nuestra legislación en la materia respete esos principios. Aunque el procurador de los tribunales ostenta algunas atribuciones de carácter próximo a lo público, y resulta innegable que constituye un excelente colaborador en la gestión de los procesos que se sustancian en los tribunales, de ello no se deriva que exista necesidad alguna de someter su régimen retributivo a reglas imperativas cuando el sistema de elección de este profesional es enteramente libre, salvo en los supuestos en los que el ciudadano tiene reconocido el derecho a justicia gratuita. 29. Tampoco creemos que la necesidad de preservar la calidad del servicio que imparten exija someter su retribución a un sistema que no les permite competir en precios cuando esa finalidad se cumple de manera mucho más razonable a través de normas de acceso a la profesión, como creemos que de forma efectiva ocurre en nuestro ordenamiento jurídico. Por consiguiente, tampoco estimamos que concurra proporcionalidad. H) Sobre la compatibilidad entre el sistema español de determinación de las costas procesales con los postulados del juicio equitativo del Convenio Europeo de Derechos Humanos 30. El art. 6 de Convenio Europeo de Derechos Humanos, hecho en Roma el 4 de noviembre de 1950, consagra, entre otros derechos procesales, el derecho a un juicio equitativo. El derecho a un juicio equitativo incluye no solo el derecho de acceso al proceso sino también el derecho a defender de forma efectiva las propias razones. La regulación que efectúa la LEC de la tasación de costas no le permite impugnar, y por tanto defenderse de forma efectiva, frente a una determinación de los derechos del procurador que resulte excesiva, por desproporcionada o no acorde con el trabajo efectivamente realizado, ya que el Arancel calcula los honorarios de acuerdo con la cuantía o interés discutido en el proceso, pero no con la efectiva dedicación profesional que el procurador haya tenido en el litigio o causa de que se trate. Hasta tal punto es así que el legislador ha introducido recientemente una norma que ponga coto a los abusos que ese sistema propicia, el Real Decreto Ley 5/2010, de 31 de marzo, por el que se amplía la vigencia de determinadas medidas económicas de carácter temporal, en cuya disposición adicional única se limita la cuantía global que puede percibir un procurador en un mismo asunto a la cuantía de 300.000 euros. En suma, nuestra legislación permite a la parte que se ve forzada a pagar los honorarios del procurador elegido por la adversa cuestionar si se han aplicado correctamente los baremos establecidos en el Real Decreto 1373/2003, pero no cuestionar que esos baremos sean proporcionados o justificados, lo que le impide defenderse de forma correcta sobre una cuestión esencial: si el coste del proceso que debe afrontar es justificado. Es cierto que ello no impide propiamente el acceso al proceso, porque se produce ex post , pero sí que constituye un obstáculo en el acceso a la tutela pues puede repercutir de forma negativa sobre la decisión de plantear cuestiones dudosas porque su cuantía sea importante y el eventual costo del proceso inasumible. PARTE DISPOSITIVA Se acuerda elevar al Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas la siguiente cuestión prejudicial: 1) ¿Resultan compatibles el art. 101 TFUE (antesarts. 81del Tratado CE, en su relación con art. 10) y elart. 4.3 TUE con una regulación como la que establece el Reglamento que regula el Arancel de los Procuradores de los Tribunales, esto es, el RD 1373/2003, de 7 de noviembre, que somete su retribución a un arancel o baremo de mínimos, que únicamente pueden alterar en un porcentaje de un 12 % al alza o a la baja y cuando las autoridades del Estado miembro, incluidos sus jueces, no tienen la posibilidad efectiva de apartarse de los límites mínimos fijados en el baremo legal, caso de concurrir circunstancias extraordinarias? 2) A efectos de la aplicación del Arancel referido y no aplicar los límites mínimos que el mismo establece: ¿pueden considerarse como circunstancias extraordinarias que exista una gran desproporción entre los trabajos efectivamente desarrollados y el importe de honorarios a percibir que resulte de la aplicación del baremo o arancel? 3) ¿Es compatible el art. 56 TFUE (antiguoart. 49) con el Reglamento que regula el Arancel de los Procuradores de los Tribunales, esto es, el RD 1373/2003, de 7 de noviembre? 4) ¿Cumple esa regulación los requisitos de necesidad y proporcionalidad a los que se refiere el art. 15.3 de la Directiva 2006/123/CE? 5) ¿Incluye el art. 6 del Convenio Europeo de Derecho Humanos, cuando consagra el derecho a un juicio equitativo, el derecho a poderse defender de forma efectiva frente a una determinación de los derechos del procurador que resulte desproporcionadamente elevada y no se corresponda con el trabajo efectivamente desarrollado? 