HACE SETENTA Y CINCO AÑOS: UNA EXCURSIÓN ESCOLAR A

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HACE SETENTA Y CINCO AÑOS:
UNA EXCURSIÓN ESCOLAR A ARACENA
75 YEAR AGO: A SCHOOL TRIP TO ARACENA
Antonio Carmona Granado (I.E.S Arrabal, Carmona) dsociales@hotmail.com
Recibido en Junio de 2008, aceptado en Junio de 2008
RESUMEN
En nuestros días empleamos prácticas educativas que pretenden sacar a nuestros
alumnos de un aprendizaje puramente libresco y encorsetado, puramente hermético y
desvitalizado. Estas prácticas recuperadas, después de una triste y larga travesía del desierto
pedagógico, hunden sus raíces en lejanos tiempos de ilusión que se vieron truncados por la
hegemonía de la barbarie. En España, en 1933, se confiaba en alcanzar un mundo mejor a
través de la educación de las personas. Se pretendió convertir a los jóvenes en protagonistas
de su propio aprendizaje entrando en contacto directo con la realidad que los circundaba. Una
de esas experiencias, junto a tantas otras, se materializó en el mes de Julio de aquel año, en
que unos jóvenes de pueblo salieron humildemente a conocer ese mundo.
Palabras claves: "Excursión escolar", "1933", "experiencias de vida", "escuela laica".
ABSTRACT
The educational practices that we employ today are an attempt to remove our pupils
from a learning system that is dull, rigid, hermetic and purely bookish.
These regained practices followed an enduring and long journey through pedagogical
wilderness, integrating their roots with those of a hopeful earlier time truncated by the barbarism
of supremacy. The Spain of 1933 believed that educating the populace and presenting its young
with the leading role in their own learning and training could achieve a better world. Experiences
of direct contact with the reality that surrounded them were the key objective. In July of that
same year, a group of young people humbly left their village to fulfil the experience of knowing
that world.
Key words: “A school trip”, “1933”, “life experiences”, “secular school”
HACE SETENTA Y CINCO AÑOS:
UNA EXCURSIÓN ESCOLAR A ARACENA
“Si todos los lugares de la tierra están
en el Aleph, ahí estarán todas las luminarias,
todas las lámparas, todos los veneros de luz”.
Jorge Luis BORGES.
Estando en esa ingente tarea colectiva de recogida de imágenes que nos pudieran
mostrar segmentos de la vida de nuestro pasado, llegó hace años a nuestras manos una
elegante y bien conservada fotografía de un grupo de 25 jóvenes y niños, acompañados de tres
adultos. Unos sentados y otros de pie, todos en rigurosa disposición, luciendo una espléndida
formalidad. No parecía un simple retrato escolar al uso. Daba la sensación de ser algo más
especial. Nuestra donante nos daba como únicas referencias de su contenido que en ella se
encontraba su hermano, en 1932 (¿?), y que podría corresponder al Instituto que hubo en
aquella época. Aunque un antiguo alumno ya nos había advertido de que esta imagen no le
“sonaba” como del Instituto, que más bien podría ser de un Colegio que había por la calle
Pedraza1, nosotros mantuvimos la hipótesis de nuestra primera informante y con aquellas
consideraciones la dimos a conocer en su correspondiente página de El Chorrillo y en una
Exposición2.
Transcurrido cierto tiempo, un amigo me muestra un pequeño cuadernillo de hojas
amarillentas, que presentaba bastantes indicios de haber estado muy bien guardado durante
muchos años. Cual no fue mi sorpresa cuando en su portada alcancé a ver reproducida, algo
1
Tal vez se refería al Colegio Nra. Sra. del Monte que había dirigido por entonces D. Pedro Marquina, de
cuyos componentes (por cierto, algunos parecen coincidir con los de nuestra foto) se publicó una imagen
en nuestro libro Cazalla, un siglo de imágenes. Asociación Cultural de Cazalla José Mª Osuna. Cazalla de
la Sierra, 2003, pág. 89.
