Impacto de los medios masivos de comunicación en la dinámica

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Impacto de los medios masivos de comunicación en la dinámica familiar
Impacto de los medios masivos de comunicación
en la dinámica familiar*
Impact of mass media in family dynamics
Marina Martínez - Wendy Pérez Frías - Dadiana Solano**
Corporación Universitaria de la Costa CUC, Barranquilla, Colombia
Artículo de reflexión / Recibido: Octubre de 2010 / Revisado: Noviembre de 2010 / Aceptado: Enero de 2011
Resumen
Abstract
El presente artículo surge de la reflexión de las estudiantes que con orientación de la docente a cargo de la asignatura, revisan la postura de diversos
autores sobre el impacto que ha tenido la llegada
de las nuevas tecnologías de la comunicación sobre la dinámica familiar, cómo éstas transforman
las prácticas de crianza, así como los riesgos y desafíos que enfrentan los padres en el ejercicio de
su rol.
This article comes from the reflection of the students with guidance from the teacher in charge of
the course. They reviewed the position of various
authors about the impact it has had the advent
of new communication technologies on family dynamics, how they transform parenting practices, as
well as the risks and challenges facing parents in
exercising their role.
Palabras clave
Familia, socialización, pautas de crianza, nuevas
tecnologías de la información, comunicación en el
hogar.
Keywords
Family, socialization, parenting patterns, new technologies of information, communication at home.
* Artículo de reflexión producto de la asignatura Psicología Social Aplicada II. Unidad temática: Psicología de la Familia.
** Correspondencia: mmartine21@cuc.edu.co, wperez2@cuc.edu.co, dsolano3@cuc.edu.co
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Desde el enfoque sistémico, la familia se concibe
como un sistema conformado por unidades, organizadas e interdependientes, que se orientan
y vinculan por unas reglas de comportamiento y
funciones dinámicas, que interactúan e intercambian información entre ellas y con el exterior (Andolfi, 1991).
“El origen de la Familia, la Propiedad Privada y el
Estado”. Las principales fuentes de cambio recaen
en la dinámica económica de las sociedades, la
implantación de distintas ideologías, la religión y
quizás una de las más importantes, la introducción
de nuevas tecnologías en la vida cotidiana de sus
integrantes.
Este sistema, ha sido durante mucho tiempo considerado como el núcleo primario de socialización.
Algunas definiciones centradas en los roles y el
vínculo entre ellos, la proponen como un grupo
de personas relacionadas, con posiciones diferenciadas como las de marido y mujer, padre e hijo,
tío y sobrino, entre otros, que cumplen las funciones necesarias para asegurar la supervivencia del
grupo familiar, entiéndase la reproducción, la socialización de los niños y la gratificación emocional
(Musitu & Gracia, 2000).
En la actualidad, la implicación de los avances tecnológicos en el ámbito de las relaciones familiares
ha tendido a modificar significativamente las formas de interacción de cada uno de sus miembros,
su cotidianidad, sus modos de socialización y sobre todo, sus maneras de responder al medio.
La socialización es el proceso por el cual se transmite la cultura, los valores y los comportamientos
sociales a los miembros de la sociedad, los cuales
adquieren conocimientos específicos y desarrollan las habilidades necesarias para participar en
la vida social y adaptarse a las formas de comportamiento organizado que caracterizan a una
sociedad determinada (Abela, 2003). Gracias a la
socialización las familias logran introducir un nuevo individuo en la sociedad, así como la sociedad
en el individuo, por medio de la asunción de las
normas, haciendo de él un miembro participativo
del grupo (Abela, 2003).
Tenorio y Sampson (s. f.) realizan una descripción
de las formas de socialización de la familia colombiana antes de los años 50, caracterizadas por
la expectativa de respeto y disciplina que debían
aprenderse a partir de la primera infancia. Los niños no debían dirigir la palabra a los adultos, sino
cuando éstos les hablaran, ni podían entrometerse
en la conversación de los mayores. No existía la
televisión y los niños pequeños que podían tener
la oportunidad de jugar se entretenían al aire libre,
en los solares y campos o con pocos juguetes generalmente fabricados artesanalmente o por ellos
mismos: carros, pelotas y muñecas.
En las acciones cotidianas de los individuos se
destacan algunos rasgos estables de su particular
proceso de socialización, aunque gran parte de su
comportamiento se transformará por los cambios
ocasionados en la interacción con el ambiente de
trabajo, la educación, los espacios que habitan,
las costumbres y demás campos de la vida diaria
(Aguirre, 2000).
