foro de la nueva sociedad

Anuncio
Don Francisco Rubio Llorente, Presidente del Consejo de Estado
Señor Presidente del Tribunal Supremo y Consejo General del Poder Judicial, señor
Fiscal General del Reino, compañeros del Consejo de Estado, Consejeros y Letrados,
amigos y amigas.
Muchas gracias a Enrique Múgica por esta presentación, en el que sino he entendido
mal me ha atribuido entre otros méritos el de haber sido fundamento del consenso de los
primeros tiempos de la Constitución. Y otras exageraciones, exageraciones que se
deben sin duda al afecto que viene de una ya larga y vieja relación entre los dos, y
quizás también de la fraternidad explicable entre septuagenarios todavía al servicio del
Estado.
El Consejo de Estado no es un órgano político, no es un órgano que tome decisiones,
que actúe por iniciativa propia, sino sólo en respuesta a solicitudes ajenas. Por eso, creo
que cabe decir del Consejo de Estado, como se dice en los tribunales, igual que los
jueces deben hablar sólo a través de sus autos y sentencias, el Consejo de Estado debe
hablar sólo a través de sus dictámenes y sus informes; que ha de ser una institución no
secreta, por supuesto, pero si discreta, que rehuya de los protagonismos, que actúe
siempre en segunda línea.
Pese a ello me ven ustedes hoy aquí, cediendo a las reiteradas invitaciones de socios del
Fórum de la Nueva Economía, o de la Nueva Sociedad, que ya no sé como se llama, sin
mala conciencia, porque pienso que aún siendo las cosas como les digo, aún siendo el
Consejo una institución que tiene un deber de discreción, conviene de vez en cuando
recordarle a la sociedad su existencia, no para recordarle su existencia en si misma, sino
para recordar que el Consejo es una institución cuya naturaleza y cuyo procedimiento
está lleno de matices más o menos sutiles, que es necesario tener en cuenta para no sólo
valorar críticamente su actividad, sino también para apreciar la aportación que esa
actividad hace a nuestra vida pública a la obra del Gobierno en general.
Porque el Consejo de Estado es una institución absolutamente singular, absolutamente
singular en el mundo. La denominación de Consejo de Estado cubre instituciones de
muy diverso género en América y en Europa. Saben ustedes que en algunos estados de
la unión norteamericana, el Consejo de Estado, el Council of State, es el órgano
ejecutivo por antonomasia, un órgano ejecutivo mixto de presidencialismo y de régimen
parlamentario de gabinete, que existe en algunos estados como reflejo de la democracia
draconiana, democracia draconiana integrante en la ciudad, primera mitad del siglo
XIX. Instalada, como digo, en varios estados, por ejemplo, en Carolina del Norte.
En Cuba, el Consejo de Estado es un órgano que se encuentra entre el legislativo y
ejecutivo, que cumple las dos funciones de la delimitación permanente española, pero
también las funciones legislativas, una especie de jefatura de estado colectiva, la teoría
de decir algo como el Soviet Supremo de la URSS.
En Europa, la denominación Consejo de Estado, sobre todo en la Europa Occidental
porque en la Oriental es otra cosa, se aplica generalmente, hay funciones que ejercen la
jurisdicción contencioso administrativa. Son el órgano supremo de lo que nosotros
llamamos jurisdicción contencioso administrativa.
1
Este fue también el modelo, el que después de algunos avatares, porque el Consejo de
Estado en nuestro derecho hay ya en la Constitución de las Cortes, que fue la
Constitución de 1812, y sigue existiendo también con el mismo nombre. Y es que el
modelo francés de ahora donde la jurisdicción contencioso administrativa que tiene
lateralmente funciones consultivas, es también el que adopta el Consejo de Estado
español a partir de 1860, con esta condición, por decirlo así, típica del continente
europeo, que dura relativamente poco, cuando la ley de la jurisdicción contencioso
administrativa de Santa María de Paredes, que es sino recuerdo mal en el 85, el Consejo
de Estado pierde la mayor parte de sus funciones jurisdiccionales, le quedan algunos
vestigios, y estos vestigios desaparecen con la Ley Maura de 1904. Y desde 1904, el
Consejo de Estado es un órgano exclusivamente consultivo, consultivo
jurisdiccionalmente.
