IBÁÑEZ EsTEvEz, J.J., GONZÁLEZ URQUIJO, J.E. (1999) "La utilización de los raspadores en el final del Paleolltico Superior. Los yacimientos de Bemiollo y Santa Catalina", Nivel Cero, 6-7, Santander: 5-31 LA UTILIZACIÓN DE LOS RASPADORES EN EL FINAL DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR. LOS YACIMIENTOS DE BERNIOLLOY SANTA CATALINA Juan José IBAÑEZ ESTÉVEZ Departamento de Prehistoria y Antropología Social Universitat Autónoma de Barcelona Jesús Emilio GONZÁLKZ URQUTJO Deparlamcnto de Ciencias.tiL~tóri¡;;as Universidad de Catrtabria t. INTRODUCCIÓN Conocer cómo se ha usado un objeto que suponemos un útil, parece una preocupación natural. No es extraño que esta cuestión interesara a los primeros arqueólogos que, en el siglo XIX, empezaron a reconocer las piedras talladas corno objetos de factura humana. Gran parte de las publicaciones y de las animadas discusiones en las Sociedades que reunían a los prehistoriadores decimonónicos se ocupaban de este sujeto. El mayor problema se centraba en relacionar el conjunto de lo que acertadamente se interpretaba como útiles y las actividades en las que podían haberse empleado. Hallazgos casuales, relaciones contextuales, débiles consensos y opiniones de autoridad fueron estableciendo poco a poco las relaciones que se buscaban entre los tipos de artefactos y su uso más probable. Estas relaciones se fijaron con una denominación del artefacto de clara raiz funcional: raspadores, buriles, perforadores. De entre todos estos tipos de útiles de piedra,. el raspador es probablemente el más extendido. Su presencia se ha documentado no sólo en épocas prehistóricas sino que tambiért es común en pueblos cazadores-recolectores contemporáneos situados en los más variados contextos geográficos y climáticos. La función de los raspadores fue objeto de cierta controversia durante el siglo XIX y comienzos del XX. Algunos autores, basándose en la abundancia de estos útiles en niveles paleolíticos y neolíticos, consideraron que podían ser herramientas multi:funcionales, usadas para raspar, para serrar o también para grabar (e±: Unger-Hamilton, 1988: 122} H ..Movius ( 1966: 55) cita las afirmaciones de Chauvet, quien,. siguiendo esta línea, en una reunión de la Sociedad de Antropología de París, en 1878, consideraba que el raspador era el objeto empleado por los prehistóricos para fabricar casi todos los útiles y armas. Sin embargo, la asociación entre los frentes retocados y los movimientos transversales o de raspado fue un hecho temprano, en lo que concuerdan autores como J.Boucher de Perthes en 1865 o A.Ruttot en 1909 (Brezillon, 1983). Con posterioridad, ello ha sido asumido por la generalidad de los prehistoriadores. Si bien la aceptación del raspador como un útil destinado a raspar ha sido general, no J.J. lbáñez Estévcz y J.E. Gonzálcz Urqui,io ha habido tanta coincidencia en cuanto a las materias que pudieron ser trabajadas con este utensilio. De acuerdo con M.Brezillon (1983), ya antes de 1883 se le había considerado como un instrumento usado en labores de acondicionamiento de pieles, de transformación de la madera o en el trabajo del hueso, a veces indistintamente. La mayor parte de estas interpretaciones se basaron en la comparación con útiles conocidos por referencias etnográficas o con instrumentos actuales. A pesar de este fundamento, muchas de ellas eran altamente. especulativas ya que nuestros colegas disporúan de pocos medios para optar entre las hipótesis alternativas que manejaban. Casi todas las atribuciones de uso para un objeto cualquiera. iban acompañadas de grandes expresiones de prudencia. En efecto, no había ninguna forma de demostrar, o de refutar, que un instrumento concreto hubiera sido usado de una. forma .determinada En este punto, aquello que no tenía solución dejó de constituir problema Sin embargo, examinados desde otros puntos de vista,. los raspadores y. el resto de los útiles de piedra tallada continuaron siendo un elemento básico en la investigación prehistórica, sobre todo en la paleolítica. En muchas ocasiones,.eran la evidencia mejor conservada, y a menudo la única reconocida, de las actividades humanas del pasado. Interpretar una piedra tallada como útil aún desconociendo su uso concreto o incluso si efectivamente estaba usada-,. ha servido para muchos avances estratégicos en la historia de la investigación: desde la determinación del género Hamo hasta la elaboración de las secuencias llamadas cronoculturales. Para establecer éstas últimas, los útiles de piedra se clasificaron dentro de tipologías de acuerdo con criterios formales, relacionados sobre todo con el retoque de las piezas. En ellas, los instrumentos perdieron su condición de testimonios de las actividades o elecciones humanas y pasaron a ser elementos de. una comparación En este marco, los raspadores y sus distintas variantes técnicas y formales -el tamaño, el soporte, el tipo de retoque- pasaron a ser un rasgo particular que podía emplearse en los estudios tipológicos con la finalidad de clasificar las culturas prehistóricas. No es nuestro objeto aquí discutir la pertinencia del análisis tipológico. En cuanto a su utilidad, sin embargo, sí observamos que ha quedado manifiestamente devaluada por la confluencia de dos fenómenos. Por una parte,. la disciplina se interesa en la actualidad por otras cuestiones más allá del establecimiento de secuencias cronoculturales -bastante acabadas ya en la mayor parte de las regiones, Por otra.. las cuestiones de cronología se resuelvyn en muchos contextos con mayor precisión y seguridad gracias a los métodos biocronológicos o de datación absoluta A cambio, en los últimos años, otros enfoques han vuelto a poner en relación el estudio del utillaje lítico tallado con cuestiones más relevantes y que le son más propias, dado que están unidas a su génesis y a su finaJidad: el aprovisionamiento de las materias primas líticas, los sistemas de fabricación del utillaje y las formas de uso. Estas nuevas perspectivas han permitido abordar aspectos de la organización económica y social de los grupos prehistóricos que dificibnente podían ser tratados con la información proporcionadada por los análisis tipo lógicos. 2. METODOWGÍA DEL ANÁLISIS FUNCIOISAL En lo que se refiere a las formas de uso, veíamos que el principal problema era la carencia de un método que permitiera determinar la utilización de caqa artefacto. A partir de los años 20, un grupo de investigadores del Instituto de Ciencias de Lemngrado, dirigidos por S.ASemenov, inició un programa p.ara desarrollar sistemas de análisis que pennitieran reconocer la función de los útiles, estudiando el desgaste que provocaba el uso en sus filos 6 La utilización de los raspadores en el final del Paleolítico Superior. Los yacimientos de Berniol!o ... (Semenov~ 1981/1957). Estas investigaciones fueron conocidas en Occidente a comienzos de los años 60. Los trabajos de L.H.Keeley (1980) y de R.Tringham et alii (1974), ampliaron el conjunto de criterios útiles en estas detemrinaciones, sobre todo con el descubrimiento por Keeley de que a escala microscópica aparecían pulidos cliferentes según la materia trabajada por el instrumento de piedra. El método de análisis funcional se basa en la observación mediante microscopio metalográfico y lupa binocular de los filos activos de los utensilios. De esta forma se pueden conocer las caracteristicas de las huellas de desg_aste producidas durante el uso del instrumento~ causadas por el contacto con la materia trabajada. La naturaleza de este contacto provoca desconchamientos~_ estrías, redondeamientos de filo y pulido de las superficies del útil que :fiiccionan contra la materia trabajada. Cada uno de estos tipos de huellas presenta diferentes caracteristicas dependiendo del tipo de trabajo que se realizó con e11as y de la materia con la que entraron en contacto. Para poder identificar unas huellas en relación al tipo de uso que las produjo es necesario disponer de un amplio material experimental de referencia que abarque tanto las huellas producidas por el uso como las generadas por la fabricación de los útiles aceeley, 1980; Ibáñez Estévez et alii~ 1987), por las alteraciones postdeposicionales (Levi-Sala, 1986; Plisson y Mauger, 1988; Clemente, 1997) o por el tratamiento del material llevado a cabo por el arqueólogo (Wylie, 1975; Gutiérrez el alü, 1988). Numerosos analistas han participado en los últimos años en la fijación de los criterios más útiles para la identificación del uso (Keeley~ 1980; Anderson-Gerfaud~1981; Plisson, 1985; Vaugban, 1985; Mausur-Franchomme, 1986~ van Gijn, 1989; Gutiérrez, 1990; Mazo, 199-1; inter alia). Sin espacio para precisar aquí los criterios empleados en las determinaciones funcionales y el grado de confianza que merece cada llllO de ellos, remitimos al lector interesado en una exposición detallada y en una discusión más amplia a la que se encuentra en González Urquijo e Ibáñez Estévez, 1994. A grandes rasgos, el análisis funcional permite reconocer la parte activa del útil -la que entra en contacto con la materia trabajada-, el tipo de acción practicada -de corte,_.raspado, perforado, .. -, la intensidad del uso y la materia trabajada. De la materia, en ciertos casos, pueden deducirse datos sobre alguna de las condiciones en que se encuentra. Tomando corno ejemplo el trabajo de la piel, puede precisarse el estado -piel fresca/piel seca (fotos 1 y 2)-, la presencia de aditivos -piel humedecida, piel engrasada- o de abrasivos y curtientes -ceniza, polvo de ocre-~ si el utillaje lítico está bien conservado. En otras condiciones, con hue11as poco desarrolladas o alteradas, no se alcanza este nivel de precisión; en ocasiones no es posible distinguir entre materias de caracteristicas muy parecidas como es el caso de las huellas del corte de carne o de piel fresca o los trabajos sobre asta y sobre hueso. Aún más, cuando el material lítico ha sufrido la acción de agentes posdeposicionales que causan alteraciones severas, químicas o mecánicas,_ la determinación del uso de los instrumentos puede ser imposible. La mayor parte de los co11]untos de útiles de piedra estudiados desde un punto de vista funcional presentan proporciones variables de piezas en las que el análisis no ha pennitido reconocer la actividad o la materia trabajada. Aproximadamente en uno de cada cinco rasp_adores analizados para este estudio no conseguimos establecer con precisión el tipo de materia trabajada, que es la determinación funcional más compl~a; el material está ligeramente peor conservado en el yacimiento de Berniollo, como es bastante habitual en los yacimientos al aire libre. 