EVALUACIÓN DE LA TOLERANCIA AL RIESGO DE LOS INVERSORES A TRAVÉS DE UN CUESTIONARIO Abstracto: La evaluación de la tolerancia al riesgo de los inversores por las empresas de inversión es un tema crucial, tanto para los reguladores como para la industria. Los estudios económicos y psicológicos han identificado un conjunto de factores que afectan a las preferencias de riesgo, a la percepción de los individuos y a una serie de características que hacen del cuestionario una herramienta eficaz para la obtención del perfil de riesgo. Este estudio analiza los cuestionarios utilizados por una muestra representativa de los intermediarios italianos en el cumplimiento de las obligaciones de idoneidad dictadas por la Directiva sobre Mercados de Instrumentos Financieros (MiFID). A la luz de los estudios económicos y psicológicos se revisa la forma en la que los cuestionarios están estructurados, teniendo en cuenta tanto su contenido como su redacción. En cuanto a contenido varias limitaciones afectan a los cuestionarios: Las preguntas utilizadas para evaluar los conocimientos y la experiencia de inversión del cliente son pobres, a menudo se basan en la autoevaluación de los individuos y no están dirigidas a verificar la familiarización con las nociones básicas como la relación entre riesgo y rentabilidad esperada y la diversificación de la cartera. Además, la "medición" de la actitud ante el riesgo casi siempre se superpone a la identificación del período de tenencia y el objetivo de la inversión, en contraste con la sugerencia de los estudios que indican que estos puntos deben ser cubiertos de forma independiente ya que se ven afectados por diferentes factores. La forma en la que las preguntas obtienen la tolerancia al riesgo no controla esos sesgos cognitivos y conductuales que podrían inducir respuestas erróneas. En cuanto al texto, las preguntas son a menudo vagas, ambiguas y usan un lenguaje complejo con pocas probabilidades de ser entendido. Contenido Introducción 1 La tolerancia al riesgo y las preferencias intertemporales 1.1 El paradigma de la utilidad esperada 1.2 El marco de las finanzas del comportamiento 1.3 La contribución de la neurociencia 2 Evaluación de la tolerancia al riesgo y las preferencias intertemporales de riesgo 2.1 Revisión de la literatura Las herramientas económicas Herramientas psicológicas 2.2 Diseño de un cuestionario 3 Contenidos del cuestionario según la MiFID: una comparación con la literatura 3.1 Conocimientos y experiencia de los clientes 3.2 Situación financiera 3.3 Objetivos de inversión Tiempo de tenencia Propensión de riesgo y el perfil de riesgo Objetivo de la inversión 4 El punto de vista reglamentario 5 Los cuestionarios utilizados por empresas de inversión italianas: evidencia de su validez y fiabilidad 5.1 Cómo se estructuran y administran los cuestionarios 5.2 Análisis de los cuestionarios Contenido Validez y fiabilidad 6 Conclusiones Bibliografía Apéndice Introducción: La evaluación de la tolerancia al riesgo de los inversores por empresas de inversión es un tema crucial, tanto para los reguladores como para la industria. En efecto, el legislador MiFID incluye la propensión al riesgo del cliente y el perfil de riesgo entre la información que los intermediarios deben obtener para cumplir con el requisito de idoneidad al proporcionar asesoramiento financiero o de gestión de carteras. La obtención correcta de la tolerancia al riesgo también podría ser considerada como una oportunidad para las empresas de inversión, ya que pueden mejorar en eficiencia y competitividad. La identificación precisa de la actitud ante el riesgo del cliente permite que se construyan relaciones sólidas y evita la desconfianza de los clientes inducida por la recesión económica. La herramienta utilizada por los intermediarios para evaluar la actitud ante el riesgo es el cuestionario, que también recoge información sobre la situación socio-demográfica del cliente, su situación financiera, objetivos de inversión, el periodo de tenencia de la inversión, etc. Las evidencias recogidas hasta ahora muestran que los cuestionarios se ven afectados por serias limitaciones, incluso en los países anglosajones, donde el asesoramiento financiero tiene una tradición enraizada. En particular, la misma persona puede estar perfilada de manera diferente por distintos cuestionarios, el comportamiento de riesgo real correspondiente a las opciones de inversión observadas no siempre refleja la tolerancia al riesgo medida por el cuestionario. Ambas cuestiones señalan un amplio margen de mejora en los instrumentos de evaluación utilizados por los intermediarios. Una serie de reguladores europeos ya han tomado iniciativas en este sentido. La Autoridad de Mercados Financieros francesa (AMF) publicó un estudio que sugiere un método de medición cuantitativa, mientras que la autoridad británica (FSA) y la AEVM publicaron directrices que, sin examinar la cuestión de medición de tolerancia al riesgo en detalle, cubren el tipo de información que debe ser recogida y los procedimientos que han de ser establecidos para el proceso de evaluación de idoneidad. La noción de riesgo es otro campo fundamental en la medición de la tolerancia al riesgo. La teoría financiera clásica se refiere a una medida objetiva, que se puede cuantificar a través de métodos estadísticos apropiados y la resume en un solo parámetro (varianza, reducir el tamaño de los riesgos, la beta CAPM, etc.). Por otro parte, las finanzas del comportamiento hacen referencia a una noción subjetiva: sus componentes, relacionados ambos a los rasgos psicológicos específicos y a la esfera emocional, pueden prevalecer sobre los mecanismos de percepción del riesgo cognitivo y hacer las medidas de riesgo estándar menos eficaces. Está claro, por tanto, que ante tal complejidad, se necesita una amplia gama de herramientas para evaluar la tolerancia al riesgo. Estas herramientas deben ser capaces de combinar las sugerencias de los estudios económicos clásicos con las indicaciones del comportamiento de las finanzas y de la psicometría, la ciencia de la medición de la magnitud psicológica. Este estudio analiza los cuestionarios utilizados por una muestra de 20 intermediarios italianos, a la luz de las indicaciones de los estudios económicos y psicológicos, con el objetivo de identificar las principales deficiencias y posibles mejoras. No obstante, el objetivo es proponer un cuestionario estándar y en este sentido se diferencia del estudio publicado por la autoridad francesa, la AMF. El trabajo se organiza de la siguiente manera. El apartado 2 describe brevemente las aportaciones de la teoría económica neoclásica desde el comportamiento de las finanzas y de la neurociencia sobre el tema de la tolerancia al riesgo y las preferencias intertemporales. A continuación, en el apartado 3, una revisión de los instrumentos económicos y psicológicos que se han aplicado para medir la tolerancia al riesgo y estructurar un cuestionario. El apartado 4 compara las indicaciones de la MiFID en la evaluación de la idoneidad con las ideas de la teoría económica. Las iniciativas de la AMF, la FSA y la ESMA sobre evaluación de idoneidad se examinan en el párrafo 5. El trabajo termina con un análisis de los cuestionarios utilizados por una muestra de los intermediarios italianos, centrándose en la forma en la que los cuestionarios son desarrollados y administrados, su contenido, el diseño, la estructura y la redacción. 1 La tolerancia al riesgo y las preferencias intertemporales 1.1 El paradigma de la utilidad esperada La teoría de la elección de la cartera clásica se basa en la asunción de la racionalidad. Los individuos maximizan su utilidad dada una restricción presupuestaria (la racionalidad del proceso), las decisiones se basan en las preferencias existentes, estables y consistentes (la racionalidad de las preferencias) y se realizan después la adquisición y el procesamiento, de acuerdo con la teoría de la probabilidad, de toda la información disponible (la racionalidad de las percepciones). Las opciones bajo incertidumbre, al igual que las opciones de inversión, se modelan en el marco de la Teoría de la Utilidad Esperada (EUT). Muy brevemente, la EUT afirma que los individuos eligen entre las perspectivas de riesgo o de incertidumbre mediante la comparación de sus valores de utilidad esperados, es decir, las sumas ponderadas obtenidas mediante la adición de los valores de utilidad de los resultados multiplicados por sus respectivas probabilidades. Este marco abarca las preferencias de los individuos adversos al riesgo, amantes al riesgo o neutrales al riesgo. Una vez que se ha especificado la función de utilidad, la actitud ante el riesgo se puede medir a través de las conocidas medidas de Arrow-Pratt de absoluta y relativa aversión al riesgo. El modelo de varianza media, el cual es la base de la teoría moderna de cartera, es consistente con el marco de utilidad esperada sólo bajo supuestos restrictivos de utilidad cuadrática o normalidad de los rendimientos aleatorios. Aunque analíticamente tratables, las preferencias cuadráticas tienen varios inconvenientes al exhibir la creciente aversión al riesgo absoluto en la riqueza y la visualización de la utilidad marginal negativa después de un cierto nivel de riqueza finita. Para superar estas implicaciones inverosímiles se han utilizado especificaciones alternativas al tener propiedades más realistas. El modelo "básico" de utilidad esperada se puede extender a lo largo de varias dimensiones. En primer lugar, la aversión al riesgo puede variar con antecedentes de riesgo, por ejemplo con el riesgo relacionado con el capital humano que no puede ser cubierto. Al crecer los antecedentes de riesgo, la propensión a invertir en activos de riesgo disminuye, lo mismo ocurre cuando aumenta en la correlación entre el capital humano y los rendimientos de los activos financieros. Otra extensión que hace el modelo más realista es la introducción de las restricciones de liquidez y los costes de transacción. En un contexto dinámico, las restricciones de liquidez aumentan la aversión al riesgo, ya que reducen la capacidad de moderar el consumo con el tiempo. También los costes de transacción disuaden la participación en el mercado de valores si estos, son costes de entrada fijos, pero el efecto es ambiguo si los costes son variables. También la composición de los hogares puede afectar significativamente a las decisiones de la cartera. En el marco de utilidad esperada, para un determinado ingreso per cápita, las familias numerosas deben mostrar una mayor exposición al riesgo debido a un efecto de compartir los riesgos. Al pasar de un modelo estático a un modelo dinámico, el horizonte temporal y, por lo tanto, la edad del inversor, adquieren relevancia. En un problema de dinámica, la medida de la actitud al riesgo recoge la aversión a la riqueza y fluctuaciones del consumo en el tiempo. En general, la relación entre la edad, la aversión a las fluctuaciones de la riqueza y la composición de la cartera, es ambigua si no se cumplen ciertos supuestos sobre las propiedades de la función de utilidad. Por último, bajo el marco clásico de utilidad, las decisiones intertemporales han sido analizadas a través de la utilidad descontada. Este modelo supone que la gente de manera exponencial descuenta el valor de los resultados de acuerdo a cómo de atrasados están en el tiempo. Las opciones son, por tanto, dinámicamente consistentes, es decir, las preferencias entre dos alternativas de consumo en dos puntos en el tiempo dependen sólo del intervalo de tiempo absoluto que las separa. Teniendo en cuenta un determinado horizonte temporal, si se prefiere una inversión sobre otra, siempre será preferida de esta manera; adicionalmente, si alguien es indiferente a dos alternativas que están separadas por un intervalo de tiempo determinado, siempre serán indiferentes, incluso si dado el mismo intervalo ambas se trasladaran hacia atrás o hacia adelante en el tiempo. 