Y en este sentido, como les decía, un órgano absolutamente singular, sin paralelo en el
mundo, por lo menos sin paralelo en el mundo hasta hace un par de años, cuando el
Consejo de Estado de Luxemburgo ha perdido también sus funciones jurisdiccionales, y
se ha quedado como nuestro Consejo de Estado, como un órgano puramente consultivo.
No tan solo en el mundo, puesto que dentro de nuestras fronteras han crecido sus
licitaciones, y 16 de nuestras 17 Comunidades Autónomas han creado órganos
consultivos con funciones análogas a las del Consejo de Estado, de manera que
podemos decir que hoy día en España es la mayor potencia en órganos consultivos del
mundo entero.
Bien, en cuanto a la estructura del Consejo de Estado, básicamente esta estructura viene
establecida por la Ley Maura de 1904, a la que me acabo de referir. Esta ley la que
establece una distinción neta entre una comisión, comisión permanente, y el pleno, el
pleno que tiene funciones diversas, con posiciones diversas a lo largo del tiempo. En un
primer momento estaba integrado sólo por ex Ministros, sobre todo en la época de
Primo de Rivera, una composición, se le da presencia a corporaciones, entre otras por
ejemplo al sindicato y al Consejo de Estado. Pero la estructura básica con la distinción
de la institución permanente y pleno viene de 1904.
En la actualidad, como saben ustedes, el Consejo de Estado está consagrado por la
Constitución, por el artículo 107 que la define como un órgano supremo, órgano
consultivo del Gobierno. Supremo porque es el último, no quiere decirse, en la
definición que el diccionario de la Academia da del Consejo de Estado, es en este
sentido equívoco, “el Consejo de Estado es el que se ocupa de los asuntos, el que
entiende de los asuntos graves e importantes de la vida del Estado”.
No es así. Hay muchos asuntos graves importantes en la vida del Estado que no son
consultados al Consejo. El Consejo es supremo, porque después de él, el Gobierno no
puede acudir a ninguna otra consulta institucional.
En cumplimiento de lo dispuesto en la Constitución, la Ley Orgánica de 1980, regula el
Consejo de Estado, y es esta ley modificada por la otra ley orgánica en el 2004, la Ley
orgánica 3/2004, la que fija la composición y la estructura del Consejo.
En cuanto a la composición el Consejo, está integrado por tres clases de Consejeros:
2
1. Los consejeros permanentes, que son nombrados por el Gobierno a título
vitalicio.
2. Los consejeros natos, que lo son en razón del cargo que ocupan.
3. Y los consejeros electivos nombrados por el Gobierno, con un mandato de
cuatro años indefinidamente renovables.
La ley de 2004 introdujo dos figuras nuevas, que no han tenido mucho éxito en la
práctica. Una, la de los consejeros natos vitalicios, que ofrece a todos los ex Presidentes
del Gobierno. Son consejeros natos vitalicios, con un estatus semejante o análogo a la
de los consejeros permanentes, pero que sin embargo no tienen más función que las
propias de los consejeros electivos.
Y, como saben ustedes también, en esta condición se han incorporado al Consejo de
Estado dos ex Presidentes del Gobierno, pero los dos por poco tiempo.
El primero, don José María Aznar, que estuvo poco más de un año, abandonó el
Consejo por incompatibilidad, aceptó funciones incompatibles con la condición de
consejero neto vitalicio. Y en otro, don Leopoldo Calvo Sotelo, que retrasó su entrada
en el Consejo en más de una vez, hasta abandonar todas las funciones de las que pudiera
derivarse incompatibilidad, pero una vez incorporado al Consejo estuvo en él poco
tiempo, se lo llevó la muerte.