7 J.J. lbáñez Estévez y J.E. Goozál~ U rquijo 3. LOS RASPADORES DE BERNIOLLO Y SANTA CATALINA Este método de análisis fue aplicado a un amplio conjunto de piezas líticas de los yacimientos de Berniollo, excavado por A Baldeón (Baldeón,_ 1985), y Santa Catalina, excavado por E. Berganza (Berganza, 1985). En el presente artículo nos referiremos a la información obtenida en el estudio de los raspadores de ambos yacimientos. Otros resultados del análisis funcional han sido recogidos en González Urquijo e Ibáñez Estévez, 1992; Ibáñez Estévez et alii, 1993; González Urquijo e Ibáñez Estévez, 1993;_y, sobre todo,__ en lbáñez Estévez, 1993. El yacimiento de Berniollo se encuentra situado en el municipio alavés de SubijanaMorillas. Es un yacimiento a1 aire libre, con sólo una fechación de radiocarbono de 9940+490 B.P. (Mariezkurrena, 1990) para el nivel II, con utillaie de tipo epipaleolitico, excavado entre los años 1984 y 1985. En la cueva de Santa Catalina -Lekeitio (Bizkaia)- se han excavado hasta la fecha niveles con industrias azilienses y magdalenienses. El nivel superior, con arpones planos, está fechado en el octavo milenio a.C .. El inferior, atribuible a1 magdaJeniense final, con abundante industria ósea,._ ha proporcionado fechaciones de radiocarbono en el noveno y décimo milenio a C. (Berganza, com. pers.). El análisis funcional se realizó sobre los diferentes tipos de útiles retocados y no retocados, con un total de 652 piezas; de ellas 171 corresponden al nivel aziliense de Santa Catalina, 275 al nivel magdaleniense y 206 al yacimiento epipaleolitico de Berniollo (Ibáñez Estévez, 1993). En este artículo vamos a hacer referencia exclusivamente a los resultados aportados por el análisis de los raspadores,_ por formar un grupo de piezas coherente tanto desde el punto de vista morfológico como funcional, como veremos más adelante. Se eligieron para el análisis 17 raspadores del nivel aziliense (89% del total de raspadores), 52 del nivel magdaleniense (98%) y 36 del yacimiento epipaJeoHtico de Bemiollo (72%). Los raspadores suponen una proporción no demasiado variable dentro de los útiles retocados de cada conjunto, entre el 12 y el 13% en los dos niveles de Santa Catalina y el 18% de Berniollo. El utillaje sobre dorso, fundamentalmente laminitlas, constituye el mayor porcentaje de las piezas retocadas en los tres conjuntos 1 • 3.1 LAS ACTIVIDADES REALIZADASCONELFRENl'E DE RASP~OR 3.1.1. El movimiento desarrollado Los datos que aportan los conjuntos que estudiamos no hacen sino confirmar las suposiciones sobre el tipo de actividad que se desarrolló con los raspadores, ya que la totalidad de los frentes de raspador analizados se emplearon en el raspado de la materia trabajada. Tal circWJStancia se presenta como un hecho tan generalizado en los estudios funcionales, que sólo merece la pena citar las excepciones. Así, algunos raspadores de niveles neolíticos de Mureybet parece que se usaron como "choppers" o azuelas para trabajar la madera (Cauvin et alii, 1987: 257-258; Coqueugniot, 1983). J.Büller (1984: 203) en un muestreo de 11 raspadores del yacimiento de Sefunim,_ interpretó que dos de_los útiles habían cortado hueso con el frente, lo que, en su opinión, se justificarla por la robustez del filo 1 El análisis tipológico definitivo de Santa_ Catalina y &rniOUO,_ por E. Berganza y A Bhldeón res_pectiva.mente, está en curso de realización. Estos porcentajes son sólo aproximativos. 8 La utilización de los raspadores en el final del Paleolltico Superior. Los yacimientos de Berniollo... retocado~ que lo hatia adecuado a esta labor. Dentro del trabajo de raspado se pueden distinguir dos variantes, seg(m cuál sea la relación entre el útil y la materia trabajada. Por una parte, se puede actuar con la cara ventral hacia delante, siendo la parte retocada la q_ue está más en contacto con la materia trabajada; en este caso, el raspador se sitúa en un ángulo cercano a los 90 grados con relación a la superficie transformada. Por otra, se puede actuar inversamente, situando el raspador en un ángulo cercano a los 45 grados y ejerciendo la cara ventral el papel de cara de mayor contacto (cf Rigaud, 1977: 7-8). A partir de la distribución diferencial de pulimento en la cara ventral y dorsal de los raspadores, J.Durnont (1983: 132) considera que los raspadores de Star Carr se utilizaron de la primera fonna señalada, es decir,.con la cara ventral pDr delante y en ángulo alto. Existen ejemplos etnográficos de Patagonia, tomados de los estudios de M.Gusinde (1931/1982) y de G.C.Musters (1869/1964), en los q_ue se señala que la utilización de raspadores entre los Selk'nam, los Tehuelche y los Mapuche, de Tierra de Fuego, se realiza con la cara retocada en contacto,. de forma similar a la que se descnbe para el yacimiento de Star Carr. Otros grupos de cazadores-recolectores invierten la posición del útil, manteniendo la cara ventral cercana a la materia trabajada, con el raspador inclinado (Hayden, 1987) aunque no faltan ejemplos de grupos que practican los trabajos de raspado en ambas posiciones, como las tribus esquimales y Athabascan que las aplican indistintamente en el trabajo de pieles (Odell, 1977: 298). Este ú1timo caso sería el más cercano a los resultados que ofrecen las huellas de uso de los raspadores de Santa Catalina y Berniollo. Aquí predominan los raspadores que han actuado con la cara ventral como activa (69 de los 90 -77%- en los que está detenninación es clara), pero casi una cuarta parte de ellos lo ha hecho de fonna inversa, con lo que se observa que ambos movimientos fueron practicados por parte de los artesanos prehistóricos. El uso de la ventral como cara activa es dominante en todas las materias trabajadas. Sin embargo, se aprecian algunas diferencias ya que se observa qu_e este tipo de movimiento es mucho más frecuente sobre todo en el trabajo de la piel en estado seco -16 de 19, el 84%que en piel fresca o materias óseas,_ en las cuales oscila entre el60 y el65%. 3.1.2. Las materias trabajadas con el frente de raspador La materia sobre la que se trabaja predominantemente con los raspadores en los yacimientos estudiados es la piel. Las huellas del trabajo de la piel se hacen patentes en el 54% de los frentes de raspador. Si del número total descontamos aquellas piezas en las que, por el escaso desarrollo de las huellas, no ha podido ser determinada la materia trabajada, los raspadores que trabajaron piel constituyen el6gtl/o del totaL Este predominio del trabajo de los raspadores sobre piel coincide plenamente con los estudios funcionales sobre conjuntos líticos de cronologút similar -en tomo al final del paleolítico-que se vienen realizando en la última década. En el yacimiento francés de Cassegro&, caracterizado su conjunto industrial como_ perteneciente al magdaleniense O, el 89% de los raspadores fueron utilizados sobre piel (Vaughan, 1985). Otros ejemplos de especificidad quedan patentes en los yacimientos magdalenienses de Andemach (Plisson, 1985: 254) y de Niederbieber (Plisson, 1985: 300), en Alemania, que presentan un alto indice de utilización de raspadores sobre piel, 94 y 91% respectivamente, o en el polaco de Wojnovo, datado en el Paleolítico Superior Final, con un 82% de raspadores que han trabajado la piel (Winiarska-Kabacinska,. 1988). Una proporción aún superior (96%) es la que se encuentra en la cueva de Paglicci, según el análisis de R.E.Donabue (1985, 1988: 370). 9 J.J. lbáñez Estévez y J.E. Gonzále;r, Urquijo Madera Hueso Asta Asta/Hueso Asta/Madera Piel indet. Piel Fresca Piel Seca lndetermin. Berniollo 4 (10%} 1 (2%) 1 (2%) 4 (10%) se Aziliense o 1 (7%) o JO (24%) 1 (2%) 9 (22%) 11 (27%) 2(13%~ 6 (Jl%) IQ-(19%) t2(23%) 10 (19%) 1 (7%) o 0 o 7 (47%12 (13%) 2 (13%) SCMa dalen. 2(4%) 1 (2%) 8 (15%) 4(8%) Total 7 (6%) 2 (2%) 9(8%) 8(7%) 1 (1%) 1S(17%) 18(1-7%) 23 (21%) 23 (21%) Fig. 1. Materias trabajadas con los. frentes. de raspador. Aunque de un periodo más reciente, son también claros los resultados del análisis funcional llevado a cabo en los níveles epipaleolíticos o rnesolíticos del abrigo de Grif)ons, en Suiza (Martinet, 1991), de la Bahna Margineda, en Andorra (Phillibert, 1993: 132) y del Roe del Migdia, en Osona, Cataluña (Rodrig¡¡ez,. 1993): más del 90% de los raspadores se emplearon en la transformación de la piel. Las informaciones de que disponemos referentes a los yacimientos magdalenienses de Francia y Bélgica refuerzan la idea de la asociación raspador/tratamiento de las pieles. Así sucede en Pincevent, tanto en la Sección 36 nivel IV 40 (83,:3%) (Moss, 1987). como en la conocida Habitación 1 (87,5%) (Plisson, 1985: l82-184), y en Verberie, donde el índice fluctúa entre el 67 y el 800/o, .dependiendo de los muestreos y estudios que han realizado diferentes autores (Symens, 1986; Keeley in Audouze et alii, 1981). El análisis funcional de Pon! d'Arnbon (Moss, 1983; Celerier y Moss,_ 1983} ofrece datos especialmente interesantes para su comparación con los de Santa Catalina, ya que la estratigrafía del yacimiento comprende varios niveles azilienses superpuestos al rnagdaleniense final, con un nivel intermedio de transición. En cuanto a las materias sobre las que actuaron los raspadores, se observa una alta proporción del trabcYo de la piel en todos los niveles -84%- (Moss, 1983:18), siendo esta mayor en el nivel 2 (aziliense) que en el 4 (magdaleniense final)_ L.HKeeley (1988) analizó sendos conjuntos de útiles de los yacimientos cántabros de Rascaño y El Juyo, en sus niveles correspondientes al Magdaleniense Inferior Cantábrico. La cercanía geográfica con los yacimientos q_ue nos ocupan hace de los asentamientos cántabros términos de comparación muy adecuados, en los que de nuevo observamos la preferencia en el uso de los raspadores como herramientas para el trabajo de la piel, situándose este índice entre e! SO y el85% (Kee1ey, 1988: 21)La comparación de los datos que hemos presentado con los de nuestro propio análisis presentan una coherencia general, en cuanto a la relación raspador/piel. Sin embargo, esta relación es menos marcada: en el nivel magdaleniense final de. Santa Catalina los. raspadores usados sobre piel son el 65% del total y en Berniollo constituyen el 67%. Esta proporción es mayor en el nivel aziliense de Santa Catalina, donde alcanza el 85%. De esta forma, los datos que hemos venido manejando para los yacimientos europeos de época similar (Rascaño, El Juyo,Pincevent, Verberie, Pon! d'Arnbon, Andernach, etc_) se muestran más cercanos a los resultados del nivel aziliense de Santa Catalina, mientras son evidentes las d1ferencias en relación con los otros dos conjuntos líticos estudiados. Estos últimos, el epipaleolitico de Bemiollo y el nivel magdaleniense final de Santa 10 La utilización de los raspadore.