6) Caso de respuesta afirmativa: ¿Son respetuosas con el art. 6 del Convenio Europeo las disposiciones de la Ley de Enjuiciamiento Civil de España que impiden a la parte condenada en costas cuestionar el importe de los derechos del procurador porque los considere excesivamente elevados y que no se corresponden con el trabajo efectivamente desarrollado? Remítase testimonio de la presente resolución al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, acompañando testimonio de los siguientes particulares: Tasación de costas. Sentencia dictada por el juzgado mercantil núm. 3 resolviendo el incidente de impugnación. Del recurso de apelación y del escrito de oposición. De las alegaciones realizadas por las partes y el Ministerio Fiscal de forma previa al planteamiento de la presente cuestión. Del informe elaborado por el Consejo General de Procuradores de España y aportado al rollo por los recurrentes. Así lo pronuncian mandan y firman los ilustrísimos señores magistrados componentes del tribunal, de lo que doy fe. VOTO PARTICULAR QUE FORMULA EL ILMO. MAGISTRADO SR. D. JORDI LLUÍS FORGAS FOLCH AL AMPARO DE LO DISPUESTO EN LOS ARTS. 260 LOPJ Y 205 LEC; VOTO PARTICULAR DISIDENTE EN CUANTO A LA CONSIDERACIÓN MAYORITARIA DE PLATEAR LA CUESTIÓN PREJUDICIAL ANTE EL TJCE. Primero. Tal y como indica la resolución adoptada por el voto mayoritario de la Sala, el Tribunal de Justicia de la Unión (TJCE) se pronunció en un asunto sobre fijación de honorarios mínimos que resulta muy próximo al presente recurso. En efecto, en su Sentencia de 5 de diciembre de 2.006 (asuntos acumulados C-94/04 -caso Cipolla- y C-202/04) el Tribunal examina diversas cuestiones planteadas en torno a la compatibilidad con diversos preceptos del Tratado de la Comunidad Europea (artículos 10, 81, 82 y 49 del Tratado) de la fijación de un límite mínimo para los honorarios profesionales de los Abogados italianos por una normativa estatal que asumía un baremo elaborado por un Consejo de Colegios de Abogados, el cual fijaba un límite mínimo de honorarios obligatorio que no admitía excepciones. El Tribunal afirma por un lado que dado el procedimiento de aprobación de dicha normativa -que en última instancia dependía de la voluntad del Estado- no cabía entender que el Estado italiano hubiese renunciado a ejercer sus facultades en materias de trascendencia económica -lo que tendría la consecuencia de privar de carácter estatal a dicha normativa-; y, por otro lado, que dada la intervención judicial en la liquidación de honorarios que, en último extremo, podía separarse motivadamente de los límites mínimos del baremo, no se podía reprochar a dicho Estado desde la perspectiva del artículo 10 del Tratado que impusiera o favoreciera prácticas colusorias contrarias al artículo 81 o abusos de posición dominante prohibidos por el artículo 82 . En consecuencia, una normativa semejante no resultaba contraria a los artículos 10, 81 y 82 del Tratado (parágrafos 44 a 54 y declaración 1ª). Por otro lado, el Tribunal examina si el artículo 49 del Tratado, sobre libre prestación de servicios admite una normativa como la que se ha descrito. Aunque aquí la perspectiva no es la del derecho de la competencia sino la citada de la libre prestación de servicios, las precisiones que efectúa el Tribunal son de indudable interés para el caso de autos. Por un lado, el Tribunal considera sin género de dudas que una normativa de fijación de honorarios mínimos obligatorios es contraria al citado artículo 49 del Tratado, el cual se opone a toda discriminación por razón de la nacionalidad ya que la prohibición de apartarse contractualmente de los honorarios mínimos fijados por el baremo puede dificultar el acceso de los abogados establecidos en un Estado distinto de la República Italiana al mercado italiano de servicios jurídicos (parágrafos 58 a 60), situación que, como veremos, no ocurre con el Real Decreto 1373/2003 que permite que, contractualmente, se pueda apartarse del arancel. Ahora bien, seguidamente el Tribunal admite que dicha restricción resultaría admisible si responde a razones imperiosas de interés general (parágrafo 61) y, con severas reservas, admite que serían aceptables las razones esgrimidas por el Estado italiano para justificar el baremo de honorarios mínimos, en particular el peligro de una competencia excesiva que deterioraría la calidad de los servicios jurídicos en detrimento de los consumidores y de la buena administración de justicia (parágrafos 62 a 64), siempre "que la medida nacional controvertida en el litigio principal [el baremo controvertido] sea adecuada para garantizar la realización del objetivo que persigue y no vaya más allá de lo necesario para alcanzarlo" (parágrafos 64 a 66). Finalmente, el Tribunal, en línea con su práctica habitual, defiere a los Tribunales nacionales la apreciación de si concurren las circunstancias que harían admisible una regulación sobre honorarios que, por sí propia, resultaría contraria a la libertad de servicios, esto es, si el establecimiento de unos honorarios mínimos obligatorios constituyen una medida idónea y proporcionada para alcanzar los objetivos de protección de los consumidores y de buena administración de justicia o si otras medidas como las normas profesionales pudieran ser suficientes para alcanzar dichos objetivos (parágrafos 68 a 70 y declaración 2ª del fallo). Segundo. El Real Decreto 1373/2003, de 7 de noviembre, por el que se aprueba el arancel de derecho de los procuradores de los tribunales, señala en su exposición