Curso de postgrado en línea sobre Neurodesarrollo Infantil-juvenil Universidad San Carlos, Guatemala. Año académico 2013-14 Unidad V. Lección: Lenguaje y comunicación humana Conceptos generales y componentes del lenguaje Juan Narbona Universidad de Navarra. Pamplona, España 1.- Comunicación simbólica: Lenguaje, lengua, acto de habla. La semiótica, o semiología se ocupa de los signos en la comunicación humana. Un signo forma parte del código con el que se componen los mensajes entre el sujeto emisor y el receptor. Hay tres grandes grupos de signos: - iconos, que poseen alguna semejanza figurativa con el objeto representado (retrato, mapa, dibujo esquemático e incluso las onomatopeyas que, aun siendo palabras, funcionan icónicamente); - indicios, que no se parecen al objeto representado pero mantienen alguna relación con él (huellas en un camino, humo de un fuego, dolor característico de ciertas enfermedades, miradas, llanto de tristeza o de alegría); - símbolos, que representan convencionalmente al objeto sin ninguna relación o parecido con él (por ej.: banderas, cifras, el color de los vehículos de bomberos, las palabras). El lenguaje es la actividad comunicativa humana que utiliza un sistema intencional de signos arbitrarios (símbolos), articulados y lineales. Un acto de habla es la unidad de comunicación; implica que se dice algo (locución), con una determinado intención o propósito (ilocución) para conseguir, o no, el efecto comunicativo con alguien (perlocución). Por ejemplo: “no sé dónde he puesto mi cuaderno” (locución); encontrarlo (ilocución); lo que quiero es que me ayudes a el mensaje consigue, o no, que el interlocutor dé una pista acerca del cuaderno y/o que emprenda la búsqueda con su amigo (perlocución). 2 La lengua es, precisamente, el sistema de signos y de relaciones entre éstos que, por acuerdo social transmitido entre generaciones, se utiliza como clave de la comunicación verbal. Se estima que en el presente hay unas 5000 lenguas vivas en todo el mundo y que 1/3 de los hablantes utilizan dos o más lenguas, frecuentemente muy distintas entre sí, desde edad temprana. Signo lingüístico es el conjunto del significante articulado con un significado. A diferencia de las representaciones icónicas, de las onomatopeyas y de la mayoría de los gestos que acompañan la comunicación, se considera que el signo lingüístico es arbitrario porque no posee ninguna relación figurativa con la cosa significada, sino que es fruto de una convención social que se establece y evoluciona a través del tiempo: la relación de la forma sonora (o escrita) de las palabras con su(s) significado(s) no es directa, sino a través de dicho acuerdo social, implícito en cada lengua y asentado en las mentes de los hablantes. El habla es la realización física sonora del lenguaje. La locución de un mismo mensaje en el mismo idioma por dos sujetos diferentes puede contener variaciones sonoras dependiendo de cada hablante; estas variaciones, que afectan la fonética, la cadencia y la entonación del acto de habla, pueden ser normalmente debidas al medio geográfico-cultural distinto de los hablantes de esa misma lengua. También hay, de forma transitoria, un habla distinta en niños de corta edad con respecto a los mayores, por simplificación articulatoria (‘parler bebé’, dislalia madurativa normal). En patología, los trastornos del habla comprenden las dislalias persistentes más allá de la edad de 4 años y los problemas articulatorios (disartrias), aun estando intacto el dominio del lenguaje como código de comunicación. 2.- Estructura formal básica del lenguaje y de las lenguas La forma sonora (el ruido de las palabras) constituye el elemento significante del lenguaje en acto, mientras que el sentido que tal significante vehicula es su significado. Así, si se dijese, por ejemplo, ‘oblotasmo’ se emitiría una cadena acústica que podría sonar a castellano (ya que sigue las reglas fonológicas de esta lengua), pero, al no tener ningún significado, no constituiría signo lingüístico, se trataría de una pseudopalabra o logotoma. La repetición hablada o la lectura rápida de pseudopalabras se utilizan en clínica y en 3 experimentación para poner a prueba la habilidad fonológica oral y el automatismo de la lectura. Se afirma que el signo lingüístico es articulado y lineal porque está constituído por elementos que mantienen una unión móvil entre