\· en e! final del Paleolitico Superior. Los yacimientos de Berniollo ... Catalina, reflejan proporciones de trabajo de piel como las que se dan en los yacimientos epipaleolíticos de Star Carr, donde sólo el 52% de los raspadores sirvió para tratar esta materia (Dumont, 1983: 132; 1988: 66) o de Bergumermeer, analizado por G.H.Odell, para el que señala que una alta proporción de raspadores trabajó sobre materias medias o duras, que identifica como madera y asta/hueso (Odell, 1977: 313). El estudio del yacimiento mesolitico belga de Neerharen-De Kip también presenta una proporción de raspadores que trabajan piel relativamente baja (46%) (Gendel, 1982), mientras que en el yacimiento neolítico holandés de Hekelingen lll asciende al 58% (van Gijn, 1989: 127). Hasta ahora hemos estado hablando de trabajos de raspado de piel en general. Sin embargo, el raspado de piel es una actividad q_ue tiene sentido en distintas fuses del tratamiento de esta materia Oimpieza, adelgazamiento, fiexibilización, etc... ). En cada fase, la piel se encuentra en un estado cliferente y, por tanto~ presenta condiciones diferentes en cuanto a su dureza y su capacidad de abrasión, por lo que provoca huellas diferentes en las piezas empleadas. Durante el raspado para el descarnado y limpieza de la piel se eliminan los restos de carne y grasa que quedan adheridos a su parte interior. La piel se encuentra aún fresca ya que este trabajo se realizaba en los momentos inmediatamente posteriores al deso1lado, en un plaw máximo de dos o tres días ya que después resulta mucho más laborioso (Hayden, 1993). El procesado propiamente dicho,_ es decir, la elaboración que dota a la piel de las caracteristicas deseadas de impermeahilidad, imputrescibilidad, flexibilidad o resistencia, consiste en nuevos raspados y otros tratamientos que a menudo se llevan a cabo después de un periodo de secado. La piel está seca durante estas fases de trabajo, aunque se le pueden añadir grasas, agua, ceniza o abrasivos (cf Ibáñez Estévez, 1993). En un buen número de los campamentos magdalenienses al aire libre se trabaja la piel en estado seco, como se observa en Verberie (Keeley in Audouze et alii, 1981; Symens, 1986), en el nivel magdaleniense de Andernach (Plisson, 1985: 254) y en la habitación l de Pincevent (Plisson, 1987:· 80). Lo mismo ocurre en el campamento ~ong~ense de Meer (Van Noten et a/ii, 1978: 88-89). El trabajo de la piel fresca está presente, por ejemplo, en los yacimientos magdalenienses de Rascaño y El Juyo (Keeley, 1988) o en ocupaciones postpaleolíticas como en Ringkloster donde alcanza el 12% dentro de las labores en piel (Juel-Jensen, 1982: 324). También ha sido trabajada en este estado en yacimientos neolíticos antiguos (Cahen et alii, 1986: 47). El único lugar donde se ha detectado un trahajo mayoritario de la piel en estado fresco es en el yacimiento de Sefunim donde se usaron entre el 60 y el 75% de los raspadores para acondicionar la piel antes de que se secara (Büller, 1984: 203 y 213). Dentro del trabajo de la piel con raspadores, y teniendo en cuenta exclusivamente los casos en que se ha podido determinar el estado de la piel, el nivel magdaleniense de Santa Catalina manifiesta una proporción de trabajo de piel seca algo mayor al de piel fresca (55 frente a 45%). En el nivel aziliense de Santa Catalina domina claramente el trabajo de la piel fresca (78%) frente a la seca (22%), siendo la relación inversa para el caso de Bemiollo, donde se trabajó la piel seca con mucha mayor asiduidad (90%} que la fresca. La segunda materia trabajada con los frentes de raspador es el asta. Sin embargo, de nuevo las diferencias entre los tres conjuntos líticos son muy_ marcadas. En Bemiollo la proporción es claramente marginal y en el nivel aziliense de Santa Catalina solo un raspador ha podido ser empleado en esta actividad -o quizá en el raspado de una madera dura-. Sin embargo, adquiere mayor importancia en el nivel magdaleniense, suponiendo al menos un 18% de los raspadores en los que se_ ha podido determinar la materia sobre la que actuó el frente de la pieza. El trabajo sobre hueso se da en muy_ escasa proporción entre los raspadores, tanto en el 11 J.J. Ibáñ~ Estévcz y J.E. Gonzáh..'Z Urquijo nivel magdaleniense de Santa Catalina como en el yacimiento epipaleolitico de Berniollo, mientras que no ha sido reconocida esta materia en los frentes de raspador del nivel aziliense. En algunos casos no se pueden diferenciar las huellas propias del trabajo de hueso y el de asta, por lo que la interpretación funcional debe quedarse en una determinación genérica como "materia ósea". Así sucede en cuatro frentes de raspador del nivel magdaleniense de Santa Catalina y en otros cuatro de Berniollo, que unidos a los datos anteriores refuerzan las apreciaciones sobre la moderada importancia del trabajo de materias óseas en Berniollo, la mayor actuación sobre ella con raspadores en el magdaleniense de Santa Catalina, y la escasísima dedicación al trabajo de materias óseas de los _frentes de raspador en el aziliense de esta cueva. En términos generales los resultados sobre el trabajo de asta y hueso con raspadores coinciden con los datos obtenidos a partir de análisis funcionales de otros autores, señalando la escasa importancia de tal actividad. Así, en Pincevent, de los 1O raspadores analizados en el muestreo que llevó a cabo E. Moss (1983: 118) sólo 1 actuó sobre asta o hueso. En el yacimiento polaco de Wojnovo~ entre 39 raspadores en los que se localizaron huellas de uso, sólo se detectaron 4 (10%) que hubieran trabajado asta (Winiarska-Kabacinska, 1988: 51). El nivel del Magdaleniense O de Cassegros refleja también esta circunstancia, con un índice de utilización sobre asta del 7% (Vaughan, 1985: 159). El muestreo de Symens (1986) en V erberie incluyó 6 raspadores, de los que 2 se usaron sobre asta o hueso, p_or lo tanto en proporción algo mayor a lo que veníamos observando. Sin embargo, el escaso número de ejemplares relativiza el dato. Al cotejar los resultados de nuestro análisis con los términos de comparación reseñados, es de destacar la importancia del trabajo de asta con raspadores en el nivel magdaleniense de "Santa Catalina, que si bien no se presenta como un caso único -en el asentamiento mesolítico de Star Carr el índice de trabajo de hueso con raspadores asciende al39% y el de asta al12% (Dumont, 1983: 132)- sí que ofrece una fuerte particularidad. El trabajo de madera, que había sido durante el musteriense una actividad común con el utillaje de piedra (Anderson, 1981; Beyries, 1987), se reduce drásticamente durante el Paleolítico Superior. Al menos esto sucede en relación con los momentos finales del Paleolítico, cuando se dispone de una_ cantidad suficiente. de datos que lo demuestran. Los raspadores reflejan también este comportamiento y son pocos los empleados en el procesado de esta materia. En Pont d'Ambon (Celerier y Moss 1983: 100), las huellas de trabajo de madera sólo están presentes en el 2% de los frentes de raspador, considerando conjuntamente las industrias magdalenienses y azilienses. Esto es asimilable a lo que sucede en Wojnowo, yacimiento fechado en el Paleolítico Superior Final, con niveles de utilización de raspadores sobre madera del8% (Wmiarska-Kabacinska, 1988). El uso sobre madera es aún más marginal en el resto de los yacimientos europeos del final del paleolítico que hemos venido utilizando en las comparaciones. Para momentos posteriores sí es más común el uso de raspadores para el trabajo de la madera. En el nivel aziliense de La Tourasse el35% de los microrraspadores en los que se determinó el uso fueron empleados para trabajar esta materia (Plisson, 1985: 317). Los datos de los yacimientos mesolíticos de Vaenget Nord,. con el 11% de los raspadores usados sobre madera (Juel Jensen y Btinch Petersen, 1986: 44), Ringldoster 40%- (Juel Jensen, 1982), Star Carr -17%- (Dumont, 1983: 132; 1988: 67) o Neerharen-De Kip -53%- (Gendel, 1982), apuntan en este mismo sentido. Nuestro datos podrian encajar en este esquema, ya que la proporción de frentes que, con seguridad, actuaron sobre madera en el nivel mag_daleniense (5%) es menor que en el nivel aziliense (8%) y que en el yacimiento epipaleolítico (13%). Sin embargo, el escaso número de elementos no nos permite plantear conclusiones fiables en este aspecto. 12 La utilización de los raspadores en e! final del Paleolítico Superior. Los yacimienl.os de Berniollo... 