Revista Electrónica ALGUNAS CONSIDERACIONES RESPECTO A

Anuncio
Revista Electrónica
Año 8 / Número 19 / 2015
ALGUNAS CONSIDERACIONES
RESPECTO A LA NORMA XVI DEL
TÍTULO PRELIMINAR DEL CÓDIGO
TRIBUTARIO PERUANO
Gustavo E. Tarazona Ospina
Asociado Senior de Rebaza, Alcázar & De las Casas
CET
CENTRO DE ESTUDIOS TRIBUTARIOS
Universidad de San Martín de Porres
Facultad de Derecho
CET
REVISTA PERUANA DE DERECHO TRIBUTARIO,
UNIVERSIDAD DE SAN MARTÍN DE PORRES TAX LAW REVIEW
ALGUNAS CONSIDERACIONES RESPECTO A LA NORMA XVI DEL TÍTULO
PRELIMINAR DEL CÓDIGO TRIBUTARIO PERUANO
Gustavo E. Tarazona Ospina1
1.
Antecedentes
Como sabemos, en el marco de la reforma tributaria llevada a cabo en el año 2012, el
Poder Ejecutivo (a través del Ministerio de Economía y Finanzas) solicitó facultades para
legislar en materia tributaria con la intención de (entre otros temas), introducir dispositivos
legales que permitan combatir supuestos elusivos, tanto generales como específicos.
Así, mediante Decreto Legislativo No. 1121 se introdujo la Norma XVI al Título Preliminar
del Código Tributario (en adelante, sólo “Norma XVI”) con la finalidad de poder combatir
operaciones elusivas de manera general. Como para todos es conocido, el texto vinculado
al combate de conductas antielusivas es el siguiente:
NORMA XVI: CALIFICACIÓN, ELUSIÓN DE NORMAS TRIBUTARIAS Y
SIMULACIÓN
(…)
En caso que se detecten supuestos de elusión de normas tributarias, la Superintendencia
Nacional de Aduanas y Administración Tributaria - SUNAT se encuentra facultada para
exigir la deuda tributaria o disminuir el importe de los saldos o créditos a favor, pérdidas
tributarias, créditos por tributos o eliminar la ventaja tributaria, sin perjuicio de la
restitución de los montos que hubieran sido devueltos indebidamente.
Cuando se evite total o parcialmente la realización del hecho imponible o se reduzca la
base imponible o la deuda tributaria, o se obtengan saldos o créditos a favor, pérdidas
tributarias o créditos por tributos mediante actos respecto de los que se presenten en
forma concurrente las siguientes circunstancias, sustentadas por la SUNAT:
a) Que individualmente o de forma conjunta sean artificiosos o impropios para la
consecución del resultado obtenido.
1
Abogado por la UNMSM. Magister en Finanzas y Derecho Corporativo por la Universidad ESAN. Asociado Senior de Rebaza,
Alcázar & De las Casas, Abogados Financieros. Miembro Activo del Instituto Peruano de Derecho Tributario y del
International Fiscal Asociation – Grupo Peruano.
b) Que de su utilización resulten efectos jurídicos o económicos, distintos del ahorro o
ventaja tributarios, que sean iguales o similares a los que se hubieran obtenido con
los actos usuales o propios.
La SUNAT, aplicará la norma que hubiera correspondido a los actos usuales o propios,
ejecutando lo señalado en el segundo párrafo, según sea el caso.
Para tal efecto, se entiende por créditos por tributos el saldo a favor del exportador, el
reintegro tributario, recuperación anticipada del Impuesto General a las Ventas e
Impuesto de Promoción Municipal, devolución definitiva del Impuesto General a las Ventas
e Impuesto de Promoción Municipal, restitución de derechos arancelarios y cualquier otro
concepto similar establecido en las normas tributarias que no constituyan pagos indebidos
o en exceso.”
A raíz de dicha norma se ha suscitado muchas dudas e inseguridad jurídica respecto a sus
alcances y aplicación, toda vez que el texto contiene conceptos indeterminados y/o no
definidos. Por ejemplo, a casi 2 años de su entrada en vigencia, aún no existe claridad de
lo que podría entenderse por “artificioso” o “impropio” para poder conocer si una
determinada operación podría ser considerada como tal, respecto la cual la Administración
Tributaria peruana (en adelante, SUNAT) pretenda aplicar la norma que correspondería a
un acto “propio” o “usual”, a fin de determinar un hecho imponible, elevar bases
imponibles, o disminuir pérdidas tributarios y/o créditos tributarios.
En esta oportunidad queremos referirnos a los aspectos constitucionales de la Norma XVI,
materia que consideramos de suma relevancia para justificar su existencia en nuestro
ordenamiento jurídico tributario.
2.
Respecto a la Ley de delegación de facultades otorgada por el Congreso de la República
al Poder Ejecutivo y el principio constitucional de Seguridad Jurídica
Con fecha 9 de junio de 2012 se publicó la Ley No. 29884, mediante la cual el Congreso
delega facultades al Poder Ejecutivo para legislar en materia tributaria y aduanera.
