mujeres resucitadas

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MUJERES RESUCITADAS
(Apuntes)
María Dolores López Guzmán
Universidad Pontificia Comillas
I.
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EN LA ESCUELA DE LA HISTORIA: MUJERES A CONTRACORRIENTE
Nuestro ser mujer no se comprende sin la historia, sin nuestra historia. Somos
herederas de una tradición eclesial (no independiente ni aislada de otras) pero
que nos constituye, y de la que formamos parte.
Dicha historia contiene elementos comunes que la atraviesan y se repiten, y
que serán determinantes en la experiencia de la resurrección: aciertos y
errores, determinación y marginación, corporalidad y espiritualidad, sentido y
sensibilidad (como decía Jane Austen), etc.
La capacidad de las mujeres de reconocer al Resucitado no es independiente de
una historia vinculada a la marginación y la necesidad de liberación. Una
experiencia clave que posibilita la recepción. Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados (Mt 5,6).
Algunas historias de pobreza y necesidad:
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Las estériles, “las humilladas por el mundo pero ensalzadas por Dios”.
o Sara, “la anciana alegre”
+ Estéril pero hermosa (el Faraón se encaprichó de ella)
+ Despreciada por su esclava (Gn 16,4)
+ Su esterilidad va contra la promesa de Dios: te heredará uno que salga
de tus entrañas (Gn 15,4). Su risa incrédula se transforma en alegría:
Dios me ha dado de qué reír: todo el que lo oiga se reirá conmigo (Gn
21,6). Sara es también “la alegre”.
o Rebeca, “la que se inclina por el pequeño”
+ Estéril que tuvo mellizos (Esaú y Jacob)
+ Era hermosa (Gn 26,7)
+ Posibilita la realización de la promesa al ayudar a Jacob. Ha
interpretado mejor que Isaac los designios de Dios que ha mirado al
pequeño de sus hijos. ¿Cómo no entender que el Señor se acerque a la
mujer?
o Raquel, “la amada”
+ Jacob se enamoró perdidamente de ella (Gn 29,20) pero tuvo que ver
cómo tenía hijos con otras
+ Era hermosa
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+ Su mayor deseo se convirtió en su gloria y en su cruz: murió al dar a
luz a Benjamín (Ben Oní = hijo del dolor; Benjamín = hijo de buen
augurio)
o La mujer de Manóaj, “la madre del consagrado”
+ Mujer de fe: no sabe bien quién se le ha aparecido, pero acepta su
palabra (Jc 13,6)
+ La consagración del hijo en el vientre (Sansón) supone la consagración
de la madre. La vida de una madre está vinculada a la de los hijos.
+ Es una buena noticia que cuenta deprisa: la mujer corrió enseguida a
informar a su marido (Jc 13,10). Y muestra su total confianza en Dios: si
ha querido mostrarse a ellos es porque ha querido y es misericordioso.
o Ana, “la agradecida”
+ Su esterilidad es fuente de sufrimiento: humillación (1Sm 1,6) y
amargura (1Sm 1,7.10.16)
+ Cuando se pone en manos de Dios su rostro se transforma (1Sm 1,18)
+ Ofrenda del hijo: lo que se le concede lo devuelve como ofrenda y su
oración se convierte en cántico (1Sm 2,6-7)
o Isabel, “la pariente de María”
+ Estéril y anciana
+ Zacarías y ella eran justos ante Dios (Lc 1,6)
+ No se queda en su alegría sino que se alegra por María: saltó de gozo
el niño en mi seno (Lc 1, 41.44)
Las estériles son las que no dan fruto, las que no producen nada por sí mismas… por eso
pueden esperarlo todo de Dios.
Donde el mundo ve un campo yermo, ellas recibieron vida. Por eso podían comprender que
Dios, de la muerte puede hacer brotar la vida.
