TEMA 5. LA NARRATIVA ESPAÑOLA DESDE LA POSGUERRA

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IES Norba Caesarina. DEPARTAMENTO DE LENGUA Y LITERATURA.
LENGUA Y LITERATURA. 2º de Bachillerato. TEMA 5. LA NARRATIVA ESPAÑOLA DESDE LA POSGUERRA HASTA FINALES DE LOS AÑOS 60. La Guerra Civil supuso una ruptura total con la literatura inmediatamente anterior. Sus consecuencias políticas, sociales, económicas e ideológicas influirán decisivamente en la labor literaria de la posguerra y la creación novelesca se ve condicionada por varios factores: a) Una fuerte censura que impide afrontar de forma directa temas políticos o sociales. b) La autocensura que se imponen ciertos novelistas para impedir que sus obras fuesen prohibidas. c) La falta de referentes literarios:los narradores del momento son incapaces de continuar con el espíritu creativo anterior a la guerra. Por otra parte pesaba la prohibición sobre determinados escritores españoles y extranjeros –Galdós, Unamuno, Kafka, James Joyce, Faulkner-­‐ que impedía a los escritores jóvenes conocer los mejores modelos. La novela del exilio. Los novelistas que habían publicado antes de la guerra y que se exiliaron a raíz de ésta, junto a aquellos que comenzaron su labor literaria fuera de nuestras fronteras, configuran la llamada España peregrina. Constituyen un grupo numeroso y no resulta fácil agruparlos ya que apenas existen rasgos comunes entre ellos. No obstante, en todos se observan, al principio, ciertas semejanzas: la rememoración en sus textos del conflicto bélico y de la España que abandonaron; la presencia de los nuevos lugares y la reflexión sobre temas que afectan a la existencia del hombre. Entre ellos destacan Rosa Chacel, Max Aub, Francisco Ayala o Ramón J. Sender. En España la novela se fue desarrollando con distintas tendencias íntimamente relacionadas con las transformaciones políticas y sociales vividas en el país. La crítica coincide en señalar para la narrativa posterior al 36 los siguientes ciclos o etapas: 1. La novela de los años cuarenta. Si exceptuamos a algunos autores, afines al régimen franquista, que escriben novelas de exaltación patriótica y propaganda de los valores de la dictadura ( Agustín de Foxá, Rafael García Serrano entre otros), en la década de los cuarenta, el desarraigo producido por la penosa situación de la posguerra española, se manifestó en obras que afrontaban la realidad cotidiana de la época. Asuntos como la lucha por la supervivencia, el aislamiento exterior y el clima de represión generan una novela pesimista, que desvela la violencia y el sinsentido de la existencia. En este contexto se publica en 1942 La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, clasificada como “tremendista”. Bajo la apariencia de drama rural, pone de manifiesto los aspectos más duros y sórdidos de la vida. Esta novela inaugura una narrativa en la que toman protagonismo los conflictos, dramas y tragedias individuales: sus personajes encarnan la frustración. Son marginales, inadaptados, angustiados y desarraigados. En última instancia, lo que se muestra entre líneas es el descontento del hombre, el desasosiego y el malestar ante el momento histórico concreto. Dos novelas destacables en esta misma línea son Nada, de Carmen Laforet (1945) y La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes (1948). 2. La novela de los años cincuenta: el Realismo Social. En los años cincuenta, la necesidad de ofrecer un testimonio de la realidad de la época, condujo a los escritores a narrar historias del presente. Las novelas se caracterizan por los rasgos siguientes: 1
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LENGUA Y LITERATURA. 2º de Bachillerato. •
En estas novelas, el personaje colectivo y la tendencia al objetivismo, hicieron que disminuyera la importancia del narrador y se incrementara el diálogo. •
Los ambientes son muy variados: urbanos, rurales, la vida burguesa (para presentar la frivolidad y la falta de conciencia social de este grupo social), o el mundo obrero (para denunciar la dureza del trabajo y las malas condiciones laborales). •
El tema tratado de estas novelas es la sociedad española. Es decir, interesa lo colectivo: de los conflictos individuales nos desplazamos a los sociales. En última instancia, estas novelas sirven como vehículo de denuncia de las injusticias sociales. •
Se les atribuye a estas novelas un realismo crítico, es decir, el escritor procura poner el foco en los aspectos más duros, sórdidos y miserables de la sociedad de la Posguerra. La colmena (1951), de Camilo José Cela, inaugura esta tendencia: es una ácida descripción de la sociedad madrileña de 1942, a través de una multitud de personajes que muestran sus retazos de vidas, presentados en secuencias. Descubrimos la vida cotidiana madrileña llena de penurias, de un enjambre de personas alienadas que solo se mueven por el dinero, la comida o el sexo. Madrid es una ciudad sórdida dominada por la miseria, la insolidaridad, el miedo y la represión, donde apenas queda un resquicio para la esperanza. Además de La Colmena, son representativas de esta tendencia El fulgor y la sangre, de Ignacio Aldecoa; Pequeño teatro, de Ana María Matute; La noria, de Luis Romero; El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio; Entre visillos, de Carmen Martín Gaite y Las ratas, de Miguel Delibes. La denuncia social se hace explícita en textos sobre el mundo obrero, como Central eléctrica, de Jesús López Pacheco, y La zanja, de Alfonso Grosso. 3. Los años sesenta. Novela de renovación formal. A partir de los años sesenta, los narradores emprendieron una renovación formal de la novela, concediendo mayor importancia al lenguaje y a los modos de estructurar el relato. Estas aportaciones vendrán de la mano de autores pertenecientes a generaciones distintas. Señalaremos algunos: -­‐Experimentación con las formas de narrar: surgen novelas epistolares, monólogos de principio a fin, narraciones ininterrumpidas (sin puntuación). -­‐Perspectivismo: alternancia de distintos narradores en la novela, para que la historia se contemple desde puntos de vista diferentes. -­‐Entrada a la fantasía y a la mezcla de lo mágico con lo real. -­‐Saltos inesperados en el tiempo. Se abandona la linealidad en el tiempo narrativo. Se inicia esta novela experimental con Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos, que ejemplifica todos los rasgos expuestos anteriormente en la historia del protagonista, Pedro, un joven médico desarraigado, entristecido por la escasa consideración social que reciben los científicos y que nos va mostrando una visión despiadada de la miseria en la que viven amplios sectores sosciales. En esta misma línea experimental se publican en las décadas de los sesenta y setenta otros títulos importantes, como Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé; San Camilo 1936 y Oficio de tinieblas 5, de Cela; Señas de identidad, de Juan Goytisolo; Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes; Volverás a Región, de Juan Benet, y La saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester. 2
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