ACCIDENTES Y ENFERMEDADES INCULPABLES ~ CONTRATO DE TRABAJO ~ DESPIDO ~ DESPIDO SIN CAUSA ~ DISCRIMINACION ~ RELACION DE CAUSALIDAD Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, sala III Fecha: 20/03/2009 Partes: Sasso, Raimundo Daniel c. Toyota Argentina S.A. s/despido Publicado en: La Ley Online Hechos: El actor intimó a su empleadora por el pago de diferencias salariales y comunicó que formularía denuncia en el Ministerio de Trabajo por graves infracciones laborales, la demanda le comunicó que prescindía de sus servicios. El actor entendió que el despido obedeció a una actitud discriminatorio y entabló demanda laboral. El juez a-quo sostuvo que la decisión de despedir sin invocación de causa luego de una intimación del trabajador no se observa ni más ni menos dañosa que otros supuestos de despido incausado y no permite inferir que deba ser indemnizado de manera distinta. Contra dicha decisión ambas partes interpusieron recurso de apelación. La Cámara confirmo la sentencia en lo principal que decide. Sumarios: 1. Si bien el trabajador sostuvo que el despido decidido por la empleadora era discriminatorio en tanto tuvo su origen en su actividad gremial, dado que no probó haber sido delegado gremial resulta acreditado que se trata de un despido incausado que queda reparado con las indemnizaciones que establece la Ley de Contrato de Trabajo. 2. Aún cuando se encuentre acreditado que el trabajador se hallaba sometido a largas horas de trabajo, no existe prueba que acredite la relación causal o concausal con la enfermedad que padece —en el caso, dislipidemia— en tanto el perito médico informó que una de las causales que da origen es el tabaquismo y el accionante fuma desde los quince años, por lo que existía un facto preexistente. Texto Completo: 2ª Instancia. — Buenos Aires, marzo 20 de 2009 El Doctor Guibourg dijo: Contra la sentencia de primera instancia se alzan ambas partes, mediante los memoriales de fs. 1216/1228, fs. 1237/1246 y fs. 1252/1253, con réplica a fs. 1259/1268, fs. 1272/1276 y fs. 1282/1286. La perito contadora y la perito psicóloga, a fs. 1224 y fs. 1247, respectivamente, apelan sus honorarios por bajos. El actor se queja porque se rechaza la indemnización por despido discriminatorio, por el monto de condena de las diferencias salariales, porque el juez omite tratar la dispilidemia y la disfunción sexual, por el monto por el que prosperan el daño material y el daño moral y por la regulación de honorarios. Solicita que se ordene publicar la sentencia. La demandada, por su parte, se queja porque se hace lugar a las diferencias salariales, al daño material, al daño psicológico y al daño moral, por la imposición de costas y por la regulación de honorarios. También apela, a fs. 1252/1253, la resolución de fs. 1211. © Thomson La Ley 1 El actor reclama por un despido discriminatorio y sostiene que quedó demostrado que los reiterados reclamos que culminaron con la remisión de la carta documento del 2 de agosto de 2006 fueron el detonante del despido directo, toda vez que exhibían la actividad gremial del actor en defensa de los derechos de los choferes, categoría administrativa no reconocida por el convenio aplicable a la empresa de automotores. Aduce que la actividad gremial, canalizada a través de los diversos reclamos y reuniones con el sindicato SMATA, fue la causa real del despido. El juez entiende que la decisión de despedir sin invocación de causa luego de una intimación del trabajador no se observa ni más ni menos dañosa que otros supuestos de despido incausado y no permite inferir que deba ser indemnizado de manera distinta. El accionante sostiene en la demanda que el 2 de agosto de 2006 intimó a la demandada por el pago de diferencias salariales y comunicó que formularía denuncia ante el Ministerio de Trabajo por graves infracciones laborales por cada trabajador afectado. La demandada le contestó el 4 de agosto, donde le comunicó que prescindía de sus servicios. Entiende que