sí y porque cada elemento se relaciona con otros que le preceden o le siguen en la cadena sonora o escrita. En anatomía humana, articulación es, precisamente, la relación cambiante que existe, por ejemplo, entre los huesos y ligamentos de una rodilla, que no están rígidamente unidos entre sino que, por el contrario, continúan relacionados en distintas posiciones; este concepto visible de articulación puede ser aplicado a muchas otras cosas del mundo natural. En lingüística, la articulación es, precisamente la relación cambiable que existe entre los diversos elementos que constituyen los enunciados. Una primera articulación lingüística se da entre las palabras que forman frase: por ej., en “Jorge escribe una carta a María” el sujeto, el verbo, el objeto directo y el indirecto se relacionan con una determinada secuencia y un rol gramatical preciso; en esta primera articulación entre las palabras de la frase se pueden cambiar las relaciones y los roles y, por tanto, el significado, diciendo, por ej.: “María escribe una carta a Jorge”; cada una de estas dos oraciones, una vez construídas, quedan cerradas como signos lingüísticos diferentes. Una segunda articulación es la que existe entre los fonemas (ver más adelante el concepto de fonema) para constituir una palabra: [p-a-s-o]. Con los mismos fonemas, pero articulados en una secuencia distinta se puede formar otra palabra: [s-a-p-o] e incluso algunas pseudopalabras: [a-s-p-o], [p-sa-o] etc. Los posible cambios combinatorios no se dan sólo en el eje lineal del significante, como en los ejemplos anteriores, sino también en lo tocante al paradigma de las distintas palabras o de los fonemas que podrían ocupar, con resultado coherente, un determinado lugar en el conjunto; así, podrían constituirse distintos significantes, con idéntica estructura lineal, por ej.: “María da un dulce a Jorge”, “Julia da un pisotón a Jorge” etc. De forma análoga, en una palabra podemos sustituir los fonemas por otros del paradigma de vocales o de consonantes que se habían excluído antes; por ej.: ‘paso, ‘palo’, ‘pato’, ‘paro’, ‘pero’, `pelo’ etc. Las modificaciones de orden en el eje lineal del 4 significante se califican de sintagmáticas y las que implican oposición y exclusión de elementos intercambiables se califican como paradigmáticas. En clínica neurolingüística y fonoaudiológica tiene también mucha importancia la combinación espacio-temporal entre los rasgos sonoros que componen cada uno de los ruidos complejos reconocidos por los hablantes como fonemas, o unidades mínimas distintivas que pueden oponerse unas a otras y secuenciarse de diversas maneras para construir palabras. La combinatoria lingüística es una cuestión de economía y así, con muy escasos elementos diferenciadores (24 fonemas, en el español) se construyen varios miles de palabras; y con éstas, combinadas mediante unas cuantas reglas de sintaxis, puede emitirse infinidad de discursos y llenar los anaqueles de todas las bibliotecas. 3.-Dimensionas formales del lenguaje: fonología, léxico, sintaxis. 3.1.- Fonética y fonología Como acaba de decir más arriba, los fonemas son las unidades sonoras mínimas diferenciables por los hablantes de una lengua en la estructura de las palabras. Son generados por la relación que establecen los elementos móviles del aparato productor físico de estos ruidos del habla. Así, los fonemas vocálicos en español se distinguen entre sí mediante rasgos dependientes del grado de apertura de la boca (cerradas /i/, /u/; abierta /a/; apertura media /e/, /o/) y de la localización resonante en el canal linguo-palatal de la boca: anterior (/i/, /e/, media /a/ o posterior /o/, /u/. La producción de los fonemas consonánticos, en cambio, implica la conjunción de otros rasgos: el punto de articulación (bilabial, interdental, labio-dental, linguo-dental, linguo-alveolar, palatal), el modo de articulación (oclusivo, fricativo, africado, vibrante, lateral, nasalizado) y el efecto de vibración laríngea, que está presente en todas las vocales y la mayoría de consonantes (fonemas sonoros) excepto /ch/, /? = z/ /t/, /k/, /x/, /f/, /s/ (fonemas sordos). En ciertas lenguas, como el chino y otras de Extremo Oriente, a los rasgos fonéticos aquí comentados se añade el tono (agudo a grave) como constituyente diferenciador de los diferentes fonemas; en otras lenguas, como el árabe, un sonido por golpe glótico no seguido de articulación tiene valor fonético y fonológico. 