1.2 El marco del comportamiento de las finanzas El comportamiento de las finanzas se basa en observar que las decisiones individuales bajo incertidumbre contradicen sistemáticamente el supuesto de racionalidad en que se basa la teoría clásica. De hecho, la gente es incapaz de procesar la información disponible correctamente, sino que se basan en la heurística, es decir, reglas que permiten dar solución a problemas complejos y hacer rápidamente juicios. Además, algunos rasgos psicológicos tales como el exceso de confianza, aversión a las pérdidas, etc., hacen el contexto de las preferencias individuales dependientes, violando así el supuesto de racionalidad de las percepciones. Estos factores llevan a la gente a cometer errores sistemáticos en sus intentos de maximizar sus preferencias. El comportamiento financiero argumenta que la psicología cognitiva se puede utilizar para explicar las desviaciones observadas desde la racionalidad completa (llamadas anomalías). Los economistas conductuales parten de la noción del riesgo objetivo mediante el apoyo a la idea de que el riesgo es multidimensional y se ve afectado por factores emocionales, limitaciones cognitivas y rasgos psicológicos. Elementos tales como sentimientos, pavor, conocimiento, confianza, optimismo, exceso de confianza... hacen que la percepción del riesgo difiera del riesgo objetivo medido por eruditos de finanzas estándar. Otros factores relevantes destacados por la investigación empírica y experimental incluyen el llamado efecto de certidumbre, que sobrestima o subestima la probabilidad asociada a un caso posible, aun cuando se sabe y ninguna estimación es requerida; el género y el estado civil, el punto de referencia inicial utilizado por los individuos para evaluar opciones de inversión, el formato en que se presenta una situación o decisión (framing), las asimetrías en las evaluaciones de las pérdidas y ganancias, y los resultados de las decisiones anteriores (Cuadro 1). La tolerancia al riesgo también varía según el contexto; la gente puede apreciar riesgo en sus actividades de ocio pero huir de él al tomar decisiones financieras. Por lo tanto, la actitud real de las personas a un riesgo financiero debe ser medida de forma explícita en el contexto económico. Incluso en el contexto económico las personas pueden presentar diferentes actitudes hacia el riesgo en función de la forma en que enmarcaron sus activos y sus opciones. De hecho, ha sido ampliamente documentado que las personas tienden a codificar, clasificar y evaluar los resultados económicos en función de la “cuenta mental” en cuestión, es decir, sobre si los bienes provienen de ingresos actuales, de la riqueza actual o de ingresos futuros y en las necesidades para las que esa cuenta esté configurada. Las cuentas son en gran parte no fungibles y el comportamiento de cada cuenta es diferente (Thaler, 1985 y 1989). Una cuenta mental es objeto de varios sesgos. Por ejemplo, el llamado "efecto del dinero de casa" predice que los inversores estarán más dispuestos a comprar acciones de riesgo después de haber experimentado una ganancia; dado que todavía no consideran ser dueños del beneficio, están dispuestos a tomar más riesgos con él. Por otro lado cada vez que una cuenta mental detecta una pérdida, los individuos pueden exhibir una mayor aversión al riesgo o ser alentados a asumir mayores riesgos con la esperanza de poder recuperar el importe inicial (efecto de "cubrir los gastos"). En otras palabras, las oportunidades que permitan a los individuos cubrir los gastos pueden llegar a ser más atractivas. La superación de estos prejuicios puede ayudar a los inversores a beneficiarse más a largo plazo (Thaler y Johnson, 1990). La contabilidad mental tiene mucho en común con la pirámide de inversión, a menudo recomendada por los planificadores financieros. Según este enfoque, las asignaciones de cartera se pueden representar como una pirámide cuya capa inferior se llena con los activos más seguros para alcanzar los objetivos más importantes del cliente, mientras que las capas superiores se asignan para inversiones progresivamente más arriesgadas para objetivos menos críticos del cliente hasta que completar la cartera. Las capas son segmentos de cartera, es decir, cuentas mentales. Cada uno destinado a cumplir con los objetivos específicos en función de si se satisfacen las necesidades de seguridad o la necesidad de "potencial" (Shefrin, 2000). Este enfoque es fácil de entender y de manera intuitiva parece "responsable". Puede, sin embargo, conducir a una estrategia de inversión en general deficiente. Al segmentar sus activos, el inversor no podrá tener en cuenta las correlaciones entre estos activos y puede tomar demasiado riesgo o ser excesivamente conservador. Por último, las finanzas conductuales, ha señalado que decisiones intertemporales presentan diversas anomalías que no pueden conciliarse con la teoría de la utilidad descontada. La tasa de descuento, de hecho, no parece ser estable, sino que depende del contexto (situación económica personal, la situación política, la situación macroeconómica, etc.) y del nivel de riqueza. Por otra parte, los sujetos sobrestiman la paciencia en un futuro lejano, dando lugar a la inversión de preferencias a medida que pasa el tiempo. En otras palabras, al considerar dos opciones intertemporales con el mismo intervalo de tiempo entre dos recompensas alternativas, los individuos tienden a ser impulsivos con el problema más cercano a la actualidad, al preferir la pequeña recompensa inmediata, y ser más pacientes con el problema en el futuro lejano, al preferir las recompensas más grandes con retraso. Este comportamiento se representa mejor a través del modelo de descuento hiperbólico, lo que puede explicar diversos comportamientos problemáticos, como la pérdida de autocontrol o una precipitación por la fecha tope debida a la procrastinación. Para contrarrestar la inconsistencia dinámica, la gente puede pre-comprometerse con alternativas "virtuosas". Sin embargo, cuando el compromiso "voluntario" no es suficiente, puede ser necesaria la intervención pública. Para elecciones de planes de pensiones, por ejemplo, la pertenencia por defecto de los planes de pensiones de empleo ha demostrado ser eficaz en asegurar que la gente ahorre para la jubilación (por supuesto sigue siendo posible optar explícitamente por no hacerlo). Cuadro 1 La percepción y la actitud ante el riesgo de acuerdo con el comportamiento de las finanzas La percepción del riesgo puede verse afectada tanto por los aspectos afectivos como por los cognitivos. Como se muestra en los resultados experimentales; la gente, rara vez percibe el riesgo como una medida objetiva, sino como una cuestión subjetiva (Mertz, Slovich y Purchase, 1998; Ganzach, 2000; Slovic, 2000). En cuanto al componente emocional, Loewenstein et al. (2001) acuñó la expresión "riesgo como sentimiento" para resumir la idea de que las decisiones bajo riesgo e incertidumbre se basan no sólo en una evaluación "cognitiva/racional" del riesgo, sino también en una respuesta afectiva. Cuando la evaluación racional y la respuesta emocional son diferentes, esta última normalmente prevalece. Además, los cambios en la distribución de probabilidades parecen afectar sólo al componente racional. La percepción del riesgo también puede ser sensible a los juicios positivos o negativos basados en asociaciones mentales que no tienen nada que ver con la evaluación económica o financiera (MacGregor et al. 2000). Los problemas cognitivos se relacionan con la forma de recopilar y procesar la información y pueden estar distorsionados por la heurística (la familiaridad, la disponibilidad, el anclaje), los efectos de marco, los rasgos psicológicos como el optimismo y el exceso de confianza. En cuanto a la heurística, las personas puede que consideren las acciones con mayor cobertura en los medios de comunicación (por ejemplo, las acciones más conocidas) como seguras independientemente de sus características de rentabilidad/riesgo. El efecto de formulación hace a las preferencias de riesgo dependientes del contexto. Puesto que cualquier problema puede ser descrito de varias maneras diferentes, situaciones parecidas pueden abordarse de maneras distintas. Por ejemplo, cuando una decisión se enmarca en términos de posibles ganancias, las personas se vuelven adversas al riesgo. A la inversa, cuando la misma decisión se describe en términos de posibles pérdidas las personas se convierten en amantes del riesgo, ya que están más dispuestas a aceptar una mayor volatilidad con el fin de limitar las pérdidas (Olsen, 1997). Este comportamiento refleja la actitud individual de ser adverso al riesgo en el dominio de las ganancias y un amante del riesgo en el dominio de las pérdidas. Esto se debe también a la aversión a la pérdida, es decir, la tendencia de las personas a preferir encarecidamente evitar pérdidas que adquirir ganancias. Algunos estudios sugieren que las pérdidas son dos veces más potentes, psicológicamente, que las ganancias. La aversión a perder puede causar inercia, a menudo con consecuencias negativas, y también puede alentar cortoplacismo (también llamado aversión miope de la pérdida). En cuanto a los rasgos psicológicos, el optimismo y el exceso de confianza aumentan las previsiones sesgadas y por lo tanto mayor asunción de riesgos. Esto implica que para poder medir la tolerancia al riesgo también debemos medir lo optimistas y lo excedidas de confianza que son las personas (Nosic y Weber, 2010). Un rasgo psicológico adicional que afecta a la percepción del riesgo es el efecto de certidumbre. Una serie de experimentos han demostrado que las personas asignan importancia desproporcionada a la certeza. Los cambios en la probabilidad cuentan más si conllevan la eliminación de riesgos, y “nada más”, en lugar de simplemente reducirlos. En otras palabras, un cambio en la probabilidad del 100% al 90% es más significativo que un cambio del 50% al 40%. Esta preferencia tiende a hacer que la gente crea en cosas que sólo son probables, y a subestimar e incluso ignorar las cosas que son improbables (o que tienen poca probabilidad o suceso). En resumen, eventos considerados "poco probables" son considerados simplemente imposibles. Este proceso de simplificación está vinculado a la dificultad en la conceptualización de las diferencias en la probabilidad de que los valores se consideren contiguos (eventos con probabilidades del 70%, 80% y 90% respectivamente pueden ser percibidos como eventos que no son seguros, pero, sin embargo, igualmente probables). A diferencia de los desafíos que se enfrentan en la teoría estándar, el efecto de certidumbre es cuestionado por: los errores de los valores distorsionados de probabilidades objetivas, los cuales dependen del valor de las mismas probabilidades. Es decir, que una vez que las probabilidades se han ponderado de una manera no lineal de acuerdo a su "posición" en el intervalo (0,1), el efecto de certidumbre introduce una distorsión en el proceso de toma de decisiones, que es diferente de y adicional, a la que deriva de los errores de cálculo de probabilidad, porque se manifiesta incluso cuando se conocen las probabilidades (y por lo tanto, no necesitan ser estimados). Otro factor que distorsiona la percepción del riesgo es la tendencia a medir las pérdidas y ganancias relativas con un punto de referencia, que puede ser la riqueza inicial, precios de las acciones en un cierto punto en el tiempo, la experiencia, etc. Este aspecto es una desviación de la teoría de la utilidad esperada y puede dar lugar a una inercia perjudicial. La percepción y la asunción de riesgos, finalmente, parecen diferir en gran medida por el género. Generalmente, las mujeres son más prudentes al tomar decisiones de inversión y, como consecuencia, parecen ser mucho más propensas que los hombres a recibir consejos orientados hacia productos de menor riesgo (Eckel y Grosmann 2002; Merrill Lynch, 1996). Las diferencias de género, sin embargo, parecen más pronunciadas entre las personas solteras. Una pareja casada alcanza un "término medio", influenciándose y equilibrándose entre sí de acuerdo a las dinámicas de las que, según se detalla en algunos estudios recientes, dependen de la distribución de la riqueza financiera en la familia, la profesión y el nivel educativo de los cónyuges (Gilliam et al., 2010). 1.3 La contribución de la neurociencia La “neuroeconomía” estudia el comportamiento económico mediante el análisis de cómo funciona la mente humana y, en particular, qué áreas neuronales se activan cuando se toman ciertas decisiones, como las condiciones de incertidumbre. Experimentos “neuroeconómicos” confirman las anomalías sistemáticas observadas por los eruditos de finanzas conductuales al mostrar que ciertas situaciones siempre estimulan las mismas áreas neuronales y por lo tanto las mismas respuestas. Por ejemplo, centrarse únicamente en una ganancia monetaria puede activar áreas cerebrales que alteran la percepción de la rentabilidad-riesgo a favor de la primera. Por otra parte, mientras que la ganancia esperada se percibe de inmediato, la probabilidad correspondiente se calcula después, así que cualquier cambio en la probabilidad da lugar a respuestas tardías con respecto a las respuestas provocadas por los cambios en la ganancia. La aversión a la perdida también parece estar impulsada por las áreas neuronales que procesan los sentimientos negativos, como la ansiedad y el miedo, y realiza elecciones actuales que derivan de experiencias pasadas. Los datos experimentales, por ejemplo, han demostrado que las personas más saludables evitan el riesgo tras sufrir una serie de pérdidas financieras. Sin embargo, los individuos con las amígdalas dañadas tenían una falta de aversión a las pérdidas a pesar de que tenían niveles normales de la aversión al riesgo general (Motterlini, 2010). La “neuroeconomía” ha explorado también decisiones intertemporales. La inconsistencia dinámica parecería ser desencadenada por la interacción de varias áreas del cerebro que identifican prioridades en conflicto, lo que lleva a un comportamiento que, como ya se ha señalado, se puede representar a través del descuento hiperbólico. 