Evidentemente el concepto de niño y de crianza
era muy distinto al actual, razón por la cual esto
contrasta con la cotidianidad de las familias hoy,
especialmente en el espacio urbano, donde una
gran parte de padres y madres se encuentran inmersos en su actividad laboral, propiciando el aumento de niños y adolescentes que se desarrollan
con una gran influencia de los nuevos agentes de
socialización, como son la televisión, la internet y
demás medios masivos de comunicación. Además, el hogar se ha convertido un lugar de gran
concentración de estas nuevas tecnologías de la
información.
Esta situación de interacción con múltiples factores, ha hecho que la familia como grupo humano
y sus formas de relación, hayan sufrido diversas
modificaciones a lo largo de la historia, tal como
lo propone Engels (1980) en su reconocida obra
Existe una perspectiva que tiende a categorizar
de manera negativa la influencia de los medios de
comunicación y su impacto en las dinámicas sociales de actualidad. Su crítica principal radica en
que estos irrumpen en el tiempo de comunicación
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de las familias, deteriorando el diálogo y el intercambio de sentimientos y experiencias entre los
familiares. Así mismo se les critica de incentivar en
las nuevas generaciones la cultura del consumo y
de promover la violencia.
Gallo (2005) afirma que los cambios de la cultura
actual han creado un nuevo contexto, en donde
los individuos han tenido que enfrentarse a nuevas maneras de vincularse en lo social y un ejemplo claro de ello es la Web Wide World. En este
sentido, Santa María (2006) destaca que sin duda
alguna los medios de comunicación han dejado
de ser una mera revolución técnica para convertirse en uno de los instrumentos más influyentes de
nuestras sociedades, introduciendo en los hogares
una multitud de imágenes, ideas, valores y “amistades” que ostentan una pretendida autoridad,
generando que la relación natural de los padres
con sus hijos se vea alterada. Así, el teléfono móvil,
la internet, los videojuegos y la televisión, constituyen herramientas tecnológicas de uso masivo
que tienden a generar efectos sobre las formas de
convivencia familiar.
Cabe considerar que las personas o los contenidos a los que los hijos tienen acceso, en muchas
ocasiones pueden ser riesgosos. De la misma forma, el aumento del consumo tecnológico tiende
a generar aislamiento social, ya que los tiempos
que se dedican al medio audiovisual en muchas
ocasiones tienden a ir menoscabando el cultivo de
relaciones sociales en general. En otros casos, este
consumo se traduce en una forma de escapar a las
dificultades familiares.
Uno de los medios masivos más influyentes dentro
del ámbito de las relaciones familiares lo constituye la televisión. Criado y Lanza (2007) afirman
que la televisión promueve actitudes pasivas en
los niños, disminuyendo la capacidad atencional
y aumentando las dificultades de adaptación. Al
respecto, Ferrés (1998, p. 33) expone que (…) las
relaciones entre la familia y la televisión suelen estar presididas por toda clase de contradicciones.
A la televisión se la odia y se la ama a un tiempo.
Se la considera una intrusa, pero en el fondo se la
acoge como una madre.
Esto implica que, por una parte se considere a la
televisión como un instrumento de gran eficacia
socializadora, modeladora de conciencias, al mismo tiempo que los padres no se preocupan por
someter a análisis los contenidos a los que sus hijos
están expuestos como espectadores (Ferrés, 1998).
Asimismo, el autor destaca el potencial sistema de
aprendizaje que representa la televisión, ya que
por medio de la imitación, los niños adquieren
conductas que ven reproducidas en este medio.
Retomando el paralelo entre las figuras de imitación a las que los niños se hallaban expuestos
en épocas anteriores, Ferrés (1998) plantea que la
familia le proporcionaba al niño los modelos de
ficción que habrían de configurar su imaginario,
lo cual constituía una forma de modelar su conciencia. Con la narración de cuentos o la interpretación de hechos de la vida cotidiana, los padres
cumplían una función decisiva en la selección de
los héroes y villanos que constituirían su mapa
mental y moral (Ferrés, 1998).
Es indudable, que en términos del caso anterior la
familia ha sufrido una pérdida de protagonismo.