3.1.3. Adecuación de las características de los útiles a las matelias trabajadas por el frente de raspador. Los frentes de raspador son zonas activas apropiadas para modificar una amplia variedad de materias: piel seca, piel fresca, madera, hueso y asta. Las diferencias que hay entre estos materiales en cuanto a su dureza y capacidad de abrasión nos hacen pregwrtarnos sobre la posibilidad de que se adapten 1as características morfológicas de los raspadores dependiendo de las materias trabajadas. Es probable q_ue el usuario escogiera raspadores que presentaran las condiciones más apropiadas para la actividad que iba a desarrollar, teniendo en cuenta los factores de efectividad de la herramienta, resistencia a la rotura, posibilidades de reavivado~ etc. Diversos estudios etnográficos apoyan esta idea,..mostrando que, en general existe una elección preferencial de los útiles de acuerdo a sus caracterlsticas morfológicas, el tamaño y la adecuación del ángulo del filo a la actividad que se va a llevar a cabo (Gould et alii,.l971; Hayden, 1979). Dentro de los factores que definen un útil destaca el ángulo de la zona activa,. ya que de su naturaleza va a depender tanto la capacidad de penetración de la herramienta en la materia a transformar como su resistencia al desg_aste. Suponemos,. por tanto, la adaptación del ángulo del filo activo a la dureza de la materia sobre la que se va a actuar y al efecto que se pretende conseguir con el trabajo. Siguiendo este razonamiento, alg!.lflos autores han relacionado determinados ángulos del filo con las diversas materias trabajadas (Cantwell, 1979). E. Wilmsem (1968) consideró que aquellos útiles cuyo filo tuviera un ángulo entre 46° y sso habían sido utilizados para raspar piel, mientras los que se encontraran entre 66° y 75° serían apropiados para el ablandado de las pieles y el raspado de hueso y madera. También la experimentación, potenciada a partir de los estudios funcionales, ha llevado a los investigadores a sugerir las condiciones que hacen de un útil una herramienta efectiva. J. So1lberger (1969) ha inducido experimentalmente que los ángulos espesos son muy efectivos para el trabajo de madera y hueso. Contrariamente,. a partir de experiencias de trabajo, se ha señalado la necesidad de utilizar filos activos con ángulos cercanos a 45 grados tanto para el raspado de pieles frescas (Unger-Hamilton, 1988: 124; Hayden, 1993) como para el adelgazamiento de piel seca (Plisson, 1985: 214). Sin embargo, los datos arqueológicos no son tan claros en este sentido. Por una parte se sitúan los resultados positivos en Sefunim, donde J. Büller (1984: 203) encuentra que los raspadores con ángulos de filo menor a 50° sólo han trabajado materias blandas, o los de R. Unger-Hamilton (1988: 131) en Atjoune, que le permiten asociar los ángulos más espesos con el trabajo de madera. Pero existen también casos en que tal asociación no se da,. como en el yacimiento mesolitico de Star Carr, donde no se vio ningún patrón en la distribución de los ángulos en los filos de los raspadores que habían trabajado piel, hueso, asta, o madera (Dumont, 1988: 137). En Ringkloster, correspondiente al mesolitico danés, el conjunto de raspadores que trabajaron sobre madera y los que lo hicieron sobre piel, presentan indistintamente un ángulo de filo entre 65° y 70°, en otro ejemplo de no significatividad en la relación ángulo del frente/materia trabajada (JuelJensen, 1982: 124). Los ángulos de los frentes de raspador de Bernio11o y Santa Catalina reflejan una distribución normal, con una moda situada entre los 60° y los 70°. El análisis de los datos por materias trabajadas manifiesta diferencias poco marcadas. Puede señalarse la tendencia a que se elijan ángulos más precisos, retleyado en modas más marcadas, para el trabajo del asta y de 1.3 J.J. Ibáñez Estévcz y J.E. González Urquijo la piel seca. Se observa que no hay una inclinación particular por los ángulos agudos para el trabajo de la piel fresca, lo que si ocurre en el raspado de asta para el que se reclUTe a menudo a frentes de raspador con ángulos inferiores a 60 grados. Por el contrario, la transformación de madera se lleva a cabo con filos especialmente espesos, en tomo a 80 grados. Es dificil calibrar hasta que_ punto estas diferencias refl~an las elecciones de los usuarios en relación con la materia que estaban trabajando. De hecho, el uso no es el único factor relevante que condiciona el ángulo del filo activo, participando también factores tales como la técnica del retoque, el reavivado y los erunangamientos (Rigaud, 1977). Por ejemplo, el reavivado de los raspadores,_ q_ue,_ como veremos,_ se practicó comúnmente en el conjunto que estudiamos, aumenta el ángulo del filo activo, por el retoque continuado en la misma wna. N.D.Broadbent y K.Knutssnn (1975), señalan (j\le en el reavivado de sus raspadores experimentales el ángulo del raspador podía aumentar hasta diez grados. La unión de todos estos factores ha podido oscurecer cualquier posible relación entre el ángulo de las zonas activas y las materias trabajadas. Otro factor que "a priori" puede parecer importante en el momento de elegir el raspador más adecuado al trabajo que se va a realizar es el tamaño de la pieza. Es lógico suponer que se elegirán los soportes más robustos para el trabajo de materias duras, intentando evitar así el rápido desgaste de la pieza y su fractura accidental, o los más largos para el trabajo de materiales que hagan necesario un reavivado más frecuente, de fo:nna que la mayor longitud del soporte elegido para fabricar el raspador alargue su tiempo de uso. Esta es también una relación delicada porque el tamaño del útil que observamos es el tamafio del abandono y no el de la selección inicial. El abandono puede estar causado por múltiples factores -agotamiento, almacenamiento, pérdida o desecho por ineficacia- cada uno de los cuáles influye de diferente forma en el tamafto del útil. Sin embargo, en muchos contextos arqueológicos se pueden observar asociaciones significativas entre el tamaño de los útiles y la labor que realizan, aunque algunas de ellas son contradictorias entre sí. El estudio de los raspadores de los niveles magdaleniense y azilienses de Pont d'Ambon refleja que la longitud media de las piezas que actuaron sobre piel es de 39 mm., mientras que aumenta a 69 mm. para los que trabajaron otras materias (Moss, 1983: 218). En la habitación 1 de Pinceven:t, donde todos los raspadores se usaron en la elaboración de la piel seca,. se eligieron láminas largas para fabricarlos -de más de 9 cm. de media (Plisson, 1985)-. Algunos yacimientos mesoliticos también retl~an esta circunstancia. Para Ringkloster, H.Juel-Jensen (1982) señala que los raspadores que actuaron sobre madera son más cortos que los que lo hicieron sobre pieL lo que ella pone en relación con el posible enmangamiento de los primeros. En el campamento de Star Carr, en el conjunto de 33 raspadores para los que se dedujo una actuación sobre pieL hueso, asta y madera,.hay cierta relación entre tamaño y materia trabajada, puesto que los raspadores que trabajaron asta tienden a ser mayores. En el yacimiento de Blicquy, perteneciente al neolítico de la cerámica de bandas belga, se hace patente una tendencia a que el trabajo de madera se realice con raspadores masivos (Cahen et alii, 1986: 73-74). En los raspadores que analizamos, la relación entre la longitud del raspador y la materia trabajada por el frente es compl~a. La mayor parte de las piezas presenta entre 2 y 3 cms. de longitud. Este rasgo está más acentuado en los raspadores que trabajaron la piel, mientras los que actuaron sobre materias óseas son, en general, algo más grandes (fig. 2). 14 J,a utilización de los raspadores en el final del Paleolítico Superior. Los yacimientos de Berniollo... <3 cms. 3-5 cms. >Scms. 6 o Piel fresca . 13 6 5 Piel seca . l2 Hl Matérias·óseas · 9 o Fig. 2. Longitud de los raspadores en relación con la materia trabajada por el frente. Sin embargo, los raspadores empleados para acondicionar la piel ya seca presentan a menudo longitudes superiores a cinco centímetros~ la pieza de mayor tamaño (9 cms, figura 2) fue empleada precisamente en piel seca. Es probable que ello se deba a las características de esta labor. Por una parte, la naturaleza abrasiva de la materia trabajada genera un rápido embotamiento del filo. Además, esta fase de la transformación de la piel implica un tiempo de trabajo prolonwdo. Estos dos factores podrian aconsejar la elección de soportes largos, previendo que iba a ser necesario reavivarlos intensamente. Son bien conocidas las observaciones etnográficas que revelan el "consumo 11 de raspador que implica este tipo de trabajos (ver infra 3.4 "El reavivado de los raspadores"). Otra de las caracteristicas propias de los frentes de raspador es la curvatura de la zona activa. Esta caracteristica se ha relacionado generalmente con la adecuación del útil al trabajo de la piel, pues la creación de un frente cUNo evita la existencia de salientes agudos que dañen la piel cuando es raspada. En el estudio de los raspadores de Star Carr, J.Dumont (1983: 137-139; 1987: 67-70) observó que los raspadores que habían trabajado sobre una materia dura, como es el asta, presentaban un frente más recto que los que trabajaron piel,. en los que era más curvado. Para comprobar si esta circunstancia se cumple en los conjuntos que hemos estudiado, hemos medido la curvatura de cada uno de los raspadores. Ello se ha llevado a cabo dividiendo la anchura del frente entre su profundidad, de forma que cuanto más bajo es el índice obtenido mayor es la curvatura del frente. Al comparar este índice según la materia trabajada, observamos que los frentes que trabajaron piel tienden a presentar un frente más incurvado que los que actuaron sobre materias óseas o madera. Los raspadores usados en piel presentan un valor medio inferior a 3,5 mientras los usados en materias óseas y madera nos proporcionan uno superior a 4,5. Consideramos, en coincidencia con las apreciaciones de J.Dumont (1988: 139), que esto se debe a que los raspadores curvados están mejor adaptados para el raspado de materias blandas, ya que no dañan el material y su fonna permite ejercer la presión con efectividad, al acoplarse el filo a las deformaciones que se producen en esta materia flexible durante el trabajo. En este mismo sentido apunta la constatación de J.P.Ga11agher (1977) sobre el cuidado puesto por los artesanos etíopes Hadza en regularizar los filos de los raspadores usados en piel humedecida para que las denticulaciones no la rajen. La menor curvatura de los frentes que trabajaron materias duras se ha explicado como resultado de un proceso intenso de reavivado (Dumont, 1988: 139). Sin embargo, como veremos adelante, las huellas de reavivado indican que esta práctica fue más coniente en el trabajo de la piel, por lo que, al menos para nuestros conjuntos,. rechazarnos tal hipótesis. Es probable que simplemente el menor cuidado en mantener el frente curvo durante el trabajo de unas materias en las que este atributo del filo activo no es necesario tenga como 15 J.J. Ibáñez Estévcz y J.E. Gon...:álcz U rquijo consecuencia las variaciones en la curvatura del frente que hemos detectado. Por último, trataremos la relación entre el tipo de materia prima lítica con la que se confuccionaron los raspadores y las materias trabajadas con éstos. Esta variable no tiene sentido en Santa Catalina donde el utillaje está fabricado en el mismo tipo de sílex. En el yacimiento de Berniollo, sin embargo, el utillaje lítico está elaborado en tres clases de sílex: uno negro/gris -que llamamos tipo 1-, otro marrón -tipo 2-,_ y otro veteado -tipo 3- (González Urquijo e IbáñezEstévez, !991; González Urquijo, 1993). Los raspadores elaborados en los tipos 1 y 2 se fabricaron predominantemente sobre lascas (19 de los 29 examinados, 65%), mientras que son más abundantes los raspadores de sílex 3 sobre soportes laminares (7 sobre 11,_ 64%t Este último tipo de sílex es el de mejor calidad para la talla y, de hecho, a partir de los bloques de sílex 3 se produjeron los soportes laminares de mayor tamaño. La relación entre el tipo de sílex y la materia trabajada pone de manifiesto que los tres tipos se utilizaron sobre materias óseas, madera y piel. Es apreciable, sin embargo, que los raspadores en stlex 1 y2 trabajan sobre piel más habitualmente qne los de sílex 3 (59 frente a 30%). Los raspadores en esta clase de sílex muestran una fuerte proporción de trabajos sobre materias no detenninadas, lo que está causado por el débil desarrollo de las huellas después de la última fase de reavivado; esta cuestión la retomaremos más adelante. 