2 Evaluación de la tolerancia al riesgo y las preferencias intertemporales de riesgo Este párrafo contiene una revisión de las herramientas que pueden utilizarse para obtener la tolerancia al riesgo. Antes de continuar, debemos definir "tolerancia al riesgo", "preferencias de riesgo" y "actitud ante el riesgo". Estas expresiones son, de hecho, a menudo usadas indistintamente en el debate académico y la industria, pero a efectos de este estudio, y a menos que se indique lo contrario, la tolerancia al riesgo se entenderá como la combinación de preferencias de riesgo, definidas (i) en relación a las características de riesgo y rendimiento de una opción de inversión y (ii) con respecto a la actitud ante el riesgo, es entendida como el conjunto de componentes emocionales y psicológicos que afectan la percepción y reacción al riesgo de un individuo y, por tanto, su capacidad emocional para asumir riesgos. 2.1 Revisión de los estudios Las herramientas que se utilizan para obtener la actitud de riesgo y la actitud de preferencias a lo largo del tiempo se pueden dividir en dos categorías. En primer lugar: basándose en la medición económica/cuantitativa, empates en el marco teórico de la economía clásica y/o del comportamiento de las finanzas y de la economía experimental. La segunda categoría se basa en: la psicología y la psicometría, es decir el campo de estudio el cual trata la teoría; y las técnicas de medición psicológica, que incluye la medición de conocimientos, habilidades, actitudes y rasgos de personalidad (las llamadas construcciones). Las herramientas económicas El enfoque económico/cuantitativo está basado en técnicas de análisis cuantitativo a partir de la especificación de una función de utilidad y en la estimación de los parámetros para dicha función. Estos parámetros corresponden a la aversión al riesgo y a una tasa de descuento subjetiva. La estimación utiliza los datos recopilados a partir de experimentos controlados, o desde un entorno no controlado (los llamados datos de campo; recogidos, por ejemplo, a través de la web), o dando un cuestionario a una muestra de personas (datos de la encuesta). En un experimento controlado, la gente hace elecciones hipotéticas en un contexto diseñado apropiadamente con el fin de comprobar la validez de una teoría, también descartando los factores externos e irrelevantes. Con el fin de obtener resultados fiables se les da incentivos a la gente, que ayudan a simular las condiciones de la vida real. Una de las herramientas más populares es el Precio de Lista Múltiple (MPL) por Holt y Laury (2002). Las personas que responden hacen una serie de elecciones consecutivas entre dos resultados (es decir, loterías/opciones arriesgadas), donde el valor esperado de una, aumenta de resultado en una tasa más alta que la otra. El punto en el cual un individuo cambia de elegir uno de los resultados al otro se utiliza a menudo como una medida de la aversión al riesgo. Este método también se puede utilizar para revelar las preferencias a lo largo del tiempo, haciendo que la gente escoja de forma consecutiva entre dos pagos disponibles, ya sea inmediatamente o en una fecha futura (este último siendo más alto que el anterior). Una vez más, el punto de conmutación se usa para estimar el descuento intertemporal individual o tasa. Menon y Perali (2011) dieron una MPL de Holt y Laury a un grupo de estudiantes universitarios y de escuela secundaria para calcular su aversión al riesgo y la tasa de descuento subjetiva. Según los autores, esta metodología también podría ser utilizada por empresas de inversión para perfilar a sus clientes, siempre que unos cuantos dispositivos se pongan en marcha. En particular, teniendo en cuenta que la tolerancia al riesgo y el grado de impaciencia son muy dependientes del contexto, el marco en el que se "perfila" debe ser circunscrito tanto como sea posible. Además, los ingresos individuales y la riqueza deben ser evaluados con la mayor precisión posible, ya que se relaciona estrechamente con las preferencias de riesgo y de tiempo. El nivel de aversión al riesgo y la tasa de descuento subjetiva, por último, se deberían actualizar siguiendo cambios en las condiciones económicas y la composición del hogar, los cuales pueden afectar a las preferencias individuales. Otro estudio que se basa en la evaluación cuantitativa de la actitud ante el riesgo es el ASSB (2009). Los autores dieron a los clientes de tres bancos italianos un cuestionario que combina cuestiones económicas y psicológicas. Se les pidió elegir entre los valores que tienen diferentes características de rentabilidad-riesgo, y entre los valores de riesgo y un contrato de seguro con una cantidad garantizada a vencimiento. Las respuestas se utilizaron para estimar la aversión al riesgo de asumir una función cuadrática de la utilidad. Las cuestiones psicológicas implicaron actitud ante el riesgo, ambas en relación a los contextos externos a las decisiones de inversión y con respecto a las cuestiones económicas hipotéticas, relativas a heredar o ganar una gran suma de dinero. Los autores muestran que este tipo de cuestionarios pueden ser considerados como válidos, fiables y también para ser usados por empresas de inversión. Herramientas psicológicas La psicología y la psicometría proporcionan varias herramientas para encuestar rasgos psicológicos, sobre todo en lo que se refiere a la actitud para tomar riesgos y el grado de impaciencia/impulsividad. La "escala de búsqueda de sensaciones", desarrollada por Zuckerman en la década de 1960 es un cuestionario diseñado para medir la cantidad de estimulación que una persona requiere y el grado en que él/ella disfruta de la emoción. Se puede utilizar para evaluar la actitud de las personas para la toma de riesgos mediante la exploración de las experiencias pasadas y sus intenciones con respecto al futuro. Otra herramienta, originalmente propuesta por Bechara et al. (1994), es el Iowa Gambling Task (IGT). Los participantes se presentan con 4 bandejas virtuales de tarjetas en una pantalla de ordenador. Se les dice que cada vez que eligen una tarjeta ganarán algo de dinero, sin embargo, la elección de una tarjeta también puede causar la pérdida de dinero. El objetivo del juego es ganar tanto dinero como sea posible. Las bandejas difieren unas de otras en el número de intentos sobre la cual se distribuyen las pérdidas. Así, algunas bandejas son "malas", y otras bandejas son "buenas", porque algunas conducen a pérdidas en el largo plazo, y otras darán lugar a ganancias. Las personas sanas, al evocar las emociones relacionadas con eventos pasados se benefician de la experiencia pasada y, después de un cierto número de intentos, aprenden a quedarse con las buenas bandejas. Los pacientes con disfunción de la corteza orbitofrontal (OFC), sin embargo, continúan a perseverar con las malas bandejas, a veces, a pesar de saber que están perdiendo dinero en general. La medición simultánea de la respuesta galvánica de la piel muestra que los participantes sanos muestran una reacción de "estrés" al mirar las malas bandejas después de sólo 10 intentos, mucho antes de tener una sensación consciente de que las bandejas son malas. Por el contrario, los pacientes con disfunción OFC nunca desarrollan esta reacción fisiológica a un castigo inminente. Bechara y sus colaboradores explican estos resultados en términos de la hipótesis del marcador somático. Este enfoque, aplicado a los procesos de toma de decisiones de inversión, permite a alguien obtener una medida objetiva de la aversión al riesgo de las personas a través de la medición de las señales somáticas (como, por ejemplo, cambios en la presión arterial y la respuesta galvánica de la piel) experimentadas por ellos al hacer la elección. Tal medida no sesgada, se puede comparar con la actitud autoevaluada de riesgo de los individuos y su actitud ante el riesgo real, según se desprende de decisiones de la vida real. Lucarelli y Brighetti (2010 y 2011) han demostrado, en un entorno experimental, que las diferencias entre estas medidas dependen de: las características sociodemográficas de los entrevistados, la autoconfianza, la dificultad en la representación de uno mismo, la imagen que la gente quiere proyectar a otros, y la rentabilidad esperada asociados a una determinada auto representación. Por otra parte, como ha señalado (Lucarelli, 2011), la gente tomaría riesgo financiero basándose en la autoevaluación en lugar de la tolerancia emocional del riesgo. Esto no excluye, sin embargo, que en circunstancias excepcionales de crisis o de burbujas en los mercados financieros, las emociones como una especie de factor dormido que despierta- podrían ganar ventaja, lo que lleva a la toma de riesgos excesivos. El impacto de este factor dormido dependerá del modelo de toma de decisiones individual, de la educación financiera y del esfuerzo en la recogida de información. En particular, la gente que toma decisiones basándose en las sugerencias de amigos, colegas y familiares también tiene bajos niveles de conocimiento financiero y se declaran con aversión al riesgo, a pesar de ser atraídos emocionalmente por ello. Las personas que toman decisiones de forma autónoma tienden a tomar más riesgos, mientras que los inversores que hacen uso de los servicios de asesoramiento parecen ser más equilibrados. La psicometría también proporciona criterios y herramientas de análisis para la definición de un cuestionario "fiable y válido". Una medida válida es aquella que mide no sólo lo que se pretende medir, sino que también es fiable cuando se calibra una construcción consistente a través del tiempo, las personas y las situaciones (Roszkowski et al, 2005.). La tolerancia al riesgo financiero depende de muchos factores, que deben ser objeto de reconocimiento por separado. Cordell (2001) clasifica estos factores en cuatro categorías: el conocimiento del riesgo; propensión al riesgo, con referencia a la noción de riesgo objetivo, es decir, al retorno del intercambio de riesgos que la gente está dispuesta a aceptar; actitud ante el riesgo en relación a la noción de riesgo subjetivo, es decir, la capacidad emocional para lidiar con la incertidumbre, y la capacidad de riesgo determinada por la situación económica actual y las perspectivas de ingresos. Un cuestionario válido distingue entre la actitud de riesgo, que es en realidad una construcción psicológica, y la capacidad de riesgo, que es, en cambio, asociada a la condición socioeconómica de las personas. Desde este punto de vista, las preguntas que conducen a una respuesta en función de la actitud tanto de los riesgos como la capacidad financiera no son válidas. La fiabilidad está vinculada al margen de error de la medición. Este margen depende de muchos factores, incluyendo la cantidad de preguntas que hay y la claridad con que se escriben. Cuanto menor sea el número de preguntas, menos fiable es el cuestionario, ya que una sola pregunta proporciona una contribución muy alta a la medición final, haciéndolo inestable. La claridad de las preguntas también es fundamental, especialmente con respecto a las opciones de inversión, un tema tan complejo que puede llevar fácilmente a malentendidos y confusión. La claridad se puede lograr a través de varios mecanismos, con referencia al diseño, la estructura, los tipos de preguntas, el lenguaje utilizado, etc. 2.2 Diseño de un cuestionario La estructuración de un cuestionario para el perfilado del cliente y la formulación de recomendaciones de inversión consiste en: elegir las herramientas para estudiar la tolerancia al riesgo y las preferencias de riesgo a través del tiempo, identificación de los elementos importantes, formulando preguntas sobre una o más variables correspondientes a cada ítem, y la formulación de las preguntas a ellos mismos. Elegir las herramientas va mano a mano con la definición de los elementos a ser medidos. En el caso de la tolerancia