Incluso, en la configuración de modelos de imitación para los hijos, los medios de comunicación
ofrecen una sobresaturación de mensajes con diversos contenidos, en su mayoría no aptos para
los más pequeños que fomentan modelos tanto
nocivos como positivos. En este punto es clave
cuestionar el papel que cumplen los padres en la
crianza de sus hijos, hasta qué punto los medios
masivos de comunicación, en este caso, la televisión, se constituye como un actor principal en
el modo en que empiezan a configurarse e instituirse en el niño sus pautas socializadoras que le
permitirán desenvolverse en el medio.
La relación entre la familia y la televisión puede
considerarse desde tres dimensiones en el análisis:
las relaciones padres-hijos, donde nos hallamos
con la problemática del control sobre la televisión
de los hijos, la relación hijos-Tv, que conduce a la
cuestión sobre la interpretación que los niños hacen de los contenidos y las relaciones padres-Tv,
donde se plantea el tema de los usos sociales de
la Tv y el contexto (Pindado, 1998).
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Igualmente, pueden distinguirse tres tipos de mediación familiar hacia la influencia de la televisión:
la primera es una socialización restrictiva, en donde
los padres acostumbran a establecer reglas y a fijar
tiempos en los programas, la segunda se refiere
a una mediación evaluativa, en donde los padres
se preocupan por criticar y evaluar los programas
junto a los niños y por último un tipo de mediación
desfocalizada, en donde los padres realizan una
evaluación muy generalizada, ven los programas
junto a los hijos, pero no realizan ningún comentario sobre los programas (Pinto, 2006).
A partir de lo planteado puede decirse que el
modo de convivencia familiar, las relaciones entre
los miembros de la familia y el tipo de aprendizaje
que los niños y adolescentes obtienen de la televisión, está mediado principalmente por las pautas y
normas que la familia establece para el control y la
utilización de este medio de comunicación masiva.
Otro medio de comunicación que incide sobre la
dinámica familiar se encuentra representado por
la telefonía móvil. Anteriormente, el teléfono se
utilizaba sólo en casa para realizar y recibir llamadas. Hoy día, los jóvenes hacen uso de la telefonía
móvil para ejecutar una serie de acciones que van
desde enviar mensajes de texto hasta navegar por
internet. Los padres por su parte, mantienen la
creencia de que por medio de un celular, se hace
más fácil el control sobre los hijos, por tanto resulta más sencillo localizarlos en una noche en la
que se encuentren retrasados o simplemente para
comunicarles alguna noticia de importancia.
Según Arza (2008), especialmente en la población
adolescente, el teléfono móvil encaja como una
herramienta que facilita la respuesta a tres de sus
necesidades fundamentales: las relaciones sociales, puesto que facilita el contacto con las amistades de una manera rápida y sencilla, además
el uso del celular permite la construcción de una
identidad personal frente a un grupo de iguales y
ante las personas adultas, esto lo aporta el componente de las carcasas intercambiables, la marca, el modelo, entre otros y por último el teléfono
móvil permite disfrutar de las nuevas tecnologías
de una manera más independiente, pudiendo evi-
tar la supervisión de los padres y sin tener que negociar con el resto de los familiares (como ocurre
en el caso de la televisión).
Sin embargo, entre los riesgos que acarrea la utilización de telefonía móvil por parte de los miembros de la familia, destacan: los celulares suelen
causar molestias cuando interfieren en cierto tipo
de actividades, por ejemplo, un timbre de llamada
en una reunión familiar, pueden propiciar así mismo el descontrol de los gastos económicos por
el exceso en las llamadas o por cualquier uso de
contenido multimedia y pueden representar entre
los adolescentes un medio para fines inadecuados
como el acoso entre iguales, es decir, el envío de
mensajes amenazantes, la realización y distribución de grabaciones sin el consentimiento de las
personas que aparecen en ellas y el expendio de
fotografías denigrantes que atentan contra la moral de la persona (Arza, 2008).
Todas estas constituyen situaciones que a los padres les resulta difícil controlar en un medio donde
el uso de la telefonía móvil es casi indispensable
especialmente para la población adolescente, pues
en una época marcada por el consumo, las estrategias de las compañías telefónicas van diseñadas
para incidir específicamente sobre los mismos.