3.2. LA UTILIZACIÓN DE ZONAS COMPLEMENTARIAS AL FRENTJ<; DE RASPADOR Hasta ahora hemos venido-analizando-lautilización-de los~frentes retocadoS-en-relación a los diferentes atributos que conforman las caracteristicas de las piezas. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que ésta no es la única parte de la pieza potencialmente usable. La posibilidad de actuar con otras zonas del raspador diferentes al frente ya fue considerada por A.Rosenfuld (1971) y F.Bordes (1973), al señalar que los raspadores se pudieron utilizar como herramientas para el trabajo completo de la piel, utilizando los filos laterales para cortar o raspar. llateral !laterales Zona trasera Otras wnas Berniollo 8 (21%) 18(47,3"/o) 19 (50%) 3 (7,8%) SC Azüien. 4 (23,5%) 4 (23,5%) 3él1,6%) o SCM dalen. 10 (19,6%) 23 (45,1%) 15 (29,4%) 3 (5,9%) Fíg. 3. Raspadores con huellas de uso en las diversas zonas activas En Berniollo y Santa Catalina más de la mitad de los raspadores presenta uso en los laterales, en uno de ellos o en los dos (fig. 3). La zona opuesta al frente de raspador -talón o fractura- también puede ser utilizada; de hecho lo ha sido en más de un tercio de las piezas. 3.2.1. Las actividades con las zonas complementarias. Las zonas opuestas al frente se utilizan exclusivamente para raspar, es decir, son áreas que sustituyen al frente cuando este se encuentra desgastado, realizando la misma función que 16 La utilización de los raspadores en el final del Paleolítico Superior. Los yacimientos de Bemiollo... la zona retocada. Sin embargo, entre las 111 actividades llevadas a cabo con los filos laterales se realizan otTas actividades complementarias al rasp_ado; algo menos de la mitad, el45%, de los laterales de estos filos de los raspadores que se emplearon tienen huellas de haber cortado. En realidad no se trata más que de una adecuación de la zona activa al trabajo, destinando a cada actividad la zona de la pieza más apropiada. AsL los laterales de los raspadores con un ángulo de filo menor a 70 grados se dedican tanto a movimientos longitudinales como transversales, mientras que los filos más espesos, cuando se usan, se emplean exclusivamente para raspar (fig. 4). <30° 30-50-0 - 50,70" 70-90" >90" Cortar 12 (24%) 24-(48%) 14(28%) o o Ras ar 2(>,3%) 21(34,4%) 21(34;4%) 13(21,4%) 4 (6,5%) Fig. 4. Actividades con los laterales de los raspadores según ángulo de filo Una asociación similar entre el ángulo de los laterales del raspador y la actividad a la que son destinados estos filos, se constató en el yacimiento magdaleniense de Andemach, ya que mientras el 94% de los filos que habían cortado presentaban ángulos entre 22 y 56 grados, los que se habían elegido para raspar,_ en un 80%,_ tenían ángulos entre 34 y 68 grados (Plisson, 1985). Es destacable que son precisamente los laterales de los raspadores elaborados en lánrina los que tienden a usarse para cortar en mayor grado -en el63% de los casos-, frente a los fabricados sobre lasca -sólo en un 22%-, lo que indudablemente debe ponerse en relación con el hecho de que las láminas presentan filos más agudos y regulares que las lascas. Podemos concluir de todo ello que no se debe considerar al frente retocado como la única zona activa del raspador. Es evidente que el artesano prehistórico aprovechaba otras zonas efectivas que aparecen en otros filos de la pieza. En caso de necesidad, destinaba a cada actividad la zona más adecuada. Así, para cortar son más apropiados los filos de ángulo agudo, rectos y largos; por ello se elegían para estas tareas los laterales de los raspadores, sobre todo si estaban confeccionados sobre lámina. Si el trabajo que se necesitaba era el de raspado, se buscaban filos más espesos, como suelen ser los de las fracturas o talones opuestos al frente, sin despreciar las zonas laterales, siempre que mostraran un ángulo de filo adecuado. Algo similar señala P.C.Vaughan que sucede en el yacimiento magdaleniense de Cassegros, donde las zonas proximal y distal y algunas laterales de los raspadores se utilizan para raspar, mientras que los laterales se usan preferentemente para cortar (Vaughan, _1985: 103). En el conjunto de raspadores del neolítico de cerámica de bandas belga, analizado por J.P.Caspar, alrededor del 70% de los filos laterales de los raspadores se usaron para raspar, mientras el300/o lo fue para cortar, (Caben et alii, 1986: 47), resuhados muy similares a los del yacimiento de Berniollo. Algunos de estos raspadores estaban fracturados, y se había usado esa zona para raspar piel seca. La constatación de este comportamiento práctico no implica que el trabajador prehistórico considerara igualmente válidas todas las zonas del raspador. Por supuesto, hay una jerarquización de zonas activas en favor de la parte retocada, como lo demuestra la mayor proporción de piezas en las que aparecen huellas en esa zona en comparación con las 17 J.J. Ibáñt.-z Estévcz y J.E. González Urquijo no modificadas. 3.2.2. Las materias trabajadas con las _zonas complementarias. El abanico de las materias trabajadas con las zonas complementarias es básicamente el mismo que veíamos para los frentes de raspador,_ es decir, __ piel en estado fre_sco o seco, madera, asta y hueso. Por conjuntos, las proporciones son también semejantes a las que hemos comentado para el frente del útil (fig. 5). Madera Hueso Asta Asta! Hueso Asta/Madera Piel Piel Fresca Carnicería lndetermin. Berniollo 9 (14%) o 3(5%) 6(9%) 1 (2%) 9 (14%) 1 (2%) () 20 (31%) se Azilien. 2 (13%) () e oo l (6%} 1{){&3%) oo SCMa dalen. 8 (9%) 6(7%) 19(23%) !(4%) o 6(7%) 10{12%) 2(2%) 7 (8%) Total 19 (J2%) 6(4%) 22 (13%) 9(6%) 1 (1%) 16.(8%) 21 (B%) 2(1%) 27 (I7%) Fig. 5. Materias trabajadas con las zonas complementarias al frente del raspador Queda por aclarar el tipo de relación que existe entre las actividades desarrolladas con los frentes y con el resto de las zonas activas del raspador. Las actividades practicadas con los filos laterales y las zonas traseras pueden haber sido complementarias de las que se llevaron a cabo con los frentes, es decir, dentro del mismo proceso de transformación de una materia o bien independientes a ellas, en otra actividad. En el yacimiento mesolítico de Ringk:loster se_ pudo establecer la relación entre el uso de los frentes y el resto de las zonas del raspador con más precisión. El 60% de los bordes laterales de los raspadores presentaban huellas de uso, en su mayoría de trabajo de madera y, a veces, de plantas. Estas proporciones de uso de los filos no coincidían con las de los frentes, en los que se localizó huellas de piel en el 59,5% de las piezas. Para comprobar si las actividades de los laterales se habían desarrollado antes o después de que los soportes se modificaran convirtiéndolos en raspadores~ se realizó una muestreo de las láminas brutas, constatando que sus patrones de uso coincidían con los de los filos laterales de los raspadores. La deducción fue que_ para la confección de raspadores se eligieron lámina& que habían sido utilizadas previamente aún sin retocar (Juel Jensen, 1982: 325). En la cueva de Paglicci, se trabajó profusamente con los laterales de los raspadores, en los que se pudieron detectar huellas de elaboración de pieles y de carnicería (Donahue, 1985: 38). Estas últimas huellas -las de carnicería- no se dan,_ como es lógico, en los frentes de raspador, por lo que es muy probable que este uso sea independiente -en el tiempo y en la función- del trabajo de raspado. Por el contrario, cabe la posibilidad de que las otras huellas de trabajo de piel realizadas con los laterales si sean contemporáneas y complementarias de las actividades que se llevan a cabo con el frente. Tanto en los raspadores de Berniollo como en los de Santa Catalina hay una coincidencia casi plena entre la naturaleza de la materia trabajada por el filo de la misma pieza y por los laterales y zonas opuestas al frente. Tan sólo en cinco de las herramientas se encontraron huellas de más de una materia trabajada Consideramos que si las actividades practicadas con las diferentes zonas activas de un 18 La utilización de los raspadores en el final del Paleolítico Superior. Los yacimientos de Berniollo... mismo raspador hubieran sido independientes entre sí, es decir, no encaminadas a completar un mismo trabajo, no se daría esta uniformidad de materia trabajada en las diferentes zonas activas de la misma pieza, apareciendo huellas de diferentes materias muy cercanas o, incluso, superpuestas. La presencia de lruellas de una sola materia en la mayoría de los raspadores nos lleva a pensar que el conjunto de zonas activas que se dan en un mismo raspador sirvió para el mismo trabajo, en un lapso de tiempo relativamente corto. En este sentido, los laterales y las zonas traseras del raspador actuarian como zonas de uso complementarias al frente. De esta conclusión habria que excluir a uno de los raspadores del nivel magdaleniense de Santa Catalina, que presenta huellas de carnicería en sus filos laterales. En este caso, o bien se eligió un soporte ya usado para elaborar el raspador o bien se emplearon los filos laterales para acciones que no estaban relacionadas con las que se desarrollaron con el frente. Por otra parte, el grado de utilización de las zonas complementarias varia. en función del tipo de materia trabajada. En la transformación de las más duras -asta, madera y hueso-, se emplean mucho las zonas laterales,_ casi tanto como el propio frente, mientras que con las materias blandas, piel fresca y seca, la