Otra innovación que en la composición del Consejo introdujo con la Ley del 2004, fue
la de reservar dos puestos de consejeros electivos a ex Presidentes de Comunidades
Autónomas que hubiesen ocupado el cargo al menos durante ocho años.
Esta innovación se introduce a consecuencia de una enmienda presentada por el Partido
Nacionalista Vasco, y su éxito ha sido muy, muy escaso. El único ex Presidente de
Comunidad Autónoma que ha aprovechado esta oportunidad para incorporarse al
Consejo fue don José Bono, y la aprovechó sólo durante el tiempo que vivió entre el
abandono del Ministerio de Defensa y la reincorporación a la vida política activa.
Esto en cuanto a la composición de la estructura del Consejo, los órganos de trabajo del
Consejo, como saben ustedes son: el pleno, las comisiones y las secciones.
Hay dos comisiones: la comisión permanente y la comisión de estudios.
La comisión permanente está integrada por los consejeros que tienen esta condición,
que se sin duda es donde es la pieza central de la vida del Consejo.
La comisión permanente tiene una participación activa en la dirección y la concepción
del Consejo, pero sobre todo es la que elabora los dictámenes, cuyos proyectos me
vienen de las secciones correspondientes. Elabora los dictámenes, los aprueba en la
mayor parte de los casos, y los propone al pleno en los pocos casos en los que los
dictámenes son de una competencia del pleno.
Es, sin duda, la pieza central del Consejo, como les he dicho, y la que les da sus rasgos
más característico, esto le hace ser una institución integrada por miembros, que ocupan
3
el puesto con carácter vitalicio. Es decir, que sólo lo pueden abandonar por la muerte o
por renuncio.
Por esto es comprensible que la media de edad de la comisión permanente sea muy alta,
muy por encima de los 70 años. Y aunque no pueda alegrarme sobre esto, y aunque sea
por supuesto un juicio de parte interesada, creo que es una característica plausible no
sólo por aquello de que lo viejo del Consejo, sino porque también esta condición hace
que los miembros de la comisión permanente tengan una capacidad de distanciamiento
de los acontecimientos, una capacidad de neutralidad, que hace que sea indispensable
para que el Consejo desarrolle con éxito las funciones que se le han atribuido.
La comisión de estudio, por último, está integrada por dos consejeros de cada uno de las
tres clases, (permanentes, natos y electivos), que son nombrados por tiempo de dos años
por el pleno, a propuesta del Presidente.
El pleno está integrado, como saben, por los miembros del Consejo, pero tiene un
conjunto, un ámbito competencial relativamente pequeño, son básicamente los
anteproyectos de ley que han de dictar incumplimiento en función de tratados
internacionales, o tratados de derecho europeo, la prestación en la hacienda pública, y
unos pocos casos más.
Pero lo que es importante subrayar, es que el Consejo, el pleno, trabaja siempre a partir
de una ponencia previamente aprobada por la comisión permanente, lo cual de alguna
manera condiciona la libertad de acción, digamos, del pleno, pero esto sería cuestión de
otras consideraciones.
Por último, los órganos del trabajo del Consejo se apoyan sobre un sólido cimiento
funcionarial, un sólido funcionamiento que tiene una capa muy notoria, muy fuerte y
muy importante, que es la del cuerpo de letrados, que viene definida desde 1860.
Es uno de los cuerpos más antiguos de la administración española, y los letrados
preparan los borradores, o proyectos de dictámenes, que después deben ser deliberados
y reprobados por la correspondiente sección, van a la comisión permanente después de
exponerlo al pleno, son también los letrados los que preparan los proyectos de estudios
e informes, sobre los que trabaja después la comisión de estudios, aunque en este caso
se ha pedido ocasionalmente colaboración a algún experto ajeno al Consejo.