Según el Dictamen de la Comisión de Economía y Finanzas recaído en el Proyecto de Ley
No. 1091/2011-PE (el mismo que sustenta la Ley No. 29884), existiría una preocupación
sustancial con relación a las interpretaciones que realiza la Administración Tributaria con
relación a las presunciones y “supuestos” de elusión. Por ello, el Congreso consideró lo
siguiente:
(…) Actualmente, existe la norma VIII del código tributario que permite a la
administración tributaria analizar la realidad económica del hecho. Sin embargo, se
argumenta que por decisión del Tribunal Fiscal ello solamente se aplica para los actos de
simulación, pero no para los mecanismos de elusión, específicamente a través de figuras
fraudulentas. En ese sentido, el proyecto de ley plantea la necesidad de que se emita una
cláusula general sobre elusión. Sin embargo, la solicitud de delegación en este aspecto es
demasiado amplía, porque una tipificación demasiado general de las conductas elusivas,
sin que existan las restricciones correspondientes puede llevar a abusos. En ese sentido,
el predictamen consideró dentro del literal b) del inciso 1, artículo 2, que las modificaciones
para considerar conductas elusivas, será bajo el respeto del principio de realidad
económica, finalidad de la conducta realizada, así como el principio del debido
procedimiento. Establecer una regulación distinta al respeto de estos principios sería
contrario a lo previsto en el artículo 74 de la Constitución Política del Perú2. (El subrayado
es nuestro).
Tomando en consideración esto último, el literal b) del artículo 2 de la Ley No. 29884
expresamente manifestó lo siguiente:
(…) el Poder Ejecutivo está facultado para: (…)
b) Modificaciones que permitan combatir un mayor número de conductas elusivas y
complementar las reglas de responsabilidad tributaria, con criterio de razonabilidad,
preservando la seguridad jurídica. (el subrayado es nuestro).
Como puede apreciarse, la idea del Congreso de la República al otorgar facultades al Poder
Ejecutivo para introducir normas antielusivas, fue que las mismas debería respetar el
principio de Seguridad Jurídica, toda vez que el legislador es
consiente que una
tipificación general podría llevar a abusos por parte de la Administración Tributaria.
Respecto a la Seguridad Jurídica, el Tribunal Constitucional en la Sentencia No. 016-2002AI señaló lo siguiente:
“(…)
2
3.
El principio de la seguridad jurídica forma parte consubstancial del Estado Constitucional
de Derecho. La predictibilidad de las conductas (en especial, las de los poderes públicos)
frente a los supuestos previamente determinados por el Derecho, es la garantía que
informa a todo el ordenamiento jurídico y que consolida la interdicción de la
arbitrariedad. Tal como estableciera el Tribunal Constitucional español, la seguridad
jurídica supone "la expectativa razonablemente fundada del ciudadano en cuál ha de ser
la actuación del poder en aplicación del Derecho" (STCE 36/1991, FJ 5). El principio in
comento no sólo supone la absoluta pasividad de los poderes públicos, en tanto no se
presenten los supuestos legales que les permitan incidir en la realidad jurídica de los
ciudadanos, sino que exige de ellos la inmediata intervención ante las ilegales
perturbaciones de las situaciones jurídicas, mediante la "predecible" reacción, sea para
garantizar la permanencia del statu quo, porque así el Derecho lo tenía preestablecido,
o, en su caso, para dar lugar a las debidas modificaciones, si tal fue el sentido de la
previsión legal.
4.
Así pues, como se ha dicho, la seguridad jurídica es un principio que transita todo el
ordenamiento, incluyendo, desde luego, a la Norma Fundamental que lo preside. Su
Página 10 del Proyecto de Ley No. 1091-2011-PE
reconocimiento es implícito en nuestra Constitución, aunque se concretiza con meridiana
claridad a través de distintas disposiciones constitucionales, algunas de orden general,
como la contenida en el artículo 2º, inciso 24, parágrafo a) ("Nadie está obligado a hacer
lo que la ley no manda, ni impedido se hacer lo que ella no prohíbe"), y otras de alcances
más específicos, como las contenidas en los artículos 2º, inciso 24, parágrafo d) ("Nadie
será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no este
previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca, como infracción
punible, ni sancionado con pena no prevista en la ley") y 139º, inciso 3, ("Ninguna
persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por la ley, ni sometida a
procedimiento distinto de los previamente establecidos, ni juzgada por órganos
jurisdiccionales de excepción, ni por comisiones especiales creadas al efecto, cualquiera
que sea su denominación"). (…)” (el subrayado es nuestro)
Como puede apreciarse, el principio constitucional de Seguridad Jurídica garantiza la
predictibilidad de los actos del Estado, a fin de que los ciudadanos puedan conocer cuál
podría ser la reacción del Estado ante diversas acciones realizadas por dicho ciudadano.
Con ello se evita que el Estado actúe arbitrariamente.
Ahora bien, la doctrina tributaria internacional ha advertido que el problema de fondo de
la codificación de las cláusulas antiabuso (en nuestro ordenamiento legal, la Norma XVI)
y principal obstáculo a la misma, es que debido a su indefinición generaría inseguridad
jurídica incompatible con el grado de precisión exigible a la materia tributaria3.
En la misma línea, las XXIV Jornadas Latinoamericanas de Derecho Tributario
desarrolladas en Islas Margaritas – Venezuela en el año 2008, en su conclusión octava
han concluido y recomendado lo siguiente:
“Octava. Las cláusulas generales antiabuso son instrumentos de política antielusiva que,
a pesar de sus ventajas, plantean serios riesgos de afectar la seguridad jurídica del
obligado tributario. Su previsión mediante ley obliga a una regulación que incluya un
presupuesto de hecho preciso, la carga de la prueba por parte de la Administración y un
procedimiento garantista.