jerarquización de las zonas activas queda más clara, utilizándose los laterales la mitad de las veces que se actúa con el frente. Para ello existen dos razones; en primer lugar, es evidente que la necesidad de un filo convexo para el raspado de la piel limita el uso de los laterales de delineación recta. En segundo lugar, en los procesos técnicos que se llevaron a cabo sobre asta, madera y hueso se requirió una mayor variedad de acciones con los útiles de piedra que en el trabajo de la pieL 3.3. LA INTENSIDAD DE USO DE WS RASPADORES La intensidad en el uso de los instrumentos líticos es reflejo del interés en prolongar o no el uso de la herramienta. La decisión depende de un amplio conjunto de elementos. Por una parte, del tipo y cantidad de material lítico del que se dispone durante la ocupación. Esto depende a su vez de las estrategias de aprovechamiento del utillaje disei'iadas por el grupo en relación con una serie de fuctores como la abundancia de materia prima en el entorno o la función prevista para el asentamiento. Por otra, de la duración y cantidad de trabajos q_ue se emprenden durante la ocupación, que se definen por el tiempo que ésta se prolongue y por el tipo de tareas que se lleven a cabo. En este último caso, como es natural,_ los trabaios de elaboración de productos más complejos requieren un uso más intensivo del utillaje. Estos fuctores determinan la intensidad de uso del conjunto del utillaje. Pero existen otros elementos que provocan una intensidad de uso diferente en algunos tipos de piezas. Así, los útiles que participan en las actividades q_ue se consideran centrales durante la ocupación serán us:ados con mayor intensidad; de la misma forma, puede esperarse que aque11as piezas en las que se haya invertido mayor esfuerzo en la obtención o producción -por ejemplo, soportes laminares, los útiles en material exótico, las piezas enmangadas- se aprovecharán más intensamente. La intensidad de uso del utillaje se detecta a partir de varios criterios. El primero y más directo es el grado de desgaste del útil, sobre todo el desarrollo del pulido, que se relaciona directamente con la intensidad y tiempo de. trabajo. El segundo es el número de zonas activas del útil, es decir, el número de filos o aristas efectivamente usados para acciones distintas en cada pieza. El tercer criterio son las evidencias de reavivado de los filos activos. Estos criterios deben manejarse con precaución y tenerse en cuenta como un conjunto~ en cierta medida, la práctica de reavivado elimina las pruebas de un uso intenso manifestadas por el 19 .J.J. Ibáñe..: Estévez y J.E. González Urquijo grado de desgaste del filo. Debido a esta particularidad, vamos a presentar por separado los resultados referidos a la intensidad de uso según estas dos categorias. 3.3.1. Intensidad de uso: desarrollo del pulido y número de zonas activas Como hemos expuesto en otro lugar (González Urquijo e Ibáñez Estévez,_l994), sólo se pueden establecer comparaciones del grado de desarrollo del pulido -primer criterio- entre zonas activas que hayan trabajado sobre una misma materia, ya que la velocidad de desarrollo del pulido depende en gran parte de la materia trabajada. El grado de desarrollo del pulido no ofrece diferencias sustanciales en cuanto a intensidad de uso general en los tres conjuntos. Entre Bemiollo y el nivel magdaleniense de Santa Catalina, que son los conjuntos que presentan suficiente número de efectivos para una comparación global, se aprecian intensidades similares tanto en los raspadores que trabajaron madera, como en los que lo hicieron sobre materias óseas o piel. Los dos conjuntos de Santa Catalina son comparables en el trabajo de la piel en estado fresco. Los raspadores que actuaron sobre esta materia procedentes del nivel aziliense reflejan una mayor intensidad que los útiles del nivel magdaleniense (88% frente a 70% de raspadores con desarrollo medio o alto del pulido)_. Este dato se debe poner en relación con la importancia que el trabajo de la piel fresca parece haber tenido en las ocupaciones de época aziliense en Santa Catalina. En lo que se refiere al número de zonas activas por piezas, destaca el conjunto de raspadores de Berniollo: la mitad de ellos fueron usados al menos por tres zonas diferentes. En este aspecto, los raspadores del nivel magdaleniense reflejan un comportamiento intennedio mientras destaca el bajo número de zonas activas fXJf pieza en el nivel. aziliense 1,8 de media. Este bajo número de zonas activas por pieza de los raspadores del nivel aziliense es debido probablemente al dominio del trabajo de piel fresca. Dado el objetivo que se pretende, durante el trabajo de la piel en estado fresco casi no se llevan a cabo otros gestos técnicos diferentes del raspado. A ello se añade que, con la piel en estas condiciones, la curvatura del filo activo es más necesaria para evitar dañar el material lo que limita el reci.JfSo a zonas activas que no sean el mismo frente de raspador. No hay grandes diferencias en cuanto a la intensidad de uso de los raspadores en los tres conjuntos excepto este comportamiento asociado al trabajo de la piel fresca en el nivel aziliense de Santa Catalina. Si son más evidentes las diferencias que se producen según el soporte seleccionado para fabricar el raspador, lasca o lámina. En principio, puede esperarse una mayor intensidad de uso de los raspadores fabricados_ sobre_ lámina,_ con mejpres capacidades funcionales -para el enmangarniento o el reavivado por ejemplo- y con un mayor coste de producción que lógicamente debe verse compensado por un mayor aprovechamiento. Berniollo se Aziliense SC Magdaleniense Lasca Lámina 2,9 2,4 2,3 2,5 1,7 2,5 Fig. 6. Número medio de zonas activdS según soporte La media de zonas activas por pieza parece indicar diferencias en el grado de aprovechamiento de los raspadores sobre lámina o sobre lasca en cada uno de los co~untos, 20 La utilización de los raspadores en el .final del Paleo!itico Superior. Los yacimientos de Bernio11o ... pero no siempre en el sentido esperado (Fig. 6). En Berniollo, los raspadores sobre lasca presentan mayor número de zonas activas por pieza_ contrariamente a lo que sucede en el nivel aziliense, donde los raspadores sobre lámina parecen aprovecharse con menor intensidad. En el nivel magdaleniense, la media de los dos tipos de raspadores es igual. Algo similar ocurre con la otra evidencia sobre la intensidad de uso. En Bemio11o, el grado de desarrollo de pulimento de los raspadores que trabajaron piel es mayor en los útiles sobre lasca (tabla 21). Por el contrario, en el nivel aziliense muestra una mayor intensidad de pulido e1 conjunto de piezas elaboradas en lámina. En el nivel magdaleniense no hay grandes diferencias en lo que se refiere al trabajo de la piel (tabla 21), pero si son marcadas en el trabajo de materias óseas. Sobre estas materias, el desarrollo del pulido de los raspadores fabricados en láminas es muy superior al que tienen los construidos sobre lasca (96% frente a 56% de piezas con intensidad media o alta del pulido). Vemos que el papel que juega el soporte del raspador vaúa en cada conjunto y también en relación con la materia trabajada por el útil. La explicación de este comportamiento solo es posible si recurrimos a otras infonnaciones sobre la función de los asentamientos y sobre las estrategias de aprovechamiento del utillaj_e diseñadas por sus ocupantes (cflbáñez y González,. en prensa). Vemos así como el utillaje construido sobre lámina se emplea con mayor intensidad precisamente en aquellas labores que son más importantes en cada tipo de asentamiento. En las ocupaciones de época aziliense en Santa Catalina, estas labores son la captación y primera transformación de los animales cazados;Ja limpieza de la piel fresca es una actividad estratégica en este contexto. En las ocupaciones de.época magdaleniense, sin embargo, son más importantes los trabajos de elaboración de utillaje, fimdamentalmente en materiales óseos. 3.3.2. Intensidad de uso: el reavivado de los raspadores La intensidad de uso está directamente relacionada con el reavivado, ya que la finalidad de esta acción es restaurar la efectividad del filo activo,. que se pierde durante la fiicción con la materia trabajada. El reavivado se practica mediante el retoque de las zonas del filo desgastadas, siendo un recurso común cuando se utilizan herramientas de piedra. Esta actividad está documentada en los más variados contextos etnográficos. Los datos que aporta J.P.Gallagher (1977) describiendo el proceso de raspado de pieles por trabajadores tradicionales en Etiopía, referidos a útiles de obsidiana, ponen de manifiesto la importancia del reavivado. Se necesitaba retocar los raspadores cada cien raspadas sobre la piel, perdiendo el útil hasta 1 cm. de longitud por cada hora de trabajo. R.Casamiquela (1978: 218) hace constar el continuo reavivado de los raspadores en vidrio que practican los actuales Tehuelche de Patagonia (Yacobaccio, 1988: 55). De fonna similar, los esquimales reavivan constantemente el frente de raspador durante el trabajo (Masson, 1889: 583; Brink, 1978: 43); los Ingalik Alhapaskan reavivan un raspador enmangado al menos cinco veces durante la preparación de una sola piel de caribú (Osgood, 1940: 80). Los resultados arqueológicos indican cierta variabilidad en cuanto a la intensidad de reavivado de los raspadores. En Cassegros, los raspadores son las piezas con más signos de reutilización y reavivado. Sin embargo, en la Habitación I de Pincevent, los raspadores apenas fueron reavivados, ya que su longitud media (9,1 cm.) es muy similar al que manifiestan las láminas no retocadas (Plisson, 1987: 80). Se pueden tener en cuenta diferentes criterios para evaluar la presencia y la intensidad de los reavivados. E.H Moss (1983: 41) considera indicios de la práctica de reavivado el 21 J.J. Ibáñez Estévez y J.E. Gonzálcz Urquijo hecho de que las zonas retocadas presenten desconchados reflejados, que el pulimento se encuentre "cortado", es decir que telllline abruptamente, o, incluso, la ausencia total o casi total de pulimento en el frente retocado, lo que sugerirla un uso poco prolong~o después del último reavivado. Esta última consideración parece razonable. De hecho, en Berniollo y Santa Catalina, el tamaño de los raspadores sin huellas de uso en el :frente ofrecería un buen indicio. Este conjunto de raspadores presenta una