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Las esclavas, “las que no cuentan para el mundo pero cuentan para Dios”
o Agar, la egipcia, “la esclava de la matriarca”
+ Hace lo que la mandan
+ Se enorgullece y apropia de la bendición que recibe (Gn 16,5)
+Promesa sobre Agar: Dios multiplicará su descendencia a través de
Ismael (= Escucha a Dios).
o Bilhá y Zilpá, “las que bendicen a otros”
+ Dan a luz hijos de Jacob. Bilhá es esclava de Raquel; Zilpá de Lía.
+ No tienen voz, pero sus hijos son bendición para otros. En sus hijos se
complacen.
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Las esclavas son las que no tienen libertad, las que están bajo el dominio de otras, las
que no tienen voz ni voto. Pero Dios las bendice igualmente. Aquello de lo que el mundo
las priva, se lo concede Dios. Dios ofrece una salida donde humanamente no hay
posibilidad.
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Las profetisas, “las de palabras rectas”
o María, “la que cantó a Dios”
+ Hermana de Aarón y Moisés (el sacerdote y el profeta)
+ Ella es la que sabe celebrar las hazañas de Dios, la que mejor entiende
lo que es la adoración y la gratuidad. El ser humano no puede
corresponder a Dios más que con el canto, el reconocimiento, y el
agradecimiento (Ex 15,20)
o Débora, “la que impartía justicia”
+ La buscaban por su buen juicio (Jc 4,5).
+ Los hombres se fiaban más de ella que de Dios; y ella les recuerda que
es el Señor Yahveh quien va delante de ellos.
o Juldá, “la que sabe leer”
+ Sabe leer los textos de la Ley (Dt) no al pie de la letra sino en espíritu y
verdad. Por eso aunque se anuncia destrucción reconoce que, si hay
arrepentimiento, hay perdón (2Re 22,11-23,3).
+ El piadoso rey Josías al escucharla iniciará la reforma.
+ Palabra autorizada.
o La mujer de Isaías, “la colaboradora del profeta”
+ Apenas se la nombra una vez, pero se la llama profetisa. Gracias a ella
Isaías puede mostrar lo que Dios quiere (Is 8,1-4)
o Ana, “la que reconoce a Dios”
+ Anciana y viuda
+ Dos rasgos centrales: alabanza, y anuncio (alababa a Dios y hablaba
del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén, Lc 2,36-38)
Las profetisas son mujeres de buen juicio; son las que saben reconocer la presencia de
Dios y leer sus designios, su voluntad, a pesar de no poseer muchos medios, y de luchar
contracorriente sabiendo que su palabra, por principio, tiene menos valor en el entorno
en que se mueven. Pero creen en Dios más que en los hombres…
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Las reinas, “admiradas por el mundo, pero llamadas a una misión”
o La reina de Saba, “la que prueba la sabiduría”
+ No se deja arrastrar por los rumores ni la fama; por eso visita a
Salomón para comprobar si su sabiduría es cierta: no daba crédito a lo
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que se decía hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos (1Re
10,6).
+ No alaba tanto a Salomón cuanto a Yahveh: Bendito Yahveh tu Dios
que se ha complacido en ti y te ha colocado en el trono de Israel para
para administrar derecho y justicia (1Re 10,9)
o Ester, “la que pone la corona al servicio del pueblo”
+ Su objetivo no es el poder sino la salvación de su pueblo: ¡quién sabe
si precisamente para una ocasión semejante has llegado a ser reina! (Est
4,14)
+ Busca la salvación del pueblo sin manipular al rey a quien considera un
hombre honesto que se conmueve de su angustia: ¿Qué ocurre Esther?
(Est 5,1f)
Una reina tiene, por principio, poder. No es fácil manejarse con el poder. La tentación de
la apropiación es grande. Tampoco es sencillo recibir las miradas y los juicios de los otros.
La reina de Saba y Ester entendieron que el único sentido del poder es el servicio. Desde
esta perspectiva, ¿cómo extrañarse después de que, quien vendría para establecer su
Reino acabara entregando la vida?