2
Con el número 103 y en la página 90 de la obra citada, también dimos a conocer la fotografía que
comentamos.
más borrosa por la impresión y por el tipo de papel de la publicación, la fotografía que venimos
mencionando. Sobre ella, dando título al cuadernillo, en letras mayúsculas sobresalientes:
“NUESTRA EXCURSIÓN ESCOLAR A SEVILLA Y ARACENA”. En subtítulos se decía
“Organizada por los Maestros Nacionales”, “Dirigida por D. Juan Huertas Carvajal y costeada
por nuestro pueblo de Cazalla de la Sierra y su ilustre Ayuntamiento”. Se imprimió en “M.
Espina Oliver, Cazalla”. En sus doce páginas interiores se nos daba todo lujo de detalles sobre
tan importante evento escolar, narrado por sus propios protagonistas, aclarándosenos
definitivamente la cronología del documento: 12 de julio de 1933. Su contraportada, un reclamo
para la Feria y Fiestas de Agosto de aquel año (“Dianas y Conciertos Musicales”,
“Cinematógrafo público en el local del teatro de verano”, “Iluminaciones eléctrica y a la
veneciana”, “Fuegos artificiales”, “Bailes públicos y de sociedad”, “Verbenas y partidos de Futbol”), junto con el único testimonio gráfico que poseemos de la Banda Municipal de la época,
siempre muy presente en estos actos sociales. El tal cuadernillo, por tanto, venía a ser un
precedente más de nuestras Revistas de Verano, aunque sin la carga publicitaria con que se
había venido publicando en años anteriores.
Pero antes de entrar en la descripción pormenorizada de su contenido, hagamos
algunas puntualizaciones sobre el contexto histórico educativo que lo vio nacer y que, de algún
modo, nos explica su importancia y significación.
1933 se había presentado como un año crítico para la coalición republicano-socialista
gobernante: sucesos de Casas Viejas en enero; fundación de la CEDA en marzo y de
Renovación Española en el mes anterior; a la llegada del verano continuaba el boicot patronal a
la Ley de términos, a la de Laboreo forzoso y el rechazo a los Jurados Mixtos 3; además el 3
de junio se aprobaba la Ley de Congregaciones religiosas que, desarrollando el principio
constitucional de separación entre Iglesia y Estado, ponía, entre otras cosas, la función
educativa bajo la Administración pública. Desde 1931, los gobiernos republicanos venían
realizando un gran esfuerzo por el progreso de la educación y contra el analfabetismo, tanto
desde un punto de vista cuantitativo (creación de nuevos centros escolares y otras
infraestructuras educativas 4, ampliación de las plantillas docentes,…) como cualitativo
(coeducación, atención social al alumnado mediante las Cantinas y Colonias Escolares,
creación de las Misiones Pedagógicas, aconfesionalidad de la escuela, formación universitaria
del profesorado, implantación de nuevos métodos didácticos y pedagógicos…). En definitiva,
un importante proyecto educativo.
Dentro de ese proyecto hay que colocar el acontecimiento al que nos estamos
refiriendo. El uso de la “excursión escolar” como forma de aprendizaje venía siendo utilizado
con profusión en los centros de la Institución Libre de Enseñanza, no como una mera “actividad
extraescolar”, como aún se sigue diciendo, sino para aprender a partir de vivencias, de
experiencias de vida, y no sólo de textos abstractos o situaciones artificiales 5 . El profesor D.
Juan de Mata Carriazo, director del Instituto-Escuela de Sevilla, también se pronunciaba
claramente sobre este asunto: “…el ideal de la enseñanza es mostrar a los niños las cosas no
en esquemas o descripciones y aisladas una de las demás sino en la realidad misma (…) Por
otra parte la acción educativa es mucho más intensa en la prolongada convivencia al aire libre
que en el recinto de la clase,…, recinto cortado por unos muros y un horario, aislado del mundo
ambiente y del libre fluir de la vida” 6 .