al riesgo, por ejemplo, haciendo hincapié en el componente cognitivo del proceso de toma de decisiones, lo que implica una mayor atención a la medición de las preferencias de riesgo y por lo tanto al enfoque económico/cuantitativo (entre otros, Hanna et al 1998;. Menon y Perali, 2011; De Palma y Picard, 2010). Por otro lado, si los factores emocionales se consideran más significativos que el componente cognitivo, la atención se dirige hacia las herramientas psicológicas. Esto se debe a las herramientas basadas en cantidades, como probabilidades; la pérdida máxima posible o la varianza no son válidas ya que son significativas sólo en lo cognitivo y no en la esfera emocional (Loewenstein et al., 2001). Las posiciones de compromiso son aquellas que sugieren una combinación de ambas herramientas y la definición de un indicador sintético (Roszkowski, 1992). En cuanto a la identificación de los elementos importantes, Cordell (2001) cita; como se mencionó anteriormente; la propensión al riesgo, actitud ante el riesgo, capacidad de riesgo y el conocimiento del riesgo. La actitud del riesgo está, a su vez, asociada por Cordell (2002) con seis categorías de preguntas relativas, respectivamente: clasificación de los objetivos de inversión, la elección de una opción de inversión a partir de un conjunto de alternativas hipotéticas, la elección de una combinación rentabilidad-riesgo de una serie de alternativas posibles, la ansiedad o la excitación asociada a las decisiones de inversión, identificación de la probabilidad de perder (ganar) en correspondencia con una cierta alternativa elegida y la identificación del rendimiento requerido para aceptar una combinación de probabilidades dada. Holzhauer y McLeod (2009) llegan a conclusiones similares, identificando cinco factores que explican la tolerancia al riesgo: actitud genérica de riesgos, capacidad de riesgo, aversión a la pérdida, el conocimiento del riesgo y preferencias de riesgo. Como la tolerancia al riesgo es una cantidad compuesta, un cuestionario válido debe medir cada artículo por separado: la evaluación de la respuesta en función de la actitud tanto de los riesgos como de la capacidad financiera, como ya hemos señalado, socava la validez de la medición. En general, la tolerancia al riesgo debe evaluarse separadamente de medir el conjunto de variables, como el horizonte temporal de inversión y objetivos de inversión, los cuales debe adquirir el intermediario para formular una recomendación de inversión. Confundir la medición de estas cantidades o, peor aún, centrar la atención exclusivamente en la medición del horizonte temporal y los objetivos financieros en lugar de la tolerancia al riesgo, haría que el cuestionario fuese una calculadora de la asignación de activos (Roszkowski et al., 2005). Con respecto a cada tema, también es necesario identificar las preguntas pertinentes, encontrar el equilibrio adecuado entre la fiabilidad (correlación positiva con el número de preguntas) y la necesidad de brevedad. En este sentido, las técnicas cuantitativas son de alguna ayuda, como el análisis de los factores o el alfa de Cronbach, los cuales permiten seleccionar las preguntas sobre la base de su importancia y la correlación con la cantidad a medir (Holzahuer y McLeod, 2009), por ejemplo, diseñaron un cuestionario de selección de un subconjunto de 25 preguntas de un grupo inicial de 115). El contenido de las preguntas son las sugeridas por la teoría y por la evidencia empírica encuestadas en el párrafo anterior. Como se mencionó anteriormente, algunas de las variables importantes pueden ser inventariadas con facilidad (por ejemplo, las características socio-demográficas tales como la raza, la edad, el género, área de residencia, el empleo, la composición del hogar, etc.), otras variables sólo son medibles con un cierto grado de aproximación (riqueza, ingresos), mientras que otras (como el exceso de confianza) sólo pueden establecerse mediante aproximaciones (en este ejemplo, a través de los géneros). La formulación de preguntas es un aspecto que requiere especial atención, ya que, como hemos visto, puede afectar a la fiabilidad del cuestionario. Las preguntas deben ser claras y comprensibles, por otra parte, deben contener los errores en la percepción de lo que podría ser manejado por los sesgos de comportamiento y las distorsiones cognitivas (ver Holzahuer y McLeod, 2009, para varios ejemplos sobre este punto). Cuadro 2 La evaluación de la actitud de riesgo a través de un cuestionario: perspectivas de las finanzas conductuales Las preguntas en un cuestionario deben estar formuladas para prevenir que cualquier distorsión perceptiva o cognitiva (como se destaca en las finanzas conductuales), perjudique las respuestas y afecte a su validez y fiabilidad. Algunos ejemplos son: Efectos de encuadre. Holzahuer y McLeod (2009) comprueban el efecto de encuadre que corresponde al denominado efecto de aislamiento. Mediante la eliminación de preguntas que dividen una elección en dos fases, impiden a los entrevistados simplificar el problema al hacer caso omiso de la primera etapa (y las probabilidades relacionadas) y tomando en cuenta sólo la segunda. Anclaje a la riqueza inicial. Holzahuer y McLeod (2009) consideran que la tendencia de las personas a evaluar opciones de inversión con respecto al posible impacto en su riqueza inicial y expresar esa rentabilidad esperada como un porcentaje de su punto de referencia, tal como la riqueza inicial o el precio de compra, haciendo uso de una expresión como: "Imagínese que usted recibe una cantidad equivalente al 50% de sus ingresos actuales...". Una formulación alternativa, que se utiliza en el ASSB (2009), contiene los posibles rendimientos de inversión de una cantidad X, no sólo en términos porcentuales, sino también en términos absolutos, que muestra, además, la figura de la riqueza final correspondiente a cada uno de los posibles resultados. También vale la pena mencionar el experimento hecho por Benartzi, Iyengar y Previtero (2007), que mostró que si el resultado de una opción de inversión en particular está representado de manera diferente, puede conducir a una decisión de inversión diferente. Los autores presentaron los diferentes planes de pensiones a un grupo de personas. Sobre la base de diversos tipos de cotización los activos finales totales de los planes de pensiones se presentaron al grupo de dos maneras: en la forma canónica como una cantidad de dinero, y en la forma del tipo de apartamento que podría ser comprado al jubilarse. La primera forma de representación animó a la gente a usar el razonamiento analítico, mientras que la segunda forma estimula el sistema afectivo-práctico del cerebro, ayudando a aumentar el conocimiento y la comprensión del plan de ahorro y, en consecuencia, la tasa de ahorro. Efecto de certidumbre. Holzahuer y McLeod (2009) comprueban el efecto de certidumbre, que propone cinco alternativas de respuesta a cada pregunta, ordenadas a lo largo de la escala Likert (totalmente de acuerdo, de acuerdo, incierto, en desacuerdo, totalmente en desacuerdo) y la asignación de un valor de 1 a 5. De esta manera, se hace referencia a dos supuestos que se encuentran en el centro de la escala Likert. En primer lugar, las respuestas son puntos en un continuo subyacente que expresa una cierta orientación hacia el tema de la pregunta. En segundo lugar, asumiendo que el orden sea idéntico para todos los entrevistados, la distancia entre las respuestas se toma como constante e igual. Efecto de la reflexión. Para mitigar el efecto de reflexión Holzahuer y McLeod (2009) asignan al azar una orden positiva o negativa a las posibles respuestas. 3. Contenido del cuestionario según la MiFID: una comparación con los estudios La Directiva 2004/39/CE (Mercado de Instrumentos Financieros, MiFID a partir de ahora) y la Directiva 2006/73/CE (la llamada Directiva de nivel 2) identifican la información que los intermediarios deben obtener cuando proporcionan asesoramiento de inversión o de gestión de carteras con el fin de evaluar la idoneidad de los instrumentos financieros que recomiendan a sus clientes. Dado que dicha información es, obviamente, un punto de referencia para el diseño de los cuestionarios utilizados por la industria, es interesante comparar las prescripciones MiFID con los elementos que son relevantes para la obtención de la tolerancia al riesgo de los individuos de acuerdo con la teoría económica y las finanzas conductuales. El artículo 19 (4) de la MiFID establece que los intermediarios deben obtener "el conocimiento del cliente potencial y experiencia en el ámbito de inversión correspondiente al tipo concreto de producto o servicio, su situación financiera y los objetivos de inversión del cliente". (TABLA de comparación de MiFID con los estudios que está en el pdf de la traducción) El artículo 34 (3) de la Directiva de nivel 2, además, sugiere que la "información sobre la situación financiera del cliente o posible cliente incluirá, cuando proceda, información sobre el origen y el nivel de sus ingresos periódicos, sus activos, incluyendo los activos líquidos, inversiones y bienes inmuebles, así como sus compromisos financieros periódicos", y el artículo 34 (4) establece que la" información sobre los objetivos de inversión del cliente o posible cliente incluirá, cuando proceda, información sobre la duración del tiempo durante el cual el cliente desea mantener la inversión, sus preferencias en relación con la asunción de riesgos, su perfil de riesgo y los efectos de la inversión". Y, por último, el artículo 37 (1) establece que la información respecto a un cliente, o el conocimiento de un cliente potencial, y experiencia en el campo de la inversión incluye: (a) los tipos de servicios, operaciones e instrumentos financieros con los que está familiarizado el cliente; (b) la naturaleza, el volumen y la frecuencia de las transacciones del cliente sobre instrumentos financieros y el periodo durante el cual se han llevado a cabo; (c) el nivel de la educación y la profesión o profesión anterior pertinente del cliente o posible cliente. La Tabla 1 resume la comparación entre los elementos que se consideran pertinentes por la regulación y los elementos que se consideran pertinentes por los estudios económicos y en particular por las finanzas del comportamiento. Los primeros son, de hecho, un subconjunto de este último, como se discutirá ampliamente a continuación. 3.1 Conocimientos y experiencia del cliente El primer elemento mencionado por la directiva se refiere a "los tipos de servicios, operaciones e instrumentos financieros con los que el cliente está familiarizado". El propósito de esta disposición es evaluar la capacidad del cliente para comprender los riesgos, en todas sus dimensiones, asociados a una determinada inversión y las consecuencias relacionadas con estos. Las preguntas diseñadas para evaluar el conocimiento de los instrumentos financieros específicos, sin embargo, pueden conducir a respuestas poco fiables si los inversores sobrestiman sus conocimientos financieros o son reticentes a admitir su ignorancia. La cultura financiera de los inversores italianos es, por lo general, bastante baja. Por lo tanto, es mejor evaluar el conocimiento del cliente y la comprensión de las nociones fundamentales, tales como la relación entre riesgo y rentabilidad, así como el principio de diversificación de riesgos. Sobre la base de estas respuestas, las preguntas referentes a los productos financieros específicos aún pueden ser útiles al evaluar no sólo un nivel más preciso de conocimientos financieros, sino también cuanta autoconfianza tiene el cliente. El segundo elemento que la MiFID sugiere con respecto a los conocimientos y la experiencia tiene que ver con: "la naturaleza, el volumen y la frecuencia de las transacciones del cliente sobre instrumentos financieros y el periodo durante el cual se han llevado a cabo", además de la experiencia, los resultados de las inversiones pasadas también pueden importar, tal y como se muestra en los estudios de las finanzas del comportamiento: más experiencia combinada con resultados positivos anteriores puede conducir a un exceso de confianza y optimismo y, por tanto, una mayor disposición a asumir riesgos, independientemente de la capacidad de riesgo del cliente. Por lo tanto, la evaluación del exceso de confianza y optimismo (o pesimismo) puede ser importante en la definición de una visión más clara de la percepción de la experiencia de su cliente. El tercer conjunto de información se refiere al "nivel de la educación y la profesión o profesión anterior pertinente del cliente o posible cliente". Estas son las únicas características sociodemográficas mencionadas por la normativa MiFID. Sin embargo, los estudios económicos sostiene que muchas otras características afectan las decisiones de inversión, tanto en términos de su impacto en la actitud ante el riesgo, así como las limitaciones de la capacidad de riesgo. Estas características se refieren a la edad del cliente, el género, la composición del hogar (actual y esperada), y la edad de jubilación prevista. 