CONTEXTO ECONÓMICO DE LA ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO EDITA: Agencia Canaria de Desarrollo Sostenible y Cambio Climático TEXTOS: Edificio de Servicios Múltiples I C/ Profesor Agustín Millares Carló nº 22, pl 8ª Tfno. 928 306 000 - Fax: 928 455 887 35003 LAS PALMAS DE GRAN CANARIA NOEMI PADRÓN FUMERO Departamento de Economía de las Instituciones, Estadística y Econometría de la Universidad de La Laguna. Cátedra FEDEA-Iberdrola de Economía del Cambio Climático. Edificio El Cabo C/ Leoncio Rodríguez nº 7, planta 4ª Tfno. 922 476 038 - Fax: 922 476 011 38003 SANTA CRUZ DE TENERIFE Contexto económico de la adaptación al cambio climático ÍNDICE INFORME EJECUTIVO................................................................ 1 5. EFECTOS DISTRIBUTIVOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO: REORIENTACIÓN Y PLANIFICACIÓN EN EL SISTEMA DE BIENESTAR ............................................................................... 20 1. INTRODUCCIÓN ..................................................................... 2 6. VULNERABILIDAD Y ESTRATEGIAS DE ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO EN CANARIAS ........................................ 21 2. ADAPTACIÓN Y CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN DESDE LA PERSPECTIVA DE LA VULNERABILIDAD .................................. 5 6.1 La economía canaria en el contexto actual ........................... 21 3. ECONOMÍA DE LA ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO ... 7 6.2 Análisis de los sectores clave en los sistemas ambiental, social y económico ............................................................................... 24 3.1. Modelo económico de la adaptación autónoma y planificada . 8 3.1.1 La adaptación como bien público .................................... 9 3.1.2 Las externalidades y los costes de transacción en la adaptación ............................................................................... 9 3.1.3 Los mercados incompletos y la información asimétrica .. 10 3.1.4 Redefiniendo el papel de las políticas públicas en adaptación ............................................................................. 11 6.3 Adaptación al cambio climático del sector turístico ................ 25 3.2 Estimación de los costes y los beneficios de la adaptación ... 11 3.2.1 La adaptación como un problema de decisión temporal . 12 3.2.2 El descuento y la incertidumbre ..................................... 13 3.2.3 Criterios de decisión en presencia de riesgo y de incertidumbre ......................................................................... 14 3.2.4 Gestión de riesgos de desastres naturales .................... 16 7.1 Barreras y dimensiones de la adaptación .............................. 29 4. EL PAPEL DE LOS INCENTIVOS EN LA ADAPTACIÓN AUTÓNOMA Y LA FINANCIACIÓN DE LA ADAPTACIÓN ......... 16 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ............................................ 34 6.4 Reflexiones entorno a los horizontes temporales de adaptación para sectores clave .................................................................... 27 7. LA EXPERIENCIA INTERNACIONAL EN PRÁCTICAS DE ADAPTACIÓN ............................................................................ 28 7.2 Algunas lecciones sobre la experiencia internacional en adaptación ................................................................................. 30 8. REFLEXIONES FINALES A MODO DE CONCLUSIÓN .......... 32 Contexto económico de la adaptación al cambio climático Informe Ejecutivo El Proyecto CONTEXTO ECONÓMICO DE LA ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO se concibe como un estudio previo al Plan de Adaptación de Canarias para establecer unos principios metodológicos esenciales y describir la experiencia internacional con el objetivo de valorar y priorizar económicamente las acciones previstas en dicho plan. En este sentido, se trata de identificar las orientaciones económicas y sociales que deben guiar el modelo de desarrollo y de elaboración de políticas públicas, incluyendo los planes específicos de adaptación al cambio climático. Este documento recoge los resultados en línea con la motivación de la asistencia técnica. Si bien las políticas de mitigación se construyen sobre un legado de más de 40 años de investigación en economía y en política ambiental, el desarrollo de políticas comparables diseñadas para aumentar la capacidad de adaptación a los cambios del clima ha recibido muchísima menos atención. Sólo recientemente ha comenzado a llamar la atención de organismos internacionales y gobiernos nacionales, y son escasas y complejas las oportunidades para desarrollar en este campo instrumentos regulatorios adecuadamente experimentados. En paralelo, la comunidad científica internacional está realizando enormes esfuerzos por integrar el conocimiento existente sobre los mecanismos tradicionales de adaptación de los sistemas sociales, ambientales y económicos en el contexto de cambio climático. La experiencia internacional en políticas de adaptación revela cierto grado de discreción, aunque contingente a dos elementos estratégicos. En primer lugar, la necesidad de elaborar modelos de cambio climático regionales que contribuyan a determinar un rango de escenarios futuros con niveles de incertidumbre aceptables para la toma de decisiones. A pesar de los avances en el campo de la modelización del clima, lo cierto 1 es que estos escenarios regionales están sujetos a supuestos complejos sobre el comportamiento del sistema climático global y a las sendas de mitigación, y su utilidad parece más orientativa que determinante en las estrategias de adaptación regionales. Y en segundo lugar, la mayoría de regiones tienden a priorizar actuaciones en relación a riesgos climáticos recurrentes o ya presentes en el sistema. Es importante señalar, por tanto, que los criterios de adaptación deben ajustarse a las necesidades regionales. Tanto la vulnerabilidad al cambio climático como los impactos potenciales surgen de las condiciones de los sistemas físicos, naturales y humanos del entorno local y, por tanto, son esos elementos los que determinan las opciones de acción en el ámbito de las administraciones locales y de los agentes privados. En base a estas carencias, hemos optado por realizar un esfuerzo por integrar dos enfoques sobre la adaptación en la elaboración de este documento. Por un lado, el enfoque normativo dominante en la literatura, que pone de relieve la necesidad de formalizar argumentos y criterios de actuación ciertamente arbitrarios a través del uso del análisis económico. Por otro, hemos tratado de realizar una aportación desde la economía positiva con el objetivo de identificar el papel y el potencial de la adaptación autónoma o privada y el doble papel estratégico de la adaptación planificada: promover acciones de adaptación con un claro beneficio colectivo y corregir los fallos de la adaptación autónoma o privada. Sin disponer de estudios preliminares que identifiquen las necesidades de mejorar la resistencia de la adaptación regional, resulta complejo profundizar en los criterios y en algunos de los argumentos que hemos introducido en el informe. Sin embargo, este nivel de generalización permitirá orientar la estrategia de adaptación sin determinar a priori acciones específicas e identificando los niveles de complejidad de la toma de decisiones. Contexto económico de la adaptación al cambio climático 2 1. Introducción Las sociedades siempre han tenido que adaptarse a la variabilidad y a las condiciones climáticas en su contexto histórico y geográfico. La transformación de sus sistemas de supervivencia frente a las adversidades y oportunidades del clima – entre otros estímulos – ha permitido el desarrollo de nuevas actividades económicas, tradiciones culturales y valores sociales, o desarrollo urbano, limitando en otros casos las oportunidades disponibles. De hecho, la vulnerabilidad a los eventos climáticos extremos, como sequías, lluvias torrenciales o heladas sigue condicionando el desarrollo económico de millones de personas en las regiones más pobres del planeta. En los países más desarrollados, la capacidad técnica y financiera para defenderse de dicha variabilidad, pero también unas condiciones climáticas más estables en la mayoría de los casos, han permitido potenciar históricamente el nivel de bienestar de la población. Sin embargo, la amenaza de cambio climático producida por el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera como consecuencia de la industrialización y la deforestación a nivel global no es comparable con las dinámicas de variabilidad del clima históricas. El cambio climático impone riesgos desconocidos en rangos temporales y de incertidumbre que no se han experimentado anteriormente, y en ese contexto, la noción de no-adaptación parece inconcebible. La comunidad científica internacional reconoce que la adaptación al cambio climático es igual de importante y necesariamente complementaria a las acciones de mitigación de gases de efecto invernadero en la lucha contra el cambio climático. Mitigación y adaptación reducen los riesgos asociados al cambio climático. Sin embargo, la estrategia de adaptación – entendida como el proceso de ajuste de los sistemas humanos y naturales a los cambios de clima – es esencial si consideramos que la adaptación total no es posible y que los impactos residuales pueden ser significativos. En este sentido, el reto de la adaptación social a las variaciones del clima resulta incluso más complejo e incierto (riesgos nuevos fuera del rango de la experiencia histórica) que el de la mitigación. Finalmente, la escasa experiencia en el uso de instrumentos específicos de planificación y desarrollo dirigidos a la adaptación en este contexto de incertidumbre climática supone una clara desventaja con respecto a las políticas de mitigación. Este monográfico sobre el contexto económico de la adaptación al cambio climático es un documento innovador en dos sentidos. Por un lado, constituye un hito en la planificación a nivel regional de una estrategia de adaptación al cuestionarse el papel, los criterios y las clasificaciones dominantes en adaptación en el contexto del desarrollo socioeconómico de la misma y del bienestar de sus ciudadanos. Por otro, establece los fundamentos de la economía de la adaptación no abordados hasta ahora en la literatura económica internacional. Obviamente, ambas contribuciones constituyen una primera aproximación a la economía de la adaptación y a un esfuerzo de integración de estas nociones en la planificación de la adaptación a nivel regional. La revisión de la literatura teórica y empírica en torno a las estrategias y acciones de adaptación al cambio climático se desprende que el enfoque económico dominante es eminentemente normativo. Este enfoque conlleva la aceptación de dos supuestos fundamentales: que la adaptación compensa per se – es decir, que los beneficios de adaptarse son mayores que los costes – y que la adaptación debe ser priorizada y planificada por los gobiernos. Aunque nuestro objetivo no sea discutir ambos supuestos, reorientar el conocimiento existente bajo el enfoque positivo de la teoría económica contribuye a enriquecer las opciones Contexto económico de la adaptación al cambio climático disponibles y, lo que puede ser más importante, fundamentar la toma de decisiones a pesar de la complejidad del problema. De este ejercicio surgen cuestiones tremendamente relevantes que deben ser consideradas en el diseño de la estrategia de adaptación como son: no toda adaptación tiene por qué ser considerada una mejora – y, por tanto, es necesario establecer criterios que contribuyan a discriminar las acciones, - y no toda la adaptación tiene porqué ser planificada – es decir, las administraciones deben realizar esfuerzos para identificar los mecanismos, niveles y fallos de mercado presentes en la adaptación autónoma y colectiva. Reflexionar sobre las acciones alternativas disponibles para la sociedad en el ámbito de la adaptación pone de manifiesto la necesidad de identificar criterios para la toma de decisiones en un contexto de incertidumbre multidimensional y de competencia de recursos con la mitigación de emisiones de cambio climático. Por otro lado, es evidente que subestimar el papel de la diversificación de riesgos de los agentes en un sistema económico mixto no sólo puede ser un grave error (ineficiencia de la adaptación), sino que elimina una de las fuentes de adaptación más potentes en nuestras sociedades: la adaptación autónoma a través del sector privado. De hecho, tanto si la acción de adaptación se refiere formalmente a bienes y servicios públicos como una infraestructura o la planificación territorial, o a bienes y servicios privados, el análisis económico ofrece herramientas de análisis y criterios de selección lo suficientemente sólidos para tutelar el carácter estratégico de las acciones de adaptación. Es importante resaltar que la adaptación engloba todas las acciones deliberadas dirigidas a reducir las consecuencias adversas y a potenciar cualquier oportunidad de beneficio del cambio climático. En un contexto económico dinámico, la adaptación requiere realizar un balance entre los costes de las políticas de cambio climático (mitigación y/o adaptación) y 3 los daños residuales – es decir, los impactos derivados del cambio climático no evitado y no adaptado – que condiciona el diseño de las estrategias de adaptación. Qué tipo de medidas, cuál es el coste que se está dispuesto a asumir, y qué beneficios se derivan de los proyectos de adaptación, a corto y a largo plazo, son algunas de las preguntas más determinantes en el diseño de una estrategia de adaptación fundamentada en criterios económicos elementales. La consideración del coste de oportunidad temporal del capital, la presencia de múltiples fuentes de riesgo e incertidumbre y la percepción social de los mismos, establecen el marco de evaluación de las acciones de adaptación autónoma y planificada (Fankhauser et al., 1999). Sin embargo, es fundamental comprender que las fronteras y los efectos de las medidas de adaptación al cambio climático no están claramente definidas y que, por tanto, la estimación de los costes y de su efectividad resulta más ambigua que en el caso de las políticas de mitigación. Por estos motivos, los criterios de evaluación económica de la adaptación que se destacan a lo largo de este estudio se mantienen en un alto grado de generalización. Si bien estos criterios pueden contribuir a la integración de los objetivos de la adaptación en coherencia con los criterios de planificación regional en otras áreas, algunos de ellos inducen a una reorientación de algunos criterios de la planificación económica regional. Si la pregunta relevante es ¿cuando y cómo debemos comenzar en Canarias a adaptarnos para paliar o compensar – total o parcialmente – los impactos del cambio climático?, debemos considerar que se trata eminentemente de una cuestión empírica. Es decir, las respuestas dependerán de la localización, del momento, del tipo de impacto y de los múltiples agentes afectados. De hecho, la adaptación debe plantearse desde entorno local, contingente y dependiente del contexto. En este sentido, nos parece relevante resaltar los siguientes procesos de Contexto económico de la adaptación al cambio climático dependencia antes de entrar a valorar la dimensión económica de la adaptación: La adaptación a largo plazo en Canarias debe comenzar por comprender cómo nos adaptamos hoy a la