3
Éstos se definían como organismos encargados del arbitraje y mediación en las relaciones laborales y en
Cazalla de la Sierra existió una de las tres sedes provinciales que llegaron a funcionar.
4
De esta época datan nuestros Grupos Escolares, construidos en la carretera del Judío, de excelente
diseño, donde hoy se ubican la Guardería Municipal y otras dependencias administrativas. También se
creó un Instituto Elemental de Segunda Enseñanza con el que Cazalla adquiría por primera vez en su
historia un centro oficial en este nivel educativo que, cerrado durante la Guerra Civil, no volverá a
reaparecer hasta la década de los ochenta del pasado siglo.
5
LAPORTA, Francisco. “Fundamentos de la pedagogía institucionista”. Cuadernos de Historia 16.
Madrid, 1985. Pág. 21.
6
Informe sobre las actividades del Instituto-Escuela de Sevilla durante los meses de octubre, noviembre,
diciembre 1932, pág. 7. Citado en ALGORA ALBA, Carlos. El Instituto-Escuela de Sevilla (1932-1936).
Diputación de Sevilla, 1996. Pág. 206.
No muy lejos de estos planteamientos se insertan las ideas del promotor de “Nuestra
Excursión”, D. Juan Huertas Carvajal, como lo va a dejar expresado en el amplio Prólogo del
documento que venimos manejando:
DESEOSO en todo momento de saciar en cuanto esté de mi parte, los anhelos
educativos del pueblo y de contribuir en la medida de mis fuerzas a la obra cultural empezada
por nuestra República, a la que sirvo con entera voluntad dentro de mi humilde profesión, cruzó
por mi mente la idea de llevar a cabo la organización de las instituciones escolares que aún no
habían sido fundadas en esta localidad.
Hubiera organizado la Cantina; también una Colonia de verano; pero antes me era
indispensable hacer una exploración del ánimo popular a fin de conocer el ambiente con que
contaba para llevar a feliz término mis ilusiones.
A este efecto inicié la EXCURSION ESCOLAR, objeto de este relato y apenas iniciada,
ví con alegría que no me encontraba solo: contaba con la colaboración entusiasta de mis
compañeros; contaba también con la del Ayuntamiento y sus Concejales; comprobé que el
pueblo, anhelante de cultura para sus hombres del mañana que han de laborar con afán por su
progreso y bienestar, acogió con la mayor simpatía mi idea prestándose con su ayuda
económica para verla hecha realidad, y contaba, por último, con la ayuda moral de mi autoridad
inmediata, el muy digno Inspector D. José Morales, quien con no menos entusiasmo me inspiró
el aliento necesario para el desarrollo de mi proyecto, que, por ser el primero en el pueblo y en
mi corta vida profesional, creía algo más difícil.
Ya no me faltaba más. Tenía lo necesario, pues con los pequeños ni que decir tiene
que contaba también y que ellos se dispondrían a trabajar con actividad
Por creerlo más de acuerdo con los principios pedagógicos y sin perder de vista al sujeto
activo de la educación, se formó una comisión de niños elegida por sus compañeros y con
representación de las demás Escuelas Nacionales. Ellos extendieron sus credenciales,
celebraron sesiones, levantaron sus actas y empezaron sus gestiones, quedando yo de
acompañante y auxiliar.
A los cinco días ya habíamos recaudado unas 400 pesetas, contando con la oferta de
otras 50 aproximadamente que les había ofrecido y que más tarde llegaron a las 100 cuando
se consideraba terminada la recaudación.
Hicieron su presupuesto y pidieron el resto mediante instancia al Ayuntamiento, quien
generosamente accedió a la demanda sincera y cariñosa de sus pequeños ciudadanos
concediéndoles 300 y ofreciéndoles la banda de música y su respetable compañía para el acto
de la despedida de los excursionistas. Esto solo faltaba y la hicieron en la mañana del 12
acompañados de los Maestros Don José Rodríguez García, Don Antonio García Copado y el
que suscribe, con numerosos vivas a la República, a Cazalla y a su Ayuntamiento, a los
acordes del himno nacional y entre el emocionante y caluroso aplauso de un sin fin de
personas que desde una hora antes esperaban la salida para tributar su sentimental y cariñosa
despedida, dándole al acto un aspecto conmovedor.
