Estar contento con lo que marca la báscula resulta cada vez más

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 Estar contento con lo que marca la báscula resulta cada vez más insólito en un
mundo en el que el número de obesos y pacientes con trastornos alimentarios crece
alarmantemente. El Pronaf (Programa de Nutrición y Actividad Física) publicaba a
finales de 2011 un informe sobre este tema en España. El 39% de los adultos tiene
sobrepeso y el 14,5% padece obesidad. ¿Lo más sorprendente? El 80% de las
mujeres de 40 años prefiere estar delgada a estar sana. Durante la última semana
de la moda en Nueva York, la modelo Kira Dikhtyar escandalizó al mundo al contar
a Fox News los trucos que algunas de sus colegas utilizan para reducir kilos: fumar
como carreteras, lavativas diarias, laxantes, píldoras, inyecciones y hasta ingerir
bolas de algodón para llenar el estómago y aplacar el hambre.
A la espera de que los científicos descubran la píldora definitiva para adelgazar, la
Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) acaba
de dar el visto bueno a dos medicamentos: Belviq y Qsymia. Ninguno ha
sido aprobado por el Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología
de la Obesidad y la Nutrición de España. «Estos preparados son solo una opción en
pacientes obesos o con dolencias relacionadas con el exceso de peso, siempre que
estén supervisados por un médico. Belviq es un compuesto activo de lorcaserin, un
inhibidor de los receptores de la serotonina que bloquea las señales de apetito en el
cerebro, pero puede causar cefaleas, mareos, náuseas y hasta depresión. Osymia
combina la fentermina, que disminuye las ganas de comer, y el topiramato, que
provoca sensación de saciedad. Entre sus efectos secundarios: daños cardíacos,
epilepsia y malformaciones congénitas en el feto», asegura el doctor Antonio Díaz,
del equipo médico de Nutrición y Metabolismo de The Beauty Concept, en Madrid.
En Europa solo se comercializa una píldora de este tipo llamada Orlistat (Xenical),
que actúa bloqueando la reabsorción de grasas. «Su uso moderado después de
comidas copiosas puede ser una opción ocasional, pero nunca como tratamiento
continuado», dice Antonio Díaz. La razón por la que hace 13 años que la FDA no
daba luz verde a ninguno de estos fármacos es porque han presentado siempre
muchos problemas en ensayos y graves efectos secundarios.
Las hormonas tiroideas, ya sean en inyecciones o en preparados, son otra de las
balas en la ruleta rusa de adelgazar a cualquier precio. El doctor Sergio Donnay, de
la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, apunta: «Con ellas no solo se
pierde grasa, sino también masa muscular y ósea. Además, pueden producir
hipertiroidismo, arritmias cardíacas y afectar al sistema neurovegetativo y
nervioso». Y continúa: «Lo malo es que todavía hay centros para adelgazar que
fabrican sus propias pastillas con estas sustancias».
Las inyecciones de Gonadotropina Coriónica Humana (HCG, por sus siglas en
inglés) son consideradas por los expertos un fraude, ya que van acompañadas de
una dieta hipocalórica, que es la que hace perder peso. Según la doctora Carmen
Lorente, de The Beauty Concept, «la HCG es una hormona que se segrega durante
el embarazo, pero también la producen en pequeñas cantidades hombres y mujeres.
Sus efectos secundarios: abortos, cáncer de próstata o de mama, superproducción
de andrógenos o cierre de la hipófisis en adolescentes».
Algo más inofensivas, pero no del todo saludables, son muchas de las dietas que
aparecen cada día. La última, OMG (Oh My God!), ideada por el entrenador
personal Paul Khanna, se salta todos los preceptos repetidos por los nutricionistas e
invita a suprimir el desayuno, tomar duchas frías y despedirse de la fruta para
siempre. El premio: perder nueve kilos en 40 días. Las dietas que prohíben los
hidratos de carbono, como la Atkins, la Martignac y la Dukan, son, a juicio de
Antonio Díaz, «desaconsejables porque producen estreñimiento, mal aliento,
náuseas, debilidad y dolor de cabeza. Además, al tomar más proteínas pueden
producir un aumento del colesterol o problemas cardíacos».
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