variabilidad climática y a los extremos climáticos. Las medidas de adaptación que realizamos hoy pueden dejar de serlo en el futuro por ser más costosas, como es el caso de la extracción de agua subterránea, o por no ser factibles, como en el caso del almacenamiento de productos agrarios en respuesta a la variabilidad de la oferta. En general, los límites a la adaptación son aplicables siempre que tengamos un “stock o capacidad de adaptación no renovable o agotable”. La adaptación es contingente al impacto potencial y a la vulnerabilidad de los sistemas naturales, físicos y sociales. Es necesario, por tanto, definir, dimensionar y formalizar la función de daño en función de la vulnerabilidad. De hecho, cualquier enfoque estratégico de la adaptación en el entorno local está supeditada a los escenarios de cambio climático y, a falta del desarrollo de modelos regionales y, por tanto, es fundamental disponer de un modelo indicativo de abajo a arriba (bottom-up) que identifique las vulnerabilidades de estos sistemas. Recientemente, organismos económicos internacionales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo, han comenzado a integrar las políticas de adaptación al cambio climático en sus objetivos de desarrollo y programas (Muthukumara et al., 2008; IDS, 2006)). La atención sobre las denominadas vulnerabilidades recurrentes a las que se ven sometidas un gran número de acciones pone de relieve la importancia de mejorar los rangos de tolerancia al clima actual de aquellos proyectos de desarrollo económico o de protección ambiental que impulsan o financian parcialmente. De forma individual y colectiva, los organismos y las administraciones nacionales y transnacionales deberán realizar lo que se conoce como mainstreaming: integrar las 4 opciones priorizadas coherente y sólidamente en el resto de estrategias e instrumentos de planificación vigentes o proyectados mediante procesos participativos. Aumentar la resiliencia y la resistencia del los sistemas ambientales, sociales y económicos, y de sus componentes, contribuye a mejorar los beneficios a corto plazo de los proyectos de desarrollo, de la planificación, y de los programas de protección social y ambiental, al tiempo que mejoran la capacidad de adaptación a largo plazo. Quizás sea este es uno de los ámbitos donde la administración regional debe realizar mayores esfuerzos en la actualidad: integrar los objetivos de la adaptación en la planificación con el objetivo de identificar y potenciar los beneficios secundarios. Los resultados de este proyecto se presentan en torno a seis grandes apartados. A continuación, desarrollamos algunos conceptos y definiciones esenciales para delimitar qué se entiende por adaptación y capacidad de adaptación ante los estímulos de cambio climático, y qué enfoques científicos determinan el grado de vulnerabilidad de los sistemas económicos, ambientales y sociales. En el tercer apartado se presenta, en grandes líneas, un modelo económico de adaptación haciendo hincapié en los conceptos de adaptación autónoma y adaptación planificada en el contexto de la economía del bienestar y del análisis coste beneficio, incorporando los conceptos de gestión de riesgo e incertidumbre y la presencia de eventos climáticos extremos. El cuarto y quinto apartado recogen los criterios y la orientación básica de las políticas de adaptación al cambio climático en el marco de los incentivos económicos, de las restricciones financieras básicas (sostenibilidad), y de efectos redistributivos en el sistema de bienestar que deben guiar la estrategia regional de adaptación. A continuación, realizamos un análisis descriptivo de las principales vulnerabilidades de la economía canaria y de los modelos de gestión de algunos sectores clave en su desarrollo Contexto económico de la adaptación al cambio climático económico, como procesos determinantes de su capacidad de adaptación. En este apartado se exploran las posibles sinergias entre las políticas de mitigación y de adaptación del sector turístico en Canarias. Finalmente, dedicamos un apartado a sintetizar las estrategias, los procesos de coordinación y las lecciones internacionales más destacables en materia de adaptación al cambio climático. Dado que se trata de un campo muy extenso y diverso, aportamos algunas referencias de trabajos que han realizado dichos esfuerzos, ya que realizar una revisión extensa supera la capacidad técnica y temporal de este proyecto. Finalmente, y a modo de conclusión, sintetizamos aquellos argumentos, criterios y conceptos que delimitan la contribución de este proyecto al contexto económico de la adaptación al cambio climático. 2. Adaptación y capacidad de adaptación desde la perspectiva de la vulnerabilidad El concepto de adaptación hace referencia a los ajustes en los sistemas ecológico, social y económico en respuesta a cambios en el clima actual o futuro y a sus efectos o impactos. La adaptación describe cambios en los procesos, en las prácticas y en las estructuras que contribuyen a moderar las pérdidas potenciales y a aprovechar las oportunidades del cambio climático. En esencia, engloba todos los procesos – autónomos o planificados – que reducen la vulnerabilidad de comunidades, regiones, sectores y actividades en general al cambio climático y a los cambios en la variabilidad del clima. La comprensión de los procesos de adaptación es esencial por dos motivos fundamentales. En primer lugar, la adaptación contribuye a determinar los impactos y la vulnerabilidad al cambio climático y, por tanto, de ella depende la estimación de los riesgos y de los costes del cambio climático (Fankhauser, 1996; Smit et al 2000). En segundo lugar, la adaptación puede ser una estrategia u opción de respuesta junto con 5 la mitigación de gases invernadero. De hecho, dado que la mitigación de gases puede que no sea suficiente para estabilizar la concentración de estos gases en la atmósfera y, por tanto, el aumento de la temperatura media y otros cambios en el clima sean inevitables, las políticas de adaptación juegan un papel fundamental en el desarrollo económico frente a los escenarios de calentamiento global. Si bien todo sistema, región o comunidad tiene habilidades para adaptarse a los efectos o impactos del cambio climático, desarrollar o potenciar esta capacidad de adaptación representa una formula práctica de enfrentarse a los cambios y a las incertidumbres del clima, incluyendo su variabilidad y los extremos climáticos. En definitiva, se puede reducir la vulnerabilidad potenciando la capacidad de adaptación frente a los impactos y efectos del cambio climático. Sin embargo, potenciar la capacidad de adaptación requiere tanto identificar los determinantes económicos, sociales, institucionales y tecnológicos que condicionan o facilitan el desarrollo de la las medidas adaptación como determinar los escenarios climáticos – o más específicamente, los estímulos clave – que desencadenan los ajustes o procesos de adaptación. Determinar los estímulos clave de la adaptación requiere profundizar en qué amenazas impone el cambio climático sobre los sistemas (¿adaptación a qué?). En muchas ocasiones los estudios de adaptación limitan los escenarios de cambio a escenarios de clima futuro especificados en forma de condiciones medias anuales. Sin embargo, el cambio climático al que deben adaptarse muchos sistemas no se limita a cambios en las medias: incluye variabilidad y extremos asociados. De hecho, la variabilidad es una cualidad inherente al clima y es la que determina – junto a los eventos extremos – las condiciones medias. Por este motivo, se ha comenzado a utilizar el término “amenazas climáticas” para capturar aquellos estímulos que no se refieren a la variación de las medias anuales y que determinan la vulnerabilidad de los sistemas. Por Contexto económico de la adaptación al cambio climático ejemplo, en la gestión de los recursos hídricos es fundamental considerar como estímulos clave la recurrencia de determinados fenómenos extremos, aunque estos sean finalmente determinantes de las medias. De hecho, muchos ecosistemas son particularmente vulnerables a variaciones en la frecuencia y la magnitud de fenómenos extremos o a modificaciones en el rango de tolerancia habitual (damage threshold or coping range). Por tanto, la capacidad de adaptación de un sistema debe referirse tanto a la habilidad inherente de adaptación dentro de un rango de tolerancia como a la habilidad de expandir o modificar dicho rango con medidas de adaptación. En cualquier caso, cuando hablamos de mejorar la capacidad de adaptación en los sistemas naturales y sociales, hablamos esencialmente de ampliar o modificar el rango de tolerancia (Burton, 2008). 6 En este contexto, una posible clasificación de las medidas de adaptación hace referencia a su dimensión temporal. La adaptación a los riesgos de cambio climático puede graduarse en tres niveles: Cuadro 1 Esta clasificación permite realizar algunas reflexiones. A corto plazo parece coherente revisar todas aquellas actuaciones de desarrollo económico que entren en conflicto con los objetivos de protección frente a los efectos del cambio climático, evitando aquellas que agravan la vulnerabilidad frente a los dichos efectos. Medidas que han sido identificadas de forma general como ampliadoras de la capacidad de adaptación: 1. Reducir infraestructuras la vulnerabilidad de las personas y de las 2. Proporcionar información sobre los riesgos a la toma de decisiones y a los inversores públicos y privados Fuente: Adaptado de Hunt, A. (2008a) y (2008b). 3. Proteger bienes públicos tales como hábitats, especies y recursos culturales valiosos Contexto económico de la adaptación al cambio climático El IV Informe IPCC sintetiza una taxonomía de acciones de adaptación que contribuyen a clarificar los tipos de respuesta. Reactiva o preactiva (anticipatorio) Autónomo o planificada Sustituta o complementaria Por otro lado, hay que tener en cuenta que existen diferentes niveles de acción en la adaptación: • Legislativo, promoviendo la internalización de los costes de adaptación de largo plazo y la planificación estratégica e indicativa (reformas institucionales) • Prácticas de los agentes económicos, de las empresas y de los hogares • Prácticas agropecuarias, en relación al sustento de la población y de las rentas en el entorno rural • Planificación de infraestructuras de amortización a largo plazo, como por ejemplo en las de transporte de pasajeros y en las redes de abastecimiento y depuración de aguas 3. Economía de la adaptación al cambio climático La capacidad de adaptación de los sistemas económico, social y ambiental determina su grado de vulnerabilidad a los impactos del cambio climático y, en consecuencia, la evaluación de los impactos o del daño en sus distintas manifestaciones. Es decir, cuando hablamos de los impactos del cambio climático debemos tener en cuenta que la adaptación, ya sea autónoma o planificada, puede modificar sustancialmente la incidencia de los efectos del cambio climático. A pesar de ello, la mayoría de estrategias y de estudios sobre adaptación 7 parten de la determinación de los impactos en base a los escenarios climáticos – es decir, a los riesgos derivados del cambio climático – y de la selección de acciones que permitirían adaptarnos a dicha variación del clima. Bajo este enfoque, se presupone que la adaptación es posible y necesaria y que, por tanto, un mundo adaptado es mejor que un mundo sin adaptación. Esta visión eminentemente normativa refleja, por encima de todo, una visión preventiva de las estrategias de adaptación en un contexto de incertidumbre climática. Tal y como se refleja en Dessai y van der Sluijs (2007), es esencialmente la diferencia en la percepción del riesgo y la incertidumbre la que permitiría agrupar en dos tipos de enfoque la toma de decisiones y las herramientas de análisis en la adaptación al cambio climático. Por un lado, los enfoques de arriba a abajo (top-down) acumulan los niveles de incertidumbre en cada escalón, desde los escenarios de emisión - pasando por la respuesta del ciclo de carbono hasta los escenarios regionales, para producir un rango posible de impactos que permitiría cuantificar las necesidades de adaptación. Por otro, los enfoques de abajo a arriba (bottom-up) permiten explorar la resiliencia o robustez de los sistemas ante cambios o variaciones en las variables climáticas y cómo la adaptación puede modificar el rango de tolerancia ante variaciones hasta cierto punto impredecibles o tendencias del clima. Este enfoque, que ha determinado por ejemplo el desarrollo estratégico de adaptación de países como Canadá, se denomina de vulnerabilidad (Lemmen et al, 2008). Si bien el primer tipo de enfoque ha recibido más atención en la literatura, dominando la selección de herramientas y criterios en las estrategias internacionales de adaptación, su carácter eminentemente preventivo deriva en estrategias, desde el punto de vista de la teoría económica, claramente normativas. De hecho, la incertidumbre estadística que se desprende de los distintos escenarios de calentamiento global, junto al desconocimiento sobre al Contexto económico de la adaptación al cambio climático rango de tolerancia de los sistemas ambientales, por ejemplo, ante dichos efectos, puede llevarnos a sobreestimar o subestimar la capacidad de adaptación de los sistemas naturales y sociales. Por otro lado, en un contexto de competencia de los recursos entre las políticas alternativas de adaptación, errores en la elección de las políticas pueden tener un altísimo coste de oportunidad para la sociedad. Por estos motivos, y realizando una aproximación a las políticas de adaptación desde la vulnerabilidad de los sistemas sociales, lo que podríamos llamar un enfoque de resiliencia de abajo a arriba, se explora a continuación un modelo económico de adaptación que permita reflexionar bajo supuestos más amplios y en el contexto del análisis económico. Desde el punto de vista de la toma de decisiones y de las herramientas, la ventaja de este enfoque positivo es que contribuye a una mejor comprensión de cómo se adaptan los individuos o los agentes económicos y las instituciones a las condiciones climáticas y, por tanto, identificar los casos en los que es necesario fortalecer la acción colectiva a través de políticas públicas y estrategias de adaptación. 