Y hay, por último, porque los letrados no se ocupan de las funciones de administración
central, hay también un cuerpo, y no poco importante, de funcionarios de diversos
cuerpos, funcionarios de empleo, que llevan a cabo las tareas, la administración
ordinaria del Consejo. En total somos 133 personas los que trabajamos en esa
institución.
¿Qué ha hecho esta institución durante los últimos tiempos, durante la pasada legislatura
y lo que llevamos de la presente? Esto es lo que voy a explicarles, el comienzo por los
llamados estudios e informes.
La reforma de 2004, atribuye al Consejo la capacidad de elaborar los estudios e
informes que el Gobierno le encomiende, o que el Consejo por iniciativa propia decida
4
acometer. Por iniciativa propia, el Consejo no ha llegado a acometer ninguno, y creo
que tiene que pensárselo mucho antes del uso de esa facultad.
Pero en este tiempo, aproximadamente cuatro años desde su creación, ha elaborado
cinco informes importantes, más de uno por año.
Tres de ellos han sido editados en forma de libro, y son bastante conocidos, me ocuparé
después de ellos. Pero hay otros dos que no han sido editados en forma de libros, y en
consecuencia son escasamente conocidos, sin embargo son informes de una
extraordinaria calidad técnica, que se ocupa de problemas de enorme trascendencia
práctica, y muy considerable complejidad jurídica, pero eso sí también sobre temas
esotéricos muy lejanos de las preocupaciones de la opinión pública.
Los dos están muy conectados directamente con el problema de protección del medio
ambiente. Uno de ellos es un informe sobre la debilitación de competencias sobre
hábitats y especies marinas protegidas.
No pueden ustedes imaginar, les invito que lo vean en la página web del Consejo, la
complejidad del problema en el que se mezclan normas internacionales, normas de
derechos externos, y desde luego normas de derechos internos, la debilitación de
competencias entre el Estado, en el sentido estricto del término, y las Comunidades
Autónomas en materia de fondo marino y de protección del medio ambiente, y sobre
especies marinas protegidas, es un esquema de una inacabable complejidad.
Es también muy importante desde el punto de vista práctico y teórico, el segundo de los
informes de este género, que ha sido publicado en forma de libro, y que ha sido acabado
en julio de este año. Tiene un título paradójico, se llama “Un informe sobre la pesca
ilegal y no documentada, y no reglamentada”.
Se ha elaborado al hilo, y al mismo tiempo que se elaboraba el reglamento comunitario
correspondiente, el reglamento comunitario 2005-2008, porque, y está destinado este
informe a preparar, aconsejar y sugerir las medidas tanto orgánicas como normativas
necesarias, para poner en práctica las obligaciones que nos impone este reglamento
comunitario.
Dicho en términos muy generales, el problema de la pesca ilegal, no documentada y no
reglamentada, es el problema de la pesca que llevan a cabo en alta mar barcos de
cualquier bandera, pero con la pesca para venderlo, esa pesca tiene que venderse
después en puertos, venderlo en puertos de los países de la Unión Europea. Y esa
relación entre los pescadores, que no me atrevo a llamar piratas, dadas las
connotaciones que tiene hoy en día. Y la pesca europea plantea problemas muy
complejos, y como les decía, extraordinariamente importantes desde el punto de vista
práctico.
Estos informes han quedado bastante al margen de la opinión, están publicados sólo en
la página web del Consejo, aparte de las publicaciones ocasionalmente para uso interno,
hayan podido hacer los departamentos ministeriales interesados.
Pero aparte de estos temas, hay otros informes que si han sido editados en forma de
libros, son el informe sobre las propuestas de reforma constitucional que el Gobierno
5
incorpora a su programa en el año 2004. El informe sobre la incorporación de la
inserción del derecho europeo en el derecho interno español, y el informe sobre las
propuestas de reforma del sistema electoral general.