En el caso de los padres, el uso del celular representa algo paradójico, si bien por un lado les
proporciona una fuente de control sobre sus hijos
al poder localizarlos con más facilidad, por otra
parte constituye un medio para trasladar los asuntos laborales a cualquier parte a donde se dirijan,
así, dentro de las reuniones familiares es frecuente
escuchar el sonido del celular del padre quien recibe una llamada de negocios, lo que interrumpe
la comunicación entre los demás miembros y genera sensaciones de disgusto. Puede decirse que
el teléfono móvil es una excelente herramienta de
comunicación y entretenimiento, sin embargo un
uso inadecuado del mismo, sugiere riesgos para
las relaciones entre las personas que conforman el
núcleo familiar.
Otro medio que constituye el alcance de la masificación de los avances tecnológicos al ámbi-
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to familiar, lo representan los videojuegos. Éstos
según Arza (2008) apuntan principalmente a la
población infantil, aunque no todos son aconsejables para los niños. Los videojuegos ofrecen un
atractivo entretenimiento que constituye una de
las opciones predilectas de los niños a la hora de
buscar esparcimiento.
Cabe resaltar que no todos los videojuegos son
usados en casa, existen muchos lugares que
ofrecen la posibilidad de acceder a ellos (centros
comerciales, las casas de sus amigos, negocios
especializados en videojuegos, entre otros). Las
principales temáticas sobre las cuales versan los
videojuegos incluyen deportes, estrategia y aventura, combate y plataforma (Arza, 2008).
Las razones que se suelen señalar para explicar el
interés por los videojuegos son: la interactividad,
que facilita un papel más activo de la persona que
juega, en comparación a la televisión como observadores de dibujos animados, la música y las
animaciones, que logran recrear en los videojuegos, una realidad sumamente atractiva y creíble, la
oportunidad de generar una cultura propia de niños, niñas y jóvenes, con una serie de códigos que
les diferencian del mundo adulto (Arza, 2008). De
este último punto, cabe resaltar la autonomía que
los videojuegos infunden sobre los niños en relación con la interacción familiar, si bien contribuyen
a generar más independencia, también tienden a
aislar al niño de otras fuentes de socialización, especialmente, cuando son los mismos padres quienes recurren a la estrategia de “distraer” a su niño
o niña con el videojuego, evitando sus “molestias”
cuando llegan cansados de trabajar.
A pesar de los efectos negativos que puede acarrear este medio tecnológico, los videojuegos
cuentan con diversas ventajas, pues constituyen
una forma de ejercitar la toma de decisiones y la
solución de problemas, también mejoran la habilidad manual y la orientación espacial. Según
Criado y Lanza (2007) los videojuegos mejoran la
coordinación motriz, la integración entre lo visual
y lo auditivo, la coordinación perceptiva y neuromuscular y estimulan una mayor rapidez de los
reflejos.
Para los padres, el problema con los videojuegos
radica en el control del tiempo que sus hijos dedican a jugar con estos, considerando que este
medio al igual que la televisión, proporciona otra
fuente potencial de aprendizaje de modelos que
no siempre son los más adaptativos.
En lo referente al ciberespacio, puede resaltarse
un factor imprescindible que marca la diferencia
con la televisión como medio de comunicación.
Esta última ha acompañado varias generaciones
en las que pueden incluirse los padres e hijos de
hoy en día, lo que hace que sus servicios puedan
ser utilizados por ambas generaciones, ya sea con
la misma intensidad o de forma desequilibrada. El
internet es una tecnología de reciente aparición
que ha estado presente desde los inicios de la vida
de los niños y jóvenes de esta generación, por lo
tanto se ha convertido en parte de su realidad, es
decir, no han tenido que adaptarse a esta tecnología, sino que participan de ella como algo natural
y rutinario, mientras que los adultos sí han tenido
que incluirla como un nuevo medio para realizar
un sinnúmero de actividades que antes realizaban
de otra forma.
El Internet ha llegado a nuestras vidas en un momento caracterizado por la existencia de familias
más pequeñas, con menos tiempo para la interacción entre sus miembros, con una reducción
en la intensidad de la vida comunitaria y por la
aparición de mayores dificultades para que la
población adolescente se relacione en el espacio
público, de tal forma que la internet ha venido a
ocupar este espacio ofreciendo una ventana (desde casa) al mundo de la información, del ocio y de
las relaciones sociales (Arza, 2008).