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Las extranjeras, “lejanas para el mundo, cercanas a Dios”
o Rut, “la que acompaña”
+ No abandona a su suerte a Noemí, su suegra, que se ha quedado viuda
y sola. Rut podía haber regresado con los suyos, donde no sería extraña
en tierra extranjera, pero decidió permanecer junto a Noemí. Y
caminaron, pues, las dos juntas hasta Belén (Rt 1,19)
+ Las obras están por encima de la ley, como así lo reconoce Booz: Me
han contado al detalle todo lo que hiciste con tu suegra después de la
muerte de tu marido, y cómo has dejado a tu padre y a tu madre y la
tierra en que naciste, y has venido a un pueblo que no conocías ni ayer
ni anteayer. Que Yahveh te recompense tu obra y que tu recompensa sea
colmada de parte de Yahveh, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido
a refugiarte (Rt 2,11)
+ Rut aparecerá en la genealogía de Jesús que presenta Mateo al
comienzo de su Evangelio (Mt 1,5).
Una persona extranjera es la que está en un país que no le es propio; que está “fuera de
lugar”. Una situación realmente dura, de desarraigo. La soledad es brutal. Porque siempre
existe la tentación de rechazar al diferente, al que no “cuadra” con nuestros esquemas. Y
no solo se da en el ámbito civil; también en la Iglesia. Pero Dios le da a Rut una dignidad
extraordinaria. Dios ofrece una salida por encima de nuestras posibilidades…
La resurrección no es un hecho aislado. Es la culminación de una historia de vida
II.
PASIÓN Y CRUZ
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Sin la cruz no se puede entender la resurrección. Sí se puede creer en otra vida, pero
no en la que ofrece Nuestro Señor. Por eso son tan importantes las presencias de esas
mujeres que acompañaron a Jesús en el proceso del calvario. La mayoría, de lejos;
probablemente porque no les dejaron acercarse más; pero también por no molestar,
por dejar al Señor libre en su misión y entrega. Ellas habían entendido aquellas
palabras del Lavatorio que el Maestro dirigió a Pedro: Si no te lavo no tienes parte
conmigo (Lc 13,8). Es cierto que no comprendían bien –lo que yo hago, tú no lo
entiendes ahora; lo comprenderás más tarde… (Jn 13,7)--. Pero la fidelidad y la
confianza obrarán el milagro…
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Hijas de Jerusalén, “las que tapizan de amor el trono del rey”
+ Las hijas de Jerusalén aportan presencia y detalles (Ct 3,10). Son las que
cuidan; testigos y mensajeras del amor de los amantes del Cantar (Ct 5,8)
+ Son las mujeres que se dolían y lamentaban por él (Lc 23,27). Mientras que
Jesús las animaba y les indicaba quienes de verdad estaban cerca de la muerte:
Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros
hijos (Lc 23,38)
+ Entre la multitud enfervorizada que pedía la crucifixión, estaban ellas,
solidarizándose con el sufrimiento del Señor.
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Las que le seguían y servían, “las que le sostenían en su misión”
+ Miraban desde lejos… como Pedro en el calvario: Pedro le iba siguiendo de
lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; y, entrando dentro, se sentó con los
criados para ver el final (Mt 26,58). Pero Pedro le niega; las mujeres no.
+ Le sostenían pero no le pedían nada a cambio. Muy diferente de la actitud de
Pedro: Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué
recibiremos, pues? (Mt 19,27). El que no exige nada, está dispuesto a recibir
cualquier cosa.
+ Le servían desde Galilea… Una fidelidad probada; difícil de romper.
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La madre de los hijos del Zebedeo, “la que desea lo mejor”
+ Madre de Santiago y Juan, pescadores como su padre.
+ Pidió un lugar especial para sus hijos… y presenció el calvario. Seguro que
entonces comprendió lo que el Señor e había dicho: No sabéis lo que pedís.
