Ficha de la lectura EL SUR Autora: Adelaida García Morales Género literario: novela corta Subgénero: drama Año y país de publicación: 1985 España El Sur se centra en el paso de la infancia a la adolescencia de una niña durante la posguerra, marcada, a la vez, por una ausencia física y por una presencia, añorada, cuyo peso se hace sentir doble a causa de su misma realidad fantasmagórica. Este relato, caracterizado por su magnetismo narrativo, sitúa a su autora en una región poco transitada hasta entonces en nuestra literatura, dándole un lugar destacado en la nueva generación de escritores españoles de su época. El Sur, la novela corta de Adelaida García Morales y, a su vez, la magistral adaptación cinematográfica realizada por Víctor Erice en 1983, nos sitúa en una de las tendencias temáticas recurrentes de los años 70 y 80: la literatura y el cine de recuperación de la historia reciente, en las que se hace especial hincapié en el periodo de la II República, la Guerra Civil o la inmediata Posguerra (como es éste el caso). SOBRE LA AUTORA Adelaida García Morales nació en Badajoz en 1945 y a los 13 años se traslada a Sevilla, donde vive gran parte de su juventud hasta su marcha a Madrid, donde se licencia en Filosofía y Letras en 1970. Estudió también la especialidad de Guión en la Escuela Oficial de Cinematografía. Ha sido profesora de Lengua y Literatura española y de Filosofía en institutos de enseñanza media, traductora en Argelia para los países de la OPEP, modelo y actriz en el grupo de teatro independiente ‘Esperpento’. Vivió durante cinco años en La Alpujarra, Granada. Se dio a conocer con la novela Archipiélago (1981), finalista del premio Sésamo. Siguió el libro El Sur -que comenzó a escribir en 1981 y publicó en 1985-, y que incluía dos novelas cortas, ‘El sur’ y ‘Bene’. Esta obra llamó la atención de la crítica por la fragilidad de sus protagonistas y las reflexiones introspectivas para entender sucesos y comportamientos externos. Con su siguiente obra, El silencio de las sirenas (1985), que transcurre en La Alpujarra, obtuvo el Premio Herralde de Novela. La autora fue, además, galardonada con el Premio Ícaro por Diario 16. Otras obras suyas son La lógica del vampiro (1990), Las mujeres de Héctor (1994), La tía Águeda (1995), Nasmiya (1996), Mujeres solas (1996), La señorita Medina (1997), El secreto de Elisa (1999), El testamento de Regina (2001) y Una historia perversa (2001). APUNTES SOBRE LA NOVELA El relato gira en torno a la imagen que tiene Adriana -la protagonista-, de su padre, y de sus intentos por comprender el misterio que le rodea. Así, todos los acontecimientos de la historia pertenecen a recuerdos que ella irá evocando. El suicidio de su padre, clímax de la historia, provoca que Adriana intente descubrir qué le hizo a su padre llegar a “aquel extremo”, cuál era el sufrimiento tan grande que escondía… De esta forma, García Morales establece algo común en estas dos novelas cortas, El sur y Bene, como es rodear de un cierto misterio a determinados personajes masculinos, en torno a cuya ausencia se teje la trama narrativa. Adriana cuenta, a lo largo de la obra, el transcurso de su infancia y adolescencia junto a su padre, en el cual destaca el hecho de que éste había abandonado su ciudad natal, Sevilla, por algo muy grave, escondiéndose en un lugar sombrío y lejano… Adriana siente una plena vinculación con la singularidad de la personalidad de su padre. Por otro lado, la hostilidad y la soledad siempre la rodean, sólo solventada a veces por la figura de tía Delia, quien representa de algún modo la añoranza que supondrá para ella la imagen del sur. La muerte de su padre será el motivo que mueva a Adriana a encontrarse por fin con la muy evocada ciudad de Sevilla, y darle a la historia un desenlace: su padre