Como les digo, estos tres informes han sido publicados entre el Consejo y el Centro de
Estudios Constitucionales, incorporan no sólo el informe del Consejo, entre estos
informes del Consejo, sino también las ponencias que se han presentado en las jornadas
sobre el correspondiente tema, que en los tres casos se ha celebrado en el Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, a petición del Consejo de Estado y con nuestra
colaboración.
El contenido de estos tres informes me parece que es harto conocido. El primero de
ellos, como les digo, analiza los problemas implícitos en las tres propuestas de
reformas, cuatro propuestas de reformas, que el Gobierno sugería, la modificación en el
sistema de sucesión del trono, la incorporación a la dotación de una base constitucional
a la incorporación de España a la Comunidad Europea, o a la Unión Europea, los
problemas anejos a la incorporación del nombre de las Comunidades Autónomas al
texto constitucional. Y por último, la reforma del Senado para hacer realidad la
vocación que la Constitución le atribuye de ser Cámara de representación territorial.
El segundo de los grandes informes publicados, el informe sobre la inserción del
derecho europeo en el derecho interno español, es, a mi juicio, es difícil o casi yo les
diría el más crítico de los tres, porque analiza, como nunca antes se había hecho a mi
juicio, la complejidad de los problema que implica desde el punto de vista jurídico, la
incorporación de España a las comunidades europeas, la respuesta que a esos problema
se le ha dado tanto desde el punto de vista orgánico como desde el punto de vista
normativo. Y se sugieren los cambios que habría que hacer, digamos, en los terrenos, el
orgánico y el normativo, para fortalecer el papel de España en la preparación de las
normas europeas, y asegurar la aplicación correcta en España, con el Estado y con las
Comunidades Autónomas, de la normativa europea.
Por último, el informe sobre la propuesta de reforma electoral. En este caso la solicitud
del Gobierno nos pedía que estudiásemos las propuestas de reformas hechas en las dos
últimas legislaturas en sede parlamentaria o en los programas de los partidos, o si
hubieran tenido un apoyo sensible en la doctrina académica, pero que estudiáramos su
factibilidad sin alteración del marco constitucional.
El Consejo ha hecho aquí una labor que a mí me parece muy buena, y ha analizado
básicamente las propuestas de reforma sobre el régimen de participación de extranjeros
residentes en España en elecciones municipales, los muchos problemas que entrañan
también la participación de los españoles no residentes en España en las elecciones
nacionales, los llamados residentes ausentes, los problemas que entraña el sistema
electoral del Congreso de los Diputados, quizás lo que más interesa a la opinión, los
problemas derivados de la circunscripción electoral en las elecciones para el Parlamento
Europeo, propuesta a la elección del alcalde. Y después un sinnúmero de gestiones
relativamente, aunque sólo relativamente menores, en relación con la administración
electoral, formación del censo electoral, posibilidad de fraude en la inscripción al censo
electoral, publicidad en las campañas, llamada publicidad institucional, la condición de
publicar encuestas esos días que preceden a la elección, el voto electrónico, etc., etc.
6
Yo, pero repito que mi juicio es un juicio interesado que someto a cualquier otro mejor
formado en derecho y en razón, creo que son unos excelentes informes.
Y desde luego no me siento frustrado en modo alguno, por el hecho de que esos
informes no hayan dado lugar inmediatamente a ninguna acción para poner en práctica
sus recomendaciones.
No esperaba otra cosa, pero no creo por ello que quepa pensar que estos informes son
un ejercicio de utilidad.
Estos informes han cumplido ya su función de sentar la base necesaria para un debate
racional, cuando las condiciones políticas hagan posible abrir este debate sobre
problemas que son reales, y que son inexcusables. Y que son reales e inexcusables, no
porque el Consejo de Estado lo haya dicho, sino porque el Gobierno se los ha planteado
como problema.