En todo caso, debe reconocerse al contribuyente la posibilidad de acreditar el propósito
económico para enervar la aplicación de la cláusula.” (el subrayado es nuestro).
En el caso particular de la Norma XVI, resulta evidente que dicha Cláusula Antielusiva
vulnera el principio constitucional de Seguridad Jurídica, toda vez que al no definir lo que
debe entenderse por “artificioso” e “impropio” trae como consecuencia inseguridad
jurídica para los contribuyentes. Peor aún, se generaría una situación de incertidumbre
jurídica e indefensión, si es que se deja a total discrecionalidad de SUNAT el determinar
cuando estamos ante un acto “artificioso”, “impropio” o que generen “ventajas similares”
a las que se hubieran obtenidos de “actos u usuales o propios”.
3
Palao Taboada, Carlos.; “¿Existe el fraude a la ley tributaria?. Citado por José Calderón Carrero y Violeta Ruiz Almendral;
en: “La Codificación de la Doctrina de la Sustancia Económica en EEUU como nuevo modelo General de Norma General
Antiabuso” – Primera Parte. Artículo publicado en “Enfoque Internacional” No. 8. Editorial Aele, Lima, Diciembre 2010,
página 13. En dicho parágrafo citan diversos autores españoles y anglosajones que comparten la misma opinión.
Si bien es cierto en la Exposición de Motivos del Decreto Legislativo No. 1121 trata de
realizar una aproximación de lo que debe entenderse por “artificioso”, consideramos que
dicha referencia no es suficiente.
En efecto, el Ministerio de Economía y Finanzas en dicho documento manifestó lo
siguiente:
“Con relación a lo artificioso resulta referencialmente útil la definición que realiza la Real
Academia Española que comprende como tal lo hecho o elaborado con artificio, arte y
habilidad; lo disimulado, cauteloso, doble. Asimismo, es útil lo desarrollado por el
precedente europeo en la SSTJCE de 21-2-2006, Halifax, As. C 255/027 y los precedentes
españoles sobre la materia. A este respecto, el Tribunal Supremo Español ha señalado
lo siguiente: “El uso legítimo de la economía de opción tiene como límite la artificiosidad
que se crea en el negocio jurídico cuando tiene por exclusiva finalidad la reducción
tributaria en detrimento de la finalidad de la norma cuya aplicación se invoca. Cuando
un contribuyente traspasa el límite que representa la aplicación común de la norma para
utilizarla contrariando su finalidad y espíritu no puede invocarse el principio de seguridad
jurídica, pues es lógico pensar que el legislador es contrario a admitir el fraude a los
intereses recaudatorios”
Asimismo, debe agregarse que la Norma XVI apunta a que el acto o los actos efectuados
por el contribuyente sean evaluados objetivamente para determinar sus carácter
artificial, artificioso o impropio y la finalidad preponderantemente tributaria que
persigue; por lo que no se pretende demostrar intención del deudor tributario sobre una
base subjetiva (evidencias del estado mental del deudor tributario).”
Como puede apreciarse, el texto de la exposición de motivos no es totalmente claro a
efectos de definir que debe entenderse por “artificioso”. Asimismo, omite desarrollar el
término “impropio”. Sólo nos daría lugar a inferir que un acto resultaría “artificioso” si es
que tiene como exclusivo motivo o finalidad, la reducción de la carga tributaria,
contraviniendo los objetivos de las normas tributarias cuya aplicación se invoca. Asimismo,
nos haría pensar que tendríamos que estar atentos permanentemente a los
pronunciamientos del Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea y/o el Tribunal
Supremo Español sobre la materia.
Esta situación se agrava si es que tomamos en consideración que la Norma XVI está
vigente desde el 19 de julio de 2012, y casi a dos años de su vigencia, aún no se tiene un
pronunciamiento oficial de la Administración Tributaria o del Poder Ejecutivo a efectos de
definir o precisar los alcances del término “artificioso” o “impropio”, o que actos podrían
ser considerados como “usuales” o “propios”.
Tomando en consideración lo anterior, en la medida que SUNAT tendría facultades
amplísimas, implicaría que los contribuyentes estén expuestos a que SUNAT si considera
una operación como “artificiosa” o “impropia”, modifique los efectos tributarios de dicha
operación, quedando al libre albedrío de la Administración Tributaria (mediante un auditor
en el contexto de un procedimiento de fiscalización) la determinación posterior de los
hechos económicos susceptibles de imposición aunque efectivamente no correspondan a
la capacidad contributiva de las partes o a las operaciones que quisieron realizar. Ello
denota una situación de gran inseguridad jurídica.
Debe tomarse en cuenta que el Congreso de la República ya consideró que la introducción
de una cláusula antielusiva general vulneraría del principio de Seguridad Jurídica. En
efecto, en el año 1996 el Congreso derogó parte del segundo párrafo de la Norma VIII
que trató de combatir el fraude de la ley (dicho párrafo duró pocos meses). La exposición
de motivos de la Ley No. 26663 que derogó dicho segundo párrafo señaló lo siguiente:
“Dicho hecho imponible o supuesto de hecho de una norma puede, en virtud de la Norma
VIII ser reinterpretado, creando inseguridad jurídica dado que nadie en el país, podría
saber si ha pagado sus tributos o no, dado que la Administración tendría el poder de
“interpretar” que la situación económica real del contribuyente no es la verdadera. Al
respecto debemos tener en cuenta que el Derecho es eminentemente formal. En él
interesa la forma, dado que ella establece criterios objetivos y uniformes. Se constituye
por ello en la garantía contra la arbitrariedad”.