5 El aspecto físico-acústico de los ruidos del habla es estudiado por la fonética, mientras que el rol desempeñado por los fonemas al constituir palabras en la mente de los hablantes constituye el objeto de la fonología. La consciencia fonológica es el meta-conocimiento que un hablante posee de los diferentes ruidos (fonemas) y de su secuenciación en el seno de las palabras, así como de los hiatos (silencios) que se interponen entre las palabras de una frase. Este meta-análisis de la producción acústico-verbal tuvo una importancia decisiva cuando, por primera vez hace unos 4500 años, el hombre del Medio Oriente logró inventar la escritura fonética (escritura cuneiforme mesopotámica, escritura hebrea), que dieron origen a los diveresos sistemas de escritura actuales. Otros sistemas de comunicación gráfica, en cambio, utilizaban dibujos icónicos para perennizar el conocimiento, pero no representaban el sonido de las palabras. Es preciso señalar la relevancia actual de la consciencia fonológica en el proceso de aprendizaje de la lectura y de la escritura durante la niñez o la edad adulta, para la correcta adquisición de la correspondencia entre el lenguaje hablado y el escrito. 3.2.- Léxico El léxico es el conjunto de significantes (formas fonológicas) con su(s) significado(s) respectivos. El vocabulario es el léxico que un determinado sujeto utiliza en la vertiente expresiva. Cada sujeto posee un almacén lexical en su memoria explícita para acceder a él cuando se trata de comprender el significado de ua palabra, frase o discurso. La palabra es la unidad mínima con significado, es el signo lingüístico mínimo. En gramática se distingue el concepto de morfema, que lleva al límite este concepto de mínima unidad de significante con significado: se distinguen: el morfema-raíz o semema (por ej.: papel, susto) que, de por sí constituye una palabra plena con un campo de significados relativamente estrecho y preciso; el morfema léxico, que precede (prefijo) o sigue (sufijo) a la raíz y especifica más el significado de la palabra (por ej.: papelería , asustadizo etc.); el morfema gramatical, que se añade a la raíz y la completa (por ej., en las conjugaciones verbales: asustaba, asustará); hay palabras con pura función gramatical (por ej.: y, con, él). 6 3.2.-Sintaxis El orden temporal y la relación funcional entre las palabras de una oración es la sintaxis. Se usa el término morfosintaxis para incluir también los morfemas léxicos y gramaticales que afectan a los monemas raíz (conjugaciones de los verbos, negación, plural, género etc.) pero en adelante aquí se usará el término sintaxis para designar el conjunto de los accidentes gramaticales en una frase. La sintaxis es, como se decía más arriba, la segunda articulación o engarce flexible entre palabras dentro de la frase. Al igual que la fonología, la sintaxis de una determinada lengua sigue unas reglas convencionales cuya aplicación y reconocimiento se hacen de forma automática y sin especial esfuerzo consciente si los sujetos receptor y emisor del los actos de habla poseen tal lengua de forma plena. Así, la fonología y la sintaxis forman parte de los aprendizajes implícitos procedimentales que facilitan una comunicación verbal ágil. La sintaxis hace referencia a unos significados por sí misma pero no es independiente del significado de cada una de las palabras que componen la oración: una determinada estructura gramatical reclama unas determinadas palabras, y también a la inversa, para que la frase tenga sentido. 4.- Dimensiones funcionales del lenguaje El uso del lenguaje es cognitivo (semántico) y pragmático (comunicativo). El significado de los actos de habla puede ser literal (explícito) o inferencial (implícito). Generalmente el sentido literal (que se contiene en los diccionarios), aunque es bastante preciso, es mucho menos rico que el sentido inferencial: éste último tiene en cuenta el contexto en el que se emiten y se reciben los actos de habla y las supuestos propósitos y conocimientos previos de los interlocutores. Casi siempre, en el lenguaje oral y en el escrito, el significado inferencial o implícito va mucho más allá de lo que estrictamente se escucha, lee, dice o escribe. El uso semántico del lenguaje tiene un rol importante de apoyo a la organización del pensamiento y ofrece un marco