Entre los sitios webs más empleados, especialmente por los adolescentes, se encuentran YouTube y las redes sociales como Facebook, MySpace,
Hi-5, entre otras. El acceso a diversas páginas en
internet no tiene un control limitado lo que permite que los niños y jóvenes pasen gran parte de
su tiempo navegando en la red, puedan ingresar
a páginas no aptas para su edad, relacionarse con
desconocidos que desde el anonimato pueden
engañarlos a través de las redes sociales, salas de
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chat y los juegos de rol online, que cada vez toman más fuerza, todo esto en una sola máquina:
el computador y desde su propio hogar.
El papel de los padres en relación con la supervisión de las amistades de sus hijos se ve limitado.
Llevar un control del número de amigos que tienen
sus hijos o de algunos aspectos de la personalidad
que los caracteriza se convierte en una tarea de
mucha dificultad, más cuando se tiene contacto
con ellos sólo unas pocas horas al día, esto entorpece la posibilidad de establecer normas acordes
a las nuevas relaciones que mantienen sus hijos.
Abela (2003) presenta la existencia de familias
digitalizadas, en las cuales no sólo se resalta la
inmersión de los hijos en el mundo cibernético,
sino que también se incluye a los padres. Así, una
familia integrada por tres miembros (cada uno
con su respectivo computador), en la que el padre
emplea el computador para realizar transacciones
laborales, bancarias, administración en el hogar,
etc., la mujer si no trabaja dedica su ordenador
fundamentalmente a relaciones sociales y familiares, formación y compras y el hijo dedica el suyo al
estudio, a las relaciones de amistad y al ocio. Esta
es una muestra que indica el aislamiento familiar,
en el que cada integrante del hogar satisface de
forma independiente sus propios intereses, lo que
hace más difícil llegar a acuerdos familiares y minimiza la posibilidad de pasar tiempo juntos.
Como se ha venido ilustrando, la llegada de múltiples tecnologías de la comunicación a la familia,
puede alterar la participación de los padres en la
educación de sus hijos, sus prácticas de crianza y
la transmisión de valores y normas acordes a lo
esperado por los padres.
Las pautas, son el modelo que dirige las acciones
de los padres, el orden normativo que le indica
al adulto qué se debe hacer frente al comportamiento de los niños, dado por las determinaciones
culturales del grupo de referencia (Aguirre, 2000).
“En las pautas prima una representación
social de niño, que condiciona la interpretación de los diferentes órdenes normativos, que pueden asumir formas bastante
restrictivas o muy tolerantes, dándose
entre estas una variedad, que depende de
los rasgos culturales del grupo.” (Aguirre,
2002:6).
Así, la coexistencia de normas sociales que le exigen al individuo un acatamiento no reflexivo a la
autoridad y dependencia, con otras que centran
la atención en la autonomía de los niños, hace
que en la cotidianidad los padres de familia entren en contradicciones cuando intentan controlar
y orientar el comportamiento de sus hijos (Aguirre, 2002). Esto, es muy frecuente en la sociedad
colombiana, donde, según Salazar, Botero y Torres
(2009) existe una hibridación y coexistencia de
prácticas premodernas con prácticas modernas,
sumado a la pérdida de confianza en los referentes para la buena educación de los hijos, mencionados anteriormente. Las prácticas de crianza,
más que coexistir, oscilan entre las pautas modernas y las de antaño, mediadas por la desconfianza
en las recomendaciones originadas por distintos
saberes. A esto se asocia la tensión en las prácticas de relación que se presenta entre la primera
y segunda generación, el tránsito en los valores
culturales familiares por los del mercado (Salazar
et al., 2009).
Aguirre (2000, 2002), plantea que la crianza conlleva tres procesos relacionados entre sí: las prácticas, las pautas y las creencias.
Por último, las creencias son las explicaciones a las
que recurren los padres para justificar la manera
como orientan a sus hijos, las cuales son legitimadas por la sociedad (Aguirre, 2002, 2000).
Las prácticas son los comportamientos intencionados y regulados que ejecutan los adultos para
garantizar la supervivencia del infante, favorecer
su desarrollo y facilitar el aprendizaje de conocimientos que le permitan interpretar el entorno
que le rodea (Aguirre, 2000).
Las prácticas, pautas y creencias sobre la crianza
son sensibles a las determinaciones socioculturales
y al modo como cada padre o madre de familia
los interpreta y utiliza (Aguirre, 2002), razón por
la cual es importante destacar que el conocimien-
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to que poseen los padres es fundamental para las
relaciones que sostendrán con sus hijos. A esto se
le suma que ellos son vistos como figuras poseedoras del conocimiento, especialmente en los primeros años de vida.