3.1. Modelo económico de la adaptación autónoma y planificada En un contexto donde todas las transacciones se realizan en mercados perfectamente competitivos (sin fallos de mercado) y todos los agentes responden de forma instantánea (información completa) a los estímulos económicos, la forma más eficiente de adaptación es que todos los agentes asumieran sus responsabilidades y actuaran de acuerdo a sus expectativas. Es decir, los impactos del cambio climático modificarán el comportamiento de los agentes económicos, que reaccionarán adaptándose de forma autónoma. Bajo estos supuestos, la adaptación autónoma no tiene porqué coincidir con la solución óptima, es decir, la socialmente deseable. Por tanto, los gobiernos y otras formas de acción 8 colectiva tendrían como objetivo diseñar políticas y estrategias de adaptación que trataran de acercar el resultado de la adaptación privada a la adaptación socialmente deseable. Esta reflexión es fundamental porque pone de manifiesto, en definitiva, que la adaptación autónoma es inherente al análisis económico tradicional del comportamiento de los mercados. Existe y existirá adaptación al cambio climático, independientemente de la interferencia de los gobiernos a través de políticas de adaptación, y los impactos del cambio climático modifican las preferencias de los consumidores y afectan la tecnología y los procesos productivos de las empresas. Reconocer estos procesos no alimenta una concepción pródiga de los mercados. Bien al contrario, contribuye a comprender los mecanismos de adaptación autónoma, y a reconocer en los fallos de mercado un conjunto de actuaciones esenciales dirigidas a potenciar la capacidad de adaptación de los individuos y de la acción colectiva. Podemos identificar al menos tres tipos de causas por las que la adaptación autónoma no tenderá a ser la solución socialmente deseable. Es importante señalar que el objetivo no es tanto reproducir una taxonomía de manual sobre la existencia de fallos de mercado en la dotación de recursos privados que expanden la capacidad de adaptación, como identificar aquellos procesos que deben reforzarse para reducir la vulnerabilidad del sector privado, de sectores económicos concretos e, incluso, de aquellos sectores de la población con mayor exposición a los riesgos del cambio climático por su incapacidad para hacer frente a los mecanismos (financieros o de otro tipo) más esenciales para mejorar su capacidad adaptación. Contexto económico de la adaptación al cambio climático 3.1.1 La adaptación como bien público Cuando una medida de adaptación puede, potencialmente, beneficiar a más de un agente económico, es decir, cuando la adaptación es un bien o servicio no rival, ésta se puede categorizar como bien publico. Un buen número de medidas de adaptación pueden definirse en este ámbito, y podemos mencionar las más típicas: diques de contención en la costa o en los ríos, canalización de barrancos o construcciones dirigidas a proteger las carreteras o líneas ferroviarias, y la protección de la biodiversidad. Pero no solamente incluye múltiples infraestructuras, ya que el conocimiento o la organización administrativa que gestiona desde la planificación territorial hasta la valoración del riesgo en la comunidad, son también bienes públicos. Los problemas relacionados con la gestión de bienes públicos pueden interpretarse en dos dimensiones en el contexto de la adaptación: por un lado, y en base a la conocida condición de Samuelson, la estimación de la demanda de adaptación basándonos en la adaptación autónoma o privada será menor que la demanda socialmente deseable u óptima; y, por otro, no existirán suficientes incentivos a la inversión privada en adaptación ya que la financiación del coste de las medidas de adaptación por parte de los agentes individuales no tiene relación directa con el beneficio que obtienen de las mismas. La solución estándar en la asignación de bienes públicos es reveladora, no tanto por que obliga a la cooperación a través de la acción colectiva (gobiernos u otras instituciones) a través de políticas de adaptación, sino porque expresa una de las dimensiones más complejas de la toma de decisiones: dada la incertidumbre sobre los impactos del cambio climático, ¿cómo pueden consensuarse aquellas medidas de adaptación cuyo beneficio marginal esperado cubra el coste marginal de la adaptación? Dado que los agentes no perciben de la misma manera los riesgos a los cuales se exponen unos y otros, podemos esperar que las políticas de adaptación 9 contribuyan a estimular la dotación de bienes públicos realizados por agentes privados, con beneficios potenciales para otros agentes, subestimando posibles externalidades negativas como, por ejemplo, que se traslade la vulnerabilidad a otros agentes u otros sistemas. 3.1.2 Las externalidades y los costes de transacción en la adaptación La presencia de externalidades en el contexto de la adaptación se justifica en la coexistencia de una débil definición de derechos de propiedad (que determinan la capacidad para externalizar costes y beneficios sin que exista compensación alguna) y de altos costes de transacción en los intercambios de bienes y servicios (es decir, los costes de la provisión de información, ejecución de contratos y negociación implícitos en toda transacción). Un ejemplo claro de esta combinación lo encontramos en los esfuerzos que realizan los gobiernos en la adaptación a las amenazas o inclemencias del clima en diversos ámbitos como la protección civil o en el entorno agrario. Está claro que el objetivo de los planes de prevención y de protección civil reflejan muchos más objetivos (y por tanto, beneficios para la población) que la consecución de la efectividad en costes. Por este motivo, las administraciones públicas en muchos países cubren las pérdidas ocasionadas por desastres naturales, incluyendo bienes y servicios no públicos. Es decir, las administraciones internalizan en su toma de decisiones numerosos beneficios privados. En estos casos, está claro que los agentes individuales que no hacen, o no esperan hacer, frente a todos los costes derivados del daño, no tienen suficientes incentivos para llevar a cabo las medidas autónomas o privadas, en proporción adecuada para su adaptación. Es decir, la Contexto económico de la adaptación al cambio climático valoración de los riesgos en decisiones tan básicas como los materiales o la localización de las viviendas, digamos en la costa, no es la misma si los costes esperados del daño están cubiertos por otros, bien por la compañía de seguros bien por el Estado. Este problema, que puede categorizarse como un problema de riesgo o azar moral, se tiende a neutralizar a través de medidas de planificación territorial y de licencias. De esta forma, algunos gobiernos desacoplan la decisión sobre donde construir las viviendas del problema de riesgo moral implícito (evitar las pérdidas sociales por amenazas climáticas derivadas de decisiones individuales). Si bien se puede afirmar que no está claro en qué casos estas políticas o estrategias de adaptación pueden contribuir a limitar los daños y las pérdidas ocasionadas por el cambio climático, se puede afirmar que existe un potencial de ahorro considerable en la mejora de la capacidad de adaptación a eventos climáticos extremos (casos en que las pérdidas pueden ser considerables). La clarificación de responsabilidades y la clara definición de incentivos contribuyen a que los agentes privados no sólo tomen las medidas de adaptación adecuadas sino a incrementar el apoyo de los ciudadanos a iniciativas legislativas y procedimientos cuyo objetivo sea evitar la pérdida colectiva. La presencia de efectos externos positivos determina que las decisiones individuales resulten en una escasa adaptación autónoma. A veces ocurre lo contrario, y existe ya evidencia empírica de que la optimización de los agentes privados puede conducir a decisiones de sobreinversión (como en el caso de la inversión en máquinas de nieve artificial en las estaciones esquí). En este caso, el nivel de inversión óptimo debería considerar un balance entre los costes de capital y los costes variables frente al beneficio esperado a nivel de todas las estaciones, es decir, bajo condiciones de acción colectiva. Al mismo tiempo, la sobreinversión puede resultar en otras externalidades ambientales con implicaciones 10 importantes para el consumo de agua, la calidad del agua o el consumo de energía (y, en consecuencia, aumentos en las emisiones de gases invernadero). 3.1.3 Los mercados incompletos y la información asimétrica La falta de información sobre los efectos del cambio climático puede evitar el desarrollo de mercados de bienes y servicios básicos relacionados con la adaptación autónoma. En estos casos, el desarrollo de soluciones técnicas adecuadas a la adaptación – tales como en el uso eficiente del agua o de la energía – dependerá de que las administraciones contribuyan a determinar de forma adecuada las demandas de estos bienes y servicios en función de expectativas correctas sobre los efectos del cambio climático. La presencia de mercados incompletos para bienes y servicios y de vacíos legislativos importantes en los países menos desarrollados donde parece estar condicionada en mayor medida su capacidad de adaptación a los riesgos climáticos. Sin embargo, es en el desarrollo de productos relacionados con los seguros y los mercados financieros, en definitiva la gestión de los riesgos derivados de la variabilidad climática, donde nos encontramos un complejo campo de investigación y de nuevas fórmulas para incentivar la adaptación de aquellos que soportan y comparten los riesgos del cambio climático. El importante papel de la selección adversa y de riesgo moral en el diseño de incentivos a la adaptación se aborda formalmente en el apartado dedicado a los incentivos a la adaptación. Contexto económico de la adaptación al cambio climático 3.1.4 Redefiniendo el papel de las políticas públicas en adaptación El concepto de adaptación óptima en el marco de la economía del bienestar contribuye a determinar el ámbito de acción en dos niveles: la adaptación autónoma y planificada. Identificar y corregir los fallos de mercado en el contexto de la adaptación autónoma puede contribuir a aumentar el rango de tolerancia de la adaptación del sector privado y la eficiencia privada. Al mismo tiempo, refuerza el papel del sector público como impulsor de dicha capacidad a través del uso de incentivos y de fórmulas de financiación adecuadas a la dimensión del problema y a las necesidades de acción colectiva. Finalmente, el análisis económico permite identificar la integración de los objetivos de adaptación en la planificación y provisión de bienes públicos – mainstreaming – como uno de los elementos estratégicos de la adaptación planificada. A modo de resumen, la planificación pública debe realizar una provisión a niveles adecuados de la adaptación como bien público (investigación y desarrollo o infraestructura resistente a nuevos riesgos y riesgos climáticos recurrentes), reducir o modificar las barreras existentes a la adaptación privada (información sobre el clima, imperfecciones en los mercados de bienes y servicios, restricciones de capacidad) e implementar incentivos que mejoren la capacidad de adaptación privada en general a través de regulación o a través de incentivos de mercado. El papel de la regulación y de los incentivos a la adaptación será abordado posteriormente en un apartado específico 11 3.2 Estimación de los costes y los beneficios de la adaptación Si bien la adaptación requiere la participación de múltiples agentes y niveles de acción colectiva, y que estos agentes internalicen los riesgos actuales y anticipados en su toma de decisiones en un contexto de incertidumbre, la experiencia histórica demuestra que existen dos cuellos de botella esenciales (Fankhauser et al, 2008). Por un lado, nos encontramos con aspectos relacionados con el marco institucional (instrumentos regulatorios e incentivos económicos) que facilitan la adaptación privada y la planificación que hemos visto en el apartado anterior, y que han recibido mucha menos atención en la literatura. Por otro lado, una restricción fundamental en la toma de decisiones sobre adaptación se basa en las dificultades para estimar los costes y los beneficios esperados de la adaptación, así como el diseño de mecanismos que permitan generar los recursos financieros adecuados. Obtener estimaciones monetarias de los costes y beneficios de las políticas de adaptación es un proceso complejo en el entorno global y en local, tanto en el contexto de la adaptación autónoma como de la planificada. Sin embargo, la dificultad para esclarecer qué beneficios debe atribuirse a la adaptación y como estimar los costes evitados en un entorno de riesgo e incertidumbre no puede ser una excusa para evitar cierto grado de racionalidad en la selección de acciones o la sistematización de la información que las justifique. De hecho, la aproximación desde la economía del bienestar a los planes de adaptación permite establecer diferentes criterios de racionalidad económica a la hora de priorizarlas y de establecer su efectividad. Por otro lado, identificar las dificultades que surgen en los procesos de estimación de la valoración monetaria de los beneficios y de los costes de adaptación puede contribuir a establecer algunas guías en la Contexto económico de la adaptación al cambio climático valoración en las estrategias o planes específicos previstos. Identificar, en todo caso, los distintos niveles de adaptación en el entorno local, tanto desde el punto de vista del sector privado como del sector público, favorece el diseño de planes de acción más efectivos a medio y largo plazo. Cualquier enfoque metodológico dirigido a valorar los costes y de los beneficios de las políticas de adaptación se enfrenta a un conjunto de dificultades singulares. En primer lugar, la mayoría de las medidas de adaptación requiere respuestas de numerosos actores del ámbito público y privado en un contexto de incentivos y de estímulos bastante amplio, por lo que resulta complejo valorar de forma concreta el coste de la componente climática. De hecho, pocas actuaciones en el ámbito de los impactos de aumento en el nivel del mar son tan concretas como la construcción de un dique de protección por parte de las autoridades locales. Por otro lado, la mayoría de medidas de adaptación en este ámbito requiere modificar el diseño de proyectos públicos o privados desarrollados en la costa para que internalicen los riesgos de un aumento en el nivel del mar. En este sentido, todas las medidas dirigidas a mejorar la capacidad de adaptación se enfrentan a esta dificultad a la hora de identificar los costes directos de la adaptación: identificar qué componentes del diseño o de la actuación están dirigidos específicamente a potenciar la capacidad de adaptación de una infraestructura o sistema. En segundo lugar, debemos tener en cuenta que la adaptación a las condiciones climáticas forma parte de nuestras vidas y de la toma de decisiones colectiva en cualquier región del planeta. La existencia de límites económicos, biofísicos y sociales en el nivel y en el ritmo de adaptación nos hace aceptar de daños de tipo residual en el contexto actual. Por tanto, la evaluación de los costes de adaptación debe considerar el coste de las medidas de adaptación que realizamos en la 12 actualidad y debe considerar, adicionalmente, los beneficios secundarios a pesar de que precisarlos conlleve numerosas dificultades. 