3.2 Situación financiera Bajo los términos de la directiva de aplicación, la información sobre la situación financiera del cliente podría incluir "información sobre el origen y el nivel de sus ingresos periódicos, sus activos, incluidos activos líquidos, inversiones y bienes inmuebles, y sus compromisos financieros periódicos”. Como los ingresos y la riqueza tienen un efecto significativo en la tolerancia al riesgo y son, evidentemente, esenciales para la evaluación de la capacidad financiera de un cliente, estas variables deben ser medidas con cierta precisión, lo que aumenta el grado de detalle y el tipo de información solicitada, con el fin de superar cualquier posible reticencia y para mitigar los errores consecuentes de medición. Por otra parte, al considerar los ingresos, podría valer la pena la obtención de los ingresos de toda la familia y no sólo los del individuo en concreto. De hecho, varios estudios empíricos muestran que el nivel y la distribución de los ingresos totales entre los miembros de la familia también afectan al gasto y a las inversiones elegidas por los individuos. Además, esta variable es útil a la hora de evaluar la estabilidad de los ingresos disponibles. En este sentido, los gastos significativos de la casa deben ser considerados (como el alquiler o la hipoteca, el número de niños, etc.), así como los factores que podrían tener un impacto sobre la regularidad de los ingresos (por ejemplo, una situación profesional particularmente difícil) y los factores que afectan a los antecedentes de riesgo, tales como la situación profesional y la zona donde vive el cliente. 3.3 Objetivos de inversión Periodo de tenencia El periodo de tenencia depende de muchos factores diferentes, incluyendo el retorno esperado objetivo, el grado de impaciencia del inversor (o el tipo de descuento subjetivo) y las necesidades previsibles de liquidez. Estos elementos deben ser evaluados para apreciar lo razonable que es dicho periodo de tenencia: un gran nivel de impaciencia, por ejemplo, podría dar lugar a expectativas de rentabilidad en el período de tenencia que no son realistas o al menos incompatibles con las condiciones de mercado y/o la tolerancia al riesgo del cliente y/o necesidades de liquidez. Propensión al riesgo y el perfil de riesgo La diferencia entre las preferencias de riesgo y el perfil de riesgo, como se ha mencionado por el regulador europeo, no está clara. Es razonable decir que la expresión "preferencias de riesgo" se refiere a la preferencia de una persona a invertir en un instrumento financiero con una característica de rentabilidad-riesgo dado (el llamado riesgo objetivo), mientras que la expresión "perfil de riesgo" se refiere a la capacidad emocional de alguien para asumir el riesgo (el llamado riesgo subjetivo). La legislación no da indicaciones sobre cómo medir estas variables. Su inclusión en la sección de objetivos de inversión, parece aceptar en la práctica el método prevaleciente en la industria que, como ya se ha señalado y criticado en los estudios, confunde y se superpone a la evaluación de la tolerancia al riesgo con la valoración de otros elementos en la formulación de una recomendación de inversión. Este método abre la posibilidad real de que la sección del cuestionario que en realidad debe ser diseñada para evaluar la tolerancia al riesgo será, en cambio, convertida en una calculadora de asignación de activos -una herramienta similar a un selector de cartera- ya utilizada por el intermediario. Como se mencionó anteriormente, la aversión a la pérdida puede desempeñar un papel fundamental en la determinación de la propensión al riesgo. Esta actitud, de hecho, junto con la tendencia a evaluar los resultados a corto plazo puede desalentar la inversión en acciones, ya que están más expuestas a las fluctuaciones del mercado y por lo tanto aumenta la probabilidad de pérdidas a corto plazo. Es importante, por lo tanto, comprender hasta qué punto, esta tendencia es significativa para un determinado cliente. Objetivo de la inversión Según la teoría clásica, las opciones de inversión individuales deben ser emitidas en un proceso de optimización global de la cartera. Tal como indica la evidencia experimental, sin embargo, muchos rasgos de comportamiento pueden tener un impacto sustancial en lo que los inversores consideran que es una cartera eficiente. La aversión a la pérdida y la contabilidad mental, interactúan con los objetivos de inversión y pueden llevar a los inversores a considerar la inversión como estrategias óptimas basadas, en primer lugar, en la distribución de la riqueza entre los objetivos de inversión; y segundo, en la definición de una estrategia de inversión óptima para cada objetivo de inversión por separado. La comprensión de cómo es la extrema aversión a la pérdida de cada persona, lo ambiciosos que son sus objetivos y cuáles son sus horizontes temporales puede ser relevantes en la evaluación de la actitud del individuo a la hora de adoptar estrategias de inversión más seguras o más arriesgadas. 4 El punto de vista regulatorio La debilidad de los cuestionarios utilizados por los intermediarios al perfilar clientes ha atraído la atención no sólo de los investigadores, sino también de una serie de autoridades de supervisión. En Europa, la Autoridad de los Mercados Financieros francesa (AMF) publicó un estudio que analizó una muestra de 14 cuestionarios utilizando como punto de referencia un cuestionario "estándar", basado en la medición cuantitativa de la aversión al riesgo definida consistentemente con las conclusiones de los estudios económicos (de Palma y Picard, 2010). Las pruebas obtenidas por la administración de dichos cuestionarios con una muestra de cerca de 1.500 personas indican que las herramientas utilizadas por los intermediarios no son fiables, dado que muy a menudo recopilan información irrelevante, es decir, información que no explica la actitud ante el riesgo. Por otra parte, perfilan a la misma persona de diferentes maneras, es decir, los perfiles obtenidos al dar diferentes cuestionarios para el mismo cliente, no son consistentes. Por razones políticas, el estudio sostiene que la herramienta de medición más apropiada de la actitud de riesgo es la cuantitativa. La Autoridad de Servicios Financieros (FSA) ha publicado una guía sobre la evaluación de la idoneidad a raíz de la preocupación planteada por el nivel de asesoramiento inadecuado (y la calidad de los servicios de gestión de clientes discrecionales) observado en el mercado (FSA, 2011). Como, explícitamente declarado por la Autoridad de Supervisión, el objetivo de la guía es ayudar a las empresas a mejorar las estándares por los que proporcionan asesoramiento de inversión a clientes minoristas, en lugar de prescribir un método para evaluar la actitud ante el riesgo de un cliente y hacer una selección de inversiones (cuadro 3). Por lo tanto, a diferencia de la AMF, la FSA se centra en cómo las empresas establecen y comprueban el nivel de riesgo de la inversión que los clientes minoristas están dispuestos y son capaces de tomar en el contexto más amplio de la evaluación de la aptitud general (que también incluye la clasificación de los instrumentos financieros y la formulación de recomendaciones de inversión) e identifica los principios muy generales que deben guiar la evaluación de la actitud ante el riesgo, que no es el enfoque de este documento. No sólo la FSA, sino también La Autoridad de Mercados y Valores Europea (ESMA) ha publicado recientemente directrices relativas a determinados aspectos de la evaluación de idoneidad. Dichas directrices detallan la información que el intermediario debe recopilar y definen los principios en los que deben basarse los procedimientos de asignación de clasificación del cliente y la asignación de clasificación de productos y bienes, sin centrarse en los métodos de evaluación de actitud ante el riesgo. Tras un principio de proporcionalidad, la ESMA recuerda que la cantidad de información a ser recolectada de los clientes sobre su perfil de riesgo, objetivos de inversión y capacidad financiera puede variar dependiendo de los productos y servicios ofrecidos, la cantidad invertida con respecto a la riqueza financiera de los clientes y el horizonte temporal de los clientes (Cuadro 4). Incluso en los Estados Unidos, la evaluación de la actitud de riesgo no ha llamado mucho la atención. En noviembre de 2010, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) aprobó la propuesta de la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera (FINRA, formalmente conocida como la Asociación Nacional de Agentes de Valores) para extender la aplicación de la regla de conocer a su cliente y la de idoneidad, previamente aplicada únicamente a los intermediarios y comerciantes asociados a todos los sujetos supervisados. En mayo de 2011, FINRA publicó directrices sobre las nuevas normas que, en julio de 2012, entraron en vigor. FINRA Regla 2090, la nueva regla de conocimiento de su cliente en su forma revisada por la SEC, requiere de intermediarios para usar una diligencia razonable a la hora de recoger y mantener información esencial del cliente. Regla NASD 2111, la nueva regla de idoneidad, establece que las empresas de inversión (agentes, distribuidores, etc) "deben tener una base razonable para creer que una transacción recomendada o estrategia de inversión que implica un valor o valores es adecuado para el cliente, basándose en la información obtenida a través de la diligencia razonable del miembro o persona asociada para determinar el perfil de inversión del cliente”. En cuanto a la información necesaria para clasificar el cliente, la norma establece una lista no exhaustiva que incluye la edad, las inversiones anteriores, la situación financiera, los compromisos financieros y las necesidades de liquidez, situación tributaria, objetivos de inversión y horizonte temporal, experiencia y grado de tolerancia al riesgo. Las directrices de FINRA especifican, sin embargo, que la información que figura en la Regla 2111 no siempre puede ser considerada suficiente o necesaria; las empresas, de hecho, no están obligados a solicitar y analizar toda la información que se indica si se puede discutir y documentar de manera razonable que uno o más elementos de la información no son relevantes. Las empresas pueden, por lo tanto, seguir un enfoque del riesgo basado en la determinación de la cantidad de información y qué información deben solicitar en función de la complejidad del valor recomendado o estrategia de inversión y/o los riesgos que implica. Cuadro 3 La orientación de la FSA en la evaluación de la idoneidad. La orientación de la FSA se basa en las pruebas recopiladas sobre los riesgos y debilidades de los planteamientos y las herramientas utilizadas por las empresas que ofrecen asesoramiento o servicios de inversión de gestión discrecional a los clientes minoristas. La Autoridad revisó 11 herramientas de perfiles de riesgo, y encontró que 9 de ellos eran tan débiles como para invalidar la clasificación de los clientes. Un fallo clave relacionado con la incapacidad de las herramientas utilizadas para recoger y contabilizar correctamente toda la información pertinente para evaluar el riesgo que un cliente está dispuesto y capaz de asumir. El número de preguntas era insuficiente, la redacción inadecuada, las opciones de respuesta pobres y, además, las herramientas tenían a menudo puntuaciones hipersensibles o atribuían ponderaciones inadecuadas a las respuestas. La FSA ofrece una serie de ejemplos de prácticas correctas. Las empresas deben asegurarse de que el proceso de evaluación del riesgo que un cliente está dispuesto y es capaz de asumir, considera la capacidad de un cliente ante la pérdida, interpreta adecuadamente respuestas de los clientes a las preguntas y de forma apropiada las ponderaciones de todas las respuestas. Por otra parte, el texto tiene que ser imparcial, claro y no engañoso. Las empresas también deben discutir el perfil de los clientes con los propios clientes, su seguimiento a través del tiempo y actualizarlo cuando sea necesario. Con un proceso de perfilado del cliente insatisfactorio, la FSA también observó debilidades fundamentales en cómo se describen las categorías de riesgo. Ciertas palabras y frases abiertas a la