Después de esto... solo quienes han gozado la dicha de verlos disfrutar y aprender,
solo quienes han convivido con ellos esos dos días de felicidad y alegría de eterno recuerdo,
han podido apreciar el incalculable valor del viaje, de escaso valor material y organizado con
poco trabajo; pero que deja una impresión grata e imperecedera en la memoria de todos.
Ellos dirán a continuación, con su inocente pluma cómo les ha ido y cuantas
enseñanzas han logrado. A mí solo me resta expresar mi profundo y sincero agradecimiento
hacia mis queridos compañeros, especialmente a los que han compartido conmigo las alegrías
de la excursión, así como al Ayuntamiento de la ciudad y al pueblo en general que con su
ayuda moral y económica y guiado de los más sanos ideales con relación al porvenir de sus
futuros hombrecitos, ha contribuido directa y eficazmente a coronar la rebosante satisfacción
que experimento.
Cazalla de la Sierra, Julio 1933
Y efectivamente, sus verdaderos protagonistas dieron fe de cada una de las etapas y
vicisitudes que les fueron sucediendo en su recorrido.
JULIO CUBERO BARRAGÁN nos describió la Salida de Cazalla, a las nueve y media
de la mañana.
ANTONIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ nos contaba el Camino a Sevilla, de manera muy
singular: ¡Qué alegría! Íbamos cantando y dando tantos gritos que era casi imposible
entenderse. Al llegar a la estación ya nos fuimos calmando y cada uno decía lo que iba viendo.
Pronto llegamos a Constantina donde tomamos gaseosas y café. Nuevamente el auto
emprende su marcha y vemos pasar viñas, arboleda, montes y sembrados. Unas chimeneas
altas aparecen en el horizonte y nos dicen que es Villanueva de las Minas, donde existen
yacimientos de hulla. Ya va desapareciendo la sierra y a lo lejos se ve la llanura que parece
interminable; pronto vemos el Guadalquivir todos nos apresuramos a asomarnos a las
ventanillas para ver el puente y el río que lleva mucha agua. Pasamos por Cantillana y Alcolea
dando vivas a la República y cantando el Himno de Riego causando la natural curiosidad de los
habitantes que nos dicen ¡Adios! con la mano y se sonríen. Gran algarabía y contento se arma
porque nos anuncian los profesores que en una venta próxima a Sevilla donde hay sombra y
agua, vamos a almorzar. Llegamos a ésta y cada uno coge su merienda que con buen apetito
se la comen. Por fin a los pocos minutos aparece la esbelta y gallarda Giralda y de todos los
labios sale un solo grito: ¡Sevilla!
ISMAEL MAGARIÑO HERNÁNDEZ, aportando curiosas anécdotas, escribió sobre la
llegada a Sevilla: Cuando llegamos a Sevilla paró el coche en la plaza de San Fernando; nos
apeamos del coche y fuimos a casa de la tía de don Juan donde fuimos bien recibidos, y
bebimos todos agua.
Salimos y nos fuimos a casa de don Eulalio, preguntamos por él y no estaba allí; había
ido en busca nuestra, fuimos a la calle Sierpes al puesto de Dolorcita donde tomamos un
refresco, todos menos Verdugo (No explica el porqué). Seguimos nuestra marcha y fuimos a
una tienda donde compró don Juan varias cosas para almorzar en Aracena.
JUAN PUMAR y MANUEL JIMÉNEZ nos dieron detalles de la Visita al Alcázar, con
sus cicerones, el teléfono de oro del Despacho del Rey, las maquetas de sus vitrinas, y otras
curiosidades.