¿Podéis beber la copa que yo voy a beber? (Mt 20,22).
+ Se postró para pedir (Mt 20,20)… estuvo en el Calvario… y se mantuvo a los
pies de la cruz (Mt 27,57).
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Claudia Prócula, “la que reconoce al inocente”
+ Una pagana en un contexto pagano. La mujer de Poncio Pilato.
+ No te metas con ese justo porque hoy he sufrido mucho en sueños por su
causa (Mt 27,19).
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La Verónica, “la que seca las heridas”
+ Personaje no bíblico que ha entrado en la tradición a través del evangelio
apócrifo de Nicodemo (también conocido como Acta Pilati).
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+ Se la identifica con la hemorroísa.
+ Su enfermedad de los flujos de sangre es curada al tocar el manto del Señor;
la sangre de las heridas de Cristo es aliviada por el suyo.
Únicamente quien ha mirado cara a cara a la muerte está preparado para recibir la vida.
Solo quien ha dejado y ha facilitado a otros la entrega puede comprender el amor de la
resurrección.
III.
CERTEZA E INCERTIDUMBRE
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María, “la Madre del Señor”
+ La tradición conserva la convicción de que María fue la primera a la que el
Señor Resucitado se apareció. Un encuentro bajo la marca de la intimidad.
+ San Ignacio de Loyola plantea esta contemplación: “1º apareció a la Virgen
María, lo qual, aunque no se diga en la Escriptura, se tiene por dicho, en decir
que aparesció a tantos otros; porque la Escriptura supone que tenemos
entendimiento, como está escripto: (¿También vosotros estáis sin
entendimiento?)” [EE 299].
+ La relación madre-hijo es única.
+ La aparición es real, no solo interior. La intimidad abarca el interior y el
exterior.
+Mirarse a los ojos es suficiente. Escuchar el tono de voz inaprensible pero
cierto. El universo del silencio alegre, de las lágrimas incontenibles.
+ Una experiencia única que puede durar un instante pero que te cambia la
vida.
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María Magdalena, “la que ama al Señor”
+ La primera a la que se aparece el Señor Resucitado que se nos da a conocer.
+ Porque primero fue amada y liberada de siete demonios, siguió y esperó al
Señor, contra toda esperanza, hasta el final.
+ “Apóstol de los apóstoles”, Juan Pablo II, Mulieris Dignitatem n.16 (una
afirmación que ya está en la tradición).
+ Reconoce al Señor por la voz no por la apariencia.
+ La tentación de la apropiación: “No me toques, que todavía no he subido al
Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre,
a mi Dios y vuestro Dios”. Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había
visto al Señor y que había dicho estas palabras (Jn 20,17-18).
En el amor está la clave. Seguir la pista al amor y la consolación fruto del amor, conduce a
esperar y confiar en la resurrección.
IV.
DEL SEPULCRO A LA VIDA
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El sepulcro es el lugar donde habita la nada, los restos vacíos que deja el rastro de la
muerte. Y sin embargo, las mujeres también fueron las primeras en enfrentarse a la
realidad de la tumba (símbolo por excelencia del poder de la muerte). José de
Arimatea, después de depositar el cuerpo de Jesús, se fue… Las mujeres volvieron… al
alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el
sepulcro (Mt 28,1).
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No saber pero buscar
+ Las mujeres, como los discípulos, no entendían del todo lo que había pasado,
ni sobre todo, sabían lo que iba a pasar, lo que venía después. Por eso en un
primero momento no reconocen al Señor. María Magdalena pensó que era el
encargado del huerto (Jn 20,15), o cuando ve el sepulcro vacío piensa al
principio alguien se había llevado el cuerpo –se han llevado del sepulcro al
Señor y no sabemos dónde lo han puesto, (Jn 20,2)--.