el despido obedeció a una actitud discriminatoria y aclara que los tres trabajadores que reclamaron sus derechos fueron despedidos. Refiere que cada vez que realizaba algún tipo de reclamo le contestaban "si seguís jodiendo te vas a quedar sin trabajo" o "querés perder el laburo, cortala y no te quejes". A mi juicio, corresponde mantener lo decidido en la anterior instancia. En efecto, no encuentro elemento alguno que indique que el despido del actor fue un acto discriminatorio. Por el contrario, resulta acreditado que el despido fue incausado y por ende, merecedor de una sanción (pago de una indemnización tarifada). El artículo 14 bis de la Constitución Nacional establece el principio protector al disponer que el trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes y enumera una serie de derechos y garantías para el trabajador, entre las cuales se encuentra la protección contra el despido arbitrario, que se traduce en el pago de las indemnizaciones correspondientes. En el caso de autos, el despido sin causa del actor quedó reparado con las indemnizaciones que establece la Ley de Contrato de Trabajo, por lo que debe mantenerse lo decidido en la anterior instancia. Si bien el recurrente sostiene que el despido tuvo origen en su actividad gremial en defensa de los derechos de sus compañeros, no invocó ni probó haber sido delegado del personal de la demandada. Sin perjuicio de ello, de las testimoniales surge que el reclamo ante la demandada lo hizo en beneficio propio. Trataré las quejas del actor y de la demandada conjuntamente, en cuanto a las enfermedades que padece Sasso. El actor se queja porque el juez de grado entiende que la dispilidemia padecida no guarda relación causal o concausal con las tareas desarrolladas para la demandada. El perito médico informa que en el examen de preingreso del 11.12.97 no se investigó el metabolismo lípido. En el examen médico del 9.8.99 se detectó una Colesterolemia de 337 mg/dI y Colesterol LDL de 273mg/dI. En los sucesivos exámenes anuales se comprobó esta situación. El estrés crónico y el tabaquismo, como el caso del actor, son causas ampliamente aceptadas en la génesis de esta disfunción metabólica. El actor fuma desde los 15 años, de 20 a 40 cigarrillos por día desde los 25 años. Esta adicción es anterior a su ingreso a la demandada (fs. 1069). © Thomson La Ley 2 Aun cuando se encuentre acreditado que el actor se hallaba sometido a largas horas de trabajo, no existe prueba que acredite la relación causal o concausal con la dislipidemia. En efecto, el perito médico informa que una de las causales que le da origen es el tabaquismo y el accionante fuma desde los quince años. Por tal motivo, resulta evidente que la enfermedad no guarda relación con el trabajo, ya que existía un factor preexistente al momento de ingresar a la demandada. Respecto de los trastornos sexuales, el perito médico informa que existe pérdida de la libido, niega necesidades sexuales, condición no comprobable pero verosímil por la historia personal del actor, el estado de perturbación emocional detectado en el examen psicofísico y en el informe psicodiagnóstico (fs. 1070). Esta dificultad tampoco puede ser vinculada con las tareas desarrolladas para la demandada, pues si bien la testigo P. (fs. 727/730) declara que el actor estaba muy nervioso y tenía dificultades en las relaciones con su pareja y sus hijos, lo cierto es que no comenzó un tratamiento por problemas de horarios, por lo que mal puede el recurrente sostener que se encuentra acreditado el nexo causal o concausal entre la dolencia y el trabajo cuando la profesional no pudo evaluar la patología. La demandada se queja porque se tiene por acreditado que el trastorno psicológico se encuentra vinculado con las tareas que realizaba el accionante. Sostiene que el perito psicólogo fundó su informe en manifestaciones que le hizo Sasso. El perito médico legista informa que el accionante padece ansiedad y depresión, trastornos del sueño, de