RAFAEL FERNÁNDEZ ( hoy nuestro jubilado practicante) se encargó de describirnos lo
que le había resultado más destacado de la Catedral: Al salir del Alcázar entramos en la
Catedral. Allí vimos muchas cosas bonitas, entre ellas fue el Altar Mayor y el Sepulcro de
Colón, sostenido por cuatro heraldos. También vimos otras cosas muy interesantes, como son:
El cocodrilo y el colmillo de un elefante. Desde el exterior contemplamos esbelta la torre de “La
Giralda”, símbolo de Sevilla.
JOSÉ MONTALVO al pasear por las calles destacaba el tráfico, el tranvía, las casas
muy altas, la Central de Teléfonos, bella obra de D. Juan Talavera, el Ayuntamiento y la Casa
Lonja.
MANUEL VILLALBA quedaba admirado de la visita al Puerto : Entramos por el Puente
de San Telmo donde había varios buques y una máquina de sacar arena del fondo del río, D.
José nos dijo que se llamaba una draga; también vimos grúas.
A un lado del río estaba la vía y en un momento vimos pasar la máquina del tren.
Cuando íbamos entre el puente de San Telmo y el de Tablada vimos pasar un buque. Al pasar
por debajo del puente se abrió éste y cuando pasó se cerró. Al llegar al puente de Tablada
pasaron dos barcas que iban pescando; nos sentamos en una escalera que sirve para subir a
la carretera a contemplarlas. A la hora fuimos a un restaurante a comer.
A continuación, JOSÉ HERRERA se había detenido en una descripción bastante
pormenorizada de uno de los barcos que allí presenciaron, siguiendo las explicaciones de D.
José.
JOSÉ MAGARIÑO escribió sobre un aeroplano: Contemplábamos las obras del
Puerto cuando el ruido de un aeroplano que volaba dando vueltas sobre Sevilla llamó nuestra
atención. Iba echando programas anunciando el veraneo en San Sebastián.
Miramos a él y después de dar varias vueltas se fue por donde está Tablada y cuando
iba a unos mil quinientos metros de altura, un hombre se tiró con el paracaídas dando vueltas
el aeroplano sobre él hasta que éste llegó a tierra; entonces dio dos o tres vueltas y aterrizó. El
Sr. Profesor dijo que el individuo que se tira de un aeroplano se llama parachutista. Esto lo
están haciendo de prueba por si alguna vez le pasa alguna avería poderse salvar; hoy día cada
aeroplano lleva su correspondiente salvavida por pasajero.
De la cena y su ambiente le tocó dar cuenta a TOMÁS YANES ESPINO: Algo
cansados de todo el día y del viaje fuimos a cenar a un restaurante parecido a la fonda del
Casino de Cazalla pero mucho más grande. De cuatro en cuatro nos fuimos sentando a las
mesas en medio de la curiosidad de los señores que allí había que nos miraban con caras
sonrientes y parece que les éramos simpáticos.
Los camareros vestidos de blanco y muy atentos nos fueron sirviendo la tortilla, lomo
con tomate, una cosa que parecía salchichón y nos dijeron se llamaba mortadela. Después
arroz con leche y melón, con un vaso de vino para cada uno. Durante la comida todos
estábamos callados pero ya al final empezábamos a hablar.
ANTONIO FALCÓN también nos dejó un espléndido testimonio de la visita al entonces
flamante Coliseo España: Después de la cena fuimos a ver una película sonora titulada: “Con
el Frac de Otro” hablaban un idioma que no entendíamos y los Profesores nos dijeron que era
inglés. El teatro es precioso, muy amplio y alto. La película estaba muy bien presentada pero
algunos niños se durmieron porque estaban cansados. El argumento se reducía a un
muchacho pobre, pero inteligente que era planchador de una sastrería. Un día le llevaron un
frac a planchar y aquella noche se vistió con él yéndose a un baile que se daba en casa de un
banquero que tenía mal los negocios; con su amabilidad y destreza se hizo simpático al
banquero, quien le confió los negocios. Este para salvar de la ruina, ofreció a los obreros una
parte en las ganancias y los obreros, con este ofrecimiento empezaron a trabajar y a mirar por
la casa; pero enterado el dueño lo tomó por loco y lo echó teniendo que volver a la sastrería.
