Todo Los Derechos Reservados Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara Zapopan, Jalisco Por más información publicaciones@ministerioslamb.net LECCIONES DEL LIBRO DEILOS HECHO PARA NIÑOS INDICE: Los Errores de los Apósteles La Condición de la Primera Iglesia La Curación de un Hombre Cojo La Primera Persecución Ananías y Safira Los Primeros Diáconos El Apedreamiento de Esteban Los Cristianos Esparcidos La Salvación de Saulo Cornelio y su Casa La Iglesia de Antioquia La Libertad de Pedro de la Cárcel La Conversión del Carcelero de Filipos Pablo en Corintio El Alboroto en Éfeso La Despedida de Pablo de Éfeso El Supuesto Error de Pablo Recursos para los Días de Aflicción La Manera que Dios hizo que Pablo fuera a Roma EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco Los Errores de los Apóstoles - Hechos 1 Objetivos que se necesitan: Una libreta que tenga 28 páginas. Titula el libro de Hechos. Numera cada página: la primer página: Hechos 1, la siguiente: Hechos 2, etc., hasta Hechos 28. Puede ser hecha de cartoncillo. Dos piedras hechas de papel, una más grande que la otra, una con el nombre Barsabas Justo, y el otro con el nombre de Matías. Que las piedras sean de un tamaño que puedan caber debajo del calendario en la página que dice Hechos 1. Un calendario que pueda ser pegado en la página que dice Hechos 1. De tu Biblia. Introduciendo la historia: (Levanta tu Biblia.) Esta es la Biblia. Esta es la Palabra de Dios. Los hombres escribieron todas las palabras que están en la Biblia. (Abanica las páginas para que los niños tengan una idea de cuantas palabras hay en la Biblia.) Dios, por medio del Espíritu Santo les dijo a los hombres que palabras escribir, cuando escribieron las palabras que están en la Biblia. Así que la Biblia es la Palabra de Dios. Es la verdad; todo lo que está en la Biblia es la verdad. Todo lo que está escrito en la Biblia o ya paso, está pasando o va a pasar. La Biblia es el libro más importante en todo el mundo. Cuando nosotros leemos la Biblia, Dios nos está hablando. Eso es porque decimos que cuando tenemos la historia bíblica en la escuela dominical, es el tiempo más importante de la escuela dominical. La Biblia está dividida en dos partes principales. La primera parte principal de la Biblia se llama el Antiguo Testamento. La segunda parte de la Biblia se llama el Nuevo Testamento. En cada una de estas partes principales—el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento—hay libros. Este libro, la Biblia, tiene 66 libros en él. Cada uno de los libros está dividido en capítulos y cada capítulo en versículos. Ven, esta parte de la Biblia es el Antiguo Testamento. (Enséñales a los niños.) Esta parte de la Biblia es el Nuevo Testamento. (Enséñales a los niños.) En esta parte de la Biblia del Nuevo Testamento, aquí está el libro de Mateo (muestra a los niños cada libro como lo vas mencionando), el libro de Marcos, el libro de Lucas, el libro de Juan, el libro de Hechos. Vamos a detenernos aquí en el libro de Hechos. Vamos a escuchar una historia hoy del libro de Hechos. Por los siguientes domingos vamos a escuchar historias solo de este libro de la Biblia—el libro de los Hechos. Aun después de escuchar todas las historias que vamos a decir en la escuela dominical, del libro de los Hechos. Aun no habremos dicho todo lo que está escrito en el libro de los Hechos, capítulo 1. (Enséñales a los niños.) Diciendo la historia: (Baja tu Biblia. Levanta el libro de que has preparado, llamado Hechos.) Vamos a usar este libro cada domingo en la escuela dominical mientras hablemos del libro de los Hechos. ¿Ven esta página que se llama Hechos 1? Aún no hay nada en esta página. Va a tener algo cuando hayamos terminado la historia de hoy. (Levanta el calendario.) Los discípulos le hicieron una pregunta a Jesús. Ellos le preguntaron, “Jesús ¿Cuándo va a suceder?” Jesús dijo, “Discípulos, eso no deben saber. Nuestro Padre Celestial sabe la respuesta a esa pregunta.” Me pregunto cuál fue la pregunta que los discípulos le hicieron a Jesús. Me pregunto dónde estaban cuando le hicieron esa pregunta. Vamos a averiguarlo. Vamos a suponer que estamos viviendo en el tiempo que Jesús estaba en la tierra. Vamos a suponer que estamos con Jesús y los discípulos. Van a ir a caminar. Vamos a pretender que estamos caminando con ellos a donde sea que vayan. Ellos están caminando por una calle ocupada en Jerusalén. El caminar por una calle allí no es como caminar por la calle aquí o en un centro comercial aquí. La calle no esta pareja, porque se ha hecho de piedras grandes que se han en cementado junto al piso. La calle también esta montañosa, así, que para hacerlos más fácil de subir por la calle hay unos escalones grandes y anchos en medio de la calle. Las tiendas que pasan no tienen ventanas ni puertas; están completamente abiertas. Todo tipo de olores vienen de las tiendas. Algunas galletas y pasteles están en una tienda. Bolsas y escávelos hechos de piel de camello están colgadas en todas partes, afuera de otra tienda. Hay carne en otra tienda, y también tienen pollos y patos muertos colgando junto a la carne. Sigue caminando, subiendo y bajando los escalones de la calle. Camina hacia la puerta abierta en el lado Este de la ciudad. Camina por la puerta para salir afuera de los muros de Jerusalén. Ahora baja un monte a un valle donde a veces corre un arroyo de agua. Cruza el arroyo, y comienza a escalar otro monte. Camina sobre tierra lisa por un rato, y entonces comienza a escalar una montaña. Quieres subir a la cima de la montaña para poder ver hacia abajo a la ciudad de Jerusalén. Es una montaña pequeña y bonita. Tiene arboles de Olivo creciendo en todas partes. Las hojas de los árboles de olivo estaban chiquitas y de color verde claro. Esta montaña se llama el Monte de los Olivos. En este día en particular, cuando Jesús subió al Monte de los Olivos, él no era el mismo que hacía unos días antes. ¡Jesús había sido tratado muy mal! ¿Qué le paso? (Dile a los niños de las golpizas, la crucifixión y su entierro.) Algunos días antes de que hubiera sido golpeado—estaba sangrado y lleno de heridas. Hasta en su cabeza tenia rasguños grandes que sangraban y su cabello estaba despeinado y lleno de sangre. Unos días antes de que Jesús y sus discípulos estuvieran en el Monte de los Olivos, Jesús tenía clavos grandes clavados en sus manos y pies, y estaba colgando en una cruz. Este día en que Jesús y sus discípulos estaban en la montaña, no había clavos en sus manos y pies, pero cualquier podía ver donde los clavos habían estado. En este día el cuerpo de Jesús ya no podía ser lastimado otra vez. El cuerpo de Jesús había cambiado y hecho nuevo. Él había resucitado de entre los muertos. Los discípulos tenían una pregunta grande que le querían hacer a Jesús. Ellos preguntaron, “Jesús, sabemos que algún día vas a ser el Rey de reyes—que vas a ser Rey sobre todo el mundo. ¿Cuándo va a suceder eso? Jesús dijo, “Eso no es para que ustedes lo sepan. La única persona que sabe eso ahora es Dios nuestro Padre Celestial. Él sabe cuándo voy a ser el Rey sobre todo el mundo. ¿Cuándo va a suceder esto?” Jesús habló con sus discípulos, que ahora se llamaban apóstoles. Era tiempo para que ellos salieran a predicar. Jesús les dijo a sus apóstoles, “Recuerden hablarles a la gente de Mi Diles mis buenas nuevas en Jerusalén. Entonces no se queden en Jerusalén—viajen de allí a otros lugares.” Los amigos de Jesús estaban escuchando con mucho cuidado cada palabra que él es decía. Ellos estaban mirándolo para no perder ninguna instrucción que él tiene para darles. De repente, mientras ellos miraban, sus pies dejaron el piso. El comenzó a subir más y más. Mientras que miraban había una nube muy especial en el cielo. La nube rodeo a Jesús y se lo llevo fuera de la vista de los apóstoles. (Párate mirando hacia arriba por un momento.) Dos ángeles aparecieron junto a los apóstoles. Ellos vestían ropas blancas. Ellos solo aparecieron del Cielo. Los ángeles les dijeron a los apóstoles, “Varones galileos, ¿Por qué estas mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al Cielo.” ¡Así que allí es donde fue! Los apóstoles tenían que figurarse lo que estaba sucediendo. Ellos escucharon a los ángeles, y decidieron que Jesús realmente se había ido al cielo. Eran buenas noticias para ellos que Jesús regresaría del cielo a la tierra algún día. Por mientras, los apóstoles tenían trabajo que hacer. Jesús les había dado trabajo que hacer. Así que los apóstoles no se quedaron en el Monte de los Olivos; ellos regresaron a la ciudad de Jerusalén, bajando por la montaña, caminando por el piso parejo, bajando el monte, cruzando el arroyo, entrando por las puertas de la ciudad, por las calles de Jerusalén, y de regreso a un cuarto grande en una casa grande. Ellos sabían que por ahora, Jesús seria Rey de toda la tierra. (Levanta tu calendario.) Este es un calendario. Representa un año. Hay todos estos meses en un año. (Enséñales a los niños desde Enero hasta Diciembre.) Esto solo es un año. Han sido 2000 años desde que Jesús regresó al Cielo. Aún no sabemos cuándo Jesús va a venir a ser Rey de toda la tierra, ¡pero él va venir! Vamos a poner este calendario en la página que dice Hechos 1. En este primer capítulo del libro de Hechos, Jesús nos dice que el Padre Celestial sabe cuándo va a venir a la tierra a ser Rey de reyes. Cuando los apóstoles regresaron al cuarto grande, ellos platicaron entre ellos mismos. Ellos recordaron a Judas Iscariote. Ellos recordaron como él había traicionado a Jesús—cómo llevo a hombres malvados para que se llevaran a Jesús para crucificarlo. Ellos recordaron que Jesús murió para que nosotros no tengamos que pagar por nuestros pecados. Ellos pensaron en el hecho que habían sido doce apóstoles y que ahora solo eran once, desde que Judas Iscariote los había dejado y luego murió. Los apóstoles decidieron escoger a otro hombre para tomar el lugar de Judas. (Levanta las dos piedras de papel.) Vamos a suponer que estos dos papeles son piedras. Los apóstoles querían escoger a un hombre para ser el décimo segundo apóstol. Ellos tenían a dos hombres en mente, pero solo podían escoger a uno. Así que en una piedra escribieron el nombre de Barsabas Justo y en la otra piedra escribieron el nombre de Matías (Ponga las piedras una en cada mano y esconde tus manos atrás de ti.) Quizás uno de los apóstoles detuvo las piedras en sus manos, y el otro apóstol apunto a la mano que sería escogida. Ellos oraron y le pidieron a Dios que los ayudara a escoger al hombre correcto. Entonces fue escogida una piedra. La piedra que fue escogida tenía el nombre de Matías. (Levanta tu Biblia, abierta en el libro de Hechos.) Ven esto dice capítulo 1. El capítulo 1 nos habla acerca de Jesús cuando regresó al Cielo mientras que sus apóstoles lo vieron partir. También nos habla acerca de cuándo los apóstoles escogieron a un hombre para ser el nuevo apóstol en el lugar de Judas. Así como Jesús les dijo a sus apóstoles que hicieran su trabajo, así Jesús quiere que nosotros hagamos ciertas cosas. Primero, él quiere que vivamos para agradarle, y también quiere que les hablemos a otros acerca de Él. Aprende nuestro versículo de la Biblia: “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le oculto de sus ojos.” Hechos 1:9. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco La Condición de la Primera Iglesia – Hechos 2 Objetivos que se necesitan: Dibujos que queden en la segunda página de tu libro ilustrado de Hechos: Ilustraciones que representen las “Lenguas repartidas como de fuego”—once de ellas; una oreja humana grande; una boca humana grande; una persona parada en un estanque de agua, con un predicador. Tu Biblia. Introduciendo la historia: (Levanta tu Biblia.) Esta es la Palabra de Dios, la Biblia. Todo lo que está en la Biblia es cierto. Los hombres escribieron las palabras que están en la Biblia; Dios por medio del Espíritu Santo les dijo a los hombres qué palabras escribir cuando escribieron las palabras que están en la Biblia. ¿Recuerdan en cuantas partes está dividida la Biblia? Si, dos partes. Alguien nómbrelas por nosotros. Si, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Cada libro de la Biblia está dividido en capítulos y cada capítulo está dividido en versículos. Para nuestras lecciones de escuela dominical, por un tiempo vamos a hablar de solo el libro Hechos. Cada domingo vamos a hablar de un capitulo diferente de Hechos. (Baja tu Biblia y abre tu “libro” que vas a usar cada domingo.) Estamos llamando a este libro, nuestro libro de los Hechos. El domingo pasado le pegamos algunos dibujos en la primer página—esa es la página que nombramos el capítulo uno. Recuerden que en el capítulo uno, los discípulos le preguntaron a Jesús cuando iba a ser Rey de toda la tierra. ¿Quién recuerda la respuesta de Jesús a sus discípulos? Si, él les dijo a sus discípulos que nadie más que el Padre Celestial sabía el año, el mes, el día y la hora que Jesús sería Rey de toda la tierra. Por eso es que pusimos el calendario en la primera página. ¿Recuerdan qué pasó después que Jesús les contestó la pregunta de los discípulos? Recuerden-- ¡Jesús se regresó al cielo! ¡Los discípulos después que Jesús se regresó al Cielo! ¡Los discípulos sólo se quedaron parados mirando que él se fuera! ¿Quién habló con los discípulos después que Jesús se regresó al Cielo? Si, unos ángeles. Ellos les dijeron a los discípulos que no se quedaran allí parados viendo al cielo, sino que se regresaran a Jerusalén y esperaran el tiempo correcto para ir por toda la ciudad de Jerusalén y por toda Judea y después por todo el mundo, y predicar sobre Jesús. ¿Recuerdan que entonces los discípulos decidieron que deberían escoger a un hombre, para que fuera el discípulo décimo segundo? Y tomara el lugar que había sido de Judas Iscariote. Ahora, nosotros pensamos que Jesús no quería que los discípulos escogieran a otro hombre para tomar al lugar de Judas; fue un error de los discípulos escoger a alguien. ¿Ven estas piedras? (Apunta al dibujo de las piedras que tienen escritos los nombres de Barsabas y Matías.) El hombre que los discípulos escogieron fue a Matías. Pero ahí en adelante el nombre de Matías nunca volvió a mencionarse. En nuestra historia de hoy solo se mencionan los once discípulos. ¡Y algo muy emocionante y diferente les sucedió! (Baja tu “libro de los Hechos.”) Diciendo la historia: ¿Cuántos de ustedes han tenido a una niñera en sus casas? Esa niñera es alguien en quien tu mamá y papá confían. Ellos no te dejarán con alguien que te maltrate; ellos te dejarán con alguien que te cuidará y que siguiera las órdenes de tus papás para cuidarte. Tu mamá y papá no te dejarán solo en casa; alguien mayor necesita quedarse contigo. (Levanta tu Biblia.) Un día antes de que Jesús se regresara al cielo él les dijo a sus discípulos que él se iba a ir. Pero, él les dijo que él no los iba a dejar solos. Jesús les dijo a sus discípulos que él iba a mandar a un “niñero” para estar con ellos desde ese día en adelante. Ese “niñero” es Dios el Espíritu Santo. Nosotros no podemos ver a Dios el Espíritu Santo; no podemos tocar a Dios el Espíritu Santo. Sin embargo, todos los que confían en Jesús y lo aceptan como su salvador personal reciben al Espíritu Santo para que viva dentro de él. Dios el Espíritu Santo, nos hace sentir mejor cuando estamos tristes. Él es nuestro consolador. Dios el Espíritu Santo, nos advierte cuando vamos a hacer algo malo—él no nos habla de manera que lo podamos escuchar. Él solo pone pensamientos de advertencia en nuestras mentes. Dios el Espíritu Santo nos ayuda a saber cuáles son las cosas correctas de hacer, él es nuestro guía. Dios el Espíritu Santo está con nosotros si hemos confiado y aceptado a Jesús como nuestro salvador. Así que, los discípulos tenían al Espíritu Santo con ellos, porque ellos habían confiado y aceptado a Jesús como su Salvador. Ahora, vamos a hablar sobre el capítulo dos del libro de Hechos. (Enséñales a los niños Hechos capítulo dos en tu Biblia. Baja tu Biblia. Levanta el “libro de Hechos” en la página dos.) ¡Era un tiempo muy emocionante! ¡Era como nuestro día de acción de gracias! ¿Recuerdan en día de acción de gracias? La gente habla de comer pavo en la gran cena de ese día, pero hacemos más que solo comer: también recordamos todas las bendiciones que Dios nos ha dado. En el día de acción de gracias quizás tenemos visita en nuestros hogares, y oramos y le damos gracias a Dios por todas sus bendiciones. Era ese tiempo del año en Hechos 2. Solo que no estaba frio afuera; era durante el verano cuando ellos tenían su día especial de dar gracias. El día se llamaba “pentecostés.” En el tiempo del pentecostés le gente daba gracias por la comida que cosechaban. Ellos daban gracias porque podían cosechar fruta y semillas y otras comidas que podían comer. Este tiempo de dar gracias se llamaba “pentecostés.” Los once discípulos estaban todos juntos en un cuarto en el tiempo del pentecostés. Ellos estaban sentados en ese cuarto. Quizás estaban orando, quizás estaban hablando acerca de algunos versículos de la Biblia. No era un tiempo, durante el pentecostés, que comían juntos y se reían y se divertían con familiares; era un tiempo tranquilo para darle gracias a Dios por sus bendiciones y pedirle su liderazgo. De repente, sin ninguna advertencia, hubo un ruido fuerte en el cuarto. No era el ruido de que se le cayó algo a alguien, no era el ruido de alguien tocando la puerta. Se oyó como un viento fuerte soplando por el cuarto. Después de que escucharon el ruido del viento fuerte, ellos vieron cosas probablemente se veían algo así: (Levanta las lenguas repartidas de fuego, y ponlas en la página de Hechos capitulo dos.) La Biblia dice que era como lenguas, pero lenguas que estaban partidas y se veían como fuego. No era fuego; parecían como fuego, aire y cada una de estas aterrizó en cada uno de los discípulos. Estaban esto que parecían lenguas partidas. Estas cosas bajaron flotando por el aire y cada una de estas aterrizó en cada uno de los discípulos. Estaba esto que parecía una lengua partida, que parecía fuego sobre cada uno de los discípulos. Solo se quedó allí. Dios hizo que esto sucediera para que los discípulos supieran que el Espíritu Santo estaba con ellos. Entonces el Espíritu Santo ayudó a todos estos discípulos a hacer algo que nunca habían hecho antes. Para poder hacer lo que estaban haciendo, ellos tenían que haber ido a la escuela muchos años para aprender esto. Pero, el Espíritu Santo los estaba ayudando a hacerlo en ese instante. ¡Adivinen lo que podían hacer, en cuanto las lenguas que parecían fuego cayeron sobre ellos! Ellos podían hablar en otros idiomas. Antes de ese momento, los discípulos nunca conocían las palabras que estaban diciendo. Ellos nunca supieron antes de ese tiempo el significado de esas palabras, porque eran palabras que estaban en otros idiomas. Ellos podían decir, “adiós” en su propio idioma: de repente podían decirlo en Alemán, “auf” widersehen”: o podía decir en Francés, “au revoir”; ellos podían decir “good-bye que está en inglés: ellos podían decir, “aloha,” que es adiós en hawaiano. Solo piensen en eso, sin ir a la escuela para aprender idiomas, de repente el Espíritu Santo ayudó a los discípulos a hablar en todos esos idiomas. Yo sé porque el espíritu santo hizo eso; es porque toda la gente del mundo necesitaba escuchar de Jesús, y no había tiempo para que los discípulos fueran a la escuela para aprender estos idiomas. (Levanta la oreja y la boca.) Bueno, otras personas de Jerusalén seguramente se emocionaron, cuando escuchaban que los discípulos estaban predicando en los idiomas que no eran su idioma. Había mucha gente en Jerusalén que venía de otros países, y de repente ellos oyeron a los discípulos hablando en sus idiomas. Toda esa gente de otros países tuvieron una reunión, preguntándose cómo era posible que los discípulos podían hacer eso. Fue en esta reunión que Pedro se paró y predicó. Él les predicó sobre Jesús. Pedro les dijo a esas personas que estaban reunidos, “Ustedes vieron a Jesús mientras estaba aquí sobre la tierra. Algunas personas lo mataron. Él quería morir por los pecados de la gente, pero las personas que lo mataron eran personas malvadas.” Mientras que todas las personas de las diferentes naciones escucharon a Pedro, ellos se sintieron muy tristes. Ellos se sentían tristes por sus pecados, y ellos se sintieron tristes porque sus pecados habían causado la muerte de Jesús sobre la cruz. Estas personas que habían asistido a esa reunión en Jerusalén preguntaron, “¿Qué debemos hacer?” Pedro dijo, “Lamentarse por sus pecados. Confiar en Jesús. Entonces ser bautizado.” ¿Oyeron lo que Pedro les dijo a esos hombres en Jerusalén? Después de confiar a Jesús como su salvador, entonces la gente necesitaba ser bautizada. El ser bautizado solo representaba que has sido salvo, el ser bautizado no salva a una persona. El confiar en Jesús es lo que salva a una persona de ir al infierno. El confiar en Jesús es lo que hace que una persona sepa que va ir al cielo cuando muera. Así que, en ese día miles de personas decidieron que ellos necesitaban a Jesús como su salvador. Ellos le pidieron a Jesús que fuera su salvador y entonces 3,000 personas fueron bautizadas. (Pon la foto de la persona que está parado en un estanque de agua con el predicador en la segunda página de tu “libro de Hechos.”) Después de que fueron bautizados, eso significo que podían ser miembros de la iglesia. Así que toda esta gente se hicieron miembros de la iglesia de Jerusalén. Ahora, miren esta página que nos va a ayudar a recordar el capítulo dos del libro de Hechos. ¿Recuerdan qué ruido oyeron los discípulos mientras estaban sentados junto en el cuarto? ¿Recuerdan qué fue lo que bajó sobre cada discípulo? ¿Recuerdan lo que cada discípulo era capaz de hacer, sin tener que ir a la escuela para aprender lo que estaban haciendo? ¿Recuerdan lo que algunas personas de Jerusalén preguntaron? ¿Recuerdan lo que ellos hicieron al final de la predicación de Pedro? Entonces, ¿Qué fue lo que hicieron 3,000 personas en Jerusalén? Aprenda nuestro versículo de la Biblia: “Pedro les dijo: Arrepentíos, bautícese cada uno de vosotros…” Hechos 2:38. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco La Curación de un Hombre Cojo – Hechos 3 Objetivos que se necesitan: Un dibujo que represente un cancel en la pared alrededor del templo. Un dibujo de un hombre, sentado. Un dibujo de un hombre, parado. Un dibujo simple de un edificio (para representar el templo), con un patio en frente—con muchos pilares. Tu “libro” de Hechos. Tu Biblia. Introduciendo la lección: (Levanta tu Biblia.) Esta es la palabra de Dios, la Biblia. Voy a abrir mi Biblia en el Nuevo Testamento. Los primeros cinco libros del Nuevo testamento son Mateo, Marcos, Lucas, Juan y Hechos. En la escuela dominical estamos aprendiendo todo acerca de libro de los Hechos. ¡Van a saber mucho acerca del libro de Hechos! No se pierdan de ningún domingo: Vengan a la escuela dominical cada domingo. Este solo es otra parte del libro que los hombres escribieron. Ellos escribieron las palabras que están en la Biblia. (Baja tu Biblia y levanta tu “libro” de Hechos.) Este es nuestro libro ilustrado del libro de Hechos. Por medio de los dibujos que estamos poniendo en este libro vamos a recordar muchas, muchas historias que están en el libro de Hechos. (Voltean a la primera página.) ¿Recuerdan que los apóstoles querían saber cuándo iba a regresar Jesús para establecer su reino sobre la tierra? (Apunten al calendario.) Jesús les dijo a sus apóstoles que nadie sabe, más que el Padre Celestial, cuando él va a regresar a la tierra para ser el rey de reyes. Por mientras, Jesús quería que sus apóstoles y todos los que lo aman durante todos los años, que les digan a otros como pueden ser salvos. Los apóstoles no comenzaron a trabajar en las cosas del Señor luego, luego; ellos decidieron tener una reunión y escoger a otro apóstol para que tomara el lugar de Judas Iscariote. Estas piedras (apunta a las piedras) nos recuerdan que los apóstoles pusieron el nombre sobre cada piedra y después escogieron a una piedra y de esa manera decidieron quien iba a ser el nuevo apóstol. Dios no les había dicho que hicieran eso, ¿verdad? No, ellos debían de estar ocupados haciendo su trabajo y no tener la reunión que estaban teniendo. (Voltean a la página dos.) Ese fue el fin del capítulo uno. Ahora este es el capítulo dos del libro de Hechos. ¿Quién recuerda lo que este dibujo significa? (Apunta a las lenguas que parecen fuego.) Si, ellas nos recuerdan que el espíritu santo estaba ayudando a los apóstoles a hablar en idiomas que no eran de ellos. Cuando otras personas escucharon (apunta a la oreja) a los apóstoles hablar (apunta a la boca), ellos los escucharon hablando en idiomas que los apóstoles no habían aprendido en alguna escuela. El espíritu santo los ayudó a hacer esto, sin que tuviesen que ir a la escuela para aprender esos idiomas. ¡Eso fue un milagro! Ellos tenían que decirles a otros de Jesús enseguida, así que el espíritu santo los ayudó a hablar en idiomas que no sabían. Mucha, mucha gente le pidió a Jesús que fuera su salvador. Y mucha, mucha gente fueron salvas, y después bautizados. Ese fue el final del capítulo dos del libro de Hechos. (Dale la vuelta a la tercera página.) Ahora vamos a dar una historia del tercer capítulo del libro de Hechos. Y, ¡es una historia maravillosa! Dios demostró una vez más las cosas maravillosas que puede hacer. Diciendo la historia: Un bebe había nacido. ¡Como lo amaban su mamá y su papá! Ellos estaban tan emocionados cuando él nació. Así como tu mamá y papá estaban emocionados cuando tú naciste. Ellos miraron tu carita, tu nariz pequeñita, tu boquita, tus orejitas y tus ojitos y tus orejitas. Ellos contaron los diez dedos de tus manos y los diez dedos de tus pies. ¡Que dulces son los bebes! La mamá y el papá de nuestra historia de hoy estaban muy emocionados de tener a su bebé varón. Sin embargo, no pasó mucho tiempo cuando se dieron cuenta que cuando era tiempo que tenía que empezar a caminar, su bebé no lo hizo. Sus pies y sus tobillos eran muy débiles. No había manera de que su bebé se parara en sus pies. ¡Que tristes estaban! Quizás le sobaban sus pies y piernas. Pero, eso nunca sucedió. Su bebé varón estaba inválido. Desde el tiempo que nació había algo muy mal en sus pies y tobillos. Este niño creció así como ustedes, después creció más y más. No había ninguna forma que él pudiera caminar a ninguna parte. Si él quería ir a alguna parte, lo tenían que cargar. Cuando él era un joven, y después un hombre, cada vez que él quería ir a alguna parte, lo tenían que cargar unos hombres. Cuando los niños crecen a ser jóvenes, y después hombres, es tiempo que tengan un trabajo. Los hombres salen de sus casa todos los días a trabajar para traer dinero a casa. Se necesita el dinero para comprar comida y ropa y para paga por un lugar donde vivir, y para todo lo que tenemos. Por la razón de que él no podía caminar, él no podía trabajar. Y por la razón de que él podía conseguir dinero era si alguien se lo quería dar. Mucha gente no siempre quería darle dinero. Así que él tenía que hacer algo que no le gustaba hacer, pero tenía que hacerlo. Todos los días dos hombres lo cargaban desde su casa. Ellos lo cargaban a un lugar donde pasaba mucha gente todos los días. Mientras que la gente pasaba, ese hombre que había estado invalido o cojo desde que había nacido le decía a la gente que pasaba, “¿Les gustaría darme dinero? No puedo caminar, así que no puedo trabajar. Por favor denme dinero.” Ese hombre estaba pidiendo limosna. Sus amigos siempre le cargaban al mismo lugar todos los días. Ellos lo cargaban al lugar donde había un cancel en una pared. El hombre ya tenía cuarenta años de edad. Era otro día. Sus amigos lo cargaron desde su casa, por las calles de Jerusalén, al templo. Ellos fueron al templo a orar. Pedro y Juan fueron al templo. Ellos caminaban hacia el cancel que se llamaba “La Hermosa.” Cuando le pidió dinero. Pedro y Juan se detuvieron. Ellos miraron al hombre; ellos sintieron lástima por él y lo querían ayudar. Pedro le dijo al hombre, “No tengo plata ni oro, no tengo dinero.” Pedro se paró allí junto al cancel llamado “La Hermosa,” mirando al hombre que había sido cojo desde su nacimiento. Pedro dijo, “Yo conozco a alguien que si te puede ayudar. Jesús te puede ayudar. Jesús es el Hijo de Dios. Él te puede salvar de tus pecados. Él también te puede ayudar a caminar.” El hombre cojo escucho a Pedro. El oyó cada palabra que Pedro dijo. En ese instante el acepto y confió en Jesús como su salvador, y el hombre cojo creyó que Jesús podía ayudarle. Pedro tomó la mano derecha del hombre. Pedro lo levantó por su mano. ¡Porque el hombre estaba confiando en Jesús que lo ayudaría! ¡Inmediatamente los pies del hombre y los huesos de sus tobillos tenían fuerzas! ¡Los huesos de los pies y tobillos de este hombre cojo estaban lo suficientemente fuertes para sostenerlo de pie! Por primera vez en los cuarenta años de su vida, este hombre se podía parar. Y después comenzó a caminar y brincar, él estaba alabando a Dios. El hombre que no podía caminar estaba gritando con una sonrisa grande en su rostro, “¡Gloria a Dios! ¡Que maravilloso es Jesús! No solo me ha salvado de mis pecados, pero él hizo que caminara.” Entonces el hombre les dio las gracias a Pedro y a Juan. Todo este tiempo se estaban acercando al pórtico que estaba junto al templo. El patio tenía un nombre. Se llamaba “El pórtico de Salomón.” (Pon el edificio con los pilares en la página tres.) Se acercaba mucha gente alrededor de Pedro y Juan y del hombre que había sido invalidado. La gente se decía el uno al otro, “Miren ese hombre. ¿No es ese el hombre que se ha sentado junto al cancel llamado “La hermosa” por todos estos años pidiendo limosna?” Todos estaban de acuerdo de que él era el hombre. Ellos se preguntaban cómo pudo caminar. Ellos estaban emocionados porque él estaba emocionado. Entonces se dieron cuenta que por causa de Pedro y Juan este hombre estaba caminando. Ellos estaban mirando a Pedro y a Juan como si fueran Dios. Pedro y Juan comenzaron a mirar los rostros de las personas que estaban reunidos allí alrededor. Pedro dijo, “Varones israelitas, ¿Por qué os maravilláis de esto?” Pedro les pregunto a ese grupo de personas que se estaban reuniendo alrededor en “El pórtico de Salomón,” “¿Por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a este? Es solo por nuestra fe en Jesús y porque este hombre confió en Jesús que él pueda caminar. Juan y yo no pudimos hacer esto; fue Jesús quien lo puede por medio de nosotros.” Pedro predicó más a la gente. Él les dijo que necesitaban ser salvos. Él les dijo que ellos necesitaban pedir perdón por sus pecados y pedirle a Jesús que los salvara. ¡Fue un día maravilloso! ¡Fue el día más maravilloso que había tenido en toda su vida, el hombre que había sido cojo! No solo podía caminar, sino que también sabía que iba ir al cielo cuando muriera. Pedro y Juan estaban muy contentos también. Ellos en verdad habían ayudado a alguien ese día. Nosotros también estamos contentos cuando ayudamos a alguien. ¡Vamos a decirles a otros de Jesús! Aprende nuestro versículo de la Biblia: “Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.” Hechos 3:6. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco La Primera Persecución – Hechos 4 Objetivos que se necesitan: Tu “libro” de Hechos. Estos dibujos: una ventana de una cárcel, una silla que parezca un trono y una boca. Tu Biblia. Introduciendo la lección: El libro de Hechos que está en el Nuevo Testamento, en la Biblia tiene muchas historias emocionantes. Las historias en el libro de Hechos nos cuentan muchas cosas maravillosas que hicieron los apóstoles. Vamos a recordar. (Levanta tu “Libro” de Hechos.) Vamos a recordar las historias que hemos escuchado del libro de Hechos, hasta ahorita. Estamos representando el libro de Hechos de la Biblia, y nos va a ayudar a recordar las historias que hemos aprendido. (Voltea a la página 1.) Oímos sobre el capítulo 1 del libro de Hechos. Este calendario nos ayuda a recordar que los apóstoles querían saber cuándo Jesús iba a regresar a la tierra del cielo. ¿Recuerdan lo que dijo Jesús? Jesús dijo que solo el Padre Celestial sabe qué año, que mes y que día va a regresar Jesús. ¿Recuerdan que los apóstoles pensaron que tenían que escoger a un hombre que tomara el lugar de Judas Iscariote? Ellos escogieron a Matías para ser ese hombre, pero ya no se vuelve a mencionar nada de ese hombre en el resto de la Biblia. (Voltea la página 2.) El capítulo 2 del libro de Hechos nos habla acerca de los apóstoles hablando en idiomas que no eran los de ellos. ¿Recuerdan las cosas como lenguas de fuego que bajaron sobre los apóstoles, dejándolos saber que fue el Espíritu Santo quien los estaba ayudando a hacer esta cosa tan maravillosa? Entonces, cuando predicaron los apóstoles a la gente en sus propios idiomas, mucha de estas personas le pidió a Jesús que fuera su salvador. Después de ser salvos, fueron bautizados. (Apunte al dibujo del hombre que están bautizando.) (Voltea a la página 3.) Esta es una historia favorita. Un hombre se sentaba todos los días junto al cancel (Apunte al dibujo del cancel), pidiendo limosna. ¿Recuerdan porqué él no podía trabajar y tenía que pedir limosna? Sí, porque él no podía caminar. Él no había podido caminar ningún día, en toda su vida. ¿Quién llegó mientras este hombre estaba sentado allí? Si, Pedro y Juan caminaron por allí cuando iban al templo. El hombre les pidió limosna a Pedro y a Juan. ¿Recuerdan lo que Pedro le dijo al hombre? Si, él dijo que ni oro ni plata, pero que él le iba a dar lo que tenía. Él le iba a dar al hombre las buenas nuevas del evangelio, que Jesús lo amaba, así como Jesús ama a todos. El hombre aceptó y confió en Jesús como su salvador y él creyó que Jesús lo podía hacer caminar. Pedro lo levantó, y el hombre pudo caminar. ¿Recuerdan eso? ¿Recuerdan cómo se llamaba esa parte del templo? (Apunta al dibujo que representa el pórtico de Salomón.) Esta parte del templo se llamaba “El pórtico de Salomón.” Un grupo grande de personas se reunieron alrededor, cuando vieron la cosa maravillosa que le había sucedido al hombre, que había sido inválido toda su vida. Pedro predicó a las personas y les explicó que ni él ni Juan eran capaces de hacerlo caminar, pero que fue Jesús el que lo había hecho caminar. Diciendo la historia: (Voltea a la página cuatro de tu “libro.”) Ahora estamos listos para el capítulo 4 del libro de Hechos. ¡Este es un capitulo muy emocionante! Los hombres importantes del templo estaban adentro del templo. Era la hora para que comenzara a entrar la gente al templo a orar, pero las personas no estaban adentro del templo. ¿Dónde estaban todos? Entonces los gobernantes del templo oyeron hablar a las personas emocionadas. También escucharon la voz fuerte de un hombre. Este hombre tenía que hablar fuerte para que el gran grupo de personas lo pudieran escuchar. Los gobernantes del templo se preguntaban, “¿Qué está sucediendo? Toda la gente está afuera del templo en vez de estar adentro, en esta hora de oración.” Así que los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo, y unos hombres que les decían saduceos salieron rápidamente al Pórtico de Salomón. Ellos vieron a Pedro, y ellos escucharon que estaba predicándoles a la gente. Pedro estaba predicando de Moisés, Samuel y de Abraham. Pedro estaba diciendo que todos estos hombres sabían, que un día Dios estaba diciendo que todos estos hombres sabían, que un día Dios mandaría a su Hijo a la tierra para que pagara por los pecados de la gente. Pedro dijo, “¡Manos malvadas han clavado a Jesús en la cruz!” Pedro dijo, “Jesús es verdaderamente el hijo de Dios; ¡Él resucitó de los muertos!” Pedro dijo, “Todos ustedes necesitan aceptar y confiar en Jesús como su salvador.” ¡Estos gobernantes del templo no les gustó lo que estaban escuchando! No les gustó que la gente estuviera escuchando a Pedro. No les gustó porque mucha gente estaba diciendo, “Yo quiero a Jesús como mi salvador.” Se estaba siendo de noche. La multitud de gente no se iba del pórtico de Salomón. Los hombres importantes del templo decidieron que era hora de que la gente dejara de escuchar esa predicación. Los gobernantes del templo fueron a donde estaba Pedro y Juan. Ellos dijeron. “¡Ustedes están quebrantando la ley del templo! ¡Ustedes están bajo arresto!” los gobernantes del templo mandaron a unos soldados que agarraran a Pedro y Juan y que los forzaran a caminar a la cárcel. (Ponga en la página 4 de tu “libro” el dibujo de la ventana de un cancel.) Pedro y Juan estaban sorprendidos y quizás asustados. El hombre que había sido sanado de sus piernas inválidas no podía creer lo que estaba sucediendo. ¿Cómo pueden ir a la cárcel unas personas que habían hecho una cosa tan maravillosa como lo que hicieron Pedro y Juan? Ellos no eran criminales; ellos eran hombres buenos. Ellos eran hombres que querían ayudar a la gente. El hombre que había sido sanado dijo, “Yo iré con ustedes.” Pero él no fue puesto en la cárcel y se quedaron allí toda la noche. Al próximo día los gobernantes del templo se reunieron en un cuarto grande. Anás, el sumo sacerdote, estaba sentado en su silla. (Ponga en la página 4 el dibujo de la silla que parece trono.) Los hermanos y otros parientes de Anás también llegaron al cuarto y se sentaron en sus sillas grandes. Entonces les dijeron a los guardias, “Traigan a esos hombres, aquellos hombres llamados Pedro y Juan, de la cárcel. Tráiganlos a este cuarto de inmediato.” Pedro y Juan fueron llevados al cuarto. Estos gobernantes del templo, estos hombres que pretendían amar a Dios y de predicar de la Biblia, miraron muy severamente a Pedro y a Juan. Ellos le preguntaron a Pedro y a Juan no habían hecho mal. Pero, Pedro y Juan no habían mal; ellos habían hecho lo mejor que pudieron haber hecho. Ellos le estaban hablando a la gente acerca de lo que Jesús puede hacer. Una de las cosas maravillosas que les enseñaron fue que Jesús pudo sanar al hombre inválido. Así que Pedro les dijo a los gobernantes del templo exactamente quien les había ayudado hacer esta cosa tan maravillosa. Los gobernantes del templo no podían decir que el hombre no había sido sanado, porque el hombre estaba parado ahí con Pedro y Juan. Todos conocían a ese hombre. Por muchos años él se había sentado en el cancel llamado “La Hermosa” y había pedido limosna porque no podía trabajar. Todos sabían que ahora él podía caminar, que algo maravilloso le había pasado. Ese hombre amaba a Pedro y a Juan tanto, que no los podía dejar aunque estaban en podamos ser salvos. Pedro habló por un largo tiempo con los gobernantes del templo. Él les dijo que había sido en el nombre de Jesucristo que ese hombre podía caminar. Él les recordó que ellos eran los que habían ordenado que crucificaran a Jesús no se quedó muerto, sino que resucitó de los muertos. Pedro les dijo a estos gobernantes del templo: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Los gobernantes del templo vieron que Pedro y Juan no les tenían miedo. Los gobernantes del templo vieron que el hombre que había sido sanado en el templo, tampoco les tenía miedo. Los gobernantes del templo también vieron que muchos amaban a Pedro y a Juan y que creyeron lo que predicaron. Los gobernantes del templo querían castigar a Pedro y a Juan, porque ellos querían que dejaran de predicar, pero no sabían exactamente que hacer porque la gente amaba mucho a Pedro y a Juan. Así que los gobernantes del templo dijeron, “Pedro y Juan, salgan del cuarto. Necesitamos tener una reunión.” Los guardias sacaron a Pedro y a Juan del cuarto. Estoy seguro que el hombre que había sido sanado también salió junto con ellos. Dentro del cuarto los gobernantes del templo hablaron entre sí. Ellos dijeron, “No hay ninguna manera que podamos castigar a estos hombres. Si nosotros los golpeamos, o si los mantenemos en la cárcel, o si los matamos, estas miles de personas van a estar muy enojadas con nosotros. Y sin ninguna duda nos matarán. ¿Qué vamos a hacer?” Ellos tuvieron una reunión muy larga y después decidieron hablarles a Pedro y a Juan que regresaran al cuarto. Cuando Pedro y Juan fueron traídos al cuarto por los guardias, los gobernantes del templo dijeron, “Pedro, Juan, los dejaremos libres. Pero primero escuchen nuestras órdenes. No deben volver a predica ¿Entendieron? Dejen de predicar acerca de Jesús.” Pedro y Juan dijeron, “Ustedes decían si está bien que les obedezcamos a ustedes o a Dios. No hay ninguna manera que puedan detenernos de hablar de Jesús. Tenemos que obedecer las órdenes de el de predicar el evangelio.” Los gobernantes del templo, creo yo, les menearon sus puños a ellos y les ordenaron, “¡Más les vale que ya no hablen acerca de Jesús! ¡Ya no le prediquen a la gente! ¡Cállense la boca! Si no hacen lo que les ordenamos, van a estar en graves problemas. Ahora los vamos a dejar ir, pero dejen de predicar.” Entonces Pedro y Juan fueron puestos en libertad. Pedro y Juan se fueron rápidamente por las calles de Jerusalén. Ellos se fueron rápidamente al cuarto grande donde ellos sabían que estarían los demás apóstoles y amigos cercanos reunidos. Mientras entraban al cuarto, estas otras personas dijeron. “Díganos que sucedió.” Pedro y Juan les dijeron que los que había sucedido desde el día anterior. Ellos les dijeron que los gobernantes del templo los habían amenazado diciéndoles que estarían en graves problemas si seguían predicando el evangelio. “Pero no debemos tener miedo,” les dijo Pedro. “¿Cómo podemos no tener miedo? ¿Cómo podemos seguir predicando?” todos decidieron que había una cosa que podían hacer, que los ayudaría a hacer lo que Dios quería que hicieran. Ellos podían orar. (Ponga el dibujo de la boca en la página 4 de tu “libro.”) Dios los podía ayudar a seguir diciendo lo que tenían que decir. Ellos oraron, “Señor, tú escuchaste a los gobernantes del templo. Tú los escuchaste cuando nos amenazaron. Tú los oíste decirnos que estaríamos en graves problemas si seguíamos predicando el evangelio. Señor, ayudamos a ser valientes. Danos el valor para seguir predicando tu palabra.” Ellos oraron, “Sigue haciendo cosas maravillosas por medio de nosotros para que la gente que nos escuche predicar sepan que tú, señor, eres el todopoderoso.” Ellos oraron un rato, y después supieron que Dios había escuchado su oración. El espíritu santo les dio valor. El espíritu Santo los hizo sentir mucho mejor. Ellos ya no tenían miedo. Y esa es la historia de capítulo 4 del libro de Hechos del Nuevo Testamento. Y nosotros podemos ser como Pedro y Juan. Nosotros también les podemos hablar a otros acerca de Jesús. El Espíritu Santo nos ayudará a ser valientes y a decir las palabras mientras estemos hablándoles acerca de Jesús. Aprende nuestro versículo de la Biblia: “Cuando hubieran orado… y hablaban con denuedo la palabra de Dios.” Hechos 4:31. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco Ananías y Safira – Hechos 5 Objetivos que se necesitan: Tu “libro” de Hechos. Estos dibujos que pueden ser encimados en la página 5 de tu “Libro”: Un dibujo de una lápida con esto escrito: en el lado izquierdo el nombre de ANANIAS; al lado derecho el nombre de SAFIRA. Escriba debajo de estos nombres las palabras ellos mintieron a DIOS. Un letrero pequeño que diga: MUHOS SALVOS. Un dibujo de una pared de piedra, con una puerta con pedazos de madera atravesadas para impedir la entrada. El dibujo de un hombre con el nombre de GAMALIEL escrito debajo de los pies. Tu Biblia. Introduciendo la lección: Algunos hombres que amaban mucho a Jesús cuando él estuvo aquí en la tierra se llamaban apóstoles. Cuando estos hombres comenzaron a predicar y hacer el trabajo que Jesús quería que hicieran, fueron llamados apóstoles. Las predicaciones, el sanar y el ayudar a otras personas fueron llamados Hechos. Cualquier cosa que haga una persona es un hecho. Puede ser un hecho bueno, o puede ser un hecho malo. Y me pregunto, ¿Cómo serán nuestros hechos? Los apóstoles hacían hechos buenos. Hay un libro en el Nuevo Testamento que se llama los Hechos de los apóstoles. Cuando nosotros hablamos de este libro, le cortamos al nombre. Solamente decimo Hechos. Ven, aquí está el libro en mi Biblia. (Enséñales a los niños el libro de Hechos en tu Biblia. Levanta tu “libro de Hechos”) Tantos hechos maravillosos y emocionantes fueron hechos por los apóstoles. Ellos comenzaron un poco lento en su servicio para Dios. ¿Recuerdan? (Abre tu “libro” a la página 1.) Ellos pasaron mucho tiempo preocupándose sobre cuándo va a regresar Dios a la tierra. Ellos también tuvieron una reunión, en vez de hacer el trabajo que Jesús les había ordenado que hicieran. (Voltea a la página 2 en tu “libro”.) Cuando por fin comenzaron a trabajar. Ellos querían predicar el Evangelio a todos alrededor de ellos, pero no todos podían entenderlos; había muchas, muchas personas en Jerusalén que no hablaban el mismo idioma que hablaban los apóstoles. ¿Recuerdan lo que hizo el Espíritu Santo a cada uno de los apóstoles? Si, Él les ayudó a cada uno a hablar en idiomas que no habían aprendido en una escuela, e idiomas que no eran los suyos. El Espíritu Santo los ayudó a poder hacer esta milagrosa y maravillosa. Más de 3,000 personas fueron bautizadas en un día después de que fueron salvos. (Voltea a la página 3 en tu “libro”.) ¿Recuerdan la maravillosa historia del hombre que había sido inválido desde su nacimiento? ¿Recuerdan lo que Pedro y Juan hicieron por él? (Voltea a la página 4 de tu “libro”.) Muchas personas se reunieron alrededor de Pedro y Juan, y alrededor del hombre que habían sanado. Era tanta gente que los gobernantes del templo se molestaron. Ellos no querían que la gente escuchara a Pedro y a Juan, y los pusieron en la cárcel, ¿recuerdan? Al día siguiente los gobernantes del templo les dijeron que ya no predicaran acerca de Jesús otra vez. ¿Recuerdan lo que hicieron los apóstoles después de que Pedro y Juan les dijeron todo lo que había sucedido? Si, ellos oraron y le pidieron a Dios que les diera valor para hablar de Jesús. Y eso nos trae a la página 5 de nuestro “libro”. Como pueden ver, esta página está en blanco. El capítulo 5 del libro de Hechos tiene una advertencia en él, una advertencia que todos nosotros necesitamos saber y recordar. El capítulo 5 del libo de Hechos nos enseña una vez más que tan maravilloso es el cuidado de Dios. Diciendo la historia: (Baja tu “libro”.) Los apóstoles y los otros cristianos eran personas muy buenas. Ellos eran muy amorosos los unos con otros. Algún días veces uno de los cristianos no tenían suficiente dinero—quizás no tenían trabajo. Entonces no tenían suficiente dinero para comprar comida para su familia ni ropa. Entonces, los otros cristianos levantaban una ofrenda y con el dinero que daban en la ofrenda, ellos compraban cosas para otros cristianos. Algunos de ellos hicieron promesas. Ellos prometieron, “Yo tengo una casa que puedo vender que no necesito. Voy a vender esa casa y voy a traer el dinero que reciba de la persona que me compre la casa. Voy a traer el dinero y lo voy a poner en la ofrenda. Ese dinero puede ser usado para ayudar a los que tienen necesidad.” Y hacían eso. Muchos tenían terrenos que podían vender y muchos tenían casas que podían vender. Ellos traían ese dinero los apóstoles. Los apóstoles escuchaban las necesidades que tenían las personas y les daban el dinero necesario que ocupaban las personas de estas ofrendas. Un hombre y su esposa también hicieron una promesa. El hombre, Ananías, y la mujer, Safira, les prometieron a los apóstoles que ellos iban a vender un terreno y que lo que recibieran por ese terreno lo traerían para la ofrenda. Ananías y Safira dijeron, “Apóstoles, nosotros queremos vender este terreno. No queremos quedarnos con el dinero para nosotros mismos; queremos traer todo el dinero que recibamos de este terreno y darlo para los que tienen necesidad.” ¡Que cosa tan buena se ofrecieron a hacer Ananías y Safira! Así que Ananías y Safira fueron a buscar a alguien que les comprara su terreno. Ellos encontraron a una persona que quería comprarlo. Esa persona dijo, “Les voy a dar esta cantidad de dinero por él.” Ananías y Safira estaban complacidos por poder recibir tanto dinero por su terreno. Cuando Ananías y Safira vieron cuánto dinero era, ellos se dijeron el uno al otro, “Mira cuánto dinero tenemos. Ahora podemos usar parte de este dinero para nosotros mismos. Vamos a quedarnos con esta parte.” Entonces Ananías y Safira fueron a la reunión donde estaban los apóstoles y también otras personas. Era la hora durante la reunión para que las personas llevaran sus ofrendas que dijeron que iban a llevar. Ananías fue con los apóstoles y les puso la bolsa de dinero a los pies de los apóstoles. Pedro le dijo a Ananías, “Ananías, el Diablo ha llenado tu corazón para hacer el mal. Satanás te ha convencido a que mientas al Espíritu Santo. Tu Ananías, te has quedado con parte del dinero que recibiste en la venta de tu terreno. Ananías no tenías que dar todo el dinero que recibiste por vender ese terreno. No tenías que hacer eso, tú quisiste hacerlo y tú dijiste que lo haría. Ahora, ¿Por qué has decidido quebrar tu promesa? ¿Por qué decidiste quedarte con una parte del dinero que habías prometido? Tú no nos mentiste a nosotros los hombres; tú le mentiste a Dios.” Cuando Ananías escuchó lo que Pedro había dicho, Ananías se cayó. Él se cayó muerto. Él murió porque había quebrado una promesa a Dios. Toda la gente en la reunión que escucharon a Pedro y que vieron a Ananías caerse muerto tenía miedo. Ellos de pronto se dieron cuenta que tan serio era no decirle la verdad a Dios. Los jóvenes que estaban parados cerca levantaron el cuerpo muerto de Ananías y enseguida tuvieron un funeral y lo sepultaron. Safira llegó a la reunión como tres horas después de eso. Cuando entró Pedro le preguntó, “Safira, ¿Vendieron tú y Ananías ese terreno por esta cantidad de dinero?” Él dijo la cantidad de dinero que Ananías había llevado; él no dijo el precio completo que habían recibido por el terreno. Safira dijo, “Si Pedro, vendimos el terreno por esa cantidad de dinero.” Entonces Pedro le pregunto a Safira, “¿Cómo es que tú y Ananías decidieron mentir? Tú y Ananías han hecho una cosa muy mala, Safira, tu esposo está muerto. ¿Ves a esos jóvenes parados allá? Ellos acaban de regresar del funeral de Ananías, y ahora, Safira, tú también vas a morir, por esta cosa mala que has hecho.” Eso es lo que paso. Safira también murió. (Ponga en la página 5 la foto de la lápida.) ¿Ven esta lapida? Tiene los nombres de Ananías y Safira. También dice que ellos le mintieron a Dios. Por el resto de aquel día por los siguientes días los apóstoles y los otros cristianos siguieron haciendo sus negocios. Los apóstoles estaban muy ocupados. Ellos estaban predicando acerca de Jesús. Ellos iban al templo y se paraban en el Pórtico de Salomón. Allí las personas llevaban a sus seres queridos que estaban inválidos, sus seres queridos que estaban tristes. Los apóstoles eran capaces de curar a las persona enferma, ayudar a las personas invalidas y consolar a las personas que estaban tristes y los ayudaron a todos a saber que Jesús podía ser un salvador. Día con día muchas, personas fueron salvas. (Ponga el letrero pequeño MUCHOS SALVOS en la página 5 tu “libro”.) Los apóstoles no podían hacer estas cosas con su propio poder, ¿Verdad? No, el poder que ellos tenían para hacer estas cosas venía del espíritu santo. Los gobernantes del templo aún no estaban de acuerdo que los apóstoles hablaran de Jesús. Ellos no querían que la gente rechazara a los sacerdotes y al gobernante del templo y de los sumos sacerdotes; ellos querían que la gente no se enterara de Jesús para que continuaran siguiendo a los sacerdotes, al sumo sacerdote y a todos los gobernantes del templo. Todos estos hombres no querían a Jesús como su salvador personal, y ellos tampoco querían que nadie más lo recibieran. Así que metieron a todos los apóstoles a la cárcel. A todos los 12 incluyendo a Matías, fueron puestos en prisión. Nadie quería ir a la cárcel, especialmente cuando no habían hecho nada malo para merecer ir a la cárcel. Pero los apóstoles confiaron en Dios que todo iba a salir bien. Déjame decir lo que Dios hizo por ellos. A media noche Dios mandó a un ángel a la cárcel ahora, los ángeles pueden ir a cualquier parte cuando Dios permitió que las personas vieran a los ángeles, los ángeles siempre se veían como hombres pero podían hacer cosas que los hombres no podía. Este ángel entró a la prisión donde estaban los apóstoles, abrió las puertas de la prisión y les dijo a los apóstoles, “Id, y puesto el pie en el templo y anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.” ¡Esto fue fantástico! Los apóstoles hicieron lo que el ángel les dijo que hiciera y caminaron por las puertas después de que las había abierto. Ellos enseguida se fueron al templo y en cuanto la gente comenzara a llegar, ellos comenzaron a predicar acerca de Jesús otra vez. Ese ángel era un ángel muy ordenado. Después de que abrió las puertas para que salieran de la prisión, las volvió a cerrar. Él también era un argel muy quieto. Ninguno de los guardias escuchó las puertas abrir y cerrar. El guardia de la prisión sabía lo que había sucedido a media noche. Así que cuando los gobernantes del templo mandaron a los apóstoles de la prisión hasta los guardias de la prisión estaban muy sorprendidos de encontrar a los apóstoles que no estaban. Alguien llegó corriendo a los gobernantes del templo, “Yo sé dónde están los apóstoles están predicando en el templo.” Los gobernantes del templo mandaron llamar a los apóstoles a que fueran a pararse delante de ellos. Ellos les preguntaron a los apóstoles porqué les estaban predicando a las personas como lo estaban haciendo, y cuando escucharon lo que los apóstoles dijeron, ellos decidieron matarlos. Uno de los miembros dijo, “Si Dios no está dirigiendo a estos hombres, entonces Dios los va a detener. No maten a estos hombres; quizás están trabajando para Dios y se van a encontrar peleando en contra de Dios si pelean en contra de estos hombres.” (Ponga el dibujo de Gamaliel en la página 5 de tu “Libro”.) Gamaliel convenció al concilio de no matar a los apóstoles, así que los apóstoles solo fueron azotados. Por supuesto que los azotes fueron fuertes pero a los apóstoles no les importó eso. A ellos no les importó sufrir por Jesús porque Jesús había sufrido mucho más por ellos. Los apóstoles seguían predicando acerca de Jesús. Todos los días iban a predicar. Todos los días fueron a tocar puertas por toda Jerusalén, enseñando y predicando acerca de Jesús. Así que esto es el capítulo 5 del libro de Hechos. Aprenda nuestro versículo de la Biblia: “…y el sumo sacerdote diciendo... ¡No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre! Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina…” Hechos 5:27-28. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco Los Primeros Diáconos – Hechos 6 Objetivos que se necesitan: Tu “libro de Hechos”. Estos dibujos para la página 6 del “libro”: La palabra VIUDA. Un dibujo de una mesa con losa, cubiertos y comida. Dibujos de 7 hombres por separados. El nombre ESTEBAN. Un dibujo de un juez en su banca y una silla de testigos. Tu Biblia. Introduciendo la historia: En la escuela dominical estamos continuando con nuestras historias del libro de hechos del nuevo testamento de la Biblia. La historia de hoy no se va acabar hoy; va a continuar la semana que entra. Les voy a contar la primera parte hoy y la última parte el próximo domingo, porque esta historia está en más de un capitulo. (Levanta el “libro.”) Vean la pagina 1 de nuestro “libro”—esta página representa el capítulo uno del libro de hechos. Jesús ha regresado al cielo. (Voltea a la página 2.) Esta es la página 2 de nuestro “libro”, representa el capítulo 2 del libro de hechos. El capítulo 2 nos habla acerca de cuándo el Espíritu Santo les dio a los apóstoles ayuda especial para predicar. (Voltea a la página 3.) En el capítulo 3 del libro de hechos escuchamos acerca de una historia que especialmente queremos, acerca del hombre cojo que fue sanado. (Voltea a la página 4.) Pedro y Juan fueron puestos en la cárcel porque estaban predicando acerca de Jesús. Mucha gente los siguió porque el cojo había sido sanado y porque escucharon la predicación. Los gobernantes del templo no les gusto esto. Pedro y Juan y todos los apóstoles oraron después para que Dios les diera valor para seguir predicando, aunque había algunas personas que los odiaban. (Voltea a la página 5 de tu “libro.”) ¿Recuerdan la lápida? ¿recuerdan que dos personas murieron porque habían quebrantado una promesa a Dios; ellos mintieron y volvieron a mentir. ¿Recuerdan? ¡es una cosa muy seria no cumplir las promesas que haces a Dios, y decir mentiras! Y después todos los apóstoles fueron puestos en la cárcel, ¿recuerdan? No fue solo Pedro y Juan, esta vez fueron todos los apóstoles. ¿Cómo salieron de la cárcel? (permita tiempo para que los alumnos te digan.) ¡Fue fantástico! Dios puede hacer cualquier cosa y DIOS puede mandar a sus ángeles para que hagan lo que Él quiera que hagan para ayudar a su gente en la tierra. (Voltea a la página 6.) Ahora hemos llegado a una página vacía en nuestro “libro”. Es tiempo de escuchar sobre el capítulo 6 del libro de hechos. Diciendo la historia: (Levanta la palabra VIUDA.) Esta palabra dice viuda. ¿Saben lo que es una viuda? (Si algún niño sabe, permítale que conteste.) Una viuda es una mujer que se le ha muerto su esposo. Muchas veces cuando las mujeres son viudas, ellas necesitan una ayuda muy especial. Algunas veces no tienen suficiente dinero para comprar comida y para pagar la renta ni de comprar ropa. Cuando sus esposos trabajaban, había suficiente dinero para pagar todas estas cosas. Pero a veces de que se muere el esposo, las viudas necesitan de una ayuda especial. (Ponga la palabra VIUDA sobre la página 6 de tu “libro”.) Los apóstoles y todos los demás cristianos decidieron trabajar juntos para ayudar a las viudas. No estoy seguro de todo lo que hicieron, o cómo lo hicieron, pero ellos aseguraban que todas las viudas que conocían tenían suficiente comida que comer. (Ponga el dibujo de la mesa sobre la página 6.) Alguien tenía que reunir la comida de otros cristianos, llevarles la comida a las viudas, o quizás las viudas iban a algún edificio o alguna casa todos los días. Quizás allí las viudas se sentaban juntas a comer. De cualquier modo, era un trabajo muy grande el que alguien estuviera seguro de que todas las viudas tuvieran la ayuda que ellas necesitaban. Alguien comenzó a renegar. Decía, “No todas las viudas están siendo cuidadas. Algunas de las viudas no están recibiendo la comida suficiente y otras cosas que ellas necesitan. Alguien necesita hacer algo acerca de eso.” Así que los apóstoles tuvieron una reunión con la gente de la iglesia. Ellos les dijeron a las personas, “El cuidar a la viudas es un trabajo muy grande. Para poder hacerlo bien, nos quitara tiempo de las predicaciones que necesitamos hacer. Así que escojan a siete hombres que estén a cargo de este trabajo.” La iglesia hizo esto. (Ponga el dibujo de los 7 hombres separados sobre la página 6.) Sus nombres están en el capítulo 6 de libro de Hechos. Estos hombres fueron los primeros diáconos de la iglesia. Ellos eran hombres buenos. Ellos eran hombres honestos, ellos amaban a Dios con todo su corazón, ellos eran hombres sabios. No les diré los nombres de todos los hombres; les diré el nombre de uno. Su nombre era Esteban. (Ponga su nombre en la página 6.) Esteban y los otros seis diáconos hicieron el trabajo que tenían que hacer. Ellos hicieron un buen trabajo. Aparte del trabajo que tenían que hacer, a veces salían a predicar. El capítulo 6 del libro de Hechos nos dice que Esteban salía a predicar. Él confiaba en Dios con todo su corazón—él estaba lleno de fe y de poder. La Biblia nos dice que él hizo grandes maravillas y milagros entre la gente. Muchas personas confiaron y aceptaron a Jesús como su salvador por medio de las predicaciones de Estaban. ¡Hasta algunos de los sacerdotes del templo fueron salvos! Ya se podrán imaginar lo que pasó porque Esteban predicaba y hacia estas cosas maravillosas entre la gente. Si, los hombres que estaban a cargo del templo odiaban a Esteban. Estos gobernantes del templo caminaban entre la gente en las calles. Ellos susurraban en sus oídos. (Demuestra.) “¿Oyeron acerca de Esteban? Quizás piensen que es un buen hombre, pero no lo es. Lo que el predicaba es malo. Él está diciendo cosas malas en contra de Dios y en contra de la Biblia. Él está diciendo cosas malas de Moisés. ¡Solo escúchenlo!” Las personas escucharon a los gobernantes del templo. Y mientras que escuchaban, ellos creyeron en todas las cosas malas que estaban diciendo acerca de Esteban. Mucha, mucha gente decidieron que no querían a Esteban. ¡Eso hizo que los gobernantes del templo se contentaran! Estoy seguro que frotaron sus manos juntas y se rieron. Ellos estaban contentos que mucha gente que vivía en la ciudad de Jerusalén comenzaba a odiar a Esteban. Estos hombres del templo dijeron, “Vamos a tener un juicio. Vamos a hacer que venga Esteban a la corte. Vamos a suponer que vamos a tener un juicio justo para él. Vamos a ver lo que podemos hacer para deshacernos de este hombre.” Ellos pusieron una fecha para que Esteban fuera a la corte. Un guardia fue a la casa de Esteban, y le dio un pedazo papel. Ese pedazo de papel era una notificación. Decía, “Se te ordena que vengas a la corte en esta fecha.” Esteban sabía que tenía que ir a la corte porque si no iba estaría quebrando la ley. Antes de que llegara la fecha de ir a la corte, el concilio del templo habló en secreto en algunos hombres. Ellos les dijeron a estos hombres, “Vamos a llamarlos para que sean testigos en contra de Esteban. Inventen cualquier historia mala que puedan en contra de Esteban. Cuando los llamemos entre a testificar en contra de Esteban.” Estos hombres malos estaban de acuerdo de que iban a estar listos con estar listos con esas mentiras que inventarían en contra de Esteban. Llegó el día en que Esteban tenía que ir a la corte. El gobernante del templo se sentó en su banca. (Ponga el dibujo de la banca y la silla para el testigo sobre la página 6 de tu “libro”) “¡La corte en orden!” La gente se sentó. Esteban fue traído. Él se sentó en una silla junto a una mesa. El gobernante dijo, “Traigan al primer testigo.” Fue traído el primer testigo. La pregunta fue hecha, “¿Es Esteban un hombre bueno o un hombre malo?” El testigo falso dijo, “Esteban es un hombre malo. Debería de escuchar lo que él predica. Él solo dice cosas malas en contra del templo y de la Biblia. Hemos escuchado que dice que Jesús de Nazaret va a destruir el tempo y que él va a cambiar las palabras que Dios le dio Moisés.” El segundo testigo fue llamado. También el mintió acerca de Esteban. Quizás hubo más testigos. Ellos mintieron acerca de Esteban. Vamos a suponer que nosotros estamos en la corte. Escuchamos a los testigos y podemos ver al gobernante del templo. Miramos a Esteban. ¡Miren la cara de Esteban! El concilio también lo está mirando. No hay ninguna preocupación en su rostro, no hay ningún odio en su rostro, no hay ningún temor. Solo se ve calmado. El último versículo del capítulo 6 del libro de Hechos dice que su cara se veía como la cara de un ángel. ¡Esteban en verdad estaba confiando en Dios! ¿Ahora que va a pasar con Esteban? Van a tener que regresar a la escuela dominical el próximo domingo para escuchar nuestra historia del próximo capítulo del libro de Hechos. Vamos a pensar acerca de este versículo: Hechos 6:8, “Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre pueblo.” Esteban confiaba en Dios—él tenía gran fe—y él tenía poder de Dios para predicar para cambiar a la gente. Aprende nuestro versículo de la Biblia: “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del espíritu santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.” Hechos 6:3. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco El Apedreamiento de Esteban – Hechos 7 Objetivos que se necesitan: Tu “libro de Hechos”. Estos dibujos que queden en la página 7 de tu “libros”: Un dibujo de un hombre, lo suficiente alto para que cubra 2/3 de la página 7. Dibujo de muchas piedras grandes. Un dibujo de una nube grande, que quede en medio del dibujo de los hombres y la cima de la página. Tu Biblia. Introduciendo la lección: (Levanta tu Biblia.) ¡Que libro tan maravilloso nos ha dado Dios! Esta es la Biblia, la palabra de Dios. En este libro hay 66 libros. Por muchos domingos vamos a estar aprendiendo todo acerca del libro de Hechos. Los Hechos son todas las cosas que hicieron los apóstoles después que Jesús se regresó al cielo. (Baja tu Biblia. Levanta el “libro”. Mientras que repases las lecciones pasadas del libro de Hechos, voltea cada página mientras que mencionas cada capítulo.) En el capítulo 1, Jesús regresa al cielo. En el capítulo 2, el Espíritu Santo les da a los apóstoles ayuda especial para predicar. En el capítulo 3, el hombre cojo es sanado. En el capítulo 4, Pedro y Juan son encarcelados. En el capítulo 5, Ananías y Safira rompen su promesa a Dios. ¿Recuerdan que les hizo Dios a Ananías y Safira porque le mintieron? (Que los niños contesten.) Después, todos los apóstoles fueron encarcelados. ¿Recuerdan cuando fueron encarcelados todos los apóstoles? ¿Sabía Dios que estaban allí? (Que los niños contesten estas preguntas.) En el capítulo 6, ciertos hombres fueron escogidos para ser diáconos de la iglesia. Todos estos hombres eran hombres buenos que amaban a Dios y que amaban a las personas. Los diáconos enseñaban y predicaban de Dios. También se les dio un trabajo especial para ayudar a personas que tenían necesidad. ¿Recuerdan el nombre de uno de esos diáconos? Si, era Esteban. (Voltea a la página 7 de tu “libro”.) Esta página está vacía porque se trata acerca del capítulo 7, y no hemos hablado del capítulo 7 del libro de Hechos. Vamos a hablar de ese capítulo hoy. Diciendo la historia: Jerusalén no era la ciudad más importante del mundo. Era la ciudad más importante para Dios; era la ciudad más importante para los Israelitas, la gente de Dios. En la ciudad de Jerusalén estaba el edificio más importante del mundo. El edificio más importante del mundo era el templo de Dios. En algunos edificios que era parte del templo vivían unos hombres, que se llamaban los gobernantes del templo. Había sacerdotes viviendo en el edificio que se llamaba el palacio del sumo sacerdote. Todos estos hombres amaban sus trabajos porque sus trabajos los hacían hombres importantes. Todas las demás personas honraban a estos hombres. Ahora, la mayor parte de estos sacerdotes y escribas y la mayor parte de los ancianos y los sumos sacerdotes en verdad no amaban a Dios. De hecho, ellos solo pretendían adorar a Dios. Entonces Jesús vino a la tierra. En vino como un bebé, creció a ser un muchacho, creció a ser un hombre, pero él en verdad era el hijo de Dios. Muchas personas sabían que él iba a venir al mundo, porque ellos siempre confiaron en Dios y siempre habían creído a los predicadores que decían que Jesús vendría. Entonces cuando vieron a Jesús y lo oyeron predicar, ellos confiaron y lo aceptaron como su salvador. También algunos sacerdotes aceptaron a Jesús como su salvador, pero la mayor parte de los sacerdotes no. Esteban no era uno de los apóstoles; él era uno de los diáconos, ¿recuerdan? Esteban amaba ayudar a la gente, como tenían que hacer los diáconos. Sin embargo, también amaba predicar. Porque el permitía que el espíritu santo le diera las palabras que debía decir, Esteban era capaz de traer a otras personas a recibir a Jesús. Los hombres que eran los gobernantes de templo no les gustaban lo que estaba haciendo Esteban. Algunos de los sacerdotes de los alrededores tampoco les gustaba lo que estaba haciendo Esteban. Estos sacerdotes decidieron que iban a hablar con Esteban. Ellos re reunieron con él un día (levanta el dibujo que representa a Esteban.) Lo rodearon y le hicieron preguntas y trataron de decirle que lo que estaba predicando estaba mal. Pero Esteban tenía tanta sabiduría de Dios que los sacerdotes no lograron cambiar sus creencias. Los sacerdotes no lograron hacerlo decir que Jesús era solo otro hombre; Esteban sabía que estaba en lo cierto—él sabía que Jesús es el hijo de Dios. Esteban sabía que todos tenían que confiar en Jesús y aceptarlo como su salvador. Los sacerdotes intentaron discutir con Esteban, pero Esteban tenía mucha sabiduría de Dios y los sacerdotes no podían ganarle sus argumentos con Esteban. Los sacerdotes se enojaron. Ellos querían hacer que Esteban dejara de predicar, pero ellos sabían que no podían detenerlo. Los sacerdotes de estas sinagogas vieron a unos hombres malos mientras que tenían su reunión con Esteban. Algunos de los sacerdotes les señalaron a estos hombres para que se acercaran. (Señale con su dedo índice como si estuviera tratando de llamarle a alguien que venga hacia ti.) “oigan, ustedes. Si, ustedes. Vengan aquí. ¿Ven a este hombre Esteban? Queremos que se calle.” Eso es lo que estos sacerdotes malvados les estaban diciendo a las otras personas malvadas que estaban alrededor de la sinagoga. “Les vamos a pagar. Comiencen a caminar entre la gente de este edificio, y entre la gente que está en las calles que van a sus trabajos, que van de compras y que se regresan a sus casas. Acércate a estas personas y pregúntales, ¿han escuchado de Esteban? Él es malo. No lo necesitamos por aquí. Todo lo que hace es decir muchas mentiras. El miente acerca de Moisés, y el miente acerca de las leyes que Moisés escribió hace cientos de años.” Estos testigos falsos, como eran llamados, comenzaron a hacer lo que los sacerdotes les dijeron que hicieran. Ellos fueron por las calles a decirle a la gente la mentira de que Esteban era un hombre malo. Así que la gente de la ciudad, los ancianos del templo, los escribas del templo y los sacerdotes todos fueron a donde estaba Esteban. Ellos se empujaron los unos a otros para llegar a donde estaba Esteban. Los que estaban más cerca de Esteban los agarraron. La multitud estaba diciendo, “Vamos a llevar a Esteban al sumo sacerdote. Vamos a ponerlo en juicio allí. Él está enseñando cosas malas. Vámonos. ¡Vamos a llevarlo ahora!” La multitud empujo a Esteban al palacio del sumo sacerdote. El grupo de hombres que formaban “El concilio” estaban sentados todos juntos en un cuarto con el sumo sacerdote. La gente llegó de prisa al cuarto, empujando a Esteban delante de ellos. De alguna manera el sumo sacerdote hizo que la multitud se callara para poder hacerle una pregunta a Esteban. “Esteban, ¿es cierto que tú dijiste que Jesús va a destruir este templo? ¿Es cierto que tú dijiste que Moisés no era un gran hombre de Dios? ¿Dijiste que no deberíamos obedecer las leyes que él nos dio?” Esteban dijo, “Escúchenme. Yo sé todo acerca de las historias del Antiguo Testamento. Yo sé que es cierto que Dios escogió a Abraham para ser el primer líder de nuestra gente.” Esteban le dijo al sumo sacerdote y a los demás del concilio y a todas las personas que estaban allí reunidas, “Yo sé que Dios les dijo a unos hombres que los Israelitas serian esclavos hace muchos años. Yo sé que los Israelitas eran esclavos, eran maltratados. Fueron esclavos por 400 años. El rey también había ordenado que sus bebés varones fueran asesinados. Moisés era un bebé varón que sobrevivió. Él creció como un príncipe, porque la hija del rey lo había encontrado vivo en una canasta, en medio de las hierbas a la orilla del Rio Nilo, Moisés creció y fue príncipe de Egipto, pero él sabía todo ese tiempo que él era un Israelita. Él también sabía que Dios quería que dirigiera a los Israelitas fuera de Egipto.” “Moisés un día mató a un Egipcio que estaba peleando en contra de un Israelita, pero otros Israelitas vieron a Moisés hacer esto. Esos otros Israelitas dijeron, ‘¿Quién te hizo nuestro líder?’ Espantaba a Moisés pensar que alguien se diera cuenta que él había matado al Egipcio. Moisés se fue de Egipto y se fue a otro país. Él vivió en aquel país por muchos años. Esteban les estaba contando todo esto al concilio. Esteban les estaba demostrando que él sabía la verdad acerca de Moisés. Esteban les estaba diciendo al concilio que él no predicaras nada que no estuviera en la Biblia. Esteban predicaría solo la verdad. Esteban siguió con su historia al sumo sacerdote y al concilio, “Moisés tenía 80 años cuando un día estaba afuera en el desierto. Allí vio algo muy extraño. Vio una zarza que se estaba quemando. La zarza tenia fuego pero cuando Moisés se acerca más a la zarza, el vio que la zarza no se estaba quemando. Tenía fuego pero no se estaba quemando. Esto era una cosa muy extraña de ver. Mientras que Moisés miraba la zarza, Dios le habló y dijo, ¨Moisés, quítate tus zapatos. Tú estás parado sobre tierra santa. Esta voz que estas escuchando salir de la zarza es mi voz, ¨ dijo Dios, ¨Moisés, he escuchado las oraciones de mi pueblo, y voy a librarlos de Egipto. ¡Tú Moisés vas a ser el líder de mi pueblo, los Israelitas!” Esteban aún les estaba contando al concilio la historia de Moisés. Él les dijo que Moisés finalmente sacó al pueblo de Israel. Sin embargo, a muchas personas no les gustaba la idea de que Moisés fuera líder. Cuando los tiempos se pusieron difíciles mientras viajaban, ellos a menudo decían que ellos querían regresar a Egipto. Muchos de los Israelitas hasta querían adorar a otros dioses. Esteban le recordó al concilio, “Las personas hicieron un becerro de oro mientras que Moisés estaba en el Monte Sinaí recibiendo la ley de Dios. Ellos no estaban agradecidos con Dios por todo lo que había hecho por ellos.” Esteban continuó con su historia. Él le recordó al concilio cómo Moisés había construido el tabernáculo, cómo David quería construir el templo, y Salomón si construyó el templo. Esteban le dijo al concilio, “Pero Dios no puede vivir en un edificio. El cielo es el trono de Dios, y la tierra es su estrado.” Esteban les dijo, “Ustedes no querían creer en Dios, así como muchos otros Israelitas antes de ustedes. Ustedes hasta mataron a Jesús. Ustedes no quieren confiar en Dios, y no lo quieren obedecer. Así que ustedes tratan de impedir que otras personas no obedezcan y confíen en él.” Entonces el sumo sacerdote, los sacerdotes, los ancianos, los escribas y los demás hombres que eran gobernadores del templo se enojaron. Ellos se taparon sus oídos. (Demuestra esto.) La gran multitud de gente empujaba a Esteban. Ellos lo sacaron de la reunión del concilio. Ellos lo sacaron a la calle de Jerusalén. Ellos lo sacaron a la ciudad. Cuando estaban afuera de la ciudad, algunos hombres se quitaron sus ropas. Se estaban preparando para hacer algo. Mientras que se quitaban sus ropas, las aventaban a los pies de un hombre que estaba allí parado. Ellos querían que cuidara sus ropas por ellos. Después que se quitaron las ropas, caminaron hacia un montón de piedras grandes. Ellos aventaron estas piedras grandes a Esteban, pegándole con ellas. Las piedras le pegaron en la cabeza, cara, pecho, brazos, piernas y en los pies. Pronto Esteban estaba sangrando por todas partes. Él tenía muchas cortadas y heridas abiertas por todas partes. Sus huesos también se estaban quebrando. Esteban invocó a Dios, “Señor Jesús, recibe mi espíritu.” Entonces Esteban se arrodilló en el suelo mientras que estaba siendo apedreado. Esteban clamó a gran voz, “Señor, no les tomes en cuenta este pecado.” En cuanto dijo estas palabras, él se cayó completamente sobre el suelo y murió. La verdadera parte viva de Esteban dejó su cuerpo y su fue al cielo para estar con Jesús. Ahorita nadie puede ver esa verdadera parte viva de una persona. Aunque Jesús podía verlo. Cuando el cuerpo de Esteban murió, la parte de él que nunca muera fue bienvenido al cielo por Jesús. Yo pienso que Jesús le dijo a Esteban, “Esteban, tú eres mi buen siervo. Hiciste un buen trabajo predicando por mí. Hiciste un buen trabajo ayudando a la gente. Hiciste un buen trabajo sometiéndote al espíritu santo y dejando que él haga milagros a través de ti y dejando que el espíritu santo hablara a los corazones de las personas que te escuchaban predicar. Esteban, bienvenido a casa. Estoy muy contento de tenerte conmigo en el cielo.” (Ponga la figura del hombre sobre la página 7.) Pondremos en esta página el dibujo que nos recordará la historia de Esteban. Ahora pondremos estos en la página, para que nos recuerde que le paso a Esteban. (Ponga las piedras sobre la página alrededor de Esteban.) Cuando Esteban miró hacia arriba, ¿recuerdan lo que vio? Si (ponga la nube en la página entre la cabeza del hombre y la cima de la página), él vio a Jesús parado en el cielo. Jesús estaba esperando darle la bienvenida a Esteban a casa. Niños, cuando alguien que ama a Jesús muere, él es bienvenido a casa en el cielo por Jesús. ¿No es eso maravilloso? Estoy muy contento de haberle pedido a Jesús que sea mi salvador. Yo sé que cuando yo muera, iré al cielo. Yo quiero que también todos ustedes vayan al cielo cuando mueran. Había un joven parado entre la multitud cuando Esteban fue apedreado; él cuidó las ropas de los que estaban apedreando a Esteban. Regresa el próximo domingo. Vamos a escuchar más acerca de ese joven. Aprenda nuestro versículo de la Biblia: “Pero Esteban, lleno del espíritu santo, puesto los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y de Jesús que está a la diestra de Dios.” Hechos 7:55. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco Los Cristianos Esparcidos – Hechos 8 Objetivos que se necesitan: Un “mapa”—ponga arriba la palabra SAMARIA; debajo de eso, un circulo con la palabra JUDEA escrita a través del circulo; y dentro del circulo el nombre JERUSALÉN. La figura de un hombre que represente a Saulo. La figura de un hombre que represente a Felipe. Un dibujo de un mago o algo que represente un mago. Un carro militar (antiguo). Tu “libro” de Hechos. Tu Biblia. Introduciendo la lección: ¡La Biblia es un libro maravilloso! Es el mejor libro. Ningún hombre o mujer invento cualquier parte de este libro—Dios escribió la Biblia. Dios la escribió diciéndole a los hombres qué palabras escribir. Ellos escribieron las palabras que están en la Biblia. Este libro, la Biblia, tiene muchos libros dentro del—66 libros están en la Biblia. En la escuela dominical hemos estado escuchando acerca de un libro—el libro de Hechos. En el libro de Hechos, Dios nos dice muchas cosas emocionantes que pasaron cuando regresó al cielo. (Levanta tu “libro” de Hechos. Voltea a la página 1.) En el libro de Hechos comienza con el capítulo 1. Justo antes de que Jesús regresara al cielo, él les dijo a sus discípulos, “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el espíritu santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Entonces fue que Jesús regresó al cielo después de haber dicho estas palabras que se encuentran en Hechos 1:8. (Voltea a la página 2.) El espíritu santo vino sobre los apóstoles. Las lenguas de fuego no eran el espíritu santo; Dios mandó las lenguas de fuego para que la gente se diera cuenta de que el espíritu santo había para darles poder. Él les dio poder para testificar por Jesús. (Abre tu “libro” a la página 3.) Los apóstoles podían hacer cosas maravillosas. Una de las cosas maravillosas que ellos hicieron fue ganar al hombre cojo que se sentaba en la puerta llamada “La Hermosa” que estaba afuera del templo. Hechos 1:8 dice, “Pero recibieres poder, cuando haya venido sobre vosotros el espíritu santo, y me seréis testigos en Jerusalén…” (Abre tu “libro” a la página 4.) Pedro y Juan fueron encarcelados a causa de sus predicaciones después de que sanaron al hombre cojo, ¿De dónde recibieron poder para sanar al hombre cojo? Si, del espíritu santo. Ellos también recibieron poder para predicar, para que los corazones de las personas fueran cambiados. Las personas le estaban pidiendo a Jesús que fuera su salvador y que los limpiara de todos sus pecados. (Abre tu “libro” a la página 5.) Algunas de las personas de la iglesia de Jerusalén tenían que aprender una lección muy seria. Ellos tenían que aprender qué tan serio es quebrantar una promesa que le hace una persona a Dios. Los apóstoles estaban siendo testigos de lo que Jesús había hecho por ellos y que podía hacer para todos los que confiaban en Jesús. ¿Recuerdan? “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros en espíritu santo, y me seréis testigos en Jerusalén…” (Abre tu “libro” a la página 6.) Algunos diáconos fueron escogidos en la iglesia de Jerusalén. Eran siete hombres buenos los que fueron escogidos para ser diáconos. ¿Recuerdan el nombre de uno de esos hombres? Si, Esteban. ¿Qué le paso a Esteban? (Abre tu “libro” a la página 7.) Si, Esteban fue asesinado. Algunos hombres le aventaron piedras grandes, y eso mató a Esteban. Mientras apedreaban a Esteban, había un joven que estaba parado cerca, mirando. Los hombres que estaban aventando las piedras se habían quitado sus ropas, y las pusieron a los pies de este joven. Este joven se llamaba Saulo. No te olvides de este nombre. Recuerden, el domingo pasado les dije que íbamos a escuchar más acerca de este joven en la historia bíblica de hoy. (Abre tu “libro” en la página 8. Ponga su “mapa” en esta página.) Antes de que Jesús se regresó al cielo, él les dijo a los apóstoles, “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el espíritu santo, y me seréis testigos en Jerusalén (apunta al nombre de JERUSALÉN en su “mapa”), en toda Judea (apunta a la palabra JUDEA y delinea el circulo con tu dedo), en Samaria (apunta a la palabra Samaria), y hasta lo último de la tierra (haga un circulo grande con tu mano alrededor de todo el “mapa”).” ¿En dónde les dijo Jesús a los apóstoles que fueran a testificar de él? Primero