interpretación son utilizadas muy a menudo, el lenguaje es vago y/o contiene connotaciones emotivas o sentenciosas. Con respecto a este punto, la FSA sugiere que las empresas deben describir las categorías de riesgo utilizando descripciones resumidas, justas y equilibradas, viñetas detallando el riesgo de pérdida de capital asociado a un instrumento específico y figuras simples que muestren la variabilidad de la rentabilidad anual. Los procedimientos de asignación de activos, por último, no son lo suficientemente fuertes. En muchos casos, la evaluación de la aptitud sólo tiene en cuenta la actitud de riesgo, si se mide. Los objetivos de inversión, el conocimiento, la experiencia y la capacidad financiera del cliente para soportar pérdidas son por lo tanto descuidados. Por otra parte, las empresas confían cada vez más en las herramientas de selección de inversiones automatizadas y carteras modelo, lo que puede dar lugar a recomendaciones inadecuadas. Además, la FSA ha encontrado ejemplos de carteras modelo y herramientas de asignación de activos teniendo en cuenta frecuentemente sólo la volatilidad de la rentabilidad como la única medida de riesgo y haciendo caso omiso de otras dimensiones del riesgo (la liquidez, la inflación, la falta de diversificación, etc.) que podrían ser relevantes para el cliente. Y, por último, en muchos casos, los asesores o gestores discrecionales sencillamente no tienen una comprensión satisfactoria de los productos que ellos mismos recomiendan o negocian. Sobre estos puntos, también, la FSA indica las malas prácticas y las buenas, haciendo hincapié en que las recomendaciones de inversión deben basarse en un conocimiento completo y profundo de los productos y debe ser coherente con el principio de diversificación. Cuadro 4 Las directrices de la ESMA sobre determinados aspectos de los requisitos de idoneidad de la MiFID El documento fue elaborado debido a que la autoridad de control reconoció deficiencias críticas en las herramientas utilizadas por las empresas de inversión para recopilar información acerca de los clientes y para clasificar los productos financieros. Además, los procedimientos utilizados para la formulación de recomendaciones de inversión se consideraron inadecuados. En particular, en la etapa de perfilamiento, las empresas tienden a sobrestimar el nivel de conocimientos y experiencia (a menudo basándose en la autoevaluación del cliente) del cliente, la insuficiente información recopilada sobre la capacidad financiera del cliente, los objetivos de inversión, y son utilizadas herramientas de evaluación del perfil de riesgo mal diseñadas. En cuanto al proceso de asignación de activos, los productos financieros se clasifican frecuentemente de forma incorrecta y los asesores a veces no tienen un conocimiento satisfactorio de las características del producto. Las inversiones recomendadas, por lo tanto, generalmente no son adecuadas (por lo general implican movimientos excesivos de la cartera). Por otra parte, las empresas tienden a crear ambigüedad o confusión sobre sus propias responsabilidades. Las directrices consideran, ante todo, la información a los clientes acerca de la evaluación de idoneidad. Las empresas de inversión deben ayudar a los inversores a comprender por qué se solicita la información, y deben animar a los inversores a ofrecer, en su propio interés, la información más precisa y completa como sea posible. Con el mismo fin, las empresas deben tener la certeza de que los inversores son conscientes de la relación entre el riesgo y la rentabilidad y deben explicar a los inversores el método (o métodos) utilizado para definir el perfil de riesgo. La evaluación de la aptitud es responsabilidad de las empresas de inversión y es totalmente incorrecto dar la impresión que es responsabilidad del cliente. En cuanto a los perfiles de procedimiento, las políticas y procedimientos internos deben ayudar a las empresas a comprender los hechos esenciales sobre el cliente y las características de los instrumentos financieros disponibles para el cliente. Sobre el primer punto, el documento reconoce que la edad, el estado civil, tamaño de la familia, situación laboral y la liquidez son algunos de los elementos esenciales de la información a recolectar. Las empresas de inversión deben también garantizar que el personal involucrado en el proceso de idoneidad tiene conocimiento y experiencia adecuada. En cuanto a la cantidad de datos que deben recogerse, ESMA deja un cierto margen de apreciación a las empresas, la adopción de un principio de proporcionalidad con respecto a (i) el servicio ofrecido, (ii) las características de los productos y (iii) la cantidad de la inversión. Por ejemplo, la información del cliente solicitada por un asesor como parte de un servicio de asesoramiento será más cumplimentada y detallada cuando sea requerida por los asesores en lugar de por los gestores de cartera (que toman las decisiones de inversión en nombre de clientes), aunque, en cualquier caso, los clientes deben tener la oportunidad de entender el riesgo global de la cartera y los riesgos asociados a los instrumentos individuales incluidos en la cartera. Más información será necesaria cuando los productos propuestos sean complejos o ilíquidos, porque es importante verificar la capacidad de los inversores de entender los riesgos asociados y su capacidad financiera para sustentar las pérdidas. Finalmente, la información sobre los clientes debe ser cada vez más detallada según el importe de la inversión se incremente con respecto al total de la cartera financiera. Las empresas de inversión deben también considerar la fiabilidad de la información recogida, la auto-evaluación de un cliente en relación con el conocimiento, la experiencia y la situación financiera son raramente fiables. Otra cuestión importante concierne a los procedimientos definidos con el fin de mantener información adecuada y actualizada sobre los clientes al proporcionar asesoramiento de inversión de manera continua. Estos procedimientos deben ser capaces de adaptarse a los cambios en el perfil de cliente o sugerir acciones apropiadas si la información proporcionada por el cliente es deficiente. Si los clientes son un grupo o una persona jurídica o persona física que representa a otra persona natural, la empresa de inversión y el cliente deben estar de acuerdo con la forma de definir el conjunto de información relevante para valorar su idoneidad. Como mínimo, la información solicitada debe tener en cuenta la situación financiera y objetivos de inversión del efectivo beneficiario de la inversión. Para garantizar que la inversión es adecuada, las políticas y procedimientos del intermediario deben tener en cuenta toda la información disponible, incluyendo la estructura y la composición global de la cartera en el momento en que se presta el servicio, así como las características de las inversiones consideradas, con respecto a todos los tipos de riesgo y a los costes directos o indirectos. La ESMA establece que las empresas de inversión deben, al menos, definir los procedimientos que garanticen el mantenimiento de registros ordenados y transparentes en cuanto al proceso de evaluación de idoneidad. Esto permitirá que la recomendación de inversión sea rastreada a posteriori, también por las autoridades competentes, y permitir que cualquier problema crítico pueda identificarse y eliminarse (como en el caso de la venta abusiva/venta indebida). 5 Los cuestionarios utilizados por las empresas de inversión italianas: evidencia de su validez y fiabilidad La evidencia empírica de los cuestionarios utilizados por las empresas de inversión italianas disponibles hasta ahora presentan documentos con varias deficiencias (Marinelli y Mazzoli, 2010). En general, los cuestionarios se preparan y se basan en el modelo de negocio de las empresas de inversión, las características de los productos ofertados y el nivel de conocimiento del personal involucrado en el proceso de evaluación y recomendación. La debilidad principal se refiere a la evaluación de tolerancia al riesgo, en la mayoría de los casos analizada sólo mediante la solicitud de las expectativas de rentabilidad-riesgo para inversiones futuras con respecto a situaciones de inversión hipotéticas. Las inversiones financieras anteriores (es decir, los riesgos ya asumidos en la vida real) y las limitaciones financieras actuales (capacidad de riesgo) a menudo son ignoradas. Además, distintos cuestionarios clasifican al mismo individuo de diferentes maneras. Este resultado se obtuvo con una muestra de 100 personas que fueron entrevistadas, dándoles dos de cada tres cuestionarios previamente seleccionados: en función de los cuestionarios considerados, el número de casos en los que una persona se clasifica de forma diferente varía entre el 51% y 60%. En principio, sin embargo, la misma persona podría ser clasificada de forma diferente por dos empresas de inversión que tengan distintos modelos de negocio, simplemente porque los productos y los servicios que ofrecen calculan diferentes necesidades de esa persona, es decir, distintos objetivos de inversión y horizontes temporales, los que a su vez se combinan con una actitud de riesgo diferente. De hecho, como se mencionó anteriormente, la tolerancia al riesgo financiero es contextodependiente, lo que explica la "paradoja" aparente de la persona que compra pólizas de seguro después de haber comprado los billetes de lotería. Una explicación más sofisticada de esta paradoja viene dada por la Teoría de Cartera Conductual, modelando decisiones individuales de acuerdo a un paradigma que comparte muchas características con las cuentas mentales y los enfoques de la pirámide de inversión: las personas aspiran a lograr un objetivo mínimo de ganancia, que bien puede ser consistente con una combinación de inversiones muy arriesgadas con otras de bajo riesgo, con el fin de reducir la probabilidad de no alcanzar su objetivo. También está claro que cuanto más arriesgada sea una gama de productos, más detallado será el proceso de recopilación de la información. Sólo esto puede garantizar una evaluación correcta de aptitud de la inversión propuesta, también con respecto a la composición de la cartera total y la capacidad financiera del cliente para soportar el riesgo. Este estudio analiza cuestiones que se superponen y que parcialmente extienden el trabajo de Marinelli y Mazzoli (2010). Se analiza una muestra de 20 cuestionarios, todos relacionados con la forma en que están estructurados y teniendo en cuenta sus contenidos y ciertas características de fiabilidad. No hay información disponible sobre los algoritmos utilizados por las empresas para agregar la información obtenida de los clientes. 5.1 Cómo se estructuran y administran los cuestionarios En primer lugar, se recogió información de las empresas de inversión sobre cómo definieron sus cuestionarios, qué comprobaciones de validez y fiabilidad se realizaron, cómo se administraron los cuestionarios y cómo se actualizó el perfil de los clientes (Cuadro 5). En particular, se examinó el proceso de estructuración del cuestionario. Dos cuestiones iniciales preguntaron si las empresas de inversión utilizaron algún experto en economía, estadística o psicología, y si todas las comprobaciones se realizaron sobre la validez y la fiabilidad, por ejemplo, al probar la herramienta en una muestra piloto. La tercera cuestión analizó si había disponibles distintos formatos dependiendo de si el cliente era una persona física o jurídica. La pregunta reconoce el hecho de que es probable que la información relevante del perfilado sea diferente para cada categoría de cliente y, por tanto, se necesitan diferentes herramientas para recopilar la distina información. Además, la directiva del MiFID sí contempla diferentes niveles de protección para los clientes minoristas y profesionales. En este último caso, puede ser razonable suponer que tienen un cierto nivel de experiencia y conocimiento, mientras que tal hipótesis no es aplicable para los clientes minoristas. Cómo se daba el cuestionario y cómo fue entrenado el personal que lo daba se investigó en la cuarta y la quinta cuestión. Los procedimientos que explican cómo se administra un cuestionario deben garantizar que la información proporcionada por el cliente es a la vez fiable y consistente. Igual de importante es la habilidad del personal involucrado con los clientes en la lectura y en completar el cuestionario. A estas personas se les puede pedir que aclaren o expliquen ciertos puntos y su respuesta debe ser clara y correcta, pero, sobre todo, neutral. La sexta pregunta verifica si se desarrolló un procedimiento de entrevista asistida por ordenador para controlar la consistencia y para asegurarse de que el cliente no daba respuestas incompatibles. Cómo y cuándo el perfil del cliente se actualiza se analiza en la séptima, octava y novena preguntas. El propósito es determinar si se ha previsto algún procedimiento para garantizar que la información proporcionada por los clientes es supervisada periódicamente y si los clientes pueden actualizar sus perfiles de forma autónoma. La última pregunta verifica si el algoritmo usado para clasificar clientes considera información respecto a sus necesidades o preferencias de liquidez. Esta información es importante tanto para completar el cuadro de la situación financiera del cliente como para evaluar la tolerancia al riesgo. Los puntos clave que surgieron de la “entrevista” Consob se presentan a continuación. 