Poco tiempo después el banquero vio la ganancia que le reportaba el ofrecimiento y el plan
hecho por el sastre y volvió a la sastrería en su busca, encargándole nuevamente de los
negocios y diciéndole: El hombre solo debe apreciársele por lo que vale y trabaja.
Fue MANUEL BAENA PORTILLO quien hizo el relato de las anécdotas ocurridas a la
hora del sueño: Después de ver una película muy bonita en el magnífico “Coliseo España”
salimos con dirección al hotel, parándonos a beber en la Plaza Nueva.
Al llegar a éste nos sentamos en el patio donde había unas mecedoras muy cómodas.
Luego mientras D. José y D. Antonio, se quedaron acompañándonos, subió D. Juan y desde
arriba nos fue llamando de dos en dos para que nos fuéramos acostando. Una vez todos
acostados empezamos a mecernos en la cama que estaba muy blanda; pero, cuando entraba
D. Juan o D. Antonio, nos tapábamos la cabeza y nos hacíamos los dormidos. Muchos,
queriendo apagar la luz, se equivocaban y tocaron el timbre, con lo cual nos reímos mucho. Y
por fin a las doce y media o la una nos dormimos para estar otra vez de pié a las ocho. Y ni que
decir tiene que nos fuimos a un puesto de calentitos, que había allí mismo y nos hinchamos.
Luego nos llevaron los Maestros al Café Madrid y allí nos tomamos un café con bollos muy
buenos.
ANTONIO RIVERO siguió dando pormenores del despertar y del desayuno: A las seis
de la tarde se levantó Villalba y nos llamó a todos; poco después nos lavamos y nos fuimos a la
puerta del hotel cerca del cual había un puesto de churros; todos nos hartamos por veinte o
veinticinco céntimos. A las ocho nos llevó D. Juan a desayunar al Café Madrid, donde tomamos
un vaso de café con leche y bollos; rato después cogimos el camino para Aracena llevando en
el coche comestibles para el almuerzo.
JOSÉ RODRÍGUEZ, con ricas pinceladas poéticas, nos narraba el Camino de
Aracena: ¡Adiós Sevilla! Tierra hermosa y castiza. El auto vuela por la carretera dejando atrás
el famoso barrio de Triana, cuna de Belmonte. Vienen campos llanos con sus amarillos
rastrojos y garbanzos. De trecho en trecho se rompe la monotonía con una verde arboleda o
una diminuta huertecilla. Llegamos a Santiponce y, como en todos los pueblos, a los gritos de
¡Viva la República! y cánticos nuestros salen de sus casas niños y grandes que con risas en
los labios nos ven pasar. Pocos más kilómetros y a la izquierda llegan las ruinas de Itálica; aquí
nos apeamos y las visitamos. Una hora después estábamos nuevamente en camino. El auto
sigue veloz dejando campos atrás. Al llegar a un cortijo que tenía un pozo en un huerto cercado
de tapia se para el auto para coger agua y todos bebemos. El agua es fresca y fina, ya se nota
la proximidad de la Sierra. A las once llegamos a Higuera de la Sierra, el terreno es como el
nuestro y nos parece que venimos para Cazalla, y la semejanza es más grande al llegar a
Aracena; pues se ve la Iglesia que casi es como la nuestra. A la una todos contentos y alegres
porque ya nos íbamos cansando de tanto auto, llegamos a Aracena.
JOSÉ RUBIO CAMARGO se detuvo en dar explicaciones de lo que habían visto en
Itálica y FELIPE ROJAS puso la nota humorística con su relato breve “Cosas de un niño algo
revoltoso”: Al llegar a las ruinas de Itálica y como el auto tenía que dar la vuelta por una
pendiente bastante pronunciada a orillas de un barranco le dije al chofer: Adolfito, ¡por Dios! ten
cuidado, no vaya a haber aquí dos ruinas: una la de Itálica y otra la nuestra si nos matas.