Sin embargo, la exposición de los niños y jóvenes
a las diferentes tecnologías les ha permitido llevar
una delantera frente a sus padres con relación al
manejo de herramientas tecnológicas. Este hecho
puede generar una conmoción en la forma de comunicación de los padres con los hijos, pues a través de los nuevos medios de comunicación estos
pueden obtener información que no poseen los
adultos (Solá, 2009); el nuevo lenguaje de los hijos
producto de esas nuevas influencias y las nuevas
pautas comportamentales aprendida por los medios de comunicación, hace que los padres deban replantear esos modos de crianza que tenían
instaurados. Según Criado y Lanza (2007) la falta
de autorregulación de la familia como sistema se
debe principalmente a que no estaba preparada
para asimilar la fuerte influencia de las tecnologías.
Sin embargo, existen argumentos que defienden
a los medios de comunicación como un elemento primordial de la globalización, en el cual todo
grupo humano se encuentra inmerso. Entre quienes destacan las ventajas de los nuevos medios de
comunicación, se encuentran quienes consideran
que estos constituyen una fuente novedosa para
establecer relaciones sociales, reduciendo las distancias al lograr mantener en contacto a las personas desde cualquier parte del mundo, además
de que se convierten en una herramienta que permite acceder a todo tipo de contenidos de una
manera rápida y sencilla.
Una familia con una estructura estable, podría
sobrellevar las tendencias de equilibrio y de cambio, producto de su interacción con los desafíos
que le plantean los medios, permitiendo que cada
miembro pueda adaptarse a cualquiera de estos
aspectos.
Cuando esto sucede, los medios de comunicación resultan ser elementos dinamizadores que a
su vez permiten el afianzamiento y renovación de
la cultura de la familia. La oferta de la televisión
permite que se definan intereses y se profundice
sobre el conocimiento de ciertas áreas. Es una
oportunidad además para detenerse a considerar los intereses del otro y que la familia aprenda, por ejemplo, a negociar y a tomar turnos. Es
la práctica necesaria para aprender a interactuar,
plantear discrepancias, compartir impresiones de
lo que sucedió en el día (Criado y Lanza, 2007).
Es decir, los medios de comunicación se podrían
considerar como una oportunidad de integración
familiar, donde la participación y la comunicación
se convierten en el principal eje de socialización.
Esta utilidad de los medios de comunicación suena atractiva para las familias, sin embargo, en
muchas familias actuales esta podría considerarse
sólo como una ilusión. La cantidad de estímulos
que llegan al hogar en la actualidad excede la capacidad de homeóstasis que poseen las familias,
provocando un desbordamiento de la información
que afecta la dinámica del sistema.
La saturación de información hace que se produzcan en la familia dos condiciones: la primera es
una mimetización con aquellos contenidos que se
reciben, generando el desvanecimiento de algunos aspectos de la cultura familiar (Criado y Lanza,
2007), es decir, cada miembro de la familia reproduce ciertas pautas que provienen de los medios
de comunicación dejando de lado lo aprendido en
casa,la segunda consiste en un debilitamiento de
los vínculos establecidos por cada miembro de la
familia, pues el exceso de información hace que el
sistema no integre la información como un todo,
sino que la información se procese de forma separada. De este último resultaría una disminución en
la comunicación familiar.
Todos los aspectos planteados evidencian el impacto que tienen las nuevas tecnologías de la
comunicación y la información en las relaciones
familiares. Puede decirse entonces, que estos factores se relacionan de forma significativa con las
transformaciones de los nuevos roles parentales y
las relaciones que se establecen en el núcleo familiar si se considera que en la sociedad actual las
tendencias privilegian la individualización y la rup-
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tura de los vínculos con las personas que rodean
al sujeto, reemplazándolas en muchas ocasiones
por “amigos” sin rostro como nuevos agentes de
socialización. Cabe resaltar que las tecnologías no
pueden ser consideradas como la única fuente de
inestabilidad familiar, puesto que la estructura familiar que los acoja será la que mediará las pautas
para su adecuado empleo.
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“CULTURA, EDUCACIÓN y SOCIEDAD” / Barranquilla - Colombia / Volumen 2 - No. 1 / pp. 111 a 118 / Abril de 2011 / ISSN 2145-9258
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