Cabe precisar que el Principio de Seguridad Jurídica sí habría sido respetado por el
Ministerio de Economía en otras normas antielusivas específicas. Así por ejemplo,
mediante el Decreto Legislativo No. 1120 se introdujo en artículo 105-A a la Ley del
Impuesto a la Renta, con el siguiente tenor:
“Artículo 105°-A.- En el caso previsto en el numeral 3 del artículo 104º de esta ley, se
presume, sin admitir prueba en contrario, que:
1. La sociedad o empresa que adquiere uno o más bloques patrimoniales escindidos por
otra, genera renta gravada por la diferencia entre el valor de mercado y el costo
computable de los activos recibidos como consecuencia de la reorganización, si los socios
o accionistas a quienes emitió sus acciones o participaciones por ser socios o accionistas
de la sociedad o empresa escindida, transfieren en propiedad o amortizan dichas acciones
o participaciones, o las cancelan por una posterior reorganización, siempre que:
a) Las acciones o participaciones transferidas, amortizadas y/o canceladas representen más
del cincuenta por ciento (50%), en capital o en derechos de voto, del total de acciones o
participaciones emitidas a los socios o accionistas de la sociedad o empresa escindida
como consecuencia de la reorganización; y,
b) La transferencia, amortización y/o cancelación de las acciones o participaciones se realice
hasta el cierre del ejercicio siguiente a aquél en que entró en vigencia la escisión.
De realizarse la transferencia, amortización y/o cancelación de las acciones en distintas
oportunidades, se presume que la renta gravada se generó en el momento en que se
realizó la transferencia, amortización o cancelación con la cual se superó el cincuenta
por ciento (50%) antes señalado.
Lo previsto en este párrafo se aplicará sin perjuicio del impuesto que grave a los socios o
accionistas por la transferencia o amortización de sus acciones o participaciones.
(…)
En el supuesto previsto en el numeral 1 del párrafo anterior, los socios o accionistas que
transfieren en propiedad, amortizan o cancelan sus acciones o participaciones serán
responsables solidarios del pago del impuesto.
El reglamento podrá establecer supuestos en los que no se aplicarán las presunciones a
que se refiere este artículo, siempre que dichos supuestos contemplen condiciones que
impidan que la reorganización de sociedades o empresas se realice con la finalidad de
eludir el Impuesto.”
(….)
Según la Exposición de Motivos del Decreto Legislativo No. 1120, el tenor del artículo
previamente citado fue modificado como consecuencia de las prácticas elusivas de los
contribuyentes, quienes utilizaban las distintas formas de reorganización societaria
(escisión, fusión y reorganización simple) para efectos de transferir sus activos, sin que
exista de por medio una razón empresarial (esto sería obtener una mayor rentabilidad o
eficiencia).
El MEF puso como ejemplo, la escisión de una empresa “A” realizada a efectos de formar
una nueva sociedad (en adelante Newco) con el activo objeto de transferencia.
Posteriormente, los accionistas de esta Newco (personas naturales) venden las acciones
representativas de su capital, con lo cual generan una ganancia de capital del 5% y a su
vez, enajenan indirectamente el activo objeto de transferencia. De haber vendido la
empresa “A” dicho activo directamente, la ganancia de capital hubiera generado una carga
tributaria de aproximadamente el 33% (30% del IR pagado en cabeza de “A” y 4.1%
pagada por concepto de dividendos al distribuir los mismos a los accionistas personas
naturales).
Como puede apreciarse, el artículo 105-A de la Ley del Impuesto a la Renta si establece
de manera exacta el supuesto de hecho elusivo (transferir, amortizar o cancelar más del
50% de las acciones recibida de una empresa escindida, en caso se realice antes del cierre
del ejercicio posterior al que entró en vigencia la escisión), así como las consecuencias
tributarias de realizar dicho acto elusivo (efectos de una ganancia de capital de los activos
transferidos a la empresa escindida, sin perjuicio del IR que grave la transferencia de las
acciones). Esta podría resultar una norma bastante dura en sus efectos tributarios, pero
es clara al establecer su regulación, por lo que respeta el principio constitucional de
Seguridad Jurídica. Muy por el contrario, la Norma XVI tiene conceptos indeterminados
(no definidos ni en la misma norma, ni por SUNAT ni por un pronunciamiento
jurisprudencial) que podrían amparar la arbitrariedad de la Administración Tributaria en
su aplicación, por lo que afecta al principio constitucional de Seguridad Jurídica.
En la medida que el Ministerio de Economía y Finanzas no ha respetado los límites de la
delegación de facultades otorgado por el Congreso de la República mediante la Ley No.
29884 para la regulación de la norma antielusiva general, toda vez que la misma afecta
el principio de Seguridad Jurídica, en nuestra opinión la Norma XVI debería ser dejada sin
efecto al resultar inconstitucional, debiendo en todo caso regresarse al texto anterior de
la Norma VIII. Es el Congreso de la República quien, en caso lo considere necesario, el
encargado de introducir una cláusula antielusiva general, la misma que deberá respetar
los derechos constitucionales del contribuyente.
Cabe precisar que el literal c) del artículo 90 del Reglamento del Congreso de la República4,
establece un procedimiento de control de la legislación delegada, según el cual, en caso
los decretos legislativos contravengan la Constitución Política o excedan el marco de la
delegación de facultades otorgado por el Congreso, recomienda su derogación o su
modificación para subsanar el exceso o la contravención. Por ello es que el Congreso de
la República tendría la obligación de derogar la Norma XVI a efectos de subsanar esta
situación.