De la llegada a Aracena ENRIQUE PACHECO VALLEJO nos decía: Los aracenenses que
salían a las puertas y ventanas no parecían extrañarse mucho de nuestra presencia, ni
mostraban curiosidad como en los demás pueblos que atravesamos: deben sin duda, estar
muy acostumbrados a las visitas de los forasteros. Las calles principales son anchas y bonitas,
y están empedradas con unas piedrecitas blancas muy chicas que hacen un efecto muy bonito.
Parece algo más chico que Cazalla. Y CARMELO MARTÍN nos contaba cosas del almuerzo:
Al llegar a Aracena paramos en una plazoleta y un señor nos enseñó una venta. Al llegar a ella,
el mismo señor fue por pan y los Profesores nos pusieron en fila por el orden que traíamos en
el coche, dándonos, el pan, jamón, queso y dátiles; sacamos agua de un pozo que la tenía muy
fresca, y bebimos todos. Pasó un pobre, y yo le di cerca de medio pan que me quedó del día
anterior. Luego dijo D. Juan que nos montáramos en el coche, en el mismo orden que
traíamos, y marchamos a la gruta. Durante el almuerzo, estuvimos muy distraídos; formamos
un corro y nos pusimos a comer, deseando terminar para visitar la gruta, cuyo deseo nos llevó
a Aracena.
La descripción que nos hacen de la Gruta de las Maravillas es colorista, detallada y
extensa, con gran número de anécdotas como la recogida por GUILLERMO ÁLVAREZ DE
TOLEDO: Al llegar a la gruta, tuvimos que retrasar la entrada, por haberse apagado la luz a
causa de un plomo fundido. La entrada no parecía de una gruta; más bien de una casa. Al venir
el alumbrado entramos en ella en fila. Distintos alumnos se encargaban se enumerar las
bellezas de cada una de las estancias repletas de estalactitas, estalagmitas, cristales y luces.
MANUEL VERDUGO lo hacía del “Salón de las Pieles”; LUIS GALLARDO, con rica prosa, nos
introducía en la “Cristalería de Dios”; AMADOR ESQUIVEL GAGO en el “Salón de los
Garbanzos” observó una escena que no quiso dejar de reseñar: En este salón, una señora que
también lo visitaba, y como le diera miedo pasar por unos puentecitos que sobre el agua hay,
don Antonio muy gentilmente le dio la mano y la ayudó a pasar. CARLOS ROSENDO POZO
anotó sobre el “Lago de la Esmeralda”: En este precioso lago había una luz azul verdosa en su
fondo que le reflejaba y parece que estaba el agua en el techo. Las estalactitas forman flores y
tienen una altura muy elevada y hay una escalera muy peligrosa y también unas tablas
alrededor del lago por las que pasamos al salón de las Pieles, sobre estas tablas, como en las
escaleras, hay un pasamano de hierro; pero éste del lago está poco aislado y nos dio corriente
al tocarlo. MANUEL CONDE, lleno de imaginación, en la sala llamada la “Catedral de Lourdes”
vio: …Hay un lago y un león que parecía huir hacia abajo, y la cabeza de un borrego, que
parecía mirar hacia nosotros.
JOSÉ GARCÍA VILLALBA redactó las últimas líneas de la Despedida de Aracena: Al
salir de la Gruta, nuestros Maestros compraron unas anforitas muy monas, que allí venden, y
nosotros, unas estampitas (¿Quedará algún rastro de ellas en alguna casa de Cazalla?) con
vistas de los salones de las mismas. Seguidamente, subimos al coche que nos llevó a un café,
donde fuimos invitados cada uno a un café con galletas. Cuando acabamos subimos al coche,
y nos despedimos de Aracena cantando.
El nombre del autor, dicharachero, de los párrafos dedicados al Camino de vuelta a
Cazalla (que hicieron de un “tirón”) se lo comió la imprenta: Salimos de Aracena a las seis y
media de la tarde. Durante todo el camino, vinimos cantando, y Rojas que es el más revoltoso
de todos le rompió al ánfora que D. Antonio había comprado, un asa.