longitud media (24~8 mm.) inferior a la de los raspadores usados (33,7 mm.), lo que probablemente se deba a un acortamiento del útil debido al reavivado. También ER Moss afirma que los raspadores con indicios de haber sido reavivados, en el nivel 2 de Pont d1Ambon, son de menor tamaño que la generalidad de todos ellos (Celerier y Moss, 1983: lOl). Sin embargo, no vamos a depositar demasiado confianza en estos criterios ante la posibilidad de confundir raspadores no usados, o empleados durante escaso tiempo, con útiles reavivados. Por tanto, sólo consideraremos como indicios fiables de reavivado algwms de las características de distribución del embotamiento y del pulido a lo largo del filo activo, que no pueden estar causados más que a esta acción. Nos referimos, en primer lugar, al hecho de que el embotamiento y el pulido sufran variaciones abruptas en su intensidad. Se puede inferir de ello que la zona activa fue reavivada parciaJmente, permaneciendo zonas con el desgaste original. M.E. Mansur-Franchomrne (1983: 39&) ya indica, en su estudio sobre el utillaj~ de Los Toldos, que el reavivado no se practicaba en todo el filo de la pieza, sino sólo en su parte más embotada. También, en algunos casos, el pulido aparece más desarrollado en los desconchados que, conformando el frente de raspador, se encuentran más alejados del filo. Interpretamos esta circunstancia como producto de un reavivado poco intenso del filo, que eliminó ia superficie original de los desconchados más cercanos al filo activo, sin llegar a extirpar las zonas distales de los esquirlamientos originales. Sin embargo, es preciso señalar q9e, en muchos casos, especiahnente si se dio una reutilización intensa después del último reavivado, los indicios que pudieran haber señalado el recurso al reavivado han quedado totalmente borrados: En cuanto a la relación entre el reavivado y las materias trabajadas, destaca la mayor incidencia del reavivado en los raspadores que trabaiaron piel seca (fig. 6). Materias duras Piel seca Reavivado 6)4% 13,36% Sin reavivar 36?84% 23.~64% Fig. 6. Indicios de reavivado según la materia trabajada por el mspador2 • Probablemente este hecho se deba a la alta capacidad de abrasión del filo activo de esta materia. En nuestros experimentos sobre funcionalidad pudimos comprobar la capacidad de abrasión de la piel seca, siendo uno de los indicios de identificación de las lruellas generadas por esta materia e1 embotamiento del filo. Además como hemos podido comprobar anteriormente, los ejemplos etnográficos que hacen referencia a la importancia del reavivado del utillaje, se refieren principalmente al trabajo de piel seca. Por otra parte, se observan diferencias en la intensidad con que se reavivaron los raspadores de Bemiollo dependiendo de la materia prima lítica en que se elaboraron. El índice 2 22 Las malerias duras son madera, asta y hueso. La utilización de los ra.\padores en el final del Paleolítico Superior. Los yacimientos de lJerniollo ... menor corresponde a los raspadores de sHex 1, mientras destacan claramente los de sílex 3 (fig. 7). Las diferencias en el grado de reavivado entre los tres tipos de sílex no se deben a la naturaleza de las materias que se transforman con cada tipo, ya que no hemos encontrado asociación entre tipo de sílex y materia trabajada,. sino a un comportamiento técnico diferente con cada tipo de materia prima lítica. Sílex 1 Sílex 2 Silex3 Reavivado L,lO% 4;19% 3;30"/o Sin reavivar 9,90% 17181% 7,70% Fig. 7. Presencia de reavivado en los raspadores de Berniollo según el tipo de sílex. No sorprende que las piezas de sílex 2 muestren lUl reavivado más intenso que las de sílex 1, ya que el grado de aprovechamiento de aquellos raspadores es mayor, como demuestran el número de zonas activas por pieza y el desarrollo de los pulidos. Si llama la atención, sin embargo, que los útiles de sílex 3, que fueron usados con menor intensidad que los de sílex 2, se reavivaran con más asiduidad. Las caracteristicas de empleo del utill<Ye dependiendo del tipo de materia prima lítica han sido abordados en otros trabajos (González Urquijo e Ibáñez Estévez, 1993; González Urquijo, 1993; Ibáñez Estévez, 1993). Baste decir aquí que la intensidad de uso no es el único factor que va a condicionar el grado de reavivado de los útiles, sino que también influyen aspectos referentes a la estrategias de aprovechamiento del utillaje, ligadas al almacenamiento o planificación para usos diferidos. 3.5. EL ENMANGAMIENTO DE LOS RASPADORES La ventaja principal que se obtiene del enrnangamiento de los raspadores reside en el aumento de la efectividad del útil, que puede ser asido con mayor comodidad y que permite ejercer mayor presión sobre la materia trabajada. Este comportamiento técnico se ha documentado en abundantes contextos etnográficos (Gallagher, 1977; Keeley, 1982; Mansur, 1983). Diversos autores han señalado la existencia de huellas de enmangue en distintos conjuntos arqueológicos, específicamente pam el caso de los raspadores. Estas huellas consistirian en la alteración de la superficie del sílex producto del frotamiento entre el mango y el útil insertado durante el tiempo de utilización. N. Symens (1986: 219} encontró en su estudio sobre Verberie diversos raspadores con huellas de enmangue, deduciendo que los mangos en que insertaron las piezas habían sido manufacturados con asta/hueso o piel, o con ambos materiales a la vez. En Wojnovo, M. Winiarska-Kabacinska dedujo que de los 63 raspadores analizados 14 habían sido usados con un mango. D. Cahen y J.P. Caspar (1987: 193) localizaron huellas de enmangue en 19 de los 48 raspadores pertenecientes al neolítico rubané, destacado además, que se enmangaron los raspadores más pequeños. En el yacimiento del Castell, correspondiente al Paleolitico Superior Inicial, A Vila (!987: 121) encontró huellas de enmangue en 5 de los 18 raspadores que analizó. Por nuestra parte, como ya hemos señalado en otros lugares (González Urquijo e Ibáñez Estévez, 1994), hemos encontrado serias dificultades a la hora de de:finir las huellas microscópicas de enmangue. En su defecto, hemos intentado detectar el enmangue de los raspadores a través de otros criterios, como son: 23 J.J. Iháñcz Estévez y J.E. Gonzálcz Urquijo (1) la ausencia de huellas de uso tanto en los laterales como, sobre todo, en la zona opuesta al frente, que han debido quedar cubiertas y por ello inutilizadas como zonas activas por el dispositivo de enmangue. (2) el hecho de que un raspador se fabrique sobre un soporte laminar, con lo que implica de estandarización de la fonna del útil. Este hecho facilita la reposición de la pieza gastada por el trabajo y la reutilización del mango que, como es bien sabido, constituye el elemento más costoso del instrumento. (3) la fracturación del soporte, relacionada con el enmangamiento de dos formas. En primer lugar, la fractura puede ser una manera de con:fonnar el útil previamente al enmangue. En segundo lugar, las pie-.las enmangadas están expuestas a mayores riesgos de fractura a la altura del enmangue durante el uso o durante el reavivado del filo. (4) el tamaño final del raspador abandonado. Los raspadores enmangados que sean desechados por agotamiento tendrán un tamaño repetido que estará determinado por la parte de la pieza inserta en el mango. Estos criterios son relativos, en el sentido de que sólo nos indican si en un grupo hay una mayor tendencia que en otro a que los raspadores se enmanguen. Evidentemente, estos criterios sólo son aplicables a grupos de raspadores, se tratarla de reconocer pautas repetidas relacionadas con el enmangue en raspadores definidos por alguna caracterist:ica común. Bstos grupos pueden establecerse de acuerdo con categorias nmy variadas que tengan en cuenta factores tales como la materia trabajada, el tipo de sílex o la localización espaciaL En nuestro caso, ni la agrupación de raspadores por yacimiento/nivel, ni por las materias que trabajaron ha ofrecido una confluencia significativa de estos criterios, por lo que no podemos afinnar que ninguno de estos factores explica una preferencia particular por el emnangue. Tal constatación sólo se ha dado en dos cot~untos de raspadores: 1) _en piezas con huellas tan poco desarrolladas que no ha sido posible identificar la materia trabajada; 2) en el yacimiento de Bemiollo; y 3) en piezas elaboradas en sílex 3, una materia de mejor calidad, por el mayor tamaño de los nódulos. Para comprobar tales extremos exponemos en primer lugar las proporciones en las que cada uno de los criterios elegidos se manifiesta en el conjunto de raspadores examinados, salvo en los que no se pudo identificar la materia trabajada y los elaborados en sílex 3 (:fig. 8, columna de la izquierda). Fractura Soporte laminar Laterales sin uso Z. trasera sin uso Sílex-3 7 (63,6%) 7 (63,6%) 5 (44,5%) 8 (79,3%) Mat. desc-ono. 16 (69,5%) 13 (56,5%) 13 (56,5%) 17 (72,7%) Resto 31 (43%) 36 (50%) 28 (28.9%) 45 (62,5%) Fig. 8. Indicios de enmangamiento en (1) los raspadores de sílex 3, (2) los que no se ha podido identificar la materia trabajada con el frente y (3) el resto de los raspadores. Si comparamos los datos anteriores con los que resultan del análisis de los raspadores sin materia identificada y los elaborados en sílex 3, observamos que en estos dos subconjuntos los índices de fracturación de las piezas y de soportes laminares son mayores que en el resto de los raspadores. Complementariamente, los laterales del raspador y las zonas traseras aparecen sin usar en mayor proporción de piezas. En el caso de los raspadores en sílex 3, podemos igualmente comprobar el grado de 24 La uülización de los raspadores en el .final del Paleolitico Superior. Los yacimientos de Berniol!o ... estandarización del grupo con respecto al resto de los raspadores de Bemiollo. Ello nos permite constatar que los raspadores elaborados en sílex 3 presentan unos tamaños muy homogéneos (gráfica 1) en comparación con el resto de los raspadores (gráfica 2), aspecto que también se puede relacionar con el probable enrnangarniento preferencial de este tipo de ptezas. Según estos datos, los grupos de raspadores con huellas que no permiten una definición de la materia y los raspadores de sílex 3 de Berniollo fueron usados enmangados en mayor proporción que el conjunto general de raspadores. En un momento anterior apuntamos la posibilidad de que los raspadores en que no había sido posible identificar la materia trabajada por el escaso desarrollo de las huellas fueran resultado de un uso poco prolongado después de una fase de reavivado. Ello se fundamentaba en el menor tamaño de estas piezas frente al conjunto de raspadores. Si esto fuera así, la relación entre enmangamiento y huellas no identificables estaria en realidad marcando la asociación entre el enmangamiento de las piezas y su mayor tendencia al reavivado. Con ello se pretenderla explotar al máximo la capacidad funcional de un útil en cuya elaboración se habria invertido no sólo el esfuerzo de crear el propio instrumento lítico, sino también de insertarlo y asegurarlo en el mango (Plisson, 1987: 76; Keeley, 1982). También es posible que este tipo de utillaje se reavivara más asiduamente al final del trabajo con el objeto de mantenerlo en disposición de ser usado en una actividad posterior. Esta circunstancia que venimos comentando ya ha sido detectada para época musteriense. Como señala P.C.Anderson-Gerfa.ud (1981: 72), los útiles con huellas de haber estado enmangados muestran ángulos de filo activo superiores a la media. Este aumento de ángulo del filo estaría causado por un intenso reavivado de estas piezas. 