3. Principios constitucionales vulnerados por el texto actual de la Norma XVI y el Deber
de Contribuir
Como hemos referencia en el punto anterior, la Norma XVI vulnera el principio
constitucional de Seguridad Jurídica. Adicionalmente, en nuestra opinión la Norma XVI
también vulneraría los siguientes principios constitucionales:
a) Reserva de Ley:
De conformidad con el artículo 74 de la Constitución Política, los tributos se crean,
modifican o derogan, o se establece una exoneración, exclusivamente por ley o decreto
legislativo en caso de delegación de facultades, salvo los aranceles y tasas, los cuales se
regulan mediante decreto supremo.
Dicho artículo también establece que el Estado, al ejercer la potestad tributaria, debe
respetar los principios de reserva de la ley, y los de igualdad y respeto de los derechos
fundamentales de la persona. Ningún tributo puede tener carácter confiscatorio. Las
normas tributarias dictadas en violación de lo establecido por dicho artículo 74 no surten
efectos.
Como puede apreciarse, el artículo 74 de la Constitución Política del Perú recoge
expresamente el principio de Reserva de Ley. El Tribunal Constitucional en el expediente
No. 2762-2002-AA/TC estableció lo siguiente:
“cuando nuestro texto constitucional señala que los tributos se crean exclusivamente por
Ley o Decreto Legislativo, en caso de delegación de facultades, ha previsto una reserva
de ley.
(…)
4
http://www.congreso.gob.pe/documentos/REGLAMENTO-23.05.2014.pdf
Al crearse un cobro tributario, podrá decirse que se ha respetado la reserva de ley
cuando, vía ley o norma habilitada, se regulen los elementos esenciales y determinantes
para reconocer dicho tributo como tal, de modo que todo aquello adicional pueda ser
delegado para su regulación a la norma reglamentaria en términos de
complementariedad, mas nunca de manera independiente (…)”.
El principio de reserva de Ley también está recogido en la Norma IV del Código Tributario,
que establece que por ley o decreto legislativo pueden crear, regular, modificar y extinguir
tributos.
Asimismo, la Norma VIII del Código Tributario establece que en vía de interpretación no
podrá extenderse las disposiciones tributarias a personas o supuestos distintos a los
señalados en la Ley, lo que implica que no podrá aplicarse la analogía como método
interpretativo ni como un argumento para integrar leyes tributarias referidas a los hechos
imponibles o gravados. Esta disposición está íntimamente ligada a la Reserva de Ley.
Tomando en consideración el texto de la Norma XVI, consideramos que podría vulnerar
el Principio de Reserva de Ley y la prohibición de la analogía para efectos tributarios. En
efecto, esta Norma XVI, al establecer que SUNAT aplicará la norma que “hubiera
correspondido a los actos usuales o propios”, estaría extendiendo la aplicación de normas
tributarias a un supuesto distinto (la operación realizada por el contribuyente). Esto
implica una clara aplicación analógica de la norma “que hubiera correspondido”, toda vez
que se pretendería extender el ámbito del hecho imponible, a otro hecho no gravado
expresamente por una norma tributaria con rango de ley. Con ello se verifica una violación
al principio de Reserva de Ley.
Asimismo, en la medida que los términos “artificioso” o “impropio” resultan
indeterminados, la aplicación al libre albedrío por parte de SUNAT (sin ningún tipo de
parámetro), también vulneraría este principio, toda vez que se podrían gravar actos u
operaciones (al aplicar las normas de los actos usuales) que de acuerdo a las normas
tributarias no estarían gravados expresamente.
b) Libertad de contratar:
El derecho a la libertad de contratar y la autonomía de las partes está regulado en la
Constitución Política del Perú de la siguiente manera:
“Artículo 2.- Toda persona tiene derecho:
(…)
14. A contratar con fines lícitos, siempre que no se contravengan leyes de orden público.
(…)
Artículo 62.- La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar
válidamente según las normas vigentes al tiempo del contrato. Los términos
contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier
clase. Los conflictos derivados de la relación contractual sólo se solucionan en la vía
arbitral o en la judicial, según los mecanismos de protección previstos en el contrato o
contemplados en la ley.”
Por otro lado, el artículo 1361 del Código Civil señala que los contratos son obligatorios en
cuanto se haya expresado en ellos. Añade que se presume que la declaración expresada en el
contrato responde a la voluntad común de las partes y quien niega esa coincidencia debe
probarla.
La Norma XVI estaría permitiendo a SUNAT (mediante sus auditores) a desconocer los efectos
de los actos u operaciones efectivamente celebradas (en caso las considere como “artificiosas
o impropias”), a efectos aplicar las normas tributarias aplicables a los actos “usuales o propios”.
En ese sentido, estaría desconociendo dichos actos efectivamente celebrados para efectos
tributarios, aun cuando las partes válidamente celebraron dichos contratos, con la finalidad de
que surtan los efectos legales que les correspondan, incluso los tributarios. Con la Norma
XVI, se pretendería sancionar actos realizados en observancia de las normas jurídicas, en otras
palabras, usando las vías legales que el propio ordenamiento jurídico otorga al contribuyente.