3.2.1 La adaptación como un problema de decisión temporal La adaptación al cambio climático es, en gran medida y desde el punto de vista económico, un problema de decisión temporal. Las medidas de adaptación estratégica responden esencialmente a la capacidad de reducir los daños asociados a los impactos del cambio climático a largo plazo realizando acciones a corto plazo. De hecho, tanto el nivel de adaptación como el momento en el que se desarrolla la acción determinan en gran medida los costes y beneficios relativos de la adaptación. El valor presente de desarrollar una acción de adaptación hoy está determinado por el coste de la acción más el flujo de daños residuales, dado que la adaptación no evitará todo el daño. El valor presente de actuar dentro de diez años incluye el flujo de daños ocurridos durante los diez años de inacción más el valor presente del coste de adaptación en diez años y los costes del daño residual a partir de entonces. Por tanto, el momento de la actuación depende entonces de tres factores: la tasa social de descuento, la percepción del riesgo y la incertidumbre, y el tratamiento singular de los fenómenos naturales extremos. Contexto económico de la adaptación al cambio climático 13 3.2.2 El descuento y la incertidumbre y la incertidumbre favorecen la elección de proyectos cuya ejecución se encuentre más alejada del momento de la evaluación. En el marco de decisiones temporales, el descuento refleja esencialmente el coste de oportunidad temporal del capital o el tipo de interés. La elección de una tasa de descuento es, sin duda, uno de los procedimientos que más controversia ha generado en la modelización de los impactos del cambio climático. Siguiendo la tradición anglosajona de no descontar el futuro, el Informe Stern estima pérdidas anuales del 5% del PIB global, ahora y para siempre, asociadas a los costes y riesgos de calentamiento global. Asumir este supuesto de análisis implica ignorar el tipo de interés y la tasa de ahorro en el sector privado y, por tanto, subestimar el coste de oportunidad temporal del capital. El problema, sin embargo, es que incluso con tasas de descuento de entorno al 3-4% (tal y como recomienda el IPCC), en los horizontes temporales de permanencia de los gases invernadero, el valor monetario de los impactos se disipa en el presente. En este contexto, la tasa de descuento – sea como reflejo de una tasa social de preferencia intertemporal o como el tipo de interés de mercado – conlleva realizar de forma implícita valoraciones subjetivas de equidad intergeneracional y, en última instancia, de la aversión social a los riesgos que conlleva el impacto del calentamiento global. Esto no es cierto para algunos tipos de medidas de adaptación, especialmente aquellas medidas integradas en la planificación del desarrollo y las inversiones en infraestructuras duraderas: sistemas de abastecimiento y saneamiento de aguas, infraestructuras de transporte (energía y movilidad) puertos y diques, y todos los relacionados la planificación a largo plazo de usos del suelo. Es decir, las acciones de adaptación que se integren en el desarrollo de proyectos cuyos beneficios directos se pueden percibir a corto plazo o que generen beneficios secundarios a largo plazo, se ven favorecidas frente a otras en presencia de incertidumbre y del factor de descuento. Sin embargo, la literatura sobre adaptación no parece otorgar tanta importancia a esta controversia, a pesar de los marcos temporales de evaluación de las políticas pueden ser igual de amplios que en la mitigación. Intuitivamente, la tasa de descuento favorece retrasar la toma de decisiones y el desarrollo de medidas de adaptación hacia el futuro. Al mismo tiempo, la perspectiva de disponibilidad de técnicas más efectivas o más baratas en el futuro y el incremento de información disponible sobre la naturaleza de los riesgos asociados a los impactos del cambio climático reduce el valor presente de este retraso. Es decir, el descuento (a) Los beneficios a corto plazo de la adaptación La anticipación en la adaptación se ve justificada en el caso de que las medidas favorezcan de forma inmediata a reducir los daños derivados de la variabilidad climática existente (adaptación temprana al riesgo de eventos climáticos extremos) o que contribuyan a generar beneficios secundarios significativos. Una categoría importante de acciones estratégicamente anticipables incluye todas aquellas medidas que contribuyen a fortalecer y preservar la resistencia de los ecosistemas más vulnerables. Otra categoría fundamental estaría compuesta por aquellas medidas dirigidas a aliviar la pobreza y a reforzar los sistemas de salud, es decir, políticas sociales que generan beneficios secundarios a corto plazo al tiempo que se potencia la capacidad de adaptación de los sistemas sociales a los impactos del cambio climático. (b) Los efectos a largo plazo de la adaptación temprana En esta categoría entrarían todas aquellas acciones que contribuyen a evitar impactos irreversibles a largo plazo, tanto en la conservación de los ecosistemas naturales y de la biodiversidad como en aquellos Contexto económico de la adaptación al cambio climático impactos de gran magnitud en los sistemas sociales. En este caso, los riesgos potenciales y la incertidumbre sobre los daños juegan un papel fundamental en la toma de decisiones. De hecho, tal y como afirma (Hanemann, 2008) la percepción social de los beneficios y de los costes derivados de estas acciones puede alterar la efectividad de la adaptación, dado que los errores en la toma de decisiones – demasiado temprana o tardía – tendrían implicaciones en los efectos de la adaptación. 14 [2] Evitar pérdidas de corto plazo. Es decir, tratar de maximizar los beneficios a corto plazo de los proyectos a realizar y de la protección de ecosistemas asumiendo las condiciones de vulnerabilidad actuales. Con este objetivo es necesario considerar o asumir la variabilidad climática actual y proteger los ecosistemas naturales para incrementar su resistencia a la variabilidad climática, es decir, aumentar el rango de tolerancia En el contexto de la adaptación temprana, la planificación de la adaptación debe favorecer aquellos proyectos que se ajusten a los siguientes tres criterios: [3] Evitar daños irreversibles. Considerar qué riesgos o cambios pueden resultar en impactos irreversibles. Es fundamental considerar la Tabla 1 irreversibilidad, tanto de los ecosistemas terrestres y marinos como de Criterios de selección en el contexto de la adaptación temprana a los efectos del cambio climático [1] los sistemas socioeconómicos (eventos extremos que dañen la imagen de un destino turístico, por ejemplo) Evitar retroalimentaciones costosas. Es el caso del diseño de infraestructuras necesarias asumiendo los riesgos asociados al cambio 3.2.3 Criterios de decisión en presencia de riesgo y de climático futuro: puertos, aeropuertos, carreteras, y saneamiento; y del incertidumbre planeamiento del territorio, ajustando las proyecciones de tal modo que consideren las condiciones y los impactos de largo plazo. En este punto es fundamental considerar la naturaleza de los riesgos. Por ejemplo, una mayor probabilidad de inundación no significa que las infraestructuras deban considerar mayor capacidad de recogida de aguas pluviales y por tanto, un “exceso de capacidad” mayor, sino que la infraestructura debe diseñarse considerando la inundación (dada la mayor probabilidad de ocurrencia) Definir procesos de adaptación en un contexto de incertidumbre sobre la naturaleza de los impactos del cambio climático a nivel local y global es, sin duda, una de las dimensiones más complejas de la toma de decisiones sobre adaptación a corto plazo. Hay que tener en cuenta que, la mayoría de los beneficios de la adaptación (impacto evitado) serán beneficios esperados – es decir, la probabilidad media ponderada sobre un rango de acontecimientos posibles. Ante una doble fuente de riesgo e incertidumbre – la probabilidad de ocurrencia – y el valor de la pérdida o daño, resulta complejo Contexto económico de la adaptación al cambio climático fundamentar la toma de decisiones temporal en criterios de rentabilidad. Hemos seleccionado tres criterios que pueden guiar la toma de decisiones en este contexto de incertidumbre: Tabla 2 Criterios alternativos en la valoración de efectos o proyectos en presencia de riesgo e incertidumbre [1] Si los costes de la inacción son significativos, entonces la toma de decisiones debe usar el principio de precaución [2] En un contexto de aversión al riesgo, la toma de decisiones tratará de prestar atención a los acontecimientos negativos [3] Win-win measures, es decir, medidas justificadas incluso en ausencia de cambio climático, como son: sistemas de predicción a largo plazo, sistemas de detección y de aviso y desarrollo sostenible. Por ejemplo, tanto en los países menos desarrollados como en los más desarrollados, mejorar las condiciones de acceso de la población más pobre a los sistemas de salud y mejores condiciones sanitarias son estrategias que aportan un doble dividendo social Fankhauser et al (1999) argumenta que en el contexto de incertidumbre actual la mejor manera de considerar el potencial de cambio climático en las decisiones de inversión es incrementar la flexibilidad y hacer más 15 robustos los sistemas y las infraestructuras, permitiendo su funcionamiento en condiciones climáticas variadas y capaces de soportar impactos climáticos más severos. Este argumento es fácilmente aplicable a todos los sistemas: naturales, físicos y sociales. Este argumento puede interpretarse de la siguiente manera: En los sistemas naturales: fortalecer los marcos de protección ambiental frente a las amenazas y las presiones actuales En los sistemas físicos: mejorar la capacidad de las infraestructuras de producción y de depósito de agua de abastecimiento humano En los sistemas sociales: mejorar los marcos regulatorios que incentiven la adaptación individual: seguros, responsabilidad, diversificación sectorial, fortalecimiento del capital humano. Por otro lado, y aunque a veces sea interpretado como un principio limitador del progreso, el Principio de Precaución ante procesos de gran irreversibilidad como los que puede desencadenar el calentamiento global puede contribuir en el ámbito de las decisiones temporales a mejorar la toma de decisiones y la elección de los proyectos. Si bien el Principio de “quien contamina paga” caracterizó las primeras etapas de la política ambiental, la política nacional e internacional en torno a los riesgos ambientales puede ser caracterizada hoy en día por su función preventiva (no curativa): afrontar los costes la contaminación ex ante para limitar los daños reparables o compensables sobre el medioambiente. La idea de que la ciencia puede evaluar y cuantificar los riesgos y la incertidumbre que caracterizan los impactos ambientales ha hecho que este Principio de Prevención haya sido el principio más utilizado en la eliminación y reducción de los daños ambientales. Sin embargo, la sociedad se enfrenta a un número cada vez mayor de riesgos impredecibles y no cuantificables de diversa índole, con Contexto económico de la adaptación al cambio climático capacidad para desencadenar daños catastróficos. En este contexto, el Principio de Precaución es una herramienta estratégica que permite integrar en la evaluación y gestión de riesgos aquellas incertidumbres más profundas. La precaución hace referencia al objetivo de proteger la salud humana y el medio natural de aquellos daños potencialmente peligrosos incluso en aquellos casos en los que la evidencia científica del daño es incierta o inconclusa. Por este motivo, la mayoría de acuerdos internacionales sobre seguridad alimentaria, salud y medioambiente – incluyendo la Convención Marco de Cambio Climático de Naciones Unidas – recomiendan su inclusión en la toma de decisiones. 16 De acuerdo al IPCC, el cambio climático está alterando los patrones de riesgo de desastres naturales en tres formas: [1] Incremento de la frecuencia e intensidad de eventos extremos, tales como temperaturas extremas y fuertes precipitaciones, ciclones más intensos y áreas más extensas afectadas por sequías e inundaciones. [2] Cambios en la distribución geográfica de las áreas afectadas por las amenazas climáticas. [3] Mayor vulnerabilidad de algunos grupos sociales y sectores económicos debido al aumento del nivel del mar y fusión de glaciares. 3.2.4 Gestión de riesgos de desastres naturales 4. El papel de los incentivos en la adaptación La necesidad de invertir en la reducción de riesgos de desastres está asociada a los cambios en los patrones de variabilidad climática, que ocasionan desastres más extensivos y frecuentes y que suponen una amenaza a la seguridad alimentaria y aquellas poblaciones más dependientes del sector primario. La Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de Naciones Unidas (ISDR, 2008) define la gestión de riesgos de desastres como “el proceso sistemático de utilizar las decisiones administrativas y las habilidades y capacidades organizacionales y operativas, para implementar políticas y estrategias que contribuyen a reducir los impactos de desastres naturales y de los desastres ambientales y tecnológicos en la sociedad”. En el contexto de cambio climático, la gestión de riesgos de desastre se refiere a toda acción sistemática de prevención y mitigación de los efectos de las amenazas climáticas (Baker, 2008). autónoma y la financiación de la adaptación La adaptación autónoma se refiere a todas aquellas iniciativas del sector privado, en respuesta a cambios en los precios relativos o cambios en las funciones de bienestar inducidos por el cambio climático actual o anticipado. Algunos autores (Smit et al., 1996) describen la adaptación autónoma como aquella que se produce de forma “natural,” sin intervención del sector público, restringiendo el ámbito de este tipo de acciones al sector privado y al interés privado. Sin embargo, tal y como hemos apuntado en el apartado anterior, restringir la adaptación autónoma a la adaptación “sin intervención” de los agentes privados subestima el papel estratégico que el sector público y la planificación pueden desarrollar para fortalecer de la acción privada en materia de adaptación. En cualquier caso, la presencia de riesgo e incertidumbre, la diferente percepción de ambos por parte de los agentes sociales y económicos, así como la posible interdependencia de los impactos, Contexto económico de la adaptación al cambio climático hacen de la adaptación al cambio climático un contexto donde diferenciar el interés privado del interés colectivo puede resultar tremendamente complejo. Por estos motivos, en este apartado identificamos el concepto de adaptación autónoma a las acciones individuales y colectivas que desarrolla el sector privado en respuesta a los escenarios de cambio climático en el contexto de un marco institucional que determina los incentivos a la adaptación, sea o no impulsada por la acción pública. La adaptación implica la realización de acciones múltiples y costosas en distintos niveles, por lo que requerirá la implicación de todos los agentes económicos (hogares, empresas y administración) y de la sociedad civil en el interés público y privado. Si bien la promoción de medidas de adaptación efectivas requiere la internalización de los riesgos climáticos actuales y futuros en la toma de decisiones de los agentes privados y públicos, uno de los problemas fundamentales en la adaptación autónoma será la débil definición de derechos de propiedad en relación a los riesgos climáticos. Es decir, la capacidad de los agentes privados para externalizar los riesgos (y los daños) a terceros o las administraciones, tiende a reducir en gran medida los incentivos a la adaptación autónoma. En este ámbito, nos movemos entre los límites de la adaptación privada (internalizada por el sector público) y la adaptación planificada. En ambos casos, la redistribución de adaptación se enfrentan a numeras barreras. Las sociedades han realizado siempre acciones de adaptación a las condiciones climáticas y de su entorno. Podríamos decir que, incluso hoy, muchas comunidades y sectores sociales permanecen vulnerables o pobremente adaptados a las condiciones climáticas. En muchas ocasiones, la adaptación permanece en los procesos de planificación, mientras que se retrasa o no se realizan las actuaciones planteadas. En este sentido, puede ser interesante destacar que, tradicionalmente, las principales dificultades para la adaptación autónoma efectiva tienen que 17 ver con la financiación de dichas actuaciones y el acceso a la información relevante sobre el clima o el contexto climático. Este desfase entre planificación y recursos