1) Al preparar el cuestionario, ¿Fueron involucradas determinadas profesiones (como, por ejemplo, los expertos en comunicación, psicólogos, economistas, estadísticos, etc...)? La mayoría de las empresas (14 de las 20) prepararon su cuestionario sin la participación de figuras profesionales específicas, sino que utilizaron sólo los recursos internos. 2) ¿Se comprobó la validez del cuestionario? Si es así, ¿cómo (por ejemplo, fue realizada una prueba piloto en una muestra representativa de los clientes)? Comprobar la validez de un cuestionario implica el control de: la redacción de las preguntas, las cuales deben ser claras y comprensibles; el promedio de tiempo de compilación; la estructura y la distribución de las respuestas. Muchos bancos (14 de cada 20) afirman que han llevado a cabo una prueba de este tipo, sin embargo, no todas las empresas realizan una prueba piloto, mientras que algunas evaluaron los cuestionarios ya dados con el fin de revisar el formato o las ponderaciones utilizadas para la creación de perfiles. 3) ¿Se han preparado diferentes cuestionarios para diferentes tipos de clientes (personas físicas / personas jurídicas)? Casi todos los cuestionarios fueron preparados haciendo referencia al tipo específico de cliente al cual van dirigidos (persona física o persona jurídica). Sólo tres bancos proporcionan una distinción entre cuestionarios para clientes minoristas y clientes profesionales. 4) ¿Existe un procedimiento que describa cómo administrar el cuestionario? Si es así, por favor describa sus características esenciales, con especial referencia a las siguientes: a. la cualificación del personal involucrado (por ejemplo, gerente de área) b. el canal de administración de los cuestionarios (cara a cara, teléfono, correo, online) c. cualquier diferenciación en cómo se administran los cuestionarios en función del tipo de cliente (el particular en comparación con el profesional). 5) ¿Recibe el personal que administra el cuestionario formación específica? Si es así, por favor describa sus características esenciales. Por ejemplo, ¿se presta atención al caso en el que el cliente tiene un bajo nivel de conocimiento financiero y/o se ve afectada por sesgos de comportamiento? 6) ¿Puede el procedimiento informático utilizado para perfilar clientes manejar respuestas ilógicas o incoherentes? Si es así, por favor describa el mecanismo de control. Los cuestionarios son administrados por el gerente de cuentas (banquero privado, asesor financiero, personal de las sucursales, el personal comercial) en contacto directo con el cliente. En la mayoría de los casos, el entrevistador registra las respuestas del cliente y verifica su consistencia interna a través de un ordenador. Estos procedimientos ayudan a detectar incongruencias: por ejemplo, los criterios que no tienen lógica se pueden establecer para garantizar la coherencia entre el nivel de la "experiencia" y el nivel de "conocimiento", o entre "objetivos de inversión" y "preferencias de riesgo". Casi todos los bancos organizan una formación específica para el personal que administra los cuestionarios. En la mayoría de casos, sin embargo, estas iniciativas consisten en cursos de actualización sobre la legislación, o cursos de formación genéricos para asesores. La formación no siempre incluye módulos dedicados expresamente al cuestionario y casi nunca hacen referencia explícita a los sesgos cognitivos y de comportamiento potencialmente significativos que puedan afectar negativamente a la aplicación de los cuestionarios. 7) ¿Existe un procedimiento para la actualización de los perfiles de los clientes? Si es así, por favor describa sus características esenciales. 8) ¿Hay límites en la frecuencia con la que el personal del banco actualiza los perfiles de los clientes que han realizado el cuestionario? 9) ¿Pueden los clientes modificar sus propios perfiles, por ejemplo, al responder un cuestionario través de la banca en casa? ¿Existen límites y condiciones en este caso? Los perfiles de los clientes suelen actualizarse regularmente siguiendo un procedimiento que congela las operaciones en las carteras de los clientes (a menudo sólo compras) cuando ha pasado demasiado desde la última actualización. Sin embargo, el gerente de cuentas o el cliente pueden solicitar su actualización (a veces los propios clientes pueden modificar su perfil a través del home banking) si lo consideran necesario. Casi ninguna empresa limita las actualizaciones del perfil del cliente, pero algunas controlan que la frecuencia de actualización no sea anómala o que una actualización del perfilado no se realice en conjunto con operaciones particulares de la cartera. 10) ¿Está la recopilación de información sobre las preferencias/necesidades de liquidez de los clientes separada de la administración del cuestionario, o, a la inversa, es una parte integral de la evaluación de idoneidad de las operaciones recomendadas? La mayoría de los cuestionarios tienen una o más preguntas sobre las preferencias en términos de horizonte temporal y los objetivos de inversión, que son pertinentes a los efectos de evaluación de idoneidad. Cuadro 5 Cómo se estructuran y administran los cuestionarios de los clientes: la "entrevista" Consob 1) Al preparar el cuestionario, ¿Fueron involucradas determinadas profesiones (como, por ejemplo, los expertos en comunicación, psicólogos, economistas, estadísticos, etc...)? 2) ¿Se comprobó la validez del cuestionario? Si es así, ¿cómo (por ejemplo, fue realizada una prueba piloto en una muestra representativa de los clientes)? 3) ¿Se han preparado diferentes cuestionarios para diferentes tipos de clientes (personas físicas / personas jurídicas)? 4) ¿Existe un procedimiento que describa cómo administrar el cuestionario? Si es así, por favor describa sus características esenciales 5) ¿Recibe el personal que administra el cuestionario formación específica? Si es así, por favor describa sus características esenciales. Por ejemplo, ¿se presta atención al caso en el que el cliente tiene un bajo nivel de conocimiento financiero y / o se ve afectada por sesgos de comportamiento? 6) ¿Puede el procedimiento informático utilizado para perfilar clientes manejar respuestas ilógicas o incoherentes? Si es así, por favor describa el mecanismo de control. 7) ¿Existe un procedimiento para la actualización de los perfiles de los clientes? Si es así, por favor describa sus características esenciales. 8) ¿Hay límites en la frecuencia con la que el personal del banco actualiza los perfiles de los clientes que han realizado el cuestionario? 9) ¿Pueden los clientes modificar sus propios perfiles, por ejemplo, al responder un cuestionario través de la banca en casa? ¿Existen límites y condiciones en este caso? 10) ¿Es la recopilación de información sobre las preferencias/necesidades de liquidez de los clientes separada de la administración del cuestionario, o, a la inversa, es una parte integral de la evaluación de idoneidad de las operaciones recomendadas? 5.2 Análisis de los cuestionarios Contenido En general, los cuestionarios son compatibles con la MiFID y, al igual que hace MiFID, sólo se centran en un subconjunto de elementos juzgados como relevantes por los estudios. Sin embargo, alrededor del 25% de los cuestionarios incluyen una serie de variables socio-demográficas. Un cuestionario hace referencia a la noción de diversificación del riesgo y dos cuestionarios investigan la tolerancia al riesgo de una manera más detallada que la media. El análisis comprueba la presencia y el número de preguntas con referencia a las tres secciones indicadas por el nivel 1 (L1) Directiva y de la información indicada (de una manera no vinculante) por el nivel 2 (L2) Directiva. De los 20 cuestionarios considerados, 18 contienen una introducción en la que se menciona la legislación sobre el cuestionario que se administra y los objetivos del cuestionario. Esta introducción, sin embargo, no siempre es fácil de encontrar: a menudo el tipo de letra, formato y otras características gráficas hacen que sea difícil atraer la atención del lector. Estas limitaciones, sin embargo, pueden ser fácilmente superadas si se le explican al cliente los propósitos de la entrevista y cómo se utilizará la información. Sólo en un caso el número de preguntas es menor a 10. En 13 casos, hay entre 10 y 17 preguntas y en 4 casos, hay entre 18 y 27. Los dos formatos más largos contienen 37 y 44 preguntas. Casi cada cuestionario se divide en varias secciones. En la mitad de los casos, estas secciones se corresponden con las tres áreas señaladas por la MiFID: 1) la experiencia del cliente y el conocimiento de las inversiones en relación específica al tipo de producto o servicio, 2) la situación financiera del cliente; 3) los objetivos de inversión del cliente. En la otra mitad, hay más secciones: a veces, por ejemplo, una sección se refiere a los datos personales/sociométricos, en otros casos, las preguntas sobre la experiencia y el conocimiento se dividen en dos zonas. En un solo cuestionario se han combinado las secciones segunda y tercera de conformidad con la MiFID. Todos los cuestionarios contienen al menos una pregunta para cada uno de los espacios previstos por la Directiva. El número medio de preguntas es 9 de la sección relativa a la experiencia y el conocimiento, mientras que se reduce a 4 en las secciones relativas a la situación financiera del cliente y los objetivos de inversión (Figura 1). En cuanto a los artículos sugeridos por el nivel L2, no todos los cuestionarios cubren cada tema con al menos una pregunta. Todos los cuestionarios, sin embargo, piden al menos una pregunta relativa a los productos/servicios con los que el cliente está familiarizado (Figura 2). Con referencia a las preguntas sociométricas, sólo 4 cuestionarios preguntan sobre la edad del cliente. Casi siempre falta una pregunta sobre la composición de los hogares y en sólo 4 casos se le pide al cliente revelar su estado civil (de hecho esta información es importante para evaluar la situación financiera del cliente, en la determinación de los compromisos financieros regulares actuales y en la determinación de los potenciales compromisos financieros futuros). Ninguno de los cuestionarios se centra en las nociones de "rentabilidad-riesgo positivo", "riesgo de cambio", "descuentos/capitalización", "inflación" (un solo cuestionario contiene una pregunta que se refiere al concepto de "diversificación del riesgo"). En cuanto a la sección sobre la situación financiera del cliente, el número de preguntas sobre activos/inversiones/propiedades del cliente y los compromisos financieros oscila entre un mínimo de uno y un máximo de 12. La mayoría de los cuestionarios sólo contienen preguntas relacionadas con los compromisos financieros periódicos. Sólo en cuatro casos los intermediarios preguntan al cliente si tiene una póliza de seguros o un plan de pensiones. La sección menos detallada es la relativa a los objetivos de inversión: sólo 13 cuestionarios contienen (al menos) una pregunta sobre las preferencias de riesgo (riesgo objetivo), y sólo 10 hacen referencia al perfil de riesgo (riesgo subjetivo). La mayoría de los intermediarios piden describir a los clientes su aproximación al perfil de inversión/riesgo dándoles una opción de cuatro o más estrategias alternativas en términos de rentabilidad-riesgo, o cuatro niveles diferentes de riesgo aceptable (mínimo, moderado, etc.), o diversos fines de inversión (crecimiento/conservación del capital). Sólo en tres casos se les pide a los inversores describir cómo reaccionarían (o que las decisiones tomarían) ante un escenario particular (evolución negativa del mercado, pérdidas en la cartera, herencia y posibles inversiones inmobiliarias). Validez y fiabilidad Para la validez, el análisis comprueba si la actitud de riesgo del cliente y la capacidad financiera habían sido identificadas como elementos distintos, ya