La definición de estas cuestiones como cuestiones problemáticas, que antes o después
será necesario abordar, lo ha hecho el Gobierno al plantear la pregunta al Consejo. Y la
respuesta que ha dado el Consejo, el Consejo lo ha dado, y yo creo que sino la
autoridad, al menos la inmensa mayoría de los políticos piensa, que la respuesta que ha
dado el Consejo es el punto de partida necesario para un debate serio sobre estos
problemas.
Incluso en el único voto particular que hubo, realmente hubo dos creo, dos votos
particulares y un voto, digamos en unos de los votos particulares que se hizo frente al
informe del Consejo de Estado sobre la reforma constitucional, en el que firmaba don
José María Aznar, se aceptaba esta afirmación que acaba de hacer, el informe es un
informe excelente, que será necesariamente punto de partida obligado para cualquier
reflexión sobre el tema, se basaba en otras razones de carácter puramente político, no en
reservas frente a la calidad del juicio.
Bien, esta es una actividad en cierto modo novedosa del Consejo de Estado, la actividad
tradicional, la más importante modelicamente y quizás también políticamente, y
administrativamente, es la emisión de dictámenes.
Como órgano consultivo para dictaminar sobre las propuestas de actos administrativos,
o de proyectos de disposiciones desde distinto rango, el Consejo de Estado actúa no sólo
como órgano consultivo del Gobierno, sino también como órgano consultivo de la
Comunidad de Cantabria. Y hasta el mes de septiembre pasado, también como órgano
consultivo de la Comunidad de Madrid.
Como les señalaba al comienzo, a raíz de una sentencia del Tribunal Constitucional, no
me acuerdo si de 1987, la mayor parte de las Comunidades Autónomas comenzaron a
adoptarse en órganos consultivos propios para realizar las funciones que la legislación,
las leyes vigentes imponen de consultar al Consejo de Estado en determinadas
ocasiones.
La han hecho ya, como les decía, todas las Comunidades Autónomas, algunas incluso
generando otros órganos con funciones semejantes. La Comunidad de Madrid no lo
hizo hasta el mes de septiembre pasado, y la Comunidad de Cantabria sigue sin hacerlo,
7
decisión que yo debo juzgar, desde luego si algún juicio pudiera hacer, felicitarla por su
decisión de no crear otro órgano.
Bien,…en las consultas que se hace en el Consejo de Estado son muy diversas, pero
cabe agruparlas en dos conjuntos distintos.
Uno, el numéricamente más numeroso, perdón por la redundancia, y numéricamente
mayor es el de las consultas sobre actos administrativos. Actos administrativos a su vez
de muy diversa naturaleza, aunque la inmensa mayoría de ellos son actos
administrativos de respuesta a reclamaciones por daños causados por el funcionamiento
de la Administración o de la Administración de Justicia.
El grupo más pequeño es el de dictámenes que versan sobre proyectos de disposición.
Anteproyecto de ley, proyecto de reglamentos, incluso de órdenes ministeriales.
La actividad del Consejo en este ámbito, como fuente de dictámenes, es muy intensa.
Emitió 2.456 dictámenes en 2007; 2.191 en 2008; y en lo que va de año llevamos ya
1.691.
Como les decía, la mayor parte de ellos versan sobre actos de administración, de los
2.456 en el 2007, 2.053 fueron sobre actos, y sólo 403, es decir aproximadamente el
16%, el 16,5, sobre disposiciones normativas. En el 2008, de los 2.191, 1.903 fueron
sobre actos, y sólo 288 sobre disposiciones normativas. Y en lo que va de año, de los
1.691, sólo 275, el 16 y pico por ciento, han sido sobre disposiciones normativas.
A mi juicio, en un estado de derecho en el que actualmente disfrutamos, con una
jurisdicción contencioso administrativa de competencias amplísimas y muy potente,
esta función del Consejo de Estado, como control previo, por así decir, de los actos
administrativos, tiene menos importancia en el pasado, y quizás debería pensarse en
restringirla, pero sobre ese tema hablaré después.