financieros es crítico si tenemos en cuenta que la dimensión de la adaptación al cambio climático excede en muchos casos la disponibilidad de fondos públicos por parte de la administración más cercana y requerirá de la participación de los agentes privados. Por este motivo, será extremadamente relevante reforzar el papel de la regulación, de la información y de los incentivos en la escala y en la eficiencia necesaria para los esfuerzos de adaptación autónoma. Fanhauser et al. (2008) proporciona una clasificación convencional de los instrumentos disponibles para facilitar la adaptación en los distintos sectores económicos de forma ilustrativa. Esta clasificación se encuentra extensamente desarrollada y permite profundizar en el diseño de incentivos e instrumentos regulatorios precursores de una mayor fortaleza del rango de adaptación en los distintos sectores económicos: • Esquemas aseguradores de riesgo • Señales de precio/mercados • Convenios público-privados • Esquemas de micro-financiación • Incentivos de I+D Sin embargo, para comprender la importancia de los incentivos es necesario reflexionar sobre el papel de las empresas y de otros agentes privados como canalizadores y catalizadores de la inversión en todos los sectores de la economía. En este sentido, la mayoría de acciones de adaptación deberían estar guiadas por el interés particular, es decir, debe existir un incentivo de potencia suficiente que lleve a los agentes privados a acometer medidas que puedan reducir su vulnerabilidad a los Contexto económico de la adaptación al cambio climático riesgos del cambio climático o contribuyan a explotar las potenciales oportunidades de negocio. o El sector de la construcción y de la ingeniería es clave en el diseño de infraestructuras y de viviendas resistentes al cambio climático. o El sector de las telecomunicaciones y de las tecnologías de la información juega un papel fundamental en la comunicación de riesgos y en la monitorización de las amenazas. o La industria agropecuaria en el entorno local es garante del suministro de alimentos y del sostenimiento de la renta y de los recursos de los que depende el ámbito rural. o El sector bancario debe garantizar el acceso a los recursos financieros para hacer frente a la acciones de adaptación. o El sector de los seguros debe proveer la cobertura de riesgos que garantiza la adopción de responsabilidades en nuestro sistema económico. o El sector turístico debe afrontar medidas de adaptación en sus infraestructuras, aumentar la capacidad de adaptación frente a la variabilidad climática y eventos extremos, así como desarrollar instrumentos de comercialización que flexibilicen la demanda. o De forma transversal, el suministro de bienes y servicios en nuestros sistemas económicos puede verse amenazado por los impactos del cambio climático y deberá planificar el desarrollo de su actividad teniendo en cuenta estos riesgos. o Sabemos que la elección sobre materiales, diseño y localización de viviendas, debe realizarse bajo condiciones de rentabilidad privada y social. Para ello es fundamental que la legislación contribuya a alinear incentivos entre los agentes 18 Si bien la correcta señalización de riesgos en el sector privado es, sin duda, uno de los elementos clave a la hora de propiciar la adaptación autónoma privada y socialmente óptima. Sin embargo, esto no es suficiente. La necesidad de establecer una metodología que sirva de apoyo plan de adaptación no puede desvincularse de la complejidad de nuestro sistema económico y de sus órganos de decisión. Por tanto, el diseño de medidas de adaptación en un marco temporal de condiciones variables debe estar subordinado a la participación de los agentes y uso de la gobernabilidad, haciendo uso de instrumentos que permitan corregir fallos de mercado existentes y del diseño de incentivos. En este apartado incorporamos algunas reflexiones que deben incorporarse al debate social en el contexto de la financiación de las acciones de adaptación, la necesidad de realizar reformas fiscales que mejoren la asignación de recursos en la región, de forma que se busque no sólo cierta efectividad en las acciones sino identificar posibles fuentes de financiación necesarias para su puesta en marcha. La literatura económica refleja grandes avances en el desarrollo a nivel internacional de mecanismos de financiación para acciones de adaptación al cambio climático que vayan asociadas a los objetivos de desarrollo económico de los organismos internacionales. Es el caso de los objetivos de seguridad alimentaria, de protección frente a catástrofes climáticas, de prevención de enfermedades vectoriales, y de condiciones sanitarias básicas para la población. En todo caso, la financiación de la adaptación – principalmente asociada a los mercados de carbono, los mecanismos de flexibilización y la difusión tecnológica – está vinculada a la búsqueda compromisos globales en las políticas de mitigación. En el contexto nacional, sin embargo, el debate entorno a los incentivos económicos y financiación de las medidas de adaptación ha quedado relegada a un segundo plano. El Plan Nacional de Adaptación no incluye ninguna referencia a este respecto, limitándose a expresar que “los Contexto económico de la adaptación al cambio climático recursos financieros que se puedan requerir podrán ser aportados por aquellos organismos, instituciones y asociaciones con responsabilidad e intereses en los sectores y sistemas a evaluar”. Si bien se trata de una clara referencia a la distribución de competencias y de financiación de las mismas en el contexto nacional y autonómico, no deja de ser una evasiva sobre uno de los elementos clave en la estrategia de adaptación. La definición de incentivos económicos en el diseño de una estrategia de adaptación está estrechamente vinculada al marco institucional que define los derechos y las obligaciones del sector privado y de los bienes públicos. Por un lado, la mayoría de las acciones de adaptación “privadas” deberían de suceder de forma autónoma y eficiente. Sin embargo, la existencia de fallos de mercado – tanto los relacionados con la tecnología de producción como los derivados de una débil definición de los derechos de propiedad o fallos de información – obstaculizan la consecución de objetivos socialmente óptimos. En un contexto de efectos externos, en el que los agentes privados no asumen todos los costes y beneficios de sus decisiones sobre la adaptación, el nivel de adaptación privado tenderá a ser menor que el socialmente deseable. Al mismo tiempo, existen numerosos bienes y servicios para los que no existen mercados o mercados que están sujetos a asimetrías informacionales que no están aun suficientemente desarrollados o no permiten el acceso en condiciones de igualdad. Esto es especialmente relevante en el caso de los servicios derivados de la incertidumbre y el riesgo de cambio climático (seguros). 19 directas que determinen e impongan los niveles de adaptación adecuados. Por tanto, los gobiernos deberán apoyar la mayoría de las acciones de adaptación, incluso aquellas que pudiéramos denominar como privadas. Hemos identificado los siguientes núcleos de la intervención en las estrategias de adaptación: Núcleos de intervención de la estrategia de adaptación (Adaptación autónoma o privada) [1] Provisión de información climática fiable [2] Regulación e incentivos al I+D [3] Creación y corrección de mercados que permitan la asignación de recursos sensibles al clima [4] Corrección de fallos de mercado en los mercados de seguros (los seguros pueden incentivar la adaptación, pero cuidado, no son la panacea) [5] Desarrollo de iniciativas público-privadas Si la toma de decisiones privada (optimización de los agentes) no garantiza unos niveles de adaptación socialmente óptimos, los gobiernos deben contribuir a mejorar la asignación de recursos. Bien a través de opciones regulatorias que internalicen vía incentivos o vía reformas en los mercados los daños esperados, bien a través de intervenciones En el ámbito de la acción colectiva y de las acciones de adaptación concebidas como bienes públicos la financiación necesaria debe estar vinculada a la disposición de fondos públicos que permitan su Contexto económico de la adaptación al cambio climático implementación. Al margen de la acción colectiva en el ámbito de la adaptación como bien público, existen dos áreas especialmente sensibles en las que los fallos de mercado pueden incidir en pérdidas de eficiencia importantes: los grupos marginales de población (incluso sectores económicos) que tienen un acceso deficiente a la información y a los recursos necesarios para realizar acciones de adaptación; y la pérdida de eficiencia derivada de no considerar opciones de adaptación (neglected adaptation measures), es decir, la investigación y el desarrollo de opciones de adaptación. La dimensión económica de la adaptación traspasa las fronteras de la estimación de costes y beneficios de las acciones, incluso de la necesidad de formular fuentes de financiación para las mismas. En este sentido, si se desea promover una estrategia de adaptación equilibrada y efectiva, los instrumentos y las acciones deben estar condicionados al marco de la intervención en su contexto social y económico. Estudios sectoriales recientes proporcionan resultados intuitivos muy interesantes. Muchas acciones de adaptación pueden proporcionar una altísima rentabilidad social y pueden ser implementadas a un coste considerablemente bajo. Es el caso de las prácticas agrarias y de adaptaciones en las conductas de los individuos o de las empresas, que logran adicionalmente mayores niveles de eficiencia en el consumo de recursos. A pesar de que la mayoría de la literatura sobre los costes de adaptación se centra en la valoración de los costes de medidas “fuertes” – quizás porque metodológicamente suele resultar más simple – lo cierto es que este enfoque no sólo se puede producir un sesgo hacia la elección de medidas estructurales, en perjuicio de las medidas “suaves” potencialmente críticas en la adaptación, sino que estas valoraciones están sistemáticamente sobre o infravaloradas (según consideren una variación climática o evento extremo). Por ello, los esfuerzos dirigidos a 20 un desarrollo económico sostenible pueden jugar un papel fundamental en el aumento de la resiliencia de los sistemas físicos y sociales. 5. Efectos distributivos del cambio climático: reorientación y planificación en el sistema de bienestar Tanto los impactos del cambio climático como las acciones específicas del plan de adaptación pueden tener efectos redistributivos importantes en cualquier región. Estos efectos pueden concentrarse en sectores económicos específicos pero también en sectores sociales más vulnerables a dichos impactos. Puede ser el caso de los sectores agropecuarios y del entorno rural, así como – en el caso de impactos sobre la salud de las personas – de grupos de riesgo como niños y mayores. En este sentido, una de las aportaciones esenciales de cualquier estrategia de adaptación es el reforzar el sistema sanitario y de asistencia social para hacer frente a los nuevos riesgos y enfermedades asociadas al cambio climático. El cambio climático impactará de forma más severa, con mayor probabilidad, en los pobres del planeta porque es el grupo de población más expuesto a las condiciones climáticas, está más cerca de los sistemas naturales y a sufrir los límites del clima, y por que su capacidad para adaptarse será menor. Esta evidencia no se limita al contexto de la desigualdad global sino que es extensible a la desigualdad de la distribución de la renta y de la riqueza en los países más industrializados. Esta mayor vulnerabilidad debe hacernos reflexionar sobre el papel de los gobiernos en la adaptación de los grupos marginales de población y en la presión adicional que los impactos del cambio climático pueden generar en la provisión de bienes y servicios públicos. La universalización de bienes preferentes como la atención sanitaria, la Contexto económico de la adaptación al cambio climático educación y las pensiones (y seguro de desempleo) o la dependencia en los estados de bienestar fortalecen la cohesión social pero introducen una presión creciente en el sistema de financiación del gasto público. El cambio climático supone añadir nuevas necesidades de gasto público a la acción de las administraciones y el encarecimiento, en muchas ocasiones de los servicios que ya se prestan a los ciudadanos. En la medida en que los fallos de mercado impidan acciones de adaptación del sector privado en cantidad y en calidad adecuadas, la presión sobre el sistema de bienestar resultaría insostenible. Los fallos de la intervención pública en este contexto pueden ser también determinantes. La internalización de beneficios privados y las relaciones de agencia en las administraciones modifican el comportamiento de los agentes privados. Este es el caso de la atención sanitaria, en la que los mecanismos de “prevención” tienden a eliminarse por parte de la población a favor del coste cero de la atención sanitaria. La presión sobre las administraciones crece también en función de los nuevos riesgos. A pesar de que las compañías de seguros tienden a cubrir parte de los daños ocasionados en el sistema productivo por variabilidad climática, el Estado suele ser el responsable último en procesos catastróficos. Sin embargo, no todos los sectores de población más vulnerables son pobres. Tal y como afirma Fordham (1999), la pobreza es una dimensión clave de la vulnerabilidad. Pero la vulnerabilidad es un concepto más dinámico que la pobreza al capturar el distinto grado de susceptibilidad a una pérdida causada por la exposición a un desastre o a un riesgo diferente por parte de los individuos, de la comunidad o de los sistemas. Cuando se contextualiza el cambio climático en la vida diaria, se identifica el papel de las conexiones sociales o elementos estructurantes de la vulnerabilidad: la localización, el acceso a infraestructuras físicas, a la información, y a los sistemas de comunicación, patrones de gestión del 21 capital social y natural, y la habilidad de los distintos grupos o individuos para asegurarse una fuente de supervivencia y fórmulas de seguridad. 6. Vulnerabilidad y estrategias de adaptación al cambio climático en Canarias El conocimiento científico en torno a los posibles impactos del cambio climático en Canarias es aun limitado. Teniendo en cuenta que los proyectos de regionalización de impactos en España se encuentran en fase de modelización (dependientes a su vez de los escenarios globales), y que es necesario desarrollar modelos climáticos a escala regional capaces de reflejar su contexto geográfico e insular en dependencia del sistema climático global, la determinación de vulnerabilidades a través de un modelo de abajo-arriba (bottom-up) resulta viable y menos costosa a corto plazo. Si bien es cierto que esa compleja tarea va más allá de los objetivos de este proyecto, nos hemos planteado un ejercicio de reflexión sobre la vulnerabilidad de los sistemas económicos, sociales y ambientales de Canarias atendiendo a dos aspectos fundamentales. Por un lado, identificar aquellos elementos y procesos considerados clave en una estrategia regional de adaptación autónoma y planificada y, por otro, tratar de identificar las principales barreras u obstáculos en la mejora de la adaptación de acuerdo a los conceptos desarrollados en los apartados anteriores. 