En ese sentido, al otorgar a SUNAT la potestad de interpretar y rectificar las operaciones
contractuales de manera unilateral, al margen de la voluntad de las partes, se estaría
calificando el hecho imponible en virtud a una valoración subjetiva que habría tenido un
contribuyente al momento de celebrarlo. Ello vulneraría la libertad para contratar antes citada,
protegida por la Constitución Política del Estado.
Cabe precisar que la exposición de motivos de la Ley No. 26663, (Ley que como hemos
mencionado, modificó el segundo párrafo de la Norma VIII en el año 1996, con lo cual se
eliminó el primer intento de introducir una cláusula antielusiva) también considera que una
cláusula antielusiva general vulnera el principio de libertad para contratar antes detallado.
No obstante que la Norma XVI vulneraría los principios y derechos constitucionales antes
citados, la Exposición de Motivos del Decreto Legislativo No. 1121, consideró lo siguiente:
“(…) debe tenerse en cuenta que las afectaciones a los principios y derechos previstos
en la Constitución, son permitidos siempre que se lleve a cabo respetando los criterios
de razonabilidad y proporcionalidad, por lo que no cabe admitir que los derechos y
principios constitucionales tienen carácter absoluto. En ese entendido y bajo las
circunstancias explicadas, una tal afectación no constituiría vulneración o violación de
los principios de legalidad o de reserva de ley, cuando han sido ponderados con el deber
de contribuir, y los principios de capacidad contributiva e igualdad, todos son igual
reconocimiento constitucional.
Así el Tribunal Constitucional en el fundamento 49 de la sentencia recaída en el
Expediente N. 0048-2004-PI/TC, ha indicado que “La intervención del Estado se
considera como legítima y acorde con la Constitución, cuando es producto de una medida
razonable y adecuada a los fines de las políticas que se persiguen. Es necesario, en
consecuencia, que dicha medida no transgreda los derechos fundamentales de las
personas o, en todo caso, que dicha afectación se lleve a cabo bajo cánones de
razonabilidad y proporcionalidad.
(…)”
Con dicha afirmación, el Ministerio de Economía y Finanzas trataría de justificar la afectación
de los principios y derechos fundamentales antes citados, a fin de sustentar la existencia de
la Norma XVI. Esto es, que la afectación de dichos principios no violaría el principio de reserva
de ley si es que ha sido ponderado con el deber de contribuir5 y el principio de capacidad
contributiva.
Ahora bien, respecto al “canon de razonabilidad” invocado por el MEF, el Tribunal Constitucional
en el fundamento 12 de la Sentencia 090-2004-AA/TC estableció lo siguiente:
“El requisito de razonabilidad excluye la arbitrariedad. La idea que confiere sentido a la
exigencia de razonabilidad es la búsqueda de la solución justa de cada caso. Por lo tanto,
según lo expone Fernando Sainz Moreno (vide supra), “una decisión arbitraria, contraria
a la razón (entendiendo que en un sistema de derecho positivo la razonabilidad de una
solución está determinada por las normas y principios que lo integran, y no sólo por
principios de pura razón), es esencialmente antijurídica”.
Por lo mismo, las determinaciones administrativas que se fundamentan en la satisfacción
del interés público son también decisiones jurídicas, cuya validez corresponde a su
concordancia con el ordenamiento jurídico. En ese orden de ideas, tales decisiones,
incluso cuando la ley las configure como “discrecionales”, no pueden ser “arbitrarias”,
por cuanto son sucesivamente “jurídicas” y, por lo tanto, sometidas a las denominadas
reglas de la “crítica racional”. (el subrayado es nuestro)
Como hemos visto, el texto de la Norma XVI actual, permite que la SUNAT actúe de manera
arbitraria, toda vez que no existe un parámetro objetivo para saber cuándo se está ante un
acto “artificioso” o “impropio” y que actos serían los “usuales” o “propios”, dejando a total
discreción de SUNAT (mediante un auditor en un procedimiento de fiscalización) la posibilidad
de aplicar las normas tributarias de los actos “usuales” o “propios” en caso dicho auditor lo
considere así. Ello podría permitir la comisión de actos arbitrarios por parte de SUNAT en el
caso concreto.
En nuestra opinión, la ponderación de afectar derechos constitucionales (de acuerdo al “test
de proporcionalidad”6 previsto por el Tribunal Constitucional en diversa jurisprudencia) para
aplicar otros principios constituciones (en este caso, el deber de contribuir), es una tarea que
sólo el Congreso de la República podría hacer, toda vez que una cláusula antielusiva redactada
de manera muy general y abierta (como en el texto actual de la Norma XVI) puede vulnerar
5
El Tribunal Constitucional ha desarrollado este principio en diversa jurisprudencia. Al respecto, puede consultarse por
ejemplo, las sentencias Nos. 3769-2010-AA/TC y la 060-2006-PA/TC.
6
Por ejemplo, la sentencia No. 579-2008-PA/TC.
diversos derechos de los ciudadanos. En todo caso, la ejecución de esta tarea por parte del
Congreso de la República, podría ser revisada eventualmente por el Tribunal Constitucional,
sea mediante un Proceso de Inconstitucionalidad o un Proceso de Amparo (para la aplicación
de la norma en el caso concreto).
En ese sentido, en nuestra opinión ello sería un argumento adicional para que el Congreso de
la República, proceda a derogar la Norma XVI actual y regresar a la Norma VIII vigente hasta
el 18 de julio de 2012, a efectos de que sea este poder del Estado quien realice el debate
correspondiente, con la finalidad de introducir dicha cláusula antielusiva.