Paramos en Higuera de la Sierra, y pusimos dos telefonemas a Cazalla. D. José iba en
lo alto del coche, y se le voló el sombrero, con lo cual nos reímos mucho. Al llegar al Pedroso,
paramos para echarle agua al coche. Al llegar al cementerio, llamamos a los niños que estaban
dormidos, y empezamos a cantar. Cuando llegamos a Cazalla, eran ya las doce de la noche.
Nos despedimos de los Sres. Maestros, y dimos por terminada la Excursión, que tan bien
hemos llevado a cabo.
D. Antonio García Copado, Maestro Nacional, contribuyó a esta publicación con un
extenso poema, de ritmos y rimas modernistas, dedicado a la Gruta de las Maravillas.
D. José Rodríguez García, Maestro Nacional, hacía el balance final de esta notable
experiencia, y con profundas reflexiones sobre su significación y sobre los momentos históricos
por los que estaba pasando la educación en nuestro pueblo, se expresaba en estos términos:
El Ayuntamiento y el pueblo de Cazalla que tienen ansias de cultura se apresuraron a
coadyuvar a esta excursión hasta el extremo de que no solo se llevó a efecto con toda holgura;
sino que sobró dinero para hacer esta pequeña revista. Sólo un reducido número de señores y
señoras a quienes no pensaba referirme, ni lo hago con respecto a la materialidad del dinero,
se abstuvo de participar en la empresa. No puedo pasar en silencio la misión que atribuyen a la
escuela laica: ésta no es anticristiana: a ella acuden los niños de toda clase de creencias sin
que el Maestro moleste en lo más mínimo sus tiernos sentimientos, al contrario él cuida con
exquisita delicadeza de estimular las buenas acciones e inclinaciones del niño sin herir para
nada sus creencias, sean éstas las que sean. Lo que no puede hacer ni hace es dar
determinada dirección a esas ideas, cual sucede en las escuelas confesionales. Conste, pues,
a estos señores y señoras que las escuelas laicas no son anticristianas. Esto debe tenerlo en
cuenta el pueblo para atajar la propaganda que se viene haciendo por ciertas damas.
Los resultados de la excursión no es menester que yo los demuestre. A la vista tenéis los
relatos de los niños y por ellos podéis apreciar los conocimientos adquiridos. La observación en
unos, el fiel reflejo de la realidad en otros y en todos el contento y la alegría que como dice muy
bien don Juan: Solo los que tuvimos la dicha de compartir con ellos aquellas horas de
expansión pudimos apreciarlas.
Solo me resta dar las gracias al pueblo de Cazalla y a su ilustre Ayuntamiento no solo,
por la cooperación prestada ahora; sino por el gran interés que se están tomando en todas las
cuestiones que afectan a la enseñanza hasta el extremo de que, con la ayuda del Estado y el
Ayuntamiento, muy en breve se reorganizará la enseñanza con locales nuevos y material
moderno. Animo pues y adelante que los Maestros Nacionales sabremos todos corresponder a
los desvelos de los pueblos que tanto trabajan por procurarse instrucción.
Páginas por las que corrieron curiosidad y observación, imaginación, ensueño y poesía,
buen humor, admiración y asombro, propios de una edad y de una excepcional experiencia de
dos intensos y apretados días, llenos de lo nuevo en la vida de estos 25 alumnos, que
también tuvieron su correspondiente “lengua de las mariposas”.
Con mis sinceros agradecimientos a María Rivero y a José Rodríguez Escobar y a su
padre, por la generosidad en la aportación de la documentación manejada.
BIBLIOGRAFÍA:
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Algora Alba, Carlos (1996) “El Instituto-Escuela de Sevilla (1932-19369” Diputación de
Sevilla
Carmona Granado, Antonio y otros (2003) “Cazalla, un siglo de imágenes”. Asociación
Cultural de Cazalla José Mª Osuna. Cazalla de la Sierra.
Laporta, Francisco (1985) “Fundamentos de la pedagogía institucionalista”. Cuadernos
de Historia 16, Madrid.
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