6.1 La economía canaria en el contexto actual La literatura sobre adaptación reconoce el papel clave de las instituciones, de la diversificación sectorial y de las políticas de bienestar social como fuente de resistencia y de resiliencia frente a los impactos Contexto económico de la adaptación al cambio climático económicos del cambio climático. Es decir, una economía fuerte y sin desequilibrios de equidad significativos es, en si misma, una economía con una capacidad de adaptación alta. La crisis económica actual pone de manifiesto la debilidad del modelo de crecimiento económico en el archipiélago, los límites existentes en la expansión de actividades productivas intensivas en consumo de territorio y de recursos naturales, y la persistencia de tasas de pobreza y de marginalidad altas en relación al resto del territorio nacional. En cierto modo, el paradigma actual sobre el modelo de desarrollo económico en el archipiélago puede caracterizarse en términos de la baja capacidad de adaptación a los estímulos que recibe de su contexto nacional e internacional. Ya sea por su alta dependencia de recursos naturales clave, ya sea por sus condiciones geopolíticas, lo cierto es que su baja capacidad de adaptación puede situar a la región como un sistema económico vulnerable a los impactos del cambio climático. La diversificación actual de actividades productivas dificulta el logro de aumentos en el bienestar de la población al tiempo que se absorbe una tasa creciente de población activa. El nivel de pobreza de la región, medido en términos de pobreza relativa como el número de personas con renta por debajo del 60% de la mediana de los ingresos por unidad de consumo [Encuesta de Condiciones de Vida, 2007, INE]. Este dato sitúa a Canarias como la cuarta región más pobre del territorio nacional. Al mismo tiempo, la tasa de paro regional mantiene un diferencial considerable (un 21,17% frente al 13.91% en 2008, INE) con la media nacional. Al mismo tiempo, la renta media regional, en torno al 87,9% de la media nacional en 2008 (INE), mantiene su posición divergente. Por otro lado, la expansión del PIB regional desde el punto de vista de una mayor diversificación o del aumento del valor de la producción se enfrenta a rigideces propias de economías altamente dependientes de sus recursos naturales y de sectores primarios. La región presenta 22 también problemas estructurales básicos: baja tasa de productividad en sectores clave y poco competitivos, déficits formativos importantes, excesiva burocratización y multiplicidad administrativa, así como marcos competenciales no alineados entre administraciones y un creciente déficit de financiación. Al mismo tiempo, la presión sobre servicios públicos básicos relacionados con la salud y la calidad de vida de la población tiende a ser insostenible bajo el modelo competencial y de financiación actual. Por tanto, el sistema económico regional presenta debilidades importantes en comparación con otras comunidades autónomas. A pesar de ello, y de la dependencia del sistema económico regional de recursos naturales como el clima, asociar a este diagnóstico una mayor vulnerabilidad frente a los impactos del cambio climático en relación a otras regiones no puede hacerse sin disponer de unos escenarios diferenciales sobre los efectos locales del cambio climático. De hecho, procede afirmar que la capacidad de adaptación autónoma y planificada ante los efectos del cambio climático – en grandes líneas – puede ser relativamente menor a la que presentan otras regiones. La madurez del sistema productivo actual se enfrenta al reto de revalorizar el capital natural y el capital humano de la región para lograr mantener el empleo y los niveles de bienestar social. El papel de innovación en la revalorización de las actividades productivas y en el desarrollo de nuevos mercados parece fundamental para concebir “un nuevo modelo de economía canaria”. Este reto en el contexto de cambio climático nos lleva a realizar las siguientes reflexiones. En primer lugar, las políticas de mitigación y de adaptación al cambio climático pueden – en línea con la concepción del desarrollo sostenible – potenciar el desarrollo clusters de conocimiento que permitan potenciar la creación y desarrollo de nuevos sectores productivos. En el caso de la mitigación es evidente que el desarrollo de las energías renovables y la implantación Contexto económico de la adaptación al cambio climático de estrategias dirigidas a mejorar la eficiencia energética en el contexto local podrían potenciar nuevas fuentes de conocimiento y de oportunidades empresariales. Estas reflexiones son extensibles al desarrollo de sectores y nuevas tecnologías relacionadas con la gestión hidráulica y de otros recursos naturales, incluyendo la protección de la biodiversidad marina y terrestre. Si bien resulta complejo aventurar sinergias viables desde la adaptación, es evidente que - en la medida en los agentes privados internalicen los riesgos potenciales al calentamiento global – nuevos retos tecnológicos pueden resultar en nuevas oportunidades antes inalcanzables. Teniendo en cuenta además que las acciones de adaptación inducen a un mayor aprovechamiento de las condiciones naturales y de las infraestructuras (actuales y futuras), la reconsideración de actividades tradicionales y técnicas sostenibles en el entorno local pueden ser un foco de innovación. En segundo lugar, la incertidumbre frente a los impactos del cambio climático en un contexto de diversas fuentes de aversión al riesgo (económica y climática) por parte de los agentes privados puede limitar a corto plazo la consideración y ejecución de proyectos de inversión en sectores o en regiones vulnerables al cambio climático. Es importante, por tanto, aportar datos precisos a corto plazo sobre los escenarios de clima para la región y contribuir a mantener el atractivo de inversión en sectores productivos concretos. Las reflexiones realizadas sobre la necesidad de alinear los incentivos y de que los agentes privados dispongan de información relevante sobre los riesgos de impacto y asuman los costes y beneficios de las acciones de adaptación son relevantes en este contexto. Finalmente, una mayor debilidad financiera de adaptación autónoma y privada a los impactos del cambio climático debe compensarse incorporando nuevos criterios y actuaciones en la toma de decisiones. Por un lado, integrar los objetivos de adaptación en la toma de 23 decisiones y en los modelos de gestión [mainstreaming]. Por otro, favorecer la adaptación temprana mejorando el diseño de proyectos de planificación y de infraestructuras que reduzcan los daños de la variabilidad climática existente y seleccionar acciones de adaptación que contribuyen a evitar impactos irreversibles a largo plazo. Por tanto, y en líneas generales, se puede establecer el siguiente orden de prioridades: Prioridades macroeconómicas en la estrategia de adaptación [1] Reducir las bolsas de pobreza y de marginalidad, e identificar específicamente los elementos de integración [mainstreaming] de objetivos de mejora de la capacidad de adaptación en el resto de políticas de lucha contra la pobreza y la marginalidad, en el entorno rural y urbano [2] Fortalecer el acceso a los recursos, a fuentes de financiación, y a la información en sectores económicos (i.e. agricultura y ganadería) y en las administraciones cercanas a los ciudadanos, especialmente en zonas geográficas más deprimidas [3] Reducir las tasas de desigualdad en la distribución de la renta y de la riqueza [4] Promover estudios científicos que aporten un mayor conocimiento de la variabilidad climática actual y futura y, al mismo tiempo, de la vulnerabilidad climática de los sistemas económico, social y ambiental [5] Fortalecimiento de las instituciones que mejore la toma de decisiones en el contexto de la adaptación autónoma y planificada [6] Mejoras en los sistemas de gestión y de explotación de recursos naturales, que reduzcan la presión sobre recursos esenciales para las actividades productivas y para la población Contexto económico de la adaptación al cambio climático [7] Identificar sinergias en las políticas de mitigación y la adaptación planificada. Reforzar elementos de la adaptación autónoma (incentivos) que activen la innovación y el desarrollo de nuevos sectores tecnológicos 6.2 Análisis de los sectores clave en los sistemas ambiental, social y económico Una sectorización puede contribuir a formalizar algunas sobre el papel de la estrategia de adaptación regional, los horizontes de la planificación, y la integración de forma coherente con la planificación vigente y futura. Una de las funciones primordiales del plan de adaptación será diseñar acciones específicas para aquellos sectores de la economía regional más vulnerables a los impactos del cambio climático. Tanto por su peso en la economía regional como por su función social o ambiental, algunos de estos sectores pueden revelarse como muy sensibles a los cambios asociados al calentamiento global. Por ello, será necesario profundizar en su vulnerabilidad a través de estudios específicos y revisar a fondo la planificación, los niveles de protección y los criterios de explotación. Estas reflexiones pretenden relacionar las líneas de adaptación con los planes de acción en el marco del desarrollo sostenible, y destacar aquellas oportunidades asociadas a las distintas acciones o líneas prioritarias. El Plan Nacional de Adaptación (2008) otorga una especial relevancia a la vulnerabilidad a nivel nacional de los cuatro capítulos que engloba la biodiversidad: ecosistemas terrestres y acuáticos continentales, y la biodiversidad vegetal y animal. A nivel regional, la presencia de numerosos endemismos animales y vegetales, el reducido tamaño y el aislamiento de los ecosistemas en el territorio insular, junto a la creciente 24 presión del desarrollo urbano, sitúan a la biodiversidad como uno de los sectores más vulnerables al cambio climático. En este contexto, deben priorizarse las medidas de conservación ex situ como respuesta a impactos potenciales y la incorporación de los efectos del cambio climático como variables a considerar en los proyectos de restauración y de evaluación de impacto ambiental (incluso en la evaluación estratégica de planes y programas) para determinar los rangos de tolerancia y la capacidad de defensa ante la invasión de especies y la respuesta a estímulos climáticos: eventos climáticos extremos y modificación del rango de variabilidad. Especial atención requiere la gestión de los recursos hídricos en el archipiélago, no sólo por la vulnerabilidad en sí misma de este recurso a las variaciones del clima sino por la escasa capacidad de adaptación que caracteriza el modelo de planificación y gestión del ciclo hidrológico en el contexto actual. Este modelo tiene dos características diferenciales: por un lado, un complejo marco institucional que combina la propiedad privada de las aguas subterráneas con un sistema de planificación a nivel insular que determina una realidad considerablemente distinta en cada una de las islas; y, por otro, el objetivo de satisfacer una demanda social creciente del recurso, a costa de subestimar el resto de sus funciones sociales y ambientales. La sobreexplotación de los acuíferos en la provincia más oriental se ha superado gracias al desarrollo de un extenso sistema de desalación y desalinización cuyos impactos energéticos y ambientales hacen cuestionar su sostenibilidad. Los problemas de calidad de agua de suministro y las necesidades de depuración, la salinización de suelos en el contexto rural, etc. constituyen una presión adicional en el sistema de gestión que, bajo la Directiva Marco del Agua (DMA, 2000), deben atenderse en un contexto de extrema escasez. Si bien la situación de los acuíferos en el resto del archipiélago presentan estados de sobreexplotación menor, a las presiones económicas y a la Contexto económico de la adaptación al cambio climático consideración de otras funciones debe añadirse objetivos de conservación en coherencia con los efectos del cambio climático. Estos efectos a largo plazo reflejan una tendencia de reducción de aportaciones hídricas por precipitación y el aumento de las temperaturas en las últimas décadas, de acuerdo a los datos históricos y a los escenarios de cambio climático reflejados por ejemplo por el Consejo Insular de Aguas de Tenerife [Braojos y otros, 2006]. Sin duda, una de las áreas menos exploradas en el archipiélago tiene que ver con el potencial de sumideros de carbono de la masa forestal, suelo y océanos y su impacto sobre la conservación de la biodiversidad. Aproximadamente el 80% de la superficie forestal de Canarias forma parte de la Red de Espacios Naturales protegidos. La combinación de la titularidad pública y privada de la superficie forestal determina un complejo marco regulatorio y dificulta las labores de conservación de estos espacios y de sus funciones. Su vulnerabilidad ante los incendios y las técnicas de gestión forestal tradicionales aumenta con los riesgos asociados al cambio climático. La valorización de las funciones de los bosques canarios frente al cambio climático resulta fundamental. Si bien su contribución a nivel global como sumidero de carbono puede resultar marginal, el bosque canario puede jugar un papel significativo como amortiguador de los impactos del calentamiento global: protege, sostiene y enriquece la biodiversidad, evita la erosión de suelos (reduciendo el riesgo de desertización), contribuye a la recarga de los acuíferos y protege contra el riesgo de avenidas y de inundaciones de los núcleos rurales y urbanos. Finalmente, la mejora de los sistemas de protección (mayor eficacia) y de los sistemas de vigilancia y de alerta temprana, la mejora de los sistemas de uso y gestión, la integración con la planificación, y la evaluación de los balances de carbono, son objetivos prioritarios de acuerdo al PNACC. 