para la conceptualización y la adquisición de nuevos conocimientos (función matética). La capacidad de coherencia central (paso de los detalles del mensaje a su significado global, y a la inversa) y la comprobación de verosimilitud forman parte de la función 7 cognitiva del lenguaje. La capacidad intelectual general, la memoria operativa, la memoria de largo plazo declarativa y la atención intervienen de manera relevante en esta función cognitiva verbal. El uso comunicativo (pragmático) del lenguaje se apoya en el análisis del discurso pero también en las miradas, gestos y actitudes corporales de los interlocutores, y en las convenciones privadas previamente establecidas entre interlocutores que se conocen entre sí. Como se verá en la correspondiente lección, la pragmática es requisito para el desarrollo normal del código verbal como instrumento simbólico de comunicación, y acompaña la adquisición de los aspectos formales de éste. 5.- Anotación sobre bases neurales del lenguaje. Aunque la actividad lingüística implica a todo el cerebro, las estructuras perisilvianas del hemisferio cerebral izquierdo constituyen un subsistema con especial jerarquía en el manejo fonológico, morfosintáctico y lexical del lenguaje. Las investigaciones mediante resonancia magnética funcional durante tareas lingüísticas muestran que en niños escolares e incluso en lactantes de muy pocos meses, el hemisferio izquierdo posee una especial disposición innata para procesar el lenguaje desde el principio de su desarrollo, independientemente de la dominancia manual e incluso tras lesiones de hemisferio izquierdo adquiridas en época temprana de la vida. Las áreas de Wernicke (témporo-parietal) y de Broca (frontal) se relacionan entre sí mediante redes axónicas corticales y subcorticales (fascículo arqueado y circuitos córtico-estrío-tálamo-corticales). Por su parte, las estructuras homólogas del hemisferio derecho (y las prefrontales de ambos hemisferios) poseen mayor implicación en la atención, la coherencia, la adecuación contextual y, en general, las cualidades socio-emocionales del lenguaje. A su vez, las estructuras perisilvianas izquierdas están conectadas ampliamente con el sistema ejecutivo, con los sistemas de memoria y de reconocimiento visual (lecto-escritura) y, en suma, con el conjunto del funcionalismo neurocognitivo. No poseen suficiente fundamento científico los diagnósticos psicopedagógicos de ‘dominancia cerebral cruzada entre los ojos y la mano’, ni las correspondientes metodologías de intervención para ‘corregir’ dicha supuesta disfunción en caso de anomalías del desarrollo del lenguaje oral o escrito. De 8 hecho, la dominancia manual natural es independiente de la dominancia hemisférica cerebral para el lenguaje; la mayoría de los zurdos naturales poseen dominancia hemisférica izquierda para el lenguaje, al igual que los diestros; por otra parte, aunque las manos tienen funciones independientes entre sí, la mirada es un acto conjunto de ambos ojos en la que domina el ojo hacia donde se dirige la mirada (bajo la orden del hemisferio opuesto) y el oro ojo le sigue, cuando la mirada es conjugada. Sólo en caso de lesión temprana del hemisferio izquierdo (parálisis cerebral hemiparética derecha), la extremidad superior izquierda se hace dominante de forma forzada a causa de la ineficacia motriz del miembro derecho; aun en estos casos, la integración cerebral del lenguaje se puede conservar sobre las áreas hemisféricas izquierdas indemnes en torno a la lesión, o repartir la tarea con áreas homólogas del hemisferio derecho en algunos casos, al perderse la inhibición que sobre éste último ejerce normalmente el hemisferio naturalmente dominante. Cosa similar sucede en caso de lesión temprana demostrable con otras funciones (viso-espaciales, atencionales etc.) que también poseen naturalmente un asiento dominante, en este caso, sobr el hemisferio derecho. Bibliografía Lázaro F, Tusón V. Lengua española. Madrid: Anaya, 1992. Este manual da una visión completa del español desde la perspectiva funcional. Narbona J, Fernández S. Bases neurobiológicas del desarrollo del lenguaje. En Narbona J, Chevrie-Muller C (eds.) El lenguaje del niño. Desarrollo normal, evaluación y trastornos. 2ª edición. Barcelona: Masson, 2001. pp 3-28. En esta misma obra es útil también psicolingüística, pp 411-114. consultar el Glosario de lingüística y