La leyenda de las cuevas del cerro del Chiquihuite (Atlixco – Puebla, Mexico – Escrito recopilado por epoxrdlowas12 de relatos.cz.cc) Cuenta la leyenda que hace muchos años vivía un hombre con sus padres, él y su familia eran ricos pero después de hacer algunos malos negocios habían venido a menos. El hombre con el paso de los años, ya con sus padres muertos, se dedicó a mal gastar el dinero que le habían heredado. Esta pequeña fortuna se la acabo rápidamente con sus amigos, pues mientras tenía dinero, no faltaba alguien quien compartir una buena botella. Además de ser constantemente acompañado de alguna dama que le diera sus caricias. Pero el tiempo de la riqueza paso, y sus amigos con los que tantas veces compartió tragos, ya ni si quiera parecían conocerlo. Las damas que normalmente lo acompañaban ya ni siquiera sonreían al verlo. Y alguna que otra le daba una bofetada o le lanzaban un escupitajo en la cara. Al final ya solo le quedaban algunas tierras que no tenían ningún valor más que el de la tierra misma. El hombre empobrecido y humillado se dice que huyo para los cerros. Seguramente se había ido para el cerro del Chiquihuite, y que como era uno de los cerros que tenía cuevas seguramente se refugió en el para cubrirse de las lluvias. En ese tiempo se decía que en esas cuevas, llamadas cuevas del Encanto era común que se perdiese la gente, o que los incautos que se refugiaban hay salían corriendo del lugar porque se escuchaban lamentos. Es que seguramente sería la entrada al mismísimo infierno. Pero eso era lo que se decía pero realmente pocos lo creían. Después de un tiempo, aquel hombre regreso pero regreso bien vestido y con mucho dinero que gastar. Nuevamente regreso a las cantinas, pero no tanto para emborracharse, como para darse el gusto de humillar a todo el que estuviese en ellas. Además con el dinero hiso nuevamente productivas sus tierras, y prontamente su hacienda llamada “hacienda de Xihuacan”. Competía con las ya productivas haciendas de San Mateo, San Agustín, la Alfonsina, San Diego, Xochicihuatl .. y demás haciendas de la región, que aun que eran pequeñas en extensión si las comparamos con las haciendas del resto de puebla. Pero a pesar de eso eran igual o más productivas, por el clima privilegiado que tienen Atlixco. La “hacienda de Xihuacan”, se caracterizaba de todas las demás por tener un creciente rebaño de mulas, las cuales a menudo eran pastadas en las cercanías del cerro del Chiquihuite. Curiosamente sus cuidadores no duraban mucho en el trabajo, se decía que se iban a otro lado, a conseguir un trabajo mejor pagado o huían a los cerros, Al perdérseles una mula. Porque el patrón era muy cruel, y que cuando alguno de sus peones perdía un animal o echaba perder semillas, cultivos o cualquier otra cosa. Además de cobrárselo lo azotaba con el chicote que usaba para arrear el caballo. Razón por la cual tenía que recontratar seguido gente para cuidar sus mulas. Se cuenta en una ocasión uno de sus trabajadores vio que una de las mulas que cuidaba huía hacia el cerro del Chiquihuite, Pero que el trabajador por más que la correteo no logro alcanzarla, por lo que decido volver con el resto de animales para que no se le perdiese otro. Pero al explicarle esto al patrón, igual lo azoto y apunto el costo de la mula a su salario, posiblemente pasarían años para que aquel trabajador terminase de pagarla. Así que el trabajador siguió cuidando a las mulas junto a otro peón. Pero a pesar de ser ahora dos los cuidadores no tardó mucho en huir otra mula hacia el cerro. Pero esta vez seguiría a la mula hasta darle alcance y poder traerla de vuelta mientras el otro hombre cuidase a las demás. Y así aquel trabajador persiguió al animal, el cual cruzo a gran velocidad todo el cerro hasta que se metió a la cueva del encanto. Hay el trabajador se metió a la cueva con la certeza de tener acorralado al animal. Sin embargo se llenó de sorpresa al ver un resplandor, como de fuego y al seguir aquel resplandor encontró a la mula que ya hacia bastantes días se había perdido, acompañada de la mula que estaba persiguiendo. Además cada una estaba a un lado del patrón que se encontraba encadenado. Tenía una fuerte y gruesa cadena atada a cada extremidad incluso al cuello, las cuales además de atraparlo lo estiraban en direcciones opuestas lo que evidenciaba que estaba siendo sometido a un intenso tormento. Sin embargo el patrón al notar la presencia del trabajador, le recrimino el que estuviese hay y no cuidando sus mulas. A lo que el trabajador se disculpó, y muy aprisa dijo que estaba buscando a la mula. El Patrón le hiso prometer a aquel trabajador que nunca diría lo que había visto en aquella cueva, y lo corrió fuera de cueva con toda clase de insultos. El trabajador aterrado ante la siniestra visión corrió hacia donde estaban los demás animales y el otro trabajador. El cual al verlo le pregunto por la mula, pero no recibió la respuesta esperada, si no gritos que le ordenaban que preparase todo para volver a la hacienda. Y asi sin dar más explicación, que cuando llegasen a la hacienda le daría razón del por qué tan abrupto regreso. Una vez aquel hombre más calmado pero no por eso menos asombrado, rompió la promesa de no contar lo visto en aquella cueva. Y conto a su esposa y amigos, como había encontrado a su patrón, encadenado y rodeado por fuego. Además de que el cuerpo del patrón no se veía sólido, si no que estaba medio transparente, como si se tratase de un espíritu o fantasma. El hombre después de algunos tés y limpias para curarlo de espanto, volvió a cuidar de aquellas mulas. Pero al poco tiempo fue encontrado muerto. Parecía como si aquel pobre hombre, hubiese sido molido a patadas por todas las mulas que cuidaba. La esposa y amigos aterrorizados estaban seguros que aquella extraña muerte estaba relacionada, con lo que había visto en aquella cueva. Por lo que enojados y atemorizados decidieron seguir al patrón. Y así averiguar que era aquello que estaba en aquella cueva maldita. Los trabajadores descubrieron que el patrón viajaba al cerro por un túnel y por eso nadie lo veía ir hasta allá. Además vieron qué el patrón se metía a la cueva que estaba alumbrada por una extraña luz. Y aunque ninguno tuvo el valor para entrar, dedujeron que lo que había visto el recién fallecido no era otra cosa más que el alma del patrón. Y que este había entregado su alma al Diablo a cambio de riquezas. Riquezas que le eran entregadas en aquella cueva, por lo que tenía que acudir con frecuencia por más. Pero que para que recibiese más y más riquezas, el patrón tenía que entregar más almas. Y que esas almas eran las de todos aquellos trabajadores que creían que habían huido, para que no les cobrasen los animales. Por lo que todos los trabajadores decidieron abandonar la hacienda y dejar al patrón con sus animales y el diablo. No paso mucho tiempo en que la hacienda, ya sin trabajadores se fuese cayendo a pedazos, quedando hoy en día más que una que otra barda. Sin que se supiese más del patrón o de sus malditos animales. Se dice que aquellas mulas, no eran más que demonios que para escapar del fuego del infierno se disfrazaban de mulas. Otros dicen que esas mulas eran los trabajadores malditos que se habían perdido, y que sus almas estaban encadenadas junto a las del patrón. La verdad es que los habitantes del lugar no entran a la cueva del encanto, y si tienen que cruzar frente a ella se persignan para que no les salga ningún fantasma o demonio.