25 6.3 Adaptación al cambio climático del sector turístico El cambio climático puede incidir de forma muy directa en la actividad turística de la región. Por su conexión directa al medio natural y al clima, el turismo es considerado – junto a otros sectores económicos como agricultura, seguros, energía y transporte – uno de los sectores más sensibles a los cambios en el clima. Numerosos estudios indican que esa masiva migración anual turística cambiará progresivamente a lo largo de este siglo debido al aumento de las temperaturas que se registrarán en verano en el Mediterráneo y las posibles dificultades de disponibilidad de agua. El turismo de playa, durante períodos progresivamente más largos de tiempo, se desplazará hacia el norte, hasta el Mar del Norte o incluso el Mar Báltico, lo que podría generar pérdidas millonarias para los sectores turísticos de países como España. Si bien la contrapartida positiva para el sector turístico de la zona mediterránea es que las condiciones climáticas mejorarán en primavera y otoño, esta ventaja puede tener un impacto limitado en función de las preferencias por otros destinos más cómodos climáticamente. A corto plazo debe prestarse atención a posibles cambios en los condicionantes de la demanda turística en origen y a los impactos de las políticas de mitigación de gases invernadero. La evidencia que podemos extraer de los estudios realizados sobre el impacto del cambio climático en los patrones de la demanda turística a nivel global es la siguiente. En las próximas décadas se producirá una redistribución geográfica y temporal de la demanda turística. Se anticipa un aumento de la demanda de los destinos situados en las latitudes del norte y zonas elevadas y de montaña. Los turistas del norte de Europa pasarán mayores temporadas de vacaciones en su propio país. Sin embargo, es posible también que amplíen sus estancias durante el invierno en zonas más templadas en la medida en que se extremen las temperaturas durante esta temporada. Contexto económico de la adaptación al cambio climático En definitiva, parece probable que la demanda turística reaccione más ante el impacto global del cambio climático en un destino que ante cambios específicos de las condiciones climáticas. En este sentido, el aumento de los riesgos asociados a eventos climáticos extremos que puedan dañar la infraestructura turística y complementaria y de aquellos que puedan afectar a la salud del destino y su entorno, debe inducir a los agentes implicados en el sector a desarrollar planes integrales de emergencia y de evacuación adecuados a dichos niveles de riesgo. Pero no todos los impactos tienen porqué ser negativos. Identificar las vulnerabilidades y la capacidad de adaptación al cambio climático permitiría aprovechar nuevas oportunidades de negocio y nuevos potenciales de inversión en el sector. El sector turístico debe comenzar a integrar en su planificación y en el desarrollo de sus actividades distintos retos relacionados con los nuevos escenarios climáticos. Uno de ellos es la posibilidad de cambiar progresivamente el atractivo de Canarias desde la temperatura hacia la luz en invierno. El sector turístico es un claro ejemplo de cómo mitigación y adaptación son objetivos interdependientes. La incidencia de las políticas de mitigación como la inclusión del transporte aéreo en el Esquema de Comercio de Emisiones de Carbono de la UE a partir del 2012 puede derivar en un aumento de los precios relativos del transporte aéreo en Europa y, por tanto, en la competitividad de destinos turísticos de media distancia (4-5 horas) como los de Canarias. Estas políticas pueden afectar a la competitividad de algunos destinos turísticos: es decir, la capacidad de adaptación de la oferta a estos nuevos escenarios – alojamientos y tour operadores, principalmente – puede lograr redefinir los productos turísticos. Un ejemplo de tendencia en la adaptación del sector puede ser el aumento del periodo de estancia de los turistas en un destino que, inevitablemente, sufre un incremento del coste de la movilidad aérea. Considerar estos estímulos económicos en paralelo a 26 aquellos relacionados con los efectos del cambio climático en las islas (y en los países de origen) debe ser un objetivo prioritario en la planificación. La pérdida de competitividad en los últimos años del sector turístico en Canarias está relacionada con su grado de madurez, la obsolescencia y la congestión de algunas infraestructuras, y con un exceso de oferta en planta alojativa provocada por la estabilización del número de visitantes. En este sentido, los esfuerzos actuales para la redefinición del producto turístico en base a la rehabilitación de la planta alojativa, al incremento de la oferta complementaria y a la conservación del paisaje y de los recursos naturales (conservación del atractivo natural de los destinos) deben tratar de integrar los nuevos retos que impone el cambio climático y los cambios en las preferencias de los turistas. Por tanto, toda iniciativa de adaptación de los destinos turísticos de Canarias a los impactos del cambio climático debe ir acompañada de dos soportes fundamentales: la sosteniblidad y la autofinanciación. Finalmente, las estrategias de adaptación y de sosteniblidad de los destinos turísticos deben ir acompañadas de estrategias de comercialización y de marketing que permitan diferenciar el producto turístico en un mercado cada vez más exigente con los estándares ambientales del destino al tiempo que se rentabilizan las inversiones públicas y privadas que contribuyen a disminuir los impactos ambientales y aumenta la capacidad de adaptación a los efectos físicos del cambio climático. Contexto económico de la adaptación al cambio climático 6.4 Reflexiones entorno a los horizontes temporales de adaptación para sectores clave Si bien el rango de tiempo es una variable clave en la concepción de la estrategia de adaptación, y se han realizado algunos esfuerzos por determinar los rangos temporales sobre los que planificar las medidas de actuación correspondientes a los distintos sectores, estas estimaciones se basan en criterios racionales aunque subjetivos sobre la permanencia, reversibilidad y plazos de planificación tradicionales. Por tanto, cada región debe determinar de acuerdo a su nivel de vulnerabilidad y de acuerdo a las presiones existentes, qué plazos considera más razonables en la planificación de medidas de adaptación de los distintos sectores. No existe ninguna justificación previa – ni siquiera en relación a los modelos de comportamiento del clima – para aceptar o adoptar de forma automática esquemas tan orientativos como el que se refleja en la tabla siguiente, reproducida del PNACC. En todo caso, tal y como refleja la tabla, los plazos definen una amplitud de rangos tan amplios que habría que cuestionarse su utilidad. 27 Estimación de plazos para la adaptación tanto autónoma como planificada Sector / Sistema Horizonte de planificación para la adaptación (años) Biodiversidad 10-100 Recursos hídricos 10-100 Bosques 10-100 Sector agrícola 1-20 Zonas costeras 10-100 Caza y pesca continental 5-25 Zonas de montaña 10-100 Suelo 5-100 Pesca y ecosistemas marinos Transporte 5-20 5-50 Contexto económico de la adaptación al cambio climático Sector / Sistema Horizonte de planificación para la adaptación (años) Salud humana 1-20 Industria y Energía 10-50 Turismo 5-20 Finanzas – Seguros 1-10 Urbanismo 10-100 Construcción 5-50 Fuente: Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC, 2008), A Prelymirary Examination of Adaptation to Climate Change in Finland, 2003 y Adaptation Policy Frameworks for Climate Change, UNDP 2004 En este sentido, proponemos utilizar de forma orientativa los plazos que ya se utilizan en la planificación de inversiones y de actuaciones que determinan los agentes privados y los distintos niveles de administración de acuerdo al tipo de actuación y de inversión (amortización de las inversiones y de las infraestructuras ya existentes). En todo caso, todas las inversiones de adaptación deben desarrollarse en un contexto de sostenibilidad temporal. 28 Es patente a estas alturas que cualquier estrategia de adaptación compromete tanto actuaciones o prácticas de adaptación físicas en los sistemas sociales y ambientales como cambios y reformas en los núcleos de toma de decisiones y del marco institucional. Ambas permiten aumentar la resiliencia (fortaleza) o reducir el grado de vulnerabilidad de todos los sistemas ante los cambios actuales y esperados del clima. En este contexto, el criterio de previsión debe interpretarse como la necesidad de desarrollar y activar metodologías de diagnóstico que identifiquen la presión relativa a la que están sometidos ejes sociales y ambientales clave a nivel regional, teniendo en cuenta los modelos de gestión y de planificación actual ante los escenarios de cambio climático actual y futuro. Identificar áreas de actuación prioritarias haciendo hincapié en las oportunidades que genera la adaptación temprana e integrar el concepto de “doble exposición” al cambio climático avanzando los efectos de las políticas de mitigación sectoriales, contribuyen a delimitar rangos temporales de adaptación adecuados al contexto local. 7. La experiencia internacional en prácticas de adaptación Actualmente son tan numerosas las redes de proyectos regionales e internacionales dedicadas a promover y evaluar las experiencias en materia de adaptación al cambio climático, y tal la diversidad de proyectos, enfoques y clasificaciones relacionados con las prácticas de adaptación, que realizar una revisión exhaustiva de cómo poner en práctica la teoría de la adaptación excede la capacidad técnica de este proyecto. Adger et al. (2007) ofrece una taxonomía de experiencias y de criterios en distintas dimensiones o perspectivas, y bajo diferentes escenarios de cambio climático. En paralelo, organismos internacionales como Naciones Unidas, la OECD, el Banco Mundial, Pew Climate Contexto económico de la adaptación al cambio climático Center, o Resources for the Future (Vajjhala, 2009) han comenzado ha desarrollar programas específicos cuyo objetivo es comenzar a coordinar iniciativas internacionales en materia de financiación y de publicación de experiencias regionales. De estas iniciativas se desprende una de las lecciones más sensibilizadoras y abrumadoras: la interdependencia de la adaptación. De ella se desprende la necesidad de coordinar prácticas, estrategias y acciones regionales a nivel internacional para asegurar no sólo la efectividad de la adaptación sino evitar procesos de sobreinversión en esta materia. Pero no es la única: las sinergias entre mitigación y adaptación, y la necesidad de sostenibilizar ambos esfuerzos potenciando los beneficios integrales – frente a los sectoriales – del desarrollo económico son algunas de las lecciones tempranas de la adaptación. Dado que la heterogeneidad de realidades y la – relativamente – naciente experiencia en política de adaptación a cambios abruptos en el clima no permite realizar evaluaciones precisas sobre la bondad o los beneficios de dichas estrategias, esta sección trata de identificar aquellas nociones y aportaciones de la literatura que mantienen cierta coherencia con los criterios propuestos en las secciones anteriores. 7.1 Barreras y dimensiones de la adaptación En general, se considera que aquellos países que cuentan con instituciones sociales bien desarrolladas y con elevados niveles de capital físico y humano tienen mayor capacidad de adaptación. Al mismo tiempo, estos países tienen no sólo posibilidades de desarrollar un mayor número de alternativas sino que disponen de mayor capacidad financiera para desarrollarlas en tiempo y forma, que el resto de economías en desarrollo y en transición. De hecho, los países en desarrollo y con economías de transición se enfrentan a barreras importantes a la hora de 29 incrementar su capacidad de adaptación. Estas barreras están relacionadas con lo que se denominan determinantes de la adaptación: debilidades en los mercados financieros y de bienes y servicios, marcos institucionales caracterizados por una débil definición de derechos de propiedad, conflictos sociales y sobre los usos del suelo, debilidad tecnológica y falta de formación. Una de las perspectivas clave en las prácticas de adaptación es la sectorial. De hecho, los países en desarrollo sufrirán las mayores pérdidas asociadas al cambio climático en los sistemas agrarios y de subsistencia. Las distintas investigaciones concluyen que, comparativamente a los países industrializados, los países en desarrollo presentan una menor capacidad de adaptación como consecuencia de su mayor dependencia de los recursos climáticos. A pesar de ello, algunos estudios sugieren también que la complejidad y la menor intensidad de los sistemas agrarios de los países en desarrollo pueden proporcionar mayor capacidad de adaptación ante las condiciones de cambio climático que los monocultivos y prácticas agrarias extensivas de los sistemas occidentales. Por estos motivos, los científicos alertan de la importancia de preservar prácticas tradicionales y de reforzar el acervo cultural de estas regiones frente a políticas de desarrollo que imitan los estilos de vida del mundo occidental, ya que contribuyen directamente a aumentar su capacidad de adaptación frente a los impactos del cambio climático. A pesar de todo ello, no existe consenso alguno a nivel científico que permita identificar un conjunto de variables que midan la capacidad de adaptación y, menos aún, que permita comparar entre países o incluso entre regiones del planeta. Por tanto, podemos hablar también de distintos niveles de vulnerabilidad ante los impactos del cambio climático. En definitiva, la vulnerabilidad es un concepto compuesto: los cambios Contexto económico de la adaptación al cambio climático sociales tienen capacidad para modificar la vulnerabilidad de individuos y las actividades que realizan en distintos sentidos. Podríamos definir el proceso de expandir la capacidad de adaptación de una región como la realización de un gran esfuerzo de crecimiento multidireccional que combina periodos de consolidación, reenfoque y redireccionamiento. En muchos aspectos, este esfuerzo requiere esfuerzos similares a los que se desencadena en el desarrollo sostenible. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que muchos riesgos relacionados con el cambio climático tienen capacidad para minar muchos esfuerzos realizados a favor del desarrollo sostenible y de la equidad. 7.2 Algunas lecciones sobre la experiencia internacional en adaptación Tradicionalmente, la toma de decisiones se enfrenta a más de una opción disponible y raramente la elección realizada está entre las mejores respuestas – aquellas que reducen las pérdidas de manera más efectiva. Las razones varían entre un buen número de aspectos singulares o comunes en la acción colectiva: preferencias hacia un tipo de soluciones, conocimiento limitado de los riesgos o de las distintas alternativas, otras prioridades, recursos limitados y otras barreras económicas o institucionales. La experiencia en este ámbito es muy enriquecedora cuando se analizamos lo que podríamos denominar “adaptación imperfecta” de algunas regiones o sectores a riesgos climáticos repetidos. Si bien existe evidencia de un aumento de los costes de adaptación y de un elevado incremento de los daños derivados de los riesgos climáticos, ambos procesos reflejan también un aumento de la población, de la renta disponible y de la mejora de sus condiciones de vida (confort, salud y 30 seguridad) en el corto plazo. En este contexto, es posible que los esfuerzos para expandir la capacidad de adaptación sean inefectivos e insostenibles. En todo caso, nada parece asegurar que los esfuerzos de adaptación al cambio climático sean necesariamente efectivos o sin costes considerables. A nivel internacional, las estrategias de adaptación insisten en reforzar los sistemas de gestión y de protección de los sistemas con modelos “Win-win, es decir, priorizar la adaptación que contribuye a reducir la vulnerabilidad a los riesgos del cambio climático y también reducen la vulnerabilidad a la variabilidad climática actual. La literatura comienza a recoger numerosos ejemplos de acciones de adaptación en el sector agrario que mejoran también la gestión del agua. Las respuestas sociales a grandes retos ambientales pueden ser caracterizadas como incrementales y ad hoc en vez de fundamentales, a pesar de que esto puede resultar más costoso en el largo plazo que definir estrategias de largo plazo. Esto es cierto especialmente en el ámbito de la adaptación autónoma. Por tanto, es importante asegurar mejor los incentivos para elegir acciones de adaptación eficiente y efectiva por parte del sector privado. Una de las reflexiones fundamentales más comunes en la literatura hace referencia a la importancia de considerar el clima como amenaza pero también como recurso. La mayoría de consecuencias derivadas de cambios en la variabilidad del clima no son calculables desde el punto de vista físico solamente. Su análisis, por tanto, requiere atender la dimensión humana a través de la cual se experimenta el clima. Finalmente, algunos estudios muestran una gran confianza en la capacidad humana de adaptación de forma autónoma (Mendelsohn y Neumann, 1999; Mendelsohn 1998). Otros destacan la presencia de numerosas restricciones en la adaptación autónoma óptima como la información limitada y la desigualdad en el acceso a los recursos, los Contexto económico de la adaptación al cambio climático costes de la adaptación y los daños residuales. Estos autores inciden por tanto en la necesidad de realizar o facilitar la adaptación de forma planificada. Existe información abundante sobre modelos de adaptación en el entorno local, principalmente en el entorno rural y como respuesta a extremos climáticos, en los países en vías de desarrollo y más pobres del planeta. Al mismo tiempo, los países más industrializados están desarrollando estrategias y acciones específicas de adaptación que no siempre revelan – de forma automática – los principios económicos que las sostienen o como se alinean con los objetivos de desarrollo económico – sostenible o convencionales – de dichas regiones. En muchos casos, la falta de perspectiva histórica impide además realizar análisis retrospectivo o sintético de dichos principios. Por otro lado, una síntesis de las dificultades metodológicas en el diseño de una estrategia de adaptación con fundamentos económicos se encuentra en el informe “Wise Adaptation to Climate Change” del ministerio de medioambiente de Japón que está siendo también utilizado para el diseño de la estrategia a nivel nacional en Australia. Wise Adaptation hace referencia a la necesidad de desarrollar criterios de decisión y de implementación que contribuyan a superar las dificultades metodológicas que nos encontramos de eficiencia y de efectividad en costes. De forma transversal considera la necesidad de potenciar la relación entre las políticas de mitigación y las de adaptación, la necesidad de compartir experiencias y políticas de adaptación, la revisión continua de los criterios y de las acciones, y la necesidad de identificar barreras en la implementación de las estrategias. 