de motivos que, los procuradores cooperan con la Administración de justicia, y tienen atribuida con exclusividad la representación de la partes los procesos, salvo cuando la Ley autorice otra cosa. Añade que, con relación a las cuantías de los aranceles, éstas se reducen a las nuevas funciones que vienen encomendándose, al tiempo que introducen criterios de libre competencia entre estos profesionales, facultándoles para pactar con el cliente un incremento o una disminución de hasta 12 puntos porcentuales sobre las cuantías del arancel. Así, en el art. 2 del citado Real Decreto, se positiviza el incremento o disminución del arancel pactado inter partes . Tercero. En este estado de cosas, se reputa relevante el auto de la Sala 3ª del Tribunal Supremo, de 19 de julio de 2011, resolviendo sobre una impugnación, por indebidos, de los derechos de un procurador en una tasación de costas. Esta resolución señaló que la adecuación de los derechos arancelarios de los procuradores al criterio de proporcionalidad ha sido establecida por Real Decreto-Ley 5/2010. Esta norma, en su disposición adicional única, apartado primero, fija un máximo absoluto de 300.000 euros a percibir por los procuradores de los tribunales en cualquier procedimiento y modifica la base reguladora en los procesos concursales. En virtud del apartado tercero de aquella disposición adicional única, el citado Real Decreto Ley es aplicable a las cantidades devengadas por actuaciones anteriores que no se hayan liquidado con carácter firme, como es el caso de autos. En el citado Real Decreto Ley se indica que se " pretende evitar, en la actual situación económica, disfunciones derivadas de la aplicación de la normativa reguladora de los aranceles de los Procuradores de los Tribunales" ya que esa normativa arancelaria, según señala, "no se acomoda, en sus tramos más elevados, a la realidad de la situación económica de nuestro país, por lo que es urgente modificarla para evitar efectos no deseados, estableciendo un tope máximo que impida liquidaciones manifiestamente desproporcionadas". Cuarto. La referida resolución del TS de 19 de julio de 2011, atendida la finalidad y contenido del Real Decreto-Ley 5/2010, señala que la normativa arancelaria de los Procuradores ha de someterse al inexorable principio de proporcionalidad del que parte el propio Real Decreto-Ley 5/2010, principio que, por otro lado, ya fue la referencia tomada en consideración por la citada sentencia del TJCE, caso Cipolla . De ahí que, continua señalado la resolución del TS, la aplicación de los aranceles de los procuradores solo debe ser automática cuando no interfiera en el principio de proporcionalidad. La no proporcionalidad vendrá dada, tal y como se apuntaba por el TJCE en su referida sentencia, por la disfunción existente entre el trabajo profesional realmente llevado a cabo y los emolumentos fijados arancelariamente. El control de la proporcionalidad, indica el TJCE, debe necesariamente efectuarse por el órgano judicial dentro del procedimiento. Asimismo, la implantación del tope absoluto (cifra máxima de retribución profesional por asunto, actuación y proceso) en el Real Decreto-Ley no debe agotar las posibilidades de ajustar los derechos devengados por un procurador de los tribunales, en concepto de costas sufragadas por la parte vencida, cuando estos revistan un carácter manifiestamente desproporcionado. Y no debe agotarlo por cuanto el principio de proporcionalidad es el relevante parámetro que toma en consideración el TJCE para no entender infracción alguna con la normativa comunitaria y sobre el que se proyectan las facultades de moderación otorgados a los órganos jurisdiccionales nacionales. En la sentencia del TJCE, caso Cipolla, señala que "... (S)erá necesario examinar, en particular, si existe una correlación entre el nivel de los honorarios y la calidad de los servicios prestado por los abogados y si establecimiento de tales honorarios mínimos constituye una medida adecuada para alcanzar los objetivos perseguidos, en concreto, la protección de los consumidores y la buena administración de justifica"(parágrafo 66). Y debe recordarse que la proporcionalidad también se predica respecto de los honorarios devengados por el letrado defensor por lo que, comparativamente, la nueva norma pretende también evitar la desigualdad de trato con respecto a los derechos de los procuradores. Dados los parámetros que fijó la sentencia del TJCE -caso Cipolla-, la promulgación del citado Real Decreto Ley y, sobre todo, la interpretación dada al mismo por la referida resolución del Tribunal Supremo, de 19 de julio de 2011, que acojo plenamente, resulta, a mi entender, innecesario el planteamiento de la cuestión prejudicial inicialmente suscitada, dadas la facultades de moderación que indefectiblemente se conceden al órgano jurisdiccional respecto a la presentación de devengo de derechos del procurador desproporcionados. De ahí que se formule ese voto particular en los referidos términos dejando constancia del plausible sentir del voto mayoritario de agotar todas las dudas suscitadas que en él se exponen pero que, en mi opinión, exceden del supuesto planteado en el caso que nos ocupa.