4. Aspectos que debería observar una Cláusula Antielusiva en el Perú
Debemos precisar que en nuestra opinión la intención de la Norma XVI para combatir la
elusión es totalmente legítima. No obstante, más allá de las buenas intenciones, como
indicamos, el texto actual de la Norma XVI vulneraría los principios constitucionales de
Seguridad Jurídica, Reserva de Ley y el derecho a la libertada para contratar de los
contribuyentes.
Sobre el particular, las XXIV Jornadas Latinoamericanas de Derecho Tributario
desarrolladas en Islas Margaritas – Venezuela en el año 2008, en la conclusión octava ya
citados párrafos anteriores, se ha concluido y recomendado lo siguiente:
“Octava. Las cláusulas generales antiabuso son instrumentos de política antielusiva que,
a pesar de sus ventajas, plantean serios riesgos de afectar la seguridad jurídica del
obligado tributario. Su previsión mediante ley obliga a una regulación que incluya un
presupuesto de hecho preciso, la carga de la prueba por parte de la Administración y un
procedimiento garantista.
En todo caso, debe reconocerse al contribuyente la posibilidad de acreditar el propósito
económico para enervar la aplicación de la cláusula.” (el subrayado es nuestro).
El texto actual de la Norma XVI no cumpliría a cabalidad las recomendaciones antes
planteadas. En efecto, el presupuesto de hecho no resulta preciso, toda vez que no se
tiene claridad cuando nos encontramos ante un acto artificioso o impropio no se cumpliría.
Respecto a la recomendación de la carga de la prueba por parte de SUNAT, esta sí se
cumpliría con el actual texto de la Norma XVI, toda vez que según dicha norma, SUNAT
sería quien tendría que sustentar que un acto sería “artificioso” o “impropio” y que de la
utilización de dicho acto resulte efectos “jurídicos o económicos, distintos del ahorro o
ventaja tributarios, que sean iguales o similares a los que se hubieran obtenido con los
actos usuales o propios”.
En relación a la recomendación relacionada con el procedimiento garantista, puede
apreciarse que esta no se cumpliría. En efecto, al haber un vacío en este aspecto,
resultaría evidente que un auditor en el marco de un procedimiento de fiscalización tendría
la facultada para aplicar esta norma, con lo cual se deja a su plena discreción considerar
un acto como “artificioso” o “impropio”. Este vacío no ayuda a establecer un
“procedimiento garantista”. Si bien es cierto el artículo 84 del Código Tributario establece
que SUNAT podrá desarrollar medidas administrativas para orientar al contribuyente sobre
conductas elusivas perseguibles, dicha mención no garantiza en lo absoluto que SUNAT
obligatoriamente establezca un procedimiento garantista para la aplicación de la Norma
XVI, máxime si es que SUNAT tiene la discreción de desarrollar dichas medidas si lo
considera pertinente.
Sobre esto último, resulta útil referirnos al texto del artículo 15 de la Ley General Tributaria
española, norma que habría sido tomada como modelo de la Norma XVI. Dicho texto
establece lo siguiente:
“Artículo 15. Conflicto en la aplicación de la norma tributaria.
1.
Se entenderá que existe conflicto en la aplicación de la norma tributaria cuando se
evite total o parcialmente la realización del hecho imponible o se minore la base o
la deuda tributaria mediante actos o negocios en los que concurran las siguientes
circunstancias:
a) Que, individualmente considerados o en su conjunto, sean notoriamente
artificiosos o impropios para la consecución del resultado obtenido.
b) Que de su utilización no resulten efectos jurídicos o económicos relevantes,
distintos del ahorro fiscal y de los efectos que se hubieran obtenido con los actos
o negocios usuales o propios.
2.
Para que la Administración tributaria pueda declarar el conflicto en la aplicación de
la norma tributaria será necesario el previo informe favorable de la Comisión
consultiva a que se refiere el artículo 159 de esta ley.
3.
En las liquidaciones que se realicen como resultado de lo dispuesto en este artículo
se exigirá el tributo aplicando la norma que hubiera correspondido a los actos o
negocios usuales o propios o eliminando las ventajas fiscales obtenidas, y se
liquidarán intereses de demora, sin que proceda la imposición de sanciones.” (los
subrayados son nuestros).
De la lectura de este artículo 15, puede apreciarse que tiene muchas similitudes al texto
de la Norma XVI actual. No obstante, la Norma XVI ha obviado dos aspectos
fundamentales: i) La emisión de un informe previo por parte de una Comisión consultiva;
ii) La no imposición de sanciones en el caso de la aplicación de la norma antielusiva.
Respecto al primer punto, resulta claro que la emisión de un informe previo a la aplicación
de la Cláusula Antielusiva por parte de una Comisión Consultiva, respetaría el
“procedimiento garantista” al que hace referencia las XXIV Jornadas Latinoamericanas de
Derecho Tributario. En efecto, no dejaría a sola discreción de un auditor la aplicación de
la Cláusula Antielusiva, si no que debería seguirse un procedimiento para dichos efectos.
Según el artículo 159 de la Ley General Tributaria de España, esa Comisión consultiva
estaría constituida por dos representantes del órgano competente para contestar las
consultas tributarias escritas, actuando uno de ellos como Presidente, y por dos
representantes de la Administración tributaria actuante. Según dicho artículo, cuando el
órgano actuante estime que pueden concurrir las circunstancias previstas en el apartado
1 del artículo 15 de la Ley, lo comunicará al interesado, y le concederá un plazo de 15
días para presentar alegaciones y aportar o proponer las pruebas que estime procedentes.