no sólo había huido de un amor imposible, sino que con él había abandonado a un hijo. La narradora del relato es Adriana, la protagonista, que, a través de la primera persona, se dirige a su padre contándole cómo vivió ella la historia, a modo de reflexión. Su padre, Rafael, es la realidad receptora, el ‘narratorio’, es decir, el oyente o lector al que el narrador se dirige. Gracias a esto, no sólo conocemos el universo que envuelve a Adriana, si no que ésta, al introducir la figura del ‘narratorio’ dirigiendo sus palabras hacia su padre, nos hace comprender mejor el universo del mismo. Algo fundamental en este caso, ya que nos encontramos ante una historia que gira en torno a esta peculiar relación paterno-filial. El narrador en primera persona hace que se parta de un punto de vista poco objetivo, pero a su vez la historia gana en verosimilitud, ya que al ser Adriana un personaje, el hecho de contar algo se asemeja a la realidad. Todos experimentamos la sensación de estar leyendo una carta que una hija ha escrito a su padre, ya fallecido. El espacio narrativo cobra un significativo y vital papel en la obra. A lo largo de la historia se manifiesta ese deseo de escapar de ese lugar “oscuro y sombrío” donde viven, y que su padre ha escogido para “su huida”. A medida que transcurre el tiempo, los personajes se van sumiendo en la más absoluta soledad, el lugar aparece cada vez más abandonado y desolado, incrementándose la imagen de tristeza y oscuridad. Sevilla, el sur, la tierra de su padre, y evocada por Adriana, se configura como un lugar donde se haya la felicidad, que es negada a los protagonistas, y donde Adriana correrá a encontrarse con el pasado de su padre, para poder empezar una nueva vida. A su llegada a esta ciudad, Adriana recorrerá los sitios más significativos y mágicos, en los que conocerá a su hermano, otorgando de nuevo magia y misterio al desenlace de la historia. Respecto a su estructura temporal, presenta una historia no lineal, con varios ‘flashbacks’, como el de la muerte del padre o el de los detalles sobre la infancia y adolescencia de Adriana, lo que provoca un uso continuo de formas verbales en pasado. Todo hasta llegar al presente, en donde la narradora y protagonista hace una reflexión y deja la puerta abierta sobre su futuro. El transcurrir del tiempo se aprecia en los personajes, quienes, a medida que avanza la historia, van sumiéndose en una tristeza y hostilidad intrínseca a todo lo que les rodea: cuanto más pasa el tiempo, la casa está más deteriorada y abandonada. El tiempo es el que al final de la historia da a Adriana una oportunidad. Debido a su juventud podrá comenzar de nuevo, dejando atrás todas las sombras que la atormentaron en un pasado. Por tanto, fallecido su padre, Adriana podrá por fin ir “al sur”, que en este caso es el que da la esperanza de futuro a la historia. Personajes - Principales: Adriana. Narradora y protagonista de la novela. Para ella, su padre era un enigma, un ser especial. Padre. De nombre Rafael, resulta un personaje extraño y solitario. Secundarios: Madre. Su nombre, Teresa. Presenta una personalidad difícil y, en ocasiones, histérica. Agustina. La criada de la casa de Adriana. Josefa. Amiga de los padres de Adriana, que se queda a vivir con ellos debido a que su marido la maltrataba. Mari-Nieves. Amiga de Adriana, con la que no se lleva muy bien. Delia. Hermana de Rafael y tía de Adriana, por quien ésta siente un gran afecto. Fernando. Joven enamorado de Adriana, que tiene que marcharse de la ciudad con su familia. Gloria Valle. Antigua novia de Rafael. Miguel. El hijo de Gloria. Un año menor que Adriana, de la que acaba enamorándose. Emplea un lenguaje reflexivo y profundo. Quiere ser escritor. Emilia. Criada de tía Delia, en Sevilla, que ha visto nacer a Rafael.