+ Buscan a un muerto… pero buscan. Pedid y se os dará; buscad y hallaréis;
llamad y se os abrirá… (Mt 7,7). Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con
miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos. En esto, Jesús les
salió al encuentro y les dijo: « ¡Dios os guarde! » Y ellas, acercándose, se asieron
de sus pies y le adoraron (Mt 28,8-9). Mantienen la misma actitud de los
comienzos: adoración y servicio, por eso se asieron de sus pies y se postraron.
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Escuchar la voz
+ María le reconoció al escuchar su voz, cuando el Señor pronunció su nombre.
Jesús, Buen Pastor lo adelantó: Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y
ellas me siguen (Jn 10,27); Todo el que es de a verdad escucha mi voz (Jn 18,37).
+ La “voz” define mucho a la persona. Es semejante a la huella dactilar. ¿Cómo
es la voz del Espíritu en el mundo actual? Para escuchar al Resucitado hay que
tener entrenado el oído. Pero nuestra sociedad es demasiado ruidosa. Sin
embargo… debemos estar atentos para escuchar la voz del que nos guía.
Porque no es cuestión de imagen sino de escucha (volver a la primera actitud
creyente: Escucha Israel… (Dt 6,4ss). Su voz resuena donde lo esperamos.
+ La voz no se puede asir, es inaprensible; Jesús le dijo a María Magdalena: No
me toques (Jn 20,17).
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Amor para seguir amando
+ Cuando las mujeres se acercan al sepulcro con los aromas que habían
preparado vieron la piedra descorrida. Aparece una entrada en el lugar de la
muerte. Y no estaba el cuerpo.
+ La resurrección conlleva un cambio radical, una transformación: es Él mismo,
pero no es lo mismo. Por eso los ángeles les dicen a las mujeres: ¿Por qué
buscáis entre los muertos al que está vivo? (Jn 24,5).
 La resurrección supone aprender a mirar por lo inesperado y
diferente.
 La resurrección nos recuerda que las apariencias engañan y nos
tientan en dos direcciones:
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 A dejarnos impresionar por lo llamativo, lo grandioso, lo
triunfante… (aquello por lo que muchos pensaban que Jesús
sería el Mesías, aunque las mujeres no tanto).
 A dejarnos paralizar por lo evidente: la muerte, lo de
siempre, la materialidad.
 A dejarnos instalar en el dolor y la queja (María magdalena
estaba llorando junto al sepulcro… (Jn 20,11).
+ Las mujeres, después de un primer momento de desconcierto, creyeron
enseguida. No necesitaron meter los dedos en las llagas ni la mano en el
costado.
+ Ellas recordaron las Escrituras y lo que Jesús les había dicho: Recordad cómo
os habló cuando estaba todavía en Galilea (Lc 24,6). Y, aun no entendiendo, se
fiaron de Él. Su palabra tenía para ella un valor mayor que las palabras
inmediatas.
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Mujeres resucitadas
+ Mujeres resucitadas… desde Galilea. La Resurrección es un hilo conductor en
sus vidas, no una experiencia puntual, aunque haya un momento decisivo: la
resurrección del Crucificado. Dios ha ido entresacando vida y repartiendo
bendición incluso en las situaciones sin salida que algunas vivieron.
+ Una experiencia así modela el carácter y envuelve la vida entera, por eso
aparecerán unos rasgos comunes a las mujeres que experimentan la
resurrección:
 Alegres
 Partieron a toda prisa del sepulcro, con gran miedo y con gran
gozo (Mt 28,8). Esa alegría exultante del triunfo que sobrepasa
pero que estremece por inesperada y grandiosa, por el
significado de lo que ha sucedido, porque verdaderamente ha
actuado Dios. Porque nos permite “casi tocar” su presencia.
 La alegría “pide” ser compartida aún más que el dolor, por eso
fueron corriendo a contar lo que sucedía incluso antes de la
aparición del resucitado. Primero el presentimiento, las palabras
de los ángeles, esos mediadores que anuncian y que nos
transmiten algo bueno y nos animan… pero queda pendiente el
encuentro.