4. CONCLUSIONES El análisis funcional realizado sobre el conjunto de raspadores de Santa Catalina y Bemiollo ha pennitido constatar la asociación de estos útiles y las actividades de raspado. Esta es la acción para la que parece diseñado el frente curvo que caracteriza a este 1nstmrnento ya que ésta es la actividad en la que ha participado en todos los casos en los que se usó. Para raspar, asimismo, se han empleado otras zonas del útil pero también se han reconocido algunas actividades de corte desanolladas con los filos laterales, sobre todo cuando el raspador estaba construido sobre LUla lámina -por sus filos agudos y regulares- o cuando estaba siendo empleado sobre materias duras (materias óseas o madera). Todas estas actividades parecen complementarias de la de raspado que desarrolla el frente, dada la identidad de la materia trabajada. En efecto, las otras zonas activas del útil suelen mostrar huellas de trabajo sobre la misma materia q.ue ha transformado el frente. Otra asociación que se ha podido detectar es la que se establece entre raspadores y trabajo de las pieles, tal como sugeria la comparación con útiles similares en contextos etnográficos. En este aspecto, el presente estudio sólo con:finna las hipótesis más extendida entre los prehistoriadores. La asociación raspador/piel supone W1 aspecto más de la relación funnal:función que preside el conjunto de criterios que detenninan el diseño de tm utensilio. El ángulo del :filo de los raspadores, de alrededor de 60 grados, es lo suficientemente agudo como para levantar fragmentos de materia de la piel, a la vez que muestra la suficiente robustez como para soportar eficazmente el desgaste por frotamiento contra una materia abrasiva. La del1neación curva del frente se adapta adecuadamente al raspado de un material flexible, a la vez que evita el riesgo de que el útil de piedra dañe la piel. ·Los ejemplos etnográficos y la propia experiencia muestran la rapidez con que este trabajo embota el filo 25 J.J. lbáñez Estévcz y J. E. González Urquijo del raspador, lo que hace necesario rccunir al reavivado. La localización del frente del raspador en el extremo de un soporte, sea lasca o lámina, facilita la realización del reavivado, a la vez que hace posible que este pueda repetirse de fonna sucesiva. Hemos observado que los raspadores han sido empleados en el tratamiento de la piel en, al menos, dos fases bien diferenciadas. Una cantidad variable en cada conjunto participó en la limpieza de la piel cuando estaba aún fresca poco después de haber sido abatido el animal, para eliminar los restos de grasa y carne putrescibles que quedan adheridos después del desollado. Este es un trabajo que debe realizarse, según las evidencias etnográficas, en un lapso de tiempo no mayor a dos o tres días tras la muerte del animal que proporciona la piel; más tarde, el trabajo es mucho más complicado. En una segunda fase, con la piel ya seca o semiseca, los útiles han participado en algunos de los trabajos de ablandado, adelgazamiento, depilado y acabado de la piel, lo que requiere raspados sucesivos, entre otras labores. Los trab~os sobre piel fresca, es decir, la fase más cercana a la captura de la presa, son dominantes en el nivel aziliense de Santa Catalina; en el nivel magdaleniense están más o menos equilibrados, mientras en Berniollo son mucho más abundantes los raspadores empleados en las fuses de elaboración o mantenimiento con la piel ya seca. Sin embargo, además de esta clara tendencia a la relación con el tratamiento de la piel, el estudio realizado nos ha permitido reconocer cierta variabilidad en cuanto a las materias trabajadas. Con los raspadores se transfonnan otras materias, como el asta, el hueso o la madera. Hemos podido comprobar que la proporción en que cada una de las materias es trabajada con estas piezas varia de un contexto arqueológico a otro. Así, en el nivel magdaleniense de Santa Catalina, casi la cuarta parte de los raspadores han sido usados en la elaboración de utillaje en materias óseas, sobre todo en asta. Esta es una de las actividades mejor reflejadas también en el resto de los instrumentos líticos magdalenienses de este yacimiento (cf Ibáñez Estévez et alii, 1993). Tanto en el nivel aziliense como entre el material de Bemiollo, el procesado de materias óseas está mucho menos representado. El trabajo de madera con raspadores, siendo aún marginal, refleja un progresivo aumento a lo largo del tiempo, en una tendencia que se aprecia también en la mayor parte de los estudios funcionales de yacimientos europeos. Mientras sólo el 5% de los raspadores del rllvel magdaleniense trabajan la madera, la proporción aumenta al 8% en el rllvel aziliense y al 13% en el epipaleolítico de Berniollo. En este último yacimiento, la transformación de la madera parece haber sido una de las principales actividades desarrolladas con el utillaje de piedra (cf González Urquijo e Ibáñez Estévez,.1993). De la misma forma que se observaba en el nivel magdaleniense en cuanto al trabajo de materias óseas, parece claro que la función de los raspadores está también influida aquí por el tipo general de actividades que se llevan a cabo en el asentamiento. Desde luego, hemos apreciado que el raspador no es un útil diseñado para atender una sóla función. La variabilidad de usos se observa tanto en el seno de cada grupo como cuando comparamos el empleo dado a estos instrumentos en las dllerentes épocas en que se fabricó. En este sentido, es remarcable el mayor abanico funcional que parecen cublir los raspadores durante el epipapleolftico y el neolítico frente a la mayor especialización en el trabajo de piel que se registra en el final del paleolítico. Hemos podido comprobar que las variantes técnicas y formales que presenta el raspador -como la materia prima y el soporte en el que se fabrica, el tamaño, el ángulo del .filo o la delineación del frente- dependen de la interacción de varios factores, muchas veces ligados al contexto de la producción. En algunos casos se aprecia una clara relación entre la materia trabajada y el tamaño o la delineación del frente de los raspadores; la piel seca se trabaja con raspadores de mayor tamaño, la piel en general requiere frentes retocados con 26 La utilización de los ra,\padores en el final del Paleolíüco Superior. Los yacimientos de Bemiollo... mayor curvatura que los que son empleados para las materias duras. Otro factor de diversidad en cuanto al uso de los raspadores se refiere al grado de intensidad con estos fueron aprovechados, que puede variar tanto de un contexto arqueológico a otro o en relación al tipo de sílex en el que se elaboró la pieza, como sucede en el caso de Bemiollo. Asociado a la intensidad de uso, aunque no en relación directa de dependencia, encontramos el grado de reavivado de los útiles, que muestra una clara diversidad en relación a la materia trabajada con el raspador. Es sensiblemente mayor en los trabajos de piel seca y la causa se debe buscar con toda seguridad en las caractelisticas de esta fase del proceso técnico de la pieL en la que se transforman grandes cantidades de una materia que es además muy abrasiva S1n embargo, no se pueden olvidar fuctores tales como el soporte en el que se elaboró la pieza -más reavivado en los raspadores sobre lámina- y el tipo de sílex elegido -más reavivado en los sílex de mayor calidad y coste de producción. Hemos manejado diversos criterios directos e indirectos para reconocer el enmangamiento de los raspadores, en ausencia de cualquier resto de los mangos originales. Sin dejar de señalar las dificultades encontradas, p.arece claro que se puede establecer alguna categoría de raspadores que se enmangaron comparativamente más a menudo que el resto, a la vez que se pueden deducir algunos comportamientos relacionados con el enmangue de los útiles. En este sentido, hemos establecido que los raspadores que fueron enmangados se reavivaron con mayor frecuencia, sin duda para aprovechar con mayor intensidad de uso el tiempo de trabajo invertido en la preparación del enmangue. Por otra parte, numerosos indicios revelan el enmangamiento preferencial de los raspadores elaborados en sílex 3, el que ha servido para producir los mejores soportes laminares en el yacimiento de Bemiollo. Se ha podido comprobar que los factores que detenninan el uso de una pieza, entendiendo con ello no sólo el tipo de materia de contacto y movimiento ejercido, sino también la intensidad de uso, el grado de reavivado y el enmangamiento de la pieza, tbrman un sistema complejo e interrelacionado (González Urquijo, 1993) que sólo puede entenderse plenamente en el seno del contexto técnico y económico general en el que se produce. El análisis funcional del uti1laje abre una puerta al conocimiento de este sistema de decisiones, que caracteriza una buena parte de las estrategias económicas de los grupos prelllstóricos. 27 J.J. Ibáñez Estévez y J.E. González Urquijo Fig. 9. Huellas producidas por ei111~JOO' de magdaleninese de la cueva 28 La utilización de los raspadores en el final del Paleolltico Superior. Los yacimienl.os de Bernio!lo ... BffiLIOGRAFÍA ANDERSON-GERFAUD, P.C. 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