31 Principios estratégicos de la adaptación WISE [1] Promoción de estudios de evaluación de la vulnerabilidad regional [2] Monitorización y adopción de sistemas de alerta que utilicen la monitorización [3] Diversificación de las opciones de acción [4] Uso de la perspectiva a corto y largo plazo [5] Evaluación continua de resultados e introducción de medidas de adaptación que contribuyan a clarificar [6] Adaptación mainstreaming (con transversalidad) [7] Realización efectiva y eficiente de acciones de respuesta flexibles y de baja vulnerabilidad [8] Promoción de la adaptación con beneficios secundarios [9] Mejora de la capacidad de adaptación social utilizando los seguros y otros sistemas sociales [10] Promoción de la cooperación y la alianza entre organizaciones relevantes para incrementar la efectividad de los esfuerzos [11] Promoción de las iniciativas voluntarias [12] Desarrollo de recursos humanos Fuente: Adaptado de WISE Contexto económico de la adaptación al cambio climático 8. Reflexiones finales a modo de conclusión La comunidad científica internacional coincide en que las políticas de adaptación son tan importantes y necesariamente complementarias a las acciones de mitigación de gases invernadero. A pesar de que la adaptación contribuye igualmente a reducir los riesgos asociados al cambio climático, la naturaleza compleja del concepto de adaptación en los sistemas sociales y ambientales, la diversidad de fuentes de riesgo e incertidumbre para múltiples agentes, y el reciente interés científico y político ante la posibilidad de cambios abruptos del clima, convierte la concepción y planificación de una estrategia de adaptación en una tarea notoriamente más complicada. La adaptación hace referencia a ajustes autónomos o planificados en los sistemas sociales y ambientales en respuesta a cambios en el clima actual y futuro. Requiere, por tanto, identificar los estímulos clave que constituyen una amenaza o una oportunidad en el contexto de cambio climático. Si bien hasta ahora se han realizado esfuerzos considerables en la determinación de los escenarios climáticos globales y regionales futuros con el objetivo de dimensionar la amenaza que supone la interferencia en el ciclo de carbono, el reverso prioritario consiste en comprender como nos adaptamos hoy y cual es el rango de tolerancia habitual de los ecosistemas naturales y de los sistemas sociales a la variabilidad inherente del clima. De hecho, el concepto de capacidad adaptación hace referencia a la capacidad de ampliar o de modificar el rango de tolerancia de dichos sistemas a las amenazas o estímulos climáticos que determinan, en definitiva, el nivel de vulnerabilidad de una región. Sin embargo, la adaptación total al cambio climático - incluso bajo los escenarios de mitigación más exigentes - no es posible y los impactos residuales pueden ser significativos. En un contexto de competencia de los recursos en la lucha contra el cambio climático, la literatura teórica y 32 empírica sobre adaptación está dominada por un enfoque económico eminentemente normativo, del que se desprende que la adaptación compensa per se y que ésta debe ser planificada y priorizada por los gobiernos. De este monográfico sobre el contexto económico de la adaptación se desprenden dos conclusiones fundamentales. En primer lugar, una estrategia de adaptación debe comenzar por comprender el papel de los agentes económicos – sector público y sector privado – y de las instituciones o marco de toma de decisiones en la gestión de riesgos e incertidumbres relacionados con el clima y la gestión de los recursos climáticos en el contexto local. La adaptación puede ser planificada ex ante por los gobiernos, pero existe, y es fundamental considerarla, acción individual y colectiva a través de la adaptación autónoma y ésta no tiene porqué proporcionar un resultado socialmente deseable. Tanto en el contexto de la adaptación de sectores de mercado como aquellos considerados de no mercado (ecosistemas naturales), la identificación de externalidades e internalidades, la adaptación como bien público o la existencia de asimetrías informacionales permite identificar fallos en la adaptación autónoma. Reconciliar los esfuerzos regulatorios y financieros de la adaptación planificada con los incentivos económicos y no económicos que guían la toma de decisiones o la percepción del riesgo de los agentes sociales en la actualidad es condición indispensable en la adaptación efectiva. En segundo lugar, la adaptación debe plantearse desde entorno local, contingente y dependiente del contexto. La necesidad de adaptación en Canarias dependerá esencialmente de la magnitud de los impactos del cambio climático. Sin embargo, aquellos sectores más sensibles y aquellos recursos naturales que soportan mayor presión o modelos de gestión menos adaptados al clima y a la variabilidad climática actual, requerirán mayor atención o esfuerzos de adaptación en el entorno local. Contexto económico de la adaptación al cambio climático Esta reflexión es aun más pertinente cuando se analizan los efectos redistributivos del cambio climático y de las políticas de adaptación. En este sentido, la vulnerabilidad de grupos de población más expuestos a condiciones climáticas extremas, con mayor dependencia de las variables climáticas o con menor capacidad de adaptación no es una reflexión que se limite al contexto de los países más pobres o menos desarrollados. La presión, por tanto, sobre el sistema de bienestar y sobre las administraciones ante nuevos riesgos está en función de los rangos de marginalidad y de exclusión social y de elementos estructurantes de la vulnerabilidad, tales como el acceso a las infraestructuras, la información y de la habilidad de los distintos grupos de asegurarse la supervivencia y la seguridad. La estrategia de adaptación debe considerar, por tanto, que la priorización de las prácticas de adaptación va más allá de la compleja evaluación de costes y de beneficios de las prácticas de adaptación. La necesidad de establecer criterios de racionalidad económica en un contexto de incertidumbre debe compatibilizarse con la integración de objetivos sociales paralelos a corto plazo, la potenciación de beneficios secundarios de una adaptación temprana que eviten retroalimentaciones costosas, y la consideración de riesgos que puedan resultar en impactos irreversibles para los ecosistemas y sistemas sociales. La práctica de la adaptación en el contexto internacional, entendida como todos aquellos ajustes y cambios en los contextos de toma de decisiones que inducen en última instancia una mejora de la resiliencia (fortaleza) o una reducción de la vulnerabilidad a los cambios observados o esperados del clima, demuestra que existen barreras informativa, financieras e institucionales que sólo pueden superarse a través de procesos de planificación y de sensibilización de los agentes sociales que permitan mejorar los flujos de conocimiento y de decisiones técnicas relevantes. 33 Contexto económico de la adaptación al cambio climático Referencias Bibliográficas Adger, W.N., S. Agrawala, M.M.Q. Mirza, C. Conde, K. O’Brien, J. Pulhin, R. Pulwarty, B. Smit y K. Takahashi, 2007: Assessment of adaptation practices, options, constraints and capacity. Climate Change 2007: Impacts, Adaptation and Vulnerability. Contribution of Working Group II to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change, M.L. Parry, O.F. Canziani, J.P. Palutikof, P.J. van der Linden and C.E. Hanson, Eds., Cambridge University Press, Cambridge, UK, 717-743. Barker, T. (2008) “The Economics of Avoiding Dangerous Climate Change” Tyndall Centre for Climate Change Research Working Paper 117. Braojos, J., Farrujia, I. y Fernández, J. (2006) “Los recursos hídricos en Tenerife frente al cambio climático” `ponencia presentada en el III Congreso de ingeniería civil, territorio y medio ambiente. "Agua, Biodiversidad e Ingeniería". Zaragoza, 25-27 de octubre de 2006. Burton, I. (2008): Moving Forward on Adaptation; in From Impacts to Adaptation: Canada in a Changing Climate 2007, edited by D.S. Lemmen, F.J.Warren, J. Lacroix and E. Bush; Government of Canada, Ottawa, ON. Directiva Marco del Agua (2000) Directive 2000/60/EC of the European Parliament and of the Council of 23 October 2000 establishing a framework for Community action in the field of water policy. Dessai, S. y J. van der Sluijs Uncertainty and Climate Change Adaptation – A scoping study » Copernicus Institute, Utrech University. (http://www.nusap.net/downloads/reports/ucca_scoping_study.pdf) 34 Evaluación preliminar general de los impactos del cambio climático en España por efecto del cambio climático, MIMAM 2005 (http://www.mma.es(oecc/impactos2.htm) Fankhauser, S. (1996) The potential costs of climate change adaptation, en Adapting to Climate Change: An International Perspective, Springer-Verlag, NY. Fankhauser, S., J. B. Smith y R.S. Tol (1999) “Weathering climate change: some simple rules to guide adaptation decisions,” Ecological Economics, 30: 67-78. Fankhauser, S. S. Agrawala, D. Hanrahan, G. Pope, j. Skees, C. Stephens y S. Yasmine (2008) “Economic and policy instruments to promote adaptation,” en Economic Aspects of Adaptation to Climate Change: costs, benefits and policy instruments, editado por Shardul Agrawala y Samuel Fankhauser. OECD Fordham, M. (1999) “The intersection of gender and social class in disaster: balancing resilience and vulnerability,” International Journal of Mass Emergencies and Disasters, 17(1), pp. 15-36. Haneman, M. (2008). “Effects of Uncertainty and Timing” presentation at thet Expert Workshop on the Economic Aspects of Adaptation to Climate Change, OCDE. http://www.oecd.org/dataoecd/22/31/40897430.pdf Hunt, A. (2008a) “Climate Change Impacts and Adaptation in the UK: An Economic Analysis,” artículo presentado en el International Center for the Environment (Bath University). (http://www.bath.ac.uk/ice/seminars/seminar150408.htm). ----------- (2008b) “Informing Adaptation to Climate Change in the UK: Some Sectoral Impact Costs”, The Integrated Assessment Journal, Vol. 8, Iss. 1 (2008), Pp. 41–71. Klein, R.J.T., S. Huq, F. Denton, T.E. Downing, R.G. Richels, J.B. Robinson, F.L. Toth, 2007: Inter-relationships between adaptation and mitigation. Climate Change 2007: Impacts, Adaptation and Vulnerability. Contribution of Working Group II to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change, M.L. Parry, O.F. Contexto económico de la adaptación al cambio climático 35 Canziani, J.P. Palutikof, P.J. van der Linden and C.E. Hanson, Eds., Cambridge University Press, Cambridge, UK, 745-777 IDS, (2006) “Overcoming the barriers: Mainstreaming climate change adaptation in developing countries” Tearfund Climate Change Briefing Paper 1, Climate Change and Disasters Group Institute of Development Studies. http://www.tearfund.org/webdocs/website/Campaigning/Policy%20and%20research/Over coming%20the%20barriers%20briefing%20paper.pdf) INE, 2008. Encuesta de Condiciones de Vida, http://www.ine.es/jaxi/menu.do?type=pcaxis&path=/t25/p453&file=inebase Muthukumara, M. Markandya, A. and viju, I. (2008) “Climate change: adaptation and mitigation in development programs - a practical guide” The World Bank Working Paper, 47653. Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) 2008. Oficina Española de Cambio Climático. S. G. para la prevención de la contaminación y del Cambio Climático, MMA http://www.mma.es/secciones/cambio_climatico/areas_tematicas/impactos_cc/pdf/pna_v 3.pdf 2007. International Strategy for Disaster Reduction, ISDR (2008). Resolution adopted by the General Assembly [on the report of the Second Committee (A/62/419/Add.3)] 62/192. International Strategy for Disaster Reduction. http://www.unisdr.org/eng/about_isdr/basic_docs/GA-resolution/a-res-62-192-eng.pdf Lemmen, D.S., Warren, F.J. and J. Lacroix (2008) “Synthsis: in From Impacts to Adaptation: Canada in a Changing Climate 2007), edited by Government of Canada, Ottawa, ON, pp1-20. Mendelsohn, R. (1998) “Climate-change damages” en Economics and Policy Issues in Climate Change [Nordhaus, W.D. (ed.)]. Resources for the Future, Washington, DC, USA, pp. 219–236. Smit, J.B., N. Bhatti, G. Menzhulin, R. Benioff, M.I. Budyko, M. Campos, B. Jallow, and F. Rijsberman (eds.), 1996: Adapting to Climate Change: An International Perspective. Springer- Verlag, New York, NY, USA. The World Bank (2008). Climate Change: adaptation and mitigation in development programs. A practical guide. The World Bank (2008) (http://siteresources.worldbank.org/EXTEEI/Resources/DCCToolkitCRAlores.pdf) Vajjhala, S. P. (2009) “The Global Adaptation Atlas: Linking Science, Policy, and Practice to Build Resilience to Climate Change”, Resources for the Future, Washington D.C. Yohe, G.W., R.D. Lasco, Q.K. Ahmad, N.W. Arnell, S.J. Cohen, C. Hope, A.C. Janetos y R.T. Perez, 2007: Perspectives on climate change and sustainability. Climate Change 2007: Impacts, Adaptation and Vulnerability. Contribution of Working Group II to the Mendelsohn, R. y J. Neumann (1999) The Impact of Climate Change on the United States Economy. Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom and New York, NY, USA. Munasinghe, M. (2002), Analysing the Nexus of Sustainable Development and Climate Change: An Overview, COM/ENV/EPOC/DCD/DAC(2002)2/FINAL, OECD, Paris. Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change, M.L. Parry, O.F. Canziani, J.P. Palutikof, P.J. van der Linden y C.E. Hanson, Eds., Cambridge University Press, Cambridge, UK, 811-841.