 El miedo, la zozobra… suelen ser el contenedor de la emoción
que se mueve entre el querer creer y el no saber. Por eso la
explosión de gozo es tan grande después. Es la condición del
cristiano.
 La alegría del cristiano convive con el dolor, sabe de las tristezas
del mundo, de la cruz… y de la resurrección. Vive entre el dolor y
la esperanza.
 La alegría a veces nubla el corazón cuando es acompañada por el
miedo y los nervios (les mostró las manos y los pies. Como ellos
no acabasen de creerlo a causa de la alegría… (Lc 24,40-41). De
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hecho los discípulos pensaron al principio que las mujeres
deliraban, es decir, que pensaban que tenían una confusión
mental probablemente por esa impresión de risa floja y
desmesurada junto al hecho de decir cosas que les resultaban
impensables.
 Enviadas
 El Resucitado hace un encargo a María Magdalena: Vete donde
mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios
y vuestro Dios (Jn 20,17). Tiene que hacerlo tal cual (dijo a los
discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas
palabras (Jn 20,18). No se puede inventar el mensaje. No somos
dueños de lo que transmitimos… aunque lo que tenemos que
decir nos comprometa y nos coloque en una situación difícil. De
hecho no la creyeron, ni a ella ni al grupo que iba con ella (Juana,
María la de Santiago y las demás que estaban con ellas, Lc 24,10)
y lo tomaron como desatinos de mujeres.
 Las que decían estas cosas a los apóstoles… Las mujeres son
enviadas en primer lugar a los apóstoles. Reciben de ellas la
primera noticia de la resurrección (Lc 24,10).
 Id enseguida a decir a sus discípulos: ha resucitado de entre los
muertos… Y corrieron a dar la noticia a sus discípulos (Mt 28,7-8).
Es como la prontitud de María cuando fue a ver a su pariente
Isabel. Las buenas noticias de Dios no pueden esperar porque
tienen el poder de cambiarnos la vida (la nuestra y la de otros).
 Id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a
Galilea; allí le veréis, como os dijo (Mc 16,7). Volver a Galilea es
volver a Nazaret, dar validez a lo que dijo e hizo. La resurrección
no cambia lo anterior, todo lo contrario, lo ratifica.
 Decididas
 Ella (la Magdalena) fue a comunicar la noticia a los que habían
vivido con Él que estaban tristes y llorosos. Ellos, al oír que vivía y
que había sido vista por ella, no creyeron (Mc 16,11). La falta de
fe en sus palabras no la echó para atrás. No había nada que
pudiera disuadir a las mujeres que se habían encontrado con el
Señor.
 Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi
nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas,
agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no
les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se
pondrán bien, Mc 16,17-18. El anuncio de la resurrección no es
solo de palabra; debe ir acompañado de acciones liberadoras
para que sea creíble, para que sea verdaderamente resucitador.
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 Reconciliadas
 Una de las palabras más frecuentes del Resucitado es “paz”, paz
a vosotros (shalom aleijem). Shalom = paz completa que nace de
tener salud, provisión y libertad. La raíz shalam = estar completo,
restituir, pagar. Y la paz de Dios que supera todo conocimiento
custodiará nuestros corazones… (Flp 4,7). La paz que viene de
Dios cubrirá todas nuestras necesidades.
 Las mujeres no solo no se tomaron la revancha (ni contra los que
crucificaron a su Señor, si contra los discípulos que no las
creyeron) sino que fueron (sobre todo y en primer lugar María, la
madre del Señor, fuente de reconciliación, de unión… María fue
la promotora de la vuelta de los que se habían desperdigado con
el fin de seguir, servir, creer y extender, la vida y obra de Jesús.
En la Resurrección pervive la lógica de la Encarnación. Por eso hay que volver a Galilea, y
escuchar de nuevo las palabras del Señor, siempre válidas, siempre eternas.
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