en Jerusalén, donde ellos estaban viviendo; entonces en toda Judea, la parte de Israel en donde se encontraba Jerusalén; y en Samaria, la parte de Israel que estaba al norte de Judea; y hasta lo último de la tierra. Los apóstoles no salían de Jerusalén. Los diáconos tampoco salían de Jerusalén. Los cristianos tampoco salían de Jerusalén. Todos se quedaron allí no iban a ningún otro lugar a testificar para Jesús. Algo sucedió para ayudarlos a obedecer la orden de Jesús de ir por toda Judea y Samaria y hasta lo último de la tierra. Diciendo la historia: (Ponga en la página 8 de tu “libro” la figura de hombre que representa a Saulo.) Vamos a llamar el dibujo de este hombre, Saulo. Vamos a suponer que éste es Saulo. Saulo creía fuertemente que los apóstoles, los diáconos y todos los cristianos estaban equivocados. Saulo definitivamente creía que no acerca de Jesús no era la verdad. Saulo no creía en lo absoluto que Jesús es el hijo de Dios. Así que Saulo quería hacer que no predicaran de Jesús. Saulo quería que la gente dejara de confiar y aceptar a Jesús. Saulo pensó que la mejor manera de detener al gene de confiar en Jesús era poner a todos los cristianos en la cárcel. Él pensó que podía asustar a los demás para que no creyeran que Jesús era el hijo de Dios. Así que Saulo recibió permiso especial del gobierno para poner a todos los cristianos en la cárcel. Primero, Saulo amenazó a la gente. Él les dijo, “Si confían en Jesús, estarán en grandes problemas. ¡Ya verán! Yo me encargaré de que metan a todos ustedes en la cárcel si confían en Jesús como su salvador. Y si ustedes salen a predicar acerca de él, sus vidas estarán en peligro. Yo me encargaré de que los metan por predicar acerca de él.” Saulo cumplió sus amenazas. Por medio de vigilar, preguntar y escuchar, él se daba cuenta en donde vivían los cristianos. Él iba a la casa de un cristiano, golpeaba a la puerta, y decía, “¡Salgan de allí!” Él los sacaba de sus casas y los ponía en la cárcel. Entonces iba a otra casa y hacia lo mismo. Saulo estaba metiendo a hombres y mujeres en la cárcel—los hombres y mujeres que creían que Jesús es el hijo de Dios y que les decían a otros acerca de él. Bueno, muchos de los cristianos decían, “No queremos ir a la cárcel. Nos vamos a cambiar de aquí. Nos iremos fuera de Jerusalén a otros lugar del país de Israel.” Ellos hicieron eso. A donde ellos se iban les hablaban a otros que Vivian en esos lugares acerca de Jesús. Ven (apunta a Jerusalén y a Judea), los cristianos finalmente estaban obedeciendo a Jesús y eran testigos no solo en Jerusalén, sino por toda Judea. (Ponga el dibujo del hombre que representa a Felipe.) Vamos a llamar a este hombre Felipe. Felipe era otro diácono. Ya escuchamos acerca de un diácono, Esteban; ahora vamos a escuchar acerca de otro diácono, Felipe. Felipe salió de Jerusalén, y también salió de Judea, Felipe fue a SAMARIA. (Apunte a Samaria en tu “mapa”.) En Samaria vivía un hombre muy famoso. Su nombre era Simón. Simón era famoso entre la gente de Samaria. Simón podía hacer trucos, no como los trucos de un mago ordinario (Ponga el dibujo del mago o algo lo represente a uno), pero él tenía poderes del diablo para hacer cosas milagrosas. Toda la gente de Samaria escuchaba a Simón y hacían lo que él les decía que hicieran, porque él los hacía pensar que él era muy importante. Felipe comenzó a predicar en Samaria. Él juntó un grupo de personas alrededor de él y les dijo, “Tengo unas noticias maravillosas que decirles. Esta es la mejor noticia que jamás hayan escuchado. Quizás han escuchado de Jesús de Nazaret. Yo estoy aquí para decirles que Jesús en verdad es el hijo de Dios. Yo estoy aquí para decirles que Jesús murió por ustedes y por todo el mundo entero. Si confían en Jesús como su salvador, estarán salvos de sus pecados. Si confían y aceptan a Jesús como su salvador, irán al cielo cuando mueran.” Muchas personas confiaron en Jesús como su salvador. Ellos confiaron en él mientras escuchaban predicar a Felipe. Entonces un día algo maravilloso sucedió. Simón se dio cuenta acerca de Felipe, y él también fue a escucharlo predicar. Hasta Simón acepto a Jesús como su salvador. Todas estas personas que confiaban en Jesús fueron bautizados, porque ellos querían demostrar lo que les había sucedido. Ellos querían demostrar que ellos querían vivir una nueva vida. Ellos ya no iban a seguir las maneras de Satanás; ellos iban a seguir a Jesús. Pedro y Juan escucharon acerca de lo que estaba sucediendo en Samaria. Ellos fueron a Samaria a predicarles a los cristianos que habían sido bautizados. Entonces Dios le habló a Felipe, el diácono que había pasado un tiempo maravilloso en Samaria. Dios le dijo, “Felipe, deja Samaria. Viaja por Jerusalén y más allá de Jerusalén por el camino que se dirige a Gaza.” Felipe obedeció al espíritu santo. Felipe se encontraba en el camino que se dirige a Gaza. Entonces Dios el espíritu santo le habló a Felipe otra vez, “¿Ves ese carro?” (Pon el carro en la página 8.) “Felipe, hay un hombre en ese carro que te necesita” Felipe obedeció. Él corrió hacia el carro. Él vio al hombre que estaba en ese carro leyendo un libro. El libro que él estaba leyendo era el libro de Isaías que está en el Antiguo Testamento de la Biblia. Él estaba leyendo acerca de lo que dijo un predicador que se llamaba Isaías muchos años antes de que Jesús viniera al mundo. (Actúa como si estuvieras corriendo y sin aliento.) “¿Entiendes lo que estás leyendo?” El hombre que estaba en el carro le dijo que no lo entendía. Él necesitaba que alguien le ayudara. El hombre, quien tenía su casa en Etiopia, le preguntó a Felipe, “¿Te subes al carro y me dices lo que significa?” el chofer del carro paró los caballos. Felipe se subió al carro, Felipe dijo, “Esta parte del libro de Isaías nos dice que el hijo de Dios vendrá a la tierra a morir por los pecados de toda la gente que confía en él.” El etíope dijo, “¡Oh, yo creo eso! Estoy confiado en Jesús que sea mi salvador. ¿Felipe, ves esta agua? Yo quiero ser bautizado.” Felipe dijo, “No debes ser bautizado antes de que confíes en Jesús como tu salvador. ¿Has confiado en el verdaderamente?” El etíope dijo que si confía en Jesús como su salvador. El chofer del carro detuvo otra vez el carro. Felipe y el etíope. Ese día hacía calor, y sus ropas podían secarse rápidamente cuando salieran del agua. El etíope se subió a su carro. Él estaba tan contento mientras el continuaba su viaje. El etíope ya no vio a Felipe. Dios le dijo a Felipe que fuera a otros lugares a predicar de Jesús. Les acabo de decir todo acerca del capítulo 8 del libro de Hechos. ¿Qué fue lo que Jesús ordenó en Hechos 1:8? Vamos a repetirlo. “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el espíritu santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Nosotros también debemos ser testigos. No hemos terminado de hablar de Saulo. El próximo domingo, vamos a escuchar más acerca de él. Asegúrense de estar aquí en la escuela dominical el próximo domingo. Aprenda nuestro versículo de la Biblia: “…Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el hijo de Dios. ” Hechos 8:36-37. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco La Salvación de Saulo – Hechos 9 Objetivos que se necesitan: Tu “libro” de Hechos. Estos dibujos para ponerlos en la página que representa el capítulo 9: Una hoja de papel que le da “permiso” a Saulo de cautivar en Damasco a cualquiera que sea cristiano; un reflector de luz; una casa que represente a Ananías; una canasta. Tu Biblia. Introduciendo la lección: (Repasa con los niños los contenidos de los primeros ocho capítulos de Hechos, comenzando de la primera página de tu “libro” de Hechos dándoles estos resúmenes de cada página: Capitulo 1, Jesús regresa al cielo; capitulo 2, el espíritu santo les da a los apóstoles ayuda para predicar; capitulo 3, el hombre cojo es sanado; capitulo 4, Pedro y Juan son encarcelados; capitulo 5, es algo serio quebrantar una promesa a Dios y mentir, todos los apóstoles son encarcelados; capitulo 6, se escogieron diáconos y Esteban es enjuiciado; capitulo 7, el apedreamiento de Esteban; capitulo 8, los cristianos son esparcidos, Felipe y el Etíope.) ¿Recuerdan a Esteban? Él estaba predicando, y el sumo sacerdote y los demás sacerdotes y los otros hombres que trabajaban en el templo no les gustaba lo que Esteban estaba diciendo. Ellos no querían que nadie les dijera que eran pecadores y que necesitaban ser salvos. Ellos odiaban cuando alguien decía que Jesús es el hijo de Dios. Ellos decidieron matar a Esteban. ¿Recuerdan cómo mataron a Esteban? (Permite que los niños contesten.) ¿Les gritó Esteban a los hombres que le estaban aventando piedras, diciéndoles que eran hombres malos, mientras él moría? No, no lo hizo, ¿recuerdan? El oró por esas personas que lo estaban apedreando, mientras moría. Él decía, “Está bien Seño. Estos hombres no saben lo que están haciendo.” Había un hombre joven parado allí cerca, mirando lo que estaba sucediendo de hecho, este joven dijo que el cuidaría las ropas de los hombres que estaban apedreando a Esteban. En el capítulo 8, escuchamos un poco más de él, y ahora vamos a escuchar más. Esta historia se encuentra en el capítulo 9 de Hechos. Diciendo la historia: El nombre de este hombre joven era Saulo. Este no es el hombre que fue rey de los Israelitas. Este es otro hombre que tiene el mismo nombre. Saulo fue al palacio del sumo sacerdote. Él dijo, “Debo ver al sumo sacerdote.” El hombre a cargo llevó a Saulo al sumo sacerdote inmediatamente. Saulo dijo al sumo sacerdote, “Señor, ¿me darás permiso de ir a Damasco para recoger a cualquier cristiano que este allí?” El sumo sacerdote dijo, “Con gusto hare eso.” (Diga esto con un tono de voz siniestro.) “Saulo, voy a escribir una nota. En esta nota les diré a los hombres que están a cargo de las sinagogas en Damasco que tú tienes mi permiso de recoger cristianos y traerlos a Jerusalén como prisioneros.” El sumo sacerdote sacó su papel (saca tu carta), y escribió una nota. Probablemente él escribió algo así, “Queridos gobernantes de las sinagogas de Damasco: el hombre que te está dando se llama Saulo. Él tiene mi permiso de ir a los templos de Damasco— llamadas sinagogas—para ver si hay algunas personas que se han hecho cristianos. Él tiene mi permiso de ir a sus casas y traerlos prisioneros a Jerusalén.” Saulo triunfalmente dejó el palacio del sumo sacerdote. Fue rápidamente con unos amigos. Él dijo, “¿Ven lo que tengo? Tengo el permiso del sumo sacerdote de ir a Damasco a reunir a los cristianos allí y traerlos prisioneros a Jerusalén. ¿Irán conmigo?” Sus amigos gustosamente aceptaron ir con Saulo a Damasco, una pequeña ciudad no muy lejos de Jerusalén. Comenzaron a bajar por el camino de Jerusalén a Damasco, con sus cartas para los gobernantes de las diferentes sinagogas en Damasco. (Ponga su carta en la página 9 de tu “libro”.) Ellos estaban contentos de estar en camino. Ellos de verdad creían que Jesús no es el hijo de Dios. Saulo y sus amigos estaban caminando por el camino a Damasco. De repente, y sin aviso, algo sucedió que los detuvo mientras caminaban por el camino caliente y terregoso hacia Damasco. (Levanta el dibujo del resplandor de luz.) Era como si se hubiese encendido un reflector muy, muy resplandeciente. Pero no era un reflector. Era una luz del cielo. Una luz muy resplandeciente que hizo que Saulo cayera con sus ojos cerrados. Entonces una voz le habló del cielo, “Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues? los hombres que estaban con Saulo también escucharon la voz. Saulo sabía que esa voz venia del cielo. Saulo preguntó, “¿Quién eres, Señor?” El Señor dijo, “Yo soy Jesús, a quien persigues.” Saulo comenzó a temblar. De repente, tenía mucho temor. Finalmente comenzó a creer que Jesús es el hijo de Dios. Saulo se dio cuenta entonces que en verdad estaba peleando con el hijo de Dios. Me pregunto que si los hombres que estaban con Saulo fueron salvos al mismo tiempo que Saulo. Saulo preguntó, “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” Jesús dijo desde el cielo, “Saulo, levántate. Entra en la ciudad de Damasco. Va a la casa que planeabas ir. Solo espera allí. Y se te dirá lo que debes hacer.” (Ponga el reflector en la página 9.) Se apagó la luz, y Saulo comenzó a levantarse. Pero, ¡Saulo no podía ver! Él estaba ciego. Los hombres que estaban con Saulo lo llevaron de la mano y lo guiaron a la ciudad de Damasco. (Levanta el dibujo de la casa.) Los hombres llevaron a Saulo a la casa de un hombre que se llamaba Judas. Este es otro Judas; no es Judas Iscariote. Saulo se quedó en la casa de este hombre que se llamaba Judas tres días y tres noches. En todo ese tiempo él no podía ver. Por todo ese tiempo él oró, preguntándole a Dios lo que debería hacer. Estoy seguro que pasaba mucho tiempo pidiéndole a Dios perdón por tratar a los cristianos tan mal. Estoy seguro que él pasó mucho tiempo dándole gracias a Dios por salvarlo. (Ponga la casa en la página 9 de tu “libro”.) (Levanta el dibujo del hombre que representa Ananías.) En otra casa había un hombre cristiano que se llamaba Ananías. Este no es el mismo Ananías que murió porque le mintió a Dios. Dios habló con este Ananías. Dios dijo, “Ananías, ve a la casa de Judas. Saulo está ahí. Saulo me está orando. Yo quiero que tu vayas a hablar con él.” Ananías dijo, “Pero Señor, este Saulo es el hombre quien ha estado matando a los cristianos. ¿Quieres que vaya a hablar con él?” Dios le dijo a Ananías, “Ananías, le he escogido a él. He escogido a Saulo para ser predicador. Él ha confiado en mí como su salvador. Ve a verlo ahora. Ve a la calle que se llama derecha. A la casa de Judas. Pregunta por Saulo.” Ananías obedeció a Dios. Él fue a la calle llamada derecha. Él fue a la casa de Judas. Él entró a la casa. Cuando él vio a Saulo, oró por él. Mientras que Ananías estaba orando, Saulo pudo ver otra vez. Pequeños pedazos duros de piel se le cayeron de los ojos de Saulo, y Saulo ya no estaba ciego. ¡Eso fue un alivio para Saulo! Saulo y Ananías platicaron un rato. Entonces Saulo pregunto, “Ananías, ¿puedo ser bautizado?” Ananías dijo, “Como has confiado en Jesús como tu salvador, Saulo, tu puedes ser bautizado. Sígueme. Iremos a un estanque de agua, y allí puedes ser bautizado. ” Así que Ananías bautizó a Saulo. (Ponga el dibujo de Ananías en la página 9 de tu “libro”.) Entonces Saulo tenía ganas de comer. Él se quedó en Damasco por muchos días. Él no se quedó todo el día en un cuarto en la casa de Judas. Saulo se fue de la casa, para ocuparse en las cosas de Jesús. Él fue a las sinagogas a predicar. Saulo predicó acerca de Jesús. Era muy difícil que todos creyeran, que este era el mismo joven del que habían escuchado. Los cristianos le tenían miedo. Los que no eran cristianos no podían creer lo que estaba viendo y oyendo. Ellos sabían que él había ido a Damasco con cartas del sumo sacerdote, con permiso de llevarse a los cristianos prisioneros. ¡Ahora Saulo también era cristiano! Algunos de los hombres judíos se reunieron. Ellos dijeron, “Saulo no puede continuar predicando como lo está haciendo. Debemos matarlo.” Algunos de los cristianos escucharon hablar a esos hombres. Ellos dijeron, “Debemos salvar la vida de Saulo, pero ¿Cómo vamos a hacer eso? Las puertas del muro de la ciudad son vigiladas de día y de noche. Estos hombres no cristianos han puesto guardias en las puertas. No hay ninguna manera de sacar a Saulo a salvo de la ciudad.” Ellos pensaron y pensaron. Finalmente ellos pensaron en un plan para sacar a Saulo a salvo de Damasco. Ellos agarraron una canasta grande (levanta el dibujo de la canasta). Tenía que ser por lo menos igual de grande que una canasta de ropa. Tenía que ser una canasta lo suficientemente grande y lo suficientemente fuerte para sostener a un hombre. Entonces ellos agarraron lazo y lo ataron a las orillas de la canasta. Ellos fueron a un lugar del muro de la ciudad. Ellos se subieron al muro. Ellos metieron a Saulo en la canasta y lo bajaron por el otro lado del muro de la ciudad. ¿No era eso una cosa muy inteligente de hacer? En cuanto la canasta bajó al piso del otro lado del muro de la ciudad de Damasco, Saulo salió de la canasta y se fue lo más rápido que pudo en la obscuridad de la noche de regreso a Jerusalén. Los hombres subieron la canasta y se la llevaron de allí. (Ponga el dibujo de la canasta en la página 9 de tu “libro”.) Saulo se fue lo más rápido que pudo por el camino. Él quería seguir vivo. Él quería seguir vivo para predicar de Jesús a Quien había llegado a amar y a Quien él quería servir. Saulo llegó a salvo a Jerusalén. Algunos de los discípulos le tenían miedo, pero Bartolomé les dijo, “No teman a Saulo. El en verdad ama a Jesús; él no está fingiendo. Él no viene a hacernos año, sino a ayudarnos a servir a Jesús.” Hasta en Jerusalén había algunos hombres que querían matar a Saulo. Los hombres cristianos le dijeron a Saulo, “Saulo, es mejor que te vayas de Jerusalén. Déjanos ayudarte a llegar a otra ciudad.” Eso hizo. Saulo se fue a otra ciudad con el nombre de Cesárea, y de Cesárea se fue a Tarso. ¡Saulo estaba a salvo! También otros cristianos estaban a salvo allí por mucho tiempo. La persecución terminó. Había paz en Jerusalén y Judea y en Galilea y en Damasco. Los cristianos siguieron predicando acerca de Jesús. Ellos lo amaban más y más, y ellos le servían más y más. Aun cuando la gente se burlaba de ellos, ellos les siguieron hablando acerca de Jesús. ¿Eres tú así de valiente? ¿Amamos lo suficiente a Jesús para decirles a otros acerca de él? Aunque la gente se burla de nosotros, ¿seguiríamos diciéndoles de Jesús? Aunque la gente quiera llevarnos a prisión por hablar de Jesús, ¿seguiríamos hablando de él? Saulo lo hizo y también los otros cristianos de los que leemos en el libro de Hechos. Aprenda nuestro versículo de la Biblia: “En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que este era el Hijo de Dios.” Hechos P9:20. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco Cornelio y su Casa – Hechos 10 Objetivos que se necesitan: Tu “libro” de Hechos. Un “mapa” con el Mar mediterráneo, la costa de Cesárea y Jope como lugares grandes en el mapa. Dibujos de dos casas con techos planos, de un tamaño que quedan una en Cesárea y otra en Jope en el “mapa”. Dibujos de dos orejas. Tu Biblia. Introduciendo la lección: ¡El libro de Hechos (demuéstrales a los niños el libro de Hechos de tu Biblia) es un libro maravilloso de la Biblia! Está llena de historias emocionantes. El libro de Hechos está divido en capítulos, y los capítulos son numerados. Vean. (Enséñales a los niños, después baja tu Biblia y abre tu “libro” de Hechos. Voltea a cada página como vayas repasando cada capítulo.) Capitulo 1 nos habla acerca del regreso de Jesús al cielo. Capítulo 2 nos habla acerca del espíritu santo cuando les dio a los apóstoles ayuda especial para predicar. Capítulo 3 nos habla del hombre cojo que es sanado. Capítulo 4 nos habla del encarcelamiento de Pedro y Juan, y como ellos siguieron testificando después de que fueron libertados de la cárcel. Capítulo 5 nos habla del encarcelamiento de todos los apóstoles y cómo un ángel los sacó de la cárcel, sin tener llaves para las puertas. El capítulo 5 también nos habla de qué tan serio es no cumplir una promesa y mentirle al espíritu santo. Capítulo 6 nos habla de cuando fueron escogidos los diáconos y de Esteban en la corte. Capítulo 7 nos habla de cómo la gente apedreo a Esteban hasta la muerte. En este capítulo, conocimos por primera vez a Saulo. Capítulo 8 nos habla de cómo los cristianos fueron esparcidos por que estaban siendo perseguidos por confiar en Jesús como su salvador. Oímos un poco más acerca de Saulo en el capítulo 8. También escuchamos la historia de Felipe y cómo Dios lo mandó a hablar con el etíope mientras que él viajaba en su carro ¿recuerdan? Capítulo 9 nos habla acerca de la salvación de Saulo. ¿No es maravilloso como Jesús ama a todos, sin importar las cosas que han hecho? Ahora estamos listos para el capítulo 10 de Hechos. Nuestra historia bíblica del libro de Hechos aconteció en la tierra de Israel. En Israel vivía el pueblo de Dios. Muchos, cientos de años antes de estos, habían escogido a esta gente para que fuera su pueblo. Algunos de los Israelitas no confiaron en Dios, pero Dios los amaba de igual manera. Algunos de ellos si confiaron en él. Dios les dijo a su pueblo, los judíos, qué hacer acerca de todo. Él les decía qué comer para que estuvieran sanos. Él les decía qué no comer para que no estuvieran enfermizos. Él les decía cómo vestir para agradarlo a él. Él también les decía quienes fueran sus amigos entre las personas que no eran judías. Muchos años después de que fueron dados estos mandamientos, los discípulos de Jesús también querían obedecer a Dios. Ellos no comían en las casas de cualquiera que no era judío. Ellos no visitaban la casa de cualquiera que no era un judío. Uno de los discípulos de Jesús se llamaba Pedro. Pedro obedecía a Dios y no iba a la casa de nadie que no fuera judío porque Dios había ordenado que fuera así; Dios no quería que su pueblo hablara de la manera que otras personas hablaban, no que hicieran cosas que otros hacían. Aquellos que no eran judíos no conocían los caminos de Dios y no seguían los caminos de Dios. Pedro quería hacer lo mejor que podía para obedecer a Dios. (Ponga el “mapa” en la página 10 de tu “libro.”) Vamos a decir que aquí está el mar mediterráneo. Ésta es agua muy bonita. Nos dirige hacia arriba a que esta tierra. (Apunte.) Esta la llamaremos la ciudad de Jope. (Ponga una casa. Apunta a Cesárea.) Esta es la ciudad de Cesárea. (Ponga la otra casa allí.) En esta casa vivía un hombre que se llamaba Cornelio. Diciendo la historia: Cornelio era un soldado. Él era un soldado muy importante. De hecho, Cornelio era un oficial del ejército; él estaba en el ejército romano. Cornelio estaba a cargo de muchos soldados tenían que hacer lo que Cornelio les dijo que hicieran. ¿Cuál es el nombre que vivía en la casa en Cesarea? Sí, es Cornelio. ¿Era Cornelio un hombre judío? No, él no era un hombre judío; así que él era llamado un gentil. Cornelio había escuchado solo un poco acerca de Dios. Cornelio sabía que Jesús era un hombre que había hecho muchas cosas maravillosas. Él sabía que la gente iba a escuchar a Jesús cuando él predicaba. Él sabía que Jesús había muerto en la cruz; pero Cornelio no comprendía quién era Jesús la realidad. Sin embargo, Cornelio quería saber acerca de Dios. Cornelio sabía que tenía un que haber un dios. Él sabía que algún día iba tener que enfrentar a Dios, porque todos tenemos que morir algún día. Por esta razón, Cornelio siempre quería hacer el bien. Cornelio oraba mucho; él oraba todos los días. Él quería que Dios le hablara a su Corazón. Él quería saber qué hacer para agradar a Dios. De alguna manera él sabía que estaba bien ayudar a otras personas, y era una persona muy desinteresada; él regalaba dinero a personas que necesitaban ayuda. Un día, Cornelio quería estar cerca a Dios y sentir que Dios estaba cerca de él, que decidió no comer en todo ese día. Sin importar cuanta hambre le daba, él no comería nada ese día. Lo que él quería hacer era orar y pedirle a Dios que se acercara a él. Él iba a esperar que Dios hablara con él. Cornelio estaba en su cuarto. Era a media tarde; ya había pasado de hora de la comida hacia unas horas. Faltaba un buen rato para que llegara la hora de la cena. Cornelio estaba orando. Dios vio y escuchó a Cornelio. (Levanta una de las orejas.) Esta oreja grande nos recuerda que Dios ve y oye todo. (Póngalo en Cesárea.) Dios escuchó a Cornelio tratando de encontrar el camino a él. Así que, Dios decidió mandar un ángel para que hablara con Cornelio. Esa es la razón que Cornelio vio un ángel en su cuarto. Cornelio tenía miedo. Cornelio nunca antes había visto un ángel. Los ángeles siempre se veían como hombre, pero no lo eran. Los ángeles nunca fueron personas. Dios hizo a los ángeles para ser ángeles—mensajeros de Dios. El ángel le dijo a Cornelio, “En esta ciudad de Jope hay un hombre de nombre Pedro. Manda a alguien por Pedro. Pedro te dirá que hacer.” En ángel se fue. Inmediatamente Cornelio llamó a dos de sus sirvientes. Él también llamó a uno de sus soldados. “Sirvientes, soldado, quiero que hagan un viaje largo por mí. Hay cierto hombre que deben encontrar y traerlo de regreso a mí. Este hombre me puede decir qué hacer para encontrar a Dios. Vayan a la ciudad llamada Jope. En una casa de Jope cerca de la orilla del mar hay un hombre que se llama Pedro. Se está quedando allí con un hombre llamado Simón, el curtidor. Dile a Pedro que necesito verlo. Ahora váyanse rápidamente, por favor.” Los dos sirvientes y el soldado amaban a Cornelio. Ellos querían agradarle, así que comenzaron su viaje esa misma tarde por la razón que estaba muy lejos de aquí (apunta a Cesarea) —la casa de Cornelio, aquí (apunta a la casa de Jope) —la casa en donde se estaba quedando Pedro, se obscureció antes que ellos llegaran a Jope. Quizás los dos sirvientes y el soldado se detuvieron a descansar un rato. Cuando era hora de comenzar otra vez, ellos viajaron muchas millas más. Era la hora de la comida del otro día cuando llegaron a Jope. (Apunta a la casa de Jope.) Pedro dijo, “Es la hora de comer, comienzo a tener hambre. ¿Se está preparando la comida?” Alguien estaba preparando la comida; pero como Pedro sabía que aún faltaba un rato antes de que la comida estuviera lista, el subió las escaleras de la casa. El subió hasta el techo de la casa. El techo era plano. Así que Pedro podía caminar en el techo. Quizás Pedro estaba orando, pidiéndole a Dios que le demostrara más personas que necesitaban saber de Jesús. Parece que Pedro se durmió. Él tuvo un sueño que Dios le dio. En el sueño, Pedro vio algo muy extraño. Él vio un lienzo muy, muy grande que vagaba del cielo por las esquinas del lienzo. Sobre este lienzo grande habían todo tipo de animales y pagaron e insectos. En el sueño, Dios dijo, “Pedro, levántate y mata estas cosas, y come de su carne.” Pedro sabía lo que Dios les había ordenado a los Israelitas que no comiera. Pedro dijo, “Señor, no, porque nunca he comido nada inmundo.” Dios dijo, “Pedro, todo lo que he hecho limpio es limpio.” Pedro estaba pensando en ese sueño cuando había cambiado. Pedro sabía que Dios le estaba demostrando que toda clase de personas necesitan conocer acerca de Jesús. No solo las personas judías necesitan saber que Jesús es el hijo de Dios y que él puede ser su salvador, pero las personas gentiles también necesitan saber de Jesús. El sueño de Pedro terminó. Entonces Pedro escuchó a alguien llamando su nombre. Ellos estaban parados afuera de la casa diciendo, “¡Pedro! ¡Pedro!” Cuando Pedro escuchó su nombre, Dios le habla a Pedro. (Ponga la otra oreja en la ciudad de Jope.) Pedro escuchó a Dios. Dios, el espíritu santo, le dijo a Pedro, “Tres nombres te buscan. Te pedirán que vayas con ellos. Dios está con ellos. Yo los he mandado que te encuentren.” Pedro bajó del techo. Él salió de la puerta de la casa, por el jardín, a la puerta que estaba en un muro alrededor de la casa. Los hombres que habían llamado su nombre estaban parados del otro lado de la puerta. Pedro abrió la puerta. Él dijo, “Yo soy Pedro, ¿Por qué han venido a buscarme?” Los tres hombres dijeron, “Cornelio nos ha pedido que viniéramos por ti. Él quiere hablar contigo. Cornelio es un buen hombre. Él es un soldado – un oficial—en el ejército romano. Él quiere encontrar el camino a Dios. Todos los que conocen a Cornelio dicen que él es un buen hombre.” Pedro escuchó a los tres hombres. Yo creo que él estaba emocionado por lo que le estaban diciendo. Por la razón de que se estaba haciendo tarde en el día, demasiado tarde para comenzar su largo viaje de regreso, Pedro les pidió a los dos sirvientes y al soldado que entraran. Ellos entraron por el jardín a la casa donde Pedro se estaba quedando. Ellos comieron allí y se durmieron allí esa noche. La mañana siguiente Pedro comenzó su largo viaje hacia la ciudad. (Apunta a Cesárea.) Pedro y los tres hombres y algunos hombres que conocía Pedro tuvieron que viajar todo ese día. Ellos descansaron esa noche, porque aún no estaban lo suficientemente cerca de Cesárea. Entonces comenzaron su viaje temprano el próximo día. Quizás escucharon el cantar de un gallo y eso fue lo que los despertó. Quizás el brillo del sol de las primeras horas del día los despertó. En cuanto despertaron, ellos sabían que tenían que apresurarse a terminar su viaje a la ciudad de Cesarea. Ellos comenzaron su viaje una vez más—Pedro, los tres hombres y los otros hombres de Jope. En todo el tiempo que los dos sirvientes y el soldado de Cornelio no estaban, Cornelio era un hombre muy ocupado. (Apunta a la casa de Cesárea.) Él estaba muy, muy emocionado. Él quería escuchar lo que Pedro le iba a decir acerca de encontrar a Dios. Mientras que él esperaba, estaba muy ocupado. Él mandó a unos sirvientes para que les dijera muchas personas que fueran a su casa a escuchar lo que Pedro tenía que decir. Por supuesto, su esposa e hijos estaban allí. Quizás tenía hermanos y hermanas que Vivian en otras casas con sus familias. Él llamó algunos amigos que vivían cerca. Él llamó a todos esos amigos que fueran a su casa. Cornelio les dijo a sus sirvientes, “Que todas estas personas vengan a mi casa. Yo quiero que ellos escuchen lo que Pedro me diga. Ellos, también, pueden encontrar el camino a otros hombres de Jope llegaron a la casa de Cornelio, había un grupo grande de personas en la casa. Todos estaban esperando a escuchar lo que Pedro tenía que decirle a Cornelio. Pedro llegó a la puerta de la casa. Cornelio vio que venía. Él estaba tan contento de verlo que se inclinó a los pies de Pedro. Pedro dijo, “Levántate Cornelio, yo soy un hombre como tú. Dios me ha dicho que venga a ti.” Cornelio dijo, “Todos nosotros estamos reunidos aquí hoy para escuchar lo que Dios te ha dicho que nos digas. Estamos aquí para escuchar las cosas que Dios ordena.” Pedro les dijo a Cornelio y a la gente que estaba reunida en la casa de Cornelio, “Yo conocí a Jesús. Muchos de nosotros conocimos a Jesús mientras él estaba en la tierra. Sabíamos que Dios lo mandó del cielo. Él hizo muchas cosas maravillosas mientras que estuvo en la tierra. Unos hombres en Jerusalén lo mataron sobre una cruz Jesús resucitó de los muertos. Confíen en Jesús como su salvador. Él es verdaderamente el enviado por Dios.” Pedro le dijo a Cornelio. “todos lo que en el creyeron, recibirán perdón de pecados.” Pedro estaba diciendo, “todos los que confían en Jesús como su salvador será salvos del castigo y del poder del pecado y del diablo.” ¡Cornelio y toda la gente que estaba con el estaban tan contentos de oír estas buenas nuevas, que ellos confiaron en Jesús como su salvador! ¡Entonces todos fueron bautizados! ¿No es maravilloso que cuando queremos acercarnos a Dios, Dios se acerca a nosotros? Cornelio quería acercarse a Dios; Dios lo dejó escuchar acerca de él. Dios se acercó a Cornelio. Esta es la historia que se encuentra en el capítulo 10 del libro de Hechos. Aprende nuestro versículo de la Biblia: “De este dan testimonio todos los profetas, que todos los que en el creyeron, recibirán perdón de pecados por su nombre.” Hechos 10:43. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco La Iglesia de Antioquía – Hechos 11 Objetivos que se necesitan: Tu “libro” de Hechos. Estos Dibujos y objetos que deben ser puestos en la página 11 del “libro de Hechos. Un letrero que diga PEDRO. Este dibujo compuesto: El mar Mediterráneo al lado derecho con un rio que se dirija a un grupo de casas, con dos líneas de pilares que corran en medio del grupo de casas, y una montaña dibujada en el sur o abajo del dibujo. Un letrero pequeño que diga Bernabé. Un letrero pequeño que diga Saulo. Tu Biblia. Introduciendo la historia: (Abre tu Biblia al libro de Hechos.) Estamos listos para otra historia Bíblica interesante y muy emocionante. Aquí está mi Biblia. La tengo abierta en el nuevo testamento. He abierto mi Biblia en este libro de Hechos, en el nuevo testamento. Las cosas que hicieron unos hombres muy importantes, o los Hechos que ellos hicieron, son dichas en este libro. Es por eso que este libro la Biblia se llama el libro de Hechos. (Baja tu Biblia.). (Levanta tu “Libro de Hechos”.) Los libros son divididos en capítulos. Hay muchos capítulos en el libro de Hechos. Hemos escuchado muchas historias de los primeros 10 capítulos del libro de Hechos. Ahora vamos a escuchar sobre el capítulo 11. Pero, primero, vamos a recordar algunas cosas que pasaron en el capítulo 10. (Abre tu “Libro de Hechos “a la página 10.) Me pregunto si ustedes recuerdan los nombres de 2 ciudades— (la ciudad de Cesárea y la ciudad que Jope). Un hombre muy importante estaba en Cesárea. Otro hombre muy importante estaba en Jope. Cornelio era un soldado muy importante en el ejército Romano. Cornelio estaba en la Ciudad de Cesárea. ¿Dónde estaba Cornelio? Si, él estaba en la Ciudad de Cesárea. El otro hombre importante del que estamos hablando estaba en la ciudad de Jope. Era Pedro quien estaba en la Ciudad de Jope, ¿recuerdan? Cornelio, el soldado, estaba tratando muy duro de conocer quién es Dios y de tener a Dios para que le ayudara en su vida. Sin embargo no hay ninguna manera de tener a Dios en nuestras vidas sin que confiemos primeramente en Jesús como nuestro Salvador. Cornelio no sabía esto. Alguien tenía que decirle cómo acercarse a Dios. Dios sabía que Pedro podía hacer ese trabajo. Así que Dios sabía lo que Cornelio tenía en su corazón. Dios también sabía en dónde estaba uno de sus hombres quien podía decirle a Cornelio como acercarse a Dios. ¡Dios habló con Pedro de una manera muy extraña! Pedro pensó que él solo debería decirles a las personas Judías acerca de Jesús. Cornelio no era Judío. Así que, para poder hacer que Pedro fuera a hablar con Cornelio, Dios le tuvo que decir a Pedro que estaba bien decirles a las personas que no eran judíos, acerca de Jesús. Por eso, estaba bien hablarles a las personas Gentiles, acerca de Jesús, Dio tenía que decirle esto a Pedro. ¡Pedro tuvo un sueño chistoso! Él vio toda clase de animales e insectos que bajaban del cielo en una cosa que parecía un lienzo grande atado de las cuatro esquinas. Dios le dijo a Pedro que matara a estos animales e insectos y que comiera de la carne de ellos. Pedro dijo que no podía hacer eso; que él nunca comería algo que Dios lo había llamado inmundo. Dios le dijo a Pedro, “lo que yo te diga que es limpio, es limpio. “Este lienzo bajó del cielo 3 veces. Cuando todo eso terminó, tres hombres tocaron a la puerta de la casa en donde estaba Pedro en Jope. Pedro se fue con estos tres hombres a Cesárea. En Cesárea él le dijo a Cornelio acerca de Jesús. Pedro le dijo a un hombre gentil cómo ser salvo. ¡Cornelio y toda su familia, parientes y amigos fueron Salvos! ¡Qué maravilloso fue aquel día! Diciendo la Historia: (Voltea a la página 11”libro de Hechos”. Ponga en esta hoja en letrero que dice Pedro, este letrero dice Pedro. El Apóstol Pedro viajó de Cesárea a Jerusalén Pedro estaba en peligro. Aunque él no lo sabía los Apóstoles que estaban en Jerusalén habían escuchado lo que Pedro había hecho. Ellos escucharon que él había ido a predicarles a los gentiles. Ellos estaban muy turbados por esto; ellos pensaron que Dios quería que solamente les predicaran a las personas Judías. Pedro fue a un edificio a reunirse con los Apóstoles. Los apóstoles le dijeron, “Pedro, hemos escuchado lo que has hecho. Estamos muy disgustados contigo. Hemos escuchado que has ido a predicar a los gentiles. “ Pedro dijo, “escúchenme, hermanos.” Pedo les dijo a los demás Apóstoles todo lo que había sucedido. Él les dijo todo acerca del sueño que había visto de Dios. Él les dijo que él sabía que necesitaba decirles a Cornelio y a los demás Gentiles acerca de Jesús. Cuando los Apóstoles escucharon lo que Pedro tenía que decir, entonces ya no estaban enojados con él. También, ellos estaban convencidos que Dios quería que los Gentiles, así como los Judíos, escucharan acerca de Jesús. ¿Lo están ustedes? Nosotros no somos judíos. Había otra ciudad muy importante. (Ponga el dibujo del mar, del rio, de las casas etc. en la página 11.) Esa ciudad no estaba cerca de Jerusalén. Estaba a 300 millas de Jerusalén. Esa ciudad se llamaba Antioquía, era el nuevo hogar de muchas personas que habían confiado en Jesús como su Salvador. Ellos no se mudaron a Antioquía porque les gustaba esa ciudad más que Jerusalén. Estas personas que habían confiado en Jesús como su Salvador, se mudaron a Antioquía para escapar del sumo sacerdote de Jerusalén, porque el sumo Sacerdote mandó a sus soldados que metieran a todos los que habían confiado en Jesús a la cárcel y había matado a algunos de ellos. Muchas de las personas que habían confiado en Jesús como su Salvador decidieron salir de Jerusalén y de algunos pueblos alrededor de Jerusalén y viajar muy, muy lejos para escapar de los soldados del sumo sacerdote. Esa es la razón por la cual estaba viviendo en Antioquía, trescientas millas de distancia de Jerusalén. Sus vecinos nuevos les preguntaron,” ¿Por qué se han mudado a nuestra ciudad?” estas personas de Jerusalén les dijeron a sus vecinos nuevos todo acerca de Jesús. Así que, muchas de las personas que ya vivían en Antioquía también confiaron en Jesús como su Salvador. Las noticias viajaban rápido. Aun sin teléfonos –(los cuales, las personas de los tiempos del nuevo testamento no tenían) –y sin radios— (que no tenían las personas) —y sin televisiones— (que no tenían las personas) —las noticias viajaban rápido. Pedro y los demás Apóstoles en Jerusalén escucharon acerca de estas personas que confiaban en Jesús como su Salvador. Los Apóstoles dijeron, “uno de nosotros debe viajar a Antioquía. Sabemos que es un largo, largo viaje, pero alguien debe ir y ver a estos seguidores nuevos de Jesús.” Bernabé fue escogido para que fuera. Bernabé estaba contento de hacer ese largo viaje a Antioquía (ponga el nombre de Bernabé en la página 11.) Cuando Bernabé llegó a Antioquía, él escuchó una palabra nueva. Él escuchó la palabra “Cristiano.” Bernabé nunca había escuchado esa palabra antes. Mientras que Bernabé caminaba por las calles de Antioquía, el veía pequeños grupos de personas hablando juntos. A veces un grupo de personas decían, cuando apuntaban a alguna persona que había confiado en Jesús, “ahí va un Cristiano.” Fue en Antioquia en donde se puso por primera vez la palabra “Cristiano.” Bernabé viajo por la ciudad de Antioquia, aprendiendo quienes eran las personas Cristianas. Él los llamaba a reuniones, y él hablaba con ellos. Ya sabía de seguro que ellos habían aceptado a Jesús como su Salvador. Él sabía con seguridad que el espíritu santo estaba viviendo dentro de esa persona, así como vive el espíritu santo dentro de las personas que confían en Jesús. Era un trabajo grande el ir por toda la ciudad hablando con las personas que eran cristianas. Era un trabajo grande hablar con otros y decirles de Jesús. Bernabé decidió que necesitaba ayuda para hacer este trabajo. ¿De dónde iba a obtener esa ayuda?, él pensó en Saulo. ¡Saulo lo podía ayudar! ¿Cómo le iba a llamar a Saulo? él tenía que ir a buscarlo; no había otra manera. Bernabé estaba seguro que Saulo estaba en su casa. Así que, Bernabé fue a la orilla del rio. Allí vio a un hombre que tenía un barco. Él le preguntó al hombre, “¿me rentas este barco?” el hombre le dijo a Bernabé cuánto le costaba rentar el barco. Bernabé le pagó. Bernabé se subió en el barco y navegó por el rio. Donde el rio terminaba en el mar Mediterráneo, Bernabé navegó en el mar Mediterráneo. Solo tenía que ir a una corta distancia, cruzando una esquina pequeña del mar Mediterráneo. Cuando llegó a tierra, él estaba en la ciudad de Tarso el amarró el barco y caminó a la ciudad de Tarso. Ahora, ¿Dónde iba a encontrar a Tarso? Preguntó por la ciudad de Tarso y encontró la casa donde vivía Saulo. Él fue a esa casa y tocó a la puerta, y Saulo salió a la puerta. Bernabé dijo, “hermano Saulo, ¿vendrás conmigo? Ven conmigo a la ciudad de Antioquía. La gente ahí necesita tus predicaciones. Yo necesito tu ayuda para alcanzar a otros para Jesús.” Saulo dijo, “por supuesto, Bernabé, yo iré contigo. “Y así es que fue que Saulo y Bernabé se Subieron al barco y navegaron la pequeña parte del mar Mediterráneo al rio que se dirige a la ciudad de Antioquía. ¡Qué emocionado ha de haber estado Saulo de unirse con Bernabé, para predicarles a las personas de Antioquía! (ponga el nombre de Saulo en la página 11.) Saulo y Bernabé se quedaron en Antioquia por un año. Ellos eran predicadores para la gente de Antioquía. Ellos eran como nuestro pastor. Durante el tiempo que estuvieron allí, mucha gente iba visitarlos. Algunos iban desde Jerusalén. Un día un hombre con el nombre de Agabo fue a visitarlos. Cuando él llegó, les dijo a los de la Iglesia, ahí en Antioquía, acerca de los tiempos difíciles que estaban teniendo los de Jerusalén y las ciudades alrededor de Jerusalén. No tenía lo suficiente que comer, y también necesitaban ropa. Agabo le dijo a la Iglesia de Antioquía, “la gente de Jerusalén y sus alrededores no tienen suficiente lluvia, así que la cosecha no crece. Ellos también tienen necesidad de ropa.” Los Cristianos de Antioquía dijeron, “queremos ayudar.” Así que, ellos fueron a sus casas y juntaron comida; y la próxima vez que fueron a la Iglesia, ellos llevaron la comida con ellos. Ellos juntaron toda la comida. Ellos también llevaron ropa. Bernabé y Saulo dijeron, “nosotros llevaremos todas estas cosas a Jerusalén, para ayudar a toda la gente por toda Judea. Muchas gracias. Sabemos que ellos van a estar muy agradecidos por la ayuda que les han dado.” Niños, ¿en qué ciudad había gente que confiaba en Jesús y fueron llamados por primera vez Cristianos? (permite que los niños contesten: Antioquía.)¿Quiénes eran los dos hombres que predicaban a las personas y trabajaron para alcanzar a otras personas para Salvación en Antioquía? (permite que los niños contesten: Bernabé y Saulo.) ¿Qué les dijo Agabo a la Iglesia de Antioquía cuando Llegó allí de visita? (permite que los niños contesten que las personas: de Jerusalén y de toda Judea necesitaban comida y otra ayuda de los Cristianos de Antioquía.) La Iglesia de Antioquía era una Iglesia grande, llena de personas que amaban a las otras personas y querían ayúdalas. También nosotros hay que ser así. Aprenda nuestro versículo de la Biblia: “y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor.” Hechos 11:21. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco La Libertad de Pedro de la Cárcel – Hechos 12 Objetivos que se necesitan: Tu “libro” de Hechos. En letreros separados, estas palabras: JACOBO, PEDRO, ORACIÓN, RODE. Cinco títeres hechos de bolsas de papel, con las caras que están en la hoja de dibujos. Tu Biblia. Introduciendo la lección: (Levanta tu Biblia la cual está abierta en el libro de Hechos.) El libro de Hechos está en el Nuevo testamento de la Biblia y está lleno de historias emocionantes e interesantes. El libro de Hechos, son los hechos de los apóstoles; todas las cosas interesantes y emocionantes que los apóstoles hicieron después de que Jesús se regresó al cielo. Es más, de las cosas maravillosas y emocionantes que hizo Dios por medio de los apóstoles. (Baja tu Biblia.) Cada domingo hemos estado viendo el “libro” de Hechos en el cual podemos poner dibujos y palabras que nos ayudan a recordar las historias bíblicas que hemos tenido del libro de Hechos. (Abre tu “libro” a la página 12.) Estamos listos para la historia del capítulo 12 del libro de Hechos. Nuestra página 12 de nuestro “libro” de Hechos está vacía. Estamos listos para escuchar esa historia. Diciendo la historia: (Levanta el títere de papel del rey Herodes.) Herodes era el rey. Herodes no era un judío, pero él era el rey sobre todos los judíos. Herodes era un romano. Los romanos habían estado en guerra con los judíos, y Dios dejó que los romanos ganaran la guerra. Dios dejó que los romanos ganaran la guerra para castigar a su pueblo, los judíos, porque ellos y sus propios reyes eran malos. La mayor parte de los judíos estaban adorando a dioses falsos de otros países. El rey Herodes era un hombre malo. Él no confiaba en Dios, y él odiaba a todos los que predicaban de Jesús. Herodes era malvado, y le gustaba ser malo. El rey Herodes no estaba feliz de tener cristianos en Jerusalén. Él decidió que los iba hacer que pararan de predicar. Él decidió obligar a las personas cristianas que dejaran de reunirse en sus iglesias. Así que el rey Herodes dio una orden terrible. Él ordenó que algunos soldados fueran a arrestar a Jacobo, uno de los apóstoles. Jacobo había sido un pescador junto con su hermano Juan antes de que Jesús le pidiera que fuera su discípulo. Los soldados obedecieron al rey Herodes, y arrestaron a Jacobo, el hermano de Juan, y llevaron al apóstol Jacobo a prisión. Después de dejar a Jacobo en prisión por un rato, el rey Herodes ordena que mataran a Jacobo. Jacobo, el hermano de Juan, fue asesinado con una espada; el soldado probablemente le cortó la cabeza a Jacobo. ¡Qué cosa tan terrible, y malvada hizo el rey Herodes! La mayor parte de los judíos estaban felices que el rey Herodes matara a Jacobo. La mayor parte de los judíos no les gustaba escuchar las predicaciones de los judíos no les gustaba escuchar las predicaciones de los apóstoles. Así que, cuando el rey Herodes vio que la gente judía estaba contenta por la muerte de Jacobo, él decidió hacer lo mismo con Pedro. (Levanta en otra mano el títere de papel de Pedro. Haz que el rey Herodes “hable”.) “Soldados,” ordenó Herodes, “vayan a arrestar a Pedro.” Los soldados obedecieron a Herodes y fueron a donde Pedro se estaba quedando. Ellos arrestaron a Pedro, y lo arrastraron a prisión. El rey Herodes no quería matar a Pedro luego, luego. El rey Herodes quería esperar hasta después que terminaran las fiestas de los judíos. Era el tiempo de las fiestas de Pascua. El rey Herodes también ordenó (hazlo “hablar”), “Asegurarse que Pedro esté bien vigilado. Recuerdan cuando los doce apóstoles escaparon de prisión.” (Baja el títere del rey Herodes.) Pedro fue arrestado en prisión. (Levanta el títere del guardia.) El guardia de la prisión abrió la puerta que estaba afuera. Pedro fue puesto en prisión por otros guardias. Ellos pasaron una parte grande de la prisión donde había otros prisioneros (criminales) que estaban encerrados. Ellos pasaron otra parte de la prisión en donde había otros criminales encerrados. Estos criminales eran hombres que habían hecho cosas muy malas—ellos habían asesinado a personas o habían robado o ambas cosas. El guardia de la prisión dirigió a Pedro por la segunda parte de la prisión. Él lo dirigió a la tercera parte de la prisión, a una celda. Allí el hizo que Pedro se sentara en el piso. Le pusieron cadenas en los dos brazos de Pedro y los extremos estaban puestos a dos soldados uno de cada lado. Allí estaba Pedro, encadenado a dos guardias de prisión. Las cadenas estaban cerradas con llave. No había ninguna manera de quitárselas sin usar una llave para abrirlas. No solo tenía a dos soldados encadenados a él, sino que también había otros dos guardias con espadas parados afuera de la puerta de la celda. A todas horas Pedro era vigilado por cuatro guardias. Cuando era tiempo que estos cuatro guardias se fueran a casa de noche, iban otros cuatro guardias. A todas horas Pedro era vigilado por cuatro hombres. No sé cuántos días se quedó Pedro en prisión, pero el rey Herodes dio la orden, “Al amanecer—eso es muy temprano en la mañana—Pedro debe ser traído de la prisión. Él debe morir.” Pedro estaba en la cárcel en la última noche de su vida, encadenado a dos guardias—uno de cada lado de él. Otros dos guardias vigilaban la puerta de la celda en donde estaba Pedro. Estaba muy obscuro en la celda. No podrías ver tu mano en frente de tu cara, de tan obscuro. La única manera de que entrara luz en la celda era si alguien prendiera una antorcha o una vela y meterla a la celda. Pedro estaba dormido. Sin embargo, había otras personas en la ciudad de Jerusalén que no estaban dormidos. Estas personas no estaban en la prisión; ellos estaban en una casa. Eran personas cristianas que amaban mucho a Pedro. Ellos no querían que mataran a Pedro; ellos querían que Pedro fuera liberado de prisión. Estos cristianos estaban orando. Ellos oraban para que Pedro se mantuviera a salvo; ellos querían volver a escucharlo predicar. Ellos lo amaban mucho, y ellos querían que no se le hiciera ningún daño. Dios estaba escuchando las oraciones de los cristianos, así como siempre escucha las oraciones de su gente cuando oran. Dios no quería que Pedro muriera todavía; no era el tiempo para que él se fuera al cielo. Dios tenía trabajo que quería que él hiciera. Así que Dios dijo, “Tú, mi ángel, ve y saca a Pedro de prisión.” (Levanta el títere de papel del ángel.) Cuando la gente veía a los ángeles, los ángeles siempre parecían hombres. El ángel del señor obedeció gustosamente a Dios. El ángel apareció del cielo en la prisión en donde estaba Pedro dormido entre los dos guardias. Estaba obscuro a la prisión, ¿recuerdan? Pero cuando llegó el ángel del señor a la prisión en donde estaba Pedro dormido; una luz brilló en la prisión. No era una vela, y no era fuego de una antorcha. Era una luz del cielo. El ángel tocó a Pedro en el costado y lo despertó. El ángel dijo, “Pedro, levántate. Levántate pronto.” ¡Y con eso, las cadenas se cayeron de los brazos de Pedro! El ángel no tenía llave; él no la necesitaba. El ángel dijo, “Pedro vístete. Ponte tus sandalias. Átalos. Vamos pronto.” Pedro se vistió. Él se puso sus sandalias y los ató. El ángel dijo, “Envuélvete en tu manto.” Pedro siguió al ángel. El ángel dijo, “Sígueme.” Pedro pasó a los dos guardias que habían estado atados a él, pasó los otros dos guardias de la puerta, pasó una de las partes grandes en donde habían algunos criminales y pasó la otra parte donde habían otros criminales. Llegaron a la puerta de afuera de la prisión. ¡La puerta se abrió sola! Dios hizo que las puertas se abrieran solas, sin ninguna llave y sin que un guardia la abriera. ¿Saben lo que pensaba Pedro todo este tiempo? Pedro pensaba que estaba soñando. Él no pensaba que en realidad estaba siendo dirigido afuera de la cárcel. El ángel llevó a Pedro por una de las calles de Jerusalén. Entonces, así de rápido como había llegado el ángel, así de rápido se fue. (Baja el títere del ángel.) Entonces Pedro se dio cuenta que no estaba soñando. En realidad estaba parado en una de las calles de Jerusalén. Él ya no estaba en prisión. ¡Dios lo había liberado milagrosamente de la prisión! Pedro pensó, “Debo darme prisa e ir a la casa de algún amigo. Me iré a la casa de María quien es la madre de Juan Marcos.” Así que Pedro se fue rápidamente por las calles de Jerusalén hasta llegar a esa casa. Él tocó en la puerta de afuera de la casa. Había cristianos orando adentro. Una persona escuchó que tocaba a la puerta; era una niña quien escuchó. (Levanta el títere de Rodé.) Rodé fue a la puerta. Sin abrir la puerta, ella preguntó, “¿Quién es?” Pedro dijo, “Soy yo. Por favor abre la puerta.” ¡Rodé estaba muy contenta de oír la voz de Pedro! Ella estaba tan emocionada que se le olvidó abrir la puerta. Ella corrió a la casa y dijo, “Pedro está a la puerta.” Las personas cristianos que estaban reunidos en la casa dijeron, “Rodé estás loca. Pedro no puede estar en la puerta; él está en prisión. Rodé no hagas ruido. Estamos orando para que Pedro salga de la prisión.” Rodé dijo, “Pero, yo sé que es Pedro.” Los cristianos dijeron, “Es el ángel de Pedro. Rodé no hagas ruido. Estamos en una reunión de oración.” Pero Rodé siguió insistiendo. Ella no se quedó callada. Todo este tiempo Pedro seguía tocando. Finalmente, alguien fue a la puerta con Rodé. ¡Esa persona abrió la puerta y allí estaba Pedro! Pedro entro rápidamente por la puerta hasta la casa. Las personas estaban bien emocionadas y lloraron. ¡Sus oraciones habían sido contestadas! Pedro dijo, “Por favor cállense. No puedo quedarme; debo irme a esconder a otro lugar. Por favor, vayan y dígales a Jacobo y a los demás apóstoles que estoy a salvo. Ya voy a ir a esconderme.” En la obscuridad de la noche, Pedro se fue de la casa de la madre de Juan Marcos y se fue a esconder. La Biblia no nos dice en dónde se escondió, el secreto fue bien preservado. (Baja el títere de Rodé. Levanta el títere del guardia de la prisión.) Era de mañana. Los guardias de la prisión se frotaron sus ojos. Ellos se despertaron y de repente, no lo podía creer. ¡Pedro no estaba allí! ¿En dónde estaba? Hubo mucha conmoción en la prisión esa mañana. Pedro se había ido. (Ponga el títere de Pedro atrás de ti. Entonces baja el títere del guardia y levanta el títere del rey Herodes.) El rey Herodes estaba en su palacio. Él ordenó, “Ya es hora. Es hora de que algunos de ustedes soldados vayan por Pedro. Debemos matarlo temprano esta mañana.” Los guardias fueron a la prisión. ¡Allí escucharon la conmoción y se dieron cuenta de que Pedro se había ido! Ellos se fueron corriendo a donde estaba el rey Herodes. Herodes no lo podía creer. Él estaba disgustado, y muy enojado. Él dijo, “Maten a esos guardias.” Pedro estaba a salvo y también los demás cristianos. Herodes sabía que algo muy extraño había sucedido. No podía soportar quedarse en Jerusalén por más tiempo; le daba miedo. Él era un hombre malvado y no estaba dispuesto a creer en Dios, así que se mudó a Cesárea. (Baja el títere del guardia.) El rey Herodes fue bienvenido a la ciudad de Cesárea. Él se sentó en el trono del palacio de allí. El rey Herodes hablaba con la gente. Allí se sentó el rey Herodes en el trono, en sus hermosas ropas reales. Él estaba hablando con la gente que estaba reunida en una reunión muy importante. Ellos llamaban a Herodes un Dios. El verdadero Dios viviente escuchó lo que ellos decían. El Dios verdadero vio que el rey Herodes dejó que la gente le llamara un dios. El verdadero Dios viviente no podía dejar que eso sucediera .Él mató al rey Herodes. Así que a Pedro le fue permitido vivir y hacer el trabajo de Dios por más tiempo. Herodes el rey malvado estaba muerto. Esa es la historia verdadera de Hechos 12. Ciertamente Dios es todopoderoso, ¿verdad? No se olviden—Dios también nuestras oraciones. Ámalo y obedécelo. (Si el tiempo lo permite, comience en el capítulo 1 de tu “Libro” de Hechos, y comience a repasar cada capítulo.) Aprenda nuestro versículo de la Biblia: “Pero la palabra del Señor crecía y su multiplicaba.” Hechos 12:24. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco El Primer Viaje Misionero – Hechos 13 Objetivos que se necesitan: Tu “libro” de Hechos. Un letrero que diga: MISIONERO. Un dibujo de un mundo. Un dibujo de un barco. Tu Biblia. Introduciendo la lección: (Abre tu Biblia en primer capítulo de Hechos.) Esta es mi Biblia. La tengo abierta en el libro de hechos. El libro de Hechos está en el Nuevo Testamento de la Biblia. (Ponga su dedo en Hechos 1:8). Yo tengo mi dedo en un versículo del cual hablamos hace mucho tiempo. Este versículo se encuentra en el primer capítulo del libro de Hechos. Es el versículo 8. El versículo es Hechos 1:8. Las palabras en este versículo fueron dichas por primera vez por Jesús. Jesús le dijo sus discípulos, “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta en lo último de la tierra.” (Baja tu Biblia. Abre tu “Libro de Hechos” en la página 1.) Jesús quería que sus discípulos hablaran de Él. Él quería que los Discípulos hablaran de Él en la ciudad en donde ellos vivían entonces en Jerusalén; Él quería que ellos hablaran de Él en toda la parte del país en donde estaba Jerusalén en Judea. Él quería que ellos hablaran de Él en un lugar fuera de Judea… en Samaria. Jesús quería que los Discípulos hablaran de él en todas partes de la tierra. Entonces ¿recuerdan? Después de que Jesús dijo estas palabras, Él se regresó al Cielo. Los Discípulos lo vieron mientras él regresaba. Después de eso, ellos recibieron pruebas de que el Espíritu Santo los ayudaría mientras predicaban el evangelio. (Abran su “libro” en la página 2.) En Hechos 2, los Discípulos estaban en un cuarto en Jerusalén. ¿Recuerdan que el Espíritu Santo vino sobre ellos? “Lenguas” de fuego cayeron sobre los discípulos para llamar la atención, para qué ellos escucharan sobre el Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo quien habla a los corazones de las personas y los ayuda a confiar en Jesús como su Salvador. Voy a abrir mi “Libro de Hechos” en la página 13, porque estamos listos para escuchar la historia del capítulo 13 del libro de Hechos. (Haga esto. Ponga en esa página la palabra MISIONERO.) Esto dice, “Misionero”. Un Misionero es una persona. Un misionero es la persona que es enviada por alguien. Un misionero es una persona que es enviada por alguien a otra parte del país. O a otra parte del mundo. Un misionero es una persona enviada por alguien a otra parte del país u otra parte del mundo para hacer un trabajo especial. Cuando hablamos de un misionero, estamos hablando de una persona que es enviada por alguien a otra parte del país o a otra parte del mundo para hacer un trabajo especial, un trabajo de hablarles a otras personas de Jesús. (Sube el dibujo del mundo a la página 13 de tu “Libro.”) Este es el mundo. En el mundo hay países, estados, ciudades, pueblos; también hay océanos, lagos y ríos. La gente vive por todo el mundo. Dios ama todas las personas que viven en el mundo. Dios quiere que todos conozcan de Jesucristo. ¿Recuerdan de la ciudad de Antioquía? Nosotros hablamos de esa ciudad. Fue en Antioquía que la gente que confió en Jesús como su Salvador fueron llamados de una manera. ¿Si recuerdan como fueron llamados por primera vez en esa ciudad de Antioquía? (permite que los niño tengan tiempo para contestar.) ellos fueron llamados “CRISTIANOS.” Las personas que han confiado en Jesús como su Salvador toda vía son llamados Cristianos. (Ponga su barco en la página 13.) ¿Recuerda de Bernabé se subió a un barco y se fue por el rio, lejos de Antioquía, hasta el mar Mediterráneo, a Tarso, y ahí fue por Saulo? Bernabé quería que Saulo regresara con él a Antioquía para predicarles a las personas de allí. Saulo regresó con Bernabé. Ellos navegaron de regreso hasta la ciudad de Antioquía. Diciendo la Historia: En Antioquia vivía un Hombre que había crecido en la misma casa con el hijo del Rey Herodes. El Rey Herodes era malvado. ¿Recuerdan? Bueno, había un hombre en la Iglesia de Antioquia que había crecido en el palacio del Rey Herodes. De alguna manera, él escuchó de Jesús y confió en él cómo su Salvador. Ahora este niño creció hacer un hombre; él estaba viviendo en Antioquía. Él iba a la Iglesia con todos los demás cristianos en la ciudad de Antioquía. Los cristianos en Antioquía hacían lo mismo que nosotros hacemos. Un día a la semana, cuando se levantaban en la mañana, ellos se vestían e iban a la Iglesia. Ahí en la Iglesia de Antioquía, la gente veía a sus amigos. Ahí ellos veían a sus maestros y a los predicadores. Un día la gente de la Iglesia de Antioquia estaba orando. Ellos oraban por toda la gene del mundo que necesitaban saber de Jesucristo. El Espíritu Santo habló a los corazones de esa gente. El Espíritu Santo dijo, “alguien necesita ir de su Iglesia. Alguien necesita ir de misionero a otras partes del mundo para decirles a otros de Jesús.” La gente de la Iglesia de Antioquía quería obedecer al espíritu Santo. Ellos querían saber por medio del Espíritu Santo quién debería irse de Misionero o quiénes deberían irse de Misioneros. Así que, ellos oraron más. Ellos solo querían orar, así que ni siquiera comían. Cuando no comían y solo oraban, eso se llama ayunar y orar. Después que la gente de la Iglesia de Antioquía oraron y ayunaron, el Espíritu Santo habló a sus corazones una vez más; el Espíritu Santo dijo, “manden a Bernabé y a Saulo. Manden a Bernabé y a Saulo para qué sean misioneros en otras partes del mundo.” La gente de la Iglesia de Antioquía obedeció al Espíritu Santo. Y así fue, que tuvieron un servicio especial, como un servicio de ordenanza. Los predicadores y otros hombres de la Iglesia tomaron turnos para poner sus manos sobre Saulo y Bernabé, y ellos oraron por ellos. Ellos oraron que Dios estuviera con ellos y que el espíritu Santo les diera el poder mientras predicaban de Jesús. Saulo y Bernabé se prepararon para irse. Alguien se preparó para irse con ellos; Juan Marcos se preparó para irse con ellos en su viaje misionero. A si, Bernabé, Saulo y Juan Marcos dejaron Antioquía. Ellos comenzaron su viaje misionero. Quizás ellos caminaron, quizás tomaron burros pero ellos llegaron a una ciudad Seleucia. Ellos no se querían quedar en Seleucia; ellos querían llegar a una Isla. Una Isla es una tierra que tiene agua a todo su alrededor. Bernabé, Saulo y Juan Marcos querían llegar a una isla llamada Chipre. Ellos tuvieron que subirse en un Barco para llegar ahí. (Apunta al barco en la página de tu “Libro.”) Ellos navegaron por un parte del mar Mediterráneo, hacia la isla de Chipre. ¿A dónde iban? (que los niños digas el nombre Chipre contigo.) La isla de Chipre era un lugar grande. Había ciudades en esa Isla. La gente vivía en casas en esas ciudades de Chipre. Dios también amaba a esa gente, y Él quería que ellos supieran de Jesús. El mejor lugar para que Saulo, Bernabé y Juan Marcos fueran en esa ciudad de Salamina era a la sinagoga. En el edificio llamada sinagoga, iba la gente Judía. En la sinagoga tenían la parte de la Biblia que ellos tenían en ese entonces. La gente no tenía la Biblia en sus casas; siempre se quedaba en la sinagoga. Bernabé, Saulo y Juan Marcos sabían que el mejor lugar para ir a Hablarle a mucha gente era en la sinagoga. Así que, ellos fueron allí y predicaron de Jesús. En Salamina, en isla de Chipre fueron a una y otra sinagoga. Ellos estuvieron allí muchos días para poder predicar en todas las Sinagogas. No sé en donde se quedaron mientras se quedaron ahí, quizás alguien los invitó que se quedaran en sus hogares donde ellos pudieran comer y dormir por las noches; pero durante el día, ellos tenían un trabajo que hacer. Su trabajo de ellos era hablarles a otras personas de Jesús. Ellos terminaron en la ciudad de Salamina y decidieron irse a otra ciudad de la isla de Chipre. Ellos navegaron a otra ciudad, llamada Páfos. Un hombre importante vivía en Páfos. ¿Cuál era el nombre de la ciudad? (que los niños digan Páfos contigo.) hay, este hombre importante tenía un trabajo en el gobierno de la ciudad. Su nombre era Sergio Paulo. Sergio Paulo quería escuchar de lo que Bernabé y Saulo estaban predicando, así que Sergio Paulo le dijo a uno de sus sirvientes, vallan a traer a Bernabé y a Saulo. Se dice que ellos están en nuestra ciudad de Páfos. Por favor, vayan por ellos díganles que quiero escuchar la palabra de Dios.” El sirviente de Sergio Paulo se apresuró. Él se apresuró y encontró a Saulo, Bernabé y Juan Marcos. Ellos siguieron al sirviente a donde vivía Sergio Paulo. Primero les tengo que decir algo que le sucedió a Saulo. A Saulo ya no le decían Saulo; ya le llamaban Pablo. En realidad no sé porque, pero a Saulo le llamaban Pablo. Así que Pablo comenzó a practicar con Sergio Paulo. Él dijo, “esta es la palabra de Dios. Escucha, y yo voy a decirte que Dios te ama; Dios mandó a Jesús a la tierra del cielo. Jesús es el Hijo de Dios. Jesús se quedó sobre la tierra por 33 años, creció desde bebe a hombre; como hombre, él murió por los pecado de todos en el mundo. Entonces él vivió otra vez y se regresó al cielo. Sergio Paulo, confía en Jesús como tu Salvador.” Mientras que Pablo estaba hablando, entró otro hombre, un hombre malvado, un hombre que dijo que él podía hacer y hablar cosas que nadie más podía hacer. Este hombre malvado le dijo a Sergio Paulo, “¡no escuches a Pablo! Tú no necesitas saber lo que él te está diciendo. No creas en esas cosas. No confíes en Jesús como tu Salvador.” Pablo dijo: “Elimas, tu eres malvado” tú no estás diciendo la verdad. Tú eres el enemigo de Dios. ¡Deja de tratar de cambiar los caminos rectos del señor! ”Pablo estaba muy enojado con este hombre malo. Pablo no quería que nadie detuviera a Sergio Paulo de confiar en Jesús como su Salvador. Pablo miró a Elimas y dijo: “Dios está poniendo su mano sobre ti. Dios te va hacer ciego. No vas a poder ver el sol por mucho tiempo.” En cuanto le dijo eso Pablo a Elimas, inmediatamente Elimas solo podía ver obscuridad. Elimas no podía ver la luz; él se quedó ciego completamente. Elimas rogo, “¡Alguien condúzcame! ¡No puedo ver! ¡Estoy ciego!” El malvado estaba ciego porque él intentó detener a Sergio Paulo de confiar en Jesús como su Salvador. En cuanto Sergio Paulo vio lo que pasó, él confió en Jesús. Sergio Paulo sabía que Jesús es el Hijo de Dios. Él sabía que Pablo le estaba diciendo la verdad. Esto pasó en Páfos, una ciudad de la isla de Chipre. Entonces Pablo, Bernabé y Juan Marcos se subieron otra vez a un Barco. Ellos navegaron de Chipe a otra ciudad. Algo triste había sucedió en esa otra ciudad. Juan Marcos decidió regresar a casa. Juan Marcos y se fue a Jerusalén, y ya no volvió a viajar con Pablo y Bernabé. Juan Marcos dejó el viaje Misionero. Pablo y Bernabé continuaron en su camino. Ellos se fueron a otra ciudad. Esta ciudad también se llamaba Antioquía. No es la misma Antioquía que conocemos; es otra Antioquía, ahí ellos predicaron de Jesús en la sinagoga, y allí muchas personas confiaron en Jesús como su Salvador. Ellos estaban tan emocionados de escuchar de Jesús, que ellos fueron y les hablaron a otras personas de la ciudad acerca de Jesús. Ellos dijeron, “vengan a una reunión. Vengan a escuchar a Pablo y a Bernabé. Vengan la próxima semana.” Así que una semana después casi todas las personas de la ciudad se reunieron juntos. Todos ellos querían oír la predicación de la parábola de Dios. No solo habían personas Judías, sino también había personas gentiles. Los judíos se disgustaron porque Pablo les estaba predicando a los Gentiles. Pablo dijo, “Dios ama a todos. Dios quiere que los gentiles también oigan de Jesús.” Pablo predicó y muchos fueron Salvos. Las caras tristes se convirtieron en caras felices. Las vidas pecaminosas fueron cambiadas. Las personas que habían sido borrachos dejaron de tomar licor. Las personas que iban a bailes dejaron de bailar. Personas que usaban maldiciones comenzaron a hablar bien. Las personas de esa ciudad de Antioquía confiaron en Jesús como su Salvador y sus vidas fueron cambiadas. Las personas judías estaban tan disgustadas, que ellos comenzaron a decir cosas malas de Pablo y Bernabé. Ellos hicieron que otros grupos de personas se pusieran tan en contra de Pablo y Bernabé que comenzaron a gritarles y a correr hacia ellos. Así que Pablo y Bernabé decidieron irse de esa ciudad de Antioquía. Cuando iban pasando la última casa de La ciudad de Antioquía, ellos dijeron, “nos vamos porque ustedes no escucharon. Que Dios continúe bendiciendo a aquellos que confiaron en Jesús como su Salvador. El resto de ustedes, están condenados al infierno porque no quisieron confiar en Jesús.” Así es como era con todos. Todos los que no quieren confiar en Jesús como su salvador nunca irán al cielo. Ellos tendrán que ir al infierno. Si ellos no quieren confiar en Jesús para que tome el castigo por sus pecados, entonces ellos tendrán que tomar sus propios castigos por sus pecados. Ellos tendrán que sufrir para siempre en el infierno cuando mueran. Yo estoy muy contento que confío en Jesús como mi Salvador. Me alegra que cuando yo muera voy a ir al cielo. Yo creo que Jesús sufrió el castigo por mis pecados, para qué no tenga que ser castigado para siempre, eterna mente por mis pecados. Así es como fue con muchas de las personas que escucharon a Pablo y a Bernabé cuando ellos predicaban; pero muchas de esas personas nunca fueron Salvos. Este es el fin de la historia de hoy. La historia de hoy se encuentra en el libro de Hechos, capítulo 13. Aprende nuestro versículo de la Biblia: “…dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.” Hechos 13:2. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco La Conversión del Carcelero Filipo - Hechos 16 Objetivos que se necesitan: Tu “libro” de Hechos. Un letrero pequeño que diga TIMOTEO. Un pedazo de papel cortado para que parezca barrotes de una prisión y un dibujo de una cara enojada. Un dibujo de un látigo. Un dibujo de una espada. Tu Biblia. Introduciendo la lección: (Abre tu “libro” de Hechos a la página 15, y después levanta tu Biblia y ábrela al libro de Hechos, capitulo 15) Esta es mi Biblia. Hay muchos libros dentro de estos libro—66 libros para ser exactos. Nosotros hemos hablando acerca de algunas historias de solo un libro de la Biblia—el libro de Hechos. El libro de Hechos está dividido en capítulos. Cada capítulo está dividido en versículos. El domingo pasado escuchamos acerca del capítulo 15. (Enséñales a los niños el capítulo 15 de Hechos en tu Biblia. Baja tu Biblia, y apunta a tu “libro” de Hechos.) Este es nuestro libro de Hechos. Esta es la página que usamos el domingo pasado para decir la historia. Escuchamos acerca del primer viaje misionero de Pablo. Pablo y Bernabé dejaron sus hogares para ir a otros países para hablar acerca de Jesús. Bernabé fue con Pablo a todos estos lugares. (Con tu dedo recalca en el mapa del primer viaje misionero.) Cuando un hombre o una mujer, niño o niña decide trabajar para Jesús, nunca es fácil. Hay una persona que no quiere que se predique el Evangelio. Esta persona es el diablo. El diablo causa problemas en cualquier parte que se hable de la historia de Jesús. Pero, ¿quién es más fuerte, el diablo o Jesús? Si, por supuesto, Jesús es más fuerte. Jesús siempre ayuda ganar la victoria sobre el diablo. Sabemos que tres veces en el libro de Hechos los hombres que estaban predicando de Jesús fueron puestos en la cárcel. ¡Ellos fueron puestos allí porque el grupo de personas del diablo no les gusta oír la verdad! ¿Recuerdan cuando (Levanta un dedo) Pedro y Juan fueron encarcelados? Eso fue en capítulo cuatro. (Levanta dos dedos.) Después todos los apóstoles fueron encarcelados. Eso fue en el capítulo cinco del libro de Hechos. Esta vez los gobernadores de la ciudad no sacaron a los apóstoles de la cárcel; el ángel del señor abrió las puertas por ellos y ellos salieron de la cárcel. ¿Recuerdan? (Levanta tres dedos.) Después Pedro fue puesto en la cárcel. ¿Recuerdan como el ángel hizo que las cadenas se cayeran de sus brazos y las puertas de la prisión se abrieron milagrosamente en frente de ellos mientras salieron a la calle? ¿Recuerdan de la gente que estaba orando por Pedro en la casa? Eso fue en el capítulo doce. Dios siempre tiene la victoria. El domingo pasado pensamos en todos los lugares que Pablo y Bernabé fueron juntos. ¿Recuerdan cómo la gente apedrearon a Pablo en la ciudad de Listra? Pablo murió, ¿verdad? ¡Entonces volvió a vivir! Él y Bernabé después se fueron a Derbe. Desde Derbe Pablo y Bernabé visitaron a todos los lugares en donde ellos habían ido en su primer viaje misionero otra vez. Ellos regresaron a Antioquia, para decirle a la gente de la Iglesia de allí todas las cosas que les había pasado en su viaje misionero. Diciendo la historia: (Voltea a la página 16 de tu “libro” de Hechos.) Pablo se quedó en Antioquía el tiempo suficiente. Era hora de que él comenzara otro viaje. Pablo tenía que comenzar a viajar otra vez a otros países, y ciudades en esos países, para predicar el Evangelio. Esta vez Silas se fue con Pablo. ¿Cómo se llamaba ese hombre? Si, se llamaba Silas. Pablo y Silas comenzaron a viajar. ¡Ellos fueron a algunas ciudades, y después se regresaron a Listra! ¿Por qué fueron allí? No estaría Pablo en peligro allí. ¡Allí fue en donde fue apedreado! Esta vez no hubo ningún daño hacia Pablo. Mientras que Pablo y Silas estaban viajando a Listra, un hombre joven los comenzó a seguir. Este hombre joven amaba escuchar lo que Pablo y Silas estaban predicando. Este joven ya era salvo. Su mamá y su abuela también eran salvas. El nombre de este joven era Timoteo. Él siguió a Pablo y Silas por toda Listra, y dijo que le gustaría viajar con ellos siempre. Por la razón de que Pablo acababa de conocer a Timoteo él no estaba seguro si debería viajar con ellos. Así que Pablo comenzó a preguntar acerca de Timoteo. Él les preguntó a diferentes personas en Iconio que tipo de persona era Timoteo. Todos le aseguraron a Pablo que era un joven que en verdad amaba a Jesús, que era un joven que siempre se portó bien. Así que, Pablo le permitió a Timoteo viajar con él y con Silas. Entonces eran tres hombres viajando juntos—creyendo como misioneros a otros países. (Ponga el nombre de TIMOTEO en la página 16.) Pablo, Silas y Timoteo viajaron entre dos montañas. Ellos iban por un camino hacia el Norte. Ellos querían ir a Asia, pero Dios el espíritu santo habló con Pablo y dijo, “Pablo, no vayan a Asia.” Pablo obedeció al espíritu santo. Los tres viajaron a otros lugares. Después se dirigían hacia el Norte otra vez, y el espíritu santo los detuvo otra vez. Pablo obedeció, y dirigió a Silas y a Timoteo hacia el oeste. En muchos, muchos lugares Pablo, Silas y Timoteo les hablaron a muchos acerca de Jesús. Ellos estaban en la costa. Ellos habían viajado muchas, muchas millas. Era otra noche, y era hora de dormir. Dios habló con Pablo mientras que Pablo estaba durmiendo. Dios dejó que Pablo, “Ven a Macedonia y ayúdanos.” Pablo despertó de su sueño. Él sabía que Dios le estaba hablando. Él decidió a obedecer a Dios. Pablo, Silas y Timoteo se subieron a un barco y navegaron a una pequeña Isla. Desde esa pequeña isla ellos navegaron otra vez a un país llamado Macedonia. Pablo, Silas y Timoteo entraron a Macedonia. (Levanta tus barrotes de prisión y ponlos en la página 16.) Pablo, Cuidado. Hay una cárcel en la ciudad a dónde vas a ir. Hay personas malvadas en esa ciudad; pero Pablo, Silas y Timoteo no pensaron en el peligro mientras viajaban a Macedonia. Ellos pensaban solo en la voluntad de Dios y el hacerlo. Ellos estaban en el hábito de obedecer a Dios y confiar en él. (Actúa lo siguiente:)Pablo, Silas y Timoteo vinieron a una ciudad de Macedonia. Esa ciudad se llamaba Filipos. En cualquier parte que podían, ellos le hablaban a la gente acerca de Jesús. Ellos caminaron por las calles, y un día a un lado de un rio. Había una reunión allí en el rio. Pablo, Silas y Timoteo se detuvieron a escuchar. ¿Puede ser esto un servicio de una iglesia? No les tomó mucho tiempo para escuchar que la gente quería orar; ellos querían tener la ayuda de Dios, pero ellos no lo conocían. ¡Nadie puede conocer a Dios sin tener a Jesús como su salvador! “Gente, yo creo que les gustaría poder hablar con Dios y de que los guie. Escúchenme.” dijo Pablo. Pablo predicó a esas personas a la orilla del rio. Él les dijo de Jesús. Una señora fue salva—una señora con el nombre de Lidia. En otro día en Filipos, Pablo y Silas estaban hablando juntos. Ellos estaban siendo seguidos por un grupo de personas. En ese grupo estaba la mujer que los había estado siguiendo en muchos lugares de Filipos. Esta mujer siempre les estaba gritando. Este día ella también estaba haciendo eso. Ella estaba gritando, “¿Por qué están hablando del Hijo de Dios?” Ella solo estaba gritando. ¿Saben quién es ella? Ella era una adivina. ¡Ella estaba siendo contralada por el diablo! Pablo ya había tenido suficiente de esto. Él sabía que la mujer necesitaba ser salva. Él voltea y mira a la mujer. Pablo dijo, “En el nombre de Jesús, Diablo, deja a esta mujer en paz.” El diablo tenía que dejar de hacer que esta mujer dejara de hacer y decir lo que había estado haciendo y diciendo. La mujer confió en Jesús como su salvador. (Levanta la cara enojada.) ¡Pablo, ahora estas en problemas! (Ponga la cara en la página 16.) ¡Algunos hombres están enojados contigo! Porque esa mujer era adivina, la gente paga mucho dinero para escuchar lo que ella tenía que decir. La mayor parte del dinero tenía que ser pagado a unos hombres. Cuando la gente es salva, ellos ya no pueden ser adivinos. Así que, a estos hombres ya no les iban a pagar como les habían estado pagando. Esos hombres muy enojados agarraron a Pablo y a Silas. Ellos los empujaron y los arrastraron con los gobernantes de la ciudad de Filipos. Esos hombres enojados dijeron, “Pablo y Silas han venido a causar problemas en nuestra ciudad. Por esto, manden a que los metan a la cárcel.” Los gobernantes de la ciudad mandaron que los policías les quitaran sus camisas a Pablo y a Silas. Ellos mandaron a que los golpearan. (Pon tu dibujo del látigo en la página 16.) Hombres fuertes los golpearon con látigos en las espaldas de Pablo y Silas. Sus espaldas estaban sangrando. ¡Entonces Pablo y Silas fueron puestos otra vez porque estaban haciendo el trabajo que Jesús quería que hicieran! Sin embargo, Pablo y Silas no se sentían tristes por ellos mismos. Vamos a suponer que los podemos ver en la celda de la prisión. Es medianoche. ¡Escuchen! ¡Yo oigo que alguien canta! Yo no oigo que se estén quejando ni llorando. ¡Pablo y Silas estaban cantando! Ellos cantaban canciones como, “Cristo me ama,” y “Alabanzas a Él, Alabanzas a Él.” Ahora, ellos han dejado de cantar. Escuchen. Pablo y Silas están hablando el uno con el otro. Ellos no se están quejando por donde están o por lo que les pasó. Ellos están pensando en lo que Jesús hizo por ellos para salvar sus almas. Ellos están diciendo, “¡Verdad que Jesús es maravilloso!” ¡De repente, el edificio entero comenzó a temblar! ¿Qué estaba sucediendo? No era una camioneta que se había estrellada contra el edificio, porque no tenían camionetas en esos tiempos. ¿Qué pudo haber sido? Era un terremoto. El edificio estaba temblando; ¡las ventanas y las puertas estaban rechinando! De repente, se abrió. Las cadenas y las tablas que estaban deteniendo a los prisioneros en la prisión se les zafaron de todos los prisioneros. ¡Que asustado estaba el carcelero! ¡La cárcel estaba abierta! El carcelero pensó, “Todos estos prisioneros han escapado; ahora los gobernantes de la ciudad me van a matar. Lo mejor es que me mate ya mismo.” (Pon la espada en la página 16.) ¡Él agarró su espada y estaba a punto de matarse! Pablo lo vio. Quizás la luna se estaba reflejando en la espada, haciendo que se viera en la obscuridad. “¡Deténgase!” grito Pablo. “Todos los prisioneros están aquí. No te mates. Dios causó el terremoto porque nosotros somos inocentes de cualquier crimen.” Al día siguiente, el jefe de policías dijo que ellos podían salir de prisión. Él publicó una orden para que todos en el pueblo se dieran cuenta que Pablo y Silas no habían hecho ningún daño. Pablo y Silas solo quisieron hacer el bien—el mejor bien que cualquier persona pueda hacer. Ellos les decían a otros cómo ser salvos. Pablo, Silas y Timoteo fueron a visitar a Lidia en su casa. Entonces ellos fueron a visitar a todas las otras personas en Filipos que le habían pedido a Jesús que fuera su salvador. Entonces ellos dijeron, “Ya debemos irnos. Debemos ir a otros lugares en donde Dios quiere que vayamos,” y así ellos continuaron en el segundo viaje misionero de Pablo. Las palabras más importantes que hay que recordar son, “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo…” Aprenda nuestro versículo de la Biblia: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.” Hechos 16:31. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco Pablo en Corinto – Hechos 18 Objetivos que se necesitan: Tu “libro” de Hechos. Un dibujo de un rio angosto. Un dibujo de una tienda grande. Un dibujo de una iglesia. Tu Biblia. Introduciendo la lección: ¿Algunas veces tienes miedo? A veces yo tengo miedo. ¿Cuándo te da miedo? (Permita que algunos de los niños te digan algunas ocasiones que tienen miedo.) Pablo tenía miedo, y él tenía una buena razón para tener miedo. Hubo muchas ocasiones que los hombres trataban de matarlo, ¿recuerdan? ¿Recuerdan que una vez si murió por un rato? (Quizás quieres pasar algunos minutos repasando algunos de estos eventos.) Pero Pablo todavía tenía trabajo que hacer para Dios. Él no podía hacer el trabajo aquí en la tierra si se moría y se iba al cielo. Su trabajo tendría que terminar, ¿verdad? Pablo todavía quería decirles a muchas personas en muchos lugares que Jesús es el Hijo de Dios. Él quería decirles a muchas personas en muchos lugares que Jesús quería ser salvador. Pablo quería decirles cómo podía ser eso posible. Así que, Pablo tenía miedo. Él no estaba en Antioquía, y no estaba en Berrea, tampoco estaba en Iconio, ni siquiera estaba en Atenas. ¿Recuerdan cómo era Atenas? (Repasa por poco tiempo el hecho que Atenas era una ciudad muy grande, y una ciudad muy hermosa. Repasa el hecho que Atenas estaba llena de estatuas que la gente llamaba sus dioses, etc.) Sin embargo, Pablo ya no estaba en Atenas. Él había viajado a otra ciudad. Diciendo la historia: Pablo aún estaba solo. Silas y Timoteo todavía no se habían reunido con él. (Ponga en la página 16 de tu “libro” el dibujo del rio.) Pablo tuvo que subirse a otro barco. Esta vez pudo haber sido una lancha, porque no tenía que cruzar mucha agua. Él cruzó poca agua de la ciudad de Atenas hasta otra ciudad. Esta otra ciudad se llamaba Corinto. Pablo estaba pensando, “Necesito encontrar trabajo.” Algunos de sus papás y mamás tienen trabajos afuera de sus casas. Ellos se van a trabajar todos los días y regresan cuando terminan su trabajo. En donde ellos trabajan les dan dinero por el trabajo que hacen. La gente grande necesita trabajos. Ellos necesitan trabajos para que reciban el dinero para comprar ropa y comida y rentar un lugar en donde vivir, para comprar regalos para sus seres queridos, etc. Pablo sabía cuál trabajo podía hacer. Pablo podía ayudar haciendo tiendas. (Ponga el dibujo de la tienda en la página 18.) Las tiendas son hechas de tela muy pesada. Se usan agujas cuando personas cosen tela. Para hacer una tienda, se necesita una aguja muy pesada. Pablo sabía cómo coser pedazos pesados de tela, después de haber cortado la tela los tamaños y figuras adecuadas. Pablo sabía cómo hacer tiendas; él era un tendero. Así que, cuando Pablo se fue a Corinto, él buscó un lugar donde la gente hacía tiendas. Él encontró ese lugar. Era un negocio que era de un hombre y su esposa. Los nombres del hombre y su esposa eran Aquila y Priscila. Pablo caminó a donde estaban. Pablo dijo, “¿Ocupan más ayuda? Yo sé cómo hacer tiendas; soy un tendero. ¿Me pueden dar trabajo? ¿Me dan trabajo haciendo tiendas para ustedes?” Priscila y Aquila estaban muy complacidos de tener a este hombre, Pablo, que les pidiera trabajo. Ellos necesitaban ayuda. Ellos le dijeron a Pablo, “Si, Pablo, por favor ven a trabajar para nosotros. Nosotros necesitamos ayuda.” Así que Pablo encontró un trabajo en la ciudad de Corinto haciendo tiendas. Él estaba trabajando con Priscila y Aquila que también eran tenderos. Cuando Pablo no estaba ocupado en el negocio haciendo tiendas, él se iba a la sinagoga. ¿Recuerdan lo que es una sinagoga? Es un edificio en donde los judíos se reúnen en el día que ellos llamen el séptimo día y hablan acerca del Antiguo Testamento de la Biblia. La gente judía también necesitaba saber que Jesús es su salvador. Así que, Pablo iba a la sinagoga cada séptimo día. Eso significa que él iba a la sinagoga una vez por semana. En la sinagoga Pablo les hablaba a los hombres judíos. Él les decía, “Les tengo buenas noticias. Estoy seguro que han escuchado de Jesús. Bueno, les puedo decir quién es Jesús. Jesús es el Hijo de Dios. Jesús pagó el precio por tus pecados y por los míos. Confía en Jesús como tú salvador. Jesús no se quedó muerto; él está vivo en el cielo.” Algunas de las personas judías le creyeron a Pablo mientras predicaban, pero la mayoría no le creyeron. Un día una cosa muy emocionante le pasó a Pablo. Pablo estaba haciendo su trabajo y un día a la semana iba a la sinagoga, ¡y entonces sucedió la cosa interesante! ¡Silas y Timoteo habían llegado a Corinto! Pablo estaba muy contento de verlos. Yo creo que ellos se sentaron en algún lugar y platicaron, contándose las cosas que les habían sucedido desde la última vez que se habían visto. Después de que Silas y Timoteo fueron a Corinto, entonces Pablo predicaba más fuerte a la gente judía. Él intentó convencerlos que Jesús algún día sería el rey de reyes—Pablo dijo, “Jesús no solo es Jesús; Jesús es Jesucristo.” Cristo significa rey. Bueno, cuando unos de sus judíos escucharon a Pablo decir eso, ellos se enojaron. Ellos dijeron, “Pablo, deja de hablar así. Jesús solo era un hombre. ¡Tú estás diciendo cosas malas!” Qué triste se puso Pablo por esto. Él quería que los judíos creyeran que él estaba predicándoles a ellos porque él quería que ellos también fueran salvos. Sin embargo, ellos no escuchaban, y hasta lo maldecían, y le gritaban y le decían que dejara de predicar. Así que, Pablo solo les dijo, “Les he dicho lo que tenía que decirles. Ahora ya no voy a predicar más. Voy a predicarles a los gentiles de esta ciudad.” ¿Ahora a dónde iba ir a predicar? No había ninguna iglesia en Corinto como la nuestra. (Ponga el dibujo de la iglesia en la página 18.) Ven, esta iglesia es donde nuestra iglesia se reúne. Nosotros estamos en esta iglesia para nuestra clase de escuela dominical de hoy. No había ninguna iglesia en Corinto. Así que, Pablo tuvo que buscar un lugar en donde reunirse con los gentiles. ¿Adivinan qué? No tuvo que buscar muy lejos. ¿Saben que tan lejos estaba una casa en donde se podía reunir con los gentiles? ¡Estaba al otro lado de la sinagoga! En la casa al otro lado de la sinagoga vivía un hombre llamado Justo. Ese hombre le dijo a Pablo, “¿Tú quieres un lugar en donde reunirte con los gentiles y decirles de Jesús? Ven a mi casa. Ten servicio de escuela dominical en mi casa.” Así que, Pablo hizo eso. Él tuvo su iglesia en una casa. En la casa de Justo, muchas otras personas escucharon de Jesús y muchos fueron salvos. Priscila y Aquila fueron a la iglesia a la casa de Justo, y estarían sorprendidos en saber quién más estaba entre la gente en la casa de Justo, escucharon a Pablo hablar de Jesús. Era un hombre que era muy importante en la sinagoga. Ese hombre muy importante, que le llamaban el principal de la sinagoga, confió en Jesús él y su familia también. Ellos fueron a la casa de Justo para los servicios que Pablo tenía. Así como eran salvas las personas, ellos iban a un estanque de agua en donde también eran bautizadas. Pablo trabajaba y predicaba. Sin embargo, él podía ver odio en las caras de mucha gente de la ciudad de Corinto. Ellos lo odiaban porque no querían escuchar de Jesús. Al final de cada día, Pablo se iba a donde se estaba quedando. Él se preparaba para acostarse y antes de entrar a su cama, estoy seguro que él se arrodillaba a un lado de su cama y oraba. Probablemente él le agradecía a Dios por todas las cosas buenas que le sucedieron en el día. Él probablemente le daba gracias a Dios por todas las personas que habían aceptado a Jesús como su salvador. Él probablemente le dijo a Jesús acerca de las cosas que dijo que no debió decir y las cosas que hizo que no debió hacer; y le pidió a Jesús que lo perdonara. Todos, todos los días, pecan de una forma u otra. Es bueno decirle a Jesús de nuestros pecados. Es muy importante pedirle que nos perdone y que nos siga limpiando cada día de nuestros pecados que hacemos. Pablo hubiera hecho eso. Entonces, quizás Pablo, mientras oraba, le decía a Jesús del odio que él veía en las caras de algunas de las personas de la ciudad de Corinto. Quizás él le dijo a Jesús que a veces tenía miedo. Entonces Pablo se subía a su cama y se dormía. En una visión durante la noche, Dios le habló a Pablo y Dios dijo estas cosas maravillosas, “No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.” (Puedes leer estas palabras de tu Biblia: Hechos 18:9, 10.) ¡No saben que bien se sintió Pablo! ¡Qué maravilloso es tener a Jesús asegurándole a Pablo que él va a cuidar de Pablo! Fue maravilloso para Pablo saber que Jesús lo veía y lo escuchaba y que estaba cuidando de él todos los días, todo el día. Pablo se quedó en Corinto por mucho tiempo, enseñando la palabra de Dios entre la gente de Corinto. Un día, Pablo tuvo un problema. Algunos hombres judíos agarraron a Pablo cuando estaba afuera. Estos hombres judíos arrastraron a Pablo a un lugar que se llamaba “El Tribunal.” En ese lugar, ellos le dijeron a la persona que era el gobierno de toda el área, “Este hombre va en contra de la ley. Él está tratando de hacer que los hombres adoren a Dios en contra de la ley.” Ese hombre, que era el gobierno de Corinto dijo, “Si este hombre, Pablo, es malvado y si este hombre, Pablo, en verdad ha hecho algo malo, entonces les haría caso a ustedes hombres judíos. Sin embargo, este hombre, Pablo, no ha cometido ningún crimen. Este hombre, Pablo, no ha hecho ninguna cosa malvada. Así que, no voy a escucharlos hablar en contra de él. Váyanse.” Y la Biblia dice que los sacó del tribunal. Pablo sabía que Jesús lo estaba cuidando. Pablo sabía que él todavía tenía trabajo por hacer, no solo como tendero allí en Corinto, pero él tenía su trabajo principal de ir a hablarles a otras personas de Jesús, Pablo no quería dejar de hacer su trabajo. Era maravilloso para Pablo saber que Jesús estaba cuidando de él y viendo por él. Niños, nosotros también podemos saber eso. Si hemos confiado en Jesús como nuestro salvador. Él está cuidando de nosotros. Si estamos haciendo lo que él quiere que hagamos, él nos está ayudando. Él quiere ayudarnos con nuestro trabajo y cuando le decimos a otra persona de Jesús. Vamos a suponer que Jesús está hablando con nosotros con las mismas palabras que él le dijo a Pablo cuando él habló con Pablo durante la noche en una visión. “No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo…” (Que todos los niños repitan estas palabras contigo.) Aprenda nuestro versículo de la Biblia: “Saludar a Priscila y Aquila, mis colaboradores con Cristo Jesús.” Romanos 18:3. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco EL ALBOROTO EN EFESO – Hechos 19 Objetivos que se necesitan: Tu “libro” de Hechos. Un dibujo de: El mar Mediterráneo, cubriendo casi toda la mitad del dibujo en la parte de abajo, con un tira de tierra a la derecha; con Grecia en la parte superior hacia el lado Izquierdo del dibujo, el mar Egeo a la derecha de Grecia y más tierra a la derecha del mar Egeo muy a la derecha del dibujo; con un punto para señalar Atenas y un punto para señalar Corinto; un punto para Éfeso gusto al cruzar el mar Egeo; con un punto para señalar Antioquía en la tira de tierra que está al lado derecho del dibujo. Un objeto que presenta una estatua de plata. Letreros para tu “libro de Hechos”: ABAJO CON PABLO; GRANDE ES DIANA. Tu Biblia. Introduciendo la lección: (Levanta tu Biblia, La cual se encuentra abierta al libro de Hechos.) Aquí está mi Biblia, en la parte del nuevo Testamento de la Biblia está el libro que se llama Hechos. Este libro nos dice de algunas cosas que hicieron varios hombres que se llamaban Apóstoles. Estas cosas fueron hechas después que Jesús se regresó al cielo. ¿Recuerdan? Hay algunas historias maravillosas en el libro de Hechos. Hemos estado escuchando unas historias que están en los primeros 18 capítulos del libro de Hechos. Hemos escuchado acerca de muchos hombres y mujeres que amaban a Jesús. Uno de los hombres fue llamado el primer misionero. Este hombre era Pablo. ¿Recuerdan que su primer nombre era Saulo, y después su nombre cambio a Pablo? (Baja tu Biblia, y levanta tu “libro de Hechos.”) Nosotros llamamos este libro el “libro de Hechos.” En las primeras 18 páginas de nuestro libro hay algunos dibujos que nos han ayudado a saber lo que se dice los primeros 18 capítulos de libro de Hechos. Aquí está la página en blanco que sigue en nuestro libro; este representa el capítulo 19 del libro de (deja que los niños te digan el nombre de Hechos.) (Ponga el dibujo sobre la página 19.) Pablo estaba saliendo de la ciudad de Antioquía, (apunta a esta ciudad en tu dibujo). La gente de la Iglesia de Antioquía mandó a Pablo para que les hablara a la gente de otros países, sobre Jesús. Pablo comenzó desde aquí. La primera vez que Pablo comenzó desde allí, Bernabé fue con él. Entonces Pablo se regresó a Antioquía. La segunda vez que Pablo comenzó desde allí, Silas fue con él, Durante sus viajes, otros hombres se unían a él y viajaban con él por un tiempo mientras él iba de país en país y de ciudad en ciudad, predicando y enseñando de Jesús. Cuando pensamos en el capítulo 19 del libro de Hechos, Pablo se ha regresado a Antioquía. ¡Qué tiempo tan feliz ha de haber pasado cuando regreso a la ciudad de Antioquia! Él vio a viejos amigos. Él habló en los servicios de la Iglesia, diciéndoles a las personas acerca de los lugares en donde él había ido y de las personas de esos lugares que habían confiado en Jesús como su Salvador. Quizás él les dijo de las veces que estuvo en peligro en esos lugares. Niños, hemos escuchado muchas veces que la vida de Pablo estuvo en peligro porque predicaba de Jesús. El diablo no quiere que la gente escuche de Jesús, ¿verdad? Mientras que Pablo dormía una noche, Dios le dijo a Pablo en un sueño que él estaba cuidando de él. Dios le dijo a Pablo, “no temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal…” hechos 18:9, 10. ¿Recuerdan eso? No fue maravilloso que Dios le haya dicho a Pablo en un sueño que Pablo estaría a salvo. Así que, ¿Qué se suponía que debía continuar haciendo Pablo?, Pablo tenía que seguir diciéndole a la gente de Jesús. Él tenía que seguir viajando de un lugar a otro. Así que, Pablo comenzó desde Antioquía por tercera vez. Pablo se fue en su tercer viaje misionero. Diciendo La Historia: (Apunta a tu dibujo, señalando los lugares como los vayas mencionando.) Este es el mar mediterráneo. Todos juntos, díganme cómo se llama toda esta agua. Sí, es el mar mediterráneo. Hay algunos países al norte del mar (indica con tu mano en el dibujo que dirección es el norte), y allí hay algunos países al lado este del mar. No los hemos puesto en nuestro dibujo, pero también hay algunos países al sur del mar. Si tú fueras al mediterráneo ahorita, verías barcos grandes en el mar. También verían barcos más pequeños en el mar, pero estarían más cerca a la costa. En el mar mediterráneo hasta podrías ver algunos barcos que les pertenecen a los Estados Unidos. El mar mediterráneo ha sido un lugar muy importante en todos estos cientos y miles de años. Pablo viajó otra vez. Así es como se fue. (Indica el salir de Antioquía hasta Éfeso.) Él se detuvo en varios lugares en el camino, pero finalmente llegó a Éfeso. Díganlo conmigo—Éfeso. ¡Era una ciudad muy grande! Miles y miles de personas vivían allí. Había una sinagoga en Éfeso, así que, sabemos que había gente Judía que vivía allí. También había gente que no era judía, que vivía en Éfeso. Algunas personas eran ricas. Algunas personas eran inteligentes. Algunas personas trabajaban en tiendas, algunas trabajaban en oficinas, algunas trabajaban en fábricas, en donde hacían muebles y otras cosas para casas. Algunos hombres construían edificios. Éfeso era una ciudad enorme, y era una ciudad muy ocupada. Pero, la gente de allí no sabía del verdadero Dios viviente. ¡La mayor parte de la gente en la ciudad de Éfeso creía en la cosa más tonta! En la ciudad había una estatua de una mujer. Estos Efesios creían que esta estatua había venido desde el cielo. Ellos creían que la estatua, llamada Diana, era una diosa. La mayor parte de los Efesios no sabían del verdadero Dios viviente; ellos no sabían de Jesús. ¡Los Efesios también necesitaban saber cómo ser Salvos! Si pensáramos lo suficientemente fuerte, podríamos adivinar a cual edificio fue Pablo primero cuando llego a Éfeso. Pablo siempre iba a un edificio que se llamaba así cuando iba a diferentes ciudades. Si, Pablo fue a la sinagoga. La gente Judía que vivía en Éfeso iba a esta Sinagoga por lo menos una vez a la semana. Allí ellos hablaban de las diferentes partes de la Biblia. Pablo fue a la sinagoga. Día tras día Pablo iba allí. Él les dijo a las personas, “ustedes están buscando un Salvador que venga de Dios. Bueno, él ya vino. Él vino a la tierra y murió por ti. Él se ha ido al cielo por ahora. Su nombre es Jesús. Confía en él cómo tu Salvador. Algunos de los Judíos creyeron lo que Pablo está predicando. Algunos de estos Judíos confiaron en Jesús como su Salvador; algunos de los Judíos no confiaban en Jesús como su Salvador, ellos no querían creer lo que Pablo les estaba predicando. Ellos se enojaron con Pablo. Ellos no querían que él regresara a su Sinagoga. Así que Pablo encontró un lugar donde predicar, esta vez fue a un edificio que era una escuela allí en Éfeso. Más personas de Éfeso le pidieron a Jesús que fuera su Salvador. Pablo se quedó en Éfeso por muchos días, semanas, meses y hasta unos años. Todos alrededor de esta ciudad y en ese país escucharon acerca de Jesús. Muchas de estas personas fueron a otros países y le decían a la gente de esos países, lo que Pablo les estaba predicando a ellos. Pablo sí que estaba haciendo su trabajo, ¿verdad que si? Aparte de eso, Pablo pudo hacer cosas milagrosas. Él no las podía hacer él solo; Jesús le dio el poder para hacerlas. La gente enferma fue sanada por el poder que Dios le dio a Pablo. Algunas personas tenían mentes enfermas, y Pablo fue capaz de ayudarlos porque Jesús le dio el poder para hacerlo. Las predicaciones de Pablo y sus milagros causaron mucha emoción en la ciudad de Éfeso. Demetrio estaba especialmente emocionado. Sin embargo, él no estaba feliz mente emocionado. Demetrio estaba disgustado. Demetrio era un Hombre que podía hacer cosas de plata. (Levanta tu objeto que representa algo hecho de plata.) Lo que Demetrio hacía de plata, se lo vendía a la gente, personas le daban dinero por las cosas que él hacía de plata. Este hombre hacia pequeñas estatuas de la diosa Diana, él recibía mucho dinero por estas estatuas, él ya no estaba vendiendo tantas estatuas desde que la gente comenzó a confiar en Jesús como su salvador. Demetrio se preguntaba por qué su negocio ya no era tan bueno. Demetrio se preguntaba por qué él ya no estaba ganando tanto dinero. Él se reunió con otros hombres que hacían estatuas de Diana. Demetrio les dijo a los hombres, “Señores, ustedes saben que por medio de este trabajo hemos hecho nuestra riqueza.” Demetrio estaba diciendo, “Sabemos que hemos hecho mucho dinero porque la gente adoraba a Diana. Hemos hecho mucho dinero porque ellos querían tener estas pequeñas estatuas en sus casas. En sus casas ellos podían arrodillarse ante las estatuas que nos compraban.” Los hombres que estaban en la reunión con Demetrio estaban en desacuerdo. Ellos sabían que se estaban enriqueciendo porque la gente adoraba a un ídolo. “Ahora,” dijo Demetrio, “Este hombre Pablo ha estado diciéndole a la gente que ya no adoren a Diana. Esto nos ha costado mucho dinero.” ¿Qué vamos a hacer acerca de esto?” Mientras que estos hombres tenían su reunión, la ciudad de Éfeso estaba especialmente ruidosa y muy ocupada. La gente venía de todas partes. Ellos venían de otras ciudades de alrededor de Éfeso y de otras ciudades de otros países. Era un día festivo muy especial. Era un tiempo especial cuando la gente iba al gran edificio de Éfeso que tenía las grandes estatuas de Diana. Sin embargo, mientras ellos llegaban algunos de los cristianos nuevos de Éfeso les hablaban. Ellos les hablaban de Jesús, y muchas de estas personas que llegaban para el día festivo también aceptaban a Jesús como su salvador. Ellos decían, “Ya no vamos a adorar a Diana. Hemos confiado en Jesús como nuestro salvador.” Así que, Demetrio y estos otros hombres que hacían estatuas de plata estaban muy enojados. A ellos no les importaba la adoración de Diana; en realidad les importaba hacer dinero. Ellos dijeron, “Tenemos que hacer que la gente vuelva a adorar a Diana para que nos compren otra vez las estatuas de Diana.” (Ponga sus letreros en la página 19.) Estos son los letreros. Un letrero dice ABAJO CON PABLO. El otro letrero dice GRANDE ES DIANA. Demetrio y los hombres que estaban en la reunión con él reunieron una multitud de personas. Ellos dijeron, “¡Comiencen a marchar! Marchen por todas las calles de Éfeso. Recuérdenles a todos que Diana es grande. Recuérdenles a todos que Diana es grande. Hagan que todos los efesios se enojen con Pablo. Comiencen a gritar, “abajo con Pablo.” Griten todos juntos, “grande es Diana.” Así que, esta gran multitud de personas marcharon por todas las calles de Éfeso, como un gran desfile. Ellos gritaban, “Abajo con Pablo. No le hagan caso.” Ellos gritaban juntos, “Grande es Diana; adoren a Diana.” La multitud que marchaba estaba enloquecida; ellos estaban ruidosos; ellos actuaron terribles. La gran multitud que estaba marchando fue a un edificio llamado “El Teatro.” Este teatro estaba afuera. Había asientos en hileras a un lado de un monte. Había una plataforma enorme abajo del monte. En este teatro había unos hombres en el teatro, pero estos hombres que habían viajado con él estaban allí. Los que marchaban entraron al teatro; y parecía que los hombres que viajaban con Pablo estaban en peligro. Parecía como que iban a ser asesinados por este motín de personas. Pablo estaba preocupado por sus amigos. Él comenzó a correr por las calles hacia el teatro. Otros cristianos dijeron, “Pablo, no vayas allí. No queremos que toda esa gente te vaya a lastimar. Por favor mantente alejado del teatro.” Así que, Pablo se quedó alejado de allí. La gente arrastró a Alejandro, uno de los amigos de Pablo, a la plataforma del teatro. Ellos le gritaron a este hombre, “¡A ver dinos porqué Pablo está causando tantos problemas en nuestra ciudad!” Alejandro intentó hablar; e intentó decirle a la gente de Jesús, pero entre más intentaba hablar, más gritaba la gente, “Grande es Diana de los Efesios.” “Pablo, debes se salir de Éfeso ahora,” le dijeron sus amigos. Así que Pablo se fue. Una vez más Pablo estaba a salvo del peligro. Una vez más Pablo podía continuar su viaje y podía ir a otras ciudades y países para hablarles a las personas de Jesús. En verdad que la gente del diablo odia escuchar de Jesús, ¿verdad? Pero Dios es más fuerte; Dios es más poderoso que el diablo. Dios estaba cuidando de Pablo y manteniéndolo a salvo. Todavía hay más historias en el libro de Hechos, me pregunto si habrá más personas como Demetrio que peleara con Pablo mientras él continua sus viajes misioneros. Asegúrate de que estés en la escuela dominical cada domingo para escuchar más historias verdaderas. Solo hay historias verdaderas en la Biblia. Aprenda nuestro versículo de la Biblia: “Pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persecución, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos.” Hechos 19:26. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco La Despedida de Pablo de Éfeso – Hechos. 20 Objetivos que se necesitan: Tu “libro” de Hechos. La palabra ADIOS escrita en una tira de papel. Un dibujo de una ventana con antepecho. Tu biblia. Introduciendo la lección: (Levanta el letrero que dice ADIOS.) Es tiempo que Pablo diga esto. ¿Cuál es esta palabra? Si, dice adiós. Era triste. Pablo había estado en Éfeso por más de tres años. Muchas personas de allí habían confiado en Jesús como su salvador. Ellos habían escuchado a Pablo predicarles semana tras semana. Había muchos cristianos en Éfeso. Mientras que Pablo estuvo en Éfeso, él tuvo un cumpleaños luego otro y después otro. Así es el tiempo que estuvo en Éfeso, y mucha gente de allí lo amaban. Pero Pablo estaba diciendo, “Es tiempo de que me vaya.” Niños, recuerdan la historia de algo que sucedió en Éfeso. Les voy a dar una pista. Tenía algo que ver con alguien que hacia algo con plata. (Permite que los niños repasen brevemente la historia de Demetrio del capítulo19.) Después de que pasó todo eso, Pablo decidió que iba a dejar Éfeso. Él estaba diciendo adiós a los cristianos de allí. (Pega ADIÓS a la página que representa el capítulo 20.) Diciendo la historia: Pablo había estado en todos los países de Asia. Cada persona en todos los países de Asia había escuchado la historia de Jesús. Pablo quería estar seguro que toda la gente en todas partes que él iba escuchara que Jesús podía ser su salvador. Como Pablo había terminado de ir a todos esos países, el decidió que el próximo lugar que quería ir era a Jerusalén. Jerusalén era la ciudad más importante para la gente judía. En Jerusalén había un templo enorme y muy hermoso a donde los judíos les gustaban ir a estudiar la biblia y orar. Algunos de estos judíos en verdad querían saber la verdad; otros solo iban al templo para hacer que la gente pensara que eran buenos. ¡Oh, cómo deseaba Pablo ir a Jerusalén y predicar la verdad—para ayudar a los judíos a comprender la verdad de Jesús! Así que Pablo comenzó a regresar por algunos lugares en donde había predicado. Él estaba en camino a Jerusalén. Mientras iba a diferentes ciudades en donde había ido anteriormente, las noticias corrieron de casa en casa: “Pablo está en la ciudad. Vamos a verlo.” ¡La gente corría a encontrarlo para hablar con él! La gente que lo habían escuchado predicar antes, cuando él estaba allí, y que habían confiado en Jesús como su salvador, estaban muy felices de ver a Pablo. A dondequiera que iba Pablo, él decía, “Es muy bonito volverlos a ver una vez más. Díganme todas las noticias.” La gente hablaba y hablaba con Pablo. Entonces Pablo dijo, “Bueno, debo irme para saludar a mis amigos en otros lugares. Estoy en camino a Jerusalén. Los amo a todos. Ya no los volveré a ver.” ¿Qué les estaba diciendo Pablo a sus amigos? ¿Les estaba diciendo que él sabía que no los iba a volver a ver— que algún día cercano iba a morir? A ellos no les gusto oír esto. Algunas de las personas comenzaron a llorar. Algunos de los hombres le dijeron a Pablo cuanto lo amaban y le agradecían. Ellos volvieron a darle las gracias por haberles dicho la maravillosa historia de Jesús. Entonces ellos le dijeron adiós, y Pablo se fue a otros lugares. Él estaba en camino a Jerusalén, pero él se detuvo en muchas ciudades mientras él viajó. Sin embargo, muchos de los amigos de Pablo decidieron que ellos no querían separarse de Pablo. Ellos decidieron que lo verían y escucharían predicar en otros lugares. Ellos viajaron a todos esos otros lugares—a veces llegando allí antes que Pablo. Pablo se estaba acercando mucho a la ciudad de Troas. Él iba Troas para saludar a los cristianos de allí. Pablo todavía estaba en camino a Jerusalén. Él decidió llegar a Troas. “Hay viene Pablo. Cuando llegue, va a predicar. Todos vengan,” así paso la noticia de casa en casa. ¡Qué emocionados estaban los cristianos! Pablo visitó a los cristianos de allí, y se quedó en Troas por siete días. Era un domingo. Pablo iba a predicarles a los cristianos. Nadie quería faltar a los servicios de ese día. En el edificio en donde tuvieron el servicio, la gente tenía que subir las escaleras a un cuarto grande. Las multitudes seguían llegado. Mamás, papás, niños y niñas llegaron. Pablo predicó. La gente tenía que subir las escaleras a un cuarto grande. Las multitudes seguían llegando. Mamás, papás, niños y niñas llegaron. Pablo predicó. La gente amó su sermón. Entonces probablemente ellos tomaron algún tiempo para comer y se volvieron a reunir para escuchar a Pablo predicar un sermón. Encendieron algunas luces porque era el servicio de la noche. El cuarto grande en donde todos estaban reunidos en el edificio estaba lleno de personas. Un joven no podía encontrar un lugar en donde sentarse, así que decidió sentarse en el antepecho de una ventana en la grande que estaba muy alta. (Ponga el dibujo de la ventana página 20 de tu “libro”.) Eutico se sentó en el antepecho de la ventana. Él estaba sentado más alto que los demás, y él podía ver a Pablo muy bien desde la ventana en donde estaba sentado. Shhh, el servicio del domingo en la noche iba a comenzar. Quizás la gente cantó por un rato como lo hacemos nosotros en nuestros servicios en la biblia. Quizás leyeron su biblia un rato como nosotros. Entonces era tiempo de que Pablo comenzara a predicar. Todos escuchaban. Nadie se movía. ¡Qué bueno era escuchar a Pablo predicar! Pablo predicó y predicó. Se estaba haciendo tarde en la noche, pero la gente no quería que Pablo dejara de predicar. Entonces se hizo la medianoche. ¿Saben qué tan tarde es eso? Cuando llega a ser medianoche, la gente comienza a tener sueño. Eutico le estaba dando sueño. Sin embargo, él estaba disfrutando del sermón; estaba tan alto en lo calientito y era muy tarde en la noche. De repente, se cerraron los ojos de Eutico. Su cuerpo se meció un poco de lado a otro. ¡De repente, sin ningún aviso, Eutico se cayó de la ventana! Él se cayó hasta el suelo afuera del edificio. ¡Él se cayó desde lo más alto del edificio hasta el suelo! Alguien dijo, “¡Eutico se ha caído desde la ventana! Oh, debemos ir a ver lo que le paso.” Pablo se fue corriendo de la plataforma de donde estaba predicando. Él sabía que Eutico iba a estar mal herido; Eutico pudo haberse matado porque cayó de mucha distancia. Pablo corrió por medio de la multitud y salió por la puerta. Allí estaba el joven acostado sin moverse en el suelo. Toda la gente alrededor comenzó a llorar. Ellos sabían que Eutico estaba muerto. ¡Pablo se sintió muy mal! Pablo se echó sobre él. Yo sé que Pablo estaba orando cada segundo por Eutico. Mientras que todos observaban y esperaban, sintiéndose mal, Pablo se levantó un poco. Pablo dijo con una sonrisa en la cara, “El joven está bien.” ¡Fue un milagro! ¡Pablo agarró al joven y lo levantó! ¡El joven estaba bien! Dios ha hecho un milagro por medio de Pablo. El joven era capaz de hablar. Él se levantó y caminó. Hasta comió un poco de comida. Pablo y otros amigos se quedaron con Eutico hasta que el sol comenzara a salir en la mañana. Entonces era tiempo que Pablo dejara Troas. Él quería viajar a otros lugares antes de llegar a Jerusalén. A algunos lugares, Pablo navegó en un barco: a otros lugares. A dondequiera que iba Pablo, él saludaba a la gente cristiana. Todos estaban felices de oírlo predicar. Después él quería ver a la gente de Éfeso. Él comenzó a ir a Éfeso, pero se detuvo en un lugar a pocas millas de Éfeso. Pablo le dijo a alguien que iba con él, “Por favor ve a Éfeso y diles a los líderes de la iglesia de Éfeso que vengan a verme aquí en Mileto. Me gustaría encontrarme con ellos.” Esos hombres obedecieron a Pablo y se fueron como mensajeros. Ellos se fueron de Mileto a Éfeso, y ellos fueron a las casas de los líderes de la iglesia de allí. Ellos dijeron, “Pablo está muy cerca de ustedes. Él estaba a unas cuantas millas por el camino en Mileto. Pablo quiere verlos. Vengan pronto.” Los líderes de la iglesia de Éfeso fueron rápido a ver a Pablo en Mileto. Ellos están muy felices de verlo. Ellos felizmente lo saludaron. Entonces todos se sentaron. Pablo se paró, y Pablo habló con ellos. Él les recordó a todos ellos todo lo que les había enseñado y predicado en Éfeso; y después él les dijo algo que no les gustó escuchar. Pablo les dijo a estos hombres de Éfeso. “Estoy en camino a Jerusalén. No los volveré a ver.” ¿Qué? ¿Nunca volver a ver a Pablo? ¿Por qué? Pablo dijo, “He sido advertido que si voy a Jerusalén, me esperaba peligro. He estado en muchos lugares peligrosos anteriormente. La única razón que he querido vivir es para poder decirles más y más a la gente de Jesús. Dios ha vigilado y cuidado de mí. Cuando muera, yo sé voy a ir al cielo. Estar allí es mucho mejor que estar en la tierra. Ahora, ustedes recuerden todas las palabras del Señor Jesús—recuerden vivir como buenos cristianos. Enséñales a los cristianos de la ciudad de Éfeso a conocer más y más de la biblia; dirígelos a ser mejores cristianos cada día.” Entonces Pablo terminó de hablar. Después que habían terminado, él se arrodilló, y oró con todos ellos. Cuando habían terminado de orar, todos se pararon. Ellos sabían que esto era el adiós. Estos hombres que eran los líderes de la iglesia de Éfeso lloraron. Ellos habían estado tan felices de ver a Pablo, y ahora estaban tristes de saber que no lo volverían a ver. Pablo dijo, “ya debo irme.” Pablo caminó por el camino hacia el barco que lo estaba esperando. Los hombres caminaron con él. Pablo se subió al barco; entonces volteó y les dijo adiós a los hombres que estaban en la costa, y el barco se fue navegando. Pablo estaba en camino a Jerusalén. Él próximo domingo, van a escuchar más de lo que pasó a Pablo en su camino a Jerusalén, y también algo que le pasó cuando llegó allí. ¡Vengan a la escuela dominical cada domingo! Aprenda nuestro versículo de la biblia: “Y llevaron al joven vivo, y fueron grandemente consolados.” Hechos 20:12. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco El Supuesto Error de Pablo – Hechos. 21 Objetivos que se necesitan: Tu “libro de Hechos.” Una hoja de papel azul. Una pluma con tinta café. Un fajo hecho de piel o de tela, que se puede amarrar. Tu biblia. Introduciendo la lección: (Levanta tu “Libro de Hechos,”) yo sé que ustedes recuerdan que el libro de Hechos está en el Nuevo Testamento en la Biblia. El libro de Hechos nos habla de los Apóstoles. Los Apóstoles eran Discípulos de Jesús; ellos fueron llamados Apóstoles después que comenzaron a predicar. El primer capítulo del libro de hechos nos habla de cuando Jesús regresó al Cielo. Después de que se fue al Cielo, los Apóstoles comenzaron a ir a muchos lugares para predicar de Jesús. Gran parte del libro de Hechos nos habla de un hombre y de todos los lugares a donde él fue a predicar de Jesús. La Iglesia de Antioquía lo mandó a estos lugares. Ese hombre era Pablo, y él fue llamado el primer Misionero. Pablo no era uno de los primeros 12 discípulos, pero él fue llamado Apóstol. Pablo nunca viajó solo; a veces había una persona con él, a veces dos, a veces iban muchos con él a muchos lugares diferentes donde él predicó 21. ¿Ven todas estas páginas de nuestro “Libro de Hechos”? cada página representa un capítulo del libro de Hechos. “Hemos hablado a cerca de 20 capítulos hasta ahora (voltea a la página 21.) Aquí esta nuestra página de hoy, representando el capítulo 21. Diciendo la historia: Pablo y la gente que estaba viajando con él iban a un lugar. Pablo estaba viajando a Jerusalén; él había determinado ir a Jerusalén. Él quería predicarle a la gente Judía de allí. Sin embargo, en el camino a Jerusalén, él se detuvo en muchos lugares. (Ponga su hoja azul en la página 21 en la esquina izquierda superior.) Vamos a suponer eso es Agua, el mar Mediterráneo. (Dibuja una isla con tu pluma.) Esta es tierra. Se llama una isla porque tiene agua a todo su alrededor. Allí fue Pablo. Pablo estaba en un barco. Él había hablado con unos hombres que llegaron de Éfeso para ver a su querido amigo y predicador Pablo. Después de que habló con ellos por todo un día, ellos caminaron a la orilla del mar. Ellos se arrodillaron en la arena y oraron. Entonces, con lágrimas, ellos le dijeron Adiós a Pablo, ellos caminaron con él al barco. Pablo se subió, y se fue navegando. El barco llegó a una isla (apunta a la isla que acabas de dibujar.) esta isla tenía una ciudad grande que era una ciudad importante. En esa ciudad había una escuela en donde los hombres aprendían a ser doctores. Sin embargo, de la gente de la ciudad de Cos no quería pensar en el verdadero Dios viviente; ellos hacían sus propios Dioses. Ellos inventaron un dios que ellos llamaban el Dios que sana. Era una estatua grande en la ciudad de Cos. Afuera de la ciudad de Cos había algún granero de trigo y uvas. En la ciudad de Cos se reunían en un edificio para hacer medicina. Otras personas se reunían en otro lugar para hacer seda. Cos era una ciudad muy importante y muy ocupada. Pablo se quedó en Cos solo un día. Al día siguiente el barco navegó a otra isla (dibuja una isla a la derecha de Cos. Un poco más debajo de Cos.) Esta es una isla hermosa. Había jardines llenos de rosas por todas partes. Por toda Rodas había jardines con rosas de diferentes colores. La isla de Rodas había de haber olido bonito. Rodas tenía una ciudad hermosa de casas bonitas por las calles. Rodas también tenía más que un puerto en donde los barcos podían llegar. La mayor parte de la gente de la isla no quería confiar en el verdadero Dios viviente. En Rodas había una estatua grande. Era una estatua que ellos llamaban el dios sol. ¡Qué ridículo! Qué adorar al sol…algo que Dios hizo…y no adorar el verdadero Dios viviente. El verdadero Dios viviente vio esa estatua grande que la gente había hecho al sol. Un día después de que Pablo había estado allí, Dios mandó un terremoto, y esa estatua grande se cayó a lo profundo del mar Mediterráneo. Desde Rodas, Pablo navegó a Patara. (Dibuja una tira de tierra a la derecha de Rodas, en la parte superior de la hoja.) Patara era otra ciudad a la que fue Pablo. En Esta ciudad él tuvo que salirse del barco porque hasta allí llegó el barco. Pablo tuvo que encontrar otro barco que bajara por el mar Mediterráneo, pasando Chipre (dibuja esa isla en medio de tu hoja, y con tu dedo demuestra que el barco navegó pasando esa isla de Chipre.) El barco finalmente llegó a un lugar llamado Tiro. (A la derecha de la hoja continua la tierra desde la parte superior, pon un puntito.) El barco en el que estaba navegando Pablo finalmente llegó. Ha de haber sido un largo viaje desde Patara a Tiro a donde tenían que hacer descargas, que el barco se tuvo que quedar en Tiro por 7 días. Pablo pudo bajar del barco y visitar unos amigos que conocía en Tiro. ¡Qué contentos estaban esos amigos de ver a Pablo! Él se quedó en la casa de unos amigos, y otros de sus amigos lo fueron a visitar a donde se estaba quedando. Ellos hablaron y hablaron juntos. Había muchas cosas que Pablo les tenía que decir a cerca de sus viajes misioneros que había hecho. Él vio a los hijos pequeños de sus amigos y habló con ellos. Y entonces uno de sus amigos dijo, “Pablo, sabemos que quieres ir a Jerusalén. ¡Por favor no vayas allá! El Espíritu Santo nos ha hecho saber que si vas, vas a estar en gran peligro en la ciudad de Jerusalén. No Queremos que te suceda nada. ¡Por favor no vayas a Jerusalén! “ Pablo dijo, “debo ir, y ahora sé que un barco va a salir. Debo subirme a ese barco y continuar mi camino a Jerusalén. Tengo otros lugares a donde debo ir de pasada en mi camino a Jerusalén.” Todos sus amigos, incluyendo mujeres y niños, siguiendo a Pablo hasta la orilla del mar. Pablo se subió al barco y se fue. Sus amigos allí en Tiro le dijeron adiós a Pablo hasta que el barco desapareció de Tiro. Pablo se quedó solo un día en otro lugar llamado Tolemaida. (Ponga un punto debajo de Tiro.) Él se quedó allí solo un día, hablando con los cristianos de allí. Cuando Pablo dejó Tolemaida, no se subió a otro barco. Él continúo su viaje por tierra. Él llegó a un lugar llamado Cesárea. ¡Qué ciudad tan grande y hermosa era Cesárea! Había un muro enorme todo alrededor de la ciudad. Había muchos, muchos caballos. Había un puerto hermoso del mar allí en Cesárea. Había un estadio enorme en donde la gente iba a ver eventos de deportes, quizás como correr. En este estadio también escuchaban a hombres dando discursos. En Cesárea Pablo se quedó con Felipe el Evangelista. Mientras que Pablo estuvo allí, un señor viejo llegó de otro lugar de visita. Este hombre viejo se llamaba Agabo. Agabo habló con Pablo. Mientras hablaba con él, Agabo se inclinó hacia él y agarró su cinturón. (Levanta tu cinturón.) Agabo comenzó amarrarse las manos y los pies con el cinturón de Pablo. (Demuéstralo.) Agabo dijo, “Pablo, ¿me ves? Estoy atado como si alguien me atara para que no me escapara. Pablo, si tú vas a Jerusalén, esto es lo que te va a suceder, te van a amarrar. ¡Estarás en gran peligro!”. Toda la gente que estaba alrededor de Pablo estaba escuchando a Agabo. Todos comenzaron a decir todos juntos, “por favor Pablo, no vayas a Jerusalén ¡te lo suplicamos; no vayas a Jerusalén!”. Pablo dijo,” ¿Por qué me están haciendo sentir mal? ¿Por qué me hacen llorar? Yo estoy listo para ser tomado como prisionero en Jerusalén. No solo estoy listo para ser tomado como prisionero allí, sino que también estoy listo para morir si eso es lo que Dios quiere. Debo ir a Jerusalén. ¡Debo hablarles a la gente Judía a cerca de Jesús!”. Así que Pablo, junto con muchos otros hombres, continuaron viajando por tierra hacia Jerusalén. Ellos recogieron su equipaje en donde estaba su ropa y se fueron a Jerusalén. Ellos entraron en esa ciudad grande y muy importante. (Pon un puntito debajo a la derecha de Cesárea.) ¡Que maravilloso era para Pablo ver nuevamente Jerusalén! Había un templo grande y muy importante. Junto al templo estaba el castillo de los hombres que gobernaban Jerusalén. Había casas y tiendas allí y había casas muy ocupadas en Jerusalén. Pablo fue a la casa de un amigo, y allí es donde se quedaba cuando no estaba afuera hablándoles a personas diferentes de Jerusalén. Él fue a visitar a Jacobo, el pastor de la Iglesia de Jerusalén. Un día Pablo estaba en una reunión con algunos Cristianos de Jerusalén. Algunas de esas personas le dijeron a Pablo, (“pensamos que debes ir al templo. Pensamos que debes decirle a la gente Judía que no ha confiado en Jesús como su Salvador que tú, un Judío, mantendrás las leyes Judías antiguas.” Pablo decidió que iban a hacer lo que habían sugerido. Pablo fue al templo. Mientras estaba en el templo, algunos de los hombres Judíos que no aceptaban a Jesús como su Salvador estaban en contra de Pablo. Ellos comenzaron a gritar diciendo que Pablo era un hombre malo y que quería hacer que la gente hiciera cosas malas. Un motín de personas se juntó alrededor de Pablo. Ellos lo agarraron y lo arrastraron afuera del templo. Ellos cerraron la puerta del templo tras de ellos. Allí estaban parados en la calle gritándole a Pablo. Alguien agarró un látigo y alguien comenzó a golpear a Pablo. Los soldados Romanos de la ciudad de Jerusalén escucharon todo el ruido. El capitán de los soldados dijo, “¿Qué está sucediendo allá junto al templo? Parece ser un pleito. Debemos ir a detenerlo.” muchos, soldados llegaron corriendo a donde la gente estaba golpeando a Pablo. Cuando la gente vio a la gente de los guardias y los soldados venir, ellos dejaron de golpear a Pablo. Qué bueno, porque pudieron haber matado a Pablo, de tan fuerte que lo golpeaban a Pablo. El capitán de los soldados les habló a unos de los soldados que estaban con él, “¡amarren a ese hombre!” con dos cadenas algunos de los soldados ataron a Pablo. Ellos le pusieron una cadena alrededor de sus brazos y otra alrededor de sus piernas. Entonces el capitán de la guardia ordenó que llevaran a Pablo al castillo. El castillo estaba junto al templo. Estaba junto afuera del muro que rodea el templo. Pablo fue llevado a unas escaleras que se dirigían al castillo. Pablo suplicaba “¡por favor déjenme hablar!”. El capitán de la guarda le dijo a Pablo, “estás hablando como una persona Judía, ¿acaso no eres un hombre Egipcio que causó mucho problemas hace unos días?”. Pablo dijo, “no, yo soy un hombre Judío. Yo nací de una familia importante en una ciudad importante. Déjenme hablar a toda esta gente.” El capitán de la guardia dejó que Pablo se parara en las escaleras del castillo. Pablo levantó sus brazos hacia la gente. Cuando la gente vio esto, ellos dejaron de gritar y de hablar. Ellos se pararon muy quietos para escucha a Pablo. Allí es donde la historia termina hoy. Me pregunto, ¿Qué le pasó a Pablo? Asegúrense de estar en la escuela dominical todos los domingos para cuando digamos la historia del libro de hechos sabrán cómo termina todo. Van a ver otras historias maravillosas del libro de Hechos y sabrán cómo terminó todo. También van a ver otras historias maravillosas de la Biblia. Asegúrense de no faltar ningún domingo a la escuela dominical. Aprende nuestro versículos de la Biblia: “…Pablo estando en pie en las grandes…y hecho gran silencio, habló… “Hechos el...40. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco Recursos para los Días de Aflicción – Hechos 22,23 Objetivos que se necesitan: Tu “libro de Hechos.” Un dibujo del castillo, coloreado y montado. Un dibujo de zapatos para correr. Un dibujo de un caballo. Tu biblia. Introduciendo la lección: (Antes de tiempo, póngale como título a tú “Libro de Hechos” 22 y 23, porque esta lección viene de los capítulos 22 y 23. Levanta tu “Libro” ábrelo en la página 22.) Hemos escuchado tantas historias del libro de Hechos. Hemos escuchado historias de 21 capítulos del libro de Hechos. Ahora estamos listos para otra historia. Lee la historia de hoy de 2 capítulos en el libro de Hechos –capítulo 22 y 23. La historia de hoy fue comenzada en domingo pasado. Pablo fue a un lugar. Y mucha gente le advirtió que no fuera allí, pero de todas maneras él fue. ¿A dónde fue? (permite que los niños tengan tiempo de contestar.) si, él fue a la ciudad de Jerusalén. Mucha gente aparte de Agabo, le advirtieron que no fuera allí. ¿Recuerda cómo Agarbo le advirtió que no fuera? ¿Recuerda del cinturón que usó Agarbo? (Permite que los niños piensen un momento en la respuesta.) Pero Pablo no dijo, “entonces no voy a ir a Jerusalén. “Él de todas maneras se fue a Jerusalén. Pablo les quería decir a la gente Judía que vivía en Jerusalén que Jesús también murió por ellos, y que Jesús estaba en el cielo esperando que ellos confiaran en él cómo su Salvador. Así que en la historia de hoy Pablo está en Jerusalén. Había muchos diferentes tipos de personas en Jerusalén, pero había más Gente Judía, que cualquier otro tipo, en Jerusalén. Los judíos no hacían sus propias leyes, ni tenían sus propios policías. Los judíos en ese tiempo eran gobernados por los romanos. Las personas llamados Romanos habían tenido una guerra con la gente Judía, y Dios dejó que los Romanos ganaran. La razón por la que Dios hizo que los Romanos ganaran era porque la mayoría de las personas Judías no confiaban en Dios; ellos eran desobedientes a él. ¿Cuáles eran los dos tipos de personas en Jerusalén? Si, había judíos y romanos. Los romanos estaban gobernando sobre la gente Judía. (Pon tu dibujo del castillo en la página de tu “libro de Hechos.”) ¿Cómo terminamos nuestra historia el domingo pasado? Pablo estaba parado en unas escaleras, Él estaba parado en las escaleras de un edificio llamado castillo, Este edificio también se llamaba “la fortaleza de Antonia.” Pablo estaba parado en la parte superior de las escaleras que se dirigían al castillo. Una gran multitud de personas se pararon en la calle a un lado de esas escaleras. Había soldados parados en algunos escalones. Pablo le dijo al capitán, “¿puedo hablarles las personas?” el capitán le dio permiso para que lo hiciera. Pablo levantó sus brazos. Cuando él levantó sus brazos, la gente dejó de gritar y de estarse moviendo; ellos decidieron estar callados y escuchar a Pablo. Pablo dijo (habla como si estuvieras Hablando a una gran multitud de personas.), “¿Saben quién soy? Yo también soy Judío, yo soy judío así como ustedes, yo nací en un lugar lejos de Jerusalén, pero fui traído a Jerusalén cuando era un niño. Yo fui a las mejores escuelas y crecí hacer un hombre joven aquí en Jerusalén. Yo amaba la ley de Dios, así como ustedes, yo pensaba que cualquiera que confiaba en Jesús como su Salvador debiera morir. Yo trabaje muy duro para capturar a personas que creían que Jesús era el hijo de Dios; yo los capturaba y los llevaba a prisión. Algunos murieron porque yo los capture.” Pablo continuo hablándoles a la gran multitud “entonces, un día estaba en el camino a la ciudad de Damasco. Yo iba allí para capturar más Cristianos Judíos para matarlos. Mientras estaba en ese camino que conocí la verdad. Yo fui Salvo porque confié en Jesús. Escúchenme, Gente Judía, necesita saber la verdad. Les estoy diciendo la verdad. Yo aprendí que Jesús realmente es el hijo de Dios.” Toda la multitud de personas que estaban paradas afuera del castillo, abajo a un lado de las escaleras, continuaban escuchando a Pablo. ”Entonces regresé a Jerusalén. Dios habló conmigo y dijo, “Pablo, salte de Jerusalén. Yo quiero que hables con los Gentiles.” Mientras Pablo hablaba, los Judíos se estaban enojando. Se enojaban más y más. Finalmente ellos se agacharon y agarraron puños de tierra, y comenzaron a tirar la tierra en el aire. Ellos gritaban cosas malas a Pablo. El capitán tenía miedo que la gente Judía subiera las escaleras del castillo para agarrar a Pablo para matarlo. Así que el capitán ordenó que otros soldados rodearan a Pablo y lo llevaran dentro del castillo. El capitán dijo, “vamos a ver quién es este hombre. Vamos a averiguar si ha cometido algún crimen. Lo vamos a cuestionar. Él nos dará las respuestas correctas porque vamos a azotarlo mientras lo estemos cuestionando.” Uno de los soldados le dijo al capitán. “no debes azotarlo porque Pablo es Romano.” ¿Cómo puede Pablo ser judío y también romano? El capitán se enteró que el papá de Pablo había sido Romano. Mientras sucedía todo esto con Pablo, había alguien en Jerusalén que conocía muy bien a Pablo y quien estaba viendo todas las cosas que le estaban sucediendo ¡escuchen! ¡La hermana de Pablo vivía en Jerusalén! La Hermana de Pablo tenía un Niño. Ese niño dijo, “voy a entrar en esa multitud para estar cerca de mi tío Pablo. Voy a ver que está sucediendo. Quizás puedo ser de alguna ayuda. “¡Estaría bien que Pablo viera una cara llena de amor entre la multitud de personas que lo odiaban! Después de que Pablo fue llevado adentro del castillo, su sobrino estaba afuera escuchando lo que los hombres estaban diciendo. El sobrino de Pablo caminó entre la multitud. Él vio un grupo de hombres parados aparte. ¡No era un grupo de 5 o de 10 o de 20 hombres; había 40 hombres hablando juntos! Estos 40 hombres dijeron, “vamos a hacer una promesa entre nosotros. Vamos a prometer que no vamos a comer ni tomar nada hasta que hayamos matado a Pablo.” Estos 40 hombres comenzaron a caminar por la calles. Ellos fueron al lugar en donde el principal sacerdote y otros gobernantes del templo estaban reunidos. El sobrino de Pablo los siguió. Él quería escuchar (pon la oreja sobre el dibujo del castillo la pagina 22-23 de tu “libro”) lo que estos cuarenta hombres y los gobernantes del templo iban a decidir en la reunión. Los hombres hablaron y decidieron lo que iban a hacer con Pablo. ¡El sobrino de Pablo los escuchó decidir que los gobernantes del templo iban a fingir que ellos querían hablar más con Pablo y cuando Pablo fuera a hablar con ellos, los cuarenta hombres que estarían escondidos, lo agarrarían y lo matarían! El sobrino de Pablo corrió lo más rápido que pudo. (Pon los zapatos de correr en la página 22 y 23, de tu “libro.”) El corrió a las escaleras del castillo y le dijo a uno de los soldados que estaba parado allí, “¿puedo por favor y a ver a mi tío? Debo ver a mi tío Pablo enseguida. “el soldado llevó al muchacho a donde estaba Pablo. El muchacho dijo, “tío Pablo, estas en gran peligro. Mañana los gobernantes del templo van a fingir que quieren hablar contigo. Van a ser que los soldados te lleven a donde ellos se van a reunir. Mientras van en camino a la reunión, cuarenta hombres van a salir de sus escondites, y te van a agarrar para matarte.” Pablo llamó, “al soldado, llévense a este muchacho con el capitán. Este muchacho tiene algo muy importante que decirle. “Así que el sobrino de Pablo siguió al soldado hacia el capitán. El soldado le dijo al capitán, “este muchacho tiene algo muy importante que decirle.” El capitán tomó al muchacho por la mano y lo dirigió a un cuarto donde podía hablar a solas. El capitán dijo, “muchacho, dime lo que tienes que decir.” El sobrino de Pablo le dijo como unos hombres avían prometido que no comerían ni tomarían nada hasta que hayan matado a Pablo. El capitán dijo, “no debemos dejar que esto pase. Voy a ver que se lleven a Pablo lejos de Jerusalén. Él no es un criminal.” Así que, al capitán tomó a 200 soldados y 70 hombre que tenían caballos y los montaron, y 200 hombres que podían lanzar lanzas. Él les dijo.” Llévense a Pablo de aquí está muy obscuro afuera. Váyanse rápido y silenciosamente. Llévense a Pablo a Cesarea en donde está el gobernador. La carta le dice al gobernador Félix que Pablo no es un criminal; él no ha hecho nada que merezca ser castigado y fusilado.” Así que, en la quietud y en la obscuridad de la noche, doscientos soldados y setenta hombres que montaban a caballo y doscientos hombres que lanzaban lanzas sacaron a Pablo muy silenciosa mente del castillo, por las calles de Jerusalén y afueran de Jerusalén. Los soldados y los que montaban a caballo y Pablo cabalgaron desde Jerusalén. Ellos cabalgaron por el camino hasta Cesarea. Cuando llegaron a Cesarea, los hombres que estaban montados en los caballos se llevaron a Pablo con el Gobernador Félix. Cuando el Gobernador escuchó lo que estaba sucediendo, él dijo, “vamos a hacer que los Gobernadores del Templo de Jerusalén vengan aquí. Voy a escuchar lo que tienen que decir, voy a escuchar lo que Pablo tiene que decir. Solo mantengan a Pablo en un cuarto en el tribunal de Herodes.” Así que Pablo fue detenido en el tribunal de Herodes en Cesarea él se tuvo que quedar allí hasta que el mensaje llegara a Jerusalén de que los gobernantes del templo de Jerusalén fueran a Cesarea. Ahora, ¿Qué la va a suceder a Pablo? Me pregunto si Pablo tenía miedo. Yo sé una cosa, Pablo sabía que Dios estaba con él. Dios habló con Pablo antes de que se lo llevaran de Jerusalén. Dios le había dicho a Pablo, “Pablo, se dé buen ánimo: porque así como has testificado en Jerusalén, así lo harás en Roma." Así que, Pablo sabía que nadie lo mataría porque Dios quería que fuera a Roma. Me pregunto cómo llegó a Roma. Se supone que tenía que haber una gran reunión en Cesárea primero. Me pregunto cuántas otras cosas le tienen que pasar a Pablo. ¡Ciertamente Pablo era un gran misionero! Él quería que todos en todo el mundo supieran de Jesús. ¡Nosotros también queremos que todos conozcan de Jesús! ¡Jesús es tan maravilloso! Toda la gente necesita saber que él murió por ellos y que todos ellos necesitan confiar en él como su Salvador. Nosotros también podemos ser misioneros aquí donde vivimos. Pablo viajó a muchos lugares diferentes para hacer su trabajo de misionero. Ahora él quiere ir a otro lugar; él quiere ir a Roma. Dios le prometió que él iría. Regresen el próximo domingo para escuchar más a cerca de Pablo. Aprende nuestro versículo de la Biblia: “a la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: ten ánimo, Pablo…” Hechos 23:11. EL LIBRO DE LOS HECHOS Por el Dr. Jack Hyles Pastor de La Primera Iglesia Bautista de Hammond, IN Traducido y Editado por el Pastor Roberto Murillo Iglesia Bautista Independiente de Guadalajara, Jalisco La manera que Dios usó para llevar a Pablo a Roma - Hechos 24, 25, 26 PROPOSITO: Enseñarles a mis alumnos la manera milagrosa en que trabaja Dios. PUNTO DE CONTACTO: Pregúntales a los alumnos cuántos de ellos creen que hayan encontrado la voluntad de Dios para sus vidas. Pregúntales cómo y cuándo la encontraron. Comparten algunos minutos la voluntad de Dios de los alumnos. Quizás quieras explicarles brevemente los asuntos de la perfecta voluntad de Dios y la voluntad de Dios aceptable—la perfecta voluntad de Dios es hecha por una persona quien toda su vida se queda en la voluntad de Dios y nunca perdió la perfecta voluntad, y la voluntad de Dios aceptable es cuando una persona ha perdido su oportunidad de hacer la perfecta voluntad. Por ejemplo, vamos a suponer que un hombre es llamado a predicar cuando es joven. Se casa y después se divorcia varias veces y rechaza el llamamiento de Dios e hizo otras cosas para que perdiera su derecho de ser pastor. El no podrá estar en la perfecta voluntad de Dios aceptable. Esto sería cierto con la persona que se haya casado con la persona equivocada, alguien que se haya divorciado injustamente y vuelto a casar, etc. INTRODUCCIÓN: Léales a la clase Hechos 23:11. Dios prometió que Pablo predicaría en Roma. Ahora, esto es una posibilidad improbable. ¿Cómo podrá Pablo ir a Roma? Aquí está un hombre prácticamente sin un centavo, un prisionero, con personas intentando matarlo; y sin embargo Dios le promete que va a predicar en Roma. A consecuencia de esto, sin embargo Dios le promete que va a predicar en Roma. A consecuencia de esto, él va a predicar en Roma. ¿Cómo se llevará a cabo? Humanamente, esto es imposible. Sin embargo, Dios tendrá su manera. Veamos como Dios trabajó para que Pablo fuera a Roma.