sea a través de preguntas separadas o cuestiones independientes cuya respuesta no pudo ser impulsada indistintamente por ambas cantidades. Para la fiabilidad, se examinaron una serie de aspectos que pueden afectar a la claridad y comprensión de un cuestionario, como el número de preguntas, el diseño, la estructura, el tipo de preguntas y la redacción. El análisis se centró en el diseño y formato de las funciones de lectura, tales como la fuente utilizada, el interlineado y la división en párrafos, la presencia de una columna/espacio donde las respuestas deben ser escritas, y cualquier numeración de páginas y preguntas. El análisis de la estructura primero comprueba la presencia de una introducción sobre el propósito del cuestionario y luego cómo fueron las preguntas agrupadas por áreas temáticas (la gente debe centrarse en un tema a la vez) y por el grado de complejidad (la gente debe hacer frente a los temas más complejos cuando su nivel de atención es más alto). El tipo de preguntas y el formato de respuesta también se evaluaron siempre que dichas características podían influir en las respuestas. En particular, las preguntas se dividieron en varias categorías: cuantitativa frente a cualitativa; cerrada frente a abierta y guiada de composición abierta (dependiendo de si la respuesta si "no sabe/no contesta" es una opción o no). También se examinaron las “respuesta escala” para detectar si incluían el mismo número de opciones positivas y negativas, y si, en respuestas de selección múltiple, las opciones eran mutuamente excluyentes. Por último, se examinó el uso de preguntas filtro y baterías de preguntas. Las preguntas filtro permiten omitir una o más preguntas sucesivas si se cumplen determinadas condiciones, y las baterías de preguntas son una serie de preguntas que varían sólo en el tema al que se refieren, pero precedidas de la misma introducción y seguida por las respuestas formuladas de la misma manera. Esta estructura puede producir respuestas aleatorias "mecánicamente". El entrevistado puede ser inducido, de hecho, a utilizar un "acceso directo", a la hora de elegir la opción que ocupa la misma posición en la escala o en las alternativas con independencia del contenido de la cuestión (el llamado efecto de respuesta). Puede ser útil, por lo tanto, introducir en la batería una serie de preguntas de control o preguntas con la polaridad invertida para controlar este efecto. El análisis de la redacción tuvo como objetivo comprobar si las preguntas estaban redactadas de manera que pudieran ser comprendidas fácilmente. En general, las palabras deben ser simples y no ambiguas; jergas, acrónimos y el lenguaje técnico deben ser evitados. La estructura sintáctica, además, debe ser precisa, lineal y concisa. Las preguntas no deben estar "cargadas" (es decir, ni sugerentes ni críticas), o "lideradas" (es decir, que impliquen o contengan su propia respuesta), o "de dos cañones" (o lo que es lo mismo, que pregunten por más de un tema en una sola pregunta). Diseño No todos los cuestionarios contienen páginas numeradas y/o preguntas numeradas. Al analizar los resultados, por lo tanto, no siempre es fácil identificar la combinación de preguntas y respuestas, o las relaciones entre las secciones, preguntas y respuestas, ni distinguir las diferentes sub-preguntas en cualquier batería de preguntas. La fuente y el interlineado son generalmente adecuados, es decir, que están bien elegidos para facilitar la lectura, pero el diseño no siempre identifica claramente las secciones o áreas reservadas para la respuesta. Estructura Casi todos los cuestionarios empiezan con preguntas sociométricas. Los datos personales se preguntan normalmente en la primera página, junto con las preguntas sobre el nivel de educación, la profesión y la situación financiera. Puesto que estas cuestiones no requieren de una atención especial, la literatura recomienda que se coloquen al final del cuestionario, cuando el cliente puede estar más distraído o simplemente puede haber realizado ya suficiente cuestionario. Sin embargo, dado que los cuestionarios analizados suelen no ser demasiado largos, el posicionamiento de las preguntas sociométricas al principio probablemente no afecten el resultado de la entrevista. Tipos de preguntas y respuestas Los intermediarios generalmente evitan la formulación de preguntas en batería: sólo tres de los cuestionarios analizados hacen uso recurrente de ellas, recopilando información sobre una serie de artículos a través de una sola pregunta, que no permite a nadie identificar los elementos a los que se refiere una respuesta dada. Casi el 70% de las preguntas formuladas en los cuestionarios de la muestra requieren de respuestas concretas. Un número más pequeño mantiene al margen las respuestas dicotómicas y en muy pocos casos dan lugar a respuestas abiertas. Todas las preguntas son cualitativas. En sólo dos cuestionarios, la opción de no responder o de contestar "no sé" se proporciona repetidamente. Para uno de ellos, el intermediario, no obstante, señaló que el software utilizado no permite la respuesta "sin respuesta" más de una vez. Sólo un formato contiene un par de preguntas opcionales (en relación a la información sobre las fuentes de ingresos y activos financieros). Lenguaje y redacción Las deficiencias más críticas surgieron con respecto a las secciones dedicadas a la experiencia y conocimiento de las inversiones y la tolerancia al riesgo. En cuanto a las preguntas sobre la familiaridad con las inversiones, los clientes suelen ser invitados a autoevaluar sus conocimientos financieros, en relación con los productos financieros específicos e inversiones, como muestra la evidencia experimental, la auto-evaluación puede estar sesgada por el exceso de confianza, el optimismo, los resultados de las inversiones anteriores y también por la tendencia a mejorar la imagen propia. Las preguntas son a menudo de dos cañones, ya que preguntan por más de un tema en una sola pregunta (esto puede dar lugar a imprecisiones en las actitudes que se miden en la pregunta ya que implican o contienen su propia respuesta). Las preguntas a menudo proporcionan una elección entre alternativas dicotómicas o alternativas ordenadas en una escala; dicha redacción puede provocar que los clientes se hagan remisivos, ya que son forzados a seguir la tendencia inconsciente de responder positivamente a cada pregunta, o posicionarse en el centro de la balanza de las respuestas (la así llamada aquiescencia o tendencia central). Por último, en algunos casos, los cuestionarios utilizan términos imprecisos -que pueden ser malinterpretados- o términos demasiado técnicos -que pueden ser difíciles de entender. Centrándonos en las preguntas sobre la tolerancia al riesgo Como ya se ha señalado, en los términos de la MiFID, las preferencias de riesgo y el perfil de riesgo se suscitó en la tercera sección, abarcando también las preferencias de horizonte temporal y objetivos de inversión. De media, cuatro preguntas de cada cuestionario hacen referencia a la tercera sección de la MiFID. De éstos, sólo uno (en promedio) se refiere a la actitud de riesgo. Como ya se ha mencionado, trece cuestionarios incluyen al menos una pregunta sobre las preferencias de riesgo, mientras que sólo el diez por ciento dedican al menos una pregunta para el perfil de riesgo. Estos cuestionarios se refieren en general a la noción de riesgo de manera ambigua, ya que las cuestiones se refieren tanto a los objetivos de inversión como a las preferencias de riesgo, mientras que los estudios económicos sugiere evaluar las preferencias de riesgo y el perfil de riesgo independientemente del periodo de tenencia y de los objetivos de inversión, ya que cada una de estas variables está influenciada por diferentes factores. La redacción es a menudo vaga, imprecisa, o técnica, por lo que a veces los clientes están obligados a autoevaluar su actitud ante el riesgo. En conclusión, sólo dos de los 20 cuestionarios analizados pueden considerarse suficientemente claros, eficaces y "válidos", debido a que utilizan preguntas precisas e inequívocas. El resto no proporcionan mediciones claras sobre la actitud de riesgo, capacidad de riesgo, tolerancia al riesgo y objetivos de inversión; y son deficientes tanto en redacción como en comprensión. 6 Conclusiones Después de revisar las variables que, según los estudios, son relevantes para el perfil de los inversores, este trabajo analiza los aspectos de procedimiento relacionados con la estructuración de cuestionarios y los métodos para la gestión de los mismos, así como su contenido en una muestra de 20 intermediarios italianos. En particular, en lo relativo a la estructuración y administración de cuestionarios, se supo que los formatos se preparan frecuentemente por el personal interno y sólo en algunos casos estos habían sido entrenados específicamente. Esto puede ser un inconveniente fundamental porque, como indica la evidencia empírica sobre la evaluación de la tolerancia al riesgo mediante herramientas de asesoramiento, la formulación de un cuestionario válido y fiable requiere conocimientos multidisciplinarios específicos. Aunque, en general, se ajustan a las disposiciones de la MiFID, y son coherentes con la propia Directiva, la mayoría de los cuestionarios no están alineados con los estudios económicos y psicológicos, además de que su claridad y comprensión son defectuosas por algunas características lingüístico-textuales que han sido ampliamente señaladas. Con respecto a la información recogida en la experiencia y el conocimiento de las inversiones, ninguno de los cuestionarios contiene preguntas diseñadas para evaluar el conocimiento de los conceptos básicos, como, por ejemplo, la relación rentabilidad-riesgo, diversificación de la cartera, la inflación, el descuento y las operaciones de capitalización, sino que se preguntó acerca de conocimiento de los instrumentos financieros específicos de los clientes. Además, los cuestionarios muy a menudo provocan la auto-evaluación de los clientes, lo que puede dar lugar a respuestas poco fiables. Con referencia a la información sobre la situación financiera del cliente, la mayoría de los cuestionarios examinados no evalúan todas las variables sociométricas o económicas que los estudios consideran pertinentes respecto de la situación financiera de un cliente. Por ejemplo, se descuidan las variables a nivel del hogar (tales como su composición, ingresos y bienes), mientras que deben tomarse en cuenta junto con las variables individuales. En cuanto a la información sobre los objetivos de inversión del cliente, en los cuestionarios examinados, la actitud ante el riesgo en general se suscitó de manera conjunta con las preferencias de horizonte temporal y de objetivos de inversión. Este formato ha sido criticado en los estudios porque las preferencias de riesgo y el perfil de riesgo deben ser evaluados de forma independiente a los demás elementos que deben ser recogidos en la formulación de una recomendación de inversión, ya que cada una de estas variables está influenciada por diferentes factores (por ejemplo, las preferencias de riesgo y perfil de riesgo son atribuibles a la sociometría, factores psicológicos y de comportamiento; mientras que el horizonte temporal y los objetivos de inversión dependen de factores económicos, financieros, del nivel de impaciencia, etc.) Un análisis de los aspectos estructurales, lingüísticos y textuales; los cuales pueden afectar a la claridad y comprensión de los cuestionarios; muestra que las preguntas sobre el conocimiento/experiencia y la actitud ante el riesgo son a menudo ambiguas porque se refieren a varios temas al mismo tiempo, o contienen términos técnicos que pueden ser muy difíciles de entender. Por último, la forma en la que las preguntas sobre la actitud de riesgo están redactadas carece de los recursos estilísticos y léxicos que, de acuerdo con las finanzas del comportamiento, pueden ser útiles en la mejora de la fiabilidad de las respuestas, las cuales pueden verse afectadas por los sesgos cognitivos y de comportamiento de los clientes. Bibliografía: Aa. Vv. (2009), Associazione per lo Sviluppo degli Studi di Banca e Borsa, Università Cattolica del S. Cuore, Laboratorio Di Analisi Monetaria, Osservatorio Monetario, no. 3/2009. Bechara, A., Damasio A.R., Damasio, H., Anderson, S.W. (1994), “Insensitivity to future consequences following damage to human prefrontal cortex”, Cognition 50, 7–15. Benartzi, S., Iyanger S., Previtero, A. (2007), “Affective communication: engaging emotions to change consumers behaviour when cognitive appeals to fail”, mimeo, Rand Behavioural. Bouchey, P. 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