tipo entrecortado, se despierta sin recordar su contenido y en estado de inquietud general. El cuadro presentado por el actor puede encuadrarse como un TEPT (trastorno por estrés postraumático), parcial, de evolución crónica (los síntomas duran más de tres meses) y grado moderado o como una reacción vivencial anormal neurótica, de grado II-III (fs. 1071/1077). La perito psicóloga informa que para el análisis de las entrevistas psicodiagnósticas utilizó una serie de test y exámenes psicológicos, de alta confiabilidad y consensuados por la comunidad científica, que permiten llegar a conclusiones precisas. Se han utilizado técnicas para descartar simulación, se ha comprobado que el actor no cumple con los criterios diagnósticos de las clasificaciones internacionales del Manual DSM IV y para el Trastorno Ficticio (código F68.1) y no aparecen signos de simulación en las pruebas utilizadas para la evaluación (fs. 920). De la prueba testimonial surge: "que el actor era chofer del director de finanzas, que primero fue Hisokawa, después fue Yaski y el tercero Ito, el actor llevaba al directivo a la planta de Zárate, luego iba a cargar nafta y volvía a la planta a hacer trámites bancarios, que nunca se sabía el horario de salida porque había cenas todos los días, que los sábados y domingos se pasaban en el golf y había que ir a buscarlos a la casa, que había que llevarlos a fiestas y a karaokes o night clubs, que el chofer debía estar a disposición al lado del auto, que por orden de Recursos Humanos los choferes no podía comer ni descansar en el auto, que debían estar pendientes de los directivos quienes tenían mucha agresividad y soberbia, que Recursos Humanos les dio un memo donde decía cuál era la vestimenta, que debían estar siempre parados al lado del coche, constaban las prohibiciones y si se equivocaban era humillante el trato que les daban, que no les permitían tomarse los catorce días de vacaciones que les correspondían, solo les daban siete días, que una vez el actor había alquilado una casa para irse de vacaciones y cuando tenían todo listo le negaron las vacaciones pese a que había personal para reemplazarlo, que cuando los directivos salían de los restaurantes estaban tomados porque mezclaban bebidas, vino, cerveza, que cuando © Thomson La Ley 3 llovía y el actor no estaba en la puerta todo era agresividad, si el chofer hacía una frenada por cualquier motivo los agredían verbalmente, los ofendían, les gritaban en la oreja, les golpeaban en el asiento de atrás, que el actor estaba muy angustiado por el mal trato (ver declaraciones de Pintos, fs. 656/665, de Ceol, fs. 732/735 y de Straschenco, fs. 769/775). Del análisis de la prueba mencionada surge claramente que el actor fue sometido a presiones que derivaron en la enfermedad psicológica detectada por el perito. En efecto, los testigos fueron contestes en describir cómo era el ambiente de trabajo, las presiones a que eran sometidos y el trato recibido. Existen evidencias que acreditan que el actor, mientras trabajó para la demandada, estuvo sometido a tensiones nerviosas excesivas o a sobreexigencias de carácter estresante, lo que puede admitirse como elemento concreto de imputación de responsabilidad de la accionada. Las declaraciones testimoniales han sido analizadas a la luz de la sana crítica y, por ser coincidentes y concordantes, les reconozco plena eficacia probatoria. Sin embargo, distinto es mi criterio en relación a la lumbosacrociatalgia y cervicalgia, toda vez que el perito médico legista informa que son enfermedades de muchos años de evolución y comenzaron a los veinte años, cuando el actor trabajaba en una maderera (fs. 1069). En cuanto al porcentaje de incapacidad otorgado, observo que el juez de grado, luego de un análisis de la causa, se aparta de lo dictaminado por los peritos y otorga en concepto de incapacidad psíquica 20 % de la total obrera. Sobre este punto, la recurrente nada dice, ya que se limita a cuestionar el porcentaje