El informe de la Comisión consultiva vincula al órgano de inspección sobre la declaración
del conflicto en la aplicación de la norma.
En nuestra opinión, si es que el Congreso de la República considera tomar el texto actual
de la Norma XVI a efectos de introducir una cláusula antielusiva, la misma debería
considerar un procedimiento parecido a los artículos 15 y 159 de la Ley General Tributaria
española, a efectos de establecer un procedimiento que respete el debido procedimiento
en sede administrativa y por ende, otorgue garantías a los contribuyentes que sus
derechos no serán vulnerados y/o serán vulnerados respetando los principios de
razonabilidad y proporcionalidad. Es de conocimiento público que actualmente SUNAT está
trabajando una regulación a efectos de que la aplicación de la Norma XVI sea realizada
por un comité interno y no sólo por un auditor. No obstante, dicha regulación no sería
suficiente para garantizar un procedimiento que no vulnere los derechos constitucionales
de los contribuyentes, toda vez que (hasta donde tenemos entendido) esta regulación
sería interna, por lo que no sería publicada. Aun cuando dicha regulación sea publicada
(por ejemplo, mediante una Resolución de Superintendencia), este medio normativo
también sería insuficiente, toda vez que el mismo podría ser derogado o modificado por
SUNAT a su sola discreción.
En ese sentido, el procedimiento que el consejo interno y las facultades del Consejo
interno para aplicar la Cláusula Antielusiva, debería ser regulado expresamente por la
norma con rango de ley que introduzca dicha cláusula, al igual que el artículo 159 de la
Ley General Tributaria española.
Ahora bien, a efectos de respetar el principio de Seguridad Jurídica de los contribuyentes,
resulta necesario que la norma con rango de ley que introduzca una Cláusula Antielusiva,
también prevea expresamente lo siguiente:
 La posibilidad de que los contribuyentes puedan solicitar previamente a la
Administración Tributaria, un pronunciamiento expreso a efectos de saber si es que la
estructura con la cual piensa invertir en el Perú o realizar nuevas operaciones, podría
ser considerada como una operación “artificioso o impropia”. Tenemos entendido que
países como India, Singapur o diversos países de la Comunidad Europea (por ejemplo,
Luxemburgo u Holanda) permiten que sus contribuyentes soliciten estos documentos.
Con ello se respeta el principio de Seguridad Jurídica, toda vez que los contribuyentes
previamente podrán saber si las operaciones que tienen pensado plantear, serían para
la Administración Tributaria artificiosas o impropias.
 La no configuración de una sanción tributaria en caso SUNAT considere que una
operación es artificiosa o impropia. En nuestra opinión, en este caso no debería
imponerse sanciones, toda vez que, como hemos indicado, la aplicación de la Cláusula
Antielusiva implicaría la aplicación analógica de una norma. En efecto, un contribuyente
le daría los efectos tributarios que correspondan a los actos efectivamente celebrados,
siendo que la Administración Tributaria si considerada que dichos actos son
“artificiosos” o “impropios” con posterioridad, procedería a aplicar las normas
tributarias de los actos “usuales” o “propio”. Como puede verse, ello no podría implicar
una declaración de cifras o datos falsos, toda que el contribuyente desde un inicio
declaró tributos considerando los efectos tributarios de los actos válidamente
celebrados y es la Administración Tributaria quien establece otros efectos tributarios
en virtud de las normas antielusivas. No obstante lo anterior, a efectos de cumplir con
la seguridad jurídica, en nuestra opinión resulta necesario que la Ley establezca
expresamente que en estos casos no procederá sanción tributaria alguna.
5. A manera de conclusión.
De los puntos antes desarrollados, puede concluirse que el texto actual de la Norma XVI
vulnera el principio de Seguridad Jurídica, el de Reserva de Ley, así como el derecho a la
libertad de contratar. La vulneración de estos derechos con el texto actual de la Norma
XVI, no sería razonable en la medida que su regulación, al ser tan abierta y general, podría
permitir la comisión de actos arbitrarios por parte de SUNAT en el marco de un
procedimiento de fiscalización.
A fin de corregir esta situación, en nuestra opinión el Congreso de la República debería
proceder a derogar la Norma XVI y regresar a la regulación prevista en la Norma VIII
vigente hasta el 18 de julio de 2012. Con ello el Congreso de la República sería el
encargado de evaluar, debatir y aprobar, una cláusula antielusiva general que respete el
test de razonabilidad establecido por el Tribunal Constitucional, a fin de ponderar
válidamente el deber de contribuir frente a los derechos y principios constitucionales
afectados, ya citados en líneas anteriores.
En caso el Congreso tome en consideración el texto de la Norma XVI actual para dichos
efectos, deberá regular expresamente el establecimiento de un Consejo consultivo que
autorice a un auditor de SUNAT (en el marco de un procedimiento de fiscalización) aplicar
la citada cláusula antielusiva a un caso concreto. Asimismo, dicha norma también debería
permitir expresamente que la Administración Tributaria emita pronunciamientos previos o
advance rullings a las operaciones que los contribuyentes podrían llevar a cabo. Con ello
se introducirá un procedimiento garantista que permita disminuir la afectación de la
seguridad jurídica de los contribuyentes, efecto propio de las cláusulas antielusivas
generales.
Descargar