2.- RELACIÓN PADRES-HIJOS La forma externa debe ser reflejo del fondo. ¿Qué es un hijo? Es una persona, nunca un objeto que satisface determinadas necesidades de los padres. Tampoco es propiedad de los padres. Enseñarle buenos modales no es para presumir delante de nuestras amistades, ni para que le niño sea dominado con mayor facilidad. Al niño debemos enseñarle a ser libre, a tomar sus propias decisiones, aunque en este momento del que hablamos no sea totalmente independiente. Para conseguir que el niño trate bien a la gente, hay que tratarle bien a él, nunca darle todo lo que pide, en este último caso, le haremos un maleducado. Si le hacemos caprichoso nunca mostrará autocontrol ni tratará bien a los demás. Debemos ir procurando que abandone, poco a poco, su egoísmo innato para llegar a ser generoso con los demás. Al niño hay que quererle mucho, dedicarle tiempo e irle ayudando a que consiga ser plenamente libre y avanzar en su autodominio y autonomía. La disciplina que debemos emplear con él debe ser razonable, nunca desproporcionada ni absurda. Autoridad de los padres. Si queremos educar correctamente a nuestro hijo, los padres debemos tener autoridad. No es que me guste o no, es necesario para su educación. Para ello hay que saber mandar y nunca confundir autoridad con autoritarismo. Si los padres nos convertimos en unos amiguetes de nuestros hijos, no les podremos corregir. Los hijos deben amar, respetar y obedecer a los padres. El niño no nace sabiéndolo, hay que conseguirlo poco a poco. Por otro lado, los padres debemos hacernos dignos del respeto y del amor de nuestros hijos. Además, los padres tienen que estar de acuerdo con la educación del niño, si este principio no se consigue, el punto de partida será un caos y la educación del hijo, otro. Desde que el niño es muy pequeño ya se puede actuar sobre él, no hay que tener miedo. ¡Nos sorprendería la cantidad de cosas que un niño pequeño puede aprender¡ Al niño siempre hay que escucharle, eso le enseña a relacionarse y a hablar correctamente. Entre los 4-6 años, el niño le encanta aprender y le gusta hacer bien las cosas. De los padres depende aprovechar este momento y enseñarle con cariño y paciencia. Su equilibrio emocional, su correcto desarrollo intelectual, psíquico y afectivo, que aprenda buenos modales, depende de la atención de los padres al niño en estos años. En muchas ocasiones los malos modales de nuestro hijo, muchas veces son una forma inconsciente de llamar la atención, eso se resuelve dándole toda la atención que necesite y dedicándole tiempo. Si queremos que hable con corrección, hay que hablarles correctamente, nunca deformando nuestro lenguaje como si fuese bebé. El lenguaje que debemos utilizar con él debe ser sencillo y preciso, sin tener ningún miedo a usar un vocabulario tico para que él aprenda. No hace falta gritarle para que obedezca, si le acostumbramos a ello, cada vez tendremos que gritar más y nos seguirá haciendo el mismo caso. Por último, no se nos pueden olvidar algunas cosas importantes. Jugar con ellos es la mejor forma para que aprendan y la mejor manera de desarrollar sus hábitos de convivencia. Hay que dejarle hacer todo lo que él pueda hacer, nunca hacer estas cosas por él para terminar antes. No hay que dejarle ver la televisión demasiado tiempo por muy descansado que sea para los padres. No hay que corregirles continuamente, el niño se agobiará. Y no podemos pretender fabricar “genios de laboratorio”, esta educación va encaminada a niños normales, y los padres no tenemos derecho a hacer experimentos peligrosos en la educación de nuestro hijo.