dado por el perito médico legista (25 %), por lo que este segmento de la queja debe declararse desierto (artículo 116 de la LO). Respecto del pedido de pase al Cuerpo Médico Forense, debo señalar que es facultad del Tribunal recurrir a este resorte cuando existen dudas sobre los exámenes realizados, circunstancia que no se da en autos, por lo que debe desestimarse lo solicitado por la demandada. En cuanto a la valoración de las tareas, cabe poner de resalto que, si bien los testigos tienen juicio pendiente con la demandada, aquella circunstancia no basta para descalificar los testimonios, que en todo caso corresponderá apreciar con mayor rigurosidad pero no desechar, pues no se trata de testigos excluidos. Asimismo debe tenerse en cuenta que los sucesos laborales se dan en una comunidad de trabajo y, por eso, quienes participan de ella son los que pueden aportar datos al respecto, de tal modo que en muchas ocasiones la prueba testimonial constituye el único elemento de convicción para esclarecer la cuestión en debate (en sentido análogo, SD Nro. 82.546 del 17.8.01, "Sosa Arnaldo c/ Somisa s/ ley 9688", SD Nro. 87141 del 28.9.2005 "Valdemarín, Estela María c/ Siembra Seguros de Vida S.A.", del registro de esta Sala). Si bien los únicos que estaban en el coche eran el directivo de la accionada y el actor (chofer) los testigos que declararon realizaban las mismas tareas que el accionante y conocen la modalidad de trabajo, por lo que sus declaraciones tienen suficiente valor probatorio (artículos 90 de la LO y 386 del CPCCN). Las partes se quejan por la suma que el juez otorga en concepto de reparación integral. La demandada destaca que el juez no precisa cuál es el mecanismo para determinar el monto de condena. El actor, por su parte, solicita se tenga en cuenta lo resuelto en el caso "Méndez" de esta sala. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha resuelto que cuando la víctima resulta disminuida en sus aptitudes físicas o psíquicas en forma permanente, esta incapacidad debe © Thomson La Ley 4 ser objeto de reparación, al margen de lo que puede corresponder por el menoscabo de la actividad productiva y por el daño moral, ya que la integridad física tiene por sí misma un valor indemnizable y su lesión comprende a más de aquella actividad económica, diversos aspectos de la personalidad que hacen al ámbito doméstico, cultural o social con la consiguiente frustración del desarrollo pleno de la vida (Fallos: 315:2834; 321:1124; 322:1792). También ha dicho el alto Tribunal que, cuando la víctima resulta disminuida en sus aptitudes tanto físicas como psíquicas, la incapacidad debe ser reparada en la medida en que asuma la condición de permanente (Fallos: 315: 2834; 321:1124; 322:1792; S. 36 XXXI, "Sitja y Balbastro, Juan Ramón c/ Provincia de La Rioja y otro s/ daños y perjuicios", sentencia del 27 de mayo de 2003). Debe tenerse en cuenta el perjuicio mental y afectivo del actor: desazón, sensación de disminución, frustraciones, incomodidad y dificultades para desempeñarse en los más diversos aspectos de la vida. Para establecer la reparación, tomo en cuenta la incapacidad que presenta el trabajador (20 % de la total obrera con carácter permanente según lo resuelto precedentemente; la edad que tenía al momento de sufrir el infortunio (40 años) y el ingreso de $ 6.937,24, por lo que el resultado asciende a $ 395.561,81 El daño moral es un rubro distinto del material. No tiene directa relación numérica con éste, por lo que la pretensión de estimarlo en porcentaje del lucro cesante carece de fundamento racional. Para fijar su cuantía debe tenerse en cuenta la evolución de las lesiones que constan en las historias clínicas, así como la incapacidad resultante en cuanto ella trae presuntivamente aparejados perjuicios extrapatrimoniales. Como consecuencia de tal apreciación, estimo equitativo el fijado por el juez de grado, por lo que corresponde su confirmación. La demandada se queja por la condena a