Bien, entonces los dictámenes del Consejo no son en ningún caso vinculantes para el
Gobierno. Y es necesario que sea así. Si los dictámenes del Consejo fueran
vinculantes, el Consejo no sería un órgano consultivo, sino co-decisor.
Y en cuanto a su contenido, los fiscales han de examinar las normas desde el punto de
vista de su adecuación a la constitucionalidad y a su funcionamiento, y relaciona a que
estamentos de oportunidad cuando el Consejo, el Gobierno lo pida o lo reconozca el
asunto lo requiera.
Esta distinción entre dictámenes de legalidad, consideraciones de legalidad y
consideraciones de mera posibilidad, es mi juicio escasamente útil, porque todas las
consideraciones que hace el Consejo son consideraciones jurídicas, y en esto decidir lo
que es estricta legalidad o no estricta legalidad, es muy difícil. Más utilidad tiene una
distinción que también establece el reglamento entre obligaciones y consideraciones a
las que el Consejo atribuye carácter esencial, y otras a las que no atribuye tal carácter.
Las primeras, que son aquellas que se basan en la afirmación de que esa norma tal como
está carece de base constitucional o de base legal, han de ser tenidas en cuenta por el
8
órgano consultante, y si no se las acepta la disposición puede adoptarse sólo oído el
Consejo de Estado.
Para que la disposición pueda adoptarse de acuerdo con el Consejo de Estado, es
necesario que se tomen en cuenta todas las consideraciones de carácter esencial.
Por último, dos palabras sobre la publicidad. Los dictámenes del Consejo también, éste
es un rasgo peculiar del Consejo de Estado.
El Consejo de Estado francés, los dictámenes del Consejo de Estado francés, cuando
tienen, actúan en función consultiva, no se pueden publicar sin previa autorización del
Gobierno. Y de hecho raramente se publican.
Los dictámenes del Consejo de Estado español se hacen públicos tan pronto como el
Gobierno ha tomado una decisión sobre la norma a consultar.
Seguimos con atención las referencias del Consejo de Ministros, y una vez que el
Consejo de Ministros ha tomado una decisión de la norma, de manera que la publicidad
del dictamen no pueda estorbar la libertad de acción del Gobierno, el texto del dictamen
es colocado en la página web del Consejo.
Creo que éste es un elemento también muy a tener en cuenta, en cuanto a la utilidad de
los dictámenes del Consejo para la formación de la opinión pública.
Tenía dos palabras finales sobre cuál debía ser el futuro del Consejo, si me permite el
moderador sólo dos palabras.
Primero, reducir el trabajo del Consejo en la emisión de dictámenes sobre actos
administrativos. Una función cuya eficacia no me parece importante, de la que se
podría prescindir sin grave daño. Incrementar en consecuencia la función del Consejo,
el ámbito competencial del Consejo para la emisión de dictámenes, sobre proyecto de
disposiciones, incrementando el número de dictámenes preceptivos en este campo.
Y por último, atribuyendo al Consejo una función que hoy nadie cumple, y sin la cual,
sin llevar a cabo la cual, podemos acabar todos ahogados en unos ordenamientos
gigantescos, integrados por un número de crecientes de normas, no sé ya si el
nombramiento español forma parte ya más de 150.000 disposiciones diversas, de
normas difícilmente encontrables, cuya presencia es una amenaza para el ingenio y una
ocasión de lucro para el desaprensivo, normas que no siempre son coherentes entre sí,
que son repetitivas, etc., etc.
Es decir, la depuración del ordenamiento necesaria en una situación de inflación
legislativa como la que vivimos en España y en el resto de los países europeos, la
necesidad de esta depuración juntando textos únicos de una u otra manera todas las
normas que regulan una determinada materia, eliminando las normas contradictorias,
etc., etc., etc., es, a mi juicio, una de las funciones que el Consejo debería realizar en el
futuro.
Y nada más. Algunas cosas quedan sin decir, pero el tiempo es el tiempo.
9
Descargar