pagar los gastos psicológicos. El perito médico psicólogo recomienda la realización de un tratamiento psicológico individual con el propósito de evitar un agravamiento. Este tratamiento deberá tener una extensión de por lo menos tres años con una frecuencia de dos veces por semana durante el primer año y luego dos años con una frecuencia de una vez por semana (fs. 933). Es criterio de esta sala que resulta improcedente indemnizar el daño psíquico o psicológico y el tratamiento respectivo, ya que debe concederse uno u otro cuando la psicoterapia tiene probabilidades serias de remitir la patología psíquica derivada del accidente, ya que de otra forma se duplicaría el resarcimiento (en sentido análogo SD N° 86.023 del 16.7.04, en autos "García, Ricardo c/ Alto Paraná S.A. y otro s/ accidente – ley 9.688", del registro de esta Sala). En consecuencia, corresponde revocar lo decidido en la anterior instancia y rechazar el rubro en estudio. Ante el resultado al que se arriba, resulta innecesario tratar lo solicitado por el accionante en cuanto al pedido de publicación de la sentencia solicitado por el actor. La queja por los honorarios será analizada luego de tratar los agravios de la demandada. La accionada se queja por el progreso de las diferencias salariales y alega que al actor se le pagaba una suma en concepto de "dedicación exclusiva" para el caso que debiera quedarse desde las 17 hasta las 20. © Thomson La Ley 5 A mi juicio, corresponde mantener lo decidido en la anterior instancia toda vez que con la prueba testimonial quedó acreditado que el demandante cumplía un horario que excedía de las 20. En efecto, Straschenco (fs. 765/768) declara que a veces se iban a las 22 y a veces a las 2 del día siguiente, lo que se encuentra corroborado con el reconocimiento de la documental obrante a fs. 392/393 por parte del testigo Liva (fs. 769/775). A mayor abundamiento, destaco que este testigo declara que "si un día los llamaban a las 15 de un domingo o un sábado a las 22, debían ir a atenderlos". Nótese que la demandada alega que el actor percibía un rubro denominado "dedicación exclusiva" por el horario cumplido de 17 a 20, pero en la testimonial mencionada se observa claramente que la jornada se extendía más allá de las 20, incluso los fines de semana. En consecuencia, debe mantenerse lo decidido en la anterior instancia. La demandada se queja porque se rechazan las defensas de falta de legitimación y prescripción, pero este recurso resulta extemporáneo, toda vez que la recurrente se notificó de la sentencia definitiva el 15 de octubre de 2008, según cédula de fs. 1213 y el recurso fue deducido el 29 de octubre (ver cargo de fs. 1253). En virtud de lo expuesto, corresponde modificar lo decidido en la anterior instancia, condenar a la demandada a abonar la suma de $ 395.561,81 por daño material y rechazar la condena de $ 21.000 en concepto de gastos psicológicos. Ante el nuevo resultado del litigio y en virtud de lo normado por el art. 279 CPCC, corresponde dejar sin efecto la imposición de costas y las regulaciones de honorarios practicadas en la instancia anterior y encarar su determinación en forma originaria. Las costas de ambas instancias serán soportadas en 30 % a cargo del actor y en 70 % a cargo de la demandada (artículo 68 del CPCCN). Teniendo en cuenta el monto de condena, la calidad y a la extensión de las tareas desempeñadas por los profesionales y por el experto interviniente y lo dispuesto por las normas arancelarias vigentes, propongo regular los honorarios de primera instancia, para la representación y el patrocinio letrado de las partes actora y demandada y para los peritos médico, psicólogo y contador en 16 %, 13 %, 6 %, 5 % y 5 %, respectivamente, a calcular sobre el monto de condena y sus intereses. Corresponde regular los honorarios de alzada de los presentantes de fs. 1216/1228 y fs. 1237/1246 en 30 %, para cada uno de ellos, de lo que les corresponda por su actuación en la anterior instancia. En relación con la adición del IVA a los honorarios regulados, esta Sala ha decidido en la sentencia 65.569 del 27 de septiembre de 1993, en autos "Quiroga, Rodolfo c/Autolatina Argentina S.A. s/ accidente-ley 9688", que el impuesto al valor agregado es indirecto y por lo tanto grava el consumo y no la ganancia, por lo que debe calcularse su porcentaje, que estará a cargo de quien deba retribuir la labor profesional. En el mismo sentido se ha pronunciado la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa "Compañía General de Combustibles S.A. s/recurso de apelación" (C.181 XXIV del 16 de junio de 1993), al sostener "que no admitir que el importe del impuesto al valor agregado integre las costas del juicio – adicionárselo a los honorarios regulados- implicaría desnaturalizar la aplicación del referido tributo, pues la gabela incidiría directamente sobre la renta del profesional, en oposición al modo como el legislador concibió el funcionamiento del impuesto". © Thomson La Ley 6 Ante lo expuesto, en caso de tratarse de responsables inscriptos, deberá adicionarse a las sumas fijadas en concepto de honorarios de los profesionales actuantes en autos el impuesto al valor agregado, que estará a cargo de quien debe retribuir la labor profesional. Voto en consecuencia, para que se confirme la sentencia en lo principal que decide y ha sido materia de agravios. Propongo que se modifique el monto de condena respecto de la indemnización por daños y perjuicios y se eleve a $ 485.561,81 ($ 395.561,81 + $ 90.000), con más los intereses fijados en la instancia previa. Propicio rechazar el reclamo por gastos psicológicos. También propongo dejar sin efecto la imposición de costas y la regulación de honorarios e imponer las primeras, por ambas instancias, en 30 % a cargo del actor y en 70 % a cargo de la demandada. Propicio regular los honorarios de primera instancia para la representación y el patrocinio letrado de las partes actora y demandada y para los peritos medico, psicólogo y contador en 16 %, 13 %, 6 %, 5 % y 5 %, respectivamente, a calcular sobre el monto de condena y sus intereses. Corresponde regular los honorarios de alzada de los presentantes de fs. 1216/1228 y fs. 1237/1246 en 30 %, para cada uno de ellos, de lo que les corresponda por su actuación en la anterior instancia. En caso de tratarse de responsables inscriptos, deberá adicionarse a las sumas fijadas en concepto de honorarios de los profesionales actuantes en autos el impuesto al valor agregado, que estará a cargo de quien debe retribuir la labor profesional. La Doctora Porta dijo: Que por compartir sus fundamentos, adhiero al voto que antecede. Por todo ello, el Tribunal RESUELVE: I. Confirmar la sentencia en lo principal que decide y ha sido materia de agravios. II. Modificar el monto de condena respecto de la indemnización por daños y perjuicios y elevarlo a $ 485.561,81 ($ 395.561,81 + $ 90.000), con más los intereses fijados en la instancia previa. III. Rechazar el reclamo por gastos psicológicos. IV. Dejar sin efecto la imposición de costas y la regulación de honorarios e imponer las primeras, por ambas instancias, en 30 % a cargo del actor y en 70 % a cargo de la demandada. V. Regular los honorarios de primera instancia para la representación y el patrocinio letrado de las partes actora y demandada y para los peritos medico, psicólogo y contador en 16 %, 13 %, 6 %, 5 % y 5 %, respectivamente, a calcular sobre el monto de condena y sus intereses. VI. Regular los honorarios de alzada de los presentantes de fs. 1216/1228 y fs. 1237/1246 en 30 %, para cada uno de ellos, de lo que les corresponda por su actuación en la anterior instancia. En caso de tratarse de responsables inscriptos, deberá adicionarse a las sumas fijadas en concepto de honorarios de los profesionales actuantes en autos el impuesto al valor agregado, que estará a cargo de quien debe retribuir